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Primera Antología del<br />
Festival de Poesía y Narrativa de Fusagasugá<br />
Proyecto Plan Lector “la Balada de los Caracoles Negros”
1ere ANTOLOGÍA FESTIVAL <strong>DE</strong> POESÍA Y<br />
NARRATIVA <strong>DE</strong> FUSAGASUGÁ<br />
Proyecto Plan Lector La Balada de los Caracoles Negros
3
PROLOGO
INDICE
MATÍAS<br />
José Miguel Bello Agudelo. 11 años. Grado 5.4 Escuela General<br />
Santander. Jornada Mañana.<br />
Érase una vez, un estudiante llamado Matías, que le costaba<br />
trabajo obedecer las ordenes que le daba su mamá, quien le<br />
advertía no demorarse jugando, o, tomar rutas alternas al salir de<br />
la escuela. Cierto día, llendo de regreso a su casa, como se había<br />
demorado jugando, pensó en tomar una ruta más corta y se fue por<br />
un sendero en el que debía pasar un gran bosque, Iba apresurado,<br />
cuando de prono, se le apareció un anciano, con barba de chivo y<br />
unos dientes que parecian querer salir disparados de su boca. El<br />
niño le dijo: —¡Hola!
—Qué haces por ahí tan solo. —Contestó el anciano.<br />
—Voy para mi casa. Dijo el niño con una sonrisa en los labios.<br />
—Toma este dulce, te dará energías para el camino. Insistió el<br />
viejo entregando en las manos del chico una bola de color dorado<br />
envuelta en una sucia servilleta.<br />
El niño recibió el dulce y luego apresuró el paso, pero, no tardó en<br />
dar dos cuando le entraron ganas de saborear el contenido del<br />
extraño paquete sin saber que, el dulce contenía una droga que lo<br />
pondria a dormis como un angelito.<br />
En su casa la madre estaba angustiada porque su hijo no aparecía,<br />
nerviosa, miraba el reloj; de repente se escucharon unos golpes en<br />
la puerta, la madre corrió a abrir y se encontró con una hermosa<br />
hada vestida con un traje azul del cual salían lucecitas de colores;<br />
la mamá se tomó de los pelos, se hallaba totalmente sorprendida.<br />
Entonces el hada le dijo: ―No temas, vengo a comunicarte que tu<br />
hijo ha sido raptado por un hechicero malvado.‖ La mujer entró en<br />
pánico. El hada la tranquilizó diciéndo que tenía la solución. Le<br />
entregó una hermosa rosa blanca, advirtiendo que, la rosa no sólo<br />
le ayudaría a encontrar a su pequeño, sino que, la libraría de<br />
cualquier peligro.<br />
La madre emprendió camino aprentando entre sus manos la rosa<br />
blanca. Pasado un tiempo, se inició una fuerte borrasca, tan fuerte<br />
que le fue imposible sostenerese y en un descuido la ermosa flor<br />
fue a parar a la copa de un gigantesco árbol de roble. Angustiada,<br />
empezó a escalar y escalar hasta llegar a lo más alto, pues, sabia<br />
de sobra que aquella flor era la única que, según el hada, le<br />
serviría para encontrar a su hijo, pero, por esas cosas raras que le<br />
suceden a las madres cuando se hallan en problemas, un viento<br />
amigo sopló, sopló y sopló, que, madre y rosa se alzaron por los<br />
aíres y callerón como plumas de pato, sanas y salvas al pie del<br />
árbol.
Entonces el corazón se le llenó de regocijo, recogió su rosa y, con<br />
el ánimo renovado siguió su camino hasta llegar a la casa del<br />
brujo. Éste se encontraba muy comodo, sentado en su sillón<br />
favorito y en compañía de 101 ratocitos hambrientos, cuando, de<br />
repente, sonaron tres golpes en la puerta ―TOC, TOC, TOC‖.<br />
—Quién es. —Preguntó el viejo con su voz de tarro destemplado.<br />
En vista de que nadie respondía se dirigió a la puerta y la abrió de<br />
mala gana. La mujer temblando de susto le reclamó al viejo por su<br />
hijo, pero él lo negaba todo. Ella, alzó la rosa en su mano y con la<br />
mima lo agarró a floretazos hasta que le Viejo barba de chivo<br />
quedó convertido en un henorme queso Grullere. Luego, corrió al<br />
interior de la casa del hechicero y encontró a Matías amarrado a un<br />
tronco y llorando a moco tendido, lo desató, lo tomó de la mano y<br />
juntos volvieron a casa felices, pero no sin antes advertirle al niño<br />
que debía obedecer. La no obediencia acarrea muchas desgracias.<br />
Los ratoncitos cansados de cinco siglos de hambre, al percibir el<br />
delicioso olor de queso viejo, empesaron a bailar, saltar y a gritar<br />
de contentos.<br />
FIN
¿POR QUÉ SÓLO A MÍ?<br />
Xaedy Castro Molina. 12 años, Escuela general Santander<br />
Jornada Mañana Grado 5.4<br />
Laura Sofía era una niña que vivía en una vereda llamada<br />
Catatumbo del departamento del Caquetá, la vereda era muy<br />
tranquila, sus habitantes se dedicaban a las labores agrícolas y<br />
comerciaban sus productos en algunos pueblos o caseríos.<br />
Un día organizó la gente un bazar en el polideportivo. Laura y su<br />
familia se encontraban allí, cuando de pronto llegó la guerrilla y<br />
se llevó a Alicia su hermana, la violaron y después la asesinaron.
Desde entonces empezó para su familia una vida de sufrimiento. La<br />
Madre de Laura Sofia después de padecer muchas penas se<br />
consiguió un nuevo trabajo haciendo aseo en la escuela de la<br />
vereda, el papá se empleó en una mina y todo parecía volver a la<br />
normalidad hasta que, el grupo insurgente inició, (como si no fuera<br />
poco) una serie de atentados por la región. Todo era angustia y<br />
zozobra. Laura y su familia no tenían ni una noche de tranquilidad.<br />
Por desgracia, uno de los atentados fue en la mina donde trabajaba<br />
su padre el cual murió allí, sepultado bajo una nube de escombros.<br />
La madre de Laura permanecía todo el tiempo con miedo. Una<br />
mañana llegó a la escuela y encontró en la puerta un letrero que<br />
decía: ―Hoy pasará algo terrible‖ Cuando regresó a su casa<br />
encontró el cuerpo de un hombre asesinado en la puerta con un<br />
letrero en cartulina pegado al pecho que decía, ―Te lo tenes<br />
merecido por sapo.‖<br />
La policía se llevó el cuerpo del hombre para entregarlo a su<br />
familia. Ya Laura y su mamá se estaban acostumbrando a que<br />
cada día pasara algo feo, por lo que sus días eran de total<br />
desesperanza.<br />
Una noche cuando estaban encerradas en su alcoba y listas para<br />
dormir; Laura, escuchó unos tiros que caían como piedras sobre el<br />
tejado, empezó a gritar con desespero pero nadie le ponía atención.<br />
Luego, unos hombres la sacaron de la casa y la dejaron tirada en<br />
un camino. Ella anduvo solita, varios días tomando solo agua de<br />
una quebrada; pero, una tarde, escuchó en la maleza un ruido,<br />
asombrada miró, era el ejército, la rescataron y la llevaron al<br />
Bienestar Familiar, allí duró varios años, hasta que tuvo el feliz<br />
reencuentro con su madre que mediante muchos trabajos y<br />
sacrificios logró encontrarla. Laura Sofía se preparó, cursó sus<br />
estudios obteniendo las mejores calificaciones, creció, y, ahora es<br />
alcaldesa de un pequeño pueblo y colabora de manera incansable<br />
con las familias víctimas de la violencia.<br />
EL PEDO AZUL
Cierta vez, en una mañana soleada, una señora de cabello rubio,<br />
rizado y de cuerpo redondito como una pelota iba caminando por<br />
la calle, pues se dirigía al mercado; cuando de pronto, salió de su<br />
cuerpo un apestoso pedo azul. El pedo al sentirse liberado empezó<br />
a dar gritos de contento, se sintió tan libre que se lanzó a volar y<br />
volar…… era muy feliz, fue tanta su felicidad que llegó hasta<br />
muy, muy alto, tan alto que no se dio cuenta que estaba cerca de<br />
una gran nube negra, la cual no pudo evitar, la nube chocó tan<br />
fuerte con el pedo que éste se desintegró en pedacitos y terminó<br />
convertido en unas pocas lucecitas azules que cayeron en el mar.<br />
FIN
EL MUNDO MÁGICO <strong>DE</strong> MARICRUZ
Valentina Sánchez Rojas. 10 años. Grado 5.3 General<br />
Santander.<br />
Había una vez una niña de cabello rubio, ojos castaños y voz<br />
dulce llamada Juliana. Siempre la niña soñó con estar en un<br />
mundo mágico. Un día, estando en el jardín, apareció una joven de<br />
nombre Maricruz, la tomó de la mano y le dijo: —Ven<br />
conmigo, te mostraré un mundo lleno de fantasía—. Como por arte<br />
de magia aparecieron las dos niñas en ese mundo, un mundo fuera<br />
de lo común. Los animales hablaban, los ríos eran de chocolate,<br />
los árboles daban frutos de algodón de azúcar, las rosas no tenían<br />
espinas, sino maravillosos cristales de colores. Todos vivían en<br />
paz. Los padres no abandonaban a sus hijos. Se montaba en<br />
unicornios dorados para poder observar los dragones que<br />
cruzababan los aires. Los dragones eran amistosos y se podía volar<br />
en ellos y, Juliana pensó: ―Yo… como que mejor me quedo a vivir<br />
para siempre en este lugar encantador antes de regresar a mi<br />
aburrido mundo.‖<br />
FIN
LA FAMILIA <strong>DE</strong> KATRINA<br />
Estefanía Moreno Moncada 11 años General Santander Grado 5.3<br />
Jornada Mañana.<br />
En lo profundo de los llanos Orientales, sobre una montaña<br />
intensamente colorida, se reúnen yátaros, mirlas, pajuiles a cantar<br />
sobre la ventana que da a la habitación de la pequeña Katrina. Ella<br />
es una niña de tan solo seis añitos, rubia, de cabellos rizados tan<br />
brillantes como el sol, sus ojos más claros que la miel, sus labios<br />
como flor de mejorana y su piel blanca como la nieve. En la<br />
mañana, Katrina abre su ventana para alimentar a sus pequeños<br />
amigos y así comienza sus días; aunque es la tercera de cuatro<br />
hermanos, es la más juiciosa y responsable. Luego de alimentar las<br />
aves corre a llamar a sus hermanos, pues deben hacer los<br />
quehaceres para después ir a la escuela.
