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De acá a Cuba

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AFROS / FEMINISMOS / MIGRANTES / SEXUALIDADES<br />

VIERNES 27·ENE·2017<br />

03<br />

Por una “raza cósmica”<br />

Racismo, estructura y dependencia en <strong>Cuba</strong><br />

La crítica social es relativamente<br />

fácil. Sólo requiere cierto ejercicio<br />

de observación inconforme, que se<br />

desarrolle con el tiempo y un ideal<br />

de sociedad más o menos cohesionado,<br />

suerte de deber ser que<br />

sirva como rasero de evaluación.<br />

Ya tenemos la receta: podemos sentarnos<br />

a cotorrear, cual típicas comadres<br />

insatisfechas, y encontrarlo<br />

todo mal o deficiente. Lo difícil es<br />

proponer alternativas de cambio;<br />

viables, además. Aun más complicado<br />

es que la propuesta sea escuchada<br />

y, casi inalcanzable, que sea<br />

implementada. Mas adelantando<br />

un pie se comienza una caminata<br />

de miles de kilómetros, ¿no?<br />

Por tanto: ¿qué hacer con el<br />

racismo en <strong>Cuba</strong>? Quizás piensen<br />

que falta una introducción. El<br />

punto de comienzo real debería<br />

ser: ¿qué se hace con el racismo en<br />

<strong>Cuba</strong>? La respuesta es triste. No se<br />

hace mucho, o más bien, se lo deja<br />

reproducir acríticamente.<br />

Pueden preguntarle a cualquier<br />

transeúnte en la calle, incluso<br />

afrodescendiente, y en la mayoría<br />

de los casos responderán de manera<br />

rotunda que en <strong>Cuba</strong> no hay ese<br />

tipo de problema. Ese es el peor estado<br />

al que puede llegar cualquier<br />

manera de discriminación: naturalizarse<br />

al punto de ser invisible por<br />

quienes la sufren.<br />

En algo sí hay razón: la carta<br />

magna cubana, en su artículo 42,<br />

proscribe, expresamente y en primer<br />

lugar, conductas discriminatorias<br />

“por raza y color de la piel”. Pero<br />

entre las leyes y la realidad a veces<br />

hay una brecha difícil de saltar.<br />

No tengo noticias de que se<br />

haya comenzado algún proceso legal<br />

por esta causa, como tampoco<br />

creo que, al menos en el renglón laboral<br />

sustentado por el Estado, haya<br />

alguna discriminación lesiva a los<br />

derechos al trabajo, por ejemplo.<br />

Sin embargo, en el sector no estatal<br />

sí lo hay: muchos propietarios<br />

de pequeños negocios dicen que<br />

no emplean negros. Claro, cuando<br />

queremos decir que se hace algo<br />

mal, con mal gusto o sin un buen<br />

terminado decimos “es una negrá”,<br />

y si planificamos hacerlo con cuidado,<br />

perfecto, decimos: “Hagamos<br />

las cosas como los blancos”.<br />

La historia que explica<br />

<strong>Cuba</strong>, durante varios siglos de colonización,<br />

tuvo como eje económico<br />

una industria azucarera basada en<br />

grandes plantaciones de caña, trabajadas<br />

por mano de obra esclava<br />

traída de África. La relación entre<br />

la actividad económica fundamental<br />

y el imaginario de un pueblo<br />

es muy estrecha. La esclavitud se<br />

abolió a finales del siglo XIX, por<br />

lo que muchos de los cubanos son<br />

nietos, bisnietos o tataranietos de<br />

esclavos y/o esclavistas. Hay situaciones<br />

que no pueden cambiar en<br />

50 años, sobre todo con los ojos<br />

cerrados. Otros males sociales fueron<br />

enmendados en tiempo récord,<br />

como el analfabetismo, pero ¿se<br />

cuestionó la base de supremacía<br />

blanca de la educación?<br />

Por supuesto, no era el momento,<br />

faltaba refinar la mirada crítica.<br />

Pero estamos ahora mismo en<br />

un punto de crisis socioeconómica<br />

sostenida durante varias décadas:<br />

los problemas irresolutos se agravan<br />

y pueden ser el pivote a partir<br />

del cual se intencionen conflictos<br />

sociales y políticos cuyos resultados<br />

son difíciles de predecir. En tiempos<br />

críticos las opciones se individualizan,<br />

el interés egoísta inmediato<br />

sale a la palestra y una perspectiva<br />

sostenible y optimista de futuro se<br />

deja detrás. Todas las formas de<br />

discriminación separan, excluyen,<br />

son potencialmente desestabilizadoras<br />

y provocan desconfianza en<br />

los proyectos sociales. Por tanto, en<br />

momentos en los que la integración<br />

