LA MALETA EN EL DESVÁN Carlos Ernesto García - Rostros y Versos
LA MALETA EN EL DESVÁN Carlos Ernesto García - Rostros y Versos
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<strong>LA</strong> <strong>MALETA</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> <strong>DESVÁN</strong><br />
<strong>Carlos</strong> <strong>Ernesto</strong> <strong>García</strong>
PRÓLOGO<br />
Meditación tras la lectura de La maleta en el desván<br />
En otros poemarios <strong>Carlos</strong> <strong>Ernesto</strong> <strong>García</strong> se había dedicado a<br />
explorar la intimidad: Escaleras interiores que subían y bajaban y que<br />
desvelaban en cada escalón fragmentos de la interioridad herida, perdida<br />
y encontrada.<br />
En La maleta en el desván la intimidad más intransferible y<br />
personal vuelve a estar presente, pero ahora se halla mezclada, invadida y<br />
habitada por la colectividad: Como si el libro entero fuese un fractal por<br />
el que se colaran los treinta últimos años de historia Latinoamericana.<br />
Casi puede decirse que cada poema tiene un narrador diferente<br />
habitando un tiempo y un espacio diferentes, pero proyectándose todos<br />
en un mismo ámbito de espanto y desolación.<br />
El temblor de la escritura se funde y se confunde aquí con el<br />
temblor de una voz tan plural como única:<br />
Diferentes tonos y diferentes planos del tiempo y el espacio<br />
conforman aquí una narración coral de víctimas, de asesinos, (y de<br />
crímenes que hubiesen sido perfectos si estuvieran muertos todos los<br />
testigos).<br />
Jesús Ferrero<br />
2
A Miguel Ventura,<br />
que fue campana de esperanza<br />
en la larga noche.<br />
A Franklin y Roberto Quezada,<br />
que nos dieron generosamente<br />
su canto.<br />
A Jorge Palencia,<br />
que me señaló las veredas<br />
por donde transita el pueblo.<br />
A Francisco Elías Valencia,<br />
que me brindó su amistad fraternal<br />
desde el principio.<br />
A Margarita Posada,<br />
que no dejó caer jamás en la marcha<br />
la bandera.<br />
A Conchita Aguilar,<br />
que me regaló un pequeño sol<br />
llamado Adriana.<br />
Les digo que si estos se callan,<br />
las piedras gritarán.<br />
LUCAS: 19, 40.<br />
3
CAÑONES OCIOSOS<br />
Vagamos por el Mediterráneo<br />
mientras el cielo<br />
se incendia en el horizonte<br />
dando paso a la oscuridad<br />
que suave y callada<br />
se impone en el firmamento.<br />
Desde las orillas<br />
los pueblos costeros<br />
amables saludan<br />
con sus millares de luciérnagas.<br />
En las profundidades de este mar<br />
pedazos de galeones descansan<br />
con hermosos mascarones de proa.<br />
Un inmenso y desolado cementerio<br />
de soberbios destructores<br />
de cañones ociosos.<br />
Submarinos que guardan inmóvil<br />
ya sólo el uniforme y los restos<br />
del aguerrido soldado<br />
en su puesto de combate.<br />
El oleaje arrastra quizá<br />
astillas de embarcaciones aqueas<br />
que sucumbieron a la tormenta<br />
o a la batalla.<br />
4
<strong>EL</strong> BURD<strong>EL</strong>ERO<br />
Siempre ibas<br />
con pantalón ceñido<br />
camisa ligeramente desabrochada<br />
zapatos de charol relucientes<br />
anillos brillantes<br />
gruesas cadenas de oro<br />
pelo engominado<br />
como para ir de boda.<br />
Una madrugada te encontré<br />
en el maltrecho burdel<br />
que como una matrona regenteabas<br />
al final de una calle oscura y solitaria.<br />
Me brindaste entonces<br />
-como cortesía de la casa-<br />
a una joven campesina recién llegada<br />
de quien sabe qué perdido pueblo.<br />
Al día siguiente<br />
supe que te descubrieron<br />
en tu habitación<br />
ya sin vida<br />
parapetado bajo el colchón<br />
como te abandonaron<br />
con heridas mortales en el torso<br />
provocadas por un picahielo.<br />
Ni siquiera yo<br />
que dormía al otro lado de la pared<br />
aquella madrugada<br />
pude escuchar los ahogados gritos<br />
ante el espanto de la muerte<br />
pues quien te asesinó<br />
introdujo por la fuerza<br />
un verde limón entre tus labios.<br />
San Martín, El Salvador, 1975<br />
5
<strong>LA</strong>S MONTAÑAS DE F<strong>EN</strong>GDU<br />
En las montañas de Fengdu<br />
me dispongo a cruzar<br />
el puente colgante<br />
reservado para los muertos.<br />
Abajo se escucha<br />
el relinchar del río Changjiang<br />
que con sus aguas turbulentas<br />
