VE-28 DICIEMBRE 2016
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Número <strong>28</strong> - Diciembre <strong>2016</strong>
© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías o<br />
ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />
Fotografía de la portada: Book tree – Autor desconocido<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
«La literatura es el arte de derribar paradigmas»<br />
Marcelo Birmajer, escritor y guionista de cine argentino (n. 1966)<br />
Descarga de este número de la revista (formato PDF, 4.13 MB):<br />
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Nuestros libros<br />
«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (<strong>2016</strong>)<br />
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Dos libros de relatos y microrrelatos<br />
con la participación de escritores habituales<br />
de la revista VALENCIA ESCRIBE<br />
¡Son perfectos para regalar estas Navidades!
Índice<br />
Os juro que no se me ocurre nada (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
Concurso de Relato Rápido Negro Pág. 2<br />
Supersticiones (Alfredo Cot) Pág. 7<br />
El nuevo movimiento (Aldana Giménez) Pág. 9<br />
El Premio (Lu Hoyos) Pág. 11<br />
Siguiendo a mi ex (Pernando Gaztelu) Pág. 13<br />
Lluvia (Carolina Pedroni) Pág. 15<br />
Una historia de amor (Marta Navarro) Pág. 17<br />
Diputado nacional (Nicolás Jarque) Pág. 19<br />
Canción de una sola nota (Mirta Calabrese) Pág. 21<br />
Recuerdos (Concha García) Pág. 23<br />
Soledad (Manuel Serrano) Pág. 25<br />
Intruso Morfeo (Aurora Losa) Pág. 27<br />
Bizarra decadencia (Rafa Sastre) Pág. 29<br />
Ulls entelats (Toni Mascarell) Pág. 31<br />
Retrato en sepia (Carmen Martínez) Pág. 33<br />
El hombre (Esther Moreno) Pág. 35<br />
La incontinencia fabulosa (María José Martí) Pág. 37<br />
Gliese 667Cc (Enrique Mochón) Pág. 41<br />
El maleït mirall (Marisa Martínez) Pág. 43<br />
Cuento de Navidad (Pepe Sanchis) Pág. 45<br />
Otoño (haikus) (Marga Alcalá) Pág. 47<br />
Deseo cumplido (Toni Ávila) Pág. 49<br />
El abuelo (Alejandro Ramos) Pág. 51<br />
Ondas virtuales de realidad (Belén Mateos) Pág. 53
La escritura (María Luisa Pérez) Pág. 55<br />
En tierra extraña (Manoli Vicente) Pág. 57<br />
Como gotas de lluvia (Isabel Garrido) Pág. 59<br />
Ñoña historia de Navidad (Jorge Richter) Pág. 61<br />
A deshoras (Vivian Rodríguez) Pág. 65<br />
Palabras en la basura Pág. 66<br />
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 67<br />
Valencia Escribe en las redes Pág. 68<br />
La foto de Miguel Pág. 70
Autoayuda - Alberto Montt (Ecuador) http://www.dosisdiarias.com/
Os juro que no se me ocurre nada<br />
Pues eso mismo, que me siento obligado a escribir una<br />
«editorial» o algo parecido y no se me ocurre nada, y no será porque<br />
no ocurren y han ocurrido cosas... Por ejemplo, que a la chita<br />
callando se nos ha instalado un año más en el cuerpo y otro en el<br />
alma, y dudamos cuál de los dos es menos soportable. Que nos<br />
hacemos más viejos, pero no necesariamente más sabios, si bien está<br />
claro que cada vez estamos más resabiados. Que vuelven las<br />
navidades y nos gustaría tomar un brebaje mágico o que nos tocasen<br />
con una poderosa varita para convertirnos, al menos durante unos<br />
instantes, en los pequeños seres que fuimos en algún tiempo remoto;<br />
en aquellas angelicales e inocentes criaturas, despreocupadas por<br />
cualquier futuro que no pasara por recibir regalos y divertirse jugando<br />
con los hermanos, los primos, los amigos.<br />
Releo la parrafada anterior y me doy pena. Mejor dejarlo por<br />
hoy, creo que no tengo un buen día. Aunque cualquier día debería ser<br />
excelente para la esperanza; la esperanza en un mundo más justo y<br />
mejor para todos. Ojalá el próximo año suceda un milagro y podamos<br />
celebrar una epidemia global de sentido común que afecte,<br />
principalmente, a los gobernantes de este pobre planeta.<br />
Creo haberos deseado ya en otras ocasiones la mayor de las<br />
felicidades, pero nunca me cansaré de repetirlo. Seguiré insistiendo en<br />
que seáis harto dichosos y hagáis dichosos a quienes os rodean. Pasad<br />
unas fantásticas fiestas y estrenad 2017 con mucha salud y alegría.<br />
Nos leemos el mes que viene.<br />
Rafa Sastre<br />
1
Concurso de Relato Rápido Negro<br />
«NO<strong>VE</strong>MBRE NEGRE»<br />
Como estaba previsto y anunciado, el pasado 12 de noviembre<br />
perpetramos, en coordinación con Ágora Puerto Cultural y Marián<br />
Creación Literaria, un concurso de relato rápido en el Centro Cultural<br />
Mario Monreal de Sagunto. Las 23 víctimas construyeron un cuento<br />
de entre 75 y 150 palabras en el plazo de media hora, partiendo de la<br />
frase de inicio propuesta por el despiadado jurado y extraída de la<br />
película de John Huston «El halcón maltés» (basada en la obra del<br />
mismo título escrita por Dashiell Hammett): «Me ponen nervioso<br />
todos los tipos a los que no les interesa el dinero».<br />
A continuación os dejamos unas fotos y los textos ganadores.<br />
Los principales sospechosos (Foto: Eulalia Rubio)<br />
2
Primer Premio – Salvador Bayona<br />
No hay nada como una camisa recién planchada<br />
Me ponen nervioso todos los tipos a los que no le interesa el dinero,<br />
tanto más cuando algunos presumen de ello como si fuera una virtud.<br />
Mejor harían en practicar la entereza, la pulcritud, o la sensatez, que<br />
son mucho más útiles, en lugar de pensar que tienen el alma más<br />
limpia que mi camisa.<br />
Y es que es mucho más molesto intentar averiguar lo que realmente<br />
les interesa. Molesto y sucio: lo deja todo perdido de dientes y hasta<br />
salpica de sangre mi camisa.<br />
No es que eso me importe, es que la señora Aurora dice que las<br />
manchas no salen fácilmente si no las remojas antes con vodka. Sé<br />
que miente, pero sólo de pensar que la colada se cobrará mi ingesta<br />
diaria, me entran ganas de atizarles de nuevo.<br />
Salvador Bayona, recogiendo su premio (Foto: Eulalia Rubio)<br />
3
Segundo Premio – Enrique Mochón<br />
Asunto finiquitado<br />
Me ponen nervioso todos los tipos a los que no le interesa el dinero.<br />
Los evito siempre que puedo. Nada como sentirse entre iguales.<br />
Hablar un mismo idioma. Enfrentar pareceres. Discutir si hace falta.<br />
Pero arreglar siempre las cosas del mejor modo. Suele haber un<br />
argumento final para cada desacuerdo. Cuando todo marcha bien, a<br />
veces basta una mirada, un guiño o una sonrisa. La cantidad a pagar a<br />
menudo es lo de menos. Pero cuando topas con alguien como ese<br />
tipo, se agotan las razones. Sobran las palabras. O faltan. Creo que<br />
todos en la mesa nos pusimos alterados. Cualquiera hubiese hecho lo<br />
mismo que yo.<br />
Enrique Mochón, leyendo su cuento (Foto: Eulalia Rubio)<br />
4
Tercer Premio – Susana Climent<br />