se impone invisibilizar conflictos<br />

sin buscar formas de solucionarlos<br />

es un crimen de lesa sociedad.<br />

Esto es tanto válido para el racismo<br />

como para la homofobia o para el<br />

cruel rechazo a los inmigrantes de<br />

todo el territorio que se mueven<br />

hacia la capital provenientes de<br />

las provincias orientales en busca<br />

de oportunidades para mejorar<br />

su calidad de vida, a los que se les<br />

llama, con sarcasmo, “palestinos”.<br />

Pero no nos desviemos.<br />

La inclusión mecánica e impositiva<br />

de directivos negros no<br />

cambia la esencia del problema y<br />

se convierte en un mero paliativo,<br />

transitorio. Algo se avanza, no obstante:<br />

en estos días he podido ver<br />

programas televisivos en los que<br />

son incluidos afrodescendientes en<br />

pasarelas y se promocionan peinados<br />

glamorosos para cabellos afro.<br />

La cuestión de la identificación con<br />

una imagen que es bella y orgullosamente<br />

negra al unísono es necesaria,<br />

pero no suficiente.<br />

Educación, educación,<br />

educación<br />

Cualquier cambio de mentalidad<br />

que se quiera lograr a largo plazo<br />

debe hacer un énfasis particular<br />

en la educación en todos los niveles<br />

y modalidades. Por supuesto,<br />

el personal docente y no docente<br />

debe ser sensibilizado y capacitado<br />

en función de evitar ese currículo<br />

oculto en el que se reproducen en<br />

silencio las discriminaciones. En<br />

las universidades cubanas han comenzado<br />

a darse tímidos pasos hacia<br />

la inclusión de la perspectiva de<br />

género, de manera transversal o en<br />

asignaturas destinadas a desarrollar<br />

competencias en este sentido,<br />

pero ninguna de las carreras tiene<br />

contemplado en su plan el problema<br />

del color de la piel. Uno de mis<br />

compañeros de estudio quiso hacer<br />

su tesis de grado sobre racismo:<br />

tuvo que esforzarse mucho frente al<br />

comité académico de nuestra licenciatura<br />

ante la absoluta negativa de<br />

parte del claustro a aceptar que era<br />

un problema social verdadero.<br />

En <strong>Cuba</strong> no existe una comunidad<br />

afrodescendiente, es decir,<br />

un grupo humano cohesionado,<br />

unido en pos de intereses políticos<br />

y sociales comunes. La población<br />

afro no tiene una voz, salvo algunas<br />

personalidades como Rogelio<br />

Martínez Furé o instituciones,<br />

generalmente relacionadas con<br />

las religiones, como la Asociación<br />

Yoruba de <strong>Cuba</strong>. Se siente la falta<br />

de un espacio de reflexión y praxis<br />

cuyo objetivo y punto de unión sea<br />

la condición de afrodescendiente,<br />

que les permita crecer juntos,<br />

acompañarse, proponer temas e<br />

iniciativas. Sin embargo, aunque se<br />

aliente la creación y fortalecimiento<br />

de este espacio, no puede condenarse<br />

a ser un gueto: <strong>Cuba</strong> es un<br />

país afrodescendiente, la cuestión<br />

de la negritud no debe ser ajena a<br />

ningún cubano.<br />

La educación puede ser ese<br />

espacio de integración donde nos<br />

encontremos con elementos identitarios<br />

nacionales y desde los cuales<br />

puede desmontarse el discurso<br />

racista. No favorece considerar<br />

las raíces afro como lo folclórico,<br />

La Habana, el 17 de enero. / FOTO: YAMIL LAGE<br />

pues lo exótico no se trata con naturalidad.<br />

No es saludable para un<br />

pueblo tratar con condescendencia<br />

aquello que lo nutre en su base.<br />

Nuestra vida literaria no comenzó<br />

con Espejo de paciencia de Silvestre<br />

de Balboa: ya teníamos una rica<br />

literatura oral fruto del mestizaje<br />

europeo, africano e indígena, lamentablemente<br />

desconocida para<br />

la mayor parte de la población no<br />

especializada. Nuestros babalawos,<br />

babalochas e iyalochas guardan<br />

una infinidad de fábulas y consejos,<br />

que más allá de su carácter<br />

religioso, son lecciones éticas valiosas<br />

y que toman como referencia<br />

a la naturaleza cubana, en los que<br />

no hay zorros ni liebres, ni cuervos<br />

que hablan desde inexistentes robles.<br />

Nuestras historietas y dibujos<br />

animados deberían recrearlos.<br />

Algo se hace al respecto: el grupo<br />

de animación del Instituto <strong>Cuba</strong>no<br />

