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Página SIETE Domingo 9 de septiembre de 2 018<br />

Visiones burocrático-militaristas<br />

Culturas militares<br />

l No sólo aumentó el presupuesto de las FFAA, o los privilegios de los que gozan sus<br />

mandamases, sino el culto a lo militar que practican algunas de las principales autoridades.<br />

5<br />

ideas<br />

I. Guerras y dictaduras<br />

Archivo APG<br />

Quepa la duda respecto a<br />

si la guerra es parte de<br />

la naturaleza humana.<br />

Para Hobbes y sus herederos,<br />

sí lo era. No obstante, la<br />

guerra parece más vinculada a formas<br />

de relativismo cultural, como<br />

anotaba Marvin Harris, y no necesariamente<br />

fue característica en<br />

todas las manifestaciones humanas.<br />

Lo que está claro es que la guerra<br />

es eje transcendental de la cultura<br />

hegemónica, aquella que se ha<br />

forjado a partir de las fronteras<br />

que componen los Estados-nación<br />

del planeta y no por nada las FFAA<br />

se consolidan cual instituciones a<br />

las que se destina gran cantidad de<br />

los recursos públicos en numerosos<br />

países del mundo.<br />

En ese sentido, representaciones<br />

ideológicas y simbólicas se<br />

articulan en la justificación de la<br />

violencia institucionalizada que<br />

implica el ejercicio de la guerra,<br />

sea esta externa o interna, tal es<br />

la situación de las dictaduras militares<br />

que son una expresión soterrada<br />

y sumamente desigual<br />

de guerra.<br />

Los imaginarios más sustanciales<br />

relacionados a la guerra se<br />

amparan en la enunciación de la<br />

“o t re d a d ”, es decir, los que concebimos<br />

como “o t ro s ”supuesta-<br />

mente distintos a nosotros, por<br />

tanto, sería razonable su sometimiento<br />

y/o exterminio.<br />

Por ende, las identidades nacionales<br />

siempre conllevan una<br />

contraparte de alteridades y esto<br />

se vislumbra claramente en<br />

América Latina, donde Estados<br />

recientemente formados edificaron<br />

sus “conciencias nacionales”en<br />

el marco de cruentas guerras<br />

gestadas entre vecinos.<br />

En tal medida, así se pertenezca<br />

a la fila de los vencedores o de<br />

los vencidos, una serie de imaginarios<br />

sociales se formulan para<br />

que sea posible el “h e ro í s m o”de<br />

matar al prójimo.<br />

Las guerras decimonónicas<br />

son ejemplo emblemático de<br />

eso, porque articularon las taras<br />

del pensamiento político de la<br />

coyuntura. Los planteamientos<br />

racistas y sexistas propios del<br />

darwinismo social y la mentada<br />

dicotomía de “civilización versus<br />

barbarie”, estuvieron a la orden<br />

del día al otorgar significado<br />

a las guerras, sus “h é ro e s ”y sus<br />

muer tos.<br />

Esto es evidente en las dos más<br />

importantes guerras internacionales<br />

del Siglo XIX de Sudamérica:<br />

La Guerra de la Triple Alianza<br />

y la Guerra del Pacífico. Eso fue<br />

acompañado de un fuerte culto a<br />

lo militar mediante las nociones<br />

Ro c í o<br />

E st re m a d o i ro<br />

Rioja<br />

Doctora en<br />

Ciencias<br />

Sociales<br />

“En<br />

Chile el mito<br />

de la ‘ex -<br />

cepcionali -<br />

dad chilen<br />

a’que deviene<br />

de la<br />

embriaguez<br />

con su victoria<br />

en la<br />

Guerra del<br />

Pacífico, es<br />

calculado e<br />

intensa -<br />

mente sostenido<br />

en el<br />

régimen de<br />

P i n o c h e t”.<br />

más constreñidas y conservadoras<br />

respecto a la “patria”, la “fa -<br />

milia”y“Dios”.<br />

Lo paradójico es que este pensamiento,<br />

que bien podría haberse<br />

calificado como descontextualizado,<br />

se repitió en las<br />

guerras del Siglo XX en América<br />

Latina, pero, especialmente, en<br />

las desiguales “guerras internas”<br />

que envolvieron las dictaduras<br />

militares.<br />

Aquello es perceptible en los<br />

imaginarios que encerraron los<br />