Sabor a humo y café<br />
Me ponen nervioso todos los tipos a los que no les interesa el dinero.<br />
Tras el chasquido de sus dedos, todos en aquella lúgubre estancia<br />
supieron que tenían que desaparecer por la puerta.<br />
El humo del tabaco en su boca se mezclaba con el sabor de ese<br />
cargado café. El brillo de sus zapatos sobre la mesa era ahora el único<br />
punto de mira y a través de ellos, cristales rotos encendidos en luces<br />
de la ciudad.<br />
Aquella sirena tampoco desvió su atención.<br />
El revólver estaba frío, pero su sien aún más.<br />
«Me ponen nervioso los tipos que no tienen donde caerse muertos,<br />
pero me joden más los que no tienen donde caerse vivos»… y aquel<br />
tipo hizo estallar el silencio decorando de rojo sangre la pared.<br />
Susana Climent lee su relato (Foto: Eulalia Rubio)<br />
5
Bad luck – Ioana (Rumanía)<br />
http://fspionoepk.deviantart.com/<br />
6
Supersticiones<br />
A San Perdido de la Torre se llega a través de carreteras<br />
secundarias.<br />
Quedan atrás aldeas, ermitas y las ruinas de un casi<br />
desaparecido castillo medieval del siglo XIII.<br />
El pueblo te recibe con un paseo colmado de cipreses -trescientos<br />
trece-. Ciento cincuenta y seis a un lado y ciento cincuenta y siete a<br />
otro. Una sola calle, la Mayor y después nada. Sus pocos habitantes,<br />
ciento trece, son supersticiosos de las supersticiones, obstinados<br />
creyentes de la mala suerte y confiados inocentes de buscar la<br />
adversidad.<br />
Cuando se produce un nuevo alumbramiento, el más anciano se<br />
muere a propósito... el censo no se puede alterar. Trece gatos negros<br />
que por alguna ancestral bendición, sus hembras, paren trece gatitos<br />
negros. Las damas pintan de rojo sangre sus labios frente a cristales<br />
rotos en trece pedazos.<br />
Trece segundos, no doce, ni catorce... ¡TRECE! se utilizan para<br />
cruzar la plaza, subir a la torre o llenar los cubos en cualquiera de las<br />
trece fuentes que abocan sus cristalinas aguas en el pueblo.<br />
Hasta las campanadas que se oyen cuando es la una del<br />
mediodía o de la medianoche son trece.<br />
Alfredo Cot (Valencia)<br />
http://alfredo-laplazadeldiamante.blogspot.com.es/<br />
7
Sin título – Vadim Stein (Ucrania) http://braidart.info/vadim-stein/<br />
Fotografía sugerida por la autora<br />
8
El nuevo movimiento<br />
Siempre tan tarde<br />
a todo y nada<br />
de miedo y cobarde<br />
a perder la calma.<br />
Siempre en medio<br />
del sí y el no.<br />
Blanco o negro<br />
sin ton ni son.<br />
Ahora el reto<br />
me ha dejado sin aire.<br />
Daré un nuevo movimiento<br />
evitando un calambre.<br />
Nunca tan lejos<br />
de todos y de nadie.<br />
Escalo mi cerro<br />
soltando equipaje.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
9
Queen of hearts - Ulf Liljankoski (Suecia)<br />
https://www.flickr.com/photos/whyld/<br />
10
El Premio<br />
Cuatro mujeres y un hombre. Lo siento, ya sé que me sobran<br />
personajes para una corta historia pero en esta son todos<br />
imprescindibles y no puedo quitar ni poner ninguno so pena de falsear<br />
gravemente los hechos tal y como sucedieron. A cambio omitiré sus<br />
nombres para no cargaros demasiado. Ocurrió un fin de semana de<br />
junio. Estaban invitados, por unos buenos amigos, a la entrega de<br />
premios del X Certamen de Cuento Breve Dulcinea del Toboso, en la<br />
villa a la que debe su nombre.<br />
La jornada resultó entrañable, disfrutaron de la compañía de<br />
bellas personas, hermosas historias y una cena deliciosa con los platos<br />
típicos de la zona: migas, duelos y quebrantos y morteruelo. El vino<br />
era bueno y abundante pero la borrachera les llegó más por el lado de<br />
la agradable experiencia y la comunión de todos los asistentes<br />
embriagados por La boda, que fue el relato ganador del primer premio,<br />
leído por la dulce voz de su autora después de los postres. El broche<br />
de oro fueron los poemas de Lucía Belmonte, que se metía los<br />
corazones de los oyentes en los bolsillos con sus palabras, su voz y su<br />
mirada.<br />
A la salida del mesón, donde había tenido lugar el ágape<br />
literario, caminaron hacia las afueras buscando el mejor lugar para<br />
contemplar las estrellas. Era una noche clara y la vista desde allí<br />
terminó de sumirlos en un completo éxtasis.<br />
Se alojaban en un caserón de tres pisos. En el primero de ellos,<br />
las mujeres ocuparon dos habitaciones de dos camas mientras que el<br />
hombre disfrutó, en otro dormitorio, de una cama de matrimonio<br />
para él solo. Él cayó pronto rendido en un profundo sueño.<br />
11
Una hora más tarde, se abrió la puerta de su cuarto y, sin<br />
encender la luz, una de ellas entró y se deslizó suavemente en su<br />
lecho. Él notó la tibieza de su cuerpo y entre sueños y vigilias se<br />
entregó a las caricias y la pasión que le proporcionaba, todo en<br />
silencio arrebatado y pleno de emociones. Después se quedó dormido.<br />
Cuando despertó al día siguiente, se hallaba de nuevo solo en la gran<br />
cama. En un primer momento dudó sobre la realidad de lo sucedido<br />
y estuvo a punto de atribuirlo a una fantasía onírica pero un resto de<br />
perfume que se había quedado atrapado entre las sábanas le hizo<br />
pensar que había sido algo muy real, aunque desconocía la identidad<br />
de su amante nocturna.<br />
Durante el desayuno, estuvo observando detenidamente a sus<br />
compañeras de viaje mientras se despejaba con un buen café y<br />
engullía con hambre unas ricas tostadas. Ellas estaban de buen<br />
humor, parecían haber descansado bien y comentaban con agrado la<br />
experiencia del día anterior y los detalles del que tenían por delante.<br />
En varias ocasiones, en aquella jornada, se acercó a una y a otra<br />
tratando de reconocer el perfume o algún gesto delator, pero nada.<br />
Las mujeres lo trataban como siempre, como un buen amigo. Lo<br />
mismo en el viaje de vuelta. Al llegar hubo cariñosas despedidas y<br />
promesas de un pronto reencuentro.<br />
Nuestro hombre se quedó, en principio, algo perplejo pero<br />
decidió estar bien atento a las propuestas del Wasap, para no faltar a<br />
las siguientes actividades que el grupo organizara. Definitivamente,<br />
pensó, aquel había sido un magnífico fin de semana.<br />
Lu Hoyos (Valencia)<br />
http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />
12
Siguiendo a mi ex<br />
Vintage Key – DaiGuard78 (EUA) http://daiguard78.deviantart.com/<br />
Marta y él entran en la habitación 416, el pestillo bloquea la<br />
puerta.<br />
Subo el volumen de la televisión. El cuadro que hay detrás de mí<br />
comienza a golpear la pared. Subo más el volumen. La TV vibra con<br />
la misma cadencia incómoda, luego el cuadro y el florero.<br />
Salgo al pasillo. Oigo algo parecido a un gemido, un sonido casi<br />