Joseth, Yesenia. –Dice Katrina, ya es tarde, rápido hay que dar de<br />
comer a los animales y regar las plantas.<br />
—Sí, sí, ya oímos Katti, no grites más. Dice Joseth que es el<br />
segundo de los cuatro hermanos, de piel trigueña, ojos oscuros<br />
como la noche, labios pálidos y alargados con aspecto de miedo y<br />
una mirada profunda, muy trabajador y como decía su padre<br />
cuando presumía frente a sus amigos:<br />
―El pelao me salió verraco pa’ el trabajo‖.<br />
Don Rafael enseñó a su hijo a trabajar la tierra, pues pensaba en su<br />
futuro. Él quería que su único hijo estudiara, fuera un profesional,<br />
pero, también supiera de la tierra y de los animales. Don Rafael<br />
era de estatura baja, piel trigueña, ojos cafés, cabello rizado; su<br />
mirada reflejaba tristeza, se notaba a simple vista que había<br />
sufrido y su hijo el único varoncito de sus retoños era su más<br />
grande inspiración; pero, Yesenia era diferente, nunca le gustaron<br />
los animales, ni las plantas, era amante de los libros, no existía<br />
libro en la biblioteca municipal que no pasara por sus manos, no<br />
sabía con certeza,<br />
qué quería para su vida, era muy distraída, pero inteligente, sus<br />
ojos cafés se perdían en el mundo, siempre pensando cómo sería el<br />
mundo si lo cambiaran: si el rojo fuera negro o el verde azul…y<br />
cosas así que nunca pasarían. Su cabello era rizado y rebelde, su<br />
piel morena como la arena del mar, sus labios pequeños y pálidos,<br />
si algo caracterizaba a los hijos de don Rafael era su belleza, era<br />
tan bella como su madre doña Raquel, una mujer como ninguna,<br />
trabajadora, honrada y siempre dispuesta a pelear por sus hijos.<br />
Doña Raquel, era una llanera enseñada a pelear por lo suyo y no<br />
rendirse hasta ganar, de mirada amenazante y siempre firme, su<br />
cabello de rizos perfectos, con varias tonalidades; que llamaba la<br />
atención de cualquier hombre, era una mujer que no se dejaba<br />
doblegar por nadie y menos por un hombre, quizá fue esa la razón<br />
para que su relación con Don Rafael, no fuera exitosa y se<br />
separaran en una Noche Buena. Don Rafael, pasado un año, quiso<br />
volver a ver a sus hijos. Fue a visitarla y le dijo:<br />
—Oye Raquel, en esta navidad yo quiero a los pelaos a mi lado.<br />
—Listo, yo se los dejo pero solo durante la navidad, respondió con<br />
voz fuerte doña Raquel.
Pasó la navidad, las festividades de los Reyes Magos, la Semana<br />
Santa y don Rafael no dió señal de vida.<br />
Los niños preguntaban insistentemente por su mamá pero él<br />
contestaba: —tal vez mañana llame, pero pasaba el tiempo y<br />
nunca hablaban con ella.<br />
Doña Raquel, al tiempo de separarse de sus hijos había quedado en<br />
estado de embarazo.<br />
Don Rafael, se inquietaba por darles una buena vida a sus hijos,<br />
visitaban lugares turísticos muy hermosos, como el lago<br />
Lomalinda, el caño Achafurray, ríos, piscinas. Cada viaje con<br />
historias distintas y siempre todos unidos.<br />
Doña Raquel sufrió mucho para lograr saber algo de sus pequeños,<br />
no soportaba imaginar que los perdería para siempre; pasados dos<br />
años logró dar con el paradero de sus hijos y por medio de la ley<br />
recuperó a sus pequeños. Yesenia que siempre había pensado que<br />
su madre no la quería, logró convencerse de lo contrario y en un<br />
profundo abrazo se manifestaron un gran amor de madre e hija.<br />
Hoy en día Doña Raquel vive con sus hijos en una pequeña casa<br />
en lo alto de una colina. Katrina, vive aún pendiente en dar de<br />
comer a los animales y levantar a sus hermanos para ir a estudiar.<br />
En un día de estudio Katrina estuvo muy retraída en las clases, no<br />
participó de los juegos y casi no habló, nadie supo el motivo, a la<br />
salida se fue pensativa a su casa, porque nadie se había interesado<br />
por felicitarla en su cumpleaños, pero, al llegar la sorprendieron<br />
con una gran fiesta, su pequeña hermana Saray la llevó a la salita<br />
de su pequeña casa y la sorpresa fue gigante cuando vio a su padre<br />
sentado en un taburete y con un bello regalo entre las manos.<br />
Cuando la niña se acercó, el hombre la levantó en sus brazos y<br />
susurrándole al oído dijo ―he vuelto para quedarme para siempre.‖
FIN
EL<br />
PIANISTA.<br />
Juliana Alfonso Rodríguez, 11 años. Grado 5.4 General Santander.<br />
Hace muchos años en un pueblo llamado Las Margaritas, vivía un<br />
niño llamado Santiago, su hogar lo conformaba sus padres y él,<br />
pero eran demasiado pobres. La casa la había
construido su padre con gran sacrificio y era de madera. Cuando<br />
era época de invierno pasaban muchas dificultades.<br />
El niño estudiaba en la escuela del pueblo, que no era muy famosa,<br />
pero, para él era la mejor porque tenía unos profesores que le<br />
agradaban mucho.<br />
Un día de clases normales, Santiago estaba en el descanso y vio<br />
que entraban instrumentos a un salón. Corrió a preguntarle a su<br />
Profesora:<br />
—¿Por qué traen instrumentos a la escuela?<br />
—Santiago, lo que pasa es que vamos a tener un salón de música.<br />
Contestó la profesora con una sonrisa en los labios.<br />
El chico intrigado se fue a casa pensando en que tendría que entrar<br />
a mirar la sala de música, pues toda la vida había soñado con<br />
aprender a tocar el piano.<br />
Al siguiente día en el descanso y aprovechando un descuido de los<br />
profesores, Santiago corrió y se metió a la sala de música, cuando<br />
vio el piano se llenó su rostro de felicidad, sin importar el llamado<br />
de atención que podría tener, se puso a tocar el piano. Algunos<br />
compañeros que lo vieron por un ventanal, corrieron y le contaron<br />
al maestro de música, al Profesor Gerardo, quien se indignó<br />
mucho y corrió para cerciorarse con sus propios ojos de lo que<br />
estaba pasando, pero, cuando se preparaba para dar un regaño al<br />
niño, escuchó una bella melodía que salía de la sala de música y<br />
llenaba el ambiente de paz y regocijo.
