Las cuatro transformaciones y sus fundamentos pedagógicos e institucionales
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a RTÍCULOS<br />
<strong>Las</strong> <strong>cuatro</strong> <strong>transformaciones</strong><br />
y <strong>sus</strong> <strong>fundamentos</strong><br />
<strong>pedagógicos</strong> e <strong>institucionales</strong><br />
4<br />
FERRAN RUIZ TARRAGÓ<br />
Ex-Presidente del Consejo Escolar de Cataluña<br />
frtarrago@gmail.com<br />
e DUCADORES= Abril - Junio 2016
Una situación incómoda<br />
El sistema educativo tiene algo de paradójico:<br />
puede jactarse de funcionar y dar el servicio<br />
para el cual ha sido creado al tiempo que existe<br />
una sensación de malestar por su operativa y resultados.<br />
Los centros educativos abren <strong>sus</strong> puertas<br />
cada día, los alumnos van a clase y obtienen las<br />
credenciales que su aprovechamiento merece de<br />
acuerdo con los métodos y criterios establecidos.<br />
Los enseñantes cumplen su mandato: imparten<br />
lecciones, velan para que las clases sean ordena-<br />
das y atentas, evalúan, orientan y dan apoyo a los<br />
alumnos y reciben su sueldo. Los centros educativos<br />
son instituciones respetadas que cumplen con<br />
su misión y gozan de la confianza de los padres. El<br />
sistema está ordenado, obedece a leyes y normas,<br />
dispone de financiación, está sujeto a controles y<br />
5<br />
ofrece a la sociedad el servicio que ésta le pide. En<br />
absoluto se podría decir que sufre un proceso de<br />
degradación.<br />
u<br />
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u<br />
Esta parte innegable de la realidad no es la<br />
única. Hay también una sensación agridulce por<br />
evidencias de disfunciones que ni siquiera a base<br />
de esfuerzo se pueden compensar. A menudo hay<br />
descontento con los resultados del trabajo del profesorado<br />
y éste lo está por el hecho de que muchos<br />
alumnos a duras penas sintonizan con lo que<br />
pretende enseñarles. Los sinsabores se acrecientan<br />
por su escasa voz en las políticas educativas<br />
y por la percepción de que la sociedad no valora<br />
su función en grado suficiente. El rendimiento del<br />
alumnado en pruebas externas es juzgado como<br />
mediocre por la sociedad y los medios de comunicación<br />
recogen numerosas críticas y se expresan<br />
sin ambages en el sentido de que hay profesores<br />
mal formados o poco comprometidos.<br />
En los últimos años se ha extendido la percepción<br />
de la necesidad de un cambio, pero falta<br />
concreción y consenso sobre cómo debería ser y<br />
llevarse a cabo. Hay constantes apelaciones al esfuerzo<br />
del alumnado y a la formación del profesorado,<br />
a la innovación y a la calidad pero sin precisar<br />
en qué consiste la una ni la otra. También hay confusas<br />
invitaciones a la disrupción educativa y a poner<br />
las clases al revés (¿acaso los padres pueden<br />
sentirse confortables con esta terminología?). Para<br />
otros el único cambio deseable consiste en girar la<br />
vista hacia lo que se pretende que tuvo éxito en el<br />
pasado.<br />
<strong>Las</strong> inquietudes y las insatisfacciones se<br />
acentúan por la falta de liderazgos intelectuales<br />
e DUCADORES= Abril - Junio 2016<br />
claros por parte de expertos, académicos e investigadores<br />
y por el exceso de estudios e informes ajenos<br />
a la institución escolar, y por tanto escasamente<br />
relevantes para docentes y equipos directivos.<br />
El sistema educativo está en tensión por exceso<br />
de normas, programas y mandatos administrativos,<br />
cuya consistencia está lejos de demostrarse.<br />
A menudo se proclaman sin análisis rigurosos y<br />
participativos de las causas de los déficit y de los<br />
factores que han llevado al sistema a una situación<br />
que se juzga inadecuada. También hay carencias<br />
en cuanto a prospectiva de futuro, formulación de<br />
escenarios y modelización de procesos de transformación<br />
pedagógica, organizativa e institucional<br />
que pudieran fundamentar cambios <strong>sus</strong>tanciales y<br />
