13.06.2017 Views

LOS BICHOS Y EL QUÍMICO LOCO (2° P)

¡Convierta sus PDFs en revista en línea y aumente sus ingresos!

Optimice sus revistas en línea para SEO, use backlinks potentes y contenido multimedia para aumentar su visibilidad y ventas.

<strong>EL</strong> MARAVIL<strong>LOS</strong>O MUNDO DE <strong>LOS</strong> <strong>BICHOS</strong><br />

La sensación de volar al aire libre les<br />

parece increíble. El parque donde<br />

suelen ir a jugar se ve muy distinto<br />

desde el aire. Sienten que nadie les<br />

controla, que todo es posible siendo<br />

diminutos: Pueden subir a los tejados<br />

de las casas y a las copas de los<br />

árboles, pasar entre los arbustos,<br />

sentarse en las flores y… ¡oír lo que<br />

dicen todos los insectos!<br />

― Hola, bichitos. ¿Son nuevos por<br />

aquí? No los había visto antes en este<br />

parque.<br />

― ¿Quién habla? ¿De dónde sale esa<br />

vocecita? ―pregunta Carlos intrigado.<br />

― Aquí, estoy aquí, justo detrás de<br />

ustedes ―replica la voz aguda.<br />

― ¡Anda! Mira, Carlos. ¡¡El grillo que está<br />

parado en el tronco de ese árbol nos está<br />

hablando!! ― Pues claro ―contesta el<br />

grillo―. ¿Acaso nunca hablan con<br />

alguien? .<br />

― Nos sorprende porque nosotros no<br />

somos grillos ―le explica la abejita.<br />

― Están un poco chiflados, chicos. Los<br />

insectos nos comunicamos aunque<br />

pertenezcamos a especies distintas, y,<br />

aunque cada uno hace su vida, no nos<br />

consideramos mejores ni peores que<br />

ningún otro. De lo contrario, no<br />

podríamos entendernos entre vosotros.<br />

― Tienes razón. No me había dado<br />

cuenta ―contesta Laura, la abejita―. Es<br />

que somos nuevos aquí.


