29.05.2016 Views

VE-25 JUNIO 2016

¡Convierta sus PDFs en revista en línea y aumente sus ingresos!

Optimice sus revistas en línea para SEO, use backlinks potentes y contenido multimedia para aumentar su visibilidad y ventas.

Número <strong>25</strong> – Junio <strong>2016</strong>


Alberto Montt (Chile) http://www.dosisdiarias.com/<br />

© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías o<br />

ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Foto Portada: Welcome – Elena López Ferrán (Reus, Tarragona)<br />

http://lenafotografia.com/<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

«Pero ni colorín, ni colorado; el cuento no se ha acabado»<br />

Mario Benedetti (1920-2009)<br />

Descarga de este número de la revista (formato PDF, 5.26 MB):<br />

http://www.mediafire.com/download/s8x29o2rfna3cc5/<strong>VE</strong>-<strong>25</strong>+<strong>JUNIO</strong>.pdf


¡ NO TE LOS PIERDAS !<br />

«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (<strong>2016</strong>)<br />

disponibles en AMAZON<br />

en papel y ebook<br />

Dos libros de relatos y microrrelatos<br />

con la participación de escritores habituales<br />

de la revista VALENCIA ESCRIBE


Índice<br />

Una pausa (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

Concurso de relato rápido «Valencia Escribe» Pág. 2<br />

Alma de pájaro (Luis A. Molina) Pág. 5<br />

Misterio (Rafa Sastre) Pág. 7<br />

El tío Juan (Pernando Gaztelu) Pág. 9<br />

De peluquería (Manuel Serrano) Pág. 13<br />

Una razón oculta (Lu Hoyos) Pág. 15<br />

Danza (Benjamín Blanch) Pág. 17<br />

Estas palabras (Isabel Garrido) Pág. 19<br />

Estío (Esther Moreno) Pág. 21<br />

Tatuaje (Alicia García) Pág. 23<br />

Amapolas (Marga Alcalá) Pág. 27<br />

Espuma a la deriva (Vicente Carreño) Pág. 29<br />

Caladas de delirio (Belén Mateos) Pág. 31<br />

Mayores (Alfredo Cot) Pág. 33<br />

Entre nubes de vapor (Jorge Richter) Pág. 35<br />

Crimen pasional (Lisa Viguer) Pág. 37<br />

Los gatos que amamos (Xenia Rambla) Pág. 39<br />

Inquietante inteligencia (Aldana Giménez) Pág. 43<br />

Soledad (Nicolás Jarque) Pág. 45<br />

La mirada del árbol ( ) Pág. 47<br />

Inútil (Susana Gisbert) Pág. 49<br />

Rememorando (M.Luisa Pérez) Pág. 53<br />

Selección de personal (David Rubio) Pág. 55<br />

El aplauso (Marisa Martínez) Pág. 59


Nimú (Almudena Villalba) Pág. 61<br />

Llegando a puerto (Isabel Sifre) Pág. 63<br />

Identidad (Vicente Montemayor) Pág. 67<br />

Renovación (Manoli Vicente) Pág. 69<br />

El Largo (Conxa Gausí) Pág. 71<br />

Noche estrellada (Cristina Cifuentes) Pág. 73<br />

Más rápido que ellos (Concha García) Pág. 77<br />

Los días –fragmento- (Enrique Mochón) Pág. 79


Alberto Montt (Chile) http://www.dosisdiarias.com/


Una pausa<br />

Queridos amigos: llegado el número <strong>25</strong> de la revista, y<br />

coincidiendo con la etapa veraniega, que de forma oficial comienza<br />

—aquí, en el hemisferio norte— el próximo día 21, he considerado<br />

que necesito y debo tomarme un descanso. Al propio tiempo, os<br />

concedo a todos, tanto escritores como lectores, una merecidísima<br />

tregua.<br />

La idea (no quiero denominarle «compromiso») es volver a<br />

publicar en octubre, razón por la cual el buzón electrónico va a estar<br />

disponible durante todo el tiempo para recibir las colaboraciones que<br />

os apetezca enviar desde este mismo instante.<br />

Como no se trata de una despedida, evitaré hacer cualquier tipo<br />

de balance, aunque voy a aprovechar el momento para agradecer de<br />

corazón vuestro derroche de generosidad, no solo por el trabajo<br />

realizado, sino también por las críticas vertidas sobre el discreto<br />

producto que ha intentado ofreceros cada mes este eterno aprendiz<br />

de cualquier cosa.<br />

Nos leemos en octubre; mientras tanto, que la estrella de la<br />

felicidad guíe vuestras vidas y las de vuestros seres queridos.<br />

¡Ah! Y que nadie que pueda falte a la cita del 18 de junio en el<br />

Puerto de Sagunto… En las páginas que siguen está recogida toda la<br />

información.<br />

Rafa Sastre<br />

1


CONCURSO DE RELATO RÁPIDO «VALENCIA ESCRIBE»<br />

Colaboran «Marian Creación Literaria» y Ayuntamiento de Sagunto<br />

Casal Jove, Calle Vent de Marinada s/n - Puerto de Sagunto (Valencia)<br />

Sábado 18 de Junio, 10:00 horas<br />

BASES<br />

1. Inscripción y desarrollo del concurso<br />

Los participantes, con edad mínima de 16 años y provistos de<br />

Carnet de Identidad o similar, deberán formalizar su inscripción en el<br />

concurso presencialmente, entre las 10:00 y las 10:30 de la mañana.<br />

A partir de esa hora no se admitirán más inscripciones. A cada<br />

participante se le entregará un número identificativo para garantizar<br />

su anonimato ante el jurado.<br />

El concurso consiste en escribir un relato de temática libre,<br />

utilizando la frase o palabras que facilite la organización. Los<br />

participantes contarán con 30 minutos de tiempo para redactar sus<br />

historias (a las que pondrán el correspondiente título) y pasarlas a<br />

limpio.<br />

La extensión mínima de los textos será de 75 palabras y la<br />

máxima de 150. A tales efectos, el título no computa.<br />

2


Serán descalificados los relatos que carezcan de número<br />

identificativo, no lleven su correspondiente título, no empleen la<br />

frase o palabras indicadas, incumplan la extensión estipulada o sean<br />

ilegibles a criterio del Jurado, que entre otros méritos valorará el<br />

cumplimiento de las normas ortográficas y gramaticales.<br />

La organización facilitará el papel, pero los concursantes<br />

utilizarán su propio material de escritura.<br />

2. Premios<br />

El fallo del jurado se dará a conocer el mismo día, una hora<br />

después de la finalización del tiempo otorgado.<br />

I PREMIO: 50 euros, un ejemplar de «El tiempo y la vida», del<br />

colectivo Valencia Escribe, y otro de «Pinceladas», del colectivo<br />

Marian Creación Literaria.<br />

II y III PREMIO: Un ejemplar de «El tiempo y la vida», del<br />

colectivo Valencia Escribe, y otro de «Pinceladas», del colectivo<br />

Marian Creación Literaria.<br />

Además, los tres relatos premiados serán publicados en la<br />

Revista Digital «Valencia Escribe» de Octubre.<br />

3. Otras<br />

Los organizadores pueden, en cualquier momento y en beneficio del<br />

buen desarrollo del concurso, modificar las normas del mismo y<br />

solventar en el momento las cuestiones no contempladas en los<br />

anteriores apartados.<br />

Ese mismo día, a las 18:00 horas, celebraremos un recital de<br />

poesía y relatos en la localidad de Petrés, a solo 10 Kms. del<br />

Puerto de Sagunto. Será, pues, un día literario muy completo.<br />

Esperamos vuestra asistencia y participación<br />

3


Old friends – Jonathan Day (EUA) http://jonathandayart.com/<br />

4


Alma de pájaro<br />

Hola, Santiago. Hoy te miro a través de tu ventana, ha pasado el<br />

tiempo, ¿qué raro no? Me miras y sonríes, no comprendes qué te<br />

impulsa a ver en esa pequeña ave algo especial, un pájaro que te mira<br />

interrogante, que parece dispuesto a cantarte sólo a ti.<br />

No me reconoces. Claro, he cambiado, dista mucho de aquella<br />

imagen que tenias; un muchacho de tu misma edad, bullanguero y<br />

silbador, que disfrutaba tu enojo cuando palmeaba con demasiada<br />

fuerza tu espalda, haciéndote trastabillar.<br />

Recuerdo tu dolor cuando me despediste, mi esencia lo pudo<br />

sentir, tan larga amistad nos había unido cual hermanos, y ahora así<br />

de repente debíamos separarnos. Todo fue muy rápido, no pudimos<br />

despedirnos, llegaste corriendo con desesperación pero ya nada se<br />

podía hacer, crispaste tus manos mirando el cielo y preguntando ¿Por<br />

qué?<br />

Ha pasado algún tiempo (Para ti por supuesto, yo ya soy<br />

atemporal)<br />

¿Te agrada mi canto? Veo que sí, disfruto ver que te llega, que te<br />

alegra el día, pero tú sigues imbuido en tu trabajo. Cómo te enojabas<br />

cuando te obligaba a dejarlo para compartir lindos momentos, luego<br />

por supuesto se te pasaba, te complacía aquellos minutos o quizás<br />

horas de ocio.<br />

Aquellos encuentros de fútbol, siempre discutiendo, tu carácter<br />

siempre imponía una reyerta, y como compinche me involucraba,<br />

terminábamos con una buena (o varias) cerveza y el consabido<br />

comentario.<br />

5


Cada tanto me miras, en tu rostro noto que algo te perturba,<br />

buscas algo en mí, tu cerebro te indica que soy algo especial para ti,<br />

pero no puedes descifrarlo, eso te distrae de tu trabajo, y no parece<br />

molestarte.<br />

Cada vez que giras tu mirada hacia mí, suelto mis trinos, sacudes<br />

la cabeza y alegre sigues en lo tuyo. Ahora te paras y te acercas a la<br />

ventana, me miras extrañado, porque aún permanezco allí, casi al<br />

alcance de tu mano. Qué extraña vivencia, a pesar de lo ocurrido<br />

seguimos juntos, casi puedo adivinar lo que piensas, esas dos<br />

pequeñas gotas que brotan de tus ojos me lo dicen.<br />

Sí, amigo, soy yo, no te equivocas.<br />

¿Recuerdas cuando ansiaba volar? Qué ilusionado estaba, mi<br />

obsesión eran los pájaros, admiraba su vuelo, tan libres, y mírame<br />

ahora… ¡Puedo volaaaaaaaaar!<br />

Me voy amigo, pero cada mañana volveré a tu ventana.<br />

Seguiremos juntos.<br />

¡Volveré Santiago!<br />

Cada día ¡Volveré!....<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

6


Misterio<br />

Fotografía aportada por el autor<br />

Juro por Dios que no entiendo qué narices hago a la una de la<br />

mañana dentro de este vestido de camarera, bebiendo whisky y<br />

fabricando volutas de humo en la barra de un solitario snack-bar de<br />

Wisconsin. Sobre todo si consideramos que me llamo Cristóbal, vivo<br />

en Teruel, soy butanero, abstemio y no tengo ni pajolera idea de<br />

inglés. Cruzaré los dedos para que no entre ahora Maruja y me<br />

reconozca; hace unos días le aseguré que había dejado de fumar.<br />

Rafa Sastre (Valencia)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

7


World at war – Alessandro Santos (Brasil)<br />

http://schindlersky.deviantart.com/<br />

8


El tío Juan<br />

—Imbécil, no sabés nada de la vida… —Siguió diciendo mi tío,<br />

mientras yo le miraba incrédulo. Los ataques no cesaban y él insistía.<br />

—¿A qué viniste? No sabés nada de la vida, pendejo choto. Tu<br />

primo es un gobernado, un pelotudo y su mujer una mala persona.<br />

¿Querés que vaya arrastrándome a pedirles perdón? Incrédulo. Sos<br />

