CURSILLOS 20 <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2018</strong>
FAMILIA Una familia cristiana puede afirmar que una familia es Se cristiana cuando alguno de sus miembros hace presente a Cristo en ella. Supongamos una familia muy deteriorada, con graves problemas, si uno de sus miembros quiere hacer presente a Cristo en ella, y persevera en este esfuerzo la irá transformando por la Comunión de los Santos. Ese miembro de la familia sabe que por sí solo, nada puede. Pero que unido a Cristo, todo lo puede alcanzar. Y que la vía para ser otro Cristo es practicar la oración personal y frecuentar los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía. Si ese miembro que reza y a imitación de Cristo se levanta a primera hora de la mañana y dedica un tiempo a hablar con Jesucristo de su vida, de su familia, es un foco de evangelización de su familia. Si como católico busca tener cada vez más una intensa vida eucarística –asistiendo a la Santa Misa, si es posible a diario, acompañando al Señor en el sagrario físicamente o con el corazón recibiendo comuniones espirituales en su interior–, por fuerza santifica su familia. Un miembro de la familia que reza, es un tesoro. Cuando un hijo o el esposo no rezan, hay que rezar por ellos con mayor empeño. La fuerza de la oración es tan grande, que ha hecho grandes santos en la familia. Santa Mónica, con sus lágrimas y oraciones, logró la conversión de Agustín, que llegaría a ser un gran santo en la Iglesia. “Una familia que reza unida, permanece unida”. Rezar juntos es amar y a una familia que ama, Dios no la abandona. Pero el cristianismo no termina en la práctica de la oración y de los sacramentos, si no que lleva a conocer la doctrina cristiana, a asimilarla y a ponerla en práctica. A vivir todas y cada una de las: • virtudes humanas (la sinceridad, la generosidad, la laboriosidad, la alegría y otras muchas), • las virtudes morales (la prudencia, que es la principal, y también la justicia, la fortaleza y la templanza), • y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), entre las cuales destaca la virtud más perfecta, que es la caridad. Hacer presente a Cristo en la vida familiar es vivir la caridad de muchos modos, la mayor parte de los cuales pasan desapercibidos a los ojos de los hombres. Pero a los ojos de Jesucristo, la caridad despierta en él una sonrisa, una alegría profunda porque ve el amor que se pone en esas cosas pequeñas. Por: Manuel Pérez es.catholic.net Editado por: Nilda Vega “Instruye al niño en su camino y cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22.6 <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2018</strong> 21