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Revista Quid 70

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Año 11 | Número <strong>70</strong><br />

JUNIO - JULIO 2017<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Jorge González<br />

Luz Henríquez<br />

Antonio Dalto<br />

DIRECCIÓN<br />

Jorge González<br />

EDICIÓN<br />

Carla Pandolfo<br />

COORDINACIÓN<br />

Hugo Cayssials<br />

Melina Dorfman<br />

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />

Conci|Melnizki edd<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Silvana Sergio<br />

CORRECCIÓN<br />

Esteban Bertola<br />

COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />

Pablo Bassi, Laura Berti, Juan Cibeira,<br />

Antonela de Alva, Horacio de Dios, Marina<br />

García, Martín Garrido, Nancy Giampaolo,<br />

Fernanda Guillot, Silvia Hopenhayn, Nadia<br />

Koval, Roger Koza, Christian Kupchik, Martina<br />

Leunda, Felipe Pigna, Gabriel Rolón, Luis<br />

Sagasti, Emilia Simison, Maximiliano Tomas,<br />

Mónica Tracey, Sergio Varela, Nando Varela<br />

Pagliaro y Agustina Zabaljáuregui.<br />

PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />

Tel.: 4943-8219/22<br />

Patagones 2463 | C1282ACA | CABA<br />

Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />

Web: yenny-elateneo.com / Sección <strong>Quid</strong><br />

REVISTA QUID<br />

Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de <strong>Quid</strong>, publicación<br />

de Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />

del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />

la fuente.<br />

Los editores no son responsables por las opiniones<br />

vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />

firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />

Registro Nacionl de la Propiedad Intelectual<br />

Nº 5066<strong>70</strong>. ISSN 1669738-3<br />

Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />

de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />

Edward T. Hall fue uno de los pioneros que acuñaron el término “proxemia”<br />

para determinar el estudio de las necesidades espaciales del hombre. Así comenzarían<br />

las investigaciones para medir el espacio íntimo, personal, social y público<br />

de individuos de diferentes culturas.<br />

Cada individuo tiene su propia “burbuja de aire”. Para los occidentales, su<br />

espacio íntimo mide entre 15 y 46 centímetros; solo permitimos esa cercanía con<br />

familiares y amigos íntimos. El espacio personal (que utilizamos para vincularnos<br />

en el trabajo o en una reunión social) mide entre 46 y 1,20 metros.<br />

Un japonés (cuyo territorio está tan densamente poblado) necesita que su<br />

espacio íntimo solo mida hasta 25 centímetros, así que, al querer interactuar<br />

socialmente con un occidental, probablemente lo encuentre “frío” o “distante”,<br />

mientras que el occidental retrocederá esos 20 centímetros que le faltan para<br />

sentirse cómodo.<br />

Los gestos que hagamos para calibrar o corregir serán interpretados según nuestra<br />

cultura. Cuando, en las horas pico, por ejemplo, viajamos en un colectivo o<br />

subte y hasta en un ascensor, nuestra zona íntima está siendo invadida. Como no<br />

podemos hacer otra cosa más que tolerarlo, Allan Pease, autor de El lenguaje<br />

del cuerpo, nos describe las reglas que todos sabemos y respetamos:<br />

1. No es correcto hablar, ni siquiera con alguien conocido.<br />

2. Debemos evitar mirar a la gente.<br />

3. Debemos mantener la “cara de póker”, totalmente inexpresiva.<br />

4. Cuantas más personas haya en el lugar, menos movimientos debemos efectuar.<br />

Pease dice que un observador errado interpretaría esos gestos que todos hacemos<br />

como de personas “abatidas”, “preocupadas” o “cansadas”. Sin embargo,<br />

estaremos obedeciendo a un lenguaje que todos entendemos.<br />

Disfruten este nuevo número de <strong>Quid</strong>.<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Director General<br />

Grupo Ilhsa


Sumario<br />

<strong>70</strong><br />

Nota de tapa. Christian Kupchik escribe sobre la génesis<br />

08<br />

de algunos gestos desde la Roma de César hasta la<br />

España de Aznar. Gestos irrespetuosos o no recomendables,<br />

66<br />

gestos nuevos, gestos tan antiguos como el<br />

mundo.<br />

Tema de tapa 5. Federico Sykes, director e impulsor<br />

nacional del Festival de Cine para sordos.<br />

20<br />

68<br />

<strong>70</strong> 62<br />

14<br />

Opinión. Gabriel Rolón recuerda a Jean Valjean, el<br />

célebre personaje de Víctor Hugo en Los Miserables<br />

y su transformación a partir de un gesto.<br />

74<br />

Entrevista 11. La reconocida ilustradora valenciana,<br />

Ana Juan habla de su oficio y de cómo es crear con su<br />

partenaire, Matz Mainka.<br />

16<br />

Tema de tapa 1. Roger Koza describe los gestos como<br />

“la impresión física del espíritu” y condensa el foco en<br />

Robert Bresson y su film El dinero.<br />

77<br />

Entrevista 12. Jim Hines habla de su Magic Ex Libris y<br />

de la “libromancia”, la ciencia que recrea a través de su<br />

exitosa saga.<br />

24<br />

Tema de tapa 2. Silvia Hopenhayn escribe sobre la sustancia<br />

de los gestos para “ver” a un personaje literario:<br />

“La descripción de un gesto suele ser más precisa que<br />

la de un rasgo, casi su puesta en movimiento”.<br />

78<br />

Entrevista 13. Canela acaba de publicar su libro de<br />

poemas y coplas, Todos mienten, y aclara: “Pero mentira<br />

no es lo mismo que maldad”.<br />

28<br />

40<br />

34<br />

56<br />

32<br />

Subjetivo. En esta nueva sección distintos escritores<br />

invitados expresarán subjetivamente lo que les despierte<br />

nuestro tema central. Inaugura la sección Luis Sagasti.<br />

82<br />

Entrevista 14. Federico Aramburu habla de su Patria y<br />

de la grieta política y social de su país vasco. El libro<br />

agotó su primera edición.<br />

38<br />

Tema de tapa 3. Agustina Zabaljáuregui escribe sobre<br />

la infancia del séptimo arte, el cine mudo y su evolución,<br />

hasta su muerte.<br />

86<br />

Entrevista 15. José Muñoz, uno de los principales referentes<br />

del dibujo actual, autor, junto a Carlos Sampayo,<br />

de Alack Sinner, que los consagró internacionalmente.<br />

Reseña 1. El último de los oficios. Entrevistas 1962-1991<br />

50 90<br />

de Marguerite Duras (Paidós), por Mónica Tracey.<br />

Reseña 2. Borges, inspector de aves, de Lucas Nine<br />

(Hotel de las Ideas), por Nancy Giampaolo.<br />

44<br />

94<br />

48<br />

Dossier<br />

mimo<br />

Marcel Marceau<br />

En el silencio<br />

Nació en Estrasburgo, bajo el nombre de Marcel Mangel y lo adaptó a Marceau para<br />

encubrir su origen judío durante la ocupación nazi. Su padre fue arrestado por la<br />

Gestapo, deportado y asesinado en Auschwitz, en 1944. En ese año, el futuro mimo y<br />

su hermano Alain se unieron a las fuerzas de la Francia Libre de Charles de Gaulle. Se<br />

inscribió en la escuela de arte dramático pero a él le interesaban la plástica y la danza.<br />

Pronto se hizo ducho en lo que él llamaba la “gramática del mimo” y se convirtió en el<br />

más notable creando una escuela y un método.<br />

20. Alessandro Baricco, como la seda<br />

28. Carlos Ruiz Zafón y la ilusión de lo simple<br />

34. Pierre Lemaitre, cosecha tardía<br />

40. Viviana Rivero. Sueños sobre el papel<br />

44. Dolores Redondo, acerca del poder<br />

48. Etgar Keret y sus vidas breves<br />

56. Juanes, un astronauta colombiano<br />

62. Oscar Martínez. De lo que se ama<br />

68. Nicholas Sparks, la fórmula de su éxito<br />

<strong>70</strong>. Cecelia Ahern, una cuestión de empatía<br />

94. Turismo. Los secretos de Estrasburgo


MISCELÁNEAS<br />

DOS GUÍAS:<br />

MENDOZA Y BROOKLYN<br />

Mendoza es mucho más que vinos<br />

y bodegas. Sin dudas, su geografía<br />

tiene grandes atracciones turísticas,<br />

paisajes increíbles y una gastronomía<br />

que crece en calidad.<br />

En la guía mapa que acaba de publicar<br />

De Dios Editores con la firma<br />

del periodista Juan Carlos Fola,<br />

se ofrecen 100 recomendaciones<br />

imperdibles; descripción de las rutas<br />

del vino; 25 restaurantes ubicados en<br />

Mendoza Ciudad, sus alrededores,<br />

Tupungato, Tunuyán, San Rafael<br />

y Malargüe.<br />

Brooklyn ya no constituye un paseo de<br />

un día para los que están en Manhattan<br />

y cruzan el puente, sino que es<br />

un destino independiente de la gran<br />

manzana, al que vale la pena descubrir<br />

y brindarle tiempo. La guía mapa de<br />

Brooklyn selecciona 100 atracciones<br />

que van desde los clásicos, como el<br />

Brooklyn Museum, la Promenade y la<br />

pizzería Di Fara, hasta bares escondidos,<br />

la mejor heladería de New York,<br />

tiendas vintage, con maravillosas prendas,<br />

o impactantes miradores.<br />

PARA VOLVER A MIRAR<br />

Las tres primeras películas del legendario director japonés<br />

Hayao Miyazaki, El castillo de Cagliostro (estrenada en<br />

Japón en 1979), Nausicaá (estrenada en Japón en 1984 y<br />

en Argentina en 2010) y El castillo en el cielo (estrenada en<br />

Japón en 1986 y en 2010 en nuestro país).<br />

La segunda propuesta es un reestreno de cuatro filmes<br />

del director Steven Spielberg: Reto a la muerte (basada<br />

en Duelo, de Richard Matheson, estrenada en 1971),<br />

Tiburón, (basada en la novela de Peter Benchley y<br />

estrenada en 1976), Jurassic Park (basada en la novela<br />

de Michael Crichton y estrenada en 1993) y Atrápame<br />

si puedes (basada en la vida de Frank Abagnale Jr.<br />

y estrenada en 2002).<br />

Premio Sigmar<br />

La editorial Sigmar dio a conocer los ganadores de la edición<br />

2017. El primer premio le correspondió a Todas las sombras<br />

son mías, de Martín Sancia, con ilustraciones de Tony Ganem;<br />

el segundo, Ana despierta, de Fabiana Fondevila con<br />

ilustraciones de Gretel Lusky. Felicitamos a los ganadores y<br />

a la editorial que año a año ofrece el certamen.


