Revista Psicofarmacología 75
07 | Sección de ética El compromiso médico Prof. Dr. Luis Allegro 09 | Artículos y revisiones Comparación del funcionamiento cognitivo en pacientes con trastorno bipolar tipo II en eutimia versus trastorno bipolar tipo I en eutimia y controles María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars 21 | Efectos de los antidepresivos en la recuperación motora poststroke María Agustina Marco 33 | Correlatos neurobiológicos de la intervención psicoterapéutica Dr. Rafael Groisman
07 | Sección de ética
El compromiso médico
Prof. Dr. Luis Allegro
09 | Artículos y revisiones
Comparación del funcionamiento cognitivo en pacientes con trastorno bipolar tipo II
en eutimia versus trastorno bipolar tipo I en eutimia y controles
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco,
Margarita Horta, Claudia Becerra Palars
21 | Efectos de los antidepresivos en la recuperación motora poststroke
María Agustina Marco
33 | Correlatos neurobiológicos de la intervención psicoterapéutica
Dr. Rafael Groisman
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ISSN 1666 6690 // en línea 1851 8710<br />
REVISTA LATINOAMERICANA DE PSICOFARMACOLOGÍA Y NEUROCIENCIA // DIRECTOR: Prof. Dr. LUIS MARÍA ZIEHER AÑO 12 - N°<strong>75</strong> - Agosto 2012
ISSN 1666 6690<br />
PSICOFARMACOLOGÍA<br />
<strong>Revista</strong> Latinoamericana de <strong>Psicofarmacología</strong> y Neurociencia. Frecuencia bimensual. Año 12, número <strong>75</strong>, Agosto 2012.<br />
Una aproximación al uso racional de los psicofármacos.<br />
SCIENS EDITORIAL<br />
J. F. Seguí 3569 2 do “C” - CABA - Argentina // Tel/Fax. (54 11) 4524 9129 - Buenos Aires - Argentina - www.sciens.com.ar - info@sciens.com.ar<br />
DIRECTOR<br />
Prof. Dr. Luis María Zieher<br />
Ex Profesor Regular Titular y Director del Curso de Médico Especialista en Farmacología, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA. Investigador Principal del CONICET.<br />
Director de la Maestría en Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro. Presidente del<br />
Comité Independiente de Ética para ensayos en Farmacología Clínica, FEFYM.<br />
Indexada en Lilacs<br />
La revista <strong>Psicofarmacología</strong><br />
es propiedad de Sciens SRL.<br />
EDITORES<br />
Dra. María Cristina Brió<br />
Médica Psiquiatra Infantil. Médica Pediatra. Master<br />
Psiconeurofarmacología. Docente Postgrado Universidad<br />
Favaloro. Médica psiquiatra del Hospital de Día Infantil “La<br />
Cigarra”. CESAN Y AC Nº 1. Htal. Gral. de Agudos Ignacio<br />
Pirovano. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.<br />
Dra. Edith Mirta Serfaty<br />
Doctora en Ciencias Médicas (UBA), Médica Psiquiatra (UBA),<br />
Investigadora del Centro de Investigaciones Epidemiológicas,<br />
Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, Integrante<br />
Comité Técnico Asesor (SEDRONAR), Miembro fundador del<br />
Colegio Latinoamericano de Neuropsicofarmacología, Miembro<br />
del Collegiun Internationale Neuro-Psychopharmacologicum<br />
(CINP), Integrante Comité Ejecutivo, Federación Internacional de<br />
Epidemiología Psiquiátrica, Secretaria de Task Force for<br />
Adolescent Psychiatry-World Federation of Biological Soc.<br />
Dra. María Zorrilla Zubilete<br />
Bióloga. Doctora de la UBA. Docente Autorizada en Farmacología.<br />
Investigadora Asociada UBA-CEFyBO-CONICET. Jefa de TP y Docente<br />
del Curso de Psiconeurofarmacología, 1 a<br />
Cátedra de<br />
Farmacología, Facultad de Medicina, UBA. Miembro del Comité<br />
Independiente de Ética para Ensayos en Farmacología Clínica,<br />
FEFYM. Docente de la Maestría en Psiconeurofarmacología de la<br />
Universidad Favaloro.<br />
CONSEJO CIENTÍFICO INTERNACIONAL<br />
Dr. Mohammed Amin (Pakistan) - Universidad de Karachi<br />
Dr. Erminio Costa (USA) - Universidad de Illinois<br />
Dr. Enrique Galli Silva (Perú) - Universidad de Lima<br />
Dr. Peter Gaszner (Hungria) - Universidad de Budapest<br />
Dr. Sergio Gloger (Chile) - Universidad de Santiago de Chile<br />
Dr. David Healy (Inglaterra) - Universidad de Gales del Norte<br />
Dr. Gerardo Heinze (México) - Universidad Nacional Autónoma<br />
de México<br />
Dr. Yul Iskandar (Indonesia) - Universidad de Yakarta<br />
Prof. Dr. Iván Izquierdo (Brasil) - Universidad de Rio Grande do<br />
Sul, Porto Alegre<br />
Dra. Verónica Larach Walters (Chile) - Universidad de Santiago<br />
de Chile<br />
Dr. Brian Leonard (Irlanda) - Universidad de Galway<br />
Dr. Francisco López Muñoz (España) - Universidad de Alcalá de<br />
Henares, Madrid<br />
Dr. Elizaldo Luiz de Araujo Carlini (Brasil) - Universidad de San Pablo<br />
Dr. Driss Moussaoui (Marruecos) - Universidad de Casablanca<br />
Dr. Alfred Pletscher (Suiza) - Universidad de Basilea<br />
Dr. Stephen Sthal (USA) - Universidad de San Diego<br />
Dr. Pedro Téllez Carrasco (Venezuela) - Universidad de Carabobo<br />
Dr. Herman Van Praag (Holanda) - Universidad de Maastrich<br />
CONSEJO CIENTÍFICO NACIONAL<br />
Dr. Sebastián Alejandro Alvano<br />
Médico Psiquiatra Universitario, Facultad de Medicina,<br />
Universidad de Buenos Aires (UBA). Director y Profesor Estable<br />
de la Maestría en Psiconeurofarmacología de la Universidad<br />
Favaloro (UF). Profesor a cargo de Terapéutica I, Carrera de<br />
Médico Especialista Universitario en Psiquiatría (UBA), Unidad<br />
Académica Hospital Moyano. Supervisor y Docente, Servicio de<br />
Psicopatología del Hospital Ramos Mejía. Senior Member, WPA<br />
Educational Liaisons Network (WPA ELN) for Argentina, World<br />
Psychiatric Association (WPA). Presidente Honorario y Miembro<br />
del Consejo Asesor Permanente, Asociación de<br />
<strong>Psicofarmacología</strong> y Neurociencia Argentina (APNA).<br />
Dra. Paula Antúnez<br />
Médica especialista en Endocrinología y en Medicina Interna.<br />
Docente de la 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de<br />
Medicina, UBA. Coordinadora del Módulo de Farmacología<br />
Endocrinológica de la Carrera de Médico Especialista en<br />
Farmacología, Facultad de Medicina, UBA.<br />
Dr. Héctor Bertera<br />
Jefe de TP, 1 a Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina,<br />
UBA. Miembro del Grupo de Psiconeurofarmacología. Prof. de<br />
Terapéuticas biológicas, Carrera de Especialista en Psiquiatría,<br />
Universidad del Salvador.<br />
Dr. Diego Cohen<br />
Doctor en Medicina. Docente Investigador (UBA). Docente<br />
Adscripto, Facultad de Medicina, Depto. de Salud Mental.<br />
Especialista en Psiquiatría (UBA). Integrante del Grupo<br />
Universitario de Neuropsicofarmacología. Miembro Títular de la<br />
Asociación Psicoanálitica Argentina.<br />
Dra. Luciana D´Alessio<br />
Doctora en Medicina. Especialista en Psiquiatría. Jefa de TP, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA. Miembro<br />
del Grupo de Psiconeurofarmacología. Médica del Centro de<br />
Epilepsias, Hospital Municipal Ramos Mejía.<br />
Dr. Flavio Devoto<br />
Jefe de TP, 1 a Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina,<br />
UBA. Docente del Curso Superior de Médicos Especialistas en<br />
Farmacología.<br />
Dr. Daniel Fadel<br />
Jefe de estudio de TP, 1 a Cátedra de Farmacología. Miembro del<br />
Grupo de Dolor. Miembro del Grupo de <strong>Psicofarmacología</strong>.<br />
Dr. Natalio Fejerman<br />
Consultor Honorario, Servicio de Neurología, Hospital de<br />
Pediatría “JP Garrahan”, Buenos Aires.<br />
Dra. Victoria Fernández Pinto<br />
Médica Psiquiatra UBA. Miembro del Grupo Universitario de<br />
Neuropsicofarmacología de la 1ª Cátedra de Farmacología de la<br />
Facultad de Medicina, UBA. Magister en Neuropsicofarmacología,<br />
Universidad Favaloro.<br />
Dr. Gustavo Finvarb<br />
Médico Especialista en Psiquiatría Infanto-Juvenil. Jefe de la<br />
Unidad de Psicopatología y Salud Mental, Hospital de Niños<br />
“Ricardo Gutiérrez”. Miembro del Grupo de Psiconeurofarmacología.<br />
Dra. Ana María Genaro<br />
Doctora en Bioquímica, Especializada en Psiconeuroimmunología.<br />
Jefa de TP de la 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de<br />
Medicina, UBA. Investigadora Independiente del CONICET en el<br />
Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos, CEFYBO.<br />
Dr. Fernando Martín Gómez<br />
Médico Especialista en Pediatría y Psiquiatría. Jefe de TP, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA. Miembro<br />
del Grupo de Psiconeurofarmacología. Médico del Servicio de<br />
Psicopatología Infantil, Hospital Alemán de Buenos Aires.<br />
Dr. Rafael Groisman<br />
Médico especialista en Psiquiatría. Miembro titular de la<br />
Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)<br />
Dra. Laura Guelman<br />
Bióloga. Doctora de la UBA. Investigadora del CONICET. Jefa de<br />
TP, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA.<br />
Docente de la Maestría en Psiconeurofarmacología de la<br />
Universidad Favaloro. Miembro del Grupo de Psiconeurofarmacología.<br />
Dr. Rubén Iannantuono<br />
Profesor Adjunto Interino y Subdirector del Curso de Médico<br />
Especialista en Farmacología, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología,<br />
Facultad de Medicina, UBA.<br />
Dr. Eduardo Leiderman<br />
Médico Especialista en Psiquiatría. Miembro del Grupo de<br />
Psiconeurofarmacología.<br />
Dr. Juan José López-Costa<br />
Investigador Adjunto- CONICET<br />
Profesor Regular Adjunto. 1 era Cátedra de Biología Celular,<br />
Histología, Embriología y Genética. Facultad de Medicina. UBA.<br />
Docente Autorizado. Facultad de Medicina. UBA.<br />
Prof. Dr. Jorge Medina<br />
Profesor Adjunto, Depto. de Fisiología, Facultad de Medicina,<br />
UBA. Investigador Superior del CONICET, Instituto de Biología<br />
Celular y Neurociencias “Prof. E. de Robertis”.<br />
Dra. Mariana Moncaut<br />
Médica Psiquiatra Universitaria, Facultad de Medicina,<br />
Universidad de Buenos Aires (UBA). Coordinadora y Docente,<br />
Maestría en Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro (UF).<br />
Dra. Adriana Sánchez Toranzo<br />
Médica psiquiatra. Docente Adscripta en Farmacología UBA, 1°<br />
Cátedra de Farmacología. Facultad de Medicina, UBA. Miembro<br />
activo de la American Society of Psychiatry (APA).<br />
Dr. Héctor Alejandro Serra<br />
Médico Especialista en Farmacología. Jefe de TP, Docente del<br />
Curso de Médico Especialista en Farmacología y Miembro del<br />
Grupo de Dolor, 1 a<br />
Cátedra de Farmacología, Facultad de<br />
Medicina, UBA.<br />
Dr. Juan Cristóbal Tenconi<br />
Profesor Adjunto de la Facultad de Medicina, Universidad<br />
Favaloro. Subdirector de la Carrera de Médico Especialista en<br />
Psiquiatría de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente<br />
Adscrito al Departamento de Salud Mental, Universidad de<br />
Buenos Aires (UBA).<br />
Dr. Norberto Zelaschi<br />
Médico. Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de<br />
La Plata. Hospital Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn”.<br />
SECCIÓN ÉTICA<br />
Prof. Dr. Luis Allegro<br />
Presidente de la Sociedad de Ética en Medicina, Asociación<br />
Médica Argentina. Miembro del Consejo Académico de Ética en<br />
Medicina, Academia Nacional de Medicina. Ex Miembro del<br />
Comité Nacional de Ética Biomédica, Ministerio de Salud<br />
Pública de la Nación. Ex Profesor Titular de Psicopatología y<br />
Psiquiatría, Universidad de Rosario. Full Member of the<br />
International. Psychoanalytic Association.<br />
Esta publicación es realizada con la colaboración de: Fundación<br />
de Estudios Farmacológicos y de Medicamentos (FEFYM).<br />
Docentes, investigadores y médicos asistenciales especializados<br />
en la Psiconeurofarmacología de entidades, publican sus<br />
trabajos de revisión o investigación en carácter individual e<br />
independiente.<br />
Los materiales publicados (trabajos, cartas al editor, comentarios)<br />
en la revista <strong>Psicofarmacología</strong> representan la opinión<br />
de sus autores; no reflejan necesariamente la opinión de la<br />
dirección o de la editorial de esta revista.<br />
La mención de productos o servicios en esta publicación no<br />
implica que el director o la editorial de la revista los aprueben o<br />
los recomienden, deslindando cualquier responsabilidad al<br />
respecto.<br />
Registro de propiedad intelectual N° 4988284 Ley 11.723.<br />
EDITORIAL SCIENS // 3
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
s Sumario<br />
Summary<br />
Sección de ética<br />
El compromiso médico<br />
Prof. Dr. Luis Allegro<br />
07<br />
Section of Ethics<br />
The medical commitment<br />
Prof. Dr. Luis Allegro<br />
Artículos y revisiones<br />
Comparación del funcionamiento cognitivo en pacientes con trastorno bipolar tipo II<br />
en eutimia versus trastorno bipolar tipo I en eutimia y controles<br />
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco,<br />
Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
El trastorno bipolar (TBP) se encuentra clasificado dentro de los trastornos del estado<br />
del ánimo, que causa un impacto considerable en el bienestar del paciente y una<br />
significativa carga económica para el individuo y la sociedad. Se ha estimado que 30<br />
a 50% de los pacientes con TBP en remisión fracasan en alcanzar el nivel premórbido<br />
de funcionamiento psicosocial y esta discapacidad puede estar asociada a<br />
alteraciones cognitivas. El objetivo de este estudio fue comparar el funcionamiento<br />
cognitivo en pacientes con TBP I y II en eutimia y sujetos controles y determinar si<br />
existe relación con la calidad de vida percibida por los pacientes.<br />
Se encontraron las siguientes diferencias:<br />
a) Una diferencia significativa en la variable concerniente a los “Falsos Positivos” (FP);<br />
teniendo más falsos positivos el grupo de TBP II que los controles.<br />
b) También se encontró una diferencia significativa en cuanto a la variable “índice 6”<br />
del TAVEC (que se refiere a la retención de la información a corto y a largo plazo). La<br />
diferencia fue entre pacientes con TBP I y controles.<br />
c) La variable “violación en el tiempo” de la Torre de Londres fue mayor en los<br />
pacientes con TBP II que en los pacientes con TBP I.<br />
d) La variable “Tiempo de ejecución” también tuvo diferencias significativas. Las<br />
diferencias fueron nuevamente mayores entre el grupo TBP I y TBP II.<br />
CONCLUSIONES: Existieron diferencias en el desempeño cognitivo entre los grupos<br />
estudiados. Los pacientes con TBP II tuvieron más falsos positivos. Por otra parte, la<br />
retención estuvo más alterada en los pacientes con TBP I. Lo cual podría deberse al<br />
padecimiento mismo, con deterioro en ciertos circuitos implicados en la consolidación de<br />
la memoria o bien al uso de mayores dosis de medicamentos.<br />
09<br />
Scientific Articles and Reviews<br />
Comparison of Cognitive Functioning in Bipolar Disorder Type II Patientes in<br />
Euthymia vs. Bipolar Disorder Type I in Euthymia and Controls<br />
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco,<br />
Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
Bipolar Disorder (BPD) is classed among mood disorders. It causes considerable impact<br />
on the patient’s wellbeing, as well as an economic burden for the individual and society.<br />
It has been estimated that 30 to 50% of patients with remitting BPD fail to achieve the<br />
premorbid level of psychosocial functioning and this impairment may be associated to<br />
cognitive alterations. The purpose of this study was to compare the cognitive functioning<br />
between BPD I and BPD II patients with euthymia and control subjects, and to determine<br />
whether it is related with the patients’ quality of life as perceived by them.<br />
The following differences were found:<br />
a) A significant difference in the “False positive” (FP) variable; with more false positive<br />
variables in the BPD than in the control group.<br />
b) There was also a significant difference in relation to the “index 6”variable of the TAVEC<br />
test (which concerns the withholding information in the short- and long-term). The<br />
difference was between patients with BPD and controls.<br />
c) The variable “deviation in time” of the Tower of London test was higher among patients<br />
with BPD II than among patients with BPD I.<br />
d) The variable, “Execution time” of the Tower of London Test also showed significant<br />
differences. The differences were higher between the BPD I and the BPD II groups.<br />
Conclusions: There were differences in terms of cognitive performance between the<br />
studied groups. Patients with BPD II displayed more false positives. On the other hand,<br />
the withholding of information had become more affected among BPD I patients, which<br />
might result from the disease itself, as well as from the worsening of some of the circuits<br />
involved in the consolidation of memory, or the use of higher doses of medications.<br />
Efectos de los antidepresivos en la recuperación motora poststroke<br />
María Agustina Marco<br />
Se evaluó la evidencia obtenida en los últimos años sobre el efecto de los antidepresivos<br />
en la rehabilitación motora y funcional luego de un accidente cerebrovascular,<br />
de forma independiente a su efecto sobre los trastornos depresivos.<br />
Ensayos randomizados comparando maprotilina vs. placebo vs. fluoxetina, placebo<br />
vs. nortriptilina vs. fluoxetina y placebo vs. fluoxetina, arrojaron datos alentadores<br />
sobre el uso de nortriptilina y fluoxetina. Paralelamente, un amplio estudio retrospectivo<br />
presentó resultados opuestos.<br />
Los efectos positivos de los antidepresivos se deberían a fenómenos diversos de facilitación,<br />
antiinflamatorios, neurotróficos, antiapoptóticos y neuroplásticos.<br />
No obstante, no se ha obtenido evidencia contundente y precisa sobre la utilidad de los mismos.<br />
21<br />
The Effects of Antidepressants on Post-stroke Motor Recovery<br />
María Agustina Marco<br />
The author analyses the evidence gathered over the last years about the effects of antidepressants<br />
on motor and functional recovery after stroke, irrespectively of their effect on<br />
depressive disorders.<br />
Randomized trials comparing maprotiline vs. placebo vs. fluoxetine, placebo vs. nortriptyline<br />
vs. fluoxetine and placebo vs. fluoxeting have provided encouraging data with<br />
regards the use of nortriptyline and fluoxetine. Simoultaneously, a large retrospective<br />
study presented opposite results.<br />
The positive effects of antidepressants might respond to different facilitation phenomena,<br />
anti-inflammatory, nurotrophic, anti-apoptotic and neuroplastic drugs.<br />
However, no convincing evidence has been obtained on its usefulness.<br />
Correlatos neurobiológicos de la intervención psicoterapéutica<br />
Dr. Rafael Groisman<br />
Se estudian los correlatos neurobiológicos de las psicoterapias, tomando en cuenta<br />
hallazgos de estudios de imagenología funcional, enfocados en las áreas involucradas<br />
y los mecanismos subyacentes. Se hace referencia también, a los procesos<br />
mnésicos intervinientes, como así también a la comunicación empática y neurobiología<br />
del apego.<br />
33<br />
Neurobiological Correlates of Psychotherapeutic Intervention<br />
Dr. Rafael Groisman<br />
The author analyzes the neurobiological correlates of psychotherapies, taking into<br />
account the findings from functional imaging studies which focus on the areas<br />
involved and the underlying mechanisms. The mnesic processes involved, as well as<br />
empathic communication and the neurobiology of attachment are also referred to in<br />
this article.<br />
Espacio cedido al Consejo Publicitario Argentino (Página 30)<br />
Espacio cedido a AAP (Asociación Argentina de Psiquiatría) (Página 31)<br />
EDITORIAL SCIENS // 5
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
é<br />
Sección ética<br />
Por el Profesor Doctor Luis Allegro<br />
El compromiso médico<br />
El compromiso médico<br />
La profesión médica supone un compromiso por parte de la<br />
persona que ha de llevar el título de médico. La calidad del<br />
desempeño en esta profesión plantea como condición importante<br />
una sincera y profunda vocación que impone una actitud<br />
de calidad profundamente humana. El profesional médico<br />
se encuentra frente al desafío de implementar la aplicación<br />
de los conocimientos de la ciencia dentro de un marco<br />
de calidad y calidez humanas. Esto no significa que él debe<br />
manejarse con el equilibrio necesario para abordar seriamente<br />
la patología e implementar la terapéutica dentro de un marco<br />
