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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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había hecho antes (cap. x.2), esta vez no condenó el bautismo de los infantes.686 Bucer, que<br />

presidió la mayor parte del examen, vio que se trataba de una herejía relativamente innocua, y<br />

Ziegler quedó en libertad.<br />

Después de la breve investigación a que se sometió a Martín Storen (Stoer), seguidor de<br />

Ziegler,687 que sin embargo se negó a hablar detenidamente de sus convicciones y<br />

especulaciones, Melchor Hofmann hizo su aparición ante el sínodo. Durante esta primera<br />

intervención, y las que siguieron, expuso sus opiniones en tono apasionado y las resumió luego<br />

bajo cinco encabezados.688 En el resumen de Bucer, más tardío, y que es a la vez una<br />

refutación, las proposiciones se reducen a cuatro.689 Hofmann reformuló su doctrina de la<br />

naturaleza única y celestial de Cristo contra la versión de Schwenckfeid (de acuerdo con el cual<br />

eran dos las naturalezas y, de hecho, celestiales las dos) y contra la doctrina tradicional<br />

(calcedonia) de una naturaleza divina y una naturaleza humana, en la segunda de las cuales<br />

quedaba incluida la carne humana. Afirmó enfáticamente la deidad plena de Cristo, pero declaró<br />

estar en contra de la costumbre de dirigirse en las oraciones al Hijo y al Espíritu Santo.690<br />

Respecto a su cristología, mucho más que respecto a cualquier otro de sus puntos doctrinales,<br />

Hofmann se condujo ante el sínodo no precisamente como hereje visionario sometido a<br />

escrutinio inquisitorial, sino como un teólogo evangelista cargado de pasión. Defendió asimismo<br />

con gran convicción sus otros cuatro puntos en el curso de varias sesiones. Dijo que el Segundo<br />

Adán murió por la salvación de toda la humanidad, puesto que por la caída del primer Adán la<br />

humanidad toda había sufrido el castigo de la muerte eterna; que la iluminación divina en<br />

presencia de la Escritura podía devolver a cada hombre la libertad de albedrío poseída al<br />

principio en el Paraíso; que el bautismo de los infantes era cosa del diablo y que el bautismo de<br />

los creyentes era el único testimonio público válido de la renovación del entendimiento y de la<br />

voluntad; y que no hay perdón para el pecado intencional, o sea el pecado cometido después de<br />

la iluminación del bautismo. Acerca de este último punto Hofmann estuvo particularmente<br />

categórico, citando con gran fuerza de convicción un pasaje del Levítico, 15:30, y otro de la<br />

epístola a los Hebreos, 10:26. Adujo también este último texto, en relación con otro del Levítico,<br />

4:13 ss., para fundamentar su afirmación de que el sacrificio expiatorio de Cristo, el eterno Sumo<br />

Sacerdote, fue por los pecad os desconocidos de la comunidad y del individuo, es decir, por el<br />

pecado original y por los pecados prebautismales, cometidos antes de la iluminación bíblica y<br />

espiritual del creyente acerca de lo que es bueno y lo que es malo. Se refirió después, con basé en<br />

diferentes citas bíblicas (IV Esdras, 7:5 y 9; Apocalipsis, 21:8; II Pedro, 2:21), a la vida cristiana<br />

después que se ha entrado en la alianza de una voluntad y una conciencia renovadas, y dijo que<br />

esta vida consiste en una lucha continuada por no caer del (segundo) Paraíso (la iglesia de los<br />

renacidos) una segunda vez, que ahora sería la caída en la horrenda muerte de fuego y azufre.<br />

Según él, esta "segunda muerte" era peor, en sus consecuencias, que si uno no hubiera llegado<br />

nunca a conocer el camino de la rectitud, puesto que entonces no cabía decir que uno se había<br />

apartado de él.<br />

Gaspar Schwenckfeid, que había sometido a escrutinio cinco de sus libros, fue examinado<br />

el 12 de junio. Pidió que especialmente uno de esos libros, la Protesta,691 se leyera ante el<br />

686 Elsass; II, pp. 76-77.<br />

687 Sobre Storen como seguidor de Ziegler véase Elsass, II, núm. 504 (p. 275).<br />

688 Ibid., núm: 398.<br />

689 Ibid., núms. 402 y 444.<br />

690 Ibid.,núm. 384 (p. 83).<br />

691 <strong>La</strong>Protesta está publicada en CS, IV, 788-790. Véanse también, en CS, III, 112-116, los "Artículos que hay necesidad de<br />

considerar en un sínodo". Eells, op. cit., p. 148, sostiene que Schwenckfeid presentó sus libros, inclusive la Protesta, con

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