corre como un caballo furioso.<br />
Una anciana<br />
que sostiene entre sus manos<br />
un cuenco de madera<br />
me invita a tomar de un líquido<br />
que me ayudará en el más allá<br />
a olvidar el pasado.<br />
6
<strong>LA</strong> REINA<br />
Bajó de una burra<br />
que ató al tronco de un árbol<br />
que en su copa albergaba nidos de torogoces.<br />
Atravesó la puerta mayor de la ermita.<br />
Se arrodilló al tiempo que cerraba sus ojos.<br />
El cabello pelirrojo le hacía juego con sus pecas.<br />
Su vestido de colores vivos parecía nuevo.<br />
En la misa hablaban de cosas<br />
que tenían que ver con la comunidad.<br />
Todos guardaban silencio.<br />
Incluso el cantar de los pájaros<br />
resultaba discreto.<br />
Luego llegó el momento de la repartición del arroz.<br />
Una bolsita de 25 libras para cada familia.<br />
Los mayores al escuchar su nombre<br />
se acercaban hasta el púlpito<br />
firmaban con su huella digital<br />
y eso bastaba porque había confianza.<br />
Al lado se fue formando otra fila<br />
pero en ninguna estaba la muchacha pelirroja<br />
que al fondo se le veía callada y solitaria.<br />
La segunda fila<br />
esperaba paciente una de las cajas sobrantes de cartón<br />
que harían servir para guardar la ropa.<br />
A la pecosita –según comentaron las ancianas-<br />
le daba vergüenza hacer cola.<br />
Hacía una semana<br />
que la habían elegido reina del cantón.<br />
Por eso desfiló con su corona<br />
a lomos de un caballo brioso<br />
mientras todos le lanzaban<br />
pétalos de flores silvestres.<br />
.<br />
Cuando una señora le acercó la caja vacía<br />
la muchacha con una sonrisa tímida<br />
dijo adiós desde el umbral de la puerta.<br />
.<br />
La vimos alejarse que parecía una virgen.<br />
La vimos alejarse con su cajita made in Italia.<br />
Montada sobre aquella burra escuálida.<br />
Los campesinos tenían la mirada triste.<br />
Era su reina.<br />
7
PRIMER AMOR<br />
Para Yanira L. Martínez<br />
Me conformaba<br />
con acompañarte.<br />
Con caminar a tu lado.<br />
Ni siquiera<br />
esperaba una sonrisa.<br />
Una mirada tuya<br />
habría bastado.<br />
Supe que mi nombre sonaba bien<br />
la primera vez que lo pronunciaste tú.<br />
Pero sólo éramos<br />
dos estudiantes de primaria<br />
regresando de la escuela<br />
por una calle polvorienta.<br />
Desapareciste un verano<br />
dejándome solitario en el camino.<br />
Tu futuro era Ilobasco y no yo.<br />
Lo comprendí con los años.<br />
Fue aquella tarde en que bailé contigo<br />
- para ser más exactos - y porque<br />
cuando pronunciaste mi nombre<br />
ya no sonaba tan bien.<br />
8
PIEDRA PEQUEÑA<br />
Para León Felipe<br />
Hurgando en los bolsillos<br />
mis dedos tropiezan<br />
con la pequeña piedra<br />
que una tarde de llovizna<br />
arranqué a la plaza del Obradoiro<br />
mientras te esperaba.<br />
La dejo caer desde la popa del barco<br />
que me conduce a Génova.<br />
Veo como desaparece lentamente<br />
en el fondo del agua.<br />
La verdad<br />
no sé por qué<br />
aquella estúpida piedra<br />
me causa pena.<br />
9
ANACAPRI<br />
Apoyo ligeramente mi cuerpo<br />
en una esfinge de granito.<br />
Una joya más<br />
colocada en los jardines<br />
de la excéntrica Villa de San Michele<br />
desde donde se contempla a lo lejos<br />
-entre la bruma de la mañana-<br />
el Golfo de Nápoles.<br />
Murmuran los lugareños<br />
que en Anacapri Alex Munthe<br />
fue un refinado anfitrión<br />
del viejo Nietzsche<br />
de Gorki y de Lenin.<br />
Tres caballeros<br />
como Emiliano Zapata<br />
como Pancho Villa<br />
de mirada felina<br />
de atusado bigote.<br />
10
MI PEQUEÑO BURGUÉS<br />
Se levanta temprano.<br />
Revisa las noticias en la prensa extranjera.<br />
Bebe su café.<br />
Procura que el traje<br />
haga juego con los zapatos<br />
la camisa<br />
los calcetines.<br />
Visita librerías.<br />
Por encima de Kokoschka o Kandinski<br />
aprecia de Hopper<br />
los cuadros en que eternizó los bares<br />
las mujeres desnudas en habitaciones solitarias<br />
y las ciudades en las que todo es silencio.<br />
En las madrugadas<br />
se deja llevar por el clavicordio<br />
en que se ejecuta la Toccatta y fuga de Bach<br />
mientras el Bushmill quema la garganta.<br />
Prefiere las salas de cine alternativo<br />
donde una noche<br />
se dejó atrapar por la grandeza<br />
de Aléxander Nevsky<br />