Nota<br />

de tapa<br />

POR Christian Kupchik<br />

I.<br />

En su ensayo sobre el desarrollo psíquico en el primer año<br />

de vida, el psicólogo francés René Spitz habla de tres<br />

“organizadores” a partir de la emergencia de una conducta<br />

afectiva concreta que ayudan al sujeto a una mejor inserción<br />

en el nuevo mundo. Al menos dos de ellos están ligados a la<br />

gestualidad: la sonrisa, que marca la finalización de la etapa<br />

preobjetal y el comienzo de la etapa del objeto precursor, y la<br />

aparición del “No” como concepto –en muchos casos anticipándose<br />

a su formulación verbal–, que permite diferenciar al<br />

niño entre placer y displacer.<br />

La teoría supone que desde su primera aparición en el mundo<br />

el ser humano depende de su gestualidad para interactuar<br />

con él y consolidar su desarrollo. Esta forma de lenguaje ha<br />

alcanzado en sus signos más extendidos un significado universal<br />

que responde a usos culturales provenientes de la noche<br />

de los tiempos. Quizás no muchos de quienes piden silencio<br />

con el índice pegado a los labios sepan que se trata de una<br />

señal que se remonta a los textos de Apuleyo. O que sacar<br />

la lengua a alguien plantea una burla antigua, tanto que la<br />

figura ya circuló en la Biblia. Y si nuestro índice y meñique se<br />

yerguen mientras el resto de los dedos permanecen doblados<br />

(los famosos cuernitos) aventuramos un gesto que desde la<br />

Antigüedad se supone que ahuyenta el mal agüero.<br />

Los gestos nos delatan. Son muchos, sobre todo en países<br />

latinos, quienes parecen hablar con las manos. Pedir un café<br />

o la cuenta ya no es necesario expresarlo en palabras, por<br />

ejemplo. Sin embargo, algunas culturas harán interpretaciones<br />

singulares de señales que parecen comunes al código genético.<br />

Como fuera señalado, el gesto de afirmación a partir<br />

de un movimiento de cabeza vertical de arriba abajo, o el de<br />

negación, ladeando la testa de derecha a izquierda, se encuentran<br />

entre las primeras incorporaciones de la comunicación<br />

no verbal. A pesar de ello, los romanos negaban echando<br />

la cabeza hacia atrás, una expresión que aún hoy perdura en<br />

el sur de Nápoles, Sicilia, Malta, Grecia y Turquía.<br />

Precisamente los antiguos romanos nos han legado, a la vez<br />

que una lengua –el latín–, muchos otros gestos que llegaron<br />

hasta nuestros días para expresar burlas (orejas de burro),<br />

insultos (levantar el dedo medio o corazón manteniendo<br />

los otros cerrados en un puño), o bien indicar una orden<br />

(chasquear los dedos o conducir el índice a los labios, en el ya<br />

referido pedido de silencio).<br />

Evidentemente, también los gestos van modificando su forma<br />

de realización y significado a lo largo de su historia. Así el<br />

beso a distancia –juntar los dedos de la mano y llevarlos hacia<br />

los labios apartando, a continuación, la mano de la boca y separando<br />

los dedos– era en su origen un gesto religioso asociado<br />

al ritual de la adoración a los dioses o ídolos. Este gesto ya<br />

en la propia Roma se comenzó a utilizar como expresión de<br />

admiración en general, y es el significado que aún conserva.<br />

El estudio de la gestualidad en la Antigüedad ayudó a comprender<br />

formas actuales de comunicación no verbal cuya<br />

razón de ser se ha perdido en el tiempo. Un claro ejemplo<br />

de ello es posible observarlo en la visita que el Papa Juan<br />

Pablo II hizo a España en mayo de 2003. En la audiencia<br />

concedida a los reyes y al entonces presidente del Gobierno<br />

y su esposa, se planteó una controversia en torno al lenguaje<br />

corporal: la postura que adoptaron unos y otros al sentarse<br />

difería notablemente. Mientras los reyes estaban sentados<br />

con las piernas en paralelo, José M. Aznar y Ana Botella<br />

lo hicieron con las piernas cruzadas. Muchos periodistas criticaron<br />

la posición de estos por irrespetuosa e impropia aun<br />

cuando, seguramente, no sabían por qué era considerada de<br />

esa forma. La razón de esta convención la encontramos en los<br />

autores latinos. Explica Plinio El Viejo (Historia natural,<br />

28, 59) que en Roma cruzar las piernas era considerado un<br />

gesto mágico con poder maléfico y por ello se prohibió en<br />

las reuniones de generales o magistrados al interpretar que<br />

esta postura impedía o dificultaba la toma de decisiones. Lo<br />

mismo ocurría durante los sacrificios y las plegarias públicas.<br />

En el Occidente actual cruzar las piernas ante un mandatario<br />

sigue siendo desaconsejado por improcedente.<br />

II.<br />

La importancia de los gestos muchas veces fue refrendada<br />

desde las mismas estructuras del poder. La inmovilidad<br />

absoluta, producida por la ausencia de gesticulación del<br />

emperador bizantino en lugares públicos, representaba un<br />

atributo imperial que visualizaba el papel del emperador<br />

como decimotercer apóstol, representante de Cristo en la<br />

tierra. En tanto, el ceremonial de la corte carolingia señalaba<br />

la importancia que tenían los encuentros cara a cara para<br />

enmarcar las reuniones sociales, estableciendo la jerarquía<br />

y, por tanto, la reproducción del orden político. La etiqueta<br />

ceremonial hacía que los pequeños detalles estuviesen saturados<br />

de significado.<br />

Un caso paradigmático es el del cardenal Mazarino (un<br />

laico nacido como Jules Mazarin, 1602-1661), nada menos<br />

que sucesor de Richelieu al frente del gobierno francés.<br />

Sus cínicas y descarnadas enseñanzas sobre el ejercicio de<br />

la política hicieron palidecer al mismísimo Maquiavelo.<br />

En su obra póstuma, Breviario de los políticos, se recopilan<br />

no solo sus máximas sobre el arte de la retórica y la persuasión,<br />

sino también numerosos y útiles consejos sobre la<br />

comunicación no verbal, recomendaciones cuya vigencia<br />

sorprende casi cuatro siglos después. Como si de un coach<br />

contemporáneo se tratara, Mazarino refería a la importancia<br />

de entrenar nuestra forma de interactuar en público, y<br />

recomendaba “tener preparado un repertorio de fórmulas<br />

para responder, saludar, tomar la palabra y quedar como es<br />

debido ante cualquier imprevisto”. Mazarino ya intuía en<br />

8<br />

9


aquella época lo rápido que nuestra mente emocional actúa<br />

a la hora de forjarse una primera impresión y aconsejaba a<br />

los políticos “conducirse de modo irreprochable” cada vez<br />

que comparecieran en público, pues, según sus palabras,<br />

“a menudo un mero gesto acaba forjando para siempre una<br />

reputación”.<br />

También el nazismo tomó nota de la importancia de los<br />

gestos, tal como lo demuestra el sociólogo alemán Tilman<br />

Allert en su obra The Hitler Salute: On the Meaning of a<br />

Gesture (Der deutsche Gruß, 2005). El que más trascendió<br />

fue el saludo –el brazo extendido acompañado del grito<br />

“¡Heil Hitler!” y, en el caso de los militares, de un sonoro<br />

taconazo–, que también parece ser una herencia de la Roma<br />

del César. En el verano de 1933, su primer año en el poder,<br />

se exigió a todos los funcionarios utilizarlo al encontrarse<br />

con otra persona, y por si fuera poco, sustituir las fórmulas<br />

convencionales (“atentamente”) por el “¡Heil Hitler!”. En la<br />

calle, los alemanes empezaron a utilizar ese saludo en vez de<br />

dar los “¡Buenos días!”, y lo mismo hacían los carteros al entregar<br />

el correo o los estudiantes ante sus profesores. Allert<br />

incluso advierte sobre un cuadro en la pared de una escuela<br />

alemana que representa al príncipe del cuento dirigiéndose<br />

a la Bella Durmiente, pero en lugar del beso resucitador le<br />

ofrece el saludo hitleriano. No sabemos si Bella despertó en<br />

el Tercer Reich.<br />

III.<br />

En este contexto, la gestualidad puede ser definida como un<br />

movimiento que va más allá de lo físico, que puntúa el habla<br />

y constituye “la acción como expresión”. A diferencia de otras<br />

formas de acción visible que otorgan significado, los gestos<br />

son utilizados junto con las expresiones habladas y otras veces<br />

como complementos, suplementos, sustitutos o alternativas<br />

a las mismas. Son los usos enunciativos de la acción visible<br />

y son estos usos lo que constituye el dominio del “gesto”.<br />

A menudo la riqueza de la comunicación no verbal para el<br />

análisis histórico y cultural se encuentra precisamente en esta<br />

ambigüedad y no tanto en la cuestionada diferenciación entre<br />

señales físicas voluntarias e involuntarias, como, por ejemplo,<br />

entre un guiño y un tic nervioso o la expresión facial de un<br />

gesto hecho conscientemente con la mano.<br />

De hecho, un aspecto fundamental para la política del gesto<br />

es la dificultad de aislar la expresión intencional y definir en<br />

qué consiste, más allá del acerbo cultural de donde proviene.<br />

Michitaro Tada, en Gestualidad japonesa, advierte que<br />

entre la categoría de los “malos modales” pocos resultan tan<br />

ofensivos como el nekorobu, la acción por la cual las damas se<br />

acuestan o se reclinan para leer los pergaminos. Parece existir<br />

un común acuerdo de que se trata de una acción fea, reprensible<br />

(el simple hecho de estar acostado lo es), aunque afirma<br />

que nadie conoce la causa ni la respuesta de esta valoración.<br />

Un exceso de comodidad puede resultar ofensivo, aunque<br />

nadie entiende bien por qué.<br />

Volviendo a lo anterior, aislar el gesto es una operación valiosa<br />

no solo para comprender su función, sino también para<br />

asignarle una red más amplia en la que entender su significado.<br />

Abrir una historia cultural nos impulsa hacia lo tácito, lo<br />

no dicho y lo comunicado físicamente. Maneras, comportamientos<br />

y gestos delimitan espacios y tiempos concretos –no<br />

la totalidad de sistemas culturales, pero sí espacios y tiempos<br />

específicos dentro de ellos, distinguiendo, por ejemplo, un<br />

museo de una gran tienda o un concierto–. La forma en que<br />

las personas se presentan a sí mismas, y su relación con otros<br />

participantes, forman parte del marco de un encuentro social,<br />

y en buena medida la política de ese encuentro se representa<br />

en silencio, en la negociación de esas disposiciones. Los gestos<br />

pueden ser poderosos medios de comunicar la afirmación<br />

y la solidaridad y, por la misma razón, pueden ser medios de<br />

marcar disensos. Clase, género y relaciones generacionales se<br />

expresan y reproducen con los códigos gestuales, al igual que<br />

las identidades étnicas.<br />

Los gestos transgresores o las infracciones de los códigos<br />

gestuales, como no quitarse el sombrero o un exceso de<br />

familiaridad en el apretón de manos, pueden modificar o<br />

transformar los patrones de interacción social, dando lugar a<br />

un poder con mayor expresión coercitiva o, en su defecto,<br />

una dilución del peso cultural y la eficacia de la autoridad.<br />

El gesto, en otras palabras, puede ser el campo de batalla<br />

en el que se libran las visiones divergentes del orden social<br />

y político. Las culturas juveniles y las identidades partidistas<br />

se expresan de manera no verbal, en sus presentaciones,<br />

que también pueden servir para permitir cambios en los<br />

valores establecidos<br />

10


Señalador<br />

Podría decirse, sin forzar demasiado las<br />

cosas, que en la literatura el gesto es el estilo.<br />

O al revés: que el estilo es una forma<br />

de gestualidad, una manera de estar en el<br />

mundo y manifestarse frente a los demás.<br />

La gestualidad entendida como estilo en<br />

su más amplia acepción: cuando un autor<br />

decide qué historia escribir y, sobre todo,<br />

cómo escribirla, pero también cuando<br />

piensa en cómo darla a conocer, dónde y<br />

cómo publicarla. E incluso, si se quiere, si<br />

publicarla o no.<br />

Un gesto sería, en este sentido, el estilo<br />

conceptual. En sintonía con el arte<br />

contemporáneo, escribir no sería lo que<br />

importa, sino imaginar una obra, desarrollarla<br />

como idea y después desecharla.<br />

Regalarla, olvidarla, consignarla sin que<br />

queden rastros. Macedonio Fernández,<br />

por ejemplo, un escritor cuya obra<br />

se compone de restos y olvidos y que, a<br />

pesar de ello, inspiró, quizá como nadie,<br />

a Jorge Luis Borges.<br />

¿Y qué otra cosa que un gesto, un estilo<br />

que pondera lo efímero y la prescindencia<br />

como valor supremo es el recuerdo<br />

de aquel poema, “La vida nueva”, escrito<br />

en el cielo de la ciudad de Nueva York<br />

en 1982 con el humo de una avioneta<br />

por el chileno Raúl Zurita?<br />

Volviendo a Borges, su gesto por antonomasia<br />

fue un ademán que cambió la manera<br />

de valorar la literatura del siglo XX:<br />

no escribir jamás una novela. Poemas sí,<br />

y ensayos, prólogos, traducciones y sobre<br />

todo cuentos, género considerado hasta<br />

POR Maximiliano Tomas<br />

la irrupción de su propia obra como algo<br />

menor. Pero nunca una novela, la forma<br />

literaria preponderante del siglo precedente,<br />

la que desde Cervantes dotaba<br />

a una obra del calificativo “literario”.<br />

¿Más gestos de autor? El escribir poco, o<br />

casi nada, de Juan Rulfo, célebre en la<br />

literatura latinoamericana por dos libros<br />

que suman apenas un par de centenares<br />

de páginas. O escribir mucho, todo el<br />

tiempo, y publicar de forma permanente,<br />

socavando la lógica de la industria<br />

editorial, como lo viene haciendo, desde<br />

hace años, César Aira. O incluso dejar<br />

de publicar: la decisión que tomó J.D.<br />

Salinger luego del éxito obtenido por<br />

su novela El guardián entre el centeno.<br />

Hay también una gestualidad de autor<br />

por fuera de la producción textual, más<br />

vinculada a la imagen. La foto cargada de<br />

erotismo de un Truman Capote de 23<br />

años tomada por Henri Cartier-Bresson.<br />

Las fotos de Ernest Hemingway<br />

cazando animales en África, o con gorra<br />

de capitán lanzado al océano. La absoluta<br />

falta de desarrollo de la imagen personal<br />

de un Thomas Pynchon, de quien no<br />

se conocen fotografías. Y hasta la candidatura<br />

presidencial de Mario Vargas<br />

Llosa. Gestualidad y literatura.<br />

Y finalmente están los gestos dentro<br />

de la literatura. La gestualidad de los<br />

personajes, por ejemplo. Por citar apenas<br />

una galería de gestualidades femeninas,<br />

¿cómo olvidar las maneras y los devaneos<br />

de Emma Bovary, de Anna Karenina,<br />

de La Maga, de Cortázar? Gestos de<br />

fastidio, de seducción, de arrobamiento,<br />

de cansancio, de odio, de frustración, de<br />

desesperación.<br />

Hay gestos, movimientos de ciertos personajes<br />

literarios que quedarán para siempre<br />

en la memoria de un lector. Uno de los<br />

que conservo de manera más inalterable<br />

es precisamente un gesto de crueldad<br />

contenido en una breve novela de la<br />

escritora estadounidense Willa Cather.<br />

Wilella Sibert Cather nació en Virginia<br />

en 1873 y murió en Nueva York, en 1947.<br />

Autora de cuentos, novelas, ensayos y<br />

relatos periodísticos, en buena parte de su<br />

obra literaria se dedicó a retratar las duras<br />

vidas de los pioneros, aquellos adelantados<br />

que se habían lanzado, en el territorio<br />

que luego conoceremos como los Estados<br />

Unidos, a la conquista del lejano oeste.<br />

Cather ganaría incluso un Premio Pulitzer<br />

en 1922 por Uno de los nuestros.<br />

Quizá la novela más famosa de esta<br />

autora un tanto olvidada sea Mi Antonia,<br />

pero la escena, que yo recuerdo al día<br />

de hoy con la misma intensidad que la<br />

primera vez que la leí, se encuentra en<br />

un pequeño libro llamado Una dama<br />

perdida, editado en la década del <strong>70</strong><br />

en Argentina por el Centro Editor de<br />

América Latina.<br />

En la página 20 de aquel libro, Ivy, uno<br />

de los chicos protagonistas del relato<br />

–“un muchacho feísimo y orgulloso de<br />

su monstruosa fealdad”–, saca de debajo<br />

de su sombrero a un pájaro que había<br />

atontado con una gomera. Cuando lo<br />

descubre, –“rápido como una centella,<br />

como si fuese un truco practicado<br />

muchas veces antes, le sacó los ojos que<br />

brillaban en la aturdida cabecita con una<br />

de aquellas hojitas de metal, y lo dejó<br />

libre”–. El pájaro levanta vuelo y, enloquecido<br />

y ciego, comienza a chocarse en<br />

un vuelo desesperado<br />

contra los árboles.<br />

En menos de diez líneas,<br />

Cather da cuenta apenas<br />

de un gesto: pero es uno<br />

que resume la maldad<br />

de la que es capaz el ser<br />

humano y que, como<br />

toda síntesis magistral, no<br />

podrá olvidarse jamás<br />

Willa Cather<br />

12


Opinión<br />

© Leconsag<br />

LA SALVACIÓN<br />

DEL CONDENADO<br />

POR Lic. Gabriel Rolón<br />

Solo un pensamiento cruzó la mente<br />

de Jean Valjean, cuando los guardias<br />

lo llevaban maniatado: estaba perdido<br />

para siempre y, por primera vez, le<br />

parecía justo. No lo había sido cuando lo<br />

detuvieron por robar un pedazo de pan<br />

en su adolescencia. Sus sobrinos tenían<br />

hambre y por eso destrozó la vidriera de<br />

aquella panadería. Fue castigado a cinco<br />

años de prisión y allí conoció el infierno,<br />

un infierno que no creyó poder resistir.<br />

Por eso intentó escapar, lo que extendió<br />

su pena a diecinueve años.<br />

Hacía unos días que estaba en libertad,<br />

pero nada había cambiado, pues bastaba<br />

con presentar el documento amarillo<br />

que lo acreditaba como ex convicto<br />

para que todos le negaran albergue o<br />

trabajo. Por eso dormía sobre el piso de<br />

la calle, a pesar del intenso frío, cuando<br />

el obispo Bienvenue Myriel lo encontró.<br />

Era un hombre bajo de mirada<br />

bondadosa. Lo despertó y quiso que lo<br />

acompañara a la abadía. Una vez allí,<br />

pidió a su criada que pusiera la mesa<br />

con la mejor vajilla y preparara el plato<br />

más exquisito que pudiera pues tenían<br />

un huésped muy especial. Luego de<br />

alimentarlo, invitó a Valjean a dormir<br />

en un cálido cuarto del convento.<br />

De nada sirvió la advertencia que le<br />

hizo la mujer.<br />

“–Padre, es un delincuente.<br />

–Querida mía – respondió Myriel –<br />

antes de juzgar, veamos primero el<br />

camino por donde ha pasado la falta.”<br />

Ella protestó aduciendo que ni siquiera<br />

sabían el nombre del forastero.<br />

“–Deja que te diga algo –continuó el<br />

sacerdote. – Jamás se debe preguntar<br />

el nombre de alguien que pide asilo,<br />

pues quien más necesidad de asilo tiene<br />

es aquel al que más le cuesta decir su<br />

nombre. Además, mi puerta no pregunta<br />

al que entra por ella si tiene un<br />

nombre, sino si tiene algún dolor.”<br />

Valjean comió y, después de dos décadas,<br />

durmió en una cama blanda. Sin<br />

embargo, despertó a la madrugada pensando<br />

en los cubiertos de plata con los<br />

que había cenado. Seguramente valían<br />

una fortuna. Se levantó con sigilo, guardó<br />

los utensilios en un bolso, salió de la<br />

casa saltando la tapia del jardín y corrió<br />

con las pocas fuerzas que tenía. Quizás<br />

por eso lo habían detenido con tanta<br />

facilidad. Y ahora estaba allí, con la<br />

cabeza gacha delante del sacerdote. Era<br />

el final. Con suerte pasaría el resto de<br />

Hugh Jackman interpretando a Jean Valjean. Los Miserables<br />

su vida en la cárcel. Pero, para asombro<br />

de todos, Myriel se acercó y le dijo:<br />

“–Hijo, me alegro de verte. Te regalé<br />

también los candelabros de plata, ¿por<br />

qué no te los llevaste?”<br />

Los tomó de la chimenea con naturalidad,<br />

se los entregó y al abrazarlo<br />

susurró en su oído:<br />

“–Hermano mío, en este acto compro<br />

tu alma, la libero del espíritu de<br />

perdición y la consagro a Dios. Y no te<br />

olvides nunca de que me prometiste<br />

usar este dinero para convertirte en un<br />

hombre honrado.”<br />

En esa actitud de Myriel, Victor<br />

Hugo encontró la génesis de uno de<br />

los personajes más nobles de la literatura<br />

universal. Y no ha sido solo una<br />

licencia poética. Por el contrario, a lo<br />

largo de la vida he comprobado que, en<br />

ocasiones, basta un gesto para hacer un<br />

luchador de quien hasta entonces era<br />

solo un condenado<br />

14


Tema de tapa<br />

uno<br />

SIN<br />

PALABRAS<br />

POR Roger Koza<br />

En el teatro nõ, el movimiento de una mano puede significar<br />

la aparición de una montaña. Un gesto apenas perceptible<br />

instituye una aparición en el escenario; el espectador que no<br />

conoce el código no consigue ver absolutamente nada. Este<br />

enunciado suele representar un problema de apreciación; parece<br />

fácil de entender, pero no lo es. El gesto en el teatro nõ<br />

no designa una palabra para que esta contextualice la acción,<br />

como si fuera una operación para señalar un fondo pictórico<br />

que sirve para situar al actor, a la manera de una inscripción<br />

propia del cine silente que avisa que la acción tiene lugar<br />

en tal lugar. El gesto aquí es otra cosa: literalmente, hace<br />

aparecer, propicia el fenómeno, lo materializa sin necesidad<br />

de explicitarlo. Es mucho más que una virtualidad eficaz para<br />

el público. Algo, sin estar, está ahí, sin verse se siente, sin ser<br />

del todo es en su apariencia; si se quiere, se podría afirmar<br />

que se trata de un fuera de campo de la propia realidad que<br />

el gesto hace sentir más que imaginar. Nada más hermoso<br />

que leer para instruirse al respecto el diálogo entre Tezuka,<br />

el profesor japonés de la escuela de Kyoto, y el filósofo alemán<br />

Martin Heidegger en De camino al habla, probablemente<br />

uno de los intercambios más nobles y emocionantes<br />

entre dos hombres de tradiciones lejanas, uno de Oriente,<br />

el otro de Occidente. En ese mismo diálogo hay algunos<br />

fragmentos que se dispensan a Rashomon, la famosa película<br />

de Kurosawa, indudablemente magnífica, pero según ellos<br />

demasiado cerca de una forma de representación occidental.<br />

Esa es la primera diferencia: representar y manifestar no son<br />

equivalentes. El gesto, en el nõ, manifiesta.<br />

Se podría afirmar, más allá de ese cultísimo arte teatral del<br />

país de Mizoguchi: los gestos son palabras de una escritura<br />

fantasma que prescinde del texto. Una palabra se aprende de<br />

la repetición, del sonido reiterado que se adopta para enlazarse<br />

al mundo, un gesto también. Un gesto se aprende siempre<br />

en un conjunto de coordenadas simbólicas que organiza el<br />

desplazamiento de una mano, las múltiples variaciones expresivas<br />

del rostro, las coreografías en el espacio de cualquier<br />

cuerpo frente a situaciones específicas. Como la palabra, el<br />

gesto adviene de la imitación; como la palabra, el gesto escribe,<br />

inscribe, dice y también incita a la interpretación. Ciertos<br />

gestos no admiten muchas lecturas, otros son más esquivos y<br />

algunos, si no se cuenta con el código aprendido, ni siquiera<br />

se los distingue como tal, como el mencionado gesto del actor<br />

japonés que emite un signo con un leve deslizamiento de un<br />

dedo y erige un paisaje.<br />

La gestualidad del cine nace con una imposibilidad. La<br />

ausencia del sonido se compensó de inmediato con la intensificación<br />

de los gestos. En el cine silente, el rostro fue una<br />

máquina de signos, una emanación variopinta de gestos que<br />

tenían que suplir la prescindencia obligada de la palabra,<br />

que no es otra cosa que un sonido codificado por el cual se<br />

entiende velozmente una conducta, la de otros y la propia.<br />

¿No es el viejo juego llamado “dígalo con mímica”, con el<br />

que muchas veces se busca adivinar títulos de películas, un<br />

inconsciente reconocimiento a la genealogía del propio cine?<br />

Los juegos, a veces, son un poco más que juegos.<br />

Se dirá que el texto ya estaba presente en el cine silente, y<br />

es verdad, aunque hasta cierto punto: lo que se decía con la<br />

palabra en los intertítulos no funcionaba como una sustitución<br />

del gesto y ni siquiera como una compensación de una falta; la<br />

presentación de los personajes y sus roles, como también de<br />

una situación general que se articulaba con el cuadro acompañado<br />

de una oración, solamente ponía en relación los planos en<br />

su conjunto, pero no sustituía jamás los dominios de la gestualidad.<br />

La dimensión sensible del gesto y su potencia expresiva<br />

estaban desligadas de ese orden de representación por el que<br />

se establece una correlación lógica de actos narrativos y su progresión.<br />

En la novela y el ensayo, cualquier apreciación sobre<br />

el estado del espíritu o de toda disposición afectiva requiere<br />

inevitablemente de una palabra. La palabra define y abarca<br />

todo, es una evidencia y una condición de posibilidad de toda<br />

literatura. Lo mismo sucede con los pensamientos; siempre<br />

es lenguaje, pero sin escritura y sin habla el pensamiento es<br />

invisible, acaso inexistente. ¿Es así en el cine?<br />

El trabajo sobre la exteriorización de fenómenos afectivos,<br />

estados de ánimos y patrones de asociación de la inteligencia en<br />

las primeras décadas del cine silente forjó un sistema microscópico<br />

de gestos con el que se podían “leer” las imágenes sin la<br />

mediación lingüística. En ese sentido, el gesto cinematográfico<br />

fue parecido al gesto del actor del nõ. El gesto figuraba, hacía<br />

aparecer, y en este caso, a diferencia de esa tradición teatral,<br />

gozaba de una mayor indeterminación semántica. El gesto<br />

se evidenciaba pero no siempre podía ser interpretado de un<br />

mismo modo. Notable ambivalencia de lo real traspuesta en la<br />

imagen, que más tarde la palabra vendría a cercar cuando a través<br />

de ella se intentó persuadir de que el centro de atención de<br />

toda película reside en la interacción verbal; en realidad, esta no<br />

es más que una capa semántica entre otras cuya convención es<br />

tan arbitraria como el color rojo y verde de las señales de tránsito.<br />

La primacía del diálogo, cómoda y habitual herramienta<br />

de comunicación, fagocitó el gesto, lo determinó en su eficacia<br />

expresiva y lo transformó en un recurso secundario.<br />

Cuando no se tiene la boca para hablar y los ojos para ver,<br />

la mano y, también el oído, potencian su reserva expresiva o<br />

sensorial, su misteriosa cercanía con el lenguaje. La oralidad<br />

precisa de la boca, la escritura de las manos. La mediación<br />

de la mano es la que fija un concepto en el papel o en la<br />

pantalla. Misterio evolutivo, contingencia histórica, la mano<br />

es el vínculo no pensado que materializa el pensamiento, que<br />

no es otra cosa que el lenguaje duplicado en signos. Pero no<br />

solamente se puede hablar con las manos, hay en ellas otras<br />

posibilidades de expresión que exceden el deseo de precisión<br />

de todo lenguaje y que cobijan la indeterminación de difusos<br />

sentimientos para los cuales se necesitaría el uso de metáforas,<br />

si se los quisiera expresar con palabras.<br />

16<br />

17


Charles Chaplin, Luces de la ciudad<br />

Quien como nadie exploró y entendió esta dimensión del<br />

gesto situada en las manos fue el mayor cineasta del siglo<br />

XX: Robert Bresson. En su cine las manos acarician<br />

un burro, empuñan un hacha, se introducen imperceptiblemente<br />

en el saco de un hombre que viaja en un subte,<br />

sostienen una bala para examinar el poder mortal de esa<br />

minúscula invención humana, toman un billete, el único<br />

dios visible. Es imposible realizar una experiencia táctil<br />

en el cine, pero Bresson conquista ese sentido infilmable.<br />

La hermosa idea de Gilles Deleuze sobre las imágenes<br />

táctiles en Bresson se vincula a la potencia gestual que tiene<br />

la extremidad con la que se toca lo externo del mundo y con<br />

la que se tiene un contacto epidérmico preferencial para<br />

indagar las superficies que constituyen todo lo viviente.<br />

Lo admirable es que todo eso sucede en Bresson gracias a<br />

la invención de una forma de registro que individualiza la<br />

mano con la misma convicción con la que un cineasta suele<br />

individualizar un rostro. En ese sentido, Bresson democratiza<br />

el núcleo identitario de toda persona, porque va mucho<br />

más allá de la huella digital, porque lo que descubre en la<br />

mano es una función que no responde al habitual utilitarismo<br />

de esta sino a una singular emisión de signos “escritos”<br />

en gestos que no es otra cosa que una impresión física del<br />

espíritu. La mano abierta ocupando la totalidad del plano<br />

que se ve en cierto momento en El dinero es fundamental<br />

para corroborar esa otra función aludida.<br />

Es el tacto lo que define el cierre de Luces de la ciudad,<br />

prodigioso y conmovedor como pocos. Quien haya visto el<br />

film de Chaplin más de una vez podrá identificar cómo el<br />

conjunto de todas las escenas va preparando la última escena,<br />

instante en que el vagabundo es reconocido por la mujer que<br />

ama, quien gracias a él ha recuperado la vista; ella, hasta ese<br />

momento, jamás ha visto su rostro, y ni siquiera sabe quién es<br />

él. La escena permanecerá siempre vigente, porque comunica<br />

una experiencia tan necesaria como poco frecuente: el reconocimiento.<br />

Eso es evidente. Lo que puede pasar desapercibido<br />

es que ese acto determinante para cualquier hombre o<br />

mujer (el de ser reconocido en su propia singularidad, el de<br />

ser alguien para los otros) se trabaja en aquel film gracias a<br />

una elección de dos gestos. Una mano sobre otra, una mirada<br />

ante la otra. Todo lo que se necesita saber o pensar sobre la<br />

naturaleza de los gestos resplandece en esos cuatro minutos<br />

finales, escena capaz de arrancarle lágrimas hasta a los cínicos<br />

y a los poderosos del mundo<br />

18


Entrevista<br />

uno<br />

Una<br />

carrera<br />

como<br />

la seda<br />

El escritor italiano ALESSANDRO BARICCO visitó<br />

Buenos Aires y habló de su obra, que lo convirtió en<br />

un superstar de la literatura<br />

POR Christian Kupchik<br />

No cuesta demasiado imaginar a Alessandro Baricco<br />

un mediodía, en alguna terraza romana o turinesa,<br />

compartir algún colorido aperitivo con Marcelo Mastroianni<br />

mientras escucha alguna de esas increíbles<br />

historias afirmando todo con una sonrisa suave, que no<br />

llega a develarse del todo. A fin de cuentas, desde que<br />

publicara su tercera novela, Seda (1996), Baricco se convirtió<br />

también en una suerte de superstar, pero literaria,<br />

lo que es mucho menos frecuente. La breve obra –poco<br />

más de cien páginas– superó el millón de ejemplares<br />

en todo el mundo y mereció ser conocida en más de<br />

cuarenta lenguas. Por supuesto, esto puede afectar a<br />

cualquiera. También a Baricco (Turín, 1958), quien por<br />

entonces ni soñaba con un destino similar. Incursionó<br />

por ello en otras artes, como la música, el teatro, el cine,<br />

aunque guardaba para sí la esperanza de que la literatura<br />

le abriese un horizonte diferente.<br />

Una vez ocurrido el fenómeno, Baricco amplió sus búsquedas<br />

expresivas a la vez que redujo al mínimo su propia<br />

capacidad locuaz a la hora de tener que “explicarse”: habla<br />

pausado, con voz profunda, privilegiando los monosílabos<br />

y, aunque parezca paradójico para un italiano, limitando<br />

todo lo posible cualquier gestualidad. Todo esto ayudó a<br />

cimentar una reputación que lo indica como alérgico a<br />

las entrevistas, de las que huye como de una enfermedad<br />

medieval. Baricco un poco se divierte con esta versión y a<br />

medias la niega: “En realidad no es tan así. Me he casado<br />

con una periodista y hay muchos que ejercen esa profesión<br />

entre mis amigos. Incluso mi hijo ahora dice que quiere<br />

ser periodista. Lo que sí es cierto es que no me gusta<br />

hablar de mis libros. Ya con mi primera novela, Castillos<br />

de rabia, comprendí que cada palabra de más respecto a<br />

lo que he escrito, es inútil. De hecho, toda palabra de más<br />

–y los escritores tienden a hacerlo, a hablar demasiado–<br />

puede resultar nociva para la obra. Esa es la razón por la<br />

que he preferido siempre mantener una especie de manto<br />

de silencio respecto a ella, y a la vez con el tiempo terminó<br />

por convertirse en una especie de juego con mis lectores.<br />

Creo que las historias son una suerte de tapiz sobre el que<br />

los lectores deben bordar una figura. Es necesario tener<br />

un control absoluto y no es fácil hablar sobre ello y a la vez<br />

mantener vivos todos los hilos narrativos”.<br />

21


Las razones de Baricco son muy convincentes, pero a la vez se<br />

le plantea la dificultad de mantener un diálogo que vaya por<br />

fuera de los límites de su obra, porque justamente es lo que<br />

llama al encuentro. Baricco lo entiende, pero no se modifica.<br />

–¿Puede comprenderse Seda como un libro de viajes y<br />

en él comprender toda la literatura? Sí, de hecho me he<br />

documentado mucho sobre las rutas de los viajeros franceses<br />

e italianos del siglo XIX al Japón. Además, es una historia de<br />

amor y toda historia de amor es un viaje.<br />

–Hay un trabajo casi manierista, exquisito, con el lenguaje,<br />

que a la vez se desarrolla con una gran economía<br />

de recursos. ¿Buscó llegar a expresar una forma<br />

de silencio? Es posible, aunque más que silencio diría una<br />

especie de intensidad. Sin ella nada tiene sentido. Trabajamos<br />

con las palabras y el encadenamiento de las mismas<br />

encierra una música. No es extraño ver tanta gente encerrada<br />

con auriculares escuchando música, porque la música tiene<br />

la capacidad de hacerte sentir algo intenso del modo más<br />

simple. Abrir un libro, leerlo, es un proceso más complicado,<br />

pero en el fondo es lo mismo: te conecta con una forma de<br />

fortaleza, de intensidad. Esa es la razón por la que escribo,<br />

porque el primero que recibe esa fuerza soy yo.<br />

–¿Le molesta hablar de Seda? Parece que quisiera huir<br />

de su éxito... En parte es así, aunque por supuesto le estoy<br />

muy agradecido porque me posibilitó ser un escritor reconocido<br />

en el mundo entero y tener ciertos privilegios, cuando<br />

hay muchos a quienes les lleva más de una vida conseguirlo.<br />

Sí, de alguna manera. No puedo decir que lo odio. Además,<br />

creo que se trata de una historia bella, con un final hermoso.<br />

Es el tercer libro que escribí y cuando se lo entregué a mi<br />

editor le dije: “Lo siento mucho. Es muy corto, muy simple,<br />

pero necesitaba escribirlo. Te prometo que el próximo será<br />

lo que tú esperas”. Y sin embargo se leyó muchísimo. De lo<br />

que he intentado escapar no es del texto, sino de la fama. El<br />

éxito es como un rumor y si se hace muy fuerte, no te deja<br />

escuchar más tu propia voz. Eso me angustia.<br />

–Muchas veces ha dicho que City (1999) es su libro<br />

preferido, el libro que siguió a Seda. ¿Por qué? Porque<br />

se trata de una obra muy ambiciosa, difícil de escribir, muy<br />

rica. Pienso que el resultado final es bastante bueno. El<br />

comienzo es casi una tortura para el lector, pero yo digo que<br />

quien logra pasar las primeras páginas se ve recompensado.<br />

Tardé tres años en escribirlo. Es mucho tiempo. Cuando lo<br />

terminé tuve una sensación de pérdida.<br />

–Muchos de sus personajes retornan luego en otras<br />

obras. El profesor Kilroy, de City, aparece también en<br />

su film Lezione XXI, en tanto que Tres veces al amanecer<br />

es como una secuela de Mr. Gwyn a partir de un libro<br />

que se lee allí. ¿Le cuesta cerrar una historia? ¿Siente<br />

nostalgia de los personajes? Sí, es verdad, hay una especie<br />

de nostalgia. Nunca creo haber terminado del todo con ellos.<br />

Es parecido a la sensación que tienes cuando vuelves a verte<br />

con una ex novia. Es muy difícil terminar con un amor como<br />

terminar con un libro. Es como cuando los pintores deciden<br />

que un cuadro está terminado. Es extraño. Yo, que no tengo el<br />

talento de la pintura, no entiendo cómo pueden saberlo. Escribiendo<br />

pasa lo mismo: es algo que viene del talento mezclado<br />

con la intuición: llegado a un cierto punto, piensas que está<br />

listo. Claro que también puede ocurrir que uno se canse y ya<br />

no soporte más convivir con ese libro, que existan problemas<br />

insolubles y entonces sea mejor cerrarlo.<br />

–Tres veces al amanecer parte de un libro imaginario<br />

escrito por un autor angloindio llamado Akash Narayan.<br />

Pero en verdad existió un escritor de esas características<br />

llamado R. K. Narayan. ¿Lo sabía? No, no tenía<br />

ni idea. Después de publicada la novela, en una librería de<br />

viejos encontré un libro de R. K. Narayan. Me quedé muy<br />

impresionado. Pensé que alguien me estaba gastando una<br />

broma. Compré el libro, pero nunca me animé a leerlo.<br />

–Muchas de sus obras las ubica fuera de un parámetro<br />

espacio-temporal reconocible. ¿A qué se debe? A que<br />

me perturba mucho. Si debo escribir una escena determinada<br />

en la que me veo en la obligación de tener que describir<br />

dónde estamos sentados y la gente que nos rodea y si hace<br />

frío o calor, pierdo mucho tiempo. Por el contrario, cuando<br />

todo participa de un universo imaginario, incluso lejano, puedo<br />

dejar de lado esos detalles, que para mí siempre han sido<br />

una forma de ralentizar el trabajo que no me gusta. La falta<br />

de contexto me da más libertad a mí y también al lector. Por<br />

eso todo es un poco brumoso.<br />

–En su último libro, La esposa joven, se sabe que la<br />

historia transcurre en Italia a comienzos del siglo XX,<br />

pero es una Italia fantasmagórica. Ni siquiera tienen<br />

nombre los personajes: son la Madre, el Padre, el Hijo,<br />

la Hermana... Sí, es una Italia bastante imaginaria. No hay<br />

una ciudad particular. Aparecen algunas cosas que tienen<br />

que ver con lo italiano, pero en realidad nada la identifica<br />

con algo específico. Es una especie de Macondo. Eliminar<br />

los nombres (salvo el de Modesto, el mayordomo, que es una<br />

especie de nexo con el mundo real: es quien introduce las<br />

reglas) me ayudó a subrayar este aspecto ficcional. Hay un<br />

juego ahí con las figuras mitológicas. Recuerdo que cuando<br />

era pequeño e iba de vacaciones a uno le hablaban de El<br />

Abogado, El Médico, El Farmacéutico, como seres inalcanzables,<br />

un poco extraños, que había que mirar con respeto,<br />

desde lejos. Quise reproducir eso.<br />

–También está la esposa joven, que pasó un tiempo en<br />

Argentina… Sí, pero también es una Argentina fantasmagórica.<br />

Se habla de la pampa, de las distancias que impedían<br />

llegar a horario para escuchar la ópera, de la belleza del<br />

tango como baile, pero nada da idea de una Argentina real.<br />

Es una muchacha que vuelve a Italia a casarse con un joven<br />

que no está. Muchas cosas se definen mejor por la ausencia.<br />

Recuerdo que hace unos años me impresionó mucho visitar<br />

el estadio de Boca Juniors, pero no durante un partido, que<br />

sería lo lógico. Fui a visitarlo de mañana, cuando hay sólo<br />

unos pocos turistas. Me senté y lo observé como si estuviese<br />

en una catedral. Me ayudó a pensar en un montón de cosas.<br />

Es un estadio bellísimo. Es como un claustro.<br />

–Hablando de claustros, en 1994 fundó en su ciudad<br />

Holden, la escuela de narración. ¿Es posible enseñar a<br />

ser escritor? Holden es una escuela de la narración: la creatividad<br />

es imposible de enseñar. Y, de hecho, los libros escritos<br />

por jóvenes que emergieron de nuestra escuela no se parecen<br />

en absoluto. Nuestro objetivo es proporcionar las herramientas<br />

necesarias, darles la capacitación a los jóvenes que sepan cómo<br />

utilizar diferentes técnicas narrativas, de las que ofrecemos los<br />

fundamentos. La escritura es una técnica artesanal, al igual que<br />

la cocina. Y los chefs, para aprender, también asisten a escuelas.<br />

Desde este punto de vista, siempre hemos estado detrás de<br />

los Estados Unidos, porque en Italia quienes se ocupaban de<br />

enseñar a escribir eran profesores y académicos, gente que por<br />

lo general no escribe ficción. En Holden, en cambio, quienes<br />

enseñan son personas que viven de este trabajo.<br />

–Al cabo de más de veinte años, ¿qué aprendizaje le<br />

dejó esta experiencia? He aprendido a comprender mejor<br />

lo que pienso, porque al tener que decirlo tengo que entenderlo.<br />

He aprendido mucho de mis mejores estudiantes, he<br />

envejecido menos estando con ellos, no he tenido grandes<br />

depresiones porque con ellos es imposible. Algunos, que<br />

llegaron siendo jovencitos, ya son padres y muchos de ellos se<br />

han convertido en grandes amigos. Desde el punto de vista<br />

humano ha sido una experiencia fantástica; desde el laboral,<br />

muy cansadora, riesgosa, prácticamente todos mis ahorros me<br />

los he jugado ahí. Por suerte ha ido muy bien, creció mucho y<br />

estoy seguro de que el próximo paso será abrir una en escuela<br />

en español. Estamos pensando seriamente en eso. La duda es<br />

si lo hacemos en España o en América Latina.<br />

–Escritor, actor teatral, musicólogo, fundador de una<br />

escuela narrativa… ¿Le resultan estrechos los márgenes<br />

de la literatura? Hoy en día el talento del escritor debe<br />

convertirse realmente en algo multifacético. La legitimidad de<br />

un libro deriva del hecho de que uno ha tenido el valor de<br />

escribirlo y el talento para llegar hasta el final. Es cierto que<br />

uno puede hacer solo eso y no necesita hacer más. Para todos<br />

nosotros escribir es el resultado natural de utilizar nuevas<br />

formas a partir de las que teníamos a mano para prolongar un<br />

posible diálogo con el público. Durante los últimos veinticinco<br />

años el oficio de escritor ha cambiado mucho, ya que se han<br />

modificado las reglas de juego en el territorio que debemos<br />

cumplirlas: lo que tenemos ahora no tiene comparación con lo<br />

que existía en los años 50, 60 o <strong>70</strong>. De todas formas, desde<br />

pequeño lo que he querido ser siempre es escritor. La<br />

escritura está llena de libertad, de energía, es un oficio muy<br />

poderoso. Puedes hacer grandes cosas, confío en mi oficio de<br />

forma absoluta. Para mí, ser escritor es algo natural<br />

22 23


Tema de tapa<br />

dos<br />

ESCRITO<br />

CON EL<br />

CUERPO<br />

POR Silvia Hopenhayn<br />

Anjelica Huston “Dublineses (Los Muertos)”<br />

¿Un gesto vale más que mil palabras? ¿En la vida o en el<br />

arte? En ambos casos, ¿cómo se desprende del cuerpo o<br />

se imprime en la mirada? Más que una cuestión de valor,<br />

se trata de distintos lenguajes. El efecto de un gesto en la<br />

imagen no es equivalente al que describen las palabras. La<br />

imagen provoca empatía, curiosidad, repulsa o desinterés. Un<br />

gesto en el cine puede definirlo todo. El desvío de la nuca<br />

de Anjelica Huston, cuando se detiene en las escaleras, al<br />

escuchar repentinamente una voz que entona la canción “La<br />

joven de Aughrim” en la película Los muertos, dirigida por<br />

John Huston, revela otra cosa que ese mismo gesto descrito<br />

por James Joyce en el cuento homónimo que inspiró al film.<br />

En la película, la mirada de Gretta anticipa la zambullida melancólica<br />

del personaje femenino, mientras que, en el relato<br />

de Joyce, recibimos esa mirada por lo que el esposo de Gretta<br />

nos dice de ella. Leemos una atribución, no percibimos un<br />

gesto. Joyce de esa manera consigue demorar los indicios de<br />

una pena que recién se desatará al final del relato.<br />

El gesto denuncia la posición subjetiva del personaje. Desgaja<br />

su ensimismamiento. Es la acción mínima del lenguaje,<br />

a veces como despunte de algo que se calla, otras como<br />

subrayado de lo que se ha dicho. Pero así como en el cine,<br />

el gesto de un personaje, un actor, “habla”, en la literatura,<br />

se trata del efecto de las palabras que lo apuntan. El ojo que<br />

mira no es igual al que lee, al menos no se alimenta de lo<br />

mismo. Podríamos imaginar un sentido propio de la lectura.<br />

Así como los hay del tacto, la visión, el olfato, etc, el de la<br />

lectura presenta lo que Barthes llamó “la imagen acústica”.<br />

Significación y poesía.<br />

Los gestos o modos en que se expresan los personajes de los<br />

libros, ingresan por la significación de una pose o la poética de<br />

una mirada. El personaje que interpreta Anjelica Huston en<br />

la escalera, en las páginas de Joyce nos conmueve de distinta<br />

manera, por la gracia del estilo. “Había misterio y gracia en su<br />

pose como si fuera ella el símbolo de algo. Se preguntó de qué<br />

podía ser símbolo una mujer de pie en una escalera oyendo<br />

una melodía lejana. Si fuera pintor, la pintaría en esa misma<br />

posición. El sombrero de fieltro azul destacaría el bronce de su<br />

pelo recortado en la sombra y los fragmentos oscuros de su traje<br />

pondrían las partes claras en relieve. Lejana melodía llamaría<br />

él al cuadro, si fuera pintor”. El cuento está plagado de gestos<br />

que Gretta va soltando como mojones de su nostalgia, indicios<br />

de la vivacidad de un recuerdo que comienza a atormentar a su<br />

marido: “Su cara lucía tan seria y fatigada que las palabras no<br />

acertaban a salir de los labios de Gabriel”.<br />

En la imagen, el ademán se desentiende de las palabras;<br />

por escrito las adquiere. En una narración literaria, el gesto,<br />

ligado a un cuerpo, se presenta en relación al que lo describe:<br />

un personaje, el narrador que lo captura y explicita, o una<br />

primera persona que recala en sus propios rasgos. Aunque<br />

resulte paradojal, en la escritura no hay cuerpos propiamente<br />

dichos. El cuerpo de la escritura es un dicho propio. Los<br />

personajes son seres del lenguaje, como tan bien lo comprendió<br />

Macedonio Fernández. De allí que los gestos sean<br />

aproximaciones, deslizamientos del significado.<br />

Ojos que no leen, corazón que no piensa<br />

En la historia de la literatura los gestos siempre han ocupado<br />

un lugar esencial en la descripción de los personajes. El Quijote<br />

está plagado de ellos, a menudo para ilustrar el carácter, como<br />

el ímpetu cómico de Sancho o el histrionismo absurdo del hidalgo<br />

manchego. Pero lo cierto es que las descripciones físicas<br />

van cambiando de palabras y de formas. Así como los cuerpos<br />

varían según las épocas, pareciera que las frases también se<br />

24<br />

25


Curiosidades en<br />

INTERNET<br />

POR LUCILA ROLÓN<br />

@LUPITTAR<br />

Es menester leer esta nota que detalla<br />

la situación actual de las mujeres de<br />

todo el mundo respecto de la violencia<br />

de género que sufren<br />

Más de 400 fotos de la Soviet Photo<br />

Magazine (1926-1991)<br />

La banda de sonido de la serie de la<br />

que hablan todos, 13 Reasons Why<br />

Vladimir Nabokov Philip Roth Robert Musil Cynthia Ozick Alan Pauls<br />

enlazaran de distinta manera para dar cuenta de ellos. Una<br />

guiñada de ojo o la sonrisa ladeada se modifica según la página<br />

del tiempo en la que se anota.<br />

Alan Pauls suele evitar en su propia escritura la descripción<br />

de rasgos que no sean indicativos de la subjetividad del<br />

personaje. Es decir, siendo ferozmente descriptivo, no se<br />

regodea en retratos inútiles. En una novela como El pasado,<br />

por ejemplo, los gestos en los que se detiene significan,<br />

ponen en escena obsesiones, ímpetus, debilidades, etc. En el<br />

comienzo, no conocemos tanto a Rímini, su protagonista, sino<br />

por cómo se aproxima a Sofía: “se dejaba caer en sus brazos,<br />

a la vez eufórico y vencido”. Algo parecido ocurre en algunas<br />

novelas de Philip Roth, como Engaño o La humillación.<br />

No necesariamente tenemos que “ver” al personaje por el<br />

color de su cabello, tenor de su piel, altura o vestimenta; el<br />

modo en que se presenta evidencia sus rasgos.<br />

Muchos gestos han caído en desuso, no tanto por la elegancia<br />

de la escritura, sino por el vaciamiento que se origina en la<br />

reiteración. Asimismo atributos tan otorgados, que han perdido<br />

su especificidad, como “turgente” o “tersura”.<br />

La descripción de un gesto suele ser más precisa que la de un<br />

rasgo, casi su puesta en movimiento, la relación del personaje<br />

con su entorno, el recuento de sus herramientas expresivas<br />

más íntimas. Las manos de los personajes femeninos son parte<br />

de un todo enigmático llamado mujer. Las hay varias de uñas<br />

carcomidas, como Ada o el Ardor, de Nabokov, o Agatha, la<br />

hermana de Ulrico, en El hombre sin atributos, de Robert<br />

Musil. No es exclusividad de las mujeres de la literatura,<br />

las manos de Raskolnikov también merecen la atención de<br />

Dostoievski y para allegarnos a la prosa contemporánea, en<br />

La galaxia caníbal, de Cynthia Ozick, los pies toman la posta:<br />

“Durante las cenas Brill iba quedándose dormido poco a<br />

poco, con la cabeza paciente y sombría (…), debajo de la mesa<br />

los dedos de sus pies se crispaban dentro de los zapatos”.<br />

Gestos que son gesta<br />

Las infinitas poses de los personajes de Jane Austen, los<br />

dientes imperfectos en la boca entreabierta de Tadzio, el<br />

joven invitador de Muerte en Venecia; los labios frutados de<br />

Lolita de Nabokov, la mirada amarilla de Carlota en Palmeras<br />

salvajes de Faulkner, el desparramo sensual de Madame<br />

Bovary (“Por el simple efecto de sus hábitos eróticos,<br />

Madame Bovary cambió de gestos. Sus miradas se volvieron<br />

más atrevidas…”), o “la tristeza del cuerpo, el asco”, de<br />

Emma Zunz, de Borges, la volatilidad gestual de La Maga<br />

en Rayuela, de Cortázar, el gesto anhelante del lector de<br />

Schlink, los tantos puñetazos dados de personajes furiosos,<br />

la mayoría ya sin fuerzas, como el protagonista del cuento “La<br />

mosca”, de Katherine Mansfield; el mítico equívoco del<br />

gesto de la muerte en “Samarcanda”, relato persa del siglo<br />

XIII… El catálogo es infinito, las descripciones, diversas.<br />

En su último libro, Giorgio Agamben se adentra en la<br />

historia de El uso de los cuerpos, dando cuenta de modalidades,<br />

formaciones, poses, toda una “ontología del estilo” de las<br />

personas. Pero así como “el estilo separa la carne del mundo”,<br />

los gestos lo aúnan. De allí que sean un verdadero desafío<br />

a la hora de describirlos. Casi fortuitos, impredecibles en la<br />

vida real, en las tramas literarias los gestos son producto de<br />

una gesta, no vienen solos. Se los busca para dar cuenta de los<br />

personajes. Hay un cálculo de la ficción. Claro que no es fácil.<br />

Cortázar, próximo al jazz y la improvisación, parece haber captado<br />

cierta imposibilidad de calcular. En su cuento “Las babas<br />

del diablo”, el narrador comprende que la imagen es independiente<br />

del cuerpo. Cuando intenta describir a la mujer rubia,<br />

señala: “De la mujer recuerdo mucho mejor su cuerpo que<br />

su imagen”. Advierte que la palabra no alcanza para ceñirla;<br />

dos veces reitera la injusticia de la descripción: “Era delgada y<br />

esbelta, dos palabras injustas para decirlo” y “Su cara blanca y<br />

sombría –dos palabras injustas– dejaba al mundo de pie y horriblemente<br />

solo delante de sus ojos negros, sus ojos que caían<br />

sobre las cosas como dos águilas, dos saltos al vacío, dos ráfagas<br />

de fango verde”. Aquí vemos la diferencia. Lo injusto proviene<br />

de la inexactitud; el adjetivo que no da con el cuerpo. Pero al<br />

mismo tiempo, esa imposibilidad provoca metáforas, artificios,<br />

una nueva precisión del gesto: la literaria. Así, la mirada de su<br />

personaje se construye con ojos que son “dos saltos al vacío,<br />

dos ráfagas de fango verde”.<br />

¿Cómo trasladar dicha mirada a la imagen?<br />

http://www.revistaanfibia.com/ensayo/<br />

el-narcopatriarcado-y-las-pibas/<br />

La cuenta de TW @altclassic comparte<br />

contenido sobre noticias, clips y fotos<br />

de la escena glam, punk, postpunk,<br />

goth, darkwave, mod, synth, entre<br />

otros. Por ejemplo, la letra de “Heroes”,<br />

de Bowie, de su puño y letra<br />

https://twitter.com/altclassic<br />

La historia de cuando John Coltrane<br />

sacudió al mundo del jazz con su Love<br />

Supreme<br />

http://www.openculture.com/2013/09/<br />

john-coltranes-handwritten-outline<br />

-for-his-masterpiece-a-love-supreme.html<br />

http://www.openculture.com/2017/03/<br />

download-437-issues-of-soviet-photo.<br />

html<br />

El británico Ben Brooks tiene 25 años<br />

y ya escribió seis novelas. ¿Quién es?<br />

Volver al futuro: las selfies antes de que<br />

se llamaran así<br />

http://www.revistaarcadia.com/periodismo-cultural---revista-arcadia/articulo/<br />

entrevista-al-escritorbritanico-ben-brooks/63088<br />

https://articulos.elmeme.me/volver-alfuturo-las-selfies-antes-de-queexistieran-9e03b58daa1f<br />

https://hipertextual.com/2017/04/13<br />

-reasons-why-soundtrack<br />

Un listado de canciones que documentan<br />

la historia del feminismo punk<br />

desde 1975 hasta 2015<br />

http://www.openculture.<br />

com/2016/08/33-songs-that-documentthe-history-of-feminist-punk.html<br />

Cuáles son los países que más libros<br />

publican, en esta infografía<br />

https://ebookfriendly.com/countries<br />

-publish-most-books-infographic/<br />

Esto es real: Tom Yorke, el líder de<br />

Radiohead, cantanto “Gasolina”<br />

http://www.nme.com/news/music/<br />

watch-viral-video-thom-yorke-singingone-hit-wonder-gasolina-2059146?utm_<br />

source=twitter&utm_medium=social<br />

26<br />

27


Entrevista<br />

dos<br />

“El truco más difícil es la<br />

ilusión de la simplicidad”<br />

Con la publicación de El laberinto de los espejos, CARLOS RUIZ ZAFÓN (Barcelona, 1964) pone fin<br />

a la tetralogía de la que ha vendido más de 30 millones de libros. En esta entrevista con el autor<br />

de La sombra del viento, hablamos de su nueva novela y de algunos de los secretos de su éxito<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

