Libro
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amos y saludábamos en ruso, pero ellos sólo nos respondían<br />
en ucraniano. Eso nos hizo sentir mal y fue un cambio<br />
demasiado brusco. Los europeos eran gritones; les gustaba<br />
gritar mientras conversaban y daban bromas pesadas. Parecía<br />
que estaban peleando todo el tiempo y nosotros éramos<br />
el otro extremo. Nos caracterizamos por ser muy amables y<br />
muy cordiales. Hubo un choque importante donde tuvimos<br />
que adaptarnos al temperamento flemático de los nórdicos.<br />
También sentimos la crisis del cambio de sistema en el 87.<br />
Sin embargo, nosotros veníamos de un país en crisis, veníamos<br />
de una Nicaragua que estaba bloqueada económicamente.<br />
Teníamos que hacer fila para comprar productos; apuntarnos<br />
en listas para ver cuándo llegaba el artículo y ver si<br />
alcanzábamos a una provisión. Era lo mismo que empezó a<br />
ocurrir en Ucrania en el 87. Uno iba al supermercado y no<br />
encontraba casi nada. Si había que hacer fila para comprar<br />
una cajilla de huevos, ni modo, ya sabíamos lo que era eso.<br />
Los soviéticos nos miraban mal porque decían que los extranjeros<br />
eran los culpables de la crisis. El país había albergado a<br />
tantos estudiantes de todas partes del mundo, que la población<br />
empezó a sentir la presión de las grandes migraciones de cerebros.<br />
Ellos sentían que nosotros éramos una especie de invasión<br />
producto de un éxodo masivo proveniente de países del Tercer<br />
Mundo. Tuvimos que luchar también contra esa mentalidad.<br />
La carga académica no nos dejaba sentir el impacto de la<br />
crisis política. Estábamos inmersos en nuestros estudios,<br />
sobre todo los que estudiábamos Medicina. En otros institutos<br />
y carreras humanistas, por ejemplo, estudiaban<br />
de lunes a viernes. Nosotros de lunes a sábado. Todos tenían<br />
feriado entre Julio y agosto. Nosotros sólo agosto.<br />
A veces no teníamos nada comprado, pero debíamos seguir<br />
estudiando. Teníamos que responderle a la embajada<br />
como nicaragüenses y no había tiempo para quejarnos.<br />
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