importante de humanidad. Esto es por una parte un desafío<br />
y por otra, un compromiso.<br />
La calidad de la atención debe ser una apuesta personal al<br />
enfrentar la lucha contra la enfermedad. Es importante que<br />
el médico se involucre en su quehacer hasta donde este<br />
involucrarse no signifique quedar aprisionado.<br />
Este compromiso tiene su origen desde la más remota<br />
antigüedad, pero donde se destacó especialmente fue en las<br />
culturas griega y árabe.<br />
Hipócrates y el compromiso médico<br />
Hipócrates (siglo V a.C.) dejó en la medicina tanto occidental<br />
como árabe, una tradición que se mantiene hasta hoy siglo<br />
XXI. Ello se debe, en gran medida, a la acción de Galeno, un<br />
griego que ejerció la medicina en la Roma imperial del siglo<br />
II. Entre las cosas que dejó Hipócrates está el célebre juramento<br />
hipocrático, cuya vigencia se mantiene hoy día. Este<br />
juramento forma parte del corpus hipocráticum y se piensa<br />
que tiene sus orígenes en la obra de los pitagóricos. Galeno<br />
afirma que Hipócrates se vio en la necesidad de crear dicho<br />
juramento cuando empezó a enseñar su medicina a sus discípulos.<br />
Es importante señalar aquí que los escritos de<br />
Galeno constituyeron el núcleo de la instrucción médica y de<br />
la enseñanza de la práctica casi hasta nuestros días.<br />
Desde el Renacimiento, algunas escuelas médicas comenzaron<br />
a imponerlo al aprendiz de medicina, como una condición<br />
al concluir su enseñanza. Después de la Segunda Guerra<br />
Mundial, se fue generalizando la práctica de dicho juramento.<br />
En el período clásico de la civilización griega, el arte de curar<br />
no estaba orientado por la magia, sino por las respuestas<br />
clínicas de los pacientes. La observación de la clínica adquirió<br />
importancia. En este período se crearon los primeros escritos<br />
relacionado con el concepto ético del compromiso médico.<br />
Lo básico era que el médico actuara siempre teniendo en<br />
cuenta el beneficio del enfermo, cosa que quedó para la posteridad<br />
incluido en el “primum non nocere”.<br />
El pensamiento ético que está en el Juramento Hipocrático,<br />
se ha mantenido en el tiempo con algunas variantes determinadas<br />
por los conceptos éticos y las circunstancias imperantes<br />
en cada comunidad. En la Declaración de Ginebra de 1948, se<br />
redactó la actualización que expongo a continuación:<br />
Versión del juramento hipocrático de la Convención de<br />
Ginebra<br />
En la Convención de Ginebra de 1948, se propuso una<br />
actualización del juramento hipocrático con el texto siguiente:<br />
En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión<br />
médica, me comprometo solemnemente a consagrar<br />
mi vida al servicio de la humanidad. Conservaré a mis maestros<br />
el respeto y el reconocimiento del que son acreedores.<br />
Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y<br />
la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.<br />
Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.<br />
Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las<br />
nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán<br />
mis hermanos. No permitiré que entre mi deber y mi enfermo<br />
vengan a interponerse consideraciones de religión, de<br />
nacionalidad, de raza, partido o clase. Tendré absoluto<br />
respeto por la vida humana. Aún bajo amenazas, no admitiré<br />
utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la<br />
humanidad. Hago estas promesas solemnemente, libremente,<br />
por mi honor.<br />
El compromiso médico en algunas comunidades<br />
El Grupo de Bioética de la Sociedad Catalana de Medicina<br />
Familiar y Comunitaria ha elaborado un conjunto de principios<br />
éticos para los médicos de familia que deben cumplir como<br />
si fueran un juramento. Son los siguientes:<br />
1) Dedicación: el centro de interés profesional de ser la atención<br />
de la salud.<br />
2) Respeto: respetar en el paciente su dignidad, su intimidad,<br />
su derecho a tomar sus decisiones y mantener el secreto<br />
sobre la información que adquiere.<br />
3) Proximidad emocional y afectiva: con el paciente.<br />
4) Lealtad: en la información y en todo aquello pertinente a<br />
la atención de la salud.<br />
5) Prudencia: en la conducción del tratamiento.<br />
6) Honradez: manteniendo al día los conocimientos médicos,<br />
consultando a otro colega cuando sea necesario.<br />
El Sindicato Médico del Uruguay propone que la profesión<br />
médica se identifica por su saber y por el compromiso en la<br />
aplicación práctica de dicho saber. También aclara que el<br />
saber debe ser considerado como conocimiento y como ética<br />
en la praxis de un compromiso en la aplicación y regulación<br />
de las acciones médicas.<br />
El saber médico es el patrimonio de la profesión médica. Éste<br />
saber es necesario porque interviene muy activamente en el<br />
desarrollo social. Por lo tanto, debe ser reconocido por la sociedad.<br />
El compromiso en la práctica del saber debe expresarse dentro<br />
del cuerpo de profesionales en cuanto a la capacidad de su<br />
desarrollo, y debe reflejarse en la comunidad en el involucramiento<br />
de la gestión sanitaria.<br />
Prof. Dr. Luis Allegro<br />
Presidente de la Sociedad de Ética en Medicina, AMA. Miembro<br />
del Consejo Académico de Ética en Medicina, Academia<br />
Nacional de Medicina. Ex Profesor Titular de Psicopatología y<br />
Psiquiatría, Universidad de Rosario. Full Member of the<br />
International Psychoanalytic Association.<br />
EDITORIAL SCIENS // 7
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
María Ximena Oviedo Mañas*<br />
Hiram Ortega Ortiz**<br />
Marisol Castañeda Franco***<br />
Margarita Horta ****<br />
dra.ximenaoviedo@gmail.com<br />
* Alumna de postgrado de Alta especialidad de Trastornos Afectivos<br />
** Alumno de Maestría Ciencias Médicas UNAM<br />
*** Unidad de Neuropsicología INPRFM<br />
**** Maestría en Ciencias Médicas UNAM/INPRF<br />
Fecha de recepción: 11 de mayo de 2012<br />
Fecha de aceptación: 6 de julio de 2012<br />
Comparación del funcionamiento cognitivo<br />
en pacientes con trastorno bipolar tipo II en<br />
eutimia versus trastorno bipolar tipo I en<br />
eutimia y controles<br />
Comparison of Cognitive Functioning in Bipolar Disorder Type II Patientes<br />
in Euthymia vs. Bipolar Disorder Type I in Euthymia and Controls<br />
Resumen<br />
Introducción. El trastorno bipolar (TBP) se encuentra clasificado dentro de los trastornos del estado del ánimo, se trata<br />
de una enfermedad común, recurrente y severa que causa un impacto considerable en el bienestar del paciente y una<br />
significativa carga económica para el individuo y la sociedad. Según el DSM IV el TBP se puede clasificar en Tipo I y<br />
II, el TBP I se caracteriza por la presencia de un episodio de manía o mixto que se alterna con episodios de depresión.<br />
El TBP II se presenta con episodios de depresión y al menos un episodio de hipomanía. Se ha estimado que 30 a 50%<br />
de los pacientes con TBP en remisión fracasan en alcanzar el nivel premórbido de funcionamiento psicosocial y esta<br />
discapacidad puede estar asociada a alteraciones cognitivas. Varios estudios han reportado que estas alteraciones se<br />
presentan fundamentalmente durante los episodios, las principales están relacionadas con la memoria verbal y funciones<br />
ejecutivas, y estas deficiencias persisten aún cuando el paciente se encuentra en eutimia. Existen pocos estudios<br />
que comparen las diferencias en el funcionamiento cognitivo entre pacientes con TBP I y II, el conocer estas diferencias y<br />
su repercusión en la calidad de vida de los pacientes, nos permitirá desarrollar nuevas estrategias de tratamiento que<br />
se enfoquen en rehabilitar estas funciones acorde al perfil neuropsicológico de cada grupo.<br />
Objetivo. Comparar el funcionamiento cognitivo en pacientes con TBP I y II en eutimia y sujetos controles y determinar<br />
si existe relación con la calidad de vida percibida por los pacientes.<br />
Material y métodos. Estudio comparativo, transversal, homodémico<br />
Muestra: Pacientes del sexo masculino y femenino, edad 18-60 años con diagnóstico TBP II en eutimia los últimos 4<br />
meses, con un puntaje
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
c) La variable “violación en el tiempo” de la Torre de Londres fue mayor en los pacientes con TBP II que en los pacientes<br />
con TBP I; F=4.91, gl=2 p=0.009 (Gráfica 3).<br />
d) La variable “Tiempo de ejecución” de la prueba de La Torre de Londres también tuvo diferencias significativas<br />
de acuerdo a la prueba de Kruskal Wallis. En ella se observó una K=8.05 p=0.01. Las diferencias fueron nuevamente<br />
mayores entre el grupo TBP I y TBP II.<br />
Conclusiones. Existieron diferencias en el desempeño cognitivo entre los grupos estudiados. Interesantemente los<br />
pacientes con TBP II tuvieron más falsos positivos al no identificar las palabras que estaban realmente en las listas y a<br />
la vez tuvieron un mayor tiempo de ejecución y más violaciones a la regla dentro de la prueba de Torre de Londres.<br />
Ambos hallazgos podrían ir de la mano con estados ansiosos y depresivos subsindromáticos que alteran la cognición e<br />
impiden que se identifiquen las intrusiones, ya que los pacientes con TBP II en esta muestra tenían en promedio más<br />
puntos en la escala de HAM que los TBP I. Por otra parte, la retención estuvo más alterada en los pacientes con TBP I. Lo<br />
cual podría deberse al padecimiento mismo, con deterioro en ciertos circuitos implicados en la consolidación de la memoria<br />
o bien al uso de mayores dosis de medicamentos.<br />
Palabras clave<br />
Trastorno Bipolar – Eutimia – Pruebas neuropsicológicas – Memoria verbal – Funciones ejecutivas – Funciones cognitivas.<br />
Abstract<br />
Introduction. Bipolar Disorder (BPD) is classed among mood disorders. It is a common, recurrent and severe disease<br />
which causes considerable impact on the patient’s wellbeing and an economic burden for the individual and society.<br />
According to the DSM IV, BPD can be classified into Type I and II. BPD Type I is characterized by the presence of a<br />
manic or mixed episode which alternates with depression episodes. BPD II is accompanied with depression episodes<br />
and at least one hypomanic episode. It has been estimated that 30 to 50% of patients with remitting BPD fail to achieve<br />
the premorbid level of psychosocial functioning and this impairment may be associated to cognitive alterations. Several<br />
studies have reported that these alterations mostly occur during the occurrence of the episodes. The main alterations<br />
are related to verbal memory and executive functions, and these deficiencies still persist when the patient is experiencing<br />
euthymia.<br />
Few studies have compared the differences in cognitive functioning between BPD I and BPD II patients. Knowing these<br />
differences and their impact on the patients’ quality of life will enable us to develop new treatment strategies focused<br />
on adapting such strategies to the neuropsychological profile of each group of patients.<br />
Purpose. To compare the cognitive functioning between BPD I and BPD II patients with euthymia and control subjects,<br />
and to determine whether it is related with the patients’ quality of life as perceived by them.<br />
Materials and Methods. Comparative, longitudinal, homodemic study.<br />
Sample: Male and female patients aged 18-60 years-old who had been diagnosed with BPD II in euthymia during the<br />
last 4 months, with a 7 score in the Hamilton Rating Scale for Depression and a 6 score in the Young Mania Rating<br />
Scale (n=18)<br />
Exclusion criteria: Patients with alcohol and other substances abuse, or with a history of electroconvulsive therapy during<br />
the previous year. Patients with a history of CVA or CET were also excluded. Those patients who had not finished<br />
some of the tests were withdrawn from the study.<br />
Data Collection: clinical interview with patients performed by the PI and neuropsychological tests conducted by a trained<br />
Psychologist.<br />
Results. Using 2-way ANOVA with alpha = 0.005, the TAVEC and Tower of London tests were contrasted with the following<br />
findings:<br />
a) A significant difference in the “False positive” (FP) variable; the values were: F=3, gl=2, p=0.38, with the BPD II<br />
group presenting more false positive variables than the control group.<br />
b) There was also a significant difference in terms of short- and long-term information, with an F=3.78, gl=2, p<br />
value=0.026. The difference here was between BPD I patients and controls.<br />
c) The variable “deviation in time” of the Tower of London test was higher among patients with BPD II than in patients<br />
with BPD I; F=4.91, g1=2 p=0.009. Graphic 3.<br />
d) The variable, “Execution time” of the Tower of London Test also showed significant differences in relation to the<br />
Krusall Wallis test, where a K=8.05 and p=0.01 were observed. The differences were higher between the BPD I and the<br />
BPD II groups.<br />
Conclusions. There were differences in terms of cognitive performance between the studied groups. Interestingly,<br />
patients with BPD II displayed more false positives, since they could not identify the words which actually appeared in<br />
the lists and they spent a longer execution time and caused more violations to the rules with the Tower of London test.<br />
Both findings might go hand in hand with states of anxiety and subsyndromal depression, which alter cognition and prevent<br />
the identification of interferences, since BPD II patients in this sample obtained higher scores in relation to the<br />
HAM scale than BPD I patients. This could result from the disease itself, as well as from the worsening of some of the<br />
circuits involved in the consolidation of memory or from the use of higher doses of medications.<br />
Keywords<br />
Bipolar Disorder – Euthymia – Neuropsychological Assessments – Verbal Memory – Executive Functions – Cognitive<br />
Functioning.<br />
Oviedo Mañas María Ximena, Ortega Ortiz Hiram, Castañeda Franco Marisol, Horta Margarita, Becerra Palars Claudia. “Comparación del funcionamiento<br />
cognitivo en pacientes con trastorno bipolar tipo II en eutimia vs. trastorno bipolar tipo I en eutimia y controles”. <strong>Psicofarmacología</strong> 2012;<strong>75</strong>:9-18.<br />
Puede consultar otros artículos publicados por los autores en la revista <strong>Psicofarmacología</strong> en www.sciens.com.ar<br />
10 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
Introducción<br />
Los trastornos afectivos son una condición psiquiátrica crónica<br />
y grave que causa un impacto considerable en el bienestar<br />
del paciente y una significativa carga económica para el<br />
individuo y la sociedad. Actualmente, ocupan el 6º lugar de<br />
mayor discapacidad a nivel mundial en aquellos sujetos que<br />
tienen entre 15 y 44 años de edad (1).<br />
Generalidades de cognición y trastorno bipolar<br />
Se ha estimado que 30 a 50% de los pacientes con trastorno<br />
bipolar (TBP) en remisión fracasan en alcanzar el nivel premórbido<br />
de funcionamiento social y que esta discapacidad<br />
puede estar asociada a alteraciones cognitivas (2).<br />
Los pacientes con TBP atraviesan por episodios cíclicos de<br />
manía, depresión y eutimia, mostrando dramáticas fluctuaciones<br />
en su nivel de energía, conducta social, ánimo y funcionamiento<br />
cognitivo (3). Las disfunciones cognitivas de los<br />
pacientes bipolares durante episodios afectivos de manía y<br />
depresión ya han sido descritas, sin embargo, se han reportado<br />
alteraciones cognitivas persistentes en más del 32% de<br />
los pacientes con trastorno bipolar aún en eutimia o estados<br />
afectivamente asintomáticos (4-5). Johnstone (6) encontró<br />
que los pacientes con trastorno bipolar con las formas más<br />
graves y crónicas de la enfermedad, frecuentemente presentan<br />
alteraciones intelectuales, las cuales pueden persistir<br />
después de la recuperación clínica.<br />
En el año 2006 se reportó un meta-análisis (7) en el cual<br />
fueron incluidos 26 estudios que incluyen la evaluación de la<br />
función neuropsicológica en pacientes adultos con trastorno<br />
bipolar en estado asintomático, en los cuales el diagnóstico<br />
fue corroborado bajo un sistema diagnóstico basado en criterios<br />
reconocidos y el estado de eutimia fue definido por criterios<br />
establecidos, además de que incluyeron un grupo control.<br />
Dicho meta-análisis provee fuerte evidencia de que existen<br />
alteraciones cognitivas en pacientes con trastorno bipolar,<br />
especialmente en áreas de funcionamiento ejecutivo y<br />
memoria verbal, mientras que en las áreas de atención, función<br />
psicomotora y memoria inmediata la alteración observada<br />
fue mucho menor. En lo que respecta al funcionamiento<br />
ejecutivo no todas las evaluaciones mostraron el mismo grado<br />
de alteración, ya que los instrumentos evalúan diferentes<br />
aspectos del funcionamiento ejecutivo, el cual está conformado<br />
por diferentes procesos cognitivos.<br />
Asimismo, se determinó que los principales confusores son<br />
los síntomas residuales, comunes en los pacientes bipolares<br />
además de la medicación psicotrópica.<br />
Cognición en manía y depresión<br />
Existen varios estudios que han intentado delinear las características<br />
neurocognitivas de los pacientes con TBP en episodios<br />
de manía y depresión, sin embargo en la mayoría de<br />
ellos no se diferencia entre pacientes deprimidos unipolares<br />
y bipolares, las muestras de pacientes están basadas en<br />
pacientes tanto con depresión unipolar como bipolar, presuponiendo<br />
cierta similitud entre dichas condiciones.<br />
Los resultados de los estudios que han hecho la comparación<br />
entre pacientes unipolares versus bipolares sugieren que en<br />
términos generales las fallas neuropsicológicas son principalmente<br />
alteraciones en la atención, memoria y funcionamiento<br />
ejecutivo, y más marcadas en los pacientes bipolares.<br />
Savard et al (8) realizó un estudio en el cual comparó el<br />
desempeño de pacientes deprimidos unipolares y deprimidos<br />
bipolares comparados con un grupo control utilizando el<br />
Halstead-Reitan Category Test, encontrando que el grupo de<br />
pacientes bipolares tenían significativamente más errores<br />
que el grupo de unipolares y el grupo control. Wolfe y colaboradores<br />
aplicaron una prueba de aprendizaje y fluidez verbal,<br />
en la cual el grupo de pacientes bipolares mostraron más fallas<br />
en comparación al grupo de pacientes unipolares en depresión.<br />
Ambos estudios tienen limitaciones con respecto a las<br />
características basales de las muestras de pacientes estudiadas,<br />
en el realizado por el grupo de Savard, el grupo de pacientes<br />
bipolares era significativamente de mayor edad que el grupo<br />
unipolar; en el estudio realizado por Wolfe y col., el grupo de<br />
pacientes bipolares mostró diferencias en cuanto a la severidad<br />
de la enfermedad con respecto al grupo de pacientes<br />
unipolares.<br />
Cognición en TBP II<br />
Algunos estudios reportan que los pacientes con TBP II<br />
tienen un curso más crónico de la enfermedad, con mayor<br />
frecuencia de episodios de depresión, menor tiempo en<br />
eutimia (9, 10) y más ciclos rápidos (11). Esto sugiere que<br />
el trastorno bipolar II tiene un perfil clínico con predominio<br />
depresivo, y no es simplemente una forma más leve del TBP<br />
I (12). También se han investigado posibles diferencias neurobiológicas<br />
entre los subgrupos.<br />
Se han reportado estudios (13, 14) que se centran en las<br />
diferencias en las funciones neuropsicológicas en los<br />
pacientes con TBP I y TBP II, pero los resultados de estos<br />
estudios son inconsistentes. Dos estudios (14, 15) sugieren<br />
que el déficit cognitivo es más grave y generalizado de la TBP<br />
II que en TBP I. Los otros dos (14, 16) informaron que los<br />
pacientes con TBP I muestran resultados significativamente<br />
menores en las pruebas de memoria verbal y función ejecutiva<br />
que aquellos con TBP II. Sin embargo, la metodología de<br />
muestreo en tres de estos estudios (15, 16) fue polémica. No<br />
todos los pacientes en estos tres estudios estaban en un<br />
período asintomático, algunos estudios sugieren que síntomas<br />
subsindromáticos pueden tener un impacto negativo<br />
en el deterioro neuropsicológico (16, 17).<br />