muy infantil. A mí me tendría que pedir perdón.<br />

—Tío, no te pongás así. Yo sólo te digo que no es el momento.<br />

Tenemos que estar unidos y dejar todos estos quilombos a un lado...<br />

—¿Qué te creés, que soy yo el que arma esto? No, no te<br />

equivoqués. Es ella.<br />

—Ya lo sé —dije tratando de seguirle el apunte—, ya lo sé, pero<br />

pensá un poco. Ahora no podemos andar con estas cosas...<br />

Una explosión cayó muy cerca de nuestro búnker, retumbaron<br />

las paredes y las tacitas tintinearon con violencia dentro del armario<br />

del salón.<br />

—Vos parece que venís de su parte ¿Sabés como empezó todo?<br />

¿Sabés por qué no viene más a esta casa? Se metió donde no le<br />

llamaron, en mis cosas. ¿Sabés? Y después ella vino como una furia y<br />

me mandó a la mierda y...<br />

Yo había oído la historia, pero contada de otra manera, por otras<br />

lenguas y en otro tono. No coincidían en absoluto.<br />

—Mirá pendejo, vos no me vengás a decir nada a mí —un gran<br />

estruendo iluminó su cara. La luz, de forma circular, como la<br />

claraboya que le permitía entrar, resaltó las arrugas de Juan—. Vos<br />

querés que yo me rebaje ante ella.<br />

9


La risa nerviosa del tío Juan se me clavaba en el pecho tan<br />

hondo como la metralla que caía incesante sobre el techo.<br />

—Solo te digo que no me importa de donde venga esta mierda<br />

entre ustedes dos. Ahora estamos en medio de una puta guerra. Tu<br />

hijo te necesita. Vos me criaste como a un hijo cuando... Y sé que no<br />

tengo derecho a decirte nada pero...<br />

—¿Qué te contaron? ¿Qué te dijeron? ¿Vos sabés bien lo que<br />

pasó?<br />

—Sé lo que me acabás de contar y lo que me contaron ellos. No<br />

importa. Lo que te digo es que salgamos de acá y vayamos a buscar a<br />

mi primo para rescatarlos. Eso te digo.<br />

—Pendejo de mierda, mentiroso. Vos me querés caminar, vos<br />

me querés caminar... ¿Te creés que yo soy choto? ¿Eh? Te sabés la<br />

historia, me decís que no sabés nada, ¿y ahora querés que te haga<br />

caso?<br />

Al tío Juan le temblaba el mentón al hablar, casi tanto como las<br />

sillas cada vez que se iluminaba el cielo. Empecé a tener miedo.<br />

—Yo no te dije que no sabía nada... Olvidate de eso... Escuchame<br />

un segundo...<br />

—Me querés caminar. Salí, salí de acá pendejo de mierda...<br />

—Tío, Juan, escuchame... ¿No me querés? Te necesitan. Vos<br />

sabes cómo llegar, cómo ayudarlos...<br />

—Es mentira. Ella solo quiere usarnos —dos explosiones<br />

taparon lo que decía, de pronto pude oír—. Vos sos igual que ellos. Te<br />

querés aprovechar, venís mandando... Salí de acá, pendejo. ¿Te creíste<br />

que me ibas a mandar, que iba a darle el gusto con sus caprichitos?<br />

—¡Hay una guerra ahí fuera tío...!<br />

10


—¿Y? Aguantátela, yo me la aguanto acá...<br />

Entendí que estaba enfermo y me fui del búnker sin decir adiós.<br />

Fuera el caos me envolvió y entendí menos que allí dentro. Juan<br />

estaba cavando su propia tumba y a la vez la de sus seres queridos.<br />

Intenté ayudarle. Sólo pude salvar a mi primo, sin la ayuda de Juan,<br />

ella murió.<br />

Al tío Juan no lo he vuelto a ver. Hubo un bombardeo cerca de su<br />

búnker esta mañana. Podría haber muerto hace unas horas, aunque<br />

me parece que llevaba muerto unos cuarenta años.<br />

Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />

http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />

11


Fotografía de 1942, realizada por Marjory Collins (1912-1985)<br />

Archivo de la Biblioteca del Congreso (EUA)<br />

12


De peluquería<br />

Cayó fulminada. Un balón de rugby llegó girando sobre su eje<br />

largo hacia el público y le dio en lo alto de la testa. Un zumbido que<br />

aumentaba de intensidad precedió al impacto.<br />

Había visto aquel misil yendo hacia ellas y advirtió a su<br />

compañera a la vez que la apartaba. Se equivocó en la dirección del<br />

desplazamiento: el obús le dio de lleno.<br />

Estaba en el suelo, casi en el césped y la gente se arremolinaba<br />

alrededor. Cada uno daba su opinión. La sugerencia más aceptada fue<br />

«echadle agua». Todos asintieron menos él. La conocía, «ni se os<br />

ocurra, acaba de estar en la peluquería y esta tarde tenemos un acto».<br />

Al momento recobró el conocimiento.<br />

—¿Está usted bien? —dijo alguien.<br />

—Sí, sí gracias. Solo un poco mareada —contestó comprobando<br />

su peinado intacto.<br />

Manuel Serrano (Valencia)<br />

13


Heraclitus (1628) – Hendrick ter Brugghen (1588-1629)<br />

14


Una razón oculta<br />

Despertó Heráclito de un profundísimo sueño junto a la<br />

hermosa Criseida. La vio alzarse del lecho desnuda, hacer sus<br />

abluciones en una jofaina llena de agua perfumada de romero y<br />

tomillo y envolverse en una túnica del color de la púrpura. Él<br />

permaneció recostado observándola. Encendió ella, luego, el fuego en<br />

el hogar y dispuso algunos pescados en una marmita en la que pronto<br />

empezó a bullir el aroma de una exquisita sopa. Miraba El Oscuro<br />

embobado las filigranas del fuego.<br />

—¿No será el fuego, querida, la norma que rige el cosmos en<br />

todas las cosas en su incesante cambio?<br />

Criseida lo miró perpleja sin entender nada y sin osar<br />

responder. ¿Por qué amaba ella a este hombre extraño y apartado de<br />

todos?<br />

—Este cosmos, sin duda, estimada Crise, no lo hizo ningún dios<br />

ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que<br />

se enciende según medida y se extingue según medida. Medida,<br />

medida..., hay una medida, ha de haber una razón oculta bajo el<br />

aparente caos que nos envuelve...<br />

Lu Hoyos (Valencia)<br />

http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />

15


Ballerines – Stefano Barzanò (Italia)<br />

https://500px.com/stefanobarzano<br />

16


Danza<br />

Sublime caligrafía<br />

de dedos que escriben<br />

con trazos etéreos<br />

en negro encerado,<br />

de cuerpos girando<br />

en un folio de tablas.<br />

Miradas perdidas<br />

que encuentran destino,<br />

saltos al abismo,<br />

pasos al recuerdo.<br />

Manos que presagian<br />

futuros oscuros,<br />

abrazos de ausencia,<br />

destape de velos.<br />

Poesía viva<br />

de métrica ausente<br />

y caricias agudas,<br />

de llanas sonrisas<br />

y espasmos esdrújulos,<br />

de perpetua música<br />

y encabalgamientos.<br />

Conexión profunda,<br />

sentidos al vuelo<br />

alentando emociones.<br />

Benjamín Blanch Carpena (Valencia)<br />

17


Autor desconocido<br />

18


Estas palabras<br />

Estas palabras dejarán de existir. Al igual que tantas cosas a<br />

nuestro alrededor que acabarán descomponiéndose en sus unidades<br />

más elementales, estas palabras se esfumarán de la nube donde se<br />

almacenan, dejarán de estar disponibles en la pantalla donde ahora<br />

se reflejan. Si acaso alguien recordará haberlas leído alguna vez, pero<br />

tampoco podrá visualizar, casi como si las tuviera delante, su orden<br />

en concreto o su mensaje.<br />

Se habrá perdido todo para siempre con la muerte de estas<br />

palabras. Y morirán como lo hacen los anónimos, en un rincón en<br />

silencio, para no molestar. Fuera del alcance de oídos que pudiera<br />

recoger su último aliento. Lejos de cualquier atisbo de salvación.<br />

Estas palabras ya se van diluyendo, incluso ahora que las<br />

escribo, más aún después, cuando las lea. Ya se me están colando<br />

entre las rendijas del teclado y gotean lentas, chorreando bajo los<br />

codos, hacia el manual de turno donde casualmente los apoyo. Ahí se<br />

mezclan con lo que debería estar estudiando aunque mi mente<br />

intranquila se niegue a ello.<br />

Estas palabras no buscan salvación ni la quieren. Nacieron con<br />

la certeza de que nada es para siempre, incluyendo este espacio o<br />

cualquier otro. En cualquier momento puede golpearlas la catástrofe<br />

y desaparecer. Nadie les garantiza que no se esfumen de pronto, por<br />

accidente, y no pueda recuperarlas, por más que quiera. ¿Cómo<br />

buscar así perdurar, cómo pretenderlo?<br />

Estas palabras mías, por tanto, no pretenden nada. Ni siquiera<br />

seguir negras sobre blanco para que sean leídas. Mucho menos que<br />

alguien se moleste en recordarlas, no olvidarlas, salvarlas. Nacieron,<br />

como tantas otras, al calor de un té, junto con una canción, en silencio<br />

19


o en cualquier otra circunstancia irrelevante. Crecieron una tras otra<br />

sin ser cuestionadas por su estructura, su forma o su contenido.<br />

Acabaron tomando una entidad propia, una luz las envolvía, y aunque<br />

fueron creadas por un chispazo momentáneo, fruto del trabajo diario,<br />

saben cuál es su lugar y su meta: saben que son algo pequeño, que a<br />

la vez no son nada.<br />

Estas palabras dejarán de existir algún día. Pero mientras<br />

todavía palpiten, respiren, mientras su cuerpo tipográfico sea visible,<br />

se aferrarán a la vida. Lo harán con la fiereza del que todo quiere<br />

conquistar, arrastrando a su paso cuantas emociones se crucen por<br />

su camino, porque para eso fueron creadas. A pesar de la certeza del<br />

final seguro e inevitable ese es su destino inmediato.<br />

Isabel Garrido (Valencia)<br />

http://cartasdeunaflor.blogspot.com.es/<br />

http://isasumi.blogspot.com.es/<br />

20


Estío<br />

Ilustración de Cecile Dormeau (Francia) aportada por la autora<br />

http://cecile-dormeau.tumblr.com/<br />

Llega el verano,<br />

la angustia del cuerpo perfecto.<br />

Las cremas anticelulíticas,<br />

las reparadoras,<br />

las que hacen crecer esto y<br />

decrecer lo otro.<br />

21


La operación bikini,<br />

la depilación láser,<br />

los rayos uva<br />

que calcinan la piel blanca invernal.<br />

A todo esto<br />

yo le digo:<br />

llega el buen tiempo,<br />

las tardes de cañas,<br />

los paseos en bici por las calles desiertas,<br />

la lectura en la playa,<br />

las noches de cine al aire libre,<br />

los reencuentros con las amigas,<br />

los festivales,<br />

la música que vibra en nuestros cuerpos,<br />

fuertes, blandos, peludos, lampiños, que giran con sus ruedas, que<br />

brillan sudorosos…<br />

Llega la magia,<br />

el tiempo necesario para meditar,<br />

perderse entre libros,<br />

poemas y cervezas lupuladas.<br />

Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

22


Tatuaje<br />

Los jóvenes hoy en día son unos tiranos.<br />

Contradicen a sus padres, devoran su comida, y faltan al respeto a sus maestros<br />

