VE-33 MAYO 2017
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Número <strong>33</strong> - Mayo <strong>2017</strong>
© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />
o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />
Portada: Ilustración (sin título) de Tom Gauld (Reino Unido)<br />
https://www.tomgauld.com/<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
«La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale<br />
por la mano»<br />
Carmen Conde (1907-1996)<br />
Descarga de este número de la revista (formato PDF, 5.03 MB):<br />
http://www.mediafire.com/file/pi52w4vj42cwzjz/<strong>VE</strong>-<strong>33</strong>+<strong>MAYO</strong>.pdf
Índice<br />
Mayo en Valencia (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
La profesión de retina (M.José Martí) Pág. 3<br />
Petrificado (Marta Navarro) Pág. 5<br />
No deseo vivir sin tu presencia (Vicente Barberá) Pág. 7<br />
Un juego proscrito (Lu Hoyos) Pág. 9<br />
L´aranya negra (Toni Esteve) Pág. 11<br />
Huellas en la nieve (Jorge Richter) Pág. 13<br />
Haiku (Marga Alcalá) Pág. 15<br />
Rosas rojas (Mirta Calabrese) Pág. 17<br />
Te tengo en mis hombros (Aldana Giménez) Pág. 21<br />
El día dos de cada mes (Manoli Vicente) Pág. 23<br />
De la nada al paso vacilante (Conxa Gausí) Pág. 25<br />
El final (Luis Molina) Pág. 27<br />
Los silencios (Carmen Fabiá) Pág. 31<br />
Iceberg (Jorge Zarco) Pág. <strong>33</strong><br />
Distancia (M.Luisa Pérez) Pág. 37<br />
Bohemian Rhapsody (Rafa Sastre) Pág. 39<br />
Dulce salinidad de escama (Belén Mateos) Pág. 41<br />
Eclipse <strong>2017</strong> / Anillo de fuego (Liliana Ebner) Pág. 43<br />
In Memoriam (Rosi Serrano) Pág. 45<br />
El vals de la muñeca (Susana Gisbert) Pág. 47<br />
Se acaba abril, empieza mayo (Carmen Martínez) Pág. 49<br />
¡Bum, bum! (Marisa Martínez) Pág. 51<br />
El pianista del bar de la calle Serrador (Pablo lloret) Pág. 53<br />
Leviatanes interesados (Esther Moreno) Pág. 55
Sexto grado-Primario (Carlos M. López) Pág. 57<br />
Amor nunca olvidado (M.Gracia Scelfo) Pág. 61<br />
Mis recuerdos (Manuel Serrano) Pág. 65<br />
Juego de geometrías (Vivian Rodríguez) Pág. 67<br />
Su último blues (Paula Sastre) Pág. 69<br />
Puntos cardinales (Aurora Losa) Pág. 71<br />
Presentación de «Relatos con banda sonora» Pág. 73<br />
Nuestros libros Pág. 78<br />
Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 79<br />
Palabras en la basura Pág. 80<br />
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 81<br />
Valencia Escribe en las redes Pág. 82<br />
La foto de Miguel Pág. 84
Mayo en Valencia<br />
En mayo, aquí no solo asistimos al florecimiento de los jardines.<br />
Si este mes se caracteriza por algo en Valencia, para los amantes de la<br />
cultura, es básicamente por el florecimiento de nuestras estanterías.<br />
Apenas acabada la Feria del Libro, los lomos de nuevos volúmenes<br />
adornan en una fiesta multicolor las librerías de casa. Los viejos<br />
ejemplares dejan paso a otros, adquiridos a escritores amigos que<br />
aprovechan el evento para presentar sus más flamantes obras. Y al<br />
lado de estos, reposan también los clásicos revisitados y las primicias<br />
de nuestros admirados contemporáneos. Solo el presupuesto de cada<br />
cual limita la extensión de ese edén de literatura recién estrenado. Un<br />
edén donde el pecado consiste en no comer el fruto del conocimiento,<br />
en no leer, en auto-alienarse para gloria de quienes desean controlar<br />
nuestro pensamiento desde el odioso poder que les otorga la Sagrada<br />
Mentira.<br />
Leed, leed y sed felices (o, dicho de otro modo, no permitáis que<br />
nada ni nadie os haga sentir infelices). Nos volvemos a ver en Junio.<br />
Rafa Sastre<br />
1
El fantasma de Vermeer de Delft (1934) – Salvador Dalí (1904-1989)<br />
(imagen aportada por la autora)<br />
2
La profesión de retina<br />
Esta absurda profesión me tiene en vilo;<br />
pintar el alma con el pincel del ojo<br />
es un residuo de experiencia ante la vida<br />
que yo no sé, si soy retina enfrente del papel<br />
colgándoles sentido a las palabras,<br />
para vivir sin vida en otro orden<br />
a un valle de dolor y de migrañas.<br />
Mi soledad, bandida vieja y desairada,<br />
buena compaña es contra el viento en sus enaguas;<br />
al tiempo que los paisajes la despiertan<br />
mis retinas pintan óleos de nostalgia.<br />
Ya lo sé: que nuestra vida es copa amarga<br />
y nos desborda.<br />
Por eso pinto los días que me quedan<br />
en un lienzo con espina en la mirada.<br />
María José Martí (València)<br />
http://conelcuentoenlostalones.blogspot.com<br />
3
Imagen aportada por la autora<br />
4
Petrificado<br />
No. No dejen que mi pose les engañe. No soy un filósofo.<br />
Tampoco un poeta aunque, para ser justo, debo confesar que durante<br />
mucho tiempo ese fue mi mayor anhelo en el mundo y con gusto<br />
hubiera renunciado a la inmortalidad de mi alma a cambio del don de<br />
la poesía, de la magia, la delicadeza y la dulzura, de la sensibilidad y<br />
la inspiración precisas para atrapar el murmullo de las musas, para<br />
componer los más bellos versos de amor jamás imaginados. Los<br />
versos que, tal vez, hubieran podido cambiar mi destino. Soy un<br />
hombre herido y sé que no debo recrearme en mis tristezas, que la<br />
autocompasión nunca fue buena compañera pero, qué quieren, soy<br />
débil y hay días en que, por mucho que lo intente, no puedo evitarlo.<br />
Entonces, cuando nadie me ve y siempre sin hacer ruido, lloro un<br />
poquito. Hoy ha sido uno de esos días y no saben cómo lamento que,<br />
precisamente ustedes, me hayan encontrado en tan lamentable estado,<br />
hecho un mar de lágrimas, pero es que cuando hace un momento la vi<br />
parada frente a mí, observándome con esa atenta curiosidad tan suya,<br />
sin reconocerme, preguntándose intrigada por el dolor que sin duda<br />
adivinó tras mis ojos cansados para alejarse después cogida de la<br />
mano de aquel Don Juan tan rubio, tan alto, tan desenfadado y<br />
sonriente, mi corazón de piedra volvió a romperse, como aquel día<br />
tan lejano ya, en mil pedazos diminutos. Y aquí estoy. De nuevo<br />
traicionado. Como entonces. Como siempre. Con lágrimas en los ojos<br />
y las manos llenas de poemas rotos.<br />
tú.<br />
¿Qué me ha pasado, preguntas? ¿Cómo explicarlo...? La vida y<br />
Marta Navarro (València)<br />
https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />
5
Kiss - Sophia Tsibikaki (Grecia) https://www.flickr.com/photos/meloses/<br />
6
No deseo vivir sin tu presencia<br />
No deseo vivir sin tu presencia,<br />
sin tu eterna presencia en mi costado,<br />
sin tu seno de rosas inflamado…<br />
¡Sin ti nada valdría mi existencia!<br />
Poder amarte y ser tu referencia<br />
ya es de por sí placer inusitado;<br />
entrégame ese mar tan agitado<br />
con tus olas en verde efervescencia.<br />
Fiebre feliz, albores de hermosura,<br />
eres canto de alondra en madrugada<br />
y luz ardiente que se eleva al cielo.<br />
Vórtice incandescente hacia la altura,<br />
eres llama de amor inacabada<br />
cuando tus labios beso en breve vuelo.<br />
Vicente Barberá Albalat (Valéncia)<br />
7
Louvre. Paris - Fotografía de Vladimir Bazan (Rusia) http://bazan.co/<br />
Imagen aportada por la autora<br />
8
Un juego proscrito<br />
Se enciende la luz roja de alarma emitiendo un leve sonido que<br />
va in crescendo. Los vigilantes del museo, desde la sala de control,<br />
miran atentos los movimientos de un hombre que acaricia con<br />
extraña delicadeza a «La dama del plato», un hermoso desnudo<br />
femenino, yacente, esculpido en mármol de Carrara.<br />
—Ya tenemos al estatuófilo de turno.<br />
—No jodas, tío, ya van tres en lo que va de mes, ¡qué tíos más<br />
locos!<br />
Un guardia de seguridad le invita a salir del recinto. El hombre<br />
le mira asustado. Vuelve a su casa taciturno y avergonzado. Allí le<br />
esperan sus muñecas, no son tan hermosas ni tan grandes como la del<br />
museo, pero son solo suyas y no le causan problemas.<br />
Lu Hoyos (València)<br />
9
Monstrous spider – Lukasz Matuszek (Polonia)<br />
