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0<br />

Urtarrila-Otsaila<br />

Enero-Febrero<br />

Gener-Febrer<br />

ISSN: 2530-3627


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

HASTAPENAK<br />

0<br />

Urtarrila-Otsaila<br />

Enero-Febrero<br />

Gener-Febrer<br />

Kati Horna, la pintora surrealista Remedios Varo, 1957 (Collection particulière © 2005 Ana<br />

María Norah Horna y Fernández).<br />

2


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

1<br />

Director General: Jaime Caro Morente<br />

Coordinador Sección Investigación: Adrián Almeida Díez<br />

Consejo Editorial:<br />

Adrián Almeida Díez<br />

Jaime Caro Morente<br />

Casandra Fargas García<br />

Iván Gálvez Guerrero<br />

Cristina González López<br />

Adam Laghzaoui Galicia<br />

Víctor Nebreda De Pedro-Juan<br />

Tatiana Romero Reina<br />

Aitor Ruiz-Valdepeñas<br />

Comunicaciones: Leticia Breijo Fernández<br />

Edición y corrección: Adrián Almeida Díez y Tatiana Romero Reina<br />

3


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

“Orok hastapena du”<br />

“Todo tiene un principio”<br />

“Tot té un principi”<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Contenidos:<br />

Los orígenes de la revolución industrial (Aitor Ruíz-Valdepeñas) .................................. 7<br />

Nacionalismo en Estados Unidos durante el siglo XIX (Jaime Caro) ............................. 23<br />

Chile, 1970-1986 (Adrián Almeida, Jaime Caro y Tatiana Romero) .............................. 32<br />

Burguesía vasca. Entre el nacionalismo vasco y el Estado español (Adrián Almeida )<br />

......................................................................................................................................... 94<br />

Redimir, enmendar, proteger. La represión a las mujeres en el primer franquismo<br />

(1939-1952) (Tatiana Romero) ...................................................................................... 132<br />

“Sozialismoaren historia labur bat” liburuaren aipamena/<br />

Reseña del libro “Sozialismoaren historia labur bat” (Imanol Satrustegi) ................ 141<br />

Kati Horna, Carnaval en Puebla (México), 1941. (Archivo Privado de Fotografía y Gráfica Kati y José Horna. © 2005 Ana María<br />

Norah Horna y Fernández)<br />

5


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Presentación<br />

El objetivo de la Revista de Historia Hastapenak es la<br />

divulgación académica de diversos pasajes históricos a partir de<br />

la Historia Social y Socio-Cultural. Corrientes interpretativas de<br />

la historia hoy denostadas o desvirtuadas que, entendemos,<br />

merece la pena recuperar en los análisis de las sociedades<br />

pasadas. Corrientes que, en definitiva, permiten, bajo nuestro<br />

punto de vista, corromper la dinámica académica de los estudios<br />

históricos estos últimos años y tratar no solo de descubrir los<br />

hechos, procesos de cambio y permanencia pasados, sino de<br />

analizarlos con mayor rigor. Un rigor que pretendidamente debe<br />

ser válido para la comprensión y estudio de las sociedades, así<br />

como para la generación de una postura crítica y militante entre<br />

la sociedad.<br />

La revista es un proyecto colaborativo, en donde las nuevas<br />

generaciones de historiadores sociales tengan cabida y generen<br />

un nuevo ámbito de conocimiento desde el cual hacer,<br />

nuevamente, de la historia una ciencia subversiva y cuña de los<br />

cambios y procesos sociales.<br />

“Los historiadores del pensamiento podrán olvidarse de lo<br />

económico y los historiadores económicos podrán olvidarse de<br />

Shakespeare, pero poco alcanzará el historiador social que se<br />

olvide de alguno de los dos” (Eric Hobsbawm).<br />

6


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Los orígenes de la Revolución Industrial<br />

AITOR RUIZ VALDEPEÑAS<br />

Universidad Autónoma de Madrid<br />

Resumen: Conocemos la Revolución industrial como la transición de una producción<br />

de tipo manual a una producción de carácter industrial en el cual se emplean las<br />

máquinas para incrementar la producción. Este proceso tuvo lugar a mediados del s.<br />

XVIII en Inglaterra pero, ¿por qué en ese país y no en otro? Una serie de<br />

acontecimientos económicos y políticos ocurrieron a finales del s. XV, con la<br />

entronización de la Casa Tudor, aunque los hechos más importantes para el futuro de<br />

Inglaterra y la Revolución industrial ocurrieron en las décadas centrales del s. XVII. La<br />

Guerra Civil Inglesa (1642-1651) entre parlamentarios (“Roundheads”) y realistas<br />

(“Cavaliers”) relativo a la forma de gobierno, desencadenó un proceso político que<br />

culminó en la Revolución Gloriosa de 1688. Desde entonces, se estableció un gobierno<br />

parlamentario y los intereses de los empresarios se iban a hacer realidad. La incipiente<br />

burguesía inglesa podía desarrollar su actividad económica sin obstáculos. Así, se<br />

estableció un clima para la innovación el cual permitió el ascenso de innumerables<br />

inventos, entre ellos la máquina de vapor, y la Revolución industrial.<br />

Palabras clave: Revolución industrial, Inglaterra, Guerra Civil Inglesa, Revolución<br />

Gloriosa de 1688.<br />

Abstract: We know the Industrial revolution as the transition from craft production to<br />

industrial manufacturing processes in which machines are employed to increase the<br />

production. This process occurred in the middle of the eighteenth century in England<br />

but, why in that country and not another one? A series of economic and political events<br />

occurred in England since the late fifteenth century, when the Tudor dynasty was<br />

enthroned, although the most important facts for the future of England and the Industrial<br />

revolution happened in the middle of seventeenth century. The English Civil War<br />

(1642-151) between Parliamentarians ("Roundheads") and Royalists ("Cavaliers"), over<br />

the manner of England’s government, started a political process culminating in the<br />

Glorious Revolution of 1688. Since then, a parliamentary government was established<br />

and the entrepreneur’s interests were come to true. The incipient English bourgeoisie<br />

could develop its economic activity without obstacles. Thus, a climate for innovation<br />

was established which let the raise of innumerable inventions; one of them was the<br />

steam engine, and the Industrial revolution.<br />

Key words: Industrial revolution, England, English Civil War, Glorious Revolution of<br />

1688.<br />

7


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

1. Introducción: revolución industrial y el fin del antiguo régimen biológico<br />

Desde mediados del s. XVIII Gran Bretaña experimentó una serie de cambios, que<br />

desencadenaron una importante transformación económica que acabaron por impulsar el<br />

desarrollo del capitalismo. A esta importante transformación se le denomina Revolución<br />

Industrial y partió de Gran Bretaña para extenderse posteriormente a Europa y América<br />

del Norte. El carácter revolucionario reside en que eliminó los obstáculos que la<br />

naturaleza imponía al crecimiento económico. Todavía en 1750 todos los habitantes del<br />

planeta vivían y morían en el antiguo régimen biológico, aquel periodo económico<br />

desde el Neolítico hasta la Revolución industrial en el que las necesidades de la vida<br />

(alimento, ropa y combustible para calefacción, cocina) provenían de la tierra, o más<br />

exactamente, de los recursos que los seres humanos podían aprovechar de la energía del<br />

sol a través de la tierra. Dependían de ella para el crecimiento de cultivos y bosques y<br />

por tanto limitaba las posibilidades económicas pues todas las actividades humanas se<br />

sustentaban en energías renovables que año tras año reavivaba el sol 1 . Las industrias<br />

también dependían de los productos procedentes de la agricultura o del bosque. Las<br />

industrias textiles, de pieles y de la construcción, pero también la fabricación de hierro y<br />

acero, dependían del carbón vegetal obtenido a partir de la madera. En definitiva, el<br />

antiguo régimen biológico limitaba tanto el tamaño de la población humana como su<br />

producción económica. Pero todo esto cambiaría entre 1750-1850, cuando comenzó a<br />

utilizarse cada vez más el carbón mineral con vistas a producir calor que se recogía<br />

después para impulsar un movimiento repetitivo en las máquinas de vapor 2 . La<br />

importancia del uso del carbón mineral radica en que liberó a la humanidad del antiguo<br />

régimen biológico por la siguiente razón: no estaba limitado a flujos anuales de energía<br />

solar, ya que el carbón mineral es energía solar almacenada desde hace cientos de<br />

millones de años que, empleada en los motores de vapor, liberó a la humanidad de los<br />

limites naturales, permitiendo a la producción y a la población crecer<br />

exponencialmente 3 .<br />

Fue Arnold Toynbee quien en 1884 acuñó el concepto de Revolución industrial,<br />

para referirse a la transición de una sociedad agrícola a otra industrial a finales del s.<br />

XVIII y todo el s. XIX. Esto supuso la incorporación de nuevas tecnologías en la<br />

agricultura, industria y transporte. Se trataba sobre todo de innovaciones británicas que<br />

se distinguían por ser descubrimientos de campesinos y artesanos por medio de un<br />

sistema de prueba y error. En ellos, la ciencia contribuyó poco al proceso tecnológico<br />

durante la Revolución Industrial, que no se debió solo a uno o dos descubrimientos<br />

(energía del vapor, la máquina como herramienta…), sino a una verdadera eclosión de<br />

1 R. B. Marks, Los orígenes del mundo moderno. Una nueva visión, Barcelona, Crítica, 2007, p. 65<br />

2 El descubrimiento del carbón se produjo en Inglaterra en el s. XVIII, cuando la excesiva demanda de<br />

madera, debido al número de habitantes de la ciudad, aprox. 600.000, deforestó todos los bosque<br />

cercanos. En búsqueda de nuevos combustibles en sus proximidades, descubrieron el carbón.<br />

3 Ibíd., p. 142.<br />

8


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

innovaciones 4 . Los rasgos básicos de estas novedades fueron: el desarrollo de nuevas<br />

máquinas movidas, primero por energía hidráulica y tracción animal, y más tarde por el<br />

vapor, que rompía con la dependencia de los ciclos del agua de las máquinas textiles 5 .<br />

En otras palabras, la producción intensiva por trabajo era sustituida por otra intensiva de<br />

capital. A esto hay que añadir el uso de materias primas muy abundantes, especialmente<br />

el carbón mineral, que reemplazaron a otras de naturaleza orgánica cuya escasez<br />

imponía límites al crecimiento económico como la madera 6 .<br />

Por otra parte, la productividad también aumentó con la aparición de nuevas<br />

formas de organizar el trabajo: sustituyendo las pequeñas explotaciones agrícolas y<br />

talleres artesanos por grandes explotaciones agrarias y fábricas que empleaban mano de<br />

obra asalariada. Esto hizo más eficiente la organización de la producción puesto que se<br />

desarrolló una mayor división del trabajo. En las fábricas y grandes explotaciones<br />

agrarias se dividió a grupos especializados lo que aumentó la velocidad de producción.<br />

Se impuso una férrea disciplina laboral que iba a sustituir el trabajo irregular de<br />

campesinos y artesanos por otro reglamentado 7 . La producción y la mano de obra se<br />

concentran en las fábricas, con unos horarios estrictos y un exhaustivo control del<br />

rendimiento de cada trabajador, mermando su libertad personal y productiva puesto que<br />

se les imponía cuándo, cuánto y a qué intensidad trabajar 8 . Es lo que Marx denominó<br />

acumulación primitiva de capital, en otras palabras, la separación de los productores de<br />

los medios de producción. Se dieron los primeros pasos hacia la “empresa moderna” en<br />

la que el propietario ya no realiza múltiples actividades sino que contrata a directivos<br />

especializados por departamentos (compras, producción, contabilidad…). Por último, la<br />

otra razón que explica el aumento de la productividad fue la especialización económica<br />

territorial que originó el aumento del comercio. La especialización traía consigo<br />

ventajas comparativas ya que unas zonas agrícolas suministraban alimento para<br />

abastecer a la población, otras servían de puerto para el transporte de las materias<br />

primas y mercancías, mientras que determinadas zonas urbanas se dedicaban a la<br />

industria como fue el caso de Lancashire 9 .<br />

Ahora bien, a la pregunta de por qué fue Inglaterra la cuna de la Revolución<br />

industrial, debemos responder que el liderazgo inglés se fue gestando a lo largo de la<br />

Edad Moderna y en él, intervinieron elementos geográficos, institucionales y<br />

económicos. En cuanto a los aspectos geográficos, podemos sacar los siguientes<br />

factores: Inglaterra estaba dotada de buenos recursos naturales (como hierro o carbón<br />

mineral) y contaba con un clima apto para el desarrollo agrícola y ganadero. Además, su<br />

condición de isla le daba ciertas ventajas como disponer de numerosos ríos navegables<br />

que le conferían un fácil acceso al exterior, así como energía hidráulica para poner en<br />

marcha su industria.<br />

4 P. Deane, La primera revolución industrial, Barcelona, Península, 1989, p. 97.<br />

5 R. B. Marks, op. cit., p. 165.<br />

6 Ibíd., p. 164.<br />

7 Era fundamental para desarrollar la industria febril acabar con los “trabajo de uso”, pues campesinos y<br />

sobre todo artesanos trabajaban para sobrevivir, y una vez cubiertas sus necesidades dejaban de trabajar.<br />

8 C. Hill, De la reforma a la Revolución industrial. 1530-1780, Barcelona, Ariel, 1980, p. 296.<br />

9 P. Deane, op. cit., p. 100.<br />

9


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

2. Aspectos políticos: cambio institucional<br />

Los cambios políticos que se van a producir en Inglaterra en el s. XVII serán cruciales<br />

para el futuro de la Revolución industrial. La República de Cromwell y la Gloriosa<br />

promulgaron leyes civiles y mercantiles que estimularon el crecimiento económico<br />

mediante el fomento y protección de la propiedad, las iniciativas empresariales y la<br />

innovación. Para ello debemos preguntarnos qué ocurre en el s. XVII. La potencia<br />

comercial de Europa en ese siglo era Holanda, pero su papel dominante en los Países<br />

Bajos, en el tráfico comercial y del capital internacional atrajo la competencia de<br />

Inglaterra. Tras la Guerra Civil inglesa (1642-1651), se abolió la monarquía y se<br />

proclamó una República liderada por Oliver Cromwell. Fue entonces cuando el país<br />

desplegó una política agresiva contra Holanda mediante dos líneas de actuación<br />

fundamentales: las Navegation Acts y las guerras comerciales contra su rival.<br />

A través de las Navegation Acts dictadas entre 1651-1660, durante el Interregno<br />

inglés (1649-1660) y renovadas por Carlos II tras la restauración de los Estuardo, se<br />

emprendió una política comercial avanzada que sentó las bases de la prosperidad<br />

mercantil inglesa para el siglo siguiente. Estas actas pretendían conseguir el transporte<br />

comercial de Europa para los barcos ingleses y excluir toda competencia en el comercio<br />

a través de la obligación de que todo el comercio exterior que procedía o se dirigía hacia<br />

Inglaterra se realizara en buques británicos, prohibiendo a los barcos que efectuaran<br />

escalas en puertos europeos 10 . Su objetivo era eliminar la competencia holandesa,<br />

estimular el desarrollo de la flota nacional y convertir a los puertos ingleses en<br />

redistribuidores de mercancías hacia el resto del continente. Pero al mismo tiempo, estas<br />

metas originaron guerras comerciales contra los Países Bajos (1652-54, 1665-67 y<br />

1672-74), para despojarles de su función de intermediarios, arrebatando a Holanda el<br />

liderazgo del comercio internacional y de erigir su propio sistema comercial de tipo<br />

nacional 11 . De esta manera, Inglaterra abandonaba el monopolio comercial en manos de<br />

ciertas compañías privilegiadas (Compañía de Indias Orientales y Occidentales) para<br />

ejercer un monopolio comercial como país al modo castellano.<br />

Los efectos de estas leyes y de las guerras anglo-holandesas fueron muy<br />

importantes para la industria, pues fomentaron la construcción de barcos, y con ellos,<br />

también la producción de todos aquellos productos relacionados con la industria naval<br />

(madera, hierro, cuerdas…) permitiendo que se desarrollaran otras industrias que<br />

transformaban y acababan productos coloniales redistribuidos luego por todo el país y<br />

por Europa, despejando el camino para el ascenso de Inglaterra como primera potencia<br />

comercial europea. Esto lo podemos ver con los siguientes datos: su flota comercial<br />

aumentó entre 1629 y 1686, de 20 a 134 barcos 12 , aunque el volumen de mercancías que<br />

podía transportar (340.000 toneladas en 1686) era todavía muy inferior al holandés, y<br />

sus reexportaciones subieron de un índice 100 en 1663-1669 a 221 en 1699-1701 13 . Por<br />

10 C. Hill, La revolución inglesa 1640, Barcelona, Anagrama, 1977, p. 88.<br />

11 P. Kriedte, Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, Crítica, 1982, p.120.<br />

12 Ibíd., p. 117.<br />

13 Ibíd., p. 121.<br />

10


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

lo tanto, las medidas políticas del Interregno inglés, habían concedido protagonismo a<br />

las ascendentes clases medias, facilitado por el desarrollo económico que sentaron las<br />

bases de un nuevo sistema constitucional. El siguiente paso político crucial tanto para la<br />

historia política de Inglaterra como para el futuro del Revolución industrial se daría en<br />

1688 14 .<br />

Tras la efímera restauración de los Estuardo (1660-1688), y la posible<br />

instauración de una dinastía católica y autoritaria con el ascenso de Jacobo II al trono,<br />

las élites ofrecieron la corona al estatúder de Holanda, Guillermo III de Orange (país<br />

contra el que, como hemos visto, Inglaterra competía por el control de las rutas<br />

comerciales) en defensa de la religión protestante y un parlamento libre no sometido a la<br />

autoridad real 15 . El destronamiento de Jacobo II por esa unión de parlamentarios se la<br />

denominó la Glorious Revolution de 1688 por la que Inglaterra cambió de dinastía,<br />

mediante el matrimonio de Guillermo III de Orange con la hija mayor de Jacobo II,<br />

María, consolidando así una monarquía parlamentaria. Esta revolución representó el<br />

triunfo del Imperio de la ley, del derecho común sobre el rey, una ley que solo podía ser<br />

reformada mediante decretos aprobados por las dos Cámaras del Parlamento. Se<br />

estableció una monarquía en la que la burguesía urbana y la nobleza terrateniente<br />

acuerdan que el poder ejecutivo estaría ostentado por el rey, con control sobre el ejército<br />

(sin posibilidad de erigir ejércitos permanentes), dirigiría las relaciones internacionales,<br />

haría todos los nombramientos públicos y mantendría su tradicional control sobre la<br />

Iglesia anglicana. Mientras, el poder legislativo quedó a manos de un parlamento<br />

integrado mayoritariamente por propietarios (landlords, gentry, grandes comerciantes),<br />

que acuerdan una alternancia en el gobierno. En este periodo se van a configurar los dos<br />

grandes partidos que dominarán la política inglesa dieciochesca: whig y tories, y se<br />

ponen las bases del parlamentarismo moderno: se requiere de mayoría para formar<br />

gobierno y este será presidido por un primer ministro elegido por la Corona.<br />

Por tanto, tras la Revolución Gloriosa el Parlamento se convirtió en el instrumento<br />

de las clases dirigentes, que llegaron a un acuerdo para que el nuevo sistema político<br />

arbitrara medidas pactadas entre estos grupos con la finalidad de que prosperen 16 .<br />

Cualquier decisión política debe ser resultado de un arbitrio entre las fuerzas políticas.<br />

Además, es en el Parlamento donde reside la soberanía, pues lo componen los elegidos<br />

por el pueblo. Este acuerdo entre nobleza terrateniente y burguesía urbana fue<br />

sancionado por el Bill of Rights de 1689 17 . Los puntos que más nos interesan del texto<br />

son:<br />

- La aprobación de impuestos es una competencia del parlamento y no del rey<br />

14 La división y enfrentamiento durante la Guerra Civil entre los diferentes grupos propietarios, dio como<br />

resultado la proclamación de una República y el ascenso de grupos como los protodemocráticos levellers<br />

o los “comunistas” diggers que amenazaban a las clases dominantes con sus nuevos modelos políticos y<br />

sociales. Por ello, las élites que estuvieron divididas, ante la amenaza de la “hidra de la revolución”,<br />

abandonaron sus diferencias y se unieron para asegurarse de que todo lo anterior no volviera a ocurrir.<br />

15 G. M. Treverlyan, La Revolución inglesa: 1688-1689, México, Fondo de Cultura Económica, 1963 p.<br />

82.<br />

16 Ibíd., p. 135.<br />

17 Recuperado de http://avalon.law.yale.edu/17th_century/england.asp [Consultado en noviembre de<br />

2014]<br />

11


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

- Se instaura la libertad de industria<br />

- Se establecen las bases de la división de poderes para garantizar las libertades<br />

individuales y la propiedad privada 18<br />

- Consagración de la superioridad de la ley (Parlamento) sobre la voluntad del rey.<br />

Así, se creó un marco institucional que favoreció el crecimiento económico, a<br />

través de la legislación de leyes favorables a las iniciativas empresariales, tales como la<br />

libertad de industria. A continuación, un análisis de las medidas más relevantes dictadas<br />

por el Parlamento nos permitirá comprender la importancia del cambio institucional<br />

para la Revolución Industrial. Desde 1660, las Leyes de Cercamientos (Enclosures Acts)<br />

fomentaron que las tierras comunales y pequeñas explotaciones agrarias pasaran a<br />

manos de los landlords, que por medio del arrendamiento a los copyholders<br />

introdujeron en ellas nuevas tecnologías y técnicas agrarias. Se permitió la libre<br />

instalación de industrias y la libertad de innovar, pues desaparecieron los privilegios<br />

gremiales. Los diferentes gobiernos ordenaron que no se aplicaran las normas más<br />

restrictivas del Estatuto de los Artesanos de 1563, especialmente las cláusulas relativas<br />

al aprendizaje (mínimo de siete años de experiencia), lo que dio a los patronos la<br />

posibilidad de explotar mano de obra infantil 19 , reduciendo el precio final del producto.<br />

También se introdujo una reforma de la Hacienda, iniciada en la República y continuada<br />

tras la Gloriosa. La aprobación de impuestos pasa a ser una función del Parlamento que<br />

centraliza la recaudación, poniendo fin al viejo sistema de arrendamiento. Aunque la<br />

Hacienda continuó nutriéndose de impuesto indirectos fundamentalmente (Purveyance<br />

o Excise), se creó uno sobre la tierra (taxation) que afectó especialmente a landlords<br />

(nobleza terrateniente) y landed gentry (terrateniente), lo que incrementó los ingresos<br />

fiscales 20 .<br />

No obstante, las guerras comerciales contra Holanda y Luis XIV en el continente<br />

a finales del s. XVII, provocaron que los gastos estatales superasen a los ingresos. Por<br />

ese motivo, el Parlamento creó el Banco de Inglaterra en 1694, con el fin de que los<br />

depositantes prestaran dinero a cambio de deuda pública convertible en oro y plata 21 .<br />

Esta posibilidad, unido al pago puntual de los intereses de la deuda gracias a la mayor<br />

recaudación de los impuestos, creó un clima de confianza hacia la deuda pública. Así<br />

Inglaterra podía destinar más dinero a las guerras en las que estaba inmersa, al tiempo<br />

que el ahorro que incentivaba la deuda pública pudo destinarse a invertir en agricultura,<br />

industria y comercio 22 .<br />

Es importante tener claro que la instauración de este marco institucional de signo<br />

liberal no estuvo reñido con la adopción de medidas económicas de tipo<br />

18 Esta idea de la división de poderes fue expuesta por John Locke en 1689 en su obra Dos tratados de<br />

gobierno. No hay que olvidar la influencia que tenía Locke en el pensamiento inglés de finales del s.<br />

XVII.<br />

19 C. Hill, op. cit., p. 198.<br />

20 Ibid., p. 206.<br />

21 P. Deane, op. cit., p. 194.<br />

22 C. Hill, op. cit., p. 209.<br />

12


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

proteccionista 23 . Entre estas medidas, podemos destacar la de 1690 que elevó los<br />

aranceles que gravaban las importaciones de hierro sueco, beneficiando a la industria<br />

siderúrgica británica, que pasó a abastecer al mercado nacional, y las Calico Acts en<br />

1701 que prohibieron la importación de tejidos de algodón indios. La India era junto a<br />

China el país más rico del mundo con una agricultura muy desarrollada que permitía<br />

tanto abastecer a la población como vender productos textiles a unos precios mucho más<br />

competitivos que los de Inglaterra, por lo que esta medida estimuló a la industria textil<br />

inglesa, que a la postre sería pionera en la industrialización 24 . Para acabar<br />

definitivamente con la competencia de los calicós no bastaba con prohibir su compra.<br />

Gran Bretaña, tras arrebatarle a Francia su imperio colonia en la India en el contexto de<br />

la Guerra de los Sietes Años (1756-1763), destruyó los centros textiles convirtiendo al<br />

país en un suministrador de algodón para la industria británica. Esto era solo el inicio de<br />

una obra legislativa que tuvo su momento culminante en 1721, cuando el primer<br />

ministro Horace Walpole introdujo una nueva batería legislativa bajo la frase: “Es<br />

evidente que nada contribuye tanto al bienestar público como la exportación de bienes<br />

manufacturados y la importación de materias primas extranjeras” 25 .<br />

Este principio explica la razón de las leyes emanadas del Parlamento en 1721 que<br />

rebajaron, e incluso eliminaron los impuestos a la importación sobre materias primas<br />

usadas por los fabricantes. Al mismo tiempo, se abolieron impuestos a la exportación<br />

para la mayor parte de las manufacturas. Con vistas a proteger el mercado industrial<br />

interior de los productos extranjeros acabados se impusieron aranceles que elevaban sus<br />

precios para desincentivar su compra, mientras que se concedían subsidios estatales a<br />

los fabricantes y a la exportación 26 . Además, fue introducida una regulación para<br />

controlar la calidad de los productos manufacturados, especialmente los textiles, con el<br />

fin de que los fabricantes no desprestigiaran la reputación de los productos británicos en<br />

el extranjero. En definitiva, estas medidas respondían al ascenso de las clases medias<br />

que desde el poder establecieron un marco institucional que permitieron implantar una<br />

política económica con vías al capitalismo. En palabras de Robert Marks: “La Gloriosa<br />

llevó al poder a un gobierno que desde el poder protegió a los mercaderes e impuso<br />

medidas que favorecían la industria” 27 .<br />

3. La readaptación manufacturera<br />

A finales del s. XVI los paños ingleses empezaron a declinar, a efectos de la reducción<br />

de la demanda, que se redujo más en el s. XVII. Podemos ver que se dio un claro<br />

ejemplo de la aplicación de la Ley de Engel: cuando aumenta la renta per capita, el<br />

gasto de cada persona también aumenta, pero en proporción decreciente el gasto<br />

23 Es curioso como los países industrializados recomiendan a los países pobres una política económica<br />

liberal para su desarrollo, cuando países como Inglaterra adoptaron políticas proteccionistas durante su<br />

industrialización.<br />

24 R. B. Marks, op. cit., p. 144.<br />

25 H. Chan. Retirar la escalera, Madrid, La catarata, 2004, p. 60.<br />

26 Ibid.<br />

27 R. B. Marks, op. cit., p. 151.<br />

13


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

dedicado a bienes de primera necesidad y en proporción creciente el gasto de los bienes<br />

que no son necesarios. Por ello, a causa de los precios de los paños ingleses, hechos de<br />

lana, se vieron desplazados de los mercados del norte de Europa por otros paños como<br />

los silesianos de peor calidad y por tanto más baratos pues para su fabricación se usaba<br />

lana burda y larga. Por ese motivo, los mercaderes se vieron obligados a reaccionar,<br />

volcando su producción al Mediterráneo, pero una producción mucho más asequible<br />

para una demanda afectada por la coyuntura económica depresiva de finales del s. XVI<br />

y s. XVII.<br />

Es en este contexto es donde se sitúan las new draperies, paños más atractivos,<br />

pero de calidad inferior que los paños tradicionales (old draparies) pues eran más<br />

ligeros al ser fabricar con una mezcla de lino y algodón 28 . Las new draperies tuvieron<br />

éxito en los mercados mediterráneos, no solo por su bajo precio, sino también por el<br />

estancamiento generalizado de los centros pañeros tradicionales que a lo largo de los s.s.<br />

XVI- XVII fueron desapareciendo debido a la coyuntura económica de la época:<br />

Venecia alcanzó su máxima producción en 1602 con 28.729 piezas, y a finales del s.<br />

XVII no llegaba ni a 2.000, mientras que Florencia a finales del s. XVI producía 30.000<br />

piezas, y a mediados del s. XVII producía 6.114 29 . También se estancaban la industria<br />

lanera de Flandes (decadencia de centros pañeros como Amiens, Lille) y la de Castilla,<br />

cuyo centro textil principal era Segovia, que pasó a producir a finales del s. XVI de<br />

13.000 paños anuales a 3.000 30 . Esto dio como resultado un crecimiento espectacular de<br />

las industrias textiles en Inglaterra y revela, como indicó Peter Kriedte, que en el s.<br />

XVII se produce una división internacional del trabajo que comienza a dividir a los<br />

distintos países en productores de mercancías manufacturadas y en productores de<br />

materias prima 31 .<br />

Junto a las new draperies, para reducir el precio final del producto, apareció una<br />

primera forma de deslocalización productiva conocida como industria rural, Putting out<br />

system o verlagssystem. Es el nombre que recibe el sistema de producción en el que el<br />

pequeño productor trabaja por encargo del comerciante. En este sistema, el comerciante<br />

(verleger) es generalmente el propietario de parte, o del total, de los medios de<br />

producción (sobre todo materias primas) 32 . La industria rural favorecía la reducción de<br />

costes, contratando a campesinos durante el desempleo estacional. Las necesidades<br />

mercantiles trasladan solo una parte de la producción de la ciudad al campo,<br />

fundamentalmente el hilado, aprovechando el empobrecimiento y la necesidad de los<br />

campesinos de obtener recursos económicos extras. Es una producción a domicilio en la<br />

que el campesino trabaja en su casa y el comerciante se aprovecha de la abundante<br />

mano de obra campesina, y por tanto, barata y flexible. Por medio del verlagssystem se<br />

logran unos paños de baja calidad, que corresponden a su bajo precio para satisfacer la<br />

demanda de las clases medias empobrecidas, y cuyo destino está en mercados<br />

extralocales, muy lejos de su lugar de producción. Esta industria rural o protoindustria<br />

28 C. Hill, op. cit., p. 99.<br />

29 P. Kriedte, op. cit., p. 97.<br />

30 Ibíd., p. 98.<br />

31 Ibíd., p. 62.<br />

32 P. Kriedte, H. Medick, J. Schlumbohn, Industrialización antes de la industrialización, Barcelona,<br />

Crítica, 1986, p. 491.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

ha dado paso a una corriente de investigación; la protoindustrialización que en sus<br />

orígenes planteó que era necesario que hubiese una fase protoindustrial para llegar al<br />

capitalismo industrial. Esta ruralización de la industria no era solo regional, sino que<br />

tenía hondas conexiones continentales.<br />

Todo esto se desarrolla en un momento en el que la nobleza de los diferentes<br />

estados europeos ha fortalecido su poder, lo que les impidió seguir la estela de<br />

Inglaterra y Holanda para dar el salto a la protoindustrialización, reforzando sus<br />

actividades agrarias con una producción cerealista a precios bajos, especialmente en<br />

Europa del Este donde se habían reforzado las prestaciones laborales para el señor<br />

feudal (corveas). Se va a desarrollar a partir de la 2ª mitad del s. XVII un intercambio<br />

desigual entre productos manufacturados ingleses y holandeses hacia estos territorios, a<br />

cambio van a recibir de ellos productos agrarios a un precio muy inferior al de las<br />

manufacturas. Tal y como explicó Kriedte, así es como se produce la formación del<br />

sistema capitalista mundial, pues exigía el establecimiento de relaciones de intercambio<br />

desiguales, establecidas por la fuerza de modo directo o encubierto 33 . Por tanto, nos<br />

encontramos ante un sistema de producción rural que da lugar a una cooperación entre<br />

ciudad y campo, cuyo nexo de unión es el mercader que traslada una parte de la fase<br />

productiva al ámbito rural para ser terminada y vendida en la ciudad.<br />

4. La revolución agraria y los cercamientos<br />

A partir de la segunda mitad del s. XVII y el s. XVIII, en Inglaterra van a producirse<br />

una serie de innovaciones agrarias tanto técnicas como tecnológicas para incrementar la<br />

productividad de la tierra, acabando finalmente con la ley de rendimiento decrecientes,<br />

ahora que la rotulación de tierras deja de ser la única forma de incrementar la<br />

producción. Es lo que se ha denominado como Revolución agraria. Al igual que la<br />

Revolución Industrial, no hay que buscar su origen en la ciencia, sino en los yeomen,<br />

campesinos que cultivan, o bien sus propias tierras o los open field (tierras comunales),<br />

que ante la necesidad de hacer más eficientes sus tierras, experimentaron nuevas<br />

técnicas. Junto a los yeomen, las otras figuras relevantes para la Revolución agrícola<br />

son, por un lado, los landlords y la landed gentry que viven del arrendamiento de sus<br />

latifundios. Este arrendamiento va a permitir que la segunda figura, el copyholder,<br />

explote las tierras arrendadas a esta nobleza, y con la intención de sacar el máximo<br />

rendimiento introducirá nuevas innovaciones desarrolladas tanto por los yeomen, como<br />

por ellos mismo, expandiendo de esta manera la revolución agrícola por Inglaterra. La<br />

innovación clave para esta revolución fue el Sistema Norfolk (1660), desarrollado en el<br />

condado homónimo por el vizconde de Townsend 34 . En principio era un sistema de<br />

rotación de cultivos cuatrienal (aunque en el s. XVIII se introducirán nuevas hojas):<br />

cereal invernal (trigo, centeno), cereal de primavera (avena, cebada, malta), cultivos<br />

para recuperar el nitrógeno que pueden ser consumidos por animales y personas como<br />

nabos o leguminosas que tenían la ventaja de requerir poco capital para cultivarlo 35 ,y las<br />

33 P. Kriedte, op. cit., p. 9.<br />

34 Este sistema tiene como origen las innovaciones agrícolas que estaba desarrollando Holanda<br />

35 P. Deane, op. cit., p. 47.<br />

15


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

plantas forrajeras para alimentar al ganado al tiempo que nitrogenan la tierra (alfalfa,<br />

trébol), de forma que estas dos últimas hojas pueden usarse al año siguiente para el<br />

cultivo del cereal. Con este sistema desaparece el barbecho, y los tubérculos y las<br />

forrajeras alimentan al ganado proporcionando a su vez más abono a la tierra 36 . Al<br />

suprimir el barbecho aumenta la superficie cultivada y al disponer de más abono<br />

aumenta la productividad. Además, el incremento de la cabaña ganadera reemplaza la<br />

fuerza humana por la fuerza animal.<br />

Junto al Sistema Norfolk, se sitúan otras innovaciones que incrementaron la<br />

productividad: los avances en la cría de ganado mediante los principios de la<br />

alimentación animal científica de Robert Bakewell, logró aumentar más del doble el<br />

peso del ganado 37 . Jehro Tull, un hacendado agricultor, ensayó la siembra en líneas<br />

rectas lo bastante alejadas como para permitir el paso entre ellas de un arado arrastrado<br />

por un caballo que constituyó la base de las nuevas técnicas de cultivo constante (sin<br />

embargo, la distancia para la siembra, aunque cumplía la función de ahorrar semillas,<br />

desperdiciaba espacio y rendimiento) 38 . El arado Rotherham permitía remover la tierra<br />

con rapidez y efectividad con un equipo de dos caballos y un hombre, en vez del lento<br />

arado rectangular movido por cuatro, seis u ocho bueyes 39 . A todo esto habría que<br />

añadir la selección de semillas 40 , el uso de arados de hierro tirados por caballos, más<br />

veloces que los bueyes y las máquinas sembradoras tiradas también por caballos que<br />

sustituyeron a la siembra manual. Fueron los primeros pasos hacia la reducción del<br />

trabajo manual en el campo agrícola inglés. Pero la rotación de cosechas exigía que el<br />

campo estuviera cercado para que el ganado no transitara por él. Por este motivo, las<br />

innovaciones agrícolas fueron acompañadas por la privatización de las tierras<br />

comunales: enclousures (cercamientos). Para que las comunidades campesinas se<br />

desprendieran de sus open fields era necesario que confluyeran varios factores: descenso<br />

o estancamiento de los ingresos agrarios acompañados de violentas fluctuaciones de los<br />

precios agrícolas y un aumento de la presión fiscal. Cuando estas condiciones se daban,<br />

los campesinos vendían las tierras comunales a los grandes señores. Pero cuando no se<br />

daban estas condiciones, los terratenientes optaban por expropiar a los campesinos y<br />

esperar a que la justicia les diera la razón por medio de los Bills for Inclosure of<br />

Commons (“Leyes para el cercamiento de la tierra comunal”), o como los denominó<br />

Marx, “decretos expropiadores del pueblo” 41 . Sin embargo, el impacto y el alcance de la<br />

innovación agrícola todavía sigue siendo un factor muy discutido entre historiadores.<br />

Tradicionalmente se ha pensado que los cercamientos fueron fundamentales para el<br />

incremento de la producción agrícola. Esta visión ha sido revisada por R. C. Allen,<br />

quien demostró que las tierras cercadas no fueron las únicas que aumentaron su<br />

producción. Señala que las explotaciones de todos los tamaños incrementaron su<br />

producción, en menor o mayor medida, entre 1550-1725, pues no hay que olvidar que<br />

36 R. C. Allen, Revolución en los campos. La reinterpretación de la revolución agrícola inglesa, Zaragoza,<br />

Prensas Universitarias de Zaragoza – Universidad de Salamanca, 2004, p. 22.<br />

37 Ibid., p. 11.<br />

38 P. Deane, op. cit., p. 46.<br />

39 Ibíd., p. 46.<br />

40 R.C. Allen, op. cit., p. 23.<br />

41 K. Marx, El Capital, Tomo I, México, Siglo XXI, 2005, p. 896.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

muchas de estas nuevas técnicas agrícolas fueron obra de los yeomen 42 . Además, los<br />

cercamientos parlamentarios no lograron a menudo generar demasiada producción extra<br />

ni prescindir de demasiada mano de obra, ya que las innovaciones introducidas no eran<br />

máquinas demasiado sofisticadas como para reducir en un número elevado la fuerza de<br />

trabajo de los campesinos 43 . Solo en los suelos pesados de las zonas cercadas<br />

mostraban mayor rendimiento que los comunales, puesto que la tierra era arcillosa y<br />

húmeda, mala para el pasto, y para cultivarla era necesario el drenaje, el cual requería<br />

gran capital 44 . Pero a pesar de estos cambios en la explotación del suelo, no fue proceso<br />

que se extendió por todo el país, y a mediados del s. XIX, todavía existían regiones que<br />

trabajaban la tierra de acuerdo al método tradicional.<br />

A pesar de la problemática que supone la Revolución agrícola, lo cierto fue que<br />

los copyholders los podemos ver como empresarios que apuestan por la innovación, que<br />

administran y procuran obtener el máximo beneficio de las fincas arrendadas por medio<br />

de la inversión en abonos, herramientas y técnicas para alcanzar un mayor rendimiento,<br />

adaptando la producción a las demandas del mercado 45 . Entre 1700 y 1800 el aumento<br />

de la productividad del trabajo agrícola fue tan importante que creció un 90%,<br />

permitiendo al país autoabastecerse de alimentos a comienzos de la Revolución<br />

industrial 46 .<br />

4.1 Efectos de los cambios agrarios sobre el crecimiento económico<br />

El aumento de la producción agraria permitió abastecer a mucha más población. Pero<br />

eso no significaba que las personas obtuvieran más alimento ni que hubiese una mayor<br />

variedad alimentaria. Con el aumento de la producción se abastecía a más población, y<br />

ahora que los animales eran una fuente importante de abono, el consumo de carne se<br />

redujo enormemente. La dieta de la mayor parte de la población no encontró mejoría ni<br />

en cantidad ni en calidad, pues todavía seguía siendo vital el pan. No obstante, se podía<br />

abastecer a una población cada vez mayor, y ese excedente de mano de obra, se dirigirá<br />

a las ciudades, u optarían por buscar formas adicionales de ingresos, como en la<br />

industria rural que veremos más adelante. Por otro lado, los cambios agrícolas causaron<br />

una importante demanda de bienes manufacturados de las ciudades, especialmente los<br />

metalúrgicos, ya que a partir del s. XVIII, el hierro sustituye a la madera como material<br />

para la fabricación de útiles de labranza 47 . Lo que no aumentó, debido al descenso de<br />

los ingresos campesinos por los cercamientos (según Marx, entre 1765-1780 los salarios<br />

de los campesinos descendieron por debajo del mínimo de subsistencia) fue la demanda<br />

campesina de bienes industriales de consumo (tejidos, utensilios domésticos, jabones,<br />

velas…) 48 . Estos bienes chocaban con la realidad y es que la mayor parte del<br />

42 R. C. Allen op. cit. p. 22.<br />

43 Ibíd., p. 32.<br />

44 Ibíd., p. 19<br />

45 Hasta el s. XVII, los propietarios de las tierras debían cultivar lo que el rey ordenaba por real decreto.<br />

Con el reconocimiento del derecho a la propiedad, un propietario podía disponer y hacer lo que quisiera<br />

con su propiedad, incluido cultivar lo que quisiese. Así podía satisfacer las demandas del mercado.<br />

46 P. Deane, op. cit., p. 60<br />

47 K. Marx, op. cit., p. 458.<br />

48 Ibíd., p. 898.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

presupuesto familiar campesino estaba reservado para la alimentación. Pero si los<br />

campesinos no impulsaron la industrialización por medio del consumo, se nos presenta<br />

la incógnita de saber cuál fue la procedencia del capital que financió el sector industrial<br />

y las manufacturas. Podemos pensar que fueron los terratenientes que reinvirtieron en la<br />

industria los beneficios obtenidos del sector agrario abriendo fábricas textiles,<br />

siderurgias, explotando minas de carbón o construyendo canales y carreteras. Hay parte<br />

de razón en esto último, pero no en el resto de sectores, de modo que el capital agrario<br />

no fue el protagonista de la inversión de capital en industria. Lo cierto es que la<br />

inversión de los terratenientes se dobló entre 1760 y 1850, pero buena parte de él fue a<br />

la compra de productos de lujo 49 .<br />

Ahora se tiende a pensar que el impulsor de la industria y el comercio fue el<br />

propio Estado inglés debido al estado de guerra en el que estuvo inmerso desde la 2ª<br />

mitad del s. XVII. Los siguientes datos son prueba de ello: en 1653 el gobierno encargó<br />

1500 cañones en un día, abriendo 34 hornos de hierro en Kent y Sussex (regiones donde<br />

se desarrolló una prospera industria siderúrgica), 14 de ellos tendrían un carácter<br />

permanente, y las guerras comerciales contra Holanda obligaron a que se abrieran 11<br />

hornos más 50 . Esto condujo a un estímulo en diversas industrias: paños, cuero,<br />

metalúrgica, pólvora, papel, cerveza… todo destinado a abastecer al ejército. Era la<br />

guerra la que tiraba de la producción. Pero junto a esto, en el s. XVIII, una fuente<br />

importante de ingresos provendrá de la exportación de paños, dirigidos a las colonias<br />

norteamericanas para vestir a los esclavos que trabajan los campos de algodón que<br />

abastecían el sector textil británico 51 .<br />

5. Protoindustrialización. Formación de la clase obrera<br />

Retomando el tema de los cercamientos, la expropiación de las tierras comunales<br />

tendría enormes consecuencias sociales para el futuro industrial inglés. La<br />

concentración de tierras en manos de los landlords conllevó una enorme proletarización<br />

de muchos campesinos ingleses, muchos de ellos perdían la condición campesinos, y se<br />

convertían en jornaleros con unos salarios muy reducidos. Este proceso de<br />

pauperización del campesino era general en la Europa moderna, pero a excepción de<br />

Inglaterra, los campesinos europeos compensaban sus carencias alimenticias gracias a<br />

las tierras comunales.<br />

Los cercamientos habían privado de tierras comunales a los campesinos ingleses,<br />

lo que les obligó a buscar nuevas formas adicionales de ingresos, y estos los<br />

encontraron en la producción de manufacturas en sus hogares, dando lugar a la conocida<br />

como Revolución industriosa, periodo previo a la Revolución industrial durante el cual<br />

tuvo lugar un incremento de la producción manufacturera, no por el empleo de<br />

máquinas, sino por un aumento intensivo del trabajo, pues estos campesinos necesitaban<br />

ingresos adicionales 52 . Por ese motivo el campesinado inglés compaginó su actividad<br />

49 C. Hill, op. cit., p. 194.<br />

50 Ibíd., 1980 p. 194.<br />

51 R. B. Marks, op. cit., p. 161.<br />

52 J. De Vries, La revolución industriosa. Barcelona, Crítica, 2009, p. 102.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

agrícola con la producción a domicilio. A diferencia de lo que ocurría a comienzos del<br />

verlagssystem en el cual el mercader aprovechaba los momentos de inactividad del<br />

campesino, a partir de los enclousers, la mano de obra campesina se centrará en la<br />

producción, no se restringirá a esos periodos de inactividad, sino a todo el año pues<br />

requiere de más ingresos para sobrevivir, y puesto que los ingresos procedentes de esta<br />

industria son pequeños y lo reciben en función de lo producido estaban prácticamente<br />

obligados a alcanzar el mayor rendimiento posible para ganar los ingresos suficientes<br />

para su subsistencia 53 . En esta actividad participaba toda la familia campesina, y dentro<br />

de ella se implantó una división del trabajo: generalmente los niños se ocupaban de las<br />

obras preliminares como limpieza de algodón, las mujeres hilaban y los hombres<br />

tejían. 54<br />

Por tanto, eran pequeñas explotaciones familiares que desarrollaron una actividad<br />

suplementaria pues la tierra era insuficiente para su subsistencia. Siguiendo el modelo<br />

del Putting Out System, un comerciante traslada parte de la producción textil al campo,<br />

entregando al campesino las materias primas y herramientas. Terminado el ciclo, el<br />

mercader vuelve a por la producción que es vendida en mercados extralocales,<br />

especialmente por la creciente población, pero también en las colonias norteamericanas<br />

para abastecer a los esclavos 55 . Debido a la limitada capacidad productiva de las<br />

ciudades, y a las ventajas de trasladar los centros productivos, se optó por la utilización<br />

de recursos rurales. No solo hay que ver la protoindustrialización como un incremento<br />

productivo previo a la Revolución Industrial, sino que además fue la solución para el<br />

conjunto de problemas que surgieron tanto en el sector agrario como en el de las<br />

manufacturas, ya que había que hacer frente a esa demanda, pues ambos problemas no<br />

se habrían solucionado aisladamente 56 .<br />

6. La revolución de los transportes<br />

La Europa del s. XVIII contaba con un sistema de comunicaciones inferior al del<br />

Imperio romano. Las carreteras necesitaban de una reparación periódica por el deterioro<br />

producido por factores ambientales y el tráfico de vehículos. Estos trabajos requerían de<br />

grandes sumas, que en cada caso se financiaban de forma distinta. En general, desde el<br />

s. XVI el mantenimiento de las carreteras corría a cargo de los municipios, que<br />

empleaban mano de obra no retribuida de sus vecinos. Se nombraban inspectores<br />

parroquiales y a cada habitante de la parroquia se le impuso la obligación de dedicar un<br />

número determinado de días para reparar las rutas generales 57 . En 1563, un decreto del<br />

Parlamento inglés fijó en seis días el alcance de esta obligación (statute labour), hasta<br />

que en 1663 el Parlamento autorizó por primera vez el cobro de peaje en un tramo corto<br />

de camino (aunque no renovó la fórmula hasta 1706) cuando se construyó la primera<br />

carretera privada de peaje (turnpike road). La fórmula se extendió, aunque los tramos<br />

concedidos eran habitualmente muy cortos. La construcción privada dio origen a la<br />

53 Ibíd., pp. 106-107.<br />

54 P. Deane, op. cit., p. 97.<br />

55 J. De Vries, op. cit., pp. 123-126.<br />

56 P. Kriedte, H. Medick, J. Schlumbohn, op. cit., p. 43.<br />

57 P. Deane, op. cit., p. 82.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

confrontación de diversas escuelas de obras públicas: Telford cimentaba sobre bloques<br />

de piedra, MacAdam era más económica pero de peor calidad pues construía a partir de<br />

una superficie de gravas y Metcalf seguía el modelo romano de cimentar sobre una<br />

sólida base de bloques de piedra cubiertas con varias capas de grava 58 .<br />

No obstante, solo las transformaciones en las vías de comunicación terrestres<br />

probablemente hubiesen demorado la Revolución Industrial debido a que, en primer<br />

lugar, el desplazamiento de mercancías era más lento que el de personas, especialmente<br />

si se trataban de mercancías muy pesadas, lo que limitaba su capacidad (el tráfico de<br />

mercancías todavía estaba sometido al antiguo régimen biológico). Y en segundo lugar<br />

casi todas las carreteras eran de peaje, lo que multiplicaba los precios finales de las<br />

mercancías. Gran Bretaña afortunadamente contaba con ríos navegables que por su<br />

longitud eran idóneos para la circulación marítima y a diferencia del transporte terrestre,<br />

no requería de continuos gastos de conservación (exceptuando los gastos para la<br />

construcción de instalaciones portuarias). Esta red de navegación se completó,<br />

multiplicando su capacidad, mediante la construcción de canales que unían las<br />

diferentes corrientes fluviales. La “canalmanía”, como fue denominada, tuvo su mayor<br />

intensidad en el tercio final del s. XVIII y proporcionó a Gran Bretaña<br />

aproximadamente 2.000 millas de canales 59 . La inversión en el transporte fluvial dio<br />

magníficos resultados, pues redujo el precio final de las mercancías. Un buen ejemplo<br />

fue el canal Hereford-Gloucester que redujo el precio del carbón procedente de Ledbury<br />

de 24 chelines a 13 chelines y 6 peniques 60 . La revolución de los transportes culminaría<br />

con la invención del ferrocarril a comienzos del s. XIX, cuando se resolvió la<br />

construcción de máquinas de alta presión que permitiesen a la máquina de vapor ser<br />

aplicada al transporte.<br />

6. El comienzo de la revolución industrial. Sector textil<br />

La Revolución Industrial fue el resultado de una serie de innovaciones técnicas<br />

independientes que se desarrollaron en dos ramas: la siderúrgica y la textil, pero el<br />

verdadero motor de la revolución fue la industria algodonera que marcó el camino a<br />

seguir ya que era la industria más desarrollada en Gran Bretaña. La industria textil era<br />

fundamentalmente de lana, mientras que la algodonera estaba atrasada, pues no podía<br />

competir con los calicós de la India. El algodón, procedente de la India, EE.UU. y el<br />

Levante oriental, era más caro que la lana inglesa y su preparación era costosa y su<br />

resultado final vasto, lo que elevaba el precio 61 . Antes de 1730 la hilatura se hacía con<br />

ruecas manuales o tornos de pedales. Los hilos se tejían con pequeños telares movidos<br />

manualmente, las telas se lavaban y suavizaban con sustancias orgánicas (jabones,<br />

leche…), los tejidos se blanqueaban exponiéndolos al sol durante días y se tintaban con<br />

sustancias animales o vegetales (índigo, azafrán…). Todos estos procesos se realizaban<br />

en hogares campesinos y talleres artesanos. Generalmente el hilado y el tejido se<br />

58 Ibíd., p. 84.<br />

59 Ibíd., p. 88.<br />

60 Ibíd., p. 89.<br />

61 Ibíd., p. 98.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

efectuaban en el campo, mientras que el resto de las operaciones se realizaba en la<br />

ciudad. Toda la organización de esta industria seguía obedeciendo al verlagssystem.<br />

Pero todo esto empezó a cambiar a partir de 1730 con una serie de innovaciones,<br />

iniciadas por la lanzadora de Kay (1730, y generalizada en torno a 1750-1760) un modo<br />

de tejer más rápido. Con este invento un solo tejedor trabajaba lo que antes dos. Pero<br />

provocó problemas, pues al aumentar la productividad del tejido, la insuficiencia de<br />

hilos lo frenó. La necesidad de abastecer una alta demanda procedente de las colonias y<br />

a la creciente población inglesa impulsaron las innovaciones en el sector del hilado, que<br />

se alentaron por medio de premios desde 1760 para quienes lograran innovaciones que<br />

alcanzaran una mayor productividad en la elaboración de hilos 62 . El aumento de la<br />

producción de hilos se logró gracias a la creación de la Spinning Jenny de Hargreaves<br />

(1764, patentada en 1770), la primera máquina hiladora que fue aumentando el número<br />

de husos: en 1764 hilaba 8 husos, y a finales del s. XVIII 120 husos 63 . Toda esta<br />

producción de hilos con un solo operario, redujo la mano de obra, y el precio del<br />

producto, aún más si tenemos en cuenta que la Spinning Jenny era relativamente barata<br />

y fácil de usar, lo que permitía emplear mano de obra infantil. Esta máquina realizaba<br />

los hilos con algodón, desplazando a todos los demás tejidos. Pero lo que terminó de<br />

consolidar la revolución algodonera fue la primera máquina continua: la Water Frame<br />

patentada por Arkwright en 1769. Con esta máquina creaba un hilo de algodón fuerte,<br />

sin necesidad de combinarlo con lino 64 .<br />

Era además, una máquina pensada para usarse en fábricas, movida por la energía<br />

hidráulica y más tarde por vapor. Este es el origen verdadero de la Revolución Industrial<br />

no doméstica, pues requería gran capital para ponerla en marcha 65 . En 1779 la Spinningmule<br />

de Crompton combina los principios de la Frame y la Jenny, logrando un hilo más<br />

fino y continuo, permitiendo a la industria textil británica competir con los calicós<br />

indios. Todo esto posibilitó la industria a gran escala, especialmente cuando en 1785<br />

Matthew Boulton emplee la máquina de vapor por primera vez para mover la Spinning<br />

Jenny. La consecuencia es que la incorporación de la máquina de vapor condujo a un<br />

enorme aumento de la productividad que obligaba a hacer frente a nuevos desafíos; la<br />

industria química (necesidad de sustituir sustancias orgánicas por otras inorgánicas más<br />

abundantes y baratas no sometida al antiguo régimen biológico). Los desarrollos<br />

técnicos e industriales permitieron una sinergia, pues la necesidad de obtener más hilos<br />

fue lo que les condujo a más innovaciones. Además la abundante mano de obra, el<br />

empleo de niños y mujeres disminuyó el precio. Esto es un reflejo del capitalismo; la<br />

visión del empresario es obtener el máximo beneficio con el mínimo coste.<br />

62 Ibíd., p. 99.<br />

63 Ibíd.<br />

64 Era imposible que se hubiesen dado estas innovaciones de no ser porque el estado protegió a los<br />

inventores. En un contexto de economía gremial, las innovaciones técnicas que aumentaban la producción<br />

se convertían en secretos del taller que los desarrollaba no permitiendo, por causas lógicas, que estas se<br />

propagaran. Gracias al Estatuto de la Reina Ana (1710) los inventores percibían ingresos por la<br />

explotación ajena de sus inventos, permitiendo que sus innovaciones se expandieran.<br />

65 Ibid., p. 100.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

7. Conclusiones<br />

En conclusión, Inglaterra a lo largo de la Edad Moderna experimentó importantes<br />

cambios políticos e institucionales que le permitieron acabar con los obstáculos feudales<br />

que frenaban su crecimiento económico. La Revolución Industrial inglesa hay que verla<br />

como un proceso cuyo origen más remoto quizás habría que situarlo a finales del s. XV<br />

tras la Guerra de la Dos Rosas (1455-1487), que no solo encumbró a la dinastía de los<br />

Tudor, sino que debilitó enormemente a la nobleza, muchas altas casas nobiliarias se<br />

extinguieron, mientras que en contrapartida, aumentó el poder y la influencia de la<br />

burguesía y la pequeña nobleza (gentry). El siguiente cambio más relevante fue La<br />

Gloriosa de 1688 que estableció una monarquía muy controlada por el Parlamento, en el<br />

que estaban integrados los grupos propietarios que, desde el poder, crearon un marco<br />

institucional que estimuló el crecimiento económico por medio de una serie de leyes<br />

que favorecieron las iniciativas empresariales. Pero no hay que ver todos los cambios<br />

sociales y económicos que experimenta Inglaterra como hechos aislados, sino como<br />

hechos contingentes, como explica Robert Marks, resultado de que se produjeran<br />

diversos acontecimientos independientes por el mundo 66 . También tienen lugar<br />

accidentes, como que hubiera carbón, el elemento que acabase con el antiguo régimen<br />

biológico, cerca de Londres 67 . En definitiva, la Revolución Industrial marcó el inicio de<br />

una sociedad en el que el trabajo manual era sustituido por máquinas, aunque este<br />

proceso no alcanzó un nivel de radicalización como sugiere, sino que es un proceso<br />

continuado, en el que convivían el modo de producción industrial con el tradicional.<br />

66 R. B. Marks, op. cit., p. 30.<br />

67 Ibid., p. 30.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Nacionalismo en Estados Unidos durante el Siglo XIX<br />

JAIME CARO<br />

Universidad Autónoma de Madrid<br />

Resumen: En este artículo tratamos de polemizar con el tratamiento que ha dado la<br />

historiografía al estudio del nacionalismo en Estados Unidos. La historiografía que ha<br />

estudiado el nacionalismo en Estados Unidos lo ha hecho cambiando la palabra por<br />

patriotismo. Esta historiografía ha pretendido diferenciar el sentimiento nacional<br />

democrático que se ha dado en Estados Unidos respecto al sentimiento nacional que<br />

se ha dado en países europeos, en los cuales se ha llegado a sus últimas<br />

consecuencias: nacionalismo y fascismo. En este artículo analizaremos por qué la<br />

historiografía estadounidense hace esto y analizaremos la evolución que ha tenido el<br />

nacionalismo en Estados Unidos desde su construcción como Estado independiente,<br />

después de la Revolución Americana, hasta finales del siglo XIX, cuando la<br />

construcción nacionalista se puede dar por terminada, ya que en el siglo XX el<br />

nacionalismo es heredero de todo el corpus de ideas que se crearon en el siglo<br />

anterior.<br />

Palabras clave: Estados Unidos de América, nacionalismo, Excepcionalismo<br />

americano, historiografía, revolución americana, destino manifiesto, Seymour Lipset.<br />

Abstract: We try to polemize in this article with the treatment that has given the<br />

historiography to the study of the nationalism in the United States. The historiography<br />

has studied the nationalism in the United States changing the word “nationalism” by<br />

patriotism. This historiography has tried to make a difference between the national<br />

democratic sentiment that has occurred in the United States with respect to the national<br />

feeling that has occurred in European countries in which it has reached its final<br />

consequences: nationalism and fascism. We will analyze why American historiography<br />

does this and we are going to analyze the evolution that nationalism has had in the<br />

United States since its construction as an independent state, after the American<br />

Revolution, until the late nineteenth century when nationalist construction can be<br />

completed, because the twentieth century´s nationalism is heir to the whole corpus of<br />

ideas that were created in the previous century.<br />

Keywords: United States of America, nationalism, American Exceptionalism,<br />

historiography, American Revolution, manifest destiny, Seymour Lipset.<br />

23


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

El estudio del nacionalismo estadounidense es harto complejo. Nos encontramos con<br />

una sociedad en la que, a pesar de tener inquietudes nacionales, éstas no se han<br />

expresado en la forma última de nacionalismo como en Europa. A esta característica de<br />

la sociedad norteamericana, tenemos que añadir que la propia historiografía ha evitado<br />

de forma consciente el estudio de su nacionalismo, y cuando lo ha hecho, se ha<br />

conceptualizado como simple patriotismo. Idea que proveniente del Excepcionalismo<br />

Americano. 68 Bajo esta piedra angular se sustentará cualquier forma o expresión<br />

nacional en Estados Unidos.<br />

Como hemos dicho, hasta el mismo nacionalismo mudará de concepto para<br />

transformarse en “Patriotismo”. De hecho, los estudios recientes sobre el patriotismo lo<br />

dividen en dos ramas; constructive patriotism, o la forma de expresarse patriota para<br />

intentar mejorar la patria desde el espíritu crítico; o, uncritical patriotism, que lo<br />

podríamos equiparar al chovinismo o el nacionalismo ciego. 69<br />

La construcción de este “Excepcionalismo Americano” se atribuye erróneamente<br />

a los historiadores de nuevo cuño, conocidos como los neocon de la década de los<br />

noventa. Entre ellos cabe destacar a Seymour Lipset y su libro American<br />

Exceptionalism: A Double Edged Sword. Su biografía es interesante para ayudarnos a<br />

comprender el “Excepcionalismo Americano”. Si en su juventud se presenta como un<br />

marxista-leninista estudiante del movimiento obrero en Estados Unidos, años más tarde,<br />

en los años 70, habrá evolucionado a lo neoconservador y, junto con más colegas exmarxistas,<br />

serán los principales intelectuales que sustentarán las presidencias de los<br />

republicanos Nixon, Reagan y Bush (padre), insuflándole vida a la “excepción<br />

histórica” que hay en Estados Unidos. Este concepto de Excepcionalismo Americano no<br />

es una teoría construida durante los gobiernos neocon del último cuarto del siglo XX y<br />

principios del siglo XXI, esta idea lleva siendo desarrollada durante toda la Historia de<br />

Estados Unidos, es decir, nos encontramos quizás con su conceptualización final, el<br />

último “retoque” que le faltaba para estar “completa”, porque es una teoría que se viene<br />

abajo por su propio peso, no soporta un debate crítico dentro de la historia<br />

estadounidense.<br />

Este concepto tiene relación con la teoría de La Frontera de Federick Turner de<br />

principios del siglo XX. 70 Estados Unidos es un país que, gracias a estar lejos del Viejo<br />