Otro estudio investigó la función cognitiva en los diferentes<br />
episodios afectivos, encontrando que los pacientes con TBP<br />
I tienen un peor desempeño en la memoria verbal, en comparación<br />
con TBP II (17, 18).<br />
Pallanti et al (18) encontraron que los pacientes con TBP I<br />
presentaban alteraciones en la memoria, la atención y la función<br />
ejecutiva, y que su magnitud sería mayor a la de<br />
pacientes con TBP II. Sin embargo, con base en investigaciones<br />
clínicas que sugieren que el TBP II no es simplemente<br />
EDITORIAL SCIENS // 11
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
una forma más leve del trastorno bipolar I, se planteó la<br />
hipótesis que los subgrupos podrían, además, tener diferentes<br />
patrones de disfunción.<br />
Neurocognición y tratamiento farmacológico<br />
Un cuestionamiento actual concierne al impacto de la medicación<br />
psicotrópica en la función cognitiva en pacientes con TBP.<br />
En cuanto al tratamiento con Litio, algunos estudios han<br />
informado de alteraciones en la memoria y la atención (19),<br />
sin embargo, existen estudios en los que no se han reportado<br />
cambios (20). La misma falta de consistencia se ha presentado<br />
en cuanto a los efectos de los anticonvulsivantes en<br />
pacientes psiquiátricos sin embargo sus efectos han sido<br />
considerados modestos (21).<br />
Existen dos estudios que comparan el perfil cognitivo de<br />
pacientes bipolares eutímicos libres de medicación con<br />
pacientes que reciben tratamiento con estabilizadores del<br />
ánimo, sin encontrar diferencias significativas (22) sólo en<br />
uno de ellos se encontró un efecto leve en la función cognitiva<br />
por parte del litio (23).<br />
El impacto de los antidepresivos en la cognición se ha considerado<br />
realmente mínimo (24). Los efectos de los antipsicóticos<br />
no se han evaluado en pacientes con trastorno bipolar, la<br />
mayor parte de la literatura se ha centrado en la relación del<br />
tratamiento antipsicótico y el funcionamiento cognoscitivo en<br />
pacientes con esquizofrenia (25). Debemos tomar en cuenta<br />
que la mayoría de los pacientes con TBP han sido tratados<br />
con más de una clase de fármacos psicotrópicos, lo que dificulta<br />
la evaluación de los efectos de cada uno de estos.<br />
A pesar de que las alteraciones cognitivas y el TBP ya han<br />
sido estudiados, aún existe controversia en cuanto a las áreas<br />
cognitivas deficientes principalmente en estado de eutimia,<br />
y esto tal vez influido por el reducido número en las muestras<br />
de pacientes estudiados, los criterios no bien definidos<br />
de eutimia, la existencia de sintomatología afectiva subsindromática<br />
e incluso los límites poco claros en cuanto al diagnóstico.<br />
La mayoría de los estudios de TBP se han enfocado en características<br />
clínicas de la enfermedad y pocos se han centrado<br />
en el aspecto neuropsicológico. De estos, la mayoría han<br />
estudiado muestras de pacientes con TBP I, sin incluir TBP<br />
II. Esto, en parte, debido a que el TBP II es a menudo infradiagnosticado<br />
o mal diagnosticado (26).<br />
Es importante que se realicen más estudios que enfoquen su<br />
atención en las diferencias clínicas y específicamente en las<br />
alteraciones cognitivas entre TBP I y TBP II; así también que<br />
se evalúen la asociación entre el funcionamiento cognitivo y<br />
la calidad de vida percibida por pacientes con TBP I y II.<br />
Este estudio pretende intentar controlar estos factores confusores<br />
y ayudar a esclarecer si existen diferencias cognitivas<br />
en los pacientes con TBP I y II, así como determinar la posible<br />
asociación con la cronicidad y severidad de la enfermedad.<br />
Hipótesis<br />
El funcionamiento de la memoria verbal y planeación ejecutiva<br />
podría ser deficiente en pacientes con TBP I y II en<br />
eutimia, en comparación a sujetos controles. Este menor<br />
rendimiento, se asociaría con algunas variables clínicas y<br />
demográficas en los pacientes con TBP I y II.<br />
La calidad de vida percibida por los pacientes con TBP se<br />
relacionaría con el desempeño de memoria verbal y funcionamiento<br />
ejecutivo.<br />
Objetivos<br />
Comparar el funcionamiento cognitivo de pacientes con TBP<br />
I y II en eutimia y sujetos controles. Determinar si existe relación<br />
entre el funcionamiento de memoria verbal y planeación ejecutiva<br />
y las variables clínicas en los pacientes con TBP I y II en<br />
eutimia. Determinar si existe relación entre la calidad de vida<br />
y el desempeño de memoria verbal y funciones ejecutivas en<br />
pacientes con TBP I y II en eutimia y sujetos controles.<br />
Material y método<br />
Diseño del estudio<br />
Con el fin de probar la hipótesis de que existen diferencias<br />
en los perfiles neurocognitivos de los pacientes con TBP I,<br />
TBP II y sujetos controles; se realizó un estudio transversal,<br />
comparativo y homodémico.<br />
El presente estudio es una continuación del estudio titulado<br />
“Funcionamiento cognitivo en pacientes con trastorno bipolar<br />
tipo I en eutimia. Estudio de casos y controles” en el cual<br />
se evaluaron 40 pacientes con TBP I en eutimia y 40 controles.<br />
Los resultados de dicho estudio se compararon con<br />
una muestra de 18 pacientes con diagnóstico de TBP tipo II<br />
en eutimia de la consulta externa del Instituto Nacional de<br />
Psiquiatría Ramón de la Fuente.<br />
Se incluyeron pacientes con diagnóstico de TBP tipo II de<br />
acuerdo al DSM-IV-TR con por lo menos 4 meses en eutimia,<br />
de uno u otro sexo, con edad entre 18 y 60 años, que no<br />
tuvieran impedimento para la comunicación verbal y escrita<br />
y con adecuado apego al tratamiento establecido.<br />
Se excluyeron pacientes con antecedentes de dependencia a<br />
alcohol y otras sustancias o con antecedente de terapia electroconvulsiva<br />
en el último año. También aquellos pacientes<br />
con antecedente de un evento vascular cerebral o traumatismo<br />
craneoencefálico con pérdida del estado de alerta, con enfermedades<br />
médicas o psiquiátricas descompensadas o sin tratamiento.<br />
Después de firmar el consentimiento informado, los<br />
pacientes fueron entrevistados para obtener información de<br />
sus características sociodemográficas, clínicas y de funcionamiento.<br />
Se excluyó a los pacientes que no terminaron<br />
las evaluaciones clínicas o neuropsicológicas.<br />
La entrevista clínica fue realizada en la Clínica de Trastornos<br />
Afectivos del Instituto Nacional de Psiquiatría por parte del<br />
investigador principal y la valoración neuropsicológica en el<br />
área de Neuropsicología del mismo Instituto, por parte del<br />
equipo de neuropsicología.<br />
Instrumentos de evaluación<br />
Entrevista clínica estructurada del DSM-IV, SCID<br />
Fue desarrollada por Spitzer, incluye 9 módulos diagnósticos:<br />
12 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
episodios afectivos, síntomas psicóticos, diferencial para síntomas<br />
psicóticos, diferencial para síntomas afectivos, uso de<br />
sustancias, ansiedad, trastornos somatomorfos, trastornos de<br />
la alimentación y trastornos de adaptación. Debido a la<br />
carencia de estándares de oro en psiquiatría se han realizado<br />
pocos estudios de validez de este instrumento, sin embargo<br />
la confiabilidad inter-observador y prueba contraprueba han<br />
sido adecuadas<br />
Es una de las mejores entrevistas para ser aplicadas por el<br />
clínico y hace diagnósticos de acuerdo a la nomenclatura del<br />
DSM-IV.<br />
Escala para la evaluación de manía de Young<br />
Es un instrumento con once variables diseñado para medir la<br />
gravedad de los síntomas de manía y para determinar el efecto<br />
del tratamiento sobre estos síntomas. Las once variables<br />
incluidas son: afecto, energía, interés sexual, sueño, irritabilidad,<br />
discurso, trastorno del lenguaje, pensamiento, contenido,<br />
conducta disruptiva, apariencia, insight. Siete variables<br />
se califican con una escala de 0 a 4 y cuatro de 0 a 8.<br />
En general se acepta la siguiente puntuación: Igual o menor<br />
a 6 es compatible con eutimia, 7-20 es compatible con episodio<br />
mixto, mayor a 20 es compatible con episodio maniaco.<br />
Escala de Hamilton para depresión<br />
Es utilizada para medir la severidad de la depresión, no es un<br />
instrumento diagnóstico. Sirve para medir los cambios a<br />
través del tiempo y la respuesta al tratamiento. Desde su<br />
publicación inicial en 1960, ha sido aceptada como el estándar<br />
de la evaluación para depresión clínica. La escala original<br />
consta de 17 variables.<br />
Además de la sensatez, esta escala reúne los criterios de confiabilidad<br />
y validez. La puntuación global se obtiene sumando<br />
las puntuaciones de cada ítem. Consta de 21 reactivos<br />
que son calificados en una escala de 0-4 o 0- 2. La puntuación<br />
total va de 0 a 52. Puntos de corte (27):<br />
No deprimido: 0-7; depresión ligera/menor: 8-13; depresión<br />
moderada: 14-18; depresión severa: 19-22; depresión muy<br />
severa: >23.<br />
Prueba Torre de Londres<br />
Prueba neuropsicológica desarrollada por Shallice para identificar<br />
el deterioro de los procesos de planificación asociados<br />
con disfunciones del lóbulo frontal. Esta prueba requiere una<br />
planificación en el sentido de hacer un análisis de medios y<br />
fines para resolver unos problemas cuya dificultad va aumentando.<br />
Los procesos de planificación están considerados<br />
como conductas ejecutivas controladas por los lóbulos<br />
frontales (28). La Torre de Londres es una adaptación y simplificación<br />
del tipo de problema que se presenta en la torre<br />
de Hanoi, y permite que la dificultad de los problemas sea<br />
gradual.<br />
La evaluación consiste en diez problemas de dificultad<br />
ascendiente. El examinado debe mover las esferas de color<br />
montadas sobre tres perchas verticales de acuerdo a dos<br />
rutas de resolución de problemas estrictamente impuestas.<br />
El tiempo de evaluación es de aproximadamente 10 a 15<br />
minutos.<br />
Las variables evaluadas por medio de Torre de Londres son<br />
las siguientes:<br />
a. Movimientos totales. La puntuación primaria se basa en el<br />
número de movimientos que el examinado ejecuta en resolver<br />
el problema.<br />
b. Violaciones a la regla. El total de violaciones no tiene un<br />
límite, sin embargo, es raro encontrar más de tres violaciones.<br />
c. Violación al tiempo<br />
d. Tiempo total de iniciación<br />
e. Tiempo de ejecución<br />
f. Tiempo total<br />
Test de aprendizaje verbal España-Complutense (TAVEC)<br />
Versión española del test de aprendizaje verbal California<br />
(CVLT). Permite evaluar la memoria episódica para material<br />
verbal. Permite la evaluación de las múltiples estrategias y<br />
procesos implicados en el aprendizaje y el recuerdo de material<br />
verbal, que pueden resultar perturbados en cada una de<br />
las diferentes condiciones patológicas neurológicas y<br />
psiquiátricas que conllevan trastornos de memoria (29).<br />
Se centra en las listas de aprendizaje de elementos verbales<br />
utilizadas en el laboratorio. Se puede pedir al individuo que<br />
repita las palabras de la lista en cualquier orden, lo que constituye<br />
el recuerdo libre; que las repita en el mismo orden en<br />
que se le han presentado, lo que valora el recuerdo serial.<br />
Además, se le pueden proporcionar ayudas fonéticas o<br />
semánticas, llamado recuerdo con claves o, se le puede pedir<br />
que reconozca las palabras de la lista de aprendizaje cuando<br />
se le presenta una lista más amplia para valorar el reconocimiento.<br />
Cuestionario de calidad de vida y satisfacción de Endicott<br />
Es una escala autoaplicable que se utiliza para explorar el<br />
grado de satisfacción que experimentan los pacientes en<br />
varias áreas de su funcionamiento diario. Se trata de un<br />
instrumento genérico de calidad de vida, es decir, aplicable<br />
a todo tipo de pacientes independientemente del diagnóstico<br />
y tratamiento.<br />
Consta de 93 ítems, 91 de los cuales exploran la satisfacción<br />
y el placer experimentado.<br />
Para contestar cada ítem el paciente dispone de una escala<br />
de 5 valores que oscila entre 0 (nunca) y 5 (muy a menudo<br />
o siempre). El marco de referencia temporal es una semana.<br />
Proporciona puntuaciones de cada una de las áreas exploradas<br />
y puntuaciones de satisfacción con la medicación y<br />
satisfacción global.<br />
Análisis estadístico<br />
Se utilizó estadística descriptiva (frecuencias, porcentajes y<br />
promedios) y se realizó el análisis por medio del factor de<br />
correlación de Spearman para determinar las asociaciones<br />
entre las variables clínicas y demográficas con los resultados<br />
obtenidos de las evaluaciones neuropsicológicas. Para<br />
EDITORIAL SCIENS // 13
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
realizar las comparaciones entre los grupos se utilizó prueba<br />
t y ANOVA.<br />
Resultados<br />
Descripción de la muestra de pacientes TBP II respecto a<br />
variables sociodemográficas y clínicas<br />
La muestra estuvo conformada por 18 pacientes, de los<br />
cuales 1 era hombre (5.5%) y 17 mujeres (94.5%). La edad<br />
promedio fue de 38.5 años, con un rango de 23 a 53 años y<br />
la distribución fue normal de acuerdo a la prueba de<br />
Kolmogorov-Smirnov (Tabla 1).<br />
El 44.44% de los pacientes (8) trabajaban; del 55.6% de los<br />
pacientes que no trabajaban, el 37.5 % (3 pacientes) lo<br />
atribuyeron al padecimiento como tal. El 50% (9) estaban<br />
casados, el 38.8% soltero y el 11.2% (1) divorciado. El<br />
promedio de años de estudio fue de 14.66, con DE de 2.5 y<br />
un rango de 8 (11 a 19).<br />
En cuanto a la edad de inicio del padecimiento el promedio<br />
fue de 22.38 con DE de 9.46, con un rango de 34 que fue<br />
de 6 a 40 y una distribución no normal.<br />
En cuanto a los episodios de hipomanía al analizar la distribución<br />
de la variable se observó que no era normal, sin<br />
embargo, en el análisis de valores atípicos se identificó un<br />
valor extremo (una paciente que reportó 28 episodios de<br />
hipomanía, por lo tanto al eliminar este valor la distribución<br />
de la variable fue normal y el promedio fue de 7.05, con DE<br />
4.25 con rango de 14 que fue de 1 a 15.<br />
El número de episodios depresivos en los pacientes de la<br />
muestra tuvo un promedio de 4.38 con DE de 1.91 y con un<br />
rango de 7 que fue de 1 a 8 con una distribución normal.<br />
El 11.11 % (2/18) de los pacientes en la muestra habría<br />
experimentado síntomas psicóticos.<br />
El 33.3% de los pacientes (6/18) había sido hospitalizado en<br />
algún momento. El 100% de los pacientes se encontraba en<br />
tratamiento con estabilizadores del estado de ánimo. El<br />
38.8% de los pacientes (7/18) se encontraba en tratamiento<br />
con algún antipsicótico. El 22.22% (4/18) de los pacientes<br />
se encontraba en tratamiento con algún antidepresivo. El<br />
50% (9/18) de los pacientes se encontraba en tratamiento<br />
en alguna benzodiacepina.<br />
En cuanto a las semanas que tenían los pacientes con<br />
tratamiento farmacológico la distribución no fue normal y<br />
reportamos por tanto, la mediana que fue de 48. Con un<br />
rango que fue de 24 a 192 semanas.<br />
El 22.22 % de la muestra tenía comorbilidad médica no<br />
psiquiátrica (4/18), todos los casos correspondieron a<br />
hipotiroidismo. El 66.66% de la muestra (12/18) tenía<br />
comorbilidad psiquiátrica de los cuales 4 tenían TOC<br />
(33.3%), TLP 3 (25%), TAG 4 (33.3%) y trastorno del control<br />
de impulsos 1 paciente (5.5%).<br />
El 94.4% (17/18) de los pacientes tenían antecedentes de<br />
algún familiar de primer o segundo grado con psicopatología;<br />
que correspondió a 3 familiares con trastorno psicótico<br />
(17,6%), trastornos afectivos 8 (47%), adicciones 5 (29.4%)<br />
Y TOC 1 (5.8%).<br />
Comparación de variables sociodemográficas entre los 3 grupos<br />
El análisis comparativo comprendió a 41 pacientes con TBP<br />
I, 18 pacientes con TBPII y 39 controles.<br />
No hubo diferencias significativas en cuanto a las edades<br />
entre los 3 grupos de acuerdo a un análisis de varianza.<br />
En el análisis de chi cuadrada de 2 x 3 para saber si había<br />
diferencias significativas en cuanto a la distribución del sexo<br />
biológico entre los 3 grupos, los datos fueron los siguientes:<br />
X=6.44, gl=2 y p=0.040, por lo tanto se estableció que si<br />
hubo diferencias significativas en cuanto a esta distribución<br />
y se tomaron en cuenta para realizar los análisis subsecuentes.<br />
Otro punto relevante a comparar es la escolaridad, dado que<br />
podría tener relación con el desempeño en las pruebas neuropsicológicas,<br />
para ello se realizó un análisis de chi cuadrada<br />
5 x 3, codificándose como columnas al diagnóstico y<br />
como filas a la escolaridad, que fue de : 1-primaria, 2-secundaria,<br />
3-bachillerato, 4-licenciatura y 5-posgrado y se encon-<br />
Tabla 1<br />
Distribución por género y edad<br />
Tabla 3<br />
Diferencias en la variable “Falsos Positivos”<br />
Mujeres<br />
Hombres<br />
Total<br />
n= número<br />
Género<br />
n<br />
17<br />
1<br />
18<br />
%<br />
94.5<br />
5.5<br />
100<br />
Edad<br />
media<br />
37 años<br />
40 años<br />
38.5 años<br />
Contraste<br />
1 – 2<br />
1 – 3<br />
2 – 3<br />
Sig.<br />
*<br />
Diferencia<br />
0.433604<br />
-0.250156<br />
-0.683761<br />
+/- Límites<br />
0.518935<br />
0.410522<br />
0.522979<br />
*indica una diferencia significativa. 1-TBP I, 2-Controles y 3-TBPII<br />
Tabla 2<br />
Características generales de la población<br />
Religión<br />
Católica<br />
Ninguna<br />
Testigo de Jehová<br />
n= número<br />
n<br />
10<br />
5<br />
3<br />
Residencia<br />
DF<br />
Zona Metropolitana<br />
Foráneo<br />
n<br />
13<br />
4<br />
1<br />
Estado civil<br />
Soltero<br />
Casado<br />
Divorciado<br />
n<br />
9<br />
8<br />
1<br />
Escolaridad<br />
Bachillerato<br />
Licenciatura<br />
Posgrado<br />
n<br />
10<br />
7<br />
1<br />
14 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
traron diferencias significativas como se puede apreciar en<br />
estos resultados: X=23.0, gl=8, p=0.003, por lo que también<br />
se tomó en cuenta esta variable para controlarse en análisis<br />
subsecuentes.<br />
Comparación entre los resultados del TAVEC entre los 3 grupos<br />
Por medio de ANOVA simple se encontró una diferencia significativa<br />
en la variable concerniente a los “Falsos Positivos”<br />
(FP); Los valores fueron: F=3.38, gl=2, p=0.038.<br />
Para identificar las diferencias entre los grupos se hizo el<br />
análisis de múltiples rangos con el procedimiento de diferencia<br />
mínima significativa de Fisher; bajo este análisis se pudo<br />
constatar que la diferencia significativa fue entre las medias<br />
del grupo de controles con el grupo de TBP II.<br />
Debido a estos resultados consideramos necesario realizar un<br />
análisis de covarianza tomando como cofactor a la variable<br />
TAVEC “recuerdo libre a largo plazo”, ya que podría haber<br />
incidido sobre la confabulación o falsos positivos. No fue así,<br />
ya que esta covariable no obtuvo una p significativa en tal<br />
análisis.<br />
También se encontró una diferencia significativa en cuanto a<br />
la variable “índice 6” del TAVEC (que se refiere a la retención<br />
de la información a corto y a largo plazo). Para lo anterior<br />
se efectuó la prueba de ANOVA simple.<br />
Los datos fueron los siguientes: F=3.78, gl=2, valor de<br />
p=0.026.<br />
En la prueba de múltiples rangos de este mismo índice se<br />
identificó que las diferencias fueron entre el grupo de bipolares<br />
I y los controles tal y como se aprecia en la Tabla 4.<br />
En el Gráfico 2 se observa cómo la media de pacientes con<br />
TBPI fue significativamente menor que la media del grupo de<br />
controles.<br />
Tabla 4<br />
Variable “Retención de la información a corto y largo plazo”<br />
Contraste<br />
1 – 2<br />
1 – 3<br />
2 – 3<br />
Sig.<br />
*<br />
Diferencia<br />
-0.883469<br />
-0.33646<br />
0.547009<br />
+/- Límites<br />
0.641643<br />
0.50<strong>75</strong>94<br />
0.646643<br />
Comparación entre los resultados de la prueba de La Torre de<br />
Londres entre los 3 grupos<br />
La variable “violación en el tiempo” correspondiente a la<br />
prueba “Torre de Londres” mostró diferencias significativas<br />
cuando se realizó la prueba de ANOVA simple.<br />
Los datos estadísticos fueron los siguientes: F=4.91, gl=2<br />
