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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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acción de que las demás criaturas están dotadas, rinda libremente testimonio de esa actividad<br />

[divina], y, si escoge el camino de la izquierda..., no tenga luego razones para quejarse.775<br />

Esta descripción "panteísta" de la omnipresencia de Dios reaparece, hasta con<br />

expresiones muy semejantes, en Miguel Servet (cap. xxin.4). Hay, pues, un Padre que es la<br />

esencia en sí y la bondad en sí, y que a través del amor del Hijo, que es la actividad divina,<br />

penetra toda la creación y brinda universalmente el don del amor. Esta bondad puede llamarse<br />

"Espíritu o viento, santo en sus obras, fructífero y puro, porque él solo, emanado de una esencia<br />

inmortal y santa mediante la actividad viva y pura, sopla donde le place". Aquí, con un lenguaje<br />

que no es ya niceno ni tradicional, todavía sin mencionar la encarnación y usando el término<br />

"potencia" en vez del término "persona", Entfelder reintroduce sin embargo en el idioma vernáculo<br />

de la especulación mística la afirmación patrística de una Trinidad interna, distinta de la<br />

Trinidad puramente económica u ordenadora de la creación.<br />

Después de describir cómo los seres humanos reciben diversos recordatorios del<br />

conocimiento revelado de Dios por medio de las múltiples causas y oposiciones de la creación,<br />

habla Entfelder del conocimiento del verdadero Mediador, que no es simplemente un hombre<br />

divinizado, sino, en verdad, un hombre venido del cielo:<br />

Aunque la esencia paterna, Dios en cuanto Dios, se declara tal a sí mismo en lo más<br />

alto..., la actividad [divina], Dios a su vez, accedió a dejarse ver en lo profundo (in der tieff [de la<br />

encarnación]) como hombre y como Hijo, para ser escuchado, comprendido y sentido en la<br />

carne, pero sin pecado...776<br />

Este pasaje cristológico puede ser suficiente para explicar la especulación trinitaria de<br />

Entfelder, y lo que resulta es que, con su cristología del hombre celestial, él fue, como tantos<br />

otros hombres del drculo de Estrasburgo, defensor de la doctrina de la carne celestial de Cristo,<br />

en alguna de sus formas (cap. xi.3).<br />

Servet, el más coherente de los anti-nicenos, no propuso en 1531 rechazar la doctrina de<br />

la Trinidad, sino corregir los errores de la formulación escolástica y de la formulación nicena. Lo<br />

que él quería era sustituir el argumento filosófico en que se fundamentaba la Trinidad, y que<br />

identificaba la sustancia de las tres Personas (consustancialidad), por otro argumento más<br />

primitivo, y bíblicamente defendible: el de la unidad de gobierno (el monarquianismo del Padre<br />

y el Hijo y el Espíritu Santo), argumento que nunca, ni siquiera en los siglos iv y v, desapareció<br />

completamente como defensa ortodoxa subsidiaria de la unidad de Dios.777 Servet jamás se hizo<br />

el ánimo a prescindir del testimonio de los padres pre-nicenos y concentrarse sólo en los textos<br />

bíblicos. Para él, la decadencia de la iglesia se remontaba concretamente a la intromisión de<br />

Constantino en la formulación de la doctrina cristiana en el Concilio de Nicea. Más que ninguno<br />

de los anti-trinitarios, por consiguiente, Servet hubiera aceptado con mucha complacencia<br />

nuestra designación de "anti-niceno". A Servet lo indignaban particularmente esos teólogos<br />

considerados por él como blasfemos sofistas escolásticos que, a fuerza de abstracciones, llegaban<br />

775 Texto publicado en Dunin-Borkowski, "Quellenstudien", loc. cit., p. 108. Sobre los antecedentes místicos y escolásticos<br />

medievales véase Kari Ruh, "Die trinitarische Spekulation l" deutscher Mystik und Scholastik", Zeltschnft fur Deuhche Philologie,<br />

LXXII (1953), 24-53, y Roland Bainton, "Michael Servetus and the Trinitarian Speculation ofthe Middie Ages", en el citado<br />

volumen colectivo Autour de Servet et de Castelhon, pp. 29-46.<br />

776 Dunin-Borkowski, p. 108.<br />

777 El argumento monarquiano aparece por vez primera en la comparación que hace Tertuliano con el gobierno imperial, único, a<br />

pesar de la frecuente pluralidad de vicerregentes imperiales.

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