y los incombustibles besos<br />
de Bogart a la Bergman<br />
en Casablanca.<br />
Lee con verdadera pasión a Grossman.<br />
Se desvela con la poesía<br />
en la que tarde o temprano<br />
siempre aparece el campesino<br />
que llevo dentro.<br />
11
PROHIBIDO AMOR<br />
El neón golpea un cuerpo desnudo<br />
que armonioso gira<br />
alrededor de una barra.<br />
Lascivas las miradas<br />
la persiguen<br />
queriéndola alcanzar<br />
y devorarla.<br />
Corren el ron y la cerveza.<br />
Suenan Luis Miguel y Ricky Martin.<br />
El liguero de la bailarina<br />
se inunda en dólares.<br />
Ella sonríe y piensa:<br />
en la leche de sus hijos<br />
en el alquiler que no ha pagado<br />
en que ya es muy tarde<br />
en que tiene sueño.<br />
12
DES<strong>EN</strong>CU<strong>EN</strong>TRO<br />
Viajamos en el tren.<br />
Los asientos frente a frente.<br />
Cuántos años de ausencia<br />
y decidimos en secreto<br />
hacernos los desentendidos.<br />
Que derroche la verdad.<br />
Todo un mundo de pasión<br />
para que al final<br />
entre los dos<br />
juntemos tanta muerte.<br />
13
<strong>LA</strong> CIUDAD DE <strong>LA</strong> MUERTE<br />
Recorre la mirada un vasto territorio<br />
hasta dar con el río Jordán.<br />
No resulta difícil ver al anciano Moisés<br />
vagando perdido durante cuarenta años<br />
con todo un pueblo a sus espaldas.<br />
Descalzos sobre la tierra roja.<br />
La que lleva a los nabateos.<br />
El lugar donde habita la tribu de Nébáyót.<br />
La ciudad de los muertos: Petra.<br />
Siento la presencia<br />
de los cadáveres corrompiéndose<br />
en lo alto de las montañas<br />
que rodean la explanada.<br />
Cuerpos amortajados dentro de cuevas<br />
que los siglos se encargaron de convertir<br />
en hogares de humildes comerciantes<br />
que ahora venden alfombras<br />
tejidas por las manos de sus antepasados.<br />
14
<strong>LA</strong> MÁGICA FLOR<strong>EN</strong>CIA<br />
Entre el añejo rojo de los tejados<br />
surge con su magia la cúpula del Duomo.<br />
La lluvia que no cesa<br />
me conduce hasta el ponte veccio<br />
donde las jóvenes quieren ser Beatrice.<br />
Recorro las calles y plazas.<br />
Imagino a los mercaderes.<br />
A los soldados conduciéndose a la guerra<br />
con sus armaduras de lata.<br />
A Rafaelo y a Brunelleschi camino del trabajo.<br />
Florencia en otro tiempo capital.<br />
Ciudad de los ricos banqueros del renacimiento.<br />
Lo que daría yo<br />
por echarme un trago de chaparro<br />
en un vaso precioso de los Medici.<br />
15
UN HE<strong>LA</strong>DO Y ESTA CASA<br />
Millares de pelícanos cierran el paso<br />
en el muelle del puerto de Arica.<br />
Es once de septiembre.<br />
Un niño me acerca un periódico<br />
con la foto de Pinochet en portada.<br />
En letras grandes se lee:<br />
“A un soldado ejemplar”.<br />
Asciendo Los Andes con rumbo a Bolivia.<br />
Viajo en un tren al que llaman Ferrobús.<br />
Las estaciones donde vamos parando<br />
parecen sacadas de una película de John Ford.<br />
De no ser por las hojas de coca<br />
que voy mascando diría que voy<br />
en una diligencia.<br />
Arriba desaparece el sol.<br />
Cae nieve en ese otro techo del mundo.<br />
Unos niños con los pies desnudos<br />
se acercan sonrientes a mendigar golosinas.<br />
Luego se esconden detrás del poncho del padre<br />
que contempla con amargura la escena.<br />
Después de dieciocho horas<br />
llegamos a La Paz y está lloviendo.<br />
Paso delante de una niña<br />
que muestra un cartelito<br />
que dice: “Se venden helados<br />
y esta casa”.<br />
16
UNA CRUZ DE VE<strong>LA</strong>S<br />
Sus pies desnudos<br />
se balancean con la brisa de octubre.<br />
En la oscuridad un rumor de hombres<br />
que apenas pueden distinguirse<br />
por las brasitas de los cigarrillos.<br />
Una anciana de rodillas<br />
coloca varias velas sobre la tierra<br />
formando con ellas una cruz<br />
que iluminan el cuerpo del ahorcado.<br />
Durante toda la mañana<br />
lo había visto angustiado<br />
buscando una vaca perdida.<br />
Descalzo y sin camisa.<br />
Gritando hasta enronquecer.<br />
Lo conocía bien.<br />
Algunas madrugadas<br />
él me brindaba en un huacal<br />
la primera sangre de la res<br />
que degollaba al amanecer.<br />
Para que creciera fuerte y recio<br />
decía con su voz joven y alegre.<br />
¡Tan fuerte!<br />
¡Tan recio!<br />
como el árbol de amate<br />
como la cuerda de maguey<br />