Sócrates (470-399 a. C.)<br />

Imagen aportada por la autora<br />

Cuando Alexis vio el tatuaje de Mary tomó una decisión radical.<br />

En esos momentos no podría calibrar si era o no acertada, si tendría o<br />

no el efecto deseado, pero él, a sus quince años, sólo tenía una<br />

palabra y estaba dispuesto a cumplirla a toda costa. Bien mirado el<br />

tatuaje estaba bien, incluso podía considerarse discreto. Era en<br />

blanco y negro, de pequeño tamaño, algo más de dos pulgadas. El<br />

cuerpo del gato carecía de contornos, era una sucesión de rayas<br />

23


negras dibujadas en forma de ese. Si Mary hubiera escogido una letra<br />

china, una mariposa, incluso el logo de Guns and Roses, Alexis habría<br />

podido tener una pizca de condescendencia. El gato de Chesire había<br />

sido un craso error, sobrepasaba sin duda los límites de lo tolerable.<br />

Siempre le había parecido un animal absurdo de sonrisa malévola<br />

pero era tan icónico que incluso Mary, a sus cuarenta y pocos, había<br />

sentido el impulso tatuárselo en la nuca.<br />

Hacía un tiempo que ella se venía comportando de forma<br />

inusual. Todo comenzó con el Iphone-6. Aquel juguete la aisló del<br />

mundo y la conectó a la música de moda, al paraíso de las Kardashian<br />

y a Ana y Mía. Después llegaron Facebook y Twitter, el éxtasis y la<br />

ketamina, el puto amo, que no se sacaba de la boca. El crossfit, las<br />

mechas moradas, el nuevo corte de pelo y el divorcio. Para estar a<br />

tono con el cabello Mary también adaptó su vestuario. Con lo del<br />

tatuaje había amenazado alguna vez pero Alexis no creyó que se<br />

atreviese a dar el paso. Mary podía cambiar de móvil, de nombre o de<br />

marido, dejar el gimnasio y las drogas de diseño, cerrar sus cuentas<br />

en las redes sociales o recuperar su cabello. La huella del tatuaje, en<br />

cambio, era casi indeleble.<br />

Alexis estaba harto de aquella actitud anti-madre, de modo que<br />

decidió contraatacar. Llevaba semanas planeándolo. Ella le había<br />

pedido muchas veces que madurara y Alexis pensaba hacerlo lo más<br />

deprisa posible, algo como de fuera para adentro. Tal vez así ella<br />

tomara ejemplo y decidiera volver a ser la de antes.<br />

El despertador sonó a las siete. De pie, frente al espejo, comenzó<br />

a vestirse despacio. Dejó a un lado del armario su gorra Vans, los<br />

pantalones de presidiario que descubrían la ropa de Calvin Klein, la<br />

camiseta negra con la imagen del grupo de moda, la cazadora<br />

vaquera, las Converse y optó por un aburrido traje gris marengo,<br />

camisa blanca, corbata azul oscura a topos y zapatos de cordones. Su<br />

pelo, que solía lucir alborotado, ahora era liso. Después sacó los<br />

24


libros de la mochila y los colocó en un maletín de ejecutivo. Durante<br />

unos instantes aún dudó. Le costaba renunciar al skate. Era un<br />

Element, el mejor del mercado. Lo iba a echar de menos.<br />

La clase estalló en una carcajada colectiva al ver llegar a Alexis.<br />

El profesor de matemáticas, un hombre de mediana edad que<br />

siempre usaba corbata azul, traje gris marengo y camisa blanca con<br />

gemelos, le lanzó una mirada despectiva. «Estos jóvenes –se dijosiempre<br />

andan provocando; ya no saben qué inventar para llamar la<br />

atención».<br />

Alicia García Herrera (Valencia)<br />

<strong>25</strong>


Foto: Jorge Richter (Valencia). Aportada por la autora (Marga Alcalá)<br />

26


Amapolas (haikus)<br />

Aquí y allá,<br />

al borde del camino<br />

las amapolas<br />

Viñas y viñas.<br />

En el camino el rojo<br />

de una amapola.<br />

Marga Alcalá (Valencia)<br />

http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />

27


Golden sea – Stelios Androulidakis (Grecia)<br />

https://500px.com/androulidakisstelios<br />

28


Espuma a la deriva<br />

Dejadme allí, rendido en su regazo,<br />

naufragando mis huesos en el agua.<br />

Mi cuerpo será espuma a la deriva;<br />

mi corazón, ceniza entre las olas.<br />

Dejadme allí, sin ojos para ver,<br />

desterrado del sol, sin tus caricias.<br />

Dejadme allí, privado del espejo<br />

de la luna, sin tumba ni sollozos.<br />

Dejadme allí desnudo, sin plegarias,<br />

abrazado a la nada, alma sin luz<br />

vencida por el tiempo, desperdicio<br />

de ser, polvo abatido, ruina de hombre.<br />

Dejadme allí, despojo solitario,<br />

gota de mar cautiva de la muerte.<br />

Vicente Carreño (Leganés, Madrid)<br />

29


Domingo – T.J. (Alemania) http://misssouls.deviantart.com/<br />

30


Caladas de delirio<br />

Se postró en la cama deseosa de caricias. Comenzó a<br />

desprenderse de cada tela que cubriera su cuerpo. La blusa resbaló<br />

por sus hombros hasta caer al suelo, la falda osó deslizarse por las<br />

piernas y estrellarse a los pies desnudos de calzado. La ropa interior<br />

le quemaba la piel como un fuego húmedo que deseara calmar su<br />

ardor con la fresca saliva de unos besos.<br />

Y ahí, expuesta, y envuelta en mutismo, esperó el cuerpo<br />

desnudo de su amante.<br />

Sus dedos comenzaron a sentirse fríos y su tibia boca a exhalar<br />

el humo de un cigarrillo prendido para templar la densidad de sus<br />

senos. Un almizcle de aroma y sudor comenzó a bañarla entera.<br />

Al otro lado de la puerta, tecleando sin pudor, se hallaba el<br />

amador virtual de muchas y de nadie.<br />

Todo un despropósito para una realidad que le espera ansiosa y<br />

se iba esfumando igual que cada una de las caladas que no<br />

conseguían llenar ni sus pulmones ni el abismo de sus caderas.<br />

Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />

31


Under the surface – J.Antonio Fernandes (Portugal)<br />

https://500px.com/phototales<br />

32


Mayores<br />

Tengo una entrevista de trabajo a las 12:00… ¡Una más!<br />

Es fundamental llegar a tiempo y en condiciones. Ordeno<br />

mentalmente las ideas y repaso mi currículum, de todo ello depende<br />

que mis opciones sean reales. Necesito la calma y soledad precisas<br />

para interiorizar la estrategia más adecuada. Tengo dudas entre ir<br />

con mi coche o en el bus; elijo lo segundo, con el tráfico que hay no<br />

puedo arriesgarme.<br />

El 79 me va bien y la parada está cerca. Camino hacia ella y veo,<br />

a lo lejos, uno a punto de salir, espero que no sea el mío… ¡El 79! no<br />

podía ser otro y el siguiente tardará 15 minutos. Me resigno y hago<br />

tiempo; espera que comparto con una pulcra anciana, que no tarda en<br />

abordarme:<br />

allí.<br />

—Joven, ¿por aquí pasa el de la calle Turia?<br />

—No sé señora, es la primera vez que cojo el autobús.<br />

Ella, no se resigna e insiste.<br />

—Sí, esa que sale al río por el puente de piedra.<br />

—Sé donde está la calle señora, pero no sé qué autobús pasa por<br />

—Sí, uno rojo, el 28 ó 29, no sé, tal vez el 27… ¿no le suena?<br />

—No, no me suena y, señora, todos son rojos.<br />

—Todos no, hay unos que son amarillos.<br />

—Esos, señora, son los que van a los pueblos y no paran aquí.<br />

—Pues mi nieta dice… ¿joven, usted cual va a coger?<br />

—Yo, el 79.<br />

—¿Y ese no pasa por la calle Turia?<br />

33


—No creo, voy a la otra punta de Valencia.<br />

—Pero es rojo, ¿no?<br />

—Sí, ya le he dicho que todos son rojos.<br />

—Perdone joven, pero a cierta edad confundimos los colores.<br />

Sabe, voy a ver a mi nieta que ha venido de viaje… y, ¿dice usted que<br />

aquí no paran los amarillos, porque la semana pasada… o fue la<br />

anterior?<br />

—Señora, lo que puedo hacer es preguntarle al conductor del<br />

próximo autobús, ¿le parece bien?<br />

—Es usted muy amable, ¿Cuántos años tiene, por casualidad no<br />

conocerá a mi nieta? Debe ser de su edad. Toca el clarinete, un día<br />

salió en la televisión… seguro que la conoce.<br />

—No sé, no creo.<br />

—Sí, aquel programa de bandas que se llamaba… ¿Cómo se<br />

llamaba? Bueno, yo ahora vengo del médico, por eso no conozco<br />

mucho esta parada… ¿Conoce al doctor. Ortiz? Es muy bueno, como<br />

