10.01.2016 Views

Culdbura nº 2

Revista cultural online de Burgos (ES)

Revista cultural online de Burgos (ES)

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

comensales preñadas de inquietud. Los<br />

ochenta y siete internos conformamos las<br />

filas de siempre y fuimos a la zona de los<br />

dormitorios con el orden pretoriano<br />

habitual. Allí los revoltosos se ensañaron<br />

con la funda áspera de las almohadas y<br />

las ganas de cotillear se ensamblaron con<br />

la rebeldía de la adolescencia. Esa noche<br />

el reloj carillón que marcaba con sus<br />

nueve toques el inicio del reposo sonó<br />

diferente. Las planchas de metal<br />

retumbaron con retintín de esperanzas<br />

truncas y el artesonado del techo crujió<br />

con insolencia de bruja. Alguien<br />

cuchicheó en la esquina derecha de la<br />

sala, pero fue acallado con un juramento<br />

por el cabo celador que vigilaba el ritmo<br />

de las respiraciones. La mudez devino<br />

sobrecogedora y la imaginación se<br />

agigantó a vuelapluma sobre el<br />

galimatías de los cabeceros. El sueño se<br />

demoró en el rincón más recóndito de mi<br />

memoria y, antes de dormirme, recordé<br />

mi última conversación con Dueñas. Era<br />

un chaval rubicundo de trato afable que<br />

jamás se enfadaba, el buen humor<br />

intacto, los paquetes de la familia rellenos<br />

de longanizas caseras. Solíamos<br />

compartir con frecuencia, en el descanso<br />

del estudio, un bocadillo de salchichón o<br />

de chorizo. En general sacaba buenas<br />

notas y prometía de lo lindo, según las<br />

lisonjas que de continuo le regalaba el<br />

hermano encargado de las matemáticas.<br />

Nunca se entrometía en las peleas del<br />

patio y, si le preguntaban por el que<br />

había empezado la gresca, se parapetaba<br />

en un silencio cómplice de nicho<br />

mortuorio.<br />

de los aseos. Los amigos de Espinosa<br />

acudieron a la llamada del aludido y<br />

defendieron a capa y espada el albor de<br />

su inocencia. Los camaradas de<br />

Hernández amusgaron los ojos y<br />

taladraron a los enemigos sin dilación. La<br />

batalla, principiada, enconaba el vigor de<br />

los bandos, pero la sangre no llegó al río.<br />

El hueco abismal de Dueñas explotó de<br />

sopetón y masticamos las galletas del<br />

desayuno despistados como cervatillos.<br />

Un pánico alborotado se fue hincando en<br />

las nucas y la congoja, dispuesta a todo<br />

con tal de salvar el pellejo, se lanzó sobre<br />

el territorio del crimen. El hermano<br />

Dalmacio notó algo con su peculiar<br />

perspicacia, los nudillos chasqueados, la<br />

tenacidad de los preceptos cumplida a<br />

rajatabla. Sus iris, arrebatados por la<br />

falta innata de alegría, estaban<br />

acostumbrados a demoler con el martillo<br />

de la barbilla cualquier atisbo de<br />

algarada. Nos observó con detenimiento<br />

mientras bebíamos la leche y una<br />

incertidumbre mucilaginosa culebreó por<br />

su cerebro de oso colmenero. Sin<br />

embargo, tras la oración que agradecía el<br />

hecho de habernos despertado vivos, fue<br />

el hermano Silvano el que nos echó un<br />

rapapolvo de tomo y lomo. Las quejas,<br />

inauditas, extrapoladas, encastraban la<br />

mezquindad de sus propias miserias en la<br />

peculiaridad de nuestras personalidades<br />

quinceañeras. Al final de la perorata<br />

anunció la visita de la policía a lo largo de<br />

la mañana, y los consejos, rebozados en<br />

la manteca de su pavor, empalmaron la<br />

chismografía de los concurrentes con la<br />

enormidad de la desgracia.<br />

Página26<br />

Ha sido Hernández, y Burgos<br />

cambió de opinión al día siguiente, la<br />

barahúnda del amanecer trufada de<br />

hipótesis grandilocuentes, el gusano de<br />

las sospechas emperrado con la pelusa de<br />

las camas.<br />

Los compañeros se dividieron en<br />

dos facciones dentro del guirigay cáustico<br />

Ha sido Burgos, y el ariete de<br />

mis palabras se estrelló contra las<br />

taquillas del pasillo, las quince caras<br />

vueltas del revés en torno a la concisión<br />

de la acusación, la excitación frondosa<br />

por la presencia inminente del comisario.<br />

Un cincuentón atocinado de pelo<br />

cano se dirigió a nosotros con un discurso

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!