Mundo y por el hecho de ser frontera –entre el viejo mundo y el “inhabitado”- ha<br />

podido evitar las grandes enfermedades políticas del Viejo Mundo, véase la monarquía,<br />

las repúblicas “poco virtuosas”, para autores como Lipset; el marxismo, el fascismo, los<br />

totalitarismos y el nacionalismo. Esto es una construcción histórica totalmente artificial.<br />

No hay quien pueda catalogar de República virtuosa a la estadounidense. Incluso uno de<br />

sus padres, T. Jefferson en su propia autobiografía temía que hubiera perdido su<br />

virtud. 71 La teoría sobre el fracaso del marxismo en este país ha sido cuestión de estudio<br />

sin debate alguno, llegándolo a enterrar, cuando el marxismo y el socialismo<br />

68 Lipset, Seymour, Martin, American Exceptionalism: A Double edged Sword, New Jersey, Replica<br />

Books, 1998<br />

69 Huddy, Leonie y Nadia Khatib. “American Patriotism, National Identity, and Political Involvement”,<br />

en American Journal of Political Science 51.1 (2007), pp. 63–77.<br />

70 Jackson, Turner, F., The Frontier in the American History, New York, Dover Publications, 2012.<br />

71 Jefferson, Thomas, Autobiografía y Otros Escritos, Madrid, Tecnos, 1987, pp. 41-79<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

estadounidense promovieron una de las etapas con más significado en la Historia de<br />

Estados Unidos, la llamada Etapa Progresista. Por último, tema que nos atañe, el<br />

nacionalismo. Estados Unidos lo ha conseguido “evitar” sustituyéndolo por patriotismo,<br />

que sería como un sucedáneo que evita sus peligros –nacionalismo exacerbado- pero en<br />

la propia conceptualización de Estados Unidos como excepción, se está creando una<br />

visión nacionalista de la Historia de este país, es único, porque evita los males que<br />

tienen otras naciones. Como veremos a lo largo de este trabajo, la teoría del<br />

Excepcionalismo Americano se verá superada y, procederemos a un estudio del<br />

nacionalismo estadounidense que sí existió, aunque no tomó tonalidades como si<br />

hicieron los nacionalismos que se daban en Europa.<br />

Este breve repaso de la historiografía presente ahora en Estados Unidos es<br />

imprescindible para poder acercarnos al nacionalismo estadounidense y es que este,<br />

siempre está en continua construcción. La mayoría de estudios han intentado asemejar<br />

al nacionalismo norteamericano con un nacionalismo cívico parecido al francés. Si bien<br />

están en lo correcto, este nacionalismo ha evolucionado a lo largo de su propia<br />

construcción. Si lo que tenemos hoy en día presente es un nacionalismo cívico, incluso<br />

banal, en sus principios se puede catalogar de religioso, con claras reminiscencias que<br />

perviven, e incluso étnico durante mediados del siglo XIX.<br />

El componente religioso del nacionalismo lo podemos ver en algo tan importante<br />

para una nación como es el Mito Nacional. En Estados Unidos debemos hablar de dos<br />

grandes mitos nacionales. El primero de ellos tendrá el componente religioso y el<br />

segundo, gozará también del cívico. El primero de ellos, es el Mayflower, ese barco<br />

fletado de puritanos que se dirigían al deshabitado Nuevo Mundo para poder ejercer sus<br />

prácticas religiosas con total libertad después de que fueran echados de Holanda e<br />

Inglaterra. Cómo la mayoría de mitos nacionales, este está rodeado de una mística<br />

inusual y religiosa, que por supuesto no se corresponde en su totalidad con la Historia.<br />

Para todo estadounidense, si hoy se le pregunta cuáles son las raíces de su país,<br />

contestará sin lugar a dudas el Mayflower y su colonia de Plymouth en lo que hoy es el<br />

estado de Massachusetts.<br />

La colonia de Plymouth data del año 1620. Fue fundada por “peregrinos”, gente<br />

que hacia penitencia cuyo fruto es una tierra prometida, una Nueva Israel 72 . Incluso uno<br />

de los días más importantes de la nación americana y creadora de su identidad, junto al<br />

4 de Julio, es el Thanks Giving Day. En este día, aunque ya se está perdiendo su<br />

tradición primigenia, se conmemora cómo los indios de aquellas “deshabitadas” tierras<br />

ayudaron a los recién llegados colonos, que se morían de hambre y de frío después de<br />

una gran epidemia, dándoles alimentos. Durante ese año tan duro, los peregrinos<br />

puritanos decidieron hacer el llamado Pacto del Mayflower, con el cual se le otorgaban,<br />

como una comunidad de creyentes, autogobierno, pero siempre subordinado a la corona<br />

inglesa. Después del Mayflower, llegaron a las costas de Norteamérica distintas sectas<br />

religiosas para instalarse y vivir en libertad sus prácticas religiosas. Este es el perfecto<br />

Mito Nacional para un país tan religioso como Estados Unidos. Si bien, la religiosidad<br />

estadounidense no siempre es igual, ya que goza en su Historia de tres momentos pico o<br />

72 Goldman, Shalom, God´s Sacred Tongue: Hebrew and The American Imagination, North Carolina, The<br />

University of North Carolina Press, 2004.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

“Revivals” en los cuales la religión cobra una importancia mayor. Su creación no se<br />

llevó acabo por intereses materiales de ningún tipo, sólo espirituales, no hay mejor<br />

manera para empezar de una forma “pura e inocente” una nueva nación. De hecho, uno<br />

de los derechos más importantes para los estadounidenses, junto a la libertad de<br />

expresión o el derecho a la propiedad, es el de la libertad religiosa, que hunde sus raíces<br />

en esta gente tan creyente que cruzó todo un mar –en vez del Mar Rojo, el Océano<br />

Atlántico- para poder ejercerla con plena libertad.<br />

Nada más lejos de la realidad. La primera colonia anglosajona que se fundó en el<br />

territorio de Norteamérica no fue Plymouth, y carecía totalmente de componente<br />

religioso. La primera colonización llegó en 1607 a la bahía de Chesapeake, hoy la actual<br />

Virginia y su principal objetivo era el material, buscaban oro. Esta colonización, si bien<br />

en un principio fue exclusivamente de varones, con el paso del tiempo se transformó en<br />

una colonización familiar. La película “El Nuevo Mundo” 73 relata de una manera<br />

excepcional su historia: llegaron con la ilusión de poder encontrar oro y, al cabo del<br />

tiempo, fueron conscientes de que esta tierra no contenía oro, solamente un buen clima<br />

para cultivar. También relata la historia del mestizaje entre blancos e indios y cómo este<br />

acabó siendo mal visto por los anglos. Al final, la colonia de Jamestown en Chesapeake<br />

fue una rica colonia cuando comenzaron a plantar tabaco y llegó de África un<br />

cargamento de esclavos de raza negra. Se sellaba así el germen de la economía y por<br />

ende, cultura del sur estadounidense. Algunos historiadores, por no decir la mayor parte,<br />

han achacado esta elección del Mayflower y los peregrinos como mito nacional a la<br />

victoria del sistema socioeconómico y cultural “norteño” sobre el Sur esclavista en la<br />

Guerra Civil estadounidense. Por lo tanto, al salir victorioso el Norte, éste no solo<br />

impondría su propio sistema socioeconómico sino que también impondría su propio<br />

mito fundacional. Posición equivocada ya que, hay historiadores anteriores a la Guerra<br />

Civil que ya están construyendo este discurso de Plymouth como Mito Nacional de la<br />

novísima República estadounidense y dejando de lado la colonización virginiana,<br />

solamente por no tener ningún componente religioso o de Nueva Israel. 74<br />

El segundo gran mito nacional estadounidense es la Guerra de Independencia y<br />

sus consecuencias políticas: nuevo derecho cívico presente en la Declaración de<br />

Independencia y la Constitución enmendada y la creación de un nuevo Estado<br />

Republicano, primero confederado y luego federado, que se ponía en marcha por<br />

primera vez en la Historia de la Humanidad. La Historia de la Independencia<br />

estadounidense es ya por todos sabida. Inglaterra sube impuestos, los bostonianos<br />

protestan con el Motín del Té lanzando un cargamento de toneladas de té al rio que iba<br />

hacia Inglaterra y, por la “ley” de acción-represión-acción, se desencadenará una guerra<br />

que acabaría con la creación de esta nueva nación. En este clima de crispación de<br />

protestas contra las “Leyes Intolerables” que mandaba el Rey inglés y los panfletos<br />

“patrióticos”, se procedió a una creación de una cultura política muy especial, la<br />

asamblearia. Según nos cuentan en la historiografía estadounidense, esta cultura política<br />

está prácticamente en el gen de los WASP (White Anglosaxon and Protestant), un<br />

término ya con connotaciones racistas. Según nos relatan las novelas de aquella época y<br />

73 Malick, Terrence, “El Nuevo Mundo”, Estados Unidos, 2005.<br />

74 Jenkins, Philip, Breve Historia de Estados Unidos Madrid, Alianza Editorial, 2012, pp.52-70.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

la mayoría de historiadores estadounidenses, la gente salía a las calles o asistía a las<br />

asambleas, organizaron un ejército miliciano cuyo mayor problema no era la falta de<br />

efectivos, sino la falta de armamento. Es decir, la mayor parte de las personas de las<br />

trece colonias estaban en pro de la independencia y la defendían activamente, o bien<br />

alistándose para luchar por ella, o asistiendo a estas asambleas donde se discutía la<br />

independencia. 75<br />

Aquí vemos otra construcción nacionalista de la Historia norteamericana. La élite<br />

comercial colonial fue la que desde un principio protestó contra estas subidas de<br />

impuestos y los que después del Motín del Té se dispusieron a intentar un mayor<br />

autogobierno o independencia, que al final terminó calando en gran parte de la sociedad<br />

inmersa en un ambiente panfletario bastante importante. En la película “El Patriota” 76<br />

podemos ver la evolución de personas que se mantenían sin ninguna preferencia en<br />

mitad de la guerra hasta que la guerra vino a ellos, bien en las ciudades parando el<br />

comercio o en el campo –el sector más reticente a esta independencia- a sus<br />

propiedades, quemándolas o instalándose ambos ejércitos en ellas. Por lo que las<br />

diferentes masas poblacionales fueron empujadas por la guerra a posicionarse en pro de<br />

la independencia o en contra de la misma, haciendo interclasista al sentimiento nacional<br />

estadounidense. No debemos olvidar a las personas que, a pesar de no ser mayoría, se<br />

mantenían leales a la corona inglesa siendo invisiblizadas por la historiografía, aunque<br />

hay que hacer notar que recientemente se empezaron estudios para determinar más o<br />

menos que porcentaje de la población colonial se mantuvo fiel a la corona. Estos<br />

estudios la sitúan en torno a un 30% de la población colonial, una cifra para nada<br />

desdeñable. Hay que tener en cuenta también, que una colonia como la de New York se<br />

mantuvo leal al rey inglés sin ningún problema callejero o protestas, con el significado<br />

tanto territorial, poblacional o simbólico que tenía esta colonia. 77<br />

En este fragor “patriótico” se crean dos importantísimos documentos para la<br />

Historia de este país y de la Humanidad. Estos dos documentos contendrían el nuevo<br />

derecho según el cual se tendría que regir la sociedad estadounidense desde su misma<br />

aprobación. Con la creación de un nuevo Estado y su derecho, se creó el primer<br />

nacionalismo cívico. Este nacionalismo está basado en el concepto de ciudadanía que<br />

lleva aparejado derechos y deberes para con la nación. Claro que el concepto de<br />

ciudadanía es una forma que tiene el estado para determinar quiénes pueden pertenecer<br />

al mismo, en Estados Unidos se basaron en cierta filosofía liberal para determinar a<br />

quién se le concedía este derecho. Según el liberalismo clásico que adoptó la nueva élite<br />

estadounidense, solo podrían ser ciudadanos aquellas personas que tenían<br />

independencia. Es decir, bajo estas normas solamente podrían ser ciudadanos los<br />

varones blancos propietarios, las mujeres, como seres subordinados, dependían del<br />

varón 78 . De los indios nada se dijo por supuesto. No se consideraban personas, sino<br />

entes extraños. Los hombres y mujeres de raza negra, estaba claro, eran totalmente<br />

dependientes de esta raza superior como era la WASP. En gran medida se construyó un<br />

75 Wood, Gordon, La Revolución Norteamericana, México, Mondadori, 2003.<br />

76 El Patriota (Estados Unidos), 2000.<br />

77 Jenkins, Philip, op.cit., pp. 75-81.<br />

78 Wood, Gordon, op.cit., pp.133-156.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

nacionalismo cívico y a la vez étnico para unos pocos, aunque esto pueda resultar<br />

contradictorio. Los que más se esforzaron para reforzar este nacionalismo fueron las<br />

élites intelectuales estadounidenses, quienes habían luchado por la independencia desde<br />

la política.<br />

No fue hasta el romanticismo jacksoniano cuando el nacionalismo cívico se hizo<br />

presente en todas las capas de la sociedad estadounidense con el sufragio universal<br />

masculino, de la mano del romanticismo fue cuando se hizo más contundente el<br />

nacionalismo étnico y religioso estadounidense, cuyo producto fue el Destino<br />

Manifiesto.<br />

El Destino Manifiesto es importantísimo para la construcción de la Historia<br />

nacionalista de Estados Unidos y de su nacionalismo. Esta “teoría” romántica y<br />

excepcionalista sobre Estados Unidos será la base para su expansión y proyección por<br />

toda Norteamérica y, a finales del siglo XIX, presentarse como otra potencia que quiere<br />

ser Imperio pero no imperialista. En sí, esta teoría no crea el ansia de expansión<br />

estadounidense, primero la justifica como un hecho consumado y luego la empuja hacia<br />

otros territorios como sucedió con la “Marcha de la Bandera” con la conquista de Cuba<br />

y Filipinas. 79 Su principal sustento son los principios de nacionalismo religioso, cívicolibertador<br />

y tiene un fuerte componente racista, sin el cual no se entenderían los<br />

anteriores.<br />

Hay que tener en cuenta que el Destino Manifiesto, aunque se le ha atribuido su<br />

creación al gibraltareño O´Sullivan, no es una construcción realizada sobre un solo<br />

ensayo suyo, es más bien un conjunto de ensayos de distintos autores los que completan<br />

esta teoría. La Democratic Review fue una revista fundamental para su desarrollo,<br />

siendo la mayor publicadora de esta teoría. En su ensayo de 1839 The Great Nation of<br />

Futurity 80 O´Sullivan comenzará haciendo hincapié en el excepcionalismo americano,<br />

como un país que no ha tenido historia compartida con antiguos Imperios, pero que sin<br />

embargo, ha conseguido fraguar su futuro sobre un sistema que hasta esos momentos<br />

unca había sido probado. Defiende que la República estadounidense ha conseguido<br />

sobreponerse a los tres tipos de malos gobiernos: la monarquía, la aristocracia y el<br />

despotismo. Y según O´Sullivan, la forma en la que se organiza por primera vez una<br />

nación fija su futuro, una predestinación, que es incluso inevitable. A su modo de ver,<br />

Estados Unidos al basar su sistema en la igualdad universal y la libertad, será la nación<br />

que defienda a la humanidad de las “antiguas” formas de gobierno. Si esta nación lo ha<br />

conseguido, es porque ha tenido a la Providencia con ella; han conseguido poner el<br />

gobierno de Dios, la igualdad y la ley de la fraternidad en el mundo y por ello han sido<br />

elegidos por Dios para expandir su gobierno por el mismo. Este ensayo hace especial<br />

hincapié en la palabra futurity, en lo que piensa O´Sullivan de una manera romántica. Es<br />

una proyección de este tipo de gobierno en el que prima la libertad de las personas, de<br />

comercio y la igualdad, al basarse en principios universales, debe ser universal. Es una<br />

oda al nacionalismo religioso y cívico de Estados Unidos.<br />

Diez años después, estallaría la guerra contra México cuyo gran problema para<br />

Estados Unidos era el de intentar no conquistar territorios donde habitaban gentes de<br />

79 Beveridge, Albert, J., March of the Flag, Northwestern University, September, 1898.<br />

80 O´Sullivan, L., The Great Nation of Futurit, Democratic Review, November 1839.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

raza diferente a la blanca. Con el Destino Manifiesto produciendo ensayos justificando<br />

la expansión por el Oeste Americano y la independencia de la Estrella Solitaria, Texas,<br />

Estados Unidos entraría en una guerra desigual contra México. En esta guerra, y en lo<br />

que se escribiría sobre ella, veremos un nacionalismo étnico en estado puro.<br />

La guerra entre México y Estados Unidos duraría apenas dos años y México sería<br />

el gran damnificado, perdiendo alrededor de un 50% de su territorio. En contraste,<br />

Estados Unidos conseguía poner su ansiada frontera en el océano Pacifico. Esta nueva<br />

conquista de territorio por parte de Estados Unidos sería un regalo envenenado, ya que<br />

gracias a esta conquista de territorio, se aumentó más el debate sobre la esclavitud que<br />

desembocaría en la Guerra Civil estadounidense. Desde los debates en el Congreso o en<br />

la élite norteamericana, no se discutía conquistar México o no conquistarlo, sino cómo<br />

hacerlo. El debate más importante era el de qué territorio conquistar sin tener que<br />

asimilar a la población mexicana a la República 81 . Los estadounidenses tenían claro que<br />

la raza mexicana era inferior como relatan algunos ensayos y poemas. 82 Eran<br />

conscientes de que si se tenía que incluir esta raza en la pura República blanca y<br />

protestante, ésta y su propugnado excepcionalismo acabaría por desvirtuarse. Si se<br />

asimilaba a los inferiores mexicanos sería el fin de la grandiosa República blanca y<br />

protestante.<br />

Aquí se presentó una contradicción. El Destino Manifiesto sostenía que el sistema<br />

político estadounidense debía ser extendido por el mundo, pero, ¿quién era ese mundo?<br />

Los mexicanos no podrían vivir con los superiores estadounidenses, su sistema se vería<br />

destruido, pero dotar a los mexicanos de este sistema era infructuoso, ya que, al final lo<br />

acabarían corrompiendo. Incluso se propuso llevar a una élite WASP para que<br />

gobernara a los mexicanos y los “civilizara”. También, en la visión romántica de las<br />

razas, se intentó optar por un mestizaje entre “verdaderos” hombres blancos protestantes<br />

–se tenía la visión de que los hombres mexicanos estaba “feminizados”- y “bonitas”<br />

mexicanas. 83 Este mestizaje era plausible ya que los genes WASP, como superiores que<br />

eran, se impondrían a los mexicanos y poco a poco estas poblaciones acabarían siendo<br />

blancas 84 . Al final, Estados Unidos conquistaría la mitad del territorio mexicano, pero<br />

este fue elegido cuidadosamente, era un territorio prácticamente “deshabitado”. Pronto<br />

se iniciaría una propaganda estatal en la que estos territorios aparecían como tierras<br />

ricas que contenían minerales preciosos para poblarlos en un tiempo record y conseguir<br />

que la población blanca fuese claramente la mayoritaria.<br />

Pero la conquista de este gran territorio pronto sería una de las causantes de la<br />

Guerra Civil estadounidense. En esta guerra, que abriría en canal a la nación<br />

estadounidense, solo se dirimía en sí la configuración de la nación, cuyo debate se<br />

pensaba ya cerrado en la Constitución. Se dirimía también una pugna entre dos modelos<br />

socioeconómicos antagónicos, el capitalista liberal norteño y el esclavista sureño.<br />

Ambos sistemas socioeconómicos habían creado su propia cultura y simbología, pero en<br />

81 Horsman, Reginald, La Raza y el Destino Manifiesto, Mexico, Fondo de Cultura Economica, 1987,<br />

pp.314-339<br />

82 Buchanan s Slidell, 10 de Noviembre de 1845, en Moor, ded. Works of Buchanan, VI, 305<br />

83 M´carty, William, National Songs, Ballads, and Other Patriotic Poetry, Chiefly Relating to the Wat of<br />

1848, pp.12,22,37.<br />

84 Horsman, Reginald, op.cit., pp.327-326.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

el Sur nunca se creó un nacionalismo diferente al Norteño. Básicamente sus raíces eran<br />

las mismas que el Norte, solo pretendieron salvaguardar su sistema económico –y su<br />

concepción errónea de la Federación- con la secesión.<br />

De hecho, el nacionalismo estadounidense no se vio muy afectado por esta guerra.<br />

Si la guerra acabó en 1865, en 1871 nos encontramos ya con nueva producción del<br />

Destino Manifiesto, definiendo las “nuevas” conquistas o proyectos que debería asumir<br />

la nación. El poeta Walt Witman en su Passage to India recuperaría las ideas<br />

fundamentales del Destino Manifiesto y, como ya Estados Unidos había alcanzado su<br />

máxima expansión territorial en el continente, aplicó esta teoría apelando a que Estados<br />

Unidos era la luz del mundo 85 . Si bien este país aceptaba la colaboración en favor de la<br />

humanidad de otros países, Estados Unidos era el único país que podría llevar a la<br />

humanidad a su estadio superior. Esta es la principal reminiscencia que nos queda hoy<br />

en día del Destino Manifiesto, la visión de unos Estados Unidos que se ven a sí mismos<br />

como los libertadores y los que llevan la democracia al mundo, siendo esto claramente<br />

una construcción nacionalista, no patriótica.<br />

Por último, tengo que hacer especial mención al único “movimiento nacionalista”<br />

que los historiadores han investigado en Estados Unidos, el People´s Party o el llamado,<br />

peyorativamente, movimiento populista. Con el estudio de este partido, los historiadores<br />

y contemporáneos de la época cometieron un gran error al confundir<br />

“nacionalizaciones” con “nacionalismo”. Ni si quiera se puede catalogar de<br />

“nacionalismo económico” ya que estas teorías surgen en el siglo XX. El People´s<br />

Party nació en los círculos literarios que discutían sobre las ideas socialistas del autor<br />

Edward Bellamy. Este autor tiene dos novelas principales, Looking Backward 86 y<br />

Equality 87 , en cada una visiona un socialismo diferente para Estados Unidos. En<br />

Looking Backward, su novela más conocida, ambientada en el futuro utópico de los<br />

2000, se proyecta un Estados Unidos socialista; el país es presentado tal y como lo<br />

podrían pensar Marx y Engels. En cambio, en Equality, una novela con menos<br />

renombre, trata de explicar el capitalismo con pequeñas parábolas. En una de ellas, The<br />

Parable of the Water Tank, propondrá por primera vez el Socialismo de autogestión<br />

obrera, causando un gran debate en el movimiento obrero estadounidense. De hecho, el<br />

sindicato Industrial Workers of the World acabó recogiendo esta idea de autogestión<br />

obrera como modelo para Estados Unidos. El People´s Party nació de las ideas de<br />

Looking Backward 88 ; la idea del Estado que lo absorbe todo y que nacionaliza distintos<br />

sectores económicos, como ferrocarriles y el suelo. Para los pensadores de aquellos<br />

tiempos, esto no era en sí socialismo, sino intervención estatal y por eso los catalogaron<br />

de nacionalismo. Incluso en algunos artículos de la época catalogarán a este partido que<br />

daba la mano a distintas sindicales de nacional socialismo 89 .<br />

85 Witman, Walter, Passage to India, 1871.<br />

86 Bellamy, E., Looking Backward,Bedford, Massachusetts, Applewood Books, 2000.<br />

87 Bellamy, E., The parable of the water tank, Equality, California, Cosmo Classics, 2008.<br />

88 Bellamy, Edward, “Progress of Nationalism in the United States”, en The North American<br />

Review 154.427 (1892), pp.742–752.<br />

89 Gilman, Nicholas P., "Nationalism" in the United States”, en The Quarterly Journal of Economics 4.1<br />

(1889), pp. 50–76.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Después del siglo XIX, sobre todo a partir de 1898 cuando Estados Unidos se<br />

presenta como una potencia imperialista más, el nacionalismo estadounidense no<br />

cambiará de rumbo. La construcción de sus pilares ideológicos ya estaba asentada en los<br />

mitos nacionales y el Destino Manifiesto. En estos dos pilares se basará todo el<br />

nacionalismo estadounidense y ya durante el siglo XX añadirá el tercer pilar –ya<br />

presente en el siglo XIX- como es el Excepcionalismo Americano.<br />

31


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Chile 1970-1986<br />

ADRIAN ALMEIDA<br />

Universidad de Deusto<br />

JAIME CARO<br />

Universidad Autónoma de Madrid<br />

TATIANA ROMERO<br />

Universidad Complutense de Madrid<br />

Resumen: El Chile de Salvador Allende ha quedado marcado en la conciencia colectiva<br />

tanto de Latinoamérica, como de los movimientos de izquierda. En este artículo vamos<br />

a analizar cómo Salvador Allende llegó a la presidencia de la República chilena debido<br />

a la crisis socioeconómica y política que asolaba Chile, con la pérdida de su<br />

democracia-cristiana, y cómo, una vez en el poder afectó esta presidencia al país.<br />

Después de analizar las transformaciones socioeconómicas que produjo el gobierno de<br />

Allende en Chile, prestaremos atención a la acción exterior para derribar este gobierno<br />

por parte de Estados Unidos y la Guerra Económica que desataron. Por último,<br />

abordaremos la cuestión de la resistencia en el nuevo Chile de Pinochet.<br />

Palabras Clave: Salvador Allende, Unidad Popular, democracia-cristiana, guerra<br />

económica, desarrollismo, Estados Unidos, golpe de estado, Pinochet, Doctrina del<br />

Shock.<br />

Abstract: The Chile of Salvador Allende has been scar in the collective consciousness<br />

of Latin America and the movements of the left. We are going to analyze how Salvador<br />

Allende came to the presidency of the Chilean Republic due to the socioeconomic and<br />

political crisis that was ravaging Chile, with the loss of its Christian-democracy, and<br />

how, once in power, his presidency affected the country. After analyzing the<br />

socioeconomic transformations produced by the Allende government, we will pay<br />

attention to foreign action to overthrow this government by the invisible hand of the<br />

United States and the Economic War which they unleashed. Finally, we will observe the<br />

resistance to Pinochet dictatorship.<br />

Keywords: Salvador Allende, Unidad Popular, Christian-democracy, economic war,<br />

structuralism, United States of America, coup of state, Pinochet, Shock Doctrine.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

1. Presentación<br />

El presente documento pretende ser un modesto análisis de dos momentos históricos<br />

clave en la historia reciente de Chile. Por un lado, se analizará, la campaña electoral de<br />

1970, y por el otro, el período en el que Allende estuvo gobernando los designios del<br />

país de la estrella solitaria. Ambos momentos se enmarcan en un período corto en el<br />

tiempo, pero a resultas de los cambios económicos, políticos y sociales, intenso,<br />

determinante, y fascinante. Un período marcado por la llamada “vía chilena al<br />

socialismo”, la redefinición de la derecha, que abandona progresivamente toda<br />

propuesta democristiana, y por la sistemática intervención norteamericana en la<br />

estructura económica del país. Lo que de facto, nos hace considerar a Chile como un<br />

país dependiente, periférico e intervenido. Una economía a su vez definida y,<br />

precisamente por lo anterior, como capitalismo no desarrollado y dependiente y que<br />

albergaba una clase media (fundamento de la sostenibilidad de un “capitalismo de<br />

rostro humano”; un Estado de Bienestar a la Europea) no lo suficientemente<br />

desarrollada ni numerosa en su conjunto como para que no dirigiera profundas y<br />

“rabiosas” críticas contra todo el entramado económico-institucional. El éxito de las<br />

propuestas tan típicamente de la Izquierda Tercermundista triunfaron en Chile<br />

fundamentalmente, por el hecho de que, a la revolución socialista de rigor, le vendría<br />

acompañada una revolución nacional, burguesa, que pondría fin y, tras los proyectos<br />

desarrollistas (capitalistas e intervencionistas) anteriores, al subdesarrollo del país<br />

andino. Una vía pues, desarrollista, bien, pero fundamentalmente, con proyección<br />

socialista.<br />

Esta gran aventura acabaría el desgraciado 11 de Septiembre de 1973 mediante<br />

las armas y daría paso a otro movimiento político del cual Chile volvería ser la<br />

vanguardia tanto en el llamado “Tercer Mundo” como en el mundo desarrollado. A<br />

aquella cruel traición, (y a la muerte de Miguel Enríquez), cantaba el gran Pablo<br />

Milanés: “Retornarán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas.<br />

Renacerá mi pueblo de su ruina. Y pagarán su culpa los traidores…”. Chile comenzó<br />

los profundos cambios socioeconómicos en la década de 1960 con la apuesta del<br />

partido de derecha Democracia Cristiana por el desarrollismo o el llamado capitalismo<br />

de rostro humano, sucedáneo del keynesianismo en los países subdesarrollados o de la<br />

periferia del centro industrial. Consistiría en que el Estado debería ayudar a construir<br />

un tejido industrial en una suerte de Revolución Industrial tardía que transformara la<br />

estructuras sociales básicas de una sociedad preindustrial en unas estructuras propias de<br />

una sociedad industrial sobre las que sustentar luego, el plan keynesiano.<br />

Este plan desarrollista no se llevó a cabo de forma radical con la Democracia<br />

Cristiana, siendo su gran punto programático la reforma agraria, la que daría paso a<br />

estas transformaciones antes citadas. Chile, aunque un país económicamente atrasado<br />

tenía una burguesía que estaba impregnada de las tesis económicas imperantes y se veía<br />

en una posición de desventaja en comparación con las burguesías nacionales de los<br />

países industrializados, por ello impulsaron desde el primer momento este<br />

desarrollismo. En las elecciones de 1970 llegaría al poder la Unidad Popular, que a<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

pesar de ser una amalgama de partidos de izquierda estarían apoyados por los sectores<br />

más “radicales” -en cuanto a la aplicación del desarrollismo- de la DC. UP empezó a<br />

aplicar estas tesis desarrollista siempre teniendo en el horizonte la consecución del<br />

socialismo, aunque con diferencias entre sus dos principales partidos, el Socialista y el<br />

Comunista, siendo estos últimos los que más apoyaban la tesis de la Democracia<br />

Cristiana de asegurar un capitalismo industrial en Chile y siendo los socialistas los que<br />

veían la oportunidad de una “tercera vía al Socialismo”, es decir, llegar al Socialismo<br />

mediante la toma del poder del Estado mediante unas elecciones tal y como proponen<br />

algunos desafectos de la Socialdemocracia alemana a principios del siglo XX.<br />

Este proceso no podemos aislarlo del conjunto global en donde se desarrolla la<br />

Historia. Es decir, la dictadura próxima de Pinochet, no es solamente una reacción de la<br />

derecha o de la clase pudiente a la que se le ha descontrolado el proceso. Chile es un<br />

país de América Latina y como tal es un país esclavo de su historia. Una historia en la<br />

que, la intervención de Estados Unidos desde la Doctrina Monroe (1823), la<br />

Diplomacia del Dólar (1903), o inclusive la Doctrina del Buen vecino de F.D.<br />

Roosevelt, había cambiado su historia según el interés ajeno a sus pueblos. Este<br />

proceso de transformación social o de llegada al Socialismo por la Tercera vía no<br />

podría haber sido abortado sin el beneplácito y el apoyo directo de Estados Unidos.<br />

El análisis que proponemos pivotará sobre este eje precisamente, siendo la<br />

primera parte dedicada a la financiación de los partidos políticos por parte de Estados<br />

Unidos y sus instituciones -públicas o privadas-, y una segunda parte, en la que<br />

podremos ver una intervención más directa, como el embargo crediticio a Chile o<br />

financiando las huelgas patronales o, de una manera brillante, de los periódicos del<br />

país. Haciendo del control de los mass media un eje central de su política interventora y<br />

haciéndonos ver cómo aprendieron de la lección de Vietnam o de Goebbels.<br />

Por último en un momento caracterizado por la bipolaridad y la mal llamada<br />

Guerra Fría -América Latina fue campo de batalla- no nos podemos olvidar del otro. La<br />

URSS era la otra gran potencia tanto económica, militar e ideología que podría haber<br />

intervenido en el Chile de Allende tanto para bien, apoyando este gobierno como para<br />

mal, jugando a desestabilizarlo como hizo Estados Unidos. La URSS, que veía con<br />

escepticismo esta “tercera vía”, sólo mostró su apoyo a este gobierno de palabra, nunca<br />

con hechos.<br />

Es también interesante ver la posición de la Dictadura Franco y los periódicos del<br />

régimen que, lejos de ser beligerantes, fue “amiga” del gobierno de Salvador Allende,<br />

pero no es por aproximación ideológica, este breve romance solo tiene su explicación<br />

en los acuerdos económicos que benefician a ambos países, más a la España de Franco<br />

por su aislamiento exterior. Cuando Pinochet llega al poder de Chile estos acuerdos<br />

económicos seguirán en pie y ahora en sintonía ideológica. No se debe olvidar que el<br />

único Jefe de Estado que asistió al funeral de Franco fue el caudillo andino.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Parte I<br />

Partidos políticos, intervención y hegemonía<br />

ADRIAN ALMEIDA<br />

Universidad de Deusto<br />

1. Introducción<br />

A través de este escrito se pretende muy sucintamente estudiar la campaña de las<br />

presidenciales chilenas de 1970. La hipótesis fundamental que se maneja en cuanto a la<br />

interpretación de los hechos, es aquella que sugiere la idea de que la campaña electoral<br />

desarrollada fue, en todo sentido, anómala. Reflejo de la nula capacidad interna del país<br />

para normalizar una contienda electoral que estaba sumamente dividida en tres<br />

candidatos y que entablaban batalla, a fin de cuentas, no tanto para aplicar unas<br />

medidas concretas, sino para desarrollar un modelo económico social que determinaría<br />

el futuro de Chile. Es pues interesante observar los postulados de cada uno de los<br />

candidatos y la respuesta social dada a los mismos, y es igualmente interesante<br />

considerar que, en todo caso, el país se encontraba en un auténtico brete, habida cuenta<br />

de la profunda división social existente. No hay que olvidar, ni por un instante, que<br />

Chile, como el resto de América Latina, pertenecía a un bloque determinado en el<br />

contexto de la Guerra Fría y que por ende, unas elecciones del tinte que cogieron las de<br />

Chile, con un candidato marxista a las puertas de La Moneda, no iban a ser pasadas por<br />

alto por las autoridades de Washington. Y es que Chile pertenecía al Glacis de<br />

Seguridad de una de las dos grandes superpotencias del momento; en concreto al Glacis<br />

de Estados Unidos, que recorría toda América y la Europa Occidental. Pero, ¿quedó la<br />

Unión Soviética al margen de esta campaña electoral? Ese será, por otro lado, otro<br />

aspecto a tener en cuenta dado que Moscú y, sería extraño, no podía obviar lo que<br />

ocurría en el país andino en aquellos años. En cualquier caso, nuestro objetivo es medir<br />

y estudiar el grado de crisis, alarma y conflictividad en este país durante el año referido<br />

habida cuenta de las proclamas de los partidos, coaliciones y posibilidades de cada uno<br />

de ellos para tocar poder. Del mismo modo y, por tanto, considerar la intervención<br />

foránea en la campaña como un hecho a probar y demostrar, en referencia a la hipótesis<br />

de que la campaña electoral chilena de 1970 no estuvo normalizada; por ese hecho,<br />

como por la propia conflictividad interna del país. Por último, y en relación al primer<br />

punto, estudiar las relaciones de hegemonía y de lucha por la misma que se dieron entre<br />

los dos, se puede decir, mayores rivales electorales que serían, Alessandri y Allende. El<br />

primero, representante clásico del conservadurismo y el elitismo (por otro lado ex<br />

presidente ya de la República) propio que había sido la senda marcada hasta el período<br />

anterior con Frei, de la Democracia Cristiana, y del otro, Allende, representante de una<br />

nueva línea que sobre la base de una liberación antiimperialista, buscaba transitar hacia<br />

el socialismo.<br />

El artículo pretende así, ser un análisis de un tiempo anterior al que a punto<br />

estuvo de resolverse con una guerra civil a medias del mandato presidencial de<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Allende. Por otra parte, el documento no pretende ser una mera recopilación de los<br />

procesos que se dieron, sino una interpretación de la historia vivida en aquellos<br />

momentos de alarma y crisis. No es por tanto, un texto que ofrezca análisis cerrados, ni<br />

datos en abundancia, sino un ensayo que pretende valorar, reflexionar y dar a conocer<br />

la problemática derivada de un momento en la historia de Chile verdaderamente<br />

conflictivo. Hay que recordar, como hace Pierre Vilar, que en la historia “se puede<br />

verificar un hecho, no su interpretación” 90 . Y en este caso, los hechos están<br />

suficientemente verificados, luego es necesario darles una interpretación.<br />

2. Punto de partida. Sistema de partidos y economía<br />

El partido de la Democracia Cristiana había sido un partido un tanto diferente para ser<br />

del espectro político de la derecha. Ciertamente, hoy es un partido considerado de<br />

centro izquierda, aunque en su tiempo y, principalmente el tiempo en el que gobernó<br />

por primera vez, puede decirse que su posición era de la derecha. Bien es cierto y, sin<br />

embargo, que la DC representaba una derecha modernizada. Una especie de<br />

democracia cristiana alemana. Conservadora en los derechos civiles, social en cuanto a<br />

las ayudas y liberal en lo económico. Así, podría resumirse, que el fundamento del<br />

partido era buscar sobrepasar la dicotomía de los dos sistemas vigentes, el capitalismo<br />

y el socialismo, a la par que tenía por objetivo superar los antagonismos de clases, lo<br />

que convertía a la formación en una tercera vía dentro de dos extremos que<br />

representaba la derecha tradicional y la izquierda marxista. Luego, era una formación<br />

que surgida de los estratos conservadores, de sus juventudes en concreto, tenía unos<br />

planteamientos novedosos, cuando no abiertamente sociales. En todo caso, los<br />

programas y los objetivos, como bien se sabe son una cosa y, la acción de gobierno otra<br />

cosa bien distinta.<br />

Teniendo en cuenta que la posición marxista en Chile contaba ya para el tiempo<br />

de las elecciones que gana Frei, 1964, un recorrido amplio y fuerza suficiente como<br />

para llegar algún día ser posición auténtica de gobierno, la estrategia de Washington al<br />

respecto de los comicios de 1964 fue clara: se apoyaría aquella opción, la de la<br />

Democracia Cristiana, como la más segura. Al tiempo que no representaba un dislate<br />

con respecto a la aplicación oportuna de la Alianza para el Progreso, de hecho se<br />

prefería que fuera la DC quien aplicara el plan de ayuda antes que el sinsorgo de<br />

Alessandri (conservador), ni un corte que dejara a Chile fuera del sistema, constituía un<br />

instrumento de atracción de las masas populares en torno a un vía “civilizada”; no<br />

marxista. Digamos que, a la vez que se atraía a las masas populares y obreras, bastante<br />

proclives al marxismo, se posibilitaba un paso adelante en la prevalencia<br />

norteamericana en el país con la aplicación de la Alianza para el Progreso. En 1961, el<br />

asistente del Secretario Estado, Dean Rusk expresaba su preocupación por el gobierno<br />

conservador de Alessandri, e incidía en la necesidad de dar apoyo a la Democracia<br />

90 Recordar simplemente, también de Vilar: “Para hacer un trabajo de historiador no basta con hacer<br />

revivir una realidad política, sino que se debe someterse un momento y una sociedad a un análisis de tipo<br />

científico” Vilar, Pierre, Iniciación al vocabulario de análisis histórico, Barcelona, Crítica, 1980.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Cristiana y a Frei para los comicios próximos. Decía que “el gobierno chileno [de<br />

Alessandri] se ha demostrado no sólo poco dispuesto a acabar con el movimiento<br />

comunista interno o con las reuniones en Chile del comunismo internacional […].<br />

Probablemente el principal grupo en el que nosotros debiéramos fijarnos sea el Partido<br />

Demócrata Cristiano…” 91 . Internamente, no obstante, subsistía un cierto sector<br />

democristiano que no estaba del todo conforme con una posición en el espectro<br />

demasiado escorada a la derecha. Es pues que se pensó incluso, bajo el auspicio del que<br />

sería sucesor de Frei al frente de la formación, Tomic, un acercamiento al sector<br />

marxista, tanto hacia el Partido Comunista, como al Partido Socialista. Sin embargo y,<br />

como apunta Garcés, aquella operación fue descartada y una vez EE.UU hubo tomado<br />

la constancia que tal intento cayó como fruta madura, comenzaría a tentar la opción de<br />

financiar el partido para los comicios de 1964. La necesidad de aupar a Frei a la<br />

presidencia era acuciante, pues Allende podía estar cerca de la victoria. “El 27 de<br />

agosto de 1962, el Grupo Especial aprobó el uso de un tercer país como canal<br />

proveedor y autorizó 180 mil dólares para los democristianos en el año fiscal de<br />

1963.” 92 . Desde el Informe Church se apuntaba además:<br />

Kennedy prefirió un gobierno de centro derecha para Chile, con los radicales a la derecha y los<br />

democristianos al centro. Sin embargo, acontecimientos políticos producidos en Chile en 1962 y<br />

1963 –en especial la creación de una alianza de derecha que incluía al Partido Radical-, impidió<br />

tal coalición. En consecuencia, a lo largo de 1963, Estados Unidos proveyó de fondos ambos: a<br />

los democristianos y a la coalición de derecha o Frente Democrático. Después que en mayo de<br />

1964 una derrota electoral destruyó el Frente Democrático, Estados Unidos orientó todo su apoyo<br />

al candidato democristiano 93 .<br />

En 1964, Frei se alza con la victoria. La consecuencia de aquel desembolso tuvo<br />

resultados. Se sabe, por el contrario, que de largo los partidos comunistas de todos los<br />

países recibían, por otro lado, importantes sumas de dinero u formación en la creación<br />

de cuadros y estructuras. El Partido Comunista Chileno en tal sentido, y según han<br />

probado autores como Olga Uliánova o Eugenia Fediakova, se financió también con<br />

dinero proveniente de Moscú entre los años 1950 y 1973 (más tarde incidiremos en ese<br />

punto). Así pues, estas autoras sugieren una realidad bastante evidente durante los años<br />

de Guerra Fría en Chile y es que “en forma de presencia real y en el imaginario de la<br />

sociedad chilena, las fuerzas internacionales en pugna –el factor externo- tuvieron su<br />

importancia en la evolución política de Chile durante este siglo.” 94 . Vaya si la tuvieron.<br />

El país, fruto de su inmejorable cantidad de recursos minerales como el cobre fue<br />

satelizado, en el siglo XIX, por Gran Bretaña en primer lugar y, en épocas más<br />

recientes por Washington. Lo que es bien cierto es que a partir de la Guerra Fría se dará<br />

una doble penetración foránea en Chile, ya que a la tradicional presencia “imperialista”<br />

91 Memorandum from Achilles to Berle,. Chilean attitude toward Cuban problem; aid to Chile Christian<br />

Democratic Party. Confidential, (Chile), Task Force on Latin America Files: Lot 61 D 298,1961.<br />

92 Garcés, E. Joan, Soberanos e intervenidos. Estrategias, americanos y españoles, Madrid, Siglo<br />

XXI, 2008, p.134.<br />

93 Informe Church (Washington), 1976.<br />

94 Uliániva, Olga y Eugenia Fediakova, “Algunos aspectos de la ayuda financiera del partido comunista<br />

de la URSS al comunismo chileno durante la Guerra Fría”, en Estudios políticos, 72 (1998), pp. 113-148.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

de las corporaciones norteamericanas, se produce a su vez, una satelización de sus<br />

instituciones; es decir, se quiebra su soberanía con base a la intervención del poder<br />

político. Y ello fundamentalmente, porque a partir de la Guerra Fría existía para el<br />

interés norteamericano una notable amenaza proveniente desde el campo de los<br />

partidos marxistas; si éstos ganaban no sólo se podían poner en peligro negocios, sino<br />

que además sería un país que giraría, a partir de entonces, al son de su más terrible<br />

enemigo, la Unión Soviética. Así las cosas, el financiamiento de partidos estaba a la<br />

orden del día, entablándose por tanto un conflicto en el interior del país que tenía<br />

evidentes connotaciones de lucha internacional.<br />

El Partido Comunista, formaba parte junto con el Partido Socialista de una<br />

coalición electoral el FRAP (Frente de Acción Popular) que teniendo a Allende como<br />

máximo responsable y candidato en las elecciones de 1958 y 1964, fracasaría en su<br />

búsqueda del poder. Por su parte, el Partido Socialista, marxista él, había renunciado a<br />

alinearse decididamente con Moscú, y hasta 1957 no será definitivamente un partido<br />

unido (hasta ese año, en el que se celebra el llamado Congreso de la Unidad, el PS<br />

había contado con varias agrupaciones que se dividieron a causa de la llamada “Ley<br />

Maldita” del presidente Videla, por la cual se ilegalizaba al PC). En todo caso, debe<br />

quedar claro que para los socialistas no era importante o necesario ideológicamente<br />

estar del lado de Moscú para a ser profundamente marxistas, y como se demostrará al<br />

final del período de Allende, incluso, más decididos a la lucha revolucionaria que sus<br />

colegas comunistas. En 1967, los socialistas, tras el varapalo de las elecciones del 64<br />

dirán en el Congreso Chillán: “las formas pacíficas o legales (reivindicativas,<br />

ideológicas, electorales, etc.) no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista<br />

las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político<br />

que nos lleva a la lucha armada” 95 . El socialismo pues, el PS, era un partido<br />

honestamente marxista y revolucionario, aunque no comulgaba con las prácticas de<br />

Moscú y se colocaba al son de la tendencia, que aún hoy mantiene y que fue criticada<br />

por autores como Althusser de “humanismo socialista”; dentro del bloque que puede<br />

catalogarse de voluntarismo de izquierdas. Tendencia en la cual, como se verá en el<br />

desempeño de la Unidad Popular primaría el componente del convencimiento y una<br />

expresión: “voluntad popular”.<br />

En la contienda electoral los éxitos no habían sido nada deplorables, no obstante.<br />

Allende y la coalición consiguieron un 38,93% del voto en las elecciones de 1964 (en<br />

las presidenciales de 1954 Allende se había quedado a tan solo tres puntos de igualar a<br />

Alessandri; éste se alzó con la victoria con un 31,6% del voto). No era suficiente desde<br />

luego. El marxismo en bloque se convenció, a pesar de todo, de que la posibilidad de<br />

alcanzar el poder por la vía pacífica era posible. En tal sentido, y aunque no de manera<br />

plenamente conjunta (caso del grupo del MIR que optará por la lucha armada<br />

claramente) el marxismo optó por una vía, por el momento, pausada. De guerra de<br />

posición a la espera de ganar la hegemonía, por seguir la teorización gramsciana.<br />

Interpretaron correctamente, y siguiendo a Marx, Lenin y Gramsci, que el Estado,<br />

95 Jobet, J. Cesar, Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, (TII), Santiago, Universitaria,<br />

1955, p.130. en Grez, Toso, Sergio, “La izquierda chilena y las elecciones una perspectiva histórica<br />

(1882-2013)” en Cuadernos de historia, 40 (2014), pp. 61-93.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

como núcleo y órgano de poder de las clases dominantes (recodar la frase de Lenin de<br />

que la “existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son<br />

irreconciliables”), estaba en un brete, y consecuentemente se dispusieron a efectuar<br />

una conquista de la sociedad civil sobre la infortuna del Estado y de sus clases<br />

dominantes que no empleaban un suficiente uso del aparato ideológico del Estado. Aún<br />

es pronto para decir que el Estado como sustentador inherente de la clase burguesa<br />

estaba perdido, de facto, Frei aún ganó las elecciones de 1964 con una holgada<br />

mayoría. Sin embargo, a comunistas y socialistas les parecía que se estaba pasando de<br />

un momento de colaboración de clase, a otro esencialmente de lucha. Pero volvamos al<br />

asunto esencial, para que una crisis tal, orgánica, se dé, es necesario que se fundamente<br />

en una crisis económica, o al menos en una crisis que sea lógicamente, motivo de crear<br />

una herida sangrante en la piel aparentemente incólume de la colaboración de clases.<br />

En primer lugar hay que advertir que el Partido Comunista, al igual que el resto del<br />

bloque marxista, se había propuesto promover una vía alternativa al desarrollo<br />

capitalista. La llamarían, vía no capitalista del desarrollo, y consecuentemente, se<br />

planteaba como una senda nueva para superar el atraso del país. Un país, que por la vía<br />

capitalista, había caído irremediablemente en un estancamiento y en una cada vez<br />

mayor dependencia hacia Norteamérica. Así pues, el desarrollo de la vía capitalista se<br />

encontraba en crisis, fundamentalmente porque éste no había dado resultados de ningún<br />

orden; y en efecto, no había conseguido implantarse, en tanto que como capitalismo<br />

periférico, resultaba ajeno en sus posibilidades de mejora de la vida al conjunto de la<br />

clase productiva chilena. Es pues, que, aunque suene incongruente, el capitalismo en<br />

Chile no generó una clase obrera capaz de generalizarse bajo el concepto de clase<br />

media, ni un Estado de Bienestar solido que la sustentara. Refiriéndose a este problema<br />

en Latinoamérica, Kennedy decía que, “si las clases propietarias de América Latina<br />

impiden la revolución de la clase media, van a hacer inevitable una revolución de<br />

obreros y campesinos” 96<br />

Y he ahí su mayor dicha. Paralelamente, la izquierda asumió un discurso<br />

profundamente antiimperialista que fue intensamente enarbolado al calor de la Alianza<br />

para el Progreso. El programa, en teoría un Plan Marshall para el otro glacis de<br />

seguridad de Estados Unidos, América Latina, se impuso como una iniciativa<br />

reformista en los países del área que fue visto, ciertamente, como una auténtica forma<br />

de nuevo imperialismo. Philip O`Brien decía:<br />

El señor Moscoso [coordinador del programa de la Alianza] señaló que en un testimonio ante el<br />

Senate Committe On Appropriations el 25 de julio de 1962 que por primera vez, el programa de<br />

ayuda de los Estados Unidos para la América Latina puede, por la extensión o limitación de la<br />

ayuda, tener alguna influencia sobre las acciones de los gobiernos nacionales 97 .<br />

Se produce, en tal sentido, una penetración masiva de proyectos dirigidos por<br />

estrategias de Estados Unidos en el país, a pesar de que las reformas llevadas a cabo<br />

96 Kornbluh, Peter, Pinochet: Los Archivos Secretos, Crítica, Barcelona, 2004, p.29.<br />

97 O`Brien, Philip, La Alianza para el progreso y los prétamos por programa a Chile, Revistas<br />

Uchile, en: http://www.revistas.uchile.cl/index.php/REI/article/viewFile/19139/20266, p.462,<br />

[Consultado el 5 de noviembre de 2015].<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

sean, ciertamente, comandadas en última instancia por chilenos. Uno de los de los<br />

casos más llamativos del período de la aplicación de la Alianza, el período de<br />

Alessandri, fue el intento de Reforma Agraria llevado a cabo con el propósito de<br />

aplacar una demanda de reforma en este sentido por el sector de la izquierda. Como<br />

bien recuerda Jaques Chonchol:<br />

Los comienzos de los años 1960 fueron, con todo, la época de oro de las reformas agrarias en el siglo XX.<br />

En efecto, para contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana, el gobierno del Presidente Kennedy<br />

propuso a los diversos países Latinoamericanos el pacto de la Alianza para el Progreso, firmado en Punta<br />

del Este (Uruguay) en 1961. Mediante este pacto, los gobiernos de América Latina se comprometían a<br />

realizar cambios estructurales –como la reforma agraria- en contrapartida de la ayuda económica<br />

norteamericana. Pero la mayoría de los gobiernos, controlados por élites conservadoras, se limitaron a<br />

aprobar leyes de reforma agraria sin acompañarlas de acciones consecuentes. En todo caso, como resultado<br />

de esa política, varios países (…) aprobaron nuevas leyes de reforma agraria y ésta dejó de ser considerada<br />

como un elemento exclusivo de la subversión comunista contra las democracias de América Latina 98 .<br />

La Reforma Agraria de Jorge Alessandri fue llamada, con sorna, como la<br />

“Reforma del Macetero”. Clodomiro Almeyda, destacado dirigente socialista se refería<br />

a esta reforma a la Reforma (que en puridad, y en el extremo de la misma, apoyaban<br />

todos los partidos del sector marxista): “pensamos que mucha importancia tiene en el<br />

origen de la iniciativa, el afán, el interés del Gobierno, en satisfacer determinadas<br />

exigencias de potencias y organismos foráneos, que el Ejecutivo, en las actuales<br />

circunstancias, tiene un particular en satisfacer”. Tanto el bloque democristiano, como<br />

el marxista, tuvieron a bien considerar la reforma de absurda, y de plantear nuevas vías<br />

más radicales para modernizar y des-feudalizar el agro. En todo caso, Carlos<br />

Altamirano, otro histórico del socialismo chileno y, en conversaciones con el<br />

historiador Gabriel Salazar Vergara señalaba que “si hasta Jorge Alessandri había<br />

planteado la necesidad de realizar una reforma agraria en Chile (…) ¿no significa esto<br />

que hasta don Jorge estaba radicalizado? 99 En cualquier caso, hay que decir que,<br />

aunque el clima general estuviera girando, al igual que ya lo hiciera en la segunda<br />

posguerra en Europa, hacia posiciones socialdemócratas, la reforma fue, como se decía,<br />

escasa. Restringía la expropiación de tierras a las mal explotadas, y a las abandonadas,<br />

y en tal sentido, no cumplió con la necesidad marcada incluso por la derecha y<br />

Washington, que era la de generar una propiedad agraria de explotación capitalista.<br />

Sofía Correa señala: “una consecuencia del fracaso del proyecto de modernización<br />

capitalista del gobierno de Jorge Alessandri fue el discurso de la derecha abandonó su<br />

dimensión propositiva y se quedó tan sólo con el componente de anticomunismo que<br />

siempre había tenido y que se había visto reforzado en el contexto de la guerra fría” 100 .<br />

El politólogo chileno Tomás Mulían dice acertadamente que con la elección de Jorge<br />

Alessandri en 1958: “creó una oportunidad para que la derecha pudiera demostrar, diez<br />

meses antes del sacudón de la Revolución cubana, su capacidad de dirección” 101 .<br />

98 Chonchol, Jaques, Proceso agrario en Bolivia y América Latina, La Paz, CIDES-UMSA, 2003, p.209.<br />

99 Salazar, Gabriel, Conversaciones con Carlos Altamirano, Debate, 2011.<br />

100 Correa, Sutil, Sofía, Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX, Editorial<br />

Sudamericana, 2011.<br />

101 Moulián, Tomás, Fracturas: de Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Santiago,<br />

LOM, 2006. p.189..<br />

40


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Habría que decir, no obstante, que aún incluso con la Democracia Cristiana tendría aún<br />

una oportunidad. Pero, como ya se decía, será la etapa de Frei un período poco<br />

tradicional para la derecha en tanto que, al menos sobre el papel, planteaba un acelerón<br />

en el sistema social de Chile. Hacer, la llamada “Revolución en libertad” que se<br />

concretizará en la “chilenización del cobre” y en la “reforma agraria de la democracia<br />

cristiana”. Así, avanzar de una vez por todas, en la construcción de un Chile<br />

capitalista, pero con un impulso a su vez hacia el Estado de Bienestar. Generar,<br />

ciertamente esa clase media tan importante para taponar la herida abierta por el<br />

marxismo. Como se sabe, el gobierno de Frei pecó de las mismas limitaciones que su<br />

antecesor en el cargo de presidente. Hobsbawm refiriéndose al liberalismo español en<br />

la época de los pronunciamientos dice:<br />

El liberalismo español, pues, se hallaba apresado en el estrecho espacio de maniobra que existía<br />

entre la revolución primitiva, sin la que nada iba a cambiar, y la necesidad de ahogarla<br />

inmediatamente. No es sorprendente que un vehículo así, obligado a frenar inmediatamente<br />

después de haber pisado el acelerador, no pueda ir demasiado lejos. 102<br />

Pues bien, eso es precisamente lo que ocurría en Chile. La derecha democristiana<br />

quería apretar el acelerador, pero una vez consciente del peligro, y sobre todo de la<br />

imposibilidad de dar marcha a unas reformas que no controlaba, se arrogaba a una<br />

posición reaccionaria. Paralelamente, Frei debía aplicar la Alianza, lo que sin duda no<br />

mejoró su imagen entre el sector marxista que lo acusaba de títere, y al mismo tiempo,<br />

a su derecha, entre los radicales y conservadores, se le empezó a conocer por sus<br />

propuestas como el “Kerensky chileno”. La “Chilenización del Cobre” fue una farsa<br />

según la izquierda y una medida que rechazó de plano. La medida, de una forma<br />

general, se basó en el pacto entre las compañías estadounidenses explotadoras del cobre<br />

nacional y el propio gobierno, pero a fin de cuentas de lo que se trataba era de intentar<br />

lograr una conciliación entre el sector privado y la vuelta de riquezas nacionales al<br />

propio Chile. En todo el proceso, se pone de manifiesto 1) el decidido afán por evitar<br />

hablar de nacionalización, y de hacerla sólo muy parcialmente; 2) el objetivo de evitar<br />

que una medida como aquella pudiera perjudicar al país que en buena medida había<br />

sido garante de la victoria electoral democristiana, es decir, a Estados Unidos. Una de<br />

las primeras operaciones de la medida fue introducir al estamento público en las<br />

empresas privadas estadounidenses operantes en el lugar. Concretamente, en la<br />

empresa norteamericana Konnecott que era filial de la compañía de aquel mismo país<br />

“Braden Copper”, para constituir una sociedad conjunta: la llamada “Sociedad Minera<br />

del Teniente S.A.” 103 . A pesar de la introducción gubernamental en la mina, lo cierto es<br />

que no hubo un control directo por parte del gobierno de la explotación, y es más,<br />

delegó tal dirección a la Konnetecott 104 . Dice el sociólogo francés Alain Labrousse (no<br />

confundir con el también francés e historiador Ernest Labrousse) que:<br />

102 Hobsbawm, Eric: Revolucionarios, Barcelona Crítica, 2015, p.111.<br />

103 Labrousse, Alain, El experimento chile. ¿Reformismo o revolución? Barcelona, Grijalbo, 1973, p.132.<br />

104 Vera, Mario y Elmo Catalán, La encrucijada del cobre, Santiago de Chile, Confederación de<br />

Trabajadores del Cobre, 1965, p.31.<br />

41


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

El valor contable de las instalaciones de “El Teniente”, única aportación de la Konncott, era de 65<br />

millones de dólares en 1963, dos años antes de la conclusión del acuerdo, y que en todo este<br />

tiempo no se había efectuado prácticamente ninguna inversión. Al pagar 80 millones de dólares<br />

por el 51% de las instalaciones el Estado chileno les reconocía un valor de ¡160 millones de<br />

dólares! 105<br />

Al respecto, lo cierto es que ya se habían realizado intentos de reforma en el<br />

sector cuprífero antes de la llega de Frei al poder. Bajo la presidencia de González<br />

Videla (1948-1952) ya se intentó reducir la penetración norteamericana en el sector.<br />

Así, tras la conclusión de las negociaciones entre Washington y Santiago, se llegó al<br />

acuerdo entre ambos Estados en el conocido como el Convenio de Washington (mayo<br />

de 1951). El Estado chileno consiguió, tras aquellos acuerdos, copar un 20% de la<br />

producción de cobre y se aumentó el precio del cobre 3 centavos por libra hasta<br />

alcanzar los 27,5. “Ese sobreprecio sería de exclusivo beneficio fiscal”. La izquierda,<br />

ya en su momento, criticó duramente el acuerdo, al que catalogaba de poco<br />

beneficioso, electoralista, e ineficaz en tanto que el 20% de la producción que se<br />

reservaba al Estado era con mucho no sólo insuficiente, sino absurdo, pues éste no<br />

podría hacer frente a las compañías ya operantes 106 . La medida fue desahuciada en<br />

1952 (apenas dos años después de su aprobación) por la Ley 10.255 y por un decreto de<br />

acuerdo a ella emitido por el Ministerio de Economía y Comercio se “estableció que un<br />

comité especial, formado por un grupo de directores del Banco Central de Chile, se<br />

hiciera cargo de todas las actividades relacionadas con el comercio del cobre” 107 . El<br />

fisco chileno pasó con esta medida, de recaudar 179 dólares por tonelada exportada, a<br />

320 tras la dirección del banco. Además, “la gestión del Banco Central durante 36<br />

meses permitió un mayor ingreso de 200,2 millones de dólares, o sea, 66,6 millones de<br />

dólares por año” 108 . La reforma de Frei, puede decirse, no consigue ni por asomo tales<br />

cifras derivadas de una gestión eficiente del Banco Central. Ya en 1955, el sector del<br />

cobre y su comercialización exterior volvieron a estar en manos de las empresas<br />

estadounidenses. La izquierda ante el proyecto de Frei protestó alegando que la<br />

“chilenización” no era más que una reedición del convenio de Washington. Y tenía<br />

razón. El proceso de Chilenización no fue exclusivo de la empresa Braden, sino que en<br />

tales medidas de asociación, cuando no de estafa al Estado, se vieron involucradas<br />

empresas tales como las filiales de la otra gran empresa norteamericana la “Anaconda”:<br />

la “Cerro Corporation” y la “Chile Exploration”. Al unirse cada una de ellas con el<br />

accionariado del Estado se forman respectivamente la “Compañía Minera Andina” en<br />

la cual el 70% quedaba en manos de la compañía norteamericana, y la “Compañía<br />

105 Ibíd.<br />

106 Soto, Hernán, El cobre ayer y hoy. Punto y Final, en: http://www.puntofinal.cl/569/cobre.htm<br />

[Consultado el 7 de noviembre de 2015].Hernán Soto comenta que: “En el debate, Allende defendió una<br />

indicación para que el Banco Central vendiera directamente el cobre en los mercados externos, cosa que<br />

hacían entonces las empresas norteamericanas. Un senador de derecha sostuvo que eso era peligroso<br />

porque significaba derribar las columnas del templo de la relación comercial con Estados Unidos. Sobre<br />

la marcha replicó Salvador Allende: «Esto no es destruir las columnas de un templo organizado en<br />

defensa de los intereses de Chile, es destruir una política que nos coloca como país en situación<br />

subalterna ante las agencias comerciales de las empresas norteamericanas»”.<br />