deseables. Es además evidente la falta de viabilidad<br />
biológica del currículum y la imposibilidad, con el<br />
sistema actual, de conseguir con carácter general<br />
que se logren satisfactoriamente los gargantuescos<br />
objetivos oficiales.<br />
Liberar potencial<br />
Quien <strong>sus</strong>cribe estas líneas es de la opinión<br />
que lo que el sistema educativo realmente necesita<br />
es la liberación del potencial existente en las<br />
instituciones educativas y el despliegue de todas<br />
<strong>sus</strong> capacidades con profesionalidad y rigor, tal<br />
como están tratando de hacer muchos centros,<br />
aunque su número esté aún lejos de alcanzar una<br />
dimensión sistémica. Para esta liberación es preciso<br />
contar con visiones de futuro y principios de
conducta individual y<br />
colectiva que puedan<br />
ser interpretados,<br />
adaptados y puestos en<br />
práctica por profesores que<br />
aprecian y conocen bien<br />
a <strong>sus</strong> alumnos y <strong>sus</strong> realidades,<br />
que trabajan en<br />
centros educativos que<br />
actúan de manera sensata,<br />
organizada y eficaz bajo<br />
un liderazgo responsable y<br />
comprometido; centros que<br />
asimismo cuentan con recursos<br />
suficientes y que dan cuentas<br />
a la sociedad de manera honesta,<br />
equilibrada y productiva.<br />
Una estrategia con proyección<br />
de futuro debería dejar<br />
claro que, hoy en día, la superación<br />
de las disfunciones educativas<br />
depende sobre todo de imaginación y<br />
visión de futuro, ambición y voluntad emprendedora,<br />
proyecto educativo, aplicación autónoma<br />
y comprometida del conocimiento individual<br />
y colectivo y del uso flexible y discrecional de los<br />
tiempos y de los recursos humanos, materiales y<br />
culturales con que se cuente. Cualquier otra cosa,<br />
y en especial cualquier norma que no ayude en este<br />
sentido, acaba teniendo el efecto de reforzar el statu<br />
quo, enquistar los problemas y fomentar el asentimiento<br />
y la pasividad mucho más que la diligencia<br />
y la voluntad de tomar el timón con<br />
las propias manos.<br />
Resumiendo, la<br />
educación necesita una<br />
salida que ciertamente<br />
no consiste en más<br />
leyes, más protoco-<br />
los, más currículo y más<br />
control. Lo que se requiere<br />
son principios de conducta y<br />
actuación claros y bien fundamentados,<br />
empáticos con el<br />
alumnado, su personalidad y circunstancias,<br />
ambiciosos a la vez que<br />
asumibles de manera progresiva, que<br />
inspiren confianza y que puedan <strong>sus</strong>tentar<br />
procesos viables de transformación<br />
protagonizados por la unidad clave del<br />
sistema, que no es otra que la institución<br />
educativa.<br />
Diez principios de<br />
pedagogía institucional<br />
Seguramente se pondrían pocas objeciones<br />
a una educación que garantizara a todos los<br />
alumnos la oportunidad de disfrutar de una etapa<br />
inspiradora, estimulante, productiva, exigente y feliz<br />
de su vida, fuera cual fuera su bagaje, capacidades,<br />
entorno y procedencia. Una educación que<br />
desarrollara capacidades, optimismo vital, bondad<br />
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y aspiraciones de futuro. Este sistema educativo<br />
ideal —utópico en el sentido que le da Bauman en<br />
Tiempos líquidos, fin distante, valioso y soñado,<br />
hacia el cual el progreso puede y debe llevar a<br />
quienes pretenden un mundo que satisfaga mejor<br />
las necesidades humanas— podría materializarse<br />
progresivamente adoptando una serie de<br />
principios a desarrollar por unas instituciones<br />
educativas altamente comprometidas, autónomas<br />
y profesionales, libres de ucases políticos e<br />
interferencias administrativas, con vocación de<br />
generar confianza pública mediante un sistema<br />
inteligente de rendición de cuentas. En este sentido<br />
se proponen los diez principios siguientes:<br />
1) Personalización del aprendizaje. Los<br />
principios cognitivos básicos de que cada persona<br />
