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Diario Co Latino Realidad Nacional Viernes <strong>13</strong> <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> <strong>2018</strong> 17 El Salvador: la segunda mitad <strong>de</strong>l siglo XX (VII) Luis Armando González Los temores <strong>de</strong> los firmantes <strong>de</strong>l documento citado se verían confirmados a lo largo <strong>de</strong> los dos años siguientes. La violencia estatal y paramilitar se vio multiplicada, a la par que se multiplicaban las violaciones a los <strong>de</strong>rechos humanos a manos <strong>de</strong> agentes <strong>de</strong>l Estado. El país se vio sumergido en una “espiral <strong>de</strong> violencia” pues, a medida que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el aparato estatal se acrecentaba la represión, en esa medida en el movimiento popular y en los grupos político-militares se afianzaba el convencimiento <strong>de</strong> que solo con una violencia <strong>de</strong> tipo revolucionario se podían realizar los cambios políticos, económicos y sociales que el país necesitaba para ser más inclusivo, justo y <strong>de</strong>mocrático. Las cárceles se comenzaron a llenar <strong>de</strong> presos políticos, a quienes se aplicaban crueles torturas; la persecución política se puso a la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l día; las <strong>de</strong>sapariciones y los asesinatos <strong>de</strong> dirigentes obreros, campesinos, religiosos y religiosas, estudiantes y profesionales se fueron volviendo parte <strong>de</strong> la cotidianidad. Hay una clara expresión <strong>de</strong> violencia estatal, contraria a los <strong>de</strong>rechos constitucionales y a los <strong>de</strong>rechos humanos fundamentales. Hay también una violencia paramilitar, ejercida por escuadrones <strong>de</strong> la muerte, que es tolerada por el Estado. Y se tiene la violencia <strong>de</strong> las organizaciones populares y la violencia <strong>de</strong> los grupos político-militares. El Salvador <strong>de</strong> finales <strong>de</strong> los años setenta es un crisol <strong>de</strong> múltiples violencias, que van <strong>de</strong>jando conmoción, caos y muerte a su paso. Un foco central <strong>de</strong> violencia es el Estado militarizado, que ha sido <strong>de</strong>sbordado por el movimiento social organizado y por la actividad <strong>de</strong> los grupos armados <strong>de</strong> izquierda. A estas alturas, sobre todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que entra en vigencia la “Ley <strong>de</strong> Defensa y Garantía <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n Público” el or<strong>de</strong>n institucional-constitucional establecido ha colapsado. Todo está en manos, con una casi total discrecionalidad, <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la República y los aparatos <strong>de</strong> coerción que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su voluntad. Al cierre <strong>de</strong> 1979, el régimen político salvadoreño está muy cerca <strong>de</strong> ser una dictadura militar al estilo <strong>de</strong> las implantadas en otros países latinoamericanos entre 1964 y 1976. Y, si en la instauración y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l Estado militarizado, el republicanismo <strong>de</strong>mocrático –con lo que el mismo supone <strong>de</strong> imperio <strong>de</strong> la Ley, separación e in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res y revocación libre y secreta <strong>de</strong> mandatos por votación popular—, ha sido una ficción, en el marco dictatorial en el que gobierna el general Romero el republicanismo <strong>de</strong>mocrático no solo es una ficción, sino que, mucho <strong>de</strong> lo que se hace <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Estado, va absolutamente en contra <strong>de</strong> aquel. Por eso, las instancias que más resienten el <strong>de</strong>terioro político-institucional son la Asamblea Legislativa y el Po<strong>de</strong>r Judicial que, <strong>de</strong> ser unos acompañantes casi fieles <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r militar, se convierten en cómplices <strong>de</strong> las aberraciones jurídicas y las prácticas represivas <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong>l