http://ortheza.deviantart.com/<br />
10
L’Aranya negra<br />
Tu la pots descobrir<br />
cau en Casa La Vila<br />
depredant solars,<br />
pous, horts i corrals.<br />
Ja ens alertà En Vicent<br />
contra sa teranyina<br />
de filaments mai farts,<br />
front el seu parany.<br />
Es xupla marjals<br />
i pedanies,<br />
menja barris i botànics,<br />
platges, rius i mars.<br />
L’Aranya Negra.<br />
Urbi et orbi.<br />
L’Aranya Negra està<br />
arreu del món caçant<br />
atzucats, fossars,<br />
cabanyals i canyamelars.<br />
Camp de futbol, demà,<br />
mig Parc Central, passat.<br />
I amb un rot, si cal,<br />
tros de Catedral.<br />
11
Es xupla marjals<br />
i pedanies,<br />
menja barris i botànics,<br />
cels i séquies,<br />
balnearis,<br />
s’alimenta de barraques,<br />
platges, rius i mars.<br />
Urbi et orbi.<br />
L’Aranya Negra.<br />
Toni Esteve (València), Tardor 2004 Poblats Fluvials<br />
12
Huellas en la nieve<br />
Imagen aportada por el autor<br />
La primavera se abre paso entre los valles.<br />
En las montañas permanece la nieve acumulada. Por el ventanal<br />
de la casa de piedra y troncos, el viejo pastor observa el lejano<br />
pueblo, como dibujado a plumín y tinta china. Unos trazos que<br />
perfilan las cumbreras, algún desnudo árbol y poco más que unos<br />
muros. Los días son cortos y no termina de despegar el gris de la<br />
niebla que se ha depositado como adormecida, lánguida.<br />
13
Las brasas crepitan en los leños del hogar. El calor que emana<br />
reconforta los viejos huesos y enciende las ilusiones de otro año en el<br />
que pueda sacar a pastar el rebaño, entre arroyos y verdes prados.<br />
Imagen soñada sobre la cubierta del blanco manto que se extiende.<br />
Una serie de estacas sobresalen, señalando el camino cubierto a las<br />
casas.<br />
De entre la bruma aparece un niño, junto a él, un perro. Ambos<br />
van imprimiendo las huellas que quedan estampadas en un tenue<br />
azul. Le llega una risa, complicidad con el fiel compañero, que solo<br />
ellos conocen. Un silbido, un ladrido y las huellas que se alejan hacia<br />
el caserío. La niebla, poco después, les oculta, el silencio se apodera<br />
de todo. Un leño suelta una chispa, unas llaman se entrelazan en un<br />
baile.<br />
Jorge Richter Vázquez (València)<br />
14
Haiku<br />
Imagen aportada por la autora<br />
corriente de agua-<br />
un gorrión a saltitos<br />
de piedra en piedra<br />
Marga Alcalá (València)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
15
Crying window – Rey Scue (Alemania)<br />
https://www.flickr.com/photos/reyscue/<br />
16
Rosas rojas<br />
Tenía prisa por llegar a su clase. Llevaba libros y carpetas con las<br />
pruebas de sus alumnos. Se abría paso entre la gente, que a esa hora<br />
iba a alguna parte. Un traspié y todo voló por el aire, quedando<br />
esparcido por la vereda. Trata de recogerlo nerviosa y contrariada. El<br />
viento juega con los papeles y le enreda el cabello. Unas manos le<br />
ayudan a recoger, al levantar la vista descubre una sonrisa.<br />
—¡Hola! Mira, este cuaderno vino a buscarme y me dijo que era<br />
tuyo.<br />
—¡Gracias! ¡Ay, qué torpe he sido! Te agradezco la ayuda.<br />
—Espera ¿Tienes prisa?<br />
—Sí, debería estar en mi clase ¡Llego tarde!<br />
—Bueno, ¿Pero, cuando te veo de nuevo? ¿Y dónde?<br />
—Discúlpame, pero tengo que irme.<br />
—Vamos, mientras charlamos. ¿Te parece bien?<br />
Y sin más, se puso a la par. Era bastante más alto que ella. Lo<br />
miraba de reojo, el abrigo gris le quedaba elegante, y el cabello le caía<br />
rebelde sobre la frente. Tenía un aspecto de chico travieso y hablaba<br />
sin parar.<br />
—¿Cómo te llamas? ¿Dónde trabajas? ¿Qué haces los fines de<br />
semana?<br />
Una vorágine de preguntas que Lucía no podía controlar. Por<br />
suerte ya estaban frente a la escuela.<br />
—Bueno, gracias por ayudarme ¡Adiós!<br />
—¡Adiós, no! ¿Y qué hago yo ahora?<br />
—Ay perdona, ¡Tengo que entrar! Ya nos veremos otro día...<br />
17
—Escucha, espera, yo…<br />
A la tarde siguiente al salir de la escuela, allí estaba, apostado<br />
junto a uno de los árboles de la plaza. No pudo negarse a un café, no<br />
pudo negarse a sus rosas rojas, a sus llamadas de medianoche. No<br />
pudo rechazar a ese hombre que la colmaba de atenciones. Que decía<br />
estar locamente enamorado.<br />
Todo sucedió muy rápido. Una noche, cenando, le propone ir a<br />
vivir juntos.<br />
—¿Por qué vivir separados si lo que deseamos es estar unidos?<br />
Lucía duda, prefiere esperar un poco más, pero él sabe<br />
convencerla.<br />
¿Cómo ocurrió? ¿Cuándo fue? Se despedía de sus compañeros<br />
de la escuela, y él la esperaba en el coche. Al subir, notó que estaba<br />
tenso, y empezaron los reproches, y los gritos amenazantes.<br />
Se vio justificando lo que no tenía que justificar.<br />
—Son mis compañeros de trabajo, solo eso. ¿Qué pasa?<br />
—¡No me gusta que hables con ellos!<br />
despedirte! ¿Lo entiendes?<br />
Tampoco pudo evitar ver que le revisaba el teléfono.<br />
¡Ni que los beses al<br />
Las lágrimas no tardaron en llegar. Las charlas con sus amigas<br />
se acabaron. Controlaba el horario de salida de la escuela. Iba a<br />
recogerla si debía hacer algún recado. Ya casi no veía a sus padres.<br />
Al abrir la puerta, los gritos:<br />
—¿Dónde estabas? ¿Sabes qué hora es? ¡¡Dos horas esperando!!<br />
—En la reunión de profesores ¿Dónde crees?<br />
—¡Sabes que no soporto que me mientas! ¡Lo sabes, eh!<br />
La tomó por los brazos hasta hacerle daño, la empujó contra la<br />
pared y mirándola con furia:<br />
18
—¡Parece que no me entiendes nena, que eres solo mía! ¡Que yo<br />
te quiero! ¿Te queda claro?<br />
Esa noche cruzaron una frontera sin retorno. Al levantarse, un<br />
ramo de rosas rojas sobre la mesa del salón y una tarjeta con tiernas<br />
palabras.<br />
Esa misma mañana lo decide y comienza a planear la huida. Se<br />
ha equivocado, como quien compra un billete de última hora sin<br />
elegir el destino. Creía estar enamorada, pero todo se ha vuelto<br />
oscuro. Tiene que hacerlo ya. Le sobran motivos y razones.<br />
Sentada en el último vagón del tren mira por la ventanilla. Siente<br />
como se alejan sus ilusiones y al mismo tiempo la invade una<br />
sensación de libertad. Ha solicitado el traslado de su cátedra y espera<br />
la contestación.<br />
Después de mucho tiempo se siente más tranquila. Camina<br />
disfrutando del sol. Entra en el café. Una canción se escucha como un<br />
susurro y reaviva momentos que trata de olvidar...<br />
Al llegar a su portal, mientras busca las llaves, el encargado<br />
viene a su encuentro.<br />
—Señorita Lucía, dejaron esto para usted, con un sobre.<br />
La sonrisa se borra de su rostro.<br />
—¿Señorita Lucía, se siente bien?<br />
Le tiemblan tanto las manos, que apenas puede sostener el ramo<br />
de rosas rojas.<br />
Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />
http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />
19
Irina Stanimirova (Barcelona) http://inastanimirova.com/<br />
20
Te tengo en mis hombros<br />
Quiero tanto<br />
de eso que nos sabes<br />
y tienes<br />
arrugado en tus ojos.<br />
Estas manos<br />
que mueren de hambre<br />
te quieren<br />
¿Aún es pronto?<br />
Voy contando<br />
las veces que cabes<br />
es siempre<br />
me visto de a poco.<br />
Somos tacto<br />
y no hay quien nos cambie.<br />
¿Entiendes?<br />
no has estado solo.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
21
Noblewoman – Andrew Vasiliev (Rusia) https://500px.com/vavfoto<br />
22
El día dos de cada mes<br />
El día dos de cada mes, Asunción Buenaventura salía del<br />
cuadro, se sentaba con don José al calor de la vieja estufa, y fumaban<br />
puros «Don José Correa» hasta que se les nublaban los ojos de humo<br />
y el cuerpo les pedía juerga. Entonces, como en un ritual acordado de<br />
antemano, Asunción se iba despojando de la ropa y Don José<br />
saboreaba cada trozo de carne que iba dejando al descubierto. Nunca<br />
se preguntaron por qué se juntaban siempre en día dos ni querían<br />
