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GACETA DE LA DIRECTIVA NACIONAL • NO. 07 • <strong>MAR</strong>ZO/<strong>ABR</strong>IL<br />
El programa “un día sin auto”, que en la CDMX se llama<br />
“Hoy no circula” persogue la disminución en el consumo<br />
de combustibles y en la emisión de dióxido de carbono<br />
y de partículas a la atmosfera. Entre varios beneficios.<br />
Otro objetivo, aunque no explicito es promover que las<br />
calorías que no quema el auto, las queme el ciudadano<br />
caminando al trabajo, corriendo a alcanzar el taxi o<br />
forcejeando en el metrobus, contribuyendo de esta<br />
forma a la lucha que se libra en todas las urbes contra<br />
la obesidad, la madre de todas las enfermedades.<br />
Habría que discutir si estos objetivos se han logrado<br />
y en qué medida, pero aquí nos interesa abordar otro<br />
programa con metas parecidas, que ya se ha lanzado<br />
en varios países, y cuyos beneficios para nuestra salud<br />
y el medio ambiente pueden ser enormes: “Un día sin<br />
carne”.<br />
La idea es dejar de comer un día a la semana carne roja,<br />
tal como antaño hacían los católicos los viernes de<br />
cuaresma (y muchos todavía hoy), movidos quizás por<br />
el agotamiento de los recursos agrícolas almacenados<br />
al inicio de la primavera. “Un día sin carne” es un<br />
programa que pretende contribuir a generar conciencia<br />
en los ciudadanos de que la decisión sobre lo que<br />
comemos tiene un gran impacto en el medio ambiente,<br />
y muy en particular cuando se trata de carne roja.<br />
En algunos casos el programa ha surgido de la<br />
preocupación por las condiciones en las que viven los<br />
animales en las granjas de producción intensiva y en<br />
otros es parte de la promoción de alimentos orgánicos,<br />
como la iniciativa “Los lunes sin carne”, que desde<br />
el 2005 lanzó en Australia la empresa Sanitaruim.<br />
Pero muchas veces el origen del programa ha sido un<br />
genuino interés por disminuir el impacto nocivo que<br />
la carne roja tiene en la salud y en el medio ambiente;<br />
un ejemplo es la ciudad de Gante en Bélgica, donde<br />
se declaró que tanto los servidores públicos como los<br />
niños en las escuelas dejarían de consumir carne un<br />
día a la semana.<br />
Otro, más reciente, es la propuesta de un día sin carne<br />
que varias celebridades presentaron en Inglaterra.<br />
CARNE DE EFECTO INVERNADERO<br />
Y es que cada vez que adquirimos en la carnicería o<br />
en la sección equivalente del supermercado carne<br />
de res, en cualquiera de sus cortes, propiciamos que<br />
una cantidad importante de metano, un gas de efecto<br />
invernadero, se incorpore a la atmosfera. La cantidad<br />
precisa de gas no depende del corte adquirido, sino<br />
de otros factores que incluyen lo que comió la vaca y<br />
como vivió hasta que llego al rastro. Lo que sucede es<br />
que las vacas son animales bastante flatulentos.<br />
El estómago de estos rumiantes es una fábrica en<br />
la que las bacterias del rumen (la primera cavidad<br />
de su sistema digestivo de cuatro) trasforman los<br />
pastos constituidos principalmente por celulosa<br />
en sustancias que aportan a la vaca la energía que<br />
requiere para vivir; en el proceso se genera como<br />
subproducto gas metano (CH 4<br />
). Este gas, dada su<br />
capacidad de absorción y emisión de radiación, tiene<br />
un impacto ambiental 23 veces mayor que el dióxido<br />
de carbono (CO 2<br />
). Este último resulta de nuestra<br />
actividad biológica e industrial, de la degradación de<br />
la materia orgánica y de la combustión del petróleo<br />
y las gasolinas. Curiosamente las termitas –que<br />
también tienen un sistema digestivo que trasforma<br />
la celulosa– generan el 2% del CO 2<br />
y el 4% de CH 4<br />
del<br />
planeta, aunque afortunadamente a nadie se le ha<br />
ocurrido criarlas para nuestra alimentación.<br />
De acuerdo con un reporte del 2006 de la Organización<br />
de las <strong>Nac</strong>iones Unidas para la Agricultura y la<br />
Alimentación (FAO), el ganado es responsable del<br />
19% de las emisiones de gases de efecto invernadero.<br />
Para el Centro de Investigaciones Conjuntas de la<br />
Unión Europea la cifra es mayor: 24%, lo que colocaría<br />
a las vacas por arriba del trasporte, que aporta el 13%.<br />
Estos datos muestran que si dejamos de consumir<br />
carne roja, y por lo tanto de producirla, contribuiremos<br />
a la mejora del medio ambiente. Cabe señalar que<br />
en el mundo desarrollado un ciudadano invierte una<br />
cantidad de energía para trasportarse semejante<br />
a la que se requiere para producir sus alimentos<br />
(agricultura, procesamiento y distribución).<br />
COSTOSA AVIDEZ<br />
Así como ha crecido la industria automotriz, también<br />
ha crecido nuestra avidez por los productos cárnicos<br />
de forma que, en promedio, los seres humanos comen<br />
