Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
SECCIÓN DE LIBROS<br />
obre<br />
Cinco vertiginosas historias de<br />
FOTOS: THE VOORHES
viví...<br />
triunfo sobre el desastre.
SELECCIONES <br />
...a ahogarme<br />
JAIME RIOS TOMADO DE OUTDOOR LIFE<br />
Es la una de la madrugada<br />
del sábado previo al<br />
Día de Acción de Gracias.<br />
Stormy, mi perro labrador,<br />
y yo vamos a cazar patos a un lugar<br />
que está a unas horas hacia el norte.<br />
El pronóstico del tiempo indica probabilidad<br />
de niebla, pero la carretera<br />
Interestatal 5 está despejada. En el camino<br />
me detengo a cargar gasolina y<br />
cierro con llave el cámper, donde está<br />
Stormy, antes de entrar a la estación.<br />
Es un hábito que tengo desde que conocí<br />
a un viejo cazador triste que buscaba<br />
a su braco alemán de pelo corto<br />
que había sido robado de su cámper,<br />
sin cerrar, afuera de un restaurante.<br />
De vuelta en la carretera, al acercarme<br />
al pantano, se empieza a formar<br />
niebla. En una curva, golpeo una<br />
cuneta y pierdo el control de la camioneta.<br />
Trato de corregir el rumbo, pero<br />
es demasiado tarde. Con un fuerte<br />
sonido metálico, la parte trasera de<br />
la camioneta queda sobre una ladera<br />
empinada. El vehículo se resbala;<br />
luego se oye un chapoteo. Hay destellos,<br />
chasquidos y zumbidos antes<br />
de que se apaguen todas las luces y<br />
funciones eléctricas. Ruego por que<br />
no sean aguas profundas.<br />
Al principio la escena parece pacífica,<br />
casi hermosa. En la tenue luz<br />
apenas puedo notar que floto en un<br />
gran canal y giro con lentitud en la<br />
corriente. Quiero abrir la portezuela,<br />
pero está atascada. El agua dañó el<br />
sistema eléctrico. Recuerdo que hay<br />
un rompevidrios en la consola central.<br />
Agarro la herramienta y ataco la<br />
ventanilla con fuerza. El rompevidrios<br />
rebota. Vuelvo a pegarle sin éxito.<br />
Trato otra vez con ambas manos,<br />
pero apenas consigo rayar la ventanilla.<br />
Con cada intento fallido aumenta<br />
lo crítico de mi situación. El agua se<br />
acumula bajo mis pies. Me recuesto<br />
en el asiento y trato de romper la ventanilla<br />
con una patada, pero rebota.<br />
El exterior de la camioneta se halla<br />
prácticamente sumergido y el agua<br />
presiona la ventanilla. La cabina casi<br />
está inundada y el agua helada me<br />
empapa la espalda y el cuello.<br />
Mi caja de herramientas está tras el<br />
asiento. Si pudiera tomar una llave inglesa,<br />
rompería la ventanilla. Para llegar<br />
a la caja tengo que zambullirme.<br />
Lo hago, pero no logro agarrarla. Salgo<br />
a tomar aire antes de intentarlo de<br />
nuevo. Al sumergirme me doy cuenta<br />
de que varios objetos flotan a mi alrededor:<br />
la cabina se ha convertido<br />
en una bola de nieve gigante, y estoy<br />
atrapado en ella.<br />
Mientras lucho con la caja de herramientas,<br />
mi mano choca contra el extinguidor.<br />
Logro sujetar el mango y el
cilindro, y lo uso como un ariete, pero<br />
también rebota. El nivel del agua ha<br />
subido, así que decido golpear con el<br />
extinguidor bajo el agua. Mi única esperanza<br />
es debilitar la ventanilla con<br />
varios impactos. Ahora el agua llega<br />
a unos 10 centímetros del techo de la<br />
cabina. Debo tomar aire, sumergirme<br />
y acometer tanto como mi aliento lo<br />
permita. Mi temor ha crecido hasta<br />
convertirse casi en pánico. Una parte<br />