médico y como persona, antes trabajaba con su hijo pero le salió<br />

rockero, sí, de esos del pelo largo que no se les entiende nada; en mis<br />

tiempos… ¿Conoce a Antonio Machín?<br />

79!<br />

—No señora, me suena, pero no… ¡Mierda, he vuelto a perder el<br />

Alfredo Cot (Valencia)<br />

http://alfredo-laplazadeldiamante.blogspot.com.es/<br />

34


Entre nubes de vapor<br />

Fotograma de la película «El maquinista de la General» (1926)<br />

Aportado por el autor<br />

Un hombrecito yace sentado, distraído sobre la biela de una<br />

gran locomotora a vapor. Incomprendido y despechado por el amor<br />

rechazado de Annabelle, permanece así, recordando su voz, su<br />

perfume o alguna melodía de esas que no se olvidan cuando van<br />

asociadas a un grato recuerdo. De pronto, la biela se mueve, el vapor<br />

comienza a fluir, el monstruo de acero se desplaza, y ausente, el<br />

hombrecillo permanece sentado impasible. Comienza una travesía<br />

que le convertirá en héroe.<br />

Los ya olvidados trayectos en trenes de vapor siempre tuvieron<br />

algo de especial, en su movimiento, en el sonido de su silbato, el<br />

humo blanco señalando su paso en el horizonte, permitiendo<br />

conservar, en una pulida cajita de madera, como antaño la<br />

35


decoración de sus vagones, los recuerdos, con una etiqueta pegada<br />

que dice «Tren».<br />

Hoy, tras sus ventanillas, tienen otra cadencia musical. Sin<br />

embargo, continúan invitando a soñar, imaginar historias y sumarlas<br />

a las que estamos leyendo en el libro que comparte nuestro trayecto.<br />

A pesar de estar basada en un hecho real y ser considerada la<br />

mejor comedia de Buster Keaton , por su forma de abordar el tema de<br />

la guerra, «El maquinista de la General», un clásico del cine en blanco<br />

y negro, fue la última película en la que se le permitió ser Director.<br />

En cada época, línea, destino, se guardan, entre nubes de vapor:<br />

ilusiones, sueños, amistades, lecturas, descansos, sorpresas, encuentros<br />

y despedidas. Es la vida entre estaciones. Recuerdos de los cuales<br />

siempre somos nuestro propio Director.<br />

Jorge Richter Vázquez (Valencia)<br />

36


Crimen pasional<br />

Vintage calendar – Enrique Ramos (Madrid) https://500px.com/erllre74<br />

Se echó a la calle roto de despecho, con el anillo de compromiso<br />

todavía caliente en el bolsillo. El dependiente debió haberle pedido<br />

permiso de armas, porque en cuanto llegó a casa desenfundó el<br />

capuchón, y sin asomo de piedad marcó en el calendario el día exacto<br />

en que pensaba dejar de quererla.<br />

Lisa Viguer (Massalfassar, Valencia)<br />

37


Imagen aportada por la autora<br />

38


Los gatos que amamos<br />

— ¡Miaaaaaauuuuuuuu!<br />

Javier sacudió la cabeza, sin convicción.<br />

— Tu madre no te va dejar.<br />

— ¿Qué te apuestas?<br />

— ¿Qué me voy a apostar? Si está cantado.<br />

— Tres duros, chaval. Ya lo verás.<br />

Volvieron a la aldea. Por la Alameda de los Vencidos. Un camino<br />

pedregoso donde, decían, se hallaban sepultados los rojos, fusilados y<br />

enterrados en fosa común. Era un pueblo conquense dividido en sus<br />

emociones, en sus vivencias, como el resto. Y los paisanos muy<br />

beatos, muy estrictos. La madre del Inda también.<br />

Javier entró a la casona. Un caldero de carne humeaba en la<br />

lumbre, y la tía Benigna removía el guisado con cucharón de madera.<br />

— Tía.<br />

— ¿Qué tripa se te ha roto, rapaz?<br />

— Que digo yo que si le propusieran tener un huésped…<br />

— Pero, ¿qué tontadas dices, muchacho? ¿Quién va a querer<br />

venir aquí?<br />

— No, si querer, querer, no es. Pero si le trajeran…<br />

— Suéltalo ya, niño bobo. Si trajeran ¿a quién?<br />

La tía Benigna empezaba a perder la paciencia. Se remangó la<br />

camisa y se mesó las manos en el delantal. Su mirada denotaba<br />

exasperación.<br />

— Es que, son gatitos. Recién nacidos.<br />

39


La anciana estalló en carcajadas.<br />

— Acabáramos. ¿Así que son mininos?<br />

— Sí.<br />

— Pues sabes que no me gustan los gatos. Satanás se encarnó en<br />

uno de ésos.<br />

— Satanás no existe, tía.<br />

— Demonio de chiquillo. ¿No va a existir? Te quiero confesado y<br />

comulgado. Y basta de tonterías. ¡Venga!<br />

Javier comió en un periquete. Durmió una siesta de zozobra,<br />

donde centenares de gatos se revolvían en la Cueva del Madero, y sus<br />

maullidos se escuchaban en la parroquia. El cura callaba de súbito<br />

asustado. Y la tía Benigna se reía, se reía…<br />

Esa tarde se confesó. Que el diablo existía, le aseveró el<br />

sacerdote. Dos avemarías de penitencia y a misa el domingo a las<br />

ocho, donde recibiría la santísima comunión.<br />

A la mañana siguiente, camino del instituto …<br />

— ¡Inda, espera!<br />

El chico llevaba los ojos hinchados, hinchados de tanto llorar.<br />

— ¿Qué ha dicho tu madre?<br />

— Pues que no.<br />

— Si ya te lo decía yo. Mi tía dijo lo mismo.<br />

— Tres duros te debo.<br />

— Te los guardas.<br />

El Inda era un buen chico. Sensible como ninguno. Cumplidor de<br />

su palabra. Su madre era una vieja amargada, porque al padre lo<br />

mataron en la guerra. Y le dieron sepultura con los otros, en la<br />

40


alameda. Por eso lo pagaba con el niño. Broncas por todo. Y algún<br />

tortazo en la cara. Él lloraba y se escondía, para que no lo viéramos<br />

llorar. Ni la marca de la mano.<br />

Pasaron muchos días. Y a Javier no se le iba de la cabeza la<br />

camada de gatitos. Sin madre. Sin alimento. Los dos amigos les<br />

llevaban leche y panecillos al salir de clase. Pero un día el Inda vino<br />

con una marca en la cara. Su madre lo había pillado hurgando la<br />

despensa. Para los gatos. Y Benigna tenía la alacena bajo llave. Así que<br />

los gatitos, que llevaban dos días sin comida, iban a morir.<br />

— A la salida nos vamos, Javier. A la Cueva del Madero.<br />

— ¿Tienes comida?<br />

— Tengo un lugar donde llevar a esos desdichados.<br />

— ¿Un lugar Inda? ¿Qué lugar es ése?<br />

— Uno donde no sufrirán más.<br />

Y se secó una lágrima que caía por su mejilla rolliza y pecosa,<br />

como si los gatos fueran personas, o parientes suyos. El Inda amaba a<br />

esos gatitos. A todo el mundo.<br />

Llegaron a la guarida de los cachorrillos. Los tomaron en sus<br />

brazos, eran seis o siete. Acurrucados en un rincón, diminutos, casi<br />

sin pelo, sonrosados y famélicos. Sus maullidos se metían en el<br />

cerebro de los dos amigos. Uno de ellos apenas se movía. Javier se<br />

acercó y lo examinó concienzudamente.<br />

— Creo que está muerto.<br />

— Lo está.<br />

Se miraron. Agacharon la cabeza y se distanciaron. Uno del otro<br />

y ambos de los gatitos-bebé.<br />

El Inda cogió una piedra. Otra más. Y otra. Del tamaño de una<br />

patata. Tragó saliva.<br />

41


Las lanzó contra los gatos, con calma, con rabia, con ira calmosa.<br />

Una y otra vez. Javier miraba espantado.<br />

Los quejidos se mezclaban con el olor a sangre y las lágrimas del<br />

Inda. Y una voz. La suya: «Para que no sufran. Irán con mi padre, a ese<br />

lugar donde van los buenos».<br />

Javier abrazó al Inda, y se entristeció por los gatos.<br />

Pensó en el diablo.<br />

Y vomitó.<br />

Xenia Rambla (Valencia)<br />

http://xeniarambla.blogspot.com.es/<br />

42


Inquietante inteligencia (A ti)<br />

Ilustración de Henn Kim http://hennkim.tumblr.com/<br />

Aportada por la autora<br />

A toda tu seriedad<br />

no le vendría mal<br />

mi mirada insolente<br />

para hacerte crujir los dientes.<br />

43


A esa hermosa madurez<br />

que dibuja líneas sobre tu tez<br />

le gustaría una lectura,<br />

de esas que se dan en penumbras.<br />

A esa inquietante inteligencia<br />

en la que me tienes inmersa,<br />

le pido que te deje un rato<br />

y te lance rabiosamente a mis brazos.<br />

A ti, querido hombre eterno<br />

que va y viene entre versos,<br />

pide prestado una cuota de secretos<br />

para inventar conmigo nuevos sueños.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