ahora el doble de la cantidad de carne que se comía<br />
en 1961, año en que los Beatles tocaron por primera<br />
vez en el Club Cavern de Liverpool. Es más, para que<br />
el mundo mantenga el consumo actual de carne,<br />
dado el crecimiento de la población, para el año 2050<br />
habría que duplicar el número de cabezas de bovinos<br />
y búfalos que tenemos hoy; según la FAO en el mundo<br />
hay 232 millones de vacas productoras de leche, 1350<br />
millones de cabezas de ganado y 177 millones de<br />
búfalos. En México de acuerdo con el Instituto <strong>Nac</strong>ional<br />
de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) en 2009<br />
había 23.3 millones de cabezas de ganado.<br />
Cuál sería el costo de duplicar tales cifras, si este<br />
recurso es en buena medida responsable de la<br />
deforestación que se vive en el mundo, incluido el<br />
amazonas??? En México, el sexenio del presidente<br />
Luis Echeverría (1970-1976) fue particularmente<br />
exitoso en este empeño: en busca del desarrollo, el<br />
desmonte alcanzo las 40-50,000 hectáreas anuales<br />
en los estados de Veracruz, Tabasco y Oaxaca. El Itsmo<br />
ha perdido casi medio millón de hectáreas de bosques<br />
húmedos que han sido destruidos y transformados<br />
en pastizales para la cría de ganado. Entre otros se<br />
encuentran las selvas de Uxpanapa, donde –con<br />
fondos del Banco Mundial– en menos de cuatro<br />
años (1974-1978) se talaron 200,000 hectáreas de<br />
selva de altura. En 1972, la región de los Tuxtlas tenía<br />
97,000 hectáreas de bosque mesofilo, selva húmeda,<br />
bosque de pino y de encino. En 1993 quedaban solo el<br />
56% de la cobertura original. La mitad de esta pérdida<br />
ocurrió entre 1990 y 1993, a un ritmo de 9.42% anual.<br />
Otros estudios realizados en la zona han estimado que<br />
para el 2020 quedarán solo 7360 hectáreas de selvas<br />
en esta región. Veracruz ha perdido ya el 91% de su<br />
cobertura forestal: todo esto en buena medida, para<br />
que coman las vacas.<br />
A nivel global y mediante un recuento muy aproximado,<br />
la superficie agrícola sembrada en el mundo (alrededor<br />
de 1,400 millones de hectáreas) permite producir al<br />
año unos 2000 millones de toneladas de cereales, lo<br />
que alcanza perfectamente para alimentar a todos<br />
los seres humanos y sobra mucho; claro, siempre y<br />
cuando todos fuésemos vegetarianos. Por unidad<br />
de proteína producida no solo se requiere de seis<br />
a 17 veces más tierra para producir ganado que<br />
para producir soya, sino que los vacunos compiten<br />
también por el alimento con nosotros; para vivir, un<br />
animalote de 600 kg requiere de 15,500 litros de agua<br />
(considerando la que beben las reses más la necesaria<br />
para producir sus alimentos).<br />
Si todos comiéramos carne como estadounidenses,<br />
europeos o argentinos, los cereales producidos en<br />
todo el mundo solo alcanzarían para alimentar a 2500<br />
millones de seres humanos. Habría que recordar que ya<br />
pasamos con mucho los 6500 millones de habitantes<br />
mundialmente, así que eso explica porque no alcanza<br />
para la carne. Por si eso no fuera suficiente, cada vaca<br />
produce algo así como 500 litros de metano al día que<br />
pasan a ocupar un lugar en nuestra atmósfera. Toda<br />
la ganadería produce alrededor de 40 millones de<br />
toneladas de gases al año.<br />
ACCIONES PEQUEÑAS, EFECTOS<br />
ENORMES<br />
“Un día sin carne” parece una propuesta un tanto fatua<br />
para nuestro país si pensamos que más de la mitad<br />
de los mexicanos difícilmente consumen carne de<br />
res en un día de la semana. Los suecos, por ejemplo,<br />
consumen entre carne y embutidos, más de 180 grs.<br />
de carne al día. Sin embargo, suspenden la visita a las<br />
tiendas despachadoras de hamburguesas, e incluso<br />
a las taquerías, tendría un efecto muy positivo muy<br />
positivo en el ambiente. La historia nos muestra que<br />
una de las causas más comunes del colapso de las<br />
sociedades no es tanto lo inadecuado de su ciencia<br />
y su tecnología, sino que no se tomen decisiones<br />
necesarias para la supervivencia. Así lo concluye el<br />
destacado científico y divulgador Jared Diamond en su<br />
libro Colapso, donde presenta varios casos de estudios<br />
como el de la civilización maya, la isla de Pascua o los<br />
vikingos de Groenlandia. Diamond señala que lo más<br />
importante en relación con el medio ambiente es saber<br />
que no hay nada que sea “lo más importante” sino<br />
que se requiere de toda una serie acciones pequeñas,<br />
masivas y simultáneas. Como la de “Un día sin carne”.<br />
Se trata ahora de repensar y adecuar la cadena<br />
alimentaria en su totalidad. Desde hace varios años los<br />
nutricionales de la nutrición no dejan de advertirnos,<br />
por un lado, que no necesitamos consumir tanta<br />
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