VE-43 JUNIO 2018
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© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías
o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)
Portada ilustrada expresamente para la revista por Pablo Rapún
Mombiela (Sabiñánigo, Huesca)
Diseño y edición: Rafa Sastre
Colaboraciones: revistave@hotmail.com
Descarga este número de la revista (formato PDF – 4.66 MB):
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Índice
Nada se acaba (Rafa Sastre) Pág. 1
Presentación «Cuentos de las Estaciones» Pág. 2
Las estaciones (Susana Gisbert) Pág. 7
La última heroína (Javier Puchades) Pág. 9
La bicha (Luis Molina) Pág. 11
Dulce hogar (Malín Simón) Pág. 13
Sangre (Susana Gisbert) Pág. 15
Espacios sureños (Aldana Giménez) Pág. 17
Mal día para el cortejo (Rafael Blasco) Pág. 19
Recuerdos de infancia (Lu Hoyos) Pág. 21
Receta para cocinar seres… (Manuel Serrano) Pág. 23
Antes (Rafa Sastre) Pág. 27
Cómicos (Marta Navarro) Pág. 29
Magia en la aldea (Salvador Murillo) Pág. 31
El gélido temor (Carmen Fabiá) Pág. 35
El sexo de las estaciones (Marisa Martínez) Pág. 37
Hogar, dulce hogar (Pepe Sanchis) Pág. 39
Cocina macrobiótica (M.Grazia Scelfo) Pág. 41
Hoy ha muerto mamá (Ángeles Navarro) Pág. 43
El plan (Manuela Vicente) Pág. 47
Descruzando caminos (Vivian Rodríguez) Pág. 49
Abandono (Gladys Alonso) Pág. 53
Los gorriones de la catedral (Pilar Alejos) Pág. 55
Esas traviesas feronomas (Malén Carrillo) Pág. 57
Alma de hielo (Aurora Rapún) Pág. 59
Nostalgia (Jorge Zarco) Pág. 63
Las bravas (Esther Moreno) Pág. 65
III Concurso La Radio en Colectivo/Valencia Escribe Pág. 66
III Concurso de Relato Rápido Valencia Escribe Pág. 68
Nuestros libros Pág. 71
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 72
Palabras en la basura Pág. 73
Valencia Escribe en las redes Pág. 74
La foto de Miguel Pág. 76
Nada se acaba
Con esta ya son 44 (acordémonos del número «cero») las revistas
editadas por este humilde servidor. Ocurre que a veces las ganas, pero
sobre todo la ilusión, flaquean. He vencido en varias ocasiones la
tentación de abandonar, de apearme de esta loca aventura iniciada en
marzo de 2014, gracias a la cual estoy en condiciones de asegurar que
me he granjeado buenas amistades. Si no me he rendido, ha sido
precisamente por no defraudar las expectativas del gran grupo de
autores que está haciendo posible la continuidad de lo que en su inicio
me pareció un bonito sueño.
Hace solo un par de meses decidí renunciar a seguir publicando
la revista porque sentía —y sigo sintiendo— la necesidad de
desconectar, soltar parte del lastre de obligaciones que yo mismo me
he impuesto, descansar y centrarme en otros proyectos o en ninguno,
eso ya lo veremos. No obstante, atendiendo sugerencias de personas
allegadas al proyecto, gente que me estima y a la que yo también
aprecio, por el momento voy a continuar, aunque de una forma
bastante más relajada. Por eso, de ahora en adelante la frecuencia de
esta publicación será trimestral en lugar de mensual. Los números
aparecerán en enero, abril, julio y octubre. Y como necesito ese
descanso al que antes he aludido, la próxima revista no verá la luz
hasta octubre de 2018.
Permaneced atentos a las actividades que Valencia Escribe
desarrollará próximamente. De momento, el 9 de junio, Concurso de
Relato Rápido en el Puerto de Sagunto (cartel y bases en págs. 68 y
69). Después, el día 16, fiesta de «fin de curso», con recital y
merienda. En estas latitudes llega el verano, pero nada se acaba. Nos
lo vamos a seguir pasando muy bien. Eso seguro.
Rafa Sastre
1
Presentación «Cuentos de las Estaciones»
en la Fira del Llibre de València
Os dejamos un brevísimo reportaje de lo que fue la presentación de
nuestro último libro, celebrada el pasado 4 de mayo.
Fotos: Rafa Sastre / El Monstre Films
Una mesa «Woman Power» total
Lu Hoyos, Marisa Martínez y Susana Gisbert
2
Susan Mompó nos deleitó con su danza
3
4
Vivian Rodríguez vino desde Montevideo y leyó su relato
Xenia Rambla leyó uno de Javi Díaz
5
Un servidor hizo lo propio con un cuento de María Tordera
La tradicional «foto de familia»
6
Las estaciones
Texto recitado por Paula Marí en la presentación de «Cuentos de las
Estaciones,» mientras Claudia Jannone interpretaba al violín la pieza
«Meditación», de Thais, y Susan Mompó la bailaba.
Cada año llegan y se van. Cada año, nuestras vidas florecen con
nuevas hojas verdes, que permanecen con los calores del verano hasta
que, poco a poco, amarillean y, llegado el otoño, caen y dejan el árbol
desnudo a los rigores del invierno. Y así una vez y otra, un año y otro
año, dejando a cada paso de las cuatro estaciones una raíz más
agarrada a tierra, un nuevo nudo en el tronco y un millón de historias
que contar. Son las historias de vidas grandes y pequeñas, de gente de
todas las edades, de todas las condiciones, que solo estaban ahí,
esperando a ser contadas, esperando a que les diéramos vida.
Con la primavera llega la ilusión del estreno, del traje nuevo, de
toda la vida por vivir. La primavera es un bebé recién nacido con toda
una historia por escribir. En primavera hay quien fue feliz y quien fue
desgraciado, quien perdió a un ser querido y quien vio nacer a otro,
quien desplegó sus alas o quien sintió que las cortaban para siempre.
Pero la primavera siempre lleva consigo los colores de la ilusión
intacta, de la esperanza de lo que ha de venir, de las sensaciones por
estrenar y los sentimientos pendientes de ser vividos. La primavera
todo lo viste de color, aunque a veces los colores empiecen a
difuminarse y a hacerse difíciles de ver. La primavera tiene mil
historias que estaban esperando ser contadas. Y las hemos vestido de
colores para que no se queden ahí, junto a aquellas semillas que el
tiempo no dejó germinar.
Y poco a poco, con el cansancio que trae el calor consigo, llega
el verano. Promesas de aventuras por emprender, de sueños por
lograr, de espacios a los que llegar. El verano, con su fuerza
apabullante, con las ganas de hacer todo aquello que quedó en
suspenso. Es tiempo de vacaciones, de crear un pequeño mundo que
solo durará hasta que los días vuelvan a acortarse y el sol se tome un
descanso, es un permiso para atreverse con fecha de caducidad. El
7
verano se vive rápido, con la rapidez de lo efímero, de lo que sabemos
que acabará pronto. Es un tiempo de intensidad y fuerza, un tiempo
que hay que hay aprovechar para vivir todas esas historias que no
viviremos nunca más. Ahora o nunca. Al verano hay que agarrarlo
con fuerza porque se escapa, y hay que escribirlo porque el calor seca
la tinta antes de que nos hayamos dado cuenta.
Y, antes de que hayamos puesto fin a cada historia, llegan las
lluvias a barrerlas, e inauguran un otoño vestido de placidez y
nostalgia. El otoño aparece con sus tonos marrones, con ese olor a
caramelo que tiñe las hojas de los árboles y los sentimientos. Es
tiempo de replegarse, de prepararse para lo que ha de venir, de
construir esas vidas que dejamos en suspenso cuando el sol llegó con
fuerza para invadirlo todo. Es tiempo de reflexión, de recogimiento,
de empezar a preparar la lumbre para el frío o los ojos para la
oscuridad. Es tiempo de hacer balance y de replegar velas. Pero
también es tiempo de historias, de esos cuentos que ponen fin a una
vida antigua para empezar a pintar una nueva. Todas esas historias
que habría barrido el viento con cada hoja amarilla si no hubiéramos
salido a recogerlas.