p=0.009.<br />
Al realizar la prueba de rangos múltiples se observó que las<br />
diferencias fueron entre el grupo de pacientes con trastorno<br />
bipolar I vs el grupo de pacientes con trastorno bipolar II<br />
como se puede observar en la Tabla 5.<br />
La variable “Tiempo de ejecución” de la prueba de La Torre<br />
de Londres también tuvo diferencias significativas.<br />
Inicialmente se analizó con ANOVA y se obtuvieron los<br />
siguientes datos:<br />
F=5.56, gl=2 y p=0.005<br />
Sin embargo, al haber gran aticipicidad preferimos reanalizar<br />
por medio de la prueba de kruskal-Wallis en la cual se obtuvieron<br />
los valores expuestos en la Tabla 6.<br />
Calidad de vida reportada en TBP II de acuerdo al<br />
Cuestionario de Endicott<br />
Se realizaron análisis bivariados tomando en cuenta a las<br />
Tabla 5<br />
Diferencias en la variable “Violación en el tiempo”<br />
Contraste<br />
1 – 2<br />
1 – 3<br />
2 – 3<br />
Sig.<br />
*<br />
Diferencia<br />
-3.9<strong>75</strong>61<br />
-12.2064<br />
-8.23077<br />
+/- Límites<br />
9.86532<br />
7.8043<br />
9.94219<br />
* indica una diferencia significativa. 1= TBP I, 2=controles y 3=TBP II.<br />
Tabla 6<br />
Prueba de Kruskal-Wallis para tiempo de ejecución por grupos<br />
Col_1<br />
1<br />
2<br />
3<br />
Tamaño muestra<br />
41<br />
18<br />
39<br />
Rango promedio<br />
43.5732<br />
41.4167<br />
59.4615<br />
Estadístico = 8.0562 Valor-P = 0.0178082<br />
Por cual continuó siendo significativa aunque con un menor grado<br />
según la p.<br />
GRÁFICO 1<br />
Variable “Falsos Positivos”<br />
GRÁFICO 2<br />
Variable “Retención de la información a corto y largo plazo”<br />
EDITORIAL SCIENS // 15
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
GRÁFICO 3<br />
Variable “Violación en el tiempo”<br />
GRÁFICO 4<br />
Variable “Tiempo de ejecución”<br />
El tiempo total de ejecución dentro de la Torre de Londres estuvo cerca de haber sido significativo (p=0.0523) por medio de ANOVA,<br />
aunque por medio de la prueba de Kruskal Wallis la p fue más alta 0.08.<br />
variables HAM-D, Young, el número de episodios de hipomanía<br />
a lo largo de la vida, el número de episodios depresivos<br />
a lo largo de la vida y el uso de antidepresivos, todas estas<br />
variables contrastadas con las subescalas: trabajo, estado de<br />
salud, estado de ánimo, actividades en tiempo libre, actividades<br />
del hogar, relaciones sociales y actividades generales<br />
de la escala de calidad de vida de Endicott.<br />
Además las variables comorbilidad médica, comorbilidad<br />
psiquiátrica y uso de antidepresivos se analizaron por medio<br />
de regresiones con las diferentes variables clínicas y con las<br />
subescalas de Endicott.<br />
En el análisis de regresión simple, se encontró que el número<br />
de episodios depresivos reportados es capaz de predecir un<br />
estado de ánimo depresivo de acuerdo a la subescala de<br />
“ánimo” de la Escala de calidad de vida de Endicott.<br />
La ecuación fue la siguiente: ánimo = 44.4872 -<br />
1.89581*depresivos<br />
Los datos son los siguiente: Coeficiente de correlación = -<br />
0.517456 lo cual indica una correlación moderada; R-<br />
GRÁFICO 5<br />
cuadrada = 26.776%, R-cuadrado (ajustado para g.l.) =<br />
22.1995%, Error estándar del est. = 6.18521, Estadístico<br />
Durbin-Watson = 1.41648 (P=0.0945) lo que quiere decir<br />
que en el análisis de residuos no hubo autocorrelación.<br />
16 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
Esto indica que se puede explicar el 26% de la varianza de<br />
la subescala “ánimo” de acuerdo a los episodios depresivos<br />
reportados.<br />
La relación fue inversamente proporcional, es decir, mientras<br />
más episodios depresivos reportaron los pacientes tuvieron<br />
menos puntaje en la subescala estado de ánimo.<br />
Interpretación de resultados<br />
De acuerdo al análisis anterior se pudo establecer que sí<br />
existieron diferencias en el funcionamiento cognitivo entre<br />
pacientes con TBP I, TBP II y controles, de tal forma que<br />
parece rechazarse la hipótesis de nulidad.<br />
Analizando de forma específica para poder saber en dónde se<br />
encontraron estas diferencias, tenemos en primer lugar lo<br />
concerniente a la memoria verbal, medida a través del<br />
TAVEC, se encontró una diferencia en cuanto a la variable<br />
denominada “falsos positivos”. Esto quiere decir que los<br />
pacientes con TBP II tendieron a identificar mal las palabras<br />
que realmente estaban en la lista en comparación con los<br />
controles.<br />
Además, en el índice 6 presentó diferencias significativas<br />
entre el grupo de pacientes con TBP I y los controles, lo cual<br />
quiere decir que los pacientes con TBP I tendieron a olvidar<br />
más palabras con el paso del tiempo y, por lo tanto, variaron<br />
mucho sus resultados en la memoria a corto plazo con<br />
respecto a la memoria a largo plazo.<br />
En el caso de las funciones ejecutivas valoradas por la prueba<br />
de la Torre de Londres, se encontró que tanto el tiempo<br />
total de ejecución como las violaciones al tiempo, fueron<br />
mayores en el grupo de pacientes con TBP II que los<br />
pacientes con TBP I.<br />
Finalmente, el número de episodios depresivos a lo largo de la<br />
vida tiene una capacidad moderada para predecir un puntaje<br />
bajo en la subescala de Endicott referente al estado de ánimo.<br />
Discusión<br />
Los hallazgos del presente estudio difieren ligeramente con<br />
lo reportado en la literatura internacional, donde normalmente<br />
el desempeño de los pacientes con TBP I es notablemente<br />
inferior a los pacientes con TBP II. Existen varios factores<br />
que pueden explicar lo anterior; por una parte el tiempo<br />
en el que los pacientes se han mantenido en eutimia es<br />
una variable que hay que tomar en consideración para estudios<br />
futuros dentro de la población que fue estudiada, ya que<br />
puede impactar el rendimiento independientemente del<br />
grupo. Otro punto importante es el hecho de que muchos<br />
estudios no se han planeado con respecto a los grupos como<br />
tal, ya sea de TBP I o II, sino que los han analizado de forma<br />
indistinta. Si analizamos a nuestra muestra de la misma<br />
forma tendríamos hallazgos compatibles, por ejemplo, en un<br />
meta-análisis realizado por Robinson y cols se encontró que<br />
los pacientes bipolares en eutimia mostraban una función<br />
ejecutiva y una memoria verbal inferior a los controles. Se<br />
mencionó que desafortunadamente no hay mucha información<br />
con respecto a la función visoespacial y no se pudo<br />
dividir a los pacientes por grupos (7).<br />
Un estudio reciente que sí divide a los pacientes por subtipo<br />
de TBP fue el realizado por Hsiao L-Y y colaboradores (2009)<br />
en el Hospital Universitario Cheng Hung, Taiwán, en el cual<br />
analizaron diferentes dominios neuropsicológicos de<br />
pacientes con TBP I (n=30) y TBPII (n=37) además de controles<br />
sanos (n=22) para realizar comparaciones entre sí. Se<br />
utilizó la versión modificada del “Schedule of affective<br />
disorders and schizophrenia-lifetime (SADS-L)” versión<br />
China para poder establecer los diagnósticos de acuerdo a los<br />
criterios del DSM IV. Dicha entrevista fue aplicada por 2<br />
clínicos que previamente habrían establecido una buena<br />
validez interevaluador. Los pacientes se encontraban en un<br />
estado interepisódico definido por un puntaje igual o menor<br />
a 7 en la escala de Hamilton o bien un puntaje igual o menor<br />
a 6 en la Escala de manía de Young. Prácticamente todos los<br />
pacientes se encontraban en tratamiento con estabilizadores<br />
del estado del ánimo. Se excluyeron a los pacientes que<br />
tenían comorbilidad médica o uso de sustancias. Para medir<br />
memorias de diferente tipo se usó la prueba WMS-III, para<br />
medir la velocidad psicomotora se utilizó el WAIS-III y el trial<br />
making test-A y la trial making test B se usó para medir función<br />
frontal. Se concluye en este estudio que los pacientes<br />
con TBP I tuvieron un desempeño pobre en memoria verbal,<br />
de trabajo y velocidad psicomotora además de la función<br />
ejecutiva. Los pacientes con TBP II solo mostraron una<br />
reducción en la memoria de trabajo y en la velocidad psicomotora,<br />
lo cual es congruente con los hallazgos de nuestro<br />
estudio (31).<br />
Un aspecto de particular importancia es el hecho de que en<br />
el presente estudio prácticamente todos los pacientes se<br />
encontraban tomando estabilizadores del estado del ánimo; a<br />
este respecto podemos comentar que en un estudio realizado<br />
por Joffe y cols (1988) de encontró que el valproato no<br />
mostraba una diferencia significativa en el desempeño de los<br />
pacientes en las pruebas neuropsicológicas y sí acaso el litio<br />
mostró un impacto leve (d de cohen =0.3) en las pruebas<br />
neuropsicológicas que ellos (22). Lo cual resulta además<br />
relevante ya que el grupo de pacientes con TBP I sí tenían<br />
un porcentaje importante de tratamiento con litio.<br />
Desafortunadamente, no se tuvo acceso a los datos para ajustar<br />
semanas y dosis de tratamiento con litio en dichos pacientes y<br />
controlar tal variable en la comparación entre grupos.<br />
Los pacientes bipolares II de esta muestra no mostraron asociaciones<br />
importantes en cuanto a la calidad de vida y los<br />
síntomas clínicos o el desempeño neuropsicológico, lo cual<br />
es congruente con lo reportado en el estudio de Torrent y<br />
colaboradores, ya que ellos manifiestan que el desempeño<br />
psicosocial sólo se vio afectado en los pacientes con<br />
trastorno bipolar II cuando las funciones ejecutivas estaban<br />
alteradas (13) lo cual tampoco se vio reflejado en nuestro<br />
estudio, ya que las fallas estaban relacionadas sobre todo con<br />
la memoria verbal y tomando en cuenta los puntajes de la<br />
escala de HAM –D (mayores en el grupo de TBP II que en el<br />
de TBP I) se podría pensar que la depresión subsindromáti-<br />
EDITORIAL SCIENS // 17
María Ximena Oviedo Mañas, Hiram Ortega Ortiz, Marisol Castañeda Franco, Margarita Horta, Claudia Becerra Palars<br />
ca estuvo asociada con tales resultados. De hecho un punto<br />
de total importancia y que sugerimos para estudios ulteriores,<br />
se refiere a tomar en cuenta a los síntomas ansiosos ya sea<br />
con la escala de ansiedad de Hamilton o bien con alguna otra<br />
escala diseñada ex profeso para la valoración de este dominio<br />
en pacientes con trastorno bipolar, de tal forma que se pueda<br />
controlar tales síntomas en el desempeño en las pruebas, ya<br />
que los pacientes pueden haber tenido falsos positivos en la<br />
identificación de la lista A debido, justamente, a una<br />
ansiedad de desempeño y a una atención deficiente que<br />
podrían estar relacionadas con estados ansiosos depresivos<br />
subsindromáticos.<br />
El hecho de que el número de episodios depresivos a lo largo<br />
de la vida tenga una capacidad predictiva moderada sobre la<br />
subescala de estado de ánimo de Endicott hace pensar en los<br />
pacientes bipolares II con predominio de algún tipo de sintomatología<br />
en particular, aún en los estados de eutimia.<br />
Conclusiones<br />
Se pudo establecer que sí existen diferencias neuropsicológicas<br />
en la muestra analizada.<br />
Los pacientes con TBP I mostraron afectación en la memoria<br />
verbal más marcada que los pacientes con trastorno bipolar II.<br />
Los pacientes con trastorno bipolar II por otra parte,<br />
mostraron mayor dificultad para controlar las instrusiones en<br />
la prueba TAVEC y asimismo mostraron un mayor tiempo<br />
para resolver la prueba de la Torre de Londres y realizaron<br />
más violaciones dentro de esta. La forma en la que lo explicamos<br />
es que podrían haber tenido sintomatología ansiosadepresiva<br />
subsindromática.<br />
Sugerimos controlar más las semanas de eutimia y analizar<br />
complementar con pruebas visoespaciales en los estudios<br />
ulteriores.<br />
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18 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
María Agustina Marco<br />
Estudiante de la Primera Catedra de Farmacologia, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos<br />
Aires (UBA).<br />
Fecha de recepción: 16 de mayo de 2012<br />
Fecha de aceptación: 20 de julio de 2012<br />
Efectos de los antidepresivos<br />
en la recuperación motora poststroke<br />
The Effects of Antidepressants on Post-stroke Motor Recovery<br />
Resumen<br />
Las innovaciones en el tratamiento del accidente cerebrovascular descendieron la mortalidad y morbilidad de esta<br />
patología. No obstante, aún conforman la segunda causa de muerte en el mundo, y la primera de discapacidad.<br />
Se intentó evaluar la evidencia obtenida en los últimos años sobre el efecto de los antidepresivos en la rehabilitación<br />
poststroke, de forma independiente a su efecto sobre los trastornos depresivos.<br />
Publicaciones de ensayos aleatorizados comparando maprotilina vs. placebo vs. fluoxetina, placebo vs. nortriptilina<br />
vs. fluoxetina y placebo vs. fluoxetina, arrojaron datos alentadores acerca de la mayor mejora en la performance<br />
motora y en la capacidad de desarrollar las actividades de la vida diaria al utilizar nortriptilina y fluoxetina, no<br />
así maprotilina, en un tratamiento de 3 meses asociados a rehabilitación física.<br />
Un estudio retrospectivo basado con una amplia población en estudio presentó datos desalentadores donde el uso<br />
de distintos antidepresivos se asocia a aumento del tiempo de estadía de los pacientes en los centros de rehabilitación<br />
y menores grados de evolución favorable.<br />
Los mecanismos por los que los antidepresivos podrían colaborar en la rehabilitación funcional de los pacientes<br />
abarcan desde la facilitación motora, hasta los efectos antiinflamatorios, pasando por efectos neurotróficos, antiapoptóticos<br />
e inductores de mayor neuroplasticidad.<br />
No obstante, no se ha logrado obtener evidencia contundente sobre la utilidad de los mismos en la recuperación poststroke,<br />
siendo necesario realizar ensayos que abarquen poblaciones mayores y más selectas y analicen variables<br />
independientes más específicas.<br />
Palabras clave<br />
Antidepresivos – Accidente cerebrovascular – Stroke – Rehabilitación motora – Fluoxetina.<br />
Abstract<br />
Advances in the treatment of stroke have enabled to reduce the mortality and morbidity of this pathology.<br />
However, they still represent the second cause of death worldwide and the first cause of impairment. The author<br />
analyzes the evidenced gathered over the past years about the effects of antidepressants on post-stroke recovery,<br />
irrespectively of their effect on depressive disorders.<br />
The literature published on randomized trials comparing maprotiline vs. placebo vs. fluoxetine, placebo vs. nortriptyline<br />
vs. fluoxetine and placebo vs. fluoxeting has provided encouraging data with regards the best improvement<br />
in motor performance and the ability to conduct daily activities when using nortriptyline and fluoxetine,<br />
although not maprotiline, in a 3-month treatment for physical rehabilitation.<br />
A retrospective study based on a wide study population provided discouraging data given that the use of the<br />
different antidepressants is associated to an increase in the hospitalization time of the patients at rehabilitation<br />
sites, as well as to lower degrees of favorable recovery.<br />
The mechanisms by which antidepressants might contribute to the functional recovery of patients range from<br />
motor facilitation to anti-inflammatory effects, including neurotrophins, anti-apoptotic drugs, and drugs inducing<br />
to a higher level of neuroplasticity.<br />
However, no convincing evidence has been obtained on the usefulness of such mechanisms for post-stroke recovery,<br />
for which trials involving wider populations, which analyze independent and more specific variables are needed.<br />
Key words<br />
Antidepressants – Stroke – Motor Recovery – Fluoxetine.<br />
Marco, María Agustina. “Efectos de los antidepresivos en la recuperación motora post-stroke” <strong>Psicofarmacología</strong> 2012;<strong>75</strong>:21-28<br />
Puede consultar otros artículos publicados por los autores en la revista <strong>Psicofarmacología</strong><br />
en www.sciens.com.ar<br />
EDITORIAL SCIENS // 21
María Agustina Marco<br />
Introducción<br />
Las innovaciones en el tratamiento del accidente cerebrovascular<br />
descendieron la mortalidad y morbilidad de esta<br />
patología. No obstante, aún conforman la segunda causa de<br />
muerte en el mundo, y la primera de discapacidad. Se intentó<br />
evaluar la evidencia obtenida en los últimos años sobre el<br />
efecto de los antidepresivos en la rehabilitación poststroke, de<br />
forma independiente a su efecto sobre los trastornos depresivos.<br />
Publicaciones de ensayos aleatorizados comparando maprotilina<br />
vs. placebo vs. fluoxetina, placebo vs. nortriptilina vs.<br />
fluoxetina y placebo vs. fluoxetina, arrojaron datos alentadores<br />
acerca de la mayor mejora en la performance motora y<br />
en la capacidad de desarrollar las actividades de la vida<br />
diaria al utilizar nortriptilina y fluoxetina, no así maprotilina,<br />
en un tratamiento de 3 meses asociados a rehabilitación física.<br />
Un estudio retrospectivo basado con una amplia población en<br />
estudio presentó datos desalentadores, donde el uso de distintos<br />
antidepresivos se asocia a aumento del tiempo de<br />
estadía de los pacientes en los centros de rehabilitación y<br />
menores grados de evolución favorable.<br />
Los mecanismos por los que los antidepresivos podrían<br />
colaborar en la rehabilitación funcional de los pacientes<br />
abarcan, desde la facilitación motora, hasta los efectos antiinflamatorios<br />
pasando por efectos neurotróficos, antiapoptóticos<br />
e inductores de mayor neuroplasticidad.<br />
Sin embargo, no se ha logrado obtener evidencia contundente<br />
sobre la utilidad de los mismos en la recuperación<br />
poststroke, siendo necesario realizar ensayos que abarquen<br />
poblaciones mayores y más selectas, y analicen variables<br />
independientes más específicas.<br />
Las innovaciones en el tratamiento del accidente cerebrovascular<br />
(ACV, stroke) y sus complicaciones, y el mayor<br />
conocimiento de los factores de riesgo que conducen al<br />
mismo, descendieron la mortalidad y morbilidad de esta<br />
patología. Aun así, no se ha logrado disminuir su impacto:<br />
todavía conforman la segunda causa de muerte en el mundo,<br />
y la primera de discapacidad.<br />
Un trabajo realizado sobre la base de la información estadística<br />
de 7 países europeos, concluyó en sus predicciones<br />
hacia el 2030 que la mortalidad por ACV disminuiría, teniendo<br />
un menor peso sobre la determinación de la esperanza de<br />
vida, pero que continuaría siendo de relevancia en las poblaciones<br />
más ancianas, como consecuencia inevitable del<br />
envejecimiento. Por el contrario, aumentaría la incidencia de<br />
discapacidad por stroke (1-3).<br />
No es necesario, a pesar de eso, basarse en predicciones para<br />
evaluar el impacto de las secuelas propias del ACV: ya a fines<br />
del siglo pasado, diferentes estudios realizados sobre poblaciones<br />
de ancianos en distintas partes del mundo, observaron<br />
la influencia significativa del antecedente de stroke en la<br />
presencia de discapacidad, demencia y hasta limitaciones<br />
cognitivas en la tercera edad (4).<br />
A lo largo de los años, se ha logrado disminuir la muerte por<br />
ACV y disminuir su morbilidad, en parte, a través de una<br />
mejora en la atención al paciente en sus primeras horas de<br />
padecimiento: la detección veloz del cuadro, el uso de trombolíticos,<br />
la formación de unidades hospitalarias destinadas<br />
al tratamiento del stroke, y la hemicranectomía en el caso de<br />
infartos malignos. Asimismo, se ha logrado disminuir la morbimortalidad<br />
mediante un mejor manejo de sus complicaciones:<br />
convulsiones, trombosis en miembros inferiores,<br />
dolor de origen central, apnea del sueño, disfunción cognitiva,<br />
arritmias cardíacas e infecciones tanto urinarias como<br />
respiratorias (5).<br />
Una complicación importante, que ha demostrado interferir<br />
en la rehabilitación funcional de los pacientes, es la depresión<br />
poststroke, que afecta entre el 30 y el 50% de los<br />
pacientes dentro del año de ocurrido el evento. El origen de<br />