44


Soledad<br />

Lost identity – Nicola Fanini (Italia) http://www.nicolafanini.it/<br />

La policía, el portero que les ha abierto la puerta, los vecinos<br />

curiosos que contemplan la escena y un cartero comercial que pasaba<br />

por allí, no se explican lo que ven sus ojos. Al fondo del apartamento,<br />

una mesa infectada de recuerdos: un teléfono de rueda, fotografías<br />

ajadas, un grifo de ducha, un monóculo, una rosa marchita,<br />

postales…Todos elementos de un pasado feliz que no han sabido<br />

envejecer, igual que toda la casa que parece el decorado de una<br />

película muda donde solo caben los blancos y los negros. Del señor<br />

Floriano: ni rastro, solo su gato maullando.<br />

Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />

http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />

45


Fotografía aportada por la autora<br />

46


La mirada del árbol<br />

Cuando la gente pasa a mi lado<br />

puedo verlo todo<br />

puedo sentirlo todo.<br />

Ellos no me ven.<br />

Sí, yo les hablo<br />

pero no me escuchan.<br />

Sin embargo, cuando el viento, mi amigo,<br />

se echa a cantar<br />

entre mis hojas<br />

mi canción los acompaña,<br />

pero nadie me oye,<br />

nadie canta conmigo.<br />

Pasan a mi lado<br />

sin verme<br />

y sin entender.<br />

(Valencia)<br />

47


¿Quieres leer números anteriores de VALENCIA ESCRIBE?<br />

Número 17 (Octubre 2015)<br />

http://www.yumpu.com/en/document/view/54316333/ve-17-octubre<br />

Número 18 (Noviembre 2015)<br />

http://www.yumpu.com/en/document/view/54535272/ve-18-<br />

noviembre<br />

Número 19 (Diciembre 2015)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/54807799/ve-19-diciembre<br />

Número 20 (Enero <strong>2016</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/54933702/ve-20-enero<br />

Número 21 (Febrero <strong>2016</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/55061773/ve-21-febrero<br />

Número 22 (Marzo <strong>2016</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/55<strong>25</strong>5629/ve-22-marzo<br />

Número 23 (Abril <strong>2016</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/55357609/ve-23-abril<br />

Número 24 (Mayo <strong>2016</strong>5)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/55463300/ve-24-mayo<br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

48


Inútil<br />

Sad woman – Lucas Garcia (Brasil)<br />

https://www.flickr.com/photos/99473559@N08/<br />

Inútil. Una palabra que ha llenado mi vida. O más bien la ha<br />

vaciado. Inútil. Así es como me siento. O como me sentía. Inútil. Así es<br />

como no voy a volver a sentirme jamás.<br />

Hace apenas un año, yo no respondía a mi nombre. Era tal la<br />

cantidad de veces que me había llamado inútil, que ya había olvidado<br />

cómo me llamaba. Tantas las ocasiones, que cuando oía esa horrenda<br />

palabra, me volvía cómo si se estuvieran dirigiendo a mí. Como si yo<br />

realmente fuera una inútil.<br />

Pero no siempre fue así. Cuando nos conocimos, no había<br />

suficientes palabras bonitas en el diccionario para describirme. Para<br />

49


él, yo era hermosa, dulce, maravillosa. Yo era lo mejor que le había<br />

pasado nunca. Y, como una tonta, le creí. Tal vez en ese momento es<br />

cuando de verdad empecé a ser una inútil.<br />

Tuvimos una relación de cuento de hadas. Pero, como todos los<br />

cuentos, acabó en la boda. No sé si Cenicienta, Blancanieves o la Bella<br />

Durmiente fueron de verdad felices, ni si comieron perdices. Pero yo<br />

no probé las perdices nunca más. No tomé más que hiel.<br />

No esperó a que pasara ni una semana de nuestra boda para<br />

empezar a sembrar el germen del horror dentro de mí. Y ahí fue<br />

anidando para siempre, hasta quedarse enredado en las raíces de mi<br />

cuerpo y mi alma hasta impedir arrancármelo. Y empezó a criticarme.<br />

Mi comida no era buena, mi gusto para vestir era nefasto, y hasta mi<br />

propio traje de novia dejaba mucho que desear. No sabía hacer nada,<br />

sólo decía tonterías. Más me valdría estar callada, porque cualquiera<br />

que me oyera se burlaría de mí. Tampoco mi trabajo valía nada, y ni<br />

siquiera entendía cómo me pagaban por él. Y en cuanto a mi familia y<br />

mis amigos, lo mejor que podría hacer era apartarme de ellos, porque<br />

se reían de mí a mis espaldas y me ridiculizaban a la menor<br />

oportunidad.<br />

Me avergüenza reconocer que lo consiguió. Me aparté de mi<br />

gente, convencida que también ellos me tenían por una inútil. Cambié<br />

mi modo de vestir y descuidé mi aspecto, porque no merecía la pena.<br />

Y acabé por hacer tan mal mi trabajo, que conseguí que tras un par de<br />

bajas por depresión, me despidieran sin siquiera un finiquito en<br />

condiciones. Y me sentí todavía más inútil.<br />

Ni siquiera logré tener una hija como cualquiera. Tuve un<br />

embarazo complicado, y un parto todavía más complicado que me<br />

dejó incapaz de concebir. Y asumí que hasta para esto era una inútil.<br />

El tiempo pasó. Me cerré en mi concha y no volví a salir. Mis<br />

depresiones continuas tras el parto derivaron en una incapacidad<br />

50


total para el trabajo, que me hizo sentirme más inútil todavía. Como<br />

él se encargaba de recordarme un día tras otro. Una inútil integral.<br />

Pero tenía una hija. Una preciosa hija que, pese a todo, se estaba<br />

convirtiendo en una mujer extraordinaria. Varias veces, siendo aún<br />

una niña, me preguntó por qué no denunciaba a su padre. Yo le dije<br />

que no, que nunca me puso la mano encima y que yo no era como<br />

aquellas mujeres que salían en la tele. Yo, sencillamente, era una<br />

inútil.<br />

Un día, cuando mi hija ya era mayor de edad, me contó una<br />

historia. Se trataba de una amiga suya. Su novio la insultaba<br />

constantemente, y no dejaba que saliera con sus amigas. Le obligaba<br />

a ponerse jerséis de cuello alto y le había hecho renunciar a una beca<br />

en el extranjero que le habían dado. No dudé en recomendarle que le<br />

ayudara, y que la acompañara a denunciarlo.<br />

dijo:<br />

Mi hija me tomó de la mano, y tras darme un gran abrazo, me<br />

—Mamá, mi amiga eres tú. Vamos.<br />

Creo que en ese momento me sentí, por vez primera, una mujer<br />

madura y plena.<br />

Y nunca más he vuelto a sentirme una inútil. Porque ahora sé<br />

que nunca lo he sido. Y que no volveré a permitirle a nadie que me lo<br />

haga creer.<br />

Susana Gisbert Grifo (Valencia)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

51


Crying window – Rey Scue (Alemania)<br />

https://www.flickr.com/photos/reyscue/<br />

52


Rememorando<br />

El día trajo<br />

un aire húmedo.<br />

Recordaba,<br />

atardeceres y sombras<br />

nunca olvidados<br />

consecuencia de lluvias<br />

y ensoñaciones.<br />

Momentos suspendidos<br />

en la memoria<br />

agitando recuerdos<br />

que, ya perdidos,<br />

ocupaban espacios<br />

otrora llenos<br />

de rincones y dichas.<br />

Hoy están vacíos.<br />

La pasión acabada,<br />

en territorio extraño<br />

con gestos suspendidos<br />

y añorados momentos.<br />

Los placeres, privados<br />

de caricias y besos.<br />

Sueños malogrados,<br />

y pasiones perdidas<br />

en los rostros oscuros.<br />

Ocupando la lluvia,<br />

las cuencas y los huecos<br />

de este cuerpo<br />

dañado ya.<br />

María Luisa Pérez Rodríguez (Valencia)<br />

http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />

53


Man on the elevator – Brian Harvath (EUA)<br />

https://www.flickr.com/photos/thedistinguishedgentleman/<br />

54


Selección de personal<br />

¿Se puede matar a quien solo has conocido media hora antes? Te lo<br />

preguntas cuando aún tienes las manos entumecidas, observando al tipo<br />

que yace en el suelo del ascensor con los ojos todavía abiertos. Escuchas<br />

la voz administrativa que informa, a través del intercomunicador, que se<br />

ha resuelto la incidencia y el servicio se reanuda. Resoplas.<br />

Sientes un sudor frío. Miras hacia el espejo y sueltas un poco el<br />

nudo de tu corbata. Consultas el indicador de planta. Marca el número<br />

once. El ascensor se había detenido faltando veinte pisos para alcanzar<br />

las oficinas donde te harían la última entrevista. Hacía años que no<br />

lograbas llegar tan lejos en unas pruebas de selección de personal. Has<br />

ensayado mil veces el apretón de manos inicial y la pose segura pero<br />

cercana. Necesitas este trabajo, pero vuelves a mirar hacia el suelo. ¿Por<br />

qué tuviste que aguantar la puerta a ese imbécil? Ya habías marcado la<br />

planta. Hubiera bastado con mirar el móvil y las hojas se habrían<br />

cerrado. Pero no, tuviste que escucharlo, verlo correr y poner la mano<br />

para evitar el cierre. Sí, eso hiciste. Y también lo estrangulaste.<br />

Planta 15. ¿Habrá cámaras? No lo crees. La voz que anunció la<br />

reanudación del servicio sonaba normal. Nadie te ha visto hacerlo. Al<br />

llegar, podrías salir y dirigirte con la cabeza bien alta a la oficina.<br />

¡Estúpido! El portero os vio y seguro que en el vestíbulo sí que hay<br />

cámaras de seguridad. Cuando descubran el cadáver revisarán las<br />

imágenes y saldrá tu cara de perdedor, risueña, mientras impides que la<br />

puerta se cierre. Podrías decir que se murió de súbito. ¿Tal vez un<br />

ataque al corazón? El hombre estaba nervioso por haberse quedado<br />

encerrado y eso puede pasar. Eso dirás gritando, asustado.<br />

Pero te arrodillas junto al tipo. Corres el nudo de su corbata y le<br />

desabrochas el botón de la camisa. Observas la marca morada que rodea<br />

su cuello. Cualquier forense confirmará que fue estrangulado. Te<br />

55


condenarán. Por más que les expliques que la culpa no es tuya, sino de<br />

la empresa que había decidido dar la misma hora a los dos aspirantes al<br />

puesto.<br />

Planta <strong>25</strong>. Quizá fue el ascensor. Intentas convencerte de que si se<br />