general Romero. En este contexto que cobran sentido las críticas <strong>de</strong> Monseñor Oscar A. Rome- ro al sistema judicial, a propósito <strong>de</strong>l cual el prelado católico <strong>de</strong>nuncia el “mal social” enraizado en sus instituciones y procedimientos. Monseñor Romero fue particularmente sensible a la violación permanente <strong>de</strong>l recurso <strong>de</strong> exhibición personal (o habeas corpus) que distintos organismos <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos humanos nacionales e internacionales interponían a favor <strong>de</strong> personas <strong>de</strong>tenidas bajo la sospecha <strong>de</strong> ser integrantes o simpatizantes <strong>de</strong> organizaciones populares o <strong>de</strong> grupos político-militares. La <strong>de</strong>nuncia <strong>de</strong> Monseñor Romero generó el reclamo hacia él por parte <strong>de</strong> la Corte Suprema <strong>de</strong> Justicia, un reclamo al cual el arzobispo respondió recordándole al Po<strong>de</strong>r Judicial su responsabilidad en vigilar el cumplimiento <strong>de</strong> las leyes y <strong>de</strong>nunciar el abuso que cometían los otros po<strong>de</strong>res <strong>de</strong>l Estado 1 . Era poco lo que el Po<strong>de</strong>r Judicial podía hacer para hacer prevalecer la ley y controlar un po<strong>de</strong>r militar y paramilitar que se <strong>de</strong>sataba con ferocidad sobre todos aquellos que lo <strong>de</strong>safiaban. La espiral <strong>de</strong> violencia va en aumento y las salidas pacíficas a la crisis que está en marcha van siendo <strong>de</strong>scartadas a favor <strong>de</strong> las salidas <strong>de</strong> fuerza. En septiembre <strong>de</strong> 1979, un conjunto <strong>de</strong> organizaciones, entre las que <strong>de</strong>stacan el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), FAPU y LP-28, promueve un “Foro Popular”, en un intento <strong>de</strong> resolver el impase socio-político <strong>de</strong> El Salvador. El gobierno <strong>de</strong> Romero se niega a aten<strong>de</strong>r la opción abierta por el Foro Popular, otras organizaciones populares no se suman al esfuerzo, la represión no se <strong>de</strong>tiene, los escuadrones <strong>de</strong> la muerte continúan operando... y en septiembre El Salvador está al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l precipicio. Es en este marco que un grupo <strong>de</strong> militares jóvenes, en alianza con un grupo <strong>de</strong> civiles <strong>de</strong> trayectoria <strong>de</strong>mocrática, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong>poner, mediante un golpe <strong>de</strong> Estado, al general Romero. El golpe se produce el 15 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1979, dando lugar a la instauración <strong>de</strong> una Junta Revolucionaria <strong>de</strong> Gobierno (JRG), integrada por el entonces rector <strong>de</strong> la UCA Román Mayorga Quiroz, Mario Andino, Guillermo Manuel Ungo y los coroneles Adolfo Arnoldo Majano y Jaime Abdul Gutiérrez. En su proclama, los golpistas reconocen los males políticos <strong>de</strong> El Salvador – frau<strong>de</strong>s, resistencia al cambio, caos económico y social, violencia, falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>mocracia— y proponen un conjunto <strong>de</strong> medidas que, a su juicio, sacarán al país <strong>de</strong>l atolla<strong>de</strong>ro en el que se encuentra: cese a la violencia y la corrupción, lo cual supone disolver ORDEN y combatir a las organizaciones extremistas que violan los <strong>de</strong>rechos humanos; erradicar prácticas corruptas en la administración pública y <strong>de</strong> la justicia; garantizar el respeto <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanos; crear un clima para convocar a elecciones libres; permitir el pluralismo i<strong>de</strong>ológico, <strong>de</strong> forma que se fortalezca la <strong>de</strong>mocracia; reconocer el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> sindicalización; adoptar medidas que lleven a una mejor distribución <strong>de</strong> la riqueza; crear las bases para un proceso <strong>de</strong> reforma agraria; impulsar reformas en el sector financiero; y garantizar el <strong>de</strong>recho a la vivienda 