aprende a partir de lo que sabe y de que el “cómo”<br />
prevalece sobre el “qué”, deben constituir la base<br />
de la programación de la actividad académica. La<br />
personalización —que no individualización— hace<br />
referencia a una educación en todo momento acorde<br />
con las posibilidades, capacidades y necesidades<br />
del alumno, abierta incluso a contemplar <strong>sus</strong><br />
intereses en relación a objetivos, metodologías y<br />
gestión de los tiempos. Personalizar requiere disponer<br />
de información completa sobre los conocimientos,<br />
capacidades y personalidad del alumno,<br />
así como la determinación de desarrollar su implicación,<br />
su talento y su creatividad mediante agrupaciones<br />
flexibles y coordinación constante, participación<br />
en la planificación, altas expectativas y un<br />
repertorio amplio de estrategias didácticas.<br />
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2) Conexión con el exterior. El centro<br />
educativo debe integrar sin ambages las informaciones,<br />
culturas, medios, tecnologías, recursos,<br />
problemas y situaciones propias de su contexto<br />
inmediato y, en un plano más amplio, del mundo<br />
actual. Para ello ha de priorizar los aprendizajes basados<br />
en proyectos e investigaciones individuales<br />
y cooperativas, disponer de acceso a fuentes y expertos<br />
externos incluyendo relaciones con la comunidad<br />
y <strong>sus</strong> recursos. Esta conexión con el exterior<br />
es esencial para que la educación sea significativa<br />
y con proyección al futuro. Muchos alumnos terminan<br />
su educación obligatoria instruidos sobre el<br />
pasado pero sin oportunidades serias de reflexionar<br />
sobre la realidad que viven y la que perciben<br />
por los medios y las redes. Tampoco las han tenido<br />
de imaginarse su futuro y su cometido en la sociedad<br />
y en el mundo. La conexión entre enseñanza<br />
cotidiana y realidad externa debe contribuir a paliar<br />
esta carencia, motivando aprendizaje e implicación.
3) Aprovechamiento del tiempo. La institución<br />
debe velar para que en todo momento los<br />
alumnos estén en condiciones de poder desempeñar<br />
un papel positivo. Mantener un alumno en un<br />
aula en la que no está en condiciones de participar<br />
e implicarse constituye una pérdida de tiempo grave<br />
e irreparable, que acentúa la desmotivación y la<br />
falta de estima por el conocimiento y el aprendizaje<br />
e incluso deteriora la convivencia. El tiempo también<br />
se desaprovecha cuando la dinámica escolar<br />
hace que el alumno viva su escolarización como un<br />
trámite prolongado, impuesto, del todo ajeno a <strong>sus</strong><br />
inquietudes e intereses. En un sentido más específico,<br />
se deben evitar pérdidas de tiempo individuales<br />
y colectivas asociadas a situaciones de inacción<br />
y pasividad. De ningún modo la praxis educativa<br />
cotidiana debería ser la causa de que un alumno<br />
esté inactivo y desaproveche su tiempo.<br />
4) Voz del alumno. La institución educativa<br />
debe estimular, valorar e incluso exigir la voz y<br />
la implicación del alumno en los mecanismos formales<br />
de participación y en su caso de toma de<br />
decisiones. Tanto o más importante es que además<br />
promueva su voz en el ámbito del aprendizaje y la<br />
actividad académica, de forma que el alumno pueda<br />
influir en la gestión de su propio proceso educativo<br />
de la manera apropiada. Todo alumno tiene<br />
una experiencia íntima de su escolarización, posiblemente<br />
con alegrías, éxitos y esperanzas, tal vez<br />
con fracasos, desengaños y expectativas no satisfechas,<br />
o ambas a la vez. El centro educativo debe<br />
conocer y comprender estas realidades y convertirlas<br />
en su más preciado capital. Que el alumno<br />
perciba interés por él y su circunstancia es crucial<br />
para lograr su compromiso y para que se convierta<br />
en emprendedor de su propio aprendizaje, al tiempo<br />
que motiva la participación real y efectiva de los<br />
padres.<br />
5) Aspiración a ser y a contribuir. Además<br />