Los niños de la escuela pararon de jugar, y quedaron extasiados,<br />
las aves se posaron en las ventanas de la escuela, el aire corría con<br />
mayor calidez y las flores se pusieron más alegres; entonces el<br />
maestro Gerardo esperó con mucho respeto que acabara de sonar<br />
aquella maravillosa melodía y luego irrumpió con un gran aplauso.<br />
—¡Chico, tienes un gran talento para la música! Le dijo al niño.<br />
Y con un fuerte abrazo lo felicitó<br />
Santiago se hizo grande, terminó sus estudios y empezó a dar<br />
presentaciones que lo hicieron más famoso, se hizo llamar EL<br />
GRAN PIANISTA. Tuvo una vida llena de triunfos y prosperidad,<br />
lo que le permitió ayudar a sus padres y llevarlos a vivir a una<br />
hermosa casa.<br />
FIN
Heidi Catalinas García Bobadilla<br />
Colegio santo domingo sabio Grado<br />
7ª<br />
El Mono Jorge<br />
Había una vez un mono llamado Jorge que vivía en un penthouse,<br />
era muy travieso y quería mucho a su mejor amigo, el señor del<br />
sombrero amarillo. Al mono le gustaba:
● Cocinar<br />
● Jugar<br />
● Nadar<br />
Todo lo hacía bien y siempre andaba en compañía del señor del<br />
sombrero amarillo.<br />
Un día empezó a jugar con el perrito del guardia del edificio.<br />
Jugaron con la pelota y la rama. Jorge le tiraba la pelota muy lejos,<br />
pasando la calle. El perrito del guardia muy emocionado de<br />
atraparla cruzó la calle sin fijarse que sobre la avenida pasaba a<br />
media marcha la limosina del señor ministro, un viejo bigotudo y<br />
amargado que vivía en el edificio del frente.<br />
La limosina atropello al perro dejándolo cojito de una pata. Muy<br />
preocupado el guardia con cara de susto y una mirada triste por<br />
ver maltratado y llorando a su perrito lo recogió. Por su parte el<br />
Señor Ministro no hizo nada, apenas, sacando su enorme cabezota<br />
por una de las ventanas del auto, dijo ―UPSS‖ Unos minutos<br />
después el guardia corrió donde la veterinaria, allí le dijeron.<br />
―Toca amputarle la patica, pero, se mejorará pronto.‖ Jorge, el<br />
mono, estaba tan asustado el pobre que pensó. ―Lo más seguro es<br />
que al viejo amargado del Ministro no le hagan ningún reclamo, si<br />
el guardia se atreve, de seguro se queda sin su empleo, en cambio<br />
a mí, me pondrán de patitas en la calle.‖<br />
El guardia llegó al edificio con su mascota en brazos, lo dejó en el<br />
suelo. Tan pronto el perrito vio a su amigo el mono,
con un esfuerzo sobreperruno se lanzó sobre él con tal fuerza que<br />
lo derribó en tierra y comenzó a darle de lengüetazos, mientras<br />
tanto, en lo alto del penthouse se observaba la figura inconfundible<br />
del señor del sombrero amarillo dando aplausos y gritando desde<br />
lo alto ―Mono condenado, ésta siempre será tu casa.‖<br />
FIN<br />
LA MESA Y UN POCO <strong>DE</strong> LADRILLOS<br />
COLEGIO SANTO DOMINGO SAVIO
Estaba en mi casa dando vueltas alrededor de la mesa del<br />
comedor, me sentía un poco estresado. De repente escuché ruidos<br />
raros, mire por la ventana y, vi a un señor sobre la calle, se notaba<br />
que estaba enojado porque no dejaba de lanzar ladrillos contra las<br />
paredes de las casas vecinas.<br />
Baje para preguntar qué le pasaba y el señor con los ojos aguados<br />
me respondió:<br />
—Ayúdame, mi hijo ha muerto. Siento que voy a enloquecer.<br />
—Le dije. —Señor cálmese, fue todo lo que se me ocurrió decir—<br />
.<br />
Después de un rato empezaron a llegar todos los familiares de<br />
aquel hombre, junto con su esposa y dos chiquitines que venían<br />
aferrados como un chicle a la falda de la mujer. En segundos la<br />
calle era un mar de lágrimas, lamentos, reclamos, preguntas, y más<br />
preguntas. Todos los allí presentes no salían de su asombro, no<br />
entendían que pudo haber pasado. El hombre de ésta historia<br />
tampoco daba explicaciones, sólo se limitaba a mirar con<br />
indiferencia a todos los presentes. Aprovechando un poco el<br />
desorden me escurrí hacia el interior de la casa donde<br />
supuestamente se hallaba el cuerpo sin vida del niño. Todo allí era<br />
feo y triste. Mire hacia el piso y para mi sorpresa encontré un<br />
ladrillo con un nombre grabado sobre la superficie liza escrito con<br />
sangre, quizás, la misma sangre que seguía brotando a chorros de<br />
la cabeza del muerto. Un muerto pálido, tirado en
el piso de la sala, bocarriba y, con la mirada puesta en el cielo.<br />
Pasado unos meses aquel señor empezó a confesar que él era el<br />
único responsable de la muerte de su hijo porque había perdido<br />
una materia en el colegio. Se le veía caminar por las calles, todo<br />
desgarbado, sin bañarse, oliendo a fruta podrida y dando gritos<br />
desesperados.<br />
Un día, el hombre caminó, caminó, caminó sin detenerse un<br />
segundo hasta coronar uno de los tantos puentes que hay en la<br />
ciudad. Una vez ubicado en la parte más alta del puente, se<br />
encaramó sobre los barandales y se lanzó. Una chica que pasaba<br />
por allí y fue testigo de lo ocurrido nos contó cómo, mientras el<br />
cuerpo del hombre se precipitaba a tierra, abajo, sobre la avenida<br />
atestada de autos, se veía un resplandor azul profundo y en el<br />
centro de aquella luminosidad se observaba con cierta nitidez la<br />
figura de un niño con la mirada en el cielo, la cabeza<br />
ensangrentada y los brazos extendidos.<br />
FIN
NEGRA ESPERANZA<br />
Henry Jiménez
No soy proclive a develar intimidades personales por considerarlo<br />
repúgnate e innecesario, pero, dados los motivos que me trajeron<br />
aquí, haré una excepción a ésta regla.<br />
Nací en un poblado que probablemente poca gente conoce y el<br />
cual es poco probable que conozca algún día, se le conoce con el<br />
nombre de ―El Alto de la Duda‖. ¿Por qué me mira de ese modo?<br />
No le miento, ¡Así se llama! Yo también me sorprendí cuando me<br />
lo contaron por vez primera. Siempre me ha asaltado la curiosidad<br />
de saber; ¿A quién se le ocurriría bautizar un lugar con esa palabra<br />
monstruosa, como si un designio indescifrable lo condenara a ser<br />
un eterno signo de interrogación?<br />
Mi madre partió del Alto de la Duda hace unos cincuenta años,<br />
más o menos, después que le mataran a su compañero, mi posible<br />
padre y, digo posible, porque no tengo ninguna certeza de ello, la<br />
única persona que podía responder a esta incertidumbre falleció al<br />
rato en circunstancias similares. Sobreviví de milagro gracias a los<br />
cuidados de una comadre de mamá quien fue la única que se<br />
compadeció de ella cuando, por mera casualidad, la vio caminando<br />
por una calle de la ciudad, con una puñalada en el abdomen,<br />
llevando consigo un bebe de brazos, envuelto en sucias frazadas y<br />
en total abandono. Pocos meses después del fallecimiento de<br />
mamá ya me ganaba el pan con el sudor de mi frente. La comadre,<br />
a quien denominaré para este caso ―Esperanza‖ la negra. Ella, una<br />
mujer de genio templado como una cuchilla, me exhibía de la<br />
manera más abyecta en atrios de Iglesias que apestaban a incienso<br />
de palo santo, orines de vagabundos y, porque no decirlo; a física<br />
mierda. La negra tenía la insana manía de dejarme horas enteras<br />
con los pañales cagados, así, las ganancias de su oficio de<br />
limosnera se veían incrementadas gracias los agudos chillidos que<br />
salían expelidos de mi garganta pidiendo a gritos "¡Por favor,<br />
cámbieme el pañal!".