esta alteración del estado de ánimo no se ha definido aún,<br />
diferentes investigaciones afirman que no sólo existe un componente<br />
ligado a la dificultad de asimilar las capacidades<br />
perdidas, sino que la afección de ciertas áreas de cerebro<br />
serían responsables del cuadro depresivo (6). A lo largo de<br />
los años, el diagnóstico temprano, y hasta la profilaxis de la<br />
depresión post-ACV, han adquirido relevancia ya que se considera<br />
que tiene influencia en el pronóstico vital y funcional<br />
de los individuos afectados (7). Una revisión realizada en el<br />
2008 por Hackett y colaboradores, a partir de 16 ensayos<br />
clínicos (1655 participantes) concluyó que la terapia con<br />
psicofármacos es efectiva y logra la cura o mejora del estado<br />
de ánimo, aunque también señala la presencia de importantes<br />
efectos adversos. También se ha comprobado su utilidad<br />
en evitar el desarrollo de la depresión poststroke (8). La<br />
relevancia de esto se ve aumentada con las conclusiones a<br />
las que han arribado otros trabajos, que afirman que la mejora<br />
en este cuadro se ve ligada a una mejor recuperación en<br />
las actividades de la vida diaria (activities of daily living<br />
–ADL-) y en el área cognitiva (9-11).<br />
Más allá de la importancia de los fármacos antidepresivos en<br />
la recuperación poststroke mediante su rol en el manejo de<br />
la depresión que presentan los pacientes, a lo largo de los<br />
años se ha puesto una y otra, en el centro de la controversia,<br />
el rol de estos mismos fármacos de forma independiente en<br />
la rehabilitación funcional motora. La rehabilitación, históricamente,<br />
se ha limitado a tratamientos basados en la kinesiología<br />
y el ejercicio físico. Los nuevos conocimientos sobre<br />
neurogénesis y neuroplasticidad, y el descubrimiento de los<br />
mecanismos moleculares implicados, tanto en estos procesos<br />
como en los efectos de los psicofármacos, han sido la piedra<br />
donde diversos ensayos clínicos se apoyaron para evaluar los<br />
efectos de drogas tales como L-dopa, anfetaminas y antidepresivos.<br />
En el siguiente trabajo intentaremos evaluar la evidencia<br />
obtenida en los últimos años sobre el efecto de los antidepresivos<br />
en la rehabilitación poststroke, de forma independiente<br />
a su efecto sobre los trastornos depresivos que<br />
pueden presentar los pacientes. Cabe destacar que esta<br />
temática ha sido evaluada a lo largo de aproximadamente 15<br />
años, de forma escasa y poco concluyente, siendo un trabajo<br />
presentado al inicio del 2011 “Fluoxetine for motor recovery after<br />
22 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
acute ischaemic stroke (FLAME): a randomised placebo controlled<br />
trial” (12), el que lo colocó, por sus interesantes<br />
resultados, nuevamente en la mesa de discusión.<br />
Asimismo, analizaremos los posibles mecanismos moleculares<br />
que justificarían los efectos en estudio.<br />
1996: El primer ensayo<br />
Hacia el año 1996, fue publicado el primer artículo referido<br />
al tema que analizaremos: “Effects of Fluoxetine and Maprotiline<br />
on Functional Recovery in Poststroke Hemiplegic Patients<br />
Undergoing Rehabilitation Therapy” (13), realizado por un<br />
grupo de médicos italianos. Esto surge de la evaluación retrospectiva<br />
de diferentes trabajos que ya indicaban que las concentraciones<br />
de aminas en el cerebro mejoraban la recuperación<br />
de animales con lesiones en la corteza cerebral.<br />
A partir de ello, se realizó un ensayo comparativo utilizando<br />
un grupo control que recibía placebo, y dos grupos con<br />
tratamiento activo antidepresivo. Uno de estos grupos recibía<br />
un antidepresivo que inhibe la recaptación de noradrenalina,<br />
maprotilina, y el otro grupo recibía fluoxetina, un inhibidor<br />
específico de la recaptación de serotonina (IRSS). Se seleccionaron<br />
para el estudio pacientes con una clara discapacidad<br />
generada por el ACV: incapacidad para caminar de 1 a 6<br />
meses de duración, y una imagen compatible con stroke de<br />
tipo isquémico en la zona de la arteria cerebral media,<br />
excluyendo a aquellos con graves desórdenes afectivos, alcoholismo<br />
y patologías cardíacas, renales o hepáticas.<br />
El tratamiento de 3 meses consistió en un programa de rehabilitación<br />
idéntico para todos los pacientes y la administración<br />
del placebo, maprotilina (150mg/d) o fluoxetina<br />
(20mg/d) según el grupo en el que azarosamente fueron colocados<br />
los individuos.<br />
Los parámetros tenidos en cuenta para observar la evolución<br />
de los pacientes, fueron varios. Por un lado, se evaluó el nivel<br />
de discapacidad neurológica mediante la escala HSS<br />
(Hemispheric Stroke Scale), que califica del 0 al 100, siendo<br />
el 100 el mayor grado de discapacidad y tuvieron en cuenta<br />
también, de forma separada, el componente correspondiente<br />
a la función motora (del 0 al 40) y a la habilidad para<br />
caminar (HSSc, del 1 al 6) de la misma escala HSS.<br />
Por otro lado, se evaluó utilizando el Barthel Index (BI) la<br />
capacidad de los pacientes de desarrollar las actividades<br />
para la vida diaria (ADL). Asimismo, se calificó el nivel de<br />
depresión de los pacientes según la Escala de Depresión de<br />
Hamilton (Hamilton Depression Rating Scale, HDRS), utilizando<br />
fundamentalmente los comportamientos objetivables<br />
del paciente más que lo obtenido de sus declaraciones, teniendo<br />
en cuenta las alteraciones cognitivas o del discurso que<br />
podían estar cursando los individuos víctimas de un stroke.<br />
El estudio se realizó sobre 52 pacientes, sólo 46 completaron<br />
el tratamiento. Sin presentar diferencias significativas ni en<br />
el grado de discapacidad inicial ni en el tiempo transcurrido<br />
desde el ACV hasta el comienzo del tratamiento, todos los<br />
grupos presentaron mejorías en los niveles de HSS Total y el<br />
referido al componente motor de forma pareja. En cambio, en<br />
la puntuación de HSS referida a la habilidad para caminar,<br />
se obtuvieron mejoras del 36%, 16% y 21% y en el BI del<br />
61%, 32% y 55%, con fluoxetina, maprotilina y placebo<br />
respectivamente. Entre la fluoxetina y la maprotilina hubo<br />
resultados realmente diferentes, pero ninguno de los dos presentó<br />
una brecha significativa con respecto al placebo. Las<br />
mejoras que se presentaron en el HDRS no fueron estadísticamente<br />
diferentes al comparar los tres grupos, pero el<br />
correspondiente a la maprotilina presentaba un valor inicial<br />
considerablemente más alto que el grupo que recibiría placebo,<br />
pero no estadísticamente diferente al grupo medicado<br />
con fluoxetina. Los descensos del HDRS con fluoxetina y con<br />
maprotilina fueron significativos.<br />
Se separaron los pacientes en dos grupos diferentes, uno de<br />
“bajo nivel de recuperación” y otro de alto, en función de los<br />
valores finales obtenidos en lo referente al HSS para caminar<br />
y el BI (con valores promedios en el primer grupo de 5.3±0.7<br />
y de 39.8±9.1 respectivamente y en el segundo, de 3.4±0.58<br />
y 70±10.8), obteniéndose las siguientes relaciones:<br />
Tabla 1<br />
Fluoxetina<br />
Maprotilina<br />
Placebo<br />
Total<br />
16<br />
14<br />
16<br />
Alto nivel de recuperación<br />
12<br />
5<br />
6<br />
Bajo nivel de recuperación<br />
4<br />
9<br />
10<br />
La cantidad de pacientes ubicados en el nivel alto que habían<br />
sido tratados con fluoxetina fue estadísticamente significativa.<br />
Como se puede observar, los resultados que arrojó este<br />
primer trabajo indican una mejoría general en todos los individuos<br />
participantes que realizaron rehabilitación, pero con<br />
cierta superioridad de la fluoxetina, sobre todo en algunas<br />
áreas como las ADL o la capacidad para caminar, tanto con<br />
respecto al placebo como a la maprotilina, siendo en comparación<br />
a esta última con la que marcó mayor diferencia.<br />
Esta progresión positiva de los pacientes fue independiente<br />
del efecto antidepresivo según la publicación, lo cual se ve<br />
apoyado por la discrepancia existente entre las mejoras en el<br />
HDRS superiores al placebo que presentaron ambas drogas,<br />
y las del IB o el HSSc donde la fluoxetina superó al placebo<br />
mientras que la maprotilina fue menos efectiva que el<br />
mismo. No puede afirmarse que las diferencias fluoxetinamaprotilina<br />
existieran absolutamente a expensas de un efecto<br />
favorable de la fluoxetina, ya que la maprotilina podría tener<br />
un efecto contrario atrasando la recuperación de los pacientes.<br />
El gran defecto de este ensayo, más allá de la reducida<br />
población sobre la que se realizó, es que, en este ensayo de<br />
tres piernas, en general, la mayor parte de las diferencias significativas<br />
fueron obtenidas entre ambas drogas pero no así<br />
entre estas y el placebo.<br />
Siendo este un texto innovador, donde el antidepresivo es<br />
desplazado de su rol habitual en los pacientes poststroke,<br />
instala ciertos interrogantes cuya respuesta podría cambiar la<br />
terapéutica poststroke de manera sustancial. Es por ello que<br />
EDITORIAL SCIENS // 23
María Agustina Marco<br />
analizaremos tres trabajos presentados en el año 2011, para<br />
discutir las conclusiones a las que han arribado cada uno de<br />
ellos y el texto anteriormente presentado.<br />
Año 2011: Dos publicaciones con conclusiones similares<br />
Entre el año de la publicación anterior y el año 2011 se<br />
realizaron ensayos clínicos con grupos reducidos de hasta<br />
veinte pacientes, evaluando los efectos de antidepresivos<br />
como fluoxetina y citalopram y observándose mejoras<br />
motoras tanto al utilizar una sola dosis de fluoxetina o citalopram<br />
o varias de citalopram (14-16). No obstante, fue recién<br />
en el año 2011 donde han hecho su aparición dos publicaciones<br />
relacionando el tratamiento con antidepresivos con la<br />
mejoría funcional de los pacientes poststroke a partir de<br />
ensayos con poblaciones más amplias.<br />
Uno de ellos, “Effects of Antidepressants on the Course of<br />
Disability Following Stroke” (17) consistió en un estudio de<br />
tres brazos, aleatorizado, en 104 pacientes que habían sufrido<br />
un accidente cerebrovascular dentro de los 6 meses anteriores,<br />
de los cuales 56 habían sido diagnosticados con<br />
depresión y 48 no se encontraban deprimidos. Los pacientes<br />
fueron seleccionados de varios centros de Iowa, siendo el<br />
Younkers Rehabilitation of Iowa Methodist Medical Center su<br />
principal fuente (sólo 3 de los sujetos que participaron finalmente<br />
provenían de un centro diferente). 21 pacientes<br />
fueron eliminados por encontrarse en condiciones casi óptimas<br />
(provocando el efecto techo) o por la imposibilidad de<br />
evaluarlos correctamente (esto corresponde a 12 individuos<br />
del Instituto Raúl Carrea en Argentina).<br />
Los 83 sujetos de estudio fueron tratados con fluoxetina o<br />
nortriptilina, un antidepresivo tricíclico que inhibe tanto la<br />
recaptación de noradrenalina como de serotonina, por tres meses<br />
en dosis progresivamente crecientes o con placebo en un estudio<br />
doble ciego aleatorizado, siendo esta la distribución final:<br />
Tabla 2<br />
Fluoxetina<br />
Notriptilina<br />
Placebo<br />
Total<br />
Pacientes deprimidos<br />
19<br />
10<br />
17<br />
46<br />
Pacientes No deprimidos<br />
13<br />
12<br />
12<br />
37<br />
La presencia de depresión fue determinada por los criterios<br />
del DSM IV que definen un trastorno depresivo mayor o<br />
menor junto con una puntuación de 12 o más de HDRS. Su<br />
severidad fue medida, asimismo, con el HDRS.<br />
Para evaluar la perdida de habilidad motora de los pacientes<br />
se utiliza la escala de Raskin modificada (mRS), que puntúa<br />
de 0 a 6 de forma ascendente en gravedad la discapacidad<br />
del individuo. Los impedimentos para las actividades de la<br />
vida diaria fueron evaluados usando la Medida de<br />
Independencia Funcional (Fuctional Independence Measure,<br />
FIM), una escala construida a partir de 18 items cuyo mayor<br />
valor es el 72, equivalente al menor impedimento. También<br />
fue evaluada la severidad del stroke en función de la escala<br />
del NIH (National Institute of Health Stroke Scale, NIHSS).<br />
También, se cuantificaron las horas de rehabilitación física<br />
desarrolladas con especialistas.<br />
Al observar similitudes en los datos de punto de partida de<br />
los grupos que recibieron fluoxetina y nortriptilina, se los<br />
unificó a la hora de comparar resultados. En comparación<br />
con el grupo receptor de placebo, los que recibieron antidepresivos<br />
eran más jóvenes. Algunos pacientes continuaron<br />
recibiendo antidepresivos luego de los 3 meses propios del<br />
experimento, pero no se encontraron resultados diferentes<br />
entre aquellos y el resto en los resultados de FIM y mRS<br />
durante los doce meses de observación subsiguientes.<br />
Los resultados observados trimestralmente a lo largo de un<br />
año postratamiento indicaron una mejora a lo largo del tiempo<br />
en los valores de mRS en los pacientes con tratamiento<br />
activo, no así en los que habían recibido placebo. No<br />
obstante, no se obtuvieron diferencias realmente significativas<br />
en función del tiempo para los valores de FIM en los grupos<br />
con tratamiento activo con respecto a los que obtuvieron<br />
placebo, aun cuando mostraron una evolución positiva hacia<br />
el final de los controles. Se observó relación entre las<br />
mejorías con ciertos factores como la edad y el estado basal<br />
evaluado por NIHSS, pero no con el grado de depresión que<br />
presentaron los pacientes.<br />
Como justificación de la evolución de la FIM, que fue similar<br />
a la del mRS pero sin llegar a valores significativos, se presentaron<br />
hipótesis basadas en la mayor especificidad en las<br />
actividades evaluadas por escala FIM o la relatividad de la<br />
escala mRS con respecto a las demandas del ambiente.<br />
Por otra parte, en febrero del 2011, “Fluoxetine for motor<br />
recovery after acute ischaemic stroke (FLAME): a randomised<br />
placebo-controlled trial” presentó un trabajo donde sólo se<br />
comparó un antidepresivo, fluoxetina contra placebo, evaluándose<br />
fundamentalmente la mejoría en la escala motora de<br />
Fugl-Meyer (FMMS), una escala del 0 al 100 que evalúa la<br />
capacidad motora del 0 (hemiplejia fláccida) al 100<br />
(movimiento normal), otorgando 66 puntos a la función del<br />
miembro superior y 34 a la del inferior. Como puntos secundarios<br />
se utilizaron la escala de NIHSS, la mRS y el MADRS<br />
(Escala de depresión de Montgomery Asberg). Los valores de<br />
MADRS y el NIHSS también fueron limitantes para la<br />
inclusión de pacientes, ya que no fueron aceptados aquellos<br />
con un MADRS mayor a 19 o los diagnosticados con depresión<br />
o con un NIHSS mayor a 20. Los pacientes aceptados<br />
debían haber sufrido su accidente cerebrovascular entre los<br />
5 y los10 días anteriores.<br />
Finalmente, se analizaron los resultados del tratamiento por<br />
tres meses de 57 pacientes que recibieron fluoxetina<br />
(20mg/d) oralmente y de 56 que recibieron placebo. Los 113<br />
pacientes provenían de 9 centros de rehabilitación diferentes<br />
en Francia y recibieron la fisioterapia propia de cada centro.<br />
Los resultados fueron obtenidos al finalizar el tratamiento al<br />
día 90 de este. Los aumentos en los valores promedio de<br />
FMMS obtenidos con fluoxetina fueron significativamente<br />
mayores que los de los pacientes con placebo, habiendo<br />
24 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
aumentos tanto en la puntuación de miembros inferiores<br />
como superiores. Los valores de NIHSS y del puntaje NIHSS<br />
de la función motora no presentaron diferencias significativas,<br />
pero los propios de mRS mejoraron significativamente en<br />
el grupo tratado con fluoxetina al contrastarlo con el placebo.<br />
El porcentaje de pacientes deprimidos al día 90 era mayor en<br />
el grupo del placebo y las mejoras en la escala MADRS<br />
fueron mayores en el grupo de fluoxetina. No obstante, aún<br />
Tabla 3<br />
Publicación<br />
“Effects of<br />
Fluoxetine and<br />
Maprotiline on<br />
Functional<br />
Recovery in<br />
Poststroke<br />
Hemiplegic<br />
Patients<br />
Undergoing<br />
Rehabilitation<br />
Therapy”<br />
“Effects of<br />
Antidepressants<br />
on the Course of<br />
Disability<br />
Following Stroke”<br />
“Fluoxetine for<br />
motor recovery<br />
after acute<br />
ischaemicstroke<br />
(FLAME): a randomised<br />
placebocontrolled<br />
trial”<br />
Estructura del<br />
ensayo<br />
Maprotilina<br />
(M) vs.<br />
Fluoxetina (F)<br />
vs Placebo (P)<br />
Fluoxetina (F)<br />
vs.<br />
Nortriptilina<br />
(N) vs.<br />
Placebo (P)<br />
Fluoxetina (F)<br />
vs. Placebo (P)<br />
Duración y dosis Cant. de<br />
del tratamiento pacientes<br />
(finales)<br />
Duración: 3 meses 46<br />
Dosis:<br />
M: 150 mg/d<br />
F: 20 mg/d<br />
Duración: 3 meses 83<br />
Dosis crecientes:<br />
F: inicio en 10<br />
mg/d hasta 40<br />
mg/d<br />
N: 25 mg/d hasta<br />
100 mg/d<br />
Duración: 3 meses 113<br />
Dosis:<br />
F: 20 mg/d<br />
Momento de<br />
evaluación<br />
3 meses (fin<br />
del tratamiento)<br />
Meses 0, 3, 6,<br />
9, 12 siendo 0<br />
el inicio del<br />
tratamiento.<br />
Comparación<br />
de evolución en<br />
función del<br />
tiempo<br />
3 meses (fin<br />
del tratamiento)<br />
Tiempo de<br />
inclusión poststroke/requisitos<br />
de selección<br />
*1-6 meses<br />
poststroke /<br />
*incapacidad<br />
para caminar<br />
*hasta 6 meses<br />
poststroke<br />
*hasta 5-10<br />
días poststroke /<br />
* sin depresión<br />
diagnosticada o<br />
puntaje menos a<br />
19 en escala de<br />
MADRs<br />
*FMMS menor a<br />
55<br />
Parámetros<br />
clínicos<br />
considerados<br />
HSS<br />
HSSc<br />
BI<br />
HDRS<br />
Alta/Baja<br />
recuperación<br />
mRS<br />
FIM<br />
FMMS<br />
mRS<br />
NIHSS<br />
MADRS<br />
Resultados principales<br />
Mejoras similares en los<br />
3 grupos del HSS<br />
Mejoras: F: 36% - P:<br />
21% - M: 16%<br />
Diferencias significativas<br />
entre F y M. No entre F o<br />
M y Placebo.<br />
Mejoras: F: 61% - P:<br />
55% - M: 32%<br />
Diferencias significativas<br />
entre F y M. No entre F o<br />
M y Placebo.<br />
Mejoras significativas con<br />
M y F. Las mejoras en los<br />
parámetros previos no se<br />
vieron relacionadas a este<br />
valor.<br />
Los pacientes categorizados<br />
como de “alta recuperación”<br />
eran significativamente<br />
más en los que<br />
tomaban fluoxetina.<br />
Evolución significativa en<br />
función del tiempo en el<br />
grupo unificado F+N de<br />
forma independiente a<br />
grado de depresión inicial.<br />
Tendencia similar a mRS<br />
sin lograr diferencias significativas.<br />
Mejoras significativamente<br />
diferentes con F con respecto<br />
a las obtenidas con P.<br />
Mejoras significativamente<br />
diferentes con F con respecto<br />
a las obtenidas con P.<br />
Mejoras no significativamente<br />
diferentes entre P y F.<br />
Mayores mejoras en los<br />
grupos con fluoxetina. No<br />
obstante modificaciones en<br />
FMMS son estadísticamente<br />
significativas de<br />
forma independiente a este<br />
factor.<br />
EDITORIAL SCIENS // 25
María Agustina Marco<br />
corrigiéndose en función de los valores de MADRS, la progresión<br />
del FMMS en los pacientes con fluoxetina persistía<br />
siendo significativamente diferente.<br />
Los tres trabajos mostrados hasta el momento presentaban<br />
buenos resultados indicando que aquellos antidepresivos<br />
inhibidores de la recaptación de serotonina podrían mejorar<br />
la capacidad funcional en la vida diaria de los pacientes poststroke.<br />
Aun así, este último se destaca por presentar una<br />
población de análisis mucho mayor, que casi duplicaba a los<br />
anteriores trabajos aquí mostrados, y también más variada, al<br />
provenir de diferentes centros de rehabilitación. Cabe<br />
destacar, que la comparación no puede ser estrictamente<br />
realizada, ya que el método de evaluación del primer trabajo<br />
expuesto en esta sección implicaba el seguimiento de los<br />
pacientes hasta dentro del año de haber iniciado el<br />
tratamiento, en contraste con las otras dos publicaciones<br />
donde se evaluaba la evolución luego de los tres meses<br />