107 Vera, Mario y Elmo Catalán, Elmo, op.cit., p. 19.<br />

108 Ibíd, p.20.<br />

42


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Minera Exótica”. Mario Vera y Elmo Catalán (en un texto aquí varias veces<br />

referenciado y cuya lectura para el tema del cobre se recomienda) concluyen que:<br />

De la lectura de los convenios se desprende que los representantes del gobierno actuaron<br />

precipitadamente, con desconocimiento del texto que el pacto de asociación o bien no dominaban<br />

por completo la materia. Si fue así, aceptaron de buena fe las disposiciones elaboradas en Nueva<br />

York por las compañías norteamericanas. Flagrante irresponsabilidad que no se puede perdonar<br />

porque los intereses chilenos no se pueden negociar con tanta ligereza. Si eso no sucedió, queda<br />

en evidencia una franca predisposición para favorecer a los consorcios extranjeros con grave<br />

daño para el país 109 .<br />

En cuanto a la reforma agraria, podemos adelantar que tampoco supuso ningún<br />

salto excepcional. Entre sus objetivos se encontraba la revitalización de desarrollo<br />

económico del país, aumentar la producción y generar suficientes propietarios agrícolas<br />

solventes. En definitiva, resolver el histórico atraso del agro chileno en pos de<br />

transformar el sector en una fuente para la acumulación capitalista. Todo ello, como en<br />

la etapa de Alessandri, avalado por la Alianza. Heidi Tinsman señala:<br />

Los arquitectos de la Alianza para el Progreso –en su mayoría especialistas en desarrollo con<br />

estudios Harvard- veían al latifundio como cuna de la revolución y argumentaban que la reforma<br />

agraria debería crear predios familiares al estilo del Oeste estadounidense, las que serían base de<br />

un desarrollo capitalista sano y una paz social duradera 110 .<br />

En todo caso, la Reforma de Frei debe ser catalogada de ambiciosa y superadora<br />

de la reforma introducida por su sucesor en el cargo. Por lo pronto, el período<br />

legislativo, iniciado en 1965, y llamado en su conjunto “Legislación Social<br />

Campesina”, se inicia con una ley igualadora del salario mínimo del trabajador agrario<br />

al trabajador industrial y el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas.<br />

Seguidamente, se introduce una prohibición al desahucio a la finalización del contrato<br />

del trabajador agrario y la posibilidad de sindicación campesina. Un aspecto que deberá<br />

ser muy valorado en el análisis posterior de los movimientos sociales y en la campaña<br />

electoral de 1970. De hecho, de 32 sindicatos agrarios y a penas 2000 sindicados en<br />

1965, se pasó en 1967 (¡en apenas dos años!) a 211 sindicatos y 47.473 afiliados 21111 ;<br />

año en que se introduce la ley que otorga derecho al trabajador a la sindicación. Por<br />

último, en lo que compete al conjunto de legislación del agro, la realidad es que,<br />

propiamente, la Reforma Agraria de Frei se debe esencialmente a una reforma<br />

constitucional y las consiguientes leyes derivadas de tal modificación constitucional.<br />

Tal modificación hacía hincapié en el sujeto de la propiedad, la cual dejaría de ser<br />

inviolable, y de acelerarían los trámites para la realización de las expropiaciones de<br />

tierras de utilidad pública. Mediante la Ley de abril de 1966 y la Ley de Reforma<br />

agraria se impuso “el poder de autorizar condiciones establecidas, la subdivisión<br />

agrícola de superior a 80 Hás.”, la toma de control del proceso por organismo públicos,<br />

y el objetivo último de incorporar al campesino a una vida civil acorde al resto de<br />

109 Ibíd, p.69.<br />

110 Tinsman, Heidi, La tierra para el que la trabaja: género, sexualidad y movimientos campesinos en<br />

la Reforma Agraria chilena, Santiago, LOM, 2009, pp.97-98.<br />

111 CORA: Reforma Agraria Chilena.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

trabajadores urbanos e industriales 112 . La motivación en la sindicación del trabajador<br />

agrícola provocó en todo caso un desequilibrio en las condiciones políticas, ya que el<br />

marxismo poco a poco se fue implantando también en el campo (labor de instrucción<br />

en el marxismo que llevará en buena medida el MIR). Es decir, con la incorporación<br />

del agro a la vida civil, y con su sindicación, la derecha vio su espacio reducido,<br />

transformado. Frei cometió un error, que la derecha conservadora no perdonaría, al<br />

abrir la puerta a la incorporación de nuevos elementos a la izquierda política y a su<br />

movimiento de masas. Pisó el acelerador, pero no el freno, como sí hiciera Alessandri.<br />

Los empresarios agrícolas así, que vieron en un principio la reforma como algo<br />

beneficioso, rápidamente se darían cuenta de su error. Y es que, si bien con la anterior<br />

reforma se expropiaban tierras ineficientes o abandonadas, ahora se empezaría a<br />

expropiar, con una fuerza que excedía todo control del gobierno, al empresario agrícola<br />

eficiente. Sergio Gómez Echenique señala que:<br />

Hasta entonces, las expropiaciones se habían centrado fundamentalmente en predios de gestión<br />

ineficiente y cuya defensa resultaba difícil. La expropiación de este empresario eficiente selló la<br />

alianza de todos los sectores empresariales del país en franco rechazo a la reforma [la propiedad<br />

privada estaba en juego]. En otras palabras, más que un rechazo a la idea de reforma, lo que<br />

ocurrió fue un rechazo a la forma en que se estaba aplicando 113 .<br />

La derecha tradicional rabiaba con Frei y los marxistas aprovechaban el hueco.<br />

La antigua Falange había fracasado manifiestamente en su intento programático de<br />

conciliar el avance al capitalismo con mejoras simultaneas en el ámbito social.<br />

Como decía Sergio Bitar “a diferencia del programa de Alessandri, cuya<br />

concepción era primero crecer luego redistribuir, el programa de Frei sostuvo que<br />

ambos objetivos podían conseguirse simultáneamente” 114 . Es decir, avanzar en la<br />

creación del capitalismo en Chile, al tiempo que se intentaba crear un Estado del<br />

Bienestar de tinte socialdemócrata. Con Frei, y su final, Chile marcó la conclusión en<br />

la etapa de principios liberales y socialdemócratas. Y también del intento de<br />

colaboración interclasista. Germán Urzúa Valenzuela recuerda en palabras del húngaro<br />

Karl Mannheim lo paradigmático de una incorporación a la vida política del<br />

campesinado:<br />

Cada vez son más las capas sociales que luchan hoy por una participación en la formación tanto<br />

de la comunidad como del Estado, y por una representación de intereses propios. El hecho de que<br />

procedan de masa espiritualmente atrasadas resulta funesto precisamente para aquellas élites que<br />

antes estaban interesadas en mantener el bajo nivel espiritual de las masas. Las capas dominantes<br />

se benefician de mantener el bajo nivel espiritual de las masas, en tanto que así podían contar las<br />

élites con que la estupidez de las masas las mantendría alejadas de la acción política 115<br />

112 Ibíd.<br />

113 Echenique, Gómez, Sergio: “El rol del sector agrario en la transición. Análisis del sector agrario<br />

chileno”, en Agricultura y Sociedad, 68-69 (1993), pp.81-108.<br />

114 Bitar, Sergio: Chile, 1970-1973: asumir la historia para construir el futuro, Chile, Pehuén,<br />

1996, p. 42.<br />

115 Valenzuela, Urzua, Germán, Historia política de Chile y su evolución electoral (desde 1810 a 1992),<br />

Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1992, p.607.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

La derecha, tanto la DC, como la antaño derecha tradicional bajo Alessandri,<br />

cometió toda ella dos errores de acuerdo a sus intereses. Ambos conectan con lo<br />

anterior. El primer error provino de los gobiernos de Videla, primero, y Alessandri<br />

después, que ampliaron el electorado del país al extender la participación política al<br />

campo. Es decir se aumentó el cuerpo electoral de Chile. A principios de mandato de<br />

Alessandri, en 1958, y fruto de la Ley electoral 12.891 que ya extiende el voto, el total<br />

de inscritos, de electores, era de poco más de un millón. En 1964, al final de su<br />

mandato, el cuerpo electoral había ascendido a casi tres millones. Aquel primer error<br />

no sería un error sin un segundo. Y ese, esencialmente, provino de Frei, pues, como<br />

decíamos, politizó el campo con la apertura sindical, y empezó una legislación de cierto<br />

contenido social que no acalló a las masas, sino que las estimuló para pedir reformas<br />

completas. Alguien podría preguntarse, pero si se ha extendido dos veces el cuerpo<br />

electoral en 1958, y en 1962, y en las elecciones más próximas a esa fechas ha ganado<br />

la derecha ¿eran, acaso, y entonces, leyes perjudiciales para la propia derecha? Lo eran,<br />

como indicábamos en la medida en el que el nuevo cuerpo electoral estuviera<br />

políticamente estimulado y tuviera conciencia de quién era electoralmente aquel que<br />

defendía sus intereses como grupo.<br />

La Democracia Cristiana se erigió, con ayuda exterior bien es cierto, como un<br />

importante dique para la contención de las masas populares. Sin embargo, sus medidas<br />

sociales en particular la Reforma Agraria, acabaron por estimular a un sector, el campo,<br />

en el cual que el conservadurismo fuera masivo era vital para los intereses de la élite<br />

chilena.<br />

3. El fin de la democracia cristiana<br />

3.1 La nueva derecha<br />

El final de la democracia cristiana supuso por ende el rebrote y el afianzamiento de las<br />

dos posturas a su izquierda y a su derecha. Su fracaso es el éxito de las dos posturas<br />

radicales: por un lado la de los de la derecha neoliberal, y, por el otro, la de los<br />

marxistas, sustentados en la posibilidad de una toma del poder no revolucionaria. Unos<br />

marxistas que, como ya se advertía, optaron no sin discusión interna, ni sin escisiones<br />

importantes, por la vía pacífica; asumiendo posturas no revolucionarias y<br />

esencialmente no leninistas. En la derecha, en toda ella, se estaba redefiniendo una<br />

hegemonía de clara a poder controlar el Estado y con el avanzar en los presupuesto de<br />

la colaboración interclasista. De una vía social cristiana, se pasaría a otra radicalmente<br />

opuesta, en la que la implantación del capitalismo se haría sin dilación y sin ahondar en<br />

el discurso social. En la nueva doctrina de la derecha tradicional chilena, que puede<br />

catalogarse de primigenia en el discurso neoliberal mundial de las derechas, tenía a<br />

bien radicalizar su discurso en torno al individuo y su libertad frente a las consignas<br />

“rojas” de ahondar en lo público y lo social. Tal doctrina, que fue en la campaña de<br />

1970 financiada por el gobierno Estados Unidos, provenía desde la implantación en<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Chile de los que más tarde serían conocidos como los Chicago Boys. Antes de la<br />

irrupción de éstos, se produjo en Chile una intervención norteamericana a cuenta de la<br />

llamada Misión Klein-Sacks; misión instigada por el diario de derechas El Mercurio.<br />

Sofía Correa, en su muy recomendable artículo “Algunos antecedentes históricos del<br />

proyecto neoliberal en Chile” señala paralelamente que se<br />

produjo en la década de los 50 un estrechamiento de las relaciones académicas entre las<br />

universidades chilenas y las universidades norteamericanas. Las organizaciones de gobierno y<br />

las fundaciones privadas tuvieron un papel relevante en el proceso de modernización de las<br />

universidades chilenas 116 .<br />

Se crearán, así, la Escuela de Negocios de Valparaíso y se produce una profunda<br />

renovación de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, en la cual<br />

comenzarán a trabajar profesores provenientes de Estados Unidos. La Universidad<br />

Católica llegó a un acuerdo con la Foreign Operation Administration (FOA) dos años<br />

antes de la supresión de este organismo y un convenio con la Universidad de<br />

Chicago. 117 “Una vez firmado el convenio se comenzó a seleccionar a los alumnos que<br />

participarían en los cursos que iban a dictar los profesores norteamericanos. También<br />

se seleccionó a aquellos que irían a estudiar a Chicago.” 118 Tales tendencias<br />

económicas, unidas a la campaña de El Mercurio, hicieron prevalecer en el seno de la<br />

derecha política una tendencia hacia la desconexión de las iniciativas estatales en la<br />

economía. Debe recordarse que los Chicago Boys no son una aparición espontanea del<br />

periodo pinochetista, sino que por el contrario son una creación consciente que venía<br />

tiempo atrás gestándose. De facto, y como señala Correa, tanto los acuerdos<br />

interuniversitarios, como el acuerdo de la misión Klein-Sacks, fueron precedentes muy<br />

importantes y las herramientas necesarias para preparar el proceso siguiente. Del<br />

mismo modo, es conveniente recordar que la derecha neoliberal fue, por curioso que<br />

parezca, un producto genuinamente chileno. Aunque habría que matizar esto. El<br />

proyecto de conservadurismo neoliberal, el proceso de re-mercantilización de la vida<br />

social (en contraposición a los Estados del Bienestar que aspiran a una profundización<br />

de la desmercantilización general de las relaciones individuales por una estatalización<br />

de las mismas, aunque sin llegar a los extremos de los países socialistas) se produce en<br />

Chile antes que en ningún otro lugar. Harvey, en su ya clásica obra sobre el<br />

neoliberalismo, señala precisamente esta idea que rondaba en los proyectos de esta<br />

nueva derecha que se gestaba en el país y que se hará efectiva una vez Pinochet tome el<br />

poder: “un brutal experimento llevado a cabo en la periferia se convertía en un modelo<br />

para la formulación de políticas en el centro” 119 . Del mismo modo, Juan Torres<br />

considerará que “Pinochet fue el primer gobernante en poner en marcha procesos de<br />

liberalización y privatización y no es casualidad que contara desde el principio con la<br />

116 Correa, Sofía, “Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)”, en<br />

Opciones, 6 (1985), pp.106-146.<br />

117 Ibíd.<br />

118 Ibíd.<br />

119 Harvey, David, Breve historia del neoliberalismo, Madrid, Akal, 2007, p.15.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

simpatía y el apoyo de los liberales más declarados de su tiempo, como Hayeck o (…)<br />

Milton Friedman” 120 .<br />

En todo caso, la derecha se presentará esta vez dividida en dos tendencias muy<br />

distintas como se advertía. Propiamente, la nueva derecha ya no era la Democracia<br />

Cristiana, sino que estaba representada por una vieja cara. Los afiches electorales de<br />

Alessandri de la campaña que se abría en 1970 decían: “Chileno: de nosotros depende<br />

que vuelva”. Luego explícitamente se apelaba al pueblo chileno a que diera un apoyo a<br />

la vieja cara de la derecha frente a las tendencias vanguardistas del sector,<br />

representadas por un democristiano convencido como Radomiro Tomic. Es pues una<br />

paradoja importante: la derecha progresista por así decirlo, ve agotado tras los años de<br />

gobierno Frei su posición política, su proyecto, su propia esencia como partido de<br />

clase, mientras que la derecha tradicional ahondando en una idea que siempre había<br />

intentado aplicar, se lanza descaradamente a la conquista del poder. Redefine, la<br />

derecha, como bloque su posición al eliminar el discurso de la conciliación –la<br />

colaboración- de clase por el de la lucha de clases y asume así la posición de la<br />

izquierda. Las élites, en tal sentido, asumen la inevitabilidad de la confrontación y<br />

redoblan la apuesta por el desarrollo liberal (si bien la elecciones de 1970 son las<br />

últimas en las que la derecha aún da una oportunidad a esa colaboración). Verónica<br />

Valdivia dice que en las elecciones de 1970,<br />

la derecha volvió a presentar un candidato propio, negándose a repetir la experiencia de 1964,<br />

cuando optó por apoyar a Eduardo Frei. Tal decisión, como hemos visto, estuvo influida por su<br />

profunda convicción de que la Democracia Cristiana no sólo no era una barrera al marxismo, sino<br />

que constituía igualmente una alternativa de esa índole 121 .<br />

Valdivia, en torno a la derecha, dibuja un panorama muy interesante, pues apunta<br />

a que ésta se enmarcó en una senda divergente en cuanto a los proyectos. Mientras que<br />

la centrista (la DC) se puso como objetivo, al igual que el bloque marxista, una<br />

reestructuración de la estructura económica (si bien no quería destruir el capitalismo),<br />

la derecha tradicional se propuso el blindaje de la superestructura; el blindaje del<br />

“marco político y jurídico-institucional” 122 . Señala de la misma forma que se produce<br />

un escollo importante dentro de la Democracia Cristiana al no tener fuerza electoral<br />

propia: “la Democracia Cristiana, calificada de reformista por la izquierda [lo que no<br />

era un insulto para la formación per se] y de comunista por la derecha, no pudiendo<br />

constituirse en una alternativa con proyecciones” 123 . Otros autores han incidido<br />

también en el derrumbe del centro, o el también denominado, vaciamiento del centro<br />

político chileno. Fermandois hablará de una lucha directa entre los dos bandos<br />

contendientes a nivel internacional en un ámbito restringido como el chileno (una<br />

reproducción a nivel local del conflicto internacional), aunque, y he aquí una posición<br />

no compartida, este historiador cree que Chile, pese a la profundísima polarización<br />

120 Torres, López, Juan, Pinochet, mucho peor que un simple dictador: el primer gobernante que puso en<br />

práctica el neoliberalismo, Rebelión, 2006, en: http://www.rebelion.org/noticias/2006/12/42880.pdf<br />

[Consultado el 20 de diciembre de 2015].<br />

121 Ortiz de Zárate, Verónica, Nacionales y gremialistas. El parto de la nueva derecha política chilena,<br />

1964-1973, Santiago de Chile, LOM, 2008, p.213.<br />

122 Ibíd.<br />

123 Ibíd.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

vivida en 1970 (incluso antes de ese año) no estaba satelizado. Dice “esta situación<br />

[habla de los años de la Guerra Fría hasta el fin de la Unidad Popular], ¿testimonia un<br />

país penetrado, satelizado, entregado, sustraído de voluntad propia? No nos parece en<br />

lo más mínimo” 124 . No se entiende como puede decir esto una vez que está<br />

comprobado que se intervienen los partidos políticos por parte de las dos grandes<br />

superpotencias, que es público, además, que se dan vínculos económicos evidentes que<br />

ligan grandes empresas a intereses foráneos y que esencialmente si existe un grado<br />

máximo de polarización política en el país es, sencillamente, porque la contienda dada<br />

en Chile se circunscribe a una grieta en el sistema de glacis de seguridad continental de<br />

Estados Unidos. Es decir, en Chile tuvo lugar la “perversión”, usando la lógica<br />

norteamericana, del sistema que defendía Estados Unidos, la democracia liberal, pues<br />

se cuestionaba su prevalencia misma al contar con un candidato marxista con<br />

aspiraciones a llegar a presidente. Y todo ello sin que se manipulara el voto o se<br />

presionara. Es pues, que dentro de los parámetros de legitimidad para la ostentación del<br />

poder considerado por Estados Unidos se podía llegar a ver legítimo que un país otrora<br />

capitalista, y miembro del bloque, se pasara, democráticamente, al bloque rival. En tal<br />

sentido y, como Chile podía llegar a ser peor que la misma Cuba por ese hecho de la<br />

legitimidad, Alessandri debía plantear a toda costa una recuperación del país;<br />

reestructurar nuevamente la ilusión, la colaboración, la recuperación de la sociedad<br />

civil. Si esa colaboración fallaba, si el personalismo de Alessandri en la contienda<br />

fallaba, para la derecha no había más alternativa que el uso coactivo del Estado; lo que<br />

más tarde no dudará en hacer. Autores como Mario Garcés y Sebastián Leiva ya han<br />

señalado oportunamente que la fase de lucha de clases la inicia la derecha nerviosa al<br />

intentar por todos los medios posibles derribar el gobierno del posteriormente elegido<br />

Allende. Así, la derecha deslegitima al Estado democrático que le es un despojo de<br />

Estado para su interés de clase, mientras que la Unidad Popular no consigue romper las<br />

costuras que definían al Estado chileno como tal.<br />

En la vía intermedia, la DC, defensora de un avance pausado sobre la base del<br />

Estado del momento, se ve sin espacio. En cualquier caso, si la DC no consigue<br />

sobreponerse en la campaña de 1970 es por el simple hecho de que no consigue<br />

modernizar al Estado en torno a la figura del Estado del Bienestar de modelo europeo.<br />

Ello le habría supuesto un éxito claro, pues ponía el acento en una fórmula ya ensayada<br />

en el continente europeo para la conciliación de clase y para la institucionalización del<br />

los partidos marxistas. Casos como los Partidos Comunista Francés o el italiano dan<br />

buena muestra de que la colaboración, y la “socialdemocratización”, de los partidos de<br />

clase era posible. Al fin y al cabo, la incorporación de demandas sociales en las<br />

estructuras liberales, la eliminación de la coerción estatal, o la “lima” de los obreros<br />

revolucionarios sobre la base de la educación y la cultura, era una fórmula combinativa<br />

entre una mayor tibieza del Estado político-institucional y un impulso en el seno del<br />

124 Fermandois, Joaquín, “¿Peón o actor? Chile en la Guerra Fría (1962-1973)”, en Estudios Públicos, 72<br />

(1998), pp. 150-171.<br />

48


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

control de la sociedad civil, que ya había dado sus resultados en la luego mansa Europa<br />

de posguerra 125 .<br />

Por lo pronto, y para las elecciones de 1970, la ITT asume que debe apoyar a toda<br />

costa al candidato de la derecha. Per se, eso es ya una evidencia que Fermandois debió<br />

tener en cuenta. Pues que diera resultado o no esa intervención no es óbice para que<br />

esta se diera. Gramsci advertía, aquí muy notablemente, un hecho que no debe pasarse<br />

por alto, y que nuevamente contradice la opinión de Fermandois al señalar que Chile<br />

era un actor y no un peón en el tablero internacional. Dice el sardo:<br />

Es necesario no olvidar jamás que en la lucha entre las naciones, cada una de ellas tiene interés en<br />

que la otra sea debilitada por las luchas internas y que los partidos son justamente los elementos<br />

de esa lucha entre las naciones, cada una de ellas tiene interés en que la otra sea debilitada por las<br />

luchas internas y que los partidos son justamente los elementos de dicha lucha. Respecto a los<br />

partidos, por consiguiente, siempre es posible preguntar por sus propias fuerzas, en virtud de una<br />

necesidad interna, o si, por el contrario, existen solamente en función de intereses extranjeros 126 .<br />

Indica además:<br />

Se puede llegar a la conclusión de que con frecuencia el llamado partido del extranjero no es<br />

precisamente aquel que es vulgarmente indicado como tal, sino el partido más nacionalista que,<br />

en realidad más que a las fuerzas vitales del propio país, representa la subordinación y el<br />

sometimiento económico a las naciones o a un grupo de naciones hegemónicas 127 .<br />

En ese sentido y, sabiendo que tanto el Partido Comunista como el bloque de la<br />

coalición de derechas, el Partido Nacional, tuvieron financiación exógena, ¿cuál de los<br />

dos partidos puede decirse un partido internacional? Sin demasiadas discusiones habría<br />

que decantarse por unir tal denominación al bloque de la derecha. Y ello, por varios<br />

motivos. En primer lugar, no es razonable pensar que la Unión Soviética, a pesar de<br />

que financiara al Partido Comunista, se entrometiera en un asunto que miraba con<br />

refilón, pero no como un asunto de vital importancia para sus intereses 128 . En cualquier<br />

caso, y dado que también intervino, como más tarde veremos, hace evidente el hecho<br />

que durante la Guerra Fría sólo dos potencias tenían realmente poder como para definir<br />

estrategia a nivel internacional. Salvo quizás China, o Europa Occidental, el resto de<br />

zonas del mundo y de países se encontraba como un campo de operaciones para la<br />

extensión de uno de los dos modelos mundiales en liza. Arturo Fontaine Talavera<br />

adopta una posición centrada al considerar que:<br />

Virtualmente todos los sectores políticos relevantes parecen haber recibido colaboraciones<br />

económicas desde el exterior, a lo menos durante algunos de los años del período 1963-1873. A<br />

125 Falta, y esto una opinión muy personal, quizás valorar aún más el Estado de Bienestar como un<br />

fenómeno histórico impresionante en el desarrollo del capitalismo occidental. Esto se dice,<br />

fundamentalmente, porque es, de facto, el mejor sistema para la conciliación de clase.<br />

126 Gramsci, Antonio, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, Madrid,<br />

Nueva Visión, 1980, p.34.<br />

127 Ibíd. p.52.<br />

128 De facto tampoco Cuba puede considerarse un asunto de vital importancia para la URSS, pese a los<br />

misiles. Sí lo fue, ese episodio, extremadamente grave, vital, para Estados Unidos. Si la Unión Soviética<br />

finalmente acabó por aceptar la retirada de los misiles, fue por el sencillo hecho de que aquel acto de<br />

aparente claudicación no era de vital importancia para el Estado Socialista.<br />

49


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

la vez, todos ellos tenían un fuerte arraigo local, independientemente de los apoyos recibidos<br />

desde afuera 129 .<br />

Parece, por tanto, que la lucha por el control del Estado se libraba de forma<br />

paralela en un ámbito local, pero también a nivel internacional. En todo caso, las<br />

pruebas parecen indicar que Estados Unidos jugó un papel importantísimo dentro del<br />

desarrollo de la contienda y, me atrevería a decir, que por razones obvias, le dio mucha<br />

mayor importancia al asunto de lo que le daría la URSS. En discusión con Gramsci y<br />

Fermandois hay que decir que de lo que se trata en el estudio de la derecha política<br />

tradicional chilena es de saber si ésta era genuina o respondía realmente a un partido<br />

creado a instancias exógenas de la propia nación chilena. El historiador chileno parece<br />

siempre decidido en todos sus planteamiento a asumir que el Chile de la época era<br />

autónomo y que sólo en algunos casos se podía hablar de influencias extrañas. Emilio<br />

Maneses en una recensión sobre el libro de Fermandois, “Chile y el mundo, 1970-<br />

1973”, señala que una de las tesis que maneja el autor es que:<br />

Las instituciones y organizaciones chilenas fueron mucho más autónomas de lo que un teórico de<br />

la dependencia hubiera esperado o deseado; ellas sólo actuaron en concordancia a deseos externos<br />

cuando había obvias ventajas de coyuntura para hacerlo así. Paradójicamente, fueron los partidos<br />

y los grupos de la Unidad Popular los que mostraron estar dispuestos a aceptar influencia<br />

transnacional 130 .<br />

Curiosa tesis la que se maneja, sabiendo encima que el gobierno de la U.P. fue<br />

derribado, como revela el Informe Hinchey, por colaboración directa del gobierno<br />

Estadounidense y elementos reaccionarios chilenos (si bien EE.UU no participó en el<br />

golpe del 11 de septiembre de 1973). Por otra parte, se apunta a que “sólo actuaron en<br />

concordancia a deseos externos cuando había obvias ventajas de coyuntura para hacerlo<br />

así”. ¡Vaya evidencia! Lógicamente, cuando las circunstancias internas eran favorables,<br />

no era necesario, y aún así se hizo, apoyarse en la intervención foránea. Cuando no lo<br />

eran, o cuando estaba en la peligro la pervivencia del status quo interior, la<br />

intervención foránea era una forma de hacer prevalecer a toda costa el orden. Y con<br />

ello, esencialmente, no se dice nada que necesariamente vaya en contra de la posición<br />

conservadora que adopta Fermandois, pues por los motivos contrarios la U.P. también<br />

se apoyó en Cuba (una estrategia, por cierto, que se revelará como muy<br />

contraproducente para sus propios intereses) o en la Unión Soviética. Lo que en<br />

definitiva debe descartarse es que no hubo intervención o que Chile no estuviera, en<br />

cierta forma, satelizado. Que los partidos se movieran por lógicas internas o que<br />

tuvieran arraigo interno, es bien distinto a asegurar que estos tuvieran intereses<br />

exclusivamente internos o estuvieran desconectados de la realidad internacional; algo a<br />

todas luces imposible durante la época.<br />

Por otra parte, las sumas de dinero dadas a la candidatura de Alessandri<br />

relativizan el papel como un partido de vocación plenamente local; de facto, si se<br />

sufraga un partido concreto es por algo. Por un interés que querrá ser cobrado en su<br />

129 Talavera, Fontaine, Arturo, “Estados Unidos y la Unión Soviética”, en Estudios Públicos, 72 (1998),<br />

pp. 6-16.<br />

130 Meneses, Emilio, “Joaquín Fermandois, Chile y el mundo, 1970-1973: la política exterior del gobierno<br />

de la Unidad Popular y el sistema internacional”, en Estudios Públicos, pp.303-307.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

momento. Tito Drago en su obra “Chile: un doble secuestro” recoge las palabras del<br />

senador Edward Kennedy al respecto de la ITT y de sus presiones: “el sostenido y<br />

perfeccionamiento aparato de presión contra las leyes antitrust de la ITT y el esfuerzo<br />

que realizó entre 1969-1971, es una obra maestra en el arte de la presión política” 131 .<br />

Pero no sólo fue la campaña de la ITT a favor del candidato Alessandri, el informe<br />

Church relata que:<br />

En marzo de 1970, el Comité de los 40 decidió que Estados Unidos no apoyaría a ningún<br />

candidato en particular pero que, en cambio, promovería operaciones destructivas contra la<br />

Unidad Popular, coalición que apoyaba al candidato marxista Salvador Allende. En total, la CIA<br />

gastó entre 800 mil y un millón de dólares en operaciones encubiertas destinadas a afectar el<br />

resultado de la elección presidencial de 1970 132 .<br />

Así pues, Estados Unidos se decantaría por apoyar al bloque de la derecha en su<br />

conjunto, pero no a un partido en concreto y, menos a la Democracia Cristiana.<br />

“Kissinger –cuenta Drago- en una reunión del Comité de los 40, organismo encargado<br />

de aprobar las acciones encubiertas, secretas y clandestinas del gobierno<br />

estadounidense, lo dice con claridad meridana: no veo por qué tenemos que permanecer<br />

cruzados de brazos cuando un país se desliza hacia el comunismo por la<br />

irresponsabilidad de su propio pueblo” 133 . La verdadera amenaza para Estados Unidos<br />

desde la izquierda provenía de su posible victoria, ya que esta deslegitimaría los planes<br />

de Estados Unidos para todo el continente. Arrasaría por así decirlo la estrategia de la<br />

zanahoria planteada desde la Casa Blanca y no dejaría más opción que la del palo. Una<br />

vuelta a las posturas de intervención, pero esta vez de forma sutil. De manera poco<br />

aparatosa. Cuenta el Informe Hinchey que entre los año 1968-1969 las tareas<br />

principales consistieron esencialmente en tareas de propaganda, mientras que para las<br />

elecciones de 1970 se entraría en una fase de auténtico sabotaje a la candidatura de<br />

Allende 134 . Hay que señalar, paralelamente, que se desarrollaron dos operaciones de<br />

intervención y de adulteración una vez Allende hubo conseguido la mayoría de votos,<br />

los llamados Track I y Track II. En “Plan de Acción II”, la CIA buscaría<br />

promover un golpe que impidiera a Allende tomar posesión del cargo después de que éste<br />

obtuviera la mayoría en las elecciones del 4 de septiembre y antes de que el Congreso chileno<br />

ratificara su victoria, requisito éste derivado de la Constitución al no haber obtenido una mayoría<br />

absoluta. La CIA trabajó con tres grupos diferentes de conspiradores. Los tres grupos dejaron<br />

claro que cualquier golpe requeriría el secuestro del Comandante del Ejército, Rene Schneider 135 .<br />

Al que finalmente asesinarían por mantenerse en la legalidad (el plan iba a ser, en<br />

un principio secuestrarle).<br />

Antes de llegar a eso, la derecha en bloque había puesto toda la maquinaría<br />

propagandística a trabajar duramente con apoyo el apoyo de Washington. El Informe<br />

131 Drago, Tito, Chile: un doble secuestro, Madrid, Complutense, 1993. p.36.<br />

132 Soto, Hernán y Sergio Villegas, Archivos secretos: documentos desclasificados de la CIA, Santiago,<br />

LOM, 1999, p.179.<br />

133 Drago, Tito, op.cit., p.34.<br />

134 Informe Hinchey sobre las actividades de la CIA en Chile (Washington), 2000.<br />

135 Ibíd.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Hinchey comenta que “desde 1953 hasta 1970 la Central en Chile subvencionó<br />

empresas de radio, revistas escritas por círculos intelectuales, y un periódico derechista<br />

semanal. De acuerdo al testimonio de antiguos oficiales, el apoyo a los periódicos se<br />

terminó porque se volvieron tan inflexiblemente derechistas como para enemistarse con<br />

los conservadores moderados.” 136 . Eduardo Labarca, en su fundamental obra “Chile<br />

invadido”, relata perfectamente como las agencias norteamericanas de información<br />

eran las encargadas de proporcionar información en exclusiva en ámbitos de interés<br />

nacional para Estados Unidos a los periódicos de la derecha en Chile. Periódicos como<br />

El Mercurio o La Tercera se nutrían de informaciones provenientes directamente de la<br />

USIS (el brazo cultural de la United States Information Agency o USIA). Cuenta<br />

Labarca:<br />

Del USIS depende el Departamento de Prensa de la Embajada, con organización muy similar a la<br />

de un diario (…) El Departamento de Prensa distribuye diariamente boletines a los diarios y<br />

servicios informativos de radio y televisión del país, excluyendo sólo las escasas publicaciones de<br />

izquierda (…). Los periodistas de la Embajada preparan informaciones exclusivas para<br />

determinados diarios y revistas. Son excepcionales los diarios de Santiago y provincias que han<br />

publicado en alguna ocasión crónicas elaboradas por la embajada sin indicar su origen, como si<br />

provinieran de sus propios reporteros. (…). Los jefes de prensa de la embajada conocen y<br />

aprovechan los puntos débiles de las publicaciones chilenas. Les envían material sobre asuntos<br />

que el respectivo órgano informativo tiene dificultades para cubrir. De este modo, El Mercurio<br />

publicaba durante el año 1967 los días lunes varias páginas sobre temas agrícolas, en las cuales el<br />

50% del material provenía del Departamento de Prensa del USIS 137 .<br />

La USIS, además, según se nos relata, ofrecía programas de radio, incluidos<br />

noticiarios, de evidente cuño propagandístico. Los magnates Agustín Edwards o<br />

Germán Pico Cañas, presidentes de El Mercurio y La Tercera respectivamente, estaban<br />

plegados al interés norteamericano en el lugar. Labarca considera que:<br />

Los contactos en la cumbre se reflejan en las grandes líneas de los órganos periodísticos y<br />

especialmente en sus páginas editoriales. Durante años se supo que los comentarios de la página<br />

de redacción de El Mercurio de Santiago firmados con las letras O, W y S correspondían a<br />

encargos especiales de la embajada. El fruto de esos contactos advierte en las compañías<br />

coordinadas de gran parte de la prensa en periódicos de lucha social aguda o en épocas<br />

electorales, y en las reacciones coincidentes según la línea norteamericana ante las grandes crisis<br />

internacionales: bloqueo a Cuba, Vietnam, Medio Oriente 138 .<br />

Además de las labores incesantes de propaganda, se produjo en Chile la<br />

penetración de los llamados Peace Corps, grupos de voluntarios jóvenes<br />

estadounidenses cuyo objetivo era la promoción y aplicación de programas de ayuda in<br />

situ para el fomento del desarrollo en Chile, así como la obtención de información para<br />

Estados Unidos en ámbitos lúdicos. El ámbito cultural, por tanto, y tan necesario en la<br />

creación de entornos favorables para la construcción o apuntalamientos de bloques<br />

históricos, estaba esencialmente cubierto. No se debe pasar por alto, que las tareas de<br />

este nuevo bloque en gestación no correspondían exactamente a unas labores de<br />

136 Ibíd.<br />

137 Labarca, Goddard, Eduardo, Chile invadido, Santiago de Chile Austral, 1968.<br />

(p.312.).<br />

138 Ibíd. p.317.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

afianzamiento del bloque histórico existente, sino que por el contrario su tarea iba<br />

esencialmente dirigida a la construcción de un nuevo orden al respecto del ya existente.<br />

Las labores de propaganda, de generación de opinión púbica y nuevos esquemas<br />

mentales sobre el fundamento de la “vanaglorización” de la propiedad privada y la<br />

libertad individual buscaban la penetración en los albores de la sociedad civil no para<br />

asentar una hegemonía ya existente, sino para crear o recrear una nueva. Es decir, pasar<br />

de un conservadurismo social, socialcristiano (aunque firmemente capitalista), a otro<br />

esencialmente liberal; esa era precisamente la novedad que aún resultaba también<br />

novedosa en el Washington post-Johnson. Con respecto a la hegemonía y a la sociedad<br />

civil, ha habido, ciertamente una discusión un tanto absurda. Autores como Anderson<br />

han tratado de ver en la teorización clásica gramsciana un desligamiento entre el<br />

concepto de hegemonía, y el seno en el que esta se da, la sociedad civil, y el propio<br />

Estado, o sociedad política. Y así, entendiendo a este último como una esfera<br />

radicalmente diferenciada, se definiría como un lugar de coerción en la lucha de clases,<br />

y a la sociedad civil, como un lugar de la colaboración de clase en base a la hegemonía<br />

propuesta por la clase dominante a la dominada. Sin embargo, tal diferenciación no es<br />

real, ni fue descrita por Gramsci. El Estado, o sociedad política en puridad, no es un<br />

estamento no formante de la propia sociedad civil. Es una esfera diferenciada, pero<br />

inserta en los elementos privados de esa sociedad civil, precisamente porque inocula su<br />

hegemonía en tales elementos privativos de la sociedad civil. La coerción, la puesta en<br />

marcha de la maquinaria del Estado, la asunción de la lucha de clases, sólo es el último<br />

elemento que el Estado clasista aplica para obligar a la colaboración. La hegemonía<br />

política, inserta desde el nivel estatal, desde la sociedad política, en los elementos de la<br />

sociedad civil, impelen esencialmente a las clases subalternas a colaborar de forma<br />

naturalizada con sus dominadores, constituyendo así el bloque histórico; formado en la<br />

soldadura entre el nivel estructural y superestructural.<br />

El caso chileno, y en concreto en el análisis de la derecha y de la estrategia de<br />

Partido Nacional, ofrece una perspectiva de análisis novedosa: no era sólo la izquierda<br />

quien pretendía plantear una nueva hegemonía en base a un nuevo modo de<br />

producción. Era también la derecha, la élite política que había ostentado el poder en<br />

Chile en la práctica totalidad de su historia la que propugnaba un cambio de modelo, de<br />

una hegemonía fallida de la DC y su intento de afianzamiento del Estado de Bienestar.<br />

Así, la nueva derecha era contraria y rebelde a la hegemonía política propugnada por la<br />

DC ya que esta última planteaba la colaboración de clase en términos que el Partido<br />

Nacional no estaba dispuesta a asumir. Para los “Nacionales”, la colaboración debía<br />

basarse en términos antiguos, no en una poda de las élites y en la incorporación política<br />

del campesinado y de los obreros industriales. Así pues, la propia derecha tradicional<br />

observará al Estado como enemigo, no sólo en términos retóricos de su posición<br />

neoliberal, sino en términos prácticos, pues el Estado nuevo de la DC le era un enemigo<br />

por su conquista de la hegemonía. Es pues, que en esa lucha entre dos hegemonías<br />

absolutamente radicales, la DC se encuentra sin espacio; ni su intento de nuevo Estado<br />

había fructificado y, sí lo hizo mínimamente, fue para saltar por los aires la<br />

colaboración de clase, justo lo contrario a lo que había intentado. El Partido Nacional<br />

por su parte, dirigirá una crítica extrema a la DC a sabiendas de que para las elecciones<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

de septiembre de 1970 necesitaba adentrarse en el caladero de votos de la otrora<br />

derecha de vanguardia. Juan Carlos Arellano señala:<br />

La nueva derecha, encausada en su oposición integral y en la búsqueda del electorado del<br />

centro, al aproximarse las elecciones, agudizó su crítica a la candidatura de la Democracia<br />

Cristiana, representada por Radomiro Tomic. Los nacionales insisten en lo clave de esta<br />

elección; el diputado Luis Engelberto Frías afirma apasionadamente que «en ello Chile va a<br />

decidir si se sigue viviendo en libertad y en democracia o si se va a caer en el régimen del cual<br />

nunca se sale, en el régimen marxista» 139 .<br />

3.2 Dentro y fuera de la Unidad Popular<br />

En Chile las recetas reformistas y desarrollistas que impulsó la Alianza para el Progreso e hizo<br />

suyas el gobierno de Frei no han logrado alterar nada importante. En lo fundamental ha sido un<br />

nuevo gobierno de la burguesía al servicio del capitalismo nacional y extranjero…” 140 .<br />

Así rezaba el inicio del programa de la Unidad Popular condensando muy bien la<br />

percepción ideológica de la izquierda con respecto al intento frustrado de los<br />

democristianos en la construcción del Estado de Bienestar y un prospera clase media.<br />

Esta perspectiva era pareja a todo el bloque de la izquierda, sin embargo sus posiciones<br />

eran radicalmente diferentes. En la Unidad Popular, como se decía, se mantuvo una vía<br />

electoralista que veía aún la posibilidad de alcanzar el poder por la vía de la llamada<br />

democracia burguesa. Fuera de la Unidad Popular, en donde por cierto había recalado<br />

una parte de la Democracia Cristiana, la MAPU, se atendía a la estrategia de la lucha<br />

armada, encarnada en el grupo de Movimiento de Acción Revolucionaria (MIR)<br />

liderado por el Miguel Enríquez.<br />

En términos generales, es oportuno entablar una discusión en torno al eterno<br />

debate estratégico de la izquierda de mecanicismo-reformismo, voluntarismorevolución,<br />

mecanicismo-voluntarismo-revolución. Las tres posibilidades de<br />

interpretación histórica en el movimiento obrero podían llegar a definirse dentro del<br />

sistema económico-socio-político del momento, aunque, y a la postre, ninguna tuvo<br />

éxito. Resumidamente el mecanicismo, la elevada ortodoxia por el mecanismo<br />

estructural, que resulta en reformismo más que en revolución de la clase obrera, tuvo<br />

sus más absolutas muestras una vez que la Unidad Popular hubo alcanzado el gobierno.<br />

Y, particularmente, no del lado socialista, sino más bien del lado comunista, que<br />

buscaría a toda costa “consolidar lo avanzado”, en contraposición del “al avanzar sin<br />

transar” de los socialistas (dar el salto a la revolución) 52 . Tal mecanicismo, por otra<br />

parte, no se dio durante en la etapa en la oposición, fundamentalmente porque la<br />

Unidad Popular siempre tendió a una interpretación libre del hecho de la crisis del<br />

capitalismo en Chile. De facto, si recogemos las teorías de autores clásicos de la<br />

dependencia como Gunder Frank de que en Chile no tuvo lugar una experiencia más<br />

que de capitalismo periférico, de la dependencia, parece lógico sostener que una<br />

139 Arellano, Juan Carlos, “El partido nacional en Chile: su rol en el conflicto (1966-1973)”, en Atenea,<br />

499 (2009), pp. 157-174.<br />

140 Programa básico de gobierno de la Unidad Popular. Candidatura de Salvador Allende. (Santiago de<br />

Chile) 1969 52 De hecho, el Partido Comunista había actuado ya desde los tiempos del FRAP, en 1958,<br />

como un partido mucho más interclasista, y como partido que abogaba (en clara sintonía con el<br />

discurso mecanicista) por realizar en primer lugar la revolución burguesa. (Furci, Carmelo, El partido<br />

comunista de Chile y la vía al socialismo, Santiago de Chile, Ariadna, 2008, p.118.).<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

revolución socialista no podría tener lugar sin un desarrollo pleno de la etapa burguesaliberal<br />

plena. Es decir, sin una revolución burguesa, no era posible avanzar por el<br />

socialismo. La táctica de socialistas y comunistas había sido generalmente la unión con<br />

otros partidos de burguesía progresista, caso del Partido Radical con Pedro Aguirre<br />

Cerda, en pos de conseguir tal revolución que pusiera ya un pie sobre tierra, y se<br />

pudiera dar el siguiente paso; una revolución socialista. Pero, tras el apoyo de los<br />

comunistas a Videla, que más tarde los echaría del gobierno por las presiones<br />

norteamericanas (y que acabaría ilegalizando), puso en evidencia a la izquierda de que<br />

no se podía esperar. Así, arrogándose a un discurso voluntarista, se puso en la tarea de<br />

revolucionar el sistema. Lenin, por su parte, había rechazado el inmovilismo de los<br />

mecanicistas que a la espera del momento oportuno acababan optando, como hizo el<br />

SPD, por el reformismo (esperando a que el Estado se extinga, como dirá Lenin),<br />

mientras que atacaba a los voluntaristas su ingenuidad, su excesiva energía por la<br />

revolución, su excesiva fe en la masa; era el izquierdismo. Sin embargo, tal ataque no<br />

era óbice para que no se diera a tareas de revolución, menospreciando de igual forma a<br />

los mecanicistas y asumiendo el voluntarismo. El propio “Gramsci 141 – comenta<br />

Hobsbawm- en Turín reaccionó ante la revolución de octubre proclamando una<br />

revolución contra El Capital de Marx” 142 . La U.P. asumió una postura, en tal sentido,<br />

voluntarista en la contienda electoral, y en el gobierno, también asumió una postura a<br />

medio camino entre el mecanicismo y una retórica revolucionaria. Todo ello por el<br />

arrastre que tuvo el Partido Socialista en sus posiciones estratégicas en el seno de<br />

Unidad Popular. Tanto, que el Partido Comunista, que era realmente el partido<br />

histórico de las izquierdas en Chile, se vio sobrepasado en el gobierno por la estrategia<br />

izquierdista del PS y sus líderes.<br />

La vía electoral no era, per se, una vía errónea en perspectiva, ni tampoco era una<br />

vía que pudiera catalogarse en esencia de una tendencia o de otra. Entrando en el juego<br />

electoral la coalición marxista no era menos marxista ni era, por tanto, menos<br />

revolucionaria ni menos reformista. La cuestión estribaba en si se estaba dispuesto en<br />

un momento a coger las armas y hacer la revolución. De hecho, la estrategia electoral<br />

de PS y PC tuvo éxito. De manera equivalente, tampoco puede catalogarse de fracaso –<br />

al menos a la altura de 1970- la estrategia del MIR en la lucha armada (aunque nunca<br />

consiguiera convertirse en guerrilla del tipo cubano). Lo que no debe pasarse por alto<br />

es que el PS era un partido del llamado humanismo socialista y, por consiguiente,<br />

seguidor del joven Marx, afincado en la crítica a Moscú y poco amigo, o nada, de<br />

ortodoxias. Al juzgar al PS, debe tenerse en cuenta bien la postura del propio PCUS,<br />

que combinó 1) una postura voluntarista e izquierdista a la hora de tomar el poder y 2)<br />

una postura mecanicista a la de ejercerlo (asumiendo la ortodoxia de la estructura). De<br />

la misma forma, hay que tener en cuenta que tales categorías son en esencia definitorias<br />

de la interpretación del proceso histórico y no tanto del accionar político. En tal<br />

sentido, la postura mecanicista esta imbricada al reformismo político, suplantando la<br />

revolución y cayendo en el revisionismo. El voluntarismo, por su parte, o la necesidad<br />

141 Acusado de “izquierdista” como Luxemburgo.<br />

142 Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2012, p.206.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

de ganar las conciencias de la clase obrera (sin tanta atención a la estructura), está<br />

asociado al izquierdismo, pues plantea la revolución a toda costa. El PS, así, 1) aunque<br />

asume una postura voluntarista en la estrategia de la toma de poder, no se deja<br />

contagiar por el izquierdismo revolucionario; es decir, es voluntarista, pero no<br />

izquierdista y 2) una vez en el poder es mecanicista (fija su atención en la estructura),<br />

pero izquierdista en el programa; es decir, busca la revolución. Luego, es reformista en<br />

cuanto a programa y aspira a la revolución desde el gobierno. Tal posicionamiento es<br />

aplicable en su totalidad a la Unidad Popular. En cuadro:<br />

ESTRATEGIA:<br />

PROGRAMA:<br />

U.P.>en la campaña VOLUNTARISTA REFORMISTA<br />

U.P.>en el gobierno MECANICISTA REVOLUCINARIO 143<br />

La contradicción parece evidente. En todo caso, la U.P. acertó al menos en una de<br />

las estrategias a seguir: la voluntarista. O al menos parcialmente. Se ha argumentado<br />

antes que uno de los principales objetivos de la coalición electoral (y me refiero no sólo<br />

a los tiempos en los que la coalición se llamará Unidad Popular) trataba de ganar el<br />

ámbito de la sociedad civil para plantear un nuevo modelo para Chile. Y es cierto. La<br />

respuesta voluntarista como interpretación del desarrollo en Chile, y como elemento<br />

para ganar las conciencias, era decidida y oportuna, pues la circunstancia, al igual que<br />

en la Rusia de 1917, no daba pie a una elevada ortodoxia, a un elevado mecanicismo de<br />

la dirigencia. Y esto por un hecho fundamental: no había en Chile un capitalismo<br />

desarrollado. En tal sentido, el programa de la Unidad Popular planteaba la reforma en<br />

tanto que así conseguiría completar simultáneamente la revolución burguesa y avanzar<br />

por las leyes de la economía hacía la revolución socialista. Daniel Rafuls al respecto<br />

dice:<br />

Aunque Marx y Engels aceptaron que los llamados países civilizados de la Europa (…) si podían<br />

iniciar su revolución proletaria sin la ayuda de otros estados más avanzados que ellos, sin<br />

embargo, no podrían implantar , de inmediato, el socialismo en condiciones de insuficiente<br />

desarrollo industrial, sin dar cumplimiento a las tareas que las revoluciones democrático<br />

burguesas habían dejado pendiente en ellos y sin crear condiciones para posibles alianzas<br />

políticas internas entre obreros y campesinos 144 .<br />

Por otra parte, en 1965, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria presentó un<br />

programa que decía lo siguiente:<br />

143 Voluntarista significa, que interpreta las condiciones económicas, la estructura, de una forma<br />

heterodoxa, no hace falta capitalismo desarrollado, ni su crisis para tomar la batalla por el socialismo<br />

como algo necesario. El mecanicismo, por el contrario, entiende que el socialismo sólo es posible allí<br />

donde el modo de producción es el capitalista. El izquierdismo (los revolucionarios) es la tendencia a<br />

hacer la revolución a toda costa y de manera democrática y en masa. El reformismo es la tendencia que<br />

bajo el capitalismo desarrollado busca, en la legalidad del Estado burgués, quemar etapas, hacer reformas,<br />

en la inevitable marcha hacia el socialismo, dejando a un lado, bajo la interpretación bersteiniana, la tarea<br />

de la revolución.<br />

144 Rafuls, Pineda, Daniel, El marxismo sobre los inicios de la transición política al socialismo en los<br />

países no industrializados, Nodo50, en:<br />

https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/politica/garciab1_310509.pdf [consultado el 20 de diciembre de<br />

2015].<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Las condiciones objetivas están más que nunca maduras para el derrocamiento del sistema<br />

capitalista. A pesar de ello, el reformismo y revisionismo siguen traicionando los intereses del<br />

proletariado. De ahí que la crisis de la humanidad se concretiza en la crisis de dirección mundial<br />

del proletariado. Sin embargo, el proceso revolucionario de las últimas décadas ha producido una<br />

crisis en los partidos políticos tradicionales de izquierda y han comenzado a surgir movimientos<br />

revolucionarios nuevos que abren la perspectiva histórica para la superación de la crisis de<br />

dirección del proletariado 145 .<br />

La impulsividad de tales afirmaciones refleja a las claras que subsistía en el MIR<br />

un binomio clásico, bien conocido por la misma época en Europa, de voluntarismoizquierdismo.<br />

Pretendían emular a Lenin, o mejor, a Castro, pero su fracaso se da<br />

fundamentalmente en que las propias condiciones objetivas no eran tales. Lenin tenía<br />

un programa revolucionario, pero y a pesar de todo nunca dejó de ser mecanicista. De<br />

hecho siempre pensó que la revolución bolchevique no podía ser el centro de la<br />

revolución socialista mundial, sino que debía ser Alemania (pues tenía ya un desarrollo<br />

enorme del capitalismo y las condiciones objetivas para la revolución) 146 . El gran error<br />

del MIR es su excesivo voluntarismo, su fe en que la masa proletaria o campesina va a<br />

seguir unos postulados radicales; llegar a coger las armas para realizar una revolución<br />

desde abajo como no pretenderá nunca el Partido Comunista, anclado desde antiguo<br />

en la participación política pacífica. Los comunistas, en palabras de Luis Corvalán,<br />

expresarían que “lo único que la vía pacífica desaloja es la guerra civil o la insurrección<br />

armada, porque esto ya corresponde a la vía armada” 147 . Los comunistas, por tanto,<br />

asumieron una vía pacífica para la consecución del poder, conscientes de que una<br />

revolución violenta no era factible de acuerdo a las condiciones económico-políticas.<br />

Hay que tener en cuenta que Chile tenía una larga tradición democrática; una<br />

democracia bastante representativa, gracias en buena medida a las reformas electorales<br />

de 1958 y 1962. En tal circunstancia, las vías pacíficas se arrogaban a las palabras que<br />

Marx pronunciaría en el Congreso de la Haya:<br />

Nosotros jamás hemos pretendido que para lograr este objetivo sea preciso emplear en todas<br />

partes medios idénticos. Sabemos que hay que tener en cuenta las instituciones, las costumbres y<br />

las tradiciones de los diferentes países; y nosotros no negamos que existan países como América,<br />

Inglaterra y, si yo conociera mejor vuestras instituciones, agregaría Holanda, en los que los<br />

trabajadores pueden llegar a su objetivo por medios pacíficos 148 .<br />

La revolución desde arriba parecía una vía posible desde el razonamiento de que<br />

revoluciones de este tipo, aunque siempre burguesas, se habían dado ya en países como<br />

145 Punto V del Programa del MIR. 1965.<br />

146 “Los fundadores del marxismo creían que la función de una revolución en Rusia sería tan sólo la de<br />

precipitar el estallido revolucionario en los países industrializados más avanzados, donde se daban las<br />

condiciones previas para la construcción del socialismo. Como hemos visto, eso fue exactamente lo que<br />

se suponía que iba a ocurrir en 1917-1918, y lo que parecía justificar la polémica decisión –por lo menos<br />

para los marxistas-de Lenin de trazar la estrategia de los bolcheviques rusos para la conquista del poder<br />

soviético y del socialismo. Para Lenin, Moscú sólo sería la sede temporal del socialismo hasta que<br />

pudiera trasladarse a su capital permanente en Berlín. No es ninguna coincidencia que el idioma oficial<br />

de la de la Internacional Comunista, el estado mayor de la revolución mundial, no fuese el ruso, sino el<br />

alemán” Hobsbawm, Eric, op.cit., Historia… pp. 375-376.<br />

147 Bravo, Lira, Bernandino, Régimen de gobierno y partidos políticos en Chile, 1924-1973, Santiago de<br />

Chile Editorial Jurídica, 1978, p.141.<br />

148 Marx, Karl, el Congreso de la Haya. 8 de septiembre de 1875.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Prusia. No obstante, aquella discusión en torno a la vía armada o la vía pacífica será<br />

una constante en el seno del PCCh, lo que acabará en escisiones y en definitivas<br />

agrupaciones izquierdistas como el MIR. También en el Partido Socialista donde se<br />

dirá en el Congreso de la Reunificación (Chillán, 1967):<br />

La violencia revolucionara es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo<br />

y armado del Estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y<br />

económico y, a su ulterior defensa y fortalecimiento. [Atención a la siguiente frase y las que<br />

después dirá Allende con respecto a la institucionalidad del Estado:] Solo destruyendo el aparato<br />

burocrático y militar del Estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista 149 .<br />

Autores como Stanley Moore han incidido a su vez en la perspectiva de la<br />

revolución desde arriba y desde abajo y sus ligazones con una y otra tendencia. Desde<br />

las posiciones del reformismo socialista se buscará esencialmente transitar al<br />

socialismo desde una revolución desde arriba (ganar el gobierno), frente al leninismo<br />

que niega la posibilidad de una verdadera revolución socialista si esta no es desde<br />

abajo; revolución (asaltar el gobierno) 150 . En tal sentido, la vía voluntarista asumida<br />

como estrategia e interpretación de los hechos de la historia de Chile no es per se<br />

menos leninista. Sí lo es en el hecho de cómo afrontaría el Partido Comunista Chileno<br />

el factor de la revolución, pues esencialmente éste basó su postura no tanto en asaltar el<br />

gobierno, como de ganarlo. Siguiendo a Stanley Moore, habría que señalar de la misma<br />

forma que tanto Marx como Lenin consideraron que las condiciones para la realización<br />

de una revolución violenta eran aquellas que en el seno del Estado eran definidas como<br />

normales. Y estas circunstancias son aquellas que definen a un Estado con una<br />

maquinaria de burocracia y ejército permanente dispuesto a solventar, ellos mismos,<br />

una eventual llegada al poder de los partidos socialistas. Ahora bien, si se denominan<br />

normales a unas circunstancias que se han generalizado en las democracias liberalcapitalistas,<br />

es porque ciertamente existían elementos que diferían en la construcción<br />

de los Estados capitalistas super-estructuralmente. Es decir, si bien la base era común a<br />

todos, la normalidad de unos en la superestructura, advertía en su no “comunidad”, la<br />

a-normalidad de los elementos a ese nivel de otros Estados. Marx ya lo señalaría con<br />

respecto a Inglaterra, al decir que en aquel país, ajeno aún a las formas más perfectas de<br />

Estado militarista y burocrático, era aún en 1871, posible realizar una revolución del<br />

proletariado sin que mediara en ella un elemento violento. Es decir, la democracia<br />

burguesa sólo podía ser utilizada como elemento de toma del poder (hacer la<br />

revolución desde arriba), si la maquinaria del Estado (el Estado coercitivo y<br />

burocrático) no estaba suficientemente engrasada para reprimir al revolucionario o para<br />

continuar con su normal funcionamiento de clase con independencia de su gobierno. Si<br />

estas condiciones se daban en el lugar de la sociedad política, no había más que una<br />

opción: la violencia. En tal caso, ¿qué condiciones se daban en Chile? La izquierda<br />

interpretó el asunto de forma disimilar como veíamos. El bloque mayoritario, la Unidad<br />

Popular, interpretó que en Chile se daban ausencias en las condiciones marcadas por<br />

149 Grez, Toso, Sergio, “La izquierda chilena y las elecciones una perspectiva histórica (1882-2013)”, en<br />

Cuadernos de historia, 40 (2014), pp. 61-93.<br />

150 Lenin exclamaría: “la sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una<br />

revolución violenta”.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Marx y que, por ende, tenía la posibilidad de no destruir el Estado Capitalista para<br />

mutarlo a uno obrero. A la consideración de debilidad de los aparatos burdos del<br />

Estado en su condición de clase como la coerción, la izquierda se propuso también<br />

socavar, con el ariete de la hegemonía alternativa, la hegemonía política no<br />

suficientemente desarrollada en los ámbitos de la sociedad civil. En tal sentido, la<br />

izquierda se propuso ganar la sociedad civil, para ganar a la sociedad política. Es decir,<br />

conseguir deshacer la colaboración interclasista y ganar el Estado. Recuerda Lukács, no<br />

obstante que “ver el Estado como un objetivo a conquistar y no como un obstáculo a<br />

eliminar equivale a perder la batalla antes de comenzarla”.<br />

Cabe decir, por otra parte, ¿no era aquella postura contraria a las propias tesis de<br />

Gramsci? Si asumían el voluntarismo como interpretación ¿sería porque las<br />

condiciones para la revolución armada no eran propicias? El sardo argumentaba que, en<br />

una sociedad civil desarrollada, las condiciones del desarrollar una revolución de tipo<br />

soviético no eran factibles. Así, la práctica propuesta por Gramsci es la ya manida<br />

propuesta de guerra de posiciones. Los hechos parecen indicar que la izquierda<br />

mayoritaria interpretó en tal sentido la búsqueda del poder. No obstante, cabe<br />

preguntarse: si Chile era un país de capitalismo periférico, dependiente, sujeto a las<br />

intervenciones imperialistas, ¿por qué simplemente no hacer la revolución? Es decir,<br />

¿por qué asumir un discurso de atraso del capitalismo chileno, y a la vez plantear una<br />

estrategia de posiciones reservada por Gramsci a las esferas, a los Estados, de<br />

capitalismo más avanzado 151 ? La cuestión no es baladí, pues el MIR, u otros<br />

grupúsculos de la izquierda como el PCR, asumieron honestamente su propio discurso:<br />

voluntarista e izquierdista, pero no así la Unidad Popular. Esta, plantea una necesidad<br />

de ganar las conciencias de la clase trabajadora industrial y campesina, pero, y teniendo<br />

en cuenta su propio discurso de subdesarrollo, la hegemonía no parecía tan difícil de<br />

ganar según la teorización de Gramsci, ni tampoco debía ser demasiado complicado<br />

plantear la estrategia como hizo el MIR, asumiendo simplemente que había que tomar<br />

el Estado capitalista para destruirlo. Por tanto, y finalizando esta discusión, y antes de<br />

adentrarnos en la investigación de la intervención foránea en las izquierdas,<br />

concluiremos diciendo que, 1) que si la interpretación de los hechos hubiera sido<br />

igualmente reproducida en la estrategia por la izquierda (me refiero aquí concretamente<br />

a la interpretación de que Chile no contaba con elementos de una sociedad avanzada en<br />

términos de desarrollo), la lucha armada habría sido el camino elegido (como otros<br />

grupos armados habían interpretado, haciendo suyo el discurso nacional, revolución<br />

burguesa, y socialista. Se aúna así el voluntarismo y el izquierdismo), 2) la elección de<br />

una perspectiva común pudo tener un éxito absoluto si la izquierda hubiera elegido<br />

también una estrategia común; cosa que, como sabemos ya, no hizo, 3) el gran fracaso<br />