que en su desesperación<br />
encontró adecuados<br />
para colgar su garganta.<br />
17
UN P<strong>LA</strong>ÑIDERO ADIÓS<br />
En las entrañas<br />
del elegante barrio de Carrasco<br />
aún sigue en pie el hotel casino<br />
que nos recuerda las glorias<br />
de un Montevideo que ya no existe.<br />
Entre sus paredes el poeta granadino<br />
escribió parte de sus Bodas de Sangre.<br />
Los croupiers colocados en sus mesas<br />
intentan disimular el remendado uniforme.<br />
Un jugador lanza un escupitajo<br />
sobre la alfombra en que apaga<br />
la colilla del cigarro.<br />
Sus amplios salones<br />
del más puro art nouveau<br />
y las lámparas que majestuosas<br />
cuelgan del techo<br />
fueron testigos silenciosos<br />
del asalto tupamaro.<br />
Afuera<br />
ruge con bravura el rumor del mar.<br />
Un mar<br />
que hace muchos años<br />
dejó de dar la alegre bienvenida<br />
para decir un plañidero adiós<br />
al derrotado descendiente<br />
de los emigrantes.<br />
18
<strong>EN</strong> <strong>LA</strong> <strong>MALETA</strong><br />
Aquí un padre<br />
una hermana.<br />
Más allá<br />
un amigo<br />
con habilidad silbando.<br />
El frondoso árbol<br />
en el patio trasero<br />
del hogar lejano.<br />
La calle polvorienta<br />
con un charco por costado<br />
y mal iluminada.<br />
La belleza de una abuela<br />
que se apoya en la ventana<br />
a ver pasar la vida<br />
a decir adiós a los muchachos.<br />
Todo lo que no se puede<br />
-aunque quiera-<br />
llevar en la maleta.<br />
Jamás –créeme-<br />
se llora suficiente<br />
lo perdido.<br />
19
SIL<strong>EN</strong>CIOSO PARÍS<br />
El silencio se apaga<br />
por un caminar que asoma<br />
rompiendo la quietud<br />
en los pasillos.<br />
Podría ser cualquiera<br />
de sus viejos clientes.<br />
Por ejemplo: Robespierre<br />
Victor Hugo o Voltaire<br />
El Marques de Sade o Baudelaire<br />
Oliverio Girondo o Molière<br />
pero me pregunto ¿y por qué no?<br />
algún otro estudiante rebelde<br />
del Louis-Le-Grand<br />
caído en la guerra.<br />
Si uno se asoma<br />
por la rue Saint Jacques<br />
su nombre seguramente<br />
pueda encontrarlo inscrito<br />
en la interminable lista<br />
a la entrada del Liceo.<br />
Pero esta noche<br />
tras la pared de la estancia<br />
que de prestado habito<br />
sólo imagino a un Sartre<br />
que entre el humo de su pipa<br />
contempla de brazos cruzados<br />
la cúpula del Panteón de París<br />
acariciada tiernamente por la luna.<br />
20
<strong>LA</strong> P<strong>EN</strong>IT<strong>EN</strong>CIARÍA<br />
Un rosario de cuerpos<br />
extendidos sobre la nada.<br />
Una miserable galera<br />
en la que busco el reposo<br />
tras varios días de encierro<br />
y plantón<br />
en una celda oscura<br />
que llaman el separo.<br />
Con restos de sangre en mi rostro<br />
aún puedo ver a uno de los nuestros<br />
que agotado de la sensación de asfixia<br />
que produce el hacinamiento<br />
en dos metros cuadrados<br />
y harto de mascar periódicos<br />
con sabor a restos de comida<br />
consigue convencer al guardián<br />
de que le vendiera un pedazo de vidrio<br />
con que cortarse las venas.<br />
Cuando los enfermeros llegaron<br />
para trasladarlo a la clínica del penal<br />
en un apretón de manos<br />
como su más valioso presente<br />
nos regaló a todos<br />
aquel trozo de botella rota.<br />
Puerto de Veracruz, México, 1977<br />
21
<strong>EL</strong> SASTRE DE XIANGTAN<br />
Acerca hasta mí<br />
un banco de madera en que se alza.<br />
Luego pasea con delicadeza<br />
una cinta de medir<br />
a lo largo de mis brazos<br />
a lo ancho de mi espalda.<br />
De los millares<br />
que en otro tiempo hizo<br />
aquél será - según confiesa -<br />
el último traje Mao<br />
que fabrique.<br />
Alguna vez<br />
cuando en Europa cae el invierno<br />
me coloco la chaqueta gris<br />
en la que aún siento<br />
las manos del viejo Liu<br />
que suavemente<br />
señalan el camino<br />
hacia un profundo pozo de soledad.<br />
22
TU FRÁGIL CORAZÓN<br />
A un costado del atrio<br />
el circo<br />
con sus luces rocambolescas<br />
se hizo presente.<br />
Pero vos Miriam<br />
eras la estrella principal<br />
con aquel bikini<br />
adornado de lentejuelas<br />
cosechando las obscenas miradas<br />
de mis compañeros de escuela<br />
al contonear de tu cintura.<br />
Con tan sólo una bolsita por equipaje<br />
