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Desarrollo infantil y competencias<br />
en la Primera Infancia<br />
La formación del símbolo y<br />
el desarrollo afectivo y social:<br />
imitación y juego simbólico<br />
Junto con la ampliación de las emociones y la conquista<br />
de la autonomía, toma lugar un proceso de<br />
construcción de significados que culmina en la formación<br />
del “símbolo”. Esa capacidad que permite a<br />
los bebés categorizar su realidad y es fundamental<br />
para organizar el mundo en “categorías” o “clases<br />
de objetos”, se consolida en la cotidianidad y les<br />
permite ahora crear a través de su pensamiento<br />
“nuevos sentidos” sobre los objetos, los eventos o<br />
personas. Esta es su capacidad para formar símbolos.<br />
Después del año las emociones de los niños ganan<br />
mayor significado. Las relaciones que establecen<br />
con sus cuidadores en situaciones cotidianas son<br />
marcadas por logros o frustraciones. A través de<br />
la expresión emocional ellos establecen contacto<br />
con otros seres sociales y llegan a ser parte de un<br />
mundo de “significados compartidos”. Lo cognitivo<br />
se entremezcla entonces con lo socio-afectivo para<br />
consolidar competencias de más alto nivel.<br />
En efecto la “construcción de significados” y “significados<br />
compartidos” caminan en algún momento<br />
de la mano. Otorgar un significado a un objeto y<br />
compartirlo con los niños, conduce a la formación<br />
del símbolo. El punto de partida del símbolo es el<br />
uso “relacional” de los objetos y la naturaleza social<br />
y cultural de esta relación 17 . Por ejemplo, el<br />
uso de las pantuflas de la mamá, de los sombreros<br />
del hermanito mayor o de mecedoras en las que<br />
se duerme el abuelito, son formas que parten de<br />
un uso convencional de los objetos, pero que poco<br />
a poco en las situaciones cotidianas se convierten<br />
en un uso afectivo más personal, con mayor inversión<br />
emocional. Lo cierto es que la construcción de<br />
ese “significado” puede ser producto de relaciones<br />
afectivas con el entorno, que otorgan un papel especial<br />
a esos objetos o situaciones.<br />
En este camino aparecen nuevos ingredientes que<br />
enriquecen y complementan el desarrollo del símbolo.<br />
Alrededor de los 16 meses el niño es capaz<br />
de realizar “imitaciones diferidas” en el tiempo. Esa<br />
imitación no es más que la evocación y reproducción<br />
de una acción, cierto tiempo después de haberlo<br />
visto por primera vez. Es típico el ejemplo del<br />
niño que ve patalear a su amiguito enojado y dos<br />
horas después que el amigo se ha ido, es capaz<br />
de imitarlo pataleando, pero enseguida se ríe para<br />
mostrar que está re-creando algo que le ha causado<br />
curiosidad o interés.<br />
A diferencia de la imitación que ocurre en el primer<br />
año de vida (en presencia directa de la acción o<br />
El punto de partida del símbolo es el uso<br />
relacional de los objetos y su uso social y cultural.<br />
17. Rodríguez, C. (2006). Del ritmo al símbolo. En: Los<br />
Signos en el Nacimiento de la Inteligencia. Barcelona:<br />
Universidad de Barcelona ICI Horsori.<br />
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