animal. Pulso el botón y se ilumina una flecha que indica hacia<br />
arriba. Marta dice «¿ya?» y la puerta del ascensor se cierra.<br />
Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />
http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />
13
Fotografía: Roberto Riverti (Uruguay) http://www.robertoriverti.com/<br />
Aportada por la autora<br />
14
Lluvia<br />
Llueve y la lluvia se vuelve un espacio,<br />
un hueco de sequía<br />
una grieta en silencio<br />
de silencio líquido.<br />
Tiempo en el vacío<br />
que puja tus ausencias<br />
en semillas de tierra.<br />
Llueve y comienzo a sentirte en la lluvia<br />
en gotas de pulgares.<br />
El árbol es espacio entre las ramas<br />
la música silencio entre las notas,<br />
podría ser verano en tu ventana<br />
y la vida, un brote que aún persiste.<br />
Carolina Pedroni (Punta del Este, Uruguay)<br />
15
Lovesnaps, five – Luigi Masella (Italia)<br />
https://www.flickr.com/photos/lumase/<br />
16
Una historia de amor<br />
Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Arropada<br />
por la luz cálida de una mañana de principios de septiembre con tintes<br />
de otoño. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad<br />
que a cada instante me descubro todavía con una súplica en los labios<br />
y los dedos cruzados a la espalda, rezando por despertar de esta<br />
pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír, arreglar con mimo las rosas<br />
del jardín, pasear por el parque de los tilos -como tantas veces- al<br />
atardecer de un día de verano, releer ensimismada tras los cristales de<br />
cualquier café las novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë,<br />
siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue... Duele el<br />
recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás<br />
hubiera podido imaginar, más allá de la rabia o el desgarro, la certeza<br />
implacable de que ese tiempo pasó y nunca volverá; de que este<br />
desamparo, este dolor que se anuda a mi garganta y no me deja<br />
respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de<br />
pronto tan perdido... una sombra apenas del hombre que una vez fui,<br />
irreconocible y desesperado -bien lo sé- que en algún lugar más allá<br />
del sol, de la niebla, de las nubes... busca con infinito desconsuelo el<br />
alma que por error -otra explicación no encuentra- un día el Cielo le<br />
arrebató. El alma que amó toda una vida. Laura... Su recuerdo me<br />
emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no<br />
llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre.<br />
Eternamente. La niña pecosilla y pelirroja a la que en la escuela tiraba<br />
con descaro de las trenzas. La estudiante tenaz luego, brillante y<br />
aplicada, de irresistibles hoyuelos y mirada pícara -esa chispita<br />
traviesa escondida al fondo, muy al fondo, de sus ojos castaños que<br />
¡ay! cómo me hacía enloquecer- a quien desde mi pupitre, embobado<br />
y con el corazón a punto de estallar, contemplaba día tras día y<br />
pensaba inalcanzable. La madre devota, consuelo de llantos infantiles<br />
17
y eterna presencia protectora. La esposa cómplice, regalo inmerecido<br />
de la vida. La mujer serena y valiente que siempre fue. La anciana<br />
frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.... Laura. Mi refugio. Mi<br />
herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse...!. A distancia y en<br />
silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma, contra el<br />
dolor, contra la desilusión y la desesperanza. Nunca lo supo. Fue feliz<br />
y lo demás poco importa aunque ahora, también yo herido de muerte<br />
por su ausencia, no logro acallar este reproche sordo que, a traición,<br />
no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado<br />
frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo<br />
adivinara jamás.<br />
Marta Navarro (Valencia)<br />
https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />
18
Diputado nacional<br />
Old man joy – Tchai (Polonia) http://tchaikovsky2.deviantart.com/<br />
Llegaron los parlamentos en homenaje del longevo político y su<br />
hermano subió al atril. Carraspeó y extrajo unos folios escritos.<br />
Después de los protocolarios saludos a las solemnes autoridades,<br />
pronunció: «Permítanme que en un día tan señalado para mi querido<br />
hermano, recuerde a nuestro padre, sin él, este acto no se hubiese<br />
producido. Verán, Borja no servía para estudiar y las veces que acudía<br />
a la empresa familiar provocaba un desastre descomunal. Por eso al<br />
cumplir la mayoría de edad, papá lo afilió al partido y hasta hoy».<br />
Todos los asistentes rieron la ocurrencia, aunque Borja, sin saber por<br />
qué.<br />
Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />
http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />
19
Flames of passion – Rachel Mead (Reino Unido)<br />
http://meado.deviantart.com/<br />
20
Canción de una sola nota<br />
Acordaron que sería breve,<br />
sin reproches, sin penas,<br />
sin esperas, sin recuerdos.<br />
Duraría lo que tardara el reloj<br />
en transitar las horas de la noche.<br />
Así lo pactaron. Solo placer,<br />
sin palabras, sin mañana.<br />
El amanecer implacable,<br />
sentenció el final.<br />
Una mirada, un adiós.<br />
Mientras la luz,<br />
inundaba tímida la estancia,<br />
la penumbra diluía la pasión.<br />
Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />
http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />
21
Alzheimer blues – Giuseppe Moccia (Italia)<br />
https://www.flickr.com/photos/giuseppemoccia/<br />
22
Recuerdos<br />
Era buena ente fogones, se entregaba a su tarea como al amor,<br />
con esa pasión tan suya. Cocinaba a fuego lento dando a cada cosa su<br />
tiempo; pelaba, cortaba, troceaba con delicado afán. Amante del<br />
detalle, su comida era una fiesta para los sentidos. Pero, entre todas<br />
las recetas, la mousse fría de zanahorias tenía algo de especial. La<br />
tomaban con expectación, sabiendo el destino que luego, en la<br />
intimidad, le darían al resto del yogur.<br />
Hoy ha vuelto a comprar ese sucedáneo de caviar con el que<br />
decoraba el plato. Sabe que, como siempre, quedará arrinconado en<br />
la despensa. Le duele, la añora.<br />
Y cuando llega a casa sólo es capaz de saludarla con un gesto<br />
rápido y cansado; cobarde y abatido espera, en vano, que algún día<br />
ella vuelva a cocinar aquella receta.<br />
Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />
http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />
23
Over there – Npeter (Hungría) https://500px.com/npeter<br />
24
Soledad<br />
El sol despierta,<br />
se levanta,<br />
alumbra la vida,<br />
devuelve el color.<br />
Las gentes salen,<br />
se saludan,<br />
se paran a hablar.<br />
Puertas cerradas,<br />
voces en la calle.<br />
Silencio.<br />
Hoy no la han visto.<br />
