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Año 13 | Número 75<br />
JUNIO, JULIO Y AGOSTO 2018<br />
CONSEJO EDITORIAL<br />
Adolfo de Vincenzi<br />
Jorge González<br />
Luz Henríquez<br />
Antonio Dalto<br />
DIRECCIÓN<br />
Jorge González<br />
EDICIÓN<br />
Melina Dorfman<br />
COORDINACIÓN<br />
Hugo Cayssials<br />
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />
Conci|Melnizki edd<br />
FOTOGRAFÍA<br />
Silvana Sergio<br />
CORRECCIÓN<br />
Esteban Bertola<br />
COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />
Matías Baldo, Laura Berti, Federico Bianchini,<br />
Lucila Carzoglio, Juan Cibeira, Juan Pablo<br />
Cinelli, Antonela de Alva, Horacio de Dios,<br />
Ezequiel Fernández Moores, Marina García,<br />
Martín Garrido, María Fernanda Guillot, Silvia<br />
Hopenhayn, Silvia Itkin, Nadia Koval, Roger<br />
Koza, Christian Kupchik, Martina Leunda,<br />
Alejandra Peñalva, Felipe Pigna, Malena Rey,<br />
Gabriel Rolón, Fernanda Sández, Andrea<br />
Stefanoni, Maximiliano Tomas, Mónica Tracey,<br />
Nando Varela Pagliaro y Agustina Zabaljáuregui.<br />
PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />
Tel.: 4943-8219/22<br />
Patagones 2463 | C1282ACA | CABA<br />
Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />
Web: www.yenny-elateneo.com/revista<br />
REVISTA QUID<br />
Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de Quid, publicación<br />
de Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />
del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />
la fuente.<br />
Los editores no son responsables por las opiniones<br />
vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />
firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />
Registro Nacionl de la Propiedad Intelectual<br />
Nº 506670. ISSN 1669738-3<br />
Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />
de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />
En 1936 el atleta estadounidense Jesse Owens participó de los Juegos Olímpicos<br />
de Berlín, concebidos como un gran órgano de propaganda nazi para mostrar al<br />
planeta entero la fastuosidad del Tercer Reich. Su presencia en semejante evento<br />
hizo de él una leyenda, y el haber obtenido cuatro medallas de oro lo convirtió en<br />
uno de los mejores deportistas de la historia. Owens fue un afroamericano que,<br />
luego de enfrentar la miseria de la Gran Depresión y la discriminación racial de<br />
su propio país, logró una hazaña deportiva sin precedentes en un contexto que<br />
pretendía demostrar la superioridad de la raza aria. Ganó las pruebas de 100 y<br />
200 metros, la de salto de longitud y la carrera de relevos de 4x100 metros.<br />
Durante mucho tiempo se dijo que a Hitler le caía tan mal la victoria de Owens<br />
que en una de las competencias se retiró antes del estadio para no tener que<br />
estrecharle la mano. Luego el propio héroe se encargaría de desmentir ese relato.<br />
Lo que sí se supo es que, a su regreso a Estados Unidos, el presidente Franklin<br />
D. Roosevelt nunca lo recibió en la Casa Blanca. Por entonces los deportistas<br />
olímpicos debían ser puramente amateurs y no podían cobrar por su desempeño.<br />
Ante la primera protesta por parte de Owens, el Comité Olímpico le prohibió<br />
continuar con su carrera y, debido a lo apremiante de su situación, se vio obligado<br />
a vender proezas para poder comer. Corrió contra caballos, perros, locomotoras,<br />
coches, motos y atletas de otras disciplinas; y terminaría dando charlas motivacionales<br />
con el patrocinio de diferentes empresas.<br />
Después de su muerte, en 1980, Berlín bautizó con su nombre una calle que bordea<br />
el estadio principal. En un escenario internacional donde prevalece la lucha<br />
por superar todo tipo de penurias (el hambre, las enfermedades, la segregación<br />
por género, raza o credo, etc.) ligadas a los abusos de poder, el recuerdo de los<br />
triunfos profesionales y personales de Owens sigue vivo en todo deportista que<br />
entiende los alcances sociales, económicos y políticos del juego y lo mucho que<br />
