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Verdad y Método I

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6la escuela histórica contra el espiritualismo de Hegel, el entronquehermenéutico ha inducido a leer la historia como un libro, esto es, a creerlallena de sentido hasta en sus últimas letras. Con todas sus protestas contrauna filosofía de la historia en la que el núcleo de todo acontecer es lanecesidad del concepto, la hermenéutica histórica de Dilthey no pudo evitarhacer culminar a la historia en una historia del espíritu. Esta ha sido micrítica. Y sin embargo: ¿no amenaza este peligro también al intento actual?No obstante, ciertos conceptos tradicionales, y en particular el del círculohermenéutico del todo y las partes, del que parte mi intento de fundamentarla hermenéutica, no necesitan abocar a esta consecuencia. El mismoconcepto del todo sólo debe entenderse como relativo. La totalidad desentido que se trata de comprender en la historia o en la tradición no serefiere en ningún caso al sentido-de la totalidad de la historia. Creo que lospeligros del docetismo* quedan conjurados desde el momento en que latradición histórica se piensa, no como objeto de un saber histórico o de unconcebir filosófico, sino como momento efectual del propio ser. La finitudde la propia comprensión es el modo en el que afirman su validez larealidad, la resistencia, lo absurdo e incomprensible. El que toma en serioesta finitud tiene que tomar también en serio la realidad de la historia.Es el mismo problema que hace tan decisiva la experiencia del tú paracualquier auto-comprensión. En mis investigaciones el capítulo sobre laexperiencia detenta una posición sistemática clave. En él se ilustra desde laexperiencia del tú también el concepto de la experiencia de la historiaefectual. Pues también la experiencia del tú muestra la paradoja de que algoque está frente a mi haga valer su propio derecho y me obligue a su totalreconocimiento; y con ello a que le «comprenda». Pero creo haber mostradocorrectamente que esta comprensión no comprende al tú sino la verdad quenos dice. Me refiero con esto a esa clase de verdad que sólo se hace visible através del tú, y sólo en virtud del hecho de que uno se deje decir algo por él.Y esto es exactamente lo que ocurre con la tradición histórica. No mereceríaen modo alguno el interés que mostramos por ella si no tuviera algo queenseñarnos y que no estaríamos en condiciones de conocer a partir denosotros mismos. La frase «un ser que se comprende es lenguaje» debeleerse en este sentido. No hace referencia al dominio absoluto de lacomprensión sobre el ser, sino que por el contrario indica que no seexperimenta el ser allí donde algo puede ser producido y por lo tantoconcebido por nosotros, sino sólo allí donde meramente puedecomprenderse lo que ocurre.*Docetismo: Doctrina religiosa de los primeros siglos del cristianismo queenseñaba que el cuerpo de Cristo no era más que una apariencia y que lapasión y muerte de Jesús no tiene ninguna necesidad.Todo esto suscita una cuestión de metodología filosófica que ha surgidotambién en toda una serie de manifestaciones críticas respecto a mi libro.Quisiera referirme a ella como el problema de la inmanenciafenomenológica. Esto es efectivamente cierto, mi libro se asientametodológicamente sobre una base fenomenológica. Puede resultarparadójico el que por otra parte subyazga al desarrollo del problemahermenéutico universal que planteo precisamente la crítica de Heidegger alenfoque trascendental y su idea de la «conversión». Sin embargo creo que elprincipio del desvelamiento fenomenológico se puede aplicar también a estegiro de Heidegger, que es el que en realidad libera la posibilidad delproblema hermenéutico. Por eso he retenido el concepto de «hermenéutica»que empleó Heidegger al principio, aunque no en el sentido de unametodología, sino en el de una teoría de la experiencia real que es el pensar.Tengo que destacar, pues, que mis análisis del juego o del lenguaje estánpensados como puramente fenomenológicos 12 . El juego no se agota en laconciencia del jugador, y en esta medida es algo más que uncomportamiento subjetivo. El lenguaje tampoco se agota en la concienciadel hablante y es en esto también más que un comportamiento subjetivo.Esto es precisamente lo que puede describirse como una experiencia delsujeto, y no tiene nada que ver con «mitología» o «mistificación» 13 . Estaactitud metodológica de base se mantiene más acá de toda conclusiónrealmente metafísica. En algunos trabajos que han aparecido entre tanto,sobre todo mis trabajos sobre el estado de la investigación en Hermenéuticae historicismo y Die phanomenologische Bewegung («El movimientofenomenológico»), publicado en Philosophische Rundschau, hedestacado que sigo considerando vinculante la crítica kantiana de la razónpura, y que las proposiciones que sólo añaden dialécticamente a lo finito loinfinito, a lo experimentado por el hombre lo que es en sí, a lo temporal loeterno, me parecen únicamente determinaciones liminares de las que nopuede deducirse un conocimiento propio en virtud de la fuerza de la

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