Mañana la extrañarán.<br />
Otro día la encontrarán.<br />
Sola.<br />
En compañía de gusanos<br />
y moscas…<br />
Manuel Serrano (Valencia)<br />
25
Two lovers – Laura Bifano (Canadá) http://biffno.deviantart.com/<br />
26
Intruso Morfeo<br />
«No te cueles en mis sueños» le pidió con voz trémula, perdida<br />
aún en su sonrisa cautivadora y aquellos ojos color bellota que<br />
brillaban traviesos como reflejos sobre la superficie de un estanque.<br />
Él no decía nada, nunca decía nada, sólo aparecía frente a ella<br />
perturbando su descanso, agitando su corazón que se desbocaba con<br />
su sola presencia.<br />
«¿No ves que luego me despierto?»<br />
Intentó razonar con él, pero no estaba dispuesto a<br />
negociaciones; se acercó despacio, aún sonriendo, el pelo flotando<br />
alrededor de su cara en mechones ensortijados, y ella quería despertar<br />
y no quería, porque sabía que abrir los ojos no iba a acabar con su<br />
tormento, sino acrecentarlo. Un día lleno de su ausencia y el recuerdo<br />
vívido de su mirada no era algo fácil de soportar.<br />
Se sintió atrapada en sus ojos oscuros, en la barba de dos días<br />
que daba un aspecto aún más rebelde y atractivo a sus bucles<br />
enmarañados. La franqueza de su sonrisa invitaba a confiar; y a algo<br />
más. Le costaba salir del hechizo que emanaba todo él, con su<br />
bufanda de cuadros y su perfecto acento de caballero británico.<br />
Se sintió perdida. Hacía tanto que no venía que casi había<br />
olvidado lo que la hacía sentir; lo vulnerable y pequeña que se volvía<br />
cuando él estaba cerca, y cómo, por otro lado, lograba llenarla de<br />
fuerza, de la sensación de poder con todo excepto escapar de su<br />
reflejo, como una maldición.<br />
«Deja de colarte en mis sueños» repitió, ya sin convicción, sin<br />
autoridad; suplicando en el fondo que no se fuera, que se<br />
materializara a su lado en el momento en que el despertador rompiera<br />
27
el hechizo. Él, empecinado, ignorando el movimiento de su boca,<br />
solo pendiente de la llamada de sus labios, acercándose<br />
peligrosamente al momento en que no habría marcha atrás, ese<br />
instante en que ella se perdería en su abrazo y tendría prisionera su<br />
alma de nuevo.<br />
«Please, don't...» quizá en su idioma.<br />
Se detuvo ante ella, sus ojos reían, la boca ladeada en una mueca<br />
que rompía el encanto de gentleman para convertirle en algo parecido<br />
a un adolescente travieso, a sabiendas de que eso terminaría por<br />
desarmarla.<br />
«Why?» preguntó con su melosa voz de bardo.<br />
Y ella no encontró respuesta. El sonido se diluyó en la noche e,<br />
incapaz de luchar consigo misma, se rindió a unos labios que la<br />
invitaban a besarle con timidez. Enterró los dedos en los bucles<br />
suaves de su cabello.<br />
Sin poder escapar más allá de las puertas del sueño, decidió<br />
abandonarse en sus brazos. Total, fuera hacía frío y su calor era lo<br />
mejor que podía encontrar en los oscuros abismos del sueño.<br />
Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />
https://ladesdichadesersalmon.com/<br />
<strong>28</strong>
Bizarra decadencia<br />
Alberto Montt (Ecuador) http://www.dosisdiarias.com/<br />
El secretario del Ateneo de Arte comunicó al aspirante a socio<br />
que su petición de adhesión había sido rechazada.<br />
—Bueno, no importa. Pero, ¿por algo en especial? —preguntó el<br />
solicitante.<br />
—Debería usted saber que la pintura rupestre está demodé,<br />
caballero. ¡Y haga el favor de ponerse algo encima de ese taparrabos,<br />
por el amor de Dios!<br />
Rafa Sastre (Valencia)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
29
Ilustración de Luis Galbis (Valencia) https://es.pinterest.com/luisgalbis/<br />
(aportada por el autor)<br />
30
Ulls entelats<br />
Anem per la vida amb la bena als ulls,<br />
i, encara que sols albirem, el que tenim just al davant,<br />
per sort, i cada dia, la vida ens ofereix una nova oportunitat.<br />
Mirem al futur, amb un apassionant present per viure,<br />
i, com que l’endemà ja està traçat, i, el deler no es posa en<br />
moviment,<br />
la passió no s’atansa.<br />
Atorguem un valuós temps per a les nimietats,<br />
i, com que després ens persegueix, per esser mal gestionat,<br />
fem a corre-cuita, les coses importants.<br />
Per por al fracàs, dubtem de fer allò que ens demana el cos,<br />
i, com que al no donar el pas, creguem que no arrisquem res,<br />
sense pensar el que hem deixat de guanyar, ho aplacem per altra<br />
estona.<br />
Omplim la ment d’etiquetes, les que hem assumit perquè ens han o<br />
hem posat,<br />
i, com que també, les que hem adjudicat a d’altres, sense tindre en<br />
cap moment presents, les circumstàncies de cadascú,<br />
deixant l’empatia de banda, la imatge que tenim al davant, no és el<br />
verdader reflex d’un mirall, sinó un miratge ocasional.<br />
31
Si per contra, llevant-nos el tel dels ulls, oblidem els aldarulls, i<br />
lliurem la ment, a un instint més amatent,<br />
gaudirem per separat de: passat, present i futur, enderrocant qualsevol<br />
mur que se’ns pose al davant,<br />
i, amb l’univers per mirall, farem de cada instant un passeig, on<br />
reflectir-se la vida.<br />
Toni Mascarell (Oliva, Valencia)<br />
32
Retrato en sepia<br />
Foto de la autora<br />
Lleva siempre el mismo vestido, su rostro es como un perfil<br />
egipcio, hierático, puntiagudo, frio, seco, inexpresivo, de profunda<br />
mirada. La mayoría de las veces indiferente. Las sombras de sus<br />
pensamientos no le dejan salir las palabras elegidas y expresar lo que<br />
siente. En el brocal del pozo en el que se encuentra es fácilmente<br />
vulnerable. Demasiado sensible.<br />
La ciudad es abierta, el trasiego de la gente aumenta en las horas<br />
solariegas paseando por el muelle, por el paseo, sentados en los<br />
bancos de hierro, bajo las palmeras y los ficus. Ella entonces se<br />
enclava en su recóndito rincón, sobre la alfombra vieja, rellena del<br />
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paso de los años. Extiende pinceladas de miedos y temores de los<br />
que es víctima y verdugo. Da igual que la casa sea grande o pequeña.<br />
Deshacer el camino andado ya es cosa imposible. Abrir las<br />
puertas cada día y salir a enfrentarse a lo cotidiano, la rutina más<br />
tremenda. Por lo que un día de descanso placentero, sin tener nada<br />
que hacer, es un privilegio en una jornada con sol de otoño.<br />
Deambular por la ciudad, observar, mirar, probar los sabores que<br />
emiten las campanas en sus torres, sentir el fresco de las plantas o de<br />
los árboles que no se deciden a perder la hoja; algo diferente que sabe<br />
aprovechar.<br />
Hacía mucho tiempo que Luis no salía por el centro de la ciudad<br />
y hoy lo ha hecho. La ha visto. Este es su retrato. Tomaba un café<br />
frente al mar, los pájaros se han acercado a saludarla. Parecía que se<br />
