VE-34 JUNIO 2017
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Número 34 - Junio 2017
© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías
o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)
Portada: Fotografía capturada en la red (autor/a desconocido/a)
Diseño y edición: Rafa Sastre
Colaboraciones: revistave@hotmail.com
Descarga de este número de la revista (formato PDF, 5.07 MB):
http://www.mediafire.com/file/io9m3gw6zl4sg4e/VE-34+JUNIO.pdf
Índice
Summer is coming (Rafa Sastre) Pág. 1
Fórmula magistral (David Rubio) Pág. 3
¡Recuérdanos! (M. Graciela Navarro) Pág. 7
Arte efímero (Aurora Losa) Pág. 9
Mi abuela (Manuel Serrano) Pág. 11
Nueva versión del paraíso (Malén Carrillo) Pág. 13
Botanic´s Perople/Clorofílica alegría (Toni Esteve) Pág. 15
Verde quebrado (Isabel Puig) Pág. 17
Hasta la próxima vez (Vivian Rodríguez) Pág. 19
Oposiciones y enchufados (M. Grazia Scelfo) Pág. 21
La era digital (Esther Moreno/José Luis Sandín) Pág. 23
Las olas vienen a la orilla (Carmen Martínez) Pág. 25
Alma Mater (Conxa Gausí) Pág. 27
Cuna sin barreras (Susana Gisbert) Pág. 29
Una sensación de amor en la camiseta (Gladys Alonso) Pág. 33
Perfecta (Marisa Martínez) Pág. 35
¿Eras vos, mama? (Liliana Ebner) Pág. 37
El amor no muere, solo duerme (Rosi Serrano) Pág. 39
Sutil (Manoli Vicente) Pág. 43
La casa azul de Albarracín (Cristina Cifuentes) Pág. 45
Visita relámpago (Rafa Sastre) Pág. 47
El último de la fila (Luisa Berbel) Pág. 49
Final (Luis A. Molina) Pág. 51
Violencia machista (M. Luisa Pérez) Pág. 53
Fútbol en una enojosa mañana de calor (Jorge Zarco) Pág. 55
Novela (José Luis Sandín) Pág. 59
Sobrevivir (Carmen Fabiá) Pág. 63
Abrazar al sol (Aldana Giménez) Pág. 65
¿Un fallo en el método? (Lu Hoyos) Pág. 67
Sin decir adiós (Mirta Calabrese) Pág. 69
Un tipo con suerte (Marta Navarro) Pág. 71
Carta al viento (Vicente Rius) Pág. 73
Presentación/guateque «Relatos con banda sonora» Pág. 76
Nuestros libros Pág. 80
Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 82
Palabras en la basura Pág. 84
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 85
Valencia Escribe en las redes Pág. 86
La foto de Miguel Pág. 88
¡¡¡ Os queremos a todos allí !!!
Enlace a las bases:
http://valenciaescribe.blogspot.com.es/2017/05/ii-concurso-derelato-rapido.html
Summer is coming
Se acerca el verano en el hemisferio norte y con él, un servidor
se toma unilateralmente —como ya hizo el pasado año— unos meses
de vacaciones. No discutiré si las merezco o no, solo os aseguro que
mi mente exige desconectar y dedicar más tiempo a otras actividades,
entre ellas leer y escribir, tarea esta última que tengo demasiado
abandonada. He puesto en busca y captura a las musas, pero ni por
esas. Necesito recobrar la señal GPS de esa imaginación que tantas
veces me guió; ya veremos cómo diantres me las apaño.
Aunque con musas o sin musas, la intención es volver pronto
(las semanas pasan volando) para recopilar todos aquellos textos que
tengáis a bien enviar en un nuevo número de la revista, el
correspondiente a octubre. Hasta entonces, solo os deseo lo mejor de
lo mejor: salud y amor. Lo demás, al menos para el que suscribe, no
resulta trascendente.
Rafa Sastre
1
Imagen del libro «Elements of modern chemistry» (1887)
2
Fórmula magistral
Desde la rebotica, Andrés se mordía el labio al escuchar las
palabras de agradecimiento de una clienta. Miró hacia la cortina
esperando la entrada de su suegro, el famoso farmacéutico don
Rodolfo Sánchez, felicitándole por el éxito de su preparado.
—¡Andrés! —exclamó don Rodolfo con una sonrisa tan enorme
como su barriga—. Doña Asunción está encantada con el
medicamento para eliminar los cálculos renales. Te felicito.
—Lo que deberías hacer es nombrarme socio y reconocer mi
autoría.
—Vamos, la egolatría es pecado. Además, no olvides que yo
superviso los compuestos para evitar errores.
Andrés sintió una punzada en el estómago.
—¿Qué insinúas?
—Nada, querido yerno, nada.
—Sabes de sobra que no fue culpa mía.
—Por supuesto. —Se escuchó el móvil de viento de la entrada—
Discúlpame, tengo que atender a un cliente.
Volvió a quedarse a solas entre tubos de ensayo, matraces,
destiladores, material de laboratorio y, por supuesto, la foto de Clara.
Andrés cerró el puño. Volvió a repetirse, como cada hora de cada día,
que él no tuvo la culpa, que no fue una de sus medicinas la que la
mató, sino una extraña alergia no diagnosticada. Por ello, no era justo
que su talento para la farmacopea se viera encadenado a las
insinuaciones y tácitas amenazas de don Rodolfo.
Pero eso iba a cambiar esa misma noche.
3
Tras terminar de anotar un preparado para la psoriasis, cerró el
libro de fórmulas magistrales. Lo sostuvo un momento, pensando en
el prestigio y el dinero que su suegro había ganado con sus recetas.
Recogió una probeta que contenía un compuesto de arsénico y
con una jeringuilla extrajo cinco miligramos. Entonces, se acercó a la
caja donde su suegro guardaba los habanos que se fumaba después de
contabilizar la recaudación del día. Con cuidado de no rasgar los
bordes, introdujo la aguja y apretó el émbolo en cada uno de ellos.
A la hora de cierre, le deseó que disfrutara de su puro.
Dos semanas más tarde, Andrés contemplaba el rótulo del local:
«Farmacia de Andrés Rubio». Se encontraba tan embelesado, que una
anciana tuvo que tirarle de la manga para que la atendiera. Era una
clienta habitual que padecía artrosis. Le explicó que, tras tomarse el
preparado, le había salido una urticaria en las piernas. Andrés le
insistió en que era el mismo fármaco de siempre, pero no logró
convencerla de que eso, con don Rodolfo, no le habría pasado.
Esa fue la primera de las quejas que vinieron después. Vómitos,
diarreas, dolores de cabeza… Los clientes que antes calificaban a esa
farmacia como «la de los milagros» exponían ahora, pesarosos,
efectos secundarios a los que Andrés no podía encontrar explicación.
Pasó las noches revisando, una por una, las recetas; calibrando las
balanzas; comprobando las medidas de los compuestos. Pese a ello,
solo la cada vez menor afluencia a la farmacia consiguió disminuir las
reclamaciones.
Lo incomprensible de la situación le llevó a elucubrar que la
causa de sus males se debiera a alguna reminiscencia fantasmagórica
de su suegro. Por ello, y pese a que las deudas comenzaban a crecer,
se decidió por reformar el local. Pero nada cambió.
Hasta que llegó un día en el que la única persona que entró en la
farmacia fue un policía. Al parecer, uno de sus clientes había fallecido
y los familiares habían presentado una denuncia. Le mostró una
4
orden judicial por la que se le requería para que hiciera entrega del
libro de fórmulas magistrales a fin de que los forenses pudieran
estudiarlo.
Esa noche, Andrés entró en la rebotica. Pese a sentir, todavía,
cierto reparo a trastear en los cajones de su suegro, necesitaba un
trago. Conocía que guardaba en ellos una botella de coñac. Al
cogerla, observó que, bajo una pila de folios, había un libro de tapa
negra similar al que él utilizaba para anotar sus recetas. Lo ojeó.