–En nuestro país, sus libros son muy conocidos, pero<br />

quizás no es tanto lo que sabemos del autor que hay detrás.<br />

¿Cómo empieza su relación con la literatura? Empieza<br />

de muy joven. De niño ya sabía que quería ser escritor,<br />

inventaba historias, las ponía en papel y las dibujaba. Para mí,<br />

la única cuestión era ver cómo podía ganarme la vida de esto.<br />

Toda mi vida ha sido una deriva a intentar aprender este oficio<br />

para ganarme la vida con él. Me llevó un tiempo, pero después<br />

de haber hecho varias cosas, finalmente pude ganarme la vida<br />

como escritor y eso he venido haciendo desde entonces.<br />

–¿Nunca hubo un momento de duda? Las dudas las tenía,<br />

sobre todo, al principio. Me preocupaba cómo conseguiría<br />

sobrevivir en este juego. Cuando uno quiere dedicarse a algo<br />

que tiene que ver con la creación artística, nunca sabes cómo<br />

se llega a la semana que viene. No es que pienses ya en el<br />

éxito, lo que quería era sobrevivir día a día. Mi padre, que era<br />

agente de seguros, cuando le dije que quería ser escritor, se<br />

puso muy mal porque pensaba que todos los escritores terminaban<br />

bajo un puente, tísicos, en la miseria y comidos por<br />

las cucarachas. Creía que si uno se dedicaba a esto pagaba un<br />

precio terrible y terminaba loco como Van Gogh. De solo<br />

escucharlo, yo me lamentaba: “¿por qué habré salido así de<br />

fábrica? ¿Por qué no habré querido ser directivo de alguna<br />

compañía y cobrar un sueldo fijo?” Pero no, resultó que mi<br />

sueño era contar historias. Todas las personas que se dedican<br />

a profesiones artísticas, siempre tienen esta sensación de<br />

precariedad, de no saber qué va a pasar mañana. Pero bueno,<br />

es algo con lo que vives y que tienes que superar. Si hay que<br />

trabajar más duro, se trabaja más duro y ya.<br />

–Vayamos a sus libros. Los procesos de escritura son<br />

siempre muy especiales, pero imagino que en un proyecto<br />

como el suyo, que demandó quince años, muchas<br />

cosas deben haber cambiado de lo que usted tenía en<br />

la cabeza, en un primer momento, a cómo llegaron al<br />

papel. ¿Fue así? Originalmente mi intención era crear una<br />

suerte de laberinto de historias con cuatro puertas de entrada.<br />

Cada una de esas puertas quería que fuera una novela independiente,<br />

pero a la vez conectada, que fuera una historia que<br />

estuviera en constante movimiento, que cuanto más avanzáramos<br />

y más puertas exploráramos, la historia fuera cambiando<br />

como un gran mecanismo de relojería que se está moviendo<br />

constantemente con millones de piezas. Luego, en función de<br />

cómo lo exploramos, vemos que tiene nuevos relieves. Yo tenía<br />

esa arquitectura en mi cabeza, pero también era muy consciente<br />

de que me iba a llevar mucho tiempo. No tanto como el que<br />

me llevó, pero tampoco lo podía saber con exactitud. Además,<br />

la propia complejidad de esta construcción iba a hacer que por<br />

mucho que yo anticipara un diseño, a medida que descendía<br />

a los niveles microscópicos, descubriese nuevas implicaciones,<br />

nuevos detalles. Incluso, yo mismo, a lo largo de este proceso<br />

evolucioné como persona, como escritor. La elaboración de<br />

estos cuatros tomos ha sido muy compleja y una de las cosas<br />

más complejas es precisamente no traspasar esa complejidad al<br />

lector. Para ello, es necesario que el armazón construido tape<br />

sus propias huellas. Creo que el truco más difícil es la ilusión<br />

de la simplicidad, que podamos disfrutar de las historias sin<br />

pensar en cómo están armadas.<br />

–Ya que hablamos de complejidad, tengo entendido<br />

que el libro que más le costó de los cuatros es este último.<br />

¿Por qué? Es el que tiene elementos estructurales más<br />

complejos, es la pieza de cierre de todo este gran mecanismo<br />

de relojería, donde el laberinto se cierra sobre sí mismo. Además,<br />

es el que tiene el gran final. Toda la tensión narrativa<br />

acumulada a lo largo de muchas tramas se desata y llegamos<br />

al fondo de la historia y los personajes.<br />

–En cada feria de libros a la que asiste, llama la atención<br />

ver el fanatismo de sus lectores. ¿Por qué cree que esta<br />

saga despertó tanta empatía en millones de lectores de<br />

diferentes países? Porque los lectores, primero que todo,<br />

son lectores. A un lector no lo define si es japonés, italiano o<br />

francés. Los lectores son personas con curiosidad intelectual,<br />

que saben apreciar el lenguaje y quieren vivir más y mejor.<br />

Generalmente, son gente que también gusta del cine, de la<br />

música porque tienen una necesidad muy fuerte de conocimiento,<br />

de una búsqueda que nos permita ir más allá de una<br />

vida cotidiana mecánica. Afortunadamente, hemos creado la<br />

belleza y la imaginación que nos permiten hacer nuestras vidas<br />

más interesantes. Creo que cuando cualquier pieza artística<br />

funciona no tiene que ver tanto con sus pretensiones, sino<br />

con los resultados. A veces uno puede tener grandes pretensiones<br />

y luego no pasa nada. Lo fundamental en un artista es<br />

que aprenda su oficio y para eso hay que trabajar duro. Crear<br />

cualquier cosa es una profesión como cualquier otra, no es un<br />

proceso etéreo donde las musas lo usan a uno como médium.<br />

Hasta donde yo soy capaz de hacer, todo está en función del<br />

oficio, de la capacidad y de la técnica que he aprendido. En la<br />

medida que sepa utilizar todos estos elementos, seré capaz de<br />

crear algo que merezca el tiempo de los demás. Yo siempre lo<br />

he visto así e intento trabajar duro para crear algo que merezca<br />

este tiempo; algo que seduzca a los lectores, que los empuje a<br />

un mundo en el que hay intriga, aventura y pasión; algo que les<br />

haga ver cosas dentro de sí mismos que no sabían que estaban,<br />

que les ayude a ver la vida de otro modo y que, sobre todo,<br />

permita que se diviertan y puedan disfrutar de la belleza de<br />

la literatura. Cuando uno disfruta de una buena serie, de un<br />

buen libro, de buena música, tienen lugar esos momentos en<br />

los que, se dice, vale la pena vivir.<br />

–Nombraba recién las series y una pregunta muy recurrente<br />

que le hacen tiene que ver con su negativa a llevar<br />

estos libros a otro formato. ¿No hay forma de convencerlo?<br />

¿Ni siquiera si trabaja su admirado Stephen<br />

King en la adaptación del guión? El problema no está en<br />

quién haga la adaptación y, por supuesto, no tengo nada en<br />

contra del cine y las series. De hecho, he dedicado años de<br />

mi vida a trabajar en esos medios y siempre digo que el 80%<br />

de la mejor narrativa de nuestros tiempos se está haciendo en<br />

la televisión. El problema es que, para mí, estas novelas fueron<br />

concebidas como un gran homenaje a la literatura, como<br />

29


un proceso de reflexión sobre la creación literaria, como una<br />

experiencia ligada al mundo de los libros. Además, la versión<br />

definitiva es la que yo he querido crear. Si hubiera querido<br />

que fueran una serie de televisión, las hubiera escrito como<br />

tal. A veces se dice que cada cual se imagina los libros a su<br />

manera; a los míos no, a los míos se los imagina exactamente<br />

como yo he querido que se los imaginen, porque proyectan<br />

una serie de imágenes y movimientos a las que yo les dedico<br />

mucho tiempo. Por otra parte, sería perder el tiempo dedicar<br />

tres años de mi vida a adaptar esto a otro formato, cuando<br />

ya creé la versión que quiero que reciba el lector. No sería<br />

honesto hacerlo, solo por querer que fuera más popular o,<br />

utilizando una palabra que ahora se usa mucho: por “monetizar”<br />

este proyecto, que vendría a ser la manera fina de decir<br />

exprimir dinero de las cosas.<br />

–Todo escritor tiene una definición de lo que es escribir.<br />

Usted ha dicho que “escribir es reescribir” y<br />

que se escribe para uno y se reescribe para los demás.<br />

¿Hay cosas que escribe solo para usted? Yo creo que<br />

todo lo que escribo, primero, es para mí mismo. En todo<br />

proceso de creación, siempre hay una parte de autoexploración,<br />

uno explora su propio mundo y aquello que encuentra,<br />

lo reelabora y se lo comunica a los demás. En ese momento<br />

de reelaboración, ya se produce ese proceso interno. Sirve<br />

mucho reescribir. Lo que ocurre es que, cuando uno decide<br />

hacer una profesión de ello, esa parte que podría ser terapéutica<br />

o de exploración, es solo una parte; luego, uno tiene<br />

otra responsabilidad, eso que decíamos antes, de merecer el<br />

tiempo de los demás.<br />

–En este sentido, ¿la música ocupa ese terreno más<br />

íntimo? Puede que sí, la música, para mí, es la más alta de<br />

las expresiones creativas del ser humano. La gran frustración<br />

de mi vida es que yo no pude tener una educación musical,<br />

entonces me la di a mí mismo. Intenté aprender música por<br />

mi cuenta, que es una cosa que uno puede hacer pero que<br />

tiene grandísimas limitaciones. Siempre digo que, si uno<br />

quiere ser músico y tiene la oportunidad de tener una buena<br />

educación musical, ese es el camino. Lamentablemente, yo<br />

no pude tener eso. De niño iba a lugares y sacaba de bibliotecas<br />

el tratado de armonía de Schoenberg y lo intentaba<br />

descifrar. Leía libros de orquestación y de contrapunto, que<br />

para mí eran como la teoría de la relatividad. Me enseñé a mí<br />

mismo a tocar el piano, empecé a componer; incluso hubo<br />

un tiempo en que trabajé como músico, pero siempre tuve la<br />

sensación de que no tenía las herramientas necesarias para<br />

crear la música que a mí me hubiera gustado hacer. Y, como<br />

de niño sabía que aquello para lo que había sido fabricado<br />

era la escritura, pensé que iba a disfrutar más de la música<br />

si la mantenía como un pasatiempo, sin colocarle el peso a<br />

tener que vivir de ella, pero sin que esto quiera decir que he<br />

renunciado a ella. La música sigue ocupando un gran espacio<br />

en mi vida. Una cosa que me divierte mucho es componer<br />

música para mis propias historias. Incluso, muchas veces<br />

me ayuda en el proceso creativo, para resolver personajes o<br />

encontrar atmósferas, o una textura que luego puedes traspasar<br />

a la literatura. A mí me gusta pensar el lenguaje literario<br />

como una paleta orquestal. Cuando trabajo con el lenguaje,<br />

pienso que poseo una orquesta y tengo diferentes opciones,<br />

diferentes colores; y el texto que voy a componer debe utilizar<br />

todos esos elementos y sonoridades.<br />

–Con respecto a la música, alguna vez dijo que era la<br />

más sublime de las artes, pero también la más dura<br />

y complicada. ¿Cree que es más complicada que la<br />

literatura? Lo que dije fue que la música es la más sublime<br />

de las artes y la más miserable de las profesiones. Creo que<br />

por esta característica sublime que menciono, los músicos,<br />

muchas veces, se ven en una situación de tener que hacer<br />

algo tan alejado de lo que sería su sueño, que la práctica<br />

profesional se puede convertir en un pequeño martirio, que,<br />

desde afuera, los demás no perciben. Esto mismo sucede con<br />

la literatura; también puede ser una amante fría y cruel, a la<br />

que muchísimas personas le entregan su vida, su pasión, pero<br />

no son correspondidas. Por eso viven en una amargura, en<br />

un resentimiento, porque aquello que hacen no encuentra<br />

el camino que quisieran. Ese resentimiento va pudriendo el<br />

alma por dentro y la envidia se apodera de ellas. Qué terrible<br />

destino, transformarse en alguien que pasa por la vida consumido<br />

por la envidia y el resentimiento.<br />

–Me habla del éxito y el fracaso, ¿por qué tener éxito<br />

en el mundo de la literatura es vivido como un pecado?<br />

Yo creo que la literatura es la única profesión en el mundo en<br />

la cual hay personas que intentan utilizar el éxito profesional<br />

como si fuera una prueba de que uno no es capaz. Hay personas<br />

que nos quieren convencer de que un libro es malo porque<br />

es leído por mucha gente. Es como si dijéramos que el New<br />

York Times es el peor diario del mundo, porque es el más leído<br />

de todos. En el mundo de los libros, muchas veces se intenta<br />

utilizar la palabra best seller como una maldición gitana que, a<br />

lo mejor, empaña el éxito de otra persona, que muy probablemente<br />

es el que yo hubiera querido tener, pero no he conseguido.<br />

Creo que es bueno e higiénico aplicar un sentimiento<br />

crítico; cuando veamos a alguien que nos quiere convencer<br />

de algo, pensemos por qué lo dice, quién lo dice, qué motivos<br />

tiene, qué quiere conseguir con ello.<br />

–¿Intuyo que se está refiriendo a la crítica literaria?<br />

A veces se habla de la crítica como si fuese una especie de<br />

ejército monolítico, cuando una crítica es sencillamente la<br />

expresión de una opinión realizada de manera pública. Por el<br />

hecho de hacerse públicamente, en un medio de comunicación,<br />

está condicionada por determinados factores.<br />

–A un escritor como usted, que tiene el beneplácito de<br />

los lectores, ¿le importa la mirada de la crítica? Cuando<br />

hay una crítica que es positiva, la agradezco; pero uno siempre<br />

tiene que tener una distancia con eso. Creo que los grandes<br />

críticos literarios son aquellos que descubren obras a los<br />

lectores, que quizás, de otro modo, no se hubieran descubierto<br />

nunca. En eso, hay un gran talento, una gran virtud. Pienso<br />

que para eso debe servir la crítica literaria, no para destrozar el<br />

trabajo de alguien que no nos simpatiza o que políticamente no<br />

está en nuestra facción. Por eso, el público debe estar atento,<br />

porque cuando alguien nos quiere convencer de algo, siempre<br />

atrás hay un motivo. La gran virtud de los seres humanos es<br />

que todos tenemos nuestro propio cerebro, lo que tenemos<br />

que hacer es utilizarlo y pensar por nosotros mismos, sin esperar<br />

que venga alguien a ponernos las ideas en la cabeza.<br />

–Cuando era muy chico, le mandó una primera novela a<br />

Paco Porrúa, el editor de Cortázar. Él la leyó, lo recibió<br />

en su despacho y en esa charla le dijo que no se preocupara<br />

tanto, que se le notaba que vivía muy de prisa.<br />

Ahora, ¿cuál es su relación con el tiempo? Viví con mucha<br />

prisa cuando era joven. Era algo que no me gustaba de mí<br />

mismo. Era consciente de que tenía un problema, pero había<br />

algo en mi cabeza que me hacía vivir así y querer conseguir<br />

cosas. Con los años, me he hecho mayor y he adoptado una<br />

perspectiva más serena; al menos, eso me gusta pensar. Tengo<br />

la sensación de que la vida es muy breve, todo es muy efímero,<br />

y a veces no nos damos cuenta de ello y vivimos como si fuéramos<br />

a hacerlo para siempre.<br />

–¿Y tiene una obsesión con respecto al tiempo y la obra<br />

por publicar? No me preocupa la relación entre tiempo<br />

y obra, pero sí es algo que me planteo. Soy consciente de<br />

que hay un tiempo limitado. Afortunadamente, he tenido<br />

la oportunidad de hacer algunas de las cosas que me había<br />

planteado, del modo que quería, y estoy satisfecho de lo que<br />

hice. No me voy con la sensación de haber intentado cosas y<br />

no haberlo conseguido; me queda mucho por hacer y no sé<br />

si seré capaz; lo intentaré, pero, la verdad, no es un tema que<br />

me preocupe tanto. A cierta edad, uno empieza a hacer las<br />

paces con uno mismo y acepta que quizás no habrá tiempo<br />

para hacer todo lo que uno quisiera.<br />

–¿Y se cree con la capacidad de llevar adelante otro<br />

proyecto tan ambicioso como éste? No lo sé. Es un proyecto<br />

que tenía esa particularidad, pero cada libro es diferente.<br />

Una vez que elijo lo que voy a hacer, intento encontrar cuál<br />

es el modo que me parece mejor para hacerlo. No creo que<br />

vuelva a intentar hacer lo mismo, no sé si tendrá más o menos<br />

complejidad, pero, sin dudas, todo tiene su dificultad<br />

30 31


Subjetivo<br />

UNA<br />

PEQUEÑA BIOGRAFÍA<br />

LUIS SAGASTI inaugura esta nueva sección donde diferentes escritores<br />

irán volcando sus impresiones acerca de nuestro tema de tapa. Esta vez,<br />

lo subjetivo acerca de los gestos<br />

POR Luis Sagasti<br />

Cuando era chico había un programa de entretenimientos,<br />

que luego conoció distintas versiones, que se llamaba Dígalo<br />

con mímica. Durante mucho tiempo estuve convencido de<br />

que Mímica era el nombre de una supuesta conductora y,<br />

acaso porque algún grande en casa lo miraba, el programa me<br />

parecía serio, lúdico, sí, pero en cierta forma solemne, algo<br />

difícil de jugar.<br />

Por ese entonces los chicos mirábamos El Show de Carlitos<br />

Balá. Dentro de su repertorio había algunos mantras, puro<br />

fonema, como “Eaea a pepé” o “Sasasasasasa” y ciertas claves<br />

y contraseñas del tipo “¿Qué gusto tiene la sal?”. Pero había<br />

una réplica en especial que cada tanto hacía, una maravilla<br />

incomprensible que yo escuchaba mal: “Seriola con techito<br />

por si llueve”. Yo entendía –y hasta hace unos días así lo creí–<br />

que decía “Señora con techito…” e imaginaba a la señora con<br />

techito que más a mano tenía: la muchacha con paraguas del<br />

logo de Terrabusi. Cuando Balá decía lo de “Seriola…” colocaba<br />

el pulgar derecho debajo de la mano izquierda extendida<br />

y con los dedos pegados, que hacía de techo; el pulgar se<br />

movía de arriba abajo como si pulsara un botón. No alcanzo<br />

a adivinar en qué situación realizaba ese ademán, pero yo lo<br />

interpretaba como algo cercano a la burla. Había un tercer<br />

programa que ofrecía una gama de gestos tan increíbles<br />

como desquiciados: Los tres chiflados. No importa cómo se<br />

conformara el trío, jamás practicó algún movimiento de burla<br />

o desdén, de hecho casi no ejercían esas actitudes sino que<br />

exhibían un repertorio gestual absolutamente improductivo:<br />

no aumentaba la eficacia de un golpe ni los llevaba a defenderse<br />

mejor, ni siquiera a correr más ligero. Rutinas corporales<br />

que señalaban más debilidades que fortalezas. De hecho,<br />

los tres chiflados eran incapaces de ejercer la más mínima<br />

transformación positiva sobre la materia: todo terminaba<br />

arruinado, destruido, inservible. Y se iban corriendo, claro,<br />

como los chicos.<br />

Es curioso: pese a la devoción que causaban estos programas,<br />

ninguno de los hábitos gestuales de sus protagonistas abandonó<br />

jamás el espacio de la televisión; me recuerda cierto léxico<br />

del servicio militar –otra fábrica autónoma de pantomimas demenciales<br />

a lo Curly– que nunca logró abandonar los cuarteles.<br />

No hay vez en que el cuerpo no ejerza su señorío sobre el<br />

ánimo de un niño; un cuerpo que dice lo que en voz alta no<br />

puede pronunciarse, porque la emoción o la angustia atropellan<br />

y apelmazan las palabras contra la garganta. Ademanes y<br />

rictus universales, acaso inscriptos en los genes, hablan desde<br />

siempre con más elocuencia de la que a veces uno espera. Lo<br />

cierto es que con el tiempo la movilidad autónoma del cuerpo<br />

comienza a debilitarse, esa inocencia natural que revela<br />

en cada chico la transparencia que nos salva. Mil veces nos<br />

hemos preguntado cómo es que a nuestra madre le bastaba<br />

una rápida mirada para saber con exactitud de relojero lo que<br />

nos pasaba por la cabeza.<br />

Entonces, el truco como una forma indolente de ir quemando<br />

etapas y convertirse en un adulto mañoso, una escuela del<br />

disimulo, del control, de la domesticación de toda espontaneidad.<br />

Algo así hoy ocurre en cualquier celebración de<br />

casamiento o fiesta de quince donde se han programado<br />

todos los movimientos con celo soviético. De este modo, con<br />

el tiempo, conseguimos dominar impulsos –el de levantar los<br />

hombros como si de veras las cosas no nos importaran, por<br />

ejemplo– solo para conseguir los treinta porotos al final de la<br />

partida, muchos más de los que, en definitiva, nos llevamos<br />

cuando termina el otro y verdadero juego.<br />

Y, al parecer, ya no hay mucho que la vida pueda enseñarnos<br />

cuando se han aprendido a controlar los bostezos; una<br />

clara señal de que es hora de comenzar de nuevo porque<br />

nuestra biografía no es sino un elástico que se ha estirado<br />

demasiado y los únicos movimientos que restan son tan leves<br />

e imperceptibles que solo podemos seguir avanzando si de<br />

veras retrocedemos hacia ese lugar donde gestos y mohines<br />

únicamente podían cifrar verdades.<br />

Y uno mira a un monje budista sentado con la calma de un<br />

ombú sin que nada lo perturbe. Ha alcanzado, se dice, su<br />

propia naturaleza. La procesión, y en este caso el sentido es<br />

absolutamente literal, va por dentro: por fuera apenas las<br />

manos en gestos leves, casi aéreos, llamados mudras: ninguno<br />

bendice, sino que expresan armonía, vacío, sabiduría.<br />

Los de Cristo, sufriente la mayor parte de las veces, bendicen<br />

y consuelan.<br />

Buda y La Gioconda sonríen casi del mismo modo sin saber<br />

uno del otro.<br />

La mirada como ese gesto que no requiere cuerpo, por eso<br />

está muy bien que sea casi incontrolable: nunca hay nadie<br />

detrás de ella porque solo se puede ser en la pura mirada.<br />

Muchas veces el acto silencioso de quedarse de pie al lado de<br />

quien sufre, o sencillamente sostener un abrazo, es el mejor<br />

bálsamo que pueda ofrecerse: dolor que se comparte, dolor<br />

que se divide y así, entonces, las cosas lastiman menos; una<br />

maderita que junto a otras termina por construir la balsa<br />

que nos rescata. Cuando uno no tiene esa cercanía se vale<br />

de palabras, claro. Pero, qué decir cuando se llega a ciertas<br />

fronteras: usualmente frases muy sentidas pero que a la<br />

distancia parecen un cliché. Se pueden, no obstante, compartir<br />

experiencias, dejar constancia de que ciertos dolores<br />

el tiempo mitiga, transforma. La propia alquimia de las horas<br />

hace que el dolor sea un buen dolor, esto es: algo muy dulce,<br />

algo que abriga, un recuerdo que se hace literalmente carne,<br />

porque el cuerpo de uno comienza a moverse, a manifestar<br />

un repertorio de gestos que son los que cifraban las personas<br />

que amamos. Y aparece así esa rara forma de inmortalidad:<br />

las almas, ese hálito errante en que se transforman los padres,<br />

se apoderan de nuestros cuerpos así como nosotros haremos<br />

lo mismo con el de nuestros hijos. ¿Qué gestos ancestrales<br />

vienen mudando de cuerpo en cuerpo desde las primeras<br />

noches? Entonces, saber que, cuando el dolor se transforma<br />

en buen dolor, somos partes de un todo que el tiempo labra<br />

y muda a través de los hombres y de las palabras que nos<br />

sobreviven.<br />

Es el lenguaje quien hace que las cosas se sucedan, pero lo<br />

que de veras ocurre lo hace por fuera de él y es algo parecido<br />

al fuego: se mueve sin desplazarse. Es ese silencio de trapa<br />

que solo logra un chico cuando grita de entusiasmo: el fuego<br />

fuera del lenguaje quema de veras.<br />

La gestualidad de los directores de orquesta es ambigua y<br />

velada para un lego: la mayoría de las veces parece adelantarse<br />

a los compases, como si supieran algo ignorado por todos,<br />

o no se mueve con el brío que suponen esos finales locomotora<br />

“chan chan” de ovación segura. Así, los adultos, con leves<br />

movimientos, dirigimos la partitura de nuestra existencia creyéndonos<br />

un Karajan, un Zubin Mehta ante una orquesta<br />

que suele desafinar cada tanto<br />

32 33


Entrevista<br />

dos<br />

LA REVANCHA<br />

DEL TARDÍO<br />

De paso por Buenos Aires, PIERRE LEMAITRE –Premio Goncourt 2013–<br />

conversó con <strong>Quid</strong> acerca de su literatura<br />

POR Christian Kupchik<br />

Pierre Lemaitre (París, 1951) es, quizá, la confirmación<br />

de que se puede, de que jamás hay que darse por vencido.<br />

Al cabo de una vida dedicada a la enseñanza pero en la que<br />

nunca resignó la posibilidad de la escritura, recién superados<br />

los 50 años y por la influencia de su mujer, Pascaline,<br />

comenzó a escribir y publicar. “Había comenzado a pensar<br />

en la jubilación y en la pensión que me correspondería”,<br />

confiesa. “Me inquietaba la crisis del Estado de Bienestar.<br />

Lo que me tranquilizaba era la seguridad de que en la vejez<br />

iba a contar con unos buenos ingresos por la vía de los<br />

derechos de autor. ¡Y no había escrito un solo libro! El caso<br />

es que siempre contemplé la vida con mirada de escritor.<br />

Interpretaba la realidad a través de la literatura. Por ejemplo,<br />

si tenía una novia pensaba más en Swann y en Proust,<br />

que en la chica en cuestión. La literatura es mi método para<br />

comprender el mundo”.<br />

Lemaitre no solo comenzó a publicar, sino que además tuvo<br />

un hijo, a los 60 años, y sus libros, policiales de un ritmo<br />

trepidante y a los que es imposible soltar una vez que se atraviesa<br />

el umbral de la primera página, se convirtieron en enormes<br />

éxitos. Su peculiar detective, Camille Verhoeven, ya está<br />

instalado entre los grandes del género (aunque mide 1,45<br />

mts). En 2013, ganó el prestigioso premio Goncourt, con la<br />

novela Nos vemos allá arriba. Comenzó entonces a ser considerado<br />

ya no solo un hábil narrador de historias, que maneja<br />

con eficacia los dispositivos del folletín (aggiornado, como la<br />

novela Rosie & John, que concibió para ser leída en teléfonos<br />

celulares), sino también un esteta con todas las letras, como<br />

lo confirmó la novela negra Tres días y una vida (2016). Por<br />

esto, quizás, Lemaitre muestra un espíritu juvenil, arrollador<br />

y sumamente inteligente a la hora de plantear sus verdades.<br />

–Entre muchas otras virtudes, resulta admirable el<br />

manejo del tiempo en su literatura. ¿Cómo internaliza<br />

el tiempo de su vida real en relación al de su obra?<br />

La gran diferencia es que en el plano personal impera un<br />

tiempo cronológico que siempre resulta anticipatorio de<br />

la hora después, de la tarde que llegará. No sé vivir bien el<br />

tiempo presente, siempre tengo en la cabeza lo que vendrá.<br />

En cambio, en las novelas lo realmente importante es vivir el<br />

tiempo de los personajes. El personaje es para mí el rey de la<br />

novela, su núcleo vital; no la intriga, no la historia. El verdadero<br />

esfuerzo consiste en ir dándole ritmo a la narración de<br />

acuerdo al tiempo del personaje, no al del lector. Intentaré<br />

ser un poco más concreto. El personaje puede estar por<br />

completo en tiempo presente, lo que es justamente su mayor<br />

problema: no poder proyectarse en ese plano. Está encerrado<br />

en ese presente y no puede proyectarse en un tiempo que no<br />

le es propio. Ese, creo, es uno de los mayores desafíos que se<br />

me plantean como autor: lograr que el lector sí pueda hacerlo,<br />

que pueda proyectarse en un tiempo que no le es propio.<br />

Mi esfuerzo personal pasa por ser muy analítico en el modo<br />

en que el personaje contempla el tiempo. Acabo de terminar<br />

una novela con un personaje que se proyecta constantemente<br />

en el futuro y me he dado cuenta de que me resulta mucho<br />

más difícil de manipular.<br />

–Es una teoría muy elaborada. Teniendo en cuenta<br />

el hecho de que es considerado un escritor tardío<br />

(comenzó a publicar bastante después de cumplir 50<br />

años), ¿se corresponde con el silencio que le tomó<br />

llegar a la escritura? Sí, creo que es bastante cierto. Es<br />

verdad que si aplicamos una mirada sociológica a la literatura,<br />

los que comenzamos a mi edad no somos mayoría. Creo<br />

que Defoe es un caso, pero no hay muchos. Volviendo a su<br />

pregunta, esto se corresponde con cierta visión del tiempo.<br />

No sé, quizás… Tal vez no tengo una respuesta. Desconfío<br />

mucho de los escritores que son más inteligentes que sus<br />

libros y eso me permite responder preguntas difíciles con un<br />

simple formulismo: no lo sé.<br />

–Nos vemos allá arriba, la novela por la que ganó el<br />

Goncourt, está inspirada en los hechos que rodearon<br />

la Primera Guerra Mundial. ¿Qué lo llevó a elegir esa<br />

época? ¿Encontró simetrías entre la Europa de entonces<br />

y la actual? Sí, por supuesto. Es muy cierto lo que<br />

señala y no estoy seguro de que todos los lectores lo hayan<br />

entendido, ni siquiera los que me honraron con el Goncourt.<br />

Creo que tiene razón, aunque tal vez no sea del todo atinado<br />

pensar en semejanzas muy estrechas entre períodos tan alejados<br />

en el tiempo. No sé si resulta justo decir que hoy es como<br />

los años 30, por ejemplo. En cambio, sí se podría hablar de<br />

resonancias vinculantes entre los períodos. Pero tiene razón<br />

en cuanto a que la situación de mis personajes no difiere en<br />

mucho a la de los trabajadores europeos actuales. Lo que me<br />

resulta fascinante y muy interesante en la literatura es que<br />

no es necesario que el lector analice esto. Sin embargo, a<br />

nivel inconsciente, queda registrado, aun cuando no lo tenga<br />

del todo presente a nivel consciente. Si la novela funciona,<br />

si le habla, el lector comprenderá aunque no tenga del todo<br />

presente esas resonancias.<br />

–El historiador Eric Hobsbawm se refiere al siglo XX<br />

como el siglo corto al situarlo entre la Gran Guerra y<br />

la caída del muro. La guerra de 1914 cierra entonces<br />

el siglo XIX. ¿También lo hace su novela? Se sospecha<br />

cierto paralelismo con algunos personajes de<br />

Los miserables, de Hugo… Hobsbawm tiene una visión<br />

marxista de la historia y hay que darle la razón en cuanto a la<br />

brevedad del siglo XX. Me siento muy cercano a esa idea y<br />

cuando me propuse escribir Nos vemos allá arriba la primera<br />

tentación fue la de realizar una trilogía que abarcara el siglo<br />

35


Premio Goncourt 2013<br />

XX. Me pregunté entonces: ¿cómo comienzo? Hobsbawm da<br />

inicio al siglo XX en el comienzo de la Primera Guerra y yo<br />

cuando termina. Quizá es un detalle, pero no es menor. En<br />

cuanto a Hugo, no me interesaba tanto el contexto histórico<br />

sino, nuevamente, la conformación de los personajes. Si es<br />

cierto el paralelismo entre su carcelero y policía, Javert, y mi<br />

Pradelle. Javert es lo que E. M. Forster llama un personaje<br />

plano. En su ensayo sobre la novela, Forster explica que hay<br />

dos categorías de personajes (por supuesto, todos los que hablan<br />

de dos categorías están equivocados). Pero, pese a todo,<br />

nos da un indicio que me parece bastante exacto desde un<br />

punto de vista global: habla de personajes planos y personajes<br />

redondos. Esta teoría me interesó mucho. Forster dice que<br />

en los personajes planos la acción se resume a un eslogan,<br />

como por ejemplo Javert cuando dice: “Voy a detener a<br />

Valjean”. Es una obsesión para él. Lo que nos dice Forster es<br />

que este tipo de personajes son muy económicos en términos<br />

narrativos, porque, una vez que el lector lo conoce, basta con<br />

hacerlo entrar a la escena de un capítulo para que, inmediatamente<br />

en la mente del lector, se disparen todas las imágenes<br />

asociadas a ese personaje. El lector ya está avisado, ya sabe<br />

que es “malo”. Yo siento una enorme pasión por las grandes<br />

novelas a las que llamo “simplificadoras”, como Los miserables<br />

o Guerra y paz.<br />

–¿Simplificadoras en qué sentido? En que transmiten la<br />

idea de que la simplificación del relato puede resultar una<br />

gran metáfora de la complejidad del mundo. Esto se denomina<br />

“confianza en la literatura”. Los miserables lo expone<br />

de modo extraordinario a partir de modelos estereotipados y<br />

muy claros: el bueno, el malo, los traidores, los gentiles. Casi<br />

como en un folletín de Dumas. Y, a partir de esta simplificación,<br />

logra una aprensión del mundo muy elocuente. En<br />

el fondo, los principales conflictos quedan grabados, son<br />

trabajados con una enorme precisión a la vez que expuestos<br />

con gran simpleza. Me gustan mucho esas novelas.<br />

–Para la misma época en que salió Nos vemos allá<br />

arriba, apareció otro libro, una novela muy breve con<br />

el mismo tema que el suyo: 14, de Jean Echenoz. ¿Lo<br />

leyó? Bueno, déjeme decirle algo (Lemaitre sobreactúa una<br />

supuesta ofensa): para mí, Echenoz es el mejor escritor<br />

francés de mi generación, no hay duda alguna al respecto.<br />

El único libro suyo que no quise leer fue precisamente 14,<br />

porque yo estaba trabajando en el mío y me dije: “Si leo su<br />

libro, estoy muerto”. Es más, lo llamé, nos encontramos y le<br />

expresé lo que sentía. “Jean, no quiero leer tu libro porque<br />

me parece enfermo, mentiroso y horrible, de modo que te<br />

pido por favor, Jean, no me rompas más…”, y le dije además<br />

que jamás voy a leer esa porquería (Risas).<br />

–¿Cómo fue el paso del policial o el noir a la novela<br />

más decimonónica? No lo hice adrede. Tomé las cosas<br />

como venían y el éxito que tuve me hizo reflexionar acerca<br />

de seguir escribiendo de acuerdo a mi deseo, sin especulaciones<br />

ni estrategias previas. Soy un contador de historias,<br />

un novelista, y si me encuentro con una buena historia la voy<br />

a desarrollar sin necesidad alguna por plantearme acerca de<br />

qué género pertenece o qué sería lo más conveniente para<br />

publicar. Me fascina escribir, siento un gran placer al hacerlo<br />

y eso es independiente de qué tipo de historia estoy contando.<br />

Sí, puedo decir que estoy un poco cansado de las novelas<br />

policiales. En cambio las novelas negras me encantan.<br />

–Sé que es un gran admirador de Georges Simenon…<br />

Sí, en efecto, lo admiro muchísimo…<br />

–Sin embargo, no creo que su comisario Camile<br />

Verhoeven, alter ego de sus novelas policiales, y el<br />

inspector Maigret, de Simenon, puedan ser muy<br />

amigos… Verhoeven no llega al metro y medio, es impulsivo,<br />

nervioso, en tanto Maigret es meticuloso, calmo,<br />

un gran fumador de pipas… No, tiene razón, creo que se<br />

depreciarían mutuamente. Maigret vería a Verhoeven como<br />

un pequeño monstruo, un tipo constantemente fuera de sí,<br />

siempre excitado, corriendo por todas partes, agresivo… Es<br />

una olla a presión y sin duda lo pondría muy nervioso. En<br />

cambio Verhoeven encontraría a Maigret amable pero lento,<br />

algo torpe, sin carácter para ser policía. Y además la pipa lo<br />

pone de pésimo humor.<br />

–¿En verdad tiene ese concepto de Verhoeven? Sí,<br />

claro, es un tipo fastidioso, complicado. Yo no mido 1,45mts,<br />

pero creo que, por lo demás, tiene muchas cosas mías.<br />

Verhoeven viene a ser una mezcla de mí y de mi padre. De<br />

forma inconsciente creé un personaje difícil, enredado y<br />

problemático. Yo soy complicado y mi padre lo era también.<br />

Verhoeven es un personaje colérico, como mi padre y yo, un<br />

hombre con un sentimiento trágico de la vida...<br />

–Tres días y una vida es una novela negrísima en torno<br />

al asesinato cometido por Antoine Courtin, a los 12<br />

años, y cómo debe convivir con el secreto durante el<br />

resto de su vida. ¿Es una manera de reflejar la crueldad<br />

infantil? En los últimos años, hemos visto a niños que<br />

matan con la pistola de su padre en Estados Unidos o que<br />

causan desastres en las escuelas, a niños- soldados que se<br />

embarcan en ejércitos islamistas. Es una cuestión que planea<br />

sobre nuestro imaginario desde hace algunos años. Ser niño<br />

y criminal es una supuesta paradoja que me interesa. Ideé<br />

el personaje contra la idea de la infancia como un periodo<br />

inocente de la vida, ya que, gracias a Freud, sabemos que no<br />

es totalmente así. Lo que intenté expresar es el sentido de la<br />

tragedia que se esconde en toda historia. El pequeño Antoine<br />

me parecía alguien similar a mí de niño, un muchacho “triste<br />

y feliz”, en palabras del poeta Rilke; sin darme cuenta, he<br />

creado un personaje al que, si fuera psicoanalista, definiría<br />

como depresivo. Es la parte de mi subconsciente que se ha<br />

filtrado en el texto.<br />

–En su obra se repite a menudo la figura de familias<br />

disfuncionales: padres abandónicos, madres opresivas,<br />

etc. ¿A qué se debe? Sí, bueno, en realidad aquí<br />

debo decirle que creo en el concepto de familia disfuncional<br />

pero en la misma escala que la de Richter para medir terremotos.<br />

En esa escala ubico familias muy disfuncionales y<br />

otras menos, pero mi hipótesis es que todas las familias son<br />

disfuncionales. Creo que esa primera comunidad primitiva,<br />

en el sentido que es el primer colectivo con el que tenemos<br />

que convivir, encierra en sí misma desafíos que son disfuncionales.<br />

Esa disfuncionalidad está extendida y responde<br />

a cierta lógica que nos vuelve infelices, desdichados. Por<br />

supuesto, hay familias de locos y otras no tanto, que pueden<br />

seguir funcionando dentro de ciertos límites de urbanidad,<br />

pero no entiendo qué sería una familia fuera de su disfuncionalidad.<br />

Conozco gente que cuando habla de su familia<br />

nunca falta un componente desequilibrado. Mi madre está<br />

completamente chiflada, no le preguntaré por la suya, y<br />

cuando encuentro a alguien que me presenta una familia<br />

perfecta, con un padre equilibrado, una madre amorosa,<br />

todo en armonía, lo primero que tiendo es a desconfiar: el<br />

loco debe ser aquel que habla tan bien de la familia.<br />

–En reiteradas ocasiones se refirió al término “trágico”<br />

o “tragedia”. ¿Lo considera propio de su literatura?<br />

Malraux decía que Faulkner fue quien introdujo<br />

la tragedia en la novela moderna. Me siento muy inclinado<br />

hacia el género negro (que no hay que confundir necesariamente<br />

con el policial), que, creo, cumple de manera más<br />

clara con el paradigma de tragedia. Vivimos en un mundo<br />

que no comprendemos, donde somos descritos por los<br />

demás, ya sean estos los dioses antiguos o la sociología, la<br />

lucha de clases o la política en la actualidad. Es otro quien<br />

nos describe. Eso es la tragedia, eso es el género negro: el<br />

intento imposible de escapar a la fatalidad. Solo por dar<br />

un ejemplo: no hay más que observar lo que ocurre con el<br />

medio ambiente. Hemos puesto en marcha la destrucción<br />

inevitable de nuestro planeta. Como en cualquier tragedia,<br />

conocemos el final, lo que no sabemos es cuándo y cómo ocurrirá.<br />

Nos debatimos contra un destino que ya está escrito.<br />

¿Se le ocurre algo más trágico?<br />

36 37


Tema de tapa<br />

tres<br />

La historia del cine es tan maravillosa como las mejores ficciones<br />

que ha producido. Sin embargo, su infancia está envuelta<br />

en un halo romántico de primeros pasos chuecos que lo<br />

llevaron a una primaria perfección donde los gestos bastaban<br />

para contar una historia. Como dijo el gran Hitchcock: “Las<br />

películas mudas eran la forma más pura del cine”.<br />

Los primeros rastros de la existencia del cine datan de la última<br />

década del siglo XIX. Edison y los hermanos Lumiére,<br />

cada uno en orillas opuestas del Atlántico, lograron cumplir<br />

el sueño de dar vida a una imagen fotografiada. Las primeras<br />

filmaciones no eran más que registros documentales como<br />

la salida de los obreros de una fábrica o la llegada del tren a<br />

una estación. Dicen que en la proyección de esta última los<br />

espectadores se apartaron asustados pensando que el tren podría<br />

salir de la pantalla. En sus comienzos estas películas eran<br />

exhibidas en ferias porque se trataba de una atracción tan curiosa<br />

como una mujer barbuda o un faquir. Sin embargo este<br />

invento llegó a manos de un ilusionista, dibujante y director<br />

de teatro llamado George Meliés, que vio en este nuevo<br />

invento la posibilidad de contar historias. Este talentoso francés<br />

también fue el inventor del género fantástico en el cine y<br />

Viaje a la luna (1902), George Meliés<br />

AQUELLAS MIRADAS MUDAS:<br />

LA INFANCIA DEL<br />

SÉPTIMO ARTE<br />

POR Agustina Zabaljáuregui<br />

de los primeros efectos especiales. Por ejemplo, el “truco de<br />

parar” o stop trick, que consistía en apagar la cámara y quitar<br />

el objeto que estaba filmando, generando la ilusión de que el<br />

objeto se esfumaba delante de los ojos del espectador.<br />

Tal vez su trabajo más emblemático haya sido Viaje a la luna<br />

(1902), inspirado en De la Tierra a la luna de Julio Verne<br />

y en Los primeros hombres en la luna de H. G. Wells. Este<br />

hermosísimo cortometraje, actuado, dirigido y montado por<br />

el mismo Meliés abre las puertas de las posibilidades del<br />

cine. Además de contar una historia crea un universo estético<br />

por primera vez en una pantalla. Lamentablemente el destino<br />

fue muy ingrato con Meliés, ya que terminó vendiendo<br />

juguetes en la estación de tren de Montparnasse. Mientras<br />

tanto en Estados Unidos era Edwin S. Porter, quien estaba<br />

revolucionando el lenguaje cinematográfico. En Asalto y robo<br />

al tren (1903) se ven innovaciones narrativas como el montaje<br />

paralelo. Hay que decir que Porter no había inventado todo<br />

lo que implementó, sino que estaba muy influenciado por<br />

la escuela de Brighton, un grupo de cineastas ingleses que<br />

aportaron, entre otras muchas cosas, el uso del primer plano<br />

y los movimientos de cámara.<br />

Lo cierto es que el lenguaje cinematográfico y la comprensión<br />

de los espectadores avanzaban a la par y lo que había nacido<br />

como un invento curioso se convirtió de repente en un<br />

espectáculo popular que trascendía todas las barreras sociales<br />

e idiomáticas posibles. Los más avispados no tardaron en<br />

ver que el cine se estaba convirtiendo en un gran negocio y<br />

esto dio comienzo a la famosa guerra de patentes en Estados<br />

Unidos. Al tratarse de un mundo nuevo, nada con respecto al<br />

cine estaba reglamentado lo que trajo por resultado imitaciones,<br />

falsificaciones, interminables demandas y una persecución<br />

que lo llevó hasta el lado opuesto del país. Así nació<br />

Hollywood: un grupo de cineastas independientes escapando<br />

de las garras legales de Thomas Edison que pretendía recibir<br />

un canon por el uso de las cámaras, la película virgen y los<br />

proyectores. Además, el clima amable de California les brindaba<br />

largas jornadas de sol que les permitía rodar más horas<br />

por día ya que aún no se utilizaba luz artificial en los sets.<br />

A su vez las variaciones en el paisaje eran funcionales como<br />

decorados naturales, hay que tener en cuenta que Hollywood<br />

era un páramo más parecido al lejano oeste de los westerns<br />

de John Ford que a la ciudad de las estrellas.<br />

Este precario asentamiento de artistas comenzó a crecer a<br />

pasos agigantados y pronto se consolidó como la meca de la<br />

industria. Hay que decir que la Primera Guerra Mundial les<br />

vino como anillo al dedo ya que afectó la producción de sus<br />

competidores europeos, trajo muchos talentos extranjeros a<br />

Hollywood y la tristeza de la situación hizo que la sociedad<br />

entera se refugiara en la ficción. Sin embargo, el cine fuera<br />

de Estados Unidos siguió avanzando hacia destinos maravillosos<br />

como el expresionismo en Alemania o las nuevas teorías<br />

sobre montaje en Rusia. Aunque muchos de los grandes<br />

cineastas del mundo terminaron trabajando para los estudios<br />

de Hollywood que, en ese entonces, era un gigante hambriento<br />

de talento.<br />

Pronto nació el star-system y el mundo pareció solo tener<br />

ojos para estos héroes modernos ensamblados en la fábrica<br />

de sueños. Como dice el filósofo francés Edgar Morin:<br />

“La estrella es el producto de una dialéctica de la personalidad.<br />

Un actor impone su personalidad a sus héroes y sus<br />

héroes imponen su personalidad al actor. De esta sobreimpresión<br />

nace un ser mixto: la estrella”. Los galanes eran prolijos<br />

y acicalados y debían mantener una vida íntima acorde<br />

a la que proyectaban en la pantalla. Un ejemplo de esto fue<br />

Rodolfo Valentino de quien años después se dijo que<br />

era homosexual y que sus matrimonios estaban arreglados.<br />

Las primeras divas de la pantalla grande estaban divididas en<br />

vírgenes, como Mary Pickford, alias “la novia de América”,<br />

y flappers, como Clara Bow. Estas eran mujeres independientes<br />

y urbanas que bebían, escuchaban jazz y disfrutaban<br />

de su libertad. En ese momento eran consideradas vampiresas<br />

y hoy, mujeres comunes y corrientes.<br />

En la pantalla, tanto divas como galanes dependían de la<br />

expresividad de sus rostros sobremaquillados, movimientos<br />

ampulosos y gestos exagerados para transmitir las sensaciones<br />

de sus personajes. Pero lo lograban con creces, aunque viéndolos<br />

hoy parezcan hablar un idioma antiguo perteneciente a<br />

un mundo que no es el nuestro.<br />

Pero tal vez el género que más permaneció vigente a través<br />

de los años haya sido la comedia. Este tuvo un momento de<br />

esplendor durante la época muda gracias a exponentes como<br />

Charles Chaplin y Buster Keaton. Estos dos grandes<br />

utilizaron la falta de palabras como una ventaja a la hora de<br />

hacer reír. Keaton, con su rostro inexpresivo, y Chaplin, con<br />

su adorable Charlot, no necesitaron más que gestos para ser<br />

perfectos. Su humor era universal: niños, adultos, mujeres<br />

y hombres de cualquier clase social se reían a la par, aun<br />

quienes no captaban el fuerte mensaje social que se escondía<br />

tras los gags.<br />

Pero el 6 de octubre de 1927, con el estreno de El cantante<br />

de jazz, el cine comenzó a hablar y la historia cambió para<br />

siempre. En un principio esto trajo un retroceso en la evolución<br />

del lenguaje cinematográfico. Debido a la novedad del<br />

sonido, se perdió fluidez, creatividad y ritmo en las películas.<br />

Lo cierto es que no se trataba de agregarle voz al cine mudo<br />

sino que funcionaba como una nueva forma de expresión,<br />

más apegada a la realidad, cuando el cine mudo funcionaba<br />

como un mundo armonioso y completo por sí mismo. En un<br />

principio se volvió a los planos generales y a la cámara quieta,<br />

una especie de teatro filmado que detuvo por un tiempo la<br />

evolución del séptimo arte.<br />

Los gestos, en los primeros 35 años del cine, fueron parte<br />

esencial de su lenguaje. De hecho una vez que se desencadenó<br />

la era de las talkies, como se referían en su momento<br />

a las películas habladas, muchas estrellas del firmamento<br />

hollywoodense se apagaron para siempre. Algunos actores<br />

fueron traicionados por sus acentos extranjeros y el público<br />

no podía entender lo que decían. Una de ellas fue Pola<br />

Negri, una femme fatale del cine mudo que tuvo que dejar<br />

Hollywood por su fuerte acento polaco. Lo mismo le pasó a<br />

la gran Clara Bow, a quien los productores le decían que su<br />

acento de Brooklyn empañaba el aura mística de su rostro.<br />

Otros habían dado una imagen que no se correspondía con<br />

su voz, como Gilbert Roland, quien en realidad era<br />

mexicano y terminó abandonando los roles protagónicos para<br />

hacer personajes secundarios ya que aún en esa época los<br />

latinos no eran los héroes de las historias. Otra víctima de su<br />

voz fue John Gilbert, que tenía un tono muy agudo para<br />

su imagen de galán con la que había conquistado al mundo.<br />

Pero nada cuenta mejor su historia que el cine mismo. Esta<br />

transición del cine mudo al hablado para los actores está perfectamente<br />

retratada en Sunset Boulevard (1950). En este maravilloso<br />

film de Billy Wylder, Gloria Swanson interpreta ese<br />

ocaso de la diva del cine mudo y en una frase lo resume todo:<br />

“No necesitábamos las voces. Teníamos los rostros”.<br />

Hoy la imagen y el sonido son igual de importantes dentro<br />

del lenguaje cinematográfico. Pero nunca hay que olvidar que<br />

esos fantasmas silentes que nos miran desde el pasado alguna<br />

vez dominaron el mundo<br />

38<br />

39


Entrevista<br />

cuatro<br />

La atrapa<br />

sueños<br />

POR Agustina Zabaljáuregui<br />

VIVIANA RIVERO volvió a estar entre<br />

los best sellers con su última novela,<br />

Sí. En la pasada Feria del Libro de<br />

Buenos Aires fue distinguida con<br />

el premio del lector por Los colores<br />

de la felicidad, editada en 2015 por<br />

Planeta. Viviana tiene nueve novelas<br />

románticas históricas en su haber,<br />

casi una por año desde el 2009,<br />

cuando decidió cambiar su destino,<br />

tal y como suele ocurrirle a sus<br />

propios personajes<br />

Antes de convertirse en escritora, Rivero era una exitosa abogada<br />

tributaria. Nacida y criada en la provincia de Córdoba,<br />

Viviana se casó joven con su novio de la secundaria y tuvo dos<br />

hijos. Cuando crecieron, ella sintió que disponía del tiempo<br />

para perseguir una pasión que la había rondado toda la vida.<br />

Fiel al murmullo de su corazón, apostó y se convirtió en la<br />

prueba de que los sueños que nos pertenecen, nos esperan<br />

para ser cumplidos.<br />

–Muchos de los personajes de Sí tienen una fuerte lucha<br />

interna entre el amor, el deber y la vocación. Pero,<br />

de alguna manera, el destino termina acercándolos a<br />

sus deseos más íntimos. ¿Fue así en su caso con la escritura?<br />

¿Es algo que siempre quiso hacer y lo dejó por<br />

deber o por amor? Soy una convencida de que las vocaciones<br />

fuertes, que llevamos dentro, nos persiguen y, en algún<br />

momento de nuestra vida, nos terminan atrapando. Tarde o<br />

temprano ganan la batalla y se llevan la victoria. Creo que no<br />

se puede escapar de ellas. La vida se encarga de poner las<br />

situaciones para que estas se desarrollen.<br />

Mi padre era escritor pero, a pesar de ser un buen escritor,<br />

aun con premios ganados, no podía vivir de la literatura así<br />

que mi madre siempre nos decía “aquí nadie va seguir carreras<br />

que tengan que ver con la literatura, porque para loco ya<br />

está tu papá”. Claro que ahora entiendo el porqué de ese dicho:<br />

una persona que no vive de la escritura y quiere escribir<br />

debe hacerlo de noche, los fines de semana y en vacaciones;<br />

debe quitarle tiempo al descanso, a la familia, a la recreación.<br />

Mi madre no quería eso para sus tres hijos. Pero, por otro<br />

lado, mis hermanos y yo nos criamos entre libros, siempre<br />

hablando de novelas, de autores y de literatura, incluidas las<br />

charlas con mi madre, que era y es una gran lectora. Y eso<br />

dejó una marca en mí, al punto que cuando vi que mis hijos<br />

estaban más grandecitos y que no me necesitaban tanto decidí<br />

escribir un libro. Esta novela fue Secreto bien guardado<br />

y la escribí por gusto, casi como hobby; por eso, para mí, fue<br />

una gran sorpresa que se transformara en best seller. Sirvió<br />

para que comenzara a acariciar la idea de escribir otros libros<br />

y poder vivir de la literatura<br />

–¿Extraña algo de su profesión anterior? ¿Conserva<br />

herramientas de la abogacía que hoy le sean útiles a la<br />

hora de escribir? No extraño, pero, a la hora de escribir mis<br />

novelas, creo que surge mi veta de abogada en procurar que<br />

fechas, datos y escenas del argumento concuerden tal como si<br />

fuera un escrito legal. También me sirve el haber trabajado de<br />

abogada para ser menos bohemia, sentarme y trabajar horas y<br />

horas. A veces paso el día entero sentada frente a la computadora<br />

escribiendo. Soy de la idea de que, a la hora de escribir,<br />

hay un 50% de inspiración y un 50% de transpiración.<br />

–¿Qué viene primero el amor o la historia? ¿Piensa<br />

primero en el contexto histórico o en los personajes<br />

que lo habitan? ¿De dónde vienen esos personajes?<br />

¿Cómo es su proceso creativo? El proceso creativo es<br />

40 41


muy complejo, casi imposible de describir. En mi caso crecen<br />

dentro en mi cabeza, tanto el tema que quiero tratar (que es<br />

lo que yo llamo el alma del libro) como la historia y los rasgos<br />

de los personajes. Todo avanza junto y muy despacio, como<br />

si fuera un tapiz que uno va tejiendo, hasta que un día me<br />

siento preparada para sentarme a escribir.<br />

Las historias empiezan de cero en mi interior y de allí, poco<br />

a poco, van tomando vida hasta que aparecen los personajes<br />

y sus personalidades. A veces, en ese proceso puedo tomar<br />

alguna característica procedente de personas que conozco,<br />

pero lo que robo a la vida real es escaso y hasta inconsciente.<br />

Con el transcurso de los meses, los personajes comienzan a<br />

ser más reales para uno, hasta convertirse en alguien a quien<br />

conocemos a la perfección, de quien sabemos cómo piensa,<br />

cuáles son sus ideales, qué ropa le gusta, cómo habla, qué lo<br />

enoja y hasta cómo mueve la mano cuando está nervioso.<br />

–¿Por qué decide darle un marco histórico tan preciso<br />

a sus ficciones? Creo que un marco histórico bien cuidado,<br />

con detalles reales, ayuda a que la historia que uno escribe<br />

sea más verosímil. La novela histórica nos permite sumergir<br />

al lector tanto en un argumento y un lugar determinados<br />

como en otra época. Es maravilloso. Me encanta hacer sentir<br />

al lector que ingresa a otra época. En mi caso, desde chica<br />

me gustó la historia, por eso escribo novelas históricas.<br />

Cuando uno cuenta un argumento plagado de detalles que el<br />

lector ha sentido nombrar porque son reales y que si no los<br />

conoce puede ir a los libros de historia y ver que existieron,<br />

entonces eso le hace sentir que la historia que uno como escritor<br />

inventa tiene un tinte de autenticidad. Eso es lo mágico<br />

de la novela histórica.<br />

–En sus novelas se ve lo dura que ha sido la historia<br />

con las mujeres. Matrimonios arreglados, no poder<br />

perseguir sueños propios, etc. ¿Es una temática que la<br />

moviliza? ¿Qué nos puede decir del lugar de la mujer,<br />

hoy? La novela histórica nos permite visualizar cómo era la<br />

vida de la mujer en otras épocas y ver cuánta libertad y derechos<br />

le faltaban. Nos permite hablar de las pioneras, aquellas<br />

que se animaron a hacer por primera vez algo que ninguna<br />

otra había hecho aún, mostrar las heroínas de la vida real.<br />

Porque en la historia hubo una primera mujer que operó en<br />

un quirófano, que enseñó en las aulas, una primera que dictó<br />

sentencia en tribunales, etc. Ésos son momentos tremendos,<br />

que nos permiten contar vidas apasionantes.<br />

Si miramos a la mujer al día de hoy, vemos que ha recorrido<br />

un largo camino: tenemos mujeres que dirigen grandes empresas<br />

multinacionales, otras que dirigen países, pero todavía<br />

hay muchas que son explotadas. Sin ir más lejos, podemos ver<br />

que hoy una mujer que hace la misma tarea que un hombre<br />

recibe la mitad de la paga. Eso nos da la pauta de que quedan<br />

muchos derechos por reivindicar.<br />

–En Sí hay una relación muy fuerte entre Europa y<br />

Argentina, esto es algo que se repite en otras de sus<br />

novelas. ¿Qué le atrae de este vínculo y de las historias<br />

de inmigrantes? Creo que esto tiene que ver con mi<br />

historia personal. Mis abuelos eran europeos, tengo abuelos<br />

italianos, checoslovacos y españoles. Siempre escuchaba en<br />

casa las historias de cuando ellos llegaron, los barcos en los<br />

que vinieron, las necesidades que pasaron, cuánto extrañaban,<br />

cómo lloraban las ausencias de sus seres queridos. Tenía<br />

una abuela que lloraba todas las tardes, a pesar de que habían<br />

pasado muchos años. Y esas vivencias familiares marcan.<br />

–¿Recuerda alguna anécdota de su propia familia que<br />

la haya inspirado en sus historias? No, yo invento ficción.<br />

La vida de mis abuelos fue más sencilla y normal que la de<br />

mis personajes, pero lo que sí he sentido que me trasmitieron<br />

fue ese clima de inmigración, el saber cómo pensaban y cómo<br />

sentían los que venían a América, el poder imaginarme cómo<br />

era vivir en un continente y pasar a otro completamente distinto,<br />

en un mundo en el que no había WhatsApp ni teléfono.<br />

–Ya que la historia juega un rol tan importante en su<br />

obra. ¿A qué contexto histórico le gustaría viajar y<br />

cómo sería su personaje? A pesar de los peligros, me gustaría<br />

la época de la segunda guerra mundial, porque se vivía<br />

intensamente cada día, como si cada jornada fuera la última.<br />

Quisiera ser una escritora que captara las historias humanas<br />

que vivía la sociedad.<br />

–¿Qué le gusta hacer cuando no escribe? ¿De qué cosas<br />

disfruta? Caminar, correr. Pasar tiempo con mis afectos.<br />

Cocinar para mi familia, atenderlos. Leer por gusto y no solo<br />

por investigación. Cuidar mi huerta.<br />

–¿Cuáles son sus planes para el futuro? ¿Está trabajando<br />

en un proyecto nuevo? Estoy trabajando en un libro<br />

nuevo, incursionando, de a poco, en la TV y el cine. Pero<br />

todavía no puedo decir mucho. No me dejan<br />

42


Entrevista<br />

cinco<br />

“Casi todos los prejuicios<br />

se compran con dinero”<br />

Vino a Buenos Aires para presentar Todo esto te daré, su última novela, protagonizada por un<br />

escritor. Sobre la ostentación de poder y la complicidad entre opresores y oprimidos, entre otros<br />

temas, reflexionó la autora española DOLORES REDONDO, durante su encuentro con <strong>Quid</strong><br />