donde cargabas todas tus pertenencias<br />
decidiste instalarte en nuestra casa.<br />
A las pocas semanas<br />
te marchaste con dignidad<br />
después de comprobar<br />
que nada podía yo ofrecerte.<br />
La última imagen<br />
que guardo de vos Miriam<br />
es a las puertas de un hotelito<br />
en el centro de San Salvador.<br />
Una marea de borrachos<br />
te había envejecido más de la cuenta<br />
sin pasar aún de los veinte años.<br />
Para no ofenderte<br />
o violentar tu frágil corazón<br />
fingí no verte<br />
y calle abajo me fui tarareando<br />
una canción de moda.<br />
23
VAQUEROS DE PACOTIL<strong>LA</strong><br />
Irrumpieron de golpe<br />
luciendo a la altura del pecho<br />
en impecables cartucheras de cuero<br />
cada uno su revólver 22.<br />
Abandonadas sobre las mesas<br />
quedaron humeantes<br />
las tacitas de café<br />
recién servidas<br />
dejándome en completa soledad<br />
y en medio de un brutal silencio.<br />
En el patio atado al árbol<br />
un perro ladraba lastimero<br />
por el putrefacto olor<br />
que trae la muerte.<br />
Afuera del pequeño restaurante<br />
un manojo de hombres<br />
esperaba con impaciencia<br />
las descargas.<br />
Presentía que vendrían sí<br />
pero no de esa manera<br />
ni a tan altas horas de la noche.<br />
Desenfundé.<br />
Desenfundaron.<br />
Sentados frente a mí<br />
eran como dos gotas de agua<br />
dispuestos a vengar<br />
el orgullo herido<br />
por una mujer<br />
a quien no amaba.<br />
A quien nunca amé.<br />
Mojada por el sudor<br />
la culata de noble madera.<br />
Casi imperceptible<br />
su acero cargado de pólvora.<br />
Atenta si se puede decir<br />
descansaba sobre mi mano derecha<br />
la Browning<br />
a punto de disparar<br />
si era preciso.<br />
Nada sucedió de lo esperado.<br />
24
Lo que sí hubo<br />
fueron amenazas veladas<br />
fallidos disparos<br />
lanzados a traición<br />
con grave resentimiento<br />
a los que respondí<br />
en defensa propia<br />
con igual fortuna<br />
de no dar en el blanco.<br />
Después de casi treinta años<br />
sin volver por esas calles<br />
la voz de una mujer<br />
acercándose me dijo<br />
que casualidad o no<br />
el día anterior a mí regreso<br />
varios desconocidos<br />
arrancaron a balazos la existencia<br />
a uno de aquellos dos hermanos<br />
que arrogante<br />
y ocioso reposaba<br />
en el salón principal<br />
de su antigua madriguera.<br />
25
<strong>EN</strong>TRE ANÉCDOTAS<br />
Con el escritor Roberto Quesada<br />
vagabundeamos por Manhattan<br />
buscando durante horas<br />
donde aliviar nuestra sed<br />
hablar de Honduras<br />
y de su agitado mundo<br />
llamado Nueva York.<br />
De pronto una esquina<br />
con luz fluorescente<br />
indicaba en colores pastel<br />
la existencia de un bar.<br />
La zona estaba cercada<br />
por rojos vehículos de bomberos<br />
coches radiopatrullas en alerta<br />
y blancas ambulancias.<br />
Los transeúntes<br />
curiosos<br />
se detenían ante las imágenes<br />
del edificio en llamas.<br />
Por su extremada presencia<br />
tanto médica como policial<br />
aquel nos pareció un rincón seguro<br />
al que Roberto y yo decidimos entrar<br />
para plantarnos frente a la barra<br />
como únicos clientes<br />
pidiendo una tras otra la bebida<br />
que una joven de mirada asustada<br />
nos servía con premura.<br />
A través de una de las ventanas<br />
entre anécdota y anécdota<br />
veíamos de vez en cuando<br />
caer algún cuerpo<br />
que se lanzaba al vacío<br />
desde las plantas superiores<br />
en un desesperado intento<br />
por salvar la vida.<br />
Al pagar la cuenta comprobé<br />
que a pesar del espectáculo<br />
el honrado propietario del local<br />
no subió el precio de la cerveza.<br />
26
PARTE DE GUERRA<br />
En resumen, cuando estés en la batalla,<br />
usa lo ortodoxo para enfrentarte al enemigo.<br />
Usa lo extraordinario para conseguir la victoria.<br />
SUN TZU, El arte de la guerra<br />
27
EPIGRAMA<br />
Los búhos tienen ojos.<br />
Las hormigas también.<br />
28
AUS<strong>EN</strong>CIA<br />
Mi hermana mi hermana<br />
¿Dónde está mí hermana?<br />
Busco en vano.<br />
No puedo verla.<br />
De pronto como una bala como un fogonazo.<br />
Su mirada ante el horror.<br />
Su piel blanca y su adolescencia.<br />
Su manera de bailar a solas y cantar.<br />
Su cabellera al sol.<br />
Todo se desvanece.<br />
