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palabras_de_vida_del_gran_maestro EGW

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hierbas sin valor no tenían ninguna semejanza con el trigo que se doblaba bajo el peso <strong>de</strong> sus llenas y maduras<br />

espigas. Los pecadores que hacen alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> piedad se mezclan por un tiempo con los verda<strong>de</strong>ros seguidores <strong>de</strong><br />

Cristo, y su apariencia <strong>de</strong> cristianismo tiene por fin engañar a muchos; pero en la cosecha <strong>de</strong>l mundo no habrá<br />

ninguna semejanza entre lo bueno y lo malo. Entonces aquellos que se han unido a la iglesia, pero que no se han<br />

unido a Cristo, serán manifestados.<br />

Se permite que la cizaña crezca entre el trigo, que tenga todas las ventajas <strong>de</strong>l sol y <strong>de</strong> la lluvia, pero en el tiempo <strong>de</strong><br />

la siega, vosotros "os tornaréis, y echaréis <strong>de</strong> ver 53 la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y<br />

el que no le sirve".* Cristo mismo <strong>de</strong>cidirá quiénes son dignos <strong>de</strong> vivir con la familia <strong>de</strong>l cielo. El juzgará a cada<br />

hombre <strong>de</strong> acuerdo con sus <strong>palabras</strong> y sus obras. El hacer profesión <strong>de</strong> piedad no pesa nada en la balanza. Es el<br />

carácter lo que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> el <strong>de</strong>stino.<br />

El Salvador no nos señala un tiempo en que toda la cizaña se convertirá en trigo. El trigo y la cizaña crecen<br />

juntamente hasta el tiempo <strong>de</strong> la cosecha, el fin <strong>de</strong>l mundo. Entonces la cizaña se ata en manojos para ser quemada,<br />

y el trigo se junta en el <strong>gran</strong>ero <strong>de</strong> Dios. "Entonces los justos resplan<strong>de</strong>cerán como el sol en el reino <strong>de</strong> su Padre".<br />

Entonces "enviará el Hijo <strong>de</strong> Dios sus ángeles y cogerán <strong>de</strong> su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,<br />

y los echarán en el horno <strong>de</strong> fuego: allí será el lloro y el crujir <strong>de</strong> dientes". 54<br />

5 Pequeños Comienzos, Gran<strong>de</strong>s Resultados*<br />

ENTRE la multitud que escuchaba las enseñanzas <strong>de</strong> Cristo había muchos fariseos. Estos notaron <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosamente<br />

cuán pocos <strong>de</strong> sus oyentes lo reconocían como el Mesías. Y discutían entre sí cómo este mo<strong>de</strong>sto <strong>maestro</strong> podría<br />

exaltar a Israel al dominio universal. Sin riquezas, po<strong>de</strong>r u honor, ¿cómo había <strong>de</strong> establecer el nuevo reino? Cristo<br />

leyó sus pensamientos y les contestó:<br />

¿A qué haremos semejante el reino <strong>de</strong> Dios? ¿O con qué parábola le compararemos?" Entre los gobiernos terrenales<br />

no había nada que pudiera servir para establecer una semejanza. Ninguna sociedad civil podía proporcionarle un<br />

símbolo. "Es como el <strong>gran</strong>o <strong>de</strong> mostaza -dijo él-, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña <strong>de</strong> todas las<br />

simientes que hay en la tierra; mas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sembrado, sube y se hace la mayor <strong>de</strong> todas las legumbres, y echa<br />

<strong>gran</strong><strong>de</strong>s ramas, <strong>de</strong> tal manera que las aves <strong>de</strong>l cielo pue<strong>de</strong>n morar bajo su sombra".<br />

El germen que se halla en la semilla crece en virtud <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> <strong>vida</strong> que Dios ha implantado en<br />

él. Su <strong>de</strong>sarrollo no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r humano. Tal ocurre con el reino <strong>de</strong> Cristo. Es una nueva creación. Sus<br />

principios <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo son opuestos a los que rigen los reinos <strong>de</strong> este mundo. Los gobiernos terrenales prevalecen<br />

por la fuerza física; mantienen su dominio por la 55 guerra; pero el Fundador <strong>de</strong>l nuevo reino es el Príncipe <strong>de</strong> Paz.<br />

El Espíritu Santo representa a los reinos <strong>de</strong>l mundo bajo el símbolo <strong>de</strong> bestias fieras <strong>de</strong> rapiña; pero Cristo es el<br />

"Cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios, que quita el pecado <strong>de</strong>l mundo".* En su plan <strong>de</strong> gobierno no hay empleo <strong>de</strong> fuerza bruta para<br />

forzar la conciencia. Los judíos esperaban que el reino <strong>de</strong> Dios se estableciese <strong>de</strong> la misma forma que los reinos <strong>de</strong>l<br />

mundo. Para promover la justicia ellos recurrieron a las medidas externas. Trazaron métodos y planes. Pero Cristo<br />

implanta un principio. Inculcando la verdad y la justicia, contrarresta el error y el pecado.<br />

Mientras Jesús presentaba esta parábola, podían verse plantas <strong>de</strong> mostaza lejos y cerca, elevándose por sobre la<br />

hierba y los cereales, meciendo suavemente sus ramas en el aire. Los pájaros revoloteaban <strong>de</strong> rama en rama, y<br />

cantaban en medio <strong>de</strong> su frondoso follaje. Sin embargo la semilla que dio origen a estas plantas gigantes era una <strong>de</strong><br />

las más pequeñas. Al principio proyectó un tierno brote; pero era <strong>de</strong> una potente vitalidad, y creció y floreció hasta<br />

que alcanzó el <strong>gran</strong> tamaño que entonces tenía. Así el reino <strong>de</strong> Cristo al principio parecía humil<strong>de</strong> e insignificante.<br />

Comparado con los reinos <strong>de</strong> la tierra parecía el menor <strong>de</strong> todos. La aseveración <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong> que era rey fue<br />

ridiculizada por los gobernantes <strong>de</strong> este mundo. Sin embargo, en las <strong>gran</strong><strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s encomendadas a los<br />

seguidores <strong>de</strong> Cristo, el reino <strong>de</strong>l Evangelio poseía una <strong>vida</strong> divina. ¡Y cuán rápido fue su crecimiento, cuán amplia<br />

su influencia! Cuando Cristo pronunció esta parábola, había solamente unos pocos campesinos galileos que<br />

representaban el nuevo reino. Su pobreza, lo escaso <strong>de</strong> su número, era presentado repetidas veces como razón por la<br />

cual los hombres no <strong>de</strong>bían unirse con estos sencillos pescadores que seguían a Jesús. Pero la semilla <strong>de</strong> mostaza<br />

había <strong>de</strong> crecer y exten<strong>de</strong>r sus ramas a través <strong>de</strong>l mundo. Cuando pereciesen los gobiernos terrenales, cuya gloria<br />

llenaba entonces los corazones humanos, 56 el reino <strong>de</strong> Cristo seguiría siendo una fuerza po<strong>de</strong>rosa y <strong>de</strong> vasto<br />

alcance.<br />

De esta manera, la obra <strong>de</strong> la gracia en el corazón es pequeña en su comienzo. Se habla una palabra, un rayo <strong>de</strong> luz

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