Y, mientras recogíamos las hojas, las historias y los planes, el
frío del invierno nos invade. Ya no hay sol, ni luz, ni cuentos vestidos
de exterior. El frío y la nieve nos obligan a reconstruirnos, a cerrar
nuestras crisálidas a la espera de que la vida vuelva a reverdecer en los
árboles. Es tiempo de hogueras, de cuentos al calor de la lumbre, de
mesas camillas y chocolate caliente. Y ¿por qué no?. Es tiempo de
recuperar todas aquellas historias que no germinaron en primavera,
las que se quedaron esperando a que terminara el paréntesis del
verano, las que volaron con las hojas en otoño. Y es tiempo de
contarlas, de vivirlas de nuevo una y mil veces. Sin dejar que hibernen
para siempre.
Primavera, verano, otoño, invierno. Un mundo de cuentos
esperando a ser contados. Y, ahora, a ser leídos.
Susana Gisbert Grifo (València)
http://conmitogaymistacones.com/
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La última heroína
Fear – Edgaras Anisimenko (R.Unido) https://mentos18.deviantart.com/
Cada noche nos echaban fuera cuando él llegaba. Daba igual el
tiempo que hiciese. Estábamos acostumbrados, por eso tenía
preparado un refugio bajo la escalera, para esperar allí a que todo
acabase. Cuando oíamos sus pasos bajar, sabíamos que podíamos
regresar a casa. Siempre era igual. Entrábamos al dormitorio y allí
estaba, inmóvil, semidesnuda sobre la cama. Le desataba la goma que
tenía en su antebrazo. Lo envolvía todo en aquel chamuscado papel
de aluminio, con cuidado de no pincharme con la aguja y lo
guardada. Después volvía a coger mi osito de peluche y nos acostábamos
junto a mamá.
Relato ganador del mes de abril
II Concurso de Microrrelatos «La Radio en Colectivo / Valencia Escribe»
Javier Puchades Sanmartín (Quart de Poblet, València)
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Danse macabre – AC Bananas https://www.flickr.com/photos/acbananas/
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La bicha
En la semipenumbra de la tarde que se iba convirtiendo en
noche, agobiado por el lacerante dolor que le impedía moverse,
piensa:
No puede ser, cuantas veces vi el frasco siempre tapado, ella
estaba sumergida en formol para poder conservarla. Recuerdo que le
dije:
—Vos estás loco ¿para qué quieres ese bicho?
—Tranquilo —me respondió—, está muerta.
Claro que lo estaba, la vi, ¿pero qué pasó? En la selva los nativos
dijeron que esa bicha (ellos no la nombran por superstición) estaba
maldita, que no la llevase. Él se rió e igual la metió en un frasco con
formol. Cuando llegó a casa la dejó en ese rincón.
La pierna es una masa uniforme de color oscuro, la siente como
fuego tremendamente inflamada. El dolor recorre su columna, no
puede mover sus brazos y manos, la rigidez del cuello ladea su cabeza
hacia un costado.
En la oscuridad cree ver dos puntos rojos fijos en él,
observándolo. Pero su vista se nubla, el frío penetra sus huesos y el
silencio lo invade de a poco.
Quienes por la mañana lo encuentran no dan crédito a la
imagen, la inflamación se hizo presa de su cuerpo, está irreconocible.
Al forense le llama la atención esos dos puntos rojos en su pierna
y ese frasco destapado con formol y restos de desperdicios en un
rincón.
Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)
http://www.luismolin.blogspot.com.es/
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Chicken egg - Sheharzad Arshad (Canadá)
https://sheharzad-arshad.deviantart.com/
12
Dulce hogar
La gallina fue confiscada justo antes de cruzar la frontera. Su
foto se había publicado en los diarios importantes de la zona e incluso
había aparecido en varios noticieros de televisión.
El propietario no fue capturado, ya que bajó del autobús una
parada antes de la frontera.
Avelina fue conducida al retén de la aduana. Un agente le
preparó una caja de cartón en la que colocó algunos periódicos y la
depositó allí.
En torno a la caja se agolpaba una multitud: agentes de aduana,
dos forenses, periodistas y curiosos. Avelina, al despertar, se alzó con
pompa sobre sus dos patitas, estiró las alas y salió de la caja, dejando
al descubierto un hueso humano.
Inmediatamente fue arrestada y quedó bajó la custodia del
oficial.
El hombre descendió del autobús. Ante los numerosos vehículos
policiales que veía conforme se acercaba a la frontera, decidió que
quizá, la única manera de salvar a Avelina, era separarse de ella.
Caminó de vuelta a casa. No tenía a nadie y no sabía a dónde ir.
Lloraba por Avelina, rememorando mientras andaba campo a través,
cómo la encontró ante la verja de su casa, coja de una pata y con la
cresta magullada. Le entablilló la pata y le desinfectó la cresta. La
acomodó en un cesto en la cocina, y la alimentó con lombrices,
insectos y restos de su comida masticada. Nunca le faltó alimento de
primera calidad a Avelina, que empezó a poner unos huevos muy
hermosos de cáscara dorada.
Dormía encima del ropero y, al amanecer, volaba hacia él
picoteándole la barba.
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Le acompañaba en su trabajo: mientras él limpiaba sepulturas o
alisaba la tierra con el azadón o desmembraba terrones con la pala.
Según fue reponiéndose, los huevos se espaciaron, pero el
sepulturero se sentía feliz, acompañado.
Un día de tormenta, Avelina se puso clueca y el único huevo que
pudo incubar salió huero. Dejó de cacarear, de despertarle, de
acompañarle.
Desesperado, se suscribió por correo a la revista Cría Avícola. De
su lectura concluyó que Avelina necesitaba para la prosperidad de sus
huevos, una sobrealimentación de proteínas.
Comenzó a cavar en la parcela de viejas tumbas abandonadas
para extraer lombrices e insectos abismales.
A los veinte días de recibir esta alimentación, Avelina puso su
primer hueso. Restablecida totalmente, comenzó una puesta
imparable de huesos y huesecillos por toda la casa y el terreno
circundante. Tan contenta estaba, que cacareó sin recato durante el
sepelio de un famoso abogado.
A los dos meses, la vieja zona del cementerio quedó arrasada. El
enterrador prosiguió la búsqueda de alimentos en sepulturas recientes
hasta que en el atardecer de la víspera del 1 de Noviembre, fiesta de
Todos los Santos, mientras alimentaba a Avelina con unos extraños
insectos luminosos, comprendió que su suerte estaba echada. Y
huyeron.
El sepulturero fue detenido justo en la entrada del cementerio.
La foto del profanador había sido publicada en todos los diarios de la
zona, e incluso había aparecido en varios noticieros de televisión.
Los agentes que procedieron a esposarlo declararon que no
opuso resistencia. Sin embargo, resaltaron el hecho de que antes de
ser introducido en el vehículo policial, emitiera un potente kikirikí.
Malín Simón (València)
http://zumopalabra.blogspot.com.es/
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Sangre
Psycho – Alex Turton https://www.flickr.com/photos/alexturton/
Me lavé las manos una y mil veces
Veía como la sangre iba poco a poco perdiéndose en el desagüe,
dando paso a un líquido cada vez más pálido. Rojo, rosa y al final,
transparente.
Estaba eliminando, entre la pena, la rabia, el asombro y el
miedo, las pruebas de la muerte de aquella niña, que ya no volvería.
Se acabó mi infancia para siempre. Mi cuerpo ya era, oficialmente,
el de una mujer.
Susana Gisbert Grifo (València)
http://conmitogaymistacones.com/
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Ilustración de Sandra Suy (Barcelona) proporcionada por la autora
http://www.sunnyday.es/sandra-suy/
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Espacios sureños
Tal vez fue su entrada triunfal
con su medio gesto de confianza.
Usted irradía seguridad,
yo en su piel, andaría descalza.
Pudo ser toda la envoltura
y ese acento europeo…
Usted es una locura,
yo susurro entre espacios sureños.
No fue por la altura,
o su entereza, o el horario de llegada…
Es que usted devora mis preguntas
y yo me tumbo en sus palabras.
Un día lo traeré a casa,
a usted y a sus misterios
para que me pinte las pestañas
con el tinte de sus besos
para luego devolverlo
con la excusa de irle a buscar
y escribirle entre los huesos
con los colores de mi lagrimal.