saberlo. El resto de los días, Don José se conformaba con aparecer de<br />
perfil en cada uno de los puros, y Asunción con decorar la pared de la<br />
vieja fábrica.<br />
Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />
http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />
Microrrelato seleccionado por Ojos Verdes Ediciones para formar parte del<br />
volumen de Microrrelatos de Realismo Mágico en homenaje al escritor<br />
Gabriel García Márquez: «El Legado de Gabo»<br />
23
Foto aportada por la autora<br />
24
De la nada al paso vacilante<br />
(a mi querido esposo, con amor)<br />
Caminas con paso vacilante<br />
a través de la duda<br />
y con la duda el pensamiento<br />
que la vida te ofrece.<br />
Antes... solo la nada<br />
Si al largo recorrido<br />
de la nada al paso vacilante<br />
llevarte yo pudiera<br />
prendido hoy de mi mano<br />
oh! mi dulce compañero<br />
de doliente argamasa.<br />
Si pudiera iluminar<br />
la bóveda de tus oscuras sombras<br />
mi risa confiada,<br />
llenarte hasta los bordes<br />
de vida, el pensamiento<br />
y abrir los ventanales<br />
al muro intransigente<br />
que expulsa sin horadar<br />
la fuerza de mis palabras,<br />
25
si pudieras entender<br />
que la duda solo es...<br />
El serrín de la esperanza<br />
Conxa Gausí Caballero (València), invierno del 86<br />
26
El final<br />
Longing for the light – Anders Samuelsson (Suecia)<br />
https://500px.com/andsamphoto<br />
Las luces se fueron apagando, comenzó a reinar el silencio, solo<br />
roto por alguna tos esporádica, o los pasos del guardia. Recostado, la<br />
vista fija en el techo, como cada noche, urdiendo un plan estaba<br />
Lucho, nunca se daría por vencido, debía salir de allí. Cuatro años era<br />
mucho tiempo, y aún le faltaba purgar más de veinte.<br />
Recuerda aquella noche, era un trabajo fácil, hasta que tropezó<br />
con un mueble, no sabía que en el piso de abajo dormía el muchacho.<br />
Y después, la confusión apareció de repente, se trabaron en lucha, él<br />
no quiso hacerlo, pero al caer hacia atrás el golpe fue mortal, no<br />
alcanzó a huir, los patrulleros ya estaban allí, alguien los había<br />
27
alertado. Fue fácil para ellos, él nunca usó un arma, para colmo<br />
estaba asustado.<br />
Nadie creyó en su inocencia, el juicio fue rápido, le dieron<br />
veinticinco años, cuando salga en libertad va a estar pisando los<br />
sesenta, no lo puede creer.<br />
La soledad lo está enloqueciendo, nadie viene a visitarlo. «Ella»,<br />
¿Dónde estará? Pensar que le juró fidelidad, eso sí, cada vez quería<br />
más y más, él nunca se negó. Aún así no se conformaba.<br />
Con el producto de este trabajito pasarían unos días en la costa.<br />
Ella quería conocer el casino, así podía estrenar el documento, era<br />
nuevecito. Cierra los ojos y la recuerda, era tan delgada, con el<br />
cabello castaño y largo, le llegaba hasta la espalda.<br />
El Laucha se la quiso quitar, ¡qué paliza se comió! Con la vieja y<br />
con la mina no se jode. ¿Qué hará ahora? Del Laucha tampoco sabe<br />
nada, la vieja pobre, estaba mal, y con lo de él se puso peor, la<br />
hermana no lo habla, los «amigos» no quieren quedar pegados, así<br />
que ninguno se asoma.<br />
La vieja (recuerda), siempre me decía. «Luchito, estudia, para<br />
que puedas tener un futuro».<br />
El Cacho siempre tenía plata, me regalaba fasos, pagaba la birra<br />
y alguna joda con esas amigas de él. ¡Qué bien la pasábamos! El día<br />
que me pidió que lo acompañe, vi que era fácil, no había nadie,<br />
hicimos rápido y nos quedó mil y pico a cada uno. Desde entonces<br />
siempre lo seguí, hasta que me enganché con ella, al Cacho no le<br />
gustó, cuando me lo dijo, me enojé. «Haz lo que quieras», me dijo, y<br />
se borró.<br />
Tenía razón el Cacho.<br />
Es larga la noche. Daría cualquier cosa por un faso.<br />
—¿Quién es el que tose?, ¡como jode!<br />
Poco a poco lo invade el letargo.<br />
28
Esa mañana, en el patio, charlando con el veterano, (ya llevaba<br />
más de veinte adentro, y tiene perpetua) le contó que bajo la<br />
lavandería, pasaba un túnel. Era un desagüe, viejo y peligroso, no<br />
sabía bien donde salía, pero seguro que fuera de los muros. Alguien le<br />
había contado que bajo una de las lavadoras, había una tapa, por allí<br />
se ingresaba, era oscuro y bastante estrecho, nadie se había animado.<br />
Cuando pudo ir a la lavandería vio la tapa, la pata de una de las<br />
máquinas estaba sobre ella y por un agujero drenaba el agua de la<br />
misma. Esta era pesada, pero si conseguía una barreta podría<br />
moverla, no eran más de veinte centímetros.<br />
No iba a ser fácil, pero estaba seguro de que lo iba a intentar.<br />
Pasó dos meses estudiando el terreno, la rutina de los guardias,<br />
donde se podría esconder, y hasta probó mover la máquina (no era<br />
tan pesada), el problema era la cañería de agua, pero ya lo resolvería.<br />
Con una sonrisa de triunfo volvió a su celda.<br />
La suerte estaba de su lado, un día la vibración aflojó las tuercas<br />
y comenzó a gotear, lo enviaron a buscar una llave y ajustar las<br />
pérdidas, puso cara de desgano y fue. Hacía calor, el aire estaba<br />
pesado, se avecinaba una tormenta, el guardia además de molesto<br />
estaba adormilado, no notó que se escondió bajo una pila de ropa,<br />
tampoco notó que no había devuelto la enorme llave, permaneció<br />
escondido hasta que este se retiró y cerró la lavandería.<br />
Con mucho sigilo cerró el paso del agua, tratando de no hacer<br />
ruido, aflojó las tuercas, tras sacar el caño utilizó la misma llave de<br />
palanca y gracias al jabón que cubría el piso, la máquina se deslizó sin<br />
ruido.<br />
La tapa era pesada, y le costó trabajo moverla, el tronar de la<br />
tormenta impidió que escucharan sus ruidos, a poco comenzó a<br />
diluviar.<br />
¡Qué extraño! ¿No habrían detectado su ausencia?<br />
29
Se deslizó hacia el túnel, era estrecho y resbaladizo, tendría unos<br />
treinta centímetros de agua, que se movía con rapidez.<br />
En cuclillas avanzó en la oscuridad, se topó con un sinfín de<br />
cosas que arrastraba la corriente, bordes filosos lo lastimaban, ansiaba<br />
ver un reflejo de luz más adelante, pero no se notaba nada.<br />
Ese extraño rumor que sintió a sus espaldas lo preocupó, para<br />
colmo cada vez era más fuerte, trató de apurarse, avanzo a tientas<br />
hasta que su cabeza chocó contra algo firme. Sus manos reconocieron<br />
una reja, y varias cosas que iban quedando atrapadas contra la<br />
misma. El rumor ya casi estaba sobre él, y era muy fuerte, entonces<br />
comprendió. La tormenta.<br />
Era tarde para regresar, el aluvión lo golpeó con fuerza,<br />
desesperado trató de huir, pero no había donde. Poco a poco sus<br />
pulmones quedaron sin aire, y fue entonces que comenzó a sentir esa<br />
extraña libertad, ya no estaba preso, solo su cuerpo inerte quedo allí.<br />
Era libre al fin, los barrotes no pudieron retener su alma.<br />
Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />
http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />
30
Los silencios<br />
Fluidity – Edward Zulawski (Brasil)<br />
https://www.flickr.com/photos/edwardzulawski/<br />
El silencio acalla los sutiles pensamientos,<br />
como testigo cómplice de nuestros secretos<br />
más íntimos. Acalla lo que debimos decir<br />
y no dijimos. Tal vez por oculta cobardía,<br />
quizás, por evitar ahondar más en la herida.<br />
El silencio presente en el agudo dolor punzante<br />
y en la impotencia que una muerte anunciada<br />
31
provoca. Un simple y sórdido silencio enmudecido<br />
que desgarra y hace jirones tu yo más interior.<br />
El silencio mórbido, semiinconsciente, de una febril<br />
y cronificada enfermedad; ese inconfesable temor,<br />
ese miedo que se niega a aceptar la cruel realidad<br />
de la muerte y la simple negación de un más allá.<br />
Pero el peor silencio es esa tangible y callada soledad<br />
que te produce estar con un ser hermético que se evade;<br />
en su egocéntrica figura, que te ignora, en una gélida<br />
morada amurallada y que te asfixia poco a poco y lenta<br />