Con el paso de los años pude constatar estas prácticas<br />
empresariales cuando empezaron a desfilar en brazos de<br />
Esperanza, bebes de todos los colores, formas y tamaños. Bebes<br />
con la capacidad de acallar el bullicio de la ciudad con tan sólo<br />
pasar unas horas al cuidado de la negra. En este punto tengo que<br />
recalcar que la detestaba, ella es sí misma reunía todos los signos<br />
de una mujer infame. Muchas veces me vi tentado a lanzarme<br />
sobre su pescuezo y apretárselo hasta dejar de sentir sus molestos<br />
jadeos de marrana en celo. Me parece estar viendo su rostro de<br />
sapo desdeñoso, su cabello tieso, adherido firmemente a su<br />
diminuta cabeza, sus ojos como bolitas, (rojos de fumar hierba)<br />
sentada en su redondo trasero y llevándose a la boca de cuando en<br />
cuando un canuto de cigarro. Y, en cuanto a su carácter podría<br />
añadir sin temor a equivocarme: que exista gente sórdida y obtusa<br />
no es del todo una rareza, pero, que a éstas cualidades se le sume<br />
la estupidez, eso sí me parece una atrocidad,<br />
Hubo un domingo (por seguir avanzando en mi relato) en que<br />
calló por tantas horas un aguacero de proporciones apocalípticas<br />
que nos fue imposible ir a las iglesias a representar nuestro acto<br />
más cotidiano. Nos parapetamos en
el carro de madera. Un carro rectangular de rodachines que ella<br />
había construido con materiales reciclables y el cual se esmeraba<br />
en decorar con todo lo que se encontraba en las calles: plásticos,<br />
latas, cartón, botellas, puntillones, (puntillones que clavaba en<br />
todas partes y usaba como percheros) afiches de viejas campañas<br />
políticas, estampitas del Divino Niño: cuanta cosa recogía era<br />
susceptible de ser empleado en el diseño arquitectónico de una<br />
mente que no disimulaba su torpeza. La lluvia se colaba por todos<br />
los rincones. El frio era insoportable. El bebe de turno no cesaba<br />
de llorar y Esperanza con tres días de resaca maldecía su suerte.<br />
Recuerdo bien que traté de acomodarme en esa estreches. Me<br />
cobijé con papeles, cartón y todo lo que podía servirme de<br />
frazadas y dormí por espacio de una hora hasta que, de un<br />
momento a otro, empecé a sentir cómo una de sus manos se<br />
deslizaba suavemente por mis rodillas. Un escalofrió comenzó a<br />
invadirme, lenta; muy lentamente. La mano iba en ascenso<br />
haciendo pequeños círculos y apretando de cuando en cuando mis<br />
flácidos muslos. Para ser franco, no entendía esa repentina<br />
afectuosidad cuando todo el tiempo a su lado solo había sido<br />
objeto de toda clase de maltratos. Y, supuse por un momento que<br />
ese cambio de humor obedecía a las constantes alucinaciones por<br />
el consumo excesivo de drogas, a el alcohol que le agriaba la<br />
sangre y la sumía en un mundo de ensoñaciones, o quizás, a un<br />
deseo de desquite por la reciente golpiza que le había metido<br />
Felixberto Hurtado, un expendedor de bazuco cuando éste se<br />
enteró que la negra le andaba poniendo los cuernos a cambio de<br />
unas cuantas papeletas. Todo era confuso, ¿sabe?, y su mano en<br />
un continuo crescendo a mi entrepierna.
A penas sé qué palabras emplear para describirle la sensación de<br />
asco que me producía su mano callosa; estirando, retorciendo,<br />
frotando mi pito con una fruición descomunal. Como un acto<br />
reflejo mis rodillas se replegaron contra mi pecho, luego, arqueé<br />
ligeramente el dorso con mis pies apuntando al rostro de<br />
Esperanza que se hallaba encima mío y, nuevamente, mis rodillas<br />
se desplegaron con tal fuerza, que la negra salió disparada contra<br />
un extremo del carro. Quedé pálido del susto, nunca antes me<br />
había atrevido a levantarle siquiera la voz, siempre me mostraba<br />
en su presencia con una actitud sumisa y obediente. Ella se quedó<br />
inmóvil, con su mirada clavada en la mía, no parpadeaba, solo<br />
miraba con la misma rabia conque miró a Felixberto cuando éste<br />
la arrastraba por el piso como un bulto de papa. Luego, de sus<br />
labios empezó a brotarle una baba espesa color marrón. Yo la<br />
contemplaba en silencio, aterrorizado, sin atreverme a pronunciar<br />
media palabra. Ella permanecía allí, impertérrita, tiesa, como una<br />
gran mole de cemento. De pronto, el bebe dejó de llorar, pensé que<br />
se había quedado dormido pero no, en medio de la tenue oscuridad<br />
que gobernaba los cuatro costados, pude notar que jugueteaba con<br />
sus piecitos y sonreía; ¡Sí, sonreía, se lo aseguro! Y su sonrisa era<br />
un alivio e invadía aquel espacio de madera podrida y latas viejas<br />
de una cierta sensación de tranquilidad.<br />
Era consiente que aquel acto de autodefensa sería castigado con<br />
toda severidad, y en el mejor de los casos terminaría el
día con unas cuantas costillas rotas o, en el basura, como<br />
terminaban la mayoría de bebes que ella raptaba de los hospitales<br />
para su oficio de mendicante. Esperanza... Esperanza dije entre<br />
dientes, pero ella no se movía. Esperanza... Esperanza, volví a<br />
insistir con voz entrecortada, pues, todo mi cuerpo no dejaba de<br />
ser una madeja de nervios; sin embargo, ella parecía no escuchar,<br />
sólo se limitaba a contemplarme con su mirada perdida, totalmente<br />
opaca. Me llené de valor y me incorporé levemente. Despacio...<br />
muy despacio fui acercándome a ese cuerpo inerte que parecía<br />
estar adherido a la pared como uno de sus tantos fetiches. Después<br />
del empellón que le propiné se encontraba despatarrada, su cabeza<br />
un tanto ladeada a un costado, sus labios resecos y supurando ese<br />
líquido viscoso. Podía sentir sus jadeos, su olor a tabaco, el flujo y<br />
reflujo de sus fluidos vaginales, la acides que expedían sus axilas<br />
y esa inconfundible sensación de impotencia. De repente, la mujer<br />
como volviendo de un largo sueño, me agarró con fuerza de mi<br />
antebrazo, traté de zafarme pero ella se aferraba con tal<br />
desesperación que sus largas uñas se incrustaron en mi piel, pensé<br />
que ese era el último de mis días, luego, como entre sollozos dijo:<br />
"¡Yonhnie, Yonhnie, ayúdeme tengo un clavo enterrado en mi<br />
espalda!". A pesar del intenso dolor que sentía permanecí un rato<br />
con la mirada fija en la suya. Mi brazo empezó adquirir un tono<br />
rojizo, la fuerza de la negra superaba en mucho la languidez de un<br />
cuerpo mal alimentado, pero, como pude me dejé caer con todo el<br />
peso del que me era posible contra su pecho; una y otra vez, una y<br />
otra vez. En cada empellón sentía como el clavo se le hundía en su<br />
espada centímetro a centímetro. Esperaba que gritara,
se retorciera, me implorara ayuda, pero no, la desgraciada vieja<br />
reía a boca de jarro, era una risa nerviosa, estridente que me<br />
helaba la sangre, luego, con un esfuerzo sobrehumano, logré<br />
soltarme, tomé una distancia prudente y me instalé frente a ella al<br />
otro extremo del carro.<br />
Me resulta difícil reproducir con cierta exactitud todas y cada una<br />
de las emociones que viví después de dejar clavada a la negra<br />
definitivamente a la pared, pero, hay algunos recuerdos gravados<br />
en mi memoria de los cuales es imposible desprenderse. El bebe<br />
seguía entretenido jugando con sus pies, como si presintiera algún<br />
buen presagio, algún aliciente que lo motivara a seguir luchando<br />
por permanecer con vida. No sé, pero, verlo me enternecía, lo<br />
tomé en mis brazos, lo estreche fuertemente, y allí permanecí<br />
esperando lo que hubiese de pasar. Las horas se fueron<br />
sucediendo una tras otra. La negra seguía inmóvil, apenas si me<br />
miraba. Poco a poco el cansancio me fue doblegando hasta que,<br />
haciendo caso omiso de mi lugar de nacimiento, NO DUDÉ, me<br />
arrellané junto al bebe y nos sumimos los dos en un profundo y<br />
placido sueño.<br />
Después de abandonar la Esperanza en un rincón de la ciudad y<br />
con el bebe aun en mis brazos me dediqué a recorres las calles,<br />
calles que se me antojaban amenazantes, odiosas, con su fluir de<br />
vehículos en tropel, sus avenidas atiborradas de gente extraña, de<br />
miradas perdidas, deambulando de aquí para allá como<br />
espantapájaros. Pasé un largo rato esculcando en las canecas de<br />
basura, deteniendo a la gente a diestra y siniestra pidiendo ayuda<br />
sin obtener nada
más que insultos. Después de mucho pensar y darle vueltas y<br />