151 Dice el autor italiano literalmente: “en lo que respecta a los Estados más avanzados, donde la sociedad<br />

civil se ha convertido en una estructura muy compleja y resistente a las irrupciones catastróficas del<br />

elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.): las superestructuras de la sociedad civil son<br />

como el sistema de trincheras en la guerra moderna. Así como éste ocurría que in encarnizado ataque de<br />

artillería parecía destruir todo el sistema defensivo adversario, cuando en realidad sólo había destruido la<br />

superficie exterior y en el momento del ataque y del avance los asaltantes se encontraban frente a una<br />

línea defensiva todavía eficiente, lo mismo ocurre en la política durante las grandes crisis económicas.”<br />

Gramsci, Antonio, op.cit., p. 81.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

de la Unidad Popular fue no hacer la revolución cuando podía y querer hacerla cuando<br />

ya no creía necesario “ganar las conciencias”, sino meramente aplicar el programa<br />

(cometiendo así el mismo error que los soviéticos, al no dar mayor importancia, una<br />

vez en el poder, a los elementos de construcción del bloque histórico; al pegamento de<br />

la hegemonía. Al respecto, tanto los unos como los otros, creían que reformando el<br />

modo de producción bastaría para generar un hombre nuevo. Un aspecto, que como ya<br />

Lenin advertiría es un tanto plano, pues nadie debe pensar que, en una sociedad<br />

socialista recién construida, los miembros se den voluntariamente a un trabajo por la<br />

comunidad o que no imperen fundamentos y esquemas mentales conectados a la<br />

pervivencia material e ideológica del sistema o modo de producción anterior); 4) el<br />

gran éxito del MIR fue ser honesto con la interpretación de los hechos y asumir in hoc<br />

sensu la lucha armada como el mejor camino de acuerdo a sus intereses. La tercera<br />

afirmación puede ser considerada –especialmente la idea entre paréntesis- como<br />

“enemiga” de la ortodoxia marxista, pero no lo es. Y ello por varias razones. En primer<br />

lugar, no parece razonable pensar que si el Estado capitalista contara con suficientes<br />

elementos para la colaboración de clase en la represión, éste tuviera que recurrir a<br />

elementos de operatividad ideológica para sustentarse, pero de hecho lo hace. De la<br />

misma manera, parece ilógico que un Estado Obrero sólo contara con el elemento<br />

represivo de las masas populares en armas. ¿Qué hay de los no convencidos, pero no<br />

burgueses? Es evidente que se necesita una superestructura, un marco institucional,<br />

pero, también, dicho sea de paso, que la persistente sociedad civil sea penetrada, de<br />

igual forma, de una hegemonía política devenida del poder institucional público y que<br />

de acuerdo a eso, y a la nacionalización de los medios de producción, forme parte de<br />

una sociedad pública; desvirtuado así las dos esferas privado-públicas del orden<br />

burgués. Se puede argumentar ¿cómo?, pero ¿hace falta ese componente en un Estado<br />

sin clases, y en un modo de producción del que surgen relaciones igualitarias? Valga<br />

esta afirmación de un tipo, Lenin, al que nadie achacará ser un verso suelto:<br />

Sin caer en utopismo, no se puede pensar que, al derrocar el capitalismo, los hombres aprenderán<br />

a trabajar inmediatamente para la sociedad sin sujeción a ninguna a norma de derecho; además, la<br />

abolición del capitalismo no sienta de repente tampoco las premisas económicas para este<br />

cambio 152 .<br />

Esta es una tara burguesa en la revolución socialista, pero era asumida como una<br />

necesidad pues, el Estado Obrero es un Estado aún en lucha, en la lucha de clases. Es<br />

decir, se necesita no sólo convertir en sociedad política-pública a toda la clase obrera<br />

mediante la no privación de los medios de producción, sino que además es necesario<br />

subvertir los órdenes de esfera privada y pública mediante la conversión ideológica de<br />

la masa obrera (lo que no significaba una entrada al partido), para lo cual era necesaria<br />

la instrucción y la utilización de los aparatos ideológicos en sentido contrario a los que<br />

lo que los habían utilizado en el orden burgués-capitalista.<br />

En cualquiera de los casos, la Unidad Popular, pese a toda su retórica, y pese a<br />

una dirigencia, especialmente la del PS, encaramada a un discurso un tanto hipócrita de<br />

que la lucha armada era su vía política estratégica principal, se dio a las tareas<br />

152 Lenin, V.L., El Estado y la Revolución, Público. 2009, p.134.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

electorales para 1970 de una forma decidida. El MIR daría un apoyo tácito a la<br />

coalición en la contienda electoral, pero nunca vería en la propuesta de Allende por<br />

ganar el gobierno más que una forma de retrasar el considerado inevitable conflicto con<br />

la clase burguesa. Señalaban así,<br />

desconfiamos que por esa vía vayan a ser gobierno los obreros y campesinos y se comience la<br />

construcción del socialismo. Estamos ciertos de que si ese difícil triunfo electoral se alcanza, las<br />

clases dominantes no vacilarán en dar un golpe militar (…). A la postre e inevitablemente el<br />

problema del poder, como siempre ha ocurrido en la historia deberá resolverse a través de un<br />

enfrentamiento violento y armado entre el pueblo y sus explotadores 153 .<br />

A tenor de la experiencia de la Unidad Popular puede decirse que en buena<br />

medida los jóvenes del MIR fueron honestos con la premisa de “el que quiere fin,<br />

quiere los medios”. Mientas tanto, como señala Moulián:<br />

La Unidad Popular desencadenó prácticas revolucionarias y retóricas revolucionarias sin<br />

movilizar los medios indispensables para que se produjera ese alumbramiento, el<br />

acontecimiento primordial y constitutivo. Una revolución es siempre un ejercicio de violencia,<br />

pero no es, pero no es cualquier ejercicio de violencia (…), se produce con ella y en ella el dolor<br />

del un enfrentamiento de fuerzas enemigas. Nadie sale con las manos limpias, se enfrentan<br />

dilemas éticos. Esto es consustancial a sus objetivos: la eliminación de la capacidad de<br />

mantener o reimponer su dominación por parte de los grupos enemigos y la destrucción de los<br />

aparatos de Estado (…). Solo cumpliendo esa condición previa, el acontecimiento originario<br />

puede dar paso a una dictadura revolucionaria estable, en condiciones de realizar la difícil<br />

creación de lo nuevo, minimizando los riesgos de la regresión. Esta definición es empírica y no<br />

normativa. Se refiere a juicios de hecho y no de valor. No tiene importancia si a usted o a mí<br />

nos gusta la violencia. Las revoluciones la usan (…). La Unidad Popular quiso escapar a esa<br />

regla y, por eso mismo, no debió autoconcebirse como revolución, porque no podía realizarla.<br />

Al hacerlo y negarse a los medios o al estar imposibilitada de obtenerlos, se convirtió en una<br />

ilusión retórica, el sueño romántico de «profetas desarmados» 154 .<br />

Por otra parte, cabe preguntarse también en qué medida la Unidad Popular estuvo<br />

satelizada por elementos extraños. Ya advertíamos antes que dos autoras rusas Olga<br />

Uliánova y Eugenia Fediakova han realizado una labor de estudio al respecto y que<br />

advierten algo que ya señalábamos en nuestra hipótesis: la campaña de 1970 era una<br />

campaña anómala en tanto que el juego interno se jugaba con una enorme vinculación a<br />

tendencias exteriores. Chile, en tal sentido, era un campo de batalla más de la lucha<br />

internacional en el contexto de la Guerra Fría. Aunque, debería aclararse una cosa: lo<br />

cierto es que no fue la Unidad Popular exactamente a la que se financió, sino al Partido<br />

Comunista de Chile. La Unión aceptó, además, la estrategia pacífica de este último<br />

para alcanzar el poder, una vez que el propio XX Congreso del PCUS adoptara una<br />

línea que aceptaba la posibilidad de alcanzar el poder por la vía pacífica, pese a no<br />

renunciar a la lucha armada.<br />

“Cuando no había –apuntan las autoras- relaciones diplomáticas con un país y el régimen político<br />

de éste era clasificado de dictadura (con variables apellidos, desde oligarquía a fascista), las políticas<br />

soviéticas (tal vez con cierta añoranza cuasirromántica de los mitos fundacionales de la Revolución de<br />

153 Grez, Toso, Sergio, op.cit., pp. 61-93.<br />

154 Moulián, Tomás, Chile actual: anatomía de un mito, Santiago, LOM, 2002, pp.154-155.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Octubre) centraban su apoyo en las fuerzas políticas que propiciaban el derrocamiento del régimen en<br />

cuestión” 155 .<br />

Existe, no obstante, una diferenciación clara entre una intervención la<br />

estadounidense y la soviética. En primer lugar, ya se ha advertido que la Unión llegó a<br />

una fase de financiación de cuadros del Partido, pero no llegó a más, mientras que las<br />

pruebas parecen indicar que Estados Unidos, siendo Chile un país de su considerada<br />

área de influencia, tuvo una implicación mucho más directa y exhaustiva. Al menos, en<br />

lo referente a el tiempo en el que tratamos aquí, el año 1970, y durante el gobierno del<br />

presidente Allende. Hay que considerar, por otra parte, que una de las motivaciones la<br />

política de containment (política instigada por Kennan, Acheson y Marshall) se debe<br />

esencialmente a la consideración de que la Unión Soviética, como país de la<br />

revolución, era una amenaza para los sistemas capitalistas establecidos. En todo caso,<br />

no ya con Stalin que propugnaba por una revolución de un solo país, sino con Lenin, se<br />

impone en la Unión una política de supervivencia. Luego, la idea de considerar a la<br />

Unión Soviética como país amenazante, como país exportador de la revolución, no<br />

está, en puridad justificada. De la Guardia, al explicar la política exterior soviética,<br />

razonaba que ésta seguía una política “de ambigüedad medida –apoyo a las fuerzas<br />

revolucionarias de todo el mundo en el terreno teórico y acercamiento tímido a los<br />

países occidentales con el fin del evitar un conflicto directo- que dio buenos<br />

resultados” 156 en la época de Lenin y también con Stalin. De facto, a la Unión, y<br />

Kruschev lo explicitará en el Congreso antes referenciado, le bastaba con esperar que el<br />

capitalismo se colapsara y se autodestruyera. Estados Unidos, por su parte, consideró<br />

esa propuesta como un cierto engaño. Como una retórica por la paz que ya habían oído<br />

en Hitler, engañando a los Occidentales y que se demostró falsa. Dice Morán Orti que<br />

en la política de containment “también influyó la valoración negativa de las<br />

contemporizaciones con Hitler en los años treinta (o sea, la política de<br />

Apaciguamiento), un error que había envalentonado a los nazis, haciendo inevitable el<br />

estallido de la Segunda Guerra Mundial” 157 .<br />

En cualquiera de los casos, los juicios del porqué surge esta política de<br />

contención en Estados Unidos entroncan con la consideración que se haga sobre la<br />

propia Guerra Fría. Así, mientras que para la escuela tradicionalista la política de<br />

contención, encarnada en el plano militar por la Doctrina Truman, estaba justificada<br />

por el expansionismo soviético, para la corriente revisionista de la Guerra Fría, fue la<br />

propia política en conjunto agresiva de Truman y de Estados Unidos la que motivó un<br />

discurso igualmente agresivo en la Unión Soviética.<br />

Por otra parte, cabe hablar de la consideración de la revolución como factor en el<br />

hecho de las intervenciones de uno y otro bando. Bien es cierto, que la Unión Soviética<br />

ejercía un control sobre los países de su considerada área de influencia; sobre sus<br />

155 Uliánova, Olga, Fediediakova, Eugenia, op.cit., pp. 113-148.<br />

156 Martín de la Guardia, Ricardo, La revolución soviética y su impacto internacional. La URSS (1917-<br />

1929), en Pereira, Juan Carlos (Ed.), Historia de las relaciones internacionales, Madrid, Ariel, 2009,<br />

p.305.<br />

157 Morán, Orti, Manuel, La evolución de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX en Paredes,<br />

Javier (Coor.), Historia universal contemporánea II. De la Primera Guerra a nuestros días, Barcelona,<br />

Ariel, 2011, p.805.<br />

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“hermanos socialistas de Europa” o simplemente sobre el denominado un tanto<br />

“eurocéntricamente” como el Este europeo (para la Unión era simplemente su Oeste).<br />

Sin embargo, cabe preguntarse sobre si, y sobre todo si tras Kruschev, hubo realmente<br />

un control de la Unión sobre países en donde se hizo una revolución izquierdista o allí<br />

donde hubo triunfado.<br />

Estados Unidos quiso entender que allí donde se realizaba una revolución, se<br />

acabaría fundando un país propicio para la satelización soviética. Luego, la revolución<br />

no era un acto nunca genuino del país donde se daba, sino un acto, primero, contrario a<br />

Estados Unidos y, segundo, siempre favorable al interés imperial de la Unión Soviética.<br />

Se impuso, por tanto, la idea de que una revolución era siempre favorecedora de la<br />

Unión. Las pruebas demuestran, y el caso chino es paradigmático, que el apoyo a la<br />

revolución por parte de la Unión a los países en donde esta se daba, o en aquellos en los<br />

que la instigaba en base a ayudas financieras o armamentísticas, no siempre resultaba<br />

beneficioso en términos de ganancias a nivel de Estado. De hecho, suponían un<br />

inmenso coste que era perjudicial para el Estado soviético (Gorbachov no cambió su<br />

estrategia exterior, el Nuevo Pensamiento, precisamente, por un cambio en los ideales,<br />

sino por la sangría que suponía la manutención de políticas exteriores muy costosas y,<br />

en beneficio, absolutamente desastrosas). En ese sentido, no cabe considerar que la<br />

Unión tuviera una pretensión imperial como intentaba, demagógicamente, señalar<br />

Estados Unidos (con la excepción de Europa del Este, que tampoco debe verse más que<br />

como el glacis de seguridad reservado para la Unión al finalizar la guerra, y como el<br />

equivalente estadounidense de Latinoamérica o la Europa Occidental). Por el contrario,<br />

las ayudas dadas a los partidos comunistas deben ser consideradas a menudo fondos<br />

perdidos basados en, buena parte de los casos, en un honesto internacionalismo. Sin<br />

que ello tenga que suponer que la Unión Soviética no pretendiera sacar beneficio de las<br />

mismas como Estado. Pero nunca como condición para darlas, o para crear, por<br />

haberlas dado, satélites de lo que Reagan, rocambolescamente, denominó Imperio del<br />

Mal. La Unión, según relatan los propios Archivos Soviéticos, otorgó en el año 1966<br />

al PCCh 300.000 dólares. Estos datos de ayuda financiera, nos recuerdan las autoras<br />

antes referenciadas, “son uno de los pocos casos donde se puede operar con cifras<br />

exactas” 158 . En todo caso, para 1970, la cifra asciende ligeramente al pasar a los<br />

400.000 dólares. Ocupando el cuarto puesto de la ayuda proporcionada por la Unión<br />

Soviética al país andino (ver cuadro).<br />

158 Uliánova, Olga, Fediakova, Eugenia, op.cit., pp. 113-148.<br />

63


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Figura 1. «Chile en los archivos secretos de la URSS (1959-1973). (Comité Central del PCUS y del<br />

ministerio de relaciones exteriores de la URSS)». Estudios Públicos, nº72, primavera de 1998, pp.391-476.<br />

Como observará el lector, el PC de Chile no ocupa en cuanto a cifras el cuarto<br />

lugar propiamente. Ulianova y Fediakova señalan:<br />

Un detalle llama la atención cuando uno observa las hojas manuscritas de resolución de<br />

repartición de ayuda para este año: si bien la suma aprobada para el PC chileno lo sitúa en 6 de la<br />

lista, gráficamente aparece en el puesto 4 de ella […] Tomando en consideración que errores<br />

involuntarios en estos documentos revisados por decenas de personas simplemente se excluían de<br />

las posibilidades, nos quedan dos hipótesis para explicar esta situación. Puede ser que la situación<br />

de Chile fuese discutida en la mencionada reunión del secretariado del Comité Central del PCUS<br />

en el cuarto lugar, por la importancia que se atribuía a las perspectivas del PC de este país frente a<br />

las elecciones de 1979, no obstante la ayuda financiera era considerada en términos arriba<br />

señalados, tomando en cuenta el tamaño del país y su situación tercermundista (los tres PC que lo<br />

anteceden en la lista son europeos). Pero es más probable, a nuestro juicio, que la suma<br />

inicialmente propuesta por el Departamento Internacional del OCUS para Chile realmente situaba<br />

al PC de este país en el cuarto lugar de los beneficiarios de la ayuda material del PCUS, situación<br />

que habría sido revertida en el último momento, tal vez en la misma reunión del secretariado 159 .<br />

Las autoras señalan, de igual forma, que no hubo un financiamiento de la Unidad<br />

Popular directamente desde Moscú, ya que la exigencia pasaba porque fuera un partido<br />

comunista quien fuera el receptor de la ayuda. En todo caso, no hubo problema para<br />

que parte del dinero que recibió el PCCh fuera otorgado por este a la candidatura de<br />

Allende 160 al que la Unión Soviética había negado la ayuda para la campaña de 1970.<br />

159 Ibíd.<br />

160 Ibíd.<br />

64


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Parte II<br />

Transformaciones socioeconómicas del gobierno Allende<br />

JAIME CARO<br />

Universidad Autónoma de Madrid<br />

“La Historia es nuestra y la hacen los pueblos” 161<br />

“Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será<br />

respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino” 162<br />

Ambas frases fueron pronunciadas por Salvador Allende, presidente de la República de<br />

Chile, desde las elecciones presidenciales de 1970 hasta su muerte en 1973 tras el<br />

Golpe de Estado que desencadenaría lo que, en palabras de Naomi Klein, era el<br />

comienzo de la contrarrevolución neoliberal.<br />

Hay que huir de la historia de personalismos en lo que se refiere a la figura de<br />

Salvador Allende, ya que su llegada al poder no se debe a sus habilidades políticas –<br />

que las tenía- está encuadrada en la Historia del siglo XX de América Latina y en las<br />

propias transformaciones socioeconómicas que sufrían sus pueblos bajo el cuerpo<br />

ideológico del Desarrollismo. 163<br />

El Desarrollismo es una teoría económica que tuvo su mayor apogeo en el siglo<br />

XX y viene a explicar las diferencias en cuanto a “desarrollo” que se producen entre los<br />

centros industriales y su periferia –mayoritariamente agrícola- en el capitalismo<br />

mundial. El Desarrollismo desmiente al capitalismo liberal más tradicional, según el<br />

cual el comercio internacional produciría, con el tiempo, una progresión lineal<br />

ascendente en todas las economías nacionales con lo que mejoraría la calidad de vida<br />

de todas las sociedades del globo. No hay que olvidar que en el siglo XX, y desde la<br />

crisis de 1929, se produce la mayor producción ideológica en contra del liberalismo<br />

tradicional. Así, en todas las economías industrializadas, empezando por Estados<br />

Unidos, comenzarán el paradigma keynesiano de la economía. El gran problema de<br />

esta teoría económica – keynesianismo- es que solo se puede aplicar a países ya<br />

161 Amorós, M., Compañero Presidente: Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo,<br />

Valencia, Universitat de Valencia, 2011, pp.19.<br />

162 Dávila, V., Cámaras en trance: El Nuevo Cine Latinoamericano un proyecto cinematográfico<br />

subcontinental, Santiago, Cuarto Propio, 2014, pp.150.<br />

163 Prebisch, Dosman, Raúl, Power, Principle and the Ethics of Development, Buenos Aires, IDB-INTAL,<br />

2006.<br />

65


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

industrializados, por lo que las diferencias entre centro industrial y periferia no se<br />

alivia, incluso se agudizan.<br />

El economista Raúl Prebisch fue el encargado de intentar bajo supuestos teóricos<br />

analizar estas diferencias entre centro-periferia e intentar aliviarlas, para ello dará<br />

cuerpo ideológico al Desarrollismo que sería una suerte de keynesianismo adaptado a<br />

las economías agrícolas subdesarrolladas, en la que los Estados-nación intervendrán en<br />

la economía para dotarla de una rápida industrialización. No podemos olvidar que en<br />

mitades del Siglo XX la intervención del Estado en la economía se ve como la única<br />

salida para evitar las crisis cíclicas del capitalismo y, por tanto, para dotarlo de un<br />

correcto funcionamiento. Lo que propone Raúl Prebisch nunca supondrá el camino al<br />

Socialismo ni el fin del capitalismo, si no, como lo fue en su día el keynesianismo un<br />

reforzamiento y un intento de mejora del mismo.<br />

En lo que se refiere a América Latina, ésta pertenecía a una de las periferias del<br />

capitalismo mundial. En tal sentido, se encontraba subdesarrollada; sin ninguna<br />

industria importante, exceptuando las dominadas por empresas multinacionales, que en<br />

gran número pertenecían a Estados Unidos, y con una economía destinada a la<br />

exportación, tanto de productos agrícolas como de materias primas.<br />

Por último, debemos contextualizar el momento histórico que vive el globo en<br />

este llamado Corto Siglo XX por E. Hobsbawm; la Guerra Fría. Todos los académicos<br />

subrayan que la Guerra Fría comenzará con el discurso de W. Churchill en el que hace<br />

referencia al Telón de Acero y terminará con el conocido “colapso” de la economía<br />

soviética que arrastraría a sus aliados socialistas.<br />

América Latina, no estará, en este caso, en la periferia del enfrentamiento entre<br />

las dos grandes superpotencias y sus aliados, será campo de batalla, una de las<br />

superpotencias siempre consideró a América Latina como su propio patio trasero y por<br />

lo tanto, como un lugar en el que solo se consiguen las materias primas necesarias para<br />

la poderosa industria estadounidense.<br />

En este contexto, y entre las dos potencias a escala mundial, Estados Unidos y<br />

sus grandes industrias, como la Fruit co., la ITT o la empresa minera Anaconda, tenían<br />

más que perder en el continente americano. Si como Keynes dijo su teoría económica<br />

estaba preparada para evitar una revolución radical socialista 164 , Estados Unidos se<br />

decidió a dirigir el proceso del Desarrollismo en América Latina, aunque pudiese<br />

perder mercado, antes de enfrentarse al riesgo de una revolución de carácter socialista<br />

en su patio trasero. Revolución a la que al final tuvo que hacer frente en cuanto<br />

impidió la política desarrollista de la revolución cubana que acabó por imprimirle a ésta<br />

un carácter socialista. Lo que Estados Unidos no supo hasta la crisis del petróleo es que<br />

el contragolpe de un neo-liberalismo al sistema económico imperante se organizaba<br />

justamente desde una de sus Universidades, la de Chicago; en donde impartía sus<br />

clases el profesor M. Friedman en base a un caduco cuerpo ideológico creado por Von<br />

Hayek en los mismos años en los que Keynes triunfaba y era aclamado como el mejor<br />

economista del momento.<br />

164 Kyenes, M,The Economic Consequences of the Peace, Hampshire Harriman House<br />

LT, 1919.<br />

66


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

En lo que se refiere al momento que vivía la República de Chile, como se ha<br />

dicho antes, el desarrollismo había aparecido ya en el laxo programa de Democracia<br />

Cristiana, con una reforma agraria bastante buena en el papel, pero que no sería llevada<br />

a cabo realmente hasta que llegó al poder Unidad Popular. En lo que se refiere a<br />

Salvador Allende, se podría decir lo mismo que se dijo de Lenin en su día, era la<br />

persona adecuada en el momento adecuado. Salvador Allende era el cabeza del Partido<br />

Socialista y ya se había presentado para Presidente de la Republica en varias ocasiones.<br />

Ganaría por fin la presidencia, y por escaso margen, en 1970, aupado por una<br />

candidatura de Unidad Popular de la que formarían parte el Partido Socialista y el<br />

Partido Comunista. 165<br />

Esta amalgama de partidos de ideología de izquierda marxista no ganó las<br />

presidenciales chilenas por un repentino apoyo de la población a las tesis marxistas,<br />

sino porque la población consideró insuficiente el programa desarrollista de la<br />

Democracia Cristiana (aspecto ya aclarado arriba). El programa político de Unidad<br />

Popular radicalizaba este desarrollismo y hablaba, sin cortapisas, sobre conseguir la<br />

independencia económica de Chile 166 . Entre los dos grandes partidos que conformaban<br />

Unidad Popular, y aunque ambos se consideraban marxistas, diferían en cuanto a la<br />

realización del socialismo en Chile. Por un lado, el Partido Socialista promulgaba por<br />

alcanzar perfectamente el socialismo, ganando unas elecciones y conjuntando un<br />

programa desarrollista con uno socialista de nacionalización de empresas. En cambio,<br />

el Partido Comunista defendía las tesis de crear primeramente, y junto con la<br />

Democracia Cristiana, un Chile industrializado y capitalista.<br />

En tal sentido, representaban un doble peligro para las empresas estadounidenses,<br />

pues promulgaban un desarrollismo radicalizado, que ya de por si iba a minar sus<br />

ganancias y, encima, eran abiertamente marxistas. En virtud de ello, tenían en su<br />

horizonte la consecución del Socialismo en Chile, convirtiéndose, en paralelo, en un<br />

magnífico ejemplo para otros países de América Latina y de países subdesarrollados.<br />

Desde un principio, se intentó evitar que la candidatura de Unidad Popular<br />

llegase a ganar las elecciones, pero una vez que Salvador Allende ganó la Presidencia<br />

de la Republica, no solo iba a bastar la financiación de los partidos y movimientos de<br />

oposición, se debía de hacer algo más. Esta lucha contra la política de Allende hay que<br />

enmarcarla en una doble lucha. Por un lado, la lucha contra una posible vía<br />

democrática al socialismo y, por otro, como punta de lanza contra el sistema de<br />

intervención estatal en la economía mundial. Esta última parte, la lucha entre el Neoliberalismo<br />

que resurgía de las cenizas de A. Smith y el sistema imperante, empezó<br />

mucho antes de que Allende consiguiera el poder vía democrática en Chile, pero no se<br />

verían sus efectos hasta el Golpe de Estado que se produjo a los 3 años de ganar las<br />

elecciones.<br />

Salvador Allende en su Discurso de la Victoria del 5 de Septiembre de 1970,<br />

dejaría claro cómo iba a ser su mandato, lleno de políticas sociales destinadas a<br />

convertir a Chile en un país industrializado, dando la mano a la oposición para dialogar<br />

165 Drago, Tito, op.cit., pp.101-102.<br />

166 Allende, S, La Revolución Chilena, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1973, pp.12-13.<br />

67


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

y en queja continua por las intervenciones extranjeras en la Política Nacional<br />

chilena 167 . En este discurso agradecería primeramente a los partidos que conforman la<br />

Unidad Popular su ayuda y haría mención al “compromiso histórico” que tenían entre<br />

las manos. Agradecería igualmente a la oposición por el reconocimiento de la victoria<br />

en las elecciones y acabaría desgranando su plan político para los próximos años,<br />

basado en un nacionalismo económico. Éste, se sustentaba a su vez sobre tres grandes<br />

pilares: reforma agraria, nacionalización de algunas empresas, y respeto a la<br />

independencia tanto económica como política de Chile. Aun así, Allende siempre tuvo<br />

claro la proyección internacional que tenía su mandato; para bien, sirviendo de ejemplo<br />

para otros políticos que buscaban un vía desarrollista o, para mal, tachándose de<br />

comunista y anti-estadounidense a su gobierno, con lo que eso suponía para las<br />

fluctuaciones de la economía del país de la Estrella Solitaria.<br />

Con respecto a la Reforma Agraria, no se planteó una nueva ley, solamente<br />

aplicar la que aprobó años antes la Democracia Cristiana de una manera radical para<br />

evitar los latifundios y aumentar la productividad de la tierra, lo cual logró en cuando<br />

pudo tomar el mando de la nación 168 / 169 . En el discurso se mencionaba la<br />

nacionalización de algunas empresas extranjeras, esto entra dentro del discurso propio<br />

de un político que sigue la política del desarrollismo. Basará esta posible<br />

nacionalización bajo las premisas de asegurar al Estado en cada rama de la economía<br />

una empresa pública para mantener el control sobre precios y aquellas empresas en<br />

manos privadas que no reinviertan sus ganancias en Chile podrán ser nacionalizadas.<br />

Como sabemos, al final se acabaría nacionalizando a otras empresas que no cumplían<br />

estos requisitos fruto del propio devenir del sentimiento popular y de los partidos de<br />

Unidad Popular. Casi en una queja sin importancia, hará mención al bloqueo impuesto<br />

por los medios de comunicación para la emisión de este discurso que tuvo que hacer<br />

finalmente en la Federación de Estudiantes. La empresa estadounidense ITT tenía en<br />

sus manos el 70% 170 de las telecomunicaciones chilenas y fue la principal multinacional<br />

que se puso a la vanguardia del movimiento para echar del poder a Allende 171 / 172 .<br />

Había comenzado el viaje de Salvador Allende y Unidad Popular. Un viaje,<br />

desde el primer momento lleno de obstáculos venidos del exterior que tendrían<br />

amplísimas repercusiones internas. El primer paso para que Allende se afianzara<br />

consistía en obtener la mayoría necesaria en el parlamento para lograr a su vez el<br />

gobierno; las urnas habían dejado esta decisión muy reñida; la Unidad Popular con<br />

Salvador Allende al frente había obtenido el 36´6% de los sufragios seguido por<br />

Alessandri con un 34´9%, y por ultimo Tomic con el 27´8% de los sufragios. Por la<br />

propia dinámica parlamentaria no se podía estar seguro de que el ganador de los<br />

comicios, S. Allende, pudiese llegar a la presidencia por lo que empezaron los<br />

movimientos para evitar esta investidura por parte de multinacionales que hicieron del<br />

167 Allende, S, op.cit., pp.5-13.<br />

168 Correas.S., y C. Figueroa, Historia del siglo XX chileno, Santiago de Chile, Editorial Sudamericana,<br />

2001, pp. 267268.<br />

169 Allende, S, op.cit., p.5.<br />

170 Klein, N., La Doctrina del Shock, Barcelona, Paidos, 2014, pp. 105.<br />

171 Ibid., p.106.<br />

172 Drago, T., op.cit., pp.34-40.<br />

68


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Departamento de Estado estadounidense un departamento más de su estructura<br />

empresarial.<br />

A la cabeza de este complot para evitar la investidura de Allende se puso la<br />

multinacional ITT, la que hasta ahora veía peligrar más sus intereses empresariales si<br />

Allende resultaba finalmente investido presidente. No se puede decir que sea el<br />

Presidente o el Departamento de Estado o la CIA los que desaten este plan para evitar<br />

la investidura, es la ITT ciertamente con sus conexiones tanto empresariales como<br />

políticas la que se sirve de estas herramientas políticas. A la cabeza de este intríngulis<br />

entre multinacionales y el aparato político estadounidense estaban Harold Genenn,<br />

presidente de la ITT, Henry Kissinger Secretario de Estado, Donald Kendall presidente<br />

de Pepsi-Cola y Agustín Edwards vicepresidente de Pepsi-Cola y dueño del periódico<br />

El Mercurio 173 .<br />

Todos ellos se conocían personalmente e incluso el Presidente Richard Nixon en<br />

su etapa de abogado había defendido a algunas de esas empresas. De hecho, estaba<br />

también en esta intriga John McCone, que había sido ex jefe de la CIA y que ahora era<br />

director de la ITT siendo correa de transmisión entre los deseos de la ITT y la<br />

compañía como se hacía llamar a la CIA.<br />

Primeramente, se creó un plan para impedir la investidura de Allende utilizando<br />

el juego parlamentario a su favor, el llamado Track uno u operación Gambito. 174 Este<br />

plan consistía en poner de acuerdo a los dos partidos perdedores de las elecciones para<br />

investir presidente a Alessandri que rápidamente dimitiría con lo que se volverían a<br />

hacer elecciones y podrían evitar otra victoria electoral de Allende. Finalmente, el plan<br />

no salió según lo planeado, ya que Unidad Popular consiguió un acuerdo con la<br />

Democracia Cristiana que los llevo al poder. Este acuerdo es fruto de la voluntad del<br />

Partido Comunista de Chile por pactar con DC para poder así llevar a cabo lo que ellos<br />

catalogarían de una revolución burguesa en Chile. Si bien el pacto con la Democracia<br />

Cristiana fue totalmente atípico, no por las diferencias ideológicas, que fueron pocas,<br />

ya que había sectores de la Democracia Cristiana que se sentían cercanos a S. Allende e<br />

incluso celebraron el triunfo de la Unidad Popular, sino porque el pacto se<br />

fundamentaba en un contrato de Garantías Constitucionales con las que Salvador<br />

Allende y su Unidad Popular se comprometían a respetar y no violentar la Constitución<br />

chilena.<br />

Una vez que las multinacionales aceptan el fracaso del Track Uno aprobarán el<br />

Track Dos. Este nuevo plan se diferenciará con el primero en el que no se excluye<br />

ninguna medida para derrocar el gobierno legítimo de Allende, salvo la de una entrada<br />

en Chile con tropas estadounidenses. Este plan está basado en una Guerra Económica,<br />

que incluye el cierre a las líneas de crédito de Chile y una financiación de grupos<br />

desestabilizadores políticos en el interior de Chile como a los paros y huelgas que se<br />

provoquen en contra del gobierno de Salvador Allende, o incluso se contemplaba un<br />

golpe de Estado, este plan siempre estará financiado por empresas privadas como la<br />

ITT.<br />

173 Ibid., pp.35.<br />

174 Ibíd., pp.35-39.<br />

69


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

La economía chilena era fácil de desestabilizar, pues resultaba una economía que<br />

dependía de los créditos extranjeros y que tenía una red de abastecimientos bastante<br />

pobre. Igualmente, el Comité 40 contaba a su favor con el principal periódico chileno y<br />

de América Latina, El Mercurio, con lo que sería fácil de hacerle una campaña de mala<br />

imagen al gobierno. El gran problema para el Comité 40 residía en las fuerzas armadas,<br />

Chile contaba con una de las democracias más sólidas de América Latina y por<br />

imperativo constitucional las Fuerzas Armadas no se podían inmiscuir en política<br />

quitando o poniendo gobiernos a su libre albedrio. De hecho, estaba el Comandante en<br />

Jefe del Ejército René Schneider, un constitucionalista convencido y el gran muro de<br />

contención frente a los posibles golpistas que pudieran aparecer en el ejército.<br />

Justo antes de que el Congreso Nacional proclame a Salvador Allende como<br />

Presidente de la Republica, el general Schneider sufrirá un atentado de grupos<br />

derechistas que querían desestabilizar el país, falleciendo poco después. Se cae de la<br />

escena, así, el gran garante de la neutralidad del ejército en la contienda política. Su<br />

sucesor, el General Prats, pudo contener a los golpistas, pero finalmente renunciará al<br />

cargo meses antes del Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973. 175<br />

Una vez que Unidad Popular consiguió hacerse con el gobierno gracias al pacto<br />

con Democracia Cristiana pudo comenzar su tarea legislativa. Como la mayoría de<br />

economistas e historiadores sugerían, se debía empezar por una transformación del<br />

ámbito agrario, esto solo se podría conseguir con la reforma agraria. El gobierno de UP<br />

consideró que no tenía que realizar otra nueva, podía profundizar y tensar la reforma<br />

agraria creada por Democracia Cristiana. Se definirían cinco objetivos principales a<br />

cumplir: cambiar rápidamente el sistema de tenencia de la tierra, modificar el sistema<br />

de relaciones entre la agricultura y el resto de la economía, impulsar la participación<br />

campesina en el proceso, reorientar la estructura productiva para lograr la máxima<br />

producción y superar las luchas de los indígenas por sus tierras ancestrales. Se<br />

aceleraron las expropiaciones de tierra y se limitó la extensión máxima permitida de<br />

propiedad privada (de 80 hectáreas de riego básico durante la administración de<br />

Democracia Cristiana a las 40 hectáreas). Después de un año de gobierno, se<br />

expropiaron 1.378 predios lo que constituía un aumento del 31% con respecto al año<br />

anterior, un año después se habrían expropiado en torno a los 2.200. Lo importante no<br />

era la expropiación de la tierra, si no la capacidad de instalar familias en las tierras<br />

recién expropiadas y durante el breve gobierno de UP se consiguió instalar a un 154%<br />

más de familias que en toda la administración precedente 176 . Pero la aplicación de la<br />

reforma agraria no fue sencilla, aun siendo el gobierno que más se había esforzado en<br />

resolver la cuestión de la tierra sufrió huelgas, aumentaron en el primer año del<br />

mandato un 180%. También hay que decir que estaban detrás de algunas tomas ilegales<br />

de tierra elementos radicalizados de la Unidad Popular o del MIR, lo que dificultaba<br />

mucho más el proceso. A pesar de los problemas que hubo al ocupar las tierras por<br />

personas que formaban parte de su partido y que se enfrentaban a la policía, Allende<br />

siempre apoyó a las estructuras estatales y pedía que no se violentase la ley y hasta si<br />

175 Ibíd., pp.133-139.<br />

176 Correas.S., y C. Figueroa, op.cit, pp. 267.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

tenía que destituir a directores policiales de su mismo partido lo hacía sin vacilar, como<br />

en el conflicto de La Hermida que se saldó con la destitución del director y subdirector<br />

de la policía 177 .<br />

El gran conflicto de la reforma agraria no fue precisamente por la reticencia de<br />

los anteriores poseedores de la tierra, fue un grupo integrante de la Unidad Popular, el<br />

MIR que se autoproclamó vanguardia de la revolución y presionó para acelerar la<br />

reforma agraria utilizando todo su aparato organizativo para ocupaciones violentas de<br />

la tierra sin calcular las consecuencias que podría tener este tipo de actuaciones para un<br />

gobierno como el de Allende que se caracterizaba por un respeto a la legalidad vigente.<br />

La segunda parte de su obra legislativa son las nacionalizaciones de determinadas<br />

empresas y las medidas sociales, ambas formaban en la mente de Allende el futuro<br />

camino para el socialismo libertario. El gobierno de UP se sentía orgulloso de haber<br />

nacionalizado el 80% de los bancos, un gran número de empresas del sector industrial y<br />

más del 30% de la tierra agrícola, pero su mayor éxito fue que durante el primer año el<br />

PNB subió cerca de un 8´6%, el desempleo bajo a un favorable 4´2%, la producción<br />

industrial aumentó un 13%, consiguió rebajar la inflación un 34´9% y por ultimo<br />

consiguió que los sueldos aumentase entorno al 35% en el sector privado y un 50% en<br />

el sector público.<br />

Estas cifras económicas del primer año avalaban que su programa electoral era<br />

coherente y que tenía futuro. La economía crecía gracias a la intervención estatal y<br />

nacionalización de empresas. El sueño del Socialismo democrático parecía viable. Pero<br />

estas cifras económicas pronto se encontraron con la Guerra Económica que llevaría a<br />

cabo Estados Unidos y sus empresas. La primera parte de su plan era cortar el crédito<br />

externo a Chile, por lo que en una economía que no paraba de aumentar su déficit se<br />

tradujo rápidamente en un alza de la inflación. Se calcula que en un 100% de media en<br />

el mandato de Allende, algo insostenible para una economía y la segunda parte eran los<br />

paros que provocaban desabastecimiento y descontento social. Para controlar la<br />

inflación el gobierno de Allende creó la Junta de Abastecimientos y Precios bajo<br />

organizaciones de vecinos.<br />

En lo que se refiere al cambio estructural de la economía, bajo el gobierno de UP<br />

se declararían tres tipos de empresas: una de propiedad social, cuyo titular era el<br />

estado, pero alejado del modelo corrupto e ineficiente que se tiene de propiedad del<br />

estado, otra de propiedad privada; el gobierno declaró no-expropiables todas las<br />

pequeñas y medianas empresas, y, por ultimo, estaría la empresa mixta en la cual había<br />

capital privado y público. 178 Este tipo de estructura empresarial nos recuerda a la que se<br />

proponía en la primigenia Unión Soviética con la Nueva Política Económica (NEP).<br />

Este Área de Propiedad Social también estaba en el programa político de la<br />

Democracia Cristiana. Aquí entrarían todas aquellas empresas nacionalizadas por el<br />

gobierno, la mayoría de ellas habían pertenecido a las multinacionales y aquellas<br />

empresas que se unieran a la guerra económica con el objetivo de desestabilizar la<br />

economía y que eran abandonadas por sus patrones. La nacionalización más importante<br />

177 Drago, T., op.cit., pp.48-49.<br />

178 Ibid. (pp. 51)<br />

71


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

que se llevó a cabo en el gobierno de Allende fue la del cobre, hierro, salitre y carbón.<br />

Siendo la nacionalización del cobre aprobada por unanimidad en el Congreso Nacional,<br />

la empresa estadounidense Anaconda fue la gran perjudicada. 179/180 Todas estas<br />

nacionalizaciones se hicieron sin problema con las empresas afectadas, aunque esta<br />

oleada nacionalizadora sirvió al gobierno de Estados Unidos para, una vez más, no<br />

conceder créditos a Chile 181 .<br />

Hasta este momento, parece que el camino hacia el Socialismo por la tercera vía<br />

a la chilena era posible, ya que hasta se crean Comités de Producción en paralelo a las<br />

estructuras propiamente estatales, por lo que la gran consigna de “crear poder popular”<br />

se está cumpliendo.<br />

Ante la difícil situación que vivía Chile debido a un déficit creciente, a una<br />

inflación cabalgante y a un problema de acceso al crédito, Salvador Allende decidió ir<br />

al único país que tenía la suficiente capacidad para concederle la suma de créditos que<br />

necesitaba, la Unión Soviética. El gobierno de UP siempre intentó mantener las<br />

mejores relaciones con ambas superpotencias, pero la práctica nacionalizadora lo había<br />

enemistado definitivamente con Estados Unidos. Su viaje a la URSS en busca de ayuda<br />

económica fue, no obstante, totalmente infructuoso, ya que esta solo acordó concederle<br />

una vía de crédito por un valor inferior al ofrecido por la Argentina de Perón.<br />

Con esta situación tan desfavorable para la economía chilena, el gobierno se tuvo<br />

que enfrentar a los dos grandes planes proyectados para su desestabilización; complot<br />

de políticos y militares, y guerra económica, consistente en grandes paros patronales<br />

financiados por la CIA y prácticas de boicot de las empresas estadounidenses<br />

debidamente apoyadas mediáticamente por los periódicos, radios y canales de<br />

televisión en manos de la oposición.<br />

El complot dentro de círculos de políticos, empresarios y militares se materializa<br />

en Marzo de 1972 cuando Sergio Silva Bascuñan invita en su finca El Arroyo a<br />

personalidades del mundo empresarial como Orlando Saez, de la Sociedad de Fomento<br />

Fabril, Jorge Fontaine, de la Confederación de la Producción y del Comercio, Manuel<br />

Valdés, presidente de la Confederación Nacional de Empleadores Agrícolas, Eduardo<br />

Arriagada, presidente del Colegio de Ingenieros, y, por último, el hermano del invitado<br />

Alejandro Silba Bascuñan, presidente del Colegio de Abogados. Del círculo de<br />

políticos y jueces estarían José Mariza Eyzaguirre, ministro de la Corte Suprema, el<br />

Presidente Patricio Aylwin de la Democracia Cristiana. Estarían presentes también sus<br />

colegas de partido, los ex ministros de Frei, y, por parte del Partido Nacional, Francisco<br />

Bulnes y el diputado Sergio Diez.<br />

En esta reunión se aprobará una declaración y se brindará en nombre de la<br />

libertad, la democracia y los derechos humanos. Todos los allí presentes sentían que<br />

estaban seriamente amenazados. Creerían que la única manera de asegurar estos unos<br />

derechos de orden liberal sería el derrocamiento de “el régimen de Allende”, para lo<br />

cual resultaba necesario la desestabilización tanto política y económica del país, y la<br />

179 DRAGO, T., Chile: Un doble secuestro. Editorial Complutense. Madrid.<br />

2009. (pp.52-54.).<br />

180 Klein, N., op.cit., p 104.<br />

181 Ibíd., p. 105.<br />

72


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

atracción al complot a ciertos sectores de las fuerzas armadas que veían con creciente<br />

recelo el gobierno marxista instalado en La Moneda.<br />

Con tales objetivos, acordarían el llamado Plan de Septiembre, burlescamente<br />

denominado después como el Complot del pastel de choclo. Este plan fijó una gran<br />

campaña de desestabilización para septiembre de 1972. En el centro de la campaña se<br />

halló la huelga de la patronal, la cual habría de imbuir al país en un caos que motivaría<br />

en paralelo la adhesión de ciertos militares a la causa golpista.<br />

Lo que muchos de los allí presentes no sabían es que sus acciones tendrían una<br />

repercusión internacional, y cuando el Comité 40 fue informado de estos planes,<br />

decidió aprobar una ayuda a El Mercurio por valor de 965.000 dólares. Así este<br />

periódico podría cubrir los paros, apoyarlos y crear una mala imagen del gobierno y<br />

presionar a los militares. Pero esta no es la única ayuda que aprobó el Comité 40.<br />

Igualmente, se aprobaron otras ayudas por valor de $50.000 para convencer de una<br />

escisión a un sector díscolo de UP y otros $24.000 para apoyar a la patronal en estos<br />

paros.<br />

Finalmente, el Plan de Septiembre fue descubierto por el gobierno. Allende<br />

revelaría a los medios de comunicación como estos patrones planteaban una huelga del<br />

gremio de transporte, un gremio esencial para el abastecimiento de un país, cuyas<br />

carreteras y comunicaciones estaban muy anticuadas. No se debería haber congratulado<br />

tan pronto, ya que el 6 de Octubre empezaría un gran paro nacional e indefinido<br />

convocado por la Confederación Nacional de Dueños de Camioneros, mientras que al<br />

día siguiente la editorial de El Mercurio apoyaba a este paro y creaba la alarma entre<br />

los medios y pequeños comercios afirmando que el país marchaba hacia la destrucción<br />

del comercio privado, daba igual si se era una gran empresa o una pequeña. Mientras<br />

tanto, Patricio Alwyn que había estado presente en la reunión, lanzó consignas para<br />

ganar la calle a los marxistas, 182 acto seguido en las calles de Santiago se sucedieron<br />

incidentes de diversa gravedad.<br />

El gobierno esperaba que el paro de los camioneros no pudiese durar mucho, ya<br />

que al haberse declarado de improviso, estos no podrían resistir mucho tiempo sin su<br />

salario. No sabía, sin embargo, que aquel paro estaba financiado directamente desde el<br />

Comité 40. Cada camionero en paro recibiría su jornal pagado por el Comité. Durante<br />

el tiempo que duró el paro, Chile se vio sumido en el caos y el gobierno solo empezaba<br />

a vislumbrar dos maneras para atajar este caos. Se barajaban dos soluciones, o bien<br />

rendirse ante las peticiones de los huelguistas o conseguir restablecer el funcionamiento<br />

de los servicios aplicando todo el poder del Estado. El gobierno se decantó por la<br />

segunda opción y anunció que se iban a requisar los vehículos parados, lo que creó un<br />

clima de crispación tal que acabó por unir a otros sectores al paro como a la<br />

Confederación del Comercio Detallista.<br />

Al final, fueron los trabajadores organizados los que consiguen bloquear este<br />

paro, empezando los de las empresas expropiadas Textil Yarur y Textil Progreso que<br />

resolvieron cortar el abastecimiento a los comerciantes que cerraran las puertas de sus<br />

establecimientos. Las fábricas que se declararon en paro serían paralelamente ocupadas<br />

182 Drago, T, op.cit., pp.77-78.<br />

73


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

por trabajadores volviendo a restablecer la producción. Hasta la Federación de<br />

Estudiantes de Chile en conjunción con obreros de la Estación Central abastecen de<br />

arroz al país. Mientras tanto, el Diario El Mercurio seguirá actuando de vocero de los<br />

paros y la desestabilización económica de Chile. En estos momentos se vivirá en Chile<br />

es un ambiente de guerra civil y se tiene que establecer el toque de queda en Santiago<br />

durante la noche. Al final el 6 de noviembre, se declara el fin de huelga debido a las<br />

negociaciones entre los camioneros y el Gobierno que pesar de aceptar las condiciones<br />

establecidas al principio de la huelga sale reforzado.<br />

Una vez que se consigue acabar con este clima desestabilizador y de paro<br />

económico, tanto la oposición como el gobierno de UP popular tienen su vista en las<br />

elecciones parlamentarias que iban a tener lugar el 4 de Marzo de 1973. La Oposición,<br />

esta vez unida en una candidatura entre la Democracia Cristiana y el Partido Nacional<br />

se veía reforzada después del “éxito” de convocatoria y la erosión que habían causado<br />

al gobierno sus huelgas. El Gobierno se veía muy debilitado, no solo por la acción<br />

legislativa y la erosión propia del gobierno, sino porque en las inminentes le<br />

legislativas el partido de gobierno podía verse seriamente debilitado en cuanto apoyo<br />

popular. La Oposición contrariamente se marcaba como objetivo ganar con un 60% de<br />

los sufragios para poder así derrocar legalmente a Allende. La UP se marcaba no bajar<br />

del 30% de los sufragios para evitar esta maniobra. Los resultados finales arrojaron un<br />

país totalmente dividido. La Confederación de la Democracia (CODE) ganó las<br />

elecciones con un 54.7% de los sufragios, pero la UP de Allende consiguió ampliar los<br />

sufragios con respecto a las anteriores elecciones a un 43´4%, un hito histórico en el<br />

país 183 . A pesar la victoria electoral de la CODE, la UP fue la gran vencedora de estos<br />

comicios, ya que consiguió sorpresivamente evitar la destitución de Allende y<br />

alcanzaba un holgado apoyo popular a la gestión presidencial. En todo caso, pronto se<br />

vería que esta victoria iba a ser su condena, ya que los sectores opositores se<br />

encaramaron ya decididamente a la ola golpista, ante la imposibilidad legal de reprobar<br />

al presidente y su gobierno popular.<br />

El gran problema que surgió de estas elecciones es que el poder ejecutivo, que<br />

antes estaba enfrentado al poder judicial y tenía que pactar en el legislativo, se vio<br />

totalmente enfrentado al Poder Judicial y Legislativo. S. Allende no podía aprobar<br />

leyes en el parlamento, solo podía dictar decretos que luego eran revisados por el poder<br />

judicial con lo que la obra legislativa estaba totalmente paralizada. Ante este clima que<br />

se vivía de estancamiento en las estructuras políticas del Estado, la sociedad vivía un<br />

proceso a la inversa. Desde que ganó la presidencia S. Allende había dos grandes<br />

grupos que se disputaban las calles de Chile, por un lado el grupo fascista Patria Y<br />

libertad y por otro lado la militancia de los dos grandes partidos políticos de la UP. Si<br />

en 1972 parecía que los desfiles de Patria y Libertad la hacían ganadora de la calle,<br />

después de estas elecciones y de los paros las calles estaban totalmente dominadas por<br />

la militancia de UP. En este clima de crispación y caos político, El Mercurio,<br />

violentando la Constitución Chilena, escribió una editorial pidiendo, no un golpe de<br />

estado, pero sí un gobierno militar:<br />

183 Ibíd., pp.109.<br />

74


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

La autoridad política no puede escoger para las altas funciones a los hombres de vida más<br />

perfecta, más severa y más fecunda […] Esta elección no puede encomendarse a las masas<br />

ignorantes, viciosas y desprovistas de todo interés público general […] La democracia es un mito<br />

y una aberración, y seguramente la gente más copiosa del trastorno político que estamos<br />

padeciendo […] para llevar a cabo esta empresa política salvadora hay que renunciar a los<br />

Partidos, a la mascarada electoral, a la propaganda mentirosa y envenenada, y entregar a un corto<br />

número de militares escogidos la tarea de poner fin a la anarquía política… 184<br />

Con estas palabras El Mercurio estaba orientando la filosofía que tendrán los<br />

golpistas y legitimándola. Días después, se produciría el intento de golpe de Estado o el<br />

llamado tanquetazo del 29 de Junio que fue abortado gracias a la dirección del General<br />

Prats. Este ensayo general, como lo catalogan muchos autores 185 , sirvió para saber que<br />

posiciones tomaban las tropas constitucionalistas y el Presidente de la Republica,<br />

información que les sirvió a los militares y sectores rebeldes para poder dar un Golpe<br />

de Estado “limpio” y definitivo el 11 de Septiembre de 1973.<br />

La gran diferencia entre el tanquetazo, y el Golpe de Estado del 11 de Septiembre<br />

es la personalidad del General Prats, recordemos, heredero de la filosofía<br />

constitucionalista del difunto René Schneider. El General Prats después de una<br />

campaña de acoso que duró años, decidió renunciar al puesto de Comandante en Jefe y<br />

cedérselo al que según él era el más leal en la “línea sucesoria castrense”, Augusto<br />

Pinochet Ugarte.<br />

Según sus más allegados, si algo definía a Augusto Pinochet, era su gran<br />

habilidad para percibir el peligro. Puede que en el colegio no fuese el más inteligente<br />

de su clase, de hecho tuvo dos intentos fracasados para entrar en la escuela militar<br />

debido a sus notas, pero sabía guardar un bajo perfil y optar por las mejores decisiones<br />

cuando de momento de peligro se trataba. Hoy en día, se conoce a Pinochet porque fue<br />

él el que dirigió la dictadura sangrienta en Chile después de un periodo de democracia,<br />

pero el Golpe de Estado no lo dirigió él. De hecho, apenas se unió a los golpistas dos<br />

días antes y según algunos autores, la misma mañana del 11 de Septiembre estuvo<br />

esperando a que todo estuviera en orden para sumarse y así acabar con el gobierno de<br />

Salvador Allende y su tercera vía al socialismo.<br />

Por otro lado, la vida de Salvador Allende terminó en el Palacio de la Moneda<br />

aquel fatídico día 11 de Septiembre. S. Allende se quitó la vida antes de renunciar al<br />

puesto al que legítimamente había llegado o verse arrestado y manchar el cargo de<br />

Presidente de la Republica. Como humanista, siempre tuvo en alta estima la moralidad<br />

de sus actos, quizás por ello decidió quitarse la vida a golpe de fusil y pronunciar ese<br />

discurso con el que en sus últimos minutos se vengaba moral e históricamente de sus<br />

traidores e insuflaba más aire a la llama del Socialismo humanista:<br />

¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este<br />

momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho<br />

más temprano que tarde, se abrirá de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre,<br />

para construir una sociedad mejor. […] Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi<br />

184 Krstulovic, O.,A., Allende el hombre y el político: memorias de un secretario privado, Santiago de<br />

Chile, RIL, 2007,p. 275.<br />

185 Drago, T., op.cit., p.119.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que<br />

castigará la felonía, la cobardía y la traición. 186<br />

Hasta aquí llega el análisis de los cambios socioeconómicos y políticos que se<br />

dan en Chile durante el gobierno de Salvador Allende y su Unidad Popular, como<br />

hemos dicho antes esta lucha que se fraguó desde los Estados Unidos e interior de<br />

Chile no era solo contra un gobierno o el posible éxito de la tercera vía al Socialismo o<br />

el Socialismo Libertario y demócrata. Esta lucha pertenece a un movimiento global en<br />

contra de tanto el Socialismo como de la economía imperante en el sistema capitalista,<br />

el keynesianismo.<br />

Nos serviremos para explicar este movimiento global en el ejemplo de la<br />

gobernanza y el modelo económico que impuso Pinochet en el Chile dictatorial.<br />

Augusto Pinochet no llegó al poder con un programa como harían los partidos políticos<br />

a las elecciones, Pinochet y su Junta Militar no tenían ningún objetivo más allá de<br />

derribar el gobierno de Allende, recibieron el programa social y económico de un<br />

grupo de universitarios de la Universidad Católica de Santiago.<br />

Como se dijo en la introducción, Estados Unidos no sabía que la mayor amenaza a su<br />

sistema económico estaba en la Universidad de Chicago, concretamente en las ideas<br />

que Milton Friedman estaba desarrollando en su laboratorio teórico.<br />

Para Friedman la economía era como la naturaleza; la economía tiene sus fuerzas<br />

autorreguladoras que hay que respetar y, si no se respetan, puede provocar<br />

deformaciones y catástrofes. M. Friedman bebía de La Riqueza de las Naciones de<br />

Adam Smith, el clásico libro de economía liberal, pero también del Profesor Von<br />

Hayek y su famoso Camino a la Servidumbre. Friedman y Von Hayek hicieron una<br />

revisión de la teoría de Adam Smith, para acabar creando un cuerpo ideológico a través<br />

del cual la intervención del Estado en la economía, podría causar deformaciones en la<br />

misma y acabaría haciendo mal a las sociedades. A la economía como a la Madre<br />

Naturaleza no había que molestarla, y si en la economía se producían crisis, síntoma<br />

del mal funcionamiento de la misma, es que había una fuerza –estatal- que lo causaba.<br />

Friedman desde su laboratorio matemático-económico de Chicago no podía ver<br />

lo que se estaba haciendo en su país, que a pesar de ser el más fiel seguidor del Libre<br />

Mercado. El Estado intervenía en la economía, pero si hay algo que aterrorizaba a<br />

Friedman y a su filosofía de la economía como naturaleza, era el desarrollismo.<br />

Friedman se esforzó desde la Universidad de Chicago en luchar contra esta nueva lacra<br />

que acechaba al mundo, el problema es que solamente algunos economistas pensaban<br />

como él y sus teorías eran marginales en lo que se podría decir, las corrientes de<br />

pensamiento económico imperante en aquella época.<br />

Aun así, no cesó en impartir sus teorías económicas en sus clases o con sus<br />

doctorandos. Finalmente, consiguió que diversas empresas y fundaciones financiaran<br />

su plan de estudios como la fundación Ford. 187 Pero la mayor victoria que consiguió<br />

fue cuando pudo iniciar un programa de intercambio con la Universidad Católica de<br />

Chile. Gracias a este programa de intercambio, alumnos de economía chilenos,<br />

186 Galeano, E., El siglo del viento. (Vol. 3), Madrid, Siglo XXI, 2007, pp.311.<br />

187 Klein, N., op.cit., pp. 99.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

imbuidos del Desarrollismo, podían ir a estudiar a Chicago donde Friedman,<br />

personalmente, se encargaría de mostrarles lo engañados que estaban y como la única<br />

manera de progreso posible era dejar a la economía dirigida por una “Mano Invisible”.<br />

Como hemos dicho, esta corriente económica era marginal. El cambio de<br />

paradigma en las esferas del intelectualismo económico capitalista se produce en los<br />

70, al acceder Nixon al poder. Su administración se pone al servicio de empresas<br />

privadas para luchar contra un régimen que además de Desarrollista se declaraba<br />

marxista. Aquí Friedman pudo pasar de experimentos en laboratorios a experimentos<br />

reales, en la macroeconomía de un Estado-nación. La punta de lanza para la<br />

introducción de estas ideas en Chile eran los estudiantes que, una vez que se<br />

doctoraban en Chicago, volvían a Chile a extender las ideas “friedmanitas”. En Chile,<br />

las corrientes económicas estaban polarizadas en dos; los desarrollistas, incluidos el<br />

Partido Nacional, Democracia Cristiana y UP con sus diferencias ideológicas, y los<br />

marginales Chicago Boys.<br />

Cuando el régimen democrático de Salvador Allende cae y Pinochet toma el<br />

poder absoluto, los Chicago Boys le presentaran su programa económico para el<br />

paciente Chile, el llamado “Ladrillo” 188 . El Ladrillo es la quinta esencia del programa<br />

neoliberal que más tarde se impondría a escala global.<br />

Después de un gobierno como el de UP, que había tendido a subir el gasto social,<br />

la intervención del Estado e incluso la estatalización de la economía con un gran<br />

amplio apoyo popular, ahora bajo la dictadura de Pinochet se tendería a reducir el gasto<br />

social a cero y privatizar todas las empresas públicas. Aquí entra en juego la tesis del<br />

Shock que Naomi Klein. En una sociedad inclinada hacia el socialismo democrático<br />

mayoritariamente (o al menos a favor del intervencionismo estatal) iba a ser imposible,<br />

vía democrática, la implantación del Libre Mercado. La respuesta era un Shock que<br />

dejase a la población desorientada. Este Shock se fijará en la escenificación del Golpe<br />

de Estado del 11 de Septiembre, como si de una guerra se tratase. Se sacaron los<br />

tanques a la ciudad y se bombardeó el Palacio presidencial donde residía el hasta<br />

entonces, representante de la soberanía nacional. Después de este shock, se procedería<br />

a la instauración de una dictadura sangrienta con la que amedrentar a todos aquellos<br />

que todavía se opusieran a los mandatos de Pinochet. Naomi Klein comparará esta<br />

mecánica de Golpe de Estado con el que se dio en Indonesia años antes y con el que se<br />

aplicó otra suerte de neoliberalismo procedente de la “Mafia de Berkeley” 189 .<br />

Al final Pinochet aplicará el Ladrillo, lo que supondría un hachazo al gasto social<br />

que se reduciría, durante tres años sucesivos, un 25%, dejando a más de la mitad de la<br />

población en la miseria. A pesar de todo, la madre naturaleza de la economía no dejaba<br />

de producir malformaciones debido a la intervención estatal, con lo que se decidió<br />

privatizar la inmensa mayoría de las empresas publicas haciendo que el PIB se<br />

contrajese un 15% en un año 190 . El gran problema para la sociedad y economía chilena<br />

era la inflación, con Allende al 100%, cifra absolutamente insostenible pero con la que<br />

188 Spíkula, S. y J.C., MÉNDEZ, El Ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar<br />

Chileno, Centro de estudios Públicos, 1992.<br />

189 Klein, N., op.cit., pp. (pp. 108.).<br />

190 Ibíd., p.135.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

la sociedad podía subsistir gracias al Control de Precios. Los Chicago Boys y Friedman<br />

analizaron esta inflación y llegaron a la conclusión de que el causante era este Control<br />

de Precios impuesto por Allende y su solución para el paciente chileno fue quitar este<br />

control de precios para que “la madre naturaleza-economía” se regulase sola. En un<br />

principio, y según sus análisis, los precios podrían subir para rápidamente bajar, pero<br />

no fue así. La inflación llegó a subir al 375% todo un record histórico 191 . La población<br />

dedicaba el 74% de su salario a comprar pan y leche, mientras que en etapa Allende<br />

sólo destinaba una 17%. 192 En paralelo, la Seguridad Social fue fulminantemente<br />

privatizada.<br />

191 Ibíd., p. 130.<br />

192 Ibid. pp. 136<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Parte III<br />

Rumbo a 1986, el año decisivo.<br />

El nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y la<br />

política de rebelión de las masas.<br />

TATIANA ROMERO<br />

Universidad Complutense de Madrid<br />

1. Introducción. Sensatez política o vacío histórico<br />

«El gran error del gobierno de Allende fue no contar con una fuerza militar que lo defendiera»<br />