― ¿Acaso vosotros nunca habéis tenido<br />

contacto con la sociedad? ¿Son de esos<br />

que los humanos crían en laboratorios?<br />

¡Eso explicaría que vayáis juntos! Me<br />

parecía raro verlos tan unidos, porque<br />

las abejas siempre están en compañía de<br />

otras abejas de su misma colmena y las<br />

libélulas son más solitarias ―responde el<br />

grillo intrigado. ― Es que nosotros<br />

somos hermanos ―le explica Carlos, la<br />

libélula―. Puede que te resulte difícil de<br />

entender, pero nosotros somos niños<br />

humanos. Bueno, ahora somos insectos,<br />

porque hace un rato bebimos una<br />

pócima mágica en la casa de un anciano<br />

loco que quiere hacer desaparecer a<br />

todos los bichos del mundo.<br />

― ¡No entiendo nada! ¿Humanos.<br />

Supongamos que me lo creo… Pero, ¿por<br />

qué alguien quiere que los bichos<br />

dejemos de existir? No hacemos mal a<br />

nadie. ― Si, te estamos diciendo la<br />

verdad. Créenos, por favor. Conocimos al<br />

señor Tomás ayer, en este parque, y nos<br />

contó que le molestaban mucho los<br />

bichos y que quería librarse de ellos para<br />

siempre. Hace un rato fuimos a su casa<br />

para impedirlo y descubrimos que<br />

estaba haciendo experimentos, pero<br />

bebimos un líquido que parecía<br />

caramelo y nos transformamos en lo que<br />

somos ahora. Nos descubrió en su<br />

laboratorio y nos quería cazar, pero<br />

conseguimos huir, y después… nos<br />

encontramos contigo, señor grillo<br />

―relata la abejita.<br />

― ¡Que historia tan emocionante!<br />

Mucho gusto en conoceros, chicos. Por


favor, no me llaméis “señor grillo”, mi<br />

nombre es Jack. Soy inglés, pero vine a<br />

este país en el equipaje de un turista.<br />

Me encanta viajar y conocer el mundo<br />

―afirma Jack emocionado.<br />

― Yo soy Carlos y ésta es mi hermana<br />

Laura. Nos alegramos mucho de haberte<br />

encontrado, Jack. No sabemos cuánto<br />

tiempo seremos insectos, pero nos<br />

ayudaría mucho que nos enseñaras<br />

como funciona este mundo.<br />

― Les va a encantar. Síganme y<br />

comprobarán lo divertido que es ser<br />

pequeño y libre―les indica Jack.<br />

Jack comienza a saltar a gran velocidad<br />

hacia una zona cerrada del parque,<br />

donde no se permite acceder a las<br />

personas. Cuando ya estaban a punto de<br />

llegar, Laura y Carlos se detienen<br />

súbitamente.<br />

― Jack, ¡espera! ―gritan los dos a la<br />

vez.<br />

― ¿Qué pasa, chicos? ¿Hay algún<br />

problema? ―pregunta el grillo<br />

sorprendido.<br />

― Sí… No debemos entrar ahí. En esos<br />

carteles hay escrito “No pasar”<br />

―responde<br />

Carlos.<br />

― ¿En serio? Bueno… excepto vosotros<br />

dos, los bichos no sabemos leer.<br />

Además, eso es sólo para personas


humanas. Recuerden lo que les he dicho<br />

antes: los seres diminutos como<br />

nosotros somos completamente libres;<br />

así que ustedes también pueden hacer<br />

lo que les plazca, mientras tengan este<br />

tamaño, nadie les dirá lo contrario. –Les<br />

asegura Jack<br />

― ¡Es cierto! ―dice Laura―. ¡Vamos a<br />

divertirnos!<br />

― Ese es el espíritu. Les aseguro que no<br />

se arrepentirán de ver lo que hay allí<br />

dentro.<br />

Los tres amigos emprenden la marcha<br />

de nuevo y cruzan la valla. El otro lado<br />

parecía un paraíso: Había dos<br />

estanques comunicados por un<br />

pequeño río, varias casetas de madera<br />

donde dormían los patos, que se<br />

pasaban el día chapoteando en el<br />

agua, y todo estaba rodeado por<br />

césped y arbustos.<br />

― ¡Qué bonito es esto! ―exclama<br />

Carlos.<br />

― Sí, pero lo mejor de todo es que no<br />

hay personas. Aquí ningún bicho<br />

tiene que preocuparse de que lo<br />

pisen, lo espanten o intenten cazarlo.<br />

A los patos no les importa que<br />

estemos aquí.