de mí quiere renunciar al pensamiento<br />
racional y gritar con fuerza.<br />
Dicen que en una experiencia cercana<br />
a la muerte, tu vida entera pasa<br />
frente a tus ojos. Cada pensamiento o<br />
sentimiento que he tenido llega como<br />
un torbellino a mi mente. Pienso en<br />
cada una de las personas que he conocido,<br />
en lo que he vivido y en lo<br />
que nunca viviré. Necesito toda mi<br />
fuerza de voluntad para alejar esos<br />
pensamientos y sensaciones, y concentrarme<br />
en lo que me ocupa.<br />
Otro pensamiento acude a mi<br />
mente; una súplica: Por favor, Dios<br />
mío, ayúdame. Una voz interna me<br />
responde: “Tienes un poco más de<br />
tiempo. ¿Qué piensas hacer con él?”.<br />
Entonces me doy cuenta de que el<br />
agua ha dejado de subir y se mantiene<br />
a 5 centímetros del techo. “Voy a esforzarme<br />
más”, respondo.<br />
Sigo tomando aire, sumergiéndome<br />
y golpeando con el extinguidor tan<br />
fuerte como puedo. El aire se vuelve<br />
más escaso cada vez. Afuera está oscuro<br />
y frío; yo, agotado. Considero<br />
rendirme, pero recuerdo que Stormy
SELECCIONES <br />
está encerrado. Sigo golpeando. Esta<br />
vez el impacto es distinto. Extiendo la<br />
mano izquierda y siento un agujero en<br />
el cristal. ¡Me voy a salvar! Rompo el<br />
resto del vidrio y salgo. Cuando llego<br />
a la puerta del cámper, giro la manija<br />
y enfurezco porque está bloqueada.<br />
Meto los dedos debajo de la puerta y<br />
la levanto con todas mis fuerzas. La<br />
cerradura se rompe y Stormy sale.<br />
Nado hacia la orilla e intento escalar,<br />
pero los costados<br />
de concreto mojado<br />
son lisos y están inclinados<br />
45 grados. Regreso<br />
a la camioneta,<br />
me siento en el techo<br />
y descanso. Ayudo a<br />
Stormy a subir y noto<br />
que me duelen las manos. Las puntas<br />
de mis dedos están deshechas; me<br />
corté al arrancar la puerta del cámper,<br />
y el rompevidrios hizo un orificio en<br />
mi palma derecha que llega hasta el<br />
hueso. No puedo sentir ni mover los<br />
dedos medio e índice.<br />
Analizo las cosas: el canal pasa<br />
por debajo de la carretera y está flanqueado<br />
por un muro de plantas, así<br />
que es imposible pedirle ayuda a un<br />
automovilista. Pero los canales de concreto<br />
generalmente tienen escaleras a<br />
lo largo de las orillas. La niebla y la oscuridad<br />
sólo me permiten ver a unos 9<br />
metros. Debo esperar a que haya una<br />
mejor visibilidad para confirmar la<br />
existencia de una escalera. Recuerdo<br />
que entré al agua a eso de las 5 a. m.<br />
Será una espera larga, fría y dolorosa.<br />
Considero<br />
rendirme, pero<br />
recuerdo que mi<br />
perro está<br />
encerrado.<br />
”<br />
Aguardo el amanecer arrodillado<br />
junto a Stormy para mantenerme en<br />
calor. Finalmente sale el Sol, y, cerca<br />
de las 8 a. m., la niebla se disipa. Unos<br />
65 metros adelante veo lo que parece<br />
ser una escalera. Debo asegurarme de<br />
ello. Si nado hacia allá y no hay una,<br />
no podré volver. Un movimiento llama<br />
mi atención: una pequeña parvada de<br />
mirlos bebe agua a lo largo del borde,<br />
cerca de lo que espero sean peldaños.<br />
En mi mente, suplico a<br />
una de las aves que me<br />
dé una señal que confirme<br />
mi corazonada.<br />
Como si me oyera, un<br />
mirlo se posa sobre el<br />
escalón que está a un<br />
metro de la superficie.<br />
Entro al agua y me apoyo sobre el<br />