POR Nancy Giampaolo<br />

–Para los argentinos, la aristocracia es algo un poco<br />

extraterrestre. Sin embargo, los nobles retratados en<br />

Todo esto te daré tienen conductas que nos resultan<br />

completamente familiares… Pero si a Macri lo han<br />

tratado como a un marqués cuando fue a España (Risas).<br />

En esta novela son nobles como parte de la caracterización<br />

de la misma. Podrían haber sido perfectamente vaqueros,<br />

industriales. Se trata de oligarcas tradicionales que se han<br />

ido sucediendo y han estado por mucho tiempo ostentando<br />

el poder en una zona determinada. Hay familias de esa clase<br />

en México, en Argentina y en todos lados. Son familias que<br />

han generado puestos de trabajo y riqueza al tiempo que han<br />

ostentado el poder basándose en lo económico. La familia<br />

Muñiz de Ávila del libro es noble pero podría haber sido<br />

otra cosa en tanto cumpliera con la condición de ejercer un<br />

caciquismo en la zona en la que vive. Pero no hay acá una<br />

crítica a la nobleza, pues yo no soy crítica con ella, sino que<br />

soy crítica con cualquier tipo de familia que ejerza ese tipo<br />

de poderes en contra de los demás. Y también critico, como<br />

dice el personaje de Noguiera, el servilismo de una parte de<br />

la población que ya ha asumido que esas familias son distintas<br />

de los demás. Eso es más penoso todavía. No es que alguien<br />

se crea superior a los demás, sino que tú creas que alguien es<br />

superior a ti y le rindas pleitesías solo por su apellido o por<br />

el lugar de privilegio que ocupa social o económicamente.<br />

Eso me parece realmente vergonzoso. Como en toda novela<br />

negra hay un punto de crítica social; en nuestro país hemos<br />

visto cómo mucha gente poderosa, que está implicada en<br />

malversación de fondos, se defiende en los juicios diciendo<br />

algo así como “esto a mí me correspondía por mi puesto”. Y<br />

más triste aún es que se llegue a asumir, dentro de la sociedad,<br />

que no les va a ocurrir nada porque son quienes son. Y<br />

no estoy hablando de nobles. De hecho la nobleza en España<br />

es bastante discreta, excepto por una minoría que sale en<br />

revistas del corazón y demás. En cuanto a la dinámica de la<br />

nobleza que me dices que es ajena a un argentino, pues, se<br />

trata de un título concedido por el rey. Es una especie de certificado<br />

de “mejor amigo del rey” (Risas). Es curioso, quizás,<br />

pero hubo familias de la nobleza española que, ante el exilio<br />

de la corona española durante el franquismo, fueron leales a<br />

Franco y se enriquecieron, mientras que otras familias nobles<br />

tuvieron que vivir en las sombras durante años.<br />

–En la familia Muñiz de Ávila, el personaje de la madre<br />

de Álvaro impresiona mucho porque detesta a sus<br />

hijos. En Argentina hay, a nivel popular, una especie<br />

de culto a la madre que la supone libre de cualquier<br />

mala intención contra su hijo, cosa bastante incomprobable,<br />

pero muy arraigada. De modo que resulta poco<br />

frecuente el tema de la “mala madre” en términos tan<br />

fuertes… Es un personaje de una gran crueldad que lleva al<br />

extremo esa chulería extra que tienen algunas clases sociales.<br />

El desdén absoluto por aquellos que consideran inferiores.<br />

En cuanto a cómo ejerce la maternidad, es la segunda vez<br />

que pongo el dedo en esa llaga porque en la Trilogía de Batzán<br />

la maternidad es un tema absolutamente central desde<br />

todos los puntos de vista: la adopción, las mujeres que deciden<br />

no ser madres, las mujeres que desean ser madres y no<br />

pueden y las mujeres que odian a sus hijos. Se toca el tema<br />

con mucha dureza. Ocurre que para mí el rechazo de una<br />

madre hacia un hijo, que no colma exactamente las expectativas<br />

que ella se ha formado, me resulta fascinante y, sobre<br />

todo, real. Lo encuentro en la prensa y, como hija y madre,<br />

no le encuentro respuesta pero no puedo negar que exista,<br />

incluso bajo formas que no tienen una apariencia negativa. Es<br />

muy común la madre, en apariencia amorosa, que no corta el<br />

vínculo infantil con su hijo cuando ya es un adulto, un control<br />

que se empeña en sostener. En España, como me cuentas<br />

que sucede aquí, también llamó mucho la atención, de hecho<br />

hubo gente que me ha dicho durante alguna conferencia<br />

“no puede ser que haya una madre tan mala”. Entonces, en<br />

ocasiones, llevo recortes de la prensa en los que consta esa<br />

violencia contra los hijos. Una madre que mata a su hijo, una<br />

madre que mantiene encerrado a su hijo en un espacio reducido<br />

y barbaridades por el estilo. Y existen muchos casos. El<br />

maltrato infantil es algo de lo que es muy difícil volver. Uno,<br />

como adulto, asume que puede ser víctima de malos tratos,<br />

pero, de niño, el hogar y la madre son la protección. Cuando<br />

en lugar de esa protección hay maltrato, la cuestión se torna<br />

increíble para algunos pero no deja de ocurrir.<br />

–Su libro está dedicado no a su madre, sino a su padre,<br />

a quien define como un “gallego en todos los sentidos”.<br />

¿En qué consiste esa personalidad? Es desconfiado y un<br />

poco pesimista. Una tendencia a no esperar que las cosas<br />

salgan demasiado bien. Es un poco oscuro. En la familia<br />

nos reímos de él por esa falta de esperanza en que las cosas<br />

salgan bien. Por eso cuando se alegra es para todos una gran<br />

celebración. También es contenido en las emociones.<br />

–La novela da la sensación de no poder ocurrir en otro<br />

lugar de España como Andalucía, por dar un ejemplo<br />

bien contrapuesto a Galicia… Es verdad. En todas mis<br />

novelas el paisaje tiene un papel muy importante. El territorio<br />

que elijo condiciona el comportamiento de los personajes.<br />

Siempre hay razones históricas, de ubicación o climatológicas<br />

que sé que afectarán el modo de vida, así como la tradición<br />

de la zona, las creencias. En el caso de Galicia, el modo en<br />

que viven el catolicismo tiene mucho peso; la geografía del<br />

terreno marca la vida de la gente y su carácter. Piensa que<br />

llevan dos mil años trabajando en pendientes, cosechando<br />

vino por puro empeño. Eso les ha dado una rudeza y un<br />

orgullo que me encanta. Es gente muy firme y eso me sirvió<br />

para darme un marco propicio a los personajes que ubico<br />

allí. Manuel, que es urbano, ve al comienzo todo eso como<br />

tosco y poco a poco se va dando cuenta de las sutilezas y de la<br />

elegancia que hay debajo de algunas cosas.<br />

45


–¿Cómo hizo para cuajar a ese trío de ocasión formado<br />

por un cura, un escritor gay y un policía? Pues ya en<br />

la trilogía anterior compuse un grupo de investigación nada<br />

común, porque mi personaje era una mujer al mando de un<br />

grupo de hombres. Y volví a hacerlo porque cada uno de ellos<br />

representa una voz de la sociedad. Creo que de ellos proviene<br />

la luz de la novela porque, aunque es muy difícil imaginar<br />

que tres hombres así puedan hacerse amigos, en esa dificultad<br />

radica un homenaje a algo que yo he vivido, que es la<br />

amistad adulta, y me parece un regalo de la vida. La mayoría<br />

hacemos amigos en la infancia y es una suerte si los conservamos<br />

de adultos. Si de grande encuentras a otra persona que<br />

puede ser de otra religión, de otras ideas políticas, y, pese a<br />

todo eso, eres capaz de encontrar el punto en común y mirar<br />

dentro de su corazón y que mire dentro del tuyo, se convierte<br />

en tu hermano. Y en la relación de estos tres está la luz de la<br />

novela, que es muy oscura en términos generales.<br />

–Su protagonista es gay, pero la novela no tiene interés<br />

en explorar la homosexualidad como tema… Exacto.<br />

La homosexualidad no es el tema de la novela, no quería<br />

explorar ningún aspecto de la homosexualidad, solamente<br />

que Manuel y Álvaro lo fueran, porque sirve como parte<br />

del enriquecimiento de la historia. En cierta forma es una<br />

trampa que lleva al lector a pensar que si hay una parte de la<br />

biografía de un personaje oculta, seguramente se conecte con<br />

el hecho de ser homosexual. El prejuicio del lector le hace<br />

creer que la cosa puede ir por ahí.<br />

–Hay una digitación externa de los prejuicios de las<br />

personas… Sí, la mayor parte de los prejuicios no son reales<br />

pues se compran con dinero. El racismo no es tal si el negro<br />

que tenemos delante es Will Smith, la islamofobia no es la<br />

misma si el musulmán en cuestión es rico, en fin, casi todos<br />

nuestros prejuicios se compran con dinero. El tema del libro<br />

es la codicia, la proposición de codicia más conocida del<br />

mundo: la del Demonio en el desierto diciéndole a Jesucristo:<br />

“Te daré todo esto a condición de que te arrodilles”. Y bueno,<br />

hay muchos en el mundo que viven sometidos a la codicia,<br />

pagando el precio de ese sometimiento.<br />

–Manuel es escritor como usted… Quise que fuera escritor<br />

para hablar, en parte, de la dependencia que muchos<br />

escritores desarrollamos por la persona que tenemos al lado.<br />

Vivimos en nuestro mundo, un poco aislados de la vida real.<br />

En los últimos años he conocido a muchos autores y, en<br />

gran parte de los casos, sus parejas se ocupan del mundo<br />

real, de las cosas que hacen que el mundo gire, y nos resulta<br />

muy cómoda esa situación que, a la vez, nos hace dependientes.<br />

Manuel va a tener que preguntarse qué responsabilidad<br />

ha tenido en no ver lo que pasaba a su alrededor<br />

gracias a la coartada de la escritura. No se puede responsabilizar<br />

a los demás de todo. No ver las cosas como son es<br />

nuestra responsabilidad.<br />

–Manuel se hace escritor de grande. No fue así en su<br />

caso… No, antes de escribir les inventaba cuentos a mis<br />

hermanos. Luego, empecé a leer y muy pronto a escribir<br />

inspirada en lo que leía… aproximadamente a los 16 años,<br />

edad en la que empecé a presentarme a concursos de cuentos<br />

varias veces al año. Con los años, escribí mi primera novela e<br />

intenté publicarla sin éxito. Lo mismo ocurrió con otras que<br />

considero que fueron parte del aprendizaje.<br />

–¿No se desmoralizaba? No, siempre fui muy lectora y era<br />

capaz de comparar lo que leía con lo que escribía y darme<br />

cuenta de que no había alcanzado un nivel publicable ni<br />

mucho menos. Hoy, de tanto en tanto, me proponen publicar<br />

aquel material, pero no me interesa para nada.<br />

–Ya hay una película y una historieta que toman como<br />

base su trabajo ¿Qué le parece ver sus historias en<br />

otros formatos? (N. de R.: La película El guardián invisible,<br />

dirigida por Fernando González Molina; y la novela gráfica<br />

homónima, adaptada por Ernest Sala). Estoy contenta<br />

con los resultados y me gusta que haya otras maneras de<br />

llegar a las personas. En los dos casos hablamos mucho con<br />

los realizadores y han sido muy fieles a la novela.<br />

–Hábleme, para terminar, de uno o dos autores que<br />

ama como lectora. Estaría muy bien poder elegir un<br />

escritor que, con el solo hecho de leerlo siempre, te permita<br />

atribuirte parte de sus talentos (Risas). Me gusta mucho Ana<br />

María Matute por el control que tiene del párrafo, la palabra<br />

preciosa y la crueldad encubierta en sus relatos. Es capaz<br />

de contar historias que parecen inocentes, pero siempre<br />

hay un punto desestabilizante y hasta desolador. Y soy muy<br />

fanática de Norman Mailer. Me gusta su salvajismo, su<br />

capacidad de escribir textos que le llevaron enormes trabajos<br />

de campo y otros que escribió muy brevemente. Creo que<br />

su libro Un arte espectral es lectura obligatoria para el que<br />

quiera escribir. En este libro le hago un homenaje al hablar<br />

de “la gran prostituta que es la novela”.<br />

–Espero que esta admiración por Mailer no la haya llevado<br />

a acuchillar a su marido… No, pero siempre le digo:<br />

“Cariño, Norman Mailer acuchilló a su esposa, porque ella<br />

no dejaba de hablar cuando él estaba escribiendo un capítulo<br />

muy exigido de su novela. Eso fue lo que dijo ante el juez. Así<br />

que cuídate, por favor, de interrumpirme” (Risas)<br />

46


Entrevista<br />

seis<br />

ETGAR KERET<br />

El hombre de las vidas breves<br />

Al leer los cuentos breves que conforman la colección<br />

De repente un golpe en la puerta o, en particular, las crónicas<br />

de Los siete años de abundancia, ambas editadas por el sello<br />

mexicano Sexto Piso, del israelí Etgar Keret (1967), por<br />

lejos el escritor más exitoso de su país –al menos en el registro<br />

de libros vendidos–, no es difícil imaginar al personaje<br />

de Roberto Begnini haciendo monerías para su hijo hasta un<br />

instante antes de ser fusilado. Keret sonríe ante la analogía<br />

y confiesa: “Mi padre era así, un optimista incurable. Yo, no<br />

tanto. Yo soy un hombre estresado, que vive en un estado<br />

POR Christian Kupchik<br />

permanente de sobre-empatía”. Esa palabra, empatía, aparecerá<br />

de modo recurrente en el discurso de Keret. Esa y la<br />

referencia a sus padres, ambos sobrevivientes del Holocausto.<br />

–Es curiosa esa constante referencia al Holocausto, que,<br />

sin embargo, no aparece de manera manifiesta en sus<br />

textos, más concentrados en el presente. Lo que ocurre<br />

es que, por mucho que hable del presente, estoy constituido<br />

por la memoria de mis padres. Mi madre perdió a la suya y a<br />

un hermano cuando tenía siete años; su padre fue asesinado.<br />

Cuando terminó la guerra, fue trasladada a un orfanato donde<br />

eran violados todos los días. Mi padre sobrevivió escondiéndose<br />

en un agujero durante 600 días. No podía acostarse ni moverse,<br />

solo estar sentado. Al final de la guerra, cuando llegaron<br />

los soviéticos, no se podía levantar. Su hermana fue torturada<br />

hasta morir por negarse a revelar el lugar, donde se escondían.<br />

Cuando se crece con estas historias, es difícil aprender a llorar.<br />

–De allí el humor que domina su obra; es una suerte de<br />

mecanismo de defensa… No solo. Como sobrevivientes, mis<br />

padres no tuvieron una dimensión real de las normativas de la<br />

vida, de lo que es correcto o no. Actuaban de acuerdo a principios<br />

que eran completamente arbitrarios y nos educaron a mis<br />

hermanos y a mí (Etgar tiene un hermano ultrapacifista y una<br />

hermana ultraortodoxa, madre de once hijos) con principios<br />

casi anárquicos. Mi madre, por ejemplo, no nos enviaba a la escuela<br />

los días de lluvia, porque decía que no nos iban a enseñar<br />

nada por lo que mereciera la pena mojarse. Mi padre cambiaba<br />

de profesión cada siete años (por eso el título del libro).<br />

Decía: “No quiero vivir una vida, quiero vivir muchas”. A veces<br />

no fue sencillo y pasamos necesidades, pero, cada siete años,<br />

cambiaba de trabajo. Creo que eso me marcó. Lo que entendí<br />

es que, más allá de lo que te toque, la vida es una suerte de<br />

parque de atracciones y hay que probar todas las posibilidades.<br />

En una montaña rusa puedes sentirte mal, pero habrá otras cosas<br />

que te harán bien o no. Lo importante es probar. Yo escribo<br />

ficciones, crónicas, guiones de cine, cómics… Y cada mundo<br />

que visito me aporta algo. El humor es el arma del débil, la<br />

manera de protestar contra las cosas que no puedes cambiar.<br />

Y sí, tiene un rol importante en mi escritura, pero no dejo de<br />

sorprenderme de que la gente dedique unas horas a tratar de<br />

entender mis palabras, mis emociones, mis fragilidades.<br />

–¿Empezó a escribir en el ejército? Empecé a escribir,<br />

porque era muy infeliz. Aprendí a leer muy joven.<br />

Mi hermano mayor había leído un artículo que decía que<br />

los analfabetos en Israel estaban condenados a una vida<br />

desgraciada. Yo sabía que no podía ser verdad, pero me propuse<br />

aprender a leer de muy chico, incluso antes de ir a la<br />

escuela. Él me ayudó mucho, me hacía repetir frases. Si leía<br />

bien, me daba un chocolate, y si lo hacía mal, me aplastaba<br />

un chicle en el pelo. Uno de mis mejores recuerdos, en este<br />

sentido, fue la lectura de Huckleberry Finn: gané muchos<br />

chocolates. Como dije, crecí en un hogar que era como una<br />

comunidad, todos opinábamos, todos sugeríamos… Cuando<br />

has crecido en ese contexto es muy difícil encajar en el<br />

Ejército, una institución para la que resulta peligroso que<br />

pienses y hagas cosas por ti mismo. El día en que mi mejor<br />

amigo, también soldado, se suicidó y murió en mis brazos,<br />

me hundí. Me salvó Kafka, a quien leí por entonces y me<br />

dio la posibilidad de escribir.<br />

–¿Por qué el apego a las formas breves? No escribo con<br />

un método. Lo mío es la ficción, los cuentos cortos. Lo que<br />

escribo me viene de las tripas. Siempre digo que la diferencia<br />

entre la novela y los cuentos se puede equiparar a conducir<br />

y surfear. Para escribir novelas tienes que saber hacia dónde<br />

vas; cuando surfeas, solo tratas de no caerte.<br />

–Israel y la condición “ser israelí” son su sujeto literario.<br />

Otros grandes autores de su país (Amos Oz, David<br />

Grosman, incluso Nir Baram, que es muy joven) trabajan<br />

más sobre la memoria y la conciencia judía. ¿Por qué<br />

su elección? No, yo siento de un modo mucho más fuerte mi<br />

identidad como judío que como israelí. Creo que son mucho<br />

más sólidas las raíces judías, el sistema de valores que comporta,<br />

que la condición de ciudadano israelí. Ocurre que escribo<br />

sobre lo que vivo. Respeto y admiro muchísimo a autores como<br />

Amos Oz u otros, algunos son buenos amigos, pero mi mundo<br />

no es ese, volver hacia atrás para reflejar algo que es parte<br />

de nuestra historia pero que no se toca con nuestra realidad<br />

cotidiana. Prefiero incluso forzar las cosas hacia lo fantástico,<br />

pero no tengo necesidad de volver una vez más a lo que ya<br />

viví en la experiencia de mis padres. Ya lo sé. En ese sentido,<br />

prefiero a muchos autores judíos de la diáspora, como Kafka,<br />

Singer o Roth. Si me dicen que Amos Oz va como candidato<br />

a presidente de mi país, sería el primero en ir a votarlo. Si me<br />

dicen que va Kafka, salgo corriendo para otro lado. Ahora, al<br />

momento de elegir una obra que exprese lo judío, elijo a Kafka.<br />

–Sus libros han sido traducidos a 41 idiomas, aunque<br />

solo uno al árabe… Sí, y me resulta increíble que en Corea,<br />

Suecia, México o Malasia se interesen por mis historias, pero<br />

creo que, cuanto más local eres, te conviertes en más universal.<br />

Escribí una historia sobre un conductor de autobús que<br />

quería ser Dios y no hay lugar del mundo donde la gente no<br />

me diga: “Lo conozco”. Tolstoi tenía razón. Por otra parte,<br />

el hecho de que solo uno de mis libros se haya traducido al<br />

árabe no es responsabilidad mía. Por el contrario, me encantaría<br />

que se publiquen más libros en esa lengua, porque es<br />

la que comparto a diario, aun sin entenderla. Pero creo que<br />

también habla de un mundo editorial más pequeño. Recientemente<br />

me tradujeron al farsi, la lengua oficial de Irán, lo<br />

que fue una enorme alegría.<br />

–¿La particular situación de Israel en el contexto internacional<br />

lo condiciona de alguna manera? Siento que<br />

lo que atacan no es mi política, sino mi empatía. Pero si no<br />

reflexionas sobre tus acciones, si no dudas… Esa es la existencia<br />

de un lagarto, no la de un ser humano. Por otro lado,<br />

el gobierno de mi país es una catástrofe y está conduciendo<br />

a un enfermo grave a una situación terminal. La Ministra de<br />

Cultura es una mujer que proviene de Marruecos, creo, y<br />

niega la cultura judía tanto de la diáspora como la árabe. Entonces,<br />

su marco de referencia pasa de unos poetas sefardíes<br />

medievales a Julio Iglesias. Es una metáfora, pero resulta<br />

difícil construir algo así. El problema en el conflicto entre<br />

Israel y Palestina es que compiten por la Copa Mundial del<br />

victimismo. Y la relación no es simétrica. Los israelíes controlamos<br />

más recursos, tenemos un mejor sistema… Es nuestra<br />

responsabilidad buscar una solución<br />

48<br />

49


Reseña<br />

Uno<br />

RANKING<br />

VOLVER A LA VOZ DE<br />

MARGUERITE DURAS<br />

POR Mónica Tracey<br />

FICCIÓN<br />

1. SÍ<br />

Viviana Rivero<br />

Emecé<br />

2. LAS MALDICIONES<br />

Claudia Piñeiro<br />

Alfaguara<br />

NO FICCIÓN INFANTIL JUVENIL<br />

1. MACRI<br />

Laura Di Marco<br />

Sudamericana<br />

2. EMOCIÓN Y SENTIMIENTOS<br />

Daniel López Rosetti<br />

Planeta<br />

1. EL PRINCIPITO<br />

Antoine De Saint-Exupéry<br />

Salamandra<br />

2. GATURRO. EL HECHIZO DEL<br />

LIBRO MALDITO 1 | Nik<br />

Sudamericana Infantil Juvenil<br />

1. POR TRECE RAZONES<br />

Jay Asher<br />

V&R Editoras<br />

2. VIRTUAL HERO 3<br />

LA MÁSCARA DEL TROLL<br />

El Rubius | Temas De Hoy<br />

Casi desde siempre, Marguerite Duras fue una escritora<br />

de culto. También sus películas serían de culto. Sin embargo,<br />

un poco por su personalidad pero seguramente más por la<br />

contundencia de su obra –amada y rechazada con igual pasión–<br />

fue un personaje de inusitada notoriedad, especialmente a partir<br />

del guión que escribió para la película de Alain Resnais,<br />

Hiroshima mon amour, de 1958. Llegó al gran público con El<br />

Amante, publicada en 1984. Las entrevistas a Duras, reunidas<br />

en el libro El último de los oficios, se inician en 1962 y llegan<br />

hasta 1991, cinco años antes de la muerte de la escritora en<br />

1996. Leerlas es volver a leerla, volver a tenerla.<br />

Hay coherencia en las entrevistas pero una coherencia hecha<br />

de contradicciones, de ir y venir por el pensamiento, por la<br />

memoria, por las emociones, por la lengua, por la palabra.<br />

Duras es una que es muchas entre las que busca quién es. Y<br />

ese recorrido lo hace público en su obra y en su personaje,<br />

que muestra desnudo, desvistiéndose, impúdico. Y se ganó el<br />

derecho de hacerlo así porque así es su literatura.<br />

Dirá que nada es como la novela, dirá que nada es como la<br />

imagen cinematográfica, dirá que nada es como el teatro. Y en<br />

un momento, que ya no ve más cine, y, poco después, que le<br />

gustaría volver a filmar. Descoloca y molesta a los entrevistadores<br />

que creían haberla fijado en alguna de sus palabras. Ella es<br />

inasible, un torbellino que va de la sensación a la declaración<br />

sin filtro. ¿Pero cómo, usted no decía….? Sí, ella decía, y ahora<br />

dice otra cosa. Pero puede volver a lo anterior y todo es apasionadamente<br />

cierto. Ese ir y venir por las palabras, ese construir<br />

personajes casi de siluetas, de sombras, de palabras apenas<br />

dichas, de palabras que se contradicen, está en su obra y en la<br />

construcción, o en la búsqueda, de sí misma.<br />

Las entrevistas comienzan poco después de que su personaje<br />

se instalara a partir de Hiroshima mon amour, un punto de<br />

inflexión en su notoriedad pero también en su escritura. “En<br />

Hiroshima mon amour cambié mis hábitos de trabajo, estaba<br />

muy contenta de hacerlo y además… es único dentro de lo<br />

que he hecho, es decir que por una vez podía hacer uso de la<br />

palabra oral, no únicamente de un lenguaje escrito, y disfrutaba<br />

mucho de eso”, dice. Y la sintaxis de esa oralidad quedará<br />

en su escritura. Esos silencios, esas frases sin terminar, esa<br />

dubitación, esa incorrección, conformarán su estilo.<br />

Le preguntan: “¿Se considera usted una novelista?”. “No lo<br />

sé”, responde. Era 1967, ya había publicado Un dique contra<br />

el pacífico, Moderato Cantabile, El Vicecónsul y muchas más.<br />

También dice “yo no pronuncio la palabra ‘poesía’”. Y explica:<br />

“En El Vicecónsul he buscado una sintaxis musical. Mediante<br />

la repetición, he querido expresar el tema del hambre, fuera<br />

de todo espíritu de caridad… he querido expresar musicalmente<br />

como con martillazos, traducir el hambre en alucinación<br />

y absurdo. A medida que el hambre se destruye a sí<br />

misma, la escena se vacía y así es como se prepara la entrada<br />

del vicecónsul. La historia de la mendiga no es una historia<br />

que se cruce con la del vicecónsul. Es un terreno musical al<br />

que él llega. Es la primera vez que hago esto. Y para preparar<br />

ese preámbulo traté de servirme de elementos muy simples:<br />

el cielo desnudo (que llamo “el cuenco sobre la cabeza”),<br />

el lodo, la piedra, el polvo, la sal. El hambre en sí era una<br />

tentación que había que desechar a toda costa”. Así responde<br />

en una entrevista, así escribe, así filma. ¿Para qué debería<br />

pronunciar la palabra “poesía”?<br />

“Sí, es un movimiento casi carnal, sí”, dice recordando cómo<br />

llegaban las palabras a su escritura en El amante de la china<br />

del norte, describiendo esa relación de la palabra con el cuerpo<br />

que se percibe en toda su escritura.<br />

Nunca pudo desprenderse del dolor de la infancia, de aquella<br />

injusticia que llevó a su madre al desastre y que Duras narró<br />

por primera vez en Un dique contra el pacífico. Dirá que el<br />

contacto inicial con la miseria, propia y de tanta gente en su<br />

Indochina natal, la sensibilizaron para siempre y la ubicaron<br />

en la izquierda.<br />

El movimiento natural después de leer El último de los<br />

oficios es volver a su obra, ahora con el murmullo de su voz<br />

volcado sobre la palabra escrita, sobre la imagen filmada<br />

3. EL BAZAR DE LOS<br />

MALOS SUEÑOS<br />

Stephen King | Plaza & Janés<br />

4. FALCÓ<br />

Arturo Pérez-Reverte<br />

Alfaguara<br />

5. LA RAZÓN DE ESTAR CONTIGO<br />

Bruce W. Cameron<br />

Roca Bolsillo<br />

MÚSICA<br />

1. HUMANZ<br />

Gorillaz<br />

Warner<br />

2. CIRCO SOLEDAD<br />

Ricardo Arjona<br />

Sony<br />

3. SÉPTIMO DÍA<br />

Soda Stereo<br />

Sony<br />

4. LA VIDA ES UN SUEÑO (2 CDS)<br />

Soy Luna<br />

Universal<br />

5. LO NIEGO TODO<br />

Joaquín Sabina<br />

Sony<br />

3. DESCUBRIENDO EL CEREBRO<br />

Facundo Manes<br />

Planeta<br />

4. LA ARGENTINA DEVORADA<br />

José Luis Espert<br />

Galerna<br />

5. FUERON POR TODO<br />

Nicolás Wiñazki<br />

Sudamericana<br />

3. GATURRO. PERDIDOS EN EL<br />

LABERINTO | Nik<br />

Sudamericana Infantil Juvenil<br />

4. AVENTURAS INCREÍBLES<br />

N/D<br />

Guadal<br />

5. PUKI EL PERRO<br />

N/D<br />

Guadal<br />

PELÍCULAS<br />

1. ANIMALES FANTÁSTICOS Y DÓNDE ENCONTRARLOS<br />

David Yates<br />

Warner<br />

2. SING<br />

Garth Jennings<br />

Universal<br />

3. MOANA: UN MAR DE AVENTURAS<br />

Ron Clements<br />

Disney<br />

4. ROGUE ONE: UNA HISTORIA DE STAR WARS<br />

Gareth Edwards<br />

Disney<br />

5. EL CIUDADANO ILUSTRE<br />

Mariano Cohn y Gastón Duprat<br />

Sbp<br />

3. LOS CUENTOS DE BEEDLE<br />

EL BARDO<br />

Joanne K. Rowling | Salamandra<br />

4. 14/7 EL DESCUBRIMIENTO<br />

Pamela Stupía<br />

Temas De Hoy<br />

5. ANIMALES FANTÁSTICOS<br />

Y DÓNDE ENCONTRARLOS<br />

Joanne K. Rowling | Salamandra<br />

Esta información comprende los libros (ficción/ no ficción/ infantiles/ juveniles), CDs y películas más vendidos en todos los puntos de venta del Grupo ILHSA S.A. desde el 08/05/17 y el 14/05/17<br />

50<br />

51


Música<br />

alternativa<br />

Blues local<br />

La reedición en vinilo de los primeros trabajos solistas de PAPPO permite apreciar la vigencia de ese<br />

sonido clásico y a la vez de vanguardia, la traducción argentina de la canción triste pero excitante<br />

POR Sergio Varela<br />

Cuando los africanos fueron secuestrados en sus aldeas para<br />

ser encadenados a las sentinas de los barcos ingleses y luego<br />

trasladados a América, donde serían explotados como mano de<br />

obra esclava, estaba gestándose la tristeza de ese destino cruel.<br />

Tristeza que, en el idioma de los nuevos mundos, se denominaría<br />

blues. El canto quejumbroso de los esclavos afroamericanos<br />

fue, de alguna manera, la primera canción de protesta más o<br />

menos moderna registrable hasta la actualidad.<br />

Ese fue, incluso, el germen del jazz, aunque, como bien dijo<br />

Nina Simone, esa era “una palabra de blancos para nombrar la<br />

música clásica afroamericana”.<br />

El blues llevó al jazz, y del jazz se llegó al rock en sus múltiples<br />

variantes, una de ellas, el rock argentino, denominación preferible<br />

quizás a la de “nacional”. El blues fue uno de los primeros<br />

ritmos experimentados en castellano por bandas de nuestro país,<br />

pioneras continentales en trasvolar los tempos roqueros a letras<br />

en el idioma de Cervantes.<br />

El blues también encontró variantes locales. Claro que, en muchos<br />

casos, pecando de cierta traducción literal de las letras, del<br />

tipo: “oh, sí, nena”. Pero en otros, el gesto de cantar en castellano<br />

tuvo una impronta que, en este caso sí, permite y casi que<br />

obliga a utilizar el adjetivo nacional. Sin dudas, el gran héroe de<br />

ese grito de libertad creativa fue Norberto Aníbal Napolitano,<br />

más conocido como Pappo. Considerado por B.B. King<br />

como “el mejor guitarrista de todos los tiempos”, Pappo fue uno<br />

de los protagonistas del nacimiento del rock argentino desde<br />

Los Gatos. Pero fue su carrera solista, la que definió ese inconfundible<br />

estilo, donde convivieron lo barrial con el surrealismo,<br />

letras simples y pegadizas con otras que instaban: “hágase un<br />

bien/ introdúzcase/ en un círculo de estrellas momentáneas/<br />

para reconocer/ que usted mismo es/ ese ser que a todos lados<br />

acompaña”. Aunque no fue solo su música, perfecta en su<br />

imperfección según lo requerido no tanto por los cánones como<br />

por el sudor y fiebre de sus escuchas, la que hizo de Pappo un<br />

icono que era celebrado con graffitis de “¡Viva Pappo!” como<br />

un grito existencial. Era un músico, pero también un personaje<br />

único, como Elvis, Janis Joplin, o Jimi Hendrix, entre<br />

otros compañeros de ruta en eso de la identidad desaforada y<br />

contracultural.<br />

Ahora, en tiempos en que una canción de Pappo sigue sonando<br />

como si hubiera sido compuesta hace cinco minutos, ha sido una<br />

gran iniciativa la reedición en vinilo de sus primeros trabajos<br />

solistas. Allí se pueden saborear, entre otros, clásicos como “El<br />

tren de las 16”, “A dónde está la libertad” y “Desconfío (de la<br />

vida)”, quizás el mejor blues argentino de la historia (“No sé por<br />

qué/ imaginé/ que estábamos unidos/ me sentí mejor/ pero aquí<br />

estoy/ tan solo en la vida/ que mejor me voy. Un viejo blues/ me<br />

hizo recordar/momentos de mi vida/ y mi primer amor/ pero<br />

aquí estoy/ tan solo en la vida/ que mejor me voy”). Hágase un<br />

bien, vaya a la batea de vinilos y viva Pappo<br />

53


Música<br />

clásica<br />

Divino Claudio<br />

Este año el mundo musical festeja los 450 años del nacimiento de CLAUDIO MONTEVERDI, la figura<br />

más importante de la transición entre la música renacentista y barroca. Sus obras revolucionaron las<br />

bases de la ópera y modificaron radicalmente el tratamiento de la voz humana<br />