puede hacer para que vivamos en un mundo mejor.<br />
Disfruten de este nuevo número de Quid.<br />
Adolfo de Vincenzi<br />
Director General<br />
Grupo Ilhsa
Sumario<br />
75<br />
Temas de tapa<br />
Columnas<br />
Entrevistas<br />
08<br />
El juego sagrado. Cómo el deporte se convirtió<br />
en espectáculo de masas. Por Christian Kupchik.<br />
20<br />
El señalador. Del boxeo, o la épica narrativa del<br />
mano a mano. Por Maximiliano Tomas.<br />
16<br />
26<br />
34<br />
12<br />
22<br />
31<br />
El fútbol, un juego entre ficciones. El vínculo<br />
simbiótico entre la pelota y la palabra.<br />
Por Lucila Carzoglio.<br />
El tenis como una de las bellas artes. Los libros<br />
más emblemáticos que retratan esta disciplina.<br />
Por Silvia Itkin.<br />
El burbujeo de las palabras. La natación en<br />
la literatura. Por Lucila Carzoglio.<br />
25<br />
50<br />
51<br />
56<br />
Opinión. Sobre recuperar el espíritu agonal.<br />
Por Gabriel Rolón.<br />
TV/Series. Necessary Roughness y Friday Night Lights.<br />
Por Laura Berti.<br />
Música Alternativa. Boarding House Reach, de Jack<br />
White. Por Agustina Zabaljáuregui.<br />
Música Clásica. Claude Debussy. Por Nadia Koval.<br />
38<br />
Paul Auster<br />
Por Silvia Hopenhayn<br />
41<br />
Arturo Pérez-Reverte<br />
Por Fernanda Sández<br />
47<br />
María Dueñas<br />
Por Martina Leunda<br />
44<br />
De cara al futuro: la tecnología aplicada al fútbol<br />
profesional. Por Ezequiel Fernández Moores.<br />
67<br />
Libros recomendados para adultos.<br />
Por Mónica Tracey.<br />
53<br />
58<br />
64<br />
Unidos por la misma pasión. Historias de la<br />
conexión especial entre rockeros y deportistas.<br />
Por Juan Manuel Cibeira.<br />
Cine y deporte: movimiento y espíritu.<br />
Por Roger Koza.<br />
Con los tapones de punta: historia de la mujer<br />
en el deporte. Por Agustina Zabaljáuregui.<br />
69<br />
85<br />
93<br />
94<br />
Historia & Política. Lo último de Eric Hobsbawm<br />
y Didier Fassin. Por Felipe Pigna.<br />
Libros recomendados para niños y adolescentes.<br />
Por María Fernanda Guillot.<br />
Museos del Mundo. Museo de Historia de las Artes<br />
Marciales. Por Martín Garrido.<br />
Turismo Internacional. Okinawa. Donde nació<br />
Karate Kid. Por Horacio de Dios.<br />
Enrique Macaya Márquez<br />
Por Matías Baldo<br />
60<br />
70<br />
Juan Villoro<br />
Por Malena Rey<br />
74<br />
77<br />
Arturo Puig<br />
Por Alejandra Peñalva<br />
96<br />
Vida Gourmet. La edición definitiva y de lujo<br />
de El Libro de Doña Petrona. Por Mónica Tracey.<br />
98<br />
Cocina. Malbec, ¡cada día te quiero más!<br />
Por Marina García.<br />
Darío Sztajnszrajber<br />
Por Nando Varela Pagliaro<br />
Jorge Volpi<br />
Por Juan Pablo Cinelli<br />
Elvira Sastre<br />
Por Andrea Stefanoni<br />
Dan Wells<br />
Por Antonela de Alva<br />
DOSSIER<br />
Eduardo Galeano<br />
80<br />
86<br />
89<br />
Mendigo de buen fútbol<br />
El escritor uruguayo alcanzó reconocimiento internacional por su obra Las venas<br />
abiertas de América Latina. Además de ensayista sagaz, fue un gran contador de<br />
historias. Su pasión por el fútbol lo llevó a publicar varios libros sobre el tema. Iba<br />
por el mundo suplicando en los estadios “una linda jugadita, por amor de Dios”.<br />
Por Federico Bianchini<br />
Magalí Tajes<br />
Por Martina Leunda<br />
Marina Borensztein<br />
Por Fernanda Sández<br />
Walter Riso<br />
Por María Fernanda Guillot
MISCELÁNEAS<br />
Una fiesta para el pensamiento<br />
La cuarta edición de la exitosa Noche de la Filosofía se realizará<br />
el 30 de junio de 2018, a partir de las 19, en el CCK.<br />
Como ya es habitual, miles de personas se acercarán a escuchar<br />
algunas de las más de 60 exposiciones simultáneas (de<br />
media hora de duración y sobre un tema específico) a cargo<br />
de filósofos, ensayistas y pensadores argentinos, franceses y<br />
alemanes. También se podrá disfrutar de los talleres de filosofía<br />