parachoques de la camioneta. El frío<br />
me quita el aliento. Me impulso y empiezo<br />
a nadar. Estoy hipotérmico, agotado<br />
y con las piernas acalambradas.<br />
Llego a la escalera demasiado cansado<br />
como para sujetarme del peldaño<br />
que está encima del agua, así que<br />
me acerco al que creo que está sumergido<br />
debajo de él. Al encontrarlo, sé<br />
que Stormy y yo estaremos bien.<br />
Aunque me siento avergonzado de<br />
haber perdido el control del vehículo,<br />
me alegra no haber entrado en pánico<br />
mientras resolvía el problema. Reconozco<br />
que recibí algo de ayuda divina:<br />
unas pequeñas aves que me mostraron<br />
el camino y el regalo de un poco<br />
más de tiempo, no sólo cuando estaba<br />
bajo el agua, sino de vida.<br />
◆<br />
TOMADO DE OUTDOOR LIFE (9-III-2015). © 2015 POR JAIME RIOS, OUTDOORLIFE.COM
...al ataque<br />
de un oso<br />
pardo<br />
TODD ORR<br />
En octubre pasado decidí<br />
dar una caminata matutina<br />
por el Valle de Madison, en<br />
el suroeste de Montana. Consciente<br />
de que los osos proliferan en la zona,<br />
y renuente a toparme con uno, gritaba<br />
“¡Oye, oso!” cada 30 segundos.<br />
Tras casi 5 kilómetros de camino<br />
me detuve en una pradera y volví a<br />
gritar. Di unos pasos más y alcancé a<br />
ver una osa grizzly con sus oseznos en<br />
un sendero en el extremo superior de<br />
la pradera. La osa me vio en seguida<br />
y todos corrieron cuesta arriba, pero<br />
luego se detuvo la madre, dio media<br />
vuelta y arremetió contra mí.<br />
Grité para que el animal supiera<br />
que yo era humano, con la esperanza<br />
de que desistiera. No tuve suerte. Le<br />
rocié una carga completa de repelente<br />
a unos 7 metros de distancia, pero el<br />
impulso que traía le permitió atravesar<br />
la nube anaranjada y alcanzarme.<br />
Me lancé de bruces al lodo y cubrí<br />
mi nuca con los brazos para protegerme.<br />
Ella estaba encima de mí,<br />
mordía mis brazos, mis hombros y<br />
la mochila. Cada mordida se sentía<br />
como el golpe de un mazo con dientes.<br />
El animal me atacó una y otra vez.
SELECCIONES <br />
Después de lo que parecieron horas,<br />
pero en realidad fueron unos<br />
minutos, la osa desapareció. Conmocionado,<br />
me levanté poco a poco.<br />
Podía moverme, así que me fui entre<br />
caminando y trotando hacia donde<br />
estaba mi camioneta, a casi 5 kilómetros<br />
de allí. Tenía heridas que sangraban<br />
en los brazos y en el hombro, pero<br />
sabía que iba a sobrevivir, y agradecí a<br />
Dios por haberme ayudado.<br />
Luego de caminar 5 o<br />
10 minutos, oí un ruido<br />
y volteé. Era la osa que<br />
se acercaba a unos 9<br />
metros de distancia.<br />
Tuve suerte tras el primer<br />
ataque, pero ¿podría<br />
sobrevivir a otro?<br />
Cubrí mi nuca con los brazos y me<br />
mantuve firme contra el suelo para<br />
proteger mi cara y mis ojos. La osa<br />
cayó de golpe sobre mí y me mordió<br />
el hombro y los brazos. Una de las<br />
heridas en mi antebrazo llegó hasta el<br />
hueso, y oí un crujido. Mi mano se entumeció<br />
en seguida, y la muñeca y los<br />
dedos estaban flácidos e inservibles.<br />
El repentino dolor me hizo estremecer<br />
y jadear, lo que provocó un<br />
frenético ataque a mi hombro y mi<br />
espalda. Sabía que no podía moverme<br />
ni hacer otro ruido, así que me acurruqué<br />
y me quedé inmóvil. Un par de<br />
mordidas más en mi cabeza hicieron<br />