Claudio Monteverdi nació en 1567 en Cremona, una ciudad<br />

ubicada en el norte de Italia famosa por los mejores creadores<br />

de violines: Amati, Guarneri y Stradivari. Claudio era el<br />

mayor de los cinco hijos de Baldassare Monteverdi, un<br />

doctor muy respetable y apotecario de la ciudad. Se comenzó<br />

a hablar del talento de Claudio cuando él, de solo 15 años de<br />

edad, publicó su primera composición, llamada Motetes para<br />

tres voces. En el prefacio de la edición el joven músico escribió<br />

que había estudiado con Marco Antonio Ingegnieri, el<br />

maestro de la Capilla de la Catedral de Cremona. Un año después,<br />

en 1583, salió su primer libro de los Madrigales. La fama<br />

del compositor creció rápidamente y, en 1590, fue nombrado<br />

miembro de la Academia de Santa Cecilia. Luego, recibió una<br />

invitación del duque Vicente I Gonzaga de Mantua. Bajo el<br />

gobierno de Gonzaga, Mantua se convirtió en uno de los centros<br />

principales del arte italiano. El ilustre aristócrata le había ofrecido<br />

a Monteverdi el puesto de cantante y de intérprete de viola<br />

da gamba en su orquesta de la corte. Con el tiempo, Monteverdi<br />

se convirtió en director de la misma orquesta.<br />

POR Nadia Koval<br />

El compositor se encontró al servicio de Gonzaga durante 23<br />

años. Ese período de su vida no fue muy feliz para él. Varios<br />

testimonios y, sobre todo, la correspondencia del propio compositor,<br />

expresan que el músico sufría mucho por la tiranía y la codicia<br />

de su patrón. “Prefiero pedir limosna en la calle en lugar de<br />

estar sometido a tal humillación de nuevo”, escribía más tarde.<br />

Sin embargo, en esas condiciones difíciles Monteverdi pudo desarrollar<br />

las habilidades de un músico brillante, ya que trabajaba<br />

con los mejores conjuntos de la capilla de la corte y de la iglesia<br />

de Santa Bárbara y se comunicaba con los prominentes científicos<br />

y artistas de la época, incluyendo a Galileo Galilei,<br />

Torquato Tasso y Peter Paul Rubens. En Mantua conoció<br />

a la cantante Claudia Cattaneo, una linda y talentosa mujer<br />

que se convirtió en su compañera ideal. Tuvieron tres hijos, dos<br />

varones y una niña, quien murió a muy temprana edad.<br />

En 1606 Monteverdi recibió de Gonzaga una tarea inusual:<br />

componer una ópera. Tal idea nació en la cabeza del duque después<br />

de asistir al casamiento de María De Médici y Enrique<br />

IV, donde fue interpretada la ópera Euridici del compositor<br />

florentino Jacopo Peri. Monteverdi cumplió la tarea con excelencia,<br />

y para el año siguiente la ópera L’Orfeo fue terminada.<br />

Sus presentaciones tuvieron tanto éxito que Claudio Monteverdi<br />

se convirtió en el primer compositor de Italia. Además, su<br />

nueva creación fue denominada la primera obra del género de la<br />

ópera. “Orfeo emocionó mucho al público porque a través de él<br />

yo pedía compasión”, confesaba el compositor. El escritor francés<br />

Romain Rolland, ya en el siglo XX, decía: “Monteverdi<br />

defendía la libertad de los sentimientos en la música, y rompió<br />

las cadenas que la ataban. Quería que la música siguiese solo los<br />

dictados del corazón”.<br />

Pocos meses después del rotundo éxito de L’Orfeo, falleció la<br />

esposa de Monteverdi. Su matrimonio duró solo ocho años.<br />

Enviudado a los cuarenta años, el compositor crió a sus hijos,<br />

guardándole lealtad a su mujer toda su vida. A pesar de la<br />

tristeza, siguió trabajando: compuso su segunda ópera, llamada<br />

Ariadna, que fue dedicada a las fiestas nupciales de Francisco<br />

IV De Gonzaga y Margarita De Saboya en 1608.<br />

En 1613 falleció el duque de Mantua y Monteverdi decidió viajar<br />

a Venecia para ocupar el puesto del maestro de Capilla de la<br />

Basílica de San Marcos. En el viaje desde Mantua, camino a su<br />

nuevo destino, se produjo un episodio que el músico recordaba<br />

con frecuencia: el carruaje sufrió un asalto realizado por tres<br />

bandidos acompañados de perros, que atacaron al compositor<br />

y le dejaron marcas en el rostro que parecen persistir en los<br />

retratos que se conservan de él.<br />

Venecia, con su rica vida musical, le abrió nuevas posibilidades.<br />

Los vieneses lo trataban con mucho respeto y amor: lo llamaban<br />

“el divino Claudio” y le pagaban generosamente. Hasta 1629<br />

se extendió el período de su máxima actividad: cambiaba los<br />

integrantes del coro, buscaba solistas e introducía nuevas obras<br />

utilizando música de otros compositores del siglo XVI, como<br />

Giovanni Pierluigi da Palestrina. Publicó antologías y<br />

libros de madrigales, compuso diálogos dramáticos y óperas<br />

(La finta pazza licori, 1627). Su Vísperas de la beata Virgen,<br />

que escribió para la Basílica de San Marcos, se convirtió en una<br />

de las obras musicales religiosas más importantes, más ambiciosas<br />

y monumentales antes de las de Johann Sebastian Bach.<br />

Lamentablemente, las desgracias personales perseguían a Monteverdi<br />

en Venecia también: su hijo menor, que estudiaba medicina,<br />

fue detenido por la Inquisición por leer libros prohibidos, y<br />

su otro hijo murió de la peste que en 1630 se llevó la vida de 46<br />

mil venecianos.<br />

Monteverdi cumplió <strong>70</strong> años cuando en Venecia se abrió el<br />

Teatro de Ópera. Él encabezó la nueva escuela de canto, que<br />

con el tiempo se convirtió en la mejor de Italia. El trabajo más<br />

importante de su período veneciano fue la ópera L’Incoronazione<br />

di Poppea, terminada poco antes de morir en el zenit de la<br />

fama el día 29 de noviembre de 1643.<br />

Del genial Claudio Monteverdi se olvidaron casi por tres siglos. Y<br />

solo en el siglo XX su música volvió triunfalmente a los escenarios<br />

de todo el mundo. Basta mencionar las presentaciones de sus<br />

óperas L’Orfeo, L’Incoronazione di Poppea y Il Ritorno d’Ulisse<br />

in Patria y las numerosas grabaciones de sus Madrigales<br />

RECOMENDADOS<br />

RECOMENDADOS DE NOTA PRINCIPAL:<br />

Monteverdi, Il ritorno d’Ulisse in patria,<br />

Nikolaus Harnoncourt, DVD<br />

Es una ópera en un prólogo y cinco actos (más<br />

tarde revisada para tres), con el libreto en italiano<br />

de Giacomo Badoaro, basado en la parte final de<br />

La Odisea de Homero. Se estrenó en febrero de<br />

1640 en el Teatro San Cassiano de Venecia. Se la<br />

clasifica dentro de la escuela veneciana de ópera<br />

del siglo XVII, con sus rasgos típicos de preeminencia<br />

de los solistas y la casi inexistencia del<br />

coro. Los momentos líricos, como el lamento de<br />

Penélope, son las partes más bellas de la ópera.<br />

NOVEDAD:<br />

New York Rhapsody, Lang Lang<br />

Desde hace más de un siglo, la magia de la ciudad<br />

de Nueva York ha atraído a los músicos. De la<br />

misma manera, despertó la imaginación y el<br />

entusiasmo del pianista-superestrella Lang Lang,<br />

a quien se unió un elenco de artistas colaboradores<br />

para la creación de su nuevo álbum New York<br />

Rhapsody. De los sueños inquietantes de Gershwin<br />

y Copland a la intensidad de las canciones<br />

hechas famosas por Alicia Keys, Lou Reed y Don<br />

Henley, la música redescubre el deslumbramiento<br />

y el alma de la ciudad más simbólica de Estados<br />

Unidos.<br />

PARA SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA:<br />

Bruckner, Sinfonía N°4 Romántica,<br />

Bernard Haiting<br />

Esta sinfonía es una de las composiciones más<br />

populares de Anton Bruckner. Fue escrita en<br />

1874 y revisada sucesivas veces hasta 1888. Su<br />

estreno tuvo lugar en Viena, bajo la dirección<br />

de Hans Richter, con gran éxito. Se cuenta en<br />

una anécdota legendaria, que ilustra el carácter<br />

ingenuo y la bonhomía del compositor, quien,<br />

agradecido por el trabajo de Richter en el estreno,<br />

le obsequió con una moneda, “para que se tome<br />

una cerveza”. El subtítulo de Romántica fue<br />

utilizada por el propio compositor y se refiere<br />

al concepto de romance medieval, tal y como se<br />

refleja en Lohengrin o Siegfrid de Wagner.<br />

LIBRO RECOMENDADO:<br />

Viaje musical por Francia e Italia en el siglo XVIII,<br />

Charles Burney<br />

El Viaje musical por Francia e Italia, emprendido<br />

por Charles Burney en junio de 17<strong>70</strong>, es un hito<br />

mítico de la historia musical, así como un diario<br />

de extraordinario valor, escrito por un viajero<br />

curioso que descubre con asombro la complejidad<br />

de una tensa Europa a las puertas de la Revolución<br />

Francesa. Burney, en su viaje, conoció a los<br />

más eminentes nombres de la música, las artes<br />

y el pensamiento, que aparecen en las páginas<br />

de su diario con singular vivacidad. La editorial<br />

El Acantilado por primera vez presenta el libro<br />

completo al lector hispanohablante.<br />

54 55


Entrevista<br />

siete<br />

El astronauta<br />

colombiano que busca<br />

el amor eterno<br />

El sueño de Juanes, como el de muchos chicos de su época<br />

bajo el influjo de la conquista espacial, era ser astronauta. Y<br />

el sueño del pequeño nacido en el pueblito de Carolina del<br />

Príncipe, al norte de Antioquía, Colombia, se convertiría en<br />

realidad décadas más tarde.<br />

Hoy Juanes es el astronauta protagonista de Mis planes son<br />

amarte, el álbum audiovisual (CD+DVD) lanzado en mayo<br />

pasado, un producto innovador y ambicioso que combina<br />

12 canciones y un filme completo, que conforman el primer<br />

lanzamiento audiovisual de un artista latinoamericano.<br />

Juanes se crió en Carolina junto a sus padres y hermanos,<br />

POR Juan Cibeira<br />

JUANES estuvo en Buenos Aires<br />

para presentar su álbum audiovisual,<br />

Mis planes son amarte<br />

escuchando los tangos de Gardel y el folklore de grupos<br />

como Los Visconti y, más tarde, los Chalchaleros hasta que,<br />

siendo adolescente, se mudó a Medellín. La gran ciudad le<br />

reveló ritmos e historias más pesadas e inquietantes. Formó,<br />

en 1988, una banda de hard rock llamada Ekhymosis, con la<br />

que llegó a editar cinco discos.<br />

A fines de la década del 90, llegaría el cansancio de intentar<br />

trascender fuera de las fronteras de su país y la decisión de<br />

emprender esa tarea en soledad. Con el nuevo siglo, sus demos<br />

cayeron en las manos del músico y productor argentino<br />

Gustavo Santaolalla, quien decidió trabajar con él.<br />

El primer álbum que produjeron juntos fue Fijate bien<br />

(2000), que resultó una revelación y se llevó tres premios<br />

Grammy latinos, acaparando la atención de los medios latinoamericanos.<br />

El disco siguiente, Un álbum normal (2002),<br />

continuó la senda del éxito con un hit single como “A Dios le<br />

pido” y fue certificado Platino en varios países. Juanes ya estaba<br />

listo para el éxito global, que llegó, en 2004, de la mano<br />

de Mi sangre. El álbum fue un bombazo comercial en todo el<br />

mundo, impulsado por el single “La camisa negra”. El resto<br />

es historia conocida, el suceso internacional, el respeto de<br />

todos sus colegas, hasta la exclusiva distinción de ser el único<br />

artista latinoamericano que fue invitado a subir al escenario<br />

y tocar con Los Rolling Stones, durante su última gira por el<br />

continente, el año pasado.<br />

“Mi nuevo álbum es un disco visual, son doce canciones y doce<br />

videos que están unidos por puentes narrativos. Es una especie<br />

de película, aunque realmente no lo es. Técnicamente es un<br />

álbum de canciones, pero los videos funcionan como piezas<br />

que se van uniendo entre ellas y cuentan una historia. Hay un<br />

hilo conductor y es la historia de un astronauta colombiano<br />

que aterriza en tiempos actuales en Medellín, que está en la<br />

búsqueda de su diosa indígena, ese amor eterno a través del<br />

tiempo y del espacio. Y la música es parte de lo que yo he venido<br />

desarrollando todos estos años”, concluye Juanes definiendo<br />

Mis planes son amarte en sus propias palabras.<br />

“Para mí la idea de hacer un álbum conceptual y apostarle al<br />

arte tiene que ver con mi inclinación hacia las artes, hacia la<br />

idea de poder hacer algo que creativamente vaya al extremo<br />

y rompa el molde de lo establecido. También, con la manera<br />

en que hoy consumimos la música en teléfonos, en tabletas,<br />

de una forma mucho más personal. Digamos que, a nuestro<br />

tiempo, nos inspiró esta idea de ponerle a cada canción una<br />

cara, pero, además de eso, contar una historia que se iba<br />

uniendo entre canción y canción, con hilos conductores, casi<br />

como una especie de película. Nos emocionaba mucho hacer<br />

algo diferente”.<br />

En Mis planes son amarte Juanes plasma varias de sus obsesiones,<br />

como la búsqueda del amor eterno, la posibilidad<br />

de vida extraterrestre y la búsqueda de una espiritualidad<br />

superior. Para materializar esas obsesiones, se inspiró en el<br />

cine y en los clásicos que lo marcaron indeleblemente: “Me<br />

gusta mucho el cine, aunque no tengo mucho tiempo de ir<br />

a ver películas. Trato de verlas en mi tableta, cuando puedo,<br />

o en mi casa. The Wall, de Pink Floyd, fue una película que<br />

me marcó profundamente. De las últimas que vi, una que me<br />

gustó mucho es Moonlight, me parece muy buena. Recientemente,<br />

volví a ver 2001 Odisea del espacio, de Stanley<br />

Kubrick. De hecho, previamente a la grabación, el director<br />

Kacho López, todo el equipo y yo quisimos ver esta película,<br />

para alimentarnos un poco de la fotografía, de los ambientes<br />

y de todo lo que está en esa obra maestra.”<br />

Otro aspecto sorprendente de este disco es que Juanes cuenta<br />

con la colaboración del artista californiano Jason “Poo Bear”<br />

Boyd, junto a quien escribió “Goodbye For Now”, lo que<br />

implicó la grabación, por primera vez, de un tema cantado<br />

en inglés: “Para mí, la idea de hacer esta canción en inglés es<br />

más como un sueño cumplido. Creo que sí puede haber una<br />

apertura, pero todo depende, no es como una canción que se<br />

pretenda lanzar con bombos y platillos, no es que se pretenda<br />

ir para otros lados o que yo me ponga a hacer todo un álbum<br />

en inglés. Son proyectos que he querido hacer siempre y ahora<br />

me sentí capaz de poder manejar el idioma. La verdad fue que<br />

me enamoré de la canción y quise lanzarla”.<br />

Preocupado por las calamidades de nuestro planeta, comenzó<br />

a trabajar desde 1999 en distintas iniciativas humanitarias.<br />

Una de ellas es Mi Sangre, una fundación que brinda ayuda a<br />

las víctimas de minas antipersonales –gran problema en Colombia–<br />

y otras formas de violencia: “Brindamos apoyo social<br />

y psicológico a las personas, víctimas de estas minas. Como<br />

todo, comenzamos con poco, pero, luego de varios años de<br />

trabajo, hemos crecido. Ahora tenemos apoyo gubernamental<br />

y de distintas instituciones, que nos permite mantener en actividad<br />

varios programas que están ayudando a mucha gente”.<br />

Otra iniciativa de gran repercusión internacional fueron<br />

sus multitudinarios conciertos gratuitos “Paz sin fronteras”,<br />

impulsados junto a la participación de otros artistas como<br />

Miguel Bosé, Alejandro Sanz, Carlos Vives y Juan<br />

Luis Guerra, entre muchos otros. El primer concierto fue<br />

en 2008, con motivo de la crisis diplomática entre Ecuador,<br />

Venezuela y Colombia. Juanes eligió el Puente internacional<br />

Simón Bolívar, en la frontera entre Colombia y Venezuela.<br />

Posteriormente, en 2009, repetiría la experiencia en la<br />

mítica Plaza de la Revolución, en La Habana, Cuba, con<br />

una audiencia histórica de más de un millón de personas.<br />

Por este concierto, Juanes y varios de los artistas participantes<br />

recibieron serias amenazas de los exiliados cubanos en<br />

Miami. Esa preocupación sigue vigente más que nunca ante<br />

los desafíos del mundo de hoy, cuando se multiplican los<br />

conflictos y la violencia: “Yo creo que el mundo va en una<br />

dirección totalmente errónea pues todo lo que está pasando<br />

es muy fuerte: las guerras en Medio Oriente, las guerras con<br />

Corea del Norte, lo que está pasando en Venezuela. En otros<br />

países si no es una cosa es la otra. La corrupción es el mal<br />

más grande de todos. Ojalá que no tengamos que tocar fondo<br />

para darnos cuenta de que hay otras maneras de arreglar las<br />

cosas que no sea a través de la división y la soberbia, sino<br />

de la comunicación y la unión entre todos. Latinoamérica<br />

es el continente del triunfo, de la fuerza, del talante, de la<br />

pasión, de las ganas. Creo que hemos estado siempre en una<br />

constante evolución y bajo un constante deseo de superación;<br />

obviamente no ha sido fácil, porque es que no es fácil nada<br />

en la vida, pero siento que aquí el futuro es inmenso y que<br />

hay que ver eso como una gran oportunidad para hacer cosas<br />

nuevas y grandes.”<br />

56 57


Tema de tapa<br />

cuatro<br />

BAILA,<br />

BAILA,<br />

BAILA<br />

POR Agustina Zabaljáuregui<br />

Los íconos del pop y del rock no solo cuentan con su música<br />

a la hora de expresarse. Muchos de ellos, con su imagen y sus<br />

gestos transformaron la historia. Tal vez el caso más emblemático<br />

sea el de Elvis Presley, que con su provocador<br />

movimiento de caderas produjo una verdadera revolución. Ya<br />

lo dijo Charly García en aquella canción de Serú Girán: “Te<br />

acuerdas de Elvis, cuando movió la pelvis. El mundo hizo plop<br />

y nadie entonces podía entender qué era esa furia”. En sus primeras<br />

apariciones televisivas, los directores de los programas,<br />

como el de Ed Sullivan, hacían de todo por achicar los planos<br />

y así evitar mostrar sus caderas incendiarias. Incluso aquel<br />

baile tan particular le dio uno de sus tantos apodos: “Elvis la<br />

Pelvis”. Su característica forma de bailar, que hoy no escandalizaría<br />

a nadie, hizo que se ganara el odio de muchos. Un juez<br />

del estado de Florida lo catalogó de salvaje y le prohibió mover<br />

la pelvis en sus shows. En ese momento se corría el rumor de<br />

que sus contoneos eróticos causaban la proliferación de sectas<br />

y suicidios juveniles. Pero lo que verdaderamente estaba pasando<br />

era que sus caderas se habían convertido en el símbolo<br />

de un hito que estaba viviendo la sociedad estadounidense: el<br />

nacimiento de la adolescencia. Tanto su música como su pelvis<br />

eran un grito de cambio y libertad.<br />

Muchos otros lo tomaron como inspiración y siguieron conquistando<br />

el mundo a caderazos. Uno de ellos fue Tom Jones,<br />

quien, casi diez años después que el Rey, salió en el programa<br />

de Ed Sullivan moviendo aún más eléctricamente sus caderas,<br />

enfundadas en pantalones ajustadísimos. Esta vez, las cámaras<br />

de televisión no acortaron el plano, ya que el camino había sido<br />

allanado por su antecesor. Con Presley las mujeres gritaban y<br />

se desmayaban, a Jones le arrojaban su ropa interior.<br />

Lo cierto es que Elvis y Tom compartieron mucho más que la<br />

música, las caderas y el amor de millones de fans. Al parecer<br />

fueron vecinos durante un tiempo e íntimos amigos hasta la<br />

muerte de Presley. Además, hoy Jones está en pareja con Priscilla,<br />

la ex esposa de Elvis, después de que su mujer, con la<br />

que se había casado a los 17, muriera de cáncer el año pasado.<br />

El equivalente de ambos en nuestra escena local fue el gran<br />

Sandro. El Gitano empezó imitando a Elvis en su infancia<br />

para después encontrar su propia forma de expresarse con el<br />

cuerpo. Sus gestos transmitían sexualidad con cada movimiento<br />

hasta con el, a veces excesivo, temblar de sus labios.<br />

David Bowie fue otro que llevó su arte a sus gestos. De<br />

hecho, tuvo un gran entrenamiento en la materia ya que<br />

estudió cuatro años mímica y arte dramático con Lindsay<br />

Kemp, insoslayable referente del teatro de los años 60, quien<br />

dijo sobre Bowie: “No le enseñé realmente a ser un artista<br />

del mimo, sino a exteriorizarse más a sí mismo. Yo le permití<br />

liberar su ángel y demonio interiores”. El poderoso lenguaje<br />

corporal del Duque Blanco, al igual que su imagen, trasciende<br />

la idea de lo femenino y masculino como dos cosas<br />

diferentes. Es sensual, elegante y único. Bowie compartía con<br />

Elvis la costumbre de provocar en escena con la gestualidad,<br />

pero de una forma mucho más explícita. Por ejemplo, cuando<br />

simulaba practicarle sexo oral a su guitarrista mientras este<br />

hacía sus solos en la época de Ziggy Stardust.<br />

Su gran amigo y compañero de aventuras, Iggy Pop, también<br />

tradujo su música a gestos que hoy, a sus <strong>70</strong> años, siguen<br />

intactos. Cuando la Iguana comenzó con los Stooges sus<br />

presentaciones en vivo eran casi performances impredecibles<br />

en las que podía cortarse, masturbarse en público o untarse<br />

el pecho con carne. Con los años abandonó estas prácticas,<br />

aunque en la actualidad conserva su danza eléctrica y esquizofrénica<br />

con su eterno torso desnudo.<br />

Pero hay algunos que han hecho una marca registrada de su<br />

forma de bailar. Uno de ellos es Mick Jagger, quien, con<br />

su clásico aleteo entre otros pasos característicos, patentó el<br />

famoso baile Stone. Mick, al igual que Iggy, sigue engañando<br />

al tiempo, manteniendo intactos todos sus movimientos en el<br />

escenario a pesar de sus 73 años.<br />

Tal vez la estrella que más ha marcado la cultura con sus movimientos<br />

fue Michael Jackson. Sus pasos de baile se convirtieron<br />

en leyenda. Muchos aseguran que no los había creado,<br />

pero los hizo propios y los compartió con el mundo. Uno de los<br />

más emblemáticos fue el Moonwalk o caminata lunar, donde<br />

Jackson parecía desafiar las leyes de la física al deslizarse con<br />

los pies hacia atrás casi en cámara lenta. El primer registro que<br />

existe de este paso de baile en los pies del rey del pop fue en<br />

mayo de 1983, en un programa especial que se hizo en Estados<br />

Unidos conmemorando los 25 años del sello Motown Records.<br />

Allí se presentó el joven Michael, entre muchas otras estrellas<br />

y comenzó a sonar “Billie Jean”. Después de sus golpes<br />

pélvicos, mucho más explícitos que los de Elvis o Tom Jones,<br />

arrojó su sombrero y se puso a cantar. En la parte instrumental<br />

Michael hizo el Moonwalk y la gente saltó de las gradas. Probablemente<br />

las 47 millones de personas que lo estaban mirando<br />

por TV hayan hecho lo mismo. Desde esa noche miles de<br />

millones de personas de todas las edades han intentado hacer<br />

la caminata lunar, aunque la mayoría sin éxito.<br />

58<br />

59


BAILA, BAILA, BAILA (cont.)<br />

A pesar de que su talento para la música y la danza le vino de<br />

fábrica, Michael fue un ser muy obsesivo desde muy joven.<br />

Estudiaba a aquellos que admiraba con la rigurosidad de<br />

un samurái. Es innegable que uno de sus grandes maestros<br />

fue James Brown. Eléctrico y dueño absoluto del ritmo,<br />

el padrino del soul tomó algunos de sus movimientos de los<br />

predicadores de las iglesias afroamericanas y le agregó lo<br />

suyo. Su paso más impresionante era esa sorpresiva apertura<br />

de piernas de las que volvía a levantarse como si lo tiraran<br />

de un piolín invisible atado a su cabeza. Otra referencia para<br />

Michael fue seguramente el personaje de la Serpiente que interpretó<br />

el gran Bob Fosse en la versión cinematográfica del<br />

El Principito, de 1974. El bailarín y coreógrafo no solo hacía<br />

movimientos similares a los que hizo Michael años después,<br />

sino que este personaje tenía un look muy similar al más<br />

emblemático de Jackson: Guante, sombrero y medias blancas<br />

asomándose por los mocasines.<br />

Otra que se construyó a sí misma observando a los otros<br />

fue Madonna. Pero ella no se basó en otros artistas, más<br />

allá de citar a Marilyn en el video de Material Girl, sino<br />

que miraba hacia otro lado a la hora de inspirarse. Tal vez<br />

su fuente más reconocible fue el underground y la cultura<br />

gay neoyorkina. De allí sacó todo el estilo sadomasoquista<br />

y ambiguo que utilizó en los noventas cuando sacó el libro<br />

Sex, por el cual fue señalada como una bruja a la que había<br />

que prender fuego pero con el que facturó 26 millones de<br />

dólares. Lo mismo hizo con algunos de sus pasos de baile.<br />

Tal vez una de sus coreografías más emblemáticas, la del<br />

tema “Vogue”, fue tomada de la cultura drag neoyorkina.<br />

Las dragqueens se enfrentaban en duelos de lo que llamaban<br />

voguing o voguear, una mezcla exacta entre posar y<br />

bailar. Esta especie de danza estaba inspirada en la revista<br />

del mismo nombre. Madonna lo tomó y lo hizo visible como<br />

muchas otras cosas que inundaban los ríos del underground<br />

y que la sociedad estadounidense no quería ver.<br />

Otros músicos encontraron sus movimientos mirando hacia<br />

adentro, incluso algunos utilizaron los condicionamientos<br />

que les puso la vida para exorcizarlos en el escenario. Este es<br />

el caso de Ian Curtis, frontman de Joy Division y uno de<br />

los últimos poetas malditos que nos dio el rock. Curtis tenía<br />

epilepsia y los médicos no lograban encontrar la medicación<br />

correcta, por lo que el músico sufría ataques constantemente.<br />

Estos incluso se intensificaron con la llegada de la fama<br />

a su vida. Ian parecía retraído pero en escena se soltaba por<br />

completo y bailaba sin control. Curiosamente sus movimientos<br />

eran muy similares a los que hacía involuntariamente<br />

durante sus ataques de epilepsia. En varias oportunidades<br />

mientras se presentaba en vivo, su baile convulso terminaba<br />

convirtiéndose en un ataque real y tanto el público como sus<br />

compañeros de banda tardaban en darse cuenta. Lamentablemente<br />

Curtis no pudo exorcizar en escena el sufrimiento<br />

que le causaba la enfermedad y terminó con su vida a los 23<br />

años de edad, colgándose del tender de su casa.<br />

Hubo otros músicos que pudieron transitar las dificultades<br />

de la vida y que de estas se desprendió su lenguaje corporal<br />

en escena. Dos casos emblemáticos fueron Stevie Wonder<br />

y Ray Charles, ambos afectados por lo mismo: la ceguera.<br />

Ray quedó ciego a los 5 años por lo que recordaba algunas<br />

imágenes como el Sol, la Luna, el rostro de su madre y los<br />

colores. Pero Stevie no tenía recuerdos visibles, ya que su<br />

ceguera sucedió a las semanas de su nacimiento. Cada uno<br />

con su estilo particular tiene algo similar en la manera de<br />

moverse al ritmo de la música. Tal vez tenga que ver con la<br />

posibilidad de escuchar con todo el cuerpo. Ambos parecen<br />

impulsados por una energía interna que genera la ilusión de<br />

que el movimiento también es parte de la música, como si<br />

sus formas de bailar generaran sonidos.<br />

Ya sea buscando inspiración en el afuera o mirando hacia<br />

dentro, todos los músicos encuentran su manera propia de<br />

expresarse a través del movimiento. Tanto revolucionando el<br />

mundo como simplemente inventando un baile propio, en<br />

los gestos del artista reside gran parte de su identidad<br />

61


Entrevista<br />

ocho<br />

Actor<br />

de palabra<br />

Instalado como uno de los actores más<br />

prestigiosos del país, OSCAR MARTÍNEZ<br />

también cuenta con una gran proyección<br />

internacional, especialmente en España,<br />

país en el que recibió el Premio Goya<br />

y en el que estrenará una película por<br />

estos días. Con una extensa trayectoria<br />

que abarca cine, teatro y televisión,<br />

decidió salir, por un rato, de su rol<br />

habitual, para meterse en el mundo de<br />

la escritura y dar a luz un libro en el que<br />

comparte sus visiones y experiencias<br />

técnicas y artísticas. Con un lenguaje<br />

claro, referencias que alcanzan tanto<br />

lo académico como lo popular y una<br />

inteligente división en capítulos que van<br />

orientando al lector, Ensayo general puede<br />

resultar interesante aún para quienes<br />

nada tienen que ver con el teatro<br />

POR Nancy Giampaolo<br />

62


–En la introducción de Ensayo General habla de virtudes<br />

y falencias del libro que derivan del modo en que<br />

lo escribió… Me refiero a que no tuve previamente un plan<br />

de escritura o un orden temático preestablecido. Me puse a<br />

escribir sobre el actor y respeté el modo en el que me venían a<br />

la cabeza los múltiples aspectos que hacen al trabajo tal y cómo<br />

aparecen en el libro. En esa espontaneidad o falta de método,<br />

estriban, quizás, sus virtudes y sus limitaciones. Pero así me<br />

salió y así decidí dejarlo. Lo que importa es que conceptualmente<br />

me representa cabalmente.<br />

–¿Cree que es un libro que puede resultar atractivo<br />

aún para quien no tenga nada que ver con la actuación?<br />

Le cuento que fue mi caso… Dependerá del lector.<br />

Mi intención no era tan ambiciosa, pero me complace que<br />

pase eso. Ya me lo ha dicho más de uno. Pero está pensado<br />

para actores jóvenes y/o en formación; y para aficionados a las<br />

artes escénicas.<br />

–En uno de los capítulos menciona algo que no solo<br />

atañe al teatro y que cuenta al momento de pensar en<br />

el desarrollo actual de todas las artes. Usted lo sintetiza<br />

como “crisis de significación”... Te diría que la crisis de<br />

significación no atañe únicamente a las artes, sino a toda la<br />

cultura; entendiendo a la cultura como todo lo que el hombre<br />

hace. Por lo tanto, ninguna actividad humana está exenta de<br />

esa crisis. La filosofía, que da cuenta de esa crisis pero que<br />

no la resuelve, la ciencia que está siendo cuestionada por su<br />

concepción puramente racional y biológica del ser humano,<br />

las religiones, que ya no contienen la angustia existencial del<br />

hombre, la política, que se manifiesta cada vez más impotente<br />

para resolver las necesidades más elementales... en suma, la<br />

crisis de todos los paradigmas que le daban sentido a la cultura<br />

de Occidente. La literatura, el teatro, el cine pretenden ser<br />

significantes en medio de ese caos: qué somos, quiénes somos,<br />

qué es lo que es, por qué hacemos lo que hacemos... su misión<br />

no es la de dar respuestas, sino la de dar testimonio, pero ese<br />

testimonio es dador de sentido. En este tembladeral, eso se ha<br />

vuelto, tal vez, más difícil que nunca, ya que sin significación<br />

no hay sentido. La ficción misma, como herramienta cultural,<br />

también está siendo desacreditada por esa crisis.<br />

–Hay una suerte de mensaje concerniente a esto en su<br />

libro… Digamos que de lo que intento hablar en el libro es de<br />

no renunciar a la capacidad y a la necesidad de producir significado<br />

que debe tener toda obra artística. Eso le da sentido a la<br />

obra y a nosotros como sus hacedores.<br />

–¿A qué llama “aspectos doctrinarios del teatro”? Llamo<br />

doctrinarios a los principios de orden técnico del trabajo del<br />

actor de los que hablo en el libro.<br />

–¿Cuáles son las distinciones entre la formación, la técnica<br />

y la práctica teatral que usted establece y elogia?<br />

Alguien que va a formarse, lo hace para no depender enteramente<br />

de la inspiración. Eso se obtiene en el estudio aprendiendo<br />

una técnica. Para un intérprete, que no es un creador<br />

de primera agua, como un escritor o pintor o compositor musical,<br />

es fundamental. Porque para hacer su trabajo no puede<br />

esperar a estar inspirado. Y el teatro, eso digo en el libro, es el<br />

lugar en el que el actor templa el instrumento y forja el oficio.<br />

–¿Por qué la expresión debería ser una preocupación<br />

menor y cuáles son los riesgos de tomarla como eje del<br />

trabajo actoral? Expresión quiere decir: presión hacia afuera.<br />

Es la consecuencia de sucesos internos. El actor debe crear<br />

las condiciones para que acontezca, ocupándose del proceso<br />

interno del personaje y confiando en que si eso se cumple, la<br />

expresión es su inmediato resultado. Su consecuencia.<br />

–Habla de la capacidad de observación. En lo personal<br />

¿Usted fue siempre observador o fue perfeccionando la<br />

capacidad de observar con el tiempo? Es probable que el<br />

ejercicio profesional ayude a desarrollar esa capacidad, pero es<br />

innata en el actor. La naturaleza humana es su obsesión, o al<br />

menos el centro de su atención.<br />

–Breve definición, para un lector que no específicamente<br />

pertenece al mundo del teatro, de lo que se denomina<br />

“hilo rojo”. El hilo rojo es una manera de denominar a la<br />

línea de pensamiento del personaje. Es fundamental para la<br />

construcción del mismo porque gobierna sus actos y porque<br />

organiza el trabajo del actor; es su columna vertebral.<br />

–¿Cómo fue su formación? ¿Puede hablar de etapas?<br />

Empecé a formarme a los 14 años y a los 21, a trabajar de<br />

manera profesional. Etapas y ciclos hay en toda trayectoria<br />

humana, pero el aprendizaje y el deseo de superación son<br />

constantes, al menos en la experiencia artística. La mía la veo<br />

retrospectivamente como un ininterrumpido proceso de crecimiento<br />

y de nuevas metas a alcanzar.<br />

–El carisma y la intuición son dos cuestiones menos<br />

aliadas a lo técnico que se analizan en el libro. ¿Cree que<br />

pueden vincularse? Son dones que no siempre vienen juntos.<br />

Si así ocurre, debe sentirse uno muy afortunado. Pero la formación,<br />

aun en ese caso, es importantísima. Potencia los dones.<br />

–El año pasado fue de gran éxito para usted. ¿Cuáles son<br />

los planes para este año? Filmé Las grietas de Jara, que se<br />

estrena ahora en junio; sobre una novela de Claudia Piñeiro.<br />

Se estrenará también TocToc, que rodé en España. Y estoy considerando<br />

proyectos de cine para este año aquí y allí<br />

TV / SERIES<br />

Shades of Blue<br />

Estamos frente a la complicada situación de una detective<br />

involucrada en una red de corrupción en Brooklyn. La detective<br />

Harlee Santos, interpretada por Jennifer López,<br />

parece, en gestos y conductas, una policia ruda, pero, para<br />

garantizarle a su hija (Sarah Jeffery) una educación<br />

que no podía costearle, se sumó a una red de corrupción<br />

en un equipo de detectives, liderado por el teniente Matt<br />

Wozniak (Ray Liotta). Santos es sorprendida en medio<br />

de un gran ilícito y no le queda más que aceptar convertirse<br />

en informante del FBI. La tensión comienza desde<br />

el primer episodio, ya que Santos, quien siempre fue la<br />

mano derecha de Wozniak, está condicionada a volverse<br />

contra su propia unidad, contra los actos clandestinos de<br />

los que alguna vez fue parte. Sin embargo, ella intentará<br />

hallar la manera de proteger a sus colegas y evadir un<br />

eventual arresto que la separaría de su hija por tiempo indefinido.<br />

Dentro del FBI, Santos deberá rendirle cuentas<br />

al agente Stahl (Warren Kole), quien se obsesiona con<br />

ella. Wozniak se entera de que hay alguien que está llevando<br />

la información de su controvertida unidad hasta el<br />

FBI y, entonces, emprende la cacería del informante. La<br />

trama es innovadora, con personajes muy humanos con los<br />

que se conecta inmediatamente. Las buenas críticas están<br />

apoyadas en que todo el elenco es más que perfecto para<br />

la historia que están tratando de contar. Así se combina el<br />

talento de Drea De Matteo, Dayo Okeniyi, Vincent<br />

Laresca, Hampton Fluker y Sarah Jeffery. Además,<br />

Santino Fontana participa como actor invitado<br />

recurrente. No es una serie profunda, pero es sensacionalmente<br />

efectiva<br />

POR LAURA BERTI<br />

The Americans<br />

Una gran serie cuya trama se basa en una noticia de 2010, cuando<br />

fueron descubiertas algunas “células dormidas” de ex agentes<br />

soviéticos que, durante la Guerra Fría, habían realizado tareas<br />

de espionaje para su país. Estos agentes, parejas de hombres y<br />

mujeres, que se habían arraigado en la sociedad estadounidense<br />

para mimetizarse con sus gestos, conductas y costumbres, habían<br />

tenido hijos y formado familias. Lo que en principio resultaba<br />

una pantalla para operar en terreno enemigo se transformó en la<br />

vida misma de esas personas.<br />

Con varias temporadas, The Americans es uno de los productos<br />

más complejos y profundos en medio de la alta calidad de las series<br />

actuales. Ambientada a inicios de los años 80, en pleno gobierno<br />

de Ronald Reagan, el relato se focaliza en el matrimonio de<br />

espías rusos en suelo americano que conforman Philip (Matthew<br />

Rhys) y Elizabeth Jennings (Keri Russell), una dupla protagónica<br />

muy sólida. La química que logran Rhys y Russell como el<br />

matrimonio ruso protagonista es uno de los ejes principales de la<br />

serie. El Galés Rhys conforma a un atribulado Phil Jennings, que<br />

se debate entre el valor de los objetivos de sus misiones, el sustento<br />

de su matrimonio “funcional a la causa mayor” y el amor a sus<br />

hijos. Russell, como su esposa Elizabeth, permanece más aferrada<br />

a la causa por la Madre Rusia y trata de oprimir sus dilemas<br />

existenciales, lo que la sume en una oscuridad cada vez mayor. La<br />

dualidad es un tema dominante en la serie. El peso del matrimonio<br />

Jennings se divide entre una cotidianeidad vulgar y vacía que<br />

cobra dimensiones diferentes y el trabajo para la causa superior.<br />

Con el crecimiento de sus hijos y el ocultamiento de sus verdaderas<br />

identidades, las angustias y conflictos se hacen cada vez más<br />

intensos e insoportables. En la reconstrucción época y locaciones,<br />

al igual que otras series, The Americans aprovecha los elementos<br />

y la estética del pasado reciente. Pero no hay una estilización de<br />

la época. Aprovechando las amplias y abiertas locaciones en las<br />

afueras de Washington DC y con una luz que privilegia tonos fríos,<br />

el espacio remarca la soledad en la que viven los personajes. En los<br />

años 80 de The Americans, lejos aún del desarrollo del microchip<br />

y la tecnología digital, el espionaje es artesanal, meticuloso y define<br />

a individuos obsesivos que ya no saben, a medida que la década<br />

avanza, por qué están luchando. El contexto, la causa, se cruza con<br />

la vivencia cotidiana. Mientras los Jennings discuten tratando de<br />

darle un sentido a su doble vida, un discurso de Reagan se filtra de<br />

fondo en una viejo televisor, marcando los peligros de la mentira<br />

soviética. Una serie que hay que ver<br />

64 65


Tema de tapa<br />

cinco<br />

La<br />

mirada de<br />

los otros<br />

Una historia detrás del Festival Internacional<br />

de Cine Sordo y la primera Escuela de Cine<br />

Sordo de la Argentina<br />

POR Pablo Bassi<br />

Federico Sykes nació por parto natural hace 30 años en la<br />

ciudad de Buenos Aires. A los siete meses, su mamá lo llamaba<br />

“Fedeee, Federiiiico”. Pero él, nada: miraba distraído otra<br />

cosa, con los ojos bien abiertos, sin registrar aquella voz. Si<br />

algo caía, los bebés a su alrededor lloraban asustados. Federico,<br />

nada. Seguía sonriendo sin sobresaltos.<br />

La mamá intuyó que algo andaba mal y a las semanas lo llevó al<br />

hospital, donde le detectaron hipoacusia. Nadie en esa familia<br />

de oyentes podía creerlo. ¿Cómo sería criar un hijo sordo?<br />

Le pusieron un primer audífono, empezó un tratamiento y a<br />

los seis años, los Sykes decidieron darle la misma educación<br />

primaria que a sus hermanos mayores. Un hecho clave.<br />

Fue difícil: Federico prestaba atención a los estímulos visuales<br />

y a las conversaciones breves y claras, pero no así a los diálogos<br />

fluidos. Ni siquiera tras el segundo implante con el que transitó<br />

la secundaria en otro establecimiento, también para oyentes.<br />

Ocurrieron por entonces más hechos claves: placeres procedentes<br />

de leer El Principito, Borges, Cortázar y el resto<br />

de latinoamericanos que enriquecían su vocabulario y lo<br />

dotaban de creatividad.<br />

A los 18 muchos le aconsejaron estudiar una carrera informática,<br />

pero Federico quería otra cosa. Hizo un test vocacional<br />

que no arrojó nada nuevo: reaseguró que lo suyo eran las comunicaciones<br />

audiovisuales y el arte. Porque entre Federico<br />

y la tele, entre Federico y el cine, habían pasado el Correcaminos,<br />

Bugs Bunny, Harry Potter, Blade Runner, Star Wars<br />

y toda la ciencia ficción con efectos especiales. La ausencia<br />

de subtitulados no era un problema. La lógica era la llave al<br />

entendimiento.<br />

Hubo otro hecho que Federico recuerda trascendente.<br />

Sucedió al final de la primera clase de Técnica del Sonido, de<br />

la carrera de Imagen y Sonido en la Universidad de Palermo,<br />

cuando fue hacia al docente, se presentó de manera oral, le<br />

confesó su sordera y le pidió los mismos trabajos prácticos<br />

que fuese a exigir al resto de sus compañeros.<br />

Hubo uno que tenía como objeto crear música. Federico se<br />

bajó un programa emisor de ondas sonoras y mediante sus<br />

vibraciones logró sentir sin escuchar. El profesor dijo haberse<br />

encontrado con algo distinto, nunca oído.<br />

CRISIS Y OPORTUNIDAD<br />

Se sabe que en el mercado de trabajo manda la apariencia y<br />

el menor costo en su relación con el tiempo.<br />

Federico había enviado videos publicitarios y currículums a<br />

todos lados. Una tarde llamaron a su casa: una señorita decía<br />

estar interesada en el exitoso paso del aspirante por la universidad.<br />

El padre le advirtió que Fede no estaba, que no vuelva<br />

a llamarlo porque era sordo, pero que le escribiera, que Fede<br />

leía todos los correos. “Ah, pero eso no estaba en el CV”,<br />

respondió la joven consternada. Y nunca le escribió.<br />

La angustia que invadió a Federico descomprimió su existencia,<br />

recién, en el diván de un psicólogo que tenía de paciente<br />

al fundador de una nueva productora. Así como toda crisis<br />

deviene en una oportunidad, Federico encontró trabajo como<br />

asistente de producción en el Festival Internacional de Cine<br />

Independiente de Cosquín.<br />

Más adelante, su jefe le pidió contactar personas sordas<br />

para realizar una película. Federico las reunió, pero ninguna<br />

demostró interés en un arte incomprensible, ajeno a sus costumbres,<br />

sentimientos y escenarios reales. Sin subtítulos.<br />

Federico entonces investigó: en muchos países del mundo<br />

había festivales de cine para sordos. Incluso Latinoamérica<br />

contaba con uno en Ecuador, impulsado por oyentes. Fue al<br />

INCAA y recibió el espaldarazo que necesitaba para crear<br />

el primero en nuestro país. Siguió investigando: en YouTube<br />

estudió cómo funcionaban. Las películas narraban amores,<br />

odios, la vida cotidiana de una comunidad.<br />

La rueda giraba vertiginosa. Bajo su dirección, Federico<br />

presentó en 2015 el primer Festival Internacional de Cine<br />

Sordo de la Argentina (FICSor). Las bases aclaraban que solo<br />

competirían contenidos ligados a la cultura e identidad de<br />

los sordos. Recibió 76 films de España, Inglaterra, Francia,<br />

Estados Unidos, Eslovenia y Brasil, entre otros países.<br />

Federico seleccionó 39. Solo diez eran largometrajes y solamente<br />

un puñado eran argentinos. Durante cuatro días, en<br />

la ciudad bonaerense de Tigre, cinco mil personas asistieron<br />

a la proyección de un abanico de temas: desde animaciones<br />

infantiles hasta películas con sexo explícito.<br />

The quiet ones, un largometraje inglés de suspenso, fue elegida<br />

ganadora. “Hubo conexión”, dice Federico a <strong>Quid</strong>. “Los<br />

sordos vieron cosas que les pasaba en la vida real”.<br />

Desde entonces, el equipo del festival impulsó por las provincias<br />

charlas informativas con la intención de acercar el cine a<br />

los sordos, que en su mayoría desconocían hasta el BAFICI.<br />

Pensaban que se trataba de una convocatoria de actores.<br />

En una oportunidad, en el espacio INCAA de Oberá, Misiones,<br />

su director, Axel Monsú, le ofreció diseñar un taller de cine<br />

para sordos. Su primera edición, de septiembre a diciembre del<br />

año pasado, contó con cuarenta participantes provenientes de<br />

la ciudad anfitriona, Posadas, Puerto Iguazú, Chaco, Formosa y<br />

Brasil. Adquirieron conocimientos sobre el lenguaje básico de la<br />

cinematografía, manejo de cámara, luces, redacción de un guión.<br />

La Escuela de Cine Sordo continúa desde abril y hasta septiembre<br />

de este año. Seguramente, será semillero de talentos para la<br />

segunda edición del FICSor, prevista para 2018 en Iguazú.<br />

AÑOS DE IGNORANCIA<br />

Aprendí que las personas sordas carecen –en general– de escritura,<br />

luego de haber contactado a Federico por Whatsapp<br />

para concertar una entrevista. En el chat le anticipé el eje de<br />

nuestro número: “Gestos, el otro lenguaje”.<br />

“Personalmente me molestaría si veo la palabra lenguaje de<br />

señas en vez de lengua de señas”, me advirtió y envió una<br />

imagen didáctica donde leo que lenguaje es la capacidad innata<br />

que tienen las personas para comunicarse. La lengua, en<br />

cambio, es un sistema de signos creado y empleado por una<br />

comunidad. Invisibilizarla sería negar una cultura.<br />

“Y a los sordos nos ofenden cuando vemos la palabra gestos,<br />

porque se asocia con mimos. Son señas, porque es una forma de<br />

comunicación visual que tienen las personas sordas”, me escribió.<br />

“La gente piensa que no ‘hablamos’, por eso nos consideran<br />

mudos”, continuó. “Y no es así. La persona muda es la que<br />

tiene problemas con las cuerdas vocales y no puede hablar.<br />

Yo no tengo problemas de cuerdas vocales. No lo hago por<br />

decisión propia”.<br />

Le pregunto, entonces, si sería un obstáculo leerse en una<br />

edición con la que disiente en su título de tapa y respondió<br />

que no, porque su lengua principal es la LSA (lengua de<br />

señas argentinas), no el español. Que no le importa.<br />

“La lengua de señas y el español tienen estructuras muy diferentes”,<br />

explicó. “Por ejemplo: si en español querés decir ‘Juan<br />

va a la casa de un amigo a comer’, en LSA sería: seña EL +<br />

seña IR + seña AMIGO + seña CASA + seña COMER”.<br />

Seguí interiorizándome: Federico contó que en la antigua<br />

Grecia, los sordos descubiertos eran arrojados desde algún<br />

acantilado, que Sócrates e Hipócrates los consideraban<br />

enfermos, que en 1880 el Congreso Internacional de Educadores<br />

Sordos prohibió el uso de la lengua de señas en todo el<br />

mundo y que recién en 2010 hubo otro cónclave internacional<br />

que pidió perdón por 130 años de ignorancia.<br />

Abandonamos el chat y acordamos vernos en Access Media,<br />

la productora de contenidos audiovisuales donde Federico<br />

coordina proyectos orientados a sordos. Ahora, por ejemplo,<br />

está detrás de una campaña de seguridad vial para la provincia<br />

de Santa Fe.<br />

Nos encontramos y, gracias a la interpretación de Mariana, me<br />

cuenta que también trabaja como coordinador de medios de<br />

comunicación en la Confederación Argentina de Sordos. Y que<br />

por la mañana filma, fotografía y edita materiales institucionales<br />

en la sede de la Fuerza Aérea donde una vez dos perros peleaban<br />

(sin que Federico pudiera escucharlos) y uno lo mordió.<br />

INCLUSIÓN<br />

Entre el 1% y el 4% de la población argentina es sorda y solo<br />

el 5% de las películas argentinas incluyen subtitulados. Para<br />

ver Relatos salvajes, los sordos tuvieron la oportunidad de<br />

hacerlo en una única función en el cine Gaumont, frente a<br />

Plaza de los dos Congresos.<br />

Tampoco los incluye la televisión abierta y por cable, a pesar de<br />

que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual las obliga<br />

a garantizar subtitulados en los programas informativos, educativos,<br />

cultuales y de interés general de producción argentina.<br />

“En uno de los festivales de cine de Mar del Plata escuché a un<br />

hombre decir que el cine es una herramienta de inclusión. Los<br />

sordos mediante el cine pueden mostrar las barreras que tienen,<br />

cómo es su mundo. Además genera identidad: si un sordo<br />

ve lo que le pasó a otro sordo, se identifica”, dice Federico y<br />

continúa con una anécdota: en una tarde del FICSor, en una<br />

sala semivacía por la lluvia, entró una banda de pibes de entre<br />

siete y ocho años de una escuela, todos sordos. Hacia el final<br />

de la proyección, uno de ellos se acercó a él y le dijo: “No sabía<br />

que los sordos también sabían hacer películas”<br />

66<br />

67


Entrevista<br />

nueve<br />

A NICHOLAS SPARKS<br />

la categoría best seller<br />

ya le queda chica. Al<br />

momento, lleva escritas<br />

veinte novelas, traducidas<br />

a más de cincuenta<br />

idiomas, con más de<br />

100 millones de copias<br />

vendidas a nivel mundial<br />

y más de 65 millones solo<br />

en Estados Unidos. De<br />

sus veinte novelas, once<br />

fueron llevadas al cine<br />

con un éxito de taquilla<br />

deslumbrante. En el marco<br />

de la gira de presentación<br />

de Solo nosotros dos (Roca<br />

Editorial) –su última<br />

novela–, hablamos con<br />

el autor de Diario de una<br />

pasión y Un paseo para<br />

recordar, entre otros<br />

“La vida es buena, pero<br />

las cosas malas suceden”<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

–Me imagino que después de haber publicado veinte<br />

novelas, las expectativas, las ilusiones, los miedos, no<br />

son los mismos, ¿es así? Sí, es un desafío mayor ahora que<br />

cuando comencé, porque es más difícil ser original.<br />

–Y en este libro, ¿dónde diría que reside la originalidad?<br />

En la estructura, la duración, la cantidad de personajes. Y también<br />

en que está narrado en primera persona, que es algo que<br />

no hice durante diez años. Además, tiene nuevos personajes,<br />

una nueva trama, lo que impulsa a la historia en sí es diferente.<br />

Con cada libro que escribo trato de hacer eso, por lo que es<br />

muy difícil generar una nueva obra cuando uno quiere modificar<br />

todos estos factores. Muchos novelistas escriben siempre<br />

la misma estructura, la misma voz –primera persona, tercera<br />

persona–, o muchos incluso el mismo personaje que se repite<br />

novela tras novela. En mi caso, es todo nuevo.<br />

–Para la mayor parte de los autores, vender cinco mil o<br />

diez mil ejemplares sería un éxito. Para un autor como<br />

usted, tal vez vender esa suma podría ser visto como<br />

fracaso. ¿De qué manera mide el éxito a nivel literario?<br />

Creo que no he tenido un libro que haya vendido menos<br />

de cinco millones de copias. De todas formas, para mí el éxito<br />

se basa en si estoy contento con lo que escribí, y si también lo<br />

están mi editor y mi agente. Así que escribo para un público<br />

de tres personas. Siempre son muy duros con lo que produzco,<br />

por lo que el proceso de edición también es muy arduo.<br />

Mientras yo esté feliz con el resultado y también ellos, es<br />

suficiente. Eso para mí ya es un éxito.<br />

–¿Solamente tiene a esos tres lectores en mente, no<br />

piensa en el público masivo? Sí, pienso en la audiencia,<br />

pero mientras estemos contentos nosotros tres, está bien.<br />

Realmente son muy duros conmigo, muy detallistas y no<br />

dejan que nada quede mal escrito.<br />

–Explicar el éxito nunca es fácil, me imagino que a lo<br />

largo de su carrera muchas veces le han preguntado<br />

cuál cree que es la razón en su caso. ¿Encontró alguna<br />

respuesta? Pienso que mis libros tienen éxito en lo que se<br />

supone que tienen que ser, cuentan historias reales sobre<br />

personas reales. Genuinamente evocan emociones reales,<br />

siempre sorprenden a los lectores, dejándolos con una sensación<br />

de esperanza, incluso en momentos de oscuridad.<br />

–Generalmente los libros como los suyos, que tienen<br />

un alto nivel de venta, no son acompañados por la<br />

crítica. ¿Le importa la opinión de los críticos? ¿Lee las<br />

reseñas de sus libros? La verdad es que no me importa. Ya<br />

sean buenas o malas reseñas, no las leo.<br />

–¿Cree que hay prejuicios con este tipo de libros? Quizás,<br />

no lo sé. También recibo muchas buenas críticas, pero<br />

nunca pienso en ellas a menos que me lo pregunten en las<br />

entrevistas. No me importa en realidad hasta que alguien me<br />

consulta por el tema.<br />

–Y como lector, ¿es amante de este género o prefiero<br />

otro tipo de literatura? Sí, leo este género, pero también<br />

otros. Me gusta cualquier tipo de novela que esté bien escrita<br />

y que haga lo que se supone que debe hacer. Un thriller tiene<br />

que generar suspenso; una novela de terror tiene que asustar;<br />

una novela literaria tiene que generar interés. Parece sencillo,<br />

pero no lo es tanto.<br />

–La mayor parte de sus libros fueron llevados al cine.<br />

¿Cómo se lleva con las adaptaciones? ¿El guión del<br />

escritor es tan o más importante que la tarea del director?<br />

El director es el más importante de todos, la película va<br />

a ser lo que él quiera que sea. Así que siempre se debe elegir<br />

al director cuidadosamente. En mi rol en relación a las películas,<br />

siempre estuve satisfecho; vendí los derechos, escribí el<br />

guión, produje; a veces las tres tareas a la vez. Lo que podía<br />

hacer en cada película dependía de cuán ocupado estaba.<br />

–Cuando escribe un libro como Solo nosotros dos, ¿ya<br />

lo hace pensando en que puede ser llevado al cine? Es<br />

decir, ¿Lo escribe solo como un libro de literatura o a la<br />

par va escribiendo el guión? Ambas cosas. Cuando pienso<br />

en la historia antes de escribirla, trato de concebirla teniendo<br />

en cuenta que funcione como libro tanto como película. Tiene<br />

que ser original y también muy visual. Pero cuando empiezo a<br />

escribir, dejo a un lado todo y solo me concentro en el libro.<br />

–Vi que tiene mucha presencia en las redes sociales,<br />

¿cuán importante es para un escritor estar ahí? Pienso<br />

que es importante, no sé cuánto. Es una gran manera de proporcionar<br />

información a aquellos que les interesa, por ejemplo,<br />

estrenos de películas, lanzamientos de libros, entrevistas, etc.<br />

–¿Piensa que las redes sociales cambiaron la forma de<br />

leer de los lectores? No. Pienso que la gente que lee libros<br />

representa una pequeña porción de la población; 15% o 20%.<br />

Si estás en ese porcentaje y te gusta leer, vas a leer de todas<br />

maneras. El otro 80% existe en las redes sociales.<br />

–Hablando de redes sociales, en su Facebook leí que,<br />

cuando era estudiante, marcó un récord en el equipo<br />

de atletismo estadounidense en la carrera de relevos<br />

de 4 x 800 metros. Ahora, ¿qué lugar ocupa el deporte<br />

en su vida? ¿De qué manera influye en su literatura?<br />

Hay muchos escritores, como Haruki Murakami por<br />

ejemplo, que cuando corren les aparecen las mejores<br />

ideas o consiguen encontrar el elemento que les faltaba<br />

para cerrar un determinado capítulo… Lo primero<br />

que quiero decir es que todavía sigo corriendo y que es cierto<br />

lo del récord. De hecho, aún sigue estando vigente. En cuanto<br />

a la influencia del deporte en mi literatura, debería decir<br />

que correr, más que nada, me enseñó el concepto de persistencia,<br />

diligencia y la necesidad de saber superar obstáculos.<br />

Y básicamente todas estas cosas que son tan comunes en el<br />

deporte, también están presentes en la literatura.<br />

–Por último, Russell Green, el protagonista principal de<br />

Solo nosotros dos, es una persona que tiene todo, pero<br />

de la noche a la mañana lo pierde. ¿Tiene miedo de que<br />

algo así pueda sucederle en su relación con los lectores<br />

o en su propia vida? No tanto en mi relación con los lectores,<br />

porque en general escribo novelas con las cuales yo estoy<br />

satisfecho, así que lo que suceda va a pasar de todas maneras.<br />

En mi vida tuve muchos eventos trágicos; perdí a mi madre a<br />

los 23 años, a mi padre a los 29 y a mi hermana a los 33, mi hijo<br />

tiene autismo, me divorcié; así que siempre hay pérdidas. Mi<br />

lema es “la vida es buena, pero las cosas malas suceden”<br />

68<br />

69


Entrevista<br />

diez<br />

El poder de la empatía<br />

CECELIA AHERN es la autora de Posdata te amo, el libro que fue un éxito de ventas y que<br />

muchos conocieron por la película protagonizada por HILLARY SWANK, se ha convertido en<br />

una de las autoras jóvenes más exitosas de estos tiempos y una de las más esperadas en la<br />

