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La luna miedosa

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Capítulo I<br />

Lo que le gusta a Manuel.


Manuel tiene siete años y vive en<br />

un pequeño pueblo de la sierra. Su<br />

casa es la última de una larga calle que<br />

está al final del pueblo.<br />

Al lado de su casa hay un prado<br />

precioso cubierto por una gran alfombra<br />

de hierba muy verde que está<br />

salpicada de flores amarillas, azules,<br />

naranjas, blancas… y grandes alcornoques<br />

y encinas a los que a él le gusta<br />

subirse cuando juega con su hermano<br />

Mario que tiene dos años más que él.<br />

Además, en ese prado hay enormes<br />

piedras de granito por las que<br />

suben y bajan mil veces pasándolo de<br />

maravilla.<br />

Por todas estas cosas, a Manuel<br />

le encanta vivir en su pueblo; allí puede<br />

salir al campo casi todos los días y<br />

disfrutar de la Naturaleza: de la hierba,<br />

de las flores, de los árboles y de<br />

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las enormes piedras que a él le gustan<br />

mucho desde pequeño.<br />

Su madre siempre le dice que no<br />

podría disfrutar de todo eso si viviera<br />

en una gran ciudad. Eso se lo dice<br />

cuando él protesta porque en el pueblo<br />

no hay algunas cosas como por ejemplo<br />

un cine y no puede ir siempre que quiere<br />

a ver las películas que le gustan.<br />

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Pero como sus padres lo saben, pues<br />

algunos fines de semana llevan a Manuel<br />

y a su hermano a ver una película<br />

de aventuras que son sus preferidas.<br />

Otra cosa que le gusta mucho a<br />

Manuel es mirar al cielo en las noches<br />

de verano y escuchar las historias que<br />

le cuenta su abuelo mientras se sientan<br />

juntos en la puerta de su casa para sentir<br />

el aire fresco de la sierra a esas horas<br />

en las que el día ha terminado.<br />

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En esos instantes, Manuel observa<br />

que la Luna y las Estrellas brillan<br />

más que en ningún momento del año<br />

y le gusta imaginar lo que pasaría si algún<br />

día pudiera subir hasta la Luna y<br />

preguntarle qué se siente estando allá<br />

arriba o pedirle que le contara un montón<br />

historias que ella seguramente conocerá<br />

muy bien al tener el privilegio<br />

de vivir en el cielo.<br />

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Capítulo II<br />

El cine y la vuelta.


Aquellos últimos días del mes de<br />

mayo transcurrieron lentamente para<br />

los dos hermanos deseando que llegara<br />

el fin de semana porque sus padres<br />

les habían dicho que el sábado los llevarían<br />

al cine a ver una película que se<br />

acababa de estrenar.<br />

Cuando llegó el viernes, abrieron<br />

sus huchas y cogieron un poco de<br />

dinero cada uno por si se les antojaba<br />

alguna cosa mientras paseaban por la<br />

ciudad al día siguiente.<br />

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¡Por fin llegó el sábado! y después<br />

de levantarse tempranito y desayunar,<br />

se montaron en el coche con sus padres<br />

y emprendieron el viaje. Hacía un<br />

día espléndido. Brillaba el sol y el cielo<br />

estaba completamente azul. Todo hacía<br />

presagiar que pasarían una jornada<br />

fabulosa. Y así fue.<br />

Cuando llegaron fueron a comprar<br />

algunas cosas que la mamá de<br />

Manuel necesitaba y luego se fueron<br />

a comer.<br />

Más tarde dieron un paseo por<br />

un parque que había allí cerca y después<br />

se dirigieron al cine no sin antes<br />

comprar las palomitas que a ellos les<br />

gustaban saborear mientras veían la<br />

película.<br />

Aquella película de aventuras fue<br />

estupenda, como ellos se habían imaginado.<br />

El protagonista vivió grandes<br />

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aventuras hasta encontrar aquel tesoro<br />

que un mapa, hallado en un viejo<br />

baúl, le indicaba.<br />

Para que la jornada fuera completa,<br />

sus padres después los llevaron a dar<br />

un paseo por el río montados en una<br />

barca de remos. ¡Fue fantástico! Manuel<br />

imaginaba que surcaban un río perdido<br />

en el Amazonas y que de repente aparecía<br />

una canoa con indios de una tribu<br />

de los que vivían por aquellas tierras y<br />

los dejaban visitar su poblado. Cuando<br />

se lo contó a Mario, éste le dijo que tenía<br />

demasiada imaginación, que cómo<br />

se podían surgir tantas fantasías de su<br />

cabeza si a los lados del río sólo se veían<br />

bloques de pisos y gente paseando.<br />

Entonces Manuel le contestó:<br />

–¿Tú no sabes que con la imaginación<br />

se puede viajar a cualquier sitio?<br />

¡Me encanta irme a lugares que no<br />

conozco? ¿A ti no?<br />

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Eran ya casi las diez cuando Manuel,<br />

Mario y sus padres se montaron<br />

en el coche para regresar al pueblo.<br />

Rápidamente la noche hizo su aparición.<br />

Iban comentando las escenas que<br />

más les habían gustado de la película<br />

cuando de pronto Manuel miró por<br />

la ventana del coche y vio en el cielo…¡algo<br />

asombroso!<br />

¡Mamá, Mario, papá…!¡Mirad,<br />

mirad! ¡<strong>La</strong> Luna nos persigue!, bueno…<br />

persigue a nuestro coche… bueno, no<br />

sé lo que pasa pero viene corriendo desesperada<br />

a nuestro lado…¿no lo veis?<br />

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Mario se quedó con la boca abierta<br />

cuando vio cómo corría la <strong>luna</strong> detrás<br />

del coche; no podía pronunciar una<br />

sola palabra. Cuando pudo hablar dijo:<br />

–¡Es verdad! ¡Nunca había visto<br />

a la Luna corriendo así! Debe pasarle<br />

algo muy serio.<br />

–¡Sí! –dijo Manuel– ¡debe ser algo<br />

importantísimo para que corra de esa<br />

manera!<br />

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<strong>La</strong> verdad es que siempre habían<br />

visto a la Luna tan quieta en el cielo<br />

que nunca pensaron que pudiera moverse<br />

tan rápidamente siendo tan gordita.<br />

Algo terrible le debía estar pasando<br />

para correr de esa forma.<br />

–¡Papá, para el coche, por favor!,<br />

le pidió Manuel. Tenemos que averiguar<br />

qué le pasa a la Luna.<br />

Su padre comprendió que debía<br />

hacerlo porque también pensaba que<br />

debía ser un asunto muy importante<br />

el que hiciera que la Luna corriera de<br />

esa manera.<br />

Salieron todos fuera del coche y<br />

llamaron a la Luna gritando todos a la<br />

vez:<br />

¡LUNA, LUNA! ¡Baja, por favor,<br />

que queremos saber qué te pasa y ver<br />

si te podemos ayudar!<br />

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