que se abriera la piel por encima de la<br />
oreja, y casi pierdo el cuero cabelludo.<br />
La sangre corrió por mi cara hasta los<br />
ojos. Me quedé quieto. Pensé que era<br />
La osa cayó<br />
de golpe sobre<br />
mí y me mordió<br />
el hombro y<br />
los brazos.<br />
”<br />
CORTESÍA DE TODD ORR. © 2016 POR TODD ORR<br />
el final; que tarde o temprano la osa<br />
alcanzaría una arteria en mi cuello y<br />
yo moriría desangrado en el sendero.<br />
De pronto, el animal se detuvo.<br />
Hubo un silencio total, excepto por el<br />
ruido de su pesada respiración y sus<br />
olfateos. Sentía su aliento en mi nuca<br />
y sus garras delanteras clavándose<br />
en mi espalda debajo de la mochila.<br />
Percibía el espantoso y fuerte olor que<br />
emitía. Durante 30 segundos la osa<br />
se quedó allí aplastándome<br />
—mi pecho<br />
se estrelló contra el<br />
suelo y mi frente en el<br />
lodo—, y luego se fue.<br />
Traté de echar un<br />
vistazo, pero mis ojos<br />
estaban cubiertos de<br />
sangre. Sabía que si volvía una tercera<br />
vez, sería el fin; así que me limpié un<br />
ojo y miré alrededor. La osa no estaba.<br />
Me puse de pie y caminé rápidamente<br />
por el sendero otra vez.<br />
Cuarenta y cinco minutos más tarde<br />
logré llegar a mi camioneta y conduje<br />
al menos 27 kilómetros hasta el hospital.<br />
A los médicos les llevó ocho horas<br />
suturar todas mis heridas. La mayoría<br />
de las mordidas estaban en mis brazos<br />
y mis hombros. Una cortada de 12<br />
centímetros de largo en un costado de<br />
mi cabeza me dejará una cicatriz permanente<br />
y desagradable.<br />
Al día siguiente me desperté con<br />
moretones en forma de garras en mi<br />
espalda, donde la osa se apoyó.<br />
Definitivamente no fue un buen<br />
día, pero estoy vivo.<br />
◆
...a un<br />
tornado<br />
TAL COMO CAROLYN BLANTON<br />
LO RELATÓ A JULIANA LABIANCA<br />
El día que azotó el tornado<br />
no hubo señal<br />
alguna de mal tiempo: estaba<br />
despejado y soleado.<br />
La primera alerta que recibimos mi<br />
esposo Jimmy, de 67 años, y yo, de 65,<br />
llegó a eso de las 9 p. m. a través de un<br />
cintillo en la televisión. Jimmy subió<br />
corriendo las escaleras hasta nuestra<br />
habitación, en el tercer piso, y sintonizamos<br />
el canal de Pensacola, Florida.<br />
Cuando encontramos noticias del<br />
tornado, éste ya estaba sobre nosotros.<br />
Nunca había escuchado algo más<br />
ruidoso. Los cimientos de la casa se<br />
sacudieron y se fue la luz. Un pedazo<br />
de aislante entró volando desde una<br />
trampilla del desván y el viento empezó<br />
a rugir por toda la casa.<br />
Tuvimos que recorrer tres tramos<br />
de escalones para llegar a la relativa<br />
seguridad del primer piso. Como el<br />
armario en ese nivel está empotrado<br />
debajo de unas escaleras de ladrillo,<br />
nos pareció el lugar más seguro en la<br />
casa para refugiarnos. No sabía si seríamos<br />
capaces de bajar los escalones,<br />
o cómo lo haríamos.<br />
Sentí como si no hubiera piso, como<br />
si el viento me levantara. Me aferré de<br />
la barandilla e intenté avanzar, pero<br />
una intensa presión me lo impidió. En
SELECCIONES <br />
esos segundos de inmovilidad, pude<br />
oír cómo crujía todo a mi alrededor.<br />
Todo se movía.<br />
Al llegar al último tramo de escalones,<br />
la puerta principal salió volando.<br />
Diminutos fragmentos de vidrio volaron<br />
por doquier y una gran rama de<br />