de competencias y conocimientos, toda la actuación<br />
de la institución debe propiciar el desarrollo<br />
de capacidades, valores, personalidades y sensibilidades.<br />
La escolarización de niños y jóvenes ha<br />
de permitir que puedan explorar ámbitos de conocimiento<br />
o actividad a los que eventualmente les<br />
apetecería dedicarse, cultiven el placer de aprender<br />
y alberguen el deseo de hacerlo toda su vida. En<br />
este sentido se podría decir que la voluntad, la fuerza<br />
interior y la motivación para querer hacer y ser,<br />
es la competencia fundamental que debe promover<br />
la educación. El proceso educativo ha de estimular<br />
el deseo de contribuir a la vida social y económica<br />
y conseguir que cada joven aspire a perseguir con<br />
pasión las posibilidades de su propio futuro de una<br />
manera ética, solidaria, autónoma y racional.<br />
6) Actualización pedagógica. La institución<br />
educativa ha de afrontar de manera conjunta<br />
y permanente la tarea de actualizarse y progresar<br />
en asuntos <strong>pedagógicos</strong> clave como: a) objetivos<br />
educativos, adoptando una clara orientación a la<br />
profundidad más que a la extensión, a la expresión<br />
del pensamiento y a la exploración de los entornos<br />
físico y de información; b) conocimiento, enten-<br />
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diéndolo como el proceso y el resultado de llegar a<br />
saber; c) evaluación, incorporando la evidencia de<br />
la actividad y de la competencia, la aplicación del<br />
conocimiento, el trabajo en equipo y la proyección<br />
del aprendizaje; d) espacios, recursos y tiempos,<br />
con el pertinente replanteo de mobiliarios, equipamientos<br />
y horarios, flexibilizando <strong>sus</strong> funcionalidades,<br />
usos y gestión. El centro educativo debe<br />
asimismo transmitir a su entorno su visión pedagógica<br />
y hacer patente su empeño en perfeccionarla,<br />
contribuyendo a renovar el estático imaginario colectivo<br />
de la educación.<br />
7) Orientación al alumno. La institución<br />
educativa debe priorizar todo lo que concierne a<br />
los alumnos, anteponiendo su aprendizaje, motivación<br />
y desarrollo personal a cualquier conveniencia<br />
organizativa, de gestión, laboral, de imagen pública<br />
e incluso económica del centro o de su personal.<br />
Asumir esta misión altamente moral articulándola<br />
en el ethos de la institución, requiere el conocimiento<br />
detallado y permanente de la situación y<br />
del progreso de todos los alumnos, la coordinación<br />
permanente para optimizar los procesos educativos<br />
y adquirir una responsabilidad sistémica sobre<br />
la educación de los alumnos.<br />
8) Trabajo en equipo. Cada profesor debe<br />
ejercer como miembro de un equipo coordinado de<br />
profesionales autónomos, que con conocimientos<br />
y pericias múltiples y complementarias informa,<br />
orienta, supervisa y apoya al alumno, evalúa <strong>sus</strong><br />
proyectos y aprendizajes y le ayuda a superar dificultades<br />
y problemas, todo ello teniendo el desarrollo<br />
integral de los alumnos y el bien superior de<br />
éstos como máxima prioridad. La construcción cotidiana<br />
de una educación productiva, vital, optimista<br />
y gozosa requiere una actuación coordinada y en<br />
equipo, así como el aprovechamiento de la personalidad,<br />
los conocimientos y las aficiones de cada<br />
docente. A estos efectos la actualización profesional<br />
debe orientarse al perfeccionamiento del trabajo<br />
en equipo y a la revitalización de la perspectiva<br />
pedagógica mediante conocimientos procedentes<br />
del exterior del sistema educativo.<br />
9) Responsabilidad sistémica. La institución<br />
debe operar con la convicción de que, más allá<br />
de la acción y el compromiso profesional de cada<br />
docente, tiene una responsabilidad sistémica sobre<br />
el aprendizaje y el desarrollo de cada alumno a lo<br />
largo de su trayectoria. La dirección debe hacer de<br />
este concepto el eje de su actuación, organizando<br />
