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La sirena varada: Año 1, Anual

El especial del primer año de La sirena varada: Revista literaria

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—Ok, pero no será tan fácil, sinceramente,<br />

no se ve tan peligroso —Andrés<br />

intentaba verse tranquilo, pero por<br />

dentro se repetía que era un pendejo-.<br />

—Mira, vamos a hacer como que entramos<br />

a un privado y de ahí te sales, yo<br />

le pago tu cuenta al mesero, por favor<br />

no hagas nada estúpido.<br />

Fuera de la borrachera que traía, la<br />

preocupación lo levantó en ascuas, y<br />

decidió hacer lo que Sandra le propuso.<br />

Entraron al área de privados y mientras<br />

ponían la canción mas corta de toda su<br />

vida, salió por una puerta trasera sin<br />

decir adiós, se encaminó en chinga a<br />

su carro, y cuándo estaba a punto de<br />

llegar, lo jalaron del brazo dos tipos, lo<br />

tiraron al suelo, y después de golpearlo<br />

un rato lo subieron a una camioneta.<br />

Lo último que escucho después del<br />

golpe fue:<br />

—Qué galancito, ¿cuál es tu último<br />

deseo? Estoy de buenas, y antes de que<br />

te arranque esa verga y te la meta a la<br />

boca y te mate, te dejaré pedir algo…<br />

Pero no salgas con tus mamadas,<br />

¿entendido?<br />

—Tacos.<br />

—Vaya, quieres morirte con la puta<br />

panza llena antes de que te la destripe,<br />

esta bien. Rojo, vete a unos tacos que<br />

no se vean tan corrientes, este tipo ya<br />

está muerto, démosle por lo menos<br />

una enchilada con la salsa.<br />

Se estacionaron en un lugar y se bajaron<br />

los dos tipos que lo habían madreado;<br />

comieron, rieron con el taquero<br />

y pidieron posteriormente cuatro de<br />

cabeza y dos de bistec los cuales, entre<br />

su malicia, los inundaron de la salsa<br />

mas picosa del lugar. Cuando abrieron<br />

la puerta de la camioneta para reírse<br />

de él, mientras al intentar comerse<br />

sus tacos se ahogaría en lo picoso, Andrés<br />

solo escuchó un sonido hueco y<br />

el malandro que le abría la puerta caía<br />

tirando la bandeja de tacos. Posteriormente<br />

escuchó otros sonidos fuertes y<br />

el solo se tiró entre los asientos pidiéndole<br />

a algo divino que lo salvara.<br />

Pasado el ruido ensordecedor se levantó<br />

de la camioneta, vio a los tipos,<br />

al taquero y a algunas personas, posiblemente<br />

clientes muertos a balazos.<br />

¿Y él? ¡Ileso! Se dio cuenta de que podría<br />

haber sido un ajuste de cuentas,<br />

una emboscada, o lo que fuese. Era<br />

tiempo de largarse de ahí, correr como<br />

desquiciado y jamás de los jamases<br />

volvería a engañar a su mujer, y obvio<br />

mucho menos a comer tacos saliendo<br />

del table.

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