Feria del Libro por su último trabajo, Imperfectos, su primera saga juvenil que ya cautivó a todos<br />

POR Antonela de Alva<br />

blicar pero todavía no había salido. Pasó un año entero desde<br />

que firmé el contrato por los derechos hasta que se publicó.<br />

Eso me dio tiempo para escribir la segunda novela antes de<br />

que saliera la primera: Donde termina el arco iris.<br />

–En la mayoría de sus libros el rol de la muerte es<br />

central. ¿Por qué es tan necesaria? Sí, en la mayoría es<br />

–Desde su primer libro, Posdata te amo, es una escritora<br />

exitosa. Pero es difícil seguir escribiendo después<br />

de un best seller. ¿Cómo fue escribir su segundo libro?<br />

Escribí mi segundo libro antes de que saliera publicado Posdata<br />

te amo. Eso fue lo mejor. Ya era exitoso, porque todos<br />

me ofrecían nuevos contratos y distintos países lo querían puasí.<br />

Creo que el hilo conductor de todos mis libros es que<br />

conocemos al personaje en el peor momento de su vida,<br />

cuando cree que no va a poder salir de ahí. Pero, cuando uno<br />

llega a ese punto, es cuando descubre su fortaleza. Esa gran<br />

fortaleza es la que se repite en cada una de mis historias y es<br />

la que me interesa describir.<br />

–Posdata te amo es la historia de una gran amor y de<br />

una pérdida. ¿Cómo logró captar el sentimiento de dolor?<br />

Creo que eso es parte de ser un escritor. Hay escritores<br />

que escriben sobre crímenes terribles que nunca cometieron.<br />

Lo que todos tenemos en común son las emociones, por lo<br />

tanto, no es necesario sufrir la muerte de tu marido para<br />

saber lo que es esa pérdida, ese dolor. Creo que sentir compasión<br />

y empatía es parte de ser escritor. Lo sientes profundamente.<br />

Yo puedo meterme en la cabeza, en el carácter del<br />

personaje y escribir lo que siente.<br />

–Muchas veces, transformar un libro en una película<br />

puede ser difícil. ¿Cómo le resultó el pasaje de Posdata<br />

te amo a la película? Estaba entusiasmada desde el<br />

comienzo, así que no me preocupaba que hubiera cambios<br />

en la historia. Celebraba cada cosa que había similar al libro<br />

porque, en principio, había una compañía de Hollywood,<br />

que filmaría esta historia irlandesa. Yo ni siquiera pensaba<br />

que filmarían en Irlanda y lo hicieron, con lo cual eso fue una<br />

enorme alegría también. Para mí lo más importante, cuando<br />

un libro pasa a ser una película, es que se capture la esencia<br />

central de la historia, que esté el alma de la historia, que se<br />

respeten los personajes y no se modifique el final. Esas son<br />

mis tres condiciones. Yo siento que el libro es mi historia y<br />

que la película es la interpretación de otra persona. Y no tengo<br />

problema con esto en tanto se respeten esas tres cosas.<br />

–Posdata te amo está dirigido a un público adulto al<br />

igual que Cómo enamorarse y El año en que te conocí.<br />

¿Qué diferencia encuentra entre el público de estos<br />

libros e Imperfectos, su primera saga juvenil? Creo<br />

que mis fans leen todo lo que escribo, pero este libro se lo<br />

presenté a un público nuevo. Cuando escribo una historia, no<br />

pienso en el público lector. Siempre, lo primero que tengo<br />

es la historia. Parto de la pregunta de qué historia quiero<br />

escribir, qué me interesa, qué me conmueve. Además quería<br />

que el protagonista fuera un adolescente de 17 años. Es una<br />

edad en la que se empieza a cuestionar todo: lo que te rodea,<br />

la sociedad. No es la única edad en la que lo hacemos pero<br />

sí es la primera vez en que las personas comienzan a cuestionar<br />

fuertemente. Además, ser distinto cuando se es chico es<br />

un problema pero cuando se es grande puede ser algo muy<br />

bueno. También quería contar una historia que celebrase la<br />

imperfección, porque ser humanos es ser imperfectos.<br />

–Imperfectos salió hace un año y lo promocionó en<br />

escuelas… Sí, fue muy interesante. Algo que sucedió fue<br />

que eran las chicas más calladas y tímidas las que me hacían<br />

preguntas acerca de cómo ser escritora. Es muy lindo que pase<br />

eso. A mí me hubiera pasado lo mismo. Me encantaba escribir<br />

pero nunca había conocido a un autor, nunca un escritor fue<br />

a mi escuela. También hay diferencia en cómo les hablo, la<br />

respuesta que les doy, en el lugar en el que me pongo cuando<br />

les respondo a los chicos. A partir de sus preguntas me ponía<br />

en su lugar, compartía el sentimiento que tenía yo a esa edad,<br />

cuando tenía ganas de escribir pero nadie me hablaba de escritura.<br />

Así que la manera en la que hablo con ellos es distinta. Y,<br />

tiene que ver con esto de que uno puede hacer lo que quiera,<br />

lo que le guste, en tanto sepa lo que quiere hacer.<br />

–A la hora de escribir una historia, ¿qué aparece primero?<br />

Cuando escribí Imperfectos, lo hice porque me sentía<br />

irritada y frustrada con lo que pasaba en la sociedad. Así que<br />

recurro a los sentimientos que ya tengo, que estoy sintiendo y<br />

creo personajes y situaciones en las que pueda transmitir esas<br />

emociones. Ya tengo todos esos sentimientos, ya los conozco<br />

y, a partir de ahí, escribo.<br />

–¿Siempre supo que quería ser escritora? ¡No! Nunca lo<br />

imaginé, era mi hobby. Escribo desde los 7 años: canciones,<br />

cuentos, poemas, pero era un pasatiempo y no tenía nada que<br />

ver con mi carrera. A los 14 intenté una primera novela que se<br />

llamaba “Porotos, tostadas y una botella de cerveza”. Está oculta<br />

(risas). Escribía para mí, no pensaba en una carrera como<br />

autora. Incluso, cuando escribí Posdata te amo, nunca pensé<br />

en publicarla. La escribí para mí. Tengo que escribir algo con<br />

lo que me sienta conectada y que signifique algo para mí.<br />

–¿Qué le diría a alguien que le gusta escribir pero<br />

no sabe si quiere dedicarse a ello? Uno siempre puede<br />

ser escritor, aún si estudia otra cosa. Lo que les diría es que<br />

sigan aquello que los apasiona. Mucha gente me dice que<br />

les encantaría escribir una novela y yo les respondo que la<br />

escriban porque realmente no necesitas ni tener un editor,<br />

ni una carrera. Uno puede escribir en cualquier momento.<br />

Ahora, si me preguntan un consejo respecto de la escritura<br />

de cada uno, les diría que lo fundamental es que encuentren<br />

su propia voz y que escriban lo que esa voz les dice. Esa voz<br />

que escuchas es tu voz. A veces, cuando mis amigos leen mis<br />

obras me dicen que yo no hablo así, a lo que les respondo<br />

que no hablo así pero así es como pienso. Si no pueden poner<br />

en el papel el pensamiento, la historia no será única porque<br />

nadie piensa como nosotros.<br />

–¿Se siente libre cuando escribe? Absolutamente.<br />

–¿Y qué sucede con el rol del editor? Al principio escuchaba<br />

todo lo que me decía el editor, pero cuando releía<br />

esos libros, pensaba: ¿por qué me dijeron que cambiara tal<br />

oración si mi voz era otra? Por eso, ahora solo acepto un cambio<br />

si siento que está bien. Lo más importante que aprendí es<br />

que el editor siempre tiene razón cuando encuentra que hay<br />

un problema, pero no siempre la solución que propone es la<br />

correcta. Cuando encuentra un problema, es porque lo hay<br />

pero el que tiene que encontrar la solución es el escritor.<br />

–¿Cree que es necesario ser un buen lector para ser un<br />

buen escritor? No creo que “sea necesario”, pero ayuda.<br />

Recuerdo que cuando salió Posdata te amo, me preguntaban<br />

qué leía, “¿Leíste los clásicos?”, como tomándome examen.<br />

Creo que es importante abrir la mente<br />

<strong>70</strong> 71


RECOMENDADOS<br />

POR MÓNICA TRACEY<br />

RECOMENDADOS INFANTILES / JUVENILES<br />

POR FERNANDA GUILLOT<br />

VIAJE AL FIN DE LA NOCHE<br />

Louis-Ferdinand Céline<br />

Edhasa<br />

Bello y terrible, uno de los libros fundantes<br />

de la literatura descarnada que signó parte<br />

de lo mejor que se escribió en el siglo XX.<br />

La guerra, el heroísmo, la condición humana,<br />

todo una enorme desazón que Céline<br />

cuenta con un lenguaje brutal, tan brutal<br />

como su mirada apasionada y desdeñosa.<br />

Publicado en su idioma original, el francés,<br />

en 1932, aún faltaban nuevos horrores que<br />

vendrían a solventar esa mirada. Las posteriores<br />

declaraciones antisemitas del autor<br />

le significaron una condena generalizada<br />

que nunca alcanzó a este libro necesario. El<br />

prólogo de John Banville recorre algo de<br />

ese doble camino del autor y del Viaje…<br />

DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO<br />

DE ESCRIBIR<br />

Haruki Murakami | Tusquets<br />

Desde lo más personal, Murakami reflexiona<br />

sobre la literatura y el escribir, abriendo<br />

la intimidad de su mundo, en la que caben<br />

las seis horas diarias que le dedica a su tarea,<br />

la hora de casi todos sus días corriendo o<br />

nadando para sostener esa tarea, así como<br />

los momentos iniciáticos que lo llevaron a la<br />

escritura, las etapas de insolvencia y preocupaciones<br />

económicas, o su opinión sobre<br />

los premios literarios. Sin poses, confiesa sus<br />

rasgos de “persona normal” que sin embargo<br />

mantiene férreas disciplinas para realizar<br />

un trabajo inevitablemente solitario y que<br />

lo lleva necesariamente a las oscuridades<br />

de su conciencia, para enfrentarse a “lo que<br />

merece la pena de verdad”.<br />

EL AMANTE EXTREMADAMENTE<br />

PUNTILLOSO<br />

Alberto Manguel | Navona<br />

Un oscuro o más bien desvaído joven de<br />

Poitiers, Francia, entre finales del siglo XIX<br />

y principios del XX encuentra en su único<br />

don –una fina sensibilidad para percibir la<br />

belleza del detalle absolutamente ajeno al<br />

todo– el camino hacia el arte, el erotismo, el<br />

amor y la tragedia. Manguel teje una reconstrucción<br />

histórica alrededor de su personaje<br />

de ficción, con documentos en los que juega<br />

con datos de la realidad y los diluye en su<br />

mundo imaginario. Con nueva traducción, la<br />

editorial española Navona publica esta breve<br />

novela del actual director de la Biblioteca<br />

Nacional Argentina que se editó por primera<br />

vez en castellano en 2006.<br />

EL BOSQUE DENTRO DE MÍ<br />

Adolfo Serra<br />

Fondo de Cultura Económica<br />

Un niño mira absorto su reflejo en el agua.<br />

Entre esas sombras líquidas surge una figura<br />

no muy definida, como un lobo erguido.<br />

Juntos recorren el bosque hasta llegar a una<br />

ciudad. El lector también los acompaña<br />

en ese paseo que resulta una antología de<br />

asombros. En el punto final, ninguno será<br />

el mismo que en el inicio.<br />

El bosque dentro de mí es un libro sin<br />

palabras. Una historia que se cuenta con<br />

ilustraciones que cada uno interpreta de<br />

acuerdo a su sentir. Esa es la propuesta<br />

del español Adolfo Serra. El bosque<br />

dentro de mí ganó el concurso Álbum<br />

Ilustrado, “A la orilla del viento”. Es fácil<br />

descubrir la razón.<br />

PEQUEÑOS GRANDES GENIOS<br />

Carlos Pinto | lustraciones Leo Boizicco<br />

Colección Pequeños grandes genios<br />

Curiosos, empecinados, creativos, visionarios<br />

y brillantes. A lo largo de la historia,<br />

hubo hombres que dejaron su huella en<br />

forma de descubrimientos e inventos.<br />

Sabemos de sus afanes y sus desvelos, pero<br />

conocemos poco o nada sobre su infancia.<br />

¿A qué jugaba Leonardo Da Vinci cuando<br />

era chico? ¿Qué era lo que más le gustaba<br />

a Galileo Galilei?¿Cuál era el juguete<br />

preferido de Alexander Graham Bell? El<br />

libro Pequeños grandes Genios, de Carlos<br />

Pinto, recurre a la ficción para recrear la<br />

primera etapa de vida de Edison, Graham<br />

Bell, Galilei y Da Vinci. No se trata de biografías<br />

breves, sino de relatos de aventuras y<br />

de experimentos que fascinarán a los niños.<br />

14/7 EL DESCUBRIMIENTO<br />

Pamela Stiupa<br />

Ediciones temas de Hoy | Grupo Planeta<br />

Algunas coincidencias no suelen ser tan<br />

casuales. Las familias de Bianca, Guillermina,<br />

Mara y Cielo se mudaron de ciudad y<br />

ellas tuvieron que cambiar de escuela. Las<br />

cuatro inician el secundario con un estigma<br />

en común: son “las nuevas”. Ese será, en<br />

principio, el determinante de su amistad.<br />

Cuando empiezan a suceder algunos hechos<br />

extraños, las chicas comienzan a sospechar<br />

que las une algo más que empatía, afecto y<br />

complicidades. 14/7 El descubrimiento se<br />

perfila como el nuevo éxito entre el público<br />

juvenil. Es la primera novela de Pamela<br />

Stiupa, una periodista que se animó a un<br />

relato dinámico en el que los misterios generan<br />

tanto interés como las protagonistas.<br />

EL DOMINGO DE LAS MADRES<br />

Graham Swift<br />

Anagrama<br />

Un encuentro de dos amantes prohibidos,<br />

un momento que se hace eterno mientras<br />

el relato merodea, por ese domingo, se aleja<br />

hacia el pasado, cuando se fue gestando,<br />

hacia el futuro, mirando ese encuentro<br />

único, distinto a todos los anteriores, como<br />

recuerdo privilegiado de una vida. Ese vaivén<br />

alrededor de esa celebración es una preciosa<br />

construcción del relato que parte de la<br />

relación de un hijo de una familia de clase<br />

alta con una criada, quien irá desarrollando<br />

su vida hacia lugares inesperados en la<br />

sociedad de Inglaterra de 1924. Una novela<br />

breve que concentra la maestría de Swift.<br />

LOS PÁJAROS DE LA TRISTEZA<br />

Luis Mey<br />

Seix Barral<br />

Mey dice que escuchó la voz de su novela<br />

en un tren y no pudo parar de escribir. Esa<br />

voz de uno de los protagonistas se irá descubriendo<br />

como la de un niño de nueve años<br />

con problemas mentales que junto a su hermano<br />

de once años emprenden la búsqueda<br />

de su padre, desesperan a su madre, destruyen<br />

para reconstruir la idea de un hogar.<br />

Una historia triste y dolorosa movida por<br />

el amor y narrada con una voz que resulta<br />

exasperante. “Puedes dejar que los pájaros<br />

de la tristeza sobrevuelen tu cabeza. Pero no<br />

puedes permitir que habiten en ella”, dice el<br />

epígrafe que da título al libro.<br />

VLADIMIR PUTIN<br />

Frédéric Pons<br />

El Ateneo<br />

La investigación llevada a cabo por el<br />

escritor, periodista y retirado militar francés<br />

Frédéric Pons intenta develar algo del<br />

enigma que constituye una de las personalidades<br />

clave de la política contemporánea y<br />

del futuro inmediato del mundo. Con testimonios<br />

inéditos que sustentan la rigurosidad<br />

de la indagación, el libro recorre desde la<br />

infancia del líder ruso en un modesto barrio<br />

de Leningrado hasta su prolongado presente<br />

al frente de Rusia –desde el año 2000, que<br />

podría prolongarse hasta el 2024 de ser<br />

reelegido en 2018–, luego de una minuciosa<br />

construcción de poder desde los tiempos en<br />

que era teniente coronel de la KGB.<br />

MINI ABREMENTE FORMAS<br />

PARA APRENDER Y DIVERTIRSE CON LAS<br />

PRIMERAS FORMAS | Catapulta Junior<br />

¿Corazón, triángulo o estrella? ¿Medialuna,<br />

rombo, círculo o cuadrado? Aprender<br />

a identificar y a trazar las distintas formas<br />

puede ser un juego tan estimulante como<br />

entretenido. Así lo plantea la nueva obra<br />

didáctica Mini abremente formas: un libro<br />

de gran tamaño con forma de abanico,<br />

pensado para niños a partir de los 3 años,<br />

que incluye juegos, hojas con relieves para<br />

recorrer con los dedos y un marcador con<br />

borrador para que puedan dibujar y corregir<br />

cuantas veces quieran. Aprender nunca<br />

fue tan divertido.<br />

MEZCLA DE HISTORIAS DE TRANSPORTES<br />

María Laura Dedé<br />

Editorial Sigmar<br />

Había una vez un libro de cuentos “recortados”.<br />

Cada página tiene cinco troqueles que,<br />

leídos de manera lineal, cuentan una historia.<br />

Pero si se combinan con otros, el relato<br />

será completamente diferente. En las cinco<br />

páginas de Mezcla de historias de transportes<br />

hay decenas de cuentos agazapados:<br />

un planteo simple puede transformarse en<br />

una propuesta intrigante que estimulará la<br />

imaginación de adultos y niños.<br />

Es una lectura-juego sugerida para niños de<br />

tres años en adelante.<br />

SI EL AMOR ES UN CANTO DE SIRENA<br />

Esther Sanz<br />

VR YA<br />

Hay algo penumbroso y también muy vital<br />

en este libro, la segunda entrega de la<br />

saga Silence Hill. En la primera novela, la<br />

española Esther Sanz cuenta la historia<br />

de Luisa, una chica de 17 años que, para<br />

costear el tratamiento médico de su padre,<br />

busca empleo en un hotel ubicado en la<br />

Isla de Sark. Patrick, el dueño del lugar,<br />

vive recluido en un ala del hotel a partir de<br />

un accidente que tuvo y no se deja ver por<br />

nadie. Por supuesto: Luisa se enamora de<br />

él y Patrick de ella. Los dos deben sortear<br />

inconvenientes e intrigas antes del feliz<br />

The end.<br />

72 73


Entrevista<br />

diez<br />

“La ilustración es la casa<br />

donde habito”<br />

La ilustradora valenciana ANA JUAN llegó a la Argentina junto a su pareja y co-equiper,<br />

MATZ MAINKA. Sus libros –publicados por Edelvives– dan muestra de su talento<br />

–¿De qué se trata Ana Juan: Dibujando al otro lado? Es<br />

una aventura gráfica. En el siglo XXI necesitas la interacción<br />

del observador, del visitante, del editor, eso forma parte de la<br />

exposición, está haciendo que la gente interactúe. Hay diferentes<br />

lecturas: cuando entras, ves los originales, los bocetos,<br />

el proceso gráfico, que no suele mostrarse y allí lo hemos<br />

desarrollado. Después, está lo que llamamos “tablero de<br />

juegos” en el que pusimos retos, realidad virtual, realidad aumentada.<br />

Después, puedes jugar con el primer capítulo que<br />

hemos desarrollado como videojuego con Snowhite. El lector,<br />

entonces, está abierto a nuevos personajes, nuevas aventuras.<br />

Tienes la posibilidad de jugar y de ser un protagonista más.<br />

POR Antonela de Alva<br />

–¿Cómo es su relación con el producto que surge de la<br />

confluencia con las tecnologías digitales? Al principio,<br />

tenía mis dudas. No creía que, por ejemplo, una aplicación<br />

fuera el medio más adecuado para mostrar mi trabajo,<br />

porque quedaba un poco frío y plano. Sin embargo, se ha<br />

logrado dar un giro que implicó no perder la esencia en sí de<br />

la obra con las nuevas tecnologías. Tenemos imágenes desarrolladas<br />

con técnicas tradicionales, pero llevadas a las nuevas<br />

aventuras gráficas, sin perder la esencia de la original. Quería<br />

que pesase, que tuviera carácter y personalidad, la animación.<br />

La técnica por la técnica es fácil y eso pasa también con la<br />

pintura. Hay gente muy virtuosa que hace cuadros que no<br />

te cuentan nada y hay gente más torpe que tiene algo que<br />

contar, que tiene algo que transmitir y, al fin y al cabo, eso es<br />

arte, es comunicación. Cuando esa cadena se rompe, hay algo<br />

que no funciona.<br />

–¿Qué desafíos enfrenta a la hora de construir una historia?<br />

Cómo contarla para que todo el mundo la entienda.<br />

–¿Y cuando se trabaja en dupla? Es como las parejas. Hay<br />

experiencias muy gratas o nefastas y con las que no puedes<br />

volver a ver a esa persona en tu vida.<br />

–Ambos trabajan solos o juntos. ¿Cómo es el proceso<br />

de a dos? El proceso es muy personal. Estamos juntos hace<br />

20 años. Creamos las historias a cuatro manos. Cada uno tiene<br />

su espacio más desarrollado. Matz desarrolla el argumento<br />

y yo creo las imágenes. Él busca referentes para mis imágenes<br />

y yo voy buscando también ayuda, soporte, a sus palabras.<br />

Se convierte en un trabajo a cuatro manos. Es una experiencia<br />

grata. Por supuesto que tenemos nuestras peleas.<br />

–Hermanas es una trilogía intensa, profunda, fuerte.<br />

¿Cómo nació? El reto era contar todo con muy poco texto<br />

y que las imágenes realmente se complementaran y crearan<br />

otra realidad. Se suman las dos y se completa la historia. La<br />

trilogía surgió, cuando nos convocó una editorial japonesa<br />

para contar estas historias con más retos o de forma más<br />

experimental. Siempre hay un punto detonante. Promesas se<br />

le ocurrió a Matz al preguntarse por qué la gente no se tatúa,<br />

por ejemplo, su diario, las experiencias, que vive hasta el final<br />

de su vida. Así, llegaría un momento en el que el cuerpo es<br />

como un libro y uno puede leer la vida de esa persona. Luego<br />

pensamos en un detonante: qué pasaría si hacías algo mal,<br />

que pudiese aflorar en tu piel. Después, apareció La isla.<br />

Matz Mainka: Estábamos de vacaciones en una isla, en<br />

el mar del Norte. Era muy frío y nos preguntamos cómo<br />

sobrevivir en una isla en la que no hay nadie. Lo que puede<br />

salvarte es tu imaginación o un amante imaginario.<br />

Ana Juan: Siempre hay un germen. En Hermanas fue una<br />

foto de dos hermanas cogidas de las manos con su cabellera,<br />

y el pelo estaba liado. Realmente, esas personas se comunican<br />

solo con el pelo. También surgió, porque Matz es gemelo<br />

y sabe lo que significa esa comunicación.<br />

–¿Qué opinan sobre los royalties? Muchas editoriales<br />

se niegan a pagarlos. Es un robo. Es la propiedad intelectual.<br />

Esa obra es tuya hasta que te mueras y 60 años después<br />

de tu muerte sigue perteneciendo a tus herederos. Siempre<br />

hay que estar peleando, por eso soy militante, recordándolo<br />

continuamente desde el principio de mi carrera. Antes se<br />

quedaban con el original.<br />

–¿Qué es ilustrar? En la ilustración tienes que buscar los<br />

silencios que el autor de la historia ha dejado para abrir una<br />

puerta más. Para mí, ser ilustradora es aprender a relacionarme<br />

con el mundo, es el punto de vista desde el que lo<br />

contemplas, es la casa donde habito, donde estoy a salvo<br />

y convivo con todos mis personajes, fantasías, miedos, mis<br />

búsquedas. A través de los pestillos de la ventana, contemplo<br />

el mundo y lo ilustro<br />

74


Entrevista<br />

doce<br />

El arte de la libromancia<br />

JIM C. HINES creó un mundo a partir de su amor por la literatura. Ese mundo se llama Magic<br />

Ex Libris (Editorial El Ateneo) y cuenta con cuatro mundillos que obsesionan a cualquiera que<br />

quiera adentrarse en él: El mago de los libros, El hijo de códice, A contraluz y Batalla final<br />

POR Martina Leunda<br />

Ubicado en un palco de la librería Grand Splendid, a primera<br />

vista, el autor de la trilogía Goblin Quest (2004) y la saga<br />

Princess series of fairy tale retellings, cuyo primer libro salió<br />

en Argentina en mayo, además de la ya mencionada Magic<br />

Ex Libris entre otros, parece tímido, pero, apenas empieza<br />

a hablar, el humor lo puede todo y en seguida se deja ver al<br />

genio detrás de la obra, el genio detrás de la “libromancia”,<br />

las arañas de fuego y tanto mundo fantástico.<br />

–¿De dónde salen las ideas para crear universos fantásticos<br />

o de ciencia ficción? Quise ambientar mis libros<br />

de Magic Ex Libris en la Península superior de Michigan,<br />

porque es un lugar hermoso en el que las novelas no suelen<br />

ambientarse. Y tiene muchos lugares históricos que permitían<br />

ser la entrada para un mundo diferente como el que creo en<br />

mis historias. Una cosa es crear todo desde cero y otra, que<br />

me resulta más divertida, es ver cómo estos personajes, que<br />

tienen que ver con la magia y lo sobrenatural, pueden encajar<br />

en un mundo que tiene una base real.<br />

–¿Cuáles son, si es que hay, los límites para crear una<br />

obra de fantasía que justamente no tiene los límites de<br />

la verosimilitud? Voy a engañar y decir que los hay y que no.<br />

–¿Por qué sí y por qué no? Definitivamente hay ciertos<br />

principios y ciertas reglas que, si las rompes, hacen muy difícil<br />

construir una buena historia, pero cuando se dice “esta es<br />

una regla que hay que seguir” siempre hay algún escritor que<br />

en alguna obra la rompe, generando la excepción a la regla.<br />

–¿Por qué utilizó la libromancia como punto de partida<br />

para crear historias? En parte es la concreción de un<br />

sueño: me encantaría poder sacar objetos de los libros. Pero<br />

la idea original vino de una editora que me pidió escribir un<br />

cuento acerca de Smudge, la araña de fuego de la saga de Jig,<br />

el duende. Ella me había pedido que la araña estuviera en el<br />

mundo real, en el mundo de hoy. Entonces tuve que pensar<br />

qué herramienta podía usar para hacer aparecer esa araña en<br />

el mundo real. Y los libromantes me permitían extraer esa<br />

araña y situarla en este mundo.<br />

–¿Cuáles son las mayores dificultades que tiene a la<br />

hora de escribir? Tengo un gato al que le encanta subirse<br />

al teclado y encima de mí cuando estoy escribiendo (risas).<br />

Una de las cuestiones es que, como yo trabajo desde mi casa,<br />

es difícil a veces mantenerse concentrado. Entonces me<br />

encuentro con problemas como tener que ocuparme de las<br />

cosas de la casa o pensar dónde estarán mis hijos, o también<br />

me distraigo con las redes sociales.<br />

–¿Qué significa el humor en su obra y en su vida?<br />

El humor es parte de lo que nos hace humanos. Creo que el<br />

humor es muy, muy importante. De alguna manera es nuestra<br />

forma de afrontar la realidad. Me gusta mucho cómo el humor<br />

conecta a la gente. Es una manera de acercarme a mis hijos<br />

cuando están molestos por algo, pero también es una manera<br />

de conocer a una persona. El humor es algo universal.<br />

–¿En qué está trabajando ahora? En Terminal Alliance,<br />

que es el primer libro de una trilogía que se llama Janitors of<br />

de Post–Apocalypse (“El personal de maestranza del post-apocalipsis”).<br />

Es ciencia ficción con mucho humor. La entrega<br />

inicial estará disponible en inglés, en noviembre de este año<br />

77


Entrevista<br />

trece<br />

“La mentira es<br />

un artefacto de<br />

protección”<br />

La escritora, conductora, periodista cultural y<br />

editora GIGLIOLA ZECCHIN, más conocida como<br />

CANELA, acaba de publicar su libro de poemas y<br />

coplas, Todos mienten –V&R editoras–<br />

POR Martina Leunda<br />

–¿Cómo surge el amor a partir de Todos mienten? Me pareció<br />

bueno porque yo creo mucho en el “todos mienten”. Creo<br />

que todos mienten en política, en la familia. Aun en la pareja<br />

más afianzada no se puede decir la verdad. La verdad es infame,<br />

la verdad es insoportable. Entonces se buscan palabras, que no<br />

siempre son las adecuadas, que se correspondan a lo que uno<br />

siente, pero es imposible hablar de lo que se siente. Es un imposible<br />

que yo resuelvo a través de esto: de Todos mienten. Cuando<br />

aparece el amor, cuando desaparece, cuando hay que sostenerlo,<br />

cuando lo tenés que defender, siempre de algún modo mentimos<br />

un poco. Pero mentira no es lo mismo que maldad.<br />

–¿Cuál podría ser la diferencia? La mentira es un artefacto<br />

de protección.<br />

–¿Cuál es el procedimiento para convertir en poemario<br />

una idea? Imagino que es muy diferente al de la novela.<br />

Es como cuando te tirás a la pileta. Es un trabajo de inmersión<br />

en esa idea que surge. Hay uno en particular que está dedicado<br />

a Alicia Salvi, que fue mi editora, que me dijo “todo está<br />

muy bien, pero nunca hablás de los celos”. Entonces a la noche<br />

pensé en los celos y pensé en un bolero que a mí me encanta<br />

que dice “tengo celos hasta del pensamiento”, que me parece<br />

una frase poética fantástica. Muchas veces trabajo los poemas a<br />

partir de una idea errática y van surgiendo las palabras. Y esas<br />

palabras van armando una historia o viceversa: una historia busca<br />

las palabras. No siempre el procedimiento es el mismo. Pero<br />

yo creo que la novela es un baño de inmersión, el cuento es una<br />

ducha y la poesía es estar debajo de la lluvia.<br />

–Desde el punto de vista de la edición este libro es muy<br />

innovador. Los libros sobre amor no suelen ser así.<br />

¿Cómo llegó a editarse así? Cuando estábamos en pleno<br />

proceso, desde la editorial organizaron una reunión para consultarme<br />

si el libro podía ir sin ilustraciones. Me lo plantearon con<br />

temor creyendo que yo iba a decir que no pero acepté al instante,<br />

no solo porque me gustó mucho el juego con la tipografía y<br />

demás, sino porque a mí me gusta mucho la innovación y me<br />

encanta que me planteen innovaciones. Soy muy permeable<br />

en eso porque creo que enriquece tu trabajo, tu creación. A mí<br />

cuando me dicen “mirá, esto no funciona” yo lo aparto e invento<br />

otra cosa. Me parece que eso es lo hermoso de la creación:<br />

animarte a ponerte en riesgo, aceptar el riesgo que los demás<br />

quieren correr con vos.<br />

–En el momento de escribirlos, ¿los pensó así, con esas<br />

vueltas de tuerca de edición? Yo pienso muy poco. Siento y<br />

proceso. Y como no sé tírame a la pileta, al agua de cabeza, lo<br />

hago con las palabras y confío mucho en ellas. Pero el tema de<br />

la edición me dejó muy feliz. Discutimos mucho, por ejemplo el<br />

color. Nos costó determinar si el violeta era un color en el que<br />

se sentían incluidos tanto varones como mujeres. Lo que pasa<br />

es que entre el violeta imaginario y el violeta impreso hay una<br />

distancia y mi mayor preocupación era que después, en el libro,<br />

no fuera el violeta que yo pensaba. Resultó mejor. Creo que esa<br />

innovación acerca un poco más el libro a los jóvenes.<br />

–Hay una diferencia muy marcada entre los poemas y<br />

las coplas del libro. En los poemas se ve un juego mucho<br />

mayor y las coplas se ajustan más a las características<br />

tradicionales. Sí. Es que las coplas en sí son más tradicionales.<br />

Creo que hay un descanso. Porque el libro, no sé si se nota, tiene<br />

diferentes segmentos. Empieza con la mentira y el desencuentro<br />

y va creciendo hacia el amor y después llegamos a la muerte. Ese<br />

es un trabajo de Alicia Salvi que fue muy interesante.<br />

–Este libro tiene su parte oscura… Este libro tiene su parte oscura<br />

por eso lo del negro está muy bien planteado desde el diseño.<br />

–¿Hay algún proyecto en el que esté trabajando actualmente?<br />

Hace pocos días me ofrecieron editar mi antología<br />

poética. Yo tengo tres libros de poesía para adultos y varios para<br />

chicos. Y bueno, son señales que te da la vida. Puedo decir “no,<br />

estoy cansada, vengo de un viaje”. Pero no. La vida me da una<br />

señal, la tomo y trabajo. Y ya le puse título y ya pensé los poemas<br />

nuevos que va a tener esa antología. No es una virtud, es casi<br />

una adicción el trabajo en mí


Historia<br />

& política<br />

Umberto Eco, De la estupidez a la<br />

locura. Crónicas para el futuro que<br />

nos espera. Lumen<br />

Umberto Eco (1932-2016), pensador<br />

central del siglo XX y de las primeras<br />

décadas del actual, escribió los artículos<br />

que se reúnen en esta obra, una excelente<br />

herencia para sus millones de lectores<br />

diseminados por todo el mundo.<br />

Eco, con su particular estilo narrativo<br />

ajeno a toda pedantería, hace un diagnóstico<br />

certero de este mundo marcado<br />

por las redes sociales y la notoriedad<br />

efímera a cualquier costo: “Cuando yo<br />

era joven, había una diferencia importante<br />

entre ser famoso y estar en boca de<br />

todos. Muchos querían ser famosos por<br />

ser el mejor deportista o la mejor bailarina,<br />

pero a nadie le gustaba estar en boca<br />

de todos por ser el cornudo del pueblo o<br />

una puta de poca monta… En el futuro<br />

esta diferencia ya no existirá: con tal de<br />

que alguien nos mire y hable de nosotros,<br />

estaremos dispuestos a todo”.<br />

Siempre fiel a su estilo, hay una crítica<br />

al poder y sus renovados métodos de<br />

control social, como la adicción a los<br />

teléfonos celulares, la vida on line y la<br />

invasión a nuestras vidas de los medios<br />

de comunicación.<br />

Eco habla finalmente de la crisis actual<br />

de la democracia en esta civilización de<br />

masas dominada por la comunicación<br />

electrónica donde las opiniones tienden<br />

a nivelarse hasta el punto que las<br />

propuestas de los candidatos suenan muy<br />

MEMORIAS DEL<br />

PRESENTE<br />

POR Felipe Pigna<br />

parecidas. “Los candidatos, dice Eco, no<br />

son elegidos por el pueblo sino por una<br />

nomenklatura – se denominó así a la élite<br />

de funcionarios y políticos soviéticos–<br />

de los partidos y el pueblo ha de elegir<br />

como mal menor, entre dos personas<br />

elegidas por otros que se parecen como<br />

dos gotas de agua. Situación que recuerda<br />

bastante a la soviética, salvo que allí la<br />

nomenklatura elegía un solo candidato y<br />

los electores lo votaban. Si los soviets hubiesen<br />

propuesto a los electores no uno<br />

sino dos candidatos, la Unión Soviética<br />

habría sido semejante a la democracia<br />

estadounidense”.<br />

Zygmunt Bauman, Retrotopia.<br />

Paidós<br />

El notable sociólogo polaco Zygmunt<br />

Bauman, autor de la teoría de la modernidad<br />

líquida, recientemente fallecido,<br />

nos ha dejado este notable libro póstumo<br />

impregnado de una actualidad<br />

que define como injusta y que es de<br />

alguna manera aceptada por las mayorías<br />

porque “Nos han hecho esclavos del consumo,<br />

las tiendas, las grandes superficies.<br />

La búsqueda de la felicidad equivale a ir<br />

de compras”, pero este recurso lejos de<br />

aliviarnos contribuye a enceguecernos<br />

frente a la naturaleza real de nuestros<br />

males y nos aleja de la erradicación del<br />

problema. Esto lleva a que la vida que<br />

nos organizan sea mucho más individual<br />

y muy poco solidaria e ilusionada<br />

por una competencia impiadosa. Pone<br />

como ejemplo el caso de los refugiados y<br />

señala: “Las migraciones no son ninguna<br />

novedad en la era moderna, tampoco son<br />

un hecho esporádico provocado por una<br />

concatenación de circunstancias única y<br />

extraordinaria”. Les recuerda a los europeos<br />

que “mientras Europa era el único<br />

continente “moderno” del planeta, no<br />

cesó de arrojar su excedente de población<br />

superflua sobre otras tierras todavía<br />

“pre-modernas” en forma de colonos,<br />

soldados o funcionarios coloniales. Se<br />

calcula que hasta un total de 60 millones<br />

de europeos abandonaron Europa para<br />

instalarse en América, África o Australia.<br />

Pero, a mediados del siglo XX, la<br />

trayectoria de las migraciones dio un giro<br />

de 180º (...), esta vez, los migrantes ya no<br />

portaban armas ni pretendían la conquista<br />

de su país de destino”. Señala Bauman<br />

que se trata de millones de personas<br />

que fueron expulsadas de sus lugares de<br />

origen por las guerras y la miseria provocada<br />

por los países centrales que hoy los<br />

estigmatizan y rechazan.<br />

Habla del concepto de retrotropía,<br />

esto es buscar la utopía en el pasado.<br />

Porque, según el autor, hace tiempo<br />

que perdimos la esperanza en un futuro<br />

ideal. “Resulta prácticamente inevitable<br />

–dice– que respiremos una atmósfera de<br />

desasosiego, confusión y ansiedad y la<br />

vida sea cualquier cosa menos agradable,<br />

reconfortante y gratificante”<br />

OTROS RECOMENDADOS<br />

Ni el flaco perdón de Dios. Hijos de desaparecidos,<br />

(reedición) | Juan Gelman y Mara La Madrid.<br />

Pueblo y guerra. Historia social de la guerra de la<br />

independencia, | Pablo Camogli.<br />

El eslabón perdido. La economía política de los gobiernos<br />

radicales (1916-1930) | Pablo Gerchunoff.<br />

El inglés. Rosas visto por sus contemporáneos |<br />

Andrew Graham-Yooll.<br />

Combatientes en la sombra. Una nueva perspectiva<br />

histórica sobre la Resistencia francesa |<br />

Robert Gildea.<br />

Saludos y besos. La extraordinaria historia<br />

de la familia de Ana Frank | Mirjam Pressler<br />

y Gerti Elias.<br />

Waterloo. Una nueva historia de la batalla y sus<br />

ejércitos | Gordon Corrigan.<br />

Historias increíbles del mundo del arte. Da Vinci,<br />

Picasso, Van Gogh y otros | Maureen Marozeau.<br />

Guerras en nombre de Dios | Christopher<br />

Catherwood.<br />

81


Entrevista<br />

catorce<br />

La grieta vasca<br />

FERNANDO ARAMBURU es un escritor vasco que desde hace más de treinta años vive en Alemania.<br />

Desde allí ha escrito Patria, su última novela que en nuestro país agotó la primera edición en pocos días<br />