las actividades, el sistema de información, los mecanismos<br />
de coordinación y los procesos de toma<br />
de decisiones para hacer efectiva esta responsabilidad.<br />
A tal efecto debe articular una participación<br />
sincera y no instrumentalizada de alumnos y padres,<br />
los cuales deben constatar que su aportación<br />
es bienvenida y valorada. Que el centro haga patente<br />
que asume dicha responsabilidad sistémica<br />
es el verdadero fundamento, tal vez el único, de una<br />
participación sincera y eficaz.<br />
10) Ethos institucional. Entre las características,<br />
pautas, valores y modos de compor-
<strong>Las</strong> <strong>cuatro</strong><br />
<strong>transformaciones</strong><br />
tamiento que conforman la identidad de la institución<br />
educativa deben tener un lugar relevante<br />
la comprensión del mundo de niños y jóvenes, la<br />
orientación al futuro, el aprecio por la cultura y el<br />
conocimiento, la satisfacción en el aprendizaje, la<br />
cooperación y el bien común. El ethos cohesionador<br />
de un centro educativo ha de ser la estima de<br />
unos alumnos en los que pone máximas expectativas,<br />
para lo cual organiza la enseñanza de manera<br />
personalizada, les implica, estimula y da voz, vela<br />
por su aprovechamiento del tiempo, conecta el<br />
currículo con la vida real y ejerce una responsabilidad<br />
sistémica sobre su aprendizaje y desarrollo. El<br />
ethos institucional asume e integra los nueve principios<br />
anteriores, recogiendo la idea de que lo fundamental<br />
es la manera como las personas se tratan<br />
entre sí, y la traslada a su ideario y quehacer. Esto<br />
constituye un ideal de excelencia al que todos los<br />
centros educativos deberían aspirar.<br />
Los enunciados anteriores —inspirados en lo<br />
que muchos profesores hacen, piensan o intuyen<br />
y en lo que muchos centros llevan a cabo o bien<br />
tratan de concebir e implementar— realzan la labor<br />
y el compromiso de los docentes y a su vez ponen<br />
de manifiesto la radical dimensión institucional del<br />
cambio educativo. Éste exige acciones concretas,<br />
en profundidad y en todos los frentes a la vez, lo<br />
que supone un proceso de transformación institucional<br />
cuya concepción se facilita al desglosarla en<br />
las <strong>cuatro</strong> <strong>transformaciones</strong> interrelacionadas —expuestas<br />
por quien <strong>sus</strong>cribe en La nueva educación<br />
(LID Editorial, 2007)— y que a continuación se presentan<br />
sucintamente.<br />
1<br />
Primera transformación:<br />
currÍculo y evaluación<br />
Dado que la evaluación y la calificación del<br />
alumno culminan cualquier curso o materia, visualizar<br />
cómo podría cambiar la evaluación es la mejor<br />
manera de apreciar el sentido de esta transformación.<br />
Basta para ello comparar evaluación académica<br />
y trabajo real. Usualmente los exámenes pretenden<br />
dilucidar si el alumno posee determinados<br />
elementos de conocimiento, aunque en menor medida<br />
pretenden valorar su capacidad de utilizarlo.<br />
En cambio, fuera de la escuela, esto es precisamente<br />
lo que se exige: aplicar conocimientos disciplinares<br />
y otras destrezas para resolver problemas<br />
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u<br />
reales y crear productos materiales o intelectuales,<br />
incluido nuevo conocimiento.<br />
En educación se evalúa la capacidad de aplicar<br />
procedimientos pre-especificados a problemas<br />
artificiales, dados de antemano. En cambio, la actividad<br />
laboral requiere afrontar situaciones poco estructuradas<br />
en contextos reales y definir problemas<br />
complejos.<br />
En el trabajo se emplean herramientas TIC<br />
para obtener información relevante, analizar datos,<br />
construir procedimientos, formular soluciones<br />
y crear productos. Se trabaja en grupo, aportando<br />
destrezas complementarias para conseguir la<br />
meta común. En educación, salvo excepciones, los<br />
exámenes se hacen a mano, con el libro cerrado,<br />
sin acceso a recursos tecnológicos ni a fuentes de<br />