árbol entró con violencia por el marco<br />
de la puerta. Pasó a centímetros de<br />
nuestras cabezas. Si hubiéramos estado<br />
un escalón más arriba, nos habría<br />
atravesado.<br />
Nos acercamos a la base de las escaleras<br />
y oímos el estruendo de cómo<br />
se desprendía la puerta del garaje. La<br />
pared trasera hizo lo mismo y salió<br />
disparada a la oscuridad exterior.<br />
Para cuando alcanzamos el primer<br />
piso, el tornado llevaba casi un minuto<br />
sobre nosotros. Jimmy me empujó<br />
hacia el armario, pero él no pudo<br />
entrar debido al viento. Tomé su brazo<br />
con fuerza mientras el huracán abría<br />
la puerta de par en par y trataba de<br />
llevarse a mi esposo.<br />
Mis rodillas y mi cabeza estaban<br />
llenas de vidrio, pero no me dolía. Si<br />
hubiera soltado a Jimmy, él habría terminado<br />
en la bahía.<br />
“¡Sostente! ¡Sostente!”, gritó mi esposo,<br />
pero no había ningún objeto<br />
pesado al cual sostenerme.<br />
De pronto, los pies de Jimmy se levantaron<br />
del piso, como en las películas.<br />
Pensé que el tornado se lo había<br />
llevado. Entonces, todo paró. Mi esposo<br />
aterrizó de nuevo sobre sus pies.<br />
De momento, yo no podía creer que<br />
hubiera terminado. Jimmy dijo que<br />
iría a revisar afuera. “¡No!”, exclamé.<br />
“No me dejes, no me dejes”.<br />
Uno de nuestros vecinos dice que<br />
todo duró 4 minutos. El tornado destruyó<br />
cuatro de las doce casas del<br />
vecindario. De las que quedaron en<br />
pie, la nuestra sufrió el mayor daño.<br />
Sorprendentemente, ni mi esposo ni<br />
yo resultamos heridos de gravedad. ◆<br />
...a un<br />
incendio<br />
TAL COMO WALTER LEWIS<br />
LO RELATÓ A SARA WAGNER<br />
TOMADO DE WANE-TV<br />
La medicina que Walter Lewis toma<br />
para controlar su artritis reumatoide<br />
lo hace despertar a medianoche con la<br />
boca seca. Por eso, el 15 de enero de<br />
2016, Lewis, radicado en Fort Wayne,<br />
Indiana, se despertó a las 2:30 a. m.<br />
para beber agua. Al salir de la cocina<br />
y empezar a subir las escaleras, oyó a<br />
Rock, su perro bulldog americano.<br />
Lo que fuera que Rock estuviera<br />
haciendo, fue lo suficientemente<br />
ruidoso como<br />
para que yo fuera a buscarlo.<br />
Cuando llegué a la base de las escaleras,<br />
el perro subió corriendo, cosa rara<br />
en él. Creo que era su manera de decirme:<br />
“Tenemos que volver a subir”.<br />
Al llegar al segundo nivel me di la<br />
vuelta y noté una luz encendida abajo,
lo cual me sorprendió. Bajé de nuevo,<br />
y fue cuando vi fuego. De inmediato<br />
le grité a mi esposa para que se despertara<br />
y fuera por nuestros tres hijos.<br />
Tomé un cuchillo y corté el plástico<br />
que cubría la ventana que daba al<br />
techo del porche. Luego quité la ventana<br />
y el mosquitero. Hice que todos<br />
salieran al techo y lancé una manta<br />
para que no nos resbaláramos. Hacía<br />
frío, un frío de enero. Grité pidiendo<br />
ayuda, pero nadie me escuchó.<br />
Además de temor a las alturas,<br />
tengo algunos problemas físicos debido<br />
a mi artritis reumatoide, pero no<br />
podía dejar que mi familia resultara<br />
herida, así que salté desde el techo.<br />
No me deslicé hasta el borde: salté.<br />
Cuando aterricé perdí el aliento.<br />
Encontré una escalera de mano, la<br />
puse contra la casa y subí al techo.<br />
Alcé a mi hija en brazos y a mi bebé<br />
con los dientes, sujetándolo por la piyama.<br />
Luego bajé por la escalera.<br />