Desde Hannover, la ciudad a orillas del río Leine en la que<br />

pasa los días junto a su esposa alemana, ha escrito su Trilogía de<br />

Antíbula, Los peces de la amargura y Años lentos, entre otros.<br />

Su última novela, Patria (Tusquets), ha sido señalada por unanimidad<br />

de la crítica ibérica como uno de los mejores libros del<br />

año. El éxito no solo fue acompañado por la crítica sino también<br />

por el mercado: en España superó ampliamente los 150 mil<br />

ejemplares y en nuestro país ya agotó una primera edición.<br />

Con el anuncio del abandono de las armas emitido por ETA<br />

como punto de partida, en sus más de seiscientas páginas,<br />

Patria recorre la vida de dos familias a las que un atentado<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

coloca a un lado y al otro de las ideologías que dividieron<br />

al pueblo vasco. Se podría decir que es una novela sobre<br />

los múltiples efectos de la violencia, pero sobre todo es una<br />

profunda reflexión sobre la imposibilidad de olvidar y la<br />

necesidad del perdón en una comunidad fragmentada por el<br />

fanatismo político.<br />

–En muchas entrevistas que dio, debido al gran éxito de<br />

la novela, ha terminado hablando más de ETA y de política<br />

que de literatura, ¿le molesta que pase eso? Conocer<br />

el éxito y sentirse molesto se me figura a mí que es una actitud<br />

de hombre mimoso. Confieso, no obstante, que me preocupa<br />

contribuir a la simplificación de mi libro, en cuyo caso sí me<br />

siento molesto, pero conmigo mismo.<br />

–¿Cree que falta cierto compromiso intelectual de<br />

los escritores a la hora de involucrarse en cuestiones<br />

que tienen que ver con acontecimientos históricos y<br />

políticos? No he llevado a cabo el recuento. Mi impresión<br />

es que cada vez hay más intelectuales que solicitan el turno<br />

de palabra y se pronuncian en público sobre las cuestiones<br />

históricas o de interés colectivo relativas a las últimas décadas<br />

de mi tierra natal vasca.<br />

–¿Piensa que su libro, de algún modo, servirá para que<br />

otros escritores se animen a publicar otras historias relacionadas<br />

a ETA? Cabe esa posibilidad, de igual manera que<br />

yo me he inspirado en otros escritores actuales o del pasado. Al<br />

respecto he oído de todo. Hay quien considera que mi novela<br />

abre una vía para el relato de nuestra historia reciente y quien<br />

está deseando que Patria sea refutada e ideológicamente<br />

neutralizada.<br />

–Desde hace muchos años usted reside en Alemania,<br />

¿cree que esa distancia le dio otra perspectiva sobre el<br />

tema? Supongo que debido a esta circunstancia he tenido a mi<br />

disposición durante largo tiempo una perspectiva panorámica,<br />

la del jugador de ajedrez que observa la partida desde el aire.<br />

No he tenido otra posibilidad. Según para qué cuestiones,<br />

quizá sea preferible esta perspectiva abarcadora de todo el<br />

tablero, que la del alfil o la torre en su rincón.<br />

–¿Cuán necesario cree que fue que ETA anunciara el<br />

cese definitivo de los atentados para que usted pudiera<br />

escribir esta historia? ¿Hubiera sido posible un libro así<br />

en el contexto anterior? El mencionado anuncio desencadena<br />

el arranque de Patria. Sin él mi novela no habría existido.<br />

Habrían sido posibles otras historias, pero esta en concreto no.<br />

Patria comienza en el instante en que la violencia se detiene y<br />

los personajes principales vuelven la mirada al pasado.<br />

–Miren y Bittori, las dos mujeres que protagonizan<br />

la novela, son las referentes de las dos partes en que<br />

quedó dividida la sociedad vasca. ¿Qué queda aún de<br />

esa división? ¿Cómo se hace para construir a partir de<br />

una sociedad fragmentada? Ya me gustaría a mí conocer la<br />

receta adecuada que permitiera la recomposición de los lazos<br />

sociales y afectivos rotos. No tengo dicha receta, pero sí conozco<br />

uno de sus ingredientes principales: la superación del odio.<br />

–Patria es una novela sobre los efectos de la violencia,<br />

pero más que nada es una reflexión sobre el perdón.<br />

¿Todo puede perdonarse? Esta misma pregunta se la he<br />

trasladado, cuando tuve ocasión, a algunas personas que perdieron<br />

la esposa o el marido, quizá un hijo, como consecuencia<br />

de un atentado. Son ellas las únicas legitimadas para responderla.<br />

Los demás podemos caer rápidamente en el hoyo helado<br />

de la teoría. Descubrí que la pregunta resulta muy incómoda,<br />

pues obliga a la víctima a una reacción que en muchos casos<br />

implica reactualizar un sufrimiento. El perdón en público, con<br />

fotógrafos y cámaras, incumple dos principios indispensables:<br />

la franqueza y la intimidad del acto. Quizá la religión pueda<br />

sugerir a algunos el gesto de generosidad suprema del perdón.<br />

Fuera de ella, yo diría que el asunto se presenta muy difícil.<br />

–¿Cómo ven las nuevas generaciones a ETA? ¿Ya no es<br />

una amenaza para el País Vasco? Leí recientemente en un<br />

periódico que los jóvenes están poco informados de lo que pasó<br />

en las calles por las que ellos ahora transitan con tranquilidad.<br />

–Dentro de la sociedad vasca, ¿ahora qué lugar ocupan<br />

las víctimas de ETA y sus familiares? Las víctimas estorban.<br />

Elevan sus reclamos de justicia, acusan y reprochan, traen<br />

recuerdos de épocas nada gloriosas, se las identifica con el<br />

dolor y la pena. No faltan quienes las consideren un obstáculo<br />

para la paz; para una paz basada, claro está, en la impunidad y<br />

el olvido calculado.<br />

–Mientras escribía la novela, ¿tenía algún modelo de<br />

lector en mente? ¿Le preocupaba la recepción que podía<br />

llegar a tener el libro a ambos lados de la grieta? Lo<br />

único que me preocupaba durante el tiempo de escritura era<br />

fracasar en el plano literario e incurrir en alguna afirmación,<br />

escena, pasaje, que pudiera ofender a los que sufrieron.<br />

–El éxito de Patria trascendió las fronteras de su país,<br />

de hecho, en Argentina ya agotó una primera edición.<br />

¿Imaginaba que algo así podía pasar? No. Abrigaba las<br />

ilusiones habituales del escritor que hace público el resultado<br />

de su esmero; pero en modo alguno sospeché que mi novela<br />

habría de recibir tamaña atención de la crítica y los lectores.<br />

–Después de un libro tan intenso, ¿cómo continúa su<br />

proyecto literario? Patria me ha apartado del escritorio más<br />

tiempo de lo aceptable; pero pronto volveré a mi soledad<br />

querida y me consagraré como de costumbre a un nuevo<br />

proyecto. Está decidido. El próximo mes de junio echaré a<br />

andar hacia un nuevo horizonte creativo, regresaré a mi<br />

incertidumbre y mis dudas cotidianas. y con un poco de suerte<br />

y la ayuda inestimable de la paciencia, la salud y el tiempo, tal<br />

vez llegue algún día al final de una nueva obra<br />

82<br />

83


Tema de tapa<br />

seis<br />

ADONDE VAMOS<br />

NO NECESITAMOS LA VERDAD<br />

POR Emilia Simison*<br />

presiones, descubiertas por Ernest A.<br />

Haggard y Kenneth S. Isaacs, son<br />

expresiones faciales momentáneas e involuntarias<br />

que se producen de acuerdo<br />

a nuestras emociones y que, a diferencia<br />

de otros gestos, son difíciles de esconder<br />

y/o fingir. Lo interesante al momento de<br />

detectar una mentira, entonces, es que<br />

estas microexpresiones no necesariamente<br />

coinciden con las expresiones faciales<br />

intencionales de quién habla y es en esta<br />

discrepancia donde según Ekman se produce<br />

una “filtración” de las emociones<br />

verdaderas de quien se expresa.<br />

Esta idea de que podemos aprender<br />

a detectar la mentira por medio de la<br />

observación cuidadosa de los gestos<br />

es bastante atractiva y, de hecho, se ha<br />

aplicado en diversos ámbitos. Un caso<br />

paradigmático es su uso en seguridad<br />

aeroportuaria. Hace casi una década,<br />

la Administración de Seguridad en el<br />

Transporte de los Estados Unidos puso<br />

en actividad el programa de chequeo de<br />

pasajeros por técnicas de observación<br />

(SPOT por sus iniciales en inglés más<br />

juego de palabras) consistente en entrenar<br />

a parte del personal para detectar<br />

comportamiento sospechoso o anómalo<br />

en pasajeros. Otro programa similar, que<br />

recuerda al Minority Report de Philip<br />

K. Dick (o a la película de Tom Cruise,<br />

ustedes decidan) y que también tiene<br />

por nombre un acrónimo con juego de<br />

palabras es la tecnología de chequeo de<br />

atributos futuros, FAST. Similar a SPOT,<br />

pero con ayuda de ciertos elementos<br />

tecnológicos, esta tecnología identifica,<br />

según un informe del Departamento<br />

de Seguridad Interior, individuos con<br />

“malas intenciones” para un segundo<br />

chequeo de manera rápida y objetiva.<br />

Sin embargo, estos programas han<br />

recibido numerosas críticas. Algunos,<br />

afirman que se podrían alcanzar similares<br />

resultados tirando una moneda,<br />

otros, que renombraron a FAST como<br />

tecnología de chequeo de atributos<br />

fascista, expresan preocupación por posibles<br />

violaciones a la privacidad. Otros,<br />

por su parte, critican los estudios en que<br />

se basan, donde se les pide a voluntarios<br />

que finjan ciertas actitudes durante las<br />

pruebas y entrenamiento. Después de<br />

todo, si las microexpresiones son involuntarias<br />

tampoco deberían ser fáciles de<br />

imitar. ¿O sí?<br />

Al comparar famosas mentiras de<br />

políticos de todos los tiempos podemos<br />

ver que, como el resto de las personas,<br />

algunos mienten mejor que otros. Lejos<br />

de ser simplemente un don, aunque eso<br />

también definitivamente ayuda, parece<br />

que se puede aprender a mentir o, al<br />

menos, a controlar lo que se comunica<br />

con los gestos. Así, por ejemplo, los<br />

años de distancia parecen haberles dado<br />

cierta ventaja a los legisladores estadounidenses<br />

John Edwards y Anthony<br />

Weiner frente a Bill Clinton al<br />

momento de mentir respecto de sus<br />

escándalos sexuales. De manera similar,<br />

muchos atribuyen parte del éxito político<br />

de Putin a las enseñanzas del experto en<br />

lenguaje corporal Allan Pease, autor<br />

de best sellers como Lenguaje corporal.<br />

Pease conoció a Putin cuando este era<br />

asistente del alcalde de San Petersburgo<br />

y cuenta, en una entrevista publicada<br />

el 14 de enero de 2014 en el Moscow<br />

Times, haberle enseñado a “parecer más<br />

amigable en televisión” y evitar gestos<br />

agresivos, usuales en los políticos de la<br />

era soviética como recordarán todos los<br />

que hayan visto a Nikita Jruschov<br />

golpeando la mesa con un zapato. Sin<br />

Todos mentimos de vez en cuando. Le<br />

podemos decir “mentira piadosa”, “omisión<br />

de información”, “exageración”, o<br />

como nos suene más bonito, pero de vez<br />

en cuando, mentimos. La mentira es<br />

parte de todas nuestras vidas y, desde ya,<br />

los políticos no son una excepción. Allá<br />

lejos y hace tiempo, nuestro viejo amigo<br />

Niccolò Machiavelli escribía que,<br />

aunque sea muy loable mantener la palabra<br />

dada, “la experiencia muestra que<br />

quienes han hecho grandes cosas han<br />

sido aquellos príncipes que han tenido<br />

pocos miramientos hacia sus propias<br />

promesas y han sabido burlar con astucia<br />

el ingenio de los hombres”. Esto y el<br />

hecho de que “quien engañe, encontrará<br />

siempre quien se deje engañar” nos<br />

lleva a preguntamos cómo hacer para<br />

distinguir cuándo nos mienten. Así, por<br />

ejemplo, proliferan grupos dedicados a<br />

chequear las afirmaciones de los políticos<br />

y figuras públicas como PolitiFact en<br />

Estados Unidos y Chequeado por estos<br />

pagos. Sin embargo, ¿qué hacemos si<br />

no tenemos información o tiempo para<br />

chequear lo que nos dicen?<br />

Una posibilidad es observar el lenguaje<br />

no verbal de quien habla. La idea no es<br />

para nada nueva y hay evidencia de que<br />

venimos usándola consciente o inconscientemente<br />

desde tiempos inmemoriaembargo,<br />

Pease no intenta llevarse todo<br />

el crédito y afirma que, como ex espía de<br />

la KGB, Putin tiene “una preparación y<br />

un talento especiales”. Además, resalta<br />

entre sus gestos la denominada “cara<br />

soviética”, típica en los países de la ex<br />

URSS, que hace que, en lugar de sonreír,<br />

se aprieten los labios y frunza el ceño al<br />

saludar y que, según Pease, tiene el objetivo<br />

de enmascarar los sentimientos.<br />

Sin embargo, un rostro sin gestos también<br />

puede hacernos desconfiar. Investigadores<br />

del grupo de robots personales<br />

del Media Lab del Instituto Tecnológico<br />

de Massachusetts (MIT), encabezado<br />

por Cynthia Breazeal, y cuna del<br />

famoso Kismet y el reciente fenómeno<br />

web Nexi, buscan desarrollar robots con<br />

los que la gente pueda relacionarse mejor.<br />

Para esto, la clave parece justamente<br />

ser que puedan realizar gestos y entender<br />

los gestos que observan. Llamativamente,<br />

una vez que los robots adquieren<br />

esa posibilidad, reaccionamos a ellos de<br />

manera similar a como reaccionamos<br />

con otros seres humanos. Por ejemplo,<br />

somos menos propensos a dejar solo a<br />

un robot que expresa tristeza y nuestros<br />

niveles de confianza hacia ellos se ven<br />

afectados por el mismo tipo de gestos<br />

que afectan nuestro nivel de confianza<br />

hacia otras personas. Viendo el mismo<br />

fenómeno desde otro punto de vista,<br />

es importante recordar la sensación de<br />

complicidad que pueden darnos ciertos<br />

gestos, sensación en que se basa en<br />

gran medida el éxito de la serie House<br />

of Cards (en su versión estadounidense<br />

pero aún más en la original británica).<br />

Además, ni siquiera Putin parece estar<br />

a salvo del sobreanálisis de cada video,<br />

foto y fotograma y es que, además,<br />

una foto sacada en el momento justo<br />

puede capturar ese segundo en que una<br />

microexpresión nos delata. Con Putin<br />

lo podemos ver cuando se enfrentó a la<br />

pregunta sobre si considera que le cabe<br />

el término de zar. Para otro ejemplo con<br />

gran repercusión mediática recordemos<br />

las dudas en la cara de Justin Trudeau<br />

en la foto previa a su apretón de manos<br />

con Donald J. Trump. ¡Y ni que hablar<br />

de toda la secuencia popularmente titulada<br />

“nadie está a salvo de que el primer<br />

les. Sin embargo, hasta no hace tanto su<br />

uso estaba limitado a las interacciones<br />

cara a cara y, por lo tanto, los políticos podían<br />

muchas veces escapar a este tipo de<br />

escrutinio. Hoy en día, en cambio, cada<br />

acción, gesto y palabra de un político<br />

es registrada en foto y video y, además,<br />

compartido al instante. Así, por ejemplo,<br />

podemos encontrar en segundos varios<br />

análisis sobre un apretón de manos entre<br />

Barack Obama y Vladimir Putin y,<br />

por si nuestra desconfianza alcanza también<br />

a los analistas, el video desde varios<br />

ángulos para estudiarlo nosotros mismos.<br />

¿Cuánto es, entonces, lo que podemos<br />

aprender de los gestos?<br />

Si alguno vio la serie Lie to me recordará,<br />

no solo cómo el doctor Cal Lightman y<br />

su equipo podían detectar las mentiras<br />

hasta en el discurso del más hábil de los<br />

mentirosos, sino también los montajes<br />

que ilustraban momentos de la serie con<br />

fotos de gente famosa, principalmente<br />

políticos, usando los mismos gestos<br />

delatores. Lo que quizás no todos sepan<br />

es que la serie se basa en el trabajo de<br />

Paul Ekman y su equipo. Según sus<br />

investigaciones, publicadas en libros<br />

como Desenmascarando el rostro, existen<br />

ciertas “microexpresiones” faciales de<br />

carácter universal que pueden utilizarse<br />

para detectar las mentiras. Las microexministro<br />

le robe la chica” que lo tiene<br />

como protagonista!<br />

Sin embargo, vale la pena preguntarnos<br />

si el interés por los gestos se basa solo en<br />

un interés por la verdad y, lo que es más,<br />

si la sinceridad sigue siendo (o alguna vez<br />

fue) un atributo que valoremos en un político.<br />

Una posible respuesta se encuentra<br />

en el artículo sobre el mundo “Post<br />

Verdad” publicado el año pasado en The<br />

Economist. Según el artículo, si bien la<br />

deshonestidad no es nueva en la política,<br />

la forma en que muchos políticos hoy<br />

usan la mentira parece serlo. Tomando<br />

como ejemplo a Trump, sus acusaciones<br />

infundadas y su uso extendido de la<br />

expresión “la gente está diciendo que”,<br />

señala que al hablar muchos políticos no<br />

parecen preocuparse por la verdad sino<br />

solo por conseguir votos. La contrapartida<br />

sería que la gente no busca la verdad<br />

sino que acepta la información a la que<br />

está expuesta, pensando que la información<br />

familiar es correcta y eligiendo<br />

datos que respalden sus opiniones. A esta<br />

tendencia, además, se le habrían sumado<br />

recientemente otros dos factores. El<br />

primero es un continuo cuestionamiento<br />

y denigración a la comunidad científica<br />

y el segundo la selección homofílica en<br />

las redes sociales por la cual gente que<br />

piensa similar tiende a agruparse. Este<br />

comportamiento, asimismo, se ve ayudado<br />

por lo que el activista Eli Pariser ha<br />

denominado el “filtro burbuja” derivado<br />

del hecho de que Google, Facebook y<br />

compañía nos ofrecen resultados personalizados<br />

que pueden mantenernos lejos<br />

de visiones que nos contradigan. Como<br />

consecuencia, y aunque contemos con<br />

más información que nunca, no parece<br />

que tengamos incentivos para ocupar<br />

nuestro tiempo en buscar la verdad. Para<br />

peor, un estudio publicado por la Sociedad<br />

Real británica muestra que el hecho<br />

de tener información que desmienta a<br />

un político puede hacernos cambiar de<br />

opinión sobre el hecho pero no afecta<br />

nuestra opinión sobre el candidato o<br />

nuestra probabilidad de votarlo. ¿Será,<br />

entonces, que adonde vamos no necesitamos<br />

la verdad?<br />

*Magister en Ciencia Política (UBA-UTDT).<br />

84<br />

85


Entrevista<br />

quince<br />

José Muñoz:<br />

La historieta como refugio<br />

José Muñoz habla con admiración de Héctor Oesterheld,<br />

uno de los guionistas de lujo con quien trabajó, y en un momento<br />

expresa: “No era un aniconeto, que es algo que no suena<br />

bien pero que expresa con precisión una idea”. Cuando se<br />

le pregunta cuál es esa idea que expresa ese particular término<br />

que “no suena bien”, se ríe y aclara: “¡Ah, por supuesto!, el<br />

aniconeto es un analfabeto en imágenes”. La confusión es natural,<br />

toda vez que Muñoz lleva viviendo en Italia desde hace<br />

casi treinta años y las lenguas se confunden, aunque confiesa<br />

que nunca deja de sentir a Buenos Aires: “Esta ciudad es una<br />

gran narración y en esa narración yo nací. Buenos Aires es una<br />

POR Christian Kupchik<br />

especie de colección de almas que vivieron, crearon, rieron y<br />

sufrieron, un alma colectiva que baila viajando por estas luces<br />

que me enceguecen, que entreveo parpadeando y que importa<br />

poco si todo esto es cierto o no”.<br />

Esta voz que parece tanguera pertenece a uno de los principales<br />

referentes en el mundo del dibujo actual, y que encontró<br />

en Carlos Sampayo al socio ideal para dar vida a Alack<br />

Sinner, un detective duro, heredero de Chandler, que lo<br />

consagró internacionalmente. La edición completa de sus<br />

aventuras (Edhasa, más de <strong>70</strong>0 páginas), lo trajeron de vuelta<br />

a esta ciudad que identifica entre parpadeos.<br />

–Estudió en la mítica Escuela Panamericana de Arte<br />

con destacados profesionales como Hugo Pratt y Alberto<br />

Breccia, entre otros… Exactamente, y por lo tanto soy,<br />

como suele afirmar cierta jerga economicista, un producto<br />

derivado de aquella excelencia. Yo era muy chico, vivía en<br />

Hurlingham y viajar hasta el centro era toda una aventura. La<br />

Escuela estaba en Paraná al 600, en un departamento de dos<br />

ambientes. Yo devoraba el Misterix, recién había aparecido el<br />

Sargento Kirk y estaba obsesionado con Pratt. Quería tener<br />

clases con él y nadie más. Estoy hablando de los años 1952<br />

o 1953… Llegué y, en ese departamento minúsculo, me lo<br />

encontré: vestía una camisa blanca, bien planchada. Parecía<br />

un jinete que acababa de dejar el caballo en la calle Paraná.<br />

Lo reconocí de inmediato, porque lo había visto en una foto<br />

dibujando y se me había grabado en la memoria. Era un<br />

espectáculo cada línea de ese hombre, incluso las no logradas.<br />

Estaba despotricando contra el dibujo de alguno de sus<br />

discípulos, todo blanco, con algunas venas rojas surcándole el<br />

rostro. Era una aparición furiosa, pero, a la vez, bien parecido<br />

el muchacho, un lindo pibe… Y yo paraba la oreja para ver<br />

qué decía. Entonces me dieron dos noticias a la vez que me sacudieron:<br />

la primera era que Pratt no seguiría dando clases. La<br />

segunda era que sería reemplazado por Alberto Breccia.<br />

Ahí sí que se justificaba el dicho “suerte para la desgracia”.<br />

Y además, simultáneamente, teníamos nenes como Roux,<br />

Solano y otros monstruos de un talento enorme.<br />

En medio de eso, como peludo de regalo, caí yo. Sé muy bien<br />

que lo que hago es algo valioso y se lo debo por completo<br />

a esos gigantes que me enseñaron a explotar algo que tenía<br />

adentro y yo no sabía.<br />

–¿En ese momento consumía más cómic que literatura?<br />

Sí, más revistas de historietas. Leía también novelas,<br />

sobre todo las de aventuras que publicaba la colección Robin<br />

Hood, como El último de los mohicanos de Fenimore<br />

Cooper, pero mi entusiasmo estaba más volcado hacia el<br />

dibujo que hacia la palabra.<br />

–¿Y cómo se mezcla Alack Sinner, un personaje netamente<br />

deudor de la novela negra norteamericana<br />

aunque con toques tangueros, con el mundo marginal<br />

que sostenía la revista española El Víbora? Bueno, nos<br />

aceptaron. Algunos nos miraban con cierta sospecha, porque<br />

no pertenecíamos a la tribu algo endogámica que formaban,<br />

pero, sobre todo, creo que se privilegió el respeto mutuo. En<br />

ese momento Sampayo y yo éramos publicados por un excelente<br />

grupo de gente en Milán, otro extraordinario grupo en<br />

París comandado por Georges Wolinski, asesinado a tiros<br />

en el atentado contra Charlie Hebdo, y también colaborábamos<br />

con las italianas Alterlinus y con Frigidaire, que eran<br />

más vanguardistas, y ahí caímos en El Víbora. Era un riesgo.<br />

Ciertas cosas que se celebraban en Barcelona no se entendían<br />

en París y viceversa. Pero en todos los medios donde<br />

publicábamos latía cierta efervescencia y esa misma efervescencia,<br />

aunque más salvaje, hizo que surgiera de modo<br />

natural Sudor sudaca.<br />

–Cuando arrancaron a hacer Alack Sinner no conocían<br />

los Estados Unidos… No, ninguno de los dos. Fuimos por<br />

primera vez en 1981. Ahí se dio una carambola al menos<br />

a tres bandas. Buenos Aires se emitió en nosotros y nosotros<br />

emitíamos en Europa lo que nos impresionaba de los<br />

estadounidenses, ya sea para el elogio o para la crítica. Art<br />

Spiegelmann nos decía: “Pero Uds. crearon una Nueva<br />

York más auténtica que la real. Es increíble…” Y estoy de<br />

acuerdo. ¿Por qué? Porque sobreexcitados por la excelencia<br />

narrativa de ese país, cantamos nuestra canción a partir del<br />

cosmopolitismo creativo que había sido inoculado en nuestro<br />

ADN cultural a través de la historieta, el cine, la literatura, la<br />

música… Procesamos todo eso y lo devolvimos a los nativos<br />

sin los vicios de haber tenido que vivir allí.<br />

–¿Cómo definiría Alack Sinner? En principio diría que<br />

es un caballero solitario, con ese rostro surgido de mezclar a<br />

Charles Bronson con Steve Mcqueen, melancólico, no<br />

necesariamente cínico aunque no le faltan razones para serlo,<br />

pero no le sale. Responde con claridad al modelo del antihéroe,<br />

porque tampoco cabe otra posibilidad. Es un corazón<br />

inteligente, un tipo que se comporta bien, que se entretiene<br />

resolviendo entuertos en su primera época detectivesca y luego<br />

trata de ayudar a quien le pasa cerca. Pero si tengo que decir la<br />

verdad, Alack somos nosotros. Es una autobiografía de pareja<br />

pensante, emigrada. Éramos clandestinos en Europa y él nos<br />

sostuvo y acompañó en aquellos años oscuros, nos ayudó a<br />

soportar lo que estaba sucediendo en Argentina, nos hizo permanecer<br />

vivos y sobrevivir ética, política y económicamente.<br />

–En esta última etapa trabajó ilustrando clásicos<br />

literarios, como “El perseguidor” de Cortázar, Cuatro<br />

cuartetos de Eliot o El extranjero de Camus. ¿Cómo<br />

se dio ese cambio y cómo se siente con él? Sí, eso se dio<br />

en los últimos seis o siete años. Salvo en el caso de Eliot,<br />

los otros, Cortázar, Camus, Quiroga, incluso, fueron<br />

importantes en mi formación, habían abierto puertas de luz y<br />

comprensión en mi interior. En cierto modo, fue como trabajar<br />

con amigos a los que no conocía personalmente. Cortázar<br />

y Camus particularmente entraban y salían de forma constante<br />

en mi mundo, por las calles de Milán donde vivo, en<br />

las conversaciones con Sampayo. En última instancia somos<br />

consecuencias, productos derivados de lo que hemos leído<br />

y visto. De modo que recurrir a ellos fue entrar a la cocina<br />

central de nuestra imaginación.<br />

–¿Cómo entiende la función de la historieta? A veces<br />

la historieta se vuelve un refugio para poder sublimar las<br />

contribuciones intolerables que te trae la historia, que nos<br />

ha quitado alguna que otra esperanza, pero no toda. Obviamente,<br />

canalizamos nuestros temores, dudas y certezas ante<br />

cada acontecimiento. La historieta sirve para controlar los<br />

desvaríos de la historia<br />

86<br />

87


Reseña<br />

dos<br />

LUCAS NINE<br />

El escritor<br />

como espejo<br />

POR Nancy Giampaolo<br />

En lo que podría considerarse como la humorada máxima<br />

del peronismo, Jorge Luis Borges fue transferido en<br />

1946 de su cargo en la Biblioteca Miguel Cané a la función<br />

de “Inspector de aves de corral”. Borges inspector de aves,<br />

la historieta escrita y dibujada por Lucas Nine, toma ese<br />

episodio como base para componer una ficción inequívocamente<br />

argentina. Prodigiosa en lo gráfico –un blanco y negro<br />

casi violento resalta las figuras en eterno movimiento propias<br />

de Nine–, la acción se ubica en un Buenos Aires lunar al<br />

que aún le sientan bien las tramas policiales. Con un pucho<br />

en la boca y una agilidad con la que ni soñó en su vida real,<br />

la estrella irreemplazable de nuestras letras desciende a los<br />

submundos avícolo-burocráticos para relatarnos sus aventuras<br />

en un lenguaje que parodia con inteligencia el inconfundible<br />

tono borgeano. Es en este relato donde el autor de historieta<br />

deja paso al escritor a secas. El contenido de los globitos<br />

mantiene un tempo sostenido de comedia, pero destroza la<br />

idea bastante instalada de que la novela gráfica para adultos<br />

maneja un léxico reducido, tocando temas “duros” o recurriendo<br />

a lo autorreferencial. El Borges de Nine le pone el<br />

cuerpo al territorio que lo circunda, pero no puede parar de<br />

analizarlo a pura palabra, en una suerte de crónica en vivo de<br />

las aventuras absurdas que enfrenta. Aunque hace de todo,<br />

tanto física –corre, salta, se embarca en impactantes peleas<br />

que tienen algo de Manga– como verbalmente –se desgrana<br />

en metáforas–, su actitud básica es nula en grandilocuencias y<br />

tiene algo de ángel caído. Ha descendido al plano de los simples<br />

mortales donde, lejos de cualquier engrandecimiento, es<br />

objeto de persecuciones ridículas –como una en el colectivo<br />

60, Constitución-Tigre, disfrazado de pollo– sin dejar por eso<br />

de ser consciente de su papel de renegado, de exiliado de un<br />

mundo mejor. En ese contraste, en ese “saberse” un poco<br />

superior al resto, en esas burlas que dedica a sus pares del<br />

oficio, la ligan desde Gombrowicz hasta Sábato, se ubica<br />

lo más fatalmente argentino de un libro que insinúa que la<br />

mirada entre cruel e ingenua de su protagonista puede ser<br />

también una pudorosa manera de encubrir la piedad.<br />

El parque Japonés, los bares del bajo, un pingüino de vino,<br />

un sifón, una morocha culona y otros motivos visuales<br />

elegidos por Nine también interpelan muy directamente al<br />

lector local. Lo mismo hacen los personajes secundarios<br />

ficticios, como el argentino a más no poder detective Falcone,<br />

o ficcionalizados, como Xul Solar, Oliverio Girondo o<br />

Nora Lange. La locura, los egos, el amor platónico y otros<br />

temas propician enormes placeres visuales y conectan con<br />

distintos tipos de sensibilidades. Lo mismo ocurre con el<br />

lenguaje: Nine se regodea plantando a nuestro tótem literario<br />

de cara al mundo, para lanzarle una frase que resume el<br />

espíritu de este libro: “Georgie las pelotas”<br />

89


Arte<br />

YVES KLEIN:<br />

El artista de<br />

la sensibilidad<br />

inmaterial<br />

POR Mónica Tracey<br />

Acción artística “Antropometrías de la época azul”, Galerie Internationale d'Art<br />

Contemporain, Paris, 9 de me marzo de 1960<br />

©Yves Klein, Adagp, París / SAVA, Buenos Aires, 2016<br />

La muestra de YVES KLEIN que se exhibe en Proa hasta el 31 de julio reúne 76 obras y alrededor<br />

de 100 documentos. Recorrerla con detenimiento, escuchar la voz de Klein, ver los videos de sus<br />

performances, leer sus escritos, abren la puerta a una experiencia conceptual y espiritual que,<br />

incluyendo la estética, la excede<br />

Cuerpos como pinceles, un azul único, una música que implora<br />

silencio, una apuesta artística y espiritual que tiñe todo<br />

lo que toca, y eso, en un arco que recorre apenas siete años<br />

de una brevísima vida que concluyó a los 34 y dejó, además<br />

de una obra, una huella en ese extraño camino que cimenta<br />

la construcción de una nueva mirada.<br />

Cuando las vanguardias que iniciaron el siglo XX dando un<br />

giro completo sobre el arte y la mirada sobre el arte ya eran<br />

clásicos, una nueva oleada de artistas llegó para expandir<br />

aquella iniciación y poner en juego, a otros niveles, la propia<br />

definición de arte. Uno de ellos fue Yves Klein, cuya obra,<br />

disparada en múltiples sentidos, estampa su huella entre<br />

1954 y 1962, en pintura, escultura, performance, fotografía,<br />

música, arquitectura, proyectos de teatro, danza y cine. En su<br />

concepción del arte, el objeto material daba paso a una sensibilidad<br />

inmaterial imbuida de un sentido de espiritualidad.<br />

Y ahí radica la desmesura de su búsqueda que se propone<br />

repensar el mundo en términos estéticos y espirituales.<br />

En la muestra se pueden ver sus primeras pinturas monocromáticas,<br />

una de las cuales le valió el rechazo del Salon<br />

des Réalités Nouvelles, en 1955. Pintando una superficie<br />

de un solo color, en ese caso naranja mate, Klein pretendía<br />

producir una cierta sensibilidad en el espectador. El jurado<br />

le sugirió que para ser aceptado le agregara otro color, una<br />

línea, algo. El artista recién iniciado ya sabía que buscaba<br />

otra cosa. Poco después, logró un azul que pasaría a impregnar<br />

gran parte de su obra. Para resguardar su composición<br />

química, patentó ese color único que desde entonces es<br />

conocido como International Klein Blue –IKB–. En Proa se<br />

puede ver una gran piscina con ese azul brillante y profundo<br />

que efectivamente produce un impacto en quien lo contempla.<br />

También están sus esponjas impregnadas de ese color,<br />

sus cuadros monocromos en su azul ultramar y sus “Antropometrías”,<br />

telas en las que los cuerpos de las modelos pintados<br />

dejaron sus huellas. Un video muestra la ceremonia de<br />

realización de esos cuadros: mientras una orquesta ejecuta la<br />

Sinfonía monótona, creada también por Klein, que consiste<br />

en el sonido de un acorde sostenido durante veinte minutos<br />

seguido de veinte minutos de silencio, tres modelos desnudas<br />

se cubren de pintura azul IKB y se apoyan sobre papeles<br />

blancos instalados en las paredes y el suelo.<br />

Allí están también sus cuadros hechos con fuego y huellas<br />

de esos “pinceles vivos” que eran los cuerpos de sus modelos<br />

pintados. La emoción estética de estas obras es, sin embargo,<br />

solo una parte de su apuesta. “Me doy cuenta de que mis<br />

cuadros no son más que las ‘cenizas’ de mi arte”, decía.<br />

Por eso, su obra plástica tangible está acompañada de escritura<br />

y de múltiples gestos, como el Salto al vacío, un montaje<br />

fotográfico que muestra a Klein arrojándose desde un balcón,<br />

imagen que se volvió icónica. Luego vendría la ceremonia<br />

ritual de la venta de una obra inmaterial. Junto al Sena y en<br />

presencia del director de un museo, Klein entrega un recibo al<br />

comprador que le paga con lingotes de oro. La mitad de esos<br />

lingotes son arrojados al río, como tributo a la naturaleza, y el<br />

recibo se prende fuego. Solo quedan las imágenes fotográficas<br />

de la transacción que ilustran los pasos seguidos de acuerdo a<br />

reglas rituales establecidas por el artista. La obra de sensibilidad<br />

inmaterial se convierte en otro gesto que genera un vacío.<br />

Curiosamente, lo sustancial de la formación de Klein, que<br />

marcó su búsqueda de espiritualidad, no provino tanto de las<br />

artes plásticas sino de la práctica del Judo y de su inmersión<br />

en la filosofía oriental y el Rosacrucismo. Si bien se crió en un<br />

medio artístico, sus padres eran pintores –el padre, figurativo;<br />

y la madre, abstracta–, fue su práctica de Judo lo que lo<br />

llevó primero a estudiar en la “Escuela Nacional de Lenguas<br />

Orientales” y luego al Japón, donde llegó a ser cuarto dan en<br />

Judo, grado máximo otorgado a los europeos. Tanto la práctica<br />

del judo como las ideas de filosofía oriental y de la Orden<br />

de los Rosacruces, a las que adhirió, estuvieron en la raíz de<br />

su pensamiento artístico.<br />

Como tantos artistas, Klein puede ser visto como un mistificador.<br />

El secreto está en ver o no ver, sentir o no sentir<br />

su apuesta. “Algunas personas percibieron solo el exterior<br />

de su enfoque, su sentido de lo espectacular; no obstante<br />

él hacía de la sinceridad el elemento esencial de su obra”,<br />

dice Rotraut Uecker Klein, viuda del artista y actual esposa<br />

de Daniel Moquay, curador de la muestra de Proa, ambos<br />

responsables de los Archivos Klein. Hay quienes no pueden<br />

ver más que un chiste, una impostura, en sus transacciones<br />

comerciales de una obra inmaterial. Quienes pueden ver allí<br />

una concepción, la puesta en obra de un vacío, reconocen<br />

en Klein a uno de esos artistas que abrió algo, que dio un<br />

paso en esos raros caminos que llevan a cambiar la mirada, la<br />

sensibilidad. Sin darnos cuenta, nuestra mirada ha ido cambiando<br />

y frente a una obra de arte percibimos sensaciones,<br />

pensamientos, que tiempo atrás sencillamente no nos hubiera<br />

sido posible sentir. Klein, con tantos otros, fue uno de los<br />

forjadores de ese nuevo reino<br />

90<br />

91


MUSEOS<br />

del mundo<br />

Circos y payasos,<br />

un museo sin paredes<br />

POR Martín Garrido<br />

La idea de un museo no viene sola. Está asociada al prestigio<br />

de grandes nombres, desde el Louvre al Hermitage o las<br />

Bellas Artes globalizadas, y anclada en un tiempo clásico e<br />

inmóvil. Son descendientes del respeto a la memoria de lo<br />

valioso en curiosidades, joyas u objetos de arte.<br />

Luego, sin perder esa línea aceptada, se fueron transformando<br />

en museos de carácter institucional público o privado.<br />

En un tiempo tan diferente como el nuestro, que podríamos<br />

calificar de “líquido”, “móvil” o “cambiante”, las cosas tienden<br />

a no ser lo que eran.<br />

El mundo del silencio y del gesto tiene otra manera de expresarse<br />

a través de los espectáculos. No surgen museos dedicados<br />

a este arte, pero los podemos inventar a nuestro antojo.<br />

Por ejemplo, en los circos que saltan de las carpas al mundo<br />

o que generan sus escuelas como el École Internationale de<br />

Mimodrame creado por Marcel Marceau (1923-2007) en<br />

las afueras de París o el Cirque du Soleil, que surgió en 1984<br />

a partir de artistas callejeros en Quebec, que pasaban la gorra<br />

para recibir un dinero al paso igual que los malabaristas de<br />

nuestra avenida 9 de Julio o con las funciones que proliferan<br />

como “gratuitas” sostenidas por la generosidad espontánea.<br />

Célebres o menos conocidos, se mantienen las dinastías de grandes<br />

clowns que siguen a su modo las películas mudas universales<br />

de Chaplin o Buster Keaton. O con raíces en su pasado en<br />

la Commedia dell’Arte del siglo XVI en Italia con Goldoni que<br />

llega hasta Darío Fo o alimenta la fama de ropas y máscaras<br />

del Carnaval de Venecia, que desbordó límites, llegando hasta<br />

Shakespeare, Moliére o Lope De Vega.<br />

Lo hemos visto con el genial Oleg Popov (1930-2016),<br />

cuando nos visitó el Circo de Moscú en cuya escuela se había<br />

formado como equilibrista, para nosotros inolvidable con<br />

su peluca naranja, gorra a cuadros y nariz roja como “Pepe”<br />

Marrone o la familia de los Colombaioni, que en Roma<br />

era tan exitosa desde siempre como al pasar por nuestro Teatro<br />

San Martín, y que habían trabajado en la antología que<br />

Federico Fellini le dedicó en 19<strong>70</strong> a los payasos.<br />

La televisión también multiplica el disfrute de un museo en<br />

pantalla con intérpretes tan apreciados como los españoles<br />

Gaby, Fofó y Miliki o nuestro Carlitos Balá, quien, a<br />

los 91 años, se sigue preguntando qué gusto tiene la sal o el<br />

proyecto de la gallina Turuleca, que se truncó por el fallecimiento<br />

de Manolo García Ferré.<br />

Vía satélite tenemos una videoteca más que actualizada sobre<br />

este museo sin paredes. En las Olimpíadas de Pekin (2008)<br />

actuó el circo de Chengdu, el mayor de China. En New York<br />

tienen su Big Apple. En Buenos Aires, Fuerza Bruta alterna<br />

sus presentaciones con otro elenco en el mundo.<br />

Tenemos una tradición muy rica y la podemos seguir en los libros<br />

y fotografías de archivo en las bibliotecas. Desde el payaso<br />

inglés, Frank Brown (1858-1943,) que hizo reír a Sarmiento<br />

y a Pellegrini hasta el Circo Criollo de los Hermanos Podestá<br />

y su antológico Pepino el 88 y su hablar en Cocoliche<br />

Información útil<br />

En cualquier ciudad del mundo se recomienda asistir a un espectáculo<br />

de mimos o circos sin animales. En Buenos Aires, además, tenemos<br />

una manzana del BA Polo Circo creado en el 2008 en Garay 2051 y<br />

Combate de los Pozos con visita de elencos locales y extranjeros.<br />

93


Turismo<br />

internacional<br />

Estrasburgo,<br />

la sinfonía del silencio<br />

POR Horacio de Dios<br />

No hace falta hablar en francés ni en alemán, tampoco en<br />

alsaciano o en los dialectos regionales. Basta con hacerle caso<br />

a Marcel Marceau, que nació en Estrasburgo, para oír la<br />

Sinfonía del Silencio. Sin una sola palabra, al estilo de uno de<br />

sus hijos más ilustres (1923-2007) accederemos a respetar los<br />

símbolos de los valores más altos de la civilización: la paz y la<br />

aceptación del diferente.<br />

Celtas, romanos, Hunos y otros: todos europeos<br />

En una estrecha franja, mucho más pequeña que el territorio<br />

de nuestras provincias de Misiones o Tucumán, Alsacia ha sido<br />

la esquina más peligrosa de Francia y Alemania. Sobre la parte<br />

baja del Rin, el río mas transitado de Europa, la historia dejó<br />

su huella de 20 siglos. Abreviando, pasamos desde la prehistoria<br />

en la sucesión de Celtas, que le dieron nombre al Rin<br />

llamándolo “fluir”, a la llegada de los romanos, que lo dieron<br />

por límite de su Imperio. Siguieron las invasiones de los Hunos<br />

de Atila y de varios concurrentes bárbaros hasta iniciado el<br />

período más dramático reciente, con la soberanía alternada de<br />

Francia y Alemania, que implicó un final feliz porque la ciudad<br />

aloja el Parlamento de la comunidad donde 751 diputados<br />

intentan hacer realidad la convivencia europea. La idea de los<br />

cuatro grandes estadistas que le dan nombre a calles del Barrio<br />

Europeo de Estrasburgo: Robert Schuman, Jean Monet,<br />

Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi.<br />

Desde París al pasado y presente en solo dos horas<br />

Una buena manera de comenzar la recorrida y, sobre todo, lo<br />

que significa la visita es seguir el camino inverso de Marceau<br />

y volver desde París a su tierra natal. Con el TGV, tren de<br />

alta velocidad, llegamos desde el Gare del Este en dos horas<br />

y 21 minutos a la moderna estación central de Estrasburgo<br />

que parece un plato volador –o un Zeppelin– con sus vidrios<br />

abovedados que conservan su interior de 1883. Un diseño<br />

emparentado con la terminal ferroviaria de Alexanderplats,<br />

en Berlin, que no es casual porque ejemplifica la arquitectura<br />

del Segundo Imperio Alemán, en uno de los traspasos de<br />

soberanía, cuando se consideraba Reichsland.<br />

En 1681 Alsacia pertenecía a la Francia de Luis XIV, el Rey<br />

Sol. Con el resultado de la Guerra Franco– Prusiana (18<strong>70</strong>-71)<br />

pasó al Kaiser Guillermo I y a su canciller de hierro, Otto<br />

Von Bismarck (1815- 1898), como parte del del segundo<br />

Imperio Alemán.<br />

Transcurrieron 49 años hasta el fin de la primera Guerra<br />

Mundial, que la devolvió a Francia.<br />

Con la Blitzkrieg, “guerra relámpago”, de Hitler en 1940<br />

volvió al dominio a manos alemanas hasta la derrota en 1945<br />

y el comienzo de una Europa Comunitaria, que se propuso<br />

terminar con las guerras en el viejo continente.<br />

Vírgenes sabias y necias<br />

El visitante puede seguir la historia a paso de peatón desde<br />

el fascinante Centro Histórico, que está dentro de la isla rodeada<br />

por las aguas del Rin. Su imponente atracción, que se<br />

aprecia a la distancia, es la Catedral que comenzó a construirse<br />

en 1227 y concluyó en 1439 en una simbiosis de gótico y<br />

barroco. Con 142 metros, era la mayor del mundo hasta que<br />

se terminó la Catedral de Colonia, en 1880 con 157 metros.<br />

Los tesoros de la Catedral y el marco que la acompaña son<br />

notables. Como botón de muestra, puede apreciarse el Reloj<br />

Astronómico de dieciocho metros de altura, de 1571, que fue<br />

precedido y mejorado desde el primero que tenía un gallo<br />

autómata –el más antiguo que se conserva en Occidente–.<br />

Entre las riquezas de sus esculturas están las escenas de las<br />

“vírgenes prudentes” al lado del “esposo ideal”. En oposición<br />

están las “vírgenes necias”, que se ofrecen al “Tentador”, que<br />

sostiene la manzana prohibida.<br />

Notre Dame, con la Revolución Francesa, fue saqueada en<br />

1793 y remodelada como “Templo de la Razón”. No fue el único<br />

atropello porque también fue violentado el Jardín Botánico,<br />

orgullo alsaciano, porque quisieron reemplazar los árboles que<br />

creían monárquicos, como los naranjales, por ciruelos plebeyos.<br />

Como ejemplo contrario, durante la primera soberanía<br />

imperial, hubo signos de mayor tolerancia en las costumbres.<br />

Incluso en el Observatorio Astronómico trabajaron juntos<br />

científicos de ambos países. Uno de ellos, el astrónomo francés<br />

Ernest Benjamin Esclangon (1876-1954) en 1933 inventó<br />

el primer servicio telefónico automático de horario hablado, el<br />

antecedente cotidiano de nuestro “113”.<br />

También son una gratificación para los sentidos las excelencias<br />

de la gastronomía de Alsacia. En nuestro paseo encontramos<br />

abundantes tabernas populares, los “winstubs”, ideales para<br />

catar vinos blancos y tintos. Entre ellos, los bienamados Pinot<br />

Blanc y Noir. Y, por supuesto las brasseries, con la cerveza<br />

donde no se presentan diferencias con los vecinos alemanes,<br />

porque las elaboradas allí comenzaron en 1268 y son las más<br />

vendidas en toda Francia, como la Kronenbourg y sus colegas.<br />

Entre sus especialidades, hoy muy polémicas en el mundo<br />

por críticas al maltrato a patos y gansos obligándolos a<br />

engrosar su hígado, está el Foie Gras. Aseguran que fue un<br />

descubrimiento del cocinero Jean Pierre Clausel en 1780<br />

para el gobernador francés Cotades.<br />

En cambio, nadie discute la Tarte Flambee, pasta fina recubierta<br />

de nata, cebolla y chicharrones, que muchos lugares ofrecen<br />

como único plato. Es ideal, además, para cerrar la comida con<br />

los schnaps, aguardientes a base de pera y otras frutas.<br />

Competir es un buen ejemplo<br />

En Alsacia, que pasó varias veces las de Caín, aprendieron<br />

que la guerra no es un buen negocio, que lo mejor es<br />

compartir lo bueno y comenzar de cero ante lo malo. Los<br />

notables museos que tiene Estrasburgo, en monumentales<br />

edificios de varios siglos de ayer a hoy, son una referencia<br />

para cerrar este panorama al paso del placer.<br />

Elijo solo dos de distintas épocas: El Musée Alsacien, instalado<br />

en tres antiguas residencias, fue inaugurado en 1907 durante el<br />

Imperio Alemán pero antes de la llegada de los nazis. De ese período<br />

de los siglos XVIII y XIX recoge la vida tradicional en sus<br />

trajes, costumbres, muebles, artesanías e imaginería religiosa,<br />

católica, protestante y judía. La selección de juguetes es formidable<br />

y brinda modelos en los que se inspiran los que producen<br />

sus réplicas en las tiendas, un posible souvenir para sumar a los<br />

recuerdos que volverán en las fotos de nuestros celulares.<br />

Otro de los preferidos, en un catálogo mayor de lo que podemos<br />

agendar para nuestra visita, es el Musée d’Art Moderne<br />

et Contemporain en el barrio histórico. Posee un moderno<br />

edificio de cristal inaugurado en 1998 frente al canal del Rin.<br />

Las colecciones son estupendas.<br />

Como un fin de fiesta para estos apuntes: un restaurante y un<br />

magnífico café con una terraza panorámica al río<br />

TESTIMONIO PERSONAL<br />

Horacio de Dios<br />

Del Bistro a la Brasserie<br />

o Winstubs con schnaps.<br />

A la hora de comer y tomar nos vienen los mejores recuerdos y<br />

están asociados a lugares que no necesitan traducción, por ejemplo,<br />

las parrillas. En algunos casos no tienen características tan netas,<br />

porque no solo de carne estamos hechos.<br />

Y aquí viene la parte más divertida, porque hablamos y pensamos en<br />

una trattoria sin detenernos en el plato que disfrutamos más allá de<br />

“la pasta”. Lo mismo nos pasa con los Pubs, luego de aceptar que la<br />

cerveza puede no estar fría.<br />

En París, donde hay tantos lugares de comida rápida como en Buenos<br />

Aires o más, no pensamos en un restaurante salvo para una fecha especial<br />

porque pertenecen a la aristocracia gastronómica. Esto ocurre<br />

no solo en Francia. A la hora de pedir una recomendación preguntamos<br />

por el bistró del barrio con el vino de la casa o a la brasserie con<br />

cerveza artesanal, porque eso es lo que significa y está muy de moda.<br />

Al llegar a Estrasburgo descubrimos los Winstubs, que son emporios<br />

gastronómicos sin límites, porque podemos tomar vinos, cervezas,<br />

aguardientes –schnaps– y comer platos alsacianos inolvidables. Porque,<br />

aún en Francia, estamos en la frontera con Alemania y Suiza y a<br />

nadie se le va a ocurrir pedirnos el pasaporte con el menú.<br />

94 95


VIDA GOURMET<br />

POR Mónica Tracey<br />

El mejor<br />

Pinot Noir<br />

del mundo:<br />

un sueño<br />

patagónico<br />

LOS FRASCOS<br />

PARA EL RECUERDO<br />

El nuevo libro de Dolli Irigoyen nos vuelve a ese lugar<br />

entrañable de cocinas, largas mesas de madera y despensas,<br />

que concentraban y prolongaban los sabores de los productos<br />

de estación. “Cuando hay abundancia de frutas, verduras y<br />

hortalizas en las diferentes estaciones del año, hay una sola<br />

forma de preservarlas: convertirlas en mermeladas, dulces,<br />

jaleas, chutneys, pickles y escabeches”, explica la cocinera, y<br />

asegura que ese proceso la conecta con un momento y un lugar<br />

particulares y la transporta a través del tiempo a evocar la<br />

casa de sus abuelos, en el campo, con sus árboles frutales, su<br />

huerta y el camino hacia los dulces y conservas. Frascos está<br />

dedicado a su abuela Teresa Fontaine, la gran iniciadora.<br />

Para los que aún recordamos los frascos boca abajo sobre un<br />

lienzo, esperando el dulce o el escabeche del día, este libro es<br />

una fiesta de la memoria; para los más jóvenes o quienes no<br />

tuvieron esa tradición familiar, será la propuesta para tomar<br />

contacto y reiniciar aquel mundo en que la comida y los<br />

afectos se unían naturalmente y que las recetas familiares se<br />

transferían de grandes a chicos en tardes a pura práctica.<br />

Tratándose de alimentos que se guardan para conservar, el<br />

primer paso es el cuidado de los frascos, cómo esterilizarlos,<br />

y la pasteurización de los dulces. Dolli es muy detallista y<br />

advierte acerca de los posibles signos de una conserva que<br />

por algún motivo dejó de ser apta para su consumo. En cada<br />

receta además, informa cuánto tiempo de conservación tiene<br />

y recomienda poner etiquetas con la fecha de envasado y<br />

límite de consumo.<br />

Claro que hay dulces tradicionales, como el de ciruelas, o<br />

esa maravilla que es el dulce de leche casero, a años luz<br />

de todos los industriales, pero también hay algunos exóticamente<br />

tentadores, como el de ananá a la pimienta, el<br />

de pera y lavanda, o el de zanahoria, naranja y jengibre.<br />

Algunos van acompañados con recetas de postres, tortas y<br />

bizcochos en cuya preparación se incluyen algunos de los<br />

dulces, mermeladas y frutas al natural, como los Pancakes<br />

de ricota con higos en almíbar o las galletas rellenas con<br />

dulce de frutilla y damasco.<br />

El capítulo de las conservas incluye básicos como tomates al<br />

natural, un kétchup sencillo, chutneys, escabeches de hongos<br />

portobellos o de codornices y una variedad de pickles<br />

sorprendentes, de remolacha, de nabo, de hinojo y naranja…<br />

Todo se ve delicioso y no son difíciles de hacer. Lo más<br />

importante es poner atención en los pasos para asegurar que<br />

las conservas se mantengan en buenas condiciones. El plus:<br />

capturar las estaciones del año en la alacena y tener siempre<br />

a mano una delicia casera<br />

Frascos, dulces y conservas<br />

Dolli Irigoyen<br />

Editorial Planeta<br />

Un comienzo de la historia podría ser en 2001 en Nueva York cuando Piero Incisa<br />