información. Además son individuales, de manera<br />
que por definición se remiten a la memoria y se excluye<br />
la colaboración.<br />
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Así, la primera transformación es la de la metodología<br />
y la evaluación para aproximar el aprendizaje<br />
y la manera de valorarlo al trabajo real. A este<br />
efecto es preciso limitar las lecciones destinadas<br />
a la transmisión de información, abundar en la naturaleza<br />
exploratoria del aprendizaje, poseer un<br />
repertorio de estrategias para superar la homogeneidad<br />
y la uniformidad organizativa tradicionales<br />
e, incluso, adaptar los objetivos, métodos y ritmos<br />
a las características del estudiante, todo ello en la<br />
línea de los principios de personalización del aprendizaje,<br />
conexión con el exterior y voz del alumno.<br />
Un currículo tiene éxito si hace que los alumnos<br />
incorporen el conocimiento a su bagaje intelectual,<br />
aprecien la materia y quieran saber más.<br />
Cambiar la forma de enseñar y evaluar para conseguir<br />
esto con carácter general es el objetivo de la<br />
primera transformación.<br />
2<br />
Segunda transformación:<br />
roles de alumnos y profesores<br />
Los cambios recién apuntados requieren la<br />
transformación en paralelo de los roles cotidianos<br />
de profesores y alumnos. Poniendo de nuevo la<br />
evaluación en primer término, los alumnos deben<br />
saber que de ellos se espera un papel activo, que<br />
serán evaluados menos por su memoria que por su<br />
capacidad de evidenciar lo que han averiguado y<br />
comprendido, de hacer productivo su conocimiento,<br />
de usar <strong>sus</strong> competencias básicas y <strong>sus</strong> destrezas<br />
de exploración, expresión, comunicación y<br />
colaboración.<br />
Que el alumno, de receptor de lecciones —a<br />
las cuales tradicionalmente los profesores han dedicado<br />
el grueso de su tiempo— pase a trabajar en<br />
proyectos e investigaciones individuales y en grupo,<br />
emplee las TIC como instrumentos de trabajo<br />
intelectual, participe en la configuración de su propio<br />
currículo y sea evaluado mediante la evidencia<br />
y la aplicación del conocimiento, solamente puede<br />
ocurrir porque el profesorado en su conjunto orga-
niza las actividades para que todo esto sea posible<br />
y eficaz en el marco de un proyecto de centro coherente<br />
y dinámico.<br />
Para ello el profesorado debe dedicar una<br />
fracción substancial de su tiempo a trabajar en<br />
equipo dirigiendo y dando soporte al alumnado, con<br />
clara vocación de conocer, inspirar y dialogar con<br />
cada alumno y sacar provecho de <strong>sus</strong> destrezas,<br />
aficiones y conocimientos y que pueden aportar al<br />
grupo. A este fin debe poseer múltiples estrategias<br />
específicas (por ejemplo de gestión de proyectos<br />
y de organización del pensamiento) y dominar las<br />
herramientas y servicios digitales, entre otras.<br />
Es preciso observar que el papel del profesor<br />
en esta transformación no se puede reducir tan<br />
solo al de mentor y guía del aprendizaje, pues el<br />
interés, la constancia y la capacidad de trabajo autónomo<br />
del alumno no están garantizados y sería<br />
irresponsable darlos por supuestos. El estímulo y<br />
la supervisión constantes por parte de un profesor<br />
físicamente presente son esenciales, lo que por<br />
descontado es compatible con la concesión de<br />
grados de libertad al alumno en consonancia con<br />
su progreso.<br />
3<br />
Tercera transformación:<br />
organización y coordinación<br />
La misión de esta transformación es<br />
estructurar las interacciones entre profesorado y<br />
alumnado para hacer viable el progreso conjunto de<br />
las dos <strong>transformaciones</strong> anteriores, consiguiendo<br />
los objetivos de ambas.<br />
El elemento clave es el equipo directivo, que<br />
afronta unos retos sin precedentes, en especial el<br />
de liberar tiempo para el cambio. Desde siempre,<br />
e incluso ahora mismo, la adopción de un horario<br />