Una vez en el suelo, hice que mi hija<br />
sostuviera a su hermanito y volví por<br />
mi otra hija. Después regresé por mi<br />
esposa. Traté de rescatar a Rock, pero<br />
desapareció entre el humo. Jamás lo<br />
volví a ver con vida.<br />
No me considero un héroe; soy un<br />
hombre normal que ayudaría a alguien<br />
en apuros. Esa vez se trató de mi<br />
propia familia. Vivo para protegerla,<br />
como Rock; él vivió para protegernos.<br />
NOTA DEL EDITOR: El fuego causó tal<br />
daño que la casa fue declarada en ruinas<br />
por las autoridades.<br />
◆<br />
WANE-TV (15-I-2016). © POR LIN TELEVISION CORPORATION, UNA<br />
COMPAÑÍA DE MEDIOS GENERALES DE COMUNICACIÓN, WANE.COM
SELECCIONES <br />
...a una<br />
estampida<br />
humana<br />
KENDRA GERLACH<br />
TOMADO DE JEMS: THE JOURNAL<br />
OF EMERGENCY MEDICAL SERVICES<br />
Era agosto de 2015, y<br />
cuando estábamos a punto<br />
de salir del centro comercial<br />
Crabtree Valley,<br />
en Raleigh, Carolina del Norte, mi<br />
hermana entró a una zapatería cerca<br />
de la zona de restaurantes. Mi sobrino,<br />
de 15 años, aprovechó para ir a rellenar<br />
su vaso de refresco. Mientras mi<br />
madre esperaba cerca de la tienda con<br />
mi sobrina, yo fui a alcanzar al chico.<br />
Atravesé el área de comida y vi a<br />
mi sobrino en un mostrador. Fue entonces<br />
cuando oí algo parecido al sonido<br />
de una locomotora recorriendo<br />
la zona de restaurantes. Su ímpetu se<br />
formó a mi alrededor, y el piso empezó<br />
a temblar. La gente salía por todas<br />
partes: iban corriendo, gritando y<br />
agitando los brazos.<br />
Era una estampida humana, y estaba<br />
a punto de embestir a mi sobrino.<br />
Al acercarse a él la oleada de<br />
gente, tuvo que echarse a correr para<br />
evitar ser pisoteado.<br />
Justo en ese momento oí unos disparos<br />
detrás de mí; eran claros, fuertes<br />
e inconfundibles.<br />
La gente arrojaba sus pertenencias,<br />
sacrificándolas en un impulso primi-<br />
tivo por ponerse a salvo. La comida y<br />
las bebidas que habían caído al piso lo<br />
hicieron resbaladizo. La multitud me<br />
empujó y me jaloneó. Alguien rasgó<br />
mi vestido y tropecé; casi caigo de<br />
bruces en un cesto de basura.<br />
Logré levantarme, y vi que mi sobrino<br />
estaba demasiado lejos para<br />
poder alcanzarlo. Grité su nombre,<br />
pero mi voz se perdió entre el ruido<br />
ensordecedor de la muchedumbre.<br />
“¡Mantente de pie!”, me decía a mí<br />
misma. “¡Por favor, Dios mío!”, fue lo<br />
más parecido a una oración que pude<br />
decir en esos momentos.<br />
Finalmente llegué a la salida, sin<br />
despegar la vista de mi sobrino. Lo vi<br />
cruzar un puente que conecta el centro<br />
comercial con el estacionamiento.<br />
Atravesé el puente abriéndome camino<br />
entre la multitud. Luego él giró<br />
a la izquierda y se refugió en un pequeño<br />
rincón de concreto. Lo seguí<br />
hasta allí y tomé su brazo con fuerza.<br />
Como ambos estábamos agitados,<br />
la conversación fue escueta.<br />
—¿Qué pasó?<br />
—No sé.<br />
—¿Dónde están los demás?<br />
—Entraron a una zapatería.<br />
Mi madre y mi sobrina, de seis años,<br />
estaban fuera de la zapatería, esperando<br />
a mi hermana, cuando llegó<br />
la estampida. Unas manos grandes y<br />
desconocidas empujaron a mi mamá<br />
hacia el suelo. Rápidamente, ella jaló<br />
a mi sobrina y las dos se escondieron<br />
debajo de una mesa, donde las encontró<br />
mi hermana.
