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<strong>el</strong> rurnu!lo, y rotfc~s 13s escenas que continuamente<br />
ce <strong>el</strong> interior de una cárc<strong>el</strong> en que estan atinados 1-<br />
presos, no dejan iritervalo alguno eri que pueda trabajar<br />
la reflexioa, y en que <strong>el</strong> arrepeiitimiento pueda bi.o:dr<br />
y friictificar.<br />
Otro efecto no menos palpable de una ctsociacion<br />
semejante, es endurecer á los lloinbres contra la vergiiei-iza.<br />
La vergiienza es <strong>el</strong> temor de la censura (le aqu<strong>el</strong>los<br />
cori quiencs vivimos; y <strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito, ,j puede ser censurado<br />
por d<strong>el</strong>iiicuentes? cuál (le <strong>el</strong>los se conclcriará á<br />
~í inlsnio? jcu31 iio proci-iraiá aclyuirit. ail-iig{is iiids l>ieil<br />
qi~enemigos entre aqu<strong>el</strong>los COQ c~uienes está forzado á<br />
vivir? La opiriion que nos sirve de regla y de pincipio<br />
es la de las geutes que nos rodean. Unos Iiombres secuestrados<br />
de este modo hacen un píblico aparte: su<br />
lengua y sus costumbres se asii-iiilai~, y por un consentimiento<br />
tácito é insensibletnente se hace una ley local,<br />
cuyos ailtores son los mas abandonados de los hombres<br />
porque en iina sociedad semejante los mas depravados<br />
son los mas audaces, y los lilas malvados se hacen temer<br />
y respetar de los otros. -Este pí~blico, compuesto de<br />
este modo, ap<strong>el</strong>a de la condenacivn d<strong>el</strong> píiblico esterior<br />
, y revoca sils seiitencias ; y cuanto inas riumeroso<br />
es este pueblo encerrado en este recinto, cuanto<br />
mas ruitlo hacen sus clamores, tanto mas fácil es ahogar<br />
eii <strong>el</strong> rurniilto la débil voz de la conciencia , cl recuqido<br />
de aqu<strong>el</strong>la opinion pública que ya no se oye, y<br />
<strong>el</strong> deseo de recobrar la estimacion de los honlbres que<br />
ya no se ver].<br />
El inoclo mas opuesto á éste es <strong>el</strong> confinar á los presos<br />
en una soledad absoluta para substraerlos enteramewe<br />
a3 contagio moral, y entregarlos á la reflexion<br />
y al arrepentiinie~ito ; pero <strong>el</strong> juicioso y buen Howard,<br />
que ha l-iecho tantas observaciones acerca de los presos,<br />
vi; y conoció perfectameiite que la soledad absoluta