Fidel Castro<br />

El 11 de septiembre de 1973, desde Radio Magallanes, el presidente Salvador Allende<br />

decía: “el pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse<br />

arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.” En esos momentos y bajo esa<br />

consigna el Partido Comunista hizo muestra de un claro realismo político -lo que<br />

después será juzgado como el «vacío histórico»- no llamando a la insurrección.<br />

Ciertamente, no había un pueblo preparado para la lucha armada, del mismo modo que<br />

el PC tampoco tenía las estructuras o la preparación militar para hacer frente a las<br />

FF.AA. La Central Unitaria de Trabajadores por su parte, hizo un llamado a los<br />

trabajadores a reunirse en sus puestos de trabajo y esperar instrucciones, éstas serían<br />

muy parecidas a las conclusiones de la reunión de la Comisión Política del PC celebrada<br />

pocas horas después del golpe:<br />

a) No llamar a una resistencia armada o más “activa,”<br />

b) Tomar como Partido una actitud de “repliegue organizado” ante el<br />

golpe. 193<br />

A pesar de que ya se tenían sospechas de un posible golpe de Estado, el gobierno<br />

de Allende y muchos de los militantes de izquierdas confiaban en la constitucionalidad<br />

de las FF.AA y el fracaso del golpe. El pueblo chileno estaba orgulloso de su<br />

consolidada democracia, sin duda la democracia más estable de América Latina. 194 Así,<br />

la contundencia del golpe y la brutal represión consiguiente les tomó a muchos de ellos<br />

por sorpresa.<br />

193 Álvarez, Rolando, Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973- 1980), LOM,<br />

Santiago, 2003.<br />

194 Desde la Guerra Civil y la muerte del presidente Balmaceda el sistema democrático chileno se va<br />

fortaleciendo. En la primera mitad del siglo XX nacen una gran variedad de partidos políticos; el Radical, el<br />

Partido Nacional, la Falange y el Partido Conservador Social Cristiano que después será la Democracia<br />

Cristiana, el Partido Socialista, el Comunista, el MIR, el Mapu Obrero Campesino.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Según el informe Rettig y al día de hoy, la cifra de asesinados o detenidosdesaparecidos<br />

en Chile durante la dictadura de Pinochet es de 3 197, de los cuales el<br />

cincuenta y siete por ciento del total ocurrió el mismo año de 1973 (1 823 víctimas). 195<br />

Entre 1973 y 1980 la etapa de la política del pacto antifascista del Partido Comunista de<br />

Chile, es decir de «no enfrentamiento armado», los muertos llegan al ochenta y tres por<br />

ciento del total. Más del quince por ciento son miembros del Partido Socialista, seguido<br />

por el trece por ciento del MIR y del PC. Con estas cifras como telón de fondo en la<br />

década de los ochenta se da un hecho prácticamente inédito en la historia del PC, se<br />

crean estructuras militares que desarrollan acciones de alto nivel militar, dirigidas por<br />

oficiales formados en los entonces países socialistas, apostando por una salida<br />

insurreccional a la dictadura militar.<br />

El presente texto se centra en los esfuerzos de los comunistas para que 1986 se<br />

convirtiera en el año decisivo, momento en que la estrategia de la Sublevación de Masas<br />

llegaría a su culminación. No pretendo hacer un análisis del fallido atentado a Pinochet<br />

ni del frustrado desembarco de armas en Carrizal Bajo, sino simplemente dar cuenta que<br />

fueron estos dos desastres los que terminaron con la aventura de la Sublevación<br />

Nacional.<br />

En 1983 nace el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, una organización de corte<br />

militar al mando de oficiales chilenos formados en las academias militares de Cuba y de<br />

las Repúblicas socialistas como Bulgaria o la RDA. Ellos mismos se definieron como el<br />

“brazo armado de todo el pueblo” y no del Partido Comunista ni de ningún otro partido,<br />

al mismo tiempo, el PC no reconoció abiertamente su participación en la formación de<br />

dicho organismo, “El FPMR sin ser el brazo armado del Partido Comunista como<br />

algunos afirman, cuenta con toda nuestra simpatía y aprecio, porque ayuda a la erosión<br />

del régimen y sus integrantes poseen una alta moral combativa.” 196 Algunos militantes<br />

dicen que el Partido nunca «se subió del todo al barco», lo cierto es que hacia 1987,<br />

después del fallido atentado a Pinochet y del desastre de Carrizal Bajo se abrió una<br />

discusión dentro del Partido y el Frente que terminó con al escisión de este último,<br />

dando paso al FPMR Autónomo que tuvo una vida corta, por un lado debido a la<br />

aniquilación de sus principales dirigentes, en la denominada Operación Albania, jornada<br />

en la que la CNI dio muerte a 12 miembros en menos de 36 horas y el asesinato del<br />

número uno Raúl Pellegrin, por el otro debido al desfase de la lucha armada una vez<br />

ganado el NO en el plebiscito.<br />

No podemos obviar que desde 1983 hasta el fracaso del atentado a Pinochet en<br />

septiembre de 1986 el Partido Comunista tiene una gran capacidad de organización y<br />

conducción político- militar, al mismo tiempo que hacía el 86 se perfila ya el proyecto<br />

de concertación que será liderada por la Democracia Cristiana y que culminará en la<br />

presidencia de Patricio Alwyn, con el dictador Augusto Pinochet como Comandante en<br />

jefe del ejército de Chile.<br />

195 El informe Rettig es el producto de 9 meses de trabajo de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.<br />

Órgano creado en 1990 para el esclarecimiento de la verdad respecto a las violaciones a los derechos humanos<br />

cometidas por la dictadura militar de Pinochet entre 1973 y 1990.<br />

196 PCCh, Carta a los Presidentes o Secretarios Generales de los partidos de oposición al Régimen Militar,<br />

apud. Riquelme Segovia, Alfredo, Rojo Atardecer. El comunismo chileno entre dictadura y democracia,<br />

Chile, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009, p. 130<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Partiendo de esto, nos preguntamos: ¿Fue la Política de la Rebelión de las masas y<br />

la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez un desatino político o por el<br />

contrario fue una decisión que ayudo a la salida de Pinochet del poder y posibilitó una<br />

transición pactada aun sin quererlo?<br />

2. ¿Involución dogmática, presiones exteriores o desarrollo lógico de la<br />

política comunista? A manera de estado de la cuestión<br />

A la política militarista del PCCh se le han dado varias explicaciones historiográficas.<br />

Por un lado, se ha dicho que se trató de una ruptura con la tradición frente populista del<br />

Partido, ruptura que tuvo lugar debido a la necesidad de aplicar nuevas formas de lucha<br />

contra la dictadura. 197 Por otro lado, se ha dicho también que estos cambios en realidad<br />

no representaron un quiebre con la línea anterior ya que no significó un enfoque teórico<br />

«foquista» sino que fue el desarrollo de la línea de unidad amplia. 198 Se le ha dado<br />

también un gran peso a la explicación del giro político del Partido como una involución<br />

hacía teoricismos dogmáticos y ortodoxos, en detrimento de una praxis política que<br />

había estado siempre basada en la movilización de masas, cuya máxima expresión había<br />

sido el triunfo electoral de la Unidad Popular. 199<br />

La explicación de la política militar como una reacción a las presiones del Partido<br />

Comunista de la Unión Soviética y sobre todo del régimen de Fidel Castro ha tenido eco<br />

en investigaciones periodísticas y textos literarios, siempre en color verde olivo. 200<br />

Así mismo, se ha remarcado la presión de un sector de la militancia del PCCh del<br />

interior que cuestionaba la moderada línea frente populista del partido, impulsada por el<br />

triunfo Sandinista en Nicaragua, pero sobre todo por la represión y la dura vida de la<br />

clandestinidad. Esta experiencia de militancia bajo dictadura mostraba la insuficiencia<br />

de los comunistas para vivir bajo un régimen terrorista, y la necesidad de la<br />

profesionalización del trabajo clandestino. Según esta explicación nace así un «nuevo»<br />

comunista que, bajo una mística de heroicidad apelaba a contestar de manera directa a la<br />

brutalidad del régimen. 201<br />

Bajo esta última, se ubican las historias del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.<br />

Casi todas ellas escritas por ex combatientes, en las que lejos de buscar justificarse<br />

muestran las razones que tuvieron para ejercer la violencia política. Se alejan de<br />

narraciones panfletarias para ejercer la autocritica, a veces llegando al desencanto por<br />

197 Furci, Carmelo: The chilean communist party and the road to socalism, Zed Books London 1984<br />

198 Moulian, Tomás e Isabel Torres- Dujisin, “¿Continuidad o cambio en la línea política del Partido<br />

Comunista de Chile?”, en Varas, Augusto (comp.) El Partido Comunista en Chile, consultado en<br />

http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-73601.html; Biblioteca digital de la Biblioteca Nacional de<br />

Chile.<br />

199 Corvalán Márquez, Luís, “Las tensiones entre la teoría y la práctica en el Partido Comunista en los<br />

años 60 y 70”, en Loyola, Manuel; Rojas Jorge (comp) Por un rojo amanecer. Hacia una Historia de los<br />

comunistas chilenos, Valus, Santiago, 2000; Alfredo Riquelme Segovia, Rojo atardecer. El comunismo<br />

chileno entre dictadura y democracia, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Chile, 2009.<br />

200 Ortega, Javier, La Historia inédita de los años verde olivo. La penetración subversiva de Castro en<br />

Chile, Madrid, Pliegos, 2002; Roberto Ampuero, Nuestros Años verde olivo, Chile, Planeta, 1999.<br />

201 Rolando Álvarez, Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973- 1980),<br />

LOM, Santiago, 2003.<br />

81


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

los resultados de la lucha en la que se vieron inmersos. Tal es el caso de Ricardo Palma<br />

Salamanca o Tito Tricot. 202<br />

Sin duda, hay todavía muchas líneas de investigación abiertas en torno a la<br />

política militar del PCCh durante los años 80 y sobre el Frente Patriótico Manuel<br />

Rodríguez, así como de los demás grupos que también ejercieron la violencia política<br />

durante la dictadura, que si bien es cierto no tuvieron el alcance del Frente, fueron parte<br />

de la resistencia de aquellos años que desembocará en las movilizaciones sociales que<br />

terminaron con la legitimidad de la dictadura.<br />

Así mismo, me parece que hay una gran carencia respecto a la historia del<br />

comunismo chileno con enfoque de género, apenas algún artículo sobre las militantes<br />

del Frente o los textos autobiográficos de Gladys Marín. Éste vacío historiográfico<br />

deberá ser paliado en un futuro si se quiere tener una visión de conjunto de lo que fue la<br />

violencia política y la represión durante la dictadura de Pinochet y la transición a la<br />

democracia. 203<br />

3. Hay que hacerse cargo ¿cachai? El Frente Patriótico Manuel Rodríguez<br />

y la política de la rebelión de las masas<br />

En verdad, la política que requiere heroísmo es elitaria. No es sensato pedirle a<br />

los hombres comunes, con responsabilidades hogareñas, que no han asumido la<br />

política como compromiso trascendental, una actitud constante de inmolación.<br />

T. Moulian<br />

3.1. Política de Rebelión Popular de Masas<br />

Hacia 1980 el Partido Comunista tiene un «giro estratégico» en su política para<br />

enfrentar la dictadura, lo que se vino a llamar la Política de Rebelión Popular de Masas.<br />

Sin embargo, hay que recordar que el partido intentó, antes de dar ese giro estratégico,<br />

agotar las posibilidades de la política tradicional de las «alianzas amplias». Propuso la<br />

participación en un «gobierno provisional» de las FF.AA. y no solo a los sectores<br />

antifascistas sino también a los no fascistas, entre los cuales estaban el general Leigh. 204<br />

Empero con el Plebiscito Nacional de 1980 fue evidente que la dictadura no se<br />

liberalizaría, sino por el contrario, se institucionalizaba y legitimaba a través de una<br />

202 Palma Salamanca, Ricardo, op. cit; Tricot, Tito, Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel<br />

Rodríguez, Ceibo ediciones, Santiago, 2015; Vidal, Hernán, Frente Patriótico Manuel Rodríguez. El tabú<br />

del conflicto armado en Chile, Santiago, Mosquito, 1994; Rojas Nuñez, Luís, De la rebelión popular a la<br />

sublevación imaginada. Antecedentes de la Historia política y militar del Partido Comunista de Chile y<br />

del FPMR 1973- 1990, Santiago, LOM, 2011. Éste último es un esfuerzo de largo aliento que podemos<br />

denominar como historiográfico a pesar de la militancia del autor dentro del PCCh. Tiene un aparato<br />

crítico sólido respaldado por el trabajo en archivos tanto oficiales como del propio Frente.<br />

203 Respecto al estudio de la represión con enfoque de género sería muy interesante realizar un trabajo<br />

comparativo entre la represión a las mujeres republicanas durante la Guerra Civil española y la posguerra<br />

y la dictadura de Pinochet, utilizando como eje articualador el concepto de «violencias sexuadas» para<br />

rescatar así las coincidencias en torno a la represión con componente de género.<br />

204 Tomas Moulian, Chile Actual. Anatomía de un mito, Santiago, LOM, 2002, p. 264.<br />

82


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Constitución. Las palabras pronunciadas por Corvalán el 4 de septiembre de 1980 dejan<br />

clara la postura del PC:<br />

Se hacen humo las ilusiones de una presunta liberalización del régimen. Se<br />

cierran los caminos para la evolución gradual con que algunos hemos soñado<br />

[…] el pueblo sabrá descubrir en la lucha las formas específicas de expresión<br />

de un proceso democrático y revolucionario, dando paso seguramente, a los<br />

más variados métodos que ayuden a desarrollar el movimiento de masas, aislar<br />

a la dictadura, aunar fuerzas, abrir perspectivas de victoria. 205<br />

Así pues, la necesidad de defenderse de manera activa y pasar a la ofensiva de los<br />

militantes clandestinos que ya venía pugnando desde el pleno del 77 encontró eco en las<br />

palabras del Secretario General del Partido, quien en este contexto le dio pleno<br />

significado a la palabra rebelión: “Hay que reivindicar el derecho a la rebelión,<br />

desconocer la legitimidad de la «elección» de Pinochet y de la Constitución, y<br />

responsabilizar a la dictadura de la violencia que adquiere la lucha por el derecho del<br />

pueblo al pan y la justicia.” 206 Bajo este llamado a todas las formas de lucha contra la<br />

dictadura Gladys Marín, encargada del Equipo de Dirección Interno, es decir la número<br />

uno del Partido en Chile y quien ya desde el 11 de septiembre de 1973 estaba en<br />

desacuerdo con no llamar a una resistencia activa al golpe escribe en 1980 «La Pauta»<br />

en la que plasma lo que es la política de rebelión de las masas:<br />

Esta lucha no la puede detener nadie, porque se encarna de verdad en la gente,<br />

responde a la necesidad de pasar de la resistencia al enfrentamiento […] hemos<br />

entrado a una fase en el combate en contra de la dictadura, y ella se inscribe en<br />

una perspectiva insurreccional de masas […] La perspectiva insurreccional es<br />

una línea conducente al levantamiento de masas para la toma del poder.<br />

Levantamiento de masas que irrumpen con violencia y que implican las luchas<br />

más diversas por los problemas más sentidos […] y que adoptan las más diversas<br />

formas: salidas callejeras, paros, barricadas, sabotajes, tomas de terrenos, de<br />

industrias, enfrentamientos en las calles, huelgas, protestas, resistencia civil en<br />

poblaciones y que obligatoriamente van a recurrir a formas de lucha armada. 207<br />

Con éstas palabras, Gladys Marín deja claro que al interior de Chile la nueva<br />

política o el giro estratégico estaba plenamente desarrollado, sin embargo miembros de<br />

la Dirección en el exilio como Volodia Teitelboim no estaban tan seguros de que esta<br />

fuera la forma de lucha correcta y, ese mismo año afirma que la idea de que el Partido<br />

está llamando a una insurrección armada está lejos de la realidad. El Partido, dice,<br />

“plantea realizar acciones distintas que deben pasar por diferentes etapas, proyectándose<br />

de lo chico a lo grande, de lo simple a lo complejo, pasando de una a otra fase.” 208 Esta<br />

afirmación sin embargo más que negar la política de la Sublevación se queda en una<br />

205 Discurso de Luís Corvalán en Moscú, 4 de septiembre de 1980, apud Alfredo Riquelme Segovia, op.cit.,p.<br />

124.<br />

206 Álvarez, Rolando, op. cit. p. 218.<br />

207 Marín, Gladys La Pauta apud. Ibid., p. 219.<br />

208 Álvarez, Rolando, op. cit. p. 219.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

especie de ambigüedad ideológica, no queda claro a qué se refiere con las diferentes<br />

etapas o las fases, lo que puede ser interpretado también como una especie de<br />

flexibilidad respecto a esas formas de lucha.<br />

El Partido Comunista llega a 1983 como una fuerza opositora consolidada, lejos<br />

están de la mermada estructura que quedara en 1976 después de la destrucción de dos de<br />

sus Comisiones Políticas. En este mismo año se inicia una rearticulación del<br />

movimiento sindical y estudiantil al interior de Chile, al que se suman sectores de las<br />

clases medias. Es en esta situación de rearticulación que nace el FPMR al que quieren<br />

sumarse centenares de jóvenes comunistas para combatir con las armas a la dictadura.<br />

La violencia política con la que responde el Frente a la dictadura tiene su origen en la<br />

dictadura misma, así es cómo se legitiman en el primer manifiesto rodriguista al Pueblo<br />

de Chile: “Después de once años de atropellos y barbarie, el pueblo se alza hoy con<br />

todas sus fuerzas y con todas las armas de que dispone para terminar de una vez con la<br />

violencia terrorista del régimen.” 209<br />

3.2. La vía armada. El nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez<br />

El Pleno del 77 fue por muchos motivos decisivo en la futura política del PCCh. El<br />

primero de ellos fue el informe que presentó al Comité Augusto, un joven oficial<br />

formado en Cuba, informe en el que ofreció detalles técnicos y de instrucción respecto a<br />

un centenar de chilenos que contaban con preparación militar. 210 Para continuar<br />

concluyendo y legitimando la existencia de estos jóvenes oficiales formados en Cuba,<br />

con que la “derrota de la UP tendría dos niveles uno político (aislamiento de la clase<br />

obrera) y otro militar (el vacío histórico).” 211 Esta crítica a la falta de política militar del<br />

Parido durante el gobierno de Allende venía dada sobre todo por el gobierno de Castro y<br />

el PCUS, achacándoles que no supieron defender las conquistas revolucionarias por una<br />

clara falta de preparación para pasar rápidamente de las formas de lucha pacíficas y no<br />

pacíficas, de no saber responder con la violencia revolucionaria. 212 También se habló de<br />

la cruenta represión a la que se veía sometida el Partido y de la falta de dirección al<br />

interior debido a la caída en mayo y en diciembre de 1976 de dos Comisiones políticas<br />

completas. Según Gladys Marín, esta caída acelera la discusión que se tenía pendiente<br />

respecto al ámbito militar del Partido. Al igual que es urgente una estrategia para<br />

mantener la lucha y profesionalizar la clandestinidad. Otro tema urgente era la discusión<br />

respecto al alejamiento entre el Partido al Interior y al Exterior. 213 Esta idea del «vacío<br />

histórico» puso de manifiesto la necesidad de tener una fuerza militar que plantara cara<br />

a la violencia de la dictadura, sin embargo, fue hasta 1983 cuando la lucha armada sea<br />

209 Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Primer Manifiesto al pueblo de Chile, nov. 1984, consultado en<br />

http://www.fpmr.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=261:primer-manifiesto-rodriguista-alpueblo-de-chile&catid=38:archivos&Itemid=56<br />

210 Rojas Nuñez, Luis, De la rebelión popular a la sublevación imaginada. Antecedentes de la Historia política<br />

y militar del Partido Comunista de Chile y del FPMR. 1973- 1990, Santiago, LOM, 2011.<br />

211 Álvarez, Rolando, Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973- 1989),Santiago,<br />

LOM, 2003, p. 163<br />

212 Riquelme, Alfredo, op. cit.<br />

213 Marin, Gladys, Conversaciones con Claudia Korol, Buenos Aires, Ediciones América Libre, 2004.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

un tema determinante de la política comunista. 214 La necesidad de un cambio en la línea<br />

política del Partido fue cada vez más impulsada por el interior con rechazo de fuera,<br />

dice Marín, principal impulsora de ésta línea que, “en 1983 íbamos a hacer un Congreso<br />

del Partido y se suspende por las diferencias con el interior […] a mí me obligan a salir<br />

dos veces clandestinamente del país para discutir con la dirección del partido esa pauta.<br />

La dirección que estaba afuera plantea que nosotros tenemos una desviación militarista,<br />

vanguardista.” 215 Claramente la dirección al exterior veía el peligro de de “absolutizar”<br />

la lucha armada como vía para derrocar al régimen y de militarizar al partido alejándolo<br />

de las masas.<br />

Una vez formado el Frente la vía armada ya es una decisión conjunta de la<br />

dirección, una vez que la política de rebelión se define como una política de lucha<br />

contra la dictadura la lucha armada como forma de enfrentar y dar golpes a la dictadura<br />

se legitima así misma.<br />

Como he mostrado hasta ahora, en la formación del Frente Patriótico Manuel<br />

Rodríguez trabajó directamente la dirección del partido (Equipo de Dirección Interior)<br />

en la clandestinidad, con Gladys Marín a la cabeza. 216<br />

3.3 Anatomía del militante<br />

La mayoría de las y los jóvenes que se unieron al Frente no tenían como experiencia el<br />

gobierno de la UP ni el asesinato de Salvador Allende, pero sufrían los resultados de su<br />

derrota. Los mayores habían vivido el golpe de niños o adolescentes, muchos de ellos<br />

hijos de dirigentes, funcionarios o cercanos al gobierno de la Unidad Popular que<br />

crecieron en condiciones de fuerte represión y con las consecuencias directas de las<br />

desapariciones de sus padres o familiares más cercanos. Tal es el caso de Víctor Díaz,<br />

uno de los fusileros del atentado a Pinochet. Víctor es hijo de Víctor Díaz López,<br />

vicesecretario general del Partido Comunista de Chile (PCCh) y dirigente nacional de la<br />

Central Única de Trabajadores (CUT) quien desapareció en mayo de 1976. Víctor Díaz<br />

hijo salió con 17 años de Chile y prestó declaración en la ONU exigiendo que se hiciera<br />

público el paradero de su padre. En 1980 vuelve a Chile y encuentra que las vías legales<br />

para luchar contra la dictadura ya estaban para él agotadas. Raúl Pellegrin, era hijo de<br />

militantes comunistas, profesores de la Universidad de Chile. Allanaron su casa en<br />

noviembre de 1973 y ese mismo día se asila con su familia en la embajada de la RFA.<br />

En 1976 llegan a Cuba y desde ese momento Raúl empezó su entrenamiento militar en<br />

las Tropas Generales, en la especialidad de Ciencias Sociales y Políticas en la Academia<br />

General Antonio Maceo. 217 La familia Pellegrin- Friedmann será amiga en Cuba de la<br />

de Rodrigo Rodríguez Otero, también fusilero en la Operación siglo XX. Hijo de la<br />

214 Respecto a esta división del partido al interior/exterior Luís Corvalan apunta que «ese año 1977 fue notorio<br />

cierto malestar. Algunos militantes y hasta algunos dirigentes echaban chispas porque se sentían desprovistos<br />

de apoyo logístico. Ciertas expresiones de malestar llegaron a preocuparnos como la de aquel compañero que<br />

despidió a otro con estas palabras: Dales saludos a los viejos, pero diles que la pelea está aquí» Luís Corvalán,<br />

Santiago- Moscú- Santiago. Apuntes del exilio, Coiron, Madrid, 1983, p. 60.<br />

215 Marin, Gladys, op.cit.,p. 84.<br />

216 Gladys Marín vuelve a Chile gracias a la Operación Retorno, que se puso en marcha a finales de 1977 tras la<br />

caída de dos direcciones del Partido y de la Jota en 1976. Ingresa por Argentina a principios de 1978.<br />

217 Friedmann, Tita, Mi hijo Raúl Pellegrin, Comandante José Miguel, Santiago, LOM, 2008.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

periodista Marcela Otero Lanzarotti, estudió ingeniería en la Universidad de la Habana<br />

al tiempo que acudía a cursos de lucha irregular. Juan Henríquez Araya, por su parte,<br />

era nieto del ex diputado comunista Bernardo Araya, secretario general de la CUT quien<br />

fue detenido junto con su mujer y sus nietos el 6 de abril de 1976. Juan y su hermana<br />

fueron testigos de los interrogatorios a su abuelo hechos en Villa Grimaldi y luego<br />

puestos en libertad. Salió al exilio en 1977 y estudio ingeniería en Alemania, también<br />

fue entrenado militarmente en Cuba y graduado en especialidad de mando de Tropas<br />

generales. 218 Esta es la trayectoria política de la mayoría de los militantes, después<br />

dirigentes y responsables, del Frente en esos primeros años.<br />

3.4 Formados en Cuba<br />

En julio de 1980 entran a Chile clandestinamente «los doce primeros autorizados» para<br />

formar las estructuras político-militares del PCCh: El Frente y las Milicias Rodriguistas.<br />

La mayoría de los chilenos que se sumaron a ellos eran militantes de las Juventudes<br />

Comunistas reclutados por los oficiales del Frente, muchos de ellos de barrios<br />

marginales que vivían la represión y las agresiones a sus barrios y poblaciones por parte<br />

de la autoridad, pero también había hijos e hijas de la burguesía chilena, como Cecilia<br />

Magni que llegó a ser dirigente Nacional y a su vez reclutó a un buen grupo de mujeres,<br />

entre ellas Fabiola, también de familia pinochetista, quien fuera la única fusilera en la<br />

operación siglo XX. Todos éstos jóvenes compartían las mismas reflexiones: “para mí<br />

resultaba imposible continuar, aceptar a vivir en las condiciones en las cuales estos<br />

asesinos nos hacían vivir. Hubo una reflexión y la respuesta armada era la más<br />

consecuente en ese momento.” “Yo siempre iba a las manifestaciones y estuve<br />

manifestando pacíficamente hasta que un día va un tipo que le pegaron un balazo a tres<br />

metro míos. Yo ahí dije esto no puede ser. Si están tirando balazos pues hay que tirarles<br />

balazos” 219<br />

En esos mismos años, antes de la formación oficial del Frente, en Chile<br />

empezaron a organizarse las Unidades de combate de las Juventudes Comunistas. En<br />

Santiago se formó el Comando Manuel Rodríguez y el comando Lautaro. Se formaron<br />

también comandos en Concepción y Valparaíso. Estos grupos serían los futuros<br />

combatientes rodriguistas. En 1983 llegó a Chile Raúl Pellegrin, miembro de la<br />

Comisión Militar del PCCh y quien desde 1981 se perfilaba como el número uno del<br />

Frente. Con su llegada y la de sus compañeros que habían peleado en la guerra de<br />

Nicaragua nació el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. 220 Fueron casi un centenar los<br />

que se formaron en Cuba, si tomamos en cuenta que “el primer curso empezó en 1975 y<br />

el último fue en 1988. [Sin embargo] esto nunca significó que una vez graduados fueran<br />

a engrosar las filas del partido en su lucha contra la dictadura. Varios oficiales tienen la<br />

218 Verdugo, Patricia, Carmen Hertz, Operación siglo XX, Chile, Ornitorrinco,1990<br />

219 Testimonios de ex combatientes del FPMR en el documental, Azocar, Pedro, Guerrilleros. La historia tras<br />

el fusil, Santiago, Chilevisión, 2015.<br />

220 Raúl Pellegrin o Rodrigo será quien en 1987 defienda la separación y autonomía del Frente en el pleno con<br />

la dirección del Partido. Inició en 1983 con una pequeña jefatura para en 1984 contar ya con una Dirección<br />

Nacional que le permitía dirigir toda la creciente organización. Controlando estructuras con tres y cuatro<br />

niveles inferiores.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

percepción de que muchos de los graduados que ingresaron legalmente a Chile no se<br />

incorporaron ni acudieron al vínculo con las estructuras clandestinas.” 221<br />

El 19 de marzo de 1984 el Frente comunica: “si el pueblo tuviera elecciones<br />

libres, democracia, y se expresara soberanamente nosotros no existiríamos, para que lo<br />

tengamos claro. Nosotros somos producto de esta dictadura, somos la respuesta del<br />

pueblo a esa tiranía.” El de 7 junio del mismo año un comando al mando de Fernando<br />

Larenas toma Radio Minería y lee un comunicado: “Atención pueblo de Chile la<br />

dirección del Frente Patriótico Manuel Rodríguez se dirige a ustedes: ¡Muera Pinochet!<br />

¡Viva Chile! Aun tenemos patria ciudadanos.” 222<br />

En esos primeros años el objetivo era golpear de manera simbólica a la dictadura,<br />

demostrar que la resistencia tenía la capacidad de efectuar operaciones, incluso en<br />

lugares cercanos al círculo íntimo de Pinochet, fabricando pólvora negra picando carbón<br />

en una Moulinex 1,2,3 para ponerla en un tarro de café con un reloj de marca Rula<br />

(fabricado en la RDA) y así tener un rudimentario pero eficaz explosivo casero. 223 “Era<br />

el tiempo en que los ancianitos del PC aun no se convencían de hacer algo y nos daban<br />

agüita para tranquilizarnos.” 224 Entre 1983 y 1987 se llevaron a cabo las más grandes<br />

operaciones del Frente bajo la consigna de propaganda armada, voladura de puentes, de<br />

líneas férreas, toma de radiocomunicaciones<br />

3.5 Actitudes al interior del PC respecto al frente<br />

Si bien es cierto que el Frente nunca estuvo pensado como un organismo para el<br />

enfrentamiento frontal con las FF.AA. sino para asestarle golpes sorpresivos al Estado a<br />

través de sabotajes, toma de radioemisoras, cortes de vías, etc. Hubo muchos miembros<br />

del PC que nunca se «subieron al barco» plenamente. Las actitudes respecto al Frente<br />

según clasificación de Alfredo Riquelme se pueden dividir en cuatro: 225<br />

a) La primera, extendida en los sectores históricos quienes defendían todas las formas de<br />

lucha, querían articular la participación del PC en amplias alianzas opositoras que<br />

condujeran la movilización social, con el respaldo político a las acciones armadas del<br />

Frente.<br />

b) La segunda, compartida por los miembros jóvenes del PC y políticamente más próxima al<br />

Frente, tenía el objetivo de militarizar la lucha de masas. Lo que claramente les alejaba de<br />

cualquier tipo de alianza que no se adhiriera a la estrategia de la Sublevación Nacional.<br />

c) La tercera, compartida por comunistas insertos en organizaciones de la sociedad civil como<br />

sindicatos, federaciones estudiantiles, instituciones culturales, organismos de derechos<br />

humanos. Quienes también se alejaban de la lucha armada argumentando la necesidad de<br />

acordar con los demás grupos opositores a la dictadura formas de lucha compartidas.<br />

d) La cuarta eran comunistas que nunca habían compartido las formas de lucha del Frente,<br />

pero continuaron en el partido esperando que este se alejara de la estrategia de la<br />

Sublevación Nacional.<br />

221 Rojas Nuñes. Luís, op.cit.,p. 148.<br />

222 Ambos comunicados extraídos de vídeos oríginales de Azocar Pedro, op. cit.<br />

223 Tricot, Tito, op. cit.<br />

224 Palma Salamanca, Ricardo, op.cit.,p. 96.<br />

225 Riquelme, Alfredo, op. cit.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Como muestran estas cuatro posturas, el Partido Comunista al interior estaba por<br />

librar una serie de discusiones, rupturas y disidencias, sobre todo con el fracaso del<br />

atentado a Pinochet y el desembarco de Armas en Carrizal Bajo.<br />

4. 1986 El año decisivo. El fracaso<br />

En 1985 la represión contra el Partido Comunista se recrudece, muestra de ello es el<br />

secuestro y sanguinario asesinato de tres profesionales comunistas: Jose Manuel Parada<br />

Maluenda, Santiago Nattino Allende y Manuel Guerrero Ceballos a manos de los<br />

Carabineros, cuyos cuerpos fueron encontrados cerca del aeropuerto Pudahuel,<br />

degollados y con claros signos de tortura.<br />

Los días 2 y 3 de julio de 1986, hay grandes movilizaciones populares,<br />

enmarcadas en las Jornadas de Protesta Nacional, el saldo general de esos días fue de<br />

ocho pobladores muertos y más de cincuenta heridos. 226 Entre estos, se encontraba una<br />

menor de 13 años asesinada en la comuna de La Florida y dos jóvenes hechos arder.<br />

Los rodriguistas durante estas jornadas derribaron en el territorio que va desde<br />

Angostura de Paine hasta Talca, región estratégica en términos de suministro<br />

energético, 15 torres de Alta Tensión. 227 Aunque hay que recordar que ya,<br />

durante los primeros tres meses de 1984 […] se colocaron ochenta bombas en líneas de<br />

ferrocarril, servicios y estaciones de radio, dejando tres veces sin luz al centro de la ciudad. En<br />

total ocurrieron más de 400 ataques terroristas durante 1984 y unos 1000 durante todo 1985. 228<br />

La ferocidad con la que fueron reprimidas estas protestas aceleró lo que ya se<br />

venía planeando desde por lo menos 1985, el llamado «tiranicidio». Se pensó que<br />

muerto el general Pinochet se desataría la sublevación nacional, había que provocar los<br />

levantamientos populares y esta era la mejor forma de hacerlo.<br />

Desde 1984, el Frente tenía un destacamento de fuerzas especiales, una especie<br />

de comando de elite al mando de Fernando Larenas y relevado después por los<br />

comandantes Benito, Ignacio Valenzuela y Ernesto Joaquín Valenzuela Levi, éste<br />

último el encargado de llevar a cabo el atentado. 229<br />

En 1986, dice Gladys Marín, nosotros dijimos “si hacemos un esfuerzo grande, si<br />

somos capaces de hacer un paro nacional que levante a todo el país, es posible derrotar a<br />

226 El informe de la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación (Comisión Rettig) contabiliza para<br />

el período 1983- 1988, 429 muertos por violación a los derechos humanos y violencia política.<br />

227 Tricot, Tito, op. cit, p.69.<br />

228 Huntington, P, Samuel, La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX, España, Paidos, 1994, p.<br />

186.<br />

229 El 7 de septiembre de 1986 alrededor de las seis de la tarde 21 combatientes del Frente organizados en<br />

cuatro grupos realizaron la emboscada a la caravana en donde se encontraba Pinochet quien venía de regreso de<br />

su casa de campo en El Melocotón. El lugar elegido para el atentado había sido La cuesta de las Achupallas en<br />

la carretera G-26 conocida como el Cajón del Maipo. Una camioneta con una casa rodante se ubicó<br />

bloqueándole el paso a la comitiva, este fue el llamado grupo de contención, que debían detrener la caravana,<br />

neautralizar el primer vehiculo y aniquilar a cualquiera que opusiera resistencia. En la retaguardia había otros<br />

cinco combatientes. Los 5 vehículos de la comitiva de Pinochet quedaron atrapados en esos aprox. 50 metros.<br />

Desde las terrazas de las montañas aledañas se iniciaron los disparos. Como ya es sabido el proytectil del<br />

lanzacohetes Low que impavtó en el auto de Pinochet no detonó. El chofer del mismo inicio una maniobra de<br />

escape por la retaguardia y avanzó en reversa, impactó en la camioneta que cerraba la emboscada por la<br />

retaguardia y logro desplazarla, luego giró en 180 grados y logro escapar. De Rojas Nuñez, Luís, op. cit.<br />

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la dictadura […] Percibíamos en crecimiento de la lucha contra la dictadura […] las<br />

protestas de miles de personas que eran impresionantes.” 230<br />

Sin embargo el fracaso en las dos operaciones de más envergadura del Frente y el<br />

Partido Comunista, lejos de desatar dicha sublevación trajeron consigo divisiones al<br />

interior del Partido, sacando a la luz la disidencia dentro del mismo. En este contexto de<br />

crisis y división interna las estructuras del Frente quedaron vulnerables y la CNI<br />

emprendió una feroz acción de acoso y exterminio contra ellos. El resultado fue la<br />

ejecución en menos de 24 horas de doce militantes y dirigentes del Frente en lo que se<br />

conoce como la Operación Albania. 231 “Esta tragedia agudizó a su vez la desconfianza y<br />

la confrontación entre los dos bandos en que se había dividido la organización”, el<br />

Frente Autónomo y los miembros que permanecieron con el partido. 232<br />

Respecto al desembarco de armas en Carrizal 233 destaca que la mayoría de quienes<br />

participaron en dicha acción se sintieron también abandonados por el grueso del partido:<br />

“Se cometieron errores y el más ostensible es político, porque esa fue una operación<br />

estratégica del Partido y fue llevada a cabo más bien con compañeros con mucha<br />

voluntad, pero no con todo el apoyo de la dirección política del Partido, sino que dejada<br />

exclusivamente a la comisión militar.” 234<br />

4.1 Ángel para un final<br />

Para Gladys Marín el mantenimiento de la lucha armada era imposible en Chile debido<br />

al poco peso político que en 1987 tenía el Partido Comunista. Ella evalúa que no serían<br />

los comunistas quienes dieran una salida más avanzada a la dictadura y que se tenía que<br />

votar en el Plebiscito, que no se podía aplicar la experiencia nicaragüense o cubana a la<br />

realidad chilena de 1987 y mucho menos al Partido Comunista de Chile que había<br />

evaluado la importancia de volver a la política del pacto antifascista. 235<br />

230 Marin, Gladys, op.cit.,p. 87.<br />

231 Tambien conocida como Matanza de Corpus Christi, la Operación Albania tuvo lugar entre el 15 y el 16 de<br />

junio de 1987 y dio lugar al asesinato de 12 miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, iniciando con el<br />

acribillamiento de Ignacio Valenzuela Pohorecky al medio día del 15, los asesinatos en Varas Mena de Patricio<br />

Acosta, Daniel Henríquez Gallegos y Juan Henríquez Araya, éstos dos últimos defendiendo una casa de<br />

seguridad y cubriendo el escape de los frentistas que se hallaban dentro de la casa. Esa misma noche en Villa<br />

Olímpica de cuatro disparos, dos de ellos en los ojos moría Julio Guerra Olivares, se confirmó que se<br />

encontraba desarmado. El 16 cerca de las cuatro de la mañana se ejecutó a los ya antes de tenidos en el cuartel<br />

Borgoño. Según testigos, los detenidos que llegaron al inmueble en Pedro Donoso 582 estaban descalzos,<br />

atados y con los ojos vendados. Ahí murieron Elizabeth Escobar de 13 disparos, Patricia Quiroz Nilo con 11<br />

disparos, Esther Cabrera Hinojosa 5 disparos, Ricardo Rivera Silva también con 5 disparos, Manuel Valencia<br />

Calderón 14 disparos, Ricardo Silva Soto, 10 y aun sin saberlo los agentes de la CIA el comandante Ernesto,<br />

José Joaquín Valenzuela Levi el responsable del atentado a Pinochet, acribillado con 16 balazos. En Hertz,<br />

Carmen, op. cit.<br />

232 Riquelme, Alfredo, op. cit, p. 146.<br />

233 Entre el 24 de mayo y el 26 de julio de 1986 se ingresó con éxito a territorio chileno casi 75 toneladas de<br />

armas negociadas con Cuba, en su mayoría fusiles M-16 obtenidas de la guerra de Vietnam, además de<br />

explosivos y lanzacohetes. Trasladados por barcos cubanos hasta las costas chilenas. El plan original era de un<br />

solo desembarco, pero al final fueron dos. En agosto de ese año la CNI descubre e incauta 3,531 fusiles, 300<br />

lanzacohetes, dos mil granadas de mano, ametralladoras y toneladas de explosivos. Al final de esta operación<br />

apareció Pinochet afirmando que ésta era la muestra de la guerra que el régimen venía librando con las<br />

potencias marxistas y el extremismo en Chile.<br />

234 Ibid., p. 172<br />

235 Marin, Gladys, op.cit.,p.p. 93- 94.<br />

89


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

El Frente a su vez se separó del PC y adoptó una nueva forma de lucha en ese<br />

momento ya totalmente desfasada de la cambiada situación social y política chilena, la<br />

Guerra Patriótica Nacional, esto en un entorno de negociaciones entre las fuerzas<br />

opositoras y la dictadura, representó un fracaso desde todo punto de vista, además de<br />

nunca haber sido debatido con los militantes rodriguistas, “las decisiones en torno al<br />

viraje político fueron cupulares […] Parte medular del proyecto fue articulado por Raúl<br />

Pellegrin y la nueva Dirección y un grupo reducido de jefes del Frente que aportaban<br />

sobre un bosquejo ya prediseñado.” 236<br />

Pese a las divisiones internas el FPMR-A mantuvo la lucha armada, defendiendo<br />

que el proceso de transición era puro continuismo y criticando duramente al gobierno de<br />

Alwyn por el tratamiento que había dado al tema de los derechos humanos. 237 Pese a<br />

que sus demandas eran legítimas no supieron ver que el pueblo chileno no quería<br />

guerra, sino paz. Que su estrategia estaba lejos de la movilización social o la<br />

sublevación de las masas, que la toma de cuatro pueblos no iba a detonar ninguna<br />

rebelión popular. En octubre de 1988 el número uno de la jerarquía frentista desde su<br />

nacimiento, Raúl Pellegrin junto a Cecilia Magni muere a manos de la CNI, sus<br />

cuerpos, con claros signos de tortura aparecieron en el río Tinguiririca el 30 de octubre<br />

de ese año. Este fue sin duda el segundo golpe mortal al FPMR, a pesar de que su<br />

accionar se extendió todavía unos años más. Por ejemplo Tito Tricot dice:<br />

se argumenta que el malogro de dicha acción (tiranicidio) habría precipitado el aislamiento del<br />

Partido Comunista, de la izquierda y de la política de Rebelión popular. Esto es una falacia<br />

histórica, porque esta política de sistemático aislamiento venía produciéndose desde mucho<br />

antes, tanto por sectores de la Democracia Cristiana, por distintas corrientes del Partido<br />

Socialista, del segmento conservador de la Iglesia católica y del imperialismo<br />

estadounidense 238<br />

El partido creó el Frente como un aparato militar para implementar acciones<br />

combativas y ahora lo acusaba precisamente de aquello: de reducir su práctica a un<br />

accionar combativo sin una dimensión política.” 239 Desembocando en el primero de los<br />

dos golpes mortales que se le asestan al Frente, la Operación Albania.<br />

A partir de 1988 y después del triunfo del NO se “tenía la confianza y en algunas<br />

ocasiones la certeza de que aquellos que habían utilizado la violencia contra Pinochet se<br />

incorporarían a la vida democrática o volverían a sus casas. Pero no fue así, la<br />

frustración generada por la forma en que se estaba llevando a cabo la transición hizo<br />

que los violentos continuaran su actividad.” 240<br />

El 13 de enero de 1990 Gladys Marín decía: “La votación de Alwyn es una<br />

gigantesca victoria del pueblo. Es la inmensa mayoría que ha votado contra la dictadura<br />

y a favor de los cambios y la democracia.” 241 Hablaba entonces la subsecretaria del<br />

236 Tricot, Tito, op.cit.,p. 163- 163.<br />

237 Soto, Álvaro, “Violencia política y transiciones a la democracia. Chile y España”, en BABY Sophie,<br />

Olivier Compagnon, Gonzales Calleja Eduardo (eds.), Violencia y transiciones políticas a finales del<br />

siglo XX. Europa del Sur- América Latina, Madrid, Casa de Velázquez, 2009. p. 117<br />

238 Ibíd.<br />

239 Gladys Marín, op.cit., p. 100.<br />

240 Ibíd.<br />

241 Discurso en el Estado de Santa Laura, 13 enero 1990, en Marin, Gladys, op. cit. p. 141<br />

90


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

PCCh de Patricio Alwyn, para quien “el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973<br />

se encontraba plenamente justificado, dada la situación del país.” 242<br />

Para muchos esas palabras significaron el derrumbe de un sueño.<br />

4. Conclusiones. ¿El fracaso de la Sublevación Nacional?<br />

4.1 La marginación, el frente autónomo<br />

“Alguien podría pensar que todo era un enfrentamiento entre unos lunáticos armados y los carniceros y su<br />

autoridad. Yo, con simpleza, podría decir que, claro, en términos concretos la cosa era así, pero nuestro<br />

discurso iba en otra dirección, es decir, las palabras no llegaron a unirse con los hechos. Lo diferente tal<br />

vez era que los deseos iban hacia querer involucrar a todo el mundo en ello”<br />

Ricardo Palma Salamanca<br />

En 1987 el PC se encontraba en un callejón sin salida, por un lado la política de<br />

Rebelión de las Masas y sobre todo la intensa movilización social que le acompañaba<br />

habían contribuido a precipitar la crisis de la dictadura, por el otro había sido esta<br />

misma política la que les había marginado en el marco de la transición pactada, sobre<br />

todo tras la unificación del Partido socialista.<br />

Patricio Aylwin, luego de ser elegido Presidente de la DC, reitera en entrevista<br />

con el diario español El País:<br />

La política del PC de rebelión de masas, que en el fondo es la vía insurreccional, y el empleo<br />

consecuente con esa definición que el PC está haciendo de la violencia, merece nuestro total<br />

repudio. Los comunistas se autoexcluyen de una movilización democrática para reestablecer la<br />

democracia. La decisión de la democracia cristiana ha sido muy tajante: excluir toda<br />

posibilidad de pactos políticos o electorales en cualquier terreno con el Partido Comunista. 243<br />

Para Gladys Marín fue justo la política de la rebelión de las masas la que aceleró<br />

el proceso institucional de la transición:<br />

La dictadura estaba mal, arrinconada [...] pero no tomamos en cuenta que, efectivamente, esto<br />

mismo estaban evaluando quienes habían propiciado el golpe, y quienes no querían una salida<br />

popular, una salida democrática real, de fondo. [El año 86] fue decisivo para que las fuerzas que<br />

apoyaban a la dictadura se dieran cuenta que tenían que apurar el tranco. Ya en el 86 y<br />

comienzos del 87 comienzan las conversaciones para dar una salida en el esquema de la<br />

dictadura. Finalmente apuramos esta salida. 244<br />

Tomás Moulian apunta que el Partido se vio impulsado al «giro estratégico» por<br />

una intuición más bien pesimista “la certeza de que la dictadura había conseguido crear<br />

su propio «régimen de transición», el cual al imponerse permitiría la reproductibilidad<br />

de largo plazo de la sociedad neoliberal. Las consecuencias que se sacó de esa<br />

242 Soto, Álvaro, op.cit.,p. 123.<br />

243<br />

Entrevista de Patricio Aylwin con El País (8 agosto de 1987), El país internacional, en:<br />

http://elpais.com/diario/1987/08/08/internacional/555372012_850215.html<br />

244 Marín, Gladys, op.cit.,p. 87.<br />

91


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

constatación van a marcar, en el terreno estratégico de la política de alianzas, el período<br />

posterior.” 245<br />

Ciertamente el Partido que había sido capaz de resistir los peores años de<br />

terrorismo pinochetista y que hacia los años 80 se había convertido en uno de los<br />

actores principales de la oposición se encontraba en 1987 marginado de la transición a<br />

la democracia.<br />

Es posible que en realidad buena parte del CC del Partido nunca supiera muy bien<br />

qué hacer con el FPMR. Un partido tradicionalmente ligado a la democracia<br />

parlamentaria que creía en las FF.AA. como agentes de la legalidad, no supo muy bien<br />

cómo controlar una organización que radicalizaba su propia política de Rebelión de las<br />

Masas y la llevaba hasta las últimas consecuencias. La Comisión Militar a su vez no<br />

funcionaba de manera orgánica con la Comisión Política del Partido, el desembarco en<br />

Carrizal es muestra del desastroso manejo del PC de sus operaciones militares. Así<br />

cuando en los 70 “se preparó a un centenar de jóvenes chilenos como oficiales de las<br />

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, el partido no supo qué hacer con ellos […]<br />

fue Fidel Castro quien jugaría un papel trascendental para que un contingente de<br />

oficiales chilenos se trasladara a Nicaragua a combatir.” 246 Tal parece que fue ésta<br />

experiencia y la preparación de los dirigentes del Frente, lo mismo que a la tenacidad de<br />

sus militantes las responsables de las exitosas acciones llevadas a cabo por el FPMR<br />

entre 1983- 1986 y no las decisiones de la Comisión Militar.<br />

Estas acciones ciertamente acompañadas de la fuerte movilización social de esos<br />

años apuraron la caída de Pinochet. Movilizaciones que en 1987 superaban las<br />

operaciones del Frente y pugnaban por una salida pactada y en paz. Los chilenos<br />

estaban lejos de querer una sublevación o una Guerra Patriótica para establecer de<br />

nuevo un gobierno como el de la Unidad Popular. Ahí el partido y el Frente no supieron<br />

salir de su visión ortodoxa respecto al poder y el cambio social, desconociendo los<br />

apoyos políticos y económicos con que contaba el régimen de Pinochet. La mayor<br />

necesidad del pueblo chileno era la de conocer la verdad de lo sucedido. La principal<br />

bandera los derechos humanos. Y en esos momentos no existía la certidumbre de la<br />

vuelta a la democracia. Esta certidumbre no se produciría hasta la detención y el<br />

desafuero de Pinochet en el año 2000.<br />

Para quienes fueron miembros del Frente es claro que el aislamiento político del<br />

PC no se debió al fracaso del «tiranicidio» sino que se trataba de una estrategia de la DC<br />

que ya venía gestándose desde antes de 1986. Pare ellos su accionar fue la única forma<br />

coherente de responder a la violencia de la dictadura:<br />

14 años de violencia cívico- militar era demasiado, por ello era necesario ponerle fin y una forma<br />

de hacerlo era tomar las armas. Pero jamás nunca encontré a alguna hermana o hermano del<br />

Frente que creyera en la violencia como una necesidad, menos aún como un modo de vida. Una<br />

cosa es combatir a la dictadura en condiciones políticas muy concretas de represión y profesar el<br />

derecho a la autodefensa y a la rebelión, y otra muy distinta es reivindicar la violencia como<br />

praxis política. 247<br />

245 Moulian, Tomás, op. cit. pp. 268-269.<br />

246 Tricot, Tito, op.cit.,p. 68<br />

247 Ibid., p. 84.<br />

92


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Comunista cambio de línea ¿qué lo movió en esta dirección «maximalista», en<br />

esta aventura de enfrentar a los militares en el terreno en que eran más fuertes? Lo<br />

impulsaba una intuición básicamente correcta que vino a interrumpir la invertebrada<br />

tendencia al optimismo triunfalista. Era una intuición más bien pesimista, la certeza de<br />

que la dictadura había conseguido crear su propio «régimen de transición», el cual al<br />

imponerse permitiría la reproductibilidad de largo plazo de la sociedad neoliberal. Las<br />

consecuencias que se sacó de esa constatación van a marcar, en el terreno estratégico de<br />

la política de alianzas, el período posterior.” 248<br />

14 años de violencia civíco- militar era demasiado, por ello era necesario ponerle fin y una forma<br />

de hacerlo era tomar las armas. Pero jamás nunca encontré a alguna hermana o hermano del<br />

Frente que creyera en la violencia como una necesidad, menos aún como un modo de vida. Una<br />

cosa es combatir a la dictadura en condiciones políticas muy concretas de represión y profesar el<br />

derecho a la autodefensa y a la rebelión, y otra muy distinta es reivindicar la violencia como<br />

praxis política. 249<br />

248 Tomás Moulian, Chile Actual. Anatomía de un Mito, LOM, Chile, 2002, p. 268-269<br />

249 Tito p. 84<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Burguesía Vasca: Entre el Nacionalismo vasco y el Estado<br />

español<br />

ADRIAN ALMEIDA<br />

Universidad de Deusto<br />

Resumen: El presente ensayo histórico pretende analizar las relaciones de la burguesía<br />

vasca con el poder político tanto a nivel del Estado español como a nivel del País Vasco<br />

durante el siglo XIX. En tal sentido, pretendemos estudiar las conexiones de esta<br />

burguesía vasca con los partidos de ámbito español y vasco, tratando de descubrir el<br />

porqué esta clase militaba en uno u otro grupo. Así mismo, fijamos nuestro principal<br />

punto de análisis en el surgimiento del nacionalismo vasco.<br />

Palabras clave: burguesía vasca, nacionalismo vasco, siglo XIX, Ramón de la Sota,<br />

Víctor Chávarri, Bilbao, País Vasco.<br />

Abstract: This historical essay wants to analyze the relationship between Basque<br />

bourgeoisie and the political power in Spanish state as well as in Basque Country during<br />

19 th Century. In this respect, we will investigate links between this bourgeoisie and<br />

political parties which operate in Basque or Spanish territory. This investigation<br />

pretends to answer the following questions: what was the cause of the divergence in the<br />

political preferences of this social class in Basque Country? Why one part of this social<br />

class in this territory adopted the Basque nationalism?<br />

Keywords: Basque bourgeoisie, Basque nationalism, 19 th Century, Ramón de la Sota,<br />

Víctor Chávarri, Bilbao, Basque Country.<br />

1. Introducción<br />

El Partido Nacionalista Vasco, como partido de orden y católico, no estuvo presente en<br />

los Pactos de San Sebastián que posteriormente, y tras el final del período de Primo de<br />

Rivera, serían la piedra de toque para la construcción de la Segunda República española.<br />

Durante la etapa de la Segunda República, el Partido Nacionalista se movió entre dos<br />

aguas bien distintas: primero adhiriéndose a las facciones de la derecha, que una vez<br />

asumieron el gobierno en el Estado no facilitaron, sino que impidieron el Estatuto de<br />

Autonomía vasco. Postura, que lógicamente el PNV no aceptó, y así, y cobrándose de<br />

una posición de pragmatismo, comenzó a virar hacia la izquierda, con la intención de<br />

que fuera este bloque quien diera la buscada autonomía a los territorios vascos. Un<br />

partido, que en definitiva se define como “centrista no por su ideología sino por su<br />

posición con respecto a los extremos: el centrismo del PNV era mucho más político que<br />

94


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

ideológico, teniendo en cuenta su doctrina aranista y su catolicismo clerical” 250 . Su<br />

posición final en 1936, en apoyo a una Republica de izquierdas que acabó por aceptar el<br />

Estatuto, sellaría el futuro inmediato del partido, fundado en 1895, y también de su<br />

dirigencia y militancia, entre la que se encontraban ilustres nombres de la burguesía<br />

vizcaína.<br />

En el caso de la burguesía vasca, a grandes rasgos, puede decirse que jugó en<br />

cierta manera con la misma movilidad y pragmatismo. Tras el fin del régimen foral de<br />

las provincias vascas, decretado en 1876 bajo la presidencia de Cánovas, la burguesía<br />

vasca, recién nacida se encontró ante el vacio foral. Su unión al movimiento pro-fueros<br />

fue escasa, aunque más tarde, ésta derivó progresivamente hacia el nacionalismo de<br />

Arana (en un primer momento contrario a la gran burguesía y amante de la vida<br />

tradicional campestre). Esto se debe, fundamentalmente, a su necesidad de buscar<br />

réditos económicos del Estado español en su nicho de acción. Por lo pronto, en 1878, y<br />

antes de la fundación del partido de Arana, la burguesía vasca consiguió del Estado<br />

central los acuerdos de Concierto Económico, por los cuales se daba autonomía fiscal a<br />

las provincias vascas; momento, por cierto, del gran eclosionar de las industrias del<br />

Gran Bilbao y de la llegada masiva de inmigración de otras regiones del Estado a este<br />

vergel de hierro. Más tarde, una vez el nacionalismo fue asentándose, y enarbolándose<br />

en la ikurriña, el gran empresariado vasco intentó penetrar en la acción de un<br />

movimiento de masas que, como bien es sabido, estaba copado por la fuerte presencia<br />

del Partido Socialista y también y a partir de la escisión comunista, por el partido de<br />

esta tendencia. El cambio ideológico del Partido Nacionalista, pasando de unas<br />

posturas radicales en el tema de la soberanía en sus inicios, así como por un<br />

tradicionalismo ruralista, a ser un partido inminentemente regionalista, posibilista y<br />

ligado al gran industrialismo de la época, está íntimamente ligado a la penetración de la<br />

burguesía en su seno. Este control del partido por parte la burguesía del Gran Bilbao<br />

condujo a una mimetización de los postulados, ya que el Partido, por el tiempo de<br />

Ramón de la Sota llamado Comunión Nacionalista Vasca, fue dirigido directamente por<br />

la mediana y pequeña burguesía (o gran burguesía como Sota). En todo caso, tal<br />

afirmación es la que intentará demostrarse o desmentirse a lo largo del presente escrito,<br />

para lo cual la ristra de acciones políticas del PNV y del empresariado en los años<br />

referidos deberá ser estudiada con mimo. Dicho de otra forma, se parte de la hipótesis<br />

de que el PNV, en su accionar político, sirvió más que como un partido de masas (a<br />

pesar de que consiguiera serlo), como un partido de élite empresarial que buscará, desde<br />

la moderación de sus postulados iniciales, el mantenimiento del status quo en materia<br />

social y la consecución de un proyecto regional de autonomía no rupturista que<br />

permitiera la obtención de un nicho de acción propio a una parte de la clase burguesa<br />

desplazada. El historiador Eduardo Renobales, contradiciendo a De la Granja dice que:<br />

el PNV ha moldeado su nacionalismo cual plastilina, adecuando a sus intereses más espurios los<br />

fundamentos ideológicos. Apoyado en unas bases absolutamente acríticas, de un nacionalismo<br />

católico sin excesivas comprobaciones ideológicas, las élites han manejado el hecho nacional en<br />

250 De la Granja, José Luis, et.al., Breve historia de Euskadi: De los fueros a la autonomía. Debate.<br />

Barcelona, 2011.<br />

95


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

función de los intereses coyunturales del partido y no en base a los de Euskal Herria. Dentro de la<br />

formación se ha manifestado la creencia de que el partido no era sólo el conjunto político, sino<br />

verdaderamente «Euzkadi en marcha», un partido-comunidad. 251<br />

Arrogándose para sí, y por tanto, la capacidad de “clase nacional” como<br />

representante de la “clase burguesa”.<br />

Por otra parte, cabe preguntarse, ¿para qué buscaba la gran burguesía vasca<br />

coaligarse con el PNV? O mejor, ¿qué busca exactamente tal clase social coaligándose<br />

con el PNV? De manera sucinta puede decirse que tener un aparato político a través del<br />

cual lograr capacidad de hacer presión y promover competencias en materia económica.<br />

Ahora bien, los objetivos del Partido, como entidad política, no podían observarse como<br />

meros objetivos instrumentales en beneficio de grandes industriales y comerciantes.<br />

Por el contrario, si el PNV quería influenciar de alguna manera, debía convertir su<br />

elitismo y sus objetivos instrumentales, en masa y en objetivos nacionales<br />

respectivamente. Su moderación a partir del comienzo del siglo XX, que trajo consigo<br />

incluso una escisión, se salda con victorias electorales importantes entre 1917 y 1919 y<br />

con una capacidad evidente para hacer sombra a los partidos de ámbito estatal,<br />

fundamentalmente en el entorno del Gran Bilbao. Sin embargo, hay que decir, el<br />

nacionalismo vasco surge con un marcado tinte popular; muy tradicionalista y<br />

profundamente anti-industrial. Decía Unamuno: “el calificativo más adecuado al<br />

movimiento [nacionalista vasco] no es tanto el de separatismo como el de<br />

antimaquetismo. Es ante todo una explosión de enemiga hacia el español no<br />

vascongado, el maqueto, establecido en Bilbao y que allí trabaja (…) Culpan a la<br />

llamada invasión (maqueta) de males que lleva consigo el proceso mismo económico”.<br />

Su implantación se debe entre otras razones al poso del carlismo y al final de los<br />

elementos de soberanía propia con respecto al Estado surgidos del régimen foral de las<br />

provincias vascas. Las élites empresariales locales, puede decirse, aún no ven en el<br />

nacionalismo un instrumento interesante, sino que por el contrario, y apegadas al<br />

castellanismo prefieren sacar réditos del poder central para mantener sus privilegios. Al<br />

fin y al cabo, la burguesía vasca nunca sintió, hasta la unión con el nacionalismo vasco,<br />

que pertenecía a una clase burguesa distinta a la española. Y esto, al contrario que en el<br />

caso catalán, en donde el nacionalismo tuvo desde sus inicios un marcado componente<br />

burgués, fruto precisamente de su incapacidad de emular a los vascos en su influencia<br />

en Madrid. Dice Recalde que en el momento de la supresión foral, y con la creación de<br />

las nuevas formas de relaciones sociales y urbanas habida cuenta de la industrialización<br />

posterior, que “la clase dominante –la burguesía industrial y financiera vasca- no se ha<br />

constituido nunca como una clase nacional. Forma parte, por el contrario, de la gran<br />

burguesía española, perteneciendo dentro de ella, inclusive, al sector dirigente.” 252<br />

251 Renobales, Eduardo, ANV, el otro nacionalismo: historia de Acción Nacionalista Vasca – Eusko<br />

Abertzale Ekintza., Txalaparta, 2005, p.204.<br />

252 Durante el documento, los nombres de los lugares se presentarán con su nombre en euskara,<br />

manteniendo únicamente la forma castellana para los nombres propios que así se conocieron.<br />