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)
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Flower girl 6 – lolad_nz https://www.flickr.com/photos/27589486@N05/
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Mal día para el cortejo
El amor floreció en el ambiente del parque con el cruce de
miradas, mostrando la irrefrenable pasión que los cuerpos de los
jóvenes despertaban entre ellos.
La dulzura impregnó sus rostros con sendas sonrisas de
complicidad, aderezadas con tonos sonrosados de vergüenza y
timidez, ordenado por la adolescencia desde el reinado oculto de sus
mentes.
Los ojos se agrandaron admirados, contemplando zonas prohibidas
de la supuesta moral, escapando en ocasiones del otro cuerpo
hacia la nada y el disimulo.
Él le ofreció la más rara y bella flor del jardín, ella aceptó
ocultando sus emociones entre el aroma de los pétalos.
Brotó el ansia, fruto de la espera de un beso que nunca llegó. En
su lugar, la pretendida extrajo un revólver de su bolso con el que
disparo al chico en el rostro.
Macabras, crueles y frías, las palabras de la hermosa muchacha
flotaron entre el humo del tiro.
—Hijo de puta, era una especie única. ¿Quién te mandó arrancar
un ser vivo de su hábitat?
Era un mal día para cortejar a una fanática y radical ecologista.
Rafael Blasco López (València)
19
Domestic Violence – Oana Cambrea (Rumanía)
https://cutteroz.deviantart.com/
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Recuerdos de infancia
La noche del 7 de agosto, Bárbara tampoco podía conciliar el
sueño. Había cenado con sus hijos, Luis de tres años y Ana de siete.
Al acabar de leerles un cuento, el pequeño le había preguntado:
—¿A qué hora llega papá?
—Llegará enseguida, cariño. Le diré que entre a daros un beso.
—¿Por qué estabais riñendo esta mañana? —dijo Ana.
—Por nada, cielo, por nada. No tiene importancia. Vosotros
también os peleáis, ¿no? Hala, a la cama ahora mismo.
A las dos de la madrugada oyó el ruido del ascensor que se
detenía en el rellano, poco después el de la puerta al abrirse, y los
pasos cansinos de su marido que entró en el piso tambaleándose.
Su corazón se agitó dentro del pecho pero se hizo la dormida.
No quería verlo ni hablarle. No soportaba el revoltijo de olores de
sudor, alcohol y tabaco que su cuerpo desprendía noche tras noche,
desde que se había quedado sin trabajo. Ocupaba un puesto
importante en una de las mayores empresas constructoras de
Valencia.
Subsistían con el sueldo de enfermera de Bárbara, pero la
hipoteca se lo llevaba casi todo. Tenía que dedicar dos horas cada
tarde a hacer curas y a poner inyecciones a domicilio para llegar a fin
de mes, mientras Alberto se perdía por los bares del barrio.
Esa mañana, ella le había dicho que no soportaba más esa vida,
que quería el divorcio; Alberto salió dando un portazo y la dejó con
las palabras amargándole la boca.
Permanecía inmóvil en la cama dándole la espalda. Él se
introdujo en el lecho e intentó abrazarla. Ella seguía callada
intentando reprimir las náuseas que su contacto le producía.
21
Insistió a pesar del manifiesto rechazo. Bárbara se revolvió
tratando de defenderse del abrazo. Pero él era fuerte y la inmovilizó.
—¡Me das asco! —le dijo.
—¡No me importa, tú no me vas a joder a mí la vida! ¡Me he
casado contigo para siempre!
Ella le asestó una mirada de profundo desprecio, sus ojos pardos
ardían como brasas en la penumbra del cuarto.
Alberto la agarró del cuello y apretó hasta que ella dejó de
moverse.
Los niños se habían despertado con el ajetreo y llegaron a
tiempo de ver a su padre gimiendo de placer sobre el cuerpo inerte de
su madre.
Lu Hoyos (València)
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Receta para cocinar seres
sin calificación moral
Imagen proporcionada por el autor
Ingredientes:
Una mujer sin importar edad, vale desde niña hasta anciana. La
única condición es que sea de sexo femenino. De nacimiento o
transgénero.
Un ser abyecto de sexo masculino. Y si son más, mejor. Las
hordas siempre dan más juego.
Preparación:
Ponemos al primer ingrediente en un espacio cerrado o solitario.
Mejor aislado de la vista de los demás. También puede estar
sumergido en alcohol o salpimentado con especias.
23
Colocamos el segundo ingrediente en el mismo espacio. A poder
ser, rodeando al primero.
Despojamos de material superfluo al primer ingrediente. Puede
ser a las malas o a las buenas. Es decir, con ayuda o de forma
voluntaria. Mejor si es voluntaria, así el ingrediente no se estropea
tanto.
El segundo ingrediente se despoja de su sobrante por sí solo.
Mezclamos bien, una y otra vez. Para evitar que le lloren los
ojos al primer ingrediente podemos utilizar un cuchillo o cualquier
otro útil.
Una vez escurrido el líquido del segundo ingrediente, dejamos
macerar al primer ingrediente y apartamos el segundo.
Ahora viene el momento crucial. El punto mágico:
El primer ingrediente debe colocarse en un recipiente apropiado
y ser examinado minuciosamente. Para que la receta sea perfecta debe
presentar: golpes, sangre, mordiscos o arañazos, desgarros y algún
que otro líquido del segundo ingrediente. Cuanto más estropeado
esté, mejor.
El segundo ingrediente se reservará.
Presentación:
Colocar el primer ingrediente en medio de una gran fuente,
acompañado de algún ingrediente negro.
Adornar la fuente con un grupo de ingredientes también negros,
ribeteados de nata.
Colocar el segundo ingrediente en la misma fuente junto a su
acompañamiento negro.
Dejar presentado durante dos o tres meses, hasta que los jugos
consigan una consistencia adecuada y después retirar todo menos los
de la nata.
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Características de la receta:
La nata deberá tener la suficiente consistencia como para
destruir al segundo ingrediente, diluirlo en medio de iguales y
colocarlo en una olla donde deberá permanecer, al menos, hasta que
se recuperen los daños morales y psicológicos del primer ingrediente.
Observaciones generales:
En ningún momento se pueden considerar hombres estos seres
de sexo masculino.
En ningún momento se pueden considerar animales estos
mismos seres.
Los ingredientes negros sirven para acompañar a los
ingredientes. Es su obligación por mandato de la receta.
Los ingredientes negros ribeteados de nata deben estar íntegros y
pesar lo mismo en la balanza. En el equilibrio de este ingrediente está
el secreto de una buena o mala receta.
Los tiempos pueden variar.
Si el segundo ingrediente no acaba en la olla, revisar la receta
desde el principio.
Caso de que el resultado no sea adecuado, sustituir los
ingredientes ribeteados por otros de mayor calidad.
Manuel Serrano (València)
25
Great moments in science – Loopy Dave (Australia)
https://loopydave.deviantart.com/
26
Antes
Antes de Galileo
a la hereje tierra
ya le daba por girar
alrededor del sol
Antes de Newton
manzanas subversivas
produjeron chichones
en incontables cabezas
Antes de Einstein
todo lo que perdura
y aquello que destruimos
fue siempre relativo
Antes de ti
y antes de mí
existió el amor
pero no era el nuestro
Rafa Sastre (València)
http://rafasastre.blogspot.com
27
Comedians – Double M https://www.flickr.com/photos/double-m2/
28
Cómicos
Mi vida cambió para siempre −quizá más acertado sería decir
que de veras comenzó− una tarde de diciembre. Una de esas tardes
invernales de oscuridad temprana y frío inmisericorde en que,
recuerdo, había llovido sin tregua y, como por entonces solía ocurrir
−tanto tiempo hace ya que casi parece imposible−, agua y lodo habían
vuelto intransitables las calles en algunos trechos. Una pequeña
compañía de artistas, tan pequeña que ni nombre tenía, acababa de
llegar al pueblo y a punto estuvo la lluvia de arruinar su primera
función. Por suerte, no lo hizo.