La muchedumbre pasó de largo, y<br />
de pronto estaban ellas dos solas en<br />
ese enorme espacio abierto. Permanecer<br />
allí, desprotegidas, parecía ser más<br />
peligroso que la propia estampida.<br />
Dos hombres corrieron hacia mi<br />
madre y mi sobrina, gritando algo.<br />
¿Eran ellos quienes habían disparado?<br />
Uno de los sujetos rodeó a mi mamá<br />
con los brazos y la ayudó a levantarse;<br />
luego huyó corriendo.<br />
Poco después, mi familia apareció<br />
fuera del centro comercial. A mi madre<br />
le costaba trabajo respirar y estaba<br />
muy agitada.<br />
Mi hermana la guiaba, sujetando su<br />
brazo. Yo tomé su otro brazo y empecé<br />
a decir una y otra vez: “Todos estamos<br />
bien. Nadie resultó herido”.<br />
Al poco tiempo vimos llegar a la<br />
policía, que empezó a bloquear las<br />
entradas del centro comercial y a resguardar<br />
las puertas con armas largas.<br />
Los miembros de los servicios médicos<br />
de emergencia llevaron a ocho<br />
heridos al hospital. La policía nunca<br />
encontró a los culpables.<br />
Nadie está seguro de qué desencadenó<br />
el caos. ¿Acaso fue un tirador?<br />
¿Un atentado? Quizá nunca lo<br />
sabremos, pero una cosa es cierta:<br />
provocar terror entre las personas<br />
hace que surja en ellas el instinto de<br />
una manada. La ley de la multitud se<br />
convierte en la fuerza predominante;<br />
las reacciones son viscerales. La gente<br />
lucha por sobrevivir, y muchos actúan<br />
despiadadamente en este combate.<br />
Ese día temimos por nuestras vidas.<br />
Juegos mentales: Soluciones<br />
ÁREA DESCONOCIDA<br />
20 cm 2 . Cada lado del cuadrado<br />
mide 6 cm de longitud; su área total<br />
es de 36 cm 2 . El área de A es el<br />
área del cuadrado menos la suma<br />
de las áreas de los tres triángulos.<br />
ACAMPANTES FELICES<br />
Tres. La primera noche hospedarás<br />
a nueve tiendas de campaña y ganarás<br />
$180, que reinvertirás en tres<br />
parcelas. La segunda noche recibirás<br />
a tres casas rodantes y seis tiendas.<br />
Ganarás $240, lo cual te<br />
permitirá equipar cuatro parcelas<br />
más. La tercera noche recibirás a<br />
siete casas rodantes y dos tiendas.<br />
Esto te dejará más que suficiente<br />
para equipar el resto de las parcelas.<br />
PARA ABRIR BRECHA<br />
RESUELVE DE RAÍZ<br />
18.<br />
A OJO DE BUEN CUBERO<br />
Silvia, Rafael, Dora, Laura,<br />
Alberto, Karla.<br />
5<br />
2<br />
5<br />
6<br />
3<br />
TOMADO DE JEMS (26-X-2016). © 2016 POR KENDRA GERLACH, JEMS.COM