Reconoció la letra de don Rodolfo, pero se sorprendió al comprobar
que las prescripciones seguían el mismo orden de su propio libro y
que, pese a que los preparados coincidían con los que él había
elaborado, existían pequeñas diferencias en cuanto a sus componentes
y medidas.
Lo cerró. Se sirvió una copa mientras recordaba las palabras de
su suegro: «superviso los compuestos para evitar errores».
Comenzó a reír.
Y a llorar.
Demasiado tarde comprendió que la sutil venganza de don
Rodolfo por la muerte de su hija no consistió en aprovecharse de su
talento para enriquecerse.
Sino en hacerle creer que lo tenía.
David Rubio Sánchez (Sant Adrià de Besós, Barcelona)
https://relatosensutinta.blogspot.com.es/
5
Freedom - Ranga Krishna Tipirneni
https://www.flickr.com/photos/krish4u/
6
¡Recuérdanos!
Aunque la vida te lleve,
aunque la felicidad te atrape,
aunque sientas que todo lo puedes,
aunque experimentes que lo has logrado,
aunque nada te turbe,
aunque tengas otra vida
y otros afectos,
piensa que acá
nos quedan los lazos del recuerdo
de épocas muy presentes,
recuerda que te sentimos
aferrado a nuestra alma.
Detente y piensa...
y encontrarás la mejor respuesta,
¡Nuestro inmenso amor por ti
a cada instante!
María Graciela Navarro (Alberti, Argentina)
7
Sin título – Kat Collage Art
https://www.flickr.com/photos/skatt/
8
Arte efímero
La guía apuntaba aquel lugar como el fumadero de opio
frecuentado por Wilde, pero en su fachada podía leerse: «Madame
Serendipity. Art Gallery» y, en un letrero más pequeño: «Art from 5
pounds up».
Estaba claro que lo original y lo mundano combinaban a la
perfección en aquel rinconcito con cristalera art decó. En el escaparate,
sin embargo, no se exponía nada salvo unas cortinas de seda roja que,
junto con el nombre del negocio, recordaban a un burdel.
Empujó la puerta y un pitido electrónico invadió el local
avisando de su entrada. Una mujer gris y envarada acudió solícita a
darle la bienvenida.
—Disculpe, ahora mismo tenemos a todos los artistas ocupados,
pero puedo darle cita, si lo desea. Sólo tiene que decirme qué tipo de
trabajo quiere que le hagamos.
El recién llegado dudó, observando con disimulo a su alrededor
en busca de las obras que debían estar expuestas.
—Si no tiene claro lo que busca, le sugiero esperar por Pierre.
Haría maravillas con su camisa.
El visitante seguía desconcertado por la situación cuando, de un
pasillo, emergió una joven con la melena convertida, literalmente, en
un nido de pájaros, con sus pequeñas aves y mariposas diseminadas
entre la maraña de pelo.
—Hasta otro día, Madame— se despidió.
—Clienta habitual. Esa obra es de las más caras, unas tres mil
libras, pero no sé si es lo que usted está buscando. Puedo dejarle un
catálogo para que encuentre algo que se adapte más a su personalidad
—sacó un grueso volumen con tapas de cuero—. Como es lógico, se
9
trata sólo de una referencia. Nuestros artistas crean obras diferentes
cada día, aunque se puede hacer una idea de las posibilidades y las
tarifas. Cuando se haya decidido, no dude en tocar la campanilla.
Puede sentarse ahí —señaló dos butacas delante del escaparate antes
de desaparecer por el pasillo.
Tomó asiento en una de ellas y hojeó el álbum. Unos
separadores de colores delimitaban el espacio de cada artista. Se veía
la evolución de sus obras página a página, y no se podía negar el
talento ni la variedad de disciplinas: bodyart, peinados arquitectónicos,
complementos de material reciclado, prendas de vestir convertidas en
lienzos improvisados que el cliente se llevaba puestas… Cualquier
cosa que pudiera hacerse, allí se hacía con el sentido de lo efímero
como único elemento común, pues la mayoría de las obras no
sobrevivirían más allá de un lavado o una tarde de lluvia.
El aire bohemio que se respiraba y aquella clandestinidad
heredada del humo decimonónico, empezaban a hacerse fuertes y, al
terminar de repasar el muestrario por cuarta o quinta vez, ya estaba
mirando en la cartera para ver de cuánto dinero disponía. Un cartel
tras el mostrador de recepción advertía con letras ilustradas: «Cash
only».
Por fortuna, sus quinientas libras le daban para una de las
pinturas faciales.
Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)
https://ladesdichadesersalmon.com/
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Mi abuela
Granny – Sarah Naqvi https://www.flickr.com/photos/sarahnaqvi/
Mi abuela se llama Antonia. Es muy viejecita. Tiene el pelo
como la nieve. Se peina con un moño muy apretado. Para que no se
le deshaga se pone una peineta de carey. Se perfuma con la colonia
que le regalamos los nietos. Va vestida de negro y anda muy poquito
porque es muy mayor. Siempre está haciendo ganchillo. Usa gafas
que parecen equilibristas en la punta de la nariz. Le gusta los dulces y
los caramelos; como ya casi no le quedan dientes no tiene miedo a
que se le caigan. Nos quiere mucho y nos consuela cuando nuestros
papás nos regañan.
Manuel Serrano (València)
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Imagen aportada por la autora
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Nueva versión del paraíso
Y el séptimo día dios no descansó, como nos han hecho creer
desde antiguo los firmes creyentes de la Biblia y el Génesis. Se sentó a
reposar, eso sí, y agudizó su ingenio para crear un paraíso, pero no el
del árbol de la ciencia del bien y del mal, que ya estaba demasiado
pasado de moda, sino un lugar donde pudieran convivir en armonía
las distintas especies vegetales y animales. Sin serpientes tentadoras,
ni mujeres que representaran la encarnación del mal y la perdición.
Demasiado visto. Nada de eso. Los tiempos habían cambiado y
ambos sexos eran igualmente buenos.
Un edén que representara la felicidad de la unión de las
personas con la naturaleza, la armonía, la paz y la libertad. Sin
mandamientos opresivos. Tras mucho pensar, sopló sobre una
antigua cerería cámbrica y su aliento creó las pastelerías, confiterías y
reposterías tradicionales, dedicadas entre otros placeres a la
elaboración de los dulces antiguos y, por qué no, también
vanguardistas. Ya no serían un fruto exclusivamente conventual. Se
liberarían del sempiterno sabor del anís, limón y canela, por no decir
del yugo y las flechas. Los frutos secos, el cacao, el cardamomo y el
jengibre marcarían nuevos ritmos.
Y en ellas floreció, felizmente, su trabajo de los seis días
anteriores.
Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)
http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/
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Points of view – Julia Christine Gomez
https://500px.com/juliachristinegomez
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Botanic´s People
Arbres, plantes, estàtues i gats.
I de visita,
vàries classes d’animals humans:
forasters, el veïnat, pintors i amants,
escolars, iaios i “ramonesycajals”.
I ara?
Manifestants,
la majoria, per no dir tots, enamorats.
Pardalets!
I fantasmes.
I algun núvol si és el cas...
(Granades i “pavas” del trenta-nou
—uns bombarders grandots com a titots—
de nou recordades enemigues
encara tan temudes, encara maleïdes,
tallen avui altres cels
enllà la mar d’En Simbad)
Clorofílica alegría (pel Jardí de la Paraula)
—Hola raíz —saludóle una rama.
—¿Cómo andamos? —le contestó aquella, toda terráquea ella.
—Hecho un tronco —respondióle el bosque, con voz de hongo.
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Y de pronto, un helecho ronco, que no tonto, nos gritó alegre sus
esporas...
Alegre digo,
alegre estaba.
¿Por qué motivo?
De que no pasaran
a materializar un estropicio
destrozando paisaje y miradas.
Porque la ciudad no lo quiso.
Alegre de que El Botánico se expanda.