No eran aquellos buenos tiempos para los cómicos, nunca
ninguno lo fue en realidad. Aunque la nostalgia endulce ahora el
recuerdo e, incluso a mí, hoy pueda parecer romántica y hasta
divertida la vida que aquellos trotamundos −pobres actores sin
suerte− llevaban: hoy aquí, mañana allí, siempre de pueblo en pueblo,
de camino en camino, bultos, alegrías, desamparos, sueños, tristezas e
ilusiones al hombro... no, no lo eran en absoluto.
Yo, por entonces un niño, de aquella época apenas ya nada
recuerdo. Un estado de ánimo, tal vez, una melancolía permanente
que todo lo envolvía. Hasta aquel diciembre. Hasta aquella gélida,
desapacible y pese a ello afortunada tarde de diciembre que con tanta
fuerza y de tan irreversible modo mi vida marcó.
Apenas cesó la lluvia e iluminó la luna la penumbra, el aire se
llenó de voces. Había dado comienzo la función. El público muy
escaso pero entregado: campesinos de rostros curtidos por el sol, por
los vientos y la vida, gastados por el tiempo y la pobreza que reían, se
emocionaban, lloraban y con entusiasmo aplaudían al compás que la
historia marcaba, cautivados por el sonido, por la magia y el misterio
de unas palabras que quizás no alcanzaran a comprender del todo
29
pero que, en aquel momento, con certeza sabían sólo para ellos
rescatadas del olvido y de las sombras.
Fue entonces que en mi fuero interno, en un lugar muy secreto,
una ilusión dormida despertó. Una felicidad nueva, desconocida, mía
únicamente, de improviso brotó en mi alma y aquel niño algo triste y
solitario que hasta entonces yo era, comenzó a soñar sueños que
nunca antes había sentido suyos. Un latido dulce y cálido, algo que
apenas sabía nombrar, conquistó su corazón. Una belleza
desconocida e inesperada que sin remedio para siempre lo apresó.
De allí marcharon poco después los cómicos rumbo a otros
destinos sin conocer la huella que tras ellos dejaban: una criatura
rendida, enamorada, para siempre cautiva de la más bella profesión
que, sin duda, jamás en el mundo existió. Aunque, tal vez... tal vez
algo sí que adivinaran después de todo. Imposible debió ser no
advertir aquella mirada atónita, hipnotizada, que desde la primera
fila, deshecha en llanto, al mundo gritaba su emoción.
Tantos años desde entonces ya pasaron, tantas candilejas,
emociones, bambalinas y escenarios, tantos personajes noche a noche
en mi piel cobraron vida... e intacta sigue todavía mi pasión, mi
admiración y el destello deslumbrante en mi recuerdo, agradecido, de
aquel día.
Marta Navarro Calleja (València)
https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/
30
Magia en la aldea
Imagen proporcionada por el autor
En la aldea perdida de mi tío Julián, escondida entre las grandes
montañas serranas, se ha instalado la magia. Ocurrió el mismo día
que murió el maestro Gabo. En ese mismo instante en los
alambiques, el aguardiente olía a romero con sabor meloso.
Aparecieron una multitud de mariposas amarillas que no paraban de
volar. El espíritu de Mamá Grande se arrastraba, como alma en pena,
esperando su liberación. Pisando las sendas deambulaba un coronel
vestido de blanco con sombrero panameño que de vez en cuando
lanzaba cartas por el desfiladero del olvido. Había una chiquilla
escondida en la aldea. Se hacía llamar Cándida Eréndida y huía de su
abuela que, por lo que contaba, era un rato pesada y desalmada.
También existía un joven que proclamaba llamarse Santiago y por su
pecho brotaba sangre congelada de tantas muertes anunciadas. Había
tanto misterio en la aldea, tanta magia, que el maestro se instaló allí
para poner un poco de orden.
***
31
Una de las ánimas era Mamá Grande. La señora deambulaba
día y noche, como alma en pena, entre pinos carrascos, rodenos y
negrales; entre quejigos carrasqueños, robles y nogales. Nadie
comprendía cómo era posible que una señora tan voluminosa
aposentara sus nalgas en lo más alto de tales arbustos. Mamá Grande
se acomodó en el bosque pensando que los árboles eran toda la
multitud que se agolpó en su entierro. El alma de la dama cruzaba, al
igual que las ardillas, de rama en rama y de copa en copa. De esa
manera tan peculiar iba agradeciendo, con besos sentidos, el
acompañamiento perpetuo... del Santo Padre, del Primer Ministro,
del Mariscal y los hijos del todos los pueblos que bañaba el
Magdalena. La situación era preocupante. Entonces el maestro reunió
a todos los aldeanos de la comarca y los disfrazó de tan ilustres
personajes. Después de una jornada plena de titubeos y
conversaciones al más alto nivel, con promesas incluidas de besar la
mano del Papa Francisco, Mamá Grande descendió de su atalaya.
En ese instante sin tiempo que perder y con la rapidez de un gato
montés, el maestro, ayudado por la magia del gitano Melquiades,
consiguió encerrarla en el libro de los inmortales.
***
A Santiago nunca le mencionaron que su muerte anunciada era
reversible. Por lo tanto resucitó. Resucitó pero no impoluto como
Cristo, no. El muchacho se levantó de la tumba con la sangre del
pecho congelada y los cuchillos clavados. Santiago Nasar se paseó por
la aldea como un zombi congelado por los vientos polares y a su
alrededor la hierbabuena se lamentaba cuando se convirtió en ortiga.
El halo que desprendía impregnó toda la flora, y fauna, de la
comarca. Los aldeanos se reunieron en asamblea y decidieron hablar
con el maestro. Tanto Gabo como Melquiades no sabían cómo
solucionar el entuerto. Eran conscientes de que todo el problema se
solucionaría descongelando la sangre pero... ¿cómo?
Sucedió que de la noche a la mañana... bueno... más bien
tirando al albor, apareció una joven andrógina que se hacía llamar
32
Remedios. Andaba en cueros, a su libre albedrío, por todo el
vecindario buscando un mozo que le robara la virginidad. Los
aldeanos la apodaron «La Bella» ya que, debido a su ambigüedad,
contentaba a unos y a otras. Santiago Nasar se quedó anonadado y
Remedios extasiada. Fue un flechazo que liberó la aldea. Sin tiempo
que perder, la joven extrajo, del interior de su vagina, un ungüento de
chocolate anaranjado regalo de una Ada Venusiana. Embadurnó la
sangre congelada del joven y las heridas cicatrizaron mientras hacían
el amor bajo la higuera de brevas bravas.
***
Paseó como lo que era: como un Coronel. Ataviado con su
liquiliqui y su sombrero panameño; con su porte erguido y su
semblante orgulloso. Se pavoneó delante del maestro y, en un
santiamén, organizó una pelea de gallos coloridos. Tuvo tanto éxito
que acudieron gentes de otras aldeas. De otras comarcas...de otras
regiones.
Al Coronel le enviaron miles de cartas que se despeñaron por el
desfiladero del olvido. Ninguna era de su agrado. Ninguna era la que
esperaba. Pasó el tiempo y la tristeza lo envolvió, al igual que la
niebla abraza el valle, y se quedó sentado en la piedra más alta del
precipicio. Al maestro le preocupó el estado depresivo del Coronel, y
llamó a Melquiades. Ambos decidieron poner solución a tal
contratiempo. Enviaron una carta alada con una cresta encarnada y
plumas de arco iris. La abrió. Una carcajada recorrió el desfiladero
cuando, arropado entre sus brazos, su hijo Agustín exclamó:
¡Kikiiriquí!
En la aldea de mi tío Julián sigue la magia y nunca sabremos
cuándo acabará.
Salvador Murillo Fernández (València)
33
Fear – Marta Szymanska (Polonia) https://biszkopciik.deviantart.com/
34
El gélido temor
Como cada noche estaba triste, desasosegada, inquieta. 21 de
diciembre, a las puertas de otro frío invierno que se instalaba de
nuevo en su casa. Como cada mañana, volvieron a despertarse juntos.
A pesar de la continua y cotidiana discusión, permanecían impertérritos.
El gélido silencio se impuso.
A través de los cristales empañados apenas se vislumbraba un
grisáceo paisaje. Lo peor no era el frío. Lo peor era que él seguía allí.
Acechando, huraño, con su fría mirada, parco en palabras, inhóspito,
hostil. El alcohol, su único compañero recurrente.