Sus 18 años en un sólo instante como un destello.<br />
Como una metralleta sonando en mi memoria.<br />
Algunas veces el camino me conduce<br />
hasta el whisky de los filibusteros.<br />
De golpe una explosión.<br />
Una bala en la madrugada.<br />
Un grito ante el espanto.<br />
29
DESFILE MILITAR<br />
Una mañana cualquiera.<br />
Aburridos<br />
bajo el aplastante sol del trópico.<br />
Agotando insaciables<br />
nuestros cigarrillos<br />
de marca barata.<br />
Sentados como de costumbre<br />
sobre los escalones de cemento<br />
que dan a la vieja iglesia del pueblo.<br />
Nos entretenemos<br />
contando camiones<br />
tanquetas y un río<br />
de guardias nacionales<br />
con destino a la masacre.<br />
30
FOTOGRAFÍA<br />
Me fui sin decir adiós.<br />
Nadie me avisó de la partida.<br />
De la mía y la de ustedes.<br />
El ruido de unas bestias<br />
puso fin a lo que estábamos hablando.<br />
Por eso mi odio a las matemáticas.<br />
Tu último gesto<br />
lo realizaste atropelladamente pero firme.<br />
Lo demás sucedió todo tan de prisa<br />
que se quedó en mí como una fotografía.<br />
31
CON MA<strong>LA</strong> LETRA <strong>EN</strong> <strong>LA</strong> PARED<br />
Las calles tomadas<br />
por el espectro de los ausentes.<br />
Apenas sí hay tiempo de leer al paso<br />
unos versos escritos con mala letra en la pared.<br />
Pero… ¿Dónde está el poeta?<br />
Camino entre las esquinas sigiloso<br />
mientras por una cuneta<br />
avanza con desgano -como no queriendo llegar-<br />
un hilito de sangre<br />
que se perderá en la cloaca.<br />
32
ATAÚDES B<strong>LA</strong>NCOS<br />
Varios estudiantes apiñados en la calle<br />
forman una especie de montaña nevada<br />
cubiertos como están por sábanas blancas.<br />
En el centro de la plaza<br />
ya sin aliento de vida<br />
la barricada que armaron los muchachos<br />
con viejos pupitres y pedazos de tablas<br />
sacadas de los basureros.<br />
Entre el humo de la pólvora<br />
los dejaron caer violentamente<br />
sin la menor delicadeza<br />
sin cortesía alguna<br />
sin la más leve consideración<br />
hasta formar un amasijo<br />
contra el pavimento.<br />
Los lanzaron<br />
como arrojan los cuerpos<br />
en la fosa común<br />
al final de la batalla.<br />
33
BOULEVARD D<strong>EL</strong> EJÉRCITO<br />
Arrastran sus cuerpos por el pavimento.<br />
Intentan que alguien abra la puerta<br />
pero nadie hace nada.<br />
El conductor del autobús<br />
con la mirada fija y perdida<br />
es un sujeto indiferente.<br />
El resto de pasajeros<br />
sólo curiosea por las ventanillas<br />
haciendo tímidos comentarios en voz baja.<br />
Como queriendo decir:<br />
Es un cálido día manchado de sangre.<br />
El tráfico avanza lentamente<br />
esperando que los cuerpos zigzagueantes<br />
se retiren del camino<br />
hasta colocarse moribundos en la acera.<br />
Algunas mujeres lloran<br />
imaginando quizá a sus hijos o maridos.<br />
Los más pequeños<br />
no pueden evitar imitarlas<br />
y también lloran.<br />
La confusión es enorme<br />
Son muchos los cuerpos que ruedan<br />
y se mueven a duras penas<br />
producto de las heridas.<br />
A lo lejos resuenan pequeñas detonaciones.<br />
El tránsito recupera poco a poco<br />
su monótona normalidad.<br />
A los costados<br />
entre los arriates verdes<br />
se ven banderas rojas<br />
colgadas de las ramas<br />
o sujetas a las vallas metálicas<br />
de una fabrica de zapatos.<br />
Detrás de un barril oxidado<br />
un niño que se esconde<br />
me mira fijamente.<br />
Sus ojos me persiguen<br />
atravesando el cristal de mi ventana<br />
Preguntando qué haré ahora<br />
que lo he visto todo.<br />
Pasados los años<br />
lo encontré con su voz muda entre la multitud<br />
por la calle Corrientes o cerca del Notre Dame<br />
oculto tras los marsupiales en Melbourne<br />
34
vagando descalzo por Chongqing<br />
a media noche y sin rumbo fijo.<br />
Y continúo petrificado sin el valor suficiente<br />
de gritar al chófer del autobús que abra la puerta<br />
para que aquel niño pueda subir y se salve.<br />
35
CIUDAD DE HIERRO<br />
Ahora sé que eres vulnerable.<br />
Que pueden tocar tu corazón<br />
y derrumbarte.<br />
Sé que no sólo es abatible<br />
el verde en la montaña<br />
el árbol en la sierra.<br />
Sino también tú<br />
ciudad de hierro<br />
donde apenas sí germinan<br />
las hojas de la hierba.<br />
