13.07.2017 Views

palabras_de_vida_del_gran_maestro EGW

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los que aman a Dios vivirán otra vez en el Edén celestial. Dios ha dicho <strong>de</strong> los cuerpos humanos que yacen en la<br />

tumba para convertirse en polvo: "Se siembra en corrupción; se levantará en incorrupción; se siembra en vergüenza,<br />

se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con potencia".*<br />

Tales son unas pocas <strong>de</strong> las muchas lecciones enseñadas por la viviente parábola <strong>de</strong> la naturaleza respecto <strong>de</strong>l<br />

sembrador y la semilla. Cuando los padres y los <strong>maestro</strong>s procuran enseñar estas lecciones, <strong>de</strong>ben hacerlo en una<br />

forma práctica. Aprendan los niños por sí mismos a preparar el terreno y a sembrar la semilla. Cuando trabaja el<br />

padre o <strong>maestro</strong> pue<strong>de</strong> explicarles acerca <strong>de</strong>l jardín <strong>de</strong>l corazón y la buena o mala semilla que allí se siembra, y así<br />

como el jardín pue<strong>de</strong> prepararse para la semilla natural, <strong>de</strong>be prepararse el corazón para la semilla <strong>de</strong> la verdad.<br />

Cuando esparcen la semilla en el terreno, pue<strong>de</strong>n enseñar la lección <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Cristo, y cuando surge la espiga,<br />

la verdad <strong>de</strong> la resurrección. Cuando crecen las plantas, pue<strong>de</strong> continuarse con la relación entre la siembra natural y<br />

la espiritual.<br />

A los jóvenes <strong>de</strong>be instruírselos en una forma semejante. Debe enseñárselas a trabajar el terreno. Sería bueno que<br />

todas las escuelas tuvieran terreno para el cultivo, Tales terrenos <strong>de</strong>berían ser consi<strong>de</strong>rados como el aula <strong>de</strong> Dios.<br />

Deben consi<strong>de</strong>rarse las cosas <strong>de</strong> la naturaleza como un libro <strong>de</strong> texto que han <strong>de</strong> estudiar los hijos <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong>l cual<br />

pue<strong>de</strong>n obtener el conocimiento relativo al cultivo <strong>de</strong>l alma. 66<br />

Al trabajar el terreno, al disciplinarlo y sojuzgarlo, han <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>rse lecciones continuamente. Nadie pensaría en<br />

establecerse sobre un terreno inculto, esperando que <strong>de</strong> repente produjera una cosecha. Se necesitan fervor,<br />

diligencia y labor perseverante para preparar el terreno para la semilla. Así es en la obra espiritual <strong>de</strong>l corazón<br />

humano. Los que quieran beneficiarse con el cultivo <strong>de</strong>l suelo, <strong>de</strong>ben avanzar con la palabra <strong>de</strong> Dios en su corazón.<br />

Encontrarán entonces que el barbecho <strong>de</strong>l corazón ha sido roturado por la influencia subyugadora <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />

A menos que el terreno sea objeto <strong>de</strong> arduo trabajo, no rendirá cosecha. Así también es el terreno <strong>de</strong>l corazón: el<br />

Espíritu <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>be trabajar en él para refinarlo y disciplinarlo, antes <strong>de</strong> que pueda dar fruto para la gloria <strong>de</strong> Dios.<br />

El terreno no producirá sus riquezas cuando sea trabajado por impulso. Necesita una atención diaria y cuidadosa.<br />

Debe ser arado frecuente y profundamente, a fin <strong>de</strong> mantenerlo libre <strong>de</strong> las malezas que se alimentan <strong>de</strong> la buena<br />

semilla sembrada. Así preparan la cosecha los que aran y siembran. Nadie <strong>de</strong>be permanecer en el campo en medio<br />

<strong>de</strong>l triste naufragio <strong>de</strong> sus esperanzas.<br />

La bendición <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong>scansará sobre los que así trabajan la tierra, aprendiendo lecciones espirituales <strong>de</strong> la<br />

naturaleza. Al cultivar el terreno, el obrero sabe poco <strong>de</strong> los tesoros que se abrirán <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él. Si bien es cierto que<br />

no ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar la instrucción que pueda recibir <strong>de</strong> los que tienen experiencia en la obra, y la información que<br />

puedan impartirle los hombres inteligentes, <strong>de</strong>be obtener lecciones por sí mismo. Esta es una parte <strong>de</strong> su educación.<br />

El cultivo <strong>de</strong>l terreno llegar a ser una educación para el alma.<br />

El que hace que brote la semilla y la cuida día y noche, el que le da po<strong>de</strong>r para que se <strong>de</strong>sarrolle, es el Autor <strong>de</strong><br />

nuestro ser, el Rey <strong>de</strong>l cielo, y él ejerce un cuidado e interés aun mayores hacia sus hijos. Mientras el sembrador<br />

humano 67 está sembrando la semilla que mantiene nuestra <strong>vida</strong> terrenal, el Sembrador divino sembrará en el alma<br />

la semilla que dará frutos para <strong>vida</strong> eterna. 68<br />

7 Un Po<strong>de</strong>r que Transforma y Eleva*<br />

MUCHOS hombres educados y <strong>de</strong> influencia habían venido a oír al profeta <strong>de</strong> Galilea. Alguno, <strong>de</strong> ellos miraban con<br />

curioso interés la multitud que se había congregado alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Cristo mientras enseñaba a la orilla <strong>de</strong>l mar. En<br />

esta <strong>gran</strong> multitud se hallaban representadas todas las clases <strong>de</strong> la sociedad. Allí estaban el pobre, el analfabeto, el<br />

andrajoso pordiosero, el ladrón que llevaba impreso en su rostro el sello <strong>de</strong> la culpa, el lisiado, el disoluto, el<br />

comerciante y el que no necesitaba trabajar, el encumbrado y el humil<strong>de</strong>, el rico y el pobre, estrechándose unos<br />

contra otros por encontrar un lugar don<strong>de</strong> estar y escuchar las <strong>palabras</strong> <strong>de</strong> Cristo. Al echar un vistazo estos hombres<br />

cultos sobre la extraña asamblea se preguntaron: ¿Se compone el reino <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> semejante elemento? Nuevamente<br />

el Salvador contestó con una parábola:<br />

"El reino <strong>de</strong> los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas <strong>de</strong> harina, hasta<br />

que todo quedó leudo".<br />

Entre los judíos, la levadura se usaba a veces como símbolo <strong>de</strong>l pecado. Al tiempo <strong>de</strong> la Pascua, el pueblo era

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