Los humanos únicamente pueden mirar<br />

desde la valla y suelen tirar trozos de<br />

pan al agua, además de otras cosas<br />

porque no les apetece buscar una<br />

papelera.<br />

― Puag, qué asco. Tiran basura ―dice<br />

Laura.<br />

―Sólo es basura para ellos. Aunque la<br />

limpian de vez en cuando, los bichos<br />

tenemos cada día nuestro propio<br />

parque de atracciones. Miren.<br />

El grillo Jack les lleva hasta una zona<br />

escondida entre la valla y unos<br />

arbustos. Allí se encuentran toda una<br />

fiesta. Hay todo tipo de bichos<br />

diferentes cantando y riéndose juntos.<br />

Están utilizando lo que tira la gente<br />

como si fueran juguetes:<br />

Hay un par de latas de refresco<br />

dobladas que unos gusanos utilizan<br />

para deslizarse como si fueran<br />

toboganes, unas moscas están echando<br />

una carrera contra varios grillos para<br />

ver quien empuja más deprisa! unas<br />

bolas de papel de aluminio, las pulgas<br />

saltan con unos trozos de servilletas<br />

para dejarse caer después usándolas<br />

de paracaídas, también hay


un grupo de escarabajos empujando<br />

varios vasos de plástico para construir<br />

un castillo con ayuda de unos cuantos<br />

mosquitos, mientras unas hormigas se<br />

dan un banquete con un gran trozo de<br />

hamburguesa…<br />

― ¿Has visto eso, Laura? Este rincón<br />

parece enorme con nuestro tamaño.<br />

Hay muchos bichos aquí pasándoselo<br />

en grande.<br />

― Y ya no veo todo esto como basura,<br />

sino como cosas divertidísimas. Me<br />

apetece mucho unirme a la fiesta<br />

―contesta Laura emocionada.<br />

― No perdamos tiempo ―les anima<br />

Jack―. Yo quiero tirarme en<br />

paracaídas, ¡tonto el último! Los<br />

hermanos cantan y juegan sin parar<br />

junto a todos los bichos del estanque,<br />

pero, pasado un rato, comienzan a notar<br />

algo extraño en su cuerpo los dos a la<br />

vez.<br />

―Carlos, me siento rara. No sé qué me<br />

pasa.<br />

― Yo estoy igual, Laura. Puede que<br />

estemos cansados. Seguro que estamos<br />

cansados porque no estamos<br />

acostumbrados a estos pequeños<br />

cuerpos.<br />

― Debe ser eso. ¿Te parece bien si<br />

descansamos un poco? ―pregunta<br />

Laura.<br />

― Claro, vamos a salir de este rincón y<br />

nos posamos en esas piedras de ahí<br />

―propone Carlos.<br />

Los hermanos se alejan del jolgorio del<br />

resto de los bichos para reposar, pero en<br />

un abrir y cerrar de ojos se encuentran


siendo niños de nuevo, sentados en<br />

unas rocas al lado del estanque de los<br />

patos.<br />

― ¡Laura, te veo grande! Quiero decir,<br />

¡que eres una niña humana de nuevo!<br />

― ¡¡Tú también!! ¡Se ha pasado el<br />

efecto de la poción de caramelo! ―dice<br />

Laura exaltada. De pronto, aparece tras<br />

ellos un hombre de uniforme con cara<br />

de enfado.<br />

― Niños, ¿qué hacéis ahí dentro?<br />

―pregunta el guarda del parque―. ¿No<br />

habéis leído los carteles? Aquí no se<br />

puede entrar.<br />

― Discúlpenos, es que hemos entrado con<br />

unos amigos… ―se justifica Laura.<br />

― ¿Hay más niños en el recinto del<br />

estanque? ―la interrumpe el guarda.<br />

― No, no, señor. Ha sido un despiste. No<br />

volveremos a pasar ―dice Carlos<br />

apresuradamente.<br />

― Eso espero, niños. Vamos, salgan de<br />

ahí. El parque es muy grande y tienen<br />

