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Diccionario_Biblico

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madera. No lejos de allí solía levantarse una estela, o una serie de estelas, piedras no talladas,<br />

midiendo 1,80 m. o más; se hallaban de pie como en Gezer o en Petra (1 R. 14:23; Jer. 17:2).<br />

(Véanse ASERA, DIVINIDADES PAGANAS, ESTELA, PIEDRA). Había casas asociadas a<br />

estos santuarios (1 R. 12:31; 2 R. 23:19), en las que se albergaban los ídolos (2 R. 17:29, 32), e<br />

indudablemente que con otros fines. Había bancos alrededor del lugar sagrado, o bien una sala en<br />

la que se podían reunir los adoradores y comer allí las porciones separadas en las solemnidades<br />

del sacrificio (1 S. 9:12, 13, 22). Había sacerdotes que oficiaban en los servicios de los lugares<br />

altos (1 R. 12:32; 2 R. 17:32, 33), quemando el incienso y efectuando la ofrenda de los<br />

sacrificios (1 R. 13:2; cfr. 3:3).<br />

En ciertas épocas, los israelitas celebraban el culto al Señor en los lugares altos, pero la Ley lo<br />

prohibía, estipulando que no debía haber más que un solo altar para todo Israel. El objeto de esta<br />

ordenanza era múltiple: favorecer el desarrollo del sentimiento nacional, guardar al pueblo de<br />

posibles divisiones, impedir el desarrollo de una religión idolátrica y de perder el contacto con la<br />

religión de Jehová; e impedir asimismo su corrupción. Esta normativa tendía, además, a<br />

garantizar la existencia de un santuario nacional, lo que permitía tener un culto espléndido en<br />

honor de Jehová, digno de su infinita grandeza y sobrepasando de lejos las ceremonias paganas.<br />

La celebración del culto a Jehová en los lugares altos sólo se dio en contravención a las<br />

disposiciones dejadas por Dios, y en épocas de desorden nacional, en la que el orden divino<br />

había sido destruido desde dentro o desde fuera por causa de anteriores infidelidades del pueblo.<br />

Cuando no había santuario nacional, lo que se produjo cuando Dios abandonó Silo y antes de la<br />

construcción del Templo (Sal. 78:60, 61, 67-69; 1 R. 3:2, 4; 2 Cr. 1:3).<br />

En la guerra entre Jehová y Baal en el reino del norte, Elías preparó un sacrificio en un lugar<br />

alto, que fue consumido por fuego del cielo, lo que mostró el contraste entre la impotencia de<br />

Baal y el poder soberano de Dios incluso en una tierra lanzada a la idolatría y a la desobediencia.<br />

(Véase ALTAR.)<br />

Para complacer a sus esposas paganas, Salomón cometió el gravísimo pecado de elevar los<br />

lugares altos sobre el «monte de la destrucción» (parte del monte de los Olivos) en honor de<br />

Astarté, de Quemós, de Milcom, llamado también Moloc (2 R. 23:13).<br />

Con el fin de disminuir el prestigio del santuario de Jerusalén, Jeroboam hizo erigir santuarios<br />

sobre los lugares altos de Bet-el, instalando allí sacerdotes (1 R. 12:31, 32; 13:33). Su pretensión<br />

era la de organizar un culto independiente a Jehová, pero mezclando con él símbolos idólatras (1<br />

R. 12:28-33; 13:2). Los profetas atacaron vehementemente estos lugares altos (1 R. 13:1, 2; Os.<br />

10:8). Había lugares altos no sólo en Bet-el, sino también en otras ciudades de Samaria (1 R.<br />

13:32; 2 R. 17:32; 2 Cr. 34:3). El esfuerzo de limpieza de los reyes Asa y Josafat no tuvo efectos<br />

duraderos (1 R. 15:14; 22:44; 2 Cr. 14:4; 15:17; 17:6).<br />

Joram, hijo de Josafat, erigió lugares altos en los montes de Judá (2 Cr. 21:11). Acaz, rey de<br />

Judá, erigió también altares a dioses paganos; les ofreció sacrificios y les quemó incienso (2 Cr.<br />

28:4, 25). Ezequías destruyó los ídolos (2 R. 18:4, 22), pero Manasés los volvió a adorar (2 R.<br />

21:3; 2 Cr. 33:3). Josías los volvió a suprimir (2 R. 23:5, 8, 13). Los profetas tronaron contra los<br />

lugares altos (Ez. 6:3), proclamando que era Sión la residencia elegida por Jehová para hacer<br />

morar en ella su nombre (Dt. 12:11, 21; 14:23, 24; 16:2, 6, 11; Is. 2:2, 3; 8:18; 18:7; 33:20; Jl.<br />

2:1; 3:17, 21; Am. 1:2; Mi. 4:1, 2).<br />

743<br />

exc, LUGARES BAJOS<br />

vet,<br />

(también llamados «profundos»)

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