correspondientes al tratamiento. Sin embargo, dentro de<br />
esta particularidad, este muestra como la evolución al año se<br />
ve significativamente influida por un tratamiento de tan sólo<br />
tres meses, planteando entonces como interrogante cuál es<br />
el verdadero rol de los antidepresivos en la rehabilitación, si<br />
son necesarios a lo largo de todo el proceso o solo de forma<br />
cercana al stroke. Dentro de esta misma controversia, debe<br />
tenerse en cuenta que el estudio FLAME seleccionó<br />
pacientes que había sufrido el accidente cerebrovascular<br />
dentro de un período de tiempo mucho menor al del resto.<br />
Más allá de las conclusiones o interrogantes a los que nos llevan<br />
estas publicaciones, debemos destacar ciertos puntos a<br />
favor de cierta fortaleza del FLAME como cierre de una<br />
seguidilla de estudios sobre el tema: es un ensayo de sólo dos<br />
piernas, que permite una estricta y justa comparación vs.<br />
placebo, de una población más amplia y multicéntrica, pero<br />
a la vez más homogénea por los criterios de selección determinados<br />
con respecto al NIHSS y el MADRS. La exclusión<br />
inicial de pacientes deprimidos también es útil para poder<br />
discriminar, aún más, los roles psiquiátricos y neurológicos<br />
que poseen los fármacos en cuestión, aunque por supuesto,<br />
esto es cuestionable al evidenciarse que muchos pacientes<br />
desarrollaron depresión en los 3 meses de tratamiento y fue<br />
mayor la proporción de ellos correspondientes al grupo receptor<br />
de placebo.<br />
Por otro lado, debemos destacar el rol central que adquieren<br />
en los resultados aquellas mejoras referidas a la capacidad<br />
de desarrollar actividades de la vida diaria. Ya sea mediante<br />
el IB en el trabajo de 1996 como en el mRS en los presentados<br />
en el 2011, en todos ellos se presentaron mejoras<br />
interesantes bajo el uso de los antidepresivos, aún si no se<br />
los halló siempre estrictamente ligados a mejoras motoras<br />
puras. La Tabla 3 compara las principales características de<br />
estos ensayos.<br />
Mayo 2011: Un estudio retrospectivo con conclusiones opuestas<br />
Hacia mayo del 2011 es publicado un estudio de cohortes<br />
retrospectivo, “Association of Antidepressant Medication<br />
Therapy With Inpatient Rehabilitation Outcomes for Stroke,<br />
Traumatic Brain Injury or Traumatic Spinal Cord Injury” en el<br />
que se tuvieron en cuenta los registros médicos de 867<br />
pacientes mayores de 17 años víctimas de accidentes cerebrovasculares<br />
(625), heridas traumáticas de la médula<br />
espinal (67) o heridas traumáticas cerebrales (1<strong>75</strong>) ingresados<br />
en un centro de rehabilitación de Washington en un<br />
período de dos años. Estos pacientes fueron divididos en 4<br />
grupos: a) pacientes sin antecedentes de consumo de antidepresivos<br />
y sin indicación ni antecedente de depresión, b)<br />
pacientes con diagnóstico de depresión pero sin antecedente<br />
de haber consumido antidepresivos c) pacientes con consumo<br />
de antidepresivos antes y durante la rehabilitación d)<br />
pacientes que iniciaron tratamiento con antidepresivos<br />
durante la rehabilitación.<br />
La evolución de los pacientes fue observada a través de<br />
parámetros como la escala FIM, la duración de la estadía en<br />
el centro de rehabilitación (Length of Stay, LOS), la<br />
desviación del valor de LOS real con respecto a LOS esperada<br />
(teórica, realizada en función de las condiciones del<br />
paciente en el momento de su ingreso al centro) y la ganancia<br />
funcional por día. Es importante considerar que los<br />
pacientes recibieron diferentes antidepresivos (más de 14<br />
distintos), de diferentes categorías (tricíclicos, IRSS y hasta<br />
los considerados de “la nueva generación”). Debe destacarse<br />
que dentro de los pacientes que recibieron medicación antidepresiva,<br />
un porcentaje considerable no poseían un diagnóstico<br />
secundario de trastornos depresivos. La publicación<br />
refiere que este porcentaje oscila entre el 25 y el 46% al<br />
considerar 6 grupos dentro del cálculo: todos los pacientes<br />
pertenecientes a los grupos c) y d) que sufrieron una de las<br />
3 patologías. No fue posible determinar el porcentaje de<br />
pacientes recibiendo antidepresivos en el ensayo sin diagnóstico<br />
de desórdenes depresivos correspondiente al grupo<br />
de sujetos que sufrió un accidente cerebrovascular.<br />
Dentro de los múltiples resultados, destacaremos aquellos<br />
propios del grupo de pacientes víctimas de un ACV. La<br />
duración de la estadía (LOS) en los pacientes que iniciaron<br />
el tratamiento con antidepresivos al ingreso fue significativamente<br />
mayor a la del resto de los grupos, entre 4,8 y 9,2 días<br />
más prolongada. Asimismo, el valor de LOS en los pacientes<br />
que ya consumían antidepresivos antes del ingreso también<br />
fue notoriamente mayor que la de los grupos que nunca consumieron<br />
antidepresivos. Estos resultados fueron analizados<br />
en función del tipo de antidepresivo (categoría), su acción<br />
primaria (sedativa, estimulante o neutra) y la presencia o<br />
ausencia de otras medicaciones y se concluyó que ninguno<br />
de estos factores fue determinante en los resultados. Al compararse<br />
los datos de LOS reales con los esperados (LOS real-<br />
LOS esperada), se observó que fueron significativamente<br />
mayores en los grupos que iniciaron terapia antidepresiva<br />
junto con la rehabilitación, mientras que los que no utilizaron<br />
nunca antidepresivos tenían una diferencia promedio entre<br />
estos dos valores cercana a cero o logrando valores negativos.<br />
Por otro lado, los pacientes con stroke que iniciaron en la<br />
26 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
rehabilitación el consumo de antidepresivos tuvieron una<br />
menor mejoría en la escala FIM con respecto a aquellos que<br />
nunca recibieron este tipo de medicación, siendo la diferencia<br />
entre estos resultados significativa; y siendo también significativas<br />
las diferencias dentro de los dos grupos receptores<br />
de antidepresivos (aquellos que eran tratados pre-stroke y los<br />
que empezaron su tratamiento junto con la rehabilitación).<br />
La independencia en estos resultados con respecto al tipo de<br />
antidepresivo consumido o medicación concomitante también<br />
se confirmó estadísticamente.<br />
El uso de antidepresivos fue así calificado como determinante<br />
en la predicción de LOS en los pacientes con stroke,<br />
viéndose asociada la mayor extensión de la estadía con una<br />
menor progresión en los valores de FIM alcanzados al<br />
finalizarla. Una de las tablas indica que el consumo de antidepresivos<br />
poseía una correlación significativa con el valor de<br />
LOS, así como también el hecho de consumirlos de forma<br />
previa a la internación en el centro o haber iniciado el<br />
tratamiento junto con la rehabilitación. Asimismo, indica que<br />
LOS se ve influida por el diagnóstico de depresión presente<br />
o ausente. A su vez esta tabla muestra que la eficacia de la<br />
rehabilitación posee una alta correlación con LOS y su<br />
desviación con respecto a LOS esperada y con el consumo o<br />
no de antidepresivos.<br />
Este trabajo, con conclusiones que podríamos calificar de<br />
“opuestas” a las observadas en las publicaciones anteriores,<br />
posee como respaldo de la evidencia que presenta a un<br />
importante y llamativamente alto (en comparación a los otros<br />
ensayos) número de pacientes que conformaron la población<br />
de estudio. Por otro lado, su característica de retrospectivo lo<br />
convierte en un estudio realizado sobre datos cuya atención<br />
a la hora de ser obtenidos pudo ser menor que la que se realiza<br />
a la hora de realizar un ensayo clínico de forma prospectiva,<br />
ya que en éstos los valores utilizados forman parte de un<br />
grupo amplio de registros hechos de cada paciente a modo<br />
de historia clínica simplemente. También es cuestionable el<br />
amplio grupo de medicaciones antidepresivas que se ven<br />
involucradas, a pesar de la demostración en este trabajo de<br />
que su variabilidad no influyó en los resultados de forma significativa,<br />
ya que eliminar la posibilidad de correlación entre<br />
ellos y los valores obtenidos es un tanto difícil al tener que<br />
comparar por encima de 14 antidepresivos diferentes. Es<br />
decir, al realizar tantas “correcciones” estadísticas o refutar<br />
correlaciones con tantos factores los resultados empiezan a<br />
perder contundencia. Por otro lado, no existió ningún<br />
parámetro que evaluara el grado de depresión que poseían<br />
los pacientes, así como tampoco fue posible conocer aquel<br />
porcentaje de pacientes que no poseían depresión pero consumieron<br />
antidepresivos en el período en cuestión. De igual<br />
modo, no se indica si existían diferencias significativas en los<br />
valores de FIM al inicio entre los diferentes grupos. Es así<br />
como este trabajo es de gran impacto por su gran población<br />
en estudio pero su amplitud y carácter retrospectivo pueden<br />
debilitar el valor los resultados expuestos.<br />
El posible mecanismo de acción de los antidepresivos<br />
Los efectos de los antidepresivos, específicamente la fluoxetina,<br />
inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, que<br />
como podemos observar, es protagonista de muchas de las<br />
publicaciones aquí descriptas, han sido siempre observados<br />
como el resultado de mecanismos de acción a largo plazo,<br />
que producen no sólo un aumento de la neurotransmisión<br />
serotoninérgica sino también efectos tróficos a través de la<br />
producción de factores de crecimiento, tales como el BDNF.<br />
Se parte, entonces, del conocimiento de estos efectos como<br />
las posibles razones por las cuales la inhibición de la<br />
recaptación de serotonina podrían estimular la mejora motora<br />
en los pacientes poststroke.<br />
En el estudio FLAME se considera también, el posible rol del<br />
sistema serotoninérgico como facilitador de la salida de las<br />
señales motoras. Eso explicaría, en parte, los efectos inmediatos<br />
que algunos trabajos demostraron al utilizar fluoxetina en<br />
una sola dosis y observar consecuentemente un aumento de<br />
la función motora de la mano asociada a una mayor actividad<br />
en la corteza motora; como así también justificaría la continuación<br />
de esta mejoría a largo plazo al ser acompañada de<br />
rehabilitación física. Se considera entonces la existencia de<br />
un efecto facilitador motor de la fluoxetina a largo plazo y<br />
otro a corto plazo.<br />
Asimismo, el BDNF cuya producción inducen los antidepresivos<br />
ha demostrado tener funciones antiapoptóticas, reducir<br />
el tamaño de los infartos y estimular la neurogénesis en animales<br />
intactos. La neuroplasticidad generada por este factor<br />
neurotrófico reforzaría su rol en la recuperación con trabajos<br />
que demostraron neurogénesis en la zona del hipocampo en<br />
ratas poststroke a las que se les dio BDNF. Uno de ellos,<br />
“Intravenous Brain Derived Neurotrophic Factor Enhances<br />
Poststroke Sensorimotor Recovery and Stimulates Neurogenesis”<br />
(19), también logró demostrar la mejora de las funciones<br />
sensoriomotoras en ratas en las que se provocó un accidente<br />
cerebrovascular y se les administró BDNF de forma intravenosa<br />
durante los primeros cinco días posteriores a la<br />
lesión, aunque no observó reclutamiento de células progenitoras<br />
a la corteza sensoriomotora. No debemos olvidar que<br />
este aumento de la neuroplasticidad se vería fundamentalmente<br />
apreciado en la formación de nuevas sinapsis y el<br />
crecimiento axonal y dendrítico.<br />
Por otro lado, se considera que la fluoxetina posee efectos neuroprotectores<br />
debido a una acción antiinflamatoria por inhibición<br />
de la secreción de citoquinas en la zona de la lesión.<br />
Otra hipótesis que se baraja es que los IRSS aumentan la<br />
producción de VEFG sistémico, con interesantes efectos neuroprotectores,<br />
neurogénicos y angiogénicos. Lee y colaboradores<br />
en su trabajo “Serum VEFG levels in acute ischaemic<br />
strokes are correlated with long term prognosis” (20)<br />
demostraron la relación entre los niveles séricos de VEFG y la<br />
evolución motora de los pacientes poststroke. La relación<br />
VEFG-fluoxetina se ve apoyada por trabajos que demostraron<br />
que el antagonismo del primero inhibía los efectos antidepresivos<br />
de la segunda. (21)<br />
EDITORIAL SCIENS // 27
María Agustina Marco<br />
No obstante, hemos observado resultados que se oponen a<br />
estas explicaciones, no sólo en la publicación anteriormente<br />
descrita sino también en trabajos realizados sobre roedores:<br />
no se observaron mejoras en las funciones sensorio motoras<br />
de roedores a los que se inducía un infarto cerebral y posteriormente<br />
se les administraba fluoxetina por 10 días o 4<br />
semanas (22). Teorías tales como una menor influencia del<br />
sistema serotoninérgico sobre la producción de BDNF o un<br />
aumento de la neurotoxicidad excitatoria glutamaérgica que<br />
sufren los tejidos isquémicos son consideradas para explicar<br />
estos resultados opuestos. Es, sin embargo, necesario destacar<br />
que la experimentación con fluoxetina en ratas por 4 semanas<br />
tampoco demostró mejoras significativas en el grupo que sólo<br />
recibió rehabilitación motora, aún cuando en ensayos anteriores<br />
esta última terapia por sí sola generó efectos considerables.<br />
Conclusión<br />
Esperanzas fortalecidas, interrogantes sin resolver<br />
Estas últimas publicaciones aquí analizadas, aún sin ser<br />
completamente categóricas en sus conclusiones, refuerzan<br />
las probabilidades de encontrar en los antidepresivos un<br />
nuevo camino para la terapéutica de los pacientes víctimas<br />
de un accidente cerebrovascular. La posibilidad de que la<br />
reparación de los circuitos cerebrales o hasta la disminución<br />
del daño inmediato pueda verse influida por fármacos cuyo<br />
uso ya se encuentra generalizado, hasta dentro de la<br />
población de pacientes en cuestión, hace más atractivo al<br />
concepto; al tiempo que hace del habitual tratamiento de<br />
este grupo con antidepresivos un paso que podría decidirse<br />
ya no tan azarosamente. Más allá de la obvia necesidad de<br />
confirmar estos resultados positivos con estudios más<br />
amplios, quedan muchos otros interrogantes sin resolver,<br />
como: ¿todos los antidepresivos tienen estos efectos o los que<br />
influyen de forma más específica en las vías serotoninérgicas<br />
son los realmente eficaces?, ¿O es mayormente un efecto<br />
propio de la fluoxetina?, ¿Hay relación entre el tiempo del<br />
tratamiento y la mejoría?, ¿Es esta evolución dependiente del<br />
momento en el que se medica al paciente?, ¿Existe alguna<br />
sustancia involucrada en la cascada de eventos que sea centralmente<br />
la responsable de los efectos observados?<br />
Responder estos interrogantes sería comenzar a detallar los<br />
procesos evaluados, permitiendo tal vez una mayor especialización<br />
de los ensayos realizados, lo cual podría llevar las<br />
investigaciones a resultados más contundentes. Ampliar las<br />
poblaciones de estudio estrechando los criterios de selección<br />
y las drogas a evaluar, como así también encontrar nuevos y<br />
unificados criterios de seguimiento y evaluación permitirán<br />
tal vez, evidencia que nos muestre un camino esperanzador<br />
en la lucha contra las secuelas de los accidentes cerebrovasculares.<br />
La investigación básica y la clínica deben encontrarse<br />
en un punto medio, articulando la información de una<br />
y otra para lograr estudios que partan de bases aún más<br />
firmes y logren establecer nuevas pautas.<br />
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28 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
Dr. Rafael Groisman<br />
Médico especialista en Psiquiatría.<br />
Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).<br />
Magister en Psiconeurofarmacología (Universidad Favaloro).<br />
Presidente del Capítulo Interfase Neurociencia-Psicoterapia de la Asociación de Psiquiatras<br />
Argentinos (APSA).<br />
Presidente del Capítulo Deporte y Salud Mental de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM).<br />
Integrante del Grupo Universitario de Psiconeurofarmacología.<br />
Profesor adjunto de Psicopatología y Psicoanálisis II de las carreras de Psicología y Psicopedagogía,<br />
Universidad del Museo Social Argentino (UMSA).<br />
Profesor adjunto de Neurobiología en el Instituto Superior de APSA, carrera de médico especialista.<br />
Profesor adjunto de Neurobiología en la maestría en Psicopatología en el Instituto Universitario de Salud<br />
Mental de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).<br />
Fecha de recepción: 25 de abril de 2012<br />
Fecha de aceptación: 25 de junio de 2012<br />
Correlatos neurobiológicos de la intervención<br />
psicoterapéutica<br />
Neurobiological Correlates of Psychotherapeutic Intervention<br />
Resumen<br />
Los avances en neurociencia permiten profundizar la comprensión de los correlatos neurobiológicos de las<br />
diferentes intervenciones psicoterapéuticas. Con el objetivo de presentar un panorama abarcativo de esta temática,<br />
se presentan estudios que dan cuenta de los efectos neurales de las psicoterapias, y que se enfocan en las<br />
diferentes áreas cerebrales involucradas y los posibles mecanismos subyacentes en los diferentes niveles,<br />
incluyendo tanto los moleculares como los que están relacionados con modificaciones en los circuitos. El artículo<br />
contiene también, una referencia a los procesos de memoria que podrían estar vinculados con los efectos de<br />
las psicoterapias. Se realiza una breve referencia a la comunicación empática, y a la neurobiología del apego,<br />
procesos posiblemente involucrados también en el trabajo psicoterapéutico, incluyendo una mención al rol de la<br />
oxitocina. Dada la importancia que en los últimos años ha adquirido el concepto de epigénesis y la posibilidad<br />
de que la eficacia de las psicoterapias pueda ser incrementada a través de la aplicación de fármacos moduladores<br />
de eventos epigenéticos, se incluye también una referencia a estos hallazgos.<br />
Palabras clave<br />
Psicoterapias – Imagenología funcional – Memorias – Empatía – Apego.<br />
Abstract<br />
Advances in neuroscience allow to deepen the understanding of the different psychotherapeutic interventions and<br />
its neurobiological correlations. With the aim of presenting a comprehensive overview of this topic, studies that<br />
focus on the neural effects of psychotherapies, the different brain areas involved on it and the possible underlying<br />
mechanisms at different levels, including both the molecular as those that are linked to changes in the circuits,<br />
are presented. The article also includes a reference to the processes of memory that could be linked with<br />
the effects of psychotherapies. It´s also made a brief reference to empathic communication and the neurobiology<br />
of attachment, processes possibly also involved in psychotherapeutic work, including a mention of the role of<br />
oxytocin. Given the importance that has acquired the concept of epigenesis and the possibility that the effectiveness<br />
of psychotherapies could be increased through the application of modulating drugs of epigenetic events<br />
in recent years, a reference to these findings was also included.<br />
Keywords<br />
Psychotherapies – Functional Imaging – Memories – Empathy – Attachment.<br />
Groisman Rafael. “Correlatos neurobiológicos de la intervención psicoterapéutica”. <strong>Psicofarmacología</strong> 2012;<strong>75</strong>:33-43.<br />
Puede consultar otros artículos publicados por los autores en la revista <strong>Psicofarmacología</strong><br />
en www.sciens.com.ar<br />
EDITORIAL SCIENS // 33
Dr. Rafael Groisman<br />
Introducción<br />
En los últimos años se puede observar una importante tendencia<br />
hacia la integración de conocimientos, tanto en el<br />
campo asistencial como en el de la investigación. Este artículo<br />
intenta ser un aporte para quienes, en la labor clínica<br />
cotidiana, llevan adelante tratamientos psicoterápicos y se<br />
preguntan cuáles son los dinamismos subyacentes en estos<br />
procedimientos -tanto psicológicos como neurobiológicos-, y<br />
cómo podrían mejorarse sus resultados. El avance de la neurociencia<br />