Lo de la raíz y la rama venía a cuento de que...
Després de dues décades de lluita,
i amb la coordinació de «Salvem el Botànic»,
la Ciutadania ho ha aconsseguit!
Ja no edificarán res als terrenys de Jesuïtes!
i l'espai alliberat es destinarà
per a ampliar el nostre estimat Jardí Científic!
Toni Esteve (València), Abril 2017
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Verde quebrado
Atardecer en Varadero (foto de la autora)
Déjame junto al mar
descalza
el resto es cosa mía.
Olvídame despacio o como quieras.
Somos ya dos orillas diferentes.
Isabel Sifre Puig (València)
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Do not disturb – Blend Boost https://500px.com/
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Hasta la próxima vez
La puerta está cerrada. A través de ella se oye música. La
música inunda el pasillo, las otras habitaciones, la calle, los viaductos,
los centros comerciales, los aeropuertos, los manicomios, los
hospitales y los Campos Santos.
La puerta está cerrada y dentro el amor promete, se renueva, se
reinicia, vence los malos recuerdos, las pesadas mochilas, los intentos
fallidos de acordar. La batalla se termina, comienza la piel a hablar y
la memoria se reinventa. Se renueva el rito, la sangre fluye, y el
mundo de afuera queda lejos, sordo y mudo, contagiado de sonidos
pero incapaz de molestar, de interferir, de impedir.
La puerta está cerrada. Dentro hay dos fantasmas que se
reencarnan para volver a vivir la pasión eterna y el juego de amar en
una pequeña cama de un pequeño hotel, una pequeña y breve historia
de amor que vence el destino de dos nombres propios escritos en
letras minúsculas en un boleto de tren, apretado contra el fondo del
círculo de una anónima papelera.
Por todas esas veces que quisimos decir sí, una historia vuelve a
comenzar.
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)
http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/
19
Man polishing shoes – XiXinXing https://500px.com/xixinxing
20
Oposiciones y enchufados
Marta, investigadora universitaria de unos cincuenta años,
trabaja en la Universidad de Nápoles y decide presentarse a una
oposición para una cátedra de traducción en una prestigiosa y
especializada Universidad del Centro Norte de Italia, aunque tiene
muchas dudas al competir con un compañero de treinta años, favorito
del catedrático.
De todas formas se presenta, por dos motivos: porque nunca se
sabe lo que puede ocurrir en la vida y porque no quiere suspenderse
ella misma, que lo haga la comisión justificando sus propias
decisiones. Al fin y al cabo ya trabaja de profesora, puesto que le da
muchas tareas de responsabilidad. Sus compañeros la invitan a
retirarse porque está claro el ganador y no merece la pena salir mal de
un examen tan decisivo. Pero Marta no da su brazo a torcer. Quiere
arriesgarse, aunque su profesor, sonriente y muy seguro, le haya
dicho, con cierto tono irónico, que nunca ganará la plaza, ni ahora ni
en el futuro por dos motivos: por ser mujer y por ser demasiado
mayor. Su compañero tiene todos los requisitos para ser Catedrático.
Sabe lo machista que es, pero sus palabras la dejan muy decepcionada.
Como no tiene enchufes, y no tiene ni idea de lo que el tribunal
pueda argumentar, Marta averigua qué textos utilizan los profesores
de la comisión evaluadora, pues tres de ellos trabajan allí, y se prepara
a fondo en la Biblioteca de la Facultad. Sabe muy bien que no va a
ganar, pero quiere que se den cuenta de que, al menos, está
preparada. En efecto, la oposición se desarrolla en dos partes. En la
primera, el tribunal hace preguntas sobre las publicaciones de los
candidatos; en la segunda, veinticuatro horas después, los examinandos
presentarán una Lección Magistral de cuarenta y cinco minútos
21
ante el tribunal. El tema se va a elegir entre los tres que se les
proponen.
La lección de Marta es muy teórica. La ha preparado a
conciencia según los programas y libros que utilizan en esa Facultad.
Los resultados tardan más de lo debido. Después de una
semana, Marta recibe la llamada de su profesor y está resignada a
escucharle hablar con jactancia de su favorito. Supone las palabras de
humillación que le va a soltar: que su lección ha sido pésima, que la
de su compañero, maravillosa. Reproches muy duros, crueles. Marta
imagina todo esto y siente ganas de llorar al descolgar el teléfono.
Duda de haber acertado con su decisión de presentarse y tener que oir
tantas humillaciones.
Al acercarlo a su oído, oye un solo reproche: «Debes avergonzarte,
por haber ganado la oposición».
María Gracia Scelfo (Roma, Italia)
http://mgscelfo.blogspot.com.es/
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La era digital
Dedicado a Nicolás Jarque Alegre
Ilustración de Paco Tuercas, aportada por los autores
Consumía pornografía, no por lo porno en sí, sino por aquello
que llaman postporno.
Esther Moreno Morillas y José Luis Sandín (València)
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/
23
Fotografía de la autora
24
Las olas vienen a la orilla
Se sienta sobre la arena parda,
mira el mar azul de invierno
es por la mañana.
Las gaviotas revolotean,
arriban los destellos de plata,
siente la brisa fresca
cómo se posa en su cara.
Bucean los pensamientos
entre corales blancos,
emergiendo de vez en cuando
teñidos de colores opacos.
Son las olas que vienen
a mojar tus pies desnudos
silenciosas, sumisas.
Tú rebelde caminas por la orilla.
Carmen Martínez Marín (Murcia)
http://aymaricarmen.blogspot.com/
25
Maternidad (1901) – Pablo Picasso (1881-1973)
Imagen sugerida por la autora
26
Alma Mater
A mi madre, «mi universidad»
Te volviste de espaldas a mi pluma
sin que pudiera atraparte en las palabras
pero tu esencia se derrama en mi memoria
sin que pueda cerrarle las esclusas.
Yo amé tu fuerza, tus vísceras rabiosas
tu etiqueta de madre vigorosa
tu eterno gesto negativo a mi andadura
batallas que libramos las dos juntas
en soledades e imaginarias penumbras.
Pero cuanto te amé ¡oh madre mía!
En tiempos de única querencia
después te suplantaron por derecho
los neones de mi vientre que hoy me alumbran
Y aún transcurridos tantos años de tu marcha
se desliza mi mano hacia las teclas
queriendo escuchar tu voz al otro lado
que siempre me quisiste y que me quieres.
27
Ya no te tengo cada día a mi lado
el tiempo es una sanación de los dolores,
mas ya ves que de nuevo están conmigo
tu etérea presencia, tus doctas palabras
que me llegan ahora sin reproches.
Conxa Gausí Caballero (València), 27.03.2012
28
Cunas sin barreras
Baby girl climbing into crib – Radius Images
https://500px.com/radius_images
María siempre supo que llegaría ese día.
Desde que, siendo una adolescente, reconoció su canción
cuando veía una serie de televisión, sintió que había encontrado el
hilo que le llevaría hasta su madre. Su madre biológica, claro, porque
madre ya tenía una, y no podía quererla más, por más que a ella le
costara comprender su empeño en saber.
Berta siempre temió que llegara ese día.
29
Había criado a María, su única hija, entre algodones. Sufrió lo
indecible por no poder tener hijos, y, más tarde, por conseguir
adoptar, hasta que aquella bendición llegó hasta ella. Recordaba
tantas veces sus ojos enormes y aquella manía a los barrotes de la
cunita que con tanto amor le había preparado. La criatura no paraba
de llorar por las noches hasta que se armó de valor y mandó serrar
varios barrotes de la cuna. Y, a partir de aquel día, su niña fue feliz
con ella. Y ahora todo podía cambiar, por esa maldita obsesión suya
de encontrar a su madre biológica.
Dolores siempre esperó que llegara ese día.
Es verdad que había firmado un papel por el que se
comprometía a no buscar nunca a aquella hija. Y había cumplido.
