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La voz del Fray 2.0, 3 (06/2017)

Revista del IES "Fray Andrés" de Puertollano. Número 3, junio de 2017

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VERBA/ CREACIÓN LITERARIA<br />

NARRATIVA<br />

Jamás creí que una persona podría cambiarme tanto la vida. Tenía ocho años cuando<br />

conocí a la señora Winston, una aristócrata inglesa que había venido a Tanzania por negocios y se<br />

hospedaba en un lujoso hotel donde mi madre trabajaba limpiando. <strong>La</strong> señora Winston era una<br />

mujer de unos cincuenta años, con una abundante melena rubia que, casi siempre llevaba recogida<br />

en un moño alto y con la piel más blanca que he visto en mi vida. Nos conocimos por casualidad, yo<br />

estaba sentada en las escaleras <strong>del</strong> hotel cuando la señora Winston salió de él tan rápido, que su<br />

cartera cayó al suelo y siguió andando distraída sin percatarse de ello. Yo la recogí enseguida y corrí<br />

tras ella antes de que entrara en el coche negro en el que la esperaba su chófer. <strong>La</strong> llamé varias<br />

veces, pero se metió en el coche. Entonces di unos golpecitos en la ventanilla y la bajó. El conductor<br />

salió <strong>del</strong> vehículo escandalizado y empezó a gritarme, pero se detuvo cuando la señora Winston hizo<br />

un gesto de aprobación hacia mí. Le di la cartera desde la ventanilla, la abrió, supongo que para<br />

comprobar si su dinero seguía ahí y se quitó las gafas de sol. Sus ojos verdes me miraron con<br />

compasión y esbozó una ligera sonrisa antes de ponerse de nuevo las gafas.<br />

-Acabas de darme seis mil libras, jovencita.-me dijo e hizo una pausa.-¿Sabes?, podría<br />

darte una recompensa por esto, podría darte la mitad, eso sería bastante justo, ¿verdad?-preguntó y<br />

me encogí de hombros. Solo era una niña y, aunque sabía que mi familia tenía muchas dificultades<br />

económicas, jamás se me pasó por la cabeza robarle a la señora Winston.-Pero la honestidad no<br />

tiene precio, así que me parece más justo darte algo equivalente a ello.-mencionó, pero no supe a<br />

qué se refería.-Si quieres dejar de cuidar vacas, pásate esta tarde por el hotel, habitación ciento tres.<br />

-me propuso e hizo un gesto con el que ordenó al chófer arrancar. Yo me quedé ahí, pensativa e<br />

impactada por lo que había pasado. Ahora, entiendo el significado de ese trueque en el que la<br />

señora Winston premió mi honestidad y aceptó la cartera a cambio de proporcionarme algo<br />

intangible como lo es la honestidad. Educación. Yo nunca fui al colegio porque, en mi país, las niñas<br />

no tienen derecho a la educación. Tenía una vida ya escrita que la señora Winston se propuso<br />

redactar de nuevo.<br />

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