vueltas a la cabeza decidí recurrir a lo único que hasta la fecha<br />
sabía hacer; pedir limosnas en los atrios de las iglesias. Y, así lo<br />
hice. Para sorpresa mía, las ganancias de ese primer día, como los<br />
días que le siguieron no fueron nada despreciables y, eso se lo<br />
debo, sin lugar a dudas, a los incontenibles chillidos de mi<br />
pequeño acompañante, que, pese a su corta edad ya intuía de algún<br />
modo que el destino es un agujero negro donde llegamos a vaciar<br />
nuestra alama. Bueno... creo que ya hablé de más por hoy. ¿Sabe?<br />
jamás llegué a pensar que hablar con alguien y menos de cosas tan<br />
personales resultaría de provecho para aliviar en parte esta<br />
congoja, esta desazón que he guardado por tantos y tantos años.<br />
Cosa que le agradezco. Dejaré sus honorarios con su secretaria...<br />
Hasta pronto.<br />
FIN
LA GORDIS<br />
Ella me trataba con dulzura, pordría afirmar que sus sentimientos<br />
por mí no eran infundados. Yo la traía a punta de piedra al salir de la<br />
escuela. Su colérica madre venía todos los santos días a quejarse con<br />
mi padre y, él la despedía en el acto de un portazo. Luego con rejo<br />
en mano procedía a pintorretear mis posaderas no sin antes prometer<br />
con cierta severidad, ―Vuelvo a ver esa mujer en la puerta de mi casa<br />
y te estampo un Picasso en el culo pa’ el resto de tus días‖.<br />
Mis sentimientos cambiaron por Ella, cuendo una mañana a la<br />
hora del descanso dos pesados la emprendieron conmigo y sin más<br />
me clavaron la punta de un lapis en el cuello. La Gordis, como solia<br />
llamarla cariñosamente, con su sentido práctico habitual pensó ante<br />
todo en mi bienestar: me condujo al baño, me despojó del suéter, la<br />
camisa, enjuagó mis heridas con agua y jabón y, con sus tiernas<br />
masnos sebosas me vistió de Nuevo.<br />
Al salir de clases camino a nuestras casas, me observó de nuevo<br />
con sus ojos saltones y su sonrisa dulzona mientras yo no hacía más<br />
que deshacerme seleccionando las piedras.<br />
FIN
LUCIA<br />
Ese día en particular me encuentraba resuelto a confesarle mis<br />
sentimientos a Lucia.<br />
Muy de temprano me cepillé los dientes con bicarbonato, los refregué<br />
hasta dejarlos tan blancos como para una propaganda de<br />
PEPSO<strong>DE</strong>NT. Luego, me bañé el cuerpo con jabón de tierra y<br />
estropajo. Me afeité las axilas, las bolas, el ombligo y, por último me<br />
perfumé de pies a cabeza, Embetuné los guayos, planché mi pantalón<br />
a rayas y la camiseta con el estampado del divino Homero Simpson.<br />
Repasé las líneas que le escribí en una servilleta, las grabé en la<br />
memoria mientras las leía frente al espejo del tocador de mamá;<br />
modulando la voz, haciendo cambios de tono y articulando cada<br />
palabra con delicados giros de mis manos. Todo lo preparé con<br />
exagerado esmero, sin omitir detalle. Al salir de casa me enfunde la<br />
chaqueta color caqui, la bufanda de lana virgen y el sombrero alón.<br />
Crucé la acera, me encaminé a pasos lentos, pero firmes; sin<br />
vacilaciones. Nada me haría desistir. Me hallaba envalentonado,<br />
furioso, lleno de coraje, de un valor sin límites. Sabía dónde<br />
encontrarla, en la frutería Miguel Ángelo. Acostumbra pasar las<br />
tardes saboreando helados de piña en compañía del negro<br />
Bembón. Un negro montaraz, de cabeza plana, dientes de oro y un<br />
cuerpo de atleta. ―¡No me intimida!‖ ―¡No me intimida!‖ Me lo<br />
repetía ami mismo tratando de converserme. ―Ese negro cabrón va<br />
conocer por fin quién es Asdrúbal el magnífico‖. ―Mi Lucia verá<br />
renacer de las cenizas a un ser nuevo, dispuesto a darlo todo por<br />
granjearse su complacencia, su amor de porcelana china, sus suaves<br />
caricias y el canto de su voz melodiosa‖.<br />
Me detuve en frente del Miguel Ángelo. Saqué la servilleta de uno de<br />
mis bolsillos y repasé sus líneas nuevamente.<br />
A través de los cristales podía observarlos hablando despreocupados.<br />
Él la tomó de las manos, parecía confesarle alguna intimidad<br />
morbosa, ella le sonreía coqueta, su rostro se iluminaba con cada<br />
palabra que le susurraba al oído. Me muordí los labios para no<br />
mirarla, no soporto que ese negro maricón le ponga un dedo encima.<br />
Empezé a temblar, sientía mi respiración como un río a punto de
desbordarse, no consiguía dar un paso, estaba empapado en sudor,<br />
el sudor era espeso con un fuerte olor a tierra. Recobré el ánimo, me<br />
dirijí a su mesa y al llegar no se me ocurruó nada que decir: salvo —<br />
―Lucia… ¡Que se vaya ya para la casa! ¡Mi mamá la anda buscando!‖<br />
FIN
POETAS LOCALES
CLAUDIO BUSTOS<br />
Reseña biográfica<br />
Poeta y cantautor argentino nacido en la ciudad de Córdoba en<br />
1963 y radicado en Misiones desde 1975.<br />
Es un artista destacado en varias disciplinas como la canción<br />
popular, el teatro y la poesía. Su trabajo, de una fuerza<br />
excepcional, ha sido reconocido a través de sus publicaciones,<br />
tanto en discos y en libros, como una de las grandes voces de la<br />
nueva generación de artistas argentinos.<br />
Aunque cronológicamente podría pertenecer a la generación de los<br />
ochenta, su obra ha permanecido aislada de cualquier tendencia.<br />
Premiado en varias oportunidades por su obra, ha recibido<br />
distinciones también por su profesión de locutor y periodista. Ha<br />
sido galardonado con premios como el ―Vencejo de Oro‖; el<br />
Premio ―Araucaria‖ y el Premio ―Cacique Oberá‖.<br />
Bustos, además es un inquieto Gestor Cultural, y desarrolla esa<br />
tarea en la realización de diversos encuentros entre los que se<br />
destacan el ―Encuentro Internacional de Artistas y Escritores<br />
Avambaé‖ desde 1996.<br />
Parte de su obra está contenida en los siguientes volúmenes:<br />
«Cocina de Taller» 1998, «Planeta de sílabas»<br />
en 2005, «Desde el vértice lúcido del alma» 2014 y en las<br />
Antologías, «Poetas de cara al Siglo» en 2009, «Antología<br />
Escritores en la Biblioteca Pública de las Misiones» - Antología<br />
Trilingüe -(Español, Portugués y Guaraní) 2013, y «Antología del<br />
Encuentro Internacional de Escritores de Zamora, Michoacán,<br />
México» 2013, Iº Antología de Poesía Ecológica en Lengua<br />
Hispana, Nueva York, EE.UU. 2014.<br />
Entre su discografía, se puede mencionar 11 discos editados<br />
en Argentina, Francia y Paraguay.
EN EL HORIZONTE<br />
La niñez susurra en la memoria de<br />
este hombre que camina<br />
por la vida rumbo a la muerte<br />
naturalmente, con sus cada vez<br />
mas lógicos sobresaltos.<br />
Este hombre cargado de nostalgias<br />
atesora lo sencillo de su paso, valora<br />
lo complejo de lo amado;<br />
y se estremece en recuerdos<br />
con olor a vela<br />
de la noche cerrada del monte.<br />
Vuelve a apretar los puños y se le eriza la piel.<br />
Como cuando llueve sobre el río y<br />
uno anda solo con su alma<br />
buscándose en el horizonte.<br />
Una melodía crece amorosamente como<br />
la banda de sonido de la vida y uno<br />
entiende que ha vivido.<br />
Volverse estatua de sal<br />
ya no resulta un buen recurso.<br />
Siempre hay un futuro.<br />
Y el hombre sabe a qué aferrarse, con las<br />
manos perfumadas de flores.<br />
buscándose en el horizonte.<br />
Y el hombre sabe a qué aferrarse, con las<br />
manos perfumadas de flores.
OTOÑO<br />
Láminas de cobre como naipes caen<br />
desesperadamente al abismo, rozando<br />
los asombros y el encanto de las<br />
flores.<br />
Por entre los gajos juega el sol y<br />
la luz disemina la vigilia que se<br />
esconde entre telones sin edad.<br />
Es el otoño<br />
que enciende los candiles…<br />
Dirimiendo los litigios de otras muertes, de<br />
otras soledades,<br />
donde el amor dejó olvidados<br />
evidencias, silencios y unos labios.<br />
Las banderas que se agitan<br />
no son plumas,<br />
ni lágrimas que buscan la hojarasca.<br />
Acaso deba retratar cada momento<br />
desde este cristal que me separa<br />
del universo estallando ante mis ojos.<br />
PRIMAVERA<br />
I<br />
Hay flores<br />
que no merecen tan siquiera<br />
un verso del poeta.<br />
Flores que yacen muertas.<br />
Con su cara de tiempo.<br />
Con su voz de nostalgia.<br />
Con sus ojos de cielo que<br />
llora la angustia<br />
de no tener luz.<br />
Hay flores<br />
que no merecen tan siquiera<br />
un solo verso del poeta.