Pero albergaba la secreta esperanza de algún día ella le buscaría. Y no
había noche que no se durmiera musitando la nana que su madre le
cantaba a ella, Mareta, y que le recordaba a aquella niña que la
miseria y la intolerancia del mundo le arrebató de su cuna sin
barrotes, aquella cuna que encontró en la basura y que arregló como
mejor supo. Tuvo otra hija, y la quería más que a nada el mundo,
pero nunca le pudo cantar aquella nana, porque era la canción de su
niña perdida.
Yo siempre pensé que nunca llegaría ese día.
Cuando María recurrió a mí en busca de su madre, sin más
pruebas que una canción de cuna y el recuerdo difuso de una cuna sin
barrotes, tuve claro que no había nada que hacer. Se lo dije desde el
primer momento. Yo era policía, no maga. Y ese es el país que es, no
lo que vemos en las series de televisión. Y aún peor, es el país que fue,
y la suya era una historia de una adopción en una época en que las
adopciones irregulares eran legión. Le quise quitar la ilusión de un
plumazo, pero algo en sus ojos enormes acabó contagiándome. Y me
puse a buscarla con el convencimiento de que nada conseguiría.
30
No fue fácil. Pero reconozco que fue bastante más sencillo de lo
que en un primer momento creí. Identifiqué la canción, Mareta, una
nana popular y anónima que por la lengua limitaba bastante el ámbito
de mi búsqueda a Valencia, Cataluña o las Islas Baleares.
Escuchamos juntas varias versiones distintas. La que más se parecía a
sus recuerdos provenía de la zona de Castellón, en la Comunidad
Valenciana. Tuvimos suerte, y tras contactar con varias asociaciones,
acabamos encontrando a una mujer que recordaba un asunto muy
triste. Una criatura que estuvo a punto de morir de una caída de la
cuna. La madre era muy joven y muy pobre y estaba muy sola, y la
culparon porque aquella cuna sin barrotes recogida de la basura no
era un lecho adecuado para un bebé, como no lo eran las condiciones
de miseria en que malvivía y, sobre todo, la falta de padre conocido.
La mujer recordaba el llanto de aquella joven madre que se vio
obligada a firmar una renuncia de por vida a su bebé a cambio de que
no la culparan de sus lesiones o de una más que probable muerte.
Contra todo pronóstico, el bebé, una niña de ojos enormes
llamada María, sobrevivió. Y fue entregada a su nueva madre Berta,
que lloraba de alegría mientras Dolores, la mujer que le dio la vida,
lloraba de pena.
Hoy, por fin, María, Berta y Dolores lloran de emoción. Sus
lágrimas se mezclan con las mías, y también con las risas de Cristina,
una criatura de apenas unos meses que no deja de sonreír escuchando
a aquella tres mujeres cantando una nana.
A su preciosa cuna le faltaban dos barrotes que alguien había
serrado como recuerdo de un pasado con el que, por fin, hizo las
paces.
Susana Gisbert Grifo (València)
http://conmitogaymistacones.com/
31
Sunday wash – Sam Sims https://www.flickr.com/photos/samiam281/
32
Una sensación de amor en la camiseta
Creo que los inviernos
te gustaban.
Camiseta de frisa
gruesa ternura
que me abrigó la infancia.
Un arrullo en mi cuerpo
de tibieza
y en tus bordes prendida
alguna pastilla
de alcanfor.
Me apretujabas
cuando eras nueva
pero en los puños
sobresalías siempre
percudida.
Recién lavada
te encogías
odiosa, tus mangas
estiraba
sin piedad.
33
Igual, yo te quería.
De apariencia chingada
desbocada en el escote
con algún agujerito de polilla
con orejas del tendal marcadas
y en un costado toda descocida.
Más te quería.
Gladys Alonso (Chacras de Coria, Argentina)
34
Perfecta
Newborn – Domen Grögl https://500px.com/domengrogl
Creo que antes de nacer ya era consciente de lo que le esperaba
al otro lado. De ahí su resistencia. Aquel no querer poner de su parte
para salir que me costó catorce horas de parto. Tanto esfuerzo… para
acabar sucumbiendo a una cesárea.
Todavía medio dormida me la pusieron sobre el pecho, era
preciosa. Me fijé en sus pies, con sus deditos; tan bien formados, en
aquellas pequeñas manitas que me agarraban con fuerza mientras
lloraba. Después vi su pelito rubio y aquellos ojos azul intenso como
los de su padre, pero rasgados, su pequeña nariz; chata. Y de repente
observé como todos me miraban con cara de incertidumbre. Pero yo,
lejos de asustarme, fui consciente de que entre mis brazos tenia a una
niña muy especial. Y les dije: ¿la habéis visto?, es perfecta.
Marisa Martínez Arce (València)
35
Peekaboo – Heather McReynolds http://radiantredqueen.deviantart.com/
36
¿Eras vos, mamá?
Cada noche al acostarme,
brazos enérgicos y a la vez tiernos,
arropaban mi cuerpo con suaves cobijas,
y en mis mejillas depositaban
un cálido beso...
¿Eras vos, mamá?
En los días helados
cuando el viento soplaba y enceguecía la mirada,
cuando la noche oscura sobre mí se abatía,
veía a lo lejos una luz que me guiaba,
una linterna que se agitaba
entre la arenisca que volaba...
¿Eras vos, mamá?
Un día me vestí de blanco
y unos labios pronunciaron:
Te vas para siempre de mi lado...
¿Eras vos, mamá?
Hoy muchos años han pasado,
sé que siempre estuviste,
abrigando mi cuerpo, nutriendo mi mente.
Sé que eras esa mariposa
que roza y se posa sobre el corazón.
Fuiste inflexible, siempre límites pusiste
que yo no lograba comprender.
Ahora te entiendo querida mamá
porque soy madre y sé lo que cuesta
decir esos NO que hacen llorar.
37
Hoy tienes 95 años,
eres tan frágil como un cristal.
Hoy has pasado a ser mi niña y yo tu mamá.
Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)
38
El amor no muere, solo duerme
Father & daughter – Glynn Lavender
https://www.flickr.com/photos/r1user/
Vestida de negro inicié un lento y pesado caminar, sólo a veces
amortiguado por las hojas secas que crepitaban bajo nuestros pies.
Disipé las dudas, de quienes todavía desconfiaban de los
sentimientos a quien yacía, en aquellos momentos.
El viento parecía querer aliarse a la comitiva fúnebre, gimiendo
a su paso y nos azotó el rostro de los presentes. Unos tímidos rayos de
sol de otoño se rindieron a las primeras sombras, que llegaban
39
acompañados de su fiel lacayo, el viento. Que en aquellos momentos
acampaba a sus anchas en las llanuras castellanas.
A lo lejos escuchamos el lamento de campanas, mezclado con el
murmullo de los asistentes. No hicieron falta plañideras, se oía el
gimoteo de tres generaciones alternas tras de ti. Los miré con cierta
envidia.
Paralelo al camino del cementerio, existe el camino de la
estación. Un tren pasó rápido y emitió un silbido que nos recordó a
una despedida.
A mi mente regresaron los recuerdos de aquellos últimos días.
Sólo unas palabras al conocer la noticia de tu enfermedad.
Mi madre, mirándome sólo me dijo. ¡Búscalo y perdónalo! Yo
ya lo hice hace tiempo.
Cuando nos vimos frente a frente, en tus ojos sólo vi derrota. Te
ofrecí agua para humedecer tus labios, pero apenas éstos se abrían
sino para susurrar lamentos de desasosiego, o morderte los labios con
rabia contenida.
No hubo palabras de reproche. Solo quise recuperar lo que
habíamos perdido hacía mucho tiempo.
Todos sabían de mí. Tuve miedo de no ser bien recibida, pero
me abrieron la puerta de tu casa, de vuestra casa.
—¿Llego tarde? —te pregunté.
Y sin más preámbulos, me explicaste tus motivos. Y abrí los ojos
con sorpresa cuando tus labios se abrieron y empezaste a cantar una
ranchera.