Ella estaba harta. Las largas noches en vela como presa que
espera ser atacada mientras duerme se sucedían. Como cada noche
duerme espalda contra espalda, inmovilizada por el miedo. La
oscuridad acechante de su ser la rodea. Ella sumerge su cabeza entre
las sábanas. Marco perfecto para un thriller. Sin embargo, es real.
Una extraña relación. La soledad más absoluta. El desamor. El desencuentro.
La desilusión. La desesperación.
Como cada mañana, se mira al espejo. El sufrimiento deja
surcos en su piel y sabiendo que nadie la escucha le habla al espejo. Se
da cuenta que todo su ser es un témpano de hielo. El hielo nunca
cuenta en el amor, el hielo nunca ama, sólo es frío.
Oyó su ronca voz. Despertaba. Tenía miedo de él y de sí misma.
Sabía que no debía seguir, pero él siempre acababa por convencerla.
Por las mañanas, desde su sobriedad, le decía una y otra vez que la
quería; le juraba y perjuraba que ella era la mujer de su vida. Sonaba
convincente. Sin embargo, otra noche más la historia se repetiría. Las
personas no cambian. El tiempo se detuvo. Algo se quebró en su
interior. No pudo ser. Él. Ella. La noche. El día. Su reloj vital se
detuvo.
Carmen Fabiá Mir (València)
35
Change of Seasons – Dee (Rumanía)
https://energeticreaction.deviantart.com/
36
El sexo de las estaciones
Primavera intentaba abrirse paso con timidez,
mientras el frío invierno la amenazaba de muerte
con tormentas y nevadas.
Era evidente que se resistía a cederle su espacio,
aunque ella, constante, no cejara en su empeño.
Los almendros y los cerezos en plena floración
tintaban los campos de blanco y rosa
y el azahar de naranjos y limoneros
embriagaban todo con ese aroma suyo
tan seductor, peculiar y penetrante.
Pero invierno, celoso de la alegría
transmitida por primavera,
y no siendo capaz de valorar
sus peculiaridades,
se resistía a marcharse
y seguía cubriendo el paisaje de blanco.
Entonces verano,
poderoso y valiente,
sacó pecho por su amor,
llegando con fuerza para teñir
los días de azul y amarillo,
y reconfortarnos con su calor.
37
Antes que otoño
regresara con fuerza,
comenzando de nuevo
a hacer de las suyas.
Marisa Martínez Arce (València)
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Hogar, dulce hogar
Gregory – Lawdeda https://www.flickr.com/photos/lawdedas/
El niño repetía cada gesto que hacía su padre. Por eso,
continuamente empujaba y gritaba a su madre, sin llegar a entender lo
que significaban aquellas palabras. Cuando la Policía se presentó en
su casa, ella flotaba en un charco de sangre y el pequeño, con unas
tijeras, se ocupaba en destripar a su osito de peluche.
Pepe Sanchis (Massalfassar, València)
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Anorexia – Alexander Koromilas
https://www.flickr.com/photos/temporis_punctum/
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Cocina macrobiótica
Manuela y Paula, dos jóvenes amigas, un sabado de septiembre
por la mañana están paseando en Piazza del Duomo, en Milán, para
dirigirse hacia el Castillo Sforzesco donde hay un museo de arte.
Mientras tanto van mirando los escaparates para comprarse ropa de
moda. Acaban de entrar en una tienda cuando Manuela se desmaya.
Su amiga Paula, asustada, llama la ambulancia que las lleva al
hospital.
En urgencias, Miguel, el joven médico que atiende a Manuela,
logra despertarla y le hace unas pruebas. Cuando llegan los resultados
descubre que tiene déficit de proteínas, déficit de calcio y está
empezando a deshidratarse.
Se da cuenta de que es un problema de alimentación y le pregunta:
—Manuela, eres joven y guapa, ¿qué pasa con la comida? Puedes
empeorar y si sigues así ya no habrá posibilidad de curarte.
—Doctor, quiero adelgazar, me veo gordita, y por ese motivo he
ido a un curso de cocina macrobiótica. Mi amiga Paula me ha
dicho que aunque su principal objetivo no sea la pérdida de peso,
sino dar unas normas saludables, puede servir para adelgazar. Nos
han dado indicaciones sobre los cinco tipos de dietas
macrobióticas. Dos de ellas son muy estrictas.
—¿En qué consiste la comida? Seguro que hay algo equivocado.
—Bueno, se prohiben las carnes rojas, las grasas animales, los
productos lácteos, azúcares, los tomates, las berenjenas y las patatas,
las frutas tropicales y los zumos, alimentos con conservantes. El café
también está prohibido. Se reduce al máximo la ingestión de líquidos.
La nutrición está fundamentada en el consumo de cereales integrales,
legumbres, verduras de temporada. Es una dieta consistente en
alimentos ecológicos.
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—Ya veo. Pero, si comer alimentos ecológicos, cereales integrales
y verduras de temporada es óptimo, el problema es que se prohiben
alimentos cuya falta a la larga conlleva graves consecuencias para la
salud. Eres muy guapa e inteligente, no necesitas adelgazar. Créeme.
Te puedo ayudar a consultar al nutricionista del hospital para que te
aclare como comer de manera saludable, pero sin que falten ciertos
alimentos. Te quiero volver a ver dentro de quince días. Te llevaré a
un restaurante muy bueno donde se come saludable y de todo.
Además quiero seguirte mientras te cures. De momento te invito a un
café. No te hace daño
—Muchas gracias doctor, seguiré tus consejos y acepto las
invitaciones.
Unos días después, cuando Manuela, ya convencida de que en su
dieta tenía que incluir todos los grupos de alimentos de una forma
equilibrada, leyó en el periódico una noticia que la dejó sin palabras:
«Detenido el guru de la macrobiótica. Varios jóvenes trabajaban como
esclavos en sus granjas. Dos chicas desnutridas han sido llevadas al
hospital».
María Grazia Scelfo (Roma, Italia)
http://mgscelfo.blogspot.com.es/
42
Hoy ha muerto mamá
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.
El extranjero. Albert Camus
Ilustración de Leyre Gilardi, proporcionada por la autora
Ya era hora, ¡por fin! Esto último no lo he puesto en el
telegrama que mandé a mi hermano. No vive en España, no ha estado
aquí, no sabe de la misa la media. Pero ¡qué alivio, por Dios! Ella
llevaba años viviendo a costa de su muerte. Cuando yo falte, ya os
acordaréis de mí. Esa frase se repite en mi cabeza como ocurre con las
canciones pegadizas que no hay modo de quitárselas de encima.
Siempre había sido bastante pesada. ¿Y por qué tenéis que hacer
ese viaje? No me gusta el colegio del niño, es muy de barrio, ¿no veis
que habla como un arrabalero? El colegio de Juanito era
absolutamente normal, y para un viajecito que hacíamos de uvas a
peras nos lo tenía que restregar por las narices. Pero a eso ya
estábamos acostumbrados.
43
Lo duro empezó hace unos cinco años. Mamá decidió que tenía
una enfermedad grave e incurable y que se iba a morir de un día para
otro. La llevamos al centro de salud. Como no le encontraron nada, la
mandaron a La Paz. Allí tampoco hallaron el origen de sus males.
Llegaron a la conclusión de que era cosa psicológica. Una mujer
mayor que reclamaba cariño, eso dijeron. ¡Y un cuerno! Después vino
lo de que las piernas ya no la sostenían. Aún vivía en su casa y —¡en
mala hora!— decidimos traérnosla a la nuestra.
Durante unos días pareció feliz. Incluso daba unos pasitos.
Jugaba con Juanito a la brisca y al chinchón, veía culebrones en la
tele y no protestaba por lo que le ponía para comer.
Yo estaba segura de que podía andar sin problemas, pero salía
con aquello de que Para lo poco que voy a durar o No os hacéis idea
de lo mal que me encuentro. Y empezó a utilizar una frase terrible:
Antes de morirme me gustaría. Al principio fueron pequeños
caprichos. Durante un tiempo quiso que la lleváramos a merendar a
La Mallorquina, en la Puerta del Sol. Le recordaba su niñez, decía.
Vivimos en Torrejón y los atascos son habituales en la M-40. El
viajecito nos suponía, con suerte, una hora de ida y otra de vuelta,
más la odisea de aparcar el coche en el centro de Madrid. Toda la
tarde perdida para que mamá se tomara un café descafeinado con una
ensaimada.