para niños, además de la oferta gastronómica desplegada<br />
a lo largo y ancho del viejo edificio de Correos. Entre<br />
los nombres presentes este año estarán Tomás Abraham,<br />
Darío Sztajnszrajber, Maristella Svampa, Diana<br />
Maffía, François Jullien, Thierry Guillet, Françoise<br />
Gorog y Esteban Buch. Todas las actividades serán<br />
abiertas y gratuitas, y no se necesita inscripción previa. Las<br />
entradas se retiran en el lugar, el mismo día. CCK. Sarmiento<br />
151, CABA. + Info: www.cck.gob.ar<br />
Adiós a Philip Roth<br />
El gran escritor estadounidense<br />
murió el 22 de mayo en Nueva<br />
York. Gran parte de su extensa<br />
obra está centrada en los efectos<br />
culturales de la gran inmigración<br />
judía a Estados Unidos durante<br />
el siglo pasado. Escribió notables<br />
novelas como El mal de Portnoy<br />
(1969), Engaño (1990), La conjura<br />
contra América (2004), Elegía<br />
(2006), Indignación (2008) y La<br />
humillación (2009), entre otras.<br />
En 1998 ganó el premio Pulitzer<br />
por Pastoral americana, gran retrato de la debacle de una<br />
familia en apariencia perfecta. Se despidió de la literatura<br />
con Némesis (2010). Eterno candidato al Premio Nobel,<br />
jamás olvidaremos su declaración de hace seis años en Les<br />
Inrockuptibles (Francia): “I’m done”. Con esta frase anunció<br />
su retiro, y lo cumplió. Dejó un vacío tan enorme como<br />
su legado. Sus libros fueron publicados aquí por Penguin<br />
Random House.<br />
Astor Piazzolla, de Interés Cultural<br />
El libro Astor Piazzolla (Editorial El Ateneo) fue declarado<br />
de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos<br />
Aires y por el Honorable Concejo Deliberante de Mar<br />
del Plata, ciudad natal del artista. Esta excelente biografía,<br />
basada en la profunda investigación que llevó a cabo María<br />
Susana Azzi sobre la vida personal y, en especial, los hábitos<br />
de composición de Astor, cuenta con valiosos testimonios de<br />
familiares, amigos y colegas que dan cuenta de las múltiples<br />
facetas de este músico fascinante. Dijo el gran violonchelista<br />
Yo-Yo Ma: “La música de Piazzolla es infinitamente apasionada,<br />
llena de anhelo y, al mismo tiempo, tremendamente<br />
contemporánea”.<br />
Segunda temporada de Bibliómanos<br />
Tras el éxito de su primera temporada, vuelve Bibliómanos<br />
a la pantalla chica. Como siempre, cada entrega estará<br />
dedicada a un tema universal, y los conductores –los críticos<br />
Maximiliano Tomas y Eugenia Zicavo– presentan sus<br />
cinco libros preferidos, que son eliminados o salvados a<br />
pleno juego. Por más estrategia que planeen, el encargado de<br />
definir qué ejemplar resultará ganador es siempre un invitado<br />
sorpresa. Excelente programa que estimula la lectura de un<br />
modo lúdico, sin perder profundidad en el abordaje de obras<br />
fundamentales (o extrañas) de la literatura local e internacional.<br />
Todos los sábados a las 19, por la TV Pública.<br />
Más moderno que nunca<br />
A 62 años de su fundación, el Museo de Arte Moderno de<br />
Buenos Aires contará por primera vez con sede completa. Su<br />
remodelación y ampliación, iniciada en 2005 y después de<br />
superar varias etapas, llegará pronto a su fin. El 13 de julio reabrirá<br />
sus puertas al público con una muestra monumental que<br />
ocupará todo el edificio: Historia de dos mundos: Un diálogo<br />
entre la colección del MMK y la historia del arte experimental<br />
latinoamericano, 1944 –1989. Se podrán ver obras maestras de<br />
la colección de Frankfurt en diálogo profundo con las principales<br />
obras del arte latinoamericano a lo largo de cinco décadas,<br />
desde los años 40 a los 80, creadas por 117 artistas y colectivos<br />
de América Latina, Estados Unidos y Europa, entre los que se<br />
encuentran Alberto Greco, Ana Mendieta, Andy Warhol,<br />
Antonio Vigo, Arthur Bispo Do Rosário, Bruce<br />
Nauman, Cildo Meireles, Claes Oldenburg, Cy Twombly,<br />
David Lamelas, Francis Bacon, Gerhard Richter,<br />