hubiera parado solo un cuarto de hora no habría sucedido nada.<br />

Fantaseas con la idea de que, tal vez, quería que lo mataras. Esperó a<br />

que lo odiaras lo suficiente. Y ese arrogante se lo merecía. Si hubiera<br />

estado callado, seguiría paseando su condescendencia por las calles.<br />

Pero no, tuvo que decir que este trabajo, del que depende el futuro de<br />

tus hijos, no era para él nada más que algo transitorio, mientras<br />

estuviera en la ciudad. Te restregó su preparación, te mostró con<br />

sutileza que no tenías ninguna opción. Si hubiera sabido que el banco<br />

iba a desahuciarte a lo mejor habría sido más discreto. Pero no lo sabía.<br />

Y ahora está muerto.<br />

Buscas justificarte. Piensas que eres víctima de una traición del<br />

destino, aunque ese cliché no te servirá ante la policía. Ni ante el juez. El<br />

diccionario tiene una palabra para definir en lo que te has convertido:<br />

asesino. Irás a la cárcel. Tu mujer tendrá que explicar a los niños por<br />

qué su papá ya no vive con ellos. Has de huir. Quizá no haya nadie<br />

cuando arribes a la planta 30. Podrías marcharte por las escaleras.<br />

¿Quién podría negar que él seguía vivo al bajarte? Hay mucho loco por<br />

ahí. Tal vez tuvo la mala suerte de encontrarse con uno.<br />

Al deteneros, llenas los pulmones de aire mientras las hojas se<br />

deslizan lateralmente.<br />

Sientes alfileres danzando en tu estómago al ver a un hombre<br />

trajeado y sonriente esperando en el vestíbulo.<br />

Te mira a los ojos.<br />

Te habla, sin perder la sonrisa<br />

—El señor Sánchez, ¿verdad?<br />

56


Su tono es cordial. Piensas en cómo es posible que no te pregunte<br />

por el cadáver.<br />

—Sí, soy yo —respondes con la misma naturalidad.<br />

—Buenos días, soy el adjunto a dirección. Le estábamos esperando.<br />

Estás seguro de que ha mirado adentro. ¿Por qué no muestra un<br />

mínimo signo de asombro?<br />

—Disculpe mi tardanza. Nos hemos parado…<br />

—No se preocupe, conocíamos la incidencia.<br />

Le sigues hasta el despacho de dirección. Te abre la puerta. Tras una<br />

mesa, la persona que decidirá tu futuro te sonríe mientras dobla un<br />

periódico deportivo.<br />

—Siéntese, por favor.<br />

Tomas asiento, el tipo que te acompañó permanece de pie. El<br />

director te acerca un documento con un bolígrafo encima.<br />

—Bienvenido. Este es su contrato.<br />

—Pe… pero ¿así? ¿Sin entrevista?<br />

—No hace falta, ya ha demostrado tener lo necesario para este<br />

trabajo. —El director mira detrás de ti, dirigiéndose a su adjunto—. ¿Se<br />

ha solucionado ya la incidencia del ascensor?<br />

—Sí, señor. El personal de mantenimiento se ha encargado de ello.<br />

Se te pasan muchas cosas por la cabeza, pero ya no son importantes.<br />

Tienes el trabajo.<br />

David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />

http://elreinorobado.blogspot.com.es/<br />

57


Theatre – Fear of the dark (Bulgaria)<br />

http://dreamzzzcatcher.deviantart.com/<br />

58


El aplauso<br />

La representación había terminado, el pesado telón de<br />

terciopelo granate se deslizaba lentamente, mientras los actores<br />

cabizbajos se retiraban por ambos lados del escenario. María<br />

Rodríguez, la actriz principal, lloraba mientras Rodolfo, el actor de<br />

carácter, le daba unas paternales palmaditas en la espalda y le<br />

susurraba: tranquila, no es tu culpa, lo has hecho muy bien, es solo<br />

que el público no siempre está igual de receptivo. Lo sé –dijo ella<br />

enjugándose las lágrimas con un pañuelo que sacó del escote de su<br />

vestido. Pero hoy es el último día de representación y sigo viendo el<br />

teatro prácticamente vacío. Eso me desmotiva, me aterroriza pensar<br />

cómo será en el próximo montaje. Tal vez tengamos más suerte,<br />

replicó su compañero. ¿Tú crees? Claro, además todavía nos queda la<br />

última representación, la de esta noche. Yo ya no tengo esperanza, ya<br />

sé que no es lo mismo estrenar en Madrid que en una pequeña ciudad<br />

como esta, pero en otras nos han aplaudido, hemos llenado el teatro.<br />

Claro, pero en este teatro el público es mucho más estricto.<br />

Exige perfección, no admite ningún defecto, ni un solo desliz ¿no lo<br />

has visto durante todas estas representaciones? Nos miran con<br />

frialdad, como si en lugar de venir a ver un espectáculo nos<br />

estuvieran juzgando, quieren que les entreguemos lo mejor de<br />

nosotros a cambio de unos míseros euros, los que han pagado por su<br />

butaca; es lógico. No, no lo es, estamos dando en el escenario lo mejor<br />

de nosotros, ni siquiera nos ha temblado la voz un instante, no hemos<br />

dudado una sola vez, ha sido una representación impecable, rayaba la<br />

perfección. Y ellos han sido incapaces de premiar nuestro trabajo con<br />

un mísero aplauso.<br />

Comprende, querida, son otros tiempos, quizá lo estén pasando<br />

mal, no tengan trabajo, problemas sentimentales, familiares. Y a<br />

59


ellos, ni en sus trabajos, ni en la cotidianidad de sus monótonas vidas<br />

les aplauden, son tiempos difíciles para todos. Nosotros podemos<br />

representar muchos personajes, vivir muchas vidas incluida la<br />

nuestra, pero ellos solo tienen una y han de cargar con ella todo el<br />

tiempo. Nosotros terminamos la representación y nos vamos a casa a<br />

hacer otro papel, el más importante, el de nuestra vida. Ellos<br />

representan el suyo continuamente. Cuando se sientan en el patio de<br />

butacas, siguen interpretando. ¿Lo entiendes ahora? Ya verás cómo<br />

esta noche es distinto. Es la última representación. Es el fin.<br />

Marisa Martínez Arce (Valencia)<br />

60


Nimú<br />

Fotografía aportada por la autora<br />

¡Otra vez el maldito teléfono! ¿La empresa de recobro no se<br />

cansa? ¡Qué pesados! Ya dije que pagaría cuando cobrara el paro.<br />

Deben pensar que por insistir voy a conseguir dinero antes ¡Ya me<br />

gustaría tener un trabajo que me permitiera llegar a fin de mes! A<br />

este paso es más probable que me toque la lotería; o mejor aún, que<br />

se presente el gato de la Bisa y me diga que soy la elegida. Solo<br />

faltaría, que en mitad de la noche, apareciera un gato negro con los<br />

ojos redondos y del color del Sol, me mirara fijamente, y comenzara a<br />

hablar: «El tercer día, tras la luna llena, acudirás al cementerio a<br />

medianoche. Permanecerás quieta hasta que la roca oscura escupa al<br />

gran toro negro. Te enfrentarás a él con valor. Te volteará tres veces<br />

y la última caerás encima del lugar donde se esconde la fortuna de un<br />

antepasado».<br />

Y entonces me dará un infarto y fin de la historia...Tiemblo al<br />

recordarlo. La cara de los primos mirando a la abuela una tarde de<br />

61


invierno, mientras ella tejía historias y su voz se colaba entre<br />

cadenetas: «Una noche, aquel gato mágico, que en realidad era el<br />

espíritu de un familiar lejano, se le apareció a mi madre y la invitó a ir<br />

al cementerio. La Bisa no tuvo suficiente valor y el animal juró que<br />

regresaría cada cien años para presentarse a alguno de sus<br />

descendientes». Nada volvió a ser igual.<br />

Cien años. Ya va tocando, ya. Bueno, también dijo que se le<br />

aparecería al más afortunado, osea que no seré yo. Nunca me pasa<br />

nada extraordinario, ni especial, ni siquiera cómico. Mi vida es<br />

aburrida y común. ¿Me estaré volviendo loca? ¿la monotonía me hace<br />

delirar?. No me he drogado, aunque la cruda realidad me invita a la<br />

evasión. ¿Se puede saber de qué me quejo? La Bisa sí que fue<br />

desgraciada. ¡Aquellas vidas tan sacrificadas!. Debió serle difícil<br />

asumir que su propio padre la desheredara junto a su madre por<br />

creerla adultera. ¡Pobre Tatarabuela! condenada a unirse a un señor<br />

treinta años mayor que ella para echarse un mendrugo de pan a la<br />

boca. Años en los que la belleza de una mujer pobre se convertía en<br />

una oportunidad para toda la familia. Tiempos de miserias,<br />

hambrunas y obligaciones tiznadas de picón, que opacaban el cariño<br />

de unos padres y la voluntad de sus hijas. ¡Aquel día de primavera!<br />

cuya lluvia limpió de sudor y tierra la carne desnuda de un amor<br />

temprano, arrullado por el deseo en las noches oscuras; y que regó de<br />

pecado mortal su simiente. No me extraña que la Bisa fantaseara con<br />

recuperar aquello que se le arrebató y que en las tardes frías, a la luz<br />

del candil, adivinara algún gato en la sombra de su propia tristeza.<br />

Hoy las siento muy cercanas. El alma de la una titila en la llama<br />

de esa vela y el espíritu de la otra parece alentar a Nimú mientras<br />

acaricio su lomo.<br />

Almudena Villalba Organero (Náquera, Valencia)<br />

https://www.facebook.com/Mi-mundo-entre-letras-<br />

1752176455003435/<br />

62


Llegando a puerto<br />

South Carolina morning (1955) – Edward Hopper (1882-1967)<br />

Imagen aportada por la autora<br />

No tengo todo el tiempo del mundo para esperarte. Es más, me<br />

queda poco. Posiblemente menos de lo que tú piensas.<br />

o tengo tiempo para zarandajas ni acertijos.<br />

