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Bitacora de Viaje - Liliana Bodoc

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<strong>Bitacora</strong><br />

<strong>de</strong> viaje


Antes <strong>de</strong>l viaje<br />

hare krishnas<br />

Audio antes <strong>de</strong> embarcar


¿Cómo surgió la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> viajar para<br />

escribir?<br />

Viajar es uno <strong>de</strong> los anhelos más universales. Viajar es<br />

la meta <strong>de</strong> muchos, el sueño <strong>de</strong> muchos, viajar es, según<br />

la gran escritora Marguerite Yourcenar, el único<br />

modo <strong>de</strong> conocer la celda en la que vivimos. Historias<br />

<strong>de</strong> viajeros, novelas <strong>de</strong> viajes, bitácoras, naufragios,<br />

<strong>de</strong>scubrimientos, últimamente programas <strong>de</strong>dicados a<br />

narrar las aventuras <strong>de</strong> algún viajero. Marco Polo, Colón,<br />

Álvar Nuñez, Don Quijote, Darwin, Gulliver... Ficción<br />

y realidad, literatura e historia se cruzan fácilmente<br />

cuando se trata <strong>de</strong> viajes.<br />

Viajar para escribir se sostuvo en un sueño común a<br />

nuestra especie. Del anhelo <strong>de</strong> la humanidad es fácil<br />

dar el paso al anhelo individual. Y eso me ocurrió.


¿Cuál fue el plan inicial <strong>de</strong>l viaje,<br />

el primer itinerario?<br />

Siempre estuvo Santa Fe como punto <strong>de</strong> partida y <strong>de</strong><br />

regreso. Y es fácil adivinar que se trata <strong>de</strong> mi propia<br />

infancia. En la ciudad <strong>de</strong> Santa Fe, en algunos lugares<br />

particularmente, mi infancia aún no se entera <strong>de</strong> que<br />

yo crecí y la <strong>de</strong>jé vacía. Volver a Santa Fe es para mí,<br />

casi literalmente, volver al seno materno.<br />

¿Y <strong>de</strong>spués? ¿El otro extremo <strong>de</strong>l viaje?<br />

El norte, Jujuy, los sitios que no pu<strong>de</strong> recorrer a mi<br />

tiempo y que, en cambio y felizmente, recorrieron mis<br />

hijos. Tilcara, Purmamarca, Andalgalá, ese era el mapa.<br />

¿Por qué?<br />

Porque no hay sitio don<strong>de</strong> resida con mayor profundidad<br />

el misterio <strong>de</strong> nuestra cultura... La maravilla y el<br />

dolor andan por esas calles como si tal cosa.<br />

¿Miedos e ilusiones?<br />

Pocos miedos, muchas ilusiones. Muchos planes <strong>de</strong><br />

trabajo, el corazón rejuvenecido.<br />

Pocos miedos, muchas ganas <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r.<br />

Pocos miedos... ¡hasta el tropezón final!


Viajar para escribir,<br />

escribir para viajar.<br />

Y una hipótesis <strong>de</strong> trabajo.<br />

Los caminos son una buena metáfora <strong>de</strong>l lenguaje humano,<br />

un paso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> otro, un sonido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

otro. Un tránsito individual y compartido. Un lío <strong>de</strong><br />

huellas. Y una meta que, inevitablemente, se <strong>de</strong>shace.<br />

Tuve, con la condición <strong>de</strong> viajero, una historia cambiante.<br />

En mi adolescencia fui una voraz soñadora <strong>de</strong> viajes.<br />

Imaginé los caminos como coartadas que me salvarían<br />

<strong>de</strong> la pena.<br />

Se trataba <strong>de</strong> una emoción fuerte y solitaria que no<br />

logré concretar, excepto por algún viaje a para visitar<br />

a mis abuelos. Y ahí quedaron las ansias, sin encontrar<br />

nunca su tumba <strong>de</strong>finitiva.


Más tar<strong>de</strong> adherí a la versión i<strong>de</strong>ológica que <strong>de</strong>fine<br />

los viajes antojadizos como excesos burgueses, como<br />

comer duraznos en invierno.<br />

Estos últimos años solo viajé por razones <strong>de</strong> trabajo,<br />

escasamente riesgosas.<br />

Hoy comencé un viaje a lomo <strong>de</strong> dos caballos.<br />

Espero que este viaje me obligue a transitar la inquietante<br />

sensación <strong>de</strong> no querer volver al sitio <strong>de</strong>l cual<br />

vengo. Para <strong>de</strong>spués, llegado el día, regresar a mi vulgar<br />

dirección. Apenada, avergonzada. Pero segura <strong>de</strong><br />

que la pena y la vergüenza, escriben.<br />

Tengo un rumbo ficcional, un personaje, un motivo.<br />

Tengo la sensación <strong>de</strong> una novela semejante a un<br />

mercado callejero: pequeño o infinito según se recorra.<br />

Ingenuo o brutal, según se mire.<br />

Si sufro mal <strong>de</strong> altura, que se agite mi prosa, que<br />

le cueste andar.<br />

Si compro una empanada en la calle, que la sintaxis<br />

que<strong>de</strong> chorreando aceite sabroso.<br />

Y si encuentro, ojalá, a los muertitos, espero <strong>de</strong>jarles<br />

algo <strong>de</strong> mi vida como ofrenda.<br />

Pretendo escribir dialogando con la niña que fui. Es<br />

ella la que siempre escribió, y no quiero que se aburra.<br />

Porque cuando los niños se aburren, crecen.


Veo una sábana blanca tendida en el patio. Detrás,<br />

un niño apoya su rostro sobre la tela. ¡Esa es la textura<br />

que intento encontrar! Esa fantasmal combinación <strong>de</strong><br />

ficción y realidad.<br />

Esto no es un retiro espiritual.<br />

Vengo a <strong>de</strong>stejer lo que tejí en estos últimos inviernos.<br />

Voy a tocar, ring raje, el timbre <strong>de</strong> mi siesta.<br />

Como cualquier hipótesis que se persigue honradamente,<br />

esta pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse en el camino. Entonces,<br />

mi novela tendrá la consistencia terrosa, el<br />

color <strong>de</strong>spellejado y la sonrisa fatigada <strong>de</strong>l intento.


