CUENTOS TOMO II Doña Amelia y Clovis Sobre el abismo que separa el cielo de la Tierra, se levanta el torreón de granito negro donde san Pedro vigila día y noche. En el fondo oscuro de la sima, rueda un río misterioso, cuya profundidad nadie ha sondeado y en cuyas aguas nadie se ha bañado. Desde la ferrada ventana de la torre, un día san Pedro miró y lo que vio no creyó. Pensó que la vista le mentía. Se frotó los ojos cansados, se puso los lentes, y todavía no creía... Pues vio san Pedro que subía, por el camino que lleva al puente levadizo, una señora muy rica. Y al cielo no suben sino muy pocos ricos; se pueden contar con los dedos de la mano y sobran dedos... San Pedro miró con toda atención y no lo engañaban los ojos, no era efecto de sus cataratas. Subía doña Amelia... la magnífica benefactora de los pobres; junto con ella, iba una vieja del mercado, Clovis. La vieja no tuvo empacho de alinearse con doña Amelia y trabar conversación, con esa soltura y deliciosa altanería del pueblo de Cúcuta. 351