muy lentamente te arrastra al vacío , a un gran hastío vital.<br />
Y aún peor, ese sepulcral silencio que te evita gritar<br />
porque su invisibilidad etérea refleja su apariencia<br />
como ilusoria y virtual, inventada por una mente de mujer<br />
que se niega resignada a creer en su posible redención<br />
por su inexistente héroe de ficción vestido de azul.<br />
Carmen Fabiá Mir (València)<br />
32
Iceberg<br />
Titanic – Zach<br />
http://lupa-rome.deviantart.com/<br />
Esperó a que la terraza abriera, sentado en un banco del otro<br />
lado de la vía; solo cuando el propietario de la terraza sacó las mesas<br />
y colocó las sillas alrededor de las mismas, se dignó a levantarse.<br />
Jamal lo reconoció nada más verle y le mencionó a Dalas el tipo<br />
de bebida que solía tomar; el bloguero le mencionó su marca<br />
isotónica favorita y se sentó en una de las mesas, mientras el iraní<br />
volvía dentro de su local a preparar la bebida. Se recostó Dalas en su<br />
<strong>33</strong>
silla hecha de metal y no sabía si de plástico o resina concentrada. A<br />
su espalda pasó el tranvía y el bloguero se giró rápidamente para ver<br />
apenas una sombra de lo que eran sus pasajeros, acumulados como<br />
sombras en su interior. No reconoció a ninguno, pero quiso pensar en<br />
una persona en especial. Aunque tampoco la buscase con deleite, no<br />
podía evitar recordarla a ella.<br />
Jamal reapareció con un vaso de cristal en cuyo interior había un<br />
enorme cubito de hielo y una lata de gas vitaminado; concentrado<br />
para deportistas de tamaño extra sin una marca registrada. Comprada<br />
en un supermercado descaradamente. Dalas le dio las gracias y tras<br />
abrir la pestaña de la lata, empezó a derramar el líquido de la misma<br />
en el vaso y vio como el cubito de hielo empezaba a flotar según el<br />
nivel de líquido crecía dentro del vaso.<br />
—¿Deseas algo más?<br />
—-No te preocupes.<br />
Jamal volvió al interior de su local y Dalas, tras vaciar la mitad<br />
del contenido de la lata, no evitó mirar fijamente el cubo de hielo<br />
girar flotando dentro del vaso. Aquel pedazo de agua solida; diez por<br />
ciento a la vista, noventa por ciento bajo el agua. Que en el pasado<br />
había aplastado con su consistencia el casco del Titanic bajo la forma<br />
de un iceberg, sumiéndolo en las frías aguas del Atlántico norte con<br />
cerca de 1512 víctimas mortales, aunque Dalas recordó que la<br />
mayoría de los muertos se debieron a la discriminación entre ricos y<br />
pobres, unido a la temperatura del agua, aunque los tiempos no<br />
habían cambiado mucho. Como la diferencia real entre el primer y el<br />
tercer mundo.<br />
Al igual que aquel mítico y efímero barco, tan endeble como un<br />
gigante con pies de barro, su relación sentimental con Raquel, la<br />
verdad, también estaba hundida hasta el fondo. Vio aquel hielo girar<br />
sobre sí mismo mientras daba cuenta del líquido y derramaba el<br />
34
contenido de la lata, para que no dejase de flotar. Pensó que no<br />
querría tanto a nadie como a Raquel y que la echaría de menos como<br />
se echa de menos un miembro mutilado, una vez se extrae para<br />
siempre del cuerpo dañado.<br />
Dalas se sintió tan cohibido del recuerdo de aquel doloroso<br />
simulacro de novia, qué no sintió el escozor del gas concentrado bajar<br />
por su garganta, ni las chispas que estallaban en contacto con su<br />
tráquea. Tragaba el líquido de golpe una y otra vez, hasta que la lata<br />
de tamaño XXL terminó, y no dejó de beber hasta que el cubito de<br />
hielo chocó contra su nariz. Dejó el vaso en la mesa de un golpe seco<br />
y recordó el cabello plateado de Raquel... pero ya no había vuelta<br />
atrás; fin de la historia, así de simple. Ya le había dado demasiadas<br />
vueltas a todo aquello. Una tentación pasajera, un lío de dos años de<br />
duración y un tiro que salió por la culata como un disparo bloqueado<br />
y adiós a veintidós meses asquerosamente feliz... ¿o quizá no?<br />
Lástima que nada sale como uno desearía; es como un iceberg que<br />
tritura el casco de un barco y lo hunde hasta el fondo.<br />
Dalas llamó a Jamal y le pagó la bebida antes de despedirse y<br />
salir de allí. El vaso quedó por unos momentos atrás, con su trozo de<br />
hielo en su interior, solitario en su mesa. Finalmente el iraní lo<br />
recogió y volvió al interior de su local.<br />
Jorge Zarco Rodríguez (València), 01.05.2016<br />
35
ARCO 2004 - Fotografía de la autora (María Luisa Pérez Rodríguez)<br />
36
Distancia<br />
El pasillo<br />
que transitamos,<br />
se estrecha<br />
por momentos interminables<br />
al paso de los años.<br />
Por instantes<br />
a veces eternos,<br />
a menudo en silencio,<br />
la memoria actúa<br />
volviendo<br />
al pasillo de la infancia,<br />
al regazo de la madre<br />
a los brazos del padre<br />
que, en la noche<br />
te arrebujan en tu sueño.<br />
Sueño tranquilo,<br />
dulce a veces<br />
agitado otras.<br />
Pero en la memoria<br />
los olores, el frío,<br />
la oscuridad del pasillo.<br />
María Luisa Pérez Rodríguez (València)<br />
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />
37
Freddie Mercury – Ben Heine (Bélgica) https://500px.com/benheine<br />
38
Bohemian Rhapsody<br />
Luce la ajustada camiseta de lentejuelas de su hermana mayor, a<br />
través de cuyo escote surge un incipiente vello pectoral. El grosor de<br />
sus piernas atenta peligrosamente contra la flexibilidad de unas mallas<br />
fucsia que también ha tomado prestadas, en este caso de la madre.<br />
Bajo su rizada y oscura melena el rostro, maquillado en exceso,<br />
presenta unos párpados pintados de azul con purpurina y unos labios<br />
decorados de rojo femme fatale. Al fondo, sobre su cama, un póster de<br />
Rufus Wainwright y otro de Freddie Mercury con la toga de armiño y<br />
una corona en la cabeza.<br />
El chico de quince años baila descalzo el tema Bohemian<br />
Rhapsody frente al monitor de su portátil, mientras improvisa un<br />
playback con resultado más que aceptable.<br />
De pronto, la puerta de la habitación se abre y aparece por<br />
sorpresa su padre, que le dirige una mirada repulsiva, lacerante. El<br />
chico para en seco, lo ve y sonríe, si a esa espontánea mueca<br />
suplicando comprensión, quizá compasión, se la puede denominar<br />
sonrisa. Detiene la música, pero el padre, sin pronunciar palabra, sale<br />
cerrando de un portazo. Se oyen sus pasos descendiendo por la<br />
escalera. Después, otro violento portazo y un automóvil que arranca y<br />
se aleja.<br />
El joven pliega la pantalla del ordenador y con ojos vidriosos se<br />
acurruca en el suelo, bajo la ventana. Sabe que va a ser difícil que ese<br />
hombre sea capaz de entender algún día que él no ha elegido ser<br />
como es, que nació así y nadie en este maldito mundo merece sentirse<br />
culpable por ello. Y, porque a pesar de todo lo quiere, el chico llora.<br />
Rafa Sastre (València)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
39
Fotograma de la serie «Sirenas»<br />
(imagen aportada por la autora)<br />
40
Dulce salinidad de escama<br />
Hay algo que aún no te he dicho, soy ese quince de marzo que<br />
embriagado olas gestaste en un mar de piel, caricias y arena.<br />
Soy esa pizca de sal que ahoga tu dulce vida, esa escama que se<br />
te clava en el pecho.<br />
Soy tierra y agua de nadie, cuerpo fragmentado entre realidad y<br />
leyenda, híbrido de carne...<br />
No pido que me quieras, si siquiera que tu red me atrape, solo<br />
deseo que escuches mi dulce canto cuando zarpes a una nueva<br />
conquista y seas, entonces, capaz de ver más allá de la locura, la<br />
marea y unos suntuosos pechos.<br />
Solo deseo que naufragues en la soledad de una roca, esa que<br />
ahora es piedra en el corazón de mi madre.<br />
Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />
41
Sin título – Bohus Lukac (Eslovaquia) https://500px.com/lukac777<br />
42
Eclipse <strong>2017</strong> (Anillo de fuego)<br />
Desde un balcón en penumbras<br />
observo caer la lluvia que, incesante,<br />