8 <strong>de</strong> junio<br />

una nina<br />

I<br />

Hoy la he visto correr<br />

con sandalias <strong>de</strong> sangre.<br />

Estas fueron<br />

las calles <strong>de</strong> su mundo.<br />

Indiecita fantasma,<br />

calladita y cantando al mismo tiempo.<br />

Piedra y viento <strong>de</strong> sobra<br />

en este Pucará<br />

que no pudo cuidarte.


Será porque tu muerte<br />

no acaba todavía<br />

que la voz <strong>de</strong> una vieja<br />

me rezonga al oído.<br />

Fiero es ahora.<br />

Antes era lindo.<br />

Me ro<strong>de</strong>an los muertos<br />

en este Pucará<br />

ceñido por cardones.<br />

Les suplico que lloren con mis ojos<br />

pero son tigres.<br />

Aunque muertos, tigres.<br />

Y el llanto no ha nacido para ellos.<br />

Ni mi niña indiecita,<br />

la que pasa corriendo con sandalias <strong>de</strong> sangre,<br />

me permite abrazarla.<br />

No me sirven los brazos<br />

en este Pucará<br />

ventoso y dolorido.<br />

Los turistas que llegan<br />

ahuyentan a la niña.<br />

¿Volverás?, le pregunto.<br />

No respon<strong>de</strong>. Sonríe.<br />

Fiero es ahora.<br />

Antes era lindo.


9 <strong>de</strong> junio<br />

Mi Santa Fe aparece hasta aquí, en Tilcara. ¿Qué les<br />

parece? Aquí en Tilcara, hay música, pero buena música,<br />

en todas partes. Tanto que tengo que pelear con la<br />

música para po<strong>de</strong>r escribir.<br />

¿Y ahora? ¿Qué hago con Elisa metida en esta música?<br />

Ya veremos...<br />

Esta será una larga caminata <strong>de</strong> Elisa, quizás la<br />

última. Es fácil verla alejarse <strong>de</strong> espaldas, el ruido <strong>de</strong><br />

la pollera, las patitas chuecas.<br />

¿Con qué canción se me ocurrió esto?<br />

Hace click y escuchá la canción<br />

Estoy pensando que la música <strong>de</strong> Tilcara pue<strong>de</strong> ser un<br />

límite. Aquí, en Tilcara, hay música en casi todos los<br />

sitios, la ponen con un volumen importante y es, mayoritariamente,<br />

buena.<br />

Elisa va a recorrer estos mismos sitios, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego con<br />

otra historia. Entonces, pienso en la posibilidad <strong>de</strong> trabajar<br />

cada capitulo con una música <strong>de</strong> fondo: zamba,<br />

cumbia, copla, Mano Negra, Atahualpa. Lo que me toque<br />

escuchar, y no otra cosa.


¿De qué manera escribirías una música <strong>de</strong> fondo? Habría<br />

que ver... Lo más evi<strong>de</strong>nte es el intertexto con las<br />

letras. Pero <strong>de</strong>be haber mucho más. Voy a leer acerca<br />

<strong>de</strong> cada género musical, su historia, su estructura rítmica.<br />

“Ay, perfume <strong>de</strong> carnaval, ya nunca te he <strong>de</strong> olvidar”,<br />

eso escucho ahora. Los instumentos predilectos,<br />

los pentagramas.<br />

Entonces, pienso en la posibilidad <strong>de</strong><br />

trabajar cada capítulo con una música<br />

<strong>de</strong> fondo: zamba, cumbia, copla, Mano<br />

Negra, Atahualpa. Lo que me toque<br />

escuchar, y no otra cosa.


el cementerio


Primeras pruebas<br />

<strong>de</strong> escritura<br />

Personaje <strong>de</strong> la novela. Bajo el sol <strong>de</strong>moledor <strong>de</strong><br />

la Puna. Con su <strong>de</strong>bida primera corrección.<br />

“Había una relación explícita entre el calor y sus piernas,<br />

que ella reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día<br />

doloroso <strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre sus várices.<br />

Color ciruela. Es que el sol se ensaña con las cosas que<br />

tienen ese color, la sangre estancada. ¡Qué día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar! Y ella que en otra parte no hubiese tenido<br />

edad para tantas várices, aquí tenía edad para morirse.”<br />

Fuera la palabra “explícita”. Más bien, fuera toda la<br />

primera oración. Es muy fea.<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba.”


Bueno, así utilizada la expresión “había una causa”<br />

me convence más. Se parece un poco a Tilcara, y al<br />

modo <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> los lugareños.<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre sus várices.”<br />

¿Sus várices? No duele lo suficiente. A<strong>de</strong>más introduce<br />

un egocentrismo que <strong>de</strong>svanece al personaje.<br />

Mejor “las várices”, como si fuesen las várices <strong>de</strong> la<br />

puna.<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre las várices. Color ciruela.<br />

Es que el sol se ensaña con las cosas que tienen<br />

ese color, la sangre estancada.”<br />

Una porquería ese “color ciruela” en una oración<br />

unimembre. Las oraciones unimembres me remiten<br />

a cierta literatura <strong>de</strong> oficio. Pruebo poniendo a funcionar<br />

el color ciruela en un complemento circunstancial<br />

¿<strong>de</strong>...?<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre las várices. Es que el<br />

sol se ensaña con las cosas <strong>de</strong> color ciruela.”


Sí, me convence un poco más. Pero no tanto. Igual<br />

aquí hay otro gran problema. ¿Pue<strong>de</strong> este personaje,<br />

aunque sea por voz <strong>de</strong>l narrador, hablar mal <strong>de</strong>l sol?<br />

Nunca jamás. ¿Habla mal <strong>de</strong>l sol? ¿O simplemente lo<br />

reconoce en toda su fortaleza? Volveré <strong>de</strong>spués sobre<br />

este punto.<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre las várices. Es que el<br />

sol se ensaña con las cosas <strong>de</strong> color ciruela. ¡Qué día<br />

doloroso <strong>de</strong> andar!”<br />

Bueno, la repetición <strong>de</strong> lo que poco antes dijo el narrador<br />

podría servir para la oralidad y para la reafirmación<br />

<strong>de</strong>l conflicto. Pero podría modificarse un<br />

poco.<br />

“Entre el calor y sus piernas había una causa que ella<br />

reconocía no bien clareaba. Iba a ser un día doloroso<br />

<strong>de</strong> andar, con un torniquete sobre las várices. Es que el<br />

sol se ensaña con las cosas <strong>de</strong> color ciruela. ¡Qué trabajo<br />

el día!<br />

Y ella, que en otra parte no hubiese tenido edad para<br />

tantas várices, aquí en el pueblo tenía edad para morirse.”


