Revista Sala de Espera Venezuela Nro. 158 abril-mayo 2018

cuerpos y mentes
Pensamos éxito y, ¿qué imaginamos?
¡Mucho dinero!
Sin embargo, aunque nadie suele
quejarse por tener dinero, el éxito no se
trata solo de ello. Según el diccionario
de La Real Academia Española, el éxito
está definido como el “resultado feliz de
un negocio, actuación, etc; buena aceptación
que tiene alguien o algo; o el fin
o terminación de un negocio o asunto”.
¿La definición con la que debemos quedarnos?
“La aceptación que tiene alguien o
algo”. ¡Es esa la verdadera esencia del éxito!
Aceptar, con los brazos abiertos, todo lo
que nos rodea y nos hace crecer como
personas; aceptar lo que nos marca y nos
hace posible avanzar, evolucionar como
seres pensantes; aceptar que somos humanos
y que el camino a la felicidad es toda
una montaña rusa, con subidas y bajadas, a
veces muy empinadas.
¡Y no! Esto no quiere decir que el
éxito no pueda traer consigo un logro
financiero que nos pueda llenar las cuentas
bancarias. Si es así, ¡bien! Pero, no
debemos quedarnos ahí, en la superficialidad
del concepto.
El éxito va mucho más allá: es la satisfacción
de sentirte buena persona, o, por
ejemplo, ese momento glorioso en que
la comida ya no se te quema, ¡por fin!
Después de tanto practicar esa receta que
habías estado leyendo en internet.
El éxito va de la mano de las cosas
más sencillas de la vida: esas que, al final,
nos hacen sentir que realmente estamos
viviendo y que vale la pena levantarnos,
día tras día.
¿El objetivo del éxito
es la felicidad?
Una vez superada la mala interpretación
que se puede tener del concepto
y entendiendo que este viene de la
mano de la aceptación de nuestras vidas
como existencias maravillosas que tienen
la suerte de ser, podemos entender la
felicidad de la mano del éxito.
Porque sí, el éxito y la felicidad no
siempre son sinónimos. Como se mencionaba
más arriba, el logro en una
carrera profesional puede ser éxito y aun
así no traernos la felicidad que esperamos
que nos traiga. ¿Dónde podría estar la
felicidad en ese momento? En el instante
en que llegas a casa, ves a tu familia y les
comunicas la noticia de tu gran ascenso
en el trabajo.
¡Ese efímero momento! ¡Ese mismo!
El segundo en que tu familia te abraza,
te felicita y te recuerda lo mucho que te
quiere, es el éxito que habías estado buscando
y que finalmente has conseguido.
De eso se trata nuestra vida; de eso se
trata el éxito. De hacer lo que nos gusta,
lo que queremos, lo que nos hace sonreír
inconscientemente, porque, realmente,
no podemos dejar de hacerlo. ¡Es posible!
Lo es, siendo realmente sinceros con
nosotros mismos y dedicándonos a hacer
lo que nos apasiona.
El éxito no es una fórmula:
cada quien es feliz de
distintas maneras
Somos distintos, ¡y qué aburrida sería
la vida si no lo fuéramos!
Todos somos personas diferentes, con
gustos y cualidades variadas, que son reconocidas
a medida que vamos creciendo y
vamos desarrollándolas. Es por eso que si
bien el éxito llega en el momento en que
finalmente podemos considerarnos satisfechos
con nuestra existencia, ese momento
es distinto para cada persona.
Por este motivo, es importante ante
todo dejar los prejuicios a un lado y no
juzgar al otro. Cada quien tiene su propio
concepto de los logros que quiere
alcanzar en la vida, ¡y es completamente
válido! No hay nada de malo en ello.
Lo que si se debe tener muy en cuenta
es que la felicidad muchas veces la tenemos
en la palma de la mano y por miedo,
o por cualquier otra razón, no somos
capaz de verla y aprovecharla. El éxito
lo podemos estar viviendo, ¡y ni siquiera
nos damos cuenta! Si algo es muy cierto
es que la vida no espera por nosotros,
¿qué estamos esperando, entonces?
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