desdibuja y transforma las farolas<br />
en cuerpos dorados y zigzagueantes,<br />
como dos enamorados que bailan<br />
en tan solo una baldosa.<br />
Su luz se torna borrosa, pero ilumina<br />
mi traslúcida bata blanca<br />
que no puede cubrir el deseo que mi cuerpo experimenta<br />
al recordar aquel momento<br />
en que, danzando, unimos nuestras bocas<br />
en un apasionado beso.<br />
Sacuden los árboles sus ramas<br />
purificando sus hojas con agua clara<br />
que cae desde un cielo sin estrellas.<br />
Y yo sacudo mis recuerdos<br />
para quitarles el polvo acumulado en el tiempo.<br />
Entonces, al reflejo de ese potente rayo, vuelvo a danzar,<br />
danzo como ese día, al son de aquel bolero,<br />
con tus manos temblorosas<br />
formando en mi cintura<br />
un anillo de fuego.<br />
43
Como ese eclipse que pudo verse<br />
pero nunca sentirse,<br />
como ese abrazo que quemaba mi cuerpo.<br />
Las mejillas unidas, los pies casi sin movimiento.<br />
Y ese «estás hermosa» susurrado con ternura,<br />
con esa inconfundible voz<br />
de mi niño-hombre.<br />
Cuántos años han pasado, cuánto tiempo,<br />
desde aquel bolero que inundaba la sala con<br />
«Reloj no marques las horas…»<br />
Pero no se detuvieron sus manecillas,<br />
nuestros pies se apartaron de la única baldosa,<br />
nuestras vidas deambularon por otros mares y tierras.<br />
El reloj marcó las horas<br />
pero se detuvo en aquel beso<br />
tan hermoso, tan único, del que aún guardo el recuerdo.<br />
«Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer…»<br />
Esa música vive en mí, y a pesar de los años, me hace sonreír.<br />
Me hace temblar de emoción,<br />
porque aún siento el calor de tus manos<br />
como un anillo de fuego<br />
que por siempre me rodeará<br />
y ningún eclipse podrá igualar.<br />
Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)<br />
44
In memoriam<br />
Sin título – Philippe Volle (Francia) https://500px.com/pvolle<br />
Regresé a nuestro pueblo, esperando encontrar la dicha que dejé<br />
con mi partida. En mi ausencia, el tiempo empequeñeció mi reino y<br />
lo cubrió de abandono. Se igualaron las intenciones de volver, con las<br />
intenciones de no hacerlo.<br />
Fueron pasando los días, los meses, los años… y la felicidad se<br />
cansó de esperarme. Sólo en medio de este caos de sensaciones,<br />
permanece inalterable el sabor amargo de las lágrimas.<br />
Demasiados viajes al cementerio, demasiados paseos por ese<br />
camino polvoriento, que en verano parece querer derretirse como<br />
plomo líquido…<br />
In illo tempore… ¡En aquellos tiempos! Yo era tan feliz…<br />
Rosi Serrano Romero (Móstoles, Madrid)<br />
45
Bailarina – Ramón Gutiérrez (Barcelona) http://rpintor.deviantart.com/<br />
46
El vals de la muñeca<br />
Un dos tres, un dos tres… Desde niña tenía esa costumbre.<br />
Cuando algo no me gustaba, caminaba a ritmo sincopado de vals,<br />
centrándome en no perder la pauta, como me habían enseñado en la<br />
academia. Mi madre se solía poner furiosa cuando tenía que tirar de<br />
mí al cruzar una calle o ir a algún sitio.<br />
Un dos tres, un dos tres... Llegó el día. Me dieron la<br />
protagonista del vals de Coppelia, el vals de la muñeca que siempre<br />
fue mi pieza preferida. Y contando hasta tres, sin perder la pauta,<br />
calmaba los nervios, mientras me atusaba mi tutú de plato rojo y mis<br />
rojas zapatillas de baile.<br />
Un dos tres, un dos tres. Perdí el ritmo. Y mi rodilla se negó a<br />
obedecerme en uno de los dieciséis fouettés que siempre arrancaban los<br />
aplausos. Y apreté los dientes mientras en el hospital trataban de<br />
poner el hueso en el sitio. Sin dejar nunca de contar hasta tres.<br />
Un dos tres, un dos tres… Aporreaba a ritmo ternario el teclado<br />
de segunda mano que, en sus mejores días, estaba conectado a un<br />
ordenador. Aprendería a usarlo como aprendí a hacer dieciséis<br />
fouettés. Y para cuando subiera en el avión rumbo a mi nueva vida,<br />
estaría preparada.<br />
Un dos tres, un dos tres… Ahora camino sin perder el ritmo. Mi<br />
madre seguro que se pondría furiosa si estuviera aquí. Pero solo trato<br />
de concentrarme en el vals que sigue sonando en mi cabeza. Y me<br />
olvido del resto<br />
Un dos tres, un dos tres... En realidad, solo he cambiado mis<br />
zapatillas de puntas por unos empinados tacones. Y el rojo tutú de<br />
plato por un rojo corsé de raso barato. El escaparate de la linda<br />
Coppelia se tornó otro distinto: el de la rotonda donde exhibía mi<br />
cuerpo en busca de un cliente. Implorando al cielo porque un coche<br />
47
parara, e implorando también porque nadie lo hiciera. Entre la<br />
necesidad de sobrevivir y el odio a mí misma por hacerlo. Caí en la<br />
trampa. Nadie regalaba una vida a una bailarina que ya no podía<br />
hacer dieciséis fouettés.<br />
Un dos tres, un dos tres. Hoy era el día. Sin sacar de mi cabeza<br />
el ritmo sincopado del vals, saqué el cuchillo que llevaba guardado en<br />
el rojo corsé de raso barato que me acababa de quitar para siempre. Se<br />
lo acerqué a esa parte de su anatomía con que pretendía que fuera<br />
suya una vez más. Y a la de tres, le hice un corte jurando que serían<br />
muchos más si no me llevaba a la comisaría más cercana.<br />
Un dos tres, un dos tres… Suena el teclado conectado a un<br />
ordenador del policía que recoge mi historia.<br />
Y mientras, en mi mente, Coppelia vuelve a hacer dieciséis<br />
fouettés. Ha logrado dar la vuelta a su vida en la más virtuosa pirueta<br />
que una bailarina hizo jamás. Y esta vez, es el público quien aplaude<br />
al ritmo sincopado del vals. Un dos tres, un dos tres...<br />
Susana Gisbert Grifo (València)<br />
http://conmitogaymistacones.com/<br />
48
Se acaba abril empieza mayo<br />
En estos días, la naturaleza deja sin palabras,<br />
el color te embarga la mirada<br />
y el olor te enturbia el olfato.<br />
En estos días, la belleza se toca con las manos,<br />
paladeando sabores imprecisos,<br />
la primavera no es una estación. Es un sentido.<br />
En estos días, la luz acompaña a la vida pasar.<br />
Texto y fotografía: Carmen Martínez Marín (Murcia)<br />
http://aymaricarmen.blogspot.com/<br />
49
Autor desconocido<br />
50
¡Bum, bum!<br />
Dedicado a Gloria Fuertes<br />
¡Bum, bum!<br />
Mi corazón late;<br />
como el chocolate,<br />
como el café latte.<br />
¡Bum, bum!<br />
El tambor suena;<br />
en la procesión,<br />
en la chirigota,<br />
en la verbena.<br />
¡Bum, bum!<br />
La bomba cae<br />
sobre mi casa,<br />
sobre mi madre.<br />
El niño llora,<br />
Ya no está su madre,<br />
ni su casa,<br />
ni la chirigota,<br />
ni el chocolate.<br />
Marisa Martínez Arce (València)<br />
51
Pianista Jazzowy – Janusz (Polonia) http://kjfh1.deviantart.com/<br />
52
El pianista del bar de la calle Serrador<br />
El pianista del bar de la calle Serrador no era nadie especialmente<br />
destacable. No era atractivo ni simpático. No tenía familia ni<br />
amigos, ni parecía importarle. Ni siquiera sabía tocar el piano<br />
demasiado bien. Vivía solo en un apartamento minúsculo, justo<br />
encima del tugurio donde trabajaba. Dormía durante toda la mañana<br />
y se pasaba el resto del día tumbado en la cama sin nada que hacer.<br />
Sobre las 9 de la noche, se vestía y bajaba al bar. El dueño, un<br />
hombre minúsculo llamado Julián, a quien todo el mundo solía<br />
llamar «El zorro», le recriminaba noche tras noche lo tarde de su<br />
llegada. El pianista lo ignoraba y se sentaba en el mugriento asiento,<br />
compañero del viejo instrumento musical.<br />
Aquel piano era incluso más antiguo que el propio bar. «El<br />
zorro» le contó una vez que cuando compró el local ya estaba allí, en<br />
medio de una enorme tarima colocada en medio del sucio y rancio<br />
antro. Al parecer, incluso el dueño anterior lo había conocido desde<br />
que en su juventud era arrastrado hasta allí por su padre para pasar<br />
largas horas tras la destartalada barra.<br />
Cuando «El zorro» había intentado desplazarlo del pequeño<br />
escenario donde se encontraba, con el fin de ampliar la capacidad del<br />