conociesen de otras escapadas. Hay caras que no se olvidan. A pesar<br />
de todo, esta mujer sola, agradece el paso de los días con entusiasmo.<br />
No sabe cómo, pero, aplaude cuando un día puede hacer eso, lo que<br />
le da la gana. Su casa mira al puerto, ve los barcos entrar y salir. Ella<br />
nunca tomó el adecuado. Sí los despide como sueños inalcanzables.<br />
Carmen Martínez Marín (Murcia)<br />
http://aymaricarmen.blogspot.com/<br />
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El hombre<br />
Imagen aportada por la autora<br />
Hacía años que no vivía<br />
que vagaba como un zombi<br />
Hacía años que no saboreaba la comida<br />
que engullía como un pato<br />
Hacía años que no sentía<br />
que se escondía en la niebla espesa de la noche<br />
Hacía años que no recordaba<br />
que su mente estaba vacía<br />
Hacía años que no existía<br />
que su imagen era un vago recuerdo<br />
una ilusión<br />
una pesadilla<br />
de un ser que fue<br />
que estuvo<br />
pero que nunca<br />
quiso ser<br />
Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
35
234-365 You will be missed – Jonathan Graham (Reino Unido)<br />
https://www.flickr.com/photos/foxofthetrail/<br />
36
La incontinencia fabulosa<br />
Dedicado a todas las abuelas del mundo, especialmente a las mías<br />
Mi abuela sufría una incontinencia que nadie se atrevía a<br />
nombrar. Desde niña, le sucedieron tantas desgracias que sus ojos se<br />
aficionaron a llorar y lloraba a todas horas, a toda máquina. Lloraba<br />
por sus recuerdos, por los horrores de la guerra, las enfermedades, el<br />
hambre. Lo que más alimentaba su llanto era la pérdida de sus<br />
hermanos, de sus padres, de sus calamidades vividas en la posguerra:<br />
desgracias que le llenaban el alma de tristeza.<br />
Se ponía un mandil de cuadritos grises sobre la falda y la blusa<br />
para no ensuciarse cuando estaba en su casa. El mandil tenía un<br />
bolsillo. Un día descubrí en él una cajita de porcelana donde mi<br />
abuela guardaba sus lágrimas. Porque ––es la primera vez que se hace<br />
pública esta singularidad––, comenzaré explicando que las lágrimas<br />
de mi abuela no eran normales, sino muy extraordinarias. Tenían un<br />
perfume antiguo, esencia de lilas, y una consistencia gelatinosa, y<br />
eran de color morado como la flor del azafrán.<br />
Lo que nadie sabía, era que unos súper poderes brotaban de<br />
ellas, ni que tomaban su fuerza del amor que sentía por nosotros. La<br />
flor del azafrán era la iniciadora de ese hechizo que de joven le salvó<br />
de morir de hambre al ganarse la vida en su cosecha, y después, en su<br />
vejez, se había convertido de algún modo en un poder sobrenatural<br />
que se materializaba en lágrimas de azafrán.<br />
Como era tan niña, la abuela era muy traviesa. Jugaba con sus<br />
lágrimas. Un día bautizó con ellas a un perro muerto y el cánido se<br />
levantó ladrando, dando vueltas de alegría y curado de todos sus<br />
males. Otro día, se las puso de colirio a un pordiosero bizco y este<br />
pobre hombre despertó con la disposición para trabajar a la vez que<br />
37
sus ojos miraban derechos por primera vez en su vida. Eso sí que era<br />
milagroso: mi abuela había logrado enderezar también un<br />
comportamiento que parecía irremediable.<br />
En otra ocasión, dejó que sus lágrimas volasen en mitad de una<br />
avenida para que el viento las esparciera por la ciudad, y ese día,<br />
único en la Historia, no se produjo ningún accidente en toda<br />
Valencia.<br />
Decían los mayores que en tiempos de hambruna y posguerra la<br />
abuela lloraba diez minutos seguidos a un puchero y el caldo, aguado<br />
e insustancial, adquiría una extraordinaria espesura y un gusto muy<br />
sabroso. Nadie entendía cómo, estando vacía la despensa, aparecían<br />
ricos manjares de la noche a la mañana en la olla de los pobres.<br />
¿Cómo lo hacía?<br />
Aquellos que probaban sus guisos el día de Navidad entraban en<br />
trance y levitaban.<br />
Un veinticinco de diciembre de mil novecientos setenta y seis,<br />
salieron volando los comensales tras deglutir su plato estrella: «Carne<br />
mechada con lágrimas crujientes». Veinticuatro horas después,<br />
aterrizaban ––hombres, mujeres y niños–– al otro lado de la ciudad,<br />
desinhibidos y felices (como si hubieran bebido o esnifado alguna<br />
sustancia extraña).<br />
Un agente de la guardia civil les condujo al cuartel. Imaginen,<br />
doce personas volantes no identificadas conducidas a prestar<br />
declaración. No recordaban nada, excepto que salieron por las<br />
ventanas del comedor de la casa de los abuelos, precisamente cuando<br />
comenzaban a digerir el sabroso guiso de lágrimas y carne mechada<br />
rellena de olivitas, pimiento morrón y picadillo secreto de la abuela.<br />
En invierno, el abuelo ––pedazo de pan, comúnmente llamado<br />
«calzonazos»–– encendía un hornillo de carbón y lo ponía bajo la<br />
mesa. Entonces, la abuela dejaba caer sus lágrimas en ocho candelas<br />
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de aceite, y éstas quedaban suspendidas en el aire sin nada que las<br />
sujetara al techo.<br />
Muchos no creían en su magia, pero las lágrimas de la abuela no<br />
tenían trampa ni cartón.<br />
Eran como los rayos del sol ultravioletas: aunque no se notaban,<br />
traspasaban la piel hasta el fondo del alma. Hacían cosquillas.<br />
Limonadas. El arroz más sabroso del mundo. Nos abrazaban. Nos<br />
besaban. Curaban resfriados. Destaponaban oídos. Olían a lavanda.<br />
Eran tontas. Sencillas. Silenciosas. Comprensivas. Lo perdonaban<br />
todo. Nos perdonaban.<br />
Sucedió que una noche le llamaron del hospital para informarle<br />
de un accidente. La abuela salió entonces tan deprisa que, al quitarse<br />
el mandil, olvidó coger la cajita de porcelana.<br />
Aún me pregunto que hubiera sucedido si, disponiendo de una<br />
sola de sus lágrimas, la hubiera vertido sobre mi corazón cuando éste<br />
se detuvo.<br />
Está claro que esta y todas las Navidades habrían sido muy<br />
distintas.<br />
María José Martí (Valencia)<br />
https://conelcuentoenlostalones.blogspot.com.es/<br />
39
Imagen de 1875 extraída de The British Library<br />
40
Gliese 667Cc<br />
El oficial Walker aprovechó su turno para revisar el cargamento.<br />
Aparte de servirle para desentumecer los huesos, aquello le resultaba<br />
tan grato como visitar un museo. Empezó como siempre por las<br />
semillas, envasadas todas en bolsas transparentes, etiquetadas y<br />
acompañadas por un fichero con la información de cada especie.<br />
Walker se recreaba leyendo acerca de las plantas a las que darían<br />
lugar, y luego se extasiaba mirando aquellas láminas de dibujos<br />
detallados y preciosistas, por los que pasaba las yemas de los dedos<br />
intentando en vano asir la realidad que representaban.<br />