mucho sitio donde jugar ―les contesta el<br />

guarda con gesto amable. Carlos y Laura<br />

se van a casa. Se han dado cuenta de que<br />

han pasado algo más de dos horas desde<br />

que pidieron permiso a sus padres para<br />

salir a jugar y no quieren que les regañen.<br />

― Hola hijos. ¿Qué tal la tarde? ¿Se han<br />

divertido en el parque?<br />

― Sí, papá, lo hemos pasado genial<br />

―responde Laura con efusividad.<br />

― Me alegro mucho. Mañana tengo la<br />

tarde libre y puedo pasarla con ustedes


―dice el padre de los niños sonriendo–.<br />

Ahora a hacer los deberes. La cena<br />

estará lista en un rato.<br />

Los niños suben las escaleras de su casa<br />

hacia sus habitaciones con cara de<br />

preocupación. ― Estás muy callado,<br />

Carlos.<br />

― Es que mañana por la tarde quería<br />

volver a casa del Señor Tomás, beber<br />

otra vez la pócima mágica y ver a<br />

nuestros nuevos amigos. Echo de<br />

menos volar… ―dice Carlos cabizbajo.<br />

― Te entiendo, a mí también me<br />

apetece mucho ser diminuta y poder<br />

volar, pero no olvides que eres un niño,<br />

no un bichito. Piensa que lo vamos a<br />

pasar muy bien mañana, jugando con<br />

Papá.<br />

― Lo sé, pero me preocupa que cuando<br />

volvamos a la casa del Señor Tomás, ya<br />

no encontremos el líquido mágico.<br />

Deberíamos llevárnoslo de allí para volver<br />

a convertirnos en insectos cuando<br />

queramos.<br />

― Quizá mañana nos dé tiempo a ir a<br />

buscarlo antes de que llegue papá de<br />

trabajar. Pensaré en ello esta noche…<br />

―murmura Laura.<br />

Después de cenar, los niños se van<br />

temprano a la cama y sueñan con las<br />

aventuras que han tenido durante el día.<br />

Carlos ha dejado la ventana abierta para<br />

dormirse escuchando el sonido de los<br />

grillos, que le hacer recordar al simpático<br />

Jack.<br />

Laura se duerme enseguida y empieza a<br />

soñar que vuelve a ser una abeja y fabrica<br />

miel en una colmena. De pronto, su<br />

sueño se ve interrumpido por Carlos, que<br />

ha entrado en su habitación y está<br />

agitándole el brazo.


LAS MISTERIOSAS DESAPARICIONES<br />

― Eh, despierta. Vamos, despierta<br />

¡Laura!<br />

― ¿Qué pasa, Carlos? Estaba teniendo<br />

un sueño maravilloso ―refunfuña<br />

Laura.<br />

― Los bichos… bueno, Jack. Tenemos<br />

que ir con ellos. Ahora mismo. Hay que<br />

encontrar la manera de salvarles del<br />

anciano chiflado ―balbucea Carlos.<br />

― ¡Hermanito, basta ya! Sé que los<br />

echas de menos, pero es tarde y ahora<br />

tenemos que dormir. Ya hemos hablado<br />

de esto, mañana pensaremos en algo.<br />

Ahora ve a tu habitación antes de que<br />

papá y mamá nos oigan y nos castiguen.<br />

― No me has entendido. Dejé la ventana<br />

abierta y ha venido Jack. ¡Ahora puedo<br />

oír lo que dicen los bichos! ¡Es<br />

fantástico! Seguro que tú también<br />

puedes. Tienen problemas y necesitan<br />

nuestra ayuda ―le cuenta Carlos<br />

apresuradamente.<br />

― Deja que yo se lo explique, amiguito<br />

―interviene una voz aguda en la<br />

oscuridad de la habitación.<br />

― ¡¡Jack!! ¿Eres tú? ¡Reconozco tu voz!<br />

―exclama Laura―. ¿Dónde estás? No te<br />

veo. ― Disculpa, princesa, es que soy<br />

muy pequeño comparado contigo. Estoy<br />

en el hombro de tu hermano, pero baja<br />

la voz y no enciendas la luz para que tus<br />

padres no se despierten.