2 . Algunos sectores <strong>de</strong>l país son optimistas con el arribo al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esta Junta Revolucionaria <strong>de</strong> Gobierno. Fue el caso <strong>de</strong> Monseñor Romero, quien vio en la Junta la posibilidad <strong>de</strong> abordar el tema <strong>de</strong> los reos políticos y las personas <strong>de</strong>saparecidas. Más aún, esta coyuntura le permite a Monseñor Romero <strong>de</strong>safiar a la Corte Suprema <strong>de</strong> Justicia para que cumpla con su compromiso, plasmado en un pronunciamiento suyo, <strong>de</strong> garantizar los <strong>de</strong>rechos humanos reconocidos universalmente. Dijo Monseñor Romero: “la Corte Suprema <strong>de</strong> Justicia tiene aquí un reto ya manifestado en un pronunciamiento, su propósito <strong>de</strong> garantizar los <strong>de</strong>rechos humanos reconocidos universalmente. Da esperanza escuchar en su pronunciamiento estas palabras: ‘Exhorta a los funcionarios <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r Judicial a cumplir con la <strong>de</strong>bida responsabilidad las obligaciones que sus cargos les imponen, especialmente la <strong>de</strong> impartir pronta y cumplida justicia y conservar con las partes relacionadas un mutuo respeto, y hacer cumplir las normas que regulen la conducta que <strong>de</strong>be observarse en los tribunales <strong>de</strong> justicia’. Excita también la Corte Suprema a los abogados para que en el ejercicio <strong>de</strong> su profesión coadyuven a una sana, pronta y eficaz administración <strong>de</strong> justicia, contribuyendo así al prestigio <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r Judicial, que lamentablemente había estado muchas veces por el suelo como lo dijimos muchas veces aquí” 3 . En un ambiente <strong>de</strong> mayor estabilidad socio-política –y <strong>de</strong> menos violencia política emanada <strong>de</strong> los cuerpos <strong>de</strong> seguridad y los escuadrones <strong>de</strong> la muerte— la Junta Revolucionaria <strong>de</strong> Gobierno quizá hubiera podido avanzar en sus propósitos reformistas. Pero los dinamismos <strong>de</strong>l país apuntaban en otra dirección: en la dirección <strong>de</strong> un <strong>de</strong>senlace sangriento. La Junta se vio atrapada en la espiral <strong>de</strong> violencia, el terrorismo <strong>de</strong> Estado y la radicalización <strong>de</strong> las organizaciones <strong>de</strong> izquierda. El proyecto reformista no pudo <strong>de</strong>sligarse <strong>de</strong> la violencia militar y paramilitar que, en una ten<strong>de</strong>ncia creciente, comenzaba a <strong>de</strong>jar un reguero <strong>de</strong> cadáveres a lo largo y ancho <strong>de</strong>l país. La opción revolucionaria se abría paso con fuerza en el seno <strong>de</strong>l movimiento popular y guerrillero, dando lugar esa opción a un proceso <strong>de</strong> unificación <strong>de</strong> esfuerzos que alcanzó sus mejores momentos en 1980. En mayo <strong>de</strong> ese año se creó la Dirección Revolucionaria Unificada Político-Militar (DRU-PM), que en octubre <strong>de</strong>l mismo año se convertiría en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), integrado por las FPL, el PRS-ERP, el PCS-FAL, las FARN y el PRTC. También en mayo se creó la Coordinadora Revolucionaria <strong>de</strong> Masas (CRM); en abril se había constituido el Frente Democrático Revolucionario (FDR), al cual se integra, junto con otras organizaciones <strong>de</strong>mocráticas y populares, la CRM 4 . 1 Cfr., Homilía en la fiesta <strong>de</strong> Pentecostés, 14 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1978. 2 Cfr., “Proclama <strong>de</strong> la Fuerza Armada”. San Salvador, 15 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1979. 3 Monseñor Oscar A, Romero, “La esperanza cristiana clave y fuerza <strong>de</strong> nuestra liberación”, 18 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1979. En Mons. Oscar A. Romero. Su pensamiento. San Salvador, Arzobispado <strong>de</strong> San Salvador, 2000, p. 459. 4 Cfr., US Department of State, “El Salvador: revolution or reform?” En Current Policy, No. 546, febrero <strong>de</strong> 1984. L. A. González, Izquierda y cristianismo en El Salvador, 1970- 1992…pp. 203 y ss.