Después vino lo de ir al aeropuerto para ver despegar y aterrizar
aviones, o a las estaciones de Atocha y Chamartín para disfrutar de la
visión de los trenes. Todo cargando con la silla de ruedas en el
maletero del coche. En casa la había sorprendido alguna vez en la
cocina adonde había llegado por su propio pie. De día comía poco,
decía que no le entraba, pero de noche saqueaba la nevera. Yo le
advertía: Mamá, que te va a sentar mal. Y ella: Cómo eres, hija, total
para dos días que voy a vivir.
Ante nuestra buena disposición, se envalentonó. Nos comunicó
que quería viajar, que deseaba conocer unos cuantos lugares antes de
morir. Intentamos hacerla entrar en razón: Mamá, en tu estado sería
44
complicado. Inútil. Decidimos tirar de ahorros para cumplir su
voluntad. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando expresó el deseo de
«escalar» determinadas montañas. Especificó que «en coche» —con la
silla de ruedas en el maletero— para desde la cima poder contemplar
el mundo.
Como primer destino eligió el Moncayo, después hubo que
coger el avión para llegar al Teide, también cayó el Mont Blanc.
Nunca se podía alcanzar la cima con el coche. Había que dejarlo en
un aparcamiento más o menos cercano. Para el trecho que quedaba,
la silla de ruedas resultaba inútil. Así es que, entre Juan y yo la
llevábamos a la sillita de la reina hasta la mismísima cúspide.
Entonces nos hacía poner en el móvil la canción de Sonrisas y lágrimas,
«Climb every mountain», en inglés, porque sonaba mejor. La
sentábamos en una roca y parecía enormemente feliz, mientras
nosotros, derrengados, nos dejábamos caer en otra.
Aquello no era vida. Pero si no le hacíamos caso, se moría.
Literalmente. Se quedaba inmóvil en la cama y conseguía que le
bajara la temperatura de tal modo —ni idea de cómo lo hacía— que
parecía el típico cadáver. Mamá, mamá, despierta, por Dios. Le
dábamos palmadas en la cara, le frotábamos las manos y los pies, y
lentamente resucitaba. ¡Ay, hijos! Creía que ya no iba a volver. Ya me
queda muy poco, lo sé. Por cierto, antes de morirme.
Me gustaría ir al Machu Picchu, me dijo esta mañana. Al
parecer hemos acabado con las cumbres europeas que le interesan y
hay que empezar con las americanas. Apenas nos queda dinero.
Tomé una decisión: la dejaría morir.
Aproveché que Juan estaba ya camino del trabajo para
manifestarle categóricamente a mamá que no habría Machu Picchu.
Sin mediar palabra, se dirigió a su cuarto conduciendo la silla de
ruedas, se tendió en la cama y se colocó rígida sobre la colcha con las
manos juntas en actitud orante. Poco a poco se le fue transmutando el
color de la piel en un blanco violáceo. La toqué, se había quedado
helada. Estaba convencida de que aún seguía viva, que esperaba que
45
yo reaccionara y le calentara el cuerpo como hacíamos siempre. A
punto he estado de compadecerme, pero me ha venido de pronto a la
cabeza el Everest. Sé que no se iba a contentar con el Machu Picchu,
que querría escalar los picos más elevados de América como el
Aconcagua, el Chimborazo o el McKinley y que después —aunque
solo fuera para jodernos— nos haría llevarla al Himalaya, con la silla
de ruedas a cuestas, para coronar como mínimo el K2.
Cuando mi hermano ha llegado al tanatorio desde el aeropuerto,
me ha preguntado que cómo ha sido todo tan repentino; y yo le he
contestado que porque hoy ha muerto mamá voluntariamente.
Ángeles Navarro Peiro (Madrid)
46
El plan
A sign of life – UnseenHarbinger (Alemania)
https://ancalinar.deviantart.com/
Comenzaba a ponerse el sol entre la arboleda cuando me puse
en marcha. Había dejado a mis hermanos durmiendo tranquilamente
en la casa del ogro, una vez que me aseguré de que este cayera a
plomo desde el andamio. Su mujer era buena y consentiría de buen
grado casarlos con sus siete hijas. Por mi parte, con las botas del
gigante, pensaba recorrer el mundo, hacerme cartero y llegar a ser tan
famoso que narraran mi vida en un cuento.
Micro finalista en el I Certamen de Microrrelatos
María de Molina 24 Ediciones
Manuela Vicente Fernández (Viana do Bolo/Ourense)
www.lascosasqueescribo.wordpress.com
47
Fotografía de la autora
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Descruzando caminos
Antes existían los cines continuados. Uno entraba a la función, y si
ya había empezado la proyección, se quedaba en su butaca, veía la
película y luego esperaba para verla comenzar. Si te volvías
aficionada a la magia de la sala y su sugerente oscuridad, disfrutabas
de tu actor favorito, viendo una y otra vez al galán que te flechó,
desde la media tarde hasta la noche.
Algo trajo a mi memoria esas viejas salas de cine. En la pequeña
pantalla del asiento delantero, se sucedían las presentaciones de
distintos films, y yo no me decidía por ninguno. Comenzaba a ver un
drama, y al momento me vencía el sueño, hasta que por enésima vez,
un toque en la pantalla, y volvía al inicio. Se parecía a los continuados.
Tenía por delante doce horas de paseo por las nubes. No estaba
mal, ni el entretenimiento, ni dormitar entre beso y beso de los
protagonistas.
Iba hacia un destino incierto, a conocerlo personalmente. Mi
mente volaba a la par del avión, recordando los momentos
compartidos a través de internet: las imágenes que nos habíamos
regalado tantas veces, nuestras voces excitándonos y soñando con un
encuentro real.
Tres años habían transcurrido a la velocidad de la luz. El
sentimiento se había profundizado. La necesidad de palpar nuestra
realidad, nos atormentaba. Urgía cometer cualquier locura. La
idealización de nuestras virtudes y defectos, requería de la realidad,
para aproximar nuestras individualidades, a medidas más exactas.
Silvia, fue a despedirme al aeropuerto. La única que permití que
compartiera ese momento, el de partir hacia el todo o la nada.
—Toma. Lee el cuento que te marqué. Y después redondea tus
propias conclusiones, si a último momento te atacan las dudas.
49
—No habrá dudas, amiga. Pero te haré caso. Al fin de cuentas,
eres la única que conoce la historia, al menos desde mi punto de vista.
Él, me conocía castaña. A último momento, me decidí por un
rubio brillante, que me diera luz al bajar del avión y que le ayudara a
distinguirme entre la multitud. Quise sorprenderle y me lo callé. Un
condimento más a nuestro increíble encuentro.
Como cuando acompañas a alguien en un velatorio, a cierta altura
de la noche, las horas del viaje se enlentecen. No hay forma de apurar
el reloj. Para ayudar a pasar las horas estaba el cuento de Kundera, el
de los amores ridículos. «Que los muertos viejos dejen lugar a los
muertos vivos», era el señalado por Silvia. Lo leí. No me gustó. Me
incomodó la disyuntiva entre el ideal y la realidad, entre el cielo y la
tierra, entre ser lanzada hacia el pasado o ser parte de la gloria, con
que los recuerdos nos coronan, cuando hemos sido amores
imposibles.
Por algún motivo, comencé a recordar frases sueltas, algunas
escritas en chat, otras habladas a través de Skype. Por alguna razón,
recordaba discusiones, ofensas, disculpas, agresiones, celos, reclamos,
perdones. De uno al diez, sumando todas las disculpas, el total no
llegaba a uno, mientras que el resto, junto con las palabras de amor y
ensoñación, hacían el total.
Las doce horas transcurrieron, de modo que terminé por olvidar
que fueron muchas.
La ansiedad y la emoción, dejaron escapar alguna lágrima entre
alguna sonrisa.
El tren de aterrizaje, fue el cimbronazo que me recordó que ya
pronto tocaría tierra.
«Siempre es mejor despegar. Es el inicio del vuelo», pensé,
reiterándome.
