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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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jerónimo. De acuerdo con ella, el cuarto reino (correspondiente al hierro, el cuarto metal) era el<br />

Imperio Romano, perpetuado a través de varias permutaciones, desde Augusto, pasando por<br />

Carlomagno, hasta el Sacro Romano Imperio de la Nación Alemana. Pero Müntzer, astutamente,<br />

encontraba en los pies de hierro y barro de la estatua (que para Daniel habían sido simplemente<br />

una extensión de las piernas, o sea del reino de hierro de Alejandro Magno) el símbolo de un<br />

quinto reino terrenal, a saber, la cristiandad feudal y papal, reino durante el cual la sociedad<br />

estuvo pulverizada entre la Iglesia y el Estado, en un opresivo aplastamiento. <strong>La</strong> Piedra que en el<br />

sueño de Nabucodonosor quebró estos pies era, por supuesto, Cristo (el pueblo de Cristo, los<br />

santos). Müntzer hacía notar que la Piedra fue aumentando de tamaño, y expresaba su convicción<br />

de que el hombre común, en posesión de su realeza y de su sacerdocio, estaba ahora en posición<br />

de quebrar el último de los reinos de este mundo, la monarquía de emperadores y papas. Pero los<br />

actuales magistrados subalternos del Imperio Romano-Germánico bien podían, en cuanto<br />

individuos, estar entre los elegidos y pertenecer a este pueblo santo. Así, pues, el objetivo básico<br />

del sermón de Müntzer ante los príncipes era despertar en ellos la conciencia de un papel<br />

posiblemente predestinado a ellos e inducirlos a unirse al pueblo ya congregado y a ser, desde<br />

luego, sus portavoces y sus ejecutores a la hora de dar a las huestes del Anticristo, réprobos sin<br />

Dios, su merecido castigo.<br />

Müntzer reinterpretaba el pasaje políticamente conservador de la epístola a los Romanos,<br />

capítulo 13, convirtiéndolo en un texto revolucionario, de una manera que al duque Juan debe<br />

haberle parecido tanto más impresionante cuanto que Lotero se había servido una y otra vez del<br />

mismo pasaje en apoyo de la autoridad magisterial.113 Müntzer, en efecto, alteraba el orden de<br />

los cuatro primeros versículos, colocando el 1 y el 2 a continuación del 3 y el 4, y convirtiendo<br />

así a los príncipes ernestinos, por anticipación exhortatoria, en los ejecutores de la ira de Dios<br />

contra los ateos y en los protectores de los santos revolucionarios. Pero, al mismo tiempo,<br />

Müntzer advertía que si los príncipes se resistían a identificarse con la congregación del pueblo,<br />

la espada pasaría de sus manos a las del pueblo.114 <strong>La</strong> teoría del contrato no existía en su<br />

concepto del gobierno. <strong>La</strong> soberanía divina residía en el pueblo de los santos, y los príncipes<br />

podían escoger: o se unían a los buenos en su programa escatológico, o sufrían las consecuencias<br />

de la rebelión justa. En otro de sus escritos, Müntzer insinuaba que los representantes<br />

principescos del pueblo cristiano podrían gozar de ciertos privilegios de poca importancia, en señal<br />

de respeto: los príncipes, por ejemplo, podrían disponer de ocho caballos, los condes de<br />

cuatro, y los miembros de la nobleza menor, de dos.115 Aquí se puede detectar claramente la<br />

influencia de Juan Eberlin de Günzburg (ca. 1460-1533). Este luterano apocalíptico, que antes<br />

había sido fraile franciscano, hacía algunas concesiones análogas en el undécimo de sus libelos<br />

intitulados Bunde.sgenossen. Eberlin proyectó asimismo una equitativa Wolfaria donde cada<br />

cual sería recompensado de acuerdo con su verdadera contribución al bien de la comunidad.116<br />

113 Carl Hinrichs ha demostrado especial agudeza al analizar la revolucionaria permutación del cap. 13 de la epístola a los<br />

Romanos en la hermenéutica de Müntzer.<br />

114 Ya Müntzer había dado expresión a esta revolucionaria pero plausible reinterpretación del pasaje de San Pablo en dos<br />

cartas, dirigida la primera al elector, con la idea de que la leyera también el duque Juan (4 de octubre de 1523), y la segunda al<br />

ayuntamiento y a la congregación de Allstedt (ca. 7 de junio de 1524). Véase Brandt, rrp. cit., p. 64.<br />

115 Bühmer y hirn, op. cit., p. 162.<br />

116 Wolfaria es el nombre de una utópica república agraria, gobernada por nobles y campesinos, nombrados todos<br />

por elección popular. Los monasterios y conventos tendrían que ser desocupados gradualmente, y los franciscanos<br />

recalcitrantes deberían ser pasados a cuchillo. A los adúlteros y a otros peleadores se les aplicarían los castigos<br />

decretados en el Viejo Testamento, v los borrachos públicos debían morir ahogados. En Eberlin hay reflejos de<br />

tradiciones apocalípticas medievales lo mismo que de ideas reformadoras de Lutero, entre ellas el esperado retorno<br />

del durmiente Barbarroja. Los Doce Artículos del Bnndschuh reaparecen reducidos a seis en las leyes de Wolfaria.

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