. ― Verás, están pasando cosas muy<br />

extrañas en la comunidad de los bichos del<br />

parque. Han desaparecido muchos de<br />

nosotros en las últimas horas. Nadie sabe<br />

nada de ellos. Cada vez quedamos menos.<br />

Me preocupa que esto pueda tener<br />

relación con lo que me contaron acerca de<br />

ese hombre al que no le gustan los bichos.<br />

¿Se les ocurre que podemos hacer? Si no<br />

actuamos pronto, probablemente<br />

desaparezcamos todos nosotros.<br />

― Eso es horrible, Jack. Seguro que el viejo<br />

científico tiene algo que ver en todo esto.<br />

Vamos a su casa a ver qué ocurre<br />

―propone Laura.<br />

― Genial, chicos. Mil gracias.<br />

Los niños se visten y salen de casa sin<br />

hacer ruido junto a Jack.<br />

Conforme se van acercando a la casa del<br />

Señor Tomás, divisan unas luces<br />

fluorescentes que cambian de color y<br />

que parecen provenir de la parte de<br />

atrás de su pedregoso jardín. Entran en<br />

el recinto comienzan a bordear la casa,<br />

acercándose cautelosamente hacia el<br />

foco de luz.<br />

Se detienen en uno de los laterales y<br />

asoman la cabeza desde una esquina de<br />

la casa para ver qué está sucediendo en<br />

la parte trasera del jardín. De pronto se<br />

aparece ante ellos una tarántula gigante,


que cambia continuamente de color, a<br />

cada cuál más brillante. A su lado, sujeta<br />

entre la casa y la valla trasera del jardín,<br />

hay una gran tela de araña de hilos muy<br />

gruesos y aspecto viscoso. La araña no los<br />

ha visto, está ocupada tejiendo y<br />

agrandando la enorme red.<br />

― ¡Mirad! Hay un montón de bichos<br />

atrapados en esa enorme tela de araña.<br />

–Indica Laura elevando la voz<br />

― ¡Shh! Habla más bajo. –Ordena<br />

Carlos– Es mejor trazar un plan antes de<br />

que la araña gigante repare en nuestra<br />

presencia. ¿Son esos tus amigos<br />

desaparecidos, Jack?<br />

Jack no contesta. Parece hipnotizado.<br />

Sale del escondite y comienza a dar<br />

lentos y pequeños saltitos, directo hacia<br />

la tela de araña.<br />

― ¿Qué haces? ¡Vuelve aquí! ―le pide<br />

Carlos.<br />

― No te escucha, Carlos. ¡Lo tengo!<br />

―dice Laura mientras se guarda a Jack<br />

en el bolsillo. Con toda su atención<br />

puesta en el rescate del grillo, los niños<br />

no son conscientes de que la enorme<br />

tarántula, alertada por los gritos de<br />

Carlos, se ha percatado de la presencia<br />

de intrusos. Laura ha quedado a la vista<br />

al abandonar su escondite por ir detrás


De Jack, y no tiene tiempo de refugiarse<br />

de nuevo antes de que la araña se dé la<br />

vuelta. Antes de poder reaccionar, la<br />

niña se ve apresada por dos largas<br />

patas. Laura sabe que su hermano lo<br />

está viendo todo desde la sombra de la<br />

pared y, en un abrir y cerrar de ojos, se<br />

saca a Jack del bolsillo y se lo lanza<br />

disimuladamente a Carlos con gran<br />

puntería, sin que la araña lo note. Sabe<br />

que toda ayuda es poca para que ella y<br />

el resto de los bichos sean liberados.<br />

Carlos caza a Jack al vuelo y lo aleja un<br />

poco de la influencia de la tela de araña<br />

para poder hablar con él.<br />

― Amiguito, ¿estás bien? ¿Qué te ha<br />

pasado? ―le interroga Carlos.<br />

― Perdonen, niños. No sé qué me ha<br />

pasado. Las luces de la araña, el olor de<br />

esa red… A ti no te afecta porque tienes<br />

forma humana, pero te aseguro que los<br />

bichos nos sentimos atraídos por esas<br />

cosas a distancia, y en este caso, la<br />

influencia es mucho más fuerte. No he<br />

podido evitar dirigirme hacia allí<br />

―explica el grillo.<br />

― La araña ha cogido a mi hermana.<br />

Sólo estamos tú y yo para resolver esto.<br />

Laura está atrapada por salvarte a ti.