96


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

2. El ascenso de la burguesía. Fuerismo popular y fuerismo burgués<br />

Con la supresión foral llega a las provincias vascas un nuevo período de su historia<br />

marcado por una profunda dislocación en el seno de la sociedad. Por lo pronto, el<br />

Estado consigue que la derrota de la última de las tres Guerras Carlistas (la segunda en<br />

la historiografía vasca) suponga la incorporación definitiva de los vascos en una España<br />

que avanzaba hacia la uniformidad; paso ya dado al finalizar la primera de las guerras<br />

carlistas al incorporar los fueros vasco-navarros en la constitución 253 y, posteriormente,<br />

en 1841, bajo el Decreto de Espartero, con la supresión del régimen aduanero vasco y la<br />

ley Paccionada navarra, por la cual el antiguo Reino perdía sus cortes y autonomía<br />

fiscal. En 1878, y tras la supresión foral decretada en 1876, se introduce en las<br />

provincias vascas el primero de los Conciertos Económicos, mientras que en el seno de<br />

la sociedad tradicional, comienza, no obstante, un momento de inquietud prevalecido<br />

por la incorporación definitiva a un régimen de unidad con el Estado y paralelamente<br />

liberal. Se constituyen a los efectos dos masas sociales en disputa por el momento<br />

histórico y la voluntad de prevalecer en el mismo. De un lado, la sociedad tradicional,<br />

defensora de los fueros y de la vida rural y gremial, y del otro lado, la eclosión del<br />

proceso industrializador y su consiguiente creación social sobre la base de dos clases<br />

bien diferenciadas: la obrera y la burguesa. De facto, y, aunque aún es pronto para<br />

hablar de nacionalismo, puede decirse que la unión de la primera de las sociedades con<br />

la clase burguesa de la segunda constituyen el núcleo que fundamenta el nacionalismo<br />

vasco, tras ser heredero exclusivo de la vieja sociedad tradicional. Así, “el sistema<br />

conocido de Antiguo Régimen, identificado con el predominio de la economía agraria,<br />

artesanal y comercial, se verá sobrepasado por la industrialización y el auge exportador<br />

minero, antes del cambio de centuria” 254 .<br />

En todo caso, y hay que decirlo, el desarrollo industrial vasco, vino, muy a pesar<br />

del tradicional vigor de la burguesía comercial vasca, de un factor que a priori no parece<br />

tener conexión. En efecto, fue la supresión de ciertos elementos diferenciadores el<br />

común del Estado, y no la diferencia, lo que permitió un desarrollo mayor del sector que<br />

determina por encima de ningún otro el desarrollo de una sociedad: la producción<br />

industrial. En tal sentido, fue la cierta pérdida de autonomía la que hizo posible, y bajo<br />

el paraguas de las teorías del liberalismo, introducir plenamente el modo de producción<br />

capitalista en las provincias vascas. Así, dice Imanol Villa, “gracias al Decreto de<br />

Espartero se produjo el traslado de las aduanas del interior a la costa. Fue una<br />

importante alteración del orden foral que para el asombro de propios y extraños se<br />

recibió con grandes dosis de alborozo por los naturales del país. Con esa medida se les<br />

253 En 1839, los fueros de las provincias vascas pasarán a estar bajo sometimiento de la constitución. En<br />

fechas ya lejanas al hecho, en 1906, el diario nacionalista Aberri decía: “Con la promulgación de la Ley<br />

del 25 de octubre de 1839 fenició la personalidad política del país vasco cis-pirenáico. No hay términos<br />

medios, ni restos de pasadas libertades, ni ley de 21 de Julio de 1876, ni autonomías administrativas que<br />

valgan; antes de 25 de Octubre de 1839, las Juntas ó Cortes vascas eran soberanas legisladoras; después<br />

de esa fecha son soberanas legisladoras de nuestro pueblo las Cortes de Madrid” Diario Aberri. 8 de<br />

Mayo de 1906. Año 1. Número 1.<br />

254 Espinosa, José María Lorenzo, Historia de Euskal Herria: El nacimiento de una nación, (Tomo III),<br />

Tafalla, Txalaparta, 2006, p.10.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

aseguraba el acceso al mercado nacional, completamente integro para rendir beneficios<br />

a sus intereses” 255 . De tal forma, la burguesía mercantil daba oportunidades de mercado<br />

únicas y hacía prosperar una acumulación de capital que vino acompañada por los<br />

aportes del mercado de minerales de los que Bizkaia era rica y conocida en el exterior.<br />

Y es que hasta 1841, el mercado vasco era de libre cambio para el industrial europeo<br />

que podía comprar mineral a bajo coste. Sin embargo, la capacidad de ahorro en el<br />

territorio vasco era aún reducida al contar con la frontera aduanera en el curso del río<br />

Ebro y, por tanto, no poder vender suficiente manufactura en el interior del Estado. Con<br />

la supresión aduanera, se produce la introducción de capitales desde dos corrientes: 1) al<br />

llevar la frontera aduanera al mar, el territorio deja de vender tan barato su mineral,<br />

aunque pierda mercado y 2) consigue acumular capital desde esa fuente, así como de un<br />

mercado doméstico que a partir de 1841 será también el español. Como apunta<br />

González Portilla, “en definitiva, el retraso de la industrialización del País Vasco no<br />

vendría dado desde el lado del capital, sino desde el lado del comercio”. La supresión<br />

progresiva del comercio exterior americano, la aduana marítima (y por ende uniforme<br />

en todo el Estado) abría la necesidad de un comercio interno; que había, además, que<br />

aprovechar. “Para la burguesía mercantil vasca, la constitución de un mercado interior<br />

unificado le permitía posibilidades de desarrollo que hicieron factible el asentamiento<br />

de bases industriales” 256 . Se produce así un desarrollo de las primeras industrias como<br />

“Santa Ana de Bolueta” con Joaquín Mazas y Romualdo de Arellano, provenientes de la<br />

burguesía comercial 257 , al frente, que tratarán de ganar espacio en el mercado de<br />

manufacturas. Surgirá poco después, en 1846, la “Fábrica de Hierro Nuestra Señora de<br />

la Merced” a cargo de la familia Ybarra 258 . En estos momentos, y con relaciones con la<br />

familia Ybarra aparecerán también los Villalonga de procedencia catalana 259 . Familia<br />

que entabló las primeras relaciones con la minería vasca, con la familia Ybarra, para la<br />

proporción de mineral para su fábrica de “La Catalana” en Cataluña. Luego, los Ybarra<br />

fundarían también “El Carmen”, en Barakaldo, con la participación de José y Mariano<br />

Villalonga que formarán ya parte de la sociedad 260 , junto con Cristobal de Murrieta y<br />

José Javier Uribarren. Será, esta sociedad, el germen de la futura Altos Hornos de<br />

Bilbao. Tras ese primer impulso, y una vez que el sistema de producción de acero<br />

Bessemer se extendiera en la industria, Bilbao se convertiría en un lugar propicio para la<br />

extracción masiva de mineral de hematites; de bajo contenido en Bósforo. Fue el<br />

momento de la llega masiva de los ingleses a Bilbao, y de una actividad auténticamente<br />

frenética de extracción de minerales por su facilidad; se encontraban a poca profundidad<br />

y muy cerca de las costas.<br />

255 Villa, Imanol, Historia breve del País Vasco, Madrid, Silex, 2007, p.134.<br />

256 Recalde, José Ramón, La construcción de las naciones, Madrid, Siglo XXI, 1982, p.390.<br />

257 Villa, Imanol, op.cit., p. 134.<br />

258 Ibíd.<br />

259 Ibíd.<br />

260 Al lado de la Universidad de Deusto en Bilbao, universidad en la que estudió el que escribe, justo al<br />

lado de la Facultad de Filosofía y Letras, existe la llamada casa de La Cava, antigua propiedad de Rafaela<br />

Ybarra, que casó con José Vilallonga. El matrimonio de ambos unió a las dos ramas de industriales en la<br />

llamada familia Vilallonga-Ybarra.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Desde 1876 hasta finales de siglo (1900), la actividad minera alcanzó un importante<br />

desenvolvimiento como lo reflejan las propias cifras. La producción media anual ascendía de<br />

159.000 toneladas en el quinquenio de 1866/70 a 1.144.927 toneladas en 1876/80 y 5.487.026<br />

toneladas en 1896/1900; producción que en su mayor parte se exportó. Entre 1878/1900, el<br />

89,3% de la producción se exportó, absorbiendo la Gran Bretaña el 70,3% de la producción. 261<br />

De aquella época gloriosa para el mercado minero de la burguesía minera vasca,<br />

aunque demencialmente terrible para la clase minera, surgirá el vigor, el capital<br />

necesario para la implantación de siderurgias locales y de la metalurgia. Para 1861, 23<br />

fábricas empleaban a 687 trabajadores. Una década después, y fruto de la concentración<br />

capitalista, 10 empresas emplearan a 1.056 262 . En Gipuzkoa, el vigor industrial se<br />

sostuvo en el sector papelero y textil (donde no se pudo competir con los catalanes),<br />

Araba siguió tiempo estancada en el sector agrícola, al igual que Nafarroa, que no se<br />

industrializará hasta el siglo XX bajo la figura de un franquista de tomo y lomo como<br />

Felix Huarte (empresario y presidente de la diputación foral que en la actual Comunidad<br />

Foral, y desde los sectores de la derecha navarra, se ensalza como auténtico adalid de la<br />

industrialización.). En todo caso, hay que esperar todavía a prácticamente el final del<br />

siglo para que la burguesía extractora se convierta, definitivamente, en tratante de<br />

mineral, en burguesía siderúrgica, y tratante del metal, en burguesía metalúrgica<br />

Como se decía, en 1876, y con la proclamación de la Ley del 21 de junio 263 , los<br />

fueros se abolen. Bien es cierto, no obstante, que tal afirmación no es del todo exacta,<br />

como indican Luis Castells y Arturo Cajal que advierten que en realidad,<br />

la reforma (que no abolición) de los Fueros vascongados admitía así diversos grados<br />

posibles…y veremos que Cánovas, durante 16 meses, va a tratar de conseguir de las<br />

instituciones forales tradicionales (Juntas Generales y Diputaciones Forales) su cooperación en<br />

el cumplimiento de la Ley, siendo la reiterada negativa de éstas la que finalmente provocará su<br />

supresión, y con ella un resultado más severo del inicialmente deseado por el Presidente del<br />

Gobierno, la desaparición del régimen foral tradicional 264 .<br />

Unamuno escribía no obstante:<br />

a poco de acabar yo mi primer año de bachillerato, el 21 de julio de 1876, siendo Cánovas del<br />

Castillo presidente del Consejo de Ministros, se dictó la ley abolitoria de los Fueros, cesaron<br />

las Juntas Generales del señorío Guernica, se empezó a echar quintas, se estancó el tabaco, etc.<br />

261 González, Portilla,, Manuel, “El mercado exterior y la primera industrialización del País Vasco”, en<br />

VV.AA, “Crisis, autonomías y desarrollo regional”, (Tomo I) Actas del IX Reunión de Estudios<br />

Regionales, Cursos e Congresos, Servizo de Publicacións da Universidade de Santiago de Compostela,<br />

38 (1985), pp. 453-468.<br />

262 Alcutén, Sabio, Alberto e Iñaki Iriarte, La construcción histórica del paisaje agrario en España y<br />

Cuba, (Eds.), Madrid, Catarata, 2003, p.238.<br />

263 En su artículo 1 dicha Ley dice: “Los deberes que la constitución política ha impuesto siempre a todos<br />

los españoles de acudir al servicio de armas cuando la Ley los llama, y de contribuir en proporción de sus<br />

haberes a los gastos del Estado se extenderán como los derechos constitucionales se extienden a los<br />

habitantes de las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava del mismo modo que a los de las demás de la<br />

Nación” y en el artículo 3: “quedan igualmente obligadas desde la publicación de esta Ley (…) a pagar en<br />

la proporción que les corresponda (…) las contribuciones, rentas e impuestos ordinarios que consignen en<br />

los presupuestos generales del Estado”<br />

264 Castells, Luis y Arturo Cajal, “La negociación imposible (Cánovas y el fuerismo vasco en 1876)”, en<br />

Hispania, 220 (2005), pp. 601-642.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Y en medio de la agitación de espíritus que a esa medida se siguió, fue formándose mi<br />

espíritu. 265<br />

Se da, discusiones aparte, y en ese momento, un brote de defensa del sistema foral<br />

de una forma bastante generalizada. Es decir, no sólo se implican en su defensa aquellos<br />

que posiblemente más tengan que perder con su abolición –las clases tradicionales y<br />

campesinas- sino también las élites políticas. El fuerismo como movimiento pro-fueros<br />

no se interpretó nunca como un desapego a España (generalmente), al menos entre la<br />

clase dirigente 266 . Emilio López Adán, Beltza, señala, al respecto de la población<br />

tradicional, que había en ella una<br />

insuficiencia de la conciencia nacional española como reflejo de la existencia de un mercado<br />

unitario aún insuficiente, de una enseñanza oficial poco extendida y de la concomitante<br />

pervivencia de amplios sectores de la población ligados a modos de vida con horizontes<br />

puramente localistas. De gran importancia es la situación de unos campesinos que habían sido<br />

vencidos por las armas en 1876 tras cincuenta años de lucha, que se encontraban con los fueros<br />

recién abolidos y que, en cierto modo, podían considerarse como conquistados 267 .<br />

La abolición foral se encontró de pronto con el acicate de la unión entre los<br />

políticos, la intelligentsia y el pueblo llano. Es pues que la abolición y su posterior<br />

defensa, marcan un comienzo aún tenue, pero que debe ser valorado, de acuerdo a una<br />

construcción nacional y su discurso, al tiempo que en el resto del Estado se genera “una<br />

identificación Fueros-carlismo objetivamente inexacta” 268 . No obstante, y hay que<br />

remarcarlo, no existe todavía una ruptura entre el nacionalismo español y los fueristas.<br />

De hecho, autores como Luis Castells, Coro Rubio o Fernando Molina señalan que no<br />

existió una ruptura que pueda hacer pensar exactamente que el fuerismo tiene que verse<br />

ya como un nacionalismo vasco separatista a todas luces. Molina señala que “en el caso<br />

concreto del fuerismo (y otro tanto puede decirse del carlismo) lo que debería dejarse<br />

claro como principio es, precisamente, lo que rara vez se hace: que no se puede entender<br />

el nacionalismo vasco sin él pero sí se puede –y se debe- entender aquel sin éste” 269 . En<br />

todo caso, el fuerismo, debe concebirse como un fenómeno tanto popular, como<br />

inminentemente burgués. Aunque como la aparición del posterior nacionalismo<br />

reflejará, existían dos posturas con respecto a los fueros. De un lado, el régimen foral y<br />

su reivindicación podrían significar para la burguesía, siendo esta profundamente<br />

265 Juaristi, Jon, Miguel de Unamuno, Madrid, Taurus, 2012.<br />

266 Fernando Molina apunta: “el fuerismo fue el discurso de identidad que españolizó a los vascos en el<br />

siglo diecinueve mediante un relato fundado en la compatibilidad esencial entre lo vasco y lo español, lo<br />

provincial y lo nacional, lo étnico y lo ciudadano, lo foral y lo constitucional (…). La retórica sobre los<br />

fueros y nación, sobre carácter español y vascongado, convirtió al fuerismo en un discurso político<br />

dotado de una empalagosa retórica españolista que ocupaba todos los espacios de la comunicación social<br />

de la época. (…) Este [primer ] nacionalismo entendía España como una comunidad de leyes, religión,<br />

historia y costumbres, dotada de un espíritu singular que residía en el pueblo y se expresaba en el idioma,<br />

los usos particulares y el folklore peculiar de cada región o provincia, comunidades territoriales que<br />

conferían naturalidad a la nación española frente a la concepción liberal uniformista, afrancesada,<br />

exótica.” Molina, Aparicio,, Fernando: “La disputada cronología de la nacionalidad. Fuerismo, identidad<br />

vasca y nación en el siglo XIX”, en Historia Contemporánea, 30 (2005), pp. 219-245.<br />

267 Beltza, Del carlismo al nacionalismo burgués, San Sebastián, Txertoa, 1975, en Gurruchaga, Ander,<br />

El código nacionalista vasco durante el franquismo, Barcelona, Anthropos. 1985. (p.89.).<br />

268 Castells, Luis y Arturo Cajal, op.cit., p.604.<br />

269 Molina, Aparicio, Fernando, op.cit., p.221.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

liberal, la consecución de una especie de glacis privilegiado en materia fiscal. Pero en<br />

todo caso, no era partidaria de una vuelta al sistema foral clásico. Del otro, los fueros<br />

eran el garante de un modo de vida tradicional entre la población rural. Su supresión<br />

marcó un camino conjunto en ambos sectores para su defensa, pero los Conciertos<br />

Económicos posteriores dividieron definitivamente a ambos. Primeramente porque los<br />

Conciertos eran una ventaja que auguraba beneficios a la élite vasca –beneficiaba a la<br />

burguesía vasca que no era, como ya se ha dicho fuerista, sino liberal; o, en casos,<br />

ambas cosas-, pero, y por el contrario, los conciertos no supusieron una vuelta al modo<br />

de vida tradicional, ni al ejercicio soberano vasco de la administración pública; en tal<br />

sentido, los Conciertos marcaban una bilateralidad en materia económica, pero, ya no<br />

política. Es precisamente ahí, donde el choque es más pronunciado. Los privilegios por<br />

la administración de los Conciertos hacen prosperar la industria, mientras que el sector<br />

tradicional interpreta que esa nueva sociedad industrial, novedosa y chocante, es el<br />

resultado de la unión con el Estado liberal que destruye no sólo sus libertades, sino su<br />

modo de vida tradicional. Así mientras que la defensa de la particularidad vasca es<br />

beneficiosa para la inminente burguesía, que consigue los Conciertos, y por ende la<br />

autonomía fiscal de los territorios forales, es desafortunada para las clases tradicionales,<br />

pues los Conciertos no suponen la vuelta a la foralidad, y en cambio sí una<br />

intensificación de los cambios en los modelos de vida. Es justo entre estos sectores, y a<br />

causa de lo anterior, que el nacionalismo se produce con fuerza (fruto de un odio al<br />

liberalismo, y porque no decirlo, a la burguesía vasca, profundamente española).<br />

Ander Gurruchaga decía:<br />

La pérdida del edifico foral y sus sustitución por el conjunto institucional del Estado-nacional,<br />

está relacionada con el triunfo del industrialismo y las relaciones sociales capitalistas. Esto<br />

significa que las relaciones tradicionales sucumben, en unos casos desapareciendo, y en otros<br />

refugiándose en el espacio íntimo de la sociabilidad. Pero lo que sí es cierto es que estas<br />

relaciones pierden relevancia en la escena social. (…) La crisis [por otro lado] que asola el País<br />

Vasco en el siglo XIX, no es únicamente la pérdida de la capacidad jurídica, económica o<br />

política del particularismo vasco, sino algo más profundo. Es la crisis del sentido social, la<br />

pérdida del marco de referencia tradicional, a partir del cual las realidades anteriores se hacían<br />

conscientes y relevantes (…). La significación social del sistema foral es, primeramente, como<br />

estabilizador del mundo tradicional, encargado de dominar contingencias y servir de marco de<br />

referencia, de marco interpretador de la sociedad tradicional vasca. En este sentido, podemos<br />

afirmar que la sociedad refleja, proyecta y representa en los fueros, y son precisamente estos<br />

los que confieren sentido al tradicionalismo del particularismo vasco 270<br />

Fue, por otro lado, en Madrid donde el fuerismo vasco tuvo una intensa labor de<br />

presión a las autoridades centrales, y en la creación de una opinión pública vasca a favor<br />

de la causa foral. Allí, se editará el diario de La Paz a favor de los fueros. Y fue en<br />

Madrid, en primer lugar, precisamente, por la prohibición expresa de hacer<br />

manifestaciones a favor de los fueros que existía en los territorios de las diputaciones<br />

270 Gurruchaga, Ander, op.cit., p.67. Antonio Elorza señala además: “la valoración positiva de los fueros<br />

se apoya en una visión idílica del Antiguo Régimen; gracias a ellos, los vascos permanecen al margen de<br />

los deseos de cambio que conocen otras áreas de la monarquía. Se consagra así la asociación entre fueros<br />

y mentalidad conservadora que ha de prevalecer hasta nuestros días, en el tradicionalismo primero, y más<br />

tarde en el nacionalismo sabiniano.” Elorza, Antonio, op.cit., p. 15.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

forales 271 . Entre 1877 y 1878, se fundarán Asociación Euskara de Navarra y Sociedad<br />

Euskal Herria, en Bilbao 272 con el aval de una figura Fidel de Sagarminaga.<br />

Sagarminaga, perteneciente a la Unión Liberal, fue una figura clave del momento, pues<br />

al contrario que otra de la élite intelectual y política del país, surge como un verdadero<br />

defensor de la causa foral, al punto, que el otrora alcalde de Bilbao, llega a ser una<br />

figura que se conecta directamente con el nacionalismo posterior, aunque entendía que<br />

la causa foral era, en esencia, la forma que un vasco tenía de sentirse profundamente<br />

español. Tras crear el periódico antes referido, fundaría un primer partido político profueros,<br />

Partido Fuerista Unión Vascongada, y luego la Sociedad Euskal Herria, que<br />

pasará en épocas posteriores a las manos del famoso industrial vasco y nacionalista<br />

Ramón de la Sota 273 . Sagarminaga encarnaba la postura de un bloque abiertamente<br />

reacio a cualquier consideración foral; los fueros debían reinstaurarse. Decía:<br />

Es preciso hablar con toda franqueza. Los que como yo piensan, no quieren parodias de<br />

régimen foral compatible con la ley de 21 de julio de 1876. Creeríamos romper los timbres de<br />

nuestro linaje si tal cosa consintiéramos. Entendemos que no sirve a su país el que tales<br />

designios facilita 274<br />

Como figura representativa de empresario, noble y miembro del parlamento<br />

español, así como fuerista nos encontraríamos al Marqués de Mudela, también llamado<br />

Francisco Rivas Ubieta. Burgués típico, que llegó a ser, por su tiempo, en un gran<br />

empresario vitícola por todo el Estado, y tras la abolición de los fueros, y una vez<br />

asumidos los Conciertos se hizo con la siderurgia vizcaína de “San Francisco” 275 . En<br />

todo caso, entre la opinión fuerista había dos claras tendencias. Los transigentes, que<br />

podían llegar a discutir el fuero y la foralidad, y los intransigentes como Sagarminaga,<br />

que no aceptaban esa quita en el derecho de los vascos. Entre el sector intransigente, sin<br />

duda primo la postura radical frente a Madrid. Buscaban una no-modificación foral, que<br />

a la postre, no iba a dar resultados. Las Juntas Generales adoptaron una posición de<br />

intransigencia, muy a pesar de que Cánovas no pretendía su supresión, y fue esto,<br />

realmente, lo que las dio sentencia de muerte. “Fueron las Juntas, quienes en su primer<br />

acuerdo de radical intransigencia, proporcionaron al gobierno la coartada de la<br />

ejecución de los fueros.” 276 . En ambas posturas, no obstante, primaba el componente<br />

de españolidad como se ha venido diciendo. Dos figuras clave, por otra parte de<br />

transigencia foral serán: Fermín Lasala y Manuel de Moyua marqués de Roca-Verde.<br />

En cuanto al primero de los casos, Fermín Lasala, pertenecía a una familia de histórica<br />

vinculación comercial y abiertamente liberal. Sin embargo, Fermín, al contrario que su<br />

padre, no mostró un rechazo visceral al sistema foral, sino que, por el contrario, se<br />

271 Espinosa, Lorenzo, José María, op.cit., p.71.<br />

272 Ibíd.<br />

273 Arozamena, Ayala, Ainhoa, Fidel de Sagaminaga Epalza, Auñamendi Eusko Entziklopedia, en:<br />

http://www.euskomedia.org/aunamendi/119664v [Consultado el 3 de diciembre de 2015].<br />

274 Sagarminaga, Fidel, Memorias Históricas de Vizcaya, 1880, en:<br />

rimh.org/index.php?option=com_content&view=article&layout=edit&id=335&lang=fr#memoriashistóricas-de-vizcaya-fidel-de-sagarmínaga-1880<br />

[Consultado de 3 de diciembre de 2015].<br />

275 Arozamena, Ayala, Ainhoa, Fidel de Sagaminaga Epalza, Auñamendi Eusko Entziklopedia, en:<br />

http://www.euskomedia.org/aunamendi/119664v [Consultado el 3 de diciembre de 2015].<br />

276 Ortigosa, A., José Luis, La cuestión vasca: desde la prehistoria hasta la muerte de Sabino Arana,<br />

Madrid, Visión, 2013, p.312.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

adhirió a su defensa. Tenue defensa, es cierto, pero la hizo. Además, y esto hay que<br />

tenerlo muy en cuenta, Lasala mantenía una estrecha amistad con Cánovas, lo que sin<br />

duda ayudaría ambos a mantener posturas cercanas en la búsqueda de un arreglo al<br />

problema de la foralidad vasca. Lasala también mantuvo correspondencia con Manuel<br />

Moyua, marqués de Roca-Verde, y por el momento de la intransigencia juntera<br />

guipuzcoana, Diputado General de la provincia, al que le solicitó que se actuara con<br />

moderación en el asunto foral, dado que en Madrid una posición demasiado beligerante<br />

al respecto de los fueros, podía provocar una abolición de plano. 277 Castells y Cajal en<br />

otro de sus escritos apuntan respecto a la posición intransigente que: “bien es verdad<br />

que, la propia iniciativa, aunque fracasada, señala una inequívoca ruptura estratégica, al<br />

posicionarse frente a los sectores transigentes que, bajo la idea de la necesidad de<br />

conservar lo máximo posible del entramado foral, acabaron acomodándose a los<br />

resultados obtenidos de sus arduas negociaciones con Cánovas. Posición que reforzaron<br />

gracias al copioso y beneficioso frutos de los Conciertos Económicos, que confirmaron,<br />

a la postre, el acierto de su estrategia política”. Así pues, y con matices, tanto<br />

intransigentes como transigentes se posicionaron abiertamente, aunque ideológicamente<br />

siguieran siendo liberales, a favor de los fueros vascos. Esta tendencia es importante,<br />

pues en el conjunto de la élite vasca liberal primó la defensa de la particularidad. Rubio,<br />

De la Granja y De Pablo señalan al respecto que tal unión del liberalismo y foralismo no<br />

era, ahora, una novedad, “y es que desde finales de los años cuarenta (…) el conjunto<br />

del liberalismo vasco manifestó un abierto y decidido proforalismo. Se aproximó así<br />

más a un liberalismo de corte inglés, respetuoso con la herencia con el pasado, a<br />

diferencia del francés.” 278<br />

En su conjunto, los Conciertos pueden considerarse como un gran logro de la<br />

incipiente burguesía y la élite política vasca, que sobra decir, no formaba dos mundos<br />

diferenciados. Ello unido a la anterior modificación foral de los años cuarenta, posibilitó<br />

la eclosión definitiva de la industria y economía vascas. Manuel Montero tiene una<br />

visión muy positiva de la integración, al señalar que “la autonomía liberal consolidó a<br />

las provincias vascas como marcos fiscales y administrativos autónomos” y para<br />

colmo, las diputaciones obtuvieron grandes competencias fiscales, derechos de emisión<br />

de empréstitos, y la posibilidad de tener cuerpos armados propios 279 . Ciertamente, el<br />

“fuerismo”, como partido, había resultado muy ventajoso, en tanto que la propia causa<br />

amenazaba al Estado central (la burguesía, sin duda, tomará nota de la experiencia).<br />

Sería sencillamente un órdago, pero, de cualquier manera, la élite vasca, jugó muy bien<br />

esa baza. La burguesía, que no quería ni por asomo una restitución en puridad del<br />

régimen foral, se sumó a aquella iniciativa, que puede catalogarse de “fuero-liberal”, en<br />

pos de conseguir que una asimilación de las provincias vascas en España no supusiera<br />

una asimilación en términos económicos. El período consiguiente a la implantación de<br />

los conciertos supuso para la burguesía y beneficio, pero también, y esto no hay que<br />

olvidarlo, la constatación de que la reivindicación regional en unas condiciones por<br />

ellos dirigidas podían resultarles especialmente ventajosas. De hecho, entre 1890-1891<br />

277 Castells, Luis y Arturo Cajal, op.cit., p.609.<br />

278 De la Granja, José Luis, et.al., op.cit., 2011.<br />

279 Montero, Manuel, op.cit., p.124.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

los industriales vascos, en reivindicación de la región vasca, ya comienza a acudir a las<br />

Cortes de Madrid y a dominar todo el área vizcaína. Al contrario que la burguesía<br />

catalana, instalada aún en su nicho, la burguesía vasca es una burguesía nacional<br />

durante ese fin de siglo. Su nicho económico es el País Vasco –más bien Bizkaia-, pero<br />

sus negocios y tribulaciones se mueven en un ámbito que traspasa, en contraste con la<br />

burguesía catalana, el mero círculo de relaciones entre empresarios provenientes de un<br />

mismo entorno. Su capacidad de influencia en el Estado no es sólo mayor, sino que gran<br />

parte de su origen y prosperidad se debe a la propia dirección que hacen en los asuntos<br />

del Estado. Así, mientras los catalanes esperan influir, los vascos dirigen. Por otra parte,<br />

“durante todo este período, el dominio de Vizcaya por la Piña (Grupo cerrado de<br />

patronos de la gran industria) obtiene mediante fraude electoral; la compra del voto es<br />

imprescindible a los magnates industriales. Frente a la omnipotencia del dinero hubo<br />

sólo dos fuerzas políticas irreductibles: el movimiento obrero liderado por los socialistas<br />

y el nacionalismo vasco” 280 . Veamos un poco de esta etapa, que ha de comenzar con las<br />

siguientes preguntas ¿Qué beneficios trajeron los Conciertos económicos a la burguesía<br />

vasca? ¿Cómo nacionalismo e industrialismo acabaron fundiéndose?<br />

3. Enemigos o aliados<br />

En el año 1857 se funda el que será uno de los más importantes bancos del Estado, el<br />

Banco Bilbao. Ya se ha hablado de las extracciones de mineral, que alcanzaron en la<br />

década de los 70 unas cifras muy importantes. La siderurgia vasca, proveniente del<br />

negocio extractivo en gran medida, comenzó a partir de esa época motivada por los<br />

Conciertos y la etapa de la Restauración española a ser realmente importante. A fin y al<br />

cabo, el nuevo régimen español no sólo era respetuoso en materia de singularidad<br />

(primordialmente la que la burguesía quería), sino que además garantizaba, en el<br />

sistema de turnismo, la estabilidad y la imposibilidad real de que socialistas alcanzaran<br />

poder institucional o apoyos electorales significativos. José Félix de Lequerica<br />

expresaba en 1916 en La Esfera: “tal vez el plan guizotiano de la Restauración y la<br />

Regencia se realice en Vizcaya mejor que en ninguna otra parte de España. La<br />

Restauración resulta aquí una cosa vital, y la burguesía vizcaína es el instrumento feliz<br />

de su obra. El momento frenético ha pasado deja cansancio de ideologías violentas. El<br />

régimen da, y no es poco, paz y arancel.” 281 Por su parte, con la eliminación de los<br />

fueros y la integración en el sistema electoral común, las Juntas Generales dejan de<br />

existir. Así, este organismo deja de ser un lugar del poder de las clases tradicionales y<br />

rurales. Las nuevas Juntas Provinciales estarán ahora copadas, como en el resto del<br />

Estado, por el sistema de partidos de la restauración y por sus mecanismos caciquiles 282 .<br />

Lo que a la postre garantizaba la presencia en las Diputaciones de una élite burguesa<br />

que tenía todo a su favor para prosperar. Valga decir, que por lo pronto con el concierto,<br />

el régimen de autonomía vasco era muy amplio y ventajoso, pues sólo en materia fiscal<br />

280 Ruiz, Olabuénaga, José Ignacio, et.al., Sociología electoral vasca, Bilbao,Universidad de Deusto.<br />

1998, p.214.<br />

281 Lequerica, José Félix, “Los Hombres de Bilbao”, en La Esfera, 16 de agosto de 1916.<br />

282 Montero, Manuel, op.cit., p. 124<br />

104


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

era mucho más competitivo que el resto de provincias del Estado. Al tiempo, el<br />

gobierno central, fuera del signo que fuera, reprimiría, por el bien de la nación y del<br />

desarrollo de la economía, cualquier brote revolucionario del incipiente movimiento<br />

socialista. Señala Medrano, en su fundamental obra Naciones Divididas que:<br />

la sustitución de las instituciones políticas tradicionales [las Juntas] por unas Diputaciones<br />

Provinciales elegidas democráticamente y la promulgación de los Conciertos Económicos, que<br />

permitían a las diputaciones Provinciales hacer recaer la carga impositiva sobre las clases sociales<br />

inferiores, produjeron gran satisfacción en la oligarquía industrial emergente. Consecuentemente,<br />

las clases sociales superiores, compuestas por industriales y comerciantes, transfirieron su lealtad a<br />

los partidos liberales o conservadores dominantes a nivel estatal y, de hecho, olvidaron sus<br />

reivindicaciones respecto a la restauración de los fueros 283 .<br />

Esto, que es profundamente cierto, se verá más tarde como un momento efímero<br />

en la historia de la burguesía vasca. Y es que en este final de siglo, los empresarios, pese<br />

a estar en un entorno político favorable a sus intereses, lo cierto es que comenzarán a<br />

moverse en muchas direcciones de cara a favorecer el control del nuevo orden político.<br />

De hecho, la reivindicación foral, o proto-nacionalista no desaparecerá del todo.<br />

También a partir de los 90, surgirá como más adelante veremos, la Liga Industrial<br />

Vizcaína de Productores y de ella el Centro Industrial de Vizcaya, la Liga Nacional de<br />

Productores o la Liga Guipuzcoana de Productores. En todo caso, la formación de estas<br />

federaciones de lobby, y su acercamiento progresivo al proto-nacionalismo constituyen<br />

un hecho que González Portilla resume en que existía una percepción entre el nuevo<br />

empresariado vasco de que:<br />

el sistema de partido políticos y de la Restauración no eran garantes suficientes para los<br />

nuevos empresarios vascos, que habían realizado importantes inversiones en el último cuarto<br />

del siglo XIX, en sectores económicos escasamente desarrollados en España. De ahí, no es de<br />

extrañar que entre estos empresarios comenzasen a surgir activistas políticos desde los<br />

primeros momentos de su nueva actividad empresarial (…). Lógicamente esta participación en<br />

la política estaba motivada por la propia desconfianza que tenían los políticos de la<br />

Restauración, de escasa o nula formación económica. 284<br />

Casos como el Pablo de Alzola, empresario, alcalde de Bilbao y Diputado<br />

General de Bizkaia, o de Benigno de Chávarri, senador en Madrid, ilustran<br />

someramente que la burguesía era también la clase política.<br />

A partir del final de siglo, se fundarán siderurgias como “San Francisco” de la<br />

familia Rivas o la ya más famosa, y anteriormente mencionada de “Altos Hornos y<br />

Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao”. Surgen, además, en esta época, varias figuras<br />

muy interesantes. Empresarios conectados directamente con el poder político y el<br />

ascenso empresarial en la época de la Restauración, como son Víctor Chávarri, José<br />

María Martínez de las Rivas o Federico Echevarría, y en otro nivel, más<br />

inminentemente burgués y no tan político, al menos por el momento, la prevalencia en<br />

el entorno de la familia Ybarra (propietaria de Altos Hornos). Víctor Chávarri es, sin<br />

283 Medrano, Díez, Juan, Naciones divididas. Clase, política y nacionalismo en el País Vasco y Cataluña,<br />

Madrid, CIS, Siglo XXI. 1999, p.87.<br />

284 Chalmeta, Gandrón, Pedro, et.al., Cultura y culturas en la historia, Salamanca, Universidad de<br />

Salamanca, 1995, p.141.<br />

105


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

duda, toda una figura de la conciliación más absoluta entre la política y el desempeño de<br />

una vida de negocios. Chávarri construyó una fábrica metalúrgica la llamada “La<br />

Vizcaya” (en 1882), en Sestao, cerca de los terrenos del marqués de Mudela 285 (con<br />

quien tuvo disputas por tales terrenos). Su participación política fue notable, siendo el<br />

fundador de la llamada Unión Liberal (1897), también conocido como el grupo de “la<br />

Piña”. Grupo, por otro lado, creado con unos fines claramente lobistas dentro del seno<br />

de la política cuyo objetivo primordial fue la conquista de Bilbao, pues en la capital de<br />

Bizkaia, las tendencias de corte socialista, tradicionalista o fuerista contaban con un<br />

apoyo suficientemente alto como para perjudicar sus intereses. En todo caso, el grupo<br />

era ecléctico y no contaba con una postura definida más que en el objetivo de lograr<br />

réditos políticos que beneficiaran a sus empresas. Así, la militancia de estos empresarios<br />

en los partidos del régimen era acomodaticia, habiendo tanto conservadores, como<br />

liberales, pero también republicanos como Federico de Solaegui 286 . El grupo se adueñó<br />

de la región al comprar masivamente votos en las elecciones. Dice Javier Ybarra y<br />

Berge (miembro de la familia Ybarra 287 , empresario, presidente de la Diputación<br />

vizcaína en la década del franquismo más duro y después alcalde de Bilbao) en su<br />

famosa obra Política Nacional de Vizcaya que “surgieron otros hombres que al margen<br />

de los intereses políticos laboraban en el empeño de lograr protección oficial a la gran<br />

industria española de Vizcaya. Estas personas comprendieron que para llevar adelante<br />

su propósito de aumentar la industria vizcaína necesitaban colaboración política” 288 .<br />

Ybarra hace una defensa cerrada de esta burguesía vizcaína, a la que considera un<br />

ejemplo de emprendimiento en tiempos en los que la nación española políticamente no<br />

estaba preparada para un apoyo a la industria (pues esencialmente estaba anclada en un<br />

modelo de aristocracia financiera). “Debido a la existencia de las empresas industriales<br />

de Vizcaya, pudieron aquellos hombres, Chávarri entre ellos (…) como cabeza visible<br />

del deseo vizcaíno en el representado: inyectar un sentido económico a la política<br />

nacional.” 289 . Corcuera matiza esta optimista afirmación, que no deja de tener su verdad,<br />

al indicar, igual de acertadamente, que por el momento,<br />

la economía y la política vizcaínas estarán controladas por ocho o diez familias, que mantienen su<br />

hegemonía, en base a una descarada corrupción de las instituciones democráticas. Tanto este<br />

monopolio del poder como el modo de ejercerlo van a ser elementos clave para entender la<br />

expansión de políticas anticaciquiles (sean socialistas, republicanos o nacionalistas) 290 .<br />

Esta última tendencia, que es la que más nos interesa, debe ser estudiada<br />

precisamente a partir de estas dos últimas décadas del siglo XIX. En todo caso, hay que<br />

285 Alonso, Olea, Eduardo, Victor Chávarri (1854-1900). Una biografía, Donostia, Eusko Ikaskuntza,<br />

2005, p.79.<br />

286 Auñamendi Eusko Entziklopedia: Unión Liberal, en: http://www.euskomedia.org/aunamendi/138000<br />

[Consultado el 5 de diciembre de 2015]<br />

287 Es profundamente llamativo y significativo que en toda la historia económica de Bizkaia en rara vez<br />

no aparezca el apellido Ybarra. La familia siempre estuvo mediante lazos familiares unida al poder<br />

empresarial.<br />

288 De Ybarra, Javier, Política nacional de Vizcaya. De la Restauración a la política, Madrid, Instituto de<br />

Estudios Políticos, 1948, p.106.<br />

289 Ibíd.<br />

290 Corcuera, Atienza, Javier, Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco. 1876-1904,<br />

Madrid, Siglo XXI, 1979, pp. 142-143, en ALONSO, OLEA, Eduardo, op.cit., p.138.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

recordar que como dirá Gramsci, los industriales son esencialmente apolíticos, ya que<br />

estos “utilizan alternativamente todos los partidos existentes” 291 para lograr sus<br />

intereses. De todas formas, se constata un aumento de la preocupación política de la<br />

burguesía, antes un tanto aparcada. Pero, y en cualquier caso, la clase burguesa será<br />

divergente en su posicionamiento político, pasando de la defensa de España frente al<br />

capital exterior en un principio, hasta acabar siendo, si bien no en su conjunto, adalid de<br />

la segunda etapa del nacionalismo aranista. De otra parte, la Liga Vizcaína de<br />

Productores siguió operando como fuerte partido de élite, el cual mantuvo fuertes<br />

encontronazos con los partidos gobernantes en el Estado. 292<br />

La Liga, surgida en 1894, y por tanto tres años antes de la creación de la creación<br />

de “la Piña, estará a su vez integrada en la Liga Nacional de Productores, donde también<br />

se encontraba la burguesía nacional catalana. La creación de la formación vizcaína de<br />

productores y la unión de la burguesía del Estado se produce ante la posibilidad de que<br />

Sagasta haga valer, dentro del decreto proteccionista de 1891, los denominados<br />

Tratados de Comercio. Unos tratados comerciales librecambistas preferenciales con<br />

Alemania, Austria e Italia que, a la postre, dejaban sin efecto el decreto proteccionista.<br />

Ante aquella amenaza, la burguesía de toda España, incluida vasca y catalana, clamará<br />

en 1893: “España para los españoles” y “¡Viva el trabajo nacional!”. Hay que señalar<br />

que al contrario que el resto de burguesía del Estado, la vasca continuó siendo un<br />

bloque y que siguió, por tanto, comportándose como un grupo de presión después<br />

incluso de lograr sus objetivos de eliminación de los Tratados de Comercio. El objetivo<br />

siguiente de la burguesía vasca sería la eliminación de las desgravaciones de material<br />

ferroviario de importación, que finalmente conseguirá.<br />

La burguesía vasca comprobaba así las ventajas de la intervención estatal y las posibilidades<br />

que se derivaban del proteccionismo, convertidas definitivamente en sus principales<br />

aspiraciones políticas. (…) La integración en los círculos de poder de Madrid, el recurso a los<br />

mecanismos de presión y una política corporativa para exigir la intervención económica del<br />

Estado configuraba el nuevo panorama político que encabezaba la gran burguesía vizcaína 293 .<br />

Así, el grueso de la burguesía, integrada en los partidos conservador y liberal<br />

del régimen de la Restauración, se posicionaba conjuntamente en pos del<br />

proteccionismo y buscaba en Madrid réditos para sus empresas que se encontraban ya<br />

en una dinámica de concentración. De hecho, el nuevo grueso de la burguesía formará,<br />

además, parte del nuevo sistema a nivel Estatal y se convertirá a nivel local en cacique<br />

y garante de tal sistema; Chávarri, por ejemplo será el cacique de Balmaseda y los<br />

Ybarra del entorno de Barakaldo 294 . En todo caso, empieza también en esta época a<br />

brotar un sentimiento reivindicativo de la singularidad vasca, lo que romperá la unidad<br />

de “la Piña” y expandirá la opción política del burgués vasco. Aquí, deben observarse<br />

dos movimientos conectados pero diferentes entre sí.<br />

291 Gramsci, Antonio, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, Madrid,<br />

Nueva Visión, 1980, p.36.<br />

292 De La Hoz, Santiago, et.al., “Características y evolución de las élites en el País Vasco (1898-1923)”,<br />

en Historia Contemporánea, 8, pp. 107-142.<br />

293 Montero, Manuel, op.cit., p.141.<br />

294 Harrison, Joseph, Historia económica de la España contemporánea, Barcelona, Vicens, 1980, p.103.<br />

107


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

De un lado los restos del partido pro-fueros que renacerá en cierta manera de la<br />

mano de todo un personaje de la época, Ramón de la Sota, y del otro, a otro personaje<br />

relevante del periodo, Sabino Arana, fundador del nacionalismo vasco; y del concepto<br />

nacional de Euskadi –la patria de los vascos-. Ambas tendencias están imbricadas como<br />

se decía, pero mientras que la primera se ahoga en su infortunio, pese a cuadrar en sus<br />

seno a los jauntxos y a parte de la burguesía industrial, el nacionalismo aranista<br />

conseguirá, poco a poco, y desde unos orígenes lamentables en cuanto a apoyo popular,<br />

ponerse a la vanguardia del movimiento, llamémosle, “pro-soberanía” nacional vasca.<br />

Tanto se sobrepondrá a su situación primigenia, que acabará albergando en su seno a<br />

una parte del industrialismo vizcaíno (siendo un partido que nunca renunció sobre el<br />

papel al ruralismo), y a llegar a ser el partido dominante en el territorio a partir de los<br />

años treinta del siglo pasado y hasta la actualidad.<br />

Los jauntxos (literalmente en euskera, señoritos) eran un sector poblacional que<br />

podríamos catalogar de clase burguesa rural. Este grupo era el núcleo del grupo profueros,<br />

sector que antes se denominaba como intransigente y que será la primera<br />

avanzadilla de un intento conciliador entre tradicionalismo y liberalismo. Como se<br />

apuntaba, este sector debe verse como esencialmente liberal-conservador (no deja de ser<br />

curioso como el PNV, siendo profundamente conservador en sus inicios, acabará<br />

adoptando en sus recorrido ideológico, precisamente, esta postura conciliadora). Tal<br />

sector derivó en dos agrupaciones regionales que conjugaban labor política con la<br />

cultural, en la cual, por cierto, tuvieron mayor éxito. Éstas eran las ya citadas<br />

Asociación Euskara en Navarra y la Sociedad Euskalerría en Bilbao, donde la figura<br />

clave será Fidel de Sagarminaga y también, y esto es muy importante, el burgués y<br />

naviero, Ramón de la Sota. A la par, se constituirá una organización aglutínate del<br />

sector jauntxo: la Unión Vasco-Navarra, que electoralmente fue un desastre. Por otra<br />

parte, existían varias luchas en el sector burgués que deben tenerse muy en cuenta.<br />

Primeramente, dentro del propio grupo de la Sociedad Euskal Herria la lucha se libraba<br />

entre el sector de Sagaminaga (sector clerical) y el De la Sota, marcadamente fuerista y<br />

secular 295 . En segundo lugar, y en el ámbito más puramente económico, Medrano señala<br />

que existían divergencias entre el sector de la gran burguesía de Víctor Chávarri y la<br />

burguesía agrupada en torno a De la Sota. Dice:<br />

algunos autores han sugerido que intereses meramente económicos enfrentaban a Sota y su<br />

grupo con la burguesía alineada con los partidos dinásticos. En su opinión, el grupo de Sota<br />

representaba a librecambistas cuyas actividades principales eran la minería, la metalurgia y las<br />

navieras, mientras que los partidos dinásticos representaban a los intereses proteccionistas del<br />

sector del acero y astilleros. Sin embargo, la evidencia empírica que permitiría fundamentar<br />

esta hipótesis es escasa y poco concluyente, y otros argumentos parecen más plausibles.<br />

Sabino Arana, por ejemplo, entiende que el conflicto que enfrentaba a Sota a la burguesía<br />

vasca de los partidos Liberal y Conservador no era sino el reflejo de una lucha de poder entre<br />

dos caciques locales, Sota y Víctor Chávarri. 296<br />

Medrano, por otra parte, aunque íntimamente ligado a lo anterior, sostiene que a<br />

pesar de ser dos grupos diferenciados, lo cierto es que el grupo de Chávarri es aquel que<br />

295 Medrano, Díez, Juan, op.cit., p.89.<br />

296 Ibíd., p.90.<br />

108


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

puede catalogarse únicamente como de gran burguesía. El grupo de Sota no puede, por<br />

tanto, definirse como de gran oligarquía vasca ya que no contaba entre sus miembros<br />

con personalidades que merecieran tal estatus; la excepción es el propio Sota. Y<br />

sostiene, apoyándose en Corcuera, que:<br />

las demandas de descentralización de los pocos capitalistas que se inclinaron por el nacionalismo<br />

bien podrían deberse a una estrategia de poder derivada de su exclusión de las instituciones<br />

estatales. Estrategias de este tipo bien pudieron ser típicas en la fase de desarrollo capitalista en<br />

regiones periféricas, cuando miembros de la clase capitalista local encuentran barreras de<br />

movilidad ascendente 297 .<br />

Es desde luego, una tesis muy razonable y, diría más, resulta una novedad muy<br />

interesante para desligar la tradicional visión de la burguesía como un todo homogéneo.<br />

Es evidente que ésta tiene un interés común que es el puro negocio, pero como ya se<br />

advertía también, es razonable que tenga un profundo sentido camaleónico. Es decir,<br />

varía su posición de forma perpetua sin con ello defiende al único partido al que es fiel<br />

para toda su vida, el dinero; si una parte de la burguesía que intentaba medrar no lo<br />

conseguía en el entorno en el que lo estaban consiguiendo otra, parecía razonable que<br />

este sector excluido buscara alternativas que propusieran nuevos glacis en donde poder<br />

producir y reproducir sus negocios de forma pareja a como lo hacía ya el otro grupo.<br />

Hay que señalar que no fueron los burgueses quienes cambiaron exclusivamente de<br />

posición alternativamente. De hecho, el propio Partido Nacionalista cambió<br />

radicalmente su postura, hasta convertirse en una plataforma para Sota y su bloque.<br />

Luego el nacionalismo no fue nunca enteramente burgués, ni representó a toda la<br />

burguesía, aunque se moviera de acuerdo a sus objetivos. Es decir, sirvió de plataforma<br />

de un sector de la burguesía 1) para hacer frente a la burguesía asentada de los Chávarri<br />

y compañía, y 2) como muy posible elemento de generación de un sentimiento de<br />

colaboración de clases que pusiera freno a la conflictividad obrera. Medrano dice<br />

concluyente: “la Sociedad Euskalerría fracasó debido a lo reducido de la burguesía<br />

local y a sus orientaciones culturales y políticas españolistas [término que debe quizás<br />

entenderse ahora como “regionalistas”]. Su escaso éxito en atraer el apoyo de la<br />

burguesía acabaría forzando a Sota a establecer una alianza con el Partido Nacionalista<br />

Vasco creado por Sabino Arana” 298 . La división de la burguesía vasca, hay que<br />

recordarlo, llegará, en esas dos tendencias, incluso hasta la época de guerra del 36,<br />

aunque bien es cierto, que en el posterior régimen franquista la gran burguesía vasca<br />

será clave en la manutención del régimen, integrará parte de sus cuadros políticos y se<br />

declarará profusamente anti-vasca.<br />

Por su parte, el PNV varió su postura inicial muy ampliamente. No hará falta<br />

recordar como el Partido tenía unos orígenes inminentemente rurales y de mistificación<br />

de todo ese entorno asociado a lo verdaderamente vasco. Su fundación, así, obedece al<br />

peligro verdadero de que la nación vasca estaba en fases de destruirse por la propia<br />

eliminación de sus esencias; de aquello que la definía. A saber, lo rural, la vida<br />

campesina, los fueros, el euskara… todo ello amenazado por la industria, la vida en la<br />

297 Ibíd.<br />

298 Ibíd., p.92.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

ciudad, el centralismo estatal y el castellano respectivamente. No obstante, como dice<br />

Pérez Agote:<br />

el nacionalismo vasco tiene fuerza política allí donde el desarrollo industrial es vigoroso: en<br />

Vizcaya y, algo más tarde en Guipúzcoa (…), para el nacimiento del nacionalismo –es decir, la<br />

respuesta de un grupo étnico diferenciado a una amenaza exterior por medio de una política<br />

cuyo objetivo es la formación de un Estado nacional- no basta una situación de rápido cambio<br />

social, sino que es preciso también que en el interior del grupo aparezcan clases modernas,<br />

ligadas al desarrollo industrial y urbano, dispuestas a crear un nuevo Estado- Nación alrededor<br />

de sus propios intereses 299 .<br />

Así pues, como indica este autor, se debe observar al nacionalismo vasco como<br />

un fenómeno de proyección ruralista, pero, y en todo caso, nunca obviar sus orígenes<br />

urbanos y sus propias necesidades de entablar relaciones con la burguesía, y en<br />

definitiva con el dinero.<br />

Con respecto al nacionalismo y la burguesía, es interesante recatar la tesis en<br />

torno a las diferentes burguesías que aglutinaban cada uno de los sectores. Es decir, es<br />

interesante observar el porqué una burguesía se “arrimaba” a un sector centralista y otra<br />

esencialmente lo hacía por el sector nacionalista. La tendencia de burguesía no<br />

monopolística hizo causa fundamentalmente por el sector aranista, mientras que la<br />

burguesía monopolísitica lo hizo a favor de los partidos dinásticos y con el objetivo<br />

claro de influir –o de dirigir- en Madrid. El nacionalismo se apoyó, además, desde sus<br />

inicios en la pequeña burguesía. Luego, en cierta forma el nacionalismo de Arana aun<br />

cuando es un movimiento pequeño, se plantará entre la gran burguesía como un dislate<br />

al pronunciarse como una ruptura en los mecanismos que se estaban construyendo para<br />

la construcción de un Estado español como un Estado burgués monopolista. En Bizkaia,<br />

primordialmente, el proceso de concentración industrial llevaba además y en tal sentido,<br />

una dinámica bastante pareja a la desarrollada en Europa. Y es que para la década de los<br />

90, la impronta de la segunda revolución industrial quedaba en la concentración<br />

industrial y en los monopolios. El Estado deja así de verse entre la burguesía como un<br />

organismo más o como un cortapisas a su otrora propugnado libre comercio y se asume<br />

que para desarrollar sus negocios a gran escala es necesario asaltarlo. Hacer de él,<br />

realmente, un Estado burgués. La gran burguesía vasca es una campeona a ese nivel y se<br />

da enseguida a la concentración industrial y bancaria. Se forma así Altos Hornos de<br />

Vizcaya (1902) en la fusión de las sociedades la Iberia, Vizcaya y Altos Hornos de<br />

Bilbao. Aparecen en el consejo de la nueva compañía los apellidos de Ybarra (que serán<br />

el clan burgués por excelencia), Chávarri o Urquijo 300 . Pérez , Ruzafa, Montón y De la<br />

Hoz señalan al respecto de la concentración bancaria que:<br />

299 Pérez, Agote, Alfonso, Las raíces sociales del nacionalismo vasco, Madrid, CIS, 2008, p.87.<br />

300 Entre los fundadores de esta nueva gran empresa, la mayor siderurgia de todo el Estado, serían Juan<br />

Tomás Gandarias (miembro de la Piña) e hijo de Pedro Pascual Gandarias, uno de los grandes<br />

empresarios de la época precedente, miembro fundador y socio de La Vizcaya junto con Víctor Chávarri,<br />

presidente de la hojalatera La Basconia, empresario del sector turístico y promotor de ferrocarriles;<br />

Tomás Zubiría Ybarra (Cónde de Zubiría), que ostentará el cargo de presidente de la sociedad (también<br />

será presidente de la Sociedad Española de Construcción Naval) era hijo de la unión de las familias<br />

Zubiría e Ybarra; Benigno de Chávarri, hermano de Víctor Chávarri, y miembro del Partido Conservador<br />

y después de la Liga Monárquica; y el conde Vilallonga, Mariano Vilallonga Ybarra, hijo de Rafaéla<br />

Ybarra y José Vilallonga (ver página 4, nota 9). Familia, por cierto, la de los Vilallonga que emparentaría<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

entre los principales accionistas y en los consejos de administración de los tres grandes bancos<br />

vascos [Banco de Bilbao, Banco de Vizcaya y Crédito de la Unión Minera], encontramos juntos a<br />

nombres procedentes de distintos sectores, la siderometalúrgica (Ibarra, Chávarri), minería<br />

(Lezama-Legizamón), navieras (Sota), la vieja burguesía comercial (Mac-Mahón), y el capital<br />

americano repatriado (Basagoiti, Aresti, Maiz) 301 .<br />

Apuntan ambos autores a que todo el empresariado de la época se relaciona en un<br />

entorno coincidente, ámbitos de relaciones especialmente creados para su sociabilidad;<br />

esta estrechez de lazos en el seno de la oligarquía vizcaína consiguió que a pesar de las<br />

diferencias políticas y de la diversidad de intereses económicos, fluctuantes según las<br />

coyunturas, se estableciesen ámbitos exclusivos de sociabilidad: colegios, la universidad de<br />

Deusto [universidad que sin ser hoy ya elitista, y para muestra de esto el que allí haya estudiado<br />

el que escribe, aún hoy mantiene, especialmente en áreas como las derecho, o la economía, ese<br />

estatus de sociabilidad de la élite bilbaína que a algunos antiguos profesores de economía de un<br />

servidor les provocaba verdadera “tirria”], una zona residencial a su medida como Neguri [la<br />

cual se mantiene, aunque con una bajada de nivel] 302 , ámbitos de esparcimiento (Sociedad<br />

Bilbaína, Clubes como El Marítimo, actividades deportivas) enmarcaron un círculo de relaciones<br />

sociales que se manifestó en la política patrimonial de la élite. 303 .<br />

La élite vasca, en tal sentido, bien relacionada una con otra, no tuvo en esencia un<br />

proyecto común, ya que entre la propia burguesía subsistían clases. Era lógico, por<br />

tanto, que una gran burguesía monopolística se afirmara dentro de la institucionalidad<br />

vigente y se moviera siempre intentando controlarla y hacerla suya. Es decir, en tanto<br />

que la gran burguesía vasca era también la gran burguesía nacional, estatal, no podía<br />

constituirse como clase nacional vasca, diferenciada de un Estado central que necesitaba<br />

para controlar el propio Estado e inundarlo de sus manufacturas. Los logros de esta gran<br />

burguesía se deben además asociar a su éxito como intrigante a escala nacional, o, como<br />

en el caso del “desastre” de Cuba, fruto de una bonita circunstancia que demostró que la<br />

burguesía vasca más que del Estado Español, de lo que gustaba era del Estado dinero.<br />

Sólo con la tríada Estado Español=Estado de Garantía=Estado Negocio el gran burgués<br />

vasco –o el catalán- conseguía conciliar el sueño arropado en la bandera “Rojigualda”.<br />

Por tanto, al igual que la bandera, el Estado mismo era poco menos que un trapo. Su<br />

también con los Sota-Aburto, pues la hija de Ramón de la Sota Aburto (su padre era el famoso Ramón de<br />

la Sota y Llano) casó con el vasquista José María Vilallonga Medina, hijo de Mariano Vilallonga Ybarra<br />

(casado con María Josefa de Medina). Como se ve los Ybarra, aunque perdieran el apellido en ocasiones,<br />

son sin duda un auténtico elemento común de la burguesía vasca. Otra figura interesante será Pablo de<br />

Alzola, miembro del Partido Conservador, alcalde de Bilbao, Diputado General, negociador del Concierto<br />

de 1887, miembro activo de la Liga, defensor del proteccionismo (adalid principal de la tarifa<br />

ultraproteccionista de 1906) y defensor del fin del sistema colonial español, y presidente de 1900 de la<br />

Cámara de Comercio de Bilbao. Para acercase a la figura de este burgués donostiarra afincado en la “villa<br />

invicta” de la que llegó a ser alcalde, recomendamos el texto de ALONSO, OLEA, Eduardo: «Pablo de<br />

Alzola y la modernidad». Bidebarrieta, nº4, 1999, pp. 209-226.<br />

301 De La Hoz, Santiago, et. al., op.cit., pp. 107-142.<br />

302 Dicha zona se enmarca en el municipio burgués por excelencia del Gran Bilbao, Getxo. Lugar de<br />

residencia la burguesía vizcaína, y en el margen derecho de la Ría de Bilbao. Al otro lado, en el lado<br />

izquierdo, popularmente zona conocida como Ezkerraldea, se situaban las fábricas, los altos hornos, la<br />

masa proletaria y sus descontroladas casuchas en torno a poblaciones antaño rurales, y profundamente<br />

vascoparlantes como Barakaldo; ya convertido por la industrialización, en lugar del “maquetismo” por<br />

excelencia.<br />

303 Ibíd.<br />

111


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

fidelidad valía lo que pudiera darle en beneficio. El caso cubano por ejemplo es<br />

llamativo dado que mientras la burguesía catalana rechazaba de plano la pérdida de las<br />

colonias, en 1895 el puerto de Barcelona llegó a exportar 124 millones de pesetas en<br />

bienes a las colonias americanas 304 , la vasca no se enrocó en la necesidad de<br />

manutención de las colonias, sino que dio por bueno que se acabara la fase colonial. De<br />

hecho, la vuelta de capitales desde América dio el último impulso a la burguesía, pues<br />

las minas comenzaban a agotarse. El propio Banco Vizcaya, que más tarde coaligará<br />

con el Banco Bilbao, fundado éste en 1857, surgió en 1901 como consecuencia del<br />

capital recuperado 305 de allende los mares.<br />

Pero, ¿qué hay del burgués nacionalista? A excepción del caso de la concentración<br />

bancaria, el gran burgués nacionalista está desparecido del ámbito donde “se parte el<br />

bacalao”, principalmente, y redundantemente, porque a excepción de Sota (y habría que<br />

recordar que no entrará al PNV hasta 1898), no hay gran burguesía entre las filas<br />

nacionalistas. No hay burguesía nacionalista en las grandes empresas, porque<br />

sencillamente no hay gran burguesía nacionalista. En todo caso dentro del PNV, había<br />

comenzado ya desde finales de los 90 ya una aproximación a ese sector, pues le hace<br />

falta dinero. Cuenta De la Granja:<br />

el mismo Sabino y su hermano Luis fueron atraídos por la fiebre del oro del Bilbao finisecular<br />

e invirtieron buena parte del capital en bolsa, siendo accionistas, junto con Sota, de la<br />

Compañía Minera Abertzale, propietaria de minas en Navalmoral de la Mata (Cáceres), adonde<br />

viajaron para conocerlas en 1900. Pero los negocios capitalistas de los Arana no tuvieron éxito,<br />

al contrario de Sota, y sufrieron las consecuencias del crash de la Bolsa de Bilbao de 1901 306<br />

Poco antes, se produce un cambio en el sector euskalerríaco, pues a la muerte de<br />