local, le había resultado imposible. Las planchas de madera ocultaban<br />
debajo una gran placa de metal a la que estaba unido el piano, lo que<br />
impedía quitarlo sin antes hacer un enorme boquete en busca del<br />
suelo original. Así pues, el piano se quedó allí, y el actual propietario<br />
no tuvo más remedio que contratar a un músico que resultase barato.<br />
Cada noche, el pianista limpiaba con esmero su instrumento con<br />
un paño húmedo y acariciaba una por una las teclas, para luego<br />
afinarlas como él recordaba que debían sonar. Luego empezaba a<br />
53
tocar. La mayoría de las canciones eran muy lentas, para no molestar<br />
a los clientes.<br />
Sin embargo, hacia el final de la jornada, cuando ya no quedaba<br />
prácticamente nadie, se permitía elevar el tono e interpretaba el<br />
«Nocturno en Do sostenido menor», de Chopin. Lo hacía con fuerza<br />
pero con cariño, para que todo el mundo le escuchase. Aquello le<br />
recordaba un tiempo anterior, cuando era feliz, cuando tocaba el<br />
piano solo por placer. Cada noche, y solo durante la ejecución de esa<br />
obra, esbozaba una pequeña sonrisa que duraba hasta que sus dedos<br />
cumplían con los últimos acordes de la pieza. Después cerraba el<br />
piano y se levantaba entre el silencio del público, más demoledor que<br />
un millar de aplausos.<br />
Pablo Lloret Estrada (Carcaixent, València)<br />
54
Leviatanes interesados<br />
Ilustración de Polly Nor (Reino Unido) http://pollynor.com/<br />
Aportada por la autora<br />
Los llaman los demonios<br />
de las nuevas tecnologías.<br />
Los parásitos<br />
que habitan en tu subconsciente,<br />
tu incansable realidad<br />
y tu aburrido presente.<br />
Aunque tus ojos pesen<br />
tu mirada no puede escapar de su trampa cristalina,<br />
de luces y sonidos,<br />
55
hashtags,<br />
likes<br />
y tags efímeros.<br />
Tejen las redes<br />
que te apresan,<br />
de cárceles mediáticas<br />
y contenidos vacíos.<br />
Patrocinan tus sueños,<br />
alimentan tus pesadillas.<br />
Los llaman los satanes contemporáneos,<br />
los belcebús modernos,<br />
los engendros de las quimeras perdidas<br />
y se esconden en tus datos bancarios,<br />
tus correos personales<br />
y tus fotos prohibidas.<br />
¡Cuidado!<br />
Dicen que ya te han atrapado.<br />
Por favor,<br />
apaga el ordenador,<br />
el móvil,<br />
la tableta…<br />
Y vuelve a sonreír,<br />
sin necesidad de tener que compartir toda tu vida<br />
en ese mundo falso<br />
e imaginario.<br />
Esther Moreno Morillas (Valéncia)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
56
Sexto Grado – Primario<br />
Imagen encontrada en la red (autor desconocido)<br />
Primer domingo de marzo, aún algo de Febo calentaba aquellas<br />
tierras.<br />
Misa matutina. Almuerzo rápido y a la canchita.<br />
Fútbol, y mucho. Canchita de tierra dura y pedregosa.<br />
Caída y raspón (1). Y alguna trompada. Ese flaco de mierda, del<br />
barrio Los Locos, me hizo un caño (2), y encima me cargó (3).<br />
Regresamos. Gritos.<br />
—¿Recién llegan? ¡Miren la hora que es!<br />
—A bañarse y cenar. ¡Mañana empieza el ciclo lectivo! ¡Y a<br />
dormir temprano!<br />
57
—Enrique, ¿no empezaban las clases?<br />
—Carlitos, no seas boludo, se dice «electivo» también.<br />
Pesadillas y profundos sueños.<br />
Goleada. 6 a 1. El 1, culpa mía. Pasó la hija del loco del todolito<br />
(4), y por ficharla (5), me comí el amague (6).<br />
—Chicos… ¡Arriba! Empiezan las clases.<br />
Era un sueño. Otra pesadilla más.<br />
Papá insistió:<br />
—¡ARRIBA! Dejo la leche y no lleguen tarde.<br />
Café con leche. Tostadas con el pan de ayer. Manteca y azúcar<br />
sobre ellas.<br />
—¿Y eso, Enrique? ¡Mira lo que dejó mamá!<br />
Un guardapolvo, duro por el almidón Dos Conejos.<br />
El portafolio, reluciente. Cuero marrón, dos bolsillos con dos<br />
hebillas. Abultado. Repleto.<br />
En realidad, parecía un armario, al revés, lleno de estantes.<br />
—Vamos Carlitos, vamos, me apuraba Enrique. A vos te toca<br />
Irene, a mí la vieja Adelaida.<br />
Izar la bandera, cantar el himno, y al aula.<br />
La Seño indicó: «saquen los útiles».<br />
En los bolsillos, las gomas Dos Banderas (7), azul y roja,<br />
rectangular. Otra, blanca, para lápiz. El lápiz negro, número 12<br />
(dibujo) y la caja de 12 colores Faber-Castell. El sacapuntas también.<br />
Y un lápiz Tinta, para mojar con la lengua.<br />
Abro ese «armario» de cuero. El cuaderno, tapas duras, 90 hojas,<br />
Saavedra*. El de Comunicaciones (alcahueterías), tapas blandas<br />
Éxito*, 45 hojas. La tapas de carpeta, su cordón y las hojas<br />
Rivadavia. Un block, de hojas lisas Ledesma*.<br />
58
Segundo «estante»: hojas de dibujo Cansson. Secante. Papel<br />
glacé. Papel de calcar. Lapicera, con pluma Cucharita. Plumín y tinta<br />
china negra Eureka. Frasquito de Pegalotodo*.<br />
El tintero involcable, tinta azul Pelikán. La que mandaba el<br />
Gobierno era aguada, y la Seño, nos decía:<br />
—Si pueden compren otra tinta mejor.<br />
La realidad, es que hacíamos una vaquita (8) y Don Romero, el<br />
de la librería, nos hacía una rebaja. Siempre nos faltaban algunas<br />
monedas, pero la maestra nos decía: «la cooperadora, pone lo que falta».<br />
En realidad, la Cooperadora, era muy pobre, solo algunos alumnos<br />
colaboraban mensualmente con ella.<br />
Tercer «estante»:<br />
—¿Y eso? Todo envuelto en un cartón, todo arrugado. Escuadra,<br />
transportador, de plástico flexible. Una regla, de 30 cm, con tres<br />
escalas, triangular. Pero la sorpresa era esa caja rectangular, tan<br />
protegida. Tan misteriosa. Un compás, con pluma para tinta, punta<br />
para minas, marca Mauser* Debo haber cambiado la cara, porque se<br />
acercó la Seño, y dijo:<br />
—Carlitos, ¡tiene tiralíneas!<br />
—Sí, Seño, por supuesto (en realidad, no sabía que era un<br />
tiralíneas).<br />
Y entonces me acordé del abuelo. Y de esa carta, que papá abrió<br />
y dijo:<br />
—Negrita, mañana debo ir al pueblo. Esto se cobra en el banco.<br />
El abuelo, con sacrificio, enviaba un cheque para que papá<br />
comprara esa maravillosa caja de compás que me dejó deslumbrado.<br />
Último «estante». Manual Kapeluz y el Estrada.<br />
—¡Carajo ! ¡Qué gordos y pesados son!<br />
Y el libro de lectura, El Hada Buena (9)<br />
Todo forrado con papel araña azul y etiquetado.<br />
59
Y las plastilinas Alba, para Trabajos Manuales.<br />
En un rinconcito, un bultito, envuelto en una servilleta.<br />
Un sanguchito, con queso y matambre. Un papelito: «Por si te da<br />
hambre. Mamá».<br />
Pero ¿qué me pasa?... ¡Estoy en la escuela!<br />
No es un sueño. Estoy despierto.<br />
Y en el aula. En clases.<br />
Entra el Director:<br />
—¿Todo bien Srta.Irene?<br />
—Sí Señor. Gracias.<br />
El dire se retira, ofreciéndonos una mirada.<br />
Pero… ¡qué cara de culo tiene, papá!<br />
(1) RASPÓN: Excoriación.<br />
(2) CAÑO: Picardía, que consiste en un autopase, trasladando la<br />
pelota entre las piernas del rival.<br />
(3) CARGAR: Mofarse, burlarse.<br />
(4) TODOLITO: Teodolito, instrumento topográfico de precisión<br />
para medir ángulos de distintos planos.<br />
(5) FICHARLA: Mirarla.<br />
(6) AMAGUE: Esquive.<br />
(7 y *) MARCAS: Inexistentes hoy en día.<br />
(8) VAQUITA: Juntar dinero para comprar algo.<br />
(9) HADA BUENA: Libro de lectura obligatorio. En homenaje al<br />
Presidente.<br />
Carlos María López (Buenos Aires, Argentina)<br />
60
Amor nunca olvidado<br />
Locking love – Marco S (Irlanda) https://500px.com/dudermarco<br />
Helena, de 23 años, licenciada en Ciencias de la Comunicación<br />
en la Universidad Complutense de Madrid, se marcha a Roma para<br />
matricularse en un curso de doblaje en la Ciudad Eterna. Le gusta<br />
mucho este trabajo. Es bilingüe perfecta, su madre es italiana. Ha<br />
elegido el curso de un Director de doblaje muy famoso. Sus padres no<br />
quieren que vaya y ponen todo tipo de trabas para disuadirla.<br />
Pero Helena ha trabajado de camarera en restaurantes y ha<br />
ahorrado para el viaje y el curso. Ha sido admitida y además le han<br />
concedido una beca.<br />