Hong Kong, China, 2008.<br />
36
ALEJA DE TI<br />
Que la desolación no te alcance<br />
en esta hora.<br />
Permite que la angustia<br />
pase de largo.<br />
Líbrate mientras puedas<br />
de los recuerdos<br />
que hacen daño.<br />
Guarda celosamente<br />
los nombres<br />
que a duras penas<br />
cargas en la memoria<br />
para que sus viejos moradores<br />
descansen en paz.<br />
Que no te tiemble el pulso<br />
ni vuelvas la espalda<br />
mientras lanzas la granada.<br />
37
<strong>EL</strong> CAZADOR<br />
A Vasili Záitsev<br />
Agazapado en la maleza.<br />
Un día tras otro sin comer ni dormir.<br />
El ojo pegado al punto de mira<br />
en busca permanente de su presa.<br />
El frío que lacera.<br />
El calor que funde.<br />
En el rígido silencio<br />
de la más completa soledad<br />
se tensan los nervios<br />
que agudizan los sentidos.<br />
Una bandada de pájaros<br />
que de pronto alzan el vuelo.<br />
Una piedra rodando en la vereda.<br />
Una rama que se quiebra.<br />
Suenan alarmantes<br />
como una sirena en la cabeza.<br />
Entre el verdor de los maizales<br />
relumbran bajo el sol<br />
un puñado de cascos.<br />
En las quebradas<br />
las botas chapotean<br />
sobre el río.<br />
La tropa se aproxima sigilosa<br />
hasta acampar en las cercanías.<br />
Por la mañana<br />
con estrépito<br />
tres cabezas caen a la vez<br />
sobre unos platos de comida<br />
que descansan en la mesa.<br />
Cabezas alcanzadas a un tiempo<br />
por un sólo proyectil<br />
y porque la munición también<br />
algunas veces<br />
escasea.<br />
38
MARCHA DE <strong>LA</strong> UNIDAD<br />
A los que cayeron en San Salvador<br />
el 22 de enero de 1980.<br />
Todo estaba bien.<br />
Hasta que llegaron ellos<br />
con sus bombas lacrimógenas<br />
los disparos del G-3<br />
las capturas indiscriminadas<br />
las avionetas fumigando<br />
los cadáveres contra las cunetas<br />
y las mujeres en desespero<br />
que entre la multitud<br />
buscaban la mirada combativa<br />
de sus hijos.<br />
Todo estaba bien.<br />
Salvo usted General.<br />
Salvo usted que dio la orden<br />
todo estaba bien<br />
General.<br />
39
<strong>LA</strong> EMBOSCADA<br />
Un puñado de hombres<br />
se dirige sin saberlo<br />
hacia la nada.<br />
El acelerado palpitar.<br />
La gota de sudor en la frente.<br />
La mirada fija<br />
en los cronometrados relojes<br />
que silenciosos anuncian<br />
el sorpresivo punto de partida.<br />
40
RECHINAR DE PO<strong>LA</strong>INAS<br />
Golpean a tu puerta.<br />
La casa está rodeada.<br />
No te dan tiempo de vestirte<br />
así que te sacan en ropa interior<br />
a insultos y empellones<br />
hasta subirte en la parte trasera<br />
de un vehículo en marcha.<br />
Te vendan los ojos<br />
y tu respiración agitada<br />
se une a la de otros jóvenes<br />
que sentados al lado<br />
no logran gesticular palabra.<br />
La suerte está echada.<br />
Se nota en el silencio de todos.<br />
Se intuye por la falta de preguntas.<br />
Se teme por los otros<br />
que igual que tú irán llegando.<br />
Por el sonido seco<br />
que producen los pies<br />
al chocar contra el suelo<br />
se sabe que son más de diez.<br />
Los hacen caminar<br />
sobre la vía del tren<br />
a ratos con algún golpe cerrado<br />
de la culata del fusil.<br />
Siguen sin abrir la boca.<br />
Les falta el aliento<br />
Tienen seca la garganta.<br />
El sonido de las botas y el correaje<br />
ese sí se oye porque las polainas rechinan.<br />
Entre las víctimas<br />
alguien anuncia que falto yo.<br />
Los verdugos lo saben<br />
y deciden no esperarme.<br />
Comienza el festín<br />
y las cabezas una a una<br />
van cayendo<br />
bajo el filo del machete.<br />
41
CÓMPLICES<br />
La noche es una vieja alcahueta.<br />
Dadora de vida y de muerte.<br />
Encubridora de tanta fechoría.<br />
La Gestapo el KGB la CIA la Guardia Pretoriana<br />
gustaron de la oscuridad como los amantes en celo.<br />
Troya fue tomada bajo el manto de la luna.<br />
Leo a Solzhenitsyn y evito a los seres nacidos del asfalto.<br />
Me basta con hurgar en periódicos<br />
para conocer el estado de La Bolsa y sentirme un gentleman.<br />
¡A quién se le ocurrió que yo no puedo!<br />
Camino bajo la lluvia hasta que el frío cala mis huesos.<br />
Que es otra manera de sentirse en Londres o París<br />
o entre la humedad de las hojas de los cafetales.<br />
¡Sí! los que me cubrieron en la retirada.<br />