He perdido demasiadas horas ocupada en quienes no mostraron<br />

nunca el más mínimo interés por conocer mis hazañas.<br />

Muchas, demasiadas horas perdidas aguardando que vinieses a<br />

arroparme el corazón.<br />

63


Es mi tiempo. Tiempo de hablar como me place, de mostrar u<br />

ocultar según mi mente dicte porque ya lleva años en la andadura y…<br />

aprendió a distinguir el brillo natural del burdo lucimiento de<br />

oropeles.<br />

Y no me tiembla la lengua ni los labios si alguna que otra tarde<br />

tengo que defender mis libertades y gritar a los cuatro vientos mi<br />

verdad si necesario fuese.<br />

Tengo contados los meses y los días.<br />

Acabo de cerrar la puerta a los temores, dado al pestillo dos<br />

vueltas de llave y no me alcanzarán aquellos que quisieron<br />

doblegarme.<br />

No habrá hueco en mi casa para los desagradecidos y yo no hago<br />

distinción de género. Mujeres haylas descastadas y multitud de<br />

hombres inmaduros. Allá películas y cada uno que haga de su capa un<br />

sayo. Yo no me erijo en juez de nadie pero guardo mi hacienda y voy a<br />

dar nada a quien nada me dio para ocupar mis dedos acariciando<br />

solamente las manos de los pocos que en esta vida me han querido<br />

algo.<br />

Hago público que no me avergüenzo de tener corazón ni<br />

siquiera me duelo por haberlo llevado casi siempre al descubierto.<br />

Lleno está de zurcidos y arañazos pero aún late con fuerza y es de ley<br />

el mesurado amor que brota de su herida.<br />

No más engaños. No. Ni uno más.<br />

No más buscar la complacencia en aquellos que te pasan la<br />

mano por la espalda para llenarte luego de maldiciones o<br />

simplemente para despellejarte.<br />

Se pregona fácilmente aquello de sentirse libre, quererse y<br />

mirarse al espejo sin pestañear y sin mentirse. Pero qué va a ser fácil?<br />

Por eso las personas, algunas al menos, lo aprendemos tarde.<br />

64


Y más de uno dirá: ¿Qué mosca le ha picado hoy a esta mujer?<br />

Pues mire usted, señor, ni lo sé ni me importa pero ya le advertí que<br />

ha llegado mi hora. La hora de decir lo que me plazca y no sentir<br />

remordimientos.<br />

Añado que si a alguien esto le suena a epitafio lastimero, a<br />

revancha, a congoja o cosas parecidas, evítese la molestia de<br />

juzgarme. Más que nada porque no haré caso.<br />

Isabel Sifre Puig (Valencia)<br />

65


Lost identity – Tudor Chira (Rumanía) http://arioth.deviantart.com/<br />

66


Identidad<br />

Al bajar del autobús noté que faltaba mi cartera. Al instante<br />

recordé al sujeto de aspecto repulsivo que se me acercaba en medio<br />

de aquel maremágnum humano. Tarjetas de crédito, credenciales,<br />

identificaciones, todo estaba en mi cartera.<br />

Me dirigí apresurado a la estación de policía más cercana y lo<br />

primero que hicieron fue pedirme una identificación. Ante mi<br />

enérgica respuesta sólo atinaron a confirmar que, sin una<br />

identificación oficial, es imposible iniciar un trámite policíaco.<br />

Pedí hablar con un superior. El comandante en turno, después<br />

de hacerme esperar más de dos horas, repitió farfullando el<br />

diagnóstico del primer oficial: sin una identificación válida ningún<br />

trámite es posible.<br />

No miento si digo que salí de la gendarmería encolerizado ante<br />

la burocracia policial y profundamente confundido: sin dinero y sin<br />

tarjetas de crédito me parecía una barrabasada caminar hasta mi<br />

casa, que estaba a más de cinco kilómetros de donde me encontraba.<br />

Pero no tenía alternativa.<br />

Caminé mucho tiempo bajo el sol abrasador del verano y llegué<br />

hasta mi casa con la ropa empapada de transpiración. Pero al llegar<br />

divisé en el jardín a mi hijo pequeño y me sentí aliviado de inmediato.<br />

Sin embargo, Luisito siguió jugando sin darle importancia a mi<br />

presencia. Me acerqué hasta él y le tendí los brazos, como hago<br />

siempre. El niño se me quedó viendo, lanzó un alarido y salió<br />

corriendo hacia la puerta de la casa.<br />

Mi mujer salió al instante alarmada por el grito; recogió al niño<br />

y apuntándome con el dedo índice me ordenó que saliera del jardín<br />

de su casa.<br />

67


Avancé un poco, pensando que tal vez la confundía mi<br />

lamentable facha, pero alzando la voz me gritó que me retirara o<br />

llamaba a la policía.<br />

—Amor, —le dije— qué te pasa, soy yo, tu marido...<br />

Su respuesta fueron más gritos, entró a la casa y cerró la puerta.<br />

Por fortuna pasaba por ahí mi vecino, un amigo de toda la vida.<br />

Lo intercepté, pero cuando quise explicarle mi tragedia, me miró<br />

fijamente a los ojos y me dijo «perdone señor, pero yo a usted no lo<br />

conozco».<br />

Entonces entendí que además de la cartera me habían robado<br />

otra cosa...<br />

68


Renovación<br />

Determined - Gerald Emming (Holanda)<br />

https://www.flickr.com/photos/justgerald/<br />

Quizás es preferible callarse muchas veces.<br />

No pronunciar más nombres que los imprescindibles.<br />

Restar sin pedir cuentas ni sacar las facturas.<br />

Recoger, recogerse.<br />

Quizás es el momento de reparar el barco,<br />

de reunir provisiones mientras todos desertan.<br />

Calzarse botas altas y equiparse con guantes<br />

Arrojar los cadáveres que quedan en cubierta.<br />

Quizás es el momento de ampliar horizontes,<br />

de tener el coraje de levantar las velas.<br />

Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />

http://lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

69


The slender man – Beezelballocks http://beezelballocks.deviantart.com/<br />

70


El Largo<br />

Todos los días pasaba por delante de nuestra casa para llegar a<br />

la suya y yo esperaba expectante ese momento.<br />

En el pueblo nadie conocía su nombre y por lo que mis padres<br />

contaban, era un hombre sumamente extraño y poco de fiar<br />

coincidiendo con la opinión de los lugareños a los que no les merecía<br />

ninguna confianza.<br />

Desde que tengo uso de razón mi curiosidad acerca de él crecía,<br />

como lo hacían mis años. Su apariencia escuálida y su tez descolorida,<br />

añadían una áurea de inquietud a su persona y por su gran altura se<br />

le conocía en el pueblo por «El Largo».<br />

Vivía en una desconchada y siniestra casona a las afueras del<br />

pueblo y casi en su misma puerta crecía un único y hermoso árbol<br />

que coronaba una frondosa copa que era motivo de numerosos y<br />

horribles comentarios.<br />

Aquel día era mi 14 cumpleaños, salí de mi casa y caminé<br />

despacio hacia la casona... quería saber...<br />

Conxa Gausí Caballero (Valencia)<br />

71


La noche estrellada (De sterrennacht, 1889)<br />

Vincent Van Gogh (1853-1890)<br />

72


Noche estrellada<br />

Theo Van Gogh – Amsterdam<br />

Mi querido hermano Theo:<br />

Mayo 1889<br />

Espero que tú y la encantadora Johana estéis bien. Yo me<br />

mantengo estable y, al menos a ratos, puedo pintar y dar algún paseo,<br />

aunque debo insistir en que, quien sea que quiere envenenarme,<br />

encuentra el modo también aquí, en el Sanatorio. Para que lo<br />

compruebes, debo hablarte del cuadro que estoy terminando.<br />

Ahora lo observo, iluminado por la luz de la mañana. Me vuelvo<br />

hacia la ventana y compruebo la posición de la torre de la iglesia, los<br />

tejados, las colinas del fondo y los cipreses del primer plano. El cielo<br />

es todavía de un azul muy pálido, casi pastel, que se irá oscureciendo<br />

hasta, a primera hora de la tarde, convertirse en el azul intenso, casi<br />

ultramar, lleno de vibración y fuerza. Pero, cada día un poco más<br />

temprano, se descompone en tonalidades diferentes que aún no están<br />

en mi paleta, y van apagándose, virando hacia el rosa o el violeta, y<br />

luego se ensombrecen de forma paulatina. Ese azul oscurecido, sobre<br />

el que ya destacan nítidas las luces del pueblo y las estrellas, es el que<br />

he tenido que conseguir a fuerza de memoria. Es imposible pintar sin<br />

una luz, aunque sea la débil llama del quinqué tras el biombo, que, sin<br />

embargo, no desvirtúe el tono exacto del cielo que quise conseguir<br />

para su base. Dicen que hay más de cien azules diferentes; yo<br />

pretendo encontrar tan sólo seis o siete, pero han de ser perfectos.<br />

No puede ser el azul de Prusia, casi negro, de la oscuridad, sino el del<br />

momento exacto en que la noche cruza el límite y ya no puede volver<br />

atrás.<br />

73


Comienza enseguida a hacerme efecto la dosis de medicación<br />

que me dan con el desayuno, pero sólo es ahora, gracias a ella,<br />

cuando tengo el pulso firme y la visión limpia, sin los cuales no puedo<br />

dar las pinceladas que reflejen la memoria de mi mirada nocturna.<br />

Vacío en la paleta los colores, los mezclo en distintas proporciones y,<br />

con varios pinceles, los aplico siguiendo las líneas de la brisa que<br />

recorre el camino de las estrellas, cortada en su trayecto por el ciprés<br />

estricto. Los montes, en cambio, redefinen su curva y la iluminan<br />

tenuemente. Antes de que una dulce beatitud me impida<br />

concentrarme, debo anotar las impresiones de lo que no se ajusta a<br />

