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TRAUMAS EMOCIONALES

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Creció con la imagen de una patata, pensando que<br />

era fea, deformada, algo que se esconde bajo el suelo.<br />

Shirley y yo empezamos a ver que la imagen de la<br />

patata había afectado toda su vida, se había hecho tan<br />

sensible como una herida abierta. Tomaba a mal todo<br />

lo que le decían sus amigas, su jefe, sus compañeros<br />

de trabajo, sus vecinos y su esposo, que la amaba.<br />

Y, naturalmente, su Dios. ¿Cómo podía creer que Dios<br />

la amaba, si la había hecho como una patata? No era<br />

muy amable que Dios hubiera hecho esto. Tampoco podía<br />

aceptar el amor de su marido. Las patatas nos gustan<br />

para comer, pero su aspecto deja mucho que desear.<br />

Las heridas que sufría Shirley eran muy profundas.<br />

Tuvimos que seguir muchos recuerdos penosos con<br />

nuestro Señor, exponiéndoselos para que Él los sanara.<br />

Durante todo el período en que vino a mi despacho<br />

para ser aconsejada, raramente usaba yo el nombre de<br />

Shirley. Con frecuencia la llamaba «Melocotón de Dios»<br />

o mi «Melocotón».<br />

Hice todo lo que pude para volver a programar la<br />

imagen que ella tenía de sí misma. Y ella respondió<br />

a la gracia de Dios de una manera maravillosa. Cuando<br />

descubrió que era hija de Dios, dejó que el amor<br />

y la gracia entraran a raudales en ella y se llevaron los<br />

sentimientos e imagen de patata. Fue una de las transformaciones<br />

más notables que he visto. Incluso su mismo<br />

aspecto cambió. Cuando Shirley empezó a cuidarse,<br />

su aspecto se hizo más atractivo. Mejor aún, se volvió<br />

una persona atractiva y comenzó a relacionarse mejor<br />

con los demás. Se volvió una persona con un sentido<br />

de valor cristiano apropiado.<br />

Algunos años más tarde cuando fui a hablar a otro<br />

Estado, Shirley vino a verme después del servicio, llevando<br />

en los brazos un precioso bebé, una hermosura.<br />

Miré a la niña y le dije:<br />

-Shirley, esta niña no la ha producido ninguna patata.<br />

Ella me miró con una sonrisa traviesa y, riendo,<br />

contestó:<br />

-Un pequeño melocotoncito, ¿no?<br />

En la experiencia humana es raro que un hombre<br />

dé su vida por otro, incluso si éste es un buen hombre'<br />

aunque hay muy pocos que hayan tenido el valor d~<br />

hacerlo. Con todo, la prueba del asombroso amor de<br />

Dios. :s ésta: que cuando aún éramos pecadores, Cristo<br />

muna por nosotros. Además, si El hizo esto cuando<br />

aún éramos pecadores, ahora que somos justificados<br />

por el derramamiento de su sangre, ¿qué razón tenemos<br />

para temer la ira de Dios?<br />

..~i mien~ras érar!IOs sus enemigos Cristo nos reconczlIO<br />

con DIOS munendo por nosotros, sin duda ahora<br />

que ~stamos reconciliados podemos estar perfectamente<br />

cl.ertos de nuestra salvación por el hecho de que<br />

Él Vlve en nosotros. Es más, estoy seguro de que éste<br />

no es un asunto de la mera salvación: podemos llevar<br />

la cabeza alta a la luz del amor de Dios a causa de la<br />

reconciliación que Cristo ha hecho.<br />

Romanos 5:7-11 (trad. de Phillips)<br />

Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo<br />

tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente.»<br />

Éste es ~l primero y gran mandamiento. y el segundo<br />

es semejante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»<br />

De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los<br />

profetas.<br />

Mateo 22: 37-40<br />

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