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Introducción<br />
“Después de una revolución, los revolucionarios victoriosos<br />
siempre intentan convencer a los escépticos que han logrado<br />
grandes cosas, y usualmente cuelgan a quienes los refutan.”<br />
H.L. Mencken<br />
La concentración de poder que fue inherente al régimen que emanó de la<br />
Revolución permitió construir un sistema político funcional a partir de la<br />
tercera década del siglo XX porque la mexicana era una sociedad mucho<br />
más sencilla que la actual: era esencialmente rural y aspiraba a construir<br />
una economía fundamentada en la industria, todo lo cual empataba con<br />
un esquema de disciplina laboral y política. Noventa años después, las<br />
circunstancias son otras y la concentración del poder ha acabado siendo<br />
tanto disfuncional como ilegítima. Además, y este es el punto clave, un<br />
poder tan concentrado ya no logra el cometido de preservar la estabilidad o<br />
desarrollar una capacidad transformadora.<br />
El <strong>problema</strong> del poder en México tiene causas internas y externas. Por el<br />
lado interno, el sistema político construido en las primeras décadas del siglo<br />
XX tuvo por propósito estabilizar al país luego de la gesta revolucionaria;<br />
su racionalidad fue la de consolidar el poder de los ganadores a la vez de<br />
crear espacios regulados y limitados de participación para el resto de la<br />
sociedad organizada en ese momento. Aquel sistema tuvo enormes virtudes<br />
al generar no sólo una paz duradera sino también condiciones propicias para<br />
el desarrollo de la economía; al mismo tiempo, su principal defecto fue que<br />
no creó mecanismos de ajuste. Además, las reglas, en su mayoría, no eran<br />
formales, por lo que su cumplimiento se basaba en un principio de lealtad,<br />
miedo y percepción de riesgo. De esta manera, el sistema se constituyó<br />
como una estructura permanente, cuya única fuente de flexibilidad radicaba<br />
en el límite sexenal a la presidencia. Este límite no era menor y permitía un<br />
recambio de la élite política, pero no un ajuste constante que favoreciera la<br />
México requiere un nuevo sistema de gobierno<br />
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