Grete Stern, Gyula Kosice, Hélio Oiticica, Jasper<br />
Johns, Joseph Beuys, León Ferrari, Liliana Maresca,<br />
Liliana Porter, Lucio Fontana, Luis Felipe Noé,<br />
Lygia Clark, Marcel Broodthaers, Marcel Duchamp,<br />
Marta Minujín, Oscar Bony, Pablo Suárez, Piero<br />
Manzoni, Roy Lichtenstein, Víctor Grippo e Yves<br />
Klein, entre otros. La exposición proporciona ejemplos históricos<br />
de un diálogo continuo y trascendente entre ambos continentes,<br />
bajo la premisa de que gran parte de la propia identidad<br />
se funda en el modo en que nos posicionamos, dialogamos y<br />
reflexionamos sobre el otro. Museo de Arte Moderno de Buenos<br />
Aires. Av. San Juan 350. + Info: www.museomoderno.org<br />
Cine para ver en casa<br />
La distribuidora SBP anunció importantes lanzamientos en<br />
DVD y Blu-ray. Para los que amaron las películas nominadas<br />
(¡o ganadoras!) de los últimos Oscar, llegan en junio La forma<br />
del agua, de Guillermo Del Toro; The Post, de Steven<br />
Spielberg; Barreras, de Denzel Washington; y Lady<br />
Bird, de Greta Gerwig. Y en julio: Yo, Tonya, de Craig<br />
Gillespie, y Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio.<br />
Habrá que esperar hasta agosto para poder coleccionar Yo soy<br />
Simón, de Greg Berlanti e Isla de Perros, de Wes Anderson,<br />
entre muchísimos títulos más.
Nota<br />
de tapa<br />
EL<br />
JUEGO<br />
SAGRADO<br />
POR Christian Kupchik<br />
En W o el recuerdo de la infancia, el escritor francés Georges<br />
Perec atrapa a los lectores a partir de la primera línea mediante<br />
dos artilugios independientes. El primero, justamente,<br />
se liga al comienzo de la historia que, contradiciendo al título,<br />
afirma: “Yo no tengo recuerdos de infancia”. El segundo tiene<br />
que ver con la construcción, ya que en esta obra se alternan<br />
dos relatos paralelos y, a la vez, íntimamente relacionados. Por<br />
un lado, las fantasías de un niño a través de la historia de una<br />
isla imaginaria cercana a la Tierra del Fuego, a la que llama<br />
W –texto escrito por Perec a los doce años–, donde evoca una<br />
ciudad gobernada por un ideal olímpico; y, por otro, los recuerdos<br />
fragmentarios de una infancia vivida durante la guerra. El<br />
autor manipula de forma magistral un material autobiográfico<br />
y, sin abdicar de su estilo ameno y travieso, muestra la profunda<br />
huella de la Segunda Guerra Mundial y su posguerra, claves<br />
para un niño de familia judía emigrante en Francia. Las trágicas<br />
consecuencias que dejó como marcas el conflicto bélico,<br />
se ven contrastadas con esa ilusión efervescente que implica el<br />
juego, la competencia, que influye de igual manera tanto en los<br />
protagonistas como en los espectadores. En ese espacio, todos<br />
volvemos a ser niños.<br />
Perec invoca así la naturaleza lúdica del ser humano, ya tomada<br />
muy en cuenta por los griegos bajo los conceptos de agón<br />
(impulso de competir) y areté (apetencia de sobresalir). Un hacer<br />
colectivo con tintes dramáticos, toda vez que pone en juego<br />
el hecho de que a través de la historia el deporte nunca dejó de<br />
ilustrar y reforzar el orden social y moral de los pueblos. En el<br />
texto clásico Historia cultural del deporte (1986), el historiador<br />
Richard D. Mandell sostiene que: “Muchas veces contemplo<br />
con suspicacia las competiciones y pruebas deportivas<br />
montadas para un público de no practicantes y considero que<br />
el deporte de participación ofrece un atractivo muy especial,<br />
comparable a la sensación indescriptible e intransmisible que<br />
procura la práctica del baile y la interpretación musical entre<br />
amigos y miembros de la propia comunidad. (…) Sin olvidar<br />
que el deporte constituye el mejor sucedáneo de la innovación<br />
dramática de nuestra época.”<br />
Además, Mandell sostiene que, de acuerdo a las informaciones<br />
recogidas a lo largo de años de investigación por antropólogos,<br />
historiadores y sociólogos, se puede afirmar que<br />