― Descuida, la salvaremos, y al resto de<br />

los bichos también. Haré todo lo posible<br />

por resistir acercarme a la tela de araña.<br />

Cuando estemos tan cerca, me ataré el<br />

cuerpo con el cordón de tu capucha para<br />

evitar que me pase de nuevo.<br />

― Bien pensado ―dice Carlos―, pero<br />

no somos lo bastante fuertes para<br />

enfrentarnos solos a esa tarántula. Se<br />

me ha ocurrido que podríamos entrar en<br />

la casa del Señor Tomás y contarle lo que<br />

está sucediendo. Como a ese hombre no<br />

le gustan los bichos, seguro que nos<br />

ayuda a derrotar a la araña. Vamos.<br />

Carlos y Jack vuelven a la puerta<br />

principal y se adentran en la oscura casa.<br />

No parece haber nadie en toda la planta,<br />

así que bajan al sótano donde el anciano<br />

tiene su laboratorio, pero tampoco<br />

encuentran ni rastro de él. El grillo salta<br />

de aquí para allá con la esperanza de<br />

encontrar alguna fórmula contra los<br />

bichos.<br />

Aunque nunca le gustó la idea, ahora<br />

necesitan más que nunca pararle los<br />

pies a la malvada araña.<br />

― Jack, ¿cómo va la búsqueda? ¿Has<br />

visto algo que nos pueda ayudar?<br />

―pregunta<br />

Carlos mientras rebusca en los cajones.<br />

― Es posible, colega, en esta mesa hay<br />

un montón de papelotes con letras y<br />

números, y algunos con dibujos… pero<br />

como no se leer…<br />

― Cierto, lo había olvidado. Nos va a


costar mucho encontrar una solución y<br />

no disponemos de mucho tiempo.<br />

¿Dónde se habrá metido el Señor<br />

Tomás?<br />

― Eh, niño-libélula. Los dibujos sí que<br />

los entiendo, y aquí hay uno muy<br />

interesante: Aparece nuestra querida<br />

tarántula, luego hay unas fórmulas… y<br />

una flecha que apunta hacia otros<br />

dibujos y nombres… La verdad es que los<br />

dibujos son muy malos, hasta yo sabría<br />

pintar mejor esa máquina de ahí.<br />

― ¿Qué dices? ¿Qué maquina?<br />

―pregunta Carlos.<br />

― Creo que la que hay aquí dibujada es<br />

esa que tienes delante. Parece que cada<br />

palanca sirve para una cosa distinta,<br />

pero hay que ver lo mal que dibuja el<br />

viejecito.<br />

― ¡Déjame ver!... ¡Sí! Esto nos servirá. Si<br />

le doy a la palanca de la derecha cae un<br />

líquido rojizo en este vaso. ¡Huele a<br />

caramelo, como el otro!, aunque es más<br />

intenso este olor…<br />

― Lo que Laura y yo bebimos debía ser<br />

solamente una prueba para conseguir<br />

hacer la fórmula definitiva, ¡y éste es el<br />

resultado final de los ensayos! Seguro<br />

que el viejo lo ha utilizado para<br />

transformarse en la araña gigante<br />

―continúa Carlos.<br />

― Genial, entonces sólo tenemos que<br />

esperar a que se le pase el efecto, como<br />

os pasó a Laura y a ti. Luego llamas a la<br />

policía y listo.<br />

― No tan deprisa, Jack. Parece el mismo<br />

líquido pero tiene algo distinto. No<br />

sabemos cuánto dura el efecto, pueden<br />

ser horas, días… o puede que se quede<br />

así para siempre ―comenta Carlos<br />

angustiado―. ¿Y qué le diríamos a la<br />

policía? Nadie se lo creería.<br />

― Pero chico, al viejo no le gustan los<br />

bichos. No tiene sentido que quiera ser


