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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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En Polonia no hubo, desde luego, ningún movimiento comparable con la gran Guerra de<br />

los Campesinos de Alemania, en la que los labradores, artesanos y mineros exigieron nuevas<br />

condiciones de vida. En vez de eso, la revolución social cristiana se inició en Polonia cuando<br />

cierto número de pastores anabaptistas y anti-nicenos -no todos ellos procedentes de las clases<br />

más humildes- convirtieron a un cristianismo evangélico a varios grandes señores y miembros de<br />

la aristocracia menor, que a su vez se sintieron movidos por un impulso de fraternidad evangélica<br />

a emancipar a sus siervos y a considerarlos como coherederos en Cristo. <strong>La</strong> posición que<br />

mantuvo la mayoría de los hermanos reformados radicales (la Iglesia Menor de Polonia) en<br />

cuanto a la fraternidad cristiana y el pacifismo no fue el esfuerzo de una clase desamparada por<br />

evitar verse enredada en los conflictos y las pretensiones de los grandes; fue, en parte por lo<br />

menos, obra de los propios grandes señores, ios equivalentes polacos y lituanos de esos nobles<br />

radicales alemanes que fueron Leonardo de Licchtenstein y Gaspar Schwenckfeld. Estos<br />

partidarios del pacifismo, miembros de la impetuosa e independiente szlachta -algunos<br />

verdaderamente opulentos, otros sólo moderadamente ricos-, tenían propiedades y derechos que<br />

defender, y dependientes que proteger, y obedecían un código que exigía de ellos una prontitud<br />

casi quijotesca a hacerlo así cada vez que se proclamaba la leva en masa de la nobleza (pospolite<br />

ruszenie). <strong>La</strong> conversión de estos señores feudales al pacifismo significaba una revolución social<br />

para sus familias, para sus secuaces y para sus siervos. Un gran señor como el juez Juan<br />

Niemojewski, propietario de veinte aldeas, con una tradición familiar de heroica valentía en las<br />

guerras contra los caballeros teutónicos, los turcos y los moscovitas, no podía menos de quedar<br />

deshonrado a los ojos de sus iguales, y de atraerse incluso, algunas veces, el menosprecio de las<br />

personas (pertenecientes a otros campos confesionales) a quienes ya no consideraba ahora como<br />

gente baja, sino como iguales en Cristo.<br />

En 1572, el peligro de la guerra dinástica expuso a estos miembros aristócratas de la<br />

Iglesia Menor, anabaptistas, anti-trinitarios y pacifistas, lo mismo que a sus teólogos, a violentos<br />

ataques por parte de los católicos y de los miembros de la Iglesia Mayor, y causó considerable<br />

disensión en el seno de la propia Iglesia Menor. <strong>La</strong> cuestión de la espada se presentaba en 1572<br />

inmediatamente después de la controversia sobre el bautismo de los creyentes, y por fuerza tenía<br />

que acarrear una escisión en esa Iglesia Menor, tal como diez años antes, o sea en 1562, la<br />

cuestión de la formulación "constantiniana" de la doctrina de la Trinidad había abierto el cisma<br />

(destinado a ser permanente) en el conjunto de la Iglesia <strong>Reforma</strong>da Polaco-Lituana.<br />

En agosto de 1572, un mes después de la extinción de la dinastía de los Jagellones, el<br />

emprendedor y viajero teólogo-publicista Jacobo Paleólogo, con quien hace muy poco nos<br />

hemos encontrado en las importantes disputas de Kolozsvár (cap. xxviii.3), publicó una porción<br />

de su tratado sobre la espada magisterial y la guerra justa, Defensio verae sententiae de<br />

magistratu político. Alarmado por lo que él consideraba irresponsabilidad política de los<br />

rakowianos y de los demás pacifistas de la Iglesia Menor de Polonia -con quienes, por lo demás,<br />

seguían estando sus simpatías-, Paleólogo afirmaba categóricamente en esa obra la obligación<br />

que tenían los cristianos de aceptar cargos públicos y de prestar sus servicios en el ejército,<br />

puesto que, según decía, la negativa a hacerlo así "allana siempre el camino al poder a los<br />

impíos".1763 Este ataque incomodó mucho a la mayoría pacifista de los hermanos polacos, que<br />

sintieron que uno de los principios fundamentales del cristianismo evangélico estaba peligrando.<br />

Su réplica a Paleólogo fue formulada por Gregorio Paulo, Adversus Jacobi Palaeologi de bello<br />

1763 Pirnát, "Palaeologus", loc. cit., pp. 84-85.

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