de Arte e Industria Cinematográficos<br />

da pasos en ese sentido. La<br />

conexión con nuestra negritud y<br />

la eliminación de todo aquello que<br />

nos hace avergonzarnos de ella refuerza<br />

nuestra identidad. A su vez,<br />

a partir de ese reconocimiento<br />

como pueblo mestizo, se puede<br />

desmontar, de manera simbólica,<br />

la jerarquización humana por el<br />

color de la piel. Este es el complemento<br />

imprescindible para cualquier<br />

acción política y legal que se<br />

pueda llevar a cabo.<br />

En carne y cultura propia<br />

El mestizaje en <strong>Cuba</strong> trasciende<br />

una simple cuestión de coloración.<br />

Yo, bisnieto de inmigrantes canarios,<br />

soy mestizo porque mestiza es<br />

la matriz cultural en la que, como<br />

en un segundo útero, me nutro y<br />

de la que nazco constantemente.<br />

Mis raíces también están en África,<br />

aunque no tenga genes afro<br />

(nada garantiza su ausencia, además).<br />

Sin embargo, el racismo en<br />

el que me he socializado me pone<br />

en conflicto con esa parte de mí.<br />

Me escinde. Esa puede ser una de<br />

las mayores contradicciones de<br />

la identidad cultural cubana: el<br />

racismo no es sólo una cuestión<br />

de violación de derechos sino una<br />

limitación a la vivencia identitaria<br />

nacional plena, que, como diría<br />

Vasconcelos, parte de reconocerse<br />

“raza cósmica”. Aquí se plantea<br />

otro conflicto, más sutil: sabernos<br />

pueblo mestizo, es decir, una antigua<br />

colonia, sometidos, nos pone<br />

en contacto con la propia jerarquización<br />

que aprendimos en el pasado,<br />

en la cual los dominadores,<br />

por ende lo extranjero y lo blanco,<br />

son lo bueno, lo deseable. Culturalmente<br />

también internalizamos<br />

el racismo, en el que estamos en<br />

desventaja por mestizos, y esa conciencia<br />

de inferioridad aprendida<br />

tiene como correlato la necesidad<br />

de amparo y de guía, la dependencia<br />

política, económica y cultural.<br />

<strong>Cuba</strong> salió muy tarde de su yugo<br />

ibérico y pasó a manos estadounidenses<br />

de inmediato. Siguió una<br />

relación matricial, económica e<br />

ideológica con la Unión Soviética<br />

hasta la caída del campo socialista.<br />

El racismo es también una<br />

manifestación a nivel micro de<br />

un problema cultural, típico de<br />

pueblo colonizado, característico<br />

de casi todo América Latina: la<br />

maldición de la Malinche, dirían<br />

en México. La vergüenza de tener<br />

abuelas negras, de no ser lo suficientemente<br />

blanco o de ser sospechoso<br />

de mestizaje se traduce<br />

en el convencimiento, aprendido<br />

del conquistador, de que para ser<br />

mejor hay que ser como él, o sea,<br />

negar lo que se es. Es el sentido de<br />

inferioridad que hace imitar usos,<br />

modos y modas, buscar soluciones<br />

en la alianza subordinada con los<br />

considerados fuertes. Es, en suma,<br />

un problema político e ideológico<br />

debilitante. No estoy seguro de<br />

hasta qué punto hemos concientizado<br />

el riesgo de la dominación<br />

simbólica: como muy bien explica<br />

Tzvetan Todorov, los españoles no<br />

sólo lograron la conquista por la<br />

cuestión técnica sino por la superioridad<br />

que le atribuyeron los<br />

indígenas, a partir de sus propias<br />

creencias, las mejores aliadas del<br />

enemigo. Hay lecciones que no<br />

debemos olvidar, a riesgo de repetir<br />

la experiencia. Si creo que<br />

soy inferior por ser negro, pido a<br />

gritos ser dominado; a un pueblo<br />

puede pasarle lo mismo: el blanco,<br />

a veces, es el color del mal. Recordemos<br />

cuando se diga “hagamos<br />

las cosas como los blancos” que<br />

somos un pueblo mestizo. No sé<br />

si se puede eliminar el racismo en<br />

sus manifestaciones inmediatas<br />

sin transformar esta conciencia<br />

xenófila y viceversa: ambas están<br />

indisolublemente interrelacionadas.<br />

En el caso de <strong>Cuba</strong>, tomar<br />

conciencia de esto puede ser la<br />

pervivencia de un proyecto social.<br />

La pregunta de qué hacer con<br />

el racismo en <strong>Cuba</strong> sigue en pie. ■<br />

Roberto Garcés Marrero<br />

(desde <strong>Cuba</strong>)

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