61
Su madre, Anna, una mujer culta, todavía joven y muy hermosa,<br />
también es tozuda, quizá más que su hija, así que decide viajar a<br />
Roma para hablar con el Director del curso y pedirle que desanime a<br />
Helena.<br />
¡Que se invente una excusa cualquiera y haga que vuelva a<br />
España!<br />
En el curso la consideran muy apta y con una voz llena de<br />
matices. Una dobladora perfecta que puede adaptarse a varios<br />
papeles: dramáticos, cómicos, comedias, dibujos animados, etc. y<br />
puede hacer prácticas presentándose a castings para empezar a ganar<br />
dinero. Consideran que es muy buena para este trabajo.<br />
Al llegar su madre, Helena le cuenta entusiasmada los progresos<br />
que ha hecho, y que pronto va a empezar a doblar en algunas<br />
películas.<br />
Anna disimula sus verdaderas intenciones para que su hija no<br />
sospeche de que va a ver al Director, decidida a salirse con la suya.<br />
Pero, cuando se encuentran, recuerda los años que estuvieron juntos y<br />
lo mucho que se amaron, y lo que creía olvidado se le presenta de<br />
repente con más fuerza que nunca. Él la mira con ojos de ternura y<br />
más todavía cuando Anna le confiesa que Helena es su hija. Cuando<br />
se quedó embarazada prefirió desaparecer porque él estaba casado y<br />
sabía que no habría dejado a su mujer.<br />
Cenan juntos y Anna sube a su casa. La pasión vuelve a estallar<br />
como hace veintidós años y hacen el amor con el deseo de algo<br />
reprimido durante mucho tiempo. Él no quiere que se vaya, está<br />
divorciado desde hace tiempo y ahora que ha vuelto a encontrarla no<br />
está dispuesto a perderlas, ni a ella ni a su hija.<br />
Cuando Anna salió para Roma, su marido sospechaba que<br />
además de convencer a la hija, su viaje tenía otras intenciones. Había<br />
encontrado sus fotos con el entonces joven Director, y era evidente su<br />
62
amor en aquellos años e imaginaba lo que podía ocurrir ahora. Su<br />
relación estaba en crisis desde hacía tiempo y conocía el carácter<br />
apasionado de su mujer.<br />
Con el tiempo, Helena se convirtió en una excelente actriz de<br />
doblaje. Su madre y Fabio, que así se llama el famoso Director, han<br />
retomado su amor, aparcado durante más de veinte años, pero eterno<br />
como Roma, la ciudad donde viven y proyectan un futuro de sueños<br />
incumplidos, pero necesarios.<br />
Del marido no se sabe nada, pero seguro que también ha rehecho su<br />
vida en Madrid, su ciudad, y donde, seguro, es feliz con la mejor<br />
amiga de Anna.<br />
María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />
http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />
63
In the night – Lilia Samolyuk (Ucrania) https://500px.com/lilia_samolyuk<br />
64
Mis recuerdos<br />
Cierro los ojos,<br />
dejo que las fuerzas<br />
me abandonen,<br />
relajo mis músculos.<br />
Me concentro<br />
en el metrónomo<br />
sincopado del tren.<br />
Una lágrima escapa<br />
sin permiso<br />
de mis ojos,<br />
resbala por la mejilla<br />
y se detiene<br />
junto a la boca<br />
donde se seca<br />
y deja su sabor salado.<br />
Allí la encontraré<br />
cuando despierte<br />
para recordarte<br />
caminando junto a mí<br />
paseando por nuestra playa<br />
Manuel Serrano (València)<br />
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Kiting – Anders Green (Suecia) https://500px.com/andersgreen<br />
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Juego de geometrías<br />
(¿cuento para niños?)<br />
El niño jugaba con la pelota, cuando la muy redonda, se cayó<br />
dentro de una caja con tan mala suerte, que la tapa se cerró y la pelota<br />
se convirtió en un cubo parecido a un dado, pero sin pintas.<br />
—¡Cataplún!— se oyó en el vecindario.<br />
La caída fue tan impetuosa, que la caja fue a parar a una vieja<br />
calle, que atravesaban unas ruinosas vías. Quiso la casualidad que un<br />
tren pasara, y que rodara por encima del cubo, dejándolo azul y<br />
chato, hecho un cuadrado.<br />
Un pájaro, que paseaba orondo por la vereda, lo vio caído y<br />
comenzó a picotearlo. Tiró de una punta, tiró de otra, hasta darse<br />
cuenta, que no era un manjar de su agrado. Entonces los cinco lados<br />
en que quedó vestido el cuadrado, se pusieron a volar por el impulso<br />
de un viento primaveral e inesperado, cuando por ahí pasaba una<br />
alegre cometa, enamoradiza y coqueta, buscando dueño. Al verlo<br />
lucir tan hermoso al elegante pentágono, lo atrapó con su cola de<br />
retazos, lo abrazó, lo estrujó y le estampó un beso en el centro del<br />
diámetro, con forma de cruz. Fue tanto el amor que los unió, que<br />
volaron hasta las estrellas.<br />
Una vez allí, alguien, un mago que habita los grandes espacios,<br />
por envidia o por recelo, los separó y lanzó con desprecio al mar,<br />
aquel artefacto guardándose el pentágono. El multicincolados, se<br />
volvió de papel por la tristeza y al mago no le importó, porque en su<br />
avaricia, solo le interesaba convertirlo en una estrella.<br />
El señor Abracadabra, que así se hacía llamar el mago, plegó las<br />
cinco puntas y lo pintó de plateado. Lo colgó en el oscuro cielo, y el<br />
67
pobre, disfrazado de astro celeste, quedó confundido entre el amor y<br />
la desdicha, con su opaco brillo, camuflado, lejano y solitario,<br />
extrañando al niño y a su cometa.<br />
Las estrellas, que ya habían advertido que ese purapuntas no era<br />
como ellas, al verlo sufrir se compadecieron y con uno de los anillos<br />
de Saturno, decidieron ponerle una corona de colores y lanzarlo a los<br />
océanos, para que el viento lo inflara de esperanza, hasta que pudiera<br />
encontrar de nuevo su propia tierra. Agradecido se despidió y<br />
navegando millas y más millas, por el espacio, ya próximo a su<br />
planeta, tomó un respiro en unas nubes, mientras oteaba el paisaje, en<br />
busca de sus seres queridos.<br />
—Nunca hemos visto una pelota caer del cielo —le dijeron las<br />
nubes confundidas.<br />
—Entonces quiere decir, que he vuelto a ser quien era —se dijo<br />
como para sus adentros, mientras una nubes rechonchas y merengosas,<br />
seguían inspeccionándolo tan asombradas como absortas.<br />
Al ver aquella playa, que bien conocía, pudo reconocer a su<br />
amigo, el niño con quien siempre jugaba, que rescataba del mar una<br />
cometa y con cariño y esmero, la secaba.<br />
Fue así que se lanzó hasta la orilla y vieran ustedes, cuánta fue la<br />
alegría, al volverse a reunir en familia, el niño, la cometa y la pelota.<br />
No se sabe bien por qué, pero muchos dicen que por temor o por<br />
vergüenza, la pelota nunca le contó a la alegre cometa, que fueron<br />
enamorados en otra vida.<br />
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />
http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />
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Su último blues<br />
Jazz Club – Davide Mantovanelli (Italia)<br />
https://500px.com/davidemantovanelli<br />
La tenue iluminación y el olor a tabaco y alcohol inundaban al<br />
local de una profunda sensación de soledad, a pesar de que los<br />
asistentes permanecían, codo con codo, sentados alrededor de las<br />
minúsculas mesas.<br />
Al fondo, sobre el escenario, la cantante, recostada sobre el<br />
piano de cola, se aferraba a las primeras notas de un triste blues. El<br />
músico, taciturno y cabizbajo, huía de la partitura en busca de una<br />
clave de alegría.<br />
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Tras su aparente distancia, ambos escondían una larga historia<br />
y, en esencia, recuerdos que parecían marchitarse con el paso de las<br />
notas.<br />
Se conocieron cuando ella deambulaba de local en local en<br />
busca de una actuación sin apenas suerte. Él, con una larga carrera<br />
como pianista a sus espaldas, reconoció su gran talento nada más<br />
oírla. Y también su innegable belleza, que súbitamente le conquistó.<br />
Su primera oportunidad como cantante vino acompañada de una cita<br />
con aquel que había sabido valorarla. A ésta se le sumaron paseos por<br />