Della Rocchetta probó un Pinot Noir de la bodega rionegrina Canale. Pero<br />

nada tiene un solo comienzo. Mucho antes, cuando era niño en Italia, Piero fue<br />

conociendo y admirando a su abuelo, quien forjó un sueño dentro suyo. El abuelo,<br />

el marqués Mario Incisa Della Rocchetta, había hecho un vino para consumo<br />

propio –la primera cosecha fue en 1940–, que primero se convirtió en vino de<br />

culto para los invitados de su noble casa en la Toscana y que la familia, con su<br />

oposición, decidió comercializar en 1968. El Sassicaia es hoy uno de los vinos<br />

más prestigiosos del mundo. Piero mientras tanto crecía degustando vinos y<br />

enamorándose del Pinot Noir.<br />

Cuando el enólogo Hans Vinding-Diers le hizo probar en Nueva York el Pinot Noir<br />

que había elaborado para Canale mientras fue su asesor, el sueño encontró su<br />

primer anclaje. El enólogo era el marido de su prima, la condesa Noemí Marone<br />

De Cinzano. Dos bodegas en el Alto Valle de Río Negro nacían en ese momento.<br />

La de Noemí y su marido, “Noemia”; y la de Piero, “Chacra”. Una junto a otra, en<br />

Mainqué, “un sitio donde se puede hacer un vino que te toca el alma, es uno de los<br />

lugares más mágicos del mundo para elaborar Pinot Noir”, según cuenta Piero.<br />

El proyecto de Chacra se inició en el año 2003. Dos viñedos, uno plantado en<br />

1932 y otro en 1955 pusieron en marcha el sueño. El primer ensayo lo realizó en<br />

2004, en la Bodega Noemia, con 1200 botellas. En 2005, fueron 2400. Ese año<br />

se construye la Bodega Chacra, cuya primera vinificación fue en 2006. A partir<br />

de ahí, todo fue puesto alrededor de la consigna de crecer en calidad y cuidar la<br />

tierra, el medio ambiente. Sus vinos son orgánicos y biodinámicos, una búsqueda<br />

que Piero heredó de su abuelo.<br />

El resultado a poco más de diez años de puesta en marcha son tres Pinot Noir<br />

que ya están posicionados entre los mejores del mundo: el Treinta y Dos, el más<br />

complejo y top de la bodega, hecho con uvas de aquel viñedo de 1932, apenas una<br />

hectárea y media. El Cincuenta y Cinco, hecho con tres hectáreas de 1955. Y el<br />

Barda, con veinte hectáreas de los viñedos más jóvenes, plantados en 1990. En los<br />

puntajes internacionales de mayor prestigio, hace tiempo que pasan los 90 puntos,<br />

llegando el Treinta y Dos a 97 puntos en más de una oportunidad. El Barda fue<br />

elegido por la revista Decanter como uno de los 50 mejores vinos del mundo.<br />

El sueño de lograr en el Valle de Río Negro el mejor Pinot Noir del mundo dio<br />

sus exitosos primeros pasos, un sueño en grande que alimenta una realidad<br />

a su medida<br />

96<br />

97


Cocina<br />

EL<br />

SERVICIO<br />

DEL VINO<br />

En este mundo vertiginoso, es un gesto<br />

de respeto, para uno y para el vino,<br />

tomarse los minutos necesarios para<br />

disfrutar de la ceremonia del servicio<br />

POR Marina García<br />

Todo gourmet que se precie, debería visitar al menos una bodega y un<br />

viñedo. Uno puede tomar cientos de botellas en su vida, pero cuando<br />

tiene la oportunidad de cosechar un cajón de uvas, ver lo incómodo,<br />

lo aleatorio del clima, la cantidad enorme de pasos previos a la botella,<br />

se aprende un respeto distinto, se aprecia la magia.<br />

Parte de esa magia es la que se rescata en el “servicio del vino”, una<br />

suerte de protocolo o etiqueta que promete valorar y distinguir a esta<br />

bebida al momento de llegar a la mesa.<br />

En el restaurante, es el sommelier quien se encarga de administrar la<br />

cava, sugerir las combinaciones más adecuadas con el menú y realizar<br />

esta “ceremonia” junto a los comensales. Los invito a conocer los pasos:<br />

1. El sommelier, o quien se encargue de las bebidas, se acercará a<br />

la mesa para indicar sugerencias de maridaje con los platos que los<br />

comensales hayan seleccionado. Estas propuestas deben contemplar<br />

las suficientes opciones en variedad y costos hasta que el cliente logre<br />

un par que lo deje satisfecho. Es importante, en este paso, no dejarse<br />

amedrentar por modas o marcas. Más allá de lo que se estile, cada<br />

comensal debe maridar su plato con lo que le plazca.<br />

2. Si el vino es tinto, llegará a la mesa con temperatura de cava, si es<br />

blanco, rosado o espumante, deberá llegar en balde/hielera, con temperatura<br />

adecuada para el servicio. La botella se presenta a quien lo vaya<br />

a probar para que pueda verificar que se trata del producto elegido.<br />

3. Luego, el sommelier cortará la parte superior de la cápsula y<br />

limpiará el pico de la botella a fin de que no queden rastros de moho o<br />

polvo –especialmente en vinos de guarda–. Se procederá al descorche<br />

que debe ser efectivo y silencioso. El corcho no debe romperse ni<br />

dejar residuos.<br />

4. Si por la antigüedad o guarda el vino requiere decantación, la misma<br />

se realizará en este momento a un envase de cristal para tal fin;<br />

de lo contrario, el sommelier servirá directamente de la botella una<br />

pequeña porción en la copa del anfitrión o de quien pruebe el vino. Es<br />

importante aclarar que debería hacer la degustación quien más sepa<br />

del tema, sea hombre o mujer.<br />

5. En la degustación se deberá evaluar el color, aroma y sabor de la<br />

muestra, indicando luego al sommelier que lo sirva o que lo cambie, si<br />

fuera necesario.<br />

6. En los restaurantes de calidad, la copa deberá ser la adecuada al<br />

tipo que se elija, pudiendo solicitar copas nuevas al cambiar de vino.<br />

Acompañar cada paso del menú con una bebida adecuada es un<br />

pequeño lujo que vale su precio. Es interesante también el desafío de<br />

maridar con cervezas, bebidas blancas, cocktails e incluso té.<br />

La idea de estos gestos nunca debería incomodar a los comensales,<br />

obligándolos a seguir un protocolo rígido, sino, por el contrario,<br />

brindar un espacio de valoración del tiempo, de los productos, de los<br />

presentes y, por qué no, de agradecer la oportunidad de disfrutar, que<br />

también es un bello gesto<br />

MANUAL DE CATA<br />

Joaquín Parra López<br />

Se puede haber tomado mucho<br />

vino en la vida y aun así perderse<br />

los detalles elementales<br />

para apreciarlo con todas sus<br />

luces. Volver –o empezar– por<br />

lo básico ayuda a descubrir<br />

nuevas dimensiones del placer.<br />

Un libro inicial y accesible<br />

a todo público.<br />

REPORTE VINO ARGENTINO<br />

Aldo Graziani<br />

Orientado especialmente a aficionados<br />

–locales o extranjeros–, este<br />

libro ofrece un panorama detallado<br />

con más de 400 catas, para guiar<br />

al consumidor en la tremenda oferta<br />

de variedad y calidad con la que<br />

cuenta actualmente nuestro país.<br />

Con José Zuccardi en prólogo y<br />

Felipe Pigna en reseña historia, es<br />

una pieza de colección.<br />

TINTA Y TINTO SOBRE<br />

BLANCO | Rep<br />

El vino es mucho más que magia<br />

en una botella, es también el<br />

momento, la gente con quien<br />

se comparte, la pasión, las<br />

costumbres, los recuerdos, las<br />

innovaciones... en este libro<br />

el talentoso dibujante Miguel<br />

Repiso propone un acercamiento<br />

emotivo y singular al vino<br />

nuestro de todos los días.<br />

98


Dossier<br />

literatura mimo<br />

Marcel Marceau<br />

En el silencio<br />

POR Nancy Giampaolo<br />

“Para mí el silencio es una música interior. Es necesaria para encontrarse a sí mismo y para<br />

encontrar la paz. Este mundo está invadido de ruidos y caos; el hombre moderno se rodea de infinitas<br />

posibilidades de comunicación y paradójicamente es lo que siempre le falta. Con mi arte<br />

he conseguido trasmitir la emoción. El silencio es una actitud de escucha. Y esta es la magia de<br />

mi espectáculo, que el espectador se disponga a ‘escuchar el silencio’. Ahí es donde encuentra<br />

mis mensajes. He consagrado mi vida a crear mi propio estilo, inventando una gramática gestual<br />

y un lenguaje corporal que libera el mimo de su dependencia del teatro de la palabra. Si las palabras<br />

crean una imagen en nuestra mente, nuestro objetivo es recrear y, mejor aún, sugerir con<br />

99


nuestro cuerpo esa imagen. El silencio es infinito como el movimiento, no tiene límites. Para mí,<br />

los límites los pone la palabra. Nunca me encuentro solo, porque cada personaje que compongo<br />

vive y me rodea. La soledad no es amarga para aquel que deja librados la imaginación, los<br />

recuerdos, los sueños, y yo tengo mucho de ellos. El silencio es infinito, no tiene límites”.<br />

Aunque había anunciado su retiro, casi en broma, más de una década antes de 2005, Marcel<br />

Marceau, el mimo más famoso del mundo, se presentó ese año en el Teatro Colón de<br />

Buenos Aires, en el marco de su gira mundial de despedida. Tenía 82 años y la salud suficiente<br />

como para hacer su clásica performance de maillot, cara blanca y rasgos subrayados<br />

por maquillaje negro y rojo. Presentó algunos de sus números clásicos como El fabricante de<br />

máscaras o Juventud, madurez, vejez y muerte y se calzó la remera rayada y el sombrero de<br />

copa desvencijado de Bip, el personaje con el que dio la vuelta al mundo en tantas oportunidades<br />

y que fue mutando de deportista a pintor, poeta o cazador de mariposas. “La mejor<br />

conquista del hombre es su propia libertad... es la democracia que me hace regresar (…) Las<br />

dictaduras son una consecuencia de la ignorancia, así como la libertad es una consecuencia<br />

de la inteligencia y el respeto hacia los demás”, había dicho en 1987, durante otra postergada<br />

visita a Buenos Aires (había venido por primera vez en 1951), ciudad que también lo consagró<br />

como ciudadano ilustre en 1991. Pero en aquella visita de 2005, solo dos años antes de morir,<br />

Marceau tuvo tiempo de reflexionar largo y tendido en varios medios de comunicación locales<br />

acerca del oficio –tan popular como estrambótico– al que dedicó la mayor parte de su vida. En<br />

un encuentro con la periodista Cecilia Hopkins habló sobre las bases de su actividad, sin<br />

desvincularla del presente: “La observación es fundamental, pero no es suficiente. No se trata<br />

de copiar el ser humano, pero sí de estilizar su comportamiento. En el arte del mimo el gesto<br />

debe ser eficaz. No tenemos que andarnos con intelectualismos, tiene que ser simple, directo<br />

pero con estilo. Debe poseer su ritmo y alejarse de la forma naturalista. El público debe identificarse<br />

con el actor mimo, admirando su virtuosismo. Esto exige rigor y disciplina, aparte de<br />

los dones artísticos necesarios (…) Pienso que el mundo actual está imponiendo unas reglas<br />

frenéticas de actividad productiva, siempre tenemos que estar haciendo algo, rápido, para<br />

poder hacer algo más y más... esto impide que encontremos tiempo para pensar, reflexionar,<br />

meditar o contemplar, cualidades que son lo propio del hombre. Poco a poco nos deshumanizamos<br />

perdiendo lo esencial. Yo propongo en mi espectáculo un tiempo fuera del tiempo, una<br />

reflexión como un espejo que refleje el interior del ser (...) Al menos en el interior de cada<br />

espectador yo espero que mis gritos silenciosos hayan producido una emoción, una toma de<br />

conciencia, un cambio. He recogido multitud de testimonios de gente que afirman que temas<br />

como Bip soldado, Las manos, Bip recuerda han producido profundos cambios personales.<br />

Bueno, para cambiar el mundo hay que empezar por uno mismo. Creo que para lograr la paz<br />

hay que pelearse a través del arte, pues la cultura es más fuerte que la política. La política<br />

tiene compromisos, el arte no, el arte es puro. La historia se repite y hay que luchar por la paz<br />

a través del teatro, de la música, del arte. Esta forma de lucha es más efectiva”.<br />

Nacido en Estrasburgo, Francia, el 22 de marzo de 1923 como Marcel Mangel, Marceau adoptó<br />

este apellido para encubrir su origen judío frente a la ocupación nazi. “Mi padre nació cerca de<br />

la frontera entre Polonia y Rusia, pero se vino a Francia, a Estrasburgo. Mi abuelo era rabino.<br />

Marceau representando a Bip,<br />

el personaje que lo hizo célebre<br />

y que nació como un homenaje de<br />

la pantomima blanca de Pierrot.<br />

Su nombre se lo debe al personaje<br />

de Grandes esperanzas, de Dickens.<br />

“En el arte del mimo el gesto<br />

debe ser eficaz. No tenemos que<br />

andarnos con intelectualismos,<br />

tiene que ser simple, directo pero<br />

con estilo”.<br />

Mi padre puso una carnicería, se casó y nacimos mi hermano y yo. Nos dieron educación,<br />

porque no querían que sufriéramos las penurias de aquella época. Mis padres creían en las<br />

bondades de la Revolución Francesa y los derechos del hombre, pero estalló la guerra”.<br />

Durante la ocupación, Marceau pasó a la clandestinidad e integró una red de la resistencia en la<br />

que no formó parte de ninguna lucha armada, pero sí de la logística que incluía falsificación de<br />

documentos de identidad, cartas de racionamiento y asistencia para judíos que querían escapar<br />

a Suiza. Su padre, a quien describió como un hombre viril y fuerte, cuya estampa fue una de las<br />

primeras inspiraciones para desarrollar su propia destreza física y quien le heredó el amor por<br />

el aleteo de las palomas (“Es un placer íntimo que se lo debo a mi padre. Él fue quien apoyó<br />

mis primeras inquietudes artísticas. También le apasionaba el teatro. Era un hombre poético y<br />

su hobbie era la cría de palomas; por eso, las noches estaban repletas de aleteos, los mismos que<br />

vienen a mi encuentro cada vez que se esconde el sol”). Su padre fue arrestado por la Gestapo,<br />

deportado y asesinado en Auschwitz, en 1944. En ese año, el futuro mimo y su hermano Alain<br />

se unieron a las fuerzas de la Francia Libre de Charles De Gaulle.<br />

Al terminan la guerra, Marceau trabajó como pintor y orfebre, al tiempo que se inscribió en<br />

la escuela de arte dramático que dirigía Sarah Bernhardt. Pero la danza y la plástica le<br />

interesaban mucho más que la actuación teatral y encontró en Charles Chaplin un modelo<br />

a seguir: “Recuerdo que tenía cinco o seis años cuando mi mamá me llevó al cine a ver las<br />

películas de Charles Chaplin. Fue tan fuerte la emoción que ese vagabundo despertó en mí<br />

que rápidamente comprendí su sensibilidad. Imitarlo era un placer. Cada vez que lo hacía me<br />

transformaba en una especie de mini-Chaplin, que divertía a quienes me veían. Puedo asegurar<br />

que no se trataba de una caricatura. Lo juro. Fue mi primer maestro, el que me empujó a<br />

la actuación. Su espíritu está presente en Bip, el personaje que creé a los 23 años. El tiempo<br />

quiso que Chaplin y yo nos encontráramos. Fue en 1967, en el aeropuerto de Orly. Yo viajaba<br />

a Roma; él volvía a Suiza junto a su mujer y sus dos hijos más pequeños. Al verlo, una gran<br />

timidez se adueñó de todo mi ser. Me acerqué y nos miramos. Me reconoció e hizo que sus<br />

hijos me saludaran. Hablamos, compartimos anécdotas, le confesé mi profunda admiración y<br />

hasta me animé a imitarlo. Él sonrió. Al despedirnos, le besé la mano, decidido a expresarle<br />

mi gratitud. Ambos teníamos lágrimas en los ojos. Sin palabras, en silencio, nos dijimos adiós”.<br />

Existen registros en dieciséis milímetros de cortometrajes en los que Marceau ejecuta interpretaciones<br />

al estilo de los cómicos del cine mudo. Para el ojo cinéfilo, estas filmaciones resultan<br />

tan o más interesantes que lo que hizo después en los teatros que, sin embargo, constituyeron<br />

el espacio en el que alcanzó las cumbres más altas de su extensísima y, por qué no decirlo, algo<br />

monocorde carrera. Definió de “ultrapobres” a sus shows, encareciendo el mensaje que trasunta<br />

de la combinación de gesto y silencio y la capacidad humana de expresar una idea sin palabras.<br />

El bajo costo de sus producciones probablemente haya sido central a la hora de darle independencia<br />

y libertad para trabajar. Se nutrió de distintas ramas del arte, buscando condensarlas y<br />

reflexionando en torno a ellas. “Es bueno conocer la danza para aprender la diferencia con el<br />

mimo. El mimo es un arte de actitud y la danza es un arte de movimiento. El mimo es la formación<br />

de un actor silencioso: tiene que ser capaz de expresar lo que la palabra dice sin hablar.<br />

Nosotros traducimos los sentimientos con el cuerpo, sentimientos que revelan el pensamiento.<br />

100 101


Por ejemplo, cuando se habla de viaje uno se crea una imagen y en su cabeza hay como una película<br />

en la que discurren las imágenes de la palabra. Si yo hablara, mataría la potencia del arte<br />

del mimo. En el mimo, el silencio es la metáfora del arte. Chaplin estaba rodeado de un mundo<br />

invisible y yo también. Recuerdo que cuando actué en Estados Unidos, la prensa dijo: Si el cine<br />

no hubiera existido, Chaplin hubiera sido el Marceau de la época. Bueno, realmente es absurdo<br />

porque él vivió antes que yo (…). Es verdad que la danza expresa mejor la alegría, mientras que<br />

el mimo está más cercano al sentimiento del ser humano, a la exhalación del alma, al ensueño,<br />

al contacto entre la vida y la muerte. Es el contraste entre la fantasía y la realidad. El mimo no<br />

puede mostrar la realidad. Tengo una pantomima –Los siete pecados capitales– en la que no<br />

figura la mentira. ¿Por qué? porque todos mentimos. Hay mentiras piadosas, mentiras políticas...<br />

En el mimo podemos mostrar a alguien que es muy gentil y que es un asesino, alguien muy educado<br />

y que es un hipócrita. Pero es muy difícil representar la mentira porque está directamente<br />

confrontada con las acciones reales, con la vida, con el hombre y sus problemas”.<br />

En 1947, el personaje más importante que creó y el que lo acompañaría hasta la muerte en el<br />

escenario y el lienzo o el papel, veía la luz: “Bip nace en 1947 y lo llamé Bip en homenaje a la<br />

pantomima blanca de la época de Pierrot, que se representaba en el siglo XIX. Me inspiré<br />

en él para crear mi propio maquillaje y le bauticé así en honor del personaje de Grandes<br />

esperanzas, de Dickens”.<br />

“Entra en nuestras casas con paso de ladrón y con el terrible descaro del claro de luna”, dijo<br />

de Bip, Jean Cocteau, uno de los tantos admiradores ilustres del mimo. A partir de este<br />

personaje, también se habló mucho de las imitaciones, pero Marceau no se sentía plagiado:<br />

“Todo artista que deviene popular tiene imitadores. Pero mis imitadores son, sobre todo, gente<br />

que trabaja en las calles. La gente que estudia en mi escuela no me imita. Son creadores de<br />

mimo, como Blanca del Barrio, que ha desarrollado sus propias creaciones. Mis alumnos<br />

no se transforman en pequeños Bips, sino que aprenden el oficio y la técnica de Decroux, de<br />

Marceau y hacen sus propias creaciones”.<br />

Durante la Guerra, Marceau había pasado por la escuela de teatro del director Charles Dullin,<br />

donde conoció a Ètienne Decroux, catalogado como el padre del mimo actual. “Decroux investigó<br />

sobre las posibilidades expresivas del cuerpo humano –decía Marceau al repasar su carrera promediando<br />

la década del 90– Entonces los estudiantes no estaban muy interesados en el mimo, preferían<br />

hacer teatro de texto. Sin embargo, él progresivamente nos enseñó el arte del mimo. Seguí<br />

las clases que daba fuera de la escuela. Así descubrí que había una gramática del mimo tan rica<br />

como en la danza (…). Decroux hizo un trabajo fundamental, pero yo también creé una gramática<br />

del mimo que antes no existía. También las creaciones que yo he hecho son personales, como<br />

las convenciones de carácter, que Decroux no nos enseñó. Yo he establecido 42 convenciones de<br />

carácter. Es una gramática total. Mi especialidad es haber creado un mundo visible de lo invisible<br />

(…). Hay varias ramas distintas que han surgido de la escuela de Decroux. Hay compañías<br />

que se han formado como el Teatro del Movimiento. Pero cuando yo empecé, mi compañía era<br />

única en el mundo. Cuando estuve en Rusia por primera vez no conocían otra cosa que mi arte.<br />

Cuando llegué a los Estados Unidos, nadie conocía a Decroux y declararon que Marceau era al<br />

teatro lo que Chaplin al cine. Dijeron que el mimo era la esencia del teatro”.<br />

Marceau con el clown Wavy Gravy.<br />

“Es verdad que la danza expresa<br />

mejor la alegría, mientras que<br />

el mimo está más cercano al<br />

sentimiento del ser humano, a la<br />

exhalación del alma, al ensueño,<br />

al contacto entre la vida y la<br />

muerte. Es el contraste entre la<br />

fantasía y la realidad. El mimo no<br />

puede mostrar la realidad”.<br />

Junto a Jane Fonda<br />

en Barbarella (1958),<br />

de Roger Badin.<br />

Bip recorrió el mundo en giras que se repitieron a lo largo de varias décadas, deparando<br />

ganancias espléndidas a su creador. Cuando le preguntaron sobre las semejanzas que podía<br />

guardar con su personaje, respondió:<br />

“Marceau, al igual que Bip, combate por un mundo mejor, por ideales humanitarios, defiende<br />

la justicia, lucha por la democracia, empuja a los jóvenes a la solidaridad, exhorta al público a<br />

la reflexión, a conservar la esperanza. Si con mi espectáculo, por unas horas, puedo inmovilizar<br />

el odio, calmar las angustias y ofrecerle al público una parcela de felicidad, sí, soy un idealista,<br />

pero no inocente”.<br />

Los premios fueron moneda corriente. Fue miembro de la Academia de Bellas Artes francesa<br />

y obtuvo un Premio Molière honorífico. Recibió condecoraciones de las universidades de<br />

Ohio, Princeton, fue embajador de las Naciones Unidas y, en 2001, la Universidad de<br />

Michigan lo honró con la medalla Wallenberg en virtud de sus acciones para ayudar a los<br />

judíos durante la segunda guerra mundial. Sin embargo, se encargó de aclarar, siempre que<br />

pudo, que su posición se relacionaba con la paz de todo el mundo, más allá de religiones,<br />

etnias, condiciones económicas y demás. “Toda mi vida he luchado contra el horror de las<br />

guerras, de las injusticias, desde los escenarios del mundo. He rechazado contratos en países<br />

cuyos dirigentes no respetaban los derechos del hombre, como en la Argentina durante la<br />

dictadura militar. Mi compromiso siempre fue el mismo”, declaró, a propósito de esos reconocimientos,<br />

en su última visita a nuestro país.<br />

Incursionó en otros medios de expresión más allá de su arte principal. Trabajó en varias<br />

películas, una de ellas muy famosa, Barbarella, dirigida por Roger Badin en 1968, protagonizada<br />

por una despampanante Jane Fonda, y escribió una novela autobiográfica Pimparello,<br />

entre otros libros. Siempre pintó acuarelas, dibujó y realizó algunas series de litografías. Bip<br />

fue el motivo principal de la mayor parte de estos trabajos plásticos, que eventualmente expuso.<br />

Se mantuvo en movimiento hasta al final y desplegó una gran actividad docente. Veía en la<br />

enseñanza y el traspaso de experiencia una suerte de legado artístico para las nuevas generaciones.<br />

En 1978, resolvió sistematizar sus conocimientos abriendo la Escuela del Mimodrama<br />

de París. Lo acompañaba una excelente salud y un cuerpo ágil y versátil como el de los años<br />

de su juventud. Nunca engordó demasiado ni cayó en ningún vicio.<br />

Cuando su escuela alcanzó el cuarto de siglo, dijo: “Hace 25 años creé una escuela con la intención<br />

de transmitir mi arte a las nuevas generaciones, pero nadie sustituye a nadie. Esta transmisión es el<br />

legado de un estilo, de una forma y de una filosofía del arte del mimo. No pretendo hacer clones,<br />

todos somos únicos e irrepetibles. El arte evoluciona y se transforma y yo acompaño y aconsejo<br />

a los nuevos artistas que salen de nuestra escuela en sus iniciativas artísticas (…). Decidí crear la<br />

escuela para transmitir el arte del mimo. Cuando empecé, nuestro arte no estaba reconocido y,<br />

gracias a esta escuela, he podido enseñar y formar una compañía. Abrí la escuela en 1978 y fue<br />

inaugurada por Jacques Chirac. Pero para poder mantener a la compañía, que hoy está subvencionada<br />

por el Ministerio de Cultura francés, yo tenía que actuar como solista y todo lo que ganaba<br />

lo invertía en ella. Cuando trabajo con la compañía, somos entre doce y quince personas. El abrigo,<br />

de Gogol, El matador, Pierrot de Montmartre son títulos del repertorio que hago con ella. Ahora<br />

estoy preparando con el equipo un nuevo espectáculo que se llamará Los cuentos fantásticos”.<br />

102 103


Pese a ser un judío célebre y representativo, no se acercó a ninguna ortodoxia y da la sensación<br />

de que la filiación con lo que podría denominarse la causa judía haya sido más enfatizada<br />

por parte de los demás que de él: “Admiro el judaísmo, el budismo, todo lo que es religioso.<br />

Dios está en todas partes; en este sentido creo que soy un poco budista. Está en el cielo, en el<br />

mar, en todo lo que nos rodea y en cada uno de nosotros”. Tampoco fue profeta unívoco en su<br />

tierra, ya que en otros países gozó de mayor admiración y popularidad: “En Estados Unidos<br />

soy muy popular, quizás más que en mi país, y actores y artistas como Michael Jackson<br />

vienen a verme actuar. Pero también lo soy en Japón. Allí he aprendido cosas importantes,<br />

como por ejemplo, detener el cuerpo en escena. Hay una estilización del gesto japonés que<br />

me resulta muy interesante. Cuando las marionetas se convirtieron en un arte popular influenciaron<br />

el kabuki. Inspirándome en ello, he recopilado figuras de manos, como por ejemplo, el<br />

juego del abanico. Los japoneses también mueven el abanico, pero de otra forma”.<br />

Marceau se casó tres veces, de muy joven con Huguette Mallet, con quien tuvo dos hijos,<br />

Michel y Baptiste. Después, con Ella Jaroszewicz y, por último, con Anne Sicco, una<br />

estudiante de su escuela con la que tuvo dos hijas, Camille y Aurélia. Pero en la nómina<br />

de mujeres importantes en su vida también figura la artista plástica estadounidense Paulette<br />

Frankl, quien publicó, siete años después de que él muriera, un libro en el que consigna una<br />

relación de amantazgo que duró nada menos que 36 años, titulada Marcel &me: memorias de<br />

amor, lujuria e ilusión. Al margen de la veracidad de los hechos relatados en este libro y de los<br />

rumores que hayan circulado en torno a la vida amorosa del mimo, es un dato repetido que<br />

gustaba mucho a las mujeres, llegando a despertar locura en algunas, según su propio relato.<br />

Una de ellas le escribió una carta al día durante más de un año, incluyendo una foto semanal<br />

sin ropa, en tanto otra, que había sido estudiante de su escuela, terminó, según sus palabras,<br />

“totalmente loca, corriendo desnuda tras de mí, suplicándome que hiciera un bebé con ella”.<br />

A partir de ese episodio, Marceau reflexionó en una entrevista sobre la locura y la relacionó<br />

íntimamente con su metiér: “No temo a los tontos y locos que he atraído. Mi arte atrae a los<br />

rechazados, a los marginados. A través de la mímica encuentran una cierta identidad que han<br />

perdido. En el escenario expreso la persona interior y si una persona loca puede venir a mi<br />

show día tras día y asimilarlo, debe haber un núcleo de cordura incluso en los más locos. Los<br />

locos nunca perturban el espectáculo. Los borrachos, sí”.<br />

Además de ir a ver sus espectáculos, Michael Jackson fue probablemente su fan más famoso<br />

y entusiasta. El mimo dio cuenta de esa relación de mutua admiración y respeto con lujo de<br />

detalles: “Me enteré de que Michael Jackson era un fan, cuando llegó a Francia en 1988, durante<br />

la gira Bad. Dijo que deseaba conocer a dos personas, mientras estuviese aquí: Marlene<br />

Dietrich y Marcel Marceau. Alguien le preguntó: ¿Por qué Marcel Marceau? (Esta pregunta<br />

fue hecha probablemente por algún periodista aficionado). Michael Jackson respondió que<br />

cada vez que yo iba a actuar a los Estados Unidos, asistía a mis shows. Estaba desconcertado<br />

por una pregunta tan absurda. El periodista no sabía qué decir después... luego vino a verme<br />

actuar en Londres, mientras estaba allí de gira. Fue entonces, cuando llegué a conocerlo<br />

personalmente. Estábamos juntos en el escenario del teatro... Me dijo, en particular, que había<br />

quedado impresionado por mi imitación de caminar contra el viento. Posteriormente, utilizó<br />

Con su probablemente más célebre<br />

fan, Michael Jackson: “Michael es<br />

un verdadero poeta, un gran poeta<br />

de la canción. Es también un bailarín<br />

extraordinario y un showman con un<br />

gran respeto por el teatro, la música<br />

y el cine”.<br />

“Hay muchos gestos<br />

imposibles. Por ejemplo,<br />

no se puede mimar la mentira,<br />

porque para mentir solo se<br />

necesita la palabra. Y estoy<br />

agradecido de que así sea”.<br />

este efecto en su moonwalk. Nuestro primer encuentro fue maravilloso. Me dijo: ‘Marcel, su<br />

arte es fantástico’. Él aprecia mucho la poesía en cámara lenta del mimo, imitar su movimiento<br />

lento, el silencio... Descubrí que había venido a ver la mayor parte de los shows que había<br />

hecho en los Estados Unidos, cuando era pequeño. Vino a verme actuar en secreto, no tenía ni<br />

idea de que estaba entre el público. Conoce mi trabajo desde el principio de mi carrera y me<br />

pone entre aquellos que lo han inspirado como Fred Astaire y otros, pero es, sin embargo,<br />

una persona muy especial, no un imitador. Creo que sabe elegir el mejor artista, cualquiera que<br />

sea su campo. Antes de conocerlo, yo lo conectaba con cantar y escribir canciones, el ritmo de<br />

la música pop. Me había fijado en que era un bailarín increíblemente dotado, con una extraordinaria<br />

agilidad por la forma en que se movía. Después de nuestro primer encuentro, me invitó<br />

a su casa, en 1992, mientras hacía una gira por los Estados Unidos. Hablamos mucho juntos.<br />

Me dijo que había quedado impresionado por mis actuaciones, por la máscara blanca que llevo,<br />

por las expresiones faciales que hago. Del mismo modo en que admiraba a Chaplin, le encantaba<br />

el arte del mimo. Lo primero que me preguntó fue si yo tenía mi material grabado en video.<br />

‘Por supuesto’, contesté. ‘¡Oh maravilloso’, respondió. Me dijo que era una cosa importante de<br />

hacer para la historia (…). Dos años más tarde, en 1994, yo estaba de gira en Argentina, cuando<br />

recibí su llamada. Me dijo que había escrito una canción llamada ‘Childhood’. Comenzó a cantármela<br />

por teléfono. ‘Me encantaría si se pudiera llevar esta canción a escena a un escenario y<br />

también me gustaría hacerlo con usted. El movimiento lento de su personaje sería maravilloso’.<br />

Me dije a mí mismo que esta era su manera de hablar, que nada se había definido realmente.<br />

Cuando usted está hablando por teléfono, un acuerdo verbal está lejos de ser un contrato,<br />

después de todo. Así que le dije: ‘Michael, yo te voy a dar mi número en París. Llámame, si te<br />

gusta y, si lo hacemos juntos, lo haremos con un libreto’. No mucho tiempo después de esta<br />

conversación, regresé a Francia y me llamó a casa. Comenzó a cantar la canción por teléfono,<br />

le pregunté: ‘¿Cómo ves esto que haremos juntos? Envíame un guión’, a lo que respondió: ‘No.<br />

Yo quiero que haga la coreografía que haremos juntos. Voy a tener que preparar un contrato’.<br />

Yo estaba de gira en Bangkok, cuando su agente se puso en contacto conmigo. Decidimos que,<br />

en colaboración con HBO, el espectáculo sería para la Navidad de 1995. Todo estaba listo. Fui<br />

entonces a los Estados Unidos, donde Michael me recibió en gran forma. Estaba feliz de tenerme,<br />

y empezamos a trabajar de inmediato. Me dio ‘carta blanca’... quería algo concreto. Hacer<br />

la mímica es críptico, no se pueden imitar los gestos en una canción, debe haber algún tipo de<br />

opereta y ‘Childhood’ es una canción de gran vuelo lírico. Para mí, esta canción tiene algo que<br />

me recuerda a algunos de los versos de los más grandes poetas franceses del siglo pasado, como<br />

Rimbaud y Baudelaire, cada uno de los cuales ha escrito con gran pasión sobre su infancia<br />

perdida, su infancia infeliz, la niñez que nunca serían capaces de volver a vivir... Palabras, líneas<br />

que salen directamente del corazón. Sobre esta versión particular de ‘Childhood’, de Michael,<br />

como ya he dicho, tenía ‘carta blanca’, estaba libre de hacer lo que quería. Pero, al mismo<br />

tiempo, le pregunté si le gustaba lo que estaba haciendo con su canción, así que se podría decir<br />

que hemos trabajado juntos en ella (…). Cuando la canción comienza, Michael está en un lado<br />

del jardín (a la izquierda si se mira desde la visión del público) y yo estoy en el lado del patio<br />

(derecha). Él comienza a cantar y luego la cámara se vuelve hacia mí... Cuando dice que está<br />

104 105


uscando su infancia... imágenes emergen con mucha fuerza, el mimo es una forma de condensar<br />

conceptos e imágenes (...).<br />

‘Childhood’ es una canción muy bonita. La melodía, la sincronización del ritmo son excepcionalmente<br />

conmovedores. También hay una gran cantidad de tristeza en ella, es un mensaje directamente<br />

desde el corazón. En cierto modo, él está gritándolo a todos. Es cierto que Michael<br />

Jackson comenzó muy joven, en realidad nunca tuvo una infancia. Pero lo que experimentó no<br />

es ciertamente digno de lástima: era feliz actuando y teniendo éxito. Pero su gran éxito debe ser<br />

visto a la luz de los reclamos que vinieron a él por su popularidad. Está constantemente bajo<br />

presión. Es prácticamente una esclavitud (…). A veces uno tiene la impresión de que es un<br />

personaje completamente de otro planeta. Es tan ágil, tan excepcional. Me enteré de que, en<br />

realidad, no le gusta que lo toquen. Pero te puedo decir que, al final de nuestro número a dúo,<br />

vino hacia mí cantando. ‘¿Has visto mi infancia?’ y, con un gesto de la mano, mostró el camino.<br />

Terminamos la pieza juntos, así que estábamos casi al mismo tiempo como un solo cuerpo en<br />

movimiento. Fue muy, muy puro, poético. Para mí, Michael Jackson es un verdadero poeta,<br />

un gran poeta de la canción. Es también un bailarín extraordinario y un showman con un gran<br />

respeto por el teatro, la música y el cine. Uno puede sentir la necesidad, la necesidad de dar, que<br />

viene desde él. Es una persona pura y genuina. Pero también es cierto que todo el mundo quiere<br />

llamar su atención, es increíblemente estresante y, cuando usted está demasiado estresado,<br />

puede ser víctima de todo tipo de cosas desafortunadas. Es mi creencia más profunda y sincera<br />

que Michael Jackson es una buena persona, un buen tipo con una carga increíble, la responsabilidad<br />

que lleva sobre sus hombros. Dicen que cada vez es más y más blanco, pero, desde mi<br />

punto de vista, esto no es un problema. Creo que tiene el derecho de crear cualquier mítico<br />

personaje teatral que decida, no solo en la escena, sino también en la televisión. En cualquier<br />

caso, él no niega ser negro. Todo tipo de rumores absurdos se crean en torno a Michael. Creo<br />

que la mayoría de ellos han sido creados por personas maliciosas, solo para hacer dinero detrás<br />

de él. Sé que todo es muy difícil para él y entiendo porqué”.<br />

A los 84 años, el 22 de septiembre de 2007, Marceu murió de un paro cardiorrespiratorio.<br />

Fue enterrado en el mítico cementerio parisino de Père Lachaise. Pese a haber cultivado un<br />

arte libre de palabras, no les tuvo miedo fuera de escena. Muchas de sus reflexiones verbales<br />

en torno a lo que hacía, lo justifican: “Hay muchos gestos imposibles. Por ejemplo, no se<br />

puede mimar la mentira, porque para mentir solo se necesita la palabra. Y estoy agradecido<br />

de que así sea. El mimo transmite lo que la palabra no puede”, “Mi espectáculo es ultrapobre,<br />

pero es rico en su pobreza. En la soledad del escenario intento tocar el alma de la gente”.<br />

También extendió su verba poética al arte en general: “El genio se desvanece. La gente se<br />

muere. El arte es lo único eterno”<br />

Fuentes:<br />

Diario El país (España)<br />

HistoryChannel<br />

La Nación<br />

Página 12<br />

Clarín<br />

http://tempsreel.nouvelobs.com<br />

http://www.jesuismort.com<br />

http://judaisme.sdv.fr<br />

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