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La red oscura - Eduardo Casas Herrer

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red? No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está escondido, como si de un iceberg se tratara. Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas, pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo desconocido de la red.

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que
tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una
ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red?
No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de
Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto
débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no
es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a
la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está
escondido, como si de un iceberg se tratara.
Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas,
pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin
fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro
del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la
Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad
cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo
desconocido de la red.

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aprovecharía para detenerlo, por fin. Mientras tanto, seguía ganando millones y<br />

pensando en nuevos asesinatos.<br />

En marzo de 2013 la tomó con un usuario que se hacía llamar FriendlyChemist.<br />

Había sido estafado por un supuesto vendedor de Silk Road llamado LucyDrop, que<br />

se había quedado con su dinero pero no le había enviado las drogas, de modo que<br />

había contraído una deuda de medio millón de dólares por la que le iban a matar. Por<br />

ello, empezó a chantajear a Ulbricht, que, ni corto ni perezoso, tomó la iniciativa.<br />

Pagó ciento ochenta mil dólares a un tal Redandwhite, que afirmaba ser miembro de<br />

los Ángeles del Infierno, por verlo muerto. A la lista se sumaron después un estafador<br />

conocido como Tony76 y sus tres compañeros de piso, a estos últimos tan solo por la<br />

sospecha de que podían conocer las actividades de su colega. Con los sucesivos<br />

regateos, acabó pagando más de un millón de dólares para acabar con los cinco. Le<br />

había cogido el gusto a eliminar a aquellos que le pudieran causar un problema, algo<br />

que le resultaba fácil, dado lo aséptico de la situación, desde la comodidad de su<br />

hogar, sin ver la sangre ni el sufrimiento ajeno. Sin embargo, nunca apareció ningún<br />

cuerpo. Tampoco su dinero. Como escribió en su propio diario en algún momento<br />

entre junio y noviembre: «Redandwhite me ha dejado plantado y ha desaparecido con<br />

mi medio millón». Y eso que no contaba otra cantidad similar que le había ido<br />

pagando como adelanto y para gastos. De hecho, todo parece apuntar a que las cinco<br />

personas —los cuatro asesinables y el asesino— eran un mismo artista del timo que<br />

se aprovechó de la candidez del taimado mafioso.<br />

El Temido Pirata Roberts no era un programador. Había aprendido por su cuenta.<br />

Así, era capaz de montar sitios web funcionales, pero con gigantescos agujeros de<br />

seguridad. Algunos hackers bienintencionados le avisaron de aquellos que iban<br />

descubriendo, pero no todos fueron tan amables. En mayo de 2013, por ejemplo,<br />

sufrió un intensivo ataque de denegación de servicio que desconectó la página<br />

durante casi una semana. Acababa de abrirse Atlantis, una página que era directa<br />

competencia, así que en los foros se especuló durante mucho tiempo con la posible<br />

relación entre ambos hechos. Todo el que no pudiera acceder a Silk Road compraría o<br />

vendería en su nuevo rival y tal vez no volviera al original. Cuando la agresión<br />

terminó, no obstante, el flujo de transacciones continuó a buen ritmo y la cuenta de<br />

Bitcoins de Ulbricht siguió aumentando.<br />

Había alguien más buscando agujeros de seguridad, el equipo de cibercrimen del<br />

FBI de Nueva York. Una página web moderna no está compuesta de un solo proceso,<br />

sino de muchos, y a todos les mandaban peticiones. Tal vez alguna estuviera mal<br />

configurada. Se crearon decenas de usuarios, intentaron acceder con datos erróneos,<br />

se metieron hasta en el último rincón buscando esa IP que no perteneciera a la Red<br />

oculta. Estaban desesperados. Nada funcionaba. Cada resultado que obtenían<br />

pertenecía a un nodo de TOR… hasta que el 5 de junio de 2013 les sonrió la suerte,<br />

esa que está del lado de quien persevera. Silk Road, como tantos otros sitios web,<br />

tenía un sistema llamado captcha para evitar que se «colasen» programas de<br />

www.lectulandia.com - Página 100

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