10 <strong>de</strong> junio<br />

reflexiones<br />

nocturnas<br />

Reflexiones luego <strong>de</strong> una pesadilla<br />

Entrevista con Nestor Salas,<br />

una persona <strong>de</strong> Tilcara.<br />

—Está bien, ¿entonces si yo te pago $50 vos cantás<br />

una copla?<br />

—Sí. Por $50 puedo cantar una copla. Yo canto una<br />

copla, que es cultura <strong>de</strong> mi campo, cultura <strong>de</strong> mi lugar,<br />

<strong>de</strong>l pueblo natal.<br />

—Claro, <strong>de</strong>l pueblo don<strong>de</strong> naciste.


—Sí, yo soy <strong>de</strong>l campo, campo, don<strong>de</strong> crío mis chivos,<br />

y vivo <strong>de</strong> mis chivos, <strong>de</strong> mi ganado; yo canto una copla.<br />

—No, pero yo prefiero... no es por los $50... Algún<br />

día quiero escucharte allá arriba y que sea tu copla<br />

<strong>de</strong> verdad.<br />

—Mi copla <strong>de</strong> niño correcto. ¿Le canto la copla?<br />

—Bueno dale, mandate la copla.<br />

—¿Qué es cultura?<br />

—Amor y cariño<br />

—Qué buena <strong>de</strong>finición, la mejor que he escuchado<br />

en mi vida. ¿Vos estás <strong>de</strong> acuerdo?<br />

—Sí, porque <strong>de</strong> la cultura, en el campo, vos vivís <strong>de</strong><br />

tus propios bienes, <strong>de</strong>l campo. Vos vivís <strong>de</strong> tus tierras,<br />

<strong>de</strong> tus animales. Vivís <strong>de</strong> eso porque no hay ayuda <strong>de</strong>l<br />

gobierno ni provinciano ni <strong>de</strong>l nacional. Yo nunca, en<br />

mis 45 años, he tenido ayuda <strong>de</strong>l gobierno. Yo he vivido<br />

<strong>de</strong>l campo, <strong>de</strong> mi hacienda. Saco leche, hago queso,<br />

vendo mi queso, vendo el cuero. Eso es cultura <strong>de</strong>l<br />

campo. Ven<strong>de</strong>r papa, ven<strong>de</strong>r maíz.<br />

—Esa es tu vida.<br />

—Esa es mi vida. Yo no tengo ayuda <strong>de</strong>l gobierno. Entonces,<br />

vos tenés que vivir <strong>de</strong> tu producción, que vos<br />

hacés <strong>de</strong> tus animales. Como si fueras indígena, si fueras<br />

indio, vivís <strong>de</strong> tu propia tierra.<br />

—Si yo te pregunto una cosa: ¿vos sos feliz? ¿Vos qué<br />

me <strong>de</strong>cís?<br />

—Yo soy feliz en mi casa, que yo tengo en el campo.<br />

Tengo mi familia, tengo mis chivos; yo <strong>de</strong> mis chivos,


vivo. Porque saco leche, vendo el cuero, la carne, en eso<br />

soy feliz.<br />

—¿Y qué sueño tenés vos?<br />

—En mis sueños, en el futuro, lo que quisiera es vivir<br />

en el campo. Que sea más productivo. Que la cultura<br />

que tenemos <strong>de</strong>l campo... que nos dé el gobierno más<br />

justicia. Que la gente <strong>de</strong>l campo no se baje al pueblo,<br />

que no se vayan <strong>de</strong>l campo. Que haya más cultura local.<br />

—Ahora te voy a preguntar sobre el carnaval <strong>de</strong> acá,<br />

<strong>de</strong> Tilcara.<br />

—Yo no soy <strong>de</strong> Tilcara, yo soy <strong>de</strong> un <strong>de</strong>partamento local<br />

<strong>de</strong> Huacalera, que viene a ser la Puna, lejos.<br />

—Pero, ¿vos venís acá a Tilcara cuando hacen los<br />

carnavales?<br />

—No, porque yo hago mi cultura.<br />

—A ver, ¿cómo es eso?<br />

—Mi cultura es señalada, señalada <strong>de</strong>l campo. Porque<br />

yo tengo hacienda, tengo un cerro. Yo soy coya, <strong>de</strong>l cerro,<br />

don<strong>de</strong> silba el viento y la arena. En los carnavales<br />

nosotros hacemos coplas, antiguas, que vienen <strong>de</strong> los<br />

ancestros.


11 <strong>de</strong> junio<br />

Algunos comentarios<br />

1 Así como es el mercado <strong>de</strong> Purmamarca, podría<br />

ser el estilo <strong>de</strong> esta novela: es <strong>de</strong>cir una mezca entre<br />

lo sobrio y lo atiborrado. Parca la gente, verborrágicos<br />

sus puestos, escasa la palabra humana, bochinchera la<br />

mercancía.<br />

Ahora, antes <strong>de</strong> asumirlo como estilo hace falta pensar<br />

qué se escon<strong>de</strong> en esa antinomia. Sobre todo porque<br />

las mercancías son falsas, y ya nada tienen <strong>de</strong> propio<br />

<strong>de</strong> la gente <strong>de</strong> por aquí. Podríamos pensar que ellos<br />

solo <strong>de</strong>sean escon<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> nosotros, engañarnos.<br />

Pero como no saben<br />

mentir, le <strong>de</strong>jan<br />

el trabajo a<br />

los objetos. Es<br />

<strong>de</strong>cir, la parte<br />

barroca <strong>de</strong>l estilo<br />

tendría como<br />

objetivo las veladuras<br />

<strong>de</strong> la historia,<br />

la falsedad <strong>de</strong><br />

algunos personajes,<br />

por ejemplo.


