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Cartas a las Iglesias - M. L. Andreasen

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Dr. Barnhouse argumenta que, como nosotros<br />

basamos nuestra doctrina de la expiación<br />

grandemente en la figura que se nos da en Levítico,<br />

y usamos eso en nuestras enseñanzas sobre la<br />

expiación, tenemos que creer que mientras el sumo<br />

sacerdote en la tierra llevaba la sangre al santuario<br />

y allí hacía la expiación, así Cristo también lo hace,<br />

Él tiene que entrar para completar la expiación. Si<br />

no, tuviésemos una expiación sin sangre. Si no<br />

aceptamos el último paso, entonces estamos<br />

compelidos a creer que la expiación fue hecha en el<br />

atrio y no en el santuario, lo cual destruye<br />

completamente toda la tipología. Si este<br />

últimoservicio con la sangre es omitido, entonces<br />

nuestra teoría de la expiación está tristemente<br />

incompleta, y “no es más que una especulación<br />

teológica altamente imaginativa, exegéticamente<br />

insostenible”. Si Cristo no entró con la sangre para<br />

completar la expiación, entonces lo que queda “es<br />

caduco, insulso y no aprovechable”. Barnhouse<br />

tiene un buen argumento.<br />

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