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Reflexiones

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criterio de elección no es el de los hombres al replicarle: «No te fijes en su apariencia ni en lo elevado<br />

de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a<br />

los ojos, más el Señor mira el corazón» (1 S 16, 7).<br />

Dios no se queda en la apariencia, no mira lo exterior, sino que se fija en el corazón, en lo que no se<br />

ve. Por eso, en contra del parecer de Jesé, que lo había descartado de antemano, el elegido del Señor es<br />

el menor de sus hijos, que estaba ausente pastoreando el rebaño. David no tiene la estatura ni la fuerza de<br />

sus hermanos, es, como dice el propio libro de Samuel: un muchacho rubio y de hermoso aspecto (1 S<br />

17, 42). Sin embargo Dios ve la grandeza de su corazón y por eso lo hace su ungido. Aprende tú también<br />

a fijarte y a dar importancia a las cosas que son relevantes para Dios y ponlas por delante de las cosas<br />

que el mundo considera importantes.<br />

3. Al elegir Dios al pequeño de los hijos de Jesé fijándose en su corazón ha comenzado con él un<br />

diálogo que se desarrolla entre su grandeza, la grandeza de Dios, y la pequeñez de David. No es un<br />

diálogo a pesar de la pequeñez, sino precisamente con la pequeñez de David. Igual que en la Virgen<br />

María su humildad y sencillez no son un obstáculo o una carga, sino, precisamente, aquello en lo que se<br />

fija Dios y por lo que establece su diálogo con ella, también con David sucede lo mismo: su humildad y<br />

pequeñez es ante Dios su baluarte.<br />

También en esta humildad y sencillez estará la diferencia con Saúl cuando David ofenda gravemente<br />

al Señor, cosa que, como mencionábamos antes, hará en al menos dos ocasiones. Entonces, y al contrario<br />

de lo que hizo Saúl, su reacción será postrarse ante Dios, hacerse de nuevo pequeño e implorar su perdón<br />

y su misericordia. Y en eso está el secreto de su fidelidad a Dios a pesar de sus caídas. Porque, como<br />

dice el Papa Francisco: «La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es sencillamente custodiar nuestra<br />

pequeñez para que pueda dialogar con el Señor. He aquí por qué la humildad, la docilidad, la<br />

mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano: son una custodia de la pequeñez. Son las bases<br />

para llevar siempre adelante el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor»7.<br />

EVANGELIO<br />

San Marcos 2, 23-28<br />

Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando<br />

espigas. Los fariseos le dijeron: Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? Él les<br />

respondió: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con<br />

hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes<br />

presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros. Y añadió: El<br />

sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor<br />

también del sábado.

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