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Grandes aventuras en el mar

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

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alas y no dejarlos un instante. Fui a pasearme hacia las cabañas d<strong>el</strong> viejo Koah y de<br />

los sacerdotes, y les expliqué, de la mejor manera posible, <strong>el</strong> objeto de nuestros<br />

preparativos de lucha, que les causaban una viva alarma. Vi que ya había oído hablar<br />

d<strong>el</strong> robo de la chalupa de la Discovery, y les aseguré que nosotros estábamos<br />

decididos a recobrar la embarcación y a castigar a los culpables, pero que la<br />

comunidad de sacerdotes y los habitantes d<strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> lado de la bahía donde nos<br />

hallábamos no debían t<strong>en</strong>er <strong>el</strong> más ligero temor. Les rogué que explicaran mis<br />

palabras a la g<strong>en</strong>te, que le dieran seguridades y la exhortaran a permanecer tranquila.<br />

Koah me preguntó, con mucha inquietud, si harían mal a Terreob; le aseguré que<br />

no, y tanto él como sus compañeros parecieron <strong>en</strong>cantados de mi promesa. El capitán<br />

Cook llamó mi<strong>en</strong>tras tanto a la chalupa de la Resolution que estaba estacionada <strong>en</strong> la<br />

punta sept<strong>en</strong>trional de la bahía, y habiéndola cogido continuó su ruta hacia Kowrowa,<br />

donde desembarcó, así como <strong>el</strong> t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te y los nueve soldados de <strong>mar</strong>ina. Marchó <strong>en</strong><br />

seguida al pueblo, donde recibió las muestras de respeto que siempre se le r<strong>en</strong>dían.<br />

Los habitantes se prosternaron d<strong>el</strong>ante de él y le ofrecieron cerditos, según su<br />

costumbre. Observando que no sospechaban de ningún modo sus designios, preguntó<br />

dónde estaba Terreob y los dos hijos de éste, que tantas veces habían comido a<br />

nuestra mesa a bordo de la Resolution. Los dos jóv<strong>en</strong>es príncipes no tardaron <strong>en</strong><br />

llegar con los indíg<strong>en</strong>as que <strong>en</strong>viamos <strong>en</strong> su búsqueda, y <strong>en</strong> seguida condujeron al<br />

capitán Cook a la casa <strong>en</strong> que su padre estaba acostado. Encontraron al viejo rey<br />

medio dormido, y nuestro capitán, dici<strong>en</strong>do algo acerca <strong>el</strong> robo de la chalupa —d<strong>el</strong><br />

que no le suponía culpable—, le invitó a v<strong>en</strong>ir a los navíos y a pasar <strong>el</strong> día a bordo de<br />

la Resolution. El rey aceptó la proposición sin dudar y se levantó <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo<br />

instante a fin de acompañar al capitán Cook.<br />

Cuando nuestros asuntos parecían ir muy bi<strong>en</strong>, cuando se hallaban los dos hijos<br />

d<strong>el</strong> rey <strong>en</strong> la canoa y <strong>el</strong> resto de la pequeña tropa <strong>en</strong> la playa para embarcar, vino una<br />

vieja que llamó a su monarca <strong>en</strong> voz alta, ésta era Kannie-kabarri, la madre de los dos<br />

príncipes y una de las esposas favoritas de Terreob. La recién llegada se aproximó al<br />

rey y empleó las lágrimas y plegarias más ardi<strong>en</strong>tes para impedirle que fuera a los<br />

navíos. Al mismo tiempo dos jefes que habían llegado con <strong>el</strong>la retuvieron al rey y le<br />

aconsejaron de nuevo que no fuera más lejos, obligándole a s<strong>en</strong>tarse. Los indíg<strong>en</strong>as<br />

que se reunían a lo largo de la orilla, donde formaban innumerables corros, y que<br />

verdaderam<strong>en</strong>te estaban asustados d<strong>el</strong> ruido de los cañones y de los preparativos<br />

hostiles que veía <strong>en</strong> la bahía, com<strong>en</strong>zaron a agruparse precipitadam<strong>en</strong>te alrededor d<strong>el</strong><br />

capitán Cook y de su rey. El t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de los soldados de <strong>mar</strong>ina cuando vio a su g<strong>en</strong>te<br />

tan apretada por la multitud, y <strong>en</strong> tan mala situación de servirse de sus armas si era<br />

preciso disparar, propuso al capitán ponerlos <strong>en</strong> ord<strong>en</strong> de batalla a lo largo de las<br />

rocas, cerca d<strong>el</strong> <strong>mar</strong>, y como <strong>el</strong> populacho les abrió <strong>el</strong> camino sin dificultad, se<br />

apostaron a unas treinta yardas alrededor de Terreob, que estaba aún s<strong>en</strong>tado.<br />

Entretanto <strong>el</strong> viejo rey permaneció inmóvil, pintándose <strong>en</strong> su rostro <strong>el</strong> abatimi<strong>en</strong>to<br />

y <strong>el</strong> temor. El capitán Cook, no queri<strong>en</strong>do r<strong>en</strong>unciar a su proyecto, continuaba<br />

www.lectulandia.com - Página 50

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