II<br />
Hay cientos de jardines<br />
abandonados.<br />
El sol no los visita con sus rayos de<br />
vida. Hay cientos de vidas<br />
abandonadas a la deriva,<br />
como un pañuelo en el viento que<br />
pierde lágrimas escondidas en su<br />
tejido.<br />
Somos todos lo mismo.<br />
Los seres sin vida,<br />
sin luz, sin primaveras.<br />
Almas con pañuelos al viento<br />
que lamentan no tener jardines<br />
con flores y colores,<br />
con aromas a mañanas de lluvia.<br />
Somos angustias ocultas.<br />
Terquedad en las palabras<br />
que nos resumen el día.<br />
III<br />
El viento trae arenas<br />
de algún lejano desierto. Las<br />
hojas que cayeron ayer<br />
pisoteadas por tristezas<br />
no descansarán jamás en jardines,<br />
sino en acequias,<br />
en calles empedradas<br />
que llevan a cualquier lugar<br />
un recuerdo de colores<br />
o una postal de días felices,<br />
donde el cielo luminoso no<br />
era más que la vida.<br />
Esa vida que me falta<br />
cuando afuera late una mariposa al<br />
llegar la primavera.
SON SOLO SIGNOS…<br />
El viento juega con hembras afiebradas<br />
constantemente.<br />
Como si una lluvia desordenada golpeara prismas en<br />
el cielo que llora desolado.<br />
Una sensación primitiva me estremece<br />
con su ritmo de batalla en pleno crecimiento<br />
donde intentan quedarse<br />
presas las palabras.<br />
Son solo signos… en la eternidad.<br />
En el mínimo silencio de un instante de<br />
locura<br />
designados momentos en que cae<br />
pesadamente una carga de agua limpia.<br />
Son solo signos… en el límite de la pureza.<br />
Es el designio infinito de la vida<br />
naturalmente protegido<br />
por el manso equilibrio<br />
de la creación.
TE ESPERO…<br />
Hoy te espero…<br />
cuando invaden los pájaros<br />
precipitados vértigos.<br />
Te espero sin excusas<br />
seleccionando las semillas<br />
de tu última palabra.<br />
Hoy te espero…<br />
sonámbulo por la casa<br />
limpiando la memoria.<br />
Tu presencia… borrará<br />
la tristeza de mis oídos<br />
sordos.<br />
No será inadecuado el<br />
brillo de tus ojos, será<br />
resplandeciente.<br />
Conocerás mis labios<br />
jugando con tus manos<br />
en misterioso viaje.<br />
Hoy te espero…<br />
habré de esperarte<br />
todo el día.
FRANCIS MESTRIES BENQUET<br />
Nació en Casablanca, Marruecos. Licenciatura en lengua y<br />
Literatura Española, Universidad París III-Sorbona, Francia, 1972.<br />
Maestría en Letras y Civilización Latinoamericana, Universidad<br />
París III, 1974.Licenciaturas en Sociología y en Psicología,<br />
Universidad de París VIII, 1972 y 1973. Profesor titular de<br />
Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana,<br />
Azcapotzalco, México, D.F.<br />
Publicaciones literarias: CARNÍVOROS, en PANDILLA <strong>DE</strong><br />
NUBES, poemario colectivo coord. Arturo Córdova Just, UAM.,<br />
1990, México; SUELAS <strong>DE</strong> VIENTO, Ed.<br />
Verdehalago-UAM., Mexico, 1996; LATIDOS <strong>DE</strong> LA NOCHE,<br />
Ed. Alforja, 1999, México; EXORCISMO Y MAR, Ed.<br />
Verdehalago, 2001, México; VIAJERO EN TRÁNSITO, Ed.<br />
Praxis, 2003, México; VARA<strong>DE</strong>RIVA,<br />
Ed. Amanuense, 2007, México; LA VIDA PERDURABLE,<br />
Antología comentada de la poesía de DOLORES CASTRO,<br />
Praxis, 2007, México; SINFONÍA EN SOL MAYOR, del libro<br />
colectivo EL <strong>DE</strong>SIERTO Y LA FUENTE, Edit. Amanuense,<br />
2009, México; A VOZ EN CUELLO del libro colectivo RUEDA<br />
VIVA, Amanuense, 2013; Artículos:―El Fin de Satán, de Victor<br />
Hugo‖, Casa del Tiempo No.53, 2003; ―Amor y conocimiento en<br />
la poesía de Dolores Castro‖ , en RAÍZ <strong>DE</strong> AGUA, edit.<br />
Benjamín Barajas, 2004.
Incluido en las Antologías Poéticas 19 Poetas, una Casa, un<br />
Tiempo, UAM-Azcapotzalco, 1999, Las Flores de la Dicha,<br />
Coord. Raquel Olvera, Ed. Planeta, 2004, Cosecharán<br />
tempestades, poesía contra la guerra, 2004, Casa de los<br />
Horizontes, Ed. Del Lirio, 2003, Esa Lengua tuya: 9 poetas<br />
latinoamericanos actuales, a Brace Edit./Canarias Montevideo,<br />
2008, El Desierto y la Fuente, Ed. Amanuense, 2009, 40 Barcos de<br />
guerra Ed. Verso Destierro 2009, Panorama de la poesía mexicana.<br />
Antología virtual,2009, Señal de (b)Vida, edit. Amanuense, 2011,<br />
Poesía Flamingos, 2012, y Palomita al Viento, Amanuense, 2013.<br />
Miembro del Taller de Poesía de Dolores Castro desde 1997.<br />
Jurado en el concurso del Festival Internacional de Poesía de<br />
Navachiste, Sinaloa, México, 1999. Miembro del Consejo editorial<br />
de AMANUENSE Ediciones.<br />
LA PALMERA<br />
Era una palmera solitaria<br />
Trasterrada en un patio sin sol de la gran ciudad<br />
Creció esbelta rebasando el muro hacia arriba Y el<br />
cascajo y cemento hacia abajo.<br />
Pero de las hojas amarillentas<br />
Brotaban nuevos tallos verditiernos<br />
Hasta ramilletes de frutos obsequió. Se<br />
bamboleaba apenas en el viento Garza<br />
a punto de levantar el vuelo.<br />
Era la evidencia del milagro de la vida. A<br />
los pensares alzaba de la penumbra<br />
A la luz<br />
Y si no daba sombra daba eje y elegancia al jardín. Ya no<br />
crecía, pero aún era vivaz.<br />
La cortó de un tajo el machete ciego<br />
Dejando una herida en la pupila Más<br />
fardo en el silencio<br />
Y un hueco en el corazón.
PRIMEVERE<br />
Sergio Mondragón<br />
Bienvenida Primavera<br />
Embajadora de la luz<br />
Acuarelista del carmín<br />
Compositora de trinos brotes de aurora En<br />
el pentagrama rosado del cielo,<br />
Insurrección de voces y colores.<br />
Alabada seas Primavera<br />
Que vienes con dedos de seda<br />
Borras las huellas de lobo en la nieve<br />
Derribas los barrotes de esta celda de tormentos<br />
Siembras los caminos de pétalos de esperanza<br />
Enciendes la luna en el andamio estelar Prendes la<br />
chispa del amor en los parques.<br />
Buenos días Primavera<br />
Estallas en los cantos de tus pájaros<br />
En la danza de tus mariposas sobre corolas En<br />
la suave matraca de la chicharra<br />
En el fuego azul de la jacaranda<br />
En cascabeles amarillos y monedas rojas<br />
En pupilas de flores bajo pestañas de frondas.<br />
Bienvenida Primavera<br />
Yunta florida que abres los surcos<br />
Y las compuertas de las aguas de junio<br />
Que nos den su pasión y vigor<br />
Para regar de amor estos yermos de cardos.
COLORÍN COLORADO<br />
Eres torso musculoso que nutre brazos<br />
Como falos como faros como ofidios Que<br />
se esparcen en ramas espigadas Llenas de<br />
energía genésica,<br />
Y flexionan bajo el chubasco<br />
Pero no se desgajan.<br />
Eres frondas espesas que saludan al cielo Y<br />
dan la bienvenida a la lluvia,<br />
Y pájaros que huyen de tu copa agitada En<br />
estampida ante la tormenta.<br />
Tus vainas guardan las lágrimas carmesí<br />
Que lloran por las mejillas escarlatas<br />
De la noche buena marchita que abraza tu pie.<br />
ALONSO QUINTÍN GUTIÉRREZ RIVERO<br />
Macaravita. Poeta, dramaturgo, narrador y ensayista. Licenciado<br />
en Filología e Idiomas de la Universidad Libre de Colombia,<br />
Magíster en Pedagogía del Lenguaje audiovisual y autor de<br />
numerosas obras de teatro. Fundador del Encuentro<br />
Internacional de escritores con sede en Chiquinquirá Colombia y<br />
del programa radial ―Los sueños de Ícaro‖. Rector y supervisor<br />
de educación secundaria. Su actividad discurre entre la<br />
pedagogía y la creación literaria. Ha publicado: Literatura de<br />
Contracartel (narrativa y poesía), Retrospectiva Pedagógica,<br />
(Ensayo) Cazadores de Orquídeas (Poemario) , El Columpio<br />
de la Luz (Ensayo) Los Tonos del Alma (Ensayo) Las<br />
Razones del Caminante (teatro) La Ceniza de tus Manos<br />
(Teatro) Del Cinismo a la Perdición (teatro. Incluido en<br />
Antología Poética Latinoamericana de Buenos Aires.<br />
Participante en diversos Encuentros de Escritores. Fue<br />
galardonado con el premio X ENCUENTRO <strong>DE</strong> ESCRITORES<br />
COLOMBIANOS, en el<br />
grado de Gran caballero.