2 Escuché hablar a unas señoras acerca <strong>de</strong> otra que había<br />

muerto, y que estaban por traer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Jujuy. Una <strong>de</strong><br />

ellas dijo “con razón ayer anduvo el cuervo”. Me quedé<br />

como estaqueada. ¿Por qué, en boca <strong>de</strong> esta mujer, el<br />

comentario sonó tan intenso y tan profético? Al fin y al<br />

cabo, todos hemos escuchado el tema <strong>de</strong>l cuervo y su<br />

vuelo premonitorio. Creo que se <strong>de</strong>be a que ella lo dijo<br />

con absoluta naturalidad, sin “aires mágicos”. Me parece<br />

que es en el cruce entre lo cotidiano y lo extracotidiano<br />

don<strong>de</strong> la magia adquiere verda<strong>de</strong>ra relevancia.<br />

3 La magia tiene su pena, y es gran<strong>de</strong>. La magia en<br />

esta puna está raída y agazapada. Hay en este lugar una<br />

tristeza infinita, que no logran <strong>de</strong>shacer los turistas ni<br />

los maravillosos colores <strong>de</strong> los cerros. Hoy caminé al<br />

bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solacón. Pero la pena <strong>de</strong> hoy será la arcilla<br />

<strong>de</strong> mañana.<br />

Gracias Colombres<br />

Cuando compré, en la librería <strong>de</strong> Tilcara, el libro Poética<br />

<strong>de</strong> los sagrado, <strong>de</strong> Adolfo Colombres, no imaginé<br />

que encontraría tantas repuestas. Conozco y admiro a<br />

Colombres y lo leí en reiteradas ocasiones. Esta vez, sin<br />

embargo, vino a ayudarme a afianzar algunas intuiciones,<br />

algunas búsquedas que vengo realizando y que, en<br />

gran medida, impulsaron este viaje.


En su libro, Colombres no se refiere, específicamente,<br />

a la creación literaria. Pero sí propone y argumenta<br />

con soli<strong>de</strong>z una mirada profunda sobre el arte como<br />

perteneciente a la zona <strong>de</strong> lo sagrado.<br />

Yo voy a permitirme tomar algunos conceptos, y<br />

ponerlos en función <strong>de</strong> nuestra disciplina: la escritura<br />

literaria.<br />

Muchas veces, en mis talleres literarios, busqué el<br />

modo <strong>de</strong> compartir una certeza... Antes <strong>de</strong> la técnica,<br />

los recursos, la bibliografía; antes que el oficio hay una<br />

<strong>de</strong>cisión inmensa que, como escritores, <strong>de</strong>bemos tomar:<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> qué lugar escribimos, qué ponemos en juego<br />

y con quiénes escribimos.<br />

En cada oportunidad intenté explicarme, quise ser<br />

clara, (cualquiera que haya hecho los talleres sabe que<br />

es así), y siempre me quedé con la oscura sensación <strong>de</strong><br />

lo inefable. O peor, me fui pensando que lo que intentaba<br />

transmitir, más que inefable, era estúpido.<br />

Pero quiso Tilcara que me encontrara con este libro<br />

que me ayuda a verbalizar la intuición.<br />

Habla Adolfo Colombres <strong>de</strong> “una estética <strong>de</strong>l simulacro,<br />

aliada <strong>de</strong> una comunicacion cuya lógica es la manipulación<br />

irresponsable <strong>de</strong> los signos; amparada en<br />

una velocidad que dificulta la percepción <strong>de</strong> lo falso”.


Dice:<br />

“... con esos artilugios se liquida no solo la mejor<br />

cultura <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad, sino también los mitos y<br />

tradiciones, esas antiguas referencias simbólicas <strong>de</strong> las<br />

que no se pue<strong>de</strong> prescindir cuando se quiere reelaborar<br />

el propio imaginario y oponerlo al mo<strong>de</strong>lo global”.<br />

Claro, este es el modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que nuestra verda<strong>de</strong>ra<br />

novedad, la auténtica palabra poética individual está<br />

en nuestros patios traseros, <strong>de</strong> tierra y bien regados.<br />

Que tenemos que estar muy atentos a la colonización<br />

<strong>de</strong> nuestra palabra y nuestros imaginarios.<br />

Más a<strong>de</strong>lante dice Colombres:<br />

“Cabe distinguir entre una imaginación<br />

fantasmagórica, y otra que constituye una<br />

actividad verda<strong>de</strong>ramente simbólica”.<br />

“... tanto para Gilbert Durand<br />

como para Gastón Bachelard y Clau<strong>de</strong><br />

Lévi-Strauss, el imaginario obe<strong>de</strong>ce<br />

a una lógica y se organiza en<br />

estructuras cuyas leyes pue<strong>de</strong>n ser<br />

formuladas”.<br />

“... lo que se intenta aquí <strong>de</strong>jar en claro<br />

es que el imaginario no se refiere a simples<br />

<strong>de</strong>vaneo oníricos e intelectuales, sino<br />

que compromete a la esencia misma <strong>de</strong>l<br />

hombre”.


Claro, este es el modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir “¡cuidado con la petulancia<br />

a la hora <strong>de</strong> imaginar!” Las leyes, los límites,<br />

son la única garantía <strong>de</strong> una construcción imaginaria<br />

que le sume algo indispensable a la realidad.<br />

Sigue diciendo Colombres:<br />

“Lo imaginario se halla más ligado a las percepciones<br />

que nos afectan <strong>de</strong> un modo especial que a las concepciones<br />

abstractas que inhiben la esfera afectiva”.<br />

Claro, este es el modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que la escritura literaria<br />

<strong>de</strong>be asociarse mucho más a la emoción que a la<br />

intelectualización. Para escribir tenemos que leer, seguro.<br />

Pero también, y quizá más, tenemos que <strong>de</strong>sgarrarnos.<br />

Más a<strong>de</strong>lante, Colombres habla <strong>de</strong> lo sagrado:<br />

“Lo sagrado es toda zona <strong>de</strong> la cultura don<strong>de</strong> los<br />

significados se con<strong>de</strong>nsan (...) se manifiesta como una<br />

presencia po<strong>de</strong>rosa, vibrante, estremecedora, pero<br />

también pue<strong>de</strong> refugiarse en la ausencia, conforme a<br />

esa ten<strong>de</strong>ncia tan humana <strong>de</strong> sacralizar lo lejano, lo<br />

perdido, para transformarlo en baluarte <strong>de</strong> sentidos <strong>de</strong><br />

los núcleos que nos sostienen”.<br />

Claro, es un modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir “confíen en la nostalgia,<br />

en la infancia. No es solo cosa <strong>de</strong> tías solteronas. En lo<br />

perdido y añorado hay una fuerza creativa que insufla


maravilla a cualquier relato, aun a los que transcurren<br />

en un futuro lejano. Escriban con los muertos”.<br />

Y Colombres dice más:<br />

“Por poética enten<strong>de</strong>mos la exploración más honda<br />

<strong>de</strong>l mundo simbólico. (...) Lo simbólico también se<br />

abre a los individuos, invitándolos a saltar el cerco <strong>de</strong><br />

lo establecido para tejer su propia zona sagrada a partir<br />

<strong>de</strong> sus vivencias personales y <strong>de</strong> su imaginario”.<br />