«Y tú que te creíste el Rey de todo el mundo, y tú que nunca fuiste capaz
de perdonar. ¿Dónde está tu orgullo y tu coraje? Y hoy, que estás vencido,
40
mendigas caridad…que no da lo mismo amar, que ser amado y hoy que estás
acabado, que lástima me da…Maldito corazón me alegro de que sufras…»
Con lágrimas en los ojos nos dimos un abrazo.
—Hija mía.
Dos palabras. Que olvidaron mi congoja. Que olvidaron
aquellas cenas de leche y dos galletas. Que olvidaron que tú elegiste
una botella que te pareció inofensiva. Que… ahora ya era demasiado
tarde.
Sólo una hoja rasgada, con letra escrita con prisas, así te
despediste de nuestras vidas. No nos distes la oportunidad de
conocerte, de conocernos. Lo único que me habías dejado era
aquello, una letra de una ranchera.
«Con dinero y sin dinero, yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es
la ley. No tengo trono ni Reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo
el Rey»
Cansado de respirar sólo me pediste que fuera tachando sueños.
Y lo hice. Ya había cumplido para mí, el más importante.
Una ligera brisa danzó a mi alrededor y sentí como envolvía mi
cabello, queriendo imitar una caricia paterna, su rumor llegó hasta
mis oídos, y entonces sentí como un arrumaco, como un beso y quise
escuchar un adiós.
Cerré los ojos y seguimos caminando…
Rosi Serrano Romero (Móstoles, Madrid)
41
Mario Benedetti (autor desconocido)
42
Sutil
Habitar en los ruidos no es gran cosa,
uno aprende a soñar siempre en silencio
a dejarse ver de cuando en cuando,
bostezar, decir hola, ser diario.
Pero sin darse cuenta se va haciendo
cada vez más sutil en las esquinas,
en los bordes del cuerpo, en la mirada
que se aleja del tiempo en el que habita
y así se va borrando poco a poco,
hasta volverse sueño y ser soñado.
(Poema seleccionado por «Cerezo Ediciones» para el recopilatorio
del II Concurso en homenaje al poeta Mario Benedetti)
Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)
http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com
43
Fotografía aportada por la autora
44
La casa azul de Albarracín
Alejandra, Alejandra, señora y dueña mía: te contaré la historia
de mi casa, de mi calle y mi pueblo. Y si eso no te vale para amarlas,
inventaré leyendas sobre el añil que pinta sus paredes y los geranios
que cuelgan de sus rejas. Tú serás la princesa de un pueblo de Jaén,
yo pastor trashumante que confundió sus pasos camino de Valencia
por una cabra díscola y unas ovejas bobas que, bobas, la siguieron. Y
allá en La Carolina, yo contemplé tu rostro de gitana y tu cabello
negro y tu cintura escueta y, locura de amor, te enamoré y huimos.
Sé que mi tierra es dura, ventosa, fría, y seca, princesa mía,
amada. Tan duros sus inviernos, que han de tener, al menos,
chimeneas al norte y al oeste tus regios aposentos. Con dos balcones
grandes de amplios ventanales cara al sur, para que nunca añores el
sol de Andalucía. En verano, abriremos también las ventanas del
norte, que levanten corrientes y refresquen tu cuerpo. Será tu casa
azul, porque ha de ser la casa más hermosa del pueblo. Azul, y
bordearemos de amarillo ventanas, aleros y molduras. Como añil y
amarillo son los campos barrados del blasón de la casa que lleva mi
apellido, tuyo ahora, dulzura, amor de mis amores.
En el número 20 de la calle de Azagra, en la muy noble, fiel leal
y vencedora (como reza en su escudo) ciudad de Albarracín, yo te
juro, Alejandra, que he de hacerte feliz. Porque si el clima es duro, se
apiñan cuesta arriba, mirando hacia el castillo, las empedradas calles,
las casas blasonadas, las gentes, buenas gentes que también te han de
amar. Y así cortan los vientos, se protegen y cuidan. Que si Santa
María y el Cristo de la Vega nos regalan sus dones, crecerá nuestra
casa poblándose de hijos, de hermanos y de amigos. Y será bordeada
por esta callecita, en buena vecindad con el ocre y la piedra, con la
madera vista, con escaleras, tiestos, tinajas y enrejados. Se asomarán
45
los árboles del huerto por las tapias y dormirán los gatos en las piedras
al sol.
Más allá están el río y los chopos que, en otoño, nos pintan de
amarillo el paisaje; más aún, la muralla, las torres, las almenas, la
roca, la montaña y el cielo con su luz.
Alejandra, mi reina. Aunque vengas tan sólo desde el pueblo de
al lado, aunque jamás extrañes los cielos andaluces y aunque tu casa
sea tan hermosa como ésta, quiero ofrecerte todo lo que cabe en mis
manos, en mi ingenio y en este corazón que se me agranda en
profundos suspiros con tan solo mirarte. Por mi vida, Alejandra, que
he de hacerte dichosa en esta casa azul.
Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)
http://www.irae.es/
46
Visita relámpago
Fotografía compartida de Los viernes creativos de Ana Vidal
Cuando aterrizamos en aquel misterioso planeta, advertimos un
grupo de seres vestidos de blanco completamente inmóviles. Nuestros
sensores indicaban que estaban vivos, pese a que no daban muestras
de ello. A través del modulador de comunicaciones les preguntamos
en su propio lenguaje qué hacían allí. «Un mannequin challenge»,
respondió su portavoz. Volvimos a la nave, transmitimos a la base
nuestras conclusiones, pusimos los motores en marcha y continuamos
el viaje. Era indudable que en ese asteroide no había vida inteligente.
Rafa Sastre (València)
http://rafasastre.blogspot.com
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Miles Davis – Barbara Luel https://www.flickr.com/photos/barbara_luel/
48
El último de la fila
Siempre fui el último de la fila, el transparente, el invisible,
el que nadie recuerda ni tiene en cuenta,
Me esforzaba por no hacerme notar
Si alguna duda tenía no lo manifestaba
Si me encontraba enfermo aguantaba y nadie lo advertía
Solo anhelaba que transcurrieran los días de mi anodina existencia
Que pasaran las semanas en aquella calma chicha en la que nada
ocurría.
La ignorancia de mi presencia me hacía sentirme seguro
Evitaba la atención de las miradas y me posicionaba en el no
posicionamiento constante.
El «no lo sé», o el «me da igual», formaban parte de mis habituales
respuestas, si es que algún incauto solicitaba mi opinión por error.
Yo estaba allí, pero no se notaba
Así año tras año, fui minimizando mi presencia a la mínima
expresión de mi existencia,
hasta que en el último curso, llegó el día de la graduación y se
dispusieron a dar los diplomas.
Nombraron a todos menos a mí.
Por fin lo había conseguido.
Luisa Berbel Torrente (València)
49
Silhouette – Claude Charbonneau https://500px.com/claude_klod
50
Final
Tus ojos nunca me mintieron, porque no permitías que me
mirasen en ese momento. Siempre lo noté.
Con el tiempo aprendí a reconocer en tus palabras cuando lo
hacías. No quería admitirlo, aunque era evidente.
En el tono de tu voz, en tus enojos, fui poco a poco descubriendo
la realidad. Era mi culpa, al no poder ser todo para vos, con el
tiempo fue aumentando. Me sentía morir, no quería compartirte, aun
sabiendo que jamás serías mía.
Guardé silencio mientras tu todo negabas.
No quise saber su nombre ni nada de él. Te solté la mano y
emprendí el regreso a mi soledad. Fue hermoso mientras duró, me
diste deseos de vivir, de soñar. Fui feliz.
Ahora regreso a casa despacio, sin prisa, mientras va cayendo la
tarde y el frío de la noche penetra en mi ser…
Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)
http://www.luismolin.blogspot.com.es/
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Corpórea – Composición de la autora
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Violencia machista
Ocupas un espacio
en las noticias,
mientras vacía y desolada
la casa está.