determinados aspectos de la vida del hombre en la sociedad<br />
no dejan de ser reflejos de nuestros juegos y competiciones<br />
vinculadas estrechamente con las áreas dominadas por lo<br />
mágico y lo sagrado. Basta con recordar el “juego de pelota”<br />
practicado por los antiguos mayas, que mucho tenía de ritual<br />
sagrado. El desarrollo y el resultado de los partidos de pelota<br />
eran interpretados oracularmente. Los vencedores eran<br />
tratados con grandes muestras de consideración –los dioses<br />
estaban de su lado–; los perdedores eran castigados y, a veces,<br />
sacrificados a las divinidades que les eran adversas. Numerosos<br />
informes etnológicos interpretan el comportamiento de<br />
los jugadores, artistas y espectadores durante el desarrollo de<br />
los juegos como un trance alienante inducido por el ritmo, las<br />
variables de tensión producidas por los propios movimientos<br />
de los protagonistas, el control de la respiración, e incluso<br />
drogas o hipnotismo.<br />
El modelo de deporte que comienza a configurarse con los<br />
Juegos Olímpicos de 1896 en Atenas, y que se conoce como<br />
“deporte moderno” es “una actividad de élite, disciplinada,<br />
democrática y espectacular que responde a las necesidades<br />
espirituales y míticas de una sociedad en rápidas vías<br />
de industrialización” (Mandell, p. 211); este mismo autor<br />
considera que el deporte moderno arranca de dos tradiciones<br />
diferentes: una ligada a la teoría de la educación, que<br />
se afianzará en la Alemania de la Ilustración y que marcará<br />
la evolución del deporte en Europa central y oriental, y la<br />
otra tiene sus orígenes en las nuevas condiciones culturales y<br />
materiales que definieron el desarrollo de la producción industrial<br />
en Inglaterra y Estados Unidos. La primera tiene un<br />
carácter ideológico-político y la segunda más instrumental, se<br />
trata de empresarios que buscan el beneficio y la aprobación<br />
de las clases acomodadas. En opinión de Mandell, aunque<br />
hayan partido de diferentes planteamientos, la tendencia es<br />
que, en su proceso de evolución, las tradiciones sean cada<br />
vez más convergentes. La tenacidad y la visión del barón<br />
Pierre de Coubertin (1863-1937), fueron decisivas para la<br />
“exportación” del modelo anglosajón. Admirador del deporte<br />
de las clases dirigentes inglesa y americana, propugnaba que<br />
a través del deporte competitivo se consiguiera mejorar las<br />
cualidades corporales y el carácter del hombre como contribución<br />
de este a la paz mundial. Entendía que el éxito de la<br />
educación anglosajona se debía a su equilibrio: la voluntad<br />
de educar cuerpo y mente por igual. Los estudiantes de estas<br />
escuelas, ubicadas en espacios naturales, participaban de forma<br />
activa en el diseño de las actividades a desarrollar, hecho<br />
que les implicaba de forma considerable. Los principios del<br />
“amateurismo” serán uno de los ejes principales en torno a<br />
los que articular esta concepción, indisociable de los principios<br />
del fair play y por extensión de la idea de desvincular la<br />
práctica deportiva y el profesionalismo. El propósito de este<br />
planteamiento es evitar que el deporte adquiera en alguna<br />
de sus manifestaciones un carácter lucrativo (en las primeras<br />
Olimpíadas celebradas en Atenas, no existían medallas de<br />
oro, solo de plata y bronce. La medalla de oro para los primeros<br />
lugares aparece en las Olimpíadas de 1904), que pudiera<br />
contribuir a la mercantilización del deporte.<br />
En definitiva, la perpetuidad del deporte aficionado y la independencia<br />
de este respecto de ámbitos como la economía o la<br />
política, constituían los dos ejes fundamentales en torno a los<br />
9
cuales el barón Pierre de Coubertin concibió la reedición de<br />
las modernas Olimpíadas griegas, bajo la propuesta de “restablecer<br />
la gran noble institución de los Juegos Olímpicos,<br />