Recogí mi equipaje, junto con los recuerdos, que fui desperdigando
a lo largo del viaje. La sala de arribos, estaba a tope. Y entonces, entre
tanta gente, lo vi. Fue irreal: era y no era. Me parecía que siempre
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había estado cerca de él y sin embargo, esta era la distancia más corta
entre los dos. Tantos pasajeros, distrajeron su atención. En su cara se
advertía la inquietud por encontrarme. Fue ahí, cuando me detuve en
seco. Luego me hice a un lado, perdiéndome dentro de un grupo de
turistas que aguardaban encontrarse con su guía, para iniciar la
excursión. Lo vi desencajado, contrariado, puede que hasta enojado,
un gesto que nunca vi en su cara, pero si conocí en muchas de sus
palabras. Y ahí, detrás de un mostrador, envuelta entre gente que iba
de un lado a otro como sabiendo de verdad su destino, me puse a
resguardo.
No habría realidad que superara el sueño. Nada sería mejor que la
ilusión de lo que podría haber sido. Nada me recompensaría jamás de
tanto amor, ni el amor sería tan generoso como para entregarse hasta
quedarse en nada.
Ahí, sin más, elegí.
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo, Uruguay)
https://lapiazzadellaluna.blogspot.com.uy/
51
Old falling down house – Lisa Bagherpour (EUA)
https://fairiegoodmother.deviantart.com/
52
Abandono
La casa
las cosas
envejeciendo solas
con el polvo rondando sus entrañas.
Sin estupor de voces,
sin luces las ventanas,
estancos de frío en los rincones
lujuria en el escape de las plantas
un opaco descielo en las alcobas.
Oscura predicción,
y el tiempo estático
sin gozo de mirada.
Y en secuencia las sombras
envejeciendo solas
destempladas.
Gladys Alonso (Chacras de Coria-Mendoza, Argentina)
agosto 2013
53
Imagen proporcionada por la autora
54
Los gorriones de la catedral
Suenan a música celestial con sus voces blancas. Son los niños
del coro de la catedral. Parecen ángeles por sus rostros infantiles y su
voz prodigiosa. Visten el color de la pureza sobre sus inocentes
cuerpos, ocultan bajo sus ropajes su secreto.
Viven prisioneros, como en una cárcel, sin haber cometido
ningún delito, donde les llueven los golpes, los insultos y el miedo.
Al llegar la noche, amparándose en el nombre de Dios, con las
sotanas levantadas, yacen con ellos, amordazándolos bajo la amenaza
de que si hablan irán al infierno.
Hoy, tras treinta años de terror, claman al cielo.
Relato finalista en Wonderland (RNE) 11.11.17
Pilar Alejos Martínez (Quart de Poblet, València)
https://versosaflordepiel.blogspot.com.es/
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A class act – ernest.borg9 https://www.flickr.com/photos/ernestborg9/
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Esas traviesas feromonas
Andaba un poco revuelta y me disponía a entrar en MUFACE
para solicitar la ayuda dental. Siempre me pierdo con los papeles, los
trámites y la burocracia. Pero en aquel preciso instante, me había
perdido literalmente en ese ministerial edificio pues no recordaba a
qué planta debía subir, cuando un señor muy amable a quien
pregunté, me ayudó. Era más joven que yo. Subimos juntos en el
ascensor y de inmediato mi pituitaria se alborotó al reconocer que
aquel tipo venía de fumar un pitillo por el aroma a nicotina que
exhalaba todo su cuerpo: su pelo, su camiseta… y su aura. Todo el
habitáculo se inundó. Aspiré ansiosa su olor. ¡Cuánto tiempo! Me
moría de ganas de fumar. Ya casi tres años que lo había dejado y aun
así me fumaba encima. Inicié una maniobra de aproximación
corporal sin parangón inhalando con profunda precisión, sin
vergüenza y sin permiso, y me lancé como una loba hambrienta a
lamerle la carne que tenía visible para aprehenderle todo su sabor.
Fundamentalmente: cuello, labios, orejas, manos y brazos. Yo me
veía como un blandiblú pegajoso que tapaba todos sus poros y me
sentía la protagonista de una película de sexo barato. Pero no me
importaba. Él, atónito, incrédulo y algo más que sorprendido, no
supo o no pudo reaccionar y se dejó hacer, creyendo que mi ardor era
un simple deseo sexual. Una confusión llevó a otra y acabamos en los
servicios del último piso gubernativo, enzarzados con prisa cual
animales en celo. Era primavera.
Cuando lo dejé algo maltrecho en aquel baño, rompí las
solicitudes de ayuda que llevaba en el bolso. Ya no necesitaría los
implantes caninos. Me habían crecido de nuevo.
Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)
http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/
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Monster bride III – szorny-stock (Hungría)
https://szorny-stock.deviantart.com/
58
Alma de hielo
Desde que lo vio supo que iba a morir.
Sí, lo sé, eso es una obviedad, puesto que en esta vida lo único
seguro es la muerte, pero es que ella pensó que ocurriría pronto.
Lo conoció en una discoteca. Lo normal. Cuatro miradas, tres
bailes, un par de copas juntos y un revolcón que pasó sin pena ni
gloria.
La verdad es que ni siquiera en esa primera ocasión le interesó
demasiado. Era un chico sencillo, con una conversación fluida pero
carente de interés. Físicamente pasable. Simpático con una evidente
falta de cariño en su vida.
Era la presa perfecta.
Empezaron a quedar de manera esporádica. Ella alternaba las
citas con él con otros encuentros furtivos que la llenaban de
satisfacción y lujuria.
Él pasaba las tardes esperando ansioso la llamada que
convertiría su día en un paraíso de la felicidad eterna o en un fracaso
absoluto. A ella el juego le divertía, él no entendía a dónde lo
conduciría esa relación.
Llegó el momento en que a él no le quedó más remedio que
armarse de valor y, anillo en mano, y rodilla al suelo, le declaró su
amor eterno y devoción incondicional.
El tímido sí que salió de la boca de ella debería haber ido
acompañado de unas mejillas sonrojadas por la vergüenza de saberse
mentirosa y calculadora hasta la médula.
La noche de la despedida de soltera, ella tiró la casa por la
ventana y, en un arranque de desenfreno incontrolado, superó su
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écord y se acostó con dos. Uno, antes de los cubatas, y el otro,
después.
Sus amigas ni siquiera se dieron cuenta. Hay que ver lo fácil que
es que la crean a una cuando no ha dicho ni media verdad en toda su
vida.
El día de la boda, y a pesar de que su futuro marido sospechaba
que su mujer no era del todo sincera, fue todo como se esperaba que
fuera. Ella, radiante, vestida de blanco, paseaba vanidosa y satisfecha
del brazo de él.
Se hicieron las fotos correspondientes con cara de enamorados y
miradas brillantes como de personajes japoneses en los dibujos
animados.
Decidió no aguantarlo demasiado.
A las pocas semanas de vivir juntos, él ya le había regalado un
coche, la había colmado de caprichos y vivían en una preciosa casa
con jardín. Ella mantuvo la serenidad y se comportó como la amante
esposa que se suponía que era. Hasta que se cruzó un nuevo
compañero de trabajo en su vida.
No lo pudo resistir.
Fue superior a sus fuerzas. Era tan mono y tan inocente y tan
corto que no pudo evitar conquistarlo para llevar a cabo sus planes.
Empezó a salir con él a espaldas de su marido y del resto del mundo.
A su compañero le contaba que su matrimonio iba mal. Que se sentía
maltratada. A su marido sin embargo, no tenía que decirle nada
porque vivía en la más absoluta inopia.
Fue por aquellos días cuando su profesor de aeróbic se separó de
su mujer y, para celebrarlo decidió llevarse al huerto a una de sus
alumnas favoritas. A él se le pasó un poco el disgusto y a ella, el
sinsabor. Un dulce, al fin y al cabo, no amarga a nadie.
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Y llegó el punto en que ella, con tres bazas en marcha y ninguna
de interés, decidió que había llegado ya la hora de poner en marcha su
maquiavélico plan.
Sabía que iba a morir y que sería pronto.
Quedó con su compañero de trabajo para contarle, desconsolada,
que su marido la había insultado y la había amenazado con
echarla de casa. Dijo entre hipos, la muy pécora, que se iba a suicidar
a causa de lo infeliz que era con él. El pobre compañero de trabajo,
algo flojo en entendederas pero muy leal y fiel, prometió hacerse
cargo del asunto sin que ella tuviese que mover un dedo,
prometiéndole un futuro feliz y jurándole amor eterno.