“Cada ser humano, igual que la sociedad a la que<br />

pertenece, sacraliza y <strong>de</strong>sacraliza los aspecto <strong>de</strong> la cultura<br />

compartida y <strong>de</strong> su propia existencia”.<br />

Eso es lo que <strong>de</strong>beríamos sentir cada vez que nos<br />

ponemos a escribir: que no estamos escribiendo algo<br />

que pudiéramos o no <strong>de</strong>cir. Algo que, <strong>de</strong> un modo u<br />

otro, está inficionado por lo que “se está escribiendo<br />

ahora”, por las ventas, por los popes... Sea lo que sea,<br />

lo que <strong>de</strong>cidamos escribir <strong>de</strong>be arrancar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra<br />

propia zona sagrada.<br />

Escribir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo plano, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo siempre minúsculo<br />

<strong>de</strong> nuestro intelecto, olvidar el tejido que nos constituye<br />

y la pertenencia cultural, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar lo sagrado,<br />

olvidar el costo que posee cada palabra pronunciada o<br />

escrita, pue<strong>de</strong> impedirnos encontrar nuestro lenguaje,<br />

nuestro silencio, nuestra poética.


15 <strong>de</strong> junio<br />

Bueno, me enfermé. Me enfermé cuando no<br />

quería enfermarme. Cuando no tenía nada <strong>de</strong> ganas<br />

<strong>de</strong> enfermarme. Casi yéndome <strong>de</strong> Tilcara. Me cayó<br />

duro. Mucha fiebre, mucho dolor <strong>de</strong> espalda, como<br />

aguijonazos en las articulaciones. Mal.<br />

Estando en Purmamarca, recién llegada, me sentía<br />

abatida... mal. Llamé por teléfono a alguien para contarle,<br />

para aliviarme, para que me consolara. Entonces,<br />

le conté lo que había estado pasando los días previos,<br />

lo bueno, lo malo. Y cuando le conté <strong>de</strong> la pesadilla<br />

aquella, ¿se acuerdan? De aquel hombre enorme que<br />

se me acercó y me dijo “<strong>de</strong>me un abrazo”, y tenía un<br />

cuchillo en la mano, esa persona me dijo: “Esa era la<br />

enfermedad, esa era la enfermedad entrando”. Claro,<br />

pue<strong>de</strong> ser, porque cuando uno busca, encuentra. Pero<br />

ya estoy recuperándome y casi lista para continuar.<br />

Estando en la guardia <strong>de</strong>l sanatorio, ya en la ciudad <strong>de</strong><br />

Jujuy a don<strong>de</strong> tuve que irme porque me sentía realmente<br />

muy mal, fui testigo <strong>de</strong> una anécdota que me pareció<br />

interesante para pensar en la novela, en especial, pero<br />

sobre todo en la palabra y en el tejido <strong>de</strong>l lenguaje y en<br />

lo que está pasando con el tejido <strong>de</strong>l lenguaje. Yo les<br />

cuento:


Era una sala pequeña,<br />

yo estaba sentada en<br />

una silla, me estaban<br />

tomando los parámetros:<br />

presión, temperatura,<br />

ritmo cardíaco.<br />

Al lado mío, o casi al<br />

lado mío, había una señora,<br />

con claro aspecto<br />

indígena, con su marido,<br />

que también se sentía<br />

muy mal. Mientras<br />

el enfermero me tomaba<br />

a mí los parámetros,<br />

la doctora la atendía a la<br />

señora. Le preguntó si<br />

había tenido fiebre.<br />

—Sí —dijo la señora— tuve fiebre porque sentí caliente<br />

la boca a la noche.<br />

—Pero, ¿no se tomó la fiebre?— le dijo la doctora.<br />

—No, no me tomé la fiebre.<br />

—Pero, ¿tiene termómetro?<br />

—Sí. Sí. Tengo termómetro.<br />

—Y entonces, ¿por qué no se tomó la fiebre?<br />

Silencio. Y el marido que estaba al lado <strong>de</strong> ella le contesta:<br />

“Porque no lo sabemos usar, esa es la verdad”.<br />

Como si no hubiera escuchado absolutamente nada,


la doctora dice: “Pero hay que tomarse la fiebre”. Chan.<br />

No termina ahí la cosa, porque no conforme con eso, a<br />

los dos minutos, cuando terminó <strong>de</strong> revisarla y estaba<br />

intentando hacer un diagnóstico, la doctora le dice a<br />

esa gente que acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle que no sabía manejar<br />

un termómetro le dice la siguiente frase: “Le voy a indicar<br />

una RX <strong>de</strong> Senos paranasales”.<br />

No seas mala. ¡No seas mala! ¿Una RX <strong>de</strong> senos paranasales?<br />

Entonces, el tejido<br />

<strong>de</strong>l lenguaje está<br />

<strong>de</strong>struido. El lenguaje...<br />

ya no sé si<br />

sirve para comunicarse.<br />

En ese caso<br />

fue puro ejercicio<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, ninguna<br />

otra cosa. Fue puro<br />

Entonces, el tejido <strong>de</strong>l<br />

lenguaje está <strong>de</strong>struido. El<br />

lenguaje, ya no sé si sirve<br />

para comunicarse.<br />

<strong>de</strong>sencuentro. Fue puro aislamiento, pura individualidad,<br />

el otro no importaba en absoluto, el otro, enfermo,<br />

no estaba. Ahora digo, ¿es porque es mala la doctora?<br />

Yo supongo que no, no es mala la doctora, no es mala<br />

humanamente. Lo que sí <strong>de</strong>be ser cierto es que nadie<br />

le dijo nunca en su paso por la facultad <strong>de</strong> medicina<br />

que antes <strong>de</strong> cualquier RX <strong>de</strong> cualquier seno paranasal,<br />

hay que honrar al enfermo, escucharlo, enten<strong>de</strong>rlo<br />

y hacerse enten<strong>de</strong>r. ¿Cómo vas a sanar a alguien si no


hay entendimiento? La medicina está en emergencia<br />

humanitaria y el lenguaje también, porque no son tan<br />

diferentes al fin y al cabo. No son tan diferentes, al fin<br />

y al cabo.<br />

La medicina está en<br />

emergencia humanitaria<br />

y el lenguaje también.