También estaba la «granja», con su inmenso archivo zoológico<br />
en letargo; y las cajas con utensilios: ábacos, astrolabios, teodolitos,<br />
balanzas, plomadas, arados..., tan arcaicos que apenas los conocía;<br />
las enciclopedias, en el compendio más completo imaginable; la<br />
botica, complementada por una espléndida farmacopea… Pero esta<br />
vez no tuvo fuerzas para seguir: las especiales características de aquel<br />
viaje le estaban agotando mente y cuerpo. Salió del almacén. Cerró la<br />
trampilla y se quedó unos momentos inmóvil, escuchando el absoluto<br />
silencio. A su espalda, salvo el suyo, todos los nichos de hibernación<br />
permanecían cerrados. Frente a él, tras el cristal, Escorpión refulgía<br />
levitando en la nada, cada vez más cerca.<br />
Enrique Mochón Romera (El Puerto de Sagunto, Valencia)<br />
41
Fra me e me... una mano – Chiara Boschi (Italia)<br />
https://www.flickr.com/photos/114922647@N03/<br />
42
El maleït mirall<br />
El maleït mirall<br />
es el primer que em desitja<br />
bon dia pel matí.<br />
Em recorda amb crueltat<br />
els anys perduts,<br />
el temps que passa<br />
i les marques que deixa.<br />
Les primeres arrugues,<br />
les primeres canes,<br />
les profundes ulleres.<br />
Producte sense dubte<br />
de tantes histories viscudes,<br />
de tants dies de treball dur,<br />
de desenganys, desamors, pèrdues,<br />
malalties.<br />
Però, no! Jo no estic d’acord amb ell.<br />
També el mire fixament<br />
i li dic:<br />
Que està equivocat, que eixes marques son senyal<br />
indiscutible de que estic viva,<br />
del meu somriure,<br />
43
dels meus anys de joventut,<br />
de vivències irrepetibles,<br />
de viatges d’ensomni,<br />
de amors desitjats i sentits,<br />
de nits a la llum de la lluna,<br />
de mil i un dies viscuts<br />
plantant-li cara a la vida.<br />
Aleshores apague la llum, mirant-lo<br />
amb un xicotet somriure.<br />
Provocant-li enveja,<br />
i desitjant-li bon dia,<br />
m’acomiade fins demà.<br />
Marisa Martínez Arce (Valencia)<br />
44
Cuento de Navidad<br />
Alberto Montt (Ecuador) http://www.dosisdiarias.com/<br />
Acudieron a la ciudad al reclamo de la ampliación de plantilla<br />
de «Carpinterías Belén, S.L.»<br />
Debido a la burbuja inmobiliaria, no tuvieron más opción que<br />
okupar un cobertizo, que compartieron con algunos animales<br />
domésticos.<br />
Allí nació su primer hijo.<br />
Al poco recibieron la visita de tres inspectores que les incoaron<br />
sendos expedientes por infracción a la normativa vigente. Uno era de<br />
Vivienda, otro de Sanidad y el tercero de Hacienda.<br />
Menos mal que el chico resultó ser un niño prodigio.<br />
Pepe Sanchis (Massalfassar, Valencia)<br />
45
Fotografía de la autora, Marga Alcalá<br />
46
Otoño (haikus)<br />
el agua clara-<br />
en el lecho del río<br />
una hoja seca<br />
viento de otoño-<br />
las hormigas aladas<br />
van dando tumbos<br />
amarillean<br />
en la senda al castillo<br />
robles y encinas<br />
grande la luna-<br />
embravecido el mar<br />
sobre el espigón<br />
Marga Alcalá (Valencia)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
47
Melt man – Justin Aerni (EUA) http://justinaerni.deviantart.com/<br />
48
Deseo cumplido<br />
¡Cómo le picaba todo! Al principio no le dio importancia pero<br />
cuando, al rascarse una oreja, esta cayó dentro de su café, entonces se<br />
asustó de verdad y decidió acudir al ambulatorio.<br />
Cuando la enfermera lo vio entrar, no pudo evitar lanzar un<br />
grito ahogado: al anciano le faltaban trozos de cabeza, aquí y allá. El<br />
doctor, tras consultar todos los tratados médicos que tenía en su<br />
librería, fue tajante: «se está usted desintegrando, le quedan unos diez<br />
minutos de vida».<br />
De vuelta a casa perdió la otra oreja, su nariz salió disparada tras<br />
un estornudo y notó como, uno a uno, los dedos de sus pies se<br />
desprendían y bailaban libres dentro de sus zapatos.<br />
Al llegar, llamó al timbre y le abrió la puerta una niña<br />
desconocida, aunque con un brillo familiar en sus ojos: «Rápido,<br />
pasa, está ocurriendo», dijo con una gran sonrisa. En ese preciso<br />
momento, dos manitas infantiles emergieron del pecho del viejo.<br />
Desde luego, los sueños tienen formas imprevisibles de hacerse<br />
de realidad.<br />
Toni Ávila (Castellón)<br />
https://los40sonlosnuevos30.wordpress.com/<br />
49
Don Francisco – Edward Lovato (EUA) https://500px.com/edwardlovato<br />
50
El Abuelo<br />
Entramos mamá y yo a un lugar maravilloso, colores diferentes<br />
por todos lados y con sonidos extraños, quería tomar todo, mamá<br />
detenía mi mano cuando la estiraba para alcanzar las cosas, mucho de<br />
lo que se encontraba a mi alcance me encantaba y lo quería para mí.<br />
Al final mi madre me quitó la bolsa que tomé de las manos y la volvió<br />
a dejar donde estaba, ella tomó sólo un par de cosas y las dejó en la<br />
canasta que llevaba al brazo.<br />
Al caminar lentamente detrás de un par de señoras parecidas a<br />
mamá, fuimos a una casa de tierra y llena de árboles secos; era el<br />
hogar de mi abuelo, mi mamá cargaba con unas bolsas tan pesadas<br />
que soltó mi mano pero yo caminé fiel junto a ella para no perderla.<br />
Llegando pude verlo a distancia abriendo la puerta rechinante de<br />
madera, lo salude agitando la mano como me enseñó papá.<br />
Me preguntaba entre muchas cosas ¿Por qué tenía su cabello<br />
blanco? ¿Qué había pasado con mi abuela? Tenía muchos días sin<br />
verla ¿Por qué ahora se veía tan cansado como para no querer jugar<br />
conmigo el abuelo? A pesar de ser tan grande y yo tan pequeño; yo<br />
quería correr por todos lados, deseaba contagiarle un poco de alegría<br />
y al estar jalándole la playera mi madre me gritó ¡Siéntate ahí por<br />
favor, ya!<br />
Madre a ambos nos quería sentados, a mí abuelo le decía «no se<br />
pare papá, yo le traigo… eso o aquello».<br />
Ese hombre lleno de palabras sabias, de consejos ¿Cómo puede<br />
ser que sufra una batalla con su cuerpo para levantarse de una silla?<br />
¿Por qué tenía los ojos llenos de agua?<br />
Yo aprendí a caminar hace poco, él tiene toda la vida<br />
olvidándolo. Ahora siempre carga a mi caballo favorito con su mano<br />
51
derecha, es de bonita madera y tiene la cabeza baja me gusta imaginar<br />
que está tomando agua. He escuchado a mi abuelo llamarlo Bastón<br />
cuando lo pide es un nombre extraño para un caballo, yo lo llamaría<br />
«Rayo».<br />
Bastón le ayuda a caminar, como un perro a un hombre de<br />
lentes oscuros. Puede ser probable que ya no le funcionen los ojos<br />
pues usa unos vidrios enormes cuando va a mirar en los papeles como<br />
los que tiene papá sobre su escritorio, puede ser un castigo al ver lo<br />
más increíble de la vida; el no poder mirar el final de la misma.<br />
Mi abuelo habla de los buenos tiempos con tal armonía que creo<br />