El cuerpo magullado
de golpes lleno
como callada sombra
que confunde
las femeninas formas.
La garganta gritó
con sonido
congelado en el tiempo
que nadie escuchó.
Tan solo las paredes
manchadas ya
de emboscadas feroces
que acechan cada día
ocultando el silencio
de palabras vacío.
Anónimas mujeres
de miserias dañadas,
de murmullos callados.
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La soledad y el odio
comensales diarios
atrapan el momento
de las vivas ya muertas.
Se perciben susurros,
lamentos vecinales
y colores oscuros
que el plasma iluminó.
Y la nada se instala
en olvido, miseria,
con nocturnos silencios.
María Luisa Pérez Rodríguez (València)
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/
54
Fútbol en una enojosa mañana de calor
Fotografía de 30.04.1940 - Nationaal Archief (Holanda)
Noche con problemas de insomnio; lo normal en un servidor
cuando tiene una cita por la mañana temprano. Desayuno apresurado
a las siete y media y carrera enloquecida hacia la parada del autobús
de mi calle hacia las puertas de un bus de cercanías hacia el centro.
Bajo a la carrera y cojo un segundo que me permite bajar al metro, y
comprobar el desastre de mis bono-metros personales antes de
reencontrarme con viejos amigos.
Destino: Paterna. Hoy le toca jugar a Menstopia contra General
Barroso. El encuentro será en la ciudad Polideportiva. Me
55
acompañan Ximo como el más entregado entrenador y animador de
primera. Edu, que se deja el alma en cada posibilidad de gol,
derrapando su cuerpo y poniéndolo al límite. Alvar; goleador estrella
por su velocidad y arrojo casi suicida a la hora de afrontar un gol con
todo lo que tiene a su alcance. Jordi, cuya timidez se deja de lado
cuando le ponen un balón delante y se tira sin reservas. Sergio, no
menos arrojadizo que Edu o Alvar a la hora de sacrificarlo todo con
el balón. Alfredo, futbolista en reserva que no duda en dar la talla
cuando la fatiga se apodera de sus compañeros. Marcos, defensa
dispuesto a no dejar pasar los disparos del enemigo. Cayetano,
reserva no menos entregado en la adversidad. Santiago, distinguido
de la camiseta oficial blanca del equipo, por llevar una camiseta azul;
procura no dejar pasar una bola cada vez que se pone al frente de la
portería, y para qué negarlo, lo consigue. Y Vincent, el asistente,
cuyos ocasionales problemas físicos no le impiden auxiliar a sus
compañeros.
Yo ejerzo de rana Gustavo; de reportero dicharachero.
El camino a pie hasta el Pabellón de Paterna es un calvario por
el sol y por las cuestas. Es curioso, sus calles me recuerdan a las del
pueblo de mis tíos, allá en Alcorcón (Madrid); los recuerdos. El sol
aprieta y los compañeros o beben de ocasionales fuentes públicas o
fuman. Cada uno tiene su remedio. Al fin llegamos. Edu siempre
viene en moto. Otros como Alvar, en coche; llevando a un par de
colegas consigo.
Cambio en los vestuarios y empieza el calentamiento; goles a
puerta a tres piernas. Hay que eliminar toxinas o empezar a hervir la
rabia en la sangre de cara al partido. Al lado de la puerta principal
estoy en mala posición para sacar fotos con mi móvil; unas ventanas
resplandecen al fondo y provocan violentos contraluces, quemando
instantáneas sin precio. Tengo que cambiar de posición y economizar
56
disparos pese al falso pozo sin fondo que aparenta la tecnología
digital. Varios equipos entrenan a la vez y una mujer adulta recibe
una «peinada», o balón directo a la cabeza. Los balones impactan
peligrosamente como pedradas cerca de nosotros, en la retaguardia.
Ximo es el entrenador y voceras oficial, pues no se oye nada
(literalmente) y Menstopia lleva una camiseta blanca con la excepción
de Santiago el portero y su azul marino.
General Barroso visten un gris cenizo de lo más resultón. Los
colegas se sientan en los bancos hechos de resina concentrada
(sospecho que made in IKEA), yo me siento en un suelo
enmoquetado de vinilo, no hay que dormirse en los laureles... ¡ya nos
toca!
Los nuestros se tiran a muerte, pese a que General Barroso no
nos lo ponen fácil en la defensa de su territorio. Piernas que se
entrecruzan con violencia, balones que se arrebatan, alguna falta leve
y Edu que no duda en darlo todo y tirarse al suelo en plancha para
arrebatar el balón y permitirle a un colega recuperarlo e ir a por todas,
pero hace que Edu amenace por provocarse una lesión. Jordi, que
recoge las pelotas lanzadas a la desesperada por sus colegas y corre
veloz con ellas; pasando, cortando, robando, deslizando de lado
balones que son capturados por Sergio, Alfredo, Marcos o Cayetano,
y entonces se produce el milagro... ¡GOL!
Alvar ha marcado. Estamos en uno a cero. Fin del primer
tiempo. La estrategia de Ximo es aguantar los siguientes minutos que
queden sin darles la posibilidad de marcar, defendiendo a toda costa
la portería que Santiago defiende con uñas y dientes. Pero Alvar se
arriesga y entonces oímos para nuestra sorpresa y rabia de los
contrarios... ¡GOL!
Alvar ha vuelto a hacerlo, como si rompiendo las reglas de
mantenerse discreto, no bastaran. Tenemos dos goles y General
Barroso está cero a dos, necesitan un gol y en su desesperación, sacan
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fuerzas de flaqueza. Ya no se preocupan tanto por su portería y
empiezan a castigar la nuestra con saña; lo dan todo y se nota, y no
tarda en oírse... ¡GOL!
Se abrazan unos momentos emocionados antes de volver al
juego, ahora estamos en posición de acabar en una situación de
empate, o ganadores asegurados...
—¡No arriesguéis, proteged la portería! —ordena Ximo.
Ahora hay dos opciones: proteger al portero y evitar un gol que
provoque una ronda de penaltis... o que alguien se arriesgue por
sorpresa. Quedan pocos minutos para finalizar el partido, no hay que
arriesgarse; proteger la portería, evitar el fatal gol del empate; un solo
minuto, y entonces... Alvar marca por tercera vez y obra el milagro
definitivo: ¡GOOOOOOOOL!
—¡Hemos ganado, hemos ganado, en el último minuto! —
exclama Vicent.
Hay un dicho que dice que no hay milagros sencillos. Otros lo
llamarían fuerza de voluntad. Sea lo que sea, ha sido de cátedra.
Felicitaciones con los contrarios; duchas para los jugadores y vuelta a
casa. Más no se puede pedir. Aunque pueda decirse que fue
grandioso.
Jorge Zarco Rodríguez (València)
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Novela
Thoughts – Yulia Takh https://500px.com/junographia
Un libro despliega
a nuestros personajes internos,
y juegan con nosotros.
Los ojos de Catalina estaban perdidos en el paisaje del parque.
Había colocado la novela de su hermano Alberto a un lado. Meditaba
sobre un hecho de la narración: la mujer leía en un banco del parque.
La historia, de tan imposible, le parecía creíble, tan suya.
El móvil la sacó de sus cavilaciones. Conforme hablaba, empezó
a tartamudear. Su cuerpo perdió rigidez. El frío en sus venas le había
paralizado la voluntad. No podía creerlo: Alberto había muerto en un
59
accidente de tráfico. Catalina estuvo inmóvil varios segundos, le vino
el sobresalto y salió de prisa. El libro se quedó aquí, conmigo. No
pude decirle nada debido a mi innata mudez. Tampoco podría
alcanzarla y dárselo. Ya en casa se maldeciría de haberlo dejado en el
parque.
Le dolía la pérdida de las palabras de su hermano en la primera
página:
Catalina,
disfruta del amor de esta novela
Alberto
«Pero ¿quién podría interesarse en el libro?», pensó más tarde
Catalina, cuando viajaba al pueblo. Como si no tuviera otra cosa en la
cual pensar. Quizá buscaba el escape a la tristeza de los sucesos. La
ficción de su respuesta a esta pregunta la desconcertó. Una vez más
estaba metida en la narrativa de su hermano.