escolar fijo para todo el curso establece el patrón<br />
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organizativo. Una vez programadas las clases toda<br />
la actividad del centro pivota alrededor de la pla-<br />
4<br />
Cuarta transformación:<br />
arquitectura y diseño escolar<br />
nificación. El supuesto implícito —aunque parcialmente<br />
desmentido por la realidad— es que la en-<br />
Los edificios escolares tradicionales fueron<br />
señanza tendrá éxito (el alumno aprenderá) gracias<br />
diseñados (y en gran medida lo son todavía) en<br />
al esfuerzo y la capacidad del profesorado; en todo<br />
función de una organización consistente en unida-<br />
caso la evaluación posterior mostrará en su mo-<br />
des “hora-profesor-grupo-materia-aula”. Bajo esta<br />
mento los alumnos que han aprovechado las cla-<br />
concepción —considerada durante largo tiempo la<br />
ses y los que no. La esencia de esta transformación<br />
única posible e inimaginable cualquier otra alterna-<br />
es no estar al albur de resultados a posteriori sino<br />
tiva— los pasillos despejados y las clases activas<br />
organizar el centro para conocer en todo momento<br />
evidencian una buena organización porque todos<br />
la evolución de los alumnos y adoptar sin dilación<br />
los alumnos están donde les corresponde tutelados<br />
las medidas para resolver las disfunciones y avan-<br />
por <strong>sus</strong> profesores y éstos, a su vez, están contro-<br />
zar efectivamente en el sentido de las dos primeras<br />
lados por algún supervisor. El horario escolar pau-<br />
<strong>transformaciones</strong>.<br />
tado a timbrazos testimonia la supervivencia de una<br />
14<br />
La coordinación del profesorado, el liderazgo<br />
pedagogía gestionaria al servicio del ideal administrativo<br />
de orden interno, observancia de la norma y<br />
y el ethos del centro son esenciales para que esta<br />
facilidad de supervisión.<br />
orientación al alumno se convierta en el eje central<br />
de la dinámica escolar. Mediante esta transforma-<br />
Salvo excepciones, el aula estándar es un<br />
ción, el centro debe lograr caracterizarse por su co-<br />
espacio impersonal, con mobiliario sencillo y aca-<br />
hesionado, competente y bien liderado equipo de<br />
bados mínimos. Pocos vínculos <strong>sus</strong>cita en los<br />
profesores, constantemente dispuestos a aprender,<br />
alumnos: su deseo más ferviente es estar fuera.<br />
a coordinarse, a escuchar y a gozar con su trabajo.<br />
En el imaginario social invariablemente evoca tiem-<br />
Bajo los principios de orientación al alumno, trabajo<br />
pos pasados, mientras que para el alumno sim-<br />
en equipo, responsabilidad sistémica y ethos insti-<br />
boliza una educación alejada de <strong>sus</strong> intereses. El<br />
tucional, la dirección del centro propone y compar-<br />
aula epitomiza arquitectónicamente la educación<br />
te su visión de futuro, articula la participación en<br />
basada en la instrucción y el control, que ve en la<br />
las decisiones y la colaboración a todos los niveles,<br />
interacción más bien un peligro o una distracción<br />
establece una comunidad de práctica y articula los<br />
que debe evitarse. Es un espacio rígidamente de-<br />
mecanismos de coordinación y los tiempos y recur-<br />
limitado, poco adaptable al trabajo en equipo, al<br />
sos necesarios en todos los órdenes.<br />
proyecto a medio plazo, a la investigación e incluso<br />
al trabajo conjunto de profesores reforzándose mu-<br />
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ergonómico e integración ubicua de los dispositivos<br />
digitales. Todo ello sin olvidar los laboratorios,<br />
talleres, mediatecas y espacios para actividades físicas,<br />
musicales, artísticas y teatrales y proyectos<br />
de larga duración.<br />
Biblioteca del colegio de Compañía de María en Zaragoza<br />
tuamente. La tarea individual del alumno no cabe<br />
en ella y se relega primordialmente al hogar.<br />
La arquitectura escolar debe reconocer<br />
que la instrucción tiene su papel, pero que<br />