Sagarminaga el nuevo jefe de esta fracción fuerista liberal será Ramón de la Sota Llano,<br />

el cual, y tiempo después, empezará a moverse hacia el Partido Nacionalista, fundado<br />

oficialmente en 1897 307 . De hecho, si el partido no está agobiado en la perspectiva de<br />

una desaparición es por el hecho de que De la Sota financia el partido, consolidándose<br />

paralelamente una unión en 1898 entre aranistas y el sector euskalherríaco que resultará<br />

bastante rentable. En todo el proceso, así, se constata un viraje del partido hacia<br />

posturas que bien podían ser las ya adoptadas por la Lliga al aglutinar en torno a la<br />

defensa nacional a la burguesía 308 .<br />

En todo caso, la circunstancia para el nacionalismo, surgido a principios de los<br />

noventa, es ambivalente para una década después. Al tiempo en que Sabino Arana<br />

consigue entrar en la Diputación de Bizkaia en 1898 (fruto en buena medida de esa<br />

unión con la fracción de Sota), el gobierno central presiona nuevamente al<br />

nacionalismo. Así, en 1899, el periódico “Euskalduna” y el Centro Vasco de Bilbao<br />

304 Harrison, Joseph, op. cit., p.96.<br />

305 Ibíd.<br />

306 De La Granja, José Luis, El nacionalismo vasco. Claves de su historia, Madrid, Anaya, 2009, p.24.<br />

La Bolsa de Bilbao fue la segunda creada en el Estado, en 1890, y después de la de Madrid que se<br />

inauguró en 1831.<br />

307 Esta es la fecha es la de la fundación del Partido, aunque no de la fecha de los inicios del movimiento.<br />

Dos años antes, en 1895 se funda el Euskendun Batzokija que es la primera agrupación nacionalista<br />

fundada por Arana.<br />

308 Ibíd., p.25.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

(centro asociado a Sota y aglutinante de fueristas y nacionalistas) 309 son cerrados. En<br />

1902, el propio Sabino Arana acabará en la cárcel, momento tras el cual el partido y el<br />

propio Arana se avienen a las tesis denominadas como españolistas (lo que debe verse<br />

como una táctica autonomista y regionalista en contraste a las tesis absolutistas o de<br />

máximos independentistas) que lo animan a proyectar la creación de una Liga de<br />

Vascos-Españolistas. Ello por varios motivos. El principal, sin duda, la necesidad de<br />

aceptar la realidad industrial y las nuevas fuentes de dinero, el cual necesitaba.<br />

Igualmente su movimiento hacia la moderación permitiría no sólo se hacer más<br />

atractivo el partido a la burguesía, sino también aumentar su caladero de votos. Ya un<br />

año después de la fundación del partido, con la unión del grueso del movimiento<br />

nacionalista, Arana aceptó el hecho industrial, pese a que el PNV no abandonara la<br />

mistificación rural, y expondrá a su hermano Luis que “hay que hacerse españolistas” en<br />

clara alusión a la necesidad de buscar una vía regionalista 310 ; lo que a la postre, lo une<br />

definitivamente a las posturas de los euskalerríacos.<br />

En 1902, el periódico nacionalista moderado Euskalduna (controlado por el sector<br />

de Sota y cerrado por el gobierno de Silvela) 311 dirá felizmente ante el cambio de<br />

postura de Arana y los suyos:<br />

Hemos venido defendiendo la política neta é íntegramente fuerista, ó como quiera llamársele –<br />

que el nombre, ya lo tenemos dicho, no hace á la idea –no significando para nosotros la palabra<br />

fuerismo otra cosa que el sistema político que señala para Vizcaya el establecimiento de todo<br />

lo esencial que en Código é Historia forales se contiene como indiscutible derecho: es decir, el<br />

restablecimiento de su personalidad política nuestro lema y nuestra bandera han sido siempre<br />

Jangoikoa eta Leguezarra. En nuestra ya larga campaña hemos venido trabajando por la unión<br />

de todos los vascongados; hemos venido pidiendo la formación de una asociación potente que,<br />

con un programa hecho y aprobado en asamblea y dentro de la legalidad del Estado español,<br />

trabaje, luche y obtenga para Vizcaya la situación de lo que, con leyes como las de octubre del<br />

39 y julio del 76, se le arrebató. Esta es la política que hemos defendido, defendemos y<br />

defenderemos siempre, porque creemos que la que se ajusta a la realidad. En consecuencia con<br />

ella, hemos visto siempre con simpatía los progresos del catalanismo, y sus triunfos los hemos<br />

celebrado, porque aun cuando no sean hermanos de nuestra raza, su política y la nuestra lo son<br />

del Estado español. Estamos donde estábamos. Si lo que se quiere es la reintegración de las<br />

libertades y derechos de Vizcaya en la forma y modo por nosotros expresados desde el primer<br />

día, cuenten con nuestro concurso 312<br />

Como explica Elorza “la imposibilidad de sostenerse en la legalidad justifica el<br />

giro, que colocaba a los nacionalistas a un paso de la autonomía propugnada por los<br />

euskalerríacos. La redacción de Euskalduna comentó el hecho favorablemente…”.<br />

Ciertamente, quizás es una opinión un tanto fundada, pero en todo caso, se puede decir<br />

que el PNV nacido con una aspiración idealista de un grupo muy marginal, pasó, con las<br />

tesis “españolistas” a ser un partido-instrumento de la burguesía desplazada. La<br />

conjunción de una burguesía minoritaria –Sota o incluso Manuel Lezama-Legizamón-<br />

309 Martínez, Artola, Alberto Xabier, Ramón de la Sota Llano, Auñamendi Eusko Entziklopedia, en:<br />

http://www.euskomedia.org/aunamendi/108324 [Consultado el 10 de diciembre de 2015].<br />

310 Elorza, Antonio, Ideologías del nacionalismo vasco1876-1937. De los “euskaros” a Jagi Jagi, San<br />

Sebastián, Haranburu, 1978, p.150.<br />

311 De La Granja, José Luis, op.cit., p.25.<br />

312 Diario Euskalduna. 29 de Junio. 1902.<br />

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sin plataforma política fuerte con un partido nacionalista con aspiraciones pero sin<br />

dinero, hicieron que a resultas se limaran posturas y se unieran ambas tendencias. Como<br />

ocurriría en otros partidos de la época, caso del SPD alemán con el Congreso de Erfurt<br />

de 1891, en donde el partido se declaraba revolucionario, marxista, pero presentaba a su<br />

vez un programa reformista –lo que al final le granjeó las críticas condensadas en la<br />

expresión de “un partido revolucionario que no hace revoluciones”- el PNV se seguirá<br />

declarando independentista y ruralista, para ser autonomista y burgués/urbano<br />

respectivamente. Así, como ya se indicaba arriba, el nacionalismo no fue común a toda<br />

la burguesía, ni éste fue, en las esencias, en sus postulados doctrinales, plenamente<br />

burgués. Sin embargo, y debe concluirse que el Partido fue un instrumento, una forma<br />

de reivindicación de la pequeña burguesía en el territorio vasco y frente al Estado. Sus<br />

actuaciones, con claras desavenencias entre unas facciones y otras (el partido se<br />

escindirá con motivo de tales diferencias), marcan una pauta que hace considerar que el<br />

partido acabaría como un instrumento nuevo con respecto a su origen y al sector al que<br />

representaba. Es decir, pasó de ser un partido pro-soberanía vasca, a un partido por la<br />

consecución de intereses para sus integrantes vascos. Montero ya advierte:<br />

nacía un movimiento que no rechazaban la industrialización, ni sacralizaban el<br />

independentismo. Sus intereses (que no exigían la intervención estatal, pero sí la unidad del<br />

mercado español) iban más bien por la vía autonomista. No lo formularon explícitamente, ni<br />

cuestionaron en el terreno ideológico (sí en la práctica) la ortodoxia independentista, pero el<br />

radicalismo sabiniano se hizo compatible con el pragmatismo burgués. 313 .<br />

El elemento de unificación general de la burguesía en torno a partidos<br />

políticos, por otro lado, y a pesar de que sea diferenciado, es un factor clave, que debe<br />

entenderse como una fórmula de protección y colaboración frente a espacios no siempre<br />

favorables. Es bien cierto que la Restauración produjo cierta estabilidad, pero como ya<br />

se ha dicho, el entorno político central distaba mucho de corresponder con la situación<br />

económica de las regiones periféricas, a saber Cataluña y el País Vasco. En éstas, y<br />

también en Asturias y Madrid, comenzaría además un rebrote general del movimiento<br />

obrero, bien de cuño anarquista o socialista, que se tradujo en un progresivo<br />

desmoronamiento del régimen de la Restauración. Con ese progresivo final, la<br />

burguesía comenzará nuevamente a moverse para no verse sobrepasada en la situación y<br />

a hacer que el cambio en la fachada estatal, no supusiese una ruptura de los cimientos de<br />

una ya suficientemente asentada estructura económica. En Cataluña, el empresariado<br />

catalán consiguió en vísperas de la Gran Guerra la llamada Mancomunitat por la cual se<br />

establecía para los empresarios nuevos nichos de acción en la propia región, mientras<br />

que la gran burguesía vasca seguía anclada en buscar ser, esencialmente, una burguesía<br />

del Estado y no tanto una élite exclusivamente en su lugar de acción 314 . En tal sentido,<br />

Joseph Harrison es concluyente:<br />

Con la excepción de algunos voluntariosos espíritus, como Ramón de la Sota, el millonario<br />

presidente de la asociación de propietarios de Vizcaya estaban mucho menos inclinados a<br />

adoptar una postura regionalista que sus colegas catalanes. Esta lealtad a un régimen que tantos<br />

313 Monteron, Manuel, op.cit., p. 147.<br />

314 Harrison, Joseph, op.cit., p. 116-117.<br />

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habían atacado en los días febriles de 1898, estaba condicionada en parte por la creciente<br />

dependencia de la industria pesada vasca y de los bancos, de los favores y de los contratos del<br />

gobierno. La destrucción de la flota española en la guerra contra los Estados Unidos, por<br />

ejemplo, unió a los constructores de buques, a los armadores y a los fabricantes de acero, para<br />

hacer campaña política junto al conservador Antonio Maura (…). El gobierno de Maura asignó<br />

un contrato de 200 millones de pesetas a un consorcio capitaneado por Vickers y el marqués de<br />

Comillas, y en el cual estaban incluidas una gran cantidad de firmas de Vizcaya, entre otras el<br />

Banco Bilbao, el de Vizcaya, Altos Hornos, Chávarri y Cª y muchas otras 315 .<br />

Por algo decía Raymond Carr que “los hombres realmente ricos en España a partir<br />

de 1900, con pocas excepciones, eran vascos”.<br />

4. Años de cambios<br />

Como recuerda Letamendia “la patronal vizcaína se constituye en el grupo de presión<br />

más poderoso del Estado, y consigue que la política proteccionista que el gobierno<br />

Español lleva a cabo desde 1901 dé paso a otra de fomento directo de la industria” 316 .<br />

En tal sentido, a finales de la primera década del siglo XX, se crea un nuevo grupo<br />

naviero, La Naval, en la que participaría la empresa británica Vickers & Sons. El<br />

principal adalid de aquel acuerdo por la creación de La Naval sería Tomás de Zubiria e<br />

Ybarra, presidente de la nueva agrupación naviera. Éste participaba, hogaño, en el<br />

consejo de administración de la todopoderosa firma de Altos Hornos de Vizcaya, de la<br />

cual era presidente por la época. La Naval, oficialmente llamada, Asociación Española<br />

de Construcción Naval, fue impulsada por el gobierno del conservador Antonio Maura,<br />

quien asignó 200 millones de pesetas a aquel consorcio 317 .<br />

Por el mismo tiempo, la figura emergente de las navieras es, sin duda, Ramón de<br />

la Sota Llano. En 1906, Sota, junto con su primo Eduardo Aznar, fundará la naviera<br />

Sota-Aznar. Tiempo atrás, el empresario nacionalista moderado había fundado los<br />

astilleros Euskalduna y otros negocios como la Compañía Siderúrgica de Sagunto.<br />

En el seno del nacionalismo las aguas bajaban muy revueltas. En 1903, la muerte<br />

de Sabino Arana sobreviene en el horizonte del partido como un momento de evidente<br />

incertidumbre. Los historiadores Santiago de Pablo y Ludger Mees consideran que “en<br />

el póstumo que Sabino Arana dejó a sus sucesores los pocos claros que quedaban casi<br />

cubiertos por un frente oscuro compuesto por borrascas de diversa índole.” 318 Por lo<br />

pronto, el partido sólo consigue cierta implantación en los territorios vizcaínos 319 .<br />

Además, el partido ideológicamente se encontraba dislocado, sin más tesis que las<br />

de Arana y con la necesidad de interpretar su pensamiento constantemente; todo a la par<br />

que las posturas se dividen en torno a la defensa del radicalismo inicial del movimiento,<br />

la asunción del pensamiento del primer Arana y aquellos que defienden la vía posibilista<br />

–autonomista- del segundo Arana, el españolista. A la muerte del “Maestro”, como le<br />

llamaban sus “discípulos”, la presidencia del Partido queda en manos del sector más<br />

315 Ibíd.<br />

316 Letamendia, Francisco, Historia del nacionalismo vasco y de ETA, San Sebastián, R&B, 1994, p.121.<br />

317 Ibíd.<br />

318 De Pablo, Santiago, Mees, Ludger, El péndulo patriótico, Barcelona, Crítica , 2005, p.27.<br />

319 Ibíd.<br />

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radical y purista, el sector de Luis Arana, hermano de Sabino, y Ángel Zabala, toda vez<br />

que el sector moderado, los considerados fenicios por los radicales, cuenta con más<br />

apoyos y mimbres para avanzar políticamente. Como sugieren De Pablo y Mees, este<br />

sector regionalista contaba, además, con el aval de la evolución españolista de Arana<br />

Goiri, así como de un dinero y un estatus social imprescindibles para el avance del<br />

nacionalismo. En todo caso, eran considerados aún como advenedizos dentro del<br />

movimiento nacionalista 320 .<br />

Las desavenencias entre los dos sectores finalmente acabaron con la figura de<br />

Zabala y llevaron a Luis Arana a pactar con Sota un programa conjunto, el conocido<br />

como “Manifiesto de 1906” 321 . El diario “Sotista”, Euskalduna, se felicitaba por el cese<br />

de Zabala en la comandancia del Partido:<br />

¡quién sabe si esta transformación dará lugar a que muchos que permanecieran alejados de la vida<br />

activa del nacionalismo, por juzgar inconvenientemente verlo dirigido por una política personal y<br />

sin conocer el funcionamiento del Partido, opten por engrosar sus filas, llevando a ellas nueva<br />

savia que le dé vida nueva! 322 .<br />

El PNV adoptó una solución que contentara a las dos ramas del nacionalismo,<br />

teniendo como objetivo común la reintegración foral. En cualquier caso, y “a partir de<br />

entonces, el PNV se moderó y se configuró como un partido conservador muy católico,<br />

aproximándose a la monarquía de Alfonso XIII, quien tenía buena relación con Sota” 323 .<br />

A pesar de todo, Sota, designado en 1908 presidente del Bizkai Buru Batzar<br />

(BBB), no es siempre fiel a su agrupación política. De hecho, dará su apoyo a<br />

candidatos distintos a los de su partido, con el fin último de conseguir ventajas<br />

económicas en un entorno particularmente competitivo. A este respecto, Elorza señala:<br />

los hechos más espectaculares son conocidos. En febrero de 1907 el nacionalista Gregorio de<br />

Ibarreche es designado alcalde de Bilbao por Real Orden y en julio de 1909 la misma designación<br />

vuelve a recaer sobre otro nacionalista moderado José Horn. En las elecciones parlamentarias de<br />

abril de 1907, y frente a la Diputación que dirige el Partido, el sector burgués del nacionalismo<br />

encabezado implícitamente por Sota (…) apoya al candidato conservador, Fernando María de<br />

Ybarra [miembro del Consejo de Administración de Altos Hornos de Vizcaya, consejero de La<br />

Naval, en 1904 vicepresidente de Hidroeléctrica Ibérica, y en 1907 presidente de esta última<br />

compañia], en contra del nacionalista Pedro de Anitua 324 .<br />

Sota, así, y queda demostrado, se comportó, por encima de todo, como un<br />

empresario y no tanto como un ideólogo del partido al que pertenecía. Inversamente,<br />

desde el periódico nacionalista sabiniano, Aberri, se cargaban las tintas contra el<br />

candidato conservador a las Cortes por Bilbao y se denunciaba la vuelta del grupo de<br />

“la Piña” a las instancias del poder:<br />

Por fin se ha descubierto el pastel; sabemos ya que el Sr. Ibarra candidato de orden de Bilbao, es<br />

un candidato caciquista. Que D. Fernando Mª de Ibarra es un candidato del caciquismo<br />

ignominiosamente destronado hace algún tiempo de Bilbao merced del esfuerzo de la gente<br />

320 Ibíd., p. 29.<br />

321 De La Granja, José Luis, op.cit., p.35.<br />

322 Diario Euskalduna. 15 de Diciembre. 1906.<br />

323 Ibíd.<br />

324 Elorza, Antonio, op.cit., p.345.<br />

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honrada , y que ahora disfrazado de matute ha pretendido otra vez entronizarse, lo que demuestra<br />

el hecho de quienes son los que apoyan decididamente prestándole derechos para intervenciones<br />

, y lo confirman los procedimientos que pone en práctica para conseguir su triunfo. Ayer se vio<br />

en la Junta Provincial del Censo que con él están don Benigno de Chávarri, don Plácido Allende,<br />

Don Federico Echecarría, D. Tomás Zubiría, el marqués de Casa-Torre, D. Juan T. Gandarias,<br />

D. Pablo Alzola… es decir la Piña completa, entera y verdadera, la que tuvo que abandonar el<br />

distrito de Bilbao merced al esfuerzo de los buenos bilbaínos que cansados de la ignominia que<br />

suponía al estar sometidos á sus arbitrareidades, la pegó un puntapié en la persona del último de<br />

los citados señores, en memorables y no lejanas elecciones 325<br />

En todo caso, Sota aún no será el presidente del Partido, pese a su notoria<br />

influencia dentro de él. Desde 1908 y hasta 1915, será el hermano del fallecido Sabino,<br />

Luis Arana Goiri, el cual parece aglutinar en su persona a las tendencias moderadas con<br />

las más radicales, quien ostente la presidencia. Bajo el tándem Arana-Sota, el Partido<br />

comienza a expandirse social y territorialmente 326 . En 1909, en las elecciones<br />

municipales de Bilbao,<br />

el nacionalismo vasco obtuvo un brillante resultado, pese a la competencia de una Coalición<br />

Católica unitaria. Tal y como declaraba el periódico Bizkaitarra, el PNV en la capital vizcaína<br />

había comenzado a dejar su impronta entre «las llamadas clases neutras y de orden». En otras<br />

palabras, el particular microclima político y social bilbaíno estaba permitiendo al PNV superar su<br />

aislamiento y convertirse por vez primera en una opción políticamente correcta para las clases<br />

medias. 327<br />

Por su parte, aquel apoyo de la gran burguesía de Bilbao a la figura del<br />

conservador Fernando María de Ybarra se debe fundamentalmente al miedo de ésta a la<br />

problemática obrera. Una clase obrera que había provocado, desde finales del siglo<br />

XIX, fuertes movimientos huelguísticos en Bizkaia y en menor medida en Gipuzkoa.<br />

En 1890, y con la primera de las grandes huelgas mineras de la región, comienza<br />

un movimiento de inusitada fuerza en toda Bizkaia, que fue posible en buena medida<br />

por la implantación del socialismo en la región. Así, para el socialismo, Bilbao y su<br />

territorio histórico acabaron por convertirse en un auténtico enclave donde desarrollar<br />

propiamente la lucha de clases junto con otras áreas propicias para el partido de Pablo<br />

Iglesias Posse, como Asturias o Madrid. La primera de las grandes huelgas del periodo<br />

que va de 1890 a 1914, etapa conocida por el historiador donostiarra, Juan Pablo Fusi,<br />

como etapa militante, se produce en las minas vizcaínas (extendiéndose al sector<br />

industrial) y se resuelve tras un periodo de conflictividad social a través del Pacto de la<br />

Loma; conocido así por ser el árbitro de las disputas entre patronos y obreros el general<br />

Loma. General que y una vez conoció las condiciones lamentables de las viviendas de<br />

los mineros, se decantó a favor de éstos. El acuerdo estipuló que los obreros trabajarían<br />

11 horas en verano, 9 en invierno, al tiempo que quedaría eliminada la necesidad<br />

obligada de comprar en las cantinas obreras. En Gipuzkoa, aunque con menor calado<br />

que la huelga minera vizcaína de 1890, se desarrolla también, y en 1897, una huelga de<br />

los trabajadores del sector armamentístico que fue ganada por los socialistas, lo cual<br />

325 Diario Aberri. 16 de Abril. 1907.<br />

326 De La Granja, José Luis, op.cit., p.35.<br />

327 De Pablo, Santiago, Mees, Ludger, op.cit., p.45.<br />

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granjeó al PSOE un gran prestigio entre la clase obrera del lugar y una masiva<br />

afiliación. En Bizkaia se desarrollaron otras huelgas hasta 1914. Apunta Montero que el<br />

movimiento obrero de la época carecía aún de grandes cajas de resistencia por el<br />

período y “era, pues, un movimiento obrero débil, disperso y poco organizado, en parte<br />

porque les resultaba fácil a los patronos sustituir a los trabajadores.” 328 De esta época,<br />

no obstante, dirá Unamuno sobre Bilbao y sobre la provincia: “¡Y volverán, sí, volverán<br />

aquellas mismas viejas luchas, volverán las inquietudes de nuestro abuelos de la<br />

Reforma y de la Revolución.” 329<br />

La burguesía, por consiguiente andaba ya intranquila, y las elecciones de 1907<br />

constataron que tenían que hacer algo para evitar que los socialistas pudieran alcanzar<br />

cotas de poder. Un año antes, en 1906, volverá a haber otra huelga coincidente con la<br />

visita de Alfonso XIII a Bilbao.<br />

El nacionalismo “Sotista”, el nacionalismo pragmático, apoyó a las fuerzas del<br />

orden contra el posible avance de los socialistas y esto sin importar que los candidatos<br />

por Bilbao o Bizkaia fueran no nacionalistas. Por el contrario, el nacionalismo doctrinal,<br />

el más cercano al primer Sabino, el de Luis Arana y Zabala, será reflejo de una elevada<br />

dosis de rechazo a las contestaciones obreras, fruto de considerar a las masas proletarias<br />

como extranjeras y dilapidadoras de la armonía y la nación vasca. Se constata así,<br />

aunque por diferentes motivaciones, un nexo entre ambas ramas del nacionalismo en<br />

pos de combatir la contestación obrera. Sota en particular, por ser un afectado directo<br />

como empresario y los nacionalistas más radicales por ver en el movimiento obrero un<br />

movimiento ajeno a esa Euzkadi soñada. Las elecciones de aquel año en Bilbao, desde<br />

luego, no tienen desperdicio en cuanto a nombres y en cuanto a las disputas entre<br />

partidos; momento en el cual el caciquismo comenzaba muy evidentemente a entrar en<br />

barrena. Del lado de una agrupación tildaba de caciquil, aglutinante de los grandes<br />

empresarios, Fernando María de Ybarra. Del lado socialista Pablo Iglesias. Del<br />

republicano una figura que tendrá una gran importancia en el mundo empresarial de<br />

una década después, Horacio Echevarrieta; que era desde 1903 diputado en Cortes,<br />

heredero de la firma empresarial familiar Echaverrieta Larrinaga (que se fundamentó<br />

como industria naviera y que contaba con astilleros en Barcelona, Ferrol o Cádiz) y un<br />

campeón de la diversificación de inversiones desde la propia minería, origen de su<br />

fortuna y de la propia familia, pasando por la introducción en el mundo financiero,<br />

petrolero, cementero, hidroeléctrico…, y desde el sector nacionalista, Pedro Anitua.<br />

Destacados dirigentes del nacionalismo moderado como Chalbaud, Horn o Adán de<br />

Yarza, y en consonancia con las tesis burguesas de Sota, destacarían, por mediación de<br />

Adán Yarza, que:<br />

antes que consentir en dar la menor probabilidad de triunfo al sectario, al enemigo de nuestra<br />

raza y de nuestras leyes, al portaestandarte de los quebrantadores de nuestro régimen social, se<br />

puede y se debe [alusión al sector del PNV oficialista] hacer toda clase de sacrificios, y<br />

considero bien pequeño el aceptar por los más puritanos del fuerismo y del nacionalismo la<br />

candidatura del Sr. Ybarra. Entiendo que sería vergonzoso para Bilbao y para Vizcaya llevar a<br />

328 Montero, Manuel, op.cit., p.150.<br />

329 Unamuno, Miguel, “Nuestras ciudades: Bilbao. ¡arriba la villa!”, en España (Diario), Madrid, 1919.<br />

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las Cortes por vez primera un representante de ese partido (el socialista) enemigo de todo lo que<br />

nos es sagrado y querido 330<br />

Ramón de la Sota vuelve así a ser especialmente interesante como figura<br />

nucleizadora del sentido pragmático y reaccionario de una facción del nacionalismo. No<br />

hay que olvidar, y la declaración anterior lo demuestra, que el nacionalismo radical,<br />

idealista y muy sectario tenía un componente rupturista que no casaba bien con la<br />

política de orden y paz social propugnada por el sector burgués. Vemos, en tal sentido,<br />

como la burguesía se aglutina, hace piña nuevamente ante una tesitura de<br />

enfrentamiento con los socialistas (que, por cierto, ganan la elección a las Cortes). Bien<br />

es cierto, que Sota provenía, como se ha dicho, de una burguesía desplazada, y no<br />

monopolística, y que, por tanto, estaba en cierta forma en disputa con esa gran<br />

burguesía por la prevalencia política. En todo caso, tenía el mismo interés de clase que<br />

el resto y, por consiguiente, una vez se constató que el movimiento obrero podía<br />

verdaderamente alcanzar poder, Sota entendió necesario coaligarse, pese a todo, con<br />

aquellos miembros de su clase social en pos de una defensa conjunta y férrea de la clase<br />

burguesa frente a las ofensivas obreras.<br />

Por otra parte, en el abanico del nacionalismo hay incluso quienes se decantarán<br />

abiertamente por el liberalismo, rechazando el conservadurismo católico e instigados en<br />

buena medida por el periódico de Echevarrieta, El Liberal, tendentes a la construcción<br />

de una España republicana y federal. Planteamientos que fructificarían mucho más<br />

adelante, y con un mayor éxito, en Acción Nacionalista Vasca. Los adalides de esta<br />

nueva agrupación, oficialmente llamada como Partido Republicano Nacionalista Vasco,<br />

serían Francisco de Ulacia o Pedro Sarasqueta 331 . Más importante es, sin duda, la<br />

fundación del sindicato nacionalista ELA (Eusko Langile Alkartasuna) o Solidaridad de<br />

Obreros Vascos también en 1911. Su fundación responde a una clara motivación por<br />

desarrollar iniciativas que penetraran en la clase obrera vasca, diluir la conflictividad<br />

social –desarmar la unidad de la lucha de clases, desuniendo y diferenciando a<br />

trabajadores vascos de los que no lo eran- y penetrar ideológicamente dentro de unas<br />

masas, las de los obreros industriales, no suficientemente tomadas en cuenta. Xosé<br />

Estévez y Lorenzo Espinosa comentan que:<br />

los socialistas consideraban a Sota el promotor y financiador del sindicato nacionalista y según el<br />

profesor Ludger Mees era realmente un activo fomentador de ELA. Lo que iría mucho más allá<br />

de la simple financiación. Es difícil saber hasta qué punto los trabajadores vascos empezaban a<br />

dejar de estar, en 1917, de acuerdo con sus patrones nacionalistas. Pero que es seguro es que<br />

cinco años después, cuando el mismo Sota propuso la reducción de los salarios industriales en un<br />

20%, la respuesta obrera llegaba hasta su propio astillero 332<br />

La Gran Guerra se desató en Europa en 1914, pero el Estado español, bien es<br />

sabido, se mantuvo al margen de la contienda que enfrentaría, eso sí, internamente, a<br />

aliadófilos con los pro-potencias centrales. La burguesía vasca, especialmente la<br />

naviera, encontraba en la neutralidad española la mejor garantía para hacer prosperar<br />

sus negocios y réditos, al tiempo que el nacionalismo consigue de una vez por todas<br />

330 Recogido en De Ybarra, Javier, op.cit., p.277.<br />

331 Elorza, Antonio, op.cit., p.345.<br />

332 Espinosa, Lorenzo, José María, op.cit., p.54.<br />

119


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

instalarse definitivamente como una potencia electoral en el País Vasco. Para Sota,<br />

fueron años simplemente geniales. Es muy cierto, a pesar de lo dicho, que en un<br />

principio el cierre de mercados en Europa produjo un momento de incertidumbre, pero<br />

pasado éste, el boom fue espectacular, pues se podía vender a las potencias enfrentadas<br />

a precios de guerra. El hierro o los buques, sectores boyantes en Bizkaia, tuvieron un<br />

alza enorme. Es el momento de gran esplendor de Sota, no sólo a nivel de negocios,<br />

sino porque consigue el definitivo control del Partido Nacionalista, tras la dimisión en<br />

enero de 1916 de Luis Arana, el cual se había visto envuelto en prácticas caciquiles<br />

secretas con el Gobernador Civil de Vizcaya.<br />

El nuevo tándem político de la agrupación será el formado por Engracio Aranzadi,<br />

Kikitza, y Luis Elizalde 333 , Axe, además del propio Sota. En 1916, el nuevo órgano de<br />

dirección sustituye el nombre de Partido, por el de Comunión Nacionalista Vasca<br />

(CNV). Ya antes, “la estabilización organizativa y política del nacionalismo vasco se<br />

traduce en un abandono de los radicalismos que parecieron prevalecer frente a los<br />

euskalerriacos” 334 . La moderación en las prácticas políticas, la introducción en los<br />

estamentos obreros, el giro burgués definitivo, y la buena marcha económica de la CNV<br />

catapultaron al nacionalismo más suavizado. Pero, éste, bajo la dirección de Sota, caería<br />

también en prácticas caciquiles con la compra de votos. Es en esta época, no obstante,<br />

cuando el nacionalismo, pese a ser un colectivo dirigido por la mediana burguesía<br />

consigue, en opinión de Ludger Mees, establecerse socialmente y convertirse en un<br />

movimiento de proyección entre la masa. Paralelamente, según sugiere el historiador<br />

vascoalemán, se culmina el proceso impulsado por los moderados de modernización de<br />

la formación, que abandona la práctica de “política de notables” 335 .<br />

El clímax de poder político para la CNV y Sota llegará cuando en 1917 vea a la<br />

CNV triunfar en Bizkaia y a su hijo, Ramón de la Sota Aburto, convertido en Presidente<br />

de la Diputación de este territorio. Al tiempo, se ganaban numerosas concejalías para la<br />

Comunidad, y se presentará en Madrid una propuesta de mancomunidad vasca que<br />

según relata Elorza, a su vez, recogido de José de Orueta, se hizo tanto caso en Madrid<br />

“a la petición de autonomía por parte de las Diputaciones que cuando catorce meses más<br />

tarde [la propuesta se hizo en julio de 1917] el Conde de Romanones quiso tener el<br />

texto, hubo de pedir copia a las provincias, porque el original en pergamino se había<br />

traspapelado en algún cajón de la presidencia” 336<br />

Desde el otro sector de la burguesía, la respuesta a la prevalencia del nacionalismo<br />

en la provincia de Bizkaia, y en menor medida en Gipuzkoa, Araba y Nafarroa, no se<br />

hizo esperar. Entre los habidos monárquicos burgueses se encontraba uno de los hijos<br />

del primo de Sota, Eduardo Aznar y de la Sota (coaligado con Ramón de la Sota en la<br />

compañía Sota Aznar), Alberto Sota y Tutor, el cual participaba en el consejo directivo<br />

del Hotel Carlton de Bilbao. En tal sentido, el otro hijo de Eduardo Aznar, Luis María<br />

de Aznar y Tutor siguió en la sociedad Sota-Aznar junto a sir Ramón de la Sota, con lo<br />

333 De La Granja, José Luis, op.cit., p. 353.<br />

334 Elorza, Antonio, op.cit., p. 359.<br />

335 Mees, Ludger, “El nacionalismo vasco entre 1903-1923”, Vasconia: cuadernos de historia, 17 (1990),<br />

pps. 115-139. Artículo basado en su tesis doctoral “Nacionalismo vasco, movimiento obrero y cuestión<br />

social”.<br />

336 Ibíd.<br />

120


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

que las tiranteces familiares estaban servidas. Tanto Ramón de la Sota como Luis María<br />

de Aznar fundarían, además, y fuera de Euskadi, La Compañía Siderúrgica del<br />

Mediterráneo. Así, nuevamente, se descubren en el panorama vasco dos tendencias muy<br />

bien definidas: de un lado la burguesía “Sotista”. Del otro, la tradicional y monárquica,<br />

agrupada ahora en una nueva formación política para ganar Bizkaia, la Liga de Acción<br />

Monárquica. La actuación de Sota es resumida por Xosé Estévez y Lorenzo Espinosa de<br />

esta forma: “frente al bloque económico –Altos Hornos, Banco de Bilbao y Vizcaya –<br />

que se expresaba políticamente en la Liga de Acción Monárquica, opondrá Euskalduna,<br />

Naviera y Siderúrgica del Mediterráneo, Banco Comercio… y su correlato político, un<br />

PNV moderado. Lo que significa enfrentar al españolismo rígido y centralista de sus<br />

compañeros-rivales, el regionalismo autonómico y práctico de los catalanes.” 337<br />

La Acción Monárquica supuso un contratiempo para la extensión del<br />

nacionalismo y también constató un hecho: la burguesía de uno y de otro lado estaban<br />

en una auténtica batalla por conseguir el poder político. Ciertamente, además, puede<br />

indicarse que todo el espectro de la derecha local, a nivel vasco, y formada tanto por la<br />

CNV como por la Acción Monárquica, tenía un especial interés en controlar la región a<br />

toda costa, sin importar si para ello debía realizar prácticas corruptas o caciquiles.<br />

Estaba en juego el orden. Al finalizar la guerra, las alarmas para la burguesía se<br />

encendieron como nunca. No hay pasar por alto que la Gran Guerra había supuesto para<br />

el País Vasco su conversión en la primera región industrial de todo el Estado, y que una<br />

vez finalizada ésta, las inversiones realizadas durante los años de bonanza se podían ver<br />

en riesgo. Y es que, aunque los beneficios, y la ampliación de las empresas había sido<br />

espectacular, también habían sido grandes las inversiones de la gran burguesía, las<br />

cuales ahora podrían verse afectadas ante la bajada de los precios de sus ventas en el<br />

exterior. Para colmo de incertidumbres, comienza en Bizkaia un brote fuerte de<br />

comunismo, y de contestación obrera, ahora profundamente radicalizada ante el ejemplo<br />

del triunfo de la revolución en Rusia. Sin embargo, la situación internamente no debe<br />

exagerarse. La contestación obrera era muy importante. No obstante, los años de la<br />

Gran Guerra en Bilbao, en Bizkaia y en todo Euskadi, fueron años relativamente<br />

pacíficos en contraste, sobre todo en lo referente al tema de la reivindicación nacional,<br />

con Cataluña y Barcelona. La burguesía, y la opinión pública del lugar, generalmente,<br />

se sintieron mucho menos proclives a mostrar lealtad al gobierno central. En todo caso,<br />

como comenta Mees, “la prensa nacionalista condenó sin paliativos las protestas obreras<br />

contra el encarecimiento de la vida, como la huelga general de 1916, así como<br />

lógicamente también la huelga revolucionaria de 1917, con la tradicional acusación de<br />

ser movimientos políticos, dirigidos por los socialistas en contra de los intereses de los<br />

obreros.” 338<br />

Por otra parte, la Liga de Acción Monárquica se constituye como una nueva<br />

“Piña” (surgida, esta última, por la ruptura con el Partido Liberal de Sagasta, y la unión<br />

de la gran burguesía bilbaína con las tesis conservadoras). Una “Piña” que como señala<br />

Ortigosa,<br />

337 Espinosa, Lorenzo, José María, op.cit., p.56.<br />

338 Mees, Ludger, op.cit., pp. 115-139.<br />

121


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

fue mimada por Alfonso XIII y sus sucesivos gobiernos, hasta el punto de que varios magnates<br />

consiguieron ennoblecerse, pasando a constituir los llamados condes siderúrgicos. El Vaticano<br />

también cuidó a ese grupo social, concediendo títulos pontificios a las familias que financiaron<br />

grandes obras pías y educativas 339 .<br />

Tras el desastre de Cuba, y la muerte de Chávarri, la primera “Piña” empieza a<br />

dejar de ser una fuerza que pueda poner en contención por ella misma a las nuevas<br />

alternativas políticas; véase nacionalismo, y socialismo. Así pues, para 1903 “la Piña”<br />

se estaba diluyendo, “pero ello no obsta para que siguieran saliendo sus candidatos” 340 .<br />

En las postrimerías de la década, dos partidos, que diversifican a esta burguesía, surgen<br />

en Bizkaia, tras el período del maurismo. El primero de ellos, el Partido Conservador,<br />

fue fundado en el año de la Semana Trágica y de la consiguiente caída de Maura, en<br />

1909, bajo el auspicio de Fernando María de Ybarra Revilla, posterior candidato de<br />

conjunto frente a nacionalistas, socialistas y republicanos. Un año después se constituye<br />

el Partido Liberal de Vizcaya, cuyo miembro más descollante será Federico Echevarría<br />

Rotaeche, fundador de la empresa de laminaciones Echevarría S.A., la cual obtuvo<br />

grandes beneficios al calor de la Gran Guerra. Desde 1902, formaría parte además de la<br />

sociedad de Altos Hornos de Vizcaya. La Acción Monárquica tuvo su inmediato<br />

precedente en la propuesta de un candidato de consenso para 1907 que, recordemos, fue<br />

el propio Fernando María de Ybarra. En 1913, se producirá la ruptura del partido<br />

conservador a nivel nacional entre mauristas y datistas, posicionándose el partido en su<br />

nivel vizcaíno en la senda de Maura. Cinco años después, se celebrará un banquete en<br />

Artxanda, a través del cual los monárquicos sellan su unión frente a nacionalistas. Hay<br />

que tener en cuenta que la radical oposición al nacionalismo del sector monárquico<br />

vizcaíno se derivó de la imposibilidad del sector maurista por llegar acuerdos con el<br />

nacionalismo moderado y su miembro más descollante Ramón de la Sota Llano.<br />

Situación que sí ocurriría en tiempos precedentes en Cataluña. Al menos, hasta la<br />

creación de la Unión Monárquica Nacional (1918) que fue una plataforma ya<br />

abiertamente contraria a la Lliga de Cambó. Pablo Díaz Morlán considera en ese sentido<br />

que el partido maurista,<br />

desarrolló una gran actividad de propaganda y trató de atraerse a otras corrientes de opinión que<br />

podían coincidir en su preocupación por la cuestión nacional y su defensa de las tradiciones y el<br />

catolicismo. Entre ellas estuvo, en primer lugar, el nacionalismo, fuertemente influyente en<br />

Cataluña y emergente en el País Vasco, en la que convivían dos tendencias que podían en<br />

ocasiones parecer contrapuestas, una regionalista, autonomista y conservadora, que aceptaba la<br />

unidad de España, y otra independentista y rupturista, aunque igual de tradicionalista y católica<br />

que la anterior. En Cataluña fue Françesc Cambó la referencia indiscutible del nacionalismo<br />

autonomista desde la Lliga Regionalista. Maura y Cambó compartieron amistad y proyectos<br />

políticos (…). En Vizcaya, por el contrario, no existió una figura moderadora que pudiera<br />

asemejarse a Cambó, porque el origen y evolución del nacionalismo en ambas regiones es<br />

distinto y porque el empresario Ramón de la Sota, que financió e impulsó el éxito del Partido<br />

339 Ortigosa, José Luis, op.cit., p.275.<br />

340 Varela, Ortega, José (Dir.), El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España (1875-<br />

1923), Madrid, Pons, 2001.<br />

122


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Nacionalista Vasco y que apoyó a la fracción autonomista del mismo, no quiso, y posiblemente<br />

no pudo por falta de dotes políticas, constituirse en remedo vizcaíno del dirigente catalán 341<br />

En aquel primer acto constitutivo de Artxanda, estuvieron, entre otros: Fernando<br />

María de Ybarra, José Félix Lequerica, Álvaro Nardiz, Antonio Arteche, Ramón del<br />

Bergé, Cristobal Ortueta, Gabriel María de Ybarra, además de la adhesión del ya<br />

nombrado Alberto Aznar y Tutor 342 . En 1919, se crea oficialmente la nueva agrupación<br />

política. La historiadora vasco-chilena Idoia Estornés Zubizarreta señala que la Acción<br />

era esencialmente “un conglomerado político monárquico unificado vinculado a<br />

influyentes industriales (Gandarias, Chávarri, Ybarra, Echeverría, etc.) y que contaba<br />

con el apoyo gubernamental. Su objetivo fundamental era luchar contra el<br />

nacionalismo”, y señala que esto debe entenderse de las afirmaciones de la siguiente<br />

nota mandada por la nueva agrupación al presidente del Consejo de Ministros español,<br />

Sr. Conde de Romanones:<br />

Reunidas representaciones partidos liberales, conservador y maurista de Vizcaya y monárquicos<br />

independientes para hacer frente al movimiento separatista, han acordado constituir la Liga de<br />

Acción Monárquica, y su primer acto es dirigirse a V.E., como la más alta representación del<br />

régimen, saludándole respetuosamente y haciéndole presente al mismo tiempo que en la<br />

Comisión extraparlamentaria reunida para dictaminar sobre los problemas autonómicos y entre<br />

ellos el de Vizcaya, nuestra provincia está absolutamente irrepresentada. [Atención a lo que<br />

viene ahora] Es cierto que figura en ella junto a dos distinguidos guipuzcoanos un senador por<br />

Vizcaya; pero la representación de éste, según oficialmente se ha declarado, es la exclusiva del<br />

partido nacionalista vasco. Carecen, pues, de representación las aspiraciones eminentemente<br />

españolas que profesa la inmensa mayoría del país, y para nada se tienen en cuenta los interese<br />

de su producción económica, así obreros como patronales. Los firmantes, representando a los<br />

vizcaínos que durante casi medio siglo de Restauración han defendido lealmente el régimen en<br />

condiciones bien difíciles, y que pueden jactarse, y sus nombres lo justifican, de haber<br />

contribuido como nadie a la grandeza moral y material de su tierra, se creen en el deber de causar<br />

con todos los debidos respetos esta protesta ante V.E. 343<br />

La propuesta, o mejor, la protesta, era muy significativa en varios sentidos. En<br />

primer lugar es necesario entender que la idea sugerida es una adhesión a la idea de la<br />

derecha española por contrarrestar el avance en Cataluña de la Lliga de Cambó, que<br />

llegó a reclamar, en 1917, una nueva extensión de la autonomía de la Mancomunitat. Al<br />

tiempo, era una contestación a la propia estrategia del maurismo en estos territorios,<br />

consistente en intentar limitar el poder nacionalista sobre la base la atracción de éstos<br />

hacia posturas regionalistas. Es decir, aceptando su presencia y dando ciertos nichos de<br />

poder.<br />

Para el nacionalismo, la Acción Monárquica representó el fin de sus aspiraciones,<br />

y una nueva derrota, dolorosa, en la búsqueda de la “construcción nacional”. Y de la<br />

misma manera, representó el fin de las aspiraciones de Sota. Paralelamente, se produce<br />

una escisión final entre el sector moderado y el más radical, que nunca acabó por<br />

encontrar acomodo en la nueva Comunidad. Los malos resultados frente a la Acción<br />

341 Díaz, Morlán, Pablo, Los Ybarra. Una dinastía de empresarios (1801-2001), Madrid, Marcial Pons,<br />

2002, p.187,<br />

342 Estornes, Zubizarreta, Idoia, Liga de Acción Monárquica, Auñamendi Eusko Entziklopedia, en:<br />

http://www.euskomedia.org/aunamendi/88178 [Consultado el 13 de diciembre de 2015].<br />

343 Ibíd.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Monárquica, que incluso llegó a acuerdos con el PSOE para derrotar a los nacionalistas<br />

(dejaron a Bilbao sin un candidato propio para que Prieto lo ganara), hicieron que el<br />

nacionalismo moderado pasara prácticamente a la historia. Dice de la Granja:<br />

“en los comicios de 1920 y 1923, la lucha electoral entre la Comunión Nacionalista y la Liga<br />

Monárquica se saldó con un rotundo triunfo de ésta última en los cinco distritos vizcaínos de fuera de la<br />

capital. La derecha nacionalista española, vinculada a la gran burguesía vizcaína y al sistema de la<br />

restauración, recobró el control de Vizcaya, incluida su importante Diputación, con la excepción de<br />

Bilbao, cuyo alcalde pasó a ser socialista.” 344<br />

No deja de ser curioso que, apenas tres años antes, en 1917, se produjera en la<br />

zona de Bizkaia un brote revolucionario de primer orden, en el contexto de la Huelga<br />

General Revolucionaria que afectó a todo el territorio estatal. Tal huelga se desarrolla<br />

ante la subida general de los precios, la rebeldía militar encarnada en las famosas Juntas<br />

Militares y el estímulo de la izquierda por cambiar el orden establecido ante la crisis del<br />

sistema. La UGT y la CNT en el Manifiesto del 12 de agosto de 1917, no obstante, no<br />

propusieron una revolución, sino “un Gobierno provisional que asuma los poderes<br />

ejecutivo y moderador, y preparar la celebración de elecciones sinceras de unas Cortes<br />

Constituyentes”.<br />

La llegada de la dictadura de Primo de Rivera, condenó, si bien parcialmente, al<br />

grupo de la Sota, y eliminó por completo al sector más purista de los nacionalistas del<br />

grupo Aberri, liderados por el Elías Gallastegui. Grupo que poco antes, en 1921, acabó<br />

escindirse de la CNV para aglutinarse en torno a la sigla tradicional de PNV. El nuevo<br />

régimen, instaurado en 1923, permitió, por consiguiente, que las tendencias moderadas<br />

continuaran con su actividad 345 ; al menos, en sus vehículos de expresión.<br />

En el movimiento obrero, se produce un cambio de liderazgo a favor de la CNT y<br />

en perjuicio de la UGT. De igual manera, Barcelona, en contraposición a Bilbao (y a<br />

Bizkaia en general), se convierte en la capital de las revueltas y de la violencia antes de<br />

la llegada al poder de Primo de Rivera 346 . Durante el período que se abre, la burguesía<br />

vasca, por tanto, se encuentra nuevamente en la necesidad de hacer frente a la nueva<br />

tesitura. La burguesía englobada en la Acción Monárquica apoya el golpe de Primo de<br />

Rivera, mientras que los nacionalistas y su burguesía mantienen posturas diferenciadas<br />

según facciones. La Comunión Nacionalista se dedica simplemente a subsistir como<br />

puede, mientras que los nacionalistas radicales, agrupados bajo la sigla del PNV, se ven<br />

enteramente negados dada su condición de independentistas. Hay, también, en este<br />

sentido, un factor a destacar, y es que el PNV (el grupo radical que toma la sigla del<br />

viejo Sabino Arana) asume una postura radical no sólo en el plano separatista, sino<br />

también en el elemento anti-burgués característico del período ruralista del partido.<br />

Bizkaia y Gipuzkoa mantienen durante el período una disputa que entronca con las<br />

posiciones de la derecha política del país, pues, así, mientras que la provincia<br />

guipuzcoana (controlada por el carlismo), diversamente y dispersamente industrializada,<br />

pide al nuevo orden estatal una reintegración foral, apoyo para el euskera y un servicio<br />

militar autónomo (lo que en esencia era la reivindicación foral plena), “la Diputación<br />

344 De La Granja, José Luis, op.cit., p.45.<br />

345 Ibíd., p. 41.<br />

346 Harrison, Joseph, op.cit., pp. 170-171.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

vizcaína, en la que abundan miembros de la Liga Monárquica, (…) [tacha] la idea de<br />

inoportuna, por fomentar el separatismo. La derecha vizcaína, antes liberal fuerista,<br />

había asumido posturas centralistas” 347 . La propuesta de Gipuzkoa sí fue, no obstante,<br />

respaldada por la Comunión Nacionalista.<br />

En cualquier caso, debe entenderse que la gran burguesía vasca, y durante el<br />

período de Primo de Rivera, no jugó un papel especialmente relevante ni siquiera en las<br />

instancias del Estado central. El aparataje político conservador de Primo de Rivera,<br />

paralelamente, no es respaldado en forma de afiliaciones ni por la burguesía vasca, ni<br />

por la catalana. “En el caso de la burguesía vasca porque ya se había formado la Liga de<br />

Acción Monárquica; en el caso de la catalana, la Lliga que, en un principio apoya el<br />

golpe militar, luego se decantará en contra de Primo ante la política españolista<br />

practicada…” 348<br />

5. Un naviero entre dos aguas<br />

Antes de finalizar la dictadura de Primo de Rivera, en concreto un año antes, Comunión<br />

y Partido nacionalistas vuelven a unirse mediante el Pacto de Vergara. Mediante el<br />

Pacto, se vuelve al nombre de Partido Nacionalista Vasco y se asumen posicionamiento<br />

doctrinales, nuevamente, más cercanos al Arana de la primera época, que al Arana<br />

denominado españolista. El nacionalismo, en los años de Primo había sido condenado al<br />

ostracismo político, pese a las promesas absurdas del dictador por no interferir en un<br />

sano regionalismo; en el moderado. Durante toda la dictadura, la única pieza que se<br />

pudo cobrar, como apunta de la Granja, el nacionalismo regionalista o moderado fue la<br />

renovación del concierto económico en 1925. Más allá de eso, la captación del poder<br />

regional en manos de una burguesía centralista había condenado a la burguesía<br />

nacionalista, de igual forma que al partido y a sus tendencias, a la oscuridad y a la<br />

nulidad en la capacidad de influencia regional. No obstante, a fines del período, y en la<br />

medida que el viejo conservadurismo va apagando su estrella en la medida en que lo<br />

hace Primo de Rivera, el nacionalismo va rebrotando entre el sector conservador y<br />

católico. Ese carácter conservador, precisamente, lo llevará a una nueva escisión (la de<br />

Acción Nacionalista Vasca), y a no sumarse a los pactos de San Sebastián que dieron<br />

origen a la Segunda República española; una república de la que el PNV, sin ser<br />

contrario, recelaba profundamente. En el nuevo escenario de la República, y a pesar de<br />

la crisis económica de 1929 que tuvo graves efectos en la cuenca vizcaína, se mantuvo<br />

esencialmente una reivindicación conjunta entre los partidos de la región en pos de la<br />

consecución de la autonomía (aunque, con proyectos muy diferentes para la misma) 349 .<br />

Este aspecto, consideramos, es de una importancia capital para el accionar del<br />

nacionalismo a partir de este momento, en tanto que había conseguido, desde unos<br />

orígenes muy humildes, convertir en cuestión general, una idea, la de la nación vasca,<br />

que en principio no debió ser compartida por la izquierda. La derecha española, por lo<br />

347 Montero, Manuel, op.cit., p. 162.<br />

348 Tussel, Javier, et.al., (Eds.): Las derechas en la España contemporánea, Barcelona-Madrid,<br />

Anthropos-UNED, 1997, p.173.<br />

349 Juaristi, Linacero, Jon, Historia mínima del País Vasco, Madrid, Turner, 2013.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

pronto, se mostrará, a excepción del carlismo, en contra de tendencias que considerará<br />

claramente separatistas y contra la unidad de España.<br />

De otra parte, ¿qué hay de Ramón de la Sota? Es casi de conocimiento popular<br />

que el naviero, figura más descollante, sin duda, del nacionalismo regionalista (y<br />

también entre los propios navieros) 350 , que tuvo un momento de gloria durante el<br />

período de la Gran Guerra, fue un parcial defensor de la causa republicana, a tenor del<br />

apoyo de la República a la autonomía vasca. En otras palabras, de la Sota fue durante<br />

toda su vida un miembro heterodoxo de la gran burguesía vasca y vizcaína. Para el<br />

tiempo en el que la mayoría de la burguesía se encuadraba en partidos de ámbito<br />

nacional, el lo haría en un pequeño partido regional. Para el tiempo en el que la mayoría<br />

de la burguesía vasca se decanta por el golpe militar contra la República, de la Sota,<br />

nuevamente apuesta por caballo perdedor, aunque, bien es cierto, sin hacerlo de manera<br />

explícita, pues no se muestra defensor ni a favor, ni en contra del golpe (lo que, en<br />

puridad, equivalía a una defensa del status quo emanado de la República).<br />

El momento de gloria de Ramón de la Sota se enmarca en su decidido liderazgo<br />

de la Comunión Nacionalista Vasca, a través del cual vio a su hijo, Ramón de la Sota<br />

Aburto convertido en el nuevo presidente de la diputación de Bizkaia. Hijo que llegó a<br />

entablar conversaciones con el Foreign Office, y por encargo del lehendakari José<br />

Antonio Aguirre, para el establecimiento, en plena Guerra Civil, de bases militares<br />

británicas en el puerto de Bilbao. Fue también Ramón de la Sota Aburto quien “se hizo<br />

cargo en gran medida de la dirección de los negocios del grupo Sota-Aznar desde<br />

1914-18, al tiempo en que actuaba en las filas del nacionalismo (en especial entre 1917-<br />

1919), en que fue presidente de la diputación de Vizcaya” 351 . Así pues, no debe perderse<br />

de vista nunca el hecho de que el nacionalismo, a pesar de ser una ideología en la que la<br />

familia Sota creía honestamente, actuó esencialmente como un trampolín político de esa<br />

burguesía que considerábamos desplazada. En 1914, por poner un caso llamativo,<br />

Ramón de la Sota escribía a Luis Arana en referencia a la huelga marítima que podía<br />

afectar a las navieras de la siguiente forma:<br />

mucho me alegro que al fin EUZKADI [diario nacionalista] para orientar la opinión en el asunto<br />

de la huelga marítima, si bien esto no pasa de dar cabida en sus columnas, como no podía menos<br />

de ser, á los escritos de un excelente e ilustrado nacionalista. A este le he manifestado ya mi<br />

opinión de que debe acentuar la campaña por el lado que interesa al País y al Partido. Ya conoce<br />

mis puntos de mira sobre el particular. Entiendo que esto es esencial, pues claramente se ve que<br />

la huelga significa para nosotros la irrupción del socialismo en nuestro campo y por uno de<br />

nuestros más fuertes baluartes, la gente de mar, y con el socialismo va del brazo el<br />

antibasquismo. Sino fíjese Ud. en una infinidad de detalles; fraseología, prensa que les apoya,<br />

procedimientos, insignia, etc. etc. etc. 352<br />

Como se observa, el partido debía hacer campaña para desacreditar el socialismo,<br />

la huelga y el movimiento obrero, lo que en definitiva le beneficiaría a él en particular.<br />

En ese sentido, un obrero nacionalista convencido no haría huelgas. La llamada no deja<br />

de ser curiosa y ello por varios sentidos: 1) Sota recupera aquí el discurso anti-obrerista<br />

350 Perteneció a la Baltic ( Institución británica de armadores.). Club selecto que sólo permitía la entrada a<br />

extranjeros si tenían una gran reputación, como era el caso de Sota.<br />

351 Cava, María, Jesús, “Un hombre de la generación del 17”, Bilbao (revista), 10 (2006), p.10.<br />

352 Carta de R. de la Sota a Luis Arana Goiri. (Bilbao) 29 de mayo de 1914.<br />

126


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

e impele a Luis Arana a que reivindique el carácter nacionalista clásico, tradicionalista.<br />

Sin embargo, y 2) ese discurso está en cierta forma incapacitado desde el momento en<br />

que el nacionalismo ha asumido el industrialismo. Así pues, de la Sota debe hacer del<br />

partido un instrumento “desclasador”, que nutra al obrero vasco de una nueva ideología<br />

por la que luchar y desplace la lucha de clase. De otra parte, el enemigo de los negocios<br />

de Sota-Llano no era únicamente el movimiento obrero, sino parte de las iniciativas<br />

provenientes del propio Estado central que podían a llegar a entorpecer los negocios. En<br />

1916, Sota-Aburto se expresaba en la edición bilbaína de La Esfera:<br />

para establecer nuestra industria de construcción naval en condiciones que pueda competir con<br />

las del extranjero, es preciso que nuestras factorías ganen durante algunos años un 50 por 100,<br />

mientras las alemanas, inglesas, etc., ganen un diez. Hoy, desgraciadamente, nos contentamos<br />

con ganar bastante menos que el cinco, y eso que tenemos una prima de construcción elevada.<br />

Naturalmente que hacemos estas manifestaciones creyendo que se quiere llega a tener una<br />

industria libre y floreciente y no una encerrada en los estrechos límites de una protección<br />

pecuniaria del Estado, porque de ser así, con la que existe basta y sobra 353 .<br />

En ese sentido, en 1916, el empresariado vasco y catalán comienza a agruparse en<br />

pos nuevamente de rechazar las iniciativas del gobierno. En concreto, las iniciativas del<br />

ministro de hacienda Santiago de Alba. Iniciativas que buscarían un aumento del<br />

gravamen de los beneficios empresariales que se estaban obteniendo al amparo de la<br />

neutralidad española en la Gran Guerra. Ese año, año de la formación de Comunión<br />

Nacionalista Vasca, el nacionalismo, y con él la pequeña y mediana burguesía y de la<br />

Sota, se alinean claramente en contra de los posicionamiento de de Alba. Una pequeña y<br />

mediana burguesía que, unida a cierto accionariado de empresas navieras y a altos y<br />

medios mandos de los buques, formará parte de la base que acompaña a Sota Llano en<br />

su andadura por el nacionalismo moderado y que catapultará, poco después, a la<br />

Comunión a un gran éxito electoral 354 . Las campañas contra el ministro de hacienda de<br />

Alba, que unió a las burguesías nacionalistas de Cataluña y Bizkaia, impulsan, sin duda,<br />

el momento dulce del nacionalismo moderado, no rupturista, que consigue el dominio<br />

de la provincia vizcaína en el conocido como binomio nacionalista de 1917-1918. El<br />

éxito nacionalista debe verse, sin embargo, en un doble sentido. En primer lugar, es<br />

evidente, que su éxito en ese binomio es resultado de la formación de una nueva Piña en<br />

torno al nacionalismo que tuvo su mejor expresión en la iniciativa contra el ministro de<br />

hacienda. El nacionalismo era útil como vía, como fórmula, para contestar a Madrid<br />

ante sus iniciativas de reducción de las ganancias. Luego, el nacionalismo era un modo<br />

de contestación. De presión al Estado en el reclamo de la autonomía. La de Euskadi<br />

sobre el papel, la de la burguesía de Euskadi a efectos prácticos. Torres Villanueba<br />

indica que en 1916 se dejó constancia que<br />

la oposición del sector burgués del nacionalismo vasco a amoldarse y a colaborar con una<br />

política económica dictada desde Madrid que en su opinión, no tenía perspectiva de conjunto, es<br />

decir, que no abordaba sistemática e integradamente las solución de los problemas económicos<br />

nacionales, y que además, era hecha por unas clases políticas desconocedoras verdaderamente de<br />

353 Sota y Aburto, Ramón, “La Construcción naval en la Ría de Bilbao”, La esfera, 137 (1916), pp.18-19.<br />

354 Torres, Villanueva, Eugenio, Ramón de la Sota. 1857-1936. Un empresario vasco. LID. Madrid, 1998.<br />

(p.240.).<br />

127


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

los problemas económicos y de la forma más apropiada de crear riqueza. En suma, era una<br />

política económica que sacrificaba la pujanza y dinamismo del capitalismo vizcaíno en aras de la<br />

pervivencia de unas formas políticas centralistas, que los nacionalistas vascos desaprobaban. 355<br />

Hay que advertir, igualmente, que la CNV no era un partido de masas ni nada por<br />

el estilo. Es pues, que Sota y su camarilla actuaron de la misma forma caciquil que lo<br />

harían los burgueses de los partidos monárquicos. Al fin y al cabo, y como apunta Ossa<br />

Echaburu: “Sota fue un posibilista en el terreno de las ideas y un pragmático en el orden<br />

de los negocios. Un hombre de enorme influencia. Poderoso y temido; con voluntad de<br />

cacicato. Apartado de la oligarquía y sin embargo figura sobresaliente de la alta<br />

burguesía capitalista de Vizcaya” 356 . La voluntad caciquil se refleja en la evidente<br />

campaña para las diputaciones provinciales de 1917, donde el bloque monárquico<br />

acusó, irónicamente, de compra de votos al sector nacionalista. En junio de ese mismo<br />

año se envía una carta, en nombre de Ramón de la Sota Llano, al abogado burgalés<br />

Manuel Gaitero Gil que decía lo siguiente:<br />

Por encargo de Don Ramón que ha quedado hoy en Las Arenas, tengo el gusto de poner a usted<br />

estar cuatro letras para presentar a UD: a nuestro Don Eduardo de Landeta, que va a esa para tratar<br />

de unos recursos electorales pendientes en esa Audiencia Territorial [Audiencia Territorial de<br />

Burgos que tenía en competencia a Burgos, Santander, Logroño, Bizkaia, Araba y Gipuzkoa]<br />

relacionados con las últimas elecciones a diputados provinciales. Excuso decir a UD. que Don<br />

Ramón se halla interesado en que no progresen dichos recursos y le agradecería tenga la bondad<br />

de poner en juego sus valiosas influencias y atienda al Sr. Landeta. 357 .<br />

La capacidad de influencia de Sota en aquel tiempo llegó a tal punto que corrió el<br />

rumor de que el propio Maura le ofrecería una cartera ministerial, una vez transcurridos<br />

los sucesos de la huelga revolucionaria.<br />

Sota se dirigía así a Maura: “asegura parte de la prensa que tuvo Ud. el propósito<br />

de incluir mi nombre en la lista del ministerio que con noble empleo intentó formar para<br />

solucionar la última crisis, de tan hondas ramificaciones.” A lo que Maura le respondía:<br />