Se levantó para ir al aseo del tren. Necesitaba un respiro. Con
cada paso se repetía a sí misma que «los hechos imposibles solo viven
en la fantasía o la imaginación de un escritor». Sin embargo, a pesar
de ser la persona más cuidadosa, la fantasía acaeció: había dejado el
libro en el banco del parque. Esto no le podía ocurrir. A ella: no.
Aquella tarde, mientras Catalina viajaba al pueblo, la gente que
pasaba por aquí miraba de soslayo el libro. Algunos se detuvieron y lo
hojearon con la mirada más bien puesta en los árboles y la gente que
paseaba. Dos personas se sentaron, leyeron un poco y lo dejaron en su
sitio otra vez.
Nuestra historia del libro habría finalizado a los pocos días, bajo
las lluvias e inclemencias del parque, si no hubiera sido por Braulio,
quien lo vio a la mañana siguiente, a su paso a la Central. A la vuelta,
se detuvo y leyó la nota de Alberto. Por la tarde, le llamó la atención
que nadie se lo hubiera llevado. Se sentó y empezó a leerlo. Al
60
finalizar el tercer capítulo supo que debía entregárselo a Catalina, si
ella regresaba. Vaya, debía volver. Tenía la seguridad de que estaría
aquí un día cualquiera. No podía ser de otra manera. A diferencia de
Catalina, a él no lo estremecía el descaro de los imposibles que
penetran en nuestra realidad.
Braulio pasaba por ahí varias veces al día. Iba de las oficinas de
su trabajo a la Central, y volvía. Bien podía cargar siempre con el
ejemplar y entregarlo a su dueña, cuando coincidieran en el parque.
Los meses transcurrieron con la lentitud del caracol en su
laberinto. Deseaba encontrarla, no solo en el parque, sino en
cualquier esquina, en el café de las tardes, en las salas de cine, en la
oscuridad de su habitación. La incógnita le agotaba su capacidad de
respuestas. O coincidía con ella en el mismo espacio y a la misma
hora, o leía el resto de la novela. Tenía que ser ya.
No había deseado pasar del tercer capítulo, pero su resistencia
tenía un límite. Decidió leer el resto de la novela un sábado de otoño.
Dio un paseo por el parque con la esperanza de tropezar con la dueña
del libro, de descubrir el rostro desconocido. Absurdo. Se sentó en el
césped, delante del sitio donde lo había encontrado. Retomó la
lectura. Llegado al último capítulo, lo cerró. No quería conocer el
final. Se levantó, se sacudió los pantalones y, al levantar la mirada, se
tropezó con la de Catalina.
Permanecieron inmóviles varios minutos. Catalina quiso decir
algo. Se contuvo. Si bien ella había servido de modelo para el
personaje femenino, el parecido de Braulio con el personaje de la
novela de su hermano le sorprendió. Imposible que Alberto lo
conociera de antemano.
Braulio vivía la conmoción de tener frente a sí a la mujer de la
historia —imposible, se decía— tal y como la había construido en su
imaginación lectora. Se había acostumbrado a que el personaje
masculino se pareciera a él, ya en lo físico, ya en sus pensamientos y
61
acciones. Pero ¿ella? Aunque sabía que la iba a conocer al levantarse,
la realidad era arrebatadora.
—¿Has leído el último capítulo?
Preguntaron al unísono. La respuesta negativa surgió también al
mismo tiempo. No deseaban conocer el desenlace de una mujer y un
hombre que se encontraron frente al banco de un parque, gracias a
que ella había dejado un libro ahí tras una noticia funesta, libro que él
guardaría para cuando ella volviera.
Con implícita complicidad, dejaron el final de su historia para
los inverosímiles de la realidad y se alejaron entre la diversión de sus
palabras.
¿El libro?, quedó aquí a mi cuidado. A la hora, una chica
morena con ojos de cielo se sentó, me miró a mí, hacia el libro y los
alrededores del parque. Tras cerciorarse de que nadie la veía, lo metió
en su bolso con un movimiento rápido, y así se alejó. Mi innata
mudez me impidió pedir ayuda para que detuvieran a la ladrona.
Tampoco corrí tras ella. Imposible, con mis patas de metal.
José Luis Sandín (València)
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Sobrevivir
Kiss of the wind – Maryna Khomenko https://500px.com/manirka
Me quedan aún por ver algunas cosas,
no quiero asentar aquí mi cabeza.
Propongo vivir hoy un sueño nuevo,
propongo viajar a través del sueño.
No quiero de nuevo parar el tiempo.
¡Sí tal vez, revivir algún momento!
Quiero borrar de un golpe lo sufrido...
No puedo, no, afrontar sola mis miedos.
No me ofrezcas una tranquila vida,
la tuve. Escapé para no volver.
Dame la fuerza, el ímpetu del viento.
Súbeme a una dulce nube de algodón.
¡Déjame ser feliz a mi manera,
que la vida sola ya me zarandea.
Carmen Fabiá Mir (València)
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Inside silence – Laura Makabresku http://lauramakabresku.blogspot.com.es/
Fotografía aportada por la autora
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Abrazar al sol
Estoy celosa del viento
que cambia el gesto en tu cara
mientras corres en silencio
despeinándote la barba.
Estoy celosa de la lluvia
y el café que te acompaña
porque aún no encuentro una excusa
para invitarte a mi casa.
Esas cosas que te han gustado
y las canciones que has cantado
siguen colándose entre pensamientos
de posibilidades y lamentos.
Estoy celosa de vos
y lo bien que vivís sin mí.
Porque no logro abrazar al sol
sin invocarte al escribir.
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)
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René Descartes – Jelena Vasiljevic http://didulidudadu.deviantart.com/
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¿Un fallo en el método?
Cristina se apresuró a levantarse de la cama al primer canto del
gallo.
Su amado René iba a hablarle esa mañana de la importancia de
elegir un método adecuado para evitar caer en el error. Le había
asegurado, el día anterior, que solo consistía en seguir, eso sí, a
rajatabla, cuatro sencillas reglas. Realizó sus abluciones de forma
apresurada, se puso un vestido cómodo y recogió su melena en un
sencillo moño. Odiaba los afeites y adornos en su cuerpo gordezuelo
y algo contrahecho.
Cuando llegó a la biblioteca encontró a René desmejorado,
estaba sentado junto al fuego y tenía la mirada extraviada. Pidió
ayuda a sus criados para trasladarlo a su alcoba y tuvo que
contentarse con leer los manuscritos del maestro para saber de la
evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración.
El método, infalible según René, para hallar la verdad, le falló a
Cristina de Suecia para descubrir quién había envenenado con
arsénico a su querido filósofo o quizá sí le sirvió y no contenta con las
certezas que encontró, enmascaró el enojoso asunto con una muerte
por neumonía debida a los rigores del clima. Así acabó sus días
Descartes entre los misterios de los muros de un palacio sueco.
Lu Hoyos (València)
67
Fotografía aportada por la autora
68
Sin decir adiós
Me despido de ti,
sin despedirme,
para quedarme en tu mirada.
Como agua cristalina,
se escurre el tiempo
entre mis manos,
quiero atraparte,
para siempre en el abrazo,
en el momento en que dices
que me quieres,
caen lágrimas,
son perlas de rocío,
tu ausencia,
es la ausencia anticipada.
Me voy, y me llevo
tu cariño, tus promesas,
y las mías.
En un rinconcito
de mi alma se acurruca,
esa única imagen en un sueño,
y se funde con lo dulce
y lo amargo de lo eterno.
Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)
http://deshojandoversos.blogspot.com.es/
69
Síndrome de Diógenes – Josemi Campaña
https://josemicam.blogspot.com.es/
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Un tipo con suerte
No soy un cleptómano, ¡qué ocurrencia!, y me ofende
terriblemente que de mí hayan llegado a imaginar tal cosa.