adaptándolos a las condiciones de la vida moderna” (ibíd., p.<br />
214). El espíritu olímpico moderno se sustentaría, al menos<br />
en teoría, en un “desinteresado amateurismo” que mantuviese<br />
intacta la esencia de la competición deportiva.<br />
Poco a poco, como sugiere Guy Debord, todo hecho social<br />
habrá de espectacularizarse, y en este proceso el deporte es<br />
uno de los primeros en asimilar las formas de un rito ecuménico<br />
que nos confunde a todos.<br />
El propio Coubertin amaba los rituales y los símbolos, y<br />
creía en su poder de convocatoria. Por ello, a su entender,<br />
a la variante anglosajona le faltaba un elemento decisivo:<br />
la dimensión festiva. Desde la propuesta de sendas ceremonias<br />
de inauguración y clausura, hasta las banderas que<br />
subrayan la idea de cosmopolitismo, de armonía internacional<br />
al tiempo que dan un toque colorista al evento, pasando<br />
por el “desfile de naciones” (por vez primera en Estocolmo,<br />
1912), el primer “juramento olímpico” y la bandera de los<br />
cinco anillos entrelazados, diseñada por el propio Coubertin,<br />
ondeando en Amberes en 1920, constituyen algunas de<br />
las primeras iniciativas para construir el “mayor espectáculo<br />
deportivo de todos los tiempos”, en el que los vencedores<br />
recibirán honores reservados a los héroes de la antigüedad.<br />
En lo referente al ritmo creativo de las tradiciones o a la<br />
“construcción del espectáculo”, la edición de Los Ángeles<br />
de 1932 supone un hito en la historia de las Olimpíadas<br />
modernas, que no han cesado de sofisticarse. La progresiva<br />
superación de la recesión impuesta por el crack financiero<br />
de 1929 tenía que hacerse notar.<br />
En el afán de mostrar la definitiva revitalización de la<br />
economía y el optimismo reinante, en Los Ángeles estarán<br />
presentes numerosas bandas de música en las ceremonias<br />
de inauguración, salvas de artillería, desfiles detrás de las<br />
banderas nacionales de los países participantes, la suelta de<br />
miles de palomas blancas y la introducción, de fuerte carga<br />
evocadora pero sin antecedentes históricos, de la “llama<br />
olímpica” que debe arder permanentemente en el estadio<br />
durante el tiempo de duración de las Olimpíadas. Así entre<br />
desfiles, juramentos, discursos y otras amenidades el deporte<br />
moderno comienza su universalización.<br />
Impregnados de este espíritu festivo y espectacular, los Juegos<br />
Olímpicos de 1932 supondrán el inicio de una nueva era<br />
para el entrenamiento atlético cuyos rasgos definitorios serán:<br />
disciplina más estricta, preparación más especializada y científica<br />
orientada sistemáticamente al logro de nuevas marcas.<br />
Los instrumentos de medición se perfeccionan hasta alcanzar<br />
un considerable grado de precisión, las instalaciones mejoran<br />
mucho con el aumento de la participación. En este sentido<br />
explica Mandell (1984): “Los récords deportivos estaban sometidos,<br />
como cualquier otro avance, a las leyes del progreso<br />
(una palabra clave de la época) e ineludiblemente expuestos<br />
a ser arrebatados por nuevos campeones. La opinión pública<br />
internacional acogía y honraba las marcas deportivas como<br />
símbolos vivientes, aunque abstractos, consagratorios del<br />
principio de superación de la sociedad industrial, atribuyendo<br />
a su condición efímera el valor de una prueba irrefutable de<br />
la marcha inexorable del progreso”.<br />
Con la masividad que impulsan los medios de comunicación<br />
y el desarrollo de las nuevas tecnologías, el espectáculo pasa<br />
a ser una de las mayores industrias a gran escala. La FIFA se<br />
convierte en la primera multinacional, superando por mucho<br />
a consorcios económicos asentados, en algunos casos, desde<br />
centurias atrás.<br />
En el Mundial de Estados Unidos, en 1994, coincidieron dos<br />
hechos trágicos. El primero tuvo que ver con el asesinato en<br />
Medellín del futbolista Andrés Escobar, exactamente diez<br />