es lo que lo mantiene sonriendo: cosas que ama hacer, lugares que<br />
quiso conocer o conoció, cosas que hizo con sus amigos o con mi<br />
abuela; tiene miles por contar y siempre las suelta a diestra o siniestra<br />
al primer bostezo de quien se encuentre con él. Yo quisiera<br />
aprenderlas todas, el abuelo es de mis héroes favoritos más que<br />
cualquiera que sale en televisión.<br />
No sé por qué mamá llora hoy, si siempre que mi abuelo termina<br />
de desayunar se va a dormir, puede ser que ella también extrañe a la<br />
abuela.<br />
Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />
http://chatomusik.blogspot.mx<br />
52
Ondas virtuales de realidad<br />
Imagen aportada por la autora<br />
Veinte minutos me separan de ser tuya. Cinco paradas de<br />
autobús, tres de tranvía o dos de metro; cuatro años de clandestinidad<br />
y uno de vernos en campo abierto.<br />
Creo que ya es hora de una cita abierta. Conozco cada poro de<br />
tu piel y cada caricia de pantalla. Sé de ti y tú de mis contornos<br />
secretos.<br />
Las ondas nos encontraron y marearon la línea ocupada de<br />
mensajes sin sentido, de ideas con locura y nombres anónimos o<br />
fingidos.<br />
Quedamos en la estación de la esperanza, esa que en los sueños<br />
nos hace sentir y que cada noche cabalga por la web alocada de<br />
diámetros distantes.<br />
No tienes mis datos reales, solo aquellos que en un impulso me<br />
invente para tenerte a mi lado.<br />
Mi móvil es… 603…<br />
Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />
53
La escritora – Carlos A. Redondo (Argentina)<br />
https://www.flickr.com/photos/carlosar2000/<br />
54
La escritura<br />
En el eco<br />
la palabra<br />
se sumerge en olvido.<br />
La oscuridad, la noche<br />
origina el abismo<br />
en lo más hondo,<br />
donde duele,<br />
y tú dialogas con ella<br />
desde el silencio.<br />
Siempre estuvo<br />
la palabra<br />
dentro nuestro, acurrucada<br />
batallando salir<br />
desde el silencio.<br />
Le damos forma<br />
con trazos rudos<br />
gestos incontrolados<br />
dejando huellas<br />
huellas palabras.<br />
Convertida en sonidos<br />
el pensamiento<br />
origina la forma.<br />
55
Al escribirla<br />
la palabra<br />
toscamente trazada<br />
traduce en el aire<br />
la identidad perdida.<br />
El rasgo la evidencia,<br />
en diálogo abierto<br />
con su otra presencia<br />
contrapuesta, acechando:<br />
la escritura…<br />
la palabra.<br />
María Luisa Pérez Rodríguez (Valencia)<br />
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />
56
En tierra extraña<br />
Mixed race girl with sandy hands on beach – Gable Denims (EUA)<br />
https://500px.com/gabledenims<br />
Mi madre siempre me dice que soy morena porque soy de un<br />
lugar lleno de sol que está más allá del mar. Dice que mi pelo es<br />
rizado y negro porque tengo mucha energía y mi cabecita es un<br />
hervidero de ideas. Cuando vamos a la playa, mientras mis hermanas<br />
juegan yo me siento siempre en la orilla a dibujar elefantes. Me gusta<br />
ver como las olas baten contra sus trompas hasta borrarlas y verlas<br />
escapar mar adentro. Cuando mi madre no mira, recuesto mi cuerpo<br />
negro sobre la arena y espero, ansiosa, ese golpe de espuma blanca<br />
para ver qué es lo que el mar se lleva.<br />
Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />
http://lascosasqueescribo.wordpress.com<br />
57
Inferno - Maksimilijan Gecevic (Croacia) http://skam4.deviantart.com/<br />
58
Como gotas de lluvia<br />
Aquel día me fui a la cama a las once de la noche. O al menos<br />
eso decía mi reloj interno. Fuera ardía la atmósfera y las rocas se<br />
resquebrajaban. Hacía tiempo que me despreocupé de la nave:<br />
durante lo que mis registros dieron por tres semanas aguantó ese<br />
infierno sin problemas.<br />
Aquel día me tumbé en el lecho y dejé reposar mis circuitos,<br />
como siempre, cuando un golpe tremendo, como el choque de una<br />
bola de demolición, hizo temblar toda la estructura. En un salto<br />
estaba ya frente al panel de mando, comprobando parámetros. El<br />
segundo estruendo me encontró herramientas en mano a punto de<br />
salir por la compuerta más cercana. El tercero vino cuando ya estuve<br />
fuera: la nave entera explotó, hecha añicos, y me quedé<br />
contemplando sus restos en un entorno hostil junto a una caja de<br />
herramientas mientras los meteoritos caían a mi alrededor como gotas<br />
de lluvia.<br />
Isabel Garrido (Valencia)<br />
http://igarrido.com/<br />
59
Fotografía aportada por el autor<br />
60
Ñoña historia de Navidad<br />
En aquel tiempo, el calendario era una lámina sostenida por un<br />
clavito en la pared de la cocina. No le faltaba, ni la foto, ni la<br />
publicidad del negocio que lo había obsequiado. Algunos incluían<br />
unos tacos con números ascendentes, del 1 hasta el 30 o 31 y el<br />
nombre del mes. Se arrancaban uno a uno con el paso de los días.<br />
Averiguar cuándo llegaría mi cumpleaños y la Navidad era para mí<br />
muy importante, fechas en las que podía pedir regalos. Lo primero<br />
que aprendí es: el cumpleaños por el medio y Santa Claus,<br />
acabándose el taco; los Reyes Magos era más fácil, cuando se<br />
cambiaba la lámina llegaban pronto.<br />
Tiempo aquel en el que mi padre se disponía a montar el<br />
pesebre navideño. Era tradición en casa, que de una caja de cartón,<br />
guardada durante todo el año en un armario, aparecieran, al abrirla,<br />
las figuras de un nacimiento, algunas, muy bien pintadas, que mi<br />
madre había recibido como regalo de su España natal.<br />
En pleno verano austral, mi padre se tomaba muy en serio la<br />
decoración, y lo más parecido a la nieve, era la harina que aparecía en<br />
alguna cumbre de cartón pintado. El musgo, la arena y algún espejo<br />
simulando un lago, ocupaban el espacio del rincón por unos días.<br />
Antes de distribuir las figuras se ponían las luces. A mí, me tocaba<br />
colocar algunos animales por el paisaje. Si la emoción del juego o la<br />
torpeza me invadían, las atribuciones disminuían. Al menos, eso creía<br />
mi padre, porque los días siguientes, alguna que otra pieza: pastor, rey<br />
mago o animal, cambiaban posiciones desplazándose por la maqueta.<br />
Después de todo, era normal que fueran a comer, conversar o beber al<br />
lago. Tal era la dedicación en el montaje, que no faltaban las visitas<br />
para ver lo realizado, mientras se intercambiaban los saludos propios<br />
de estas fechas. Tras las cenas familiares, los juguetes llenarían los<br />
61
días de aventuras imaginarias. El poder de la infancia transformaba<br />
un objeto cualquiera en mágico.<br />
Cuando tocaba guardar nuevamente las piezas, tenía el permiso<br />
para llevarme a un estante que había bajo un aparador del salón<br />
comedor, la arena, piedras, musgo, espejo y las luces para jugar con<br />