Julio<br />

Pensando en aquel mes <strong>de</strong> julio me dan ganas <strong>de</strong> parafrasear<br />

el título <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Ernesto Che Guevara sobre<br />

su guerrilla en el Congo, y <strong>de</strong>cir El mes que no estuve<br />

en ninguna parte. Porque tal fue mi sensación durante<br />

esos días.<br />

Volví <strong>de</strong> jujuy y tuve que guardar cama por algo más <strong>de</strong><br />

una semana. Después, me quedó una profunda fatiga,<br />

una carga en mis hombros que me costó sobrellevar.<br />

Tenía mucha sed, me miraba las manos, y estaba triste.<br />

No sé cuánto <strong>de</strong> esa sed pasó a la novela.<br />

Julio fue un tul frente a los ojos. Cuando cayó, el sol<br />

estaba intacto.<br />

Pero no sé, tampoco sé, cuánto <strong>de</strong> esa luz pasó a la novela.<br />

Tenía mucha sed, me<br />

miraba las manos, y<br />

estaba triste.<br />

No sé cuánto <strong>de</strong> esa sed<br />

pasó a la novela.


Agosto<br />

Bueno, acá <strong>de</strong> nuevo, ahora rumbo a casa, que es la<br />

casa <strong>de</strong> Elisa Vilte. Ahora voy a buscar algo puntual,<br />

específico, ahora sé lo que busco, todo lo que tenía que<br />

pasar incierto, ignoto, pasó, ¿y cómo? En Jujuy.<br />

Ahora voy a Villa <strong>de</strong>l Parque, voy al hogar <strong>de</strong> niños,<br />

voy a mi familia antigua, a la que vivió toda su vida en<br />

esa villa <strong>de</strong> emergencia, y estoy muy contenta.<br />

Y hablando <strong>de</strong> emociones sin proce<strong>de</strong>ntes estoy llegando<br />

a mi casa, a la que fue la casa don<strong>de</strong> nací, y está<br />

el barrio singularmente parecido, están casi todas las<br />

construcciones <strong>de</strong> la época excepto esto que miro, leo<br />

y estoy odiando francamente:<br />

“IEMA Iglesia Evangélica Misionera<br />

Argentina.Pastores fundadores: Mabel <strong>de</strong><br />

Silvestri, José María Silvestri”<br />

Se salvan un poco porque mi abuelo se llamaba Silvestre.<br />

“Canal Luz HD”. Bueno, es una herida en mi<br />

memoria, claro que no estaba esto acá. Sabrá Dios que<br />

había, yo ya no me acuerdo, claro. Pero esto seguro que<br />

no, y me perturba, me disgusta, aborrezco esta llaga en<br />

mi nostalgia.


Bueno, confirmando lo que dije, yo estaba sacándole fotos<br />

a la puerta <strong>de</strong> mi casa iba a <strong>de</strong>cir, bueno, a la puerta<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Junio y San Lorenzo. Y una señora<br />

miraba como una <strong>de</strong>sconfiada, que estaba pasando<br />

y sacando una llave le dije: “No me diga que usted vive<br />

acá”, no, no, vivía al lado. Entonces, como para que no<br />

se preocupara, le conté mínimamente: “No, pasa que yo<br />

vivía acá” y, jaja ¡qué tarada! Le dije: “¡Uy! Si habremos<br />

hecho rayuelas con tiza en esta vereda”. Me miró, yo<br />

creo que el zumbido <strong>de</strong> un mosquito le hubiera importado<br />

y emocionado muchísimo más, me miró y dijo:<br />

“¡Ajá!”.<br />

Es eso, es eso, eso hay que enten<strong>de</strong>rlo y tenerlo muy<br />

presente a la hora <strong>de</strong> la escritura. ¿Qué hago con mi<br />

rayuela? Tengo que transformarla.<br />

Buenos días, en Santa Fe, mañana <strong>de</strong> domingo, preciosa,<br />

soleada. Estoy esperando a la nena y a la poli con<br />

los que vamos a ir a la villa, para hablar con Patricia,<br />

una gitana que hace mucho que vive ahí, para tomar<br />

caña con ruda y para recibir una lectura <strong>de</strong> naipes, <strong>de</strong><br />

cartas. No sé si me va a <strong>de</strong>jar grabarla, no sé, se lo voy<br />

a preguntar, no sé. No sé si me <strong>de</strong>jará fotografiarla, a<br />

lo mejor a mí misma si, pero voy a intentar registrar el<br />

momento. Dicen que es buena, que algo sabe, que algo


ve, y bueno, vamos a intentarlo.<br />

Pero se me acaba <strong>de</strong> ocurrir una cosa, para la que voy<br />

a necesitar la complicidad <strong>de</strong> la poli y <strong>de</strong> la nena: preguntarle<br />

acerca <strong>de</strong> un alguien, que le podré <strong>de</strong>cir que<br />

es una amiga, no sé una pariente, que se llama Elisa<br />

Vilte, que es, ya lo sabemos, nuestro personajes. Para<br />

que le tire las cartas a Elisa Vilte, o para que me hable<br />

<strong>de</strong> Elisa Vilte. No es una trampa. No es una trampa.<br />

Después me voy a volver a enfermar. No, no, no, no es<br />

una trampa y muchísimo menos una burla ni una falta<br />

<strong>de</strong> respeto. Es probar. Es probar qué pasa con la ficción<br />

cuando se le da entidad real. Vamos a ver si puedo hacerlo.<br />

Entrevista con Rufina<br />

—Bueno, eso, preguntarte ¿cómo es tu historia?<br />

—Soy hija <strong>de</strong> gitanos, mi papá es único hijo, gitano,<br />

entonces tenía la mamá, que era mi abuela, que era curan<strong>de</strong>ra.<br />