días después de haber convertido un gol en contra ante la<br />
selección local que significó la eliminación de Colombia. En<br />
principio se sospechó que habría causado grandes pérdidas<br />
en las apuestas clandestinas entre varios poderosos líderes<br />
del narcotráfico; aunque no faltaron voces que incluyeron<br />
a amigos personales, compañeros de equipo, y el propio ex<br />
entrenador, Francisco Maturana, que señalaron que su<br />
muerte estuvo ligada con el clima de alta tensión dentro de<br />
Colombia por aquel entonces, lo cual no resultaba menos<br />
perturbador.<br />
El otro hecho está ligado a la suspensión por doping en aquel<br />
mismo campeonato de Diego Armando Maradona. La<br />
noticia despertó desconcierto y desasosiego en muchas partes<br />
del mundo, pero se expresó de manera bastante radical<br />
en Bangladesh, donde una manifestación a favor del astro<br />
argentino terminó siendo brutalmente reprimida dejando un<br />
tendal de víctimas.<br />
Todo lo cual no impidió que el negocio de los Mundiales<br />
siguiera creciendo, desnudando en 2015 uno de los mayores<br />
operativos anticorrupción conocidos: el llamado “FIFAgate”.<br />
Se trató de un escándalo deportivo y corporativo a la vez,<br />
además de un caso judicial sin precedentes.<br />
El deporte moderno comparte con el trabajo industrial y la<br />
sociedad urbana características comunes: competitividad,<br />
racionalidad, disciplina, autoridad, burocracia, y también no<br />
pocas de sus debilidades. Las exigencias psicológicas para<br />
vivir en este modelo social presentan una considerable afinidad<br />
con la ideología deportiva. En este sentido el récord ha<br />
trascendido el ámbito específico del deporte, para convertirse<br />
en un símbolo definitivo de modernidad<br />
10
Tema de tapa<br />
uno<br />
EL FÚTBOL,<br />
UN JUEGO ENTRE<br />
FICCIONES<br />
La pelota y la palabra parecen tener un vínculo simbiótico. Más de un jugador ha demostrado en la<br />
cancha, y fuera de ella, habilidades literarias con pases pulidos como textos y con frases que quedarán<br />
por siempre en la lengua popular. Y más de un escritor se ha calzado los botines y ha demostrado<br />
su pasión más extrema por este deporte en general o por un equipo en particular, hasta el punto de<br />
plasmarla en un cuento o novela. Aquí, un recorrido por los trabajos de SONIA BUDASSI, MARTÍN<br />
CAPARRÓS, ANDRÉS BURGO, JUAN VILLORO, EDUARDO SACHERI, JUAN SASTURAIN, ROBERTO<br />
SANTORO, OSVALDO SORIANO, ROBERTO FONTANARROSA y CLAUDIA PIÑEIRO, entre otros<br />
POR Lucila Carzoglio<br />
El fútbol es relato en la Argentina casi desde siempre. Y no<br />
solo porque los domingos tienen una banda sonora de partidos<br />
escuchados por radio y goles vistos en la tele. Desde que nacemos,<br />
a la mayoría nos toca una historia de la que nos tenemos<br />
que hacer cargo. “Lo que se hereda, no se roba” reza el dicho,<br />
y es verdad. Ya sea por vía sanguínea o por afinidad emotiva, se<br />
nos transmite un club, sus colores, leyendas y liturgias. Incluso<br />
los que deciden rechazar su suerte y cambiar de destino,<br />
tienen su motivo y cuento. La identidad de cada equipo, su<br />
pasado y presente, se nos hace carne y palabra. Es mito de<br />
origen, pero también fábula de todos los días.<br />
Académicos, xeneizes, millonarios, cuervos, pincharratas<br />
o canallas, cada mote esconde su sabiduría y sus estereotipos.<br />
En el fútbol circulan los discursos sin vueltas, con sus<br />
lógicas binarias (se tiene garra o se es un “pecho frío”), pero<br />
también conviven la poesía y el vuelo literario. En los cantos<br />
de cancha, en el grafiti o el insulto, la creatividad se pone al<br />
servicio de la expresión. La pasión se convierte en literatura y<br />
la respuesta de entrevista, en proverbio.<br />
“Toco y me voy”, “Paso a paso”, “En la altura la pelota no<br />
dobla”, “Pedí un cuatro y me trajeron un pomelo”, “Me cortaron<br />
las piernas”, “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no<br />
