Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
sonido y olor que le silbaba en los oídos. El mundo giró a sus pies. Las estrellas<br />
caían sobre él como encendidos meteoros. Sintió deseos de arrojarse otra vez al<br />
río y dejarse ir aguas abajo hasta un sitio seguro. Esa tierra oscura que se alzaba<br />
ante él le recordaba aquel día de su infancia, cuando se bañaba en el mar, y de<br />
pronto, de alguna parte, vino la ola más grande en la historia de sus recuerdos,<br />
envolviéndolo en barro salado y sombras verdes, con un agua que le quemaba en<br />
la garganta y la nariz, dándole náuseas y obligándolo a gritar: ¡Demasiada agua!<br />
Demasiada tierra.<br />
De la pared oscura que se extendía ante él surgió un murmullo. Una forma.<br />
En la forma, dos ojos. La noche, que lo miraba. El bosque, que lo veía.<br />
¡El Sabueso!<br />
Luego de la huida, la carrera, el sudor y la zambullida en el río, luego de<br />
haber llegado tan lejos, de haberse esforzado tanto, creerse a salvo, suspirar con<br />
alivio y salir a la orilla, encontrar sólo…<br />
¡El Sabueso!<br />
Montag emitió un último grito de agonía, como si aquello fuese demasiado<br />
para un solo hombre.<br />
La forma estalló desapareciendo. Los ojos se borraron. Las hojas<br />
amontonadas en el suelo se alzaron como un rocío seco.<br />
Montag estaba solo en medio del campo.<br />
Un ciervo. Montag respiró aquel pesado almizcle, como un perfume<br />
mezclado con sangre, y el resinoso aliento del animal, de cardamomo, musgo y<br />
malezas, en esa noche inmensa en que los árboles corrían hacia él, se apartaban,<br />
corrían, se apartaban, junto con el corazón, que le latía en los ojos.<br />
Había un billón de hojas en el suelo. Montag vadeó las hojas como un río seco<br />
que olía a especias calientes y polvo tibio. ¡Y los otros olores! De la tierra entera<br />
surgía un olor a patata cortada, fresco y húmedo y blanco, pues la Luna la<br />
iluminaba casi toda la noche. Había un olor a botella de salmuera y un olor a<br />
perejil en una fuente. Había un olor débil y amarillo, como el de un frasco de<br />
mostaza. Había un olor a claveles que venía del jardín de la casa de al lado.<br />
Montag bajó la mano y sintió que una planta se alzaba hacia él, como un niño, y<br />
lo rozaba con suavidad. Los dedos le olían a regaliz.<br />
Montag se quedó allí, inmóvil, aspirando, y cuanto más aspiraba los olores de<br />
la tierra, más lo colmaba la riqueza de la tierra. No se sentía vacío. Había allí<br />
más que suficiente para que no se sintiese vacío. Habría siempre más que<br />
suficiente.<br />
Montag entró en aquel bajo océano de hojas, tambaleándose.<br />
Y en medio de aquel mundo extraño, algo familiar.<br />
Tropezó y se oyó una vibración sorda.<br />
Montag tocó el suelo con la mano, un metro hacia este lado, un metro hacia<br />
este otro.