Al casarse con mi mamá, que era criolla, él<br />

rompe la tradición y él sigue su trayecto: a todo gitano<br />

le gusta tener plata, oro, hermosas casas, hijos <strong>de</strong> bien.<br />

Entonces, al morir la abuela, eligió un hijo para llevar<br />

el curandurismo, la sabiduría <strong>de</strong> mi abuela. Entonces


se hace un pacto <strong>de</strong> sangre. Entonces me quedó la sabiduría<br />

bajo el curandurismo, sé hacer <strong>de</strong> todo: soy pai,<br />

soy una gran hechicera, toda la sabiduría <strong>de</strong>l curandurismo<br />

hasta morir. Y al morir yo continúa<br />

—¿Vos vas a elegir quien te continúa?<br />

—No. Queda mi hija porque mi suegra era curan<strong>de</strong>ra,<br />

la mamá <strong>de</strong> mi esposo era una gran curan<strong>de</strong>ra. Mi<br />

abuela era curan<strong>de</strong>ra, y yo no le iba a sacar el curan<strong>de</strong>rismo<br />

a la señora, entonces se me entregó esta tabla<br />

y estas cartas, estas cartas tienen treinta años. Yo tiro<br />

estas cartas, y estas otras eran <strong>de</strong> mi abuela. Entonces<br />

yo las tiro, pero hay gente que me pi<strong>de</strong> “no, no, a mi<br />

tirame las viejas”, y es lo mismo.<br />

Entonces, cuando muere mi suegra, yo tomé el lugar<br />

<strong>de</strong>l curandurismo, porque ya no estaba más Maria Elena.<br />

Entonces ya, la familia <strong>de</strong> mi marido era toda gente<br />

gran<strong>de</strong>, y quedo embarazada. Quedo embarazada y se<br />

me <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> la placenta, seis meses internada en una<br />

clínica privada, nace Maria<br />

Elena con 750 gramos<br />

y una hemorragia cerebral:<br />

una nena muy complicada.<br />

Entonces yo voy al cementerio<br />

y se la tiro: “Demela<br />

Maria Elena, te prometo ponerle<br />

tu nombre, te prometo<br />

<strong>de</strong>cirle la nena”, porque le<br />

<strong>de</strong>cían la nena a ella. “Pero


<strong>de</strong>mela por favor”. Vos no me<br />

vas a creer. Vuelvo al hospital,<br />

al sanatorio, y me dicen: “Bueno,<br />

vamos a hacerle una resonancia<br />

magnética porque nació<br />

sin las partes <strong>de</strong> las membranas<br />

<strong>de</strong>l cerebro.” Cuando le hacen<br />

la resonancia me dicen: “No tie- ne nada, es una bebe<br />

normal”.<br />

Mi suegra <strong>de</strong>cía: “Quien tenga mis dos lunares, dos berruguitas<br />

acá atrás, esa va a tener el don”. Cuando viene<br />

Germán acá, a conocerla me dice: “Mirá mamá, mirale<br />

las manitos, es el nombre nada más” y yo le dije: “Le<br />

hice una promesa a tu mamá”. Bueno y cuando le ve,<br />

una <strong>de</strong> las hermanas, los dos puntitos a Maria, dice:<br />

“Ella es mi mamá”. Vos la ves y es el retrato <strong>de</strong> la señora.<br />

—Wow<br />

—Y ella vos la ponés y yo le digo: “Maria tirame las<br />

cartas” y me dice “No, todavía no mami”<br />

—Claro, todavía no.<br />

—Pero las tres tienen po<strong>de</strong>res: la Cintia tiene contacto<br />

con los muertos, te dice como se murió como iba vestido<br />

todo, la Mecha, le encanta trabajar las telas, y Maria<br />

Elena el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la sanación con las manos, pero<br />

mucho no quiere.<br />

Y así es la historia.<br />

—Muchas gracias.<br />

—Historias <strong>de</strong> gitanos.


Entrevista con Melisa<br />

—Melisa, con un nombre muy parecido a mi personaje:<br />

Elisa Viltes. Acá estoy hablando con Melisa a<br />

la que le pasaron cosas particularmente singulares<br />

y semejantes a las <strong>de</strong> mi Elisa, ahora vamos a hablar<br />

con ella. Bueno, me contaron que viviste, transitaste<br />

la experiencia <strong>de</strong> estar con eso. ¿Me querés contar?<br />

¿Cómo es eso? ¿Cómo lo recordas?<br />

—Yo a los dos años, mi mamá se fue y nos quedamos<br />

yo, mis hermanos, con los que nos llevamos dos años.<br />

Por una cuestión <strong>de</strong> que mi padre no podía porque trabajaba<br />

y estudiaba, y la situación era dificil. Nos llevaron<br />

a un hogar don<strong>de</strong> todos tenían diferentes tipos <strong>de</strong><br />

problemas. De chiquita, mucho, mucho, no recuerdo.<br />

Pero si bueno, el lugar era enorme, estaba dividido las<br />

nenas por un lado, los nenes por otro, <strong>de</strong>spués se fue<br />

renovando. Aunque el hogar era evangelico así que seguía<br />

una linea <strong>de</strong> obligaciones y <strong>de</strong> acciones que había<br />

que hacer. Teníamos una rutina muy marcada: a<br />

la mañana arrancar muy tempranito, nos hacían hacer<br />

las oraciones evangelicos, <strong>de</strong>sayunábamos. Y <strong>de</strong>spués<br />

nos repartían las tareas por grupos. “Tal y tal a limpiar<br />

el baño, tal y tal a hacer la pieza”. Cada uno tenía<br />

que hacer su cama, y <strong>de</strong> forma perfecta. Si la hacías<br />

mal, la <strong>de</strong>sarmaban y tenías que volver a hacerla. Y si


te portabas mal, tenías que<br />

<strong>de</strong>sarmar la cama <strong>de</strong> todos<br />

y armarlas. Tuvo sus cosas<br />

buenas y también tuvo sus<br />

cosas malas.<br />

—Ay. Dolorosas.<br />

—Si. Terribles. Terribles <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

mi situación, mi situación<br />

era abandono pero había<br />

otros problemas también: madres<br />

alcóholicas, todos chicos<br />

con transtornos.<br />

—Con situaciones muy fuertes.<br />

Tías y tíos eran los que te<br />

cuidaban.<br />

—Ellos venían y los veíamos pasar por la ventana, pasaba<br />

la sombra. “¡Ay viene el tío, viene la tía!” y cada<br />

uno corría a la cama. Y una vez me cacharon a mi que<br />

no estaba en mi pieza, como yo no podía dormir tenía<br />

situaciones... siempre fuí media rebel<strong>de</strong> <strong>de</strong> chiquita. Y<br />