mis vaqueros, indios y soldaditos de plomo. Una vez terminado de<br />
colocar todo, las luces se encendían y apagaban utilizando el enchufe<br />
adicional del desmontado arbolito, simulando lo que era el escenario<br />
de una batalla, historias donde unos y otros obtenían la victoria.<br />
Fue en uno de esos días, mientras jugaba, cuando el timbre de<br />
la puerta sonó al atardecer. Escuché la voz de mi madre recibiendo,<br />
desde el jardín, a doña Anita, la vieja rusa, como le decían en el<br />
barrio. La mujer había huido de Rusia, donde los católicos eran<br />
perseguidos y encarcelados. Yo lo de encarcelados lo entendía, era<br />
como en el jardín de infantes que te mandaban a quedarte quieto en<br />
una silla un rato, por hacer mucho lío.<br />
Ésta señora mayor tenía un negocio muy antiguo en una<br />
esquina de nuestra manzana, en el que se conservaban los viejos<br />
listones de madera del piso y estantes y cajoneras con vidrio, en las<br />
que podían verse los productos: galletitas, legumbres, etc. Cuando se<br />
los pedían, con una palita metálica, los ponía en bolsitas de papel<br />
sobre el plato de una balanza. Doña Anita, siempre me regalaba<br />
algunas galletas cuando acompañaba a mi madre, debía ser por lo<br />
bien que ella le trataba. Para otros, tenía fama de mal humor, pero<br />
ellas se entendían mejor, sería porque ambas venían de lejanos países.<br />
Cuando fue recibida en la puerta de la calle, mi madre le invitó<br />
a pasar. Venía a saludar tardíamente por las fiestas, el trabajo le había<br />
mantenido muy ocupada. Conversaron un rato en la cocina,<br />
aliviando su soledad. Antes de despedirse, vinieron a buscarme al<br />
comedor donde jugaba con mi batalla.<br />
62
Doña Anita, al verme, vino a darme un cariñoso beso con<br />
regalo de galletas y chocolate. Al desviar su mirada a las luces que se<br />
encendían y apagaban, su rostro se transformó, se persignó, y de<br />
rodillas comenzó a orar en silencio. No me lo podía creer. Ahí…entre<br />
el ruido de mis caballos corriendo por el campo de batalla. ¡Eso no<br />
era un pesebre! Miré a mi madre sorprendido. Ella, con discreto gesto<br />
de silencio, como el de las enfermeras de las fotos, me tomó de la<br />
mano. Al terminar la oración, se persignó una vez más, se puso de<br />
pie, y la acompañamos hasta la puerta de la calle.<br />
Al regresar a mis juegos, comprendí, que las realidades, cada<br />
uno las interpreta según su imaginación. A mí, ya no me resultó igual<br />
la escena del juego. Al día siguiente desmontaba todo para guardar<br />
las luces y el musgo en la caja de cartón que se abriría en la próxima<br />
Navidad.<br />
Jorge Richter (Valencia)<br />
63
Cast your eyes on the ocean – Jean-Marc (Francia)<br />
https://www.flickr.com/photos/jma_nice/<br />
64
A deshoras<br />
En un extremo de la bahía, a los pies de la sombra de un<br />
recuerdo, revolotea la fantasía rehusándose a descabalgar un sueño.<br />
La ilusión se aferra a la piedra resistiendo al mar, mientras el<br />
viento la riza, la ondula, la vuelca, la enarbola y como aparición<br />
mágica, el humo se hace realidad.<br />
Las sombras bajo el puente se abrazan y se besan y surgen a la<br />
luz, de camino al río, para encontrarse a la vista de todos, frente a un<br />
muro lleno de «te quiero», en todos los colores, en todas las formas,<br />
de todas las maneras, sin patria y sin bandera.<br />
El vacío se hace juego de adultos perdidos en busca de su<br />
propia niñez y entonces toman forma de alta y empinada torre, que<br />
sorprende con sus luces, una medianoche perdida y solo imaginada,<br />
porque dudo que algo tan bello, fue alguna vez realidad. Solo es eso,<br />
un desdibujado reflejo que la lluvia deposita sobre el viejo empedrado.<br />
Ya no daría nada por los que fuimos pero volvería a colgarme<br />
de aquella roca, tratando de transformar el paisaje en arte, solo por<br />
volver a ser la que fui cuando sentí el valor de inventar palabras que<br />
tuvieran el sonido del amor, mientras pintaba con la mirada lo que<br />
nadie podía ver.<br />
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo, Uruguay)<br />
http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />
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Palabras en la basura<br />
Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />
http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />
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Números anteriores de Valencia Escribe<br />
Número 20 (Enero <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/54933702/ve-20-enero<br />
Número 21 (Febrero <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/55061773/ve-21-febrero<br />
Número 22 (Marzo <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/55255629/ve-22-marzo<br />
Número 23 (Abril <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55357609/ve-23-abril<br />
Número 24 (Mayo <strong>2016</strong>5)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55463300/ve-24-mayo<br />
Número 25 (Junio <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55598725/ve-25-junio<br />
Número 26 (Octubre <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre<br />
Número 27 (Noviembre <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre<br />
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />
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Valencia Escribe en las redes<br />
Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />
Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />
concursos literarios que os podrían interesar<br />
https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />
Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />
mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />
también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />
https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />
Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />
para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe Haiku.<br />
Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las reglas…<br />
https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />
Más poesía en un blog de poco alcance que queremos potenciar<br />
con vuestras aportaciones<br />
http://valenciaescribepoesia.blogspot.com.es/<br />
Y para seguir leyendo relatos de nuestros autores, nada mejor<br />
que pasar cada día por nuestro blog<br />
http://valenciaescribe.blogspot.com.es/<br />
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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />
lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />
decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />
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La foto de Miguel<br />
Cúpula del Mercat Central de València - Miguel García Rodríguez (Valencia)<br />
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