una araña para siempre. Si Laura estuviera<br />

aquí ya aquí ya tendríamos unas veinte<br />

teorías distintas, es muy ocurrente la<br />

chica. Por cierto, ¿para qué sirve la<br />

palanca de la izquierda?<br />

― Hago lo que puedo, los nervios no me<br />

dejan pensar con claridad. Veamos qué<br />

hace la otra palanca.<br />

Carlos acciona la segunda palanca. La<br />

máquina hace unos ruidos raros durante<br />

unos segundos y finalmente arroja, de<br />

nuevo, un líquido a otro vaso.<br />

― Vaya por Dios, las dos palancas hacen<br />

lo mismo. Lo llevamos claro, chaval.<br />

Podríamos beberlos y transformarnos en<br />

seres monstruosamente grandes y<br />

poderosos, como la araña. Sería una lucha<br />

equilibrada, pero no quiero quedarme así<br />

para siempre, perdería a todos mis<br />

amigos, y ya nunca pasaría desapercibido<br />

―reflexiona Jack.<br />

― Un momento. No sabemos qué<br />

efectos produce este líquido. No es igual<br />

que el otro: Éste tiene un color entre<br />

azul y gris, y huele fatal, como la comida<br />

caducada.<br />

― ¿Te había comentado que, además de<br />

no saber leer, no tengo olfato? En<br />

cualquier caso, no pienso probarlo. Si<br />

resulta que sirve para revertir la<br />

transformación en bicho... ¿me volvería<br />

humano? Prefiero no comprobarlo.<br />

― ¡¡Eso es!! –Exclama Carlos– No<br />

entendía muy bien la flecha torcida que<br />

aparece en el dibujo al lado de esta<br />

palanca. Tienes razón, el viejo dibuja<br />

fatal… Tenemos que hacer más vasos del<br />

líquido maloliente y regresar a donde<br />

está la araña. Carlos pasa el líquido azul<br />

de varios vasos a un frasco. Jack fabrica<br />

un hilo muy largo uniendo unos cuantos<br />

hilos muy largos uniendo unos cuantos


hilos pequeños del jersey de Carlos y,<br />

finalmente, se ata él mismo a un<br />

extremo. Después, los dos van hacia la<br />

parte trasera del jardín con un plan bien<br />

estudiado:<br />

Primero Jack salta hacia la tarántula, y<br />

ésta intenta cazarlo desesperadamente.<br />

Carlos tira del hilo una y otra vez,<br />

separándola cada vez más de su tela de<br />

araña. Pasados unos minutos, han<br />

conseguido alejarla y agotarla bastante.<br />

Es entonces cuando Jack se deja cazar y,<br />

a continuación, Carlos da todas las<br />

vueltas que puede a su alrededor, hasta<br />

que el hilo se acaba.<br />

Laura está pegada en la parte superior<br />

de la gran tela de araña, junto a todos<br />

los demás bichos, observando la hazaña<br />

de su hermano y de Jack. No para de<br />

gritar de alegría y de animar a sus<br />

salvadores.<br />

La enorme tarántula está ahora<br />

enredada en el hilo y tiene dificultad para<br />

caminar deprisa, pero eso no le impide<br />

desplazarse hacia su red para retener a su<br />

presa.<br />

Carlos no llega hasta la cabeza de la araña;<br />

de modo que decide lanzar el frasco hacia<br />

las manos de su hermana, quien la coge<br />

sin problemas.<br />

― ¡Tienes que hacérselo beber! ―le<br />

indica Carlos a gritos―. Es el anciano, esto<br />

le devolverá a su forma humana<br />

― Sin problemas, estoy colgada a<br />

suficiente altura ―responde Laura<br />

guiñando un ojo.


