VE-26 OCTUBRE 2016
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Y por si fueran pocos mis males, el trabajo que antes me gustaba<br />
ha dejado de ser mi centro de interés. No es para menos, desde hace<br />
al menos cuatro años que la empresa está haciendo aguas. Cada vez<br />
nos pagan menos y trabajamos más. No, no es un tópico, es la pura<br />
realidad. Esta situación desmotiva al más pintado. Me siento como en<br />
un callejón sin salida. Lo único que se me ocurre para distraerme es<br />
coger una cerveza bien fría de la nevera y saborearla hasta que se<br />
acaba, y así una tras otra. ¿Y cómo puedo seguir diciendo que no soy<br />
un alcohólico? Pero, ¿a quién quiero engañar? No tengo solución.<br />
Observo cómo todo a mi alrededor se desintegra. Es una<br />
angustia existencial. Me duele la vida. Y más desde que tú no estás. No<br />
te juzgo. Me fuiste avisando. Te cansaste de dar sin recibir. No te<br />
guardo rencor. Yo soy el único culpable de haber arruinado mi vida,<br />
pero entiéndeme, no lo he tenido nunca fácil y me cansé de caer y<br />
volverme a levantar una y otra vez. Siento el daño que pude causarte,<br />
de veras. Esto es así, incluso a las personas que más quieres las dañas<br />
involuntariamente, cuando pierdes el control sobre tu mente.<br />
Pero ya ves, lo voy a intentar de nuevo, aunque sea lo último que<br />
haga en esta vida. Y como siempre, mi fuente de inspiración vas a ser<br />
tú. Como te decía al principio, llevo cinco días reconciliándome con la<br />
verdadera esencia de la vida: vivir libre de ese yugo opresor. ¡Te echo<br />
tanto de menos...!<br />
Carmen Fabiá Mir (Valencia)<br />
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