“dice la verdad ese rumor…” 358 Las elecciones municipales de diciembre marcan un<br />

nuevo éxito, aunque como comentábamos, surge ya una contestación desde otro sector<br />

de la burguesía; la monárquica y centralista que atacará a Sota sin contemplación, y<br />

especialmente tras su llegada como diputado al Congreso.<br />

Aquella intentona por destruir la figura de Sota se consumó al finalizar la vida de<br />

éste (1936), en el momento, en el que el Estado se desarrolla la convencionalmente<br />

denominada Guerra Civil española. En concreto, en el tiempo en el que las fuerzas<br />

sublevadas toman el control de Bizkaia y Bilbao, y al calor de la inefable Ley de<br />

Responsabilidades Políticas. A través de ésta, se acusaba al naviero de haber sido<br />

diputado en 1918 sin sentirse español, el haber pertenecido al Partido Nacionalista, la<br />

auténtica falsedad –como señala explícitamente el socialista Indalecio Prieto- de haber<br />

invertido únicamente en territorio vasco o de haber recibido una condecoración<br />

355 Ibíd, p. 241.<br />

356 Ossa, Echaburu, Rafael: Sir Ramón de la Sota y el puerto de Bilbao. Temas vizcaínos- Caja de<br />

Ahorros Vizcaína. Bilbao, 1986.<br />

357 Secretaría de R. de la Sota a Manuel Gaitero Gil. Copiador de cartas. (Bilbao) 1917.<br />

358 Torres, Villanueva, Eugenio, op.cit., p.245.<br />

128


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

extranjera ante lo que Prieto dice que “si se reputa antipatriótico aceptar<br />

condecoraciones aceptar condecoraciones extranjeras, no debería librarse del estigma<br />

Francisco Franco, por la que le otorgó el Presidente Carmona con motivo de su reciente<br />

visita a Portugal” 359 . La familia Sota, en cualquier caso, intentó salvarse ante las<br />

iniciativas que se estaban llevando a cabo por las nuevas autoridades franquistas en pos<br />

de multar al propio fallecido. La familia, puede decirse, intentó “salvar los muebles”,<br />

alegando, que Ramón de la Sota Llano no se había posicionando nunca a favor de la<br />

causa republicana o que debido a su vejez hacía tiempo que había abandonado la vida<br />

política. El propio Ramón de la Sota Aburto, gerente para la época de la Guerra Civil (y<br />

hasta la caída de Bilbao en 1937) de la naviera Sota-Aznar, alegó en su propia defensa,<br />

y ya en 1958, que la flota de la naviera no fue transferida a Rusia para salvarla, sino que<br />

fue enviada a Inglaterra; lo que le protegía de la acusación de antipatriotismo que le<br />

hacían antiguos compañeros del Consejo de Administración. Destacaré aquí dos<br />

alegaciones recogidas por Torres Villanueva que hicieron las hijas del naviero al<br />

Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas: “Sobre el nuevo concepto de<br />

responsabilidad política Mercedes y Begoña oponían el concepto de responsabilidad<br />

política de las normas bajo las que se había formado el expediente sancionador contra<br />

su padre con el recogido en la Ley de 1939, más humano y justo, en cuanto lo limitaba<br />

temporalmente al período inmediatamente anterior a la formación del Frente Popular y<br />

al desencadenamiento del Movimiento Nacional. Por eso, no consideraban que la mayor<br />

parte de los cargos contra De la Sota no eran sancionables porque no estaban<br />

contemplados en esta Ley.” Por otra parte, “insistían en que del concepto de<br />

responsabilidad política de la Ley de 1939 y de las pruebas aportadas al expediente no<br />

se derivaba nada sancionable pues muchos de los testimonios de personas se incluían en<br />

él abundaban en la idea de que De la Sota se retiró de las luchas políticas durante la<br />

República, pero especialmente en los últimos años de su vida” 360 . La familia, por tanto,<br />

con el fin de salvar el patrimonio se encaró en una defensa de la biografía del patriarca,<br />

para lo cual era necesario intentar que el ya fallecido Sota Llano no fuera<br />

retroactivamente juzgado. De nada sirvió. Prieto es muy elocuente al hablar de los<br />

acusadores: “entre los acusadores de Don Ramón de la Sota figuraban sus paisanos Don<br />

Esteban Bilbao, presidente de las Cortes, y Don José Félix de Lequerica, inspector de<br />

embajadas, que sólo inspecciona la de Washington, ambos de marcadísima significación<br />

germanófila en las dos guerras mundiales” 361 . La multa impuesta a la familia, a la que se<br />

había privado del control de las empresas, sería la más alta de los condenados por el<br />

Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas. Los Sota perdían, además, a favor de<br />

sus familiares, los Aznar, la empresa más importante, la Naviera Sota-Aznar, que pasará<br />

a manos de José Luis Aznar, el cual había colaborado activamente en la guerra civil<br />

como ayudante de Mola y como recuperador de buques españoles emplazados en<br />

puertos fuera de España 362 . Prácticamente un mes después de la caída de Bilbao en<br />

359 Prieto, Indalecio, “Sir Ramón de la Sota”, El Tiempo, 13.921 (1950).<br />

360 Torres, Villanueva, Eugenio, op.cit., pp.244-245.<br />

361 Prieto, Indalecio, op.cit., 1950.<br />

362 Valdiso, Jesús, María, La familia Aznar y sus negocios (1830-1983): cuatro generaciones de<br />

empresarios en la España contemporánea, Madrid, Marcial Pons, 2006.<br />

129


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

manos de los sublevados, el 18 de agosto de 1937, Ramón de la Sota Aburto dirige una<br />

carta a José Luis Aznar y a otros miembros del Consejo de Administración 363 ,<br />

emplazando a renunciar a la convocatoria de una Junta Extraordinaria de Accionistas<br />

que no había contado con su aprobación: “como debe Ud. saber bien, no se ha celebrado<br />

ninguna reunión del Consejo de Administración la cual se ata tomado el acuerdo de<br />

convocar Junta extraordinaria de accionistas para el día 25 del corriente mes de Agosto.<br />

Además, no se ha convocado ninguna sesión del Consejo de Administración en la que<br />

se haya podido tomar este acuerdo. En consecuencia, la convocatoria antes mencionada<br />

no tiene validez y cualquier decisión que se tome en esa junta no tendrá validez<br />

alguna”. 364 Pero nada pudo hacer para verse apartado por la camarilla que buscaba el<br />

sorpasso de los Sota a costa del apoyo a las nuevas autoridades surgidas del golpe<br />

contra la República. En fechas tan tardías como en 1978, Sota Aburto expresaba en las<br />

páginas del Deia: “fui víctima de la famosa Ley de Responsabilidades Políticas. Esta era<br />

una Ley terrorista; querían aterrar a la gente. Me quitaron todo, todos los negocios que<br />

heredé de mi padre. Antes de salir de Bilbao tenía a mis órdenes a 15.000 hombres. A<br />

muchos de ellos les aterraron, les acusaron de cosas que jamás habían hecho” 365<br />

6. Conclusión<br />

A través de este breve estudio de la burguesía vasca, desde su despertar hasta el inicio<br />

del franquismo, hemos tratado de descubrir sus dinámicas de actuación y su relación<br />

con el accionar político de los diferentes periodos históricos sugeridos. Así pues, se ha<br />

observado como la burguesía vasca ha carecido esencialmente de una única plataforma<br />

política para considerar sus intereses. Fue profundamente ambivalente. El propio Sota, o<br />

mejor, su familia, trataron de salvarse de la ruina intentando no ver en el apoyo al<br />

nacionalismo algo importante cuando éste estaba igualmente arruinado políticamente.<br />

En tal sentido, para el empresariado vasco, como para cualquier empresario dicho sea de<br />

paso, primero era el negocio y después la nación y la opción política. Ambos elementos,<br />

qué duda cabe, iban de la mano, pues la opción de negocio pasaba, en todas las<br />

ocasiones vistas, por el apoyo a una opción u otra en la comprensión de la nación o del<br />

Estado. Este hecho debe explicarse, fundamentalmente, por el desarrollo desigual del<br />

Estado español. Así, mientras unas regiones eran mucho más avanzadas en términos de<br />

productividad industrial, otras se hallaban profundamente estancadas en el agro. Este<br />

aspecto concreto, hacía ver a una parte de la burguesía vasca la necesidad de romper<br />

amarras con esa España atrasada, al tiempo que otra parte de esta clase social buscaba<br />

dirigir el Estado para incentivar medidas beneficiosas para sus negocios en las regiones<br />

prosperas (industriales), y controlar, en la medida de lo posible, a la España estancada y<br />

pre-moderna.<br />

363 La carta va dirigida a otros miembros del Consejo entre cuyos nombres se encuentra Jesús de<br />

Rotaeche, que será director de la Dirección General de Comunicaciones Marítimas y de la Subsecretaría<br />

de la Marina Mercante (Ibíd.).<br />

364 Carta de Ramón de la Sota Aburto a Juan Antonio Aznar y Zabala. (Londres) agosto de 1937.<br />

365 Deia. 8 de agosto. 1978.<br />

130


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

El PNV no nace, en todo caso, por iniciativa de la élite burguesa, sino, que, y por<br />

el contrario, se constituye en sus albores como un partido abiertamente anti-burgués<br />

(antiliberal), anti-industrialista (anti-modernización) y con una amplia proyección<br />

popular. Su conversión como partido orgánicamente dirigido por la élite burguesa (lo<br />

que nunca le ha supuesto una perdida notable de apoyo entre buena parte de las clases<br />

populares) supone un hecho histórico si se sigue la trayectoria del partido hasta ese<br />

momento. De hecho, la adopción de una dirección abiertamente burguesa, unida a la<br />

modernización de sus cuadros y su moderación ideológica permitieron al nacionalismo<br />

establecerse como un partido de orden y alternativa electoral para las clases medias. Su<br />

papel como partido de una parte desplazada de la burguesía (mediana y pequeña<br />

burguesía), y de las clases medias, no obstante, siguió expulsando al nacionalismo de<br />

los ámbitos obreros, en los cuales trataría de implantarse a fin de contener la lucha de<br />

clases. Lucha que, por cierto, sólo podía darse en todo el Estado en Cataluña y Euskadi.<br />

Lugares, donde el nacionalismo, o regionalismo, comprometieron en cierta medida el<br />

desarrollo de las luchas obreras. Este factor no es en absoluto baladí. De hecho, el<br />

nacionalismo moderado y regionalista (no soberanista o rupturista), fue comprendido<br />

desde Madrid como un elemento asimilable y, si bien no deseable, capaz de atomizar la<br />

acción de la sociedad civil suficientemente y poner coto a tendencias anarquistas y<br />

socialistas. El sindicato ELA (que hoy ya no tiene relación orgánica con el PNV) es una<br />

buena muestra de cómo el nacionalismo autonomista fue, en aquella época, un<br />

instrumento óptimo para propiciar la colaboración de clases. El nacionalismo<br />

independentista, por el contrario, resultó, inversamente, combatido desde Madrid y fue<br />

atacado sin contemplación por la gran clase burguesa vasca del momento. Este elemento<br />

rupturista del status quo, acerca muy posiblemente al nacionalismo independentista<br />

hacia unas posturas más de tinte popular. Refiriéndose precisamente a este tema, Mees a<br />

afirmado que “las fuentes contemporáneas han concluido en presentarnos al PNV como<br />

partido popular frente a la aburguesada Comunión. Quizás esto sea cierto en relación a<br />

la base social de los dos partidos, pero no tanto a nivel ideológico” 366 .<br />

En todo caso, hemos de considerar que el grueso de la gran burguesía vasca se<br />

decantó así, y siempre, del lado de Madrid de cara a intentar sacar réditos económicos.<br />

Es pues, que no era una burguesía nacionalista vasca, sino española. Y en ese sentido,<br />

confrontó con Sota y sus seguidores, pues estos últimos dificultaban el dominio que la<br />

burguesía vasco-española pretendía tener en Madrid. Es pues, que veían en el<br />

nacionalismo un riesgo, al igual que lo hacían en el socialismo, pues en ambos casos se<br />

trataban de fenómenos que intentaban subvertir el status quo del que ellos eran parte<br />

integral. Habría que recordar que el apoyo de este sector burgués al alzamiento de<br />

Franco y su camarilla tradicionalista, monárquica, falangista y católica, se debe<br />

fundamentalmente a que este sector de la burguesía buscaba por todos los medios<br />

mantenerse en la brecha, en la élite del Estado frente a los intentos de reforma,<br />

descentralización o cierta progresía emanada de una joven Segunda República española.<br />

366 Mees, Ludger, op.cit., 115-139.<br />

131


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Redimir, enmendar y proteger. La represión a las mujeres en el<br />

primer franquismo (1939-1952)<br />

Tatiana Romero<br />

Universidad Complutense de Madrid<br />

Resumen: Las prácticas represivas como el rapado, la ingesta de aceite de ricino, el<br />

escarnio público, el paseo desnudas o semidesnudas por las calles del pueblo, la<br />

participación forzada en actos religiosos, el acoso y el abuso sexual, la marginalización<br />

económica y social, eran la forma en la que el Nuevo Estado purificaba a las mujeres y a<br />

través de éstas a la sociedad entera, a esto se le llama en la historiografía de la represión<br />

franquista a las mujeres “violentas sexuadas”. El presente es una revisión de dichas<br />

prácticas represivas, tarea de primordial importancia si se quiere entender la repercusión<br />

de la represión en los cuerpos femeninos y en la sociedad franquista. Una sociedad<br />

dislocada, en la que los cuerpos tanto femeninos como masculinos están enajenados,<br />

normativizados, por modelos de género tradicionales.<br />

Palabras clave: violencias sexuadas, represión, franquismo, mujeres.<br />

Abstract: The Francoist State purified women using repressive practices like shaving,<br />

forceful drinking of castor oil, public humiliation, naked or half-naked parading in<br />

public spaces, forceful participation in religious events, sexual harassment and abuse,<br />

and economic and social exclusion. Through women, the State sought to purify the<br />

entire society. In terms of the historiography of repression against women during the<br />

Franco Regime, these practices are known under the term of “sexed violence” (violencia<br />

sexuada). This document constitutes a genealogy of such repressive practices. This is a<br />

task of paramount importance to understand the consequences of repression on the<br />

female body and on the Francoist society. It originates a dislocated society, where both<br />

female and masculine bodies are alienated and standardized by traditional gender roles.<br />

Key words: sexual violences, repression, Francoism, women.<br />

1. ¿Modalidades «menos cruentas» de la represión?<br />

1. Introducción<br />

El ejercicio de la historia con enfoque de género nos ha mostrado que no siempre se<br />

puede confiar en estadísticas oficiales o censos poblacionales para escribir la historia,<br />

sino que es necesario utilizar nuevas fuentes o, en caso de usar las mismas fuentes,<br />

hacerles nuevas preguntas, verlas con nuevos ojos, leer las ausencias, los silencios.<br />

Lo mismo sucede cuando nos adentramos a la historia de la represión franquista.<br />

En un primer momento, al ver las cifras de mujeres y compararlas con el abrumador<br />

132


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

número de hombres represaliados, parece que la represión no fue tan grave, ni tan<br />

sistemática o que quizá, como todavía hoy historiadores afirman: “las informaciones<br />

(…) nos permiten descartar que la presencia femenina fuera irrelevante, en particular<br />

por lo que respecta a las modalidades menos cruentas de la represión” 367 ¿A qué se<br />

estará queriendo referir el autor con «modalidades menos cruentas»?<br />

En los últimos años, la introducción de la perspectiva de género en el estudio de la<br />

represión ha permitido hacer visibles las experiencias de muchas mujeres. Experiencias<br />

que habían sido catalogadas dentro de las «modalidades menos cruentas» de la represión<br />

y que, por lo tanto, no habían tenido el mismo protagonismo que las experiencias<br />

masculinas. Así mismo, este enfoque ha ampliado los límites de la represión,<br />

profundizando en el conocimiento de los mecanismos de control social del franquismo;<br />

en el control de los cuerpos y las formas de sociabilidad, es decir en sus aspectos más<br />

totalitarios, eso que Foucault llama los confines últimos del poder, ahí donde este “se<br />

vuelve capilar”.<br />

De ahí surge un concepto central para el estudio de la represión franquista: la<br />

«represión sexuada» que se desprende del término «violencia sexuada» el cual remarca<br />

la especificidad de la violencia ejercida en los cuerpos sexuados, en este caso<br />

femeninos. 368<br />

Las prácticas represivas como el rapado, la ingesta de aceite de ricino, el escarnio<br />

público, el paseo desnudas o semidesnudas por las calles del pueblo, la participación<br />

forzada en actos religiosos, el acoso y abuso sexual, la marginalización económica y<br />

social, eran la forma en la que el Nuevo Estado purificaba a las mujeres y a través de<br />

ellas a la sociedad entera.<br />

En este breve texto, no nos ocuparemos del análisis teórico de dicho concepto, ni<br />

haremos una genealogía de dichas prácticas represivas; tarea que sin embargo es de<br />

primordial importancia si se quiere entender la repercusión de la represión en los<br />

cuerpos femeninos y en la sociedad franquista. Una sociedad dislocada, en la que los<br />

cuerpos tanto femeninos como masculinos están enajenados, normativizados por<br />

modelos de género tradicionales. Lo que aquí me propongo es dar cuenta someramente<br />

de las formas de represión a las que se vieron sometidas las mujeres durante el primer<br />

franquismo.<br />

Para ello, es necesario primero, abordar el modelo de género franquista, el cual se<br />

construye en oposición al de la mujer republicana. 369 A través de la demonización de las<br />

mujeres vencidas se crea la figura de la «roja»; este discurso estigmatizador legitima la<br />

represión de la que serán víctimas. Utilizándolas como vehículos para la purificación y<br />

la redención moral. Partiendo de la idea principal de la necesidad y utilización de la<br />

represión para la implantación y el mantenimiento de un orden social basado en<br />

modelos de género profundamente patriarcales.<br />

367 Ginard, David, “Represión y especificidad de género: En torno a la violencia política contra las<br />

mujeres en la España del primer franquismo”, en, Mary Nash (ed.) Represión, resistencias, memoria. Las<br />

mujeres bajo la dictadura franquista, Granada, Comares, 2013, p.25.<br />

Las cursivas son mías.<br />

368 Al respecto es pionero el texto de Joly, M., “Las violencias sexuadas de la Guerra Civil española.<br />

Paradigma para una lectura cultural del conflicto”, en Historia Social, 61 (2008), pp. 89-107.<br />

369 Nos referimos a la Segunda República Española (1931 a 1939).<br />

133


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Finalmente expongo brevemente las prácticas y los órganos represivos, algunos de<br />

los cuales como el Patronato para la Protección a la Mujer pervivieron incluso más allá<br />

de la llegada de la democracia a España. 370<br />

2. De cuando «toda España era una cárcel»: Contexto político y represivo<br />

“Para asegurar la retaguardia es preciso infundir terror al enemigo. Con este fin, cuando<br />

nuestras columnas ocupen un núcleo de población deberá procederse a ejecutar saludables y definitivos<br />

escarmientos en las autoridades que puedan ser halladas. En caso de no ser halladas, se procederá del<br />

modo expresado con aquellos de sus familiares que puedan ser capturados. Al hecho se procurara<br />

revestirlo de los caracteres más públicos e impresionantes, haciendo saber que se procederá del mismo<br />

modo contra cualquiera que se rebele contra nosotros” 371 .<br />

La violencia fue la base de los movimientos fascistas de la primera mitad del siglo<br />

XX. Podemos decir que se trataba del elemento aglutinador para la formación de la<br />

Nueva identidad Nacional, que legitimaba la eliminación de todo aquel que no<br />

perteneciera a la comunidad. De acuerdo con este discurso, la represión era necesaria en<br />

tanto que había que destruir las prácticas sociales anteriores, en este caso las<br />

republicanas, con vías a la imposición de un nuevo orden político que restauraba los<br />

valores de la España católica y nacionalista. Para ello, se pone en marcha un aparato<br />

represor basado en tres leyes primeras, las cuales pretendían revestir de legalidad a un<br />

régimen dictatorial que se había impuesto por un golpe de estado.<br />

Ley de Responsabilidades Políticas, promulgada el 9 de febrero de 1939, con<br />

efectos retroactivos desde 1934, cuyo objetivo primero era: “liquidar las culpas de este<br />

orden contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la<br />

subversión roja, a mantenerla viva durante más de dos años y a entorpecer el triunfo,<br />

providencial e históricamente ineludible, del Movimiento Nacional” 372<br />

Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo, promulgada el 1 de<br />

marzo de 1940, en la que se define como causantes de la decadencia de España y<br />

perpetradores de “graves daños inferidos a la grandeza y bienestar de la Patria” 373 . En<br />

ésta se perfila al enemigo político como fuera de la comunidad nacional, como elemento<br />

extranjerizante y antiespañol.<br />

Ley de Seguridad del Estado, promulgada el 19 de marzo de 1941, en la que se<br />

tipifica el delito de traición, de conspiración y de rebelión contra el Gobierno de la<br />

Nación. Esta ley legitima la pena de muerte como castigo para dichos delitos. 374<br />

370 El Patronato de Protección a la Mujer desaparece en 1983 después de que en 1978 Jaime Cortezo,<br />

entonces presidente del mismo, presentó un anteproyecto de ley proponiendo la transformación de dicha<br />

entidad en el Instituto para la Promoción de la Mujer.<br />

371 Di Febo, Giuliana, Resistencia y movimiento de mujeres en España 1936- 1976, Barcelona, Icaria,<br />

1979, pp. 18- 19.<br />

372 Jefatura del Estado, LEY DE 9 DE FEBRERO DE 1939 de Responsabilidades Políticas, en<br />

http://www.unizar.es/ice/uez/wp-content/uploads/2008/10/1939-ley-de-responsabilidades-polaticas.pdf<br />

373 Jefatura del Estado, LEY DE 1 DE MARZO' DE 1940 sobre represión de la masonería y del<br />

comunismo, en [http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1940/062/A01537-01539.pdf.<br />

374<br />

Jefatura del Estado, Ley para la seguridad del Estado de 29 de marzo de 1941, en<br />

http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/leyseg.html.<br />

134


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Así mismo, y en 1938, se funda el Gabinete de Investigaciones Psicológicas, que<br />

tiene como objetivo “investigar las raíces biosíquicas del marxismo” los resultados<br />

sirvieron para legitimar «científicamente » la represión. El aparato judicial que gestó el<br />

régimen franquista ya desde la guerra da cuenta de que,<br />

No hubo clemencia para el vencido: se aplicó un simulacro de justicia de manera totalmente<br />

arbitraria apoyada en datos aleatorios y con ánimo de someter cualquier leve indicio de<br />

incompatibilidad, no ya política, sino fundamentalmente social. No existía posibilidad de<br />

piedad ni para el vencido ni para su entorno familiar y social […] Se buscaba lisa y llanamente,<br />

la aniquilación de cualquier posible conato de reconstrucción de la convivencia en cualquier<br />

otro marco que no fuera el impuesto por el régimen franquista […] La justicia del Nuevo<br />

Estado debía erradicar la ideología republicana, extirpar cualquier rebrote del marxismo,<br />

acabar con la anti España. Exterminar la raíz del mal. 375<br />

Como ya lo he referido, cuantitativamente el alcance de la represión femenina no<br />

alcanza los elevados niveles de la masculina, sobre todo si nos centramos en los<br />

números oficiales de los fusilamientos y el aspecto carcelario. Sin embargo, me gustaría<br />

aportar algunas cifras obtenidas a partir de estudios locales, las cuales nos permiten<br />

hacernos una idea de la dimensión de la represión en estos dos aspectos.<br />

Respecto de los fusilamientos, “en Huelva [...] las victimas femeninas de las<br />

ejecuciones extrajudiciales representan un 4,5% del total. En Badajoz las paseadas<br />

fueron un 7% del conjunto [...] el 11,1% para el caso de Huesca, un 9,6% para Teruel y<br />

un 5,9% para Zaragoza” 376 . Según Vinyes, a principios de los años cuarenta había<br />

50.400 mujeres presas por delitos políticos. 377<br />

3. La «reconquista del hogar» para la mujer: Control social y legitimación<br />

de la represión<br />

3.1. Esposa y madre. El modelo franquista.<br />

Ya durante la guerra se van perfilando los modelos de género que el régimen franquista<br />

impondrá ayudado por un fuerte control político, moral y social. La característica<br />

principal de dichos modelos es el retorno de la familia nuclear y el hogar cristiano como<br />

articulador de la realidad nacional. Es decir, la familia cristiana se vuelve la base de la<br />

organización social franquista, en la cual los papeles que cada miembro desempeña<br />

están bien definidos, correspondiéndole a la mujer el rol de esposa y madre.<br />

A partir de estas premisas, el Estado franquista elaboró una legislación patriarcal<br />

que permitía el control social con miras a redefinir la identidad femenina. Los tres<br />

principales terrenos de intervención son como señala Giuliana di Febo: “el trabajo, la<br />

375 Ejido, Ángeles, op. cit., p.105.<br />

376 David Ginard, “Represión y especificidad de género: En torno a la violencia política contra las mujeres<br />

en la España del primer franquismo”, en, Nash, Mary (ed.), op. cit., p.25.<br />

377 Vinyes, R., Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas, Madrid, Temas de<br />

Hoy, 2002, p.31.<br />

135


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

instrucción y la «moral pública», incluyendo en esta última el control del cuerpo<br />

femenino.” 378<br />

Así, la “voluntad de restringir el trabajo femenino quedó recogida en la primera<br />

Ley Fundamental, el Fuero del Trabajo de 1938, bajo la retórica de «liberar a la mujer<br />

casada del taller y de la fábrica»”. 379 Igualmente, se les prohibió el acceso a profesiones<br />

liberales que no respondían a su función de «cuidadoras», se eliminó la coeducación, se<br />

impuso como asignatura obligatoria a las estudiantes Economía doméstica. Se les educó<br />

en la sumisión, la inferioridad y el catolicismo, tarea ésta de la Sección Femenina de<br />

Falange Española, instrumento de control y de difusión ideológica del Régimen. Se<br />

elaboran manuales de «formación» escritos por religiosos, pedagogos, médicos y<br />

mujeres de la Sección femenina en los que se intenta regular desde el comportamiento<br />

de las mujeres hasta su atuendo, así como sus formas de sociabilidad también en la<br />

esfera privada o doméstica.<br />

Este modelo tradicional se refuerza en oposición a la actuación de las mujeres<br />

durante la Republica. Es por ello que la reorientación de las mujeres hacia la<br />

domesticidad, la llamada «reconquista del hogar» cobra una importancia vital para el<br />

régimen y será vista como una responsabilidad nacional. “Restituida a su destino<br />

biológico de «esposa y madre ejemplar», la mujer aparece como elemento de<br />

articulación y de agregación entre la sociedad, la familia y el Estado.” 380<br />

Este discurso de regeneración moral del Estado franquista dota de legitimidad la<br />

retórica y las prácticas represivas, ya que toda mujer que no responda a dichos preceptos<br />

morales estará fuera de la comunidad nacional. Será la «roja», una mujer no española<br />

(extranjerizada que no extranjera) degenerada, débil moral y mental que debe ser<br />

castigada, redimida, protegida de sí misma.<br />

3.2. Demonización de la «roja». Legitimar la represión<br />

En 1938, se creó el Gabinete de Investigaciones Psicológicas de la inspección de<br />

campos de concentración de prisioneros de Guerra bajo la dirección de Antonio Vallejo-<br />

Nájera quien entonces era el jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército. Esta<br />

institución desarrollo entre 1938 y 1939 una investigación titulada Biopsiquismo del<br />

Fanatismo Marxista. El objetivo era “hallar las relaciones que puedan existir entre las<br />

cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo políticodemocrático-comunista” 381<br />

Para dicha investigación, utilizó prisioneros de las brigadas internacionales, españoles y<br />

un grupo de 50 mujeres malagueñas, 30 de ellas condenadas a muerte. El resultado fue<br />

publicado en la Revista Española de Medicina y Cirugía. Año II. NUM. 9, Mayo 1939<br />

378 Di Febo, G., “La Cuna, la Cruz y la Bandera». Primer franquismo y modelos de género”, en Isabel<br />

Morant (dir.) Historia de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XX a los umbrales del XXI<br />

Vol. IV, Madrid, Cátedra, 2005, p. 219.<br />

379 Molinero, C., “Mujer, Franquismo, Fascismo. La clausura forzada en un «mundo pequeño»”, en<br />

Historia Social, 30 (1998), p.113.<br />

380 di Febo, G., op. cit., p. 219<br />

381 Bandrés, J. y Rafel Llavona, “La psicología en los campos de Concentración de Franco”, en<br />

Psicothema, vol.8, 1 (1996), pp.4.<br />

136


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

con el título “Psiquismo del Fanatismo Marxista. Investigaciones Psicológicas en<br />

Marxistas Femeninas Delincuentes” sus conclusiones al respecto fueron:<br />

La mujer roja y la mujer en general tienen rasgos físicos y psíquicos de<br />

extraordinaria inferioridad en relación al hombre. El marxismo y la revolución, unidos a<br />

la mujer deben ser tratados “medicamente” no políticamente. La mujer roja es un ser<br />

degenerado, lleno de ferocidad y rasgos criminales.<br />

Este estudio sirvió como base para la estigmatización psicosocial del adversario<br />

político, reafirmando la figura de la «roja» como una mujer de características<br />

psicológicas potencialmente degeneradas, lo que a su vez alimentó el discurso de<br />

regeneración moral con la purificación de las mujeres como objetivo último. Como bien<br />

señala Mónica Moreno, “la mujer republicana, entendida como una categoría única,<br />

simbolizó la desviación sexual y la degeneración, la transgresión de los roles sexuales,<br />

la herejía, la revolución, la violencia”. 382<br />

4. Redimir, enmendar y proteger: Prácticas y órganos represivos<br />

4.1 Represión económica<br />

La mendicidad, el estraperlo, el pequeño hurto y la prostitución son muestra de las<br />

consecuencias que trajo consigo la represión económica, entendiendo esta como un<br />

mecanismo de exclusión y marginalización social destinado a dificultar los nuevos<br />

núcleos familiares ahora a cargo de las mujeres. 383 La Ley de Responsabilidades<br />

Políticas contemplaba multas (muchas veces desmesuradas) e incautaciones, lo que las<br />

dejaba sin bienes ni medios de subsistencia. Dentro de la represión económica también<br />

hay que contemplar la depuración profesional a funcionarias de correos, de prisiones, y<br />

del magisterio, este último el tema más estudiado.<br />

4.2 Las practicas represivas. «Violencia Sexuada»<br />

Como ya han explicado varias autoras, 384 las mujeres sufrieron castigos considerados<br />

específicamente femeninos, prácticas que tenían una clara intención de purificación y<br />

apropiación simbólica del cuerpo. Centrados en violencias físicas que implican<br />

degradación, humillación y mutilación de las identidades femeninas disidentes del<br />

modelo tradicional de la nueva España.<br />

Estas prácticas estaban dotadas de un carácter ejemplarizante, ya que la violencia<br />

a la que eran sometidos los cuerpos cumplía con la función de alimentar y mantener una<br />

atmosfera de miedo. El castigo público lanzaba claramente el mensaje de lo que podría<br />

sucederle a cualquiera que se revelara mínimamente contra el orden establecido. La<br />

repetición de la escena represiva, como la llama Joly, en todo el territorio nacional<br />

382 Moreno, M., “La dictadura franquista y la represión de las mujeres”, en M. Nash (ed.), op., cit, p. 5.<br />

383 Egido León, A., op. cit.,<br />

384 Destaca el trabajo ya antes citado de M. Joly, “Las violencias sexuadas de la Guerra Civil española.<br />

Paradigma para una lectura cultural del conflicto”, Historia Social, 61 (2008), p.p. 89-107; Sánchez, P.,<br />

Individuas de dudosa Moral. La represión de las mujeres andaluzas 1936- 1958, Madrid, Crítica, 2009;<br />

Abad, I., “Las dimensiones de la «represión sexuada»”, en Revista de historia Jerónimo Zurita, 84<br />

(2009), pp. 65-86.<br />

137


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

tenía una doble función, por un lado, ejercer el control social a través del miedo y por el<br />

otro deshumanizar a las vencidas, lo que a su vez legitimaba dichas prácticas.<br />

Maud Joly define la escena represiva como la “purga y marcación de los cuerpos.<br />

Es la ilustración paroxística de una diferenciación sexuada en el repertorio violento de<br />

los sublevados”. 385 Esta consistía en rapar, purgar, violar, humillar verbal y<br />

psicológicamente. Rapar era la forma más evidente de despojarlas de su feminidad, ya<br />

que el cabello es un atributo físico enormemente sexuado. Esta práctica de mutilación<br />

estaba sistemáticamente acompañada de la ingesta forzada de aceite de ricino. Joly<br />

apunta que posiblemente la dosis oficial fuese de ½ litro. Este purgante, que de forma<br />

simbólica sirve como purificador, genera incontinencia. Las mujeres después de su<br />

ingesta son paseadas por las calles del pueblo o exhibidas en la plaza pública, mientras<br />

se “ensucian”. Aunado a esto, se les descubrían los senos o se les paseaba en ropa<br />

interior.<br />

La violación como arma de guerra también fue ampliamente utilizada por las<br />

fuerzas falangistas. Juana Doña, quien estuviera presa en Ventas refiere en su novela<br />

testimonial que muchas mujeres que ingresaban en prisión eran previamente violadas en<br />

los cuarteles falangistas. 386<br />

4.3 Órganos represivos<br />

El Patronato de Protección a la Mujer<br />

Nace por decreto el 6 de noviembre de 1941, pero se constituye formalmente en 1942,<br />

dependiente del Ministerio de Justicia y presidido por Carmen Polo de Franco. La<br />

función de dicha dependencia es la de “velar por las jóvenes caídas o en riesgo de caer”.<br />

Se entiende que las jóvenes caídas son mujeres que ejercían la prostitución. Empero no<br />

solo las prostitutas pasaron por los reformatorios del Patronato, de entre los que destaca<br />

el de San Fernando de Henares, dirigido por las Cruzadas Evangélicas, quienes también<br />

dirigían la maternidad de la Almudena, mejor conocido como el reformatorio de Peña<br />

Grande para menores solteras embarazadas. 387 Cualquier joven que presentara “rasgos<br />

de inmoralidad” podía ser detenida o enviada por sus propios familiares, quienes<br />

perdían la tutela de la menor, ya que esta quedaba en manos del Ministerio de Justicia.<br />

No fueron pocas las familias que debido a la falta de recursos enviaron a sus hijas<br />

a los Preventorios de tuberculosis, o las mujeres que quedaron embarazadas sin estar<br />

casadas; viudas jóvenes que se habían casado por lo civil durante la Guerra, que de<br />

manera automática pasaron a ser madres solteras. Se vigilaban las calles y los lugares<br />

públicos como los trenes, los cines, las piscinas y se detenía a las mujeres que cometían<br />

faltas a la moral. Según el Patronato la inmoralidad era:<br />

En el amplio sentido de la palabra, la blasfemia y la palabra soez; la conculcación de<br />

la Ley del descanso dominical; la desintegración de la vida familiar española y<br />

cristiana, que se descentra del hogar y se desplaza, cada día más, a los centros de<br />

385 Joly, M., op. cit. p. 96.<br />

386 Doña, J., Desde la noche y la niebla: mujeres en las cárceles franquistas, Madrid, Horas y Horas,<br />

2012.<br />

387 Monjas seglares dedicadas al cuidado de las presas.<br />

138


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

diversión: casino, cine, taberna, etc., y, sobre todo, la relajación de costumbres, que se<br />

manifiesta públicamente en la conducta de los jóvenes en paseos, jardines, calles y<br />

plazas y la incidencia y perversión del pudor femenino en vestidos, posturas, juegos,<br />

deportes y salones. 388<br />

Esta institución permanece activa lo mismo que sus dependencias hasta finales de los<br />

años 70, principios de los 80. Por ellas pasaron miles de mujeres sobre las que se<br />

aplicaron severos castigos físicos así como torturas psicológicas.<br />

Prisiones<br />

Fernando Hernández Holgado 389 , define a la represión carcelaria femenina de la<br />

posguerra como «sistemática y ejemplar». Toda mujer podía ser detenida ya fuese por<br />

su filiación familiar o afectiva con hombres buscados por el régimen, muchas veces en<br />

calidad de rehenes o por su trabajo realizado en la retaguardia durante la guerra, así<br />

como su filiación a partidos políticos, sindicatos u organizaciones femeninas.<br />

Esto trajo consigo una sobrepoblación carcelaria en España. Bajo estas<br />

circunstancias, todo tipo de edificios se habían convertido en cárceles: conventos,<br />

seminarios, hospitales, escuelas… Todos a cargo de órdenes religiosas, hay que recordar<br />

que ya “en 1938 Franco firmó un modelo de convenio para devolver a las monjas las<br />

prisiones femeninas para que desempeñaran labores de «administración y<br />

vigilancia».” 390 Estas cárceles improvisadas estaban organizadas como provinciales a<br />

las que se sumaban cinco grandes penales centrales: Málaga, Alcalá de Henares, Palma,<br />

Segovia y Guadalajara. Las presas eran trasladadas de un penal a otro dependiendo de<br />

su condena, debido a falta de espacio y como estrategia de desarticulación de lazos<br />

familiares y redes de solidaridad. A este periplo de ir de cárcel en cárcel se le ha<br />

llamado turismo carcelario, como relata Ángeles Egido:<br />

Los traslados suponían un primer golpe para las reclusas: la separación de los familiares y<br />

amigos, de los que estaban dentro de la cárcel y de los que estaban fuera (...) El segundo golpe<br />

era el traslado mismo (...) A veces morían en el traslado, tras días de hambre, sin higiene, sin<br />

aire, en vagones precintados. 391<br />

De entre los penales hay que mencionar la Prisión central de Guadalajara, la<br />

cárcel de Predicadores en Zaragoza, la cárcel de Segovia y en el norte Saturraran y<br />

Amorebieta.<br />

388 Patronato de Protección a la Mujer, “Memoria correspondiente al año 1942. Informe sobre la<br />

moralidad pública en España”, Madrid, PPM, 1943, p. 36, en. Roura, A. (ed.) Un inmenso prostíbulo.<br />

Mujer y moralidad bajo el franquismo, Madrid, Editorial Base, 2005, p. 225.<br />

389 Holgado, Hernández, F., “Cárcel de Ventas: Los mecanismos de la represión femenina. Entre la<br />

historia y la memoria.”, en Nash, M., op. cit.,<br />

390 Ibid., p. 55<br />

391 Egido, A., op. cit., p.195.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Ventas «buque insignia»:<br />

La cárcel de Ventas fue la prisión femenina más representativa del franquismo. Según<br />

datos de Hernández Holgado, entre los años de 1939 y 1940, fueron encarceladas entre<br />

cinco mil y diez mil mujeres. La cárcel que tan sólo unos años antes fuera pensada<br />

como una prisión modelo de tipo racionalista por Victoria Kent se convirtió como dice<br />

Tomasa Cuevas en un «almacén de mujeres»:<br />

Ventas era un edificio nuevo e incluso alegre. Ladrillos rojos, paredes encaladas. Seis galerías<br />

de veinticinco celdas individuales, ventanas grandes (con rejas desde luego) y en cada galería<br />

un amplio departamento con lavabos, duchas y váteres (…) En cada celda hubo, según dicen,<br />

una cama, un pequeño armario, una mesa y una silla. En el 39 había once o doce mujeres en<br />

una celda, absolutamente desnuda, los colchones o los jergones de cada una y nada más (…)<br />

Faltaba el agua, la comida, la asistencia sanitaria. No había más que dolor, hambre, suciedad,<br />

enfermedades y humillaciones. 392<br />

Hasta 1941 fue una prisión provincial en la que se internaron a las mujeres<br />

detenidas en Madrid y poblaciones aledañas. Conforme las mujeres eran juzgadas, se las<br />

trasladaba a los penales para cumplimiento de las penas. Ventas era “un gigantesco<br />

corazón que bombeaba presas hacia el resto de España” 393<br />

5. El castigo a la transgresión. Conclusiones.<br />

Como he intentado mostrar, el régimen franquista intentó, a través de la represión,<br />

apropiarse de los cuerpos de las mujeres, ocupando éstos como ocupaba el territorio<br />

físico español. Las mujeres eran la representación simbólica del enemigo vencido, de<br />

ahí la importancia de su mutilación y aniquilación. La empresa purificadora que a ojos<br />

del Estado era necesaria para redimir y salvar a la Patria de la barbarie marxista fue<br />

ejecutada sobre los cuerpos de las «rojas».<br />

Estas mujeres habían transgredido el orden social y moral tradicional al traspasar<br />

las fronteras domésticas, transgredieron un precepto no escrito, pero grabado a fuego, de<br />

ahí que se las llame “individuas de dudosa moral” 394<br />

Los castigos a esta transgresión debían ser ejemplares, por lo que la represión<br />

cobró especial crueldad, como bien apunta M. Joly: “El «episodio español» constituye<br />

una verdadera ruptura desde el punto de vista de los castigos sexuados en la historia<br />

nacional, y un verdadero hito constitutivo de la cronología europea [la importación del<br />

rapado] desemboca en España en la creación de un suplicio sexuado sin precedentes.” 395<br />

De éste modo, la represión fue utilizada como vehículo de control social y<br />

herramienta para la imposición de un orden basado en un modelo de género tradicional<br />

que ensalzaba a la familia nuclear católica como base del Nuevo Estado.<br />

392 Cuevas, T. y J. Montes Salguero (ed.), Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas, Huesca,<br />

Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2004, p.275.<br />

393 Hernandez Holgado, F., op. cit., p.55.<br />

394 Sánchez, P., op. cit.,<br />

395 Joly, M., op. cit., p.100.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Sozialismoaren historia labur bat<br />

Idazlea:Gorka Etxebarria Dueñas<br />

Ilustratzailea: Iñaki Rifaterra Santamaría<br />

Argitaletxea:GITE-IPES<br />

2015eko azaroan<br />

IMANOL SATRUSTEGI<br />

Universitat Autònoma de Barcelona<br />

Gorka Etxebarriak liburuari izenburua jarri zionean ez zuen gezurrik esaten. Izan ere,<br />

lan hau, iragarri bezala, horixe da: sozialismoaren historia labur bat. Lanak marxismo<br />

politikoaren eta klase borrokaren ikuspegi sintetiko eta osatua ematen du. Era<br />

sinkroniko eta garaikidean mundu mailako, Espainia zein Frantziako eta Euskal Herriko<br />

gertakizunak azaltzen ditu, Europa edo mundu mailako gertakizunek Euskal<br />

lurraldeetan zuten eragina islatuz.<br />

Historia labur honek, historiaren aspektu ezberdinak lantzen ditu, historia<br />

sozialetik ekonomikora, filosofiko eta intelektualetik pasatuz. Sozialismoaren ideiaren<br />

inguruan jositako lana den arren, ez da klase borrokaren eta alderdi sozialista eta<br />

komunisten historia politikoaren laburpena egitera mugatzen, Historia Garaikide<br />

orokorra egiteko balioko luke. Bestalde, hiru dimentsiotan idatzitako lana da: eskuliburu<br />

zientifikoa, dibulgaziozko lana eta proposamen militantea da, aldi berean.<br />

Unibertsitatean eta mundu akademikoan, zenbaitetan, eginahal dibulgatzaileak<br />

mespretxatu egiten dira, publikoarengan pentsaturiko lanak sakontasun eta zorroztasun<br />

zientifiko urriko lanak balira bezala. Baina, akademiak askotan ahaztu ohi du,<br />

gizartearekiko erantzukizun bat duela -zerga publikoekin finantzatuta dagoen<br />

akademiak behinik behin-. Ikergaiak sakonki eta zorroztasunez aztertzen dituzten<br />

ikerketak eta publikazioak beharrezkoak dira, baina horiek guztiak publiko mugatua<br />

duten zirkuitu eta aldizkari elitistetara mugatzen baldin badira, gizarteak ez du<br />

ikertzaileen lanaren fruitua jasotzeko aukerarik izaten. Lan honek, dibulgaziozkoa den<br />

heinean, ikerketen emaitzak gizarteratzeko aukera ematen du. Obra pedagogikoa,<br />

irakurterraza eta atsegina da, publiko ez-adituak aise ulertuko lukeena, egileak prosa<br />

arina baitarabil.<br />

141


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Gainera, irakurketa laguntzeko Iñaki Rifaterrak xilografiaren teknikaz eginiko<br />

marrazki bikainak ezarri dituzte. Xafla edo taularen batean grabatutako irudiak tintaz<br />

busti eta euskarriarengan zanpatuz egiten den teknika honek, hein handi batean, garai<br />

bateko propaganda komunistaren kartelak gogorarazten dizkigute. Estetika mota hori<br />

maite duten fetitxisten begirada erakarriko dute.<br />

Hala ere, publiko orokorrari zabaltzeko balio izateaz gain lan zientifiko zorrotza<br />

eta eguneratua da. Historialariok etengabe iragana berrirakurtzeko agindua eta<br />

betebeharra dugu eta horixe egin beharko genuke maizago. 90eko hamarkada hasieran<br />

sozialismo erreala erori zenetik, ez dira gaiari buruzko berrirakurketa asko egin, ez<br />

ordura arteko sozialismoari buruzkoak ezta SESBen erorketaz geroztik izan diren<br />

mugimendu sozialistez ere. Izan ere, sozialismoaren historiari buruzko lan labur<br />

gehienak aspaldi egin zirenez, ez zuten garaian gertatzen ari zenaren berrirakurpenik<br />

egiten eta ez dute garai postsobietikoaren inguruko ekarpenik jasotzen.<br />

Etxebarriarenaren antzeko lanak aurkitzeko zenbait hamarkada egin beharko genuke<br />

atzera: Norman Mac Enzie -60ko hamarkada bukaerakoa- edo George Lintchenen -<br />

70eko hamarkadakoa- aspaldiko lan zaharkituak esaterako. Javier Paniaguaren 2010eko<br />

“Breve historia del Socialismo y el Comunismo” litzateke berrienetarikoa.<br />

Lana era sinkronikoan -globaletik lokalera- idatzirik dagoenez, kronologikoki<br />

antolaturik dago. Hori dela eta, kontakizunean munduko beste bazterrean momentu<br />

berean zer gertatzen ari zen kontatzen duten paragrafoak txertatzen ditu. Jauzi<br />

geografiko hauen ondorioz, batzuetan -baina ez beti- esandakoa testuingurutik kanpo<br />

geratzen da. Agian arrazoi honegatik zenbait momentutan gaikako antolaketa bat<br />

hobetsi zitekeela ematen du. Gai nagusien kontakizuna nahasirik egonagatik, arazo hau<br />

saihesteko asmoz, lanaren bukaeran irakurketa laguntzeko aurkibide onomastiko baten<br />

falta sumatzen da, eskuliburu askotan egiten den bezalaxe.<br />

Izugarri poztekoa da, bestalde, lanak historiografiak dituen bi hutsune tradizional<br />

betetzeko duen borondate argia: hizkuntzarena eta generoarena.<br />

Euskaraz ez da ohikoa izaten oso lokalak ez diren gaiei buruzko lan akademiko<br />

onak aurkitzea. Euskara bezalako hizkuntza gutxitu batean horrelako lan bat egin izanak<br />

argitalpenari erakargarritasun berezi bat ematen dio.<br />

Txalogarria da baita ere, kontakizun guztian zehar orrialdez orrialde nabaritu<br />

egiten den genero ikuspegia. Egileak, elkarrizketaren batean aitortu duen bezalaxe,<br />

gizon bizardun handien historia hutsa errepikatzea saihestu du. Emakume protagonista<br />

eta borrokalarien kontakizunak erantsi nahi izan ditu. Baina hori egiteaz gain,<br />

emakumeek klase borrokan izan duten parte hartzea, eta orokorrean, emakume guztien<br />

egoera soziala eta emantzipazio prozesua momentuz momentu nolakoa zen gehitu ditu.<br />

Marxismoak nazio auziarekin izan dituen gorabehera interesgarriari tartekamarteka<br />

erreferentziak gehitzen ditu baita ere. Amaiezina dirudien eztabaida hau ez da<br />

nolanahi konponduko den horietarikoa eta historiaren momentu bakoitzean mugimendu<br />

sozialista ezberdinen erantzunak jaso dituzte liburuan.<br />

Egileak abertzalea denik ez du ezkutatu nahi eta zenbaitetan mugimendu<br />

abertzaleei atentzio berezia jartzen die. Esate baterako, frankismo eta Trantsizio garaian<br />

ezker abertzaleari edo bestelako mugimenduei nazionalistei buruz -frankismo garaian<br />

nahiko txikiak ziren ELAren eszisioez kasu- hitz egiten du auzi soziala eta nazionala<br />

142


HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

aldi berean lantzen zituztelako. Baina, garai berean ere oso garrantzitsuak izan ziren<br />

beste mugimendu komunista batzuetaz ez du horrenbeste hitz egiten, esaterako langile<br />

mugimenduan ia hegemoniko ziren ezker erradikal ez-abertzaleko alderdiez apenas<br />

aipamen gutxi batzuk baino ez ditu egiten -Nafarroako ORT alderdiaren falta sumatzen<br />

da bereziki-. Hala ere, “akats” horren erru osoa ezin zaio egileari leporatu, ezker<br />

erradikalari buruzko historiografia orain gutxira arte urria eta garatugabea zelako.<br />

Bestalde, historia labur bat izan nahi duen heinean ulergarria da egileak gehiegizko<br />

detaileetan korapilatuta ez galtzeko hautua egin izana.<br />

Arestian esan dugun bezalaxe, bestalde, lana militantea eta konprometitua da baita<br />

ere, egilea sozialismoaren “idealaren” aldekoa baita. Egilearen ustez, sozialismoaren<br />

aldeko borroka “utopiaren” -inon ez dagoen lekuaren- haragitze saiakera bat izan zen,<br />

eta da. Liburuaren izaera militante hau batez ere azkeneneko kapituluetan atzematen da.<br />

Aspektu horrek urte honetan berebiziko garrantzi berezia hartzen du, sozialismo<br />

errealeko lehendabiziko esperientziaren hasieraren urteurrena ospatzen baita. Urriko<br />

Iraultzaren ehun urte betetzen dira. SESB existitu zen bitartean, munduko<br />

iraultzaileentzako erreferentzia bat izan zen, zenbaitetan eredu hura kritikatzeko eta<br />

bestelakoak proposatzeko izan bazen ere. Baina 90eko hamarkada hasieran Sobietar<br />

Batasuna erori eta gero, kapitalismoa garaile atera zen. Kapitalismoak bere garaipenean,<br />

“historiaren bukaera” aldarrikatu eta merkatu ekonomia eta demokrazia burges-liberala<br />

bideragarria den sistema politiko-ekonomiko bakar bezala izendatu zuen. Hartara,<br />

edozein sistema alternatibo gertaezina den ameskeria erradikal modura irudikatu zen eta<br />

doktrina neoliberalak garaile azaldu ziren. Baina urteurrenaren datarekin, gaiak berriz<br />

ere publiko zein ikertzaileen atentzioa eta erakargarritasuna piztuko du.<br />

Sozialismoa bezalako gai batean, bi muturretan kokatutako lanak espero<br />

zitezkeen: alde batetik, ideal sozialista guztiz gaitzesten duten lanak, merkatu<br />

ekonomiaren defentsa sutsua egiten dutenak, eta beste alde batetik, ohikoak izaten diren<br />

ikuspuntu ortodoxo eta zurrunak, ikuspegi kritikorik gabe sozialismoa defendatzen<br />

dutenak. Egileak, kasu honetan bi paradigmetatik alde egiten du eta sozialismoaren<br />

ideala defendatzen duen arren, iraganaren zenbait esperientziari kritika egitea ez du<br />

ahazten. Sozialismo errealarekiko kritika neurtua presente dago, militantea izateari utzi<br />

gabe baina ortodoxia itsuan erortzean saihestuz, eta jakina, bere historialari papera<br />

ahaztu gabe.<br />

Laburbilduz, sozialismoaren eta klase borrokaren gaietara hurbildu nahi<br />

dutenentzako lan egoki bat dela esan daiteke. Horrelako gai batean murgildu nahi<br />

zuenak liburutzar potoloetara jo behar izaten zuen, eta lan honek, arazo horri<br />

konponbidea jarri eta sarrera osatu bat eskaintzen du aukera modura. Funtsean sarrera<br />

moduko eskuliburu bat da, edozein ikerlarik gai konkretu bat testuinguruan jartzeko<br />

erabili lezakeena, edo historiako graduko ikasleentzako zein bigarren hezkuntzako<br />

irakasleentzako interesgarria izan daitekeena.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

Sozialismoaren historia labur bat<br />

(Breve historia del socialismo)<br />

Autor:Gorka Etxebarria Dueñas<br />

Ilustrador: Iñaki Rifaterra Santamaría<br />

Editora: GITE-IPES<br />

2015eko azaroan<br />

IMANOL SATRUSTEGI<br />

Universitat Autònoma de Barcelona<br />

Cuando Gorka Etxebarria le puso título al libro no mentía. Puesto que esta obra cumple<br />

lo que promete: una breve historia del socialismo. El trabajo aporta un punto de vista<br />

sintético y completo del marxismo político y la lucha de clases. De manera sincrónica<br />

explica los hechos tanto a nivel mundial, como estatal -España y Francia-, como del<br />

País Vasco, reflejando las consecuencias que tenían en territorio vasco lo que ocurría a<br />

nivel europeo o mundial.<br />

Esta breve historia trabaja diversos aspectos de la disciplina, desde la historia<br />

social hasta la filosófica, pasando por la historia económica o la intelectual. A pesar de<br />

que es un trabajo construido en torno a la idea del socialismo, no se limita a repasar la<br />

historia de la lucha de clases y de los partidos socialistas y comunistas. El trabajo podría<br />

servir para hablar sobre la Historia Contemporánea en general. Por otra parte, se trata de<br />

una obra escrita en tres dimensiones; es al mismo tiempo un manual científico, un<br />

trabajo divulgativo y una propuesta militante.<br />

A menudo, en la universidad y en el mundo académico se menosprecian los<br />

esfuerzos divulgativos, como si las obras dirigidas al gran público fuesen de menor<br />

profundidad y de menor corrección científica. Pero la academia suele olvidar que tiene<br />

una responsabilidad con la sociedad -al menos la academia que está financiada con<br />

fondos públicos- . Son muy necesarios los trabajos y publicaciones que investigan las<br />

materias en profundidad y con exigencia científica, pero si todas éstas se restringen a los<br />

círculos académicos y a las revistas elitistas, que tienen una difusión muy limitada y que<br />

acostumbran a autojustificar su existencia, el conjunto de la sociedad no tiene la<br />

oportunidad de recibir el fruto del trabajo de los investigadores. Este trabajo, en tanto<br />

que es divulgativo, da la oportunidad de socializar el resultado de las investigaciones.<br />

Se trata de una obra pedagógica, fácil de leer y amena, la cual el gran público sería<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

capaz de entender, porque el autor utiliza una prosa ligera y entretenida.<br />

Además, para ayudar a la lectura, se han añadido los dibujos hechos por Iñaki<br />

Rifaterra a través de técnica xilográfica. Esta técnica, consistente en aplicar sobre el<br />

soporte una tablilla empapada en tinta donde previamente se ha grabado la imagen, da<br />

resultados que nos recuerdan a los carteles de la antigua propaganda comunista, que<br />

atraerán la vista de los amantes fetichistas de esta estética.<br />

Aun así, además de ser una obra dirigida a la divulgación, se trata de un trabajo<br />

riguroso y actualizado. Los historiadores tenemos el deber de reinterpretar<br />

continuamente el pasado. Desde que a principios de los 90 cayera el socialismo real, se<br />

tendrían que haber realizado más relecturas, tanto del socialismo que cayó entonces,<br />

como de los proyectos y movimientos socialistas posteriores a la caída de la URSS.<br />

Dado que la mayoría de los trabajos “breves” sobre el socialismo datan de varias<br />

décadas atrás, muchas ni siquiera recogen nuevas lecturas sobre lo que ocurría entonces<br />

ni de los movimientos socialistas post sovieticos. Los trabajos parecidos al comentado<br />

en esta reseña ya cuentan con algunas décadas: son los de Norman Mac Enzie -finales<br />

de los 60- o George Lintchenen -de la década de los 70-. Entre lo más actual en lengua<br />

castellana, tendríamos “Breve historia del Socialismo y el Comunismo” (2010) de<br />

Javier Paniagua.<br />

Al estar escrito de manera sincrónica -de lo global a lo local-, el texto está<br />

ordenado cronológicamente. Debido a ello, a veces, el relato se interrumpe para adherir<br />

un breve párrafo que cuenta lo que sucedía en otro rincón del mundo. A consecuencia de<br />

estos saltos geográficos, a veces -aunque no siempre-, lo acontecido en cada párrafo<br />

queda fuera de contexto. En estas ocasiones, parece que hubiera sido mejor organizar el<br />

libro por temas. Por ello, al estar los temas entremezclados, se echa en falta un índice<br />

onomástico al final -como los que se encuentran en muchos manuales-, para ayudar en<br />

la lectura.<br />

Por otra parte, es muy gratificante ver la clara voluntad que tiene el trabajo de<br />

intentar rellenar dos de los grandes vacíos de la historiografía: la lengua y el género.<br />

No suele ser muy común ver en euskera trabajos académicos que no traten de<br />

temas muy locales. El hecho de haber realizado el trabajo en una lengua minorizada -<br />

que no minoritaria-, aporta un especial interés.<br />

Es muy loable también, el punto de vista en clave de género que se nota página<br />

tras página durante todo el relato. El autor, tal y como a confesado en alguna entrevista,<br />

ha evitado repetir la historia de los icónicos señores barbudos del socialismo,<br />

introduciendo el relato de diferentes figuras femeninas. Pero además de realizar eso,<br />

tampoco ha olvidado tratar la participación de las mujeres en la lucha de clases, y en<br />

general, la situación del conjunto de las mujeres y su emancipación en cada momento de<br />

la historia.<br />

También ha aportado referencias a la controvertida e interesante relación del<br />

marxismo con la lucha de clases. Este debate, que parece interminable, no es de los que<br />

se resuelve fácilmente, y en el libro se recogen las respuestas que los diferentes<br />

movimientos socialistas dieron al respecto en cada momento.<br />

El autor no esconde que él es abertzale, y en algunas partes presta especial<br />

atención a los movimientos nacionalistas. Por ejemplo, en la parte que hace referencia al<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

franquismo y la Transición habla sobre la izquierda abertzale u otros movimientos<br />

nacionalistas -por ejemplo las pequeñas escisiones de ELA bajo el franquismo- por la<br />

simple razón de que maridaban abertzalismo y socialismo. Pero al mismo tiempo,<br />

apenas menciona a los partidos no abertzales de la izquierda revolucionaria de la época,<br />

los cuales eran casi hegemónicos en el movimiento obrero, -se echa en falta sobre todo a<br />

la ORT navarra-. Aun así, tampoco se puede responsabilizar al completo al autor de ese<br />

pequeño “error”, debido a que hasta hace bien poco la historiografía sobre la izquierda<br />

revolucionaria era escasa. Por otra parte, si el libro tiene intención de ser una historia<br />

breve, no se le puede exigir al autor que se pierda en dar demasiados detalles y es<br />

compresible que haya decidido pasar por encima sobre determinados temas con la<br />

intención de no enredarse demasiado.<br />

Como hemos comentado anteriormente, por otra parte, también se trata de un<br />

trabajo militante y comprometido, puesto que el autor es defensor del “ideal” socialista.<br />

A opinión del Etxebarria, la lucha por el socialismo fue un intento de llevar a cabo la<br />

“utopía”, -el no-sitio, lo que no está en ningún lugar-. El carácter militante del libro se<br />

aprecia sobre todo en los últimos capítulos de la obra. Este aspecto, este año adquiere<br />

especial relevancia, debido a que se cumplen cien años de la Revolución de Octubre, la<br />

primera experiencia del socialismo real. Mientras existió, la URSS fue una referencia<br />

para todos los revolucionarios del mundo, aunque fuera para criticar ese modelo y<br />

proponer otros alternativos. Pero en la década de los 90, tras la caída de la Unión<br />

Soviética, el capitalismo se mostró a sí mismo como vencedor. Y en su victoria declaró<br />

“el fin de la historia” nombrando a la economía de mercado y la democracia burguesaliberal<br />

como únicos sistemas político-económicos viables. En consecuencia, cualquier<br />

sistema alternativo se declaró como una ensoñación radical e irrealizable y la doctrina<br />

neoliberal resultó vencedora. Pero con la fecha del aniversario, el tema recobrará una<br />

vez más la atención y el atractivo de investigadores y el público en general.<br />

En un tema como el socialismo, se podrían esperar trabajos realizados desde<br />

ambos extremos: por una parte, los que condenan rotundamente el ideal socialista,<br />

defendiendo férreamente la economía de mercado, y por otra parte, los puntos de vista<br />

ortodoxos, que defienden el socialismo sin ningún tipo de crítica. El autor, en este caso,<br />

huye de ambos paradigmas, y a pesar de que defiende el ideal del socialismo, no se<br />

olvida de realizar una crítica a ciertos aspectos del pasado. Está presente una crítica<br />

adecuada al socialismo real, sin dejar de ser militante pero sin caer en la ciega<br />

ortodoxia, y por supuesto, sin olvidar su papel de historiador.<br />

En resumen, se puede decir que se trata de un libro adecuado para quien quiera<br />

sumergirse en los temas del socialismo y la lucha de clases. El lector interesado,<br />

anteriormente había de sumergirse en gruesos libros de infinitos tomos, y este trabajo,<br />

intenta poner solución proponiendo una opción completa. En el fondo, se trata de un<br />

manual introductorio, apto para que cualquier investigador que quiera contextualizar un<br />

trabajo, o una obra útil tanto para estudiantes del grado de historia como para profesores<br />

de secundaria.<br />

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HASTAPENAK, 0, Urtarrila-Otsaila; Enero-Febrero; Gener-Febrer<br />

La esquina de Alameda y Amunategui, Chile, 1971. S/a.<br />

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