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Elementos Nº 53. AUTORES KR II - El Manifiesto

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el contrario, han preferido contar al autorentre los defensores de la RevoluciónConservadora, cuyos pareceres políticosestuvieron unidos durante largo tiempo alos del grupo de los futurosnacionalsocialistas. […]Se podría caracterizar la concepción delmundo de Reck como una “biología delnegro de piel blanca”. Una postura que, noobstante, nada tenía que ver con algún tipode racismo, pues no era una supuestaciencia política natural lo que le interesaba.Para él, solitario elitista, el “negro blanco”tenía mucho más que ver con la despreciablemanera del hombre moderno de estar en elmundo, encarnada ante todo por el asíllamado “hombre masa” que, en sí mismo,es “ya sólo un género de fábrica producidoen serie”. Según Ortega y Gasset, cuya obraLa rebelión de las masas (que apareció en 1930)fue para Reck de una importancia capital,“masa es todo aquel que no se valora a símismo –en bien o en mal- por razonesespeciales, sino que se siente como todo elmundo y, sin embargo, no se angustia, sesiente a sabor al sentirse idéntico a losdemás”. <strong>El</strong> hombre masa esautocomplaciente, mientras que el de la élitees exigente consigo mismo y se pone alservicio de normas más altas.Estos elevados mandamientos son paraReck los fundamentos de la cultura, de talmanera que sin ellos es imposible que estapueda ver la luz: “Lo que domina es,literalmente, la barbarie. Barbarie es, no nosconfundamos, aquello que amenaza coninstaurarse en Europa, gracias al vigenteespíritu levantisco de las masas. <strong>El</strong> viajeroque llega a un país bárbaro sabe que allí nohay deberes ni compromisos en los queampararse. La barbarie es la ausencia denormas y de instancias a las que apelar”.<strong>El</strong> hogar del negro blanco, según Reck,es ante todo Inglaterra y Norteamérica, elmundo anglosajón. <strong>El</strong> mezquino estilo devida de esta especie social por él reconocida“podría mañana extenderse por Alemaniacomo la peste, si se mantuviera a ese ritmonuestra occidentalización y terminara pordesaparecer lo que queda de la caótica almaalemana en la manía de atravesar a nado elcanal, con su weekend happiness y su régimen16de las faldas. A fin de cuentas, bien podríaocurrir que los parámetros del sentimientovital anglosajón, a saber, la elevación de losestándares de vida, el reparto horizontal delos bienes culturaless, la aparentesuperación de las diferencias socialesmediante la propagación de “esmóquinespara todos”, no fuera más que el cebo parala chusma urbana europea”.Como todos los conservadoresculturales de su tiempo, Reck no estabapensando sólo en la decadencia de ladignidad humana y en la desaparición delos viejos órdenes sociales. Lo que lepreocupaba ante todo era la idea de Estado,cuya soberanía y grandeza eran para él másimportantes que todo lo demás. Si el lema deMussolini era “Todo para el Estado, nadafuera del Estado y nada contra el Estado”, lacuestión para Reck era otra desde hacía yatiempo, diferente del optimismo superficialde los fascistas: se preguntaba si el Estado,tal como él lo entendía, seguía existiendo enabsoluto: “¿Pero qué son los Estados?¡Desde lugo no lobbies industriales nioficinas de entretenimiento para negrosblancos! La historia no puede acabar bien.Ni la de los individuos, ni la de las familias,ni la de los propios Estados. Porque elelemento trágico no puede ser abolido de lacondición terrenal de la humanidad, y unavida sin dolor es una vida sin calado y sinheroicidad”.En este sentido, lleno de desdén,aplicaba el calificativo de “Alemania S.A.” ala democracia de Weimar y al Estadotributario y social moderno de “empresa”,cuya banal política de reparto, cuantificableen marcos y peniques, le parecía sólo laprueba manifiesta de la liquidación de laautoridad histórica y la grandeza estatal. Enun sentido totalmente distinto al que seutiliza en la actualidad para la noción deposhistoria, la decadencia y la ruinasignificaban para Reck, como para todosaquellos profetas del ocaso seguidores deOswald Spengler (al que Reck frecuentódurante muchos años), el fin de la historia, oal menos de la historia occidental. Para ellos,la historia de la humanidad no era la sumade los destinos individuales, sino “la historiade los poderes políticos”, que sólo puedendesenvolverse legítima y unitariamente en el

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