el parque, pitillos y copas hasta el amanecer, noches sin tregua… pero<br />
la música no siempre es fiel al amor, y la cantante decidió que sería<br />
mejor alejarse.<br />
Sin embargo, años más tarde se volvían a encontrar. Ahora, él<br />
sólo quería que ella le concediera su oportunidad. Sus lánguidos<br />
dedos se deslizaban con la innegable maestría de un experto por las<br />
teclas del piano, creando, más que música, susurros que le rogaban<br />
que no se marchara de nuevo. Pero ella, inmutable, entonaba su<br />
patética melodía para recordarle que no iba a volver.<br />
Paula Sastre (Alicante)<br />
70
Puntos cardinales<br />
Compass – Jasmine LY https://www.flickr.com/photos/95715663@N08/<br />
Si perdía el norte, podía tardar días en encontrarlo de nuevo; sin<br />
saber por qué, su brújula siempre marcaba el oeste, burlándose de<br />
ella, tratando de confundirla en medio del bosque de sus<br />
pensamientos.<br />
Ni el musgo que podía crecer en los árboles indicaba el punto<br />
que buscaba, así se reían sus guías de ella; y no se irritaba, podía ser<br />
que el oeste fuera su nuevo norte, que los campos electromagnéticos<br />
de su mundo hubieran cambiado sutilmente hasta trastocar la<br />
ubicación de las cosas, y el imán de su indicador esférico no se diera<br />
por aludido.<br />
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El sonido del agua brotando de entre unas rocas la atrajo con<br />
fuerza, pero aquello caía al sur, dijera lo que dijera su brújula.<br />
Rozó con ternura la empuñadura de su espada de madera y el<br />
suave cuero del carcaj que cargaba a la espalda le acarició el codo,<br />
sobresaltándola. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir?<br />
Posó su mirada en la roca cubierta de liquen que interrumpía la<br />
claridad del sendero hacia el nacimiento del río; decidió que no había<br />
mejor camino que el que no existía aún y comenzó a trazarlo con sus<br />
pisadas.<br />
Trepó, no sin dificultad, a lo alto de la atalaya natural y el<br />
mundo que la rodeaba tomó una nueva dimensión. Ahora ya podía<br />
ver por encima de las copas de los árboles, un lecho infinito de hojas<br />
verdes.<br />
Se tomó un momento para descansar y observar. Allí era<br />
inalcanzable, se sentía poderosa e invencible; ni la expectativa de<br />
encontrar su destino podía empañar aquel instante, y aprovechó para<br />
imbuirse de aquella sensación, tratando de acumularla en su interior<br />
para usarla cuando llegara el momento.<br />
Antes de bajar por la otra cara de la roca, consultó de nuevo su<br />
brújula; definitivamente se había vuelto loca, pues ahora indicaba<br />
algún punto entre su ombligo y su corazón, cuando ella sabía con<br />
exactitud que, cualquier norte que pudiera existir, estaría más bien<br />
hacia el otro lado.<br />
Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />
https://ladesdichadesersalmon.com/<br />
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Presentación de «Relatos con banda sonora»<br />
Fotografías cortesía de Pablo Lloret Estrada, tomadas durante el acto<br />
celebrado la tarde del 29 de abril en la Feria del Libro de Valencia.<br />
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La presentación de «Relatos con banda sonora» en la Feria del<br />
Libro de Valencia resultó memorable. Llenamos el espacio que nos<br />
fue cedido y además de una maravillosa exhibición de danza y música<br />
(a cargo de Susana y Albert), contamos con la entrañable presencia de<br />
amigos venidos expresamente de Madrid (Rosi Serrano), Barcelona<br />
(David Rubio) y Pamplona (Pernando Gaztelu). Leímos cuatro de los<br />
relatos del libro (que próximamente estará disponible en Amazon) y<br />
echamos unas terapéuticas risas. Esta familia se va haciendo poco a<br />
poco numerosa y nos congratulamos de ello.<br />
Lo siguiente será reunirnos de nuevo el día 13 para convocar a<br />
quienes no pudieron participar en este encuentro (y a los que quieran<br />
repetir), finalizar los proyectos en curso e idear otros nuevos que nos<br />
permitan seguir creciendo... hasta el infinito y más allá.<br />
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Nuestros libros<br />
«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016)<br />
disponibles en AMAZON, en versiones papel y digital<br />
Dos libros de relatos y microrrelatos<br />
con la participación de escritores habituales<br />
de la revista VALENCIA ESCRIBE<br />
¡Hemos tirado los precios!<br />
78
Libros de nuestras/os colaboradores<br />
Destino 22 / Experiencias - Jorge Richter Vázquez<br />
(Disponibles en Amazon)<br />
Dos libros de relatos de Jorge Richter, explorador incesante del<br />
vivir, que como dice uno de sus personajes «sale a enfrentarse al<br />
horizonte del mundo». Dos volúmenes que reflejan una serie de<br />
vivencias, reflexiones, imágenes que hablan, a veces, de un universo<br />
incómodo, difícil. Otras, tierno, sorprendente. Pequeñas historias,<br />
mezcla de fantasía y realidad que transitan entre la esperanza y el<br />
destino trágico, la redención o la condena. Escritura como catarsis, tal<br />
vez, pero que desprende una autenticidad que mucho tiene que ver<br />
con el mundo por el que el autor, atento, transita.<br />
79
Palabras en la basura<br />
Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />
http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />
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Números anteriores de Valencia Escribe<br />
Número 25 (Junio 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55598725/ve-25-junio<br />
Número 26 (Octubre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre<br />
Número 27 (Noviembre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre<br />
Número 28 (Diciembre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre<br />
Número 29 (Enero <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero<br />
Número 30 (Febrero <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero<br />
Número 31 (Marzo <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo<br />
Número 32 (Abril <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />
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Valencia Escribe en las redes<br />
Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />
Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />
concursos literarios que os podrían interesar<br />
https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />
Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />
mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />
también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />
https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />
Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />
para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />
Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />
reglas…<br />
https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />
¿Queréis compartir los eventos culturales más interesantes a<br />
celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones, conferencias,<br />
presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos… todo eso y más<br />
en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />
https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />
1806573156<strong>33</strong>2152/<br />
Valencia Escribe (y mucho) es un grupo recién estrenado,<br />
creado para compartir vuestros poemas, microrrelatos y entradas de<br />
cualesquiera blogs literarios mantenidos por los amigos que integran<br />
esta familia que cada vez se hace más y más y más grande.<br />
https://www.facebook.com/groups/393565884345726/<br />
82
¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />
lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />
decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />
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Club de Lectura Valencia Escribe<br />
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La foto de Miguel<br />
Font de La Murta (Alzira) - Miguel García Rodríguez (València)<br />
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