42
V<strong>EN</strong>TA AMBU<strong>LA</strong>NTE<br />
Es como si de pronto<br />
alguien quisiera<br />
que nos muriéramos diunsolo<br />
sin quejarnos<br />
sin levantar polvareda<br />
sin alzar la voz.<br />
Morirnos así<br />
como se mueren de hambre cada día<br />
miles de niños en el mundo.<br />
Que se sepa<br />
pero que no molestemos.<br />
Que a lo sumo<br />
seamos un dato estadístico<br />
en los almanaques de la historia<br />
Confieso que ganas no me faltan<br />
que lo he pensado un montón de veces<br />
mientras miro la foto de la casa donde viví<br />
antes de venir a parar a este sucio mercado<br />
donde me tuve que ir acostumbrando<br />
al terror nocturno<br />
que aquí no es una cuestión sólo psicológica.<br />
¡Les aviso!<br />
no me voy a morir callado.<br />
Voy a levantar polvareda.<br />
Alzaré mi voz para que suene fuerte.<br />
Voy a gritar hasta que retumben las paredes<br />
y a contarles que a mi casa<br />
le cayó una bomba de quinientas libras<br />
cuando yo era joven y tenía fuerzas<br />
para abrazar a mis difuntos hijos<br />
de quienes apenas sí recuerdo sus rostros<br />
y a los que cada día ofrendo mi dolor.<br />
43
<strong>EL</strong> HERMANO LEJANO<br />
Lo encontré en Nueva Orleáns<br />
sirviendo en un restaurante<br />
de comida mexicana.<br />
Al principio dudé<br />
pero no<br />
si era chaparrito<br />
moreno y de bigote lampiño<br />
labios gruesos<br />
pelo de un negro azabache<br />
y ojos rasgadamente indígenas.<br />
Pero él<br />
también me reconoció de inmediato<br />
como a uno de los suyos<br />
pues no somos tan distintos.<br />
Pero yo diría que más bien<br />
me descubrió in fraganti<br />
por esa manera de tomar que tengo<br />
cuando viajo fuera de casa<br />
y los recuerdos de la infancia<br />
golpean las puertas del alma.<br />
Nos citamos en el bar Napoleón<br />
que quedaba a la vuelta.<br />
Un famoso bebedero de la ciudad<br />
que después me encontré en una película<br />
de Kevin Costner.<br />
Antes de estos cuatro empleos que tengo<br />
yo era ordenanza –me dijo-<br />
en un centro de gobierno.<br />
Ahí todos hablaban de algún familiar<br />
en los Estados Unidos.<br />
Ahora algunas noches<br />
cuando me meto en la cama<br />
abrazo a mi mujer y lloramos amargamente<br />
hasta quedarnos dormidos como dos niños<br />
soñando a veces con nuestros hijos<br />
que se quedaron a la espera<br />
de viajar a esta tierra prometida<br />
donde vive y muere el hermano lejano.<br />
44
LOS BARCOS<br />
Arrecia la tormenta.<br />
Los barcos chocan entre sí y se hunden.<br />
Ya no tengo más hojas en el cuaderno.<br />
Retiro los pies de la cuneta.<br />
Me levanto empapado por el agua.<br />
Se acabó la guerra.<br />
45
ÍNDICE<br />
Prólogo…………………………………………………..<br />
Dedicatoria………………………………………………<br />
Cañones ociosos…………………………………………<br />
El burdelero……………………………………………..<br />
Las montañas de Fengdu………………………………..<br />
La reina…………………………………………………<br />
Primer Amor…………………………………………….<br />
Piedra pequeña………………………………………….<br />
Anacapri…………………………………………………<br />
Mí pequeño burgués…………………………………….<br />
Prohibido amor………………………………………….<br />
Desencuentro……………………………………………<br />
La ciudad de la muerte…………………………………..<br />
La mágica Florencia…………………………………….<br />
Un helado y esta casa……………………………………<br />
Una cruz de velas……………………………………….<br />
Un plañidero adiós……………………………………...<br />
En la maleta…………………………………………….<br />
Silencioso París…………………………………………<br />
La penitenciaría………………………………………….<br />
El sastre de Xiangtan……………………………………..<br />
Tu frágil corazón…………………………………………<br />
Vaqueros de pacotilla……………………………………..<br />
Entre anécdotas………………………………………….<br />
PARTE DE GUERRA…………………………………..<br />
Epigrama……………………………………………….<br />
Ausencia…………………………………………………<br />
Desfile militar……………………………………………<br />
Fotografía………………………………………………..<br />
Con mala letra en la pared……………………………….<br />
Ataúdes blancos………………………………………….<br />
Boulevard del Ejército……………………………………<br />
Ciudad de hierro…………………………………………<br />
Aleja de ti………………………………………………..<br />
El cazador……………………………………………….<br />
Marcha de la unidad……………………………………...<br />
La emboscada…………………………………………….<br />
Rechinar de polainas………………………………………<br />
Cómplices…………………………………………………<br />
Venta ambulante………………………………………….<br />
El hermano lejano………………………………………..<br />
Los barcos………………………………………………..<br />
46