permite hoy, además, evaluar evidencias y corroborar,<br />
en muchas ocasiones, postulados que diferentes escuelas<br />
de psicoterapia habían planteado anteriormente. Poco<br />
menos de cien años atrás anticipaba Freud (1920) (1) que<br />
“las deficiencias de nuestra descripción, probablemente, se<br />
desvanecerían si ya estuviéramos en posición de reemplazar<br />
los términos psicológicos por otros, fisiológicos o químicos.”<br />
Más cercanamente a nuestros días (1979), Kandel (2)<br />
sostiene la hipótesis de que, en el encuentro psicoterapéutico,<br />
la acción de la “maquinaria neuronal” de su cerebro produce<br />
un efecto directo, y posiblemente también duradero, en<br />
la “maquinaria neuronal” del cerebro del paciente, y viceversa.<br />
Entre nosotros, Zieher (2001) (3), a partir de investigaciones<br />
sobre conducta y memoria, destaca la importancia de<br />
reconocer el “sustrato biológico a los resultados de la psicoterapia,<br />
en contra de la suposición, no por difundida<br />
menos equivocada, de que sólo los tratamientos farmacológicos<br />
son `biológicos´…”<br />
Para reflexionar respecto de los correlatos neurobiológicos de<br />
los procedimientos psicoterapéuticos, planteado a la manera<br />
de un marco abarcativo, considero conveniente revisar<br />
algunos estudios que dan cuenta de los efectos neurales de<br />
las psicoterapias, y que se enfocan en las diferentes áreas<br />
cerebrales involucradas y los posibles mecanismos subyacentes<br />
en los diferentes niveles, incluyendo tanto los moleculares<br />
como los que están relacionados con modificaciones en<br />
los circuitos. Haré también una referencia a los procesos de<br />
memoria que podrían estar vinculados con los efectos de las<br />
psicoterapias. Completando una visión panorámica de este<br />
tema, me referiré brevemente a la comunicación empática, y<br />
a la neurobiología del apego, procesos también posiblemente<br />
involucrados en el trabajo psicoterapéutico, incluyendo una<br />
breve mención al rol de la oxitocina. La importancia que en<br />
los últimos años ha adquirido el concepto de epigénesis y la<br />
posibilidad de que la eficacia de las psicoterapias pueda ser<br />
incrementada a través de la aplicación de fármacos moduladores<br />
de eventos epigenéticos, me lleva a incluir también<br />
una referencia a estos hallazgos.<br />
La presentación de estos temas en apartados diferentes es<br />
hasta cierto punto artificial, dado que en realidad los mecanismos<br />
y niveles se superponen, por lo que realizar la exposición<br />
de esta manera sólo responde a la intención de conseguir<br />
mayor claridad y organización en la presentación de la información.<br />
Desde los inicios de la psicoterapia al registro imagenológico<br />
de sus efectos<br />
Los primeros antecedentes de las actuales psicoterapias<br />
podrían rastrearse en la combinación de perspectivas religiosas,<br />
mágicas y/o médicas que configuraban las tempranas<br />
prácticas de las antiguas culturas. Diversas fuentes bibliográficas<br />
(entre ellas Hagerty, 2012) (4) señalan a WC Dendy<br />
(1794–1871) como el primero en referirse a la psychotherapeia<br />
y definirla como ¨la influencia de la mente de un curador<br />
atento, útil y servicial sobre la mente del sufriente¨. Será con<br />
el inicio de la psicología científica moderna, con Wilhelm<br />
Wundt en 1879, que comenzarán a desarrollarse métodos<br />
sistemáticos para evaluar y tratar el padecimiento mental. Si<br />
bien se considera que actualmente existen aproximadamente<br />
400 escuelas de psicoterapia, con técnicas, metodologías y<br />
objetivos frecuentemente diversos, en este artículo se hará<br />
mención sólo a unas pocas de ellas, que por otra parte, son<br />
las más frecuentemente empleadas. Karlsson y col. (2012)<br />
(5) señalan que los resultados de la psicoterapia y los mecanismos<br />
de cambio que están relacionados con sus efectos han<br />
sido tradicionalmente investigados en los niveles psicológicos<br />
y sociales, a través de mediciones de cambio sintomático,<br />
habilidades psicológicas, personalidad o funcionamiento<br />
social. Por otra parte, muchos psiquiatras han sostenido,<br />
desafortunadamente, la dicotomía que define la psicoterapia<br />
como un tratamiento para desórdenes ¨de base psicológica¨,<br />
mientras que la medicación lo sería para trastornos ¨de base<br />
biológica¨. Durante las últimas décadas, sin embargo, ha<br />
devenido claro que todos los procesos mentales están<br />
estrechamente correlacionados con mecanismos del cerebro.<br />
Destacando ¨el ida y vuelta¨ entre el nivel psicológico y el<br />
nivel del funcionamiento cerebral, Karlsson y col. señalan<br />
que existe además, clara evidencia de que nuestras experiencias<br />
subjetivas afectan al cerebro.<br />
Ha sido difícil estudiar los cambios plásticos en el cerebro en<br />
humanos, y ha sido más exitoso en estudios en animales.<br />
Cambios en el cerebro en relación con la experiencia han sido<br />
detectados a niveles celulares y moleculares usando diferentes<br />
abordajes experimentales.<br />
El advenimiento de la imagenología funcional, incluyendo la<br />
tomografía de emisión de fotón único (SPECT), la tomografía<br />
por emisión de positrones (PET), y la resonancia magnética<br />
funcional (MRI), ha hecho posible estudiar cambios en los<br />
sistemas cerebrales (midiendo cambios en el flujo sanguíneo<br />
o el metabolismo) y, también además, en el nivel molecular<br />
usando SPECT y PET en el cerebro humano en vivo.<br />
Los mencionados autores, (que a su vez amplían lo ya trabajado<br />
por Etkin, Kandel y col en 2005) (6), señalan que hasta<br />
la fecha de publicación de su trabajo, se han realizado cerca<br />
de 20 estudios que dan cuenta de cambios cerebrales luego<br />
de psicoterapia para depresión, trastornos de ansiedad y personalidad<br />
borderline. El primer estudio fue publicado cerca<br />
de 20 años atrás, en 1992, y en él, los investigadores (Baxter<br />
y col.) (7) compararon la terapia conductual con el tratamiento<br />
con fluoxetina en pacientes con trastorno obsesivo com-<br />
34 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
pulsivo (TOC). Ambos tratamientos mostraron cambios similares<br />
en el cerebro, especialmente en el núcleo caudado.<br />
Diez años más tarde, Furmark y col. (8), estudiando<br />
pacientes con fobia social, compararon los efectos de la<br />
terapia cognitivo conductual (TCC) con los del citalopram,<br />
obteniendo las imágenes presentadas en la Figura 1.<br />
Los estudios enumerados en la Tabla 1 se refieren a diferentes<br />
patologías, tratadas con diversas técnicas psicoterapéuticas y<br />
estudiadas con variadas técnicas de imagenología. Sin<br />
embargo, más allá de las diferencias, todos estos estudios<br />
comparten el común denominador de mostrar cambios en el<br />
funcionamiento cerebral luego de realizarse una psicoterapia.<br />
Tomados en conjunto, los estudios que investigan este nivel<br />
sugieren que todas las psicoterapias empleadas (terapia cognitivo-conductual<br />
(TCC), la terapia dialéctica conductual<br />
(TDC), la psicoterapia psicodinámica (TPD), incluyendo la de<br />
corto plazo (TPD cp), y la psicoterapia interpersonal (TIP)<br />
alteran el funcionamiento cerebral en pacientes que padecen<br />
Figura 1<br />
Terapia cognitivo-comportamental (TCC) Citalopram<br />
Efectos de la TCC o el citalopram sobre la actividad cerebral en pacientes con fobia social durante una tarea generadora de ansiedad (hablar<br />
en público). Tanto la TCC (izquierda) como el tratamiento con citalopram (derecha) se asociaron con una disminución de la activación de la<br />
amígdala durante la performance postratamiento, comparado con el registro pretratamiento.<br />
Tomado de Furmark y col. 2002.<br />
Figura 2<br />
Áreas de activación y desactivación cortical en estudios de imagenología pre y post tratamiento psicoterapéutico para los trastornos del estado<br />
de ánimo y ansiedad. Efectos sobre el funcionamiento cerebral. Los círculos ilustran una ubicación general. La parte más medial de la<br />
ínsula está indicada por líneas punteadas. No se ilustra la información correspondiente a la corteza occipital y a las regiones no corticales<br />
(tálamo y ganglios basales). Los números se corresponden con algunos de los trabajos incluídos en la Tabla 1: 1 = Brody et al. (2001) (10),<br />
2 = Martin et al. (2001) (11), 3 = Goldapple et al. (2004) (12), 4 = Praško et al. (2004) (13), 5 = Furmark et al. (2002) (8), 6 = Paquette<br />
et al. (2003) (14) 7 = Straube et al. (2006) (15), 8 = Felmingham et al. (2007) (16). L = izquierda, R = derecha, ACC = corteza cingulada<br />
anterior, DLPFC = corteza prefrontal dorsolateral, VLPFC = corteza prefrontal ventrolateral, Inf/Mid/Sup = inferior/media /superior, mFC =<br />
corteza medial frontal, mPFC = corteza prefrontal medial, PCC = corteza cingulada posterior.<br />
Tomado de Frewen y col. (2008)<br />
EDITORIAL SCIENS // 35
Dr. Rafael Groisman<br />
los siguientes trastornos: trastorno depresivo mayor (MDD),<br />
trastorno obsesivo compulsivo (TOC), trastorno de pánico<br />
(TP), trastorno de ansiedad social, fobias específicas,<br />
trastorno por estrés postraumático, y trastorno límite de la<br />
personalidad (BPD).<br />
A manera de resumen, la Figura 2, tomada del trabajo de<br />
Tabla 1<br />
Estudios de cambio cerebral luego de psicoterapias en trastornos<br />
depresivos, de ansiedad y TBP<br />
Estudio Diagnóstico Imagenología Tratamiento<br />
Baxter TOC FDG-PET TC vs. fluoxetina<br />
Schwartz TOC FDG-PET TCC<br />
Martin 2 TDM HMPAO-SPECT TIP vs. venlafaxina<br />
Brody 1 TDM FDG-PET TIP vs. paroxetina<br />
Furmark 5 Fobia social O-PET TCC vs. citalopram<br />
Nakatani TOC Xe-CT TC<br />
Paquette 6 Fobia específica fMRI TCC<br />
Goldapple 3 TDM FDG-PET TCC<br />
Prasko 4 T. Pánico FDG-PET TCC vs. antidepresivos<br />
Nakao TOC fMRI TCC vs. fluvoxamina<br />
Sakai T. Pánico FDG-PET TCC<br />
Straube 7 Fobia arañas fMRI TDC<br />
Schnell TBP fMRI TDC<br />
Lai TBP SPECT TPD<br />
Felmingham 8 TEP fMRI TCC<br />
Lehto TDM SPECT TPD vs. lista de espera<br />
Beutel T. Pánico fMRI TPD<br />
Apostolova TOC FDG-PET TCC vs. paroxetina<br />
Karlsson TDM WAY-PET TPD cp vs. fluoxetina<br />
Los números ubicados junto al nombre de algunos de los autores, se corresponden<br />
con la numeración otorgada en la Figura 2.<br />
Modificado de Karlsson y col. 2012<br />
Figura 3<br />
Frewen y col. (2008) (9), nos ofrece referencias de los<br />
hallazgos encontrados en ocho de las 19 investigaciones<br />
presentadas en la Tabla 1. Los números que aparecen en la<br />
Figura 2 guardan correspondencia con algunos de los trabajos<br />
citados en la Tabla 1.<br />
Psicoterapias y tratamiento psicofarmacológico: similitudes y<br />
diferencias en su accionar<br />
De acuerdo con lo dicho anteriormente, los estudios citados<br />
comprueban cambios en el funcionamiento cerebral vinculados<br />
a la acción de la psicoterapia, y la mayoría de ellos han<br />
reportado que los cambios cerebrales correlativos al<br />
tratamiento psicoterapéutico son similares a aquellos que<br />
acompañan al tratamiento psicofarmacológico. Sin embargo,<br />
y tal como destacan Karlsson y col., algunos estudios<br />
recientes han mostrado también diferencias claras entre<br />
estas modalidades de tratamiento. Por ejemplo, Goldapple y<br />
col. (2004) (12) encontraron que la respuesta al tratamiento<br />
con terapia cognitivo comportamental en pacientes con MDD<br />
se asoció con incrementos en el metabolismo en el hipocampo<br />
y la corteza cingulada dorsal y una disminución en las<br />
cortezas dorsal, ventral y frontal medial. Este patrón fue<br />
claramente diferente del producido por paroxetina, que<br />
incluyó incrementos en el metabolismo en las áreas prefrontales<br />
y disminución en el hipocampo y la corteza cingulada<br />
subgenual. La Figura 3 ilustra los hallazgos de<br />
Goldapple y col.<br />
Entre nosotros, Alvano, Moncaut y Zieher (17), realizan un<br />
estudio en el que revisan la bibliografía a la fecha (2009), y<br />
proponen que la terapia cognitivo conductual (TCC), operaría<br />
aumentando la función de la corteza prefrontal (CPF), mientras<br />
que los antidepresivos actúan más directamente sobre el<br />
hipocampo y la amígdala. En cambio, señalan los autores, las<br />
benzodiazepinas tienen un importante efecto amigdalino.<br />
Cambios en el metabolismo regional de la glucosa (estudiados por PET utilizando fluorina 18 desoxiglucosa marcada) en pacientes con buena<br />
respuesta, luego de Cognitive Behavioural Therapy (Terapia cognitivo conductual, TCC), (arriba) y paroxetina (abajo). Los incrementos del<br />
metabolismo se muestran en naranja y las disminuciones en azul. Se observan disminuciones frontales y parietales e incrementos en el<br />
hipocampo con la TCC. Con paroxetina se observa el cambio inverso. Con ambos tratamientos se observa una disminución en la corteza prefrontal<br />
ventro lateral (CPF VL). Además, con la TCC se observa un incremento en la corteza cingulada anterior (CCA) y disminución en la<br />
corteza frontal medial, órbito frontal y corteza cingulada posterior (CCP), mientras que con paroxetina se observa un incremento en el tronco<br />
encefálico y el cerebelo, y una disminución en la corteza cingulada subgenual ventral, ínsula anterior y tálamo.<br />
36 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
De los cambios en determinadas áreas cerebrales a los<br />
mecanismos de las psicoterapias<br />
Más allá de limitarse a reportar los hallazgos respecto de<br />
cambios cerebrales como resultado de una psicoterapia,<br />
algunos de estos estudios han hecho posible construir modelos<br />
que expliquen los mecanismos subyacentes a los cambios<br />
que resultan de las diferentes psicoterapias. Estos modelos<br />
pueden luego ser comparados con las teorías psicológicas de<br />
esas psicoterapias.<br />
Muchas psicoterapias intentan incrementar tanto las capacidades<br />
de los pacientes para resolver problemas, como la<br />
representación de sí mismo y la regulación de los estados<br />
afectivos. Las áreas cerebrales que juegan un rol en estas<br />
funciones incluyen la corteza prefrontal dorsolateral, la<br />
corteza cingulada ventral anterior, la corteza cingulada anterior<br />
dorsal, las subregiones ventral y dorsal de la corteza prefrontal<br />
medial, la corteza cingulada posterior, el precúneo, la<br />
corteza de la ínsula, la amígdala y la corteza prefrontal ventrolateral.<br />
Por ejemplo, el mecanismo subyacente a la efectividad de la<br />
terapia cognitiva para pacientes que padecen trastorno<br />
depresivo mayor (MDD) podría ser a través de incrementar la<br />
función prefrontal, que está involucrada en el control cognitivo,<br />
mientras que los medicamentos antidepresivos operan<br />
más directamente sobre la amígdala que está involucrada en<br />
la generación de emociones negativas (Karlsson y col. 2012)<br />
y el hipocampo (Alvano, Zieher y Moncaut 2009), que juega<br />
un rol central en la formación de nuevas memorias.<br />
Dado que una de las hipótesis centrales en relación con el<br />
efecto de la TCC sobre el funcionamiento cerebral está vinculada<br />
a una regulación más efectiva (top-down) de las<br />
estructuras límbicas hiperexcitables por los sistemas de control<br />
prefrontales, se podría pensar que la psicoterapia psicodinámica<br />
podría también funcionar, por lo menos en parte,<br />
a través de estos mecanismos. Los hallazgos del estudio de<br />
Beutel y col. (2010) (18), que aplica psicoterapia psicodinámica<br />
de corto plazo, es coherente con esta hipótesis<br />
y demuestra tanto una desactivación frontal como una<br />
hiperactivación amigdalina e hipocampal en pacientes sintomáticos<br />
con trastorno de pánico.<br />
Luego de la reducción de los síntomas de pánico, a continuación<br />
del tratamiento, se normalizaron tanto la desactivación<br />
frontal como la hiperactividad amigdalino - hipocampal.<br />
La hiperactivación afectiva es un evento central del trastorno<br />
límite de la personalidad y, por lo tanto, el blanco central de<br />
la TDC. Esto significaría que la TDC debería llevar a un<br />
decrecimiento de la actividad en relación con estímulos emocionales<br />
en las áreas cerebrales que sirven a esas funciones.<br />
Esto, efectivamente, se encontró en el estudio de Schnell y<br />
Herpetz (2007) (19), cuyos hallazgos sugieren que luego de<br />
la TDC, hay una disminución de la respuesta hemodinámica<br />
a los estímulos negativos en el cíngulo anterior derecho, las<br />
cortezas temporal y cingular posterior, y la ínsula izquierda.<br />
Psicoterapias y procesos mnésicos<br />
La formación de memorias participa tanto de la fisiopatología<br />
del trastorno como del proceso terapéutico, motivo por el<br />
cual considero relevante incluir este apartado en este trabajo<br />
En la citada revisión, Alvano, Zieher, y Moncaut refieren<br />
que la TCC actuaría facilitando los mecanismos de extinción.<br />
Por otra parte, los autores señalan que las áreas y los<br />
mecanismos de aprendizaje y memoria involucrados no tendrían<br />
la misma preponderancia en los diferentes tipos de psicoterapias.<br />
En este sentido, no sería posible determinar<br />
una división estricta, ya que los distintos procedimientos<br />
terapéuticos modularían, por lo menos en parte, diferentes<br />
áreas y procesos.<br />
Alvano, Zieher y Moncaut se preguntan también si sería posible<br />
establecer una relación con la duración del efecto de<br />
cada recurso terapéutico (ya sea éste farmacológico o psicoterapéutico)<br />
y afirman que parecería que la modulación<br />
plástica sobre los mecanismos más complejos de aprendizaje<br />
y memoria se asocian con una duración más sostenida del<br />
efecto, al contrario de lo que ocurre cuando el mecanismo<br />
involucrado es un simple cambio fisiológico.<br />
Ahora bien, ¿en los diferentes tipos de terapias, serían los<br />
mismos los circuitos y mecanismos involucrados? Los<br />
autores, de acuerdo a la revisión bibliográfica realizada, consideran<br />
que si bien existiría cierto grado de superposición, los<br />
circuitos y mecanismos modulados no tendrían la misma preponderancia<br />
en los diferentes tipos de terapias.<br />
En relación con el tipo de memoria involucrada, Zieher,<br />
Alvano y Moncaut señalan que la TCC es menos dependiente<br />
de la toma de conciencia, e involucra principalmente el<br />
aprendizaje implícito, los mecanismos de extinción y los sistemas<br />
neurales implicados en estos procesos. Por su parte,<br />
de acuerdo a estos autores, en la terapia psicoanalítica,<br />
desempeñarían un papel central la memoria de trabajo, la<br />
memoria declarativa (especialmente la episódica), los procesos<br />
de reconsolidación, y las áreas y los circuitos relacionados,<br />
aunque en este tipo de psicoterapia también se modificaría,<br />
aunque más lentamente, el aprendizaje implícito.<br />
Dado que los conceptos de consolidación, reconsolidación y<br />
extinción de la memoria están en continua revisión, sugiero<br />
detenernos un momento en estos conceptos. Pérez-Cuesta<br />
(2010) (20) refiere que la reconsolidación y la extinción de<br />
la memoria son dos procesos mnésicos funcionalmente relacionados,<br />
ya que ambos están involucrados en el procesamiento<br />
y almacenamiento de nueva información relacionada<br />
con un aprendizaje anterior. Sin embargo, señala el autor,<br />
ambos procesos están basados en mecanismos muy distintos.<br />
Mientras que la reconsolidación involucra una desestabilización<br />
y reestabilización de la traza del aprendizaje original,<br />
la extinción genera una nueva traza que compite con la anterior.<br />
Pérez-Cuesta hace referencia a trabajos previos que<br />
revelaron por primera vez una relación mecanística entre<br />
reconsolidación y extinción, mostrando que la presentación<br />
de un estímulo condicionado (CS) puede inducir uno u otro<br />
proceso dependiendo de su duración. En su investigación de<br />
EDITORIAL SCIENS // 37
Dr. Rafael Groisman<br />
2010, el autor argentino aporta nuevos elementos para comprender<br />
la cinética con la que la reconsolidación y la extinción<br />
ocurren, y plantea además un hipotético mecanismo que<br />
los vincula, que tiene lugar tras el fin del CS.<br />
Las terapias que demandan del entendimiento consciente<br />
para alcanzar el efecto terapéutico, continúan Alvano, Zieher<br />
y Moncaut , requieren de modo preponderante la función de<br />