sultanismos caribeños y centroamericanos<br />

de inicios de siglo<br />

y en las dictaduras militares enmarcadas<br />

en la Doctrina de Seguridad<br />

Nacional de los 60 y 70,<br />

particularmente cuando se trató<br />

de eliminar, perseguir y torturar<br />

al “enemigo interno”.<br />

En Chile el mito de la “excepcio -<br />

nalidad chilena”que deviene de la<br />

embriaguez con su victoria en la<br />

Guerra del Pacífico es calculado e<br />

intensamente sostenido en el régimen<br />

de Pinochet, principalmente<br />

al escudar la tremenda violación<br />

de derechos humanos que<br />

significó esa dictadura.<br />

En el caso boliviano, más allá<br />

de las visiones burocrático-militaristas<br />

de “orden, paz y trabajo”<br />

y aparte de que se replicaron maniqueísmos<br />

criminales frente a<br />

la “o t re d a d ” “comunista”, el tema<br />

de la demanda marítima boliviana<br />

resurgió con fuerza al momento<br />

en que el banzerato tambaleaba,<br />

consumando el fallido<br />

“abrazo de Charaña” entre los<br />

“c é l e b re s ” déspotas de Chile y<br />

B olivia.<br />

II. El presente<br />

En la Bolivia actual y escuchando<br />

tanta perorata contra las<br />

dictaduras militares que asolaron<br />

al país, con la ilusión de que<br />

se honrara la memoria de los que<br />

murieron por los abusos de las<br />

mismas y esperando un mínimo<br />

de coherencia ideológica, se<br />

creería que después de más de<br />

diez años de “proceso de camb<br />

i o”, el militarismo en la cultura<br />

política boliviana disminuiría<br />

d r á s t i c a m e n t e.<br />

Sin embargo, ha sucedido<br />

exactamente lo contrario. No sólo<br />

aumentó el presupuesto de las<br />

FFAA o los privilegios de los que<br />

gozan sus mandamases, sino que<br />

en el ámbito de lo simbólico y de<br />

las representaciones, da escalofríos<br />

el culto a lo militar que<br />

practican algunas de las principales<br />

autoridades y no pocos<br />

ciudadanos.<br />

Cuando se gestó la Asamblea<br />

Constituyente muchos anhelamos<br />

la instauración del Servicio<br />

Militar voluntario, propuesta de<br />

varias organizaciones sociales.<br />

Hoy estamos muy lejos de lograr<br />

ese avance y, para rematar, es<br />

motivo de la más sórdida persecución<br />

el no contar con la Libreta<br />

de Servicio Militar.<br />

En otras palabras, para profesar<br />

la ciudadanía plena en este<br />

país, en los varones, es preciso<br />

pasar un año aguantando violencia,<br />

arbitrariedades y humillaciones<br />

que, lo sabemos, se generan<br />

en los cuarteles.<br />

Es obligatorio presenciar o<br />

efectuar las bárbaras torturas de<br />

perros, es inexcusable tragarse<br />

ese mundillo de jerarquías y de<br />

repetidores de consignas, en el<br />

que los ideales se resumen a la<br />

“subordinación y constancia”<br />

y/o donde el más vacío, constreñido<br />

y chovinista concepto de<br />

“patria” se antepone a la razón,<br />

la lógica o la vida.<br />

Por otra parte, si algo refleja el<br />

militarismo y la tendencia al autoritarismo<br />

insertada en lo profundo<br />

de nuestra cultura política,<br />

es la propensión al caudillismo,<br />

esa hambre de “s a l v a d o re s ”,<br />

“b e n e fa c t o re s ”, “re d e n t o re s ”,<br />

que también tuvimos la esperanza<br />

de que se transformara con el<br />

mal llamado “socialismo del siglo<br />

XXI”.<br />

Finalmente, inaudito que en<br />

pleno Siglo XXI se promueva la<br />

enseñanza de interpretaciones<br />

históricas militaristas, maniqueas,<br />

chovinistas, distorsionadas<br />

y que, continuando con los<br />

ecos pesadillescos que sellan a la<br />

identidad nacional boliviana, no<br />

dejan de nutrirse con el famoso<br />

“lamento boliviano” ex p re s a d o<br />

en desfiles ovejunos y en repertorios<br />

de coros desafinados y<br />

acríticos con los que nos aturden<br />

desde la niñez.

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