Al momento, la araña consigue llegar a la<br />

tela para depositar en ella a Jack como<br />

nuevo prisionero, y Laura abre el frasco<br />

a toda prisa y le vierte el líquido azul en<br />

la boca. Suena un fuerte gemido y,<br />

seguidamente, un grito de rabia. La tela<br />

de araña se desvanece y el Señor Tomás<br />

recupera su forma humana. Está muy<br />

enfadado.<br />

― ¡Niños! Sabía que no me traeríais<br />

nada bueno. Son molestos, como los<br />

bichos.<br />

¡Han arruinado mi plan! No voy a dejar<br />

que me lo arruinen.<br />

Intenta correr tras Carlos y Laura, pero<br />

aún tiene el hilo enrollado en su cuerpo,<br />

y sus pocas fuerzas le impiden moverse.<br />

Intenta desatarse, pero todos los bichos<br />

que estaban pegados a la tela de araña<br />

han quedado libres y se le echan<br />

encima, haciéndole cosquillas por todas<br />

partes.<br />

Cuando el anciano se da por vencido, los<br />

dos hermanos lo desatan e intentan<br />

hablar con él.<br />

― No queríamos hacerle nada malo a<br />

usted, Señor, pero no podíamos<br />

permitir que hiciera desaparecer a<br />

nuestros amigos ―se disculpa Carlos<br />

― ¿Amigos? ¿Te refieres a los bichos?<br />

No puede ser. Ni siquiera pueden<br />

entenderse con ellos.<br />

― Podemos hacerlo gracias a usted.<br />

Hoy por la tarde estuvimos aquí, en su


casa, y bebimos un líquido rosa con olor<br />

a caramelo. –Explica Laura– Eso me hizo<br />

transformarme en una abeja y a mi<br />

hermano, en una libélula. Aunque el<br />

efecto sólo duró dos horas, desde ese<br />

momento podemos hablar con los<br />

bichos, como cuando lo éramos<br />

nosotros.<br />

― Tiene que creernos, Señor Tomás. Se<br />

ha empeñado tanto en eliminar a los<br />

bichos que no se ha dado cuenta de que<br />

son fantásticos. Ellos también viven en<br />

sociedad, son amables, generosos y se<br />

divierten sin hacer daño a nadie. Si<br />

alguna vez le han molestado, seguro que<br />

no ha sido con esa intención. Ellos sólo<br />

quieren vivir tranquilos. Seguro que<br />

usted ahora, después de haber sido una<br />

araña, también puede hablar con ellos<br />

.<br />

― No doy crédito. Me están dando una<br />

lección unos niños, o… unos bichos.<br />

Nunca me había planteado la existencia<br />

de estos pequeños seres como la<br />

describen ustedes. Siempre di por hecho<br />

que no había motivos para que existieran,<br />

que el mundo estaría mejor sin ellos. No<br />

pensé en cómo es la vida desde el punto<br />

de vista de un bichito. ―Nos alegra<br />

mucho que lo entienda, Señor<br />

―interrumpe Jack―. No sabe el<br />

susto que nos hemos llevado pensando<br />

que íbamos a desaparecer. Esa araña tan<br />

mala no representa a la sociedad de los<br />

bichos. ― Qué sorpresa. Nunca había<br />

escuchado a un grillo hablar. No tienes de<br />

qué preocuparte, no volveré a utilizar mis<br />

conocimientos para hacer daño ni para<br />

convertirme en un bicho malvado.


¡Todo lo contrario!, quiero aprender más<br />

sobre ustedes. Me han abierto los ojos.<br />

Fabricaré más líquido rosa para cuando<br />

quieran pasar un rato con sus<br />

pequeñitos amigos ―les dice el Señor<br />

Tomás a los niños.<br />

Se oyen cuatro campanadas y los chicos<br />

saben que deben ir a casa corriendo.<br />

Les quedan pocas horas para dormir y<br />

tienen que estar descansados para jugar<br />

al día siguiente con su padre en el<br />

parque; además, no quieren que les<br />

regañen por salir de casa por la noche,<br />

aunque aceptarían de buen grado un<br />

castigo porque saben que lo han hecho<br />

por una buena causa… pese a que sus<br />

padres jamás lo entenderían.<br />

¡RECUERDA QUE ES UN CUENTO!<br />

Porque los niños y niñas ¡Nunca<br />

deben ingresar , sin permiso, a la<br />

casa de otra persona! y menos de<br />

un desconocido.<br />

Ahora completa la ficha N°1 y participa<br />

en el concurso “ LEER ES DIVERTIDO”<br />

¡Tu opinión es muy importante!


¡Felicitaciones eres un Excelente Lector!<br />

Para responder correctamente las preguntas que encontrarás a continuación, debes dar tú opinión, muy bien<br />

fundamentada . Además podrás participar en el concurso mensual “LEER ES DIVERTIDO” y podrás ganar<br />

entretenidos premios.<br />

Recuerda escribir sin faltas de ortografía.<br />

I. Responder en el cuaderno:<br />

LEER ES DIVERTIDO<br />

Ficha N° 1<br />

Nombre del libro leído:…………………………………………………………………… Nombre de autor:……………………………………………………………………<br />

1. Si tuvieras que recomendar este libro, a un amigo o amiga. ¿Qué le dirías? Fundamenta tu respuesta.<br />

2. ¿Qué habrías hecho tú, si hubieras sido el o uno de los personajes principales del libro? y ¿Por qué? Fundamenta tu<br />

respuesta.<br />

3. ¿Qué otro personaje del libro leído te habría gustado ser? ¿Por qué?<br />

4. Crea un nuevo personaje para este cuento. ¿Qué te habría gustado que hiciera?<br />

5. ¿Qué enseñanza te dejó este libro?<br />

Siempre hay que anotar las palabras nuevas , buscarlas en el diccionario y aprender su significado.<br />

¿TERMINASTE?<br />

LEER ES DIVERTIDO<br />

Solicita tu cupón, a tu profesora y participa en el<br />

concurso mensual “LEER ES DIVERTIDO”<br />

Organizado por la Biblioteca Digital del Colegio.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!