Con Gijón Nº3 Junio 2017
Nº3 - Junio 2017. Periódico del Grupo Municipal Socialista de Gijón
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<strong>Con</strong> Gijón 2<br />
EDITORIAL<br />
Dos años después<br />
Los aguerridos<br />
sindicalistas de antaño<br />
son hoy mansos<br />
cachorros que acuden<br />
raudos a la llamada<br />
de Álvarez-Cascos<br />
Quienes antes elevaban su voz<br />
contra determinadas políticas<br />
municipales se muestran ahora<br />
sorprendentemente conformes con<br />
esas mismas iniciativas. Los aguerridos<br />
sindicalistas de antaño son<br />
hoy mansos cachorros que acuden<br />
raudos a la llamada de<br />
Álvarez-Cascos cada vez que éste<br />
les convoca a merendar en el<br />
Dindurra. El cambio ha consistido<br />
en realidad en una operación de<br />
maquillaje cosmético que sólo<br />
convence ya a unos pocos crédulos<br />
mientras sus evanescentes cabecillas<br />
hacen equilibrios para<br />
conservar el poco poder que les ha<br />
permitido acaparar su estrategia<br />
ineficaz e improvisada. La ciudad,<br />
mientras tanto, calla y espera. Es<br />
ya demasiado tarde para todo. Sólo<br />
cabe esperar que aún sea pronto<br />
para lo importante.<br />
Fue un mal sueño del que seguramente<br />
no despertaremos.<br />
Sucedió pocos días después de las<br />
elecciones municipales, cuando<br />
se constató que la egolatría, la<br />
ambición y la insolvencia política<br />
iban a aliarse para hacer frente al<br />
sentido común y desbaratar las<br />
expectativas que una buena parte<br />
de la ciudadanía tenía depositadas<br />
en sus representantes electos. La<br />
ecuación planteaba una incógnita<br />
que debía resolverse a tres bandas,<br />
y los números salían: los concejales<br />
obtenidos por PSOE, Xixón Sí Puede<br />
e Izquierda Unida arrojaban una<br />
suma suficiente para gobernar un<br />
Gijón paralizado tras cuatro años de<br />
políticas conservadoras y taimadas,<br />
muy alejadas del espíritu de una<br />
ciudad que se había caracterizado<br />
en las décadas anteriores por su<br />
imaginación para solventar situaciones<br />
complicadas y la solvencia<br />
con que supo salir al paso de necesidades<br />
acuciantes que se acabaron<br />
transformando en virtudes reconocidas<br />
dentro y fuera del perímetro<br />
urbano. Lo que en la apoteosis<br />
agridulce de la noche electoral<br />
parecía cosa hecha —¿quién podía<br />
atreverse a traicionar la voluntad de<br />
las urnas?— se fue revelando poco<br />
menos que imposible a medida que<br />
el paso de los días iba sacando a<br />
la luz una evidencia tan amarga<br />
como incomprensible: no había en<br />
las filas de la presunta izquierda<br />
regeneradora voluntad alguna de<br />
pactar, salvo que se le entregase el<br />
mando a su autoproclamado cabecilla,<br />
y desde el principio se supo<br />
(por voces escandalizadas que no<br />
quisieron callarse) de las negociaciones<br />
secretas entabladas entre<br />
los herederos de Álvarez-Cascos y<br />
los apóstoles de una nueva política<br />
terriblemente vieja para alargar<br />
durante cuatro años el mandato de<br />
una Carmen Moriyón encantada de<br />
haber conocido a los muchachos de<br />
los petos morados.<br />
Las escenas vergonzosas que<br />
vinieron después —el referéndum<br />
sin censo ni garantías, un fraude<br />
democrático del que nadie se<br />
ha responsabilizado; el circo de<br />
la negociación retransmitida en<br />
streaming; la afición a tirar la piedra<br />
en la calle mientras se esconde la<br />
mano en los Plenos para evitar que<br />
ninguna decisión neocasquista se<br />
acabe quedando en el aire— han<br />
sido consecuencias nefastas de<br />
la falta de voluntad que algunos<br />
mostraron para entenderse con<br />
aquellos que, a priori, debería<br />
considerar sus semejantes. Del<br />
empecinamiento y la escasa cultura<br />
política de quienes prefirieron anteponer<br />
sus ambiciones y sus intereses<br />
personales a la lógica aritmética<br />
derivada de los votos y trataron<br />
por todos los medios de evitar que<br />
fuese un socialista quien encabezara<br />
un gobierno de izquierdas en<br />
la ciudad, por más que los votantes<br />
así lo hubieran decidido.<br />
Los apóstoles de<br />
una nueva política<br />
terriblemente vieja<br />
alargan durante cuatro<br />
años el mandato<br />
de una Carmen<br />
Moriyón encantada<br />
de haber conocido a<br />
los muchachos de los<br />
petos morados.