la working memory (WM) y, por ende, del área más desarrollada<br />
filogenéticamente: la corteza prefrontal lateral (CPFL). Si<br />
bien esta es la principal zona involucrada con la WM, también<br />
en este tipo de memoria, si bien en menor proporción,<br />
intervendrían la corteza prefrontal medial (CPFm) y la corteza<br />
prefrotal ventral (CPFV).<br />
Si bien la CPFL, filogenéticamente más nueva, puede modular<br />
la corteza prefrontal órbitofrontal (CPFOF), filogenéticamente<br />
más vieja, y esta inhibir a la amígdala, la ausencia de<br />
conexión directa de la CPFL con la amígdala -señalan los<br />
autores-, podría estar relacionado con el hecho de que la<br />
terapia psicoanalítica requiera un plazo más largo para<br />
alcanzar el efecto terapéutico, sobre todo en los trastornos de<br />
ansiedad donde la extinción del temor aprendido desempeña<br />
un papel central.<br />
Gorman y Roose (2011) (21) sostienen que los avances en<br />
neurociencia experimental, como así también en la teoría psicoanalítica,<br />
han hecho posible considerar mecanismos por<br />
los cuales las psicoterapias psicodinámicas podrían operar en<br />
el nivel celular y molecular.<br />
En el citado trabajo, los autores proponen analogías entre 1)<br />
los mecanismos y resultados del bloqueo de la reconsolidación<br />
de memorias de miedo condicionado y 2) algunos<br />
aspectos clave del proceso psicoanalítico.<br />
Los autores consideran que una revisión de la biología del<br />
miedo condicionado, que incluya las diferencias entre la<br />
extinción y la inhibición de la reconsolidación, tendría relevancia,<br />
aportando a la comprensión de la efectividad de la<br />
terapia psicoanalítica.<br />
Quizás el concepto más importante que presentan Gorman y<br />
Roose, según ellos afirman, está basado en la observación de<br />
que a diferencia de lo que ocurre con la extinción de una<br />
memoria de miedo, el bloqueo de la reconsolidación de una<br />
memoria de miedo nuevamente reactivada (y que en ese<br />
momento es lábil) puede ser eliminada de manera permanente<br />
de la memoria. De este modo, en los roedores, al reactivar<br />
una memoria de miedo latente y manipularla, resulta en<br />
una disrupción, siendo inclusive posible producir una completa<br />
eliminación de esa traza de memoria. Citando a Nader<br />
y col. (2000) (22), los autores sostienen que subsiguientes<br />
presentaciones del estímulo condicionado CS, independientemente<br />
del contexto, no tendrá ya el poder de producir<br />
freezing. De esta forma, proponen Gorman y Roose, la neurociencia<br />
molecular estaría sugiriendo los mecanismos que<br />
diferencian los efectos benéficos de la terapia cognitivo<br />
comportamental de aquellos de la terapia psicoanalítica.<br />
Hacia una comprensión de los mecanismos moleculares<br />
involucrados en las psicoterapias<br />
Todos estos estudios, sin embargo, han investigado los cambios<br />
cerebrales en el conjunto de los sistemas del cerebro.<br />
Para entender los mecanismos más básicos relacionados con<br />
la psicoterapia, deberían también estudiarse posibles cambios<br />
moleculares y celulares.<br />
Hasta ahora, y de acuerdo a Karlsson y col., sólo dos estudios<br />
finlandeses han medido cambios a nivel molecular luego de<br />
la psicoterapia, y de esta manera, testearon directamente la<br />
hipótesis planteada por Kandel, quien propuso que la psicoterapia<br />
podría inducir cambios en la expresión de genes a<br />
través del aprendizaje, por causar una alteración de la fuerza<br />
de las conexiones sinápticas entre las células nerviosas e<br />
induciendo cambios morfológicos en las neuronas. Resulta<br />
interesante que en ambos estudios, la psicoterapia usada fue<br />
psicodinámica. En el primero de ellos, llevado adelante por<br />
Lehto y col. (2008) (23), 19 pacientes depresivos ambulatorios<br />
(8 de ellos con depresión atípica) recibieron psicoterapia<br />
psicodinámica durante 12 meses. Se registraron las densidades<br />
del transportador de serotonina en el cerebro medio y<br />
de dopamina en el estriado usando imagenología cerebral<br />
con SPECT con el radioligando [123I]nor-b-CIT antes y<br />
después de la psicoterapia.<br />
Los investigadores mostraron que la densidad del transportador<br />
de serotonina en el cerebro medio se incrementó significativamente<br />
durante la psicoterapia en pacientes con<br />
depresión atípica, pero no en pacientes con depresión sin<br />
síntomas atípicos. No se registraron cambios en los niveles<br />
del transportador de dopamina. Se cuestiona, en la<br />
metodología de este estudio, la carencia de un grupo control.<br />
En el otro estudio finlandés, del propio Karlsson, junto a<br />
Hirvonen y col. (2010) (24), pacientes con MDD fueron<br />
aleatorizados y recibieron psicoterapia psicodinámica de<br />
corto plazo o fluoxetina. Antes de ser tratados y luego de 4<br />
meses de tratamiento, se les realizó un estudio de PET utilizando<br />
[carbonyl-11C] WAY-100635 (que mide la densidad<br />
de los receptores de serotonina tipo 1A [R5HT1A] y el ligando<br />
[11C] raclopride (que mide la densidad de los receptores<br />
dopaminérgicos tipo 2/3. En los dos trabajos publicados, los<br />
investigadores reportan que el resultado clínico en los dos<br />
grupos de tratamiento fue similar en términos de las escalas<br />
de síntomas standard (la remisión sintomática fue alcanzada<br />
en el 59% de los pacientes y el 77% de los pacientes<br />
reunieron criterios para respuesta).<br />
Sin embargo, un análisis del cambio en la densidad del<br />
receptor 5 HT1A en los grupos de tratamiento reveló un<br />
incremento significativo en el grupo en psicoterapia, comparado<br />
con el grupo que recibió medicación, en el que no se<br />
detectaron cambios.<br />
La fluoxetina incrementó la unión del [11C] raclopride en el<br />
tálamo lateral, mientras que no se observó cambio en el<br />
grupo que recibió psicoterapia.<br />
Numerosos estudios previos han encontrado cambios en la<br />
unión del receptor 5 HT 1 A en el MDD que no se revierte por<br />
38 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
el tratamiento con ISRS. Esto podría significar que el proceso<br />
de recuperación en el MDD después de la psicoterapia es<br />
diferente de la recuperación luego de la medicación.<br />
Actualmente, las implicancias clínicas de estos hallazgos son<br />
desconocidos, pero podrían estar relacionados con los estudios<br />
que muestran diferencias en la tasa de recaída en el<br />
MDD en los pacientes tratados con psicoterapia de aquellos<br />
tratados con antidepresivos.<br />
También dentro del grupo de estudios que relacionan procedimientos<br />
psicoterápicos y eventos moleculares, Cervenka,<br />
Hedman y col. (2012) (25) investigan los cambios en la<br />
unión al receptor dopaminérgico D2 (RD2) y la disminución<br />
sintomática luego de la psicoterapia para el trastorno de<br />
ansiedad social. Se ha sugerido que el sistema dopaminérgico<br />
jugaría un rol en el trastorno de ansiedad social (SAD),<br />
basándose parcialmente en estudios de imágenes que muestran<br />
niveles reducidos de marcadores dopaminérgicos<br />
estriatales en pacientes con esta afección, en comparación<br />
con sujetos control. Sin embargo, señalan los autores, el sistema<br />
dopaminérgico no había sido examinado aún en las<br />
regiones frontales y límbicas que se propone juegan un rol<br />
central en la fisiopatología del SAD. En este estudio, los<br />
autores proponen que los niveles del R D2 extraestriatal<br />
medidos con tomografía de emisión de positrones (PET)<br />
podrían predecir la reducción de la sintomatología luego de<br />
un tratamiento con terapia cognitivo conductual (TCC).<br />
Nueve pacientes con SAD fueron examinados usando PET de<br />
alta resolución y el radioligando de alta afinidad [11C] FLB<br />
457, que es antagonista del R D2. El procedimiento se<br />
realizó antes y después de 15 semanas de TCC. Los niveles<br />
sintomáticos fueron evaluados usando la subescala de<br />
ansiedad de la escala Liebowitz de ansiedad social<br />
(LSASanx). Luego del tratamiento, hubo una reducción<br />
estadísticamente significativa de los síntomas de ansiedad<br />
social (P
Dr. Rafael Groisman<br />
Cuadro 1<br />
Oxitocina: regulación de su liberación y respuestas conductuales y fisiológicas<br />
Estímulos auditivos<br />
(vocalización del infante<br />
humano)<br />
Estímulos visuales<br />
(contacto visual)<br />
Señalización social<br />
que estimula la liberación<br />
de OX<br />
Estímulo olfatorio<br />
Estímulos físicos<br />
Función olfatoria<br />
Oxitocina<br />
Regulación de respuestas<br />
fisiológicas y conductuales<br />
por oxitocina<br />
Respuestas conductuales<br />
(conducta maternante,<br />
cognición social, alivio de<br />
la ansiedad, contacto<br />
visual, confianza)<br />
Respuestas fisiológicas<br />
producción de leche<br />
alivio del dolor<br />
disminución del estrés<br />
Modificado de Nagasawa y col. 2012<br />
de memorias aversivas. Por el contrario, el tratamiento con<br />
oxitocina antes del entrenamiento de extinción del miedo,<br />
puede demorar la extinción del miedo, por lo que se debería<br />
ser cauto, aconsejan los autores, al indicar oxitocina para el<br />
tratamiento del PTSD.<br />
El rol de la empatía<br />
Se considera que la empatía, es decir, la capacidad para<br />
¨ponerse en el lugar del otro¨, juega un importante rol en la<br />
comunicación humana, y dado que las psicoterapias representan<br />
un caso especial de ésta, no podemos excluir una<br />
referencia a sus mecanismos en este artículo.<br />
Como explican Decety y col. (2012) (29), en los mamíferos,<br />
la empatía es central para la vida en grupos sociales y para<br />
el cuidado de los otros. Los autores proponen que la empatía<br />
involucra una variedad de procesos neurobiológicos y subsistemas<br />
de procesamiento de información parcialmente disociables,<br />
cada uno de ellos con una singular historia evolutiva.<br />
Aún las formas más avanzadas y flexibles formas de<br />
empatía en humanos se construyen sobre formas más básicas<br />
y permanecen conectadas a los mecanismos subcorticales<br />
y neurohormonales asociados con la comunicación<br />
afectiva, el cuidado parental y los procesos de apego social.<br />
Considerar la empatía dentro de un marco que reconoce tanto<br />
la continuidad como los cambios dentro de una perspectiva<br />
filogenética provee, según los autores, una comprensión más<br />
rica de la empatía y los procesos neurobiológicos relacionados.<br />
Por su parte, Zaki, Weber y col. (30), investigando las bases<br />
neurales de la precisión empática, señalan que las teorías<br />
respecto de la empatía sostienen que una exacta comprensión<br />
de las emociones de otra persona debería depender de<br />
la acción de las regiones cerebrales vinculadas a los afectos,<br />
actos motores, y actividad cognitiva de alto nivel. Los autores<br />
proponen que los juicios empáticamente precisos, en comparación<br />
con los imprecisos, dependen del funcionamiento<br />
de 1) estructuras del sistema de neuronas espejo, involucradas<br />
en representaciones sensoriomotoras compartidas, y<br />
2) regiones implicadas en la atribución de estados mentales,<br />
correspondientes al surco temporal superior y la corteza prefrontal<br />
medial.<br />
Los autores se preguntan cómo se producen los fenómenos<br />
de la empatía. Sostienen que cierta arquitectura funcional<br />
podría resultar esencial para proveer un mecanismo acorde,<br />
en el cual la representación acción modularía la actividad<br />
emocional. Por medio de estudios con Resonancia Magnética<br />
Funcional (f MRI) demuestran que la ínsula podría ser un relevo<br />
fundamental entre las representaciones de acción y las áreas<br />
límbicas, donde residen las estructuras básicas de la emoción.<br />
Los sujetos de estudio, durante tareas de observación e<br />
imitación, activan las cortezas temporal superior y frontal<br />
inferior, lo mismo que la amígdala y la insula. La resonancia<br />
empática se produciría gracias a ese enlace, entre lo sensorio<br />
motor y lo límbico, donde la ínsula cumpliría un rol central.<br />
De acuerdo a esta información, para concebir y comprender<br />
los sentimientos de los otros tenemos que referir nuestra<br />
resonancia empática a la experiencia de nuestro propio cuerpo,<br />
e interrelacionarlas con las emociones ligadas al<br />
movimiento. Para empatizar, sería necesario entonces evocar<br />
las representaciones de acción ligadas a la emoción que estamos<br />
presenciando. Se destaca, de esta forma, la importancia<br />
de las huellas de memoria de las primeras representaciones,<br />
frecuentemente previas al establecimiento del lenguaje.<br />
40 // EDITORIAL SCIENS
<strong>Psicofarmacología</strong> 12:<strong>75</strong>, Agosto 2012<br />
Figura 5<br />
Imitación<br />
Observación<br />
Activación en la ínsula derecha (verde) y corteza frontal inferior derecha (azul) e izquierda (roja). Las series de tiempos relativos se corresponden<br />
con los colores y se normatizaron de acuerdo a la actividad total de cada región. El perfil de actividad de estas tres regiones es extremadamente<br />
similar a través de toda la serie de tareas.<br />
Mecanismos neurales de la empatía en Humanos: un relevo desde sistemas de la imitación hacia áreas límbicas Laurie Carr, Marco Iacoboni, Marie-Charlotte Dubeau, John C. Mazziotta<br />
and Gian Luigi Lenzi. PNAS | April 29, 2003 | vol. 100 | no. 9 | 5497-5502.<br />
El trabajo de Carr y col. (2003) (31), citado por Zaki,<br />
Weber y col., ilustra con la siguiente figura (Figura 5) las<br />
bases neurobiológicas de la empatía.<br />
La psicoterapia, el vínculo de apego y su neurobiología<br />
Como señalan Insel y Young (2001) (32), citando al filósofo<br />
Spinoza, el ser humano es un ¨animal social¨. En este sentido,<br />
considero que una reflexión sobre el correlato neurobiológico<br />
de la psicoterapia no puede excluir una referencia<br />
al vínculo de apego. Los autores refieren que durante la década<br />
de los 90´ se comenzaron a dilucidar los mecanismos neurobiológicos<br />
del apego a nivel molecular y celular, como a<br />
nivel sistémico. Para un estudio sobre apego y vasopresina,<br />
véase Sánchez Toranzo (33).<br />
Por su parte Finn (2012) (34), destaca tres hallazgos que<br />
considera centrales en la actual investigación sobre apego,<br />
neurobiología, psicopatología y psicoterapia:<br />
(a) las fallas en el apego y los traumas tempranos están relacionados<br />
con numerosas formas de psicopatología,<br />
(b) una de las mayores secuelas de los traumas del neurodesarrollo<br />
es la desorganización funcional del hemisferio<br />
derecho,<br />
(c) las intervenciones psicológicas que promueven experiencias<br />
emocionales, toma de conciencia y expresión son más<br />
efectivas que aquellas que sólo se apoyan en la reestructuración<br />
cognitiva. El autor, en base a lo anterior, sugiere<br />
tener en cuenta que la relación entre paciente y psicoterapeuta<br />
es más importante de lo que se la considera generalmente.<br />
Landers y Sullivan (2012) (35) enfatizan en la importancia<br />
que tiene para los infantes, en referencia a la supervivencia,<br />
la relación de apego con el cuidador, dado que, por su<br />
inmadurez, depende él. El apego es un proceso que requiere<br />
que los niños identifiquen, aprendan, recuerden y se<br />
acerquen a su figura de apego. Los autores revisan la neurobiología<br />
del apego en crías de ratas, y describen un circuito<br />
neural especializado para promover la relación entre el<br />
infante y el cuidador. Este circuito se relaciona con las<br />
preferencias por el olor materno adquiridas por las crías, y<br />
esta conducta guarda relación con el hiperfuncionamiento<br />
del locus coeruleus y una gran liberación de norepinefrina<br />
para producir cambios inducidos por la experiencia en el<br />
bulbo olfatorio y la corteza piriforme anterior. Los estudios de<br />
Landers y Sullivan los llevan a proponer que el circuito neural<br />
relacionado con el apego parece tener una función dual:<br />
por un lado, mantener a las crías cerca del cuidador, pero<br />
también dar forma a su conducta para enfrentar el entorno y<br />
definir las emociones y cogniciones de largo plazo.<br />
Mecanismos epigenéticos<br />
Evidencia reciente, señalan Gavin, Chase y Sharma (2011)<br />
(36) sugiere que las modificaciones covalentes de la plataforma<br />
genómica en el cerebro, que es el ADN y las histonas que<br />
lo rodean, proveen un mecanismo para que potencialmente<br />
un recuerdo permanezca estable durante toda la vida. De<br />
esta manera, el armado y desarmado de las memorias es<br />
accesible a través de manipulaciones farmacológicas de<br />
estas modificaciones. Esto tiene implicancias para las psicoterapias<br />
y la rehabilitación a largo plazo de los trastornos<br />
del SNC. Los autores plantean como hipótesis que incrementando<br />
el aprendizaje a través de la manipulación farmacológica<br />
de parámetros epigenéticos, actuando sobre la apertura<br />
o cierre de la cromatina, los efectos de las psicoterapias<br />
y la rehabilitación puede ser aumentado.<br />
Conclusiones<br />
En los últimos años se está desarrollando un consenso entre<br />
los investigadores que sostiene que, si bien son aún preliminares,<br />
los estudios que utilizan neuroimágenes para<br />
medir el cambio producido por la psicoterapia llevará, a más<br />
largo plazo, a una más profunda comprensión de cómo tra-<br />
EDITORIAL SCIENS // 41
Dr. Rafael Groisman<br />
bajan los distintos tipos de psicoterapia. Esto podría permitir<br />
un desarrollo en el cual estrategias psicoterapéuticas específicas<br />
pudieran ser diseñadas para alcanzar y hacer blanco en<br />
circuitos cerebrales específicos. Además, la investigación<br />
neurobiológica puede ayudar a refinar las teorías psicológicas<br />
acerca de los procesos de cambio (Karlsson y col. 2012).<br />
Por su parte, Cappas y col. (2005) (37) se pregunta ¿qué<br />
podrían comenzar a aprender los psicoterapeutas de la neurociencia?,<br />
y propone 7 principios para una psicoterapia<br />
basada en el funcionamiento cerebral. Estas son las ideas<br />
centrales: La información genética y el entorno interactúan<br />
en el cerebro, dándole forma al individuo, que se transforma<br />
por la experiencia. Los sistemas de memoria en el cerebro<br />
son interactivos, es decir, el almacenamiento de la<br />
memoria y el recuerdo dependen del contexto y no deberían<br />
ser pensados como una perfecta descripción de lo que efectivamente<br />
ocurrió. Los procesos cognitivos y emocionales trabajan<br />
conjuntamente. Los vínculos y el apego proveen los<br />
pilares para el cambio. La imaginería activa y estimula los<br />
mismos sistemas cerebrales que aquello que es considerado<br />
real, de acuerdo a un consenso. El cerebro puede procesar<br />
información no verbal y no consciente. Para Cappas y col, en<br />
el siglo XXI, y con una concepción más sofisticada, la psicoterapia<br />
es ¨una influencia ambiental estratégica y guiada<br />
por el propósito de estimular el aprendizaje¨.<br />
Por otra parte, y a pesar de esta interesante perspectiva,<br />
sostenida por evidencia, frecuentemente se plantea el<br />
interrogante: ¿por qué los psicoterapeutas deberían aprender<br />
de sus disciplinas vecinas? Como señala Olds (2006) (38),<br />
para el psicoanalista, quizás la información proveniente de la<br />
neurociencia, la neuropsicología y la psicología evolutiva no<br />
ejerza una influencia directa sobre la práctica psicoterapéutica,<br />
llevando a que los psicoterapeutas cambien su manera<br />
de escuchar o responder a sus pacientes. Este planteo, continúa<br />
Olds, podría facilitar la exclusión de los contenidos<br />
correspondientes a las disciplinas mencionadas de la programación<br />
curricular académica de los futuros psicoterapeutas.<br />
Sin embargo, señala el mismo autor, es importante que<br />
el psicoterapeuta evite el aislamiento y el ¨parroquialismo¨ al<br />
que podría quedar confinado si no se abre a un mundo científico<br />
más amplio. Por otra parte, la mente de los futuros<br />
psicoterapeutas, pertenecientes a generaciones más<br />
jóvenes, ya ha sido influenciada por los cambios culturales<br />
que los avances de la neurociencia han determinado, por lo<br />
que resulta de la mayor importancia que las escuelas de psicoterapia<br />
reflexionen hoy, respecto de los efectos de esa<br />
influencia.<br />
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