Adviento-Una Temporada de Preparacion

Día 3: 5 de diciembre de 2017
Salmo 5
Jeffrey J. Niehaus
El Salmo 5 es lo que los estudiosos llaman un lamento, con lo que ellos llaman elementos de
sabiduría intercalados. El poeta se acerca a Dios en oración con su “lamento” (“presta atención
a mi gemido”, “escucha mi grito de auxilio”), que incluye el hecho de que tiene “enemigos” (v.8),
quienes “no pueden decir la verdad”, cuyos “deseos más profundos son destruir a los demás” y
quienes tienen una lengua “llena de adulaciones” (v.9). David quiere que Dios se ocupe de sus
enemigos, pero antes de pedirle a Dios que lo haga, él elabora su caso delante de Dios.
Él comienza estableciendo ciertos hechos acerca de Dios. Primero, Dios es el rey del poeta y es
su Dios. Si no fuera su rey y Dios, David no podría pretender esperar por su ayuda. Segundo,
Dios es accesible. Si no fuera accesible, no haría sentido la oración “Señor, en la mañana,
escuchas mi voz”. Tercero, Dios es justo – Él no se deleita en la maldad; el malo no puede habitar
con Él, Él odia a los mentirosos y los destruye; Él aborrece a los sangrientos (vs. 4-6). En contraste,
David puede esperar la ayuda de Dios y su juicio favorable; Dios ha, por su misericordia, permitido
a David adorar al Señor en su “casa” (templo), y pide que Dios lo guie en justicia (vs. 7-8).
Una vez estos hechos han quedado establecidos - una vez el suplicante ha elaborado su caso
contra sus enemigos y a favor de sí mismo – él puede invocar a Dios por ayuda conforme a su
naturaleza, la que ha sido establecida en los versos que anteceden. David invoca a Dios, sólo
entonces, para que los “declare culpables y haga que caigan en sus propias trampas, a causa de
sus muchos pecados”. Él puede pedir a Dios que lo haga porque ha quedado claro que Dios es
justo y aborrece y condena la maldad. Él puede además pedir a Dios que “cubra con su
protección” a todos los que se refugian en Dios y aman su nombre” (en el AT nombre se refiere
a la naturaleza esencial o carácter de alguien, por lo tanto, aquellos que aman el nombre de Dios
son los que lo aman por quien realmente Él es.
David puede concluir con una segura confianza en Dios, quien, siendo justo, bendice a los justos
y los protege (“los rodeas con tu escudo de amor”, vs. 12). David comienza con un lamento, pero
la sabiduría que afirma la naturaleza de Dios le ha permitido elevar un pedido lleno de certeza.