mi recuerdo impreciso, para comprobarlo justo después de tomar la<br />

medicación de la cena, que tarda en hacerme efecto una hora más o<br />

menos. Una hora que, como cada anochecer, pasaré asomado a esta<br />

ventana.<br />

Una hora. Es todo lo que tengo para sentir, para llorar, para<br />

dejarme llevar por el ritmo del cielo que contemplo, cambiante e<br />

inaprensible. Pero, durante este tiempo doloroso y lúcido, no puedo<br />

evitar las preocupaciones ni resistirme a los recuerdos, y mi mirada<br />

es alterada por las lágrimas. Las estrellas, que sé puntos concretos<br />

apenas titilando en su sitio, crecen ante mis ojos y bailan con la brisa.<br />

La luna tiembla, se expande confusa en mi mirada acuosa, sólo su<br />

centro se mantiene enfocado. Los colores varían, se alteran,<br />

intensifican o apagan dependiendo de cada pestañeo. Debo añadir<br />

blancos, amarillos, incluso rojos. Rendido a las emociones que me<br />

perturban el espíritu, así es como quiero pintarlo. Sé que busco un<br />

imposible, pero, mientras me quede voluntad, lo intentaré.<br />

Contemplo tan fijo como puedo el cielo estrellado, cierro los ojos y<br />

camino los tres pasos exactos hasta la mesa y el cuaderno y, casi a<br />

ciegas, lleno las hojas de frases ilegibles, la tinta diluida por un llanto<br />

que no puedo contener, los sollozos sacudiéndome el pecho, la mano<br />

agarrotada. Caigo al suelo, me arrastro hasta la cama y me vence una<br />

somnolencia narcótica de la que no recordaré los sueños si despierto.<br />

74


Hoy te he escrito en vez de pintar, porque necesito que me<br />

envíes láminas para poder trabajar el color. Si pudieras conseguirme<br />

La Piedad de Delacroix, La resurrección de Lázaro de Rembrandt y<br />

otras similares… Mientras llegan, seguiré trabajando sobre Millet, mi<br />

favorito. Nunca me canso de él.<br />

Theo, ya no puedo escribir. Ahora tengo que acostarme, pierdo<br />

el sentido, alguien me envenena, quieren acabar conmigo, ayúdame,<br />

hermano.<br />

Vincent<br />

Hospital Mental de Saint-Paul-de-Mausole. Saint-Rémy-de-<br />

Provence<br />

Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />

http://www.irae.es/<br />

75


Tunnel – frednuff (Reino Unido)<br />

https://www.flickr.com/photos/8249<strong>25</strong>09@N00/<br />

76


Más rápido que ellos<br />

Mucho me temo que vienen a rescatarme, así que sin más<br />

dilación salto. Me precipito en el vacío a un túnel de vértigo mientras<br />

los fotogramas se suceden tan rápido que se solapan unos con otros.<br />

Y al final de la secuencia, rojo intenso antes del negro. Corten.<br />

Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />

http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />

77


In the café – Stefan Toups (Alemania) https://500px.com/stefantoups<br />

78


Los días (fragmento)<br />

...<br />

Las mañanas suelen ser tranquilas. Apenas vienen los mismos<br />

de siempre, y con muy poco ya están servidos. Hasta tengo tiempo<br />

para hacer el crucigrama del diario. Lo hago a lápiz, sin apretar, y<br />

después lo borro, porque luego llega Ernesto y lo primero que hace es<br />

resolver los pasatiempos. Ernesto es de los más madrugadores.<br />

Estuvo bastante mal hace un par de años. Le diagnosticaron complejo<br />

persecutorio. Tuvo que llevar durante muchos meses un fuerte<br />

tratamiento a base de ansiolíticos y antidepresivos que lo dejaba<br />

aturdido, aparte de visitar regularmente la consulta del sicólogo.<br />

Venía por aquí de vez en cuando y nos contaba sus avances. Decía que<br />

estaba aprendiendo a racionalizar sus miedos, obsesiones y manías, y<br />

también a mirar el entorno con la perspectiva adecuada. En el bar<br />

nadie daba nada por él. Pero se curó. Fue algo sorprendente. Desde<br />

entonces lleva escritos dos libros de autoayuda y no duda en enseñar<br />

sus claves al primero que se sienta a su lado. Suele hacerlo con una<br />

mano encima del periódico, para que no se lo quiten, y la otra<br />

sujetando el hombro de su interlocutor mientras da unos sorbos<br />

diminutos a su taza de café descafeinado con leche, a veces incluso<br />

cuando ya está vacía. Su aspecto ha mejorado también. Su actual aseo<br />

personal nada tiene que ver con el desaliño de antes. Se podría decir<br />

de él que es un hombre totalmente nuevo, si no fuera por un par de<br />

secuelas que le dejó su anterior etapa. Una es un severo tic de ojos,<br />

como si estuviera echando fotos, que a veces logra mantener a raya,<br />

pero que cuando se le va de las manos produce tantas instantáneas<br />

que puestas en secuencia darían la ilusión de movimiento continuo.<br />

La otra es en realidad tan leve que casi no merece ser mencionada, y<br />

que consiste en un gesto tan sutil y fugaz que solo se percibe<br />

79


prestando cierta atención, en el que parece mirar con disimulo a un<br />

lado y a otro mientras te está hablando.<br />

Arturo es otro de los asiduos, aunque no solo por la mañana. Él<br />

habla poco, al menos últimamente. Se sienta cada vez más retirado de<br />

la barra y solo se acerca a ella para llenar el vaso de vino. Hace<br />

tiempo se quitó de fumar y cogió la costumbre del palillo en la boca.<br />

Entonces era muy hablador. Era capaz de enzarzarse en la primera<br />

discusión que saliera, tratase el tema que fuera, y de imponer su<br />

improvisado criterio en ella. Solía hacerlo sacándose el palillo de la<br />

boca. Lo mantenía en continuo movimiento entre la punta de sus<br />

dedos, como la batuta de un director de orquesta, señalando con él<br />

los puntos más interesantes de su discurso, anunciando la inminencia<br />

de un razonamiento complicado de entender y subrayando aquellas<br />

conclusiones a las que siempre llegaba, y que particularmente le<br />

parecían irrevocables. Pero era cuando resolvía su exposición con<br />

una frase realmente ingeniosa, colofón de un planteamiento<br />

interesante, que se lo volvía a la boca, entre los dientes, en un gesto<br />

de sonriente satisfacción. Pero luego se quedó parado. Poco después<br />

se separó de su mujer. Y se fue volviendo cada vez más huraño y<br />

aficionado a la bebida. Continúa con el palillo, pero ahora no se lo<br />

quita de la boca. A veces pienso que a través de él se puede leer su<br />

estado de ánimo. La mayor parte de los días lo lleva lánguido, como<br />

colgando pegado de su labio inferior. Es cuando nada parece existir a<br />

su alrededor, salvo su provisión de vino, y se podría decir que<br />

tampoco nadie echa cuentas de él. Siendo este su estado habitual,<br />

cualquier pequeño cambio se hace claramente perceptible.<br />

Como la escasa atención que excepcionalmente presta algunos días a<br />

las conversaciones de los demás. Se puede reconocer por una leve<br />

reacción de sus ojillos acuosos, pero sobre todo por los movimientos<br />

de su palillo, que de pronto se yergue en la atmósfera del bar, como<br />

una antena, recibiendo cada palabra que se dice y reaccionando a su<br />

significado con movimientos que podrían indicar su acuerdo o<br />

80


desacuerdo, o su inquietud, cosa esta que se deduce por una sutil<br />

vibración, cual ramita de zahorí, que tarde o temprano,<br />

indefectiblemente, finaliza en un suspiro, remedo de risa, en el que<br />

parece escapar todo cuanto en su interior pudiera vincularlo a la<br />

existencia, dejándolo de nuevo y hasta no sé sabe cuando a merced de<br />

una infinita apatía y con el palillo flácido y a punto de caer de su<br />

labio. A veces pienso, a juzgar por su renegrido aspecto, que es el<br />

mismo de siempre y que no se lo quita ni para dormir. Aunque<br />

probablemente lo deje sobre la mesita hasta por la mañana. En un<br />

vaso de agua tal vez.<br />

...<br />

Enrique Mochón Romera (El Puerto de Sagunto, Valencia)<br />

81


Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, además de otras cosas, seguimos proponiendo imágenes<br />

para ser relatadas y colgando convocatorias de concursos literarios:<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />

Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe Haiku.<br />

Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

Más poesía en un blog de poco alcance que queremos potenciar<br />

con vuestras aportaciones<br />

http://valenciaescribepoesia.blogspot.com.es/<br />

Y para seguir leyendo relatos de nuestros autores, nada mejor<br />

que pasar cada día por nuestro blog:<br />

http://valenciaescribe.blogspot.com.es/<br />

82


¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

noticias o artículos sobre Literatura? Únete al grupo de Facebook<br />

Club de Lectura Valencia Escribe:<br />

https://www.facebook.com/groups/43<strong>25</strong>49686885240/<br />

Si eres aficionado al cine, también tenemos nuestro propio club.<br />

Inserta reseñas, aconseja películas, comparte artículos, fotos,<br />

opiniones y debátelas en el grupo de Facebook CineClub <strong>VE</strong>:<br />

https://www.facebook.com/cineclubve<br />

83


Fotografía de Miguel García Rodríguez (Valencia)<br />

84

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!