You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
ardilla. El oficial se sobresalta, mira a su alrededor. Cósimo se asoma entre las ramas y al<br />
asomarse ve al otro lado d<strong>el</strong> seto al teniente inglés que está desmontando de la silla y ata<br />
<strong>el</strong> caballo a un palo. «Entonces es él; quizá <strong>el</strong> otro pasaba por aquí por casualidad.» Y<br />
allá va una cerbatana de ardilla en la nariz.<br />
- Who's there? - dice <strong>el</strong> inglés, y hace un ademán de atravesar <strong>el</strong> seto, pero se<br />
encuentra cara a cara con <strong>el</strong> colega napolitano, que, tras bajar también d<strong>el</strong> caballo,<br />
también dice:<br />
- ¿Quién está ahí?<br />
- I beg your pardon, sir - dice <strong>el</strong> inglés -, ¡pero debo invitaros a desalojar<br />
inmediatamente este lugar!<br />
- Si estoy aquí es con pleno derecho - tercia <strong>el</strong> napolitano -, ¡invito a que se vaya<br />
vuestra señoría!<br />
- Ningún derecho puede equivaler al mío - replica <strong>el</strong> inglés -. I'm sorry, no os consiento<br />
que os quedéis.<br />
- Es una cuestión de honor - dice <strong>el</strong> otro -, y que dé fe de <strong>el</strong>lo mi linaje: Salvatore de<br />
San Cataldo de Santa María Capua Vetere, de la Marina de las Dos Sicilias.<br />
- Sir Osbert Castlefight, ¡tercero de este nombre!<br />
- se presenta <strong>el</strong> inglés -. Es mi honor <strong>el</strong> que impone que despejéis <strong>el</strong> campo.<br />
- ¡No antes de haberos echado a vos con esta espada! - y la desenvaina.<br />
- Señor, debéis batiros - dice sir Osbert, poniéndose en guardia. Se baten.<br />
- ¡Aquí os quería ver, colega, y no desde hoy!<br />
- y le atesta una estocada. Y sir Osbert, parando:<br />
- ¡Hace tiempo que seguía vuestros movimientos, teniente, y os esperaba para esto!<br />
De fuerza parecida, los dos tenientes de navío se agotaban en asaltos y fintas. Estaban<br />
en la cumbre de su fogosidad, cuando:<br />
- ¡Deteneos, en nombre d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o! - En <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón había aparecido doña<br />
Viola.<br />
- Marquesa, este hombre... - dijeron los dos tenientes, a una sola voz, bajando las<br />
espadas y señalándose recíprocamente.<br />
Y doña Viola:<br />
- ¡Mis queridos amigos! ¡Guardad estas espadas, os lo ruego! ¿Es éste <strong>el</strong> modo de<br />
espantar a una dama? Prefería este pab<strong>el</strong>lón como <strong>el</strong> lugar más silencioso y secreto d<strong>el</strong><br />
parque, ¡y apenas adormecida me despierta vuestro chocar de armas!<br />
- Pero, milady - dijo <strong>el</strong> inglés -, ¿no había sido invitado aquí por vos?<br />
- Vos estabais aquí para esperarme, señora...<br />
- dice <strong>el</strong> napolitano.<br />
De la garganta de doña Viola se alzó una risita ligera como un volar de alas.<br />
- Ah, sí, sí, os había invitado a vos... o a vos... Oh, qué cabeza la mía... Pues bien,<br />
¿qué esperáis? Entrad, acomodaos, os lo ruego...<br />
- Milady, creía que se trataba de una invitación para mí solo. Me he engañado. Os<br />
saludo y os pido licencia.<br />
- Lo mismo quería decir yo, señora, y despedirme.<br />
La marquesa reía:<br />
- Mis buenos amigos... Mis buenos amigos... Soy tan atolondrada... Creía haber<br />
invitado a sir Osbert a una hora... y a don Salvatore a otra... No, no, excusadme: a la<br />
misma hora, pero en sitios distintos... Oh, no, ¿cómo puede ser?... Pues bien, ya que<br />
estáis aquí los dos, ¿por qué no podemos sentarnos y conversar cortésmente?<br />
Los dos tenientes se miraron, luego la miraron a <strong>el</strong>la.<br />
- ¿Hemos de entender, marquesa, que demostrabais complaceros con nuestras<br />
atenciones sólo para jugar con ambos?<br />
- ¿Por qué, mis buenos amigos? Al contrario, al contrario... Vuestra asiduidad no podía<br />
dejarme indiferente... Sois ambos tan agradables... Es ésta mi pena... Si escogiese la