Simplemente soy un tipo con suerte. Un coleccionista, si precisan
catalogarme de algún modo. Un coleccionista de extravíos ajenos. Sí,
me gusta esa expresión y pronto verán como a la perfección me
define.
Aunque no lo crean, cada día, en cada esquina, los más
insospechados hallazgos salen a mi paso. Esta ciudad está repleta de
tesoros. Al parecer, sin embargo, poca gente los detecta y no entiendo
por qué ni cómo es posible que a todo el mundo pasen tan
inadvertidos, que nadie se percate de la existencia de semejantes
maravillas cuando a mí, a cada instante, me asaltan por sorpresa. Sólo
es cuestión de andar alerta y con los ojos bien abiertos para no perder
la oportunidad. Nunca se sabe lo que uno habrá de precisar en estos
tiempos inciertos. Ya ven, hoy ha sido este magnífico libro que con
veneración sostengo entre mis manos, algo malherido y deshojado,
cierto es, pero regalo inesperado de los dioses para el lector
impenitente y obsesivo que, a pesar de todo, aún habita en mí. Hace
unos días ese colchón tan acogedor y blandito con el que casi
tropiezan al entrar, todo está manga por hombro, bien lo sé y ya me
disculparán ustedes pero no esperaba visitas a estas horas, ni a éstas ni
a ninguna en realidad —cierta belleza existe, sin embargo, entre las
ruinas de este caos ¿no creen? a mí al menos así me lo parece, cierta
armonía diría—. Incluso, escondida por algún rincón, me acompaña
una encantadora y traviesa familia de ratoncitos que hace algunas
noches encontré a punto ya de desfallecer de frío —inmisericorde
invierno este que vivimos— y que desde entonces entretiene mi
soledad. Nunca imaginarían lo simpáticos y divertidos que pueden
71
llegar a ser estos animalillos, aunque algo tímidos y asustadizos
también, no lo niego.
Por cierto, mi nombre es Ernesto, se lo dije hace un momento
¿recuerdan? -ER-NES-TO- y que yo sepa no padezco síndrome
alguno, así que dejen ya de llamarme Diógenes, háganme el favor.
Marta Navarro (València)
https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/
72
Carta al viento
Father & son – Chris Cook https://500px.com/cookphoto
Aunque en mi hoy la nostalgia, llena de noche mi ahora.
Aunque las palabras sean solo meras caricaturas de lo que siento y su
ausencia me duela como una puñalada trapera, mal dada y a
conciencia.
Y se marchó, sin decir adiós, sin un «te quiero», hizo mutis por
el foro y no pude decirle cuanto le quería. A pesar de sus ausencias, a
pesar de tantas noches en vela, a pesar de muchas cosas que quedan
guardadas en mil silencios.
73
Y le quise. Le quise como solo un hijo puede querer a un padre.
Le quise con el dolor de saber que nunca me entendió, que nunca
pudimos compartir nada más que sueños rotos.
Le quise y le odié.
Y hace cuatro años o quizás cinco... se fue.
Me quedo con los buenos ratos , lejanos y fugaces , con su voz
cascada y rota por la vida que llevó; por esa foto descolorida en la que
me abraza teniendo yo apenas cinco o seis años mirando desde el
séptimo piso de casa de mis tíos... el horizonte.
Me quedo con esas despedidas silenciosas, los domingos por la
noche, cuando me llevaba en coche a la parada del autobús que me
devolvía al cuartel.
Con su fuerte mano cuando en mi cumpleaños me llevaba a
comprar juguetes.
Quizás no fuiste el padre que yo quería, ni yo tu hijo soñado,
pero gracias a ti hoy soy la persona que soy.
Y nunca te lo dije.
Me cargué de reproches y dolor e intenté darte todo mi amor...
pero jamás te dije te quiero porque no sabía cómo hacerlo.
Aprendí a sobrevivir, encerrado entre cuatro paredes, entre mil
silencios y cargado de miedos, por tener que asumir el mando cuando
apenas era más que un imberbe adolescente. Intentando parchear lo
irremediable y sin tener más medios para hacerlo que unas manos
vacías y la desesperación de la impotencia que sientes al no poder
hacer nada.
Y naufragué...
74
Ahora soy capitán de barco y tengo mi propio grumete, y no
pasa un día sin que le diga cuanto le quiero, aunque aún sigo sin saber
cómo hacerlo.
¿O quizás sí?...
En él veo sin palabras... tu mirada. Esa mirada que me decía
«gracias» cuando te llevaba al médico en tus últimos momentos (sin
yo saberlo).
Y un día le hablaré de ti, con el orgullo de un hijo que aún
quiere a su padre y de esa foto descolorida que guardo encima de mi
mesita. Le hablaré de su abuelo, pero solo, solo, de lo bueno y de
cuánto aún... le quiero.
Vicente Rius Máñez (València)
75
Presentación/guateque «Relatos con banda sonora»
Café Musical (Valencia, 13 de mayo 2017)
Os dejamos algunas fotos de este memorable evento
76
Xenia Rambla, Susana Gisbert y Lu Hoyos
Amparo Hoyos (centro) con unos amigos
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Javi Díaz, Almudena Villalba, una amiga y Lola Piera
Isabel Sifre, Xenia Rambla, Lu Hoyos, Susana Gisbert y Marisa Martínez
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Marisa Martínez
Amparo Hoyos y Eulalia Rubio, entre amigos.
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Nuestros libros
Nos complace informar que nuestra nueva y flamante
criatura ya está disponible en Amazon
¡Hazte con ella si aún no la tienes!
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Y recordad que su hermanos,
«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016),
otras dos antologías de relatos y microrrelatos
con la participación de escritores habituales
de la revista VALENCIA ESCRIBE,
siguen de oferta en AMAZON (versiones papel y digital)
¡Hemos tirado los precios!
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Libros de nuestras/os colaboradores
Los demonios exteriores – David Rubio Sánchez
(Disponible en Amazon)
Contemplamos las estrellas buscando esperanza, anhelando que
otros seres vengan a nuestro encuentro para revelarnos los misterios
del universo, pero ¿y si traen consigo las mismas miserias e intereses
que nosotros? O, a lo peor, ¿y si encontramos una especie con todas
las respuestas?
¿Qué vendría después? Descubre a través de diez relatos la
historia más grande de la humanidad, la que comenzará con la
llegada de los demonios exteriores.
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Sobres y cartas – PernandoGaztelu
(Disponible en Amazon)
Once relatos y diez cartas en los que la ficción se confunde con
la realidad y donde ambos géneros se complementan, recuperando la
literatura en segunda persona, la poesía social y la comedia. Muerte,
amenazas, torturas, desengaños, ilusiones, poesía, perversión, sexo e
incluso humor. Esquelas imposibles y relatos irreverentes se suceden
en orden aleatorio con un único afán: entretener.
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Palabras en la basura
Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»
http://neorrabioso.blogspot.com.es/
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Números anteriores de Valencia Escribe
Número 26 (Octubre 2016)
https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre
Número 27 (Noviembre 2016)
https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre
Número 28 (Diciembre 2016)
https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre
Número 29 (Enero 2017)
http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero
Número 30 (Febrero 2017)
http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero
Número 31 (Marzo 2017)
http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo
Número 32 (Abril 2017)
http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril
Número 33 (Mayo 2017)
https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista
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Valencia Escribe en las redes
Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia
Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de
concursos literarios que os podrían interesar
https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020
Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o
mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que
también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs
https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/
Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que
para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe
Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las
reglas…
https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/
¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales
más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,
conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…
todo eso y más en Agenda Cultural VE
https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-
1806573156332152/
Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir
vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs
literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que
cada vez se hace más y más y más grande.
https://www.facebook.com/groups/393565884345726/
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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus
lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,
decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir
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La foto de Miguel
Moros y cristianos (Alcoi) - Miguel García Rodríguez (València)
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