SECRETOS<br />
Venías en el rumor de la playa,<br />
con las olas adheridas a la piel;<br />
traías un canto de sirenas<br />
y en los labios mariposas de fuego.<br />
Era el aroma del anochecer<br />
un susurro de flores y amatistas, eran tus<br />
ojos espejos de la mar, relojes de Dios en<br />
tus pestañas. Venías de hacer figuritas en<br />
la arena, letras de dulce compañía,<br />
frases para destronar el día<br />
de una cierta embriaguez de lejanías, te<br />
amamos madre mía,<br />
decían tus dedos en la arena, y el<br />
eco repetía,<br />
te amamos madre mía.<br />
Del cielo cayó con levedad y alivio un<br />
rayo de luna confundido<br />
entre la brisa y el sosiego. Y<br />
el eco repetía,<br />
Te amamos madre mía.<br />
Detrás de los cristales de la noche,<br />
hubo un rumor de ángeles<br />
alguien que se va. Y<br />
la arena repetía, ya en<br />
la oscuridad.<br />
Te amamos madre mía.
LA PLEGARIA <strong>DE</strong>L VIENTO<br />
En el misterio de la noche presiento<br />
pasos, rumor de voces,<br />
el viento inventa plegarias,<br />
un no sé qué, cascadas de silencio,<br />
como si nadie escuchara,<br />
nuestro viejo clamor de pesadumbres;<br />
miro el reloj de mi conciencia<br />
y solo atino a descifrar<br />
el tiempo de la espera<br />
será porque de algún modo, la<br />
espera nos hace renacer<br />
o simplemente no queremos entender<br />
que en el paso del tiempo,<br />
la vida se esfuma para nunca regresar. La<br />
noche es la novia de los astros,<br />
conmovedora estrofa de los sueños<br />
incógnita de orgías<br />
cómplice final de mortales desafíos<br />
donde unos pierden la vida<br />
y otros procrean sin piedad.<br />
Tras los ventanales se mueve una sombra Y<br />
el eco interminable de un presagio alguien a<br />
punto de llegar<br />
una sombra apenas y un rayo de luz a<br />
punto de expirar.<br />
La noche hilando pesadillas,<br />
en la inquieta transmutación de los sueños<br />
como si de repente desatara<br />
todos los presentimientos y<br />
todas las angustias<br />
en el eterno minuto de la espera.<br />
Volverá la madrugada<br />
en el extraño vaivén de las estrellas,<br />
se irá la noche cansada de repetir los pasos de<br />
incógnitos viajeros,
de tantos amores prohibidos,<br />
de las paredes brotarán gemidos,<br />
gemidos de placer y de temor, se<br />
apagarán las luces,<br />
la música sonará indecisa,<br />
como si en el viejo clavicordio del silencio se<br />
adormeciera algún encanto<br />
y nos recordará de repente<br />
el paso elemental de nuestras vidas<br />
en el naufragio sideral de algún lamento. En la<br />
espera se desvanece el señorío, pierde la<br />
vanidad sus grises galas<br />
vuelve a comenzar la tragedia existencial.<br />
MEDITACIÓN IMPOSIBLE<br />
Hay puertas cerradas, de<br />
gigantescos goznes, que<br />
esconden secretos de<br />
jardines florecidos y<br />
terribles homicidios;<br />
puertas de chirridos alargados,<br />
evocando quejidos,<br />
tesoros escondidos,<br />
voces mutiladas<br />
frenesí de abrazos,<br />
fragor de pesadillas y<br />
cantos olvidados<br />
en los viejos precipicios<br />
de los quicios de las puertas;<br />
puertas cerradas para siempre, en<br />
el triste desván de la vida, como<br />
atajando enjambres<br />
de recuerdos;<br />
alucinando,<br />
en cada rayo de luz<br />
olvidado en las rendijas.
Hay puertas<br />
por donde pasa el olvido sin<br />
preguntar<br />
por nuestras vidas<br />
como si apenas fuéramos un<br />
viento de cenizas<br />
PINTURA Y <strong>DE</strong>SMESURA<br />
En el lienzo de la vida, cabe el<br />
canto de los cisnes la espada<br />
del rey Lear,<br />
y el lamento de Judas. En<br />
el lienzo de la vida,<br />
puedo pintar mi propia risa, montar a<br />
caballo al sur de Suiza,<br />
o ir de transeúnte por tus valles y montañas.<br />
Puedo, galopar en el caballo de Bolívar,<br />
en el guante engastado de perlas y rubíes de<br />
Enrique II el alcohonero;<br />
en el traje de 30.000 marcos<br />
de Ricardo II;<br />
en las armaduras de oro de Eduardo II;<br />
en el rosario de 304 perlas del rey Molodor, el<br />
adorador de dioses falsos;<br />
en el sombrero de Carlos El Temerario<br />
tachonado de perlas y zafiros;<br />
en las perlas colosales que vio Marco Polo al sur<br />
en los habitantes de Cipango.<br />
En el lienzo de la vida,<br />
Cabe casi todo: el llanto de los dioses chibchas, la<br />
nostalgia de Chibchacum,<br />
la sabiduría de Nemqueteba<br />
la astucia de Guitaca, convertida en lechuza Sie,<br />
Bochica, y Chaquén el dios de la guerra.<br />
En el lienzo de la vida cabe casi todo la<br />
discordia y la armonía,<br />
el honor, la razón, la poesía, lo<br />
sagrado y lo profano,
la felicidad de los villanos, la<br />
belleza y la exquisitez de los<br />
frutales,<br />
el cinismo de la ciencia<br />
y la bella adoración de lo siniestro. En<br />
el lienzo de la vida,<br />
te devuelvo el mapa de colores, que<br />
me diste un día<br />
para encontrar tu amor,<br />
por terrenos de lucha bravía y<br />
sin saberlo me perdí en los<br />
mares misteriosos de tus ojos.<br />
En el lienzo de la vida cabe casi<br />
todo, cuanto quise con osadía<br />
de corsario y la humildad de un<br />
santo.<br />
LILIA GUTIÉRREZ RIVEROS<br />
Macaravita, Colombia, 1956. Poeta, ensayista y narradora.<br />
Química y bióloga. Catedrática universitaria. Libros de poesía:<br />
Con las alas del tiempo, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1985;<br />
Carta para Nora Böring y otros poemas, Contracartel Editores,<br />
Bogotá, 1994; La cuarta hoja del trébol, Ediciones Equilibrio,<br />
Bogotá, 1997, Intervalos, Contracartel Editores, Bogotá, 2005;<br />
Pasos alquilados, Caza de Libros, Ibagué, 2011; Inventarios,<br />
Bogotá, 2013; Sinfonía del Orbe, Poesía completa; Arte Poética<br />
Press, New York, 2014. Algunos poemas han sido traducidos al<br />
inglés, al francés, al portugués al alemán, al italiano y al<br />
Mandarín. Incluida en antologías y estudios críticos. Ganadora del<br />
I CONCURSO MUNDIAL <strong>DE</strong> ECOPOESÍA, 2010. Valerio<br />
Valentín (novela para niños y jóvenes), Babel Books Inc, New<br />
York, 2012, Segunda edición Editorial Atenea, Bogotá, 2014. Los<br />
duendes de July, cuento de Navidad, el Palatino, Bogotá, 2013.<br />
Embajadora de la Paz del Círculo Universal de Embajadores de la<br />
Paz con sede en París y Ginebra. Fundadora y Presidenta de<br />
Poesía sin fronteras. Algunos libros de ciencia son: Taller de
laboratorio: 100 experimentos de biología, física y química, Lexus<br />
Editores, Barcelona, España, 2010; El gran libro de los<br />
Dinosaurios 3D, Lexus Editores, Euroméxico, 2011; Criaturas<br />
Mitológicas, 3D, Lexus Editores, 2012. Autora de 15 libros de<br />
química, 12 de Biología y más de 25 publicaciones de<br />
metodología científica.<br />
Fiesta vegetal<br />
Desde la raíz la luz busca su brillo<br />
asciende la escultura de los tallos,<br />
se vuelve brote y rama y arrullo de las aves.<br />
Teje corolas, se vuelve estambre<br />
concentra el polen y lo almacena en sus anteras. Se<br />
torna jugo y almendra en la redondez del fruto.<br />
En el derroche de colores los<br />
jazmines beben blancura las<br />
buganvilias exhiben lilas,<br />
violetas y amarantos.<br />
La azalea reparte sus perfumes y<br />
la rosa multiplica sus ropajes<br />
entre dalias y magnolias.<br />
Detrás de la azucena<br />
un grillo se esmera ensayando sus<br />
ritmos monocordes mientras la<br />
yerba de los prados<br />
perfecciona su danza con la brisa.<br />
La noche construye puentes<br />
entre el polen y el germen.<br />
Antes del amanecer un pequeño brote brindará al<br />
mundo el nuevo rostro de la vida.