cuando me mandaban a dormir: “no me voy a dormir,<br />

no quiero dormir”. Como no tenía sueño, entonces la<br />

que era directora <strong>de</strong>l colegio, <strong>de</strong>l hogar, le teníamos terror<br />

porque era brava. Elena se llamaba, me agarra me<br />

pone contra la pared y me agarra la cabeza y me empieza<br />

a dar la cabeza contra la pared.<br />

—Ah, la pucha.<br />

—En eso viene mi hermana, porque mi hermana es-


taba en la habitación <strong>de</strong> las más gran<strong>de</strong>s, ella escucha<br />

mis gritos. Me quiere sacar y ella<br />

le dobla el brazo. Todas situaciones<br />

así.<br />

—De violencia, claramente.<br />

—Situaciones así, obviamente.<br />

Agarrar y lavarte la boca con jabón.<br />

—Y estamos hablando que vos<br />

tenés veinti...<br />

—Veintiocho.<br />

—No estamos hablando <strong>de</strong> cincuenta<br />

años atrás. ¿Hasta que año<br />

te quedaste?<br />

—Hasta los trece. Yo me crié ahí<br />

a<strong>de</strong>ntro. Mi papá nos podía visitar sábado por medio,<br />

un par <strong>de</strong> horas a la tar<strong>de</strong>. Había veces que justo ese<br />

sábado que le tocaba, porque no podían entrar y salir<br />

cuando querían, era todo muy estricto, si mi viejo no<br />

podía ir ese día, y bueno, teníamos que esperar hasta la<br />

próxima.<br />

-Claro, hasta la próxima.<br />

-Mi viejo a veces aparecía sin tener permiso, por la necesidad<br />

<strong>de</strong> querer estar.


—Hay que ser consciente <strong>de</strong> que las cosas que te van<br />

pasando, te van pasando porque te tocó. Y tenés que<br />

aceptarlas y vivir con eso o vas a vivir toda tu vida con<br />

un <strong>de</strong>sequilibrio físico, emocional, mental. Porque es<br />

así. Me pasaba que había veces don<strong>de</strong> no daba más, y<br />

teniendo cuatro, cinco o seis años y me ponía abajo <strong>de</strong><br />

la cama a leer un diccionario. De ahí mi pasión por la<br />

lectura.<br />

—Ah, mirá vos.<br />

—Entonces era como <strong>de</strong>sconectarme, agarrar un libro,<br />

en ese momento un diccionario, ¿viste <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s?<br />

—Si, claro. De los armotretos.<br />

—Me los leía abajo <strong>de</strong> la cama. Cuando estaban todos<br />

jugando en el patio, yo me iba, y me quedaba ahí. Y<br />

hacía cosas así, para <strong>de</strong>sconectar. Porque llorar, estaba<br />

prácticamente prohibido. Una cosa lleva a la otra, a los<br />

catorce años fui y empecé a trabajar, porque quería tener<br />

mi plata para la escuela, para lo que sea. Yo, empecé<br />

a trabajar en un turno <strong>de</strong> noche. Todavía hoy pienso:<br />

“¿Qué clase <strong>de</strong> tarado le da trabajo a una nena <strong>de</strong><br />

catorce en un turno <strong>de</strong> noche <strong>de</strong> operadora?”. Aten<strong>de</strong>r<br />

el teléfono, en un pueblito chiquito, que había cuatro<br />

remises, seis como mucho, entonces <strong>de</strong> noche traba-


jaban dos nomás. Mi turno era <strong>de</strong> una a siete, yo iba y<br />

me quedaba toda la noche, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las siete yo me<br />

iba a mi casa, me acostaba a dormir. Una y veinte <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong> entraba a la escuela, salía, once y cuarto, dormía<br />

una horita, mi papá me llamaba y me iba.<br />

—Uh. Catorce años.<br />

—Catorce años. Entonces siempre fui... in<strong>de</strong>pendiente.<br />

Y batalladora.<br />

—Y te fuiste <strong>de</strong> tu casa<br />

—En realidad creo que les dije “Ahí vengo” y no volví<br />

más. Pobres.<br />

—Y te fuiste, ¿por dón<strong>de</strong>?<br />

—Me fui a Villa María. Y había <strong>de</strong>jado la escuela, el<br />

trabajo. Me fui<br />

—Con un chico<br />

—No, no, no. En realidad yo me había ido con él a la<br />

casa <strong>de</strong> una amiga, y me quedé ahí, que la conocí. Y ahí<br />

comenzó otra etapa <strong>de</strong> mi vida. Mis amigos acá, mis<br />

amigos allá. Yo los llamaba y les <strong>de</strong>cía: “No me busqués,<br />

no me nada, porque yo estoy bien. Estoy como<br />

quiero estar”. Y le costó. “No te sirve a vos y no me sirve<br />

a mi”, entonces lo terminó aceptando, digamos. Comenzó<br />

todo que empezamos a viajar, que nos fuimos<br />

todo un grupito.<br />

—¿De mochileros?<br />

—Haciamos viajes cortos, comencé a trabajar en Villa<br />

María, iba a la escuela, trabajaba en un super. Ahí, <strong>de</strong>s-


pués <strong>de</strong> todo un rollo <strong>de</strong> nuevo, se pone todo más raro,<br />

pero cosas más <strong>de</strong> adultos. Y, bueno nada, siempre el<br />

contacto con mi familia, mis hermanos, y nada, <strong>de</strong>spués<br />

bueno, lo conocí. Tenía una amiga, que es la madrina<br />

<strong>de</strong> mi hijo, la conocí allá porque teníamos una<br />

amiga en común. Entonces yo, venía a Santa Fe, y yo lo<br />

conocí al que es papá <strong>de</strong> mi hijo, que es el hermano <strong>de</strong>l<br />

marido <strong>de</strong>l hermano <strong>de</strong> ella.<br />

—Esperate que te siga, el hermano...<br />

—El cuñado <strong>de</strong>l hermano <strong>de</strong> ella<br />

—Ah, ahí va<br />

—Se juntaban siempre con ellos, vine a una fiesta y lo<br />

conocí.


Esta bitácora, ayudó en la<br />

creación <strong>de</strong>l siguiente libro

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