aprender también depende de la capacidad de<br />
producir y exponer, de organizarse en equipo, de<br />
investigar y de aplicar el conocimiento, de trabajar<br />
autónomamente y de recibir soporte individual, todo<br />
ello bajo nuevas estructuras organizativas. En este<br />
sentido debe facilitar tres diálogos permanentes:<br />
el de profesores y alumnos en grupo en forma de<br />
lecciones y debates; el de los alumnos entre sí en<br />
proyectos conjuntos y conversaciones; y el de cada<br />
alumno consigo mismo para dar cuerpo a <strong>sus</strong> ideas<br />
y tareas.<br />
Estos tres diálogos pueden tener lugar en<br />
aulas tradicionales pero poca duda cabe que se favorecen<br />
por medio de espacios amplios y configurables,<br />
aptos para la exposición pública y el trabajo<br />
en equipo e individual, equipados con mobiliario<br />
La cuarta transformación es pues la de la arquitectura<br />
y el diseño escolar, junto con el mobiliario<br />
y el equipamiento. Imaginar el cambio físico de<br />
los espacios de aprendizaje puede ser un potente<br />
acicate para la visualización del futuro educativo<br />
posibilitado por estas <strong>cuatro</strong> <strong>transformaciones</strong>.<br />
Consideraciones finales<br />
Los principios <strong>pedagógicos</strong> antes enunciados<br />
tal vez tengan una aceptación bastante general,<br />
pero sería erróneo inferir de ello que los procesos<br />
de transformación deben seguir una pauta<br />
establecida y tender a la uniformidad. <strong>Las</strong> <strong>transformaciones</strong><br />
no son prescripciones sino herramientas<br />
para ayudar a pensar y construir el futuro.<br />
Es tiempo de reconocer que una concepción<br />
estática y tradicional de la educación, por potente<br />
que sea, no basta para satisfacer las necesidades<br />
de la generación actualmente en fase escolar. <strong>Las</strong><br />
<strong>cuatro</strong> <strong>transformaciones</strong> son necesarias porque las<br />
realidades de hoy, y aún menos las futuras, difícilmente<br />
tendrán encaje en los modos de organización,<br />
dictados y conveniencias de las envejecidas<br />
estructuras existentes=<br />
e DUCADORES =Abril - Junio 2016<br />
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a<br />
16<br />
Bibliografía<br />
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World, their Education: final report and recommendations<br />
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Routledge. 2010.<br />
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and Society. Cambridge: Cambridge University<br />
Press. 2003.<br />
RUIZ, F. La nueva educación. Madrid: Lid<br />
Editorial. 2007.<br />
RUIZ, F. “Escenarios de futuro y transformación<br />
del sistema educativo”. Boletín de la Institución<br />
Libre de Enseñanza, julio 2014, nº 93-94.<br />
Abstract<br />
Educational system is apparently<br />
working and educational agents are<br />
fulfilling their obligations. However, it exists<br />
a significant dissatisfaction in general:<br />
schools are weighed down by too many<br />
administrative rules, students are submitted<br />
to external tests, and so on. Education<br />
needs reliable experts, investigators, to<br />
shed light on clear, solid and well-reasoned<br />
principles of action in order to respond to<br />
society. Therefore, the author lays down ten<br />
pedagogical institutional principles that look<br />
for guarantying opportunities of excellence to<br />
all children: personalized learning, real world<br />
connection, student-centered, teamwork,<br />
systemic responsibility, among others. All of<br />
them require a whole process of conversion<br />
for the institutions and the schools, broke<br />
down into four transformations: curriculum<br />
and assessment, teachers and students<br />
roles, organization and coordination,<br />
architecture and learning spaces. Those<br />
transformations can be a lighthouse for the<br />
institutions; to keep an open, dynamic and<br />
ever-changing education able to attend to<br />
society´s needs.<br />
Abstract<br />
e DUCADORES= Abril - Junio 2016