Nuestro o del olvido<br />
Deslicemos los pies<br />
entre la hierba y la bruma que<br />
circunda nuestros pasos.<br />
Escuchemos las melodías y<br />
los silencios que hablan<br />
desde el amanecer en tus ojos.<br />
Háblame de las órbitas que<br />
circundan las galaxias<br />
y rescata los pequeños recuerdos<br />
de la gravitación y de la fuga del tiempo.<br />
Disfrutemos el presente,<br />
la caricia que no se nombra.<br />
El día se ahoga en la penumbra<br />
cuando sólo queda la conjugación de la piel.<br />
Caminemos juntos<br />
el trozo de vida que nos queda.<br />
El universo pasa por nosotros<br />
en este instante de eternidad<br />
que puede ser nuestro o del olvido.
Ladera de Caracas<br />
El salitre conquista el aire que<br />
se filtra entre los cerros<br />
que custodian el embrujo de Caracas.<br />
Chacao tiene<br />
gentes joviales y querendonas<br />
que cantan y bailan los rumbos de la vida.<br />
Del Parque del Este llega el rumor de<br />
ardillas y salamandras<br />
que intercambian rutas detrás de troncos y<br />
ramas disueltas en la tarde.<br />
En Caracas respire una y otra vez<br />
el aroma que surge de los hilos de plata<br />
disueltos en la exuberancia del Ávila.<br />
Entre la danza de las libélulas<br />
degusté versos de Otero Silva<br />
respiré el hechizo de Salvador Garmendia y<br />
arrebaté la estrella que orientó a Gerbasi.<br />
Dimensión del día<br />
Traigo<br />
el aroma que concentra la begonia la<br />
constancia de la abeja<br />
el rocío y el delirio de la madrugada.<br />
Convoco a los instintosde prados, bosques, desiertos y de<br />
océanos<br />
a la brisa, al otoño y a la primavera.<br />
Al granero y su esperanza<br />
a la levadura y al horno de la idea.
Dimensión del día<br />
Traigo<br />
el aroma que concentra la begonia la<br />
constancia de la abeja<br />
A los rostros capaces de la risa<br />
hoy los convoco<br />
a diseñar la dimensión del día. Me<br />
reconocerás en la Tierra<br />
Soy parte de la Tierra.<br />
La antigua ley evolutiva<br />
me ata al hechizo de las rocas.<br />
Cuando regrese,<br />
en otra vida, en otro molde me<br />
reconocerás en las fuentes que<br />
congregan savia nueva.<br />
Con las heridas ajenas y las mías<br />
treparé la ambición de la montaña.<br />
Soy sustancia de la tierra<br />
vibración que impulsa verdades<br />
que desafían gravedad y altura.<br />
Me reconocerás a simple vista<br />
cuando te aferres a un puñado de greda cuando te hable desde la<br />
grava que palpita.
FUNDACIÓN ARTÍSTICA CANTEMOS<br />
FUSAGASUGÁ
LILIA GUTIÉRREZ RIVEROS<br />
Macaravita, Colombia, 1956. Poeta, ensayista y narradora.<br />
Química y bióloga. Catedrática universitaria. Libros de poesía:<br />
Con las alas del tiempo, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1985;<br />
Carta para Nora Böring y otros poemas, Contracartel Editores,<br />
Bogotá, 1994; La cuarta hoja del trébol, Ediciones Equilibrio,<br />
Bogotá, 1997, Intervalos, Contracartel Editores, Bogotá, 2005;<br />
Pasos alquilados, Caza de Libros, Ibagué, 2011; Inventarios,<br />
Bogotá, 2013; Sinfonía del Orbe, Poesía completa; Arte Poética<br />
Press, New York, 2014. Algunos poemas han sido traducidos al<br />
inglés, al francés, al portugués al alemán, al italiano y al<br />
Mandarín. Incluida en antologías y estudios críticos. Ganadora del<br />
I CONCURSO MUNDIAL <strong>DE</strong> ECOPOESÍA, 2010. Valerio<br />
Valentín (novela para niños y jóvenes), Babel Books Inc, New<br />
York, 2012, Segunda edición Editorial Atenea, Bogotá, 2014. Los<br />
duendes de July, cuento de Navidad, el Palatino, Bogotá, 2013.<br />
Embajadora de la Paz del Círculo Universal de Embajadores de la<br />
Paz con sede en París y Ginebra. Fundadora y Presidenta de<br />
Poesía sin fronteras. Algunos libros de ciencia son: Taller de<br />
laboratorio: 100 experimentos de biología, física y química, Lexus<br />
Editores, Barcelona, España, 2010; El gran libro de los<br />
Dinosaurios 3D, Lexus Editores, Euroméxico, 2011; Criaturas<br />
Mitológicas, 3D, Lexus Editores, 2012. Autora de 15 libros de<br />
química, 12 de Biología y más de 25 publicaciones de<br />
metodología científica.<br />
Fiesta vegetal<br />
Desde la raíz la luz busca su brillo<br />
asciende la escultura de los tallos,<br />
se vuelve brote y rama y arrullo de las aves.<br />
Teje corolas, se vuelve estambre<br />
concentra el polen y lo almacena en sus anteras. Se
torna jugo y almendra en la redondez del fruto.<br />
En el derroche de colores los<br />
jazmines beben blancura las<br />
buganvilias exhiben lilas,<br />
violetas y amarantos.<br />
La azalea reparte sus perfumes y<br />
la rosa multiplica sus ropajes<br />
entre dalias y magnolias.<br />
Detrás de la azucena<br />
un grillo se esmera ensayando sus<br />
ritmos monocordes mientras la<br />
yerba de los prados<br />
perfecciona su danza con la brisa.<br />
La noche construye puentes<br />
entre el polen y el germen.<br />
Antes del amanecer un pequeño brote brindará al<br />
mundo el nuevo rostro de la vida.
Nuestro o del olvido<br />
Deslicemos los pies<br />
entre la hierba y la bruma que<br />
circunda nuestros pasos.<br />
Escuchemos las melodías y<br />
los silencios que hablan<br />
desde el amanecer en tus ojos.<br />
Háblame de las órbitas que<br />
circundan las galaxias<br />
y rescata los pequeños recuerdos<br />
de la gravitación y de la fuga del tiempo.<br />
Disfrutemos el presente,<br />
la caricia que no se nombra.<br />
El día se ahoga en la penumbra<br />
cuando sólo queda la conjugación de la piel.<br />
Caminemos juntos<br />
el trozo de vida que nos queda.<br />
El universo pasa por nosotros<br />
en este instante de eternidad<br />
que puede ser nuestro o del olvido.
Ladera de Caracas<br />
El salitre conquista el aire que<br />
se filtra entre los cerros<br />
que custodian el embrujo de Caracas.<br />
Chacao tiene<br />
gentes joviales y querendonas<br />
que cantan y bailan los rumbos de la vida.<br />
Del Parque del Este llega el rumor de<br />
ardillas y salamandras<br />
que intercambian rutas detrás de troncos y<br />
ramas disueltas en la tarde.<br />
En Caracas respire una y otra vez<br />
el aroma que surge de los hilos de plata<br />
disueltos en la exuberancia del Ávila.<br />
Entre la danza de las libélulas<br />
degusté versos de Otero Silva<br />
respiré el hechizo de Salvador Garmendia y<br />
arrebaté la estrella que orientó a Gerbasi.<br />
Dimensión del día<br />
Traigo<br />
el aroma que concentra la begonia la<br />
constancia de la abeja<br />
el rocío y el delirio de la madrugada.<br />
Convoco a los instintosde prados, bosques, desiertos y de<br />
océanos<br />
a la brisa, al otoño y a la primavera.<br />
Al granero y su esperanza<br />
a la levadura y al horno de la idea.
Dimensión del día<br />
Traigo<br />
el aroma que concentra la begonia la<br />
constancia de la abeja<br />
A los rostros capaces de la risa<br />
hoy los convoco<br />
a diseñar la dimensión del día. Me<br />
reconocerás en la Tierra<br />
Soy parte de la Tierra.<br />
La antigua ley evolutiva<br />
me ata al hechizo de las rocas.<br />
Cuando regrese,<br />
en otra vida, en otro molde me<br />
reconocerás en las fuentes que<br />
congregan savia nueva.
Con las heridas ajenas y las mías<br />
treparé la ambición de la montaña.<br />
Soy sustancia de la tierra<br />
vibración que impulsa verdades<br />
que desafían gravedad y altura.<br />
Me reconocerás a simple vista<br />
cuando te aferres a un puñado de greda cuando<br />
te hable desde la grava que palpita.
FUNDACIÓN ARTÍSTICA CANTEMOS<br />
FUSAGASUGÁ