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poder apartar los ojos de sus zapatos. Aquella vez empezó a entender qué era el sufrimiento.<br />
FIDELIDAD Y TRAICIÓN: la amó desde la infancia hasta el momento en que la acompañó al<br />
cementerio, y la amaba hasta en el recuerdo. De ahí nació en él la idea de que la fi<strong>del</strong>idad es la primera<br />
de todas las virtudes; la fi<strong>del</strong>idad le da unidad a nuestra vida que, de otro modo, se fragmentaría en<br />
miles de impresiones pasajeras como si fueran miles de añicos.<br />
Franz le hablaba a Sabina con frecuencia de su madre, quién sabe si hasta con cierta intención<br />
subconsciente no <strong>del</strong> todo desinteresada: suponía que Sabina quedaría subyugada por su capacidad de<br />
<strong>ser</strong> fiel y que de aquel modo la conquistaría.<br />
No sabía que lo que subyugaba a Sabina era la traición y no la fi<strong>del</strong>idad. <strong>La</strong> palabra fi<strong>del</strong>idad le<br />
recordaba al padre, un puritano que vivía en una pequeña ciudad y los domingos pintaba para<br />
entretenerse puestas de sol en el bosque y rosas en un florero. Gracias a él empezó a pinta r siendo aún<br />
una niña. Cuando tenía catorce años, ella se enamoró de un muchacho de la misma edad. El padre se<br />
horrorizó y no la dejó salir sola de casa durante todo un año. Un día le enseñó unas reproducciones de<br />
cuadros de Picasso y se rió de ellas. Ya que no la dejaban amar a su compañero de clase, al menos se<br />
enamoró <strong>del</strong> cubismo. Después de la reválida, se fue a Praga con la alegre sensación de que por fin<br />
tenía la oportunidad de traicionar su hogar.<br />
TRAICIÓN: desde pequeñitos el padre y el maestro nos decían que es lo peor que puede<br />
imaginarse. ¿Pero qué es la traición? Traición significa abandonar las propias filas. Traición significa<br />
abandonar las propias filas e ir hacia lo desconocido. Sabina no conoce nada más bello que ir hacia lo<br />
desconocido.<br />
Estudiaba en la academia de pintura, pero no le estaba permitido pintar como Picasso. Era una<br />
época en la que se cultivaba obligatoriamente el llamado realismo socialista y en la escuela se<br />
fabricaban retratos de los gobernantes comunistas. Su deseo de traicionar al padre quedó insatisfecho,<br />
porque el comunismo no era más que otro padre, igual de severo y de estrecho, que prohibía el amor<br />
(era una época puritana) y a Picasso. Se casó con un mal actor de un teatro de Praga sólo porque tenía<br />
fama de gamberro y les resultaba inadmisible a los dos padres.<br />
Después murió la madre. Al día siguiente de su regreso a Praga, tras el entierro, recibió un<br />
telegrama: el padre no había podido soportar el dolor y se había suicidado.<br />
Le remordía la conciencia: ¿Era algo tan ruin que papá pintase floreros con rosas y no le<br />
gustase Picasso? ¿Era tan digno de reproche que tuviese miedo de que su hija volviese a casa, a sus<br />
catorce años, embarazada? ¿Era tan ridículo que no fuese capaz de seguir viviendo sin su mujer?<br />
El deseo de traicionar la invadió de nuevo: de traicionar su propia traición. Le comunicó al<br />
marido (ya no veía en él a un gamberro, sino tan sólo a un borracho importuno) que lo abandonaba.<br />
Pero, si traicionamos a B, por cuya causa habíamos traicionado a A, de eso no se desprende<br />
que nos reconciliemos con A. <strong>La</strong> vida de la pintora divorciada no se parecía a la vida de sus padres<br />
traicionados. <strong>La</strong> primera traición es irreparable. Produce una reacción en cadena de nuevas traiciones,<br />
cada una de las cuales nos distancia más y más <strong>del</strong> lugar de la traición original.<br />
MÚSICA: para Franz es el arte que más se aproxima a la belleza dionisíaca entendida como<br />
embriaguez. Uno no puede embriagarse fácilmente con una novela o un cuadro, pero puede<br />
embriagarse con la novena de Beethoven, con la sonata de Bartok para dos pianos y percusión o con las<br />
canciones de los Beatles. Franz no distingue entre la llamada música <strong>ser</strong>ia y la música moderna.<br />
Esa diferenciación le parece anticuada e hipócrita. Le gusta tanto el rock como Mozart.<br />
Para él la música es una liberación: lo libera de la soledad, <strong>del</strong> encierro, <strong>del</strong> polvo de las<br />
bibliotecas, abre en su cuerpo una puerta por la que su alma entra al mundo para hermanarse. Le gusta<br />
bailar y lamenta que Sabina no comparta esta pasión con él.<br />
Están los dos en un restaurante y mientras comen se oye por los altavoces una sonora música<br />
rítmica.<br />
Sabina dice:<br />
— Esto es un círculo vicioso. <strong>La</strong> gente se vuelve sorda porque pone la música cada vez más<br />
alto. Y como se vuelve sorda, no le queda más remedio que ponerla aún más alto.