Ella, fingiendo un enorme agradecimiento, se retiró sigilosa, y
aprovechó la coyuntura para llamar a su amante, el del gimnasio,
para quitarse una vez más la amargura y hacerse, de paso, con una
coartada firme como los bíceps del profesor.
Sabía que iba a morir y murió.
La primera plana de todos los periódicos reflejaba el horror en
los ojos de una pobre mujer a la que acababan de arrebatar a su
amado esposo. Joven y guapa, quedaba sola. Una pobre viuda que se
sumía, ante las cámaras y ante el mundo, en el más profundo de los
desconsuelos.
Cubierta la cabeza por una sudadera, un pobre hombre con
aspecto lastimoso, salía de casa esposado y rodeado por la Policía.
Ante la mirada atónita de su mujer y sus hijos, no dejaba de repetir
que amaba a esa viuda y que lo que había hecho era por su bien. Que
su marido era un monstruo y que se había hecho justicia.
En el gimnasio, en plena clase de Zumba, un monitor
encantador, sonriente y sudoroso encandilaba al alumnado con
movimientos insinuantes cuando de pronto, al mirar de refilón la
pantalla del televisor, tropezaba y caía al suelo envuelto en una nube
de perplejidad.
La sinrazón copa las noticias.
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No tenía razón, ni justificación. No se le conocían traumas
infantiles. Era querida y se sentía realizada en su trabajo. Tenía
amigas y familia. Ella simplemente era mala. Y él le pareció un
objetivo deseable. Lo vio y quiso matarlo. Así, sin más. Pero como no
entraba en sus planes ir a la cárcel ni complicarse la vida, eligió el
camino más largo para satisfacer su deseo.
Y fue más largo, pero lo consiguió.
Aurora Rapún Mombiela (València)
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Nostalgia
Easy Rider – Michelanemo
Una sombra acecha y nadie sabe quién es ni de dónde viene
¿Qué tal te ha ido por Nueva Orleans y sus carnavales?
¿Has visitado su cementerio, sobre todo al atardecer?
¿Has caminado entre las tumbas y las criptas para comprobar si te
comunicabas con los difuntos en sus nichos?
¿Qué tal te fue en el barrio Francés con sus bares y licores?
¿Encontraste lo qué buscabas o te fuiste decepcionado?
Y acabaste de nuevo en la carretera a los sones de la música de EASY
RYDER esperando a Peter Fonda y Dennis Hopper en sus motos a
que te lleven a cualquier parte de 1968.
Jorge Zarco Rodríguez (València), 4.11.2015
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Autogestió – Escif (Valencia) Grafiti en el barrio de Benimaclet
https://www.pinterest.es/manuellopezdieg/escif/
Imagen sugerida por la autora
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Las bravas
Fue cosa del destino.
Dos expatriadas
del mismo barrio
se encuentran
en un nuevo lugar.
En el norte,
con el frío,
calentándose el cuerpo
a base de cervezas.
Fue cosa del azar.
Dos mujeres
con la cabeza llena de sueños
y la mochila siempre a cuestas
anidaron lejos de su hogar,
de sus amistades,
de su familia…
Fue cosa de la suerte,
la ventura
acaso la casualidad…
Dos mujeres bravas
comenzando una nueva realidad.
Esther Moreno Morillas (València)
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/
https://feminismosmasturbatorios.wordpress.com/
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III Concurso de microrrelatos
La Radio en Colectivo/Valencia Escribe
El programa La Radio En Colectivo, de Mislata Radio, con la
colaboración de Valencia Escribe, y el fin de fomentar la creatividad
literaria y difundir el género del microrrelato, convocan el III Concurso
de Microrrelatos.
La presentación a este certamen implica la aceptación de las siguientes
bases:
1. El concurso se desarrollará desde mayo de 2018 hasta abril del
2019. Cada mes se seleccionará un microrrelato ganador y entre todos
los ganadores mensuales se escogerá el ganador del premio final. Se
podrán enviar solo dos microrrelatos por persona al mes.
Los participantes deberán tener los 14 años cumplidos.
2. El microrrelato debe ser original e inédito (por inédito se entiende
que no haya ganado ningún premio ni se haya difundido en ningún
medio), escrito en castellano, y que no exceda las 150 palabras, título
incluido. La temática será libre.
3. Las obras se enviarán por correo electrónico, con el asunto «III
Concurso de Microrrelatos La Radio en Colectivo», a la siguiente
dirección: valenciaescribe@hotmail.com
El texto, que debe llevar título, debe incluirse en el cuerpo del mensaje
(no como un documento adjunto) y al final deben constar los datos
personales (nombre y apellidos, dirección postal, localidad y un
teléfono de contacto).
Se podrán firmar las obras con pseudónimo sin menoscabo de la
inclusión de los datos personales para el conocimiento de estos por la
organización del concurso.
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Los microrrelatos se pueden presentar a cada convocatoria mensual
desde el día 1 desde las 00.00h hasta el día 28, 30 o 31 (según el mes)
a las 23.59h, en GTM+1.
4. Los textos ganadores mensuales se publicarán en las páginas de
Facebook: La Radio en Colectivo, y Valencia Escribe. Por este motivo
La Radio En Colectivo se reserva el derecho de reproducción y
difusión de todos los microrrelatos enviados, incluso los no seleccionados.
5. El jurado que seleccionará los microrrelatos finalistas de cada
convocatoria mensual estará formado por el equipo de La Radio En
Colectivo y de Valencia Escribe, pudiendo incluir en sucesivas convocatorias
a nuevos miembros del jurado.
El veredicto de cada mes se hará público un jueves (no festivo) del
mes siguiente a cada convocatoria mensual en las páginas de
Facebook La Radio en Colectivo y Valencia Escribe, y se leerá en el
programa de radio.
El veredicto final se hará público el último jueves de mayo de 2019
en las mencionadas páginas de Facebook y en la emisión de esa
semana del programa de radio.
Los autores ganadores y finalistas deberán estar dispuestos a darse a
conocer públicamente.
6. Los finalistas de cada mes optarán a un diploma y, además, está
prevista una sorpresa final para el ganador.
7. El jurado puede declarar desierto el premio mensual, así como el
final, si considera que ninguna de las obras presentadas tienen
suficiente calidad para ser publicadas.
8. La Radio En Colectivo se reserva la posibilidad de modificar las
bases del concurso por causas justificadas.
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Cartel y bases confeccionados por Business & Emotions
https://emartinezpico.wixsite.com/businessandemotions
68
69
70
Nuestros libros
En Amazon, tanto en papel como en ebook, a precios de escándalo
Próximamente, «Cuentos de las Estaciones» también en Amazon
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Números anteriores de Valencia Escribe
Número 35 (Octubre 2017)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59450052/ve-35-octubre
Número 36 (Noviembre 2017)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59501837/ve-36-noviembre-2017
Número 37 (Diciembre 2017)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59579031/ve-37-diciembre-2017
Número 38 (Enero 2018)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59669075/ve-38-enero-2018
Número 39 (Febrero 2018)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59811171/ve-39-febrero-2018
Número 40 (Marzo 2018)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59875642/ve-40-marzo-2018
Número 41 (Abril 2018)
https://www.yumpu.com/es/document/view/59937467/ve-41-abril-2018
Número 42 (Mayo 2018)
https://www.yumpu.com/es/document/view/60097984/ve-42-mayo-2018
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista
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Palabras en la basura
Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»
http://neorrabioso.blogspot.com.es/
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Valencia Escribe en las redes
Recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia
Escribe, os invitamos a narrar fotografías y colgamos convocatorias
de concursos literarios que os podrían interesar
https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020
Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o
mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que
también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs
https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/
Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que
para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe
Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las
reglas…
https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/
¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales
más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,
conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…
todo eso y más en Agenda Cultural VE
https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-
1806573156332152/
Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir
vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs
literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que
cada vez se hace más y más y más grande.
https://www.facebook.com/groups/393565884345726/
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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus
lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,
decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir
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La foto de Miguel
Miguel García Rodríguez (València)
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