se mancha”, “Fue la mano de Dios”, son algunas de las frases<br />
deportivas que devinieron metáfora y recurso diario. Creer o<br />
reventar, nuestro mejor jugador ha sido el más habilidoso en<br />
el campo del lenguaje. De hecho, cualquier futbolista hoy es<br />
poeta en potencia, así como algún que otro escritor se pone la<br />
camiseta de deportista. Y es que, como dijo el director de la<br />
revista El Gráfico, Dante Panzeri, “el fútbol es dinámica de<br />
lo impensado”.<br />
Lo cierto es que el balón y la palabra corren juntos desde<br />
hace rato y, de tanto en tanto, meten un gol de media<br />
cancha. El pase y la crónica han dado jugadas memorables.<br />
Sonia Budassi, y su libro Apache: en busca de Carlos Tévez<br />
(Tamarisco, 2010), en el que aparece la mirada de una mujer<br />
hincha que se inmiscuye en ese mundo tradicionalmente<br />
masculino, es uno de los ejemplos de la buena dupla. En las<br />
ligas nacionales también se pueden mencionar Boquita, de<br />
Martín Caparrós (Planeta, 2005) y El partido, de Andrés<br />
Burgo (Tusquets, 2016), un texto que convierte el encuentro<br />
Argentina vs. Inglaterra de 1986 en una narración sobre la<br />
memoria y los recuerdos.<br />
Entre los cracks internacionales del género, son figurita Juan<br />
Villoro con Dios es redondo (Planeta, 2006) y Ryszard<br />
Kapuscinski con La guerra del fútbol (Anagrama, 2002),<br />
un clásico en el que se cuenta el enfrentamiento bélico entre<br />
Honduras y El Salvador a partir de una serie de eliminatorias.<br />
La estrategia del escritor polaco no es casual. El juego siempre<br />
apela a la estructura de la épica: dos bandos se oponen y<br />
luchan, aparecen la dignidad, el cansancio, los gritos, la contienda.<br />
A algunos los espera la gloria, a otros la derrota, pero<br />
a todos los envuelven emociones grandilocuentes. El héroe<br />
de este lío se impone ante las crueldades del destino y, con su<br />
gambeta, representa el sufrimiento o el alivio de su gente.<br />
Ante esta perspectiva, es difícil que la novela, hecha para<br />
las grandes multitudes, no se inmiscuya en el partido. Sentimientos<br />
hechos cuerpo y demarcación, es el caso de Dame<br />
pelota, de Dalia Rosetti (Mansalva, 2009) que juega con<br />
el mundo del fútbol femenino. Sangre, transpiración y más<br />
de una lágrima hablan, mediante el humor y el disparate, de<br />
amores que nunca llegan a ser titulares, pero que tampoco se<br />
van al pasto. Ricardo Strafacce, por su parte, en Crímenes<br />
12<br />
13
perfectos (Mansalva, 2011), reconstruye, en línea con el delirio<br />
y el grotesco, la tilinguería del universo futbolero. Botineras,<br />
jugadores mediocres con un pie en el avión, representantes de<br />
poco alcance, periodistas mentirosos, son algunos de los protagonistas<br />
de las cenas en Puerto Madero, orgías y crímenes<br />
impunes que se suceden.<br />
De visitante en el mismo fixture juega el clásico Fiebre en las<br />
gradas (Ediciones B, 1996), del autor inglés Nick Hornby.<br />
Escrita como novela autobiográfica, el registro vital se da<br />
a través de la mirada del fanático, que no puede dejar de<br />
profesar su obsesión mientras vive, toma la comunión o se divorcia.<br />
La separación de sus padres, entonces, se definirá por<br />
un domingo embarrado, su primera novia por un miércoles<br />
en el viejo estadio del club, y la boda de su hermana por una<br />
tele escondida en un rincón del restaurante donde hacen el<br />
festejo. Lealtad y pasión cabecean para neutralizar el vacío.<br />
En las canchas argentinas, muchos autores llegaron a primera<br />
división. Eduardo Sacheri, con su juego sentimental<br />
y de barrio, tal vez sea el más reconocido en<br />
la actualidad, pero si sumamos de seguro hay<br />
equipo. Cada uno con su estilo utiliza el<br />
fútbol como excusa para desplegar preguntas<br />
que trascienden la charla técnica.<br />
Y sí, ya lo dijo Albert Camus:<br />
“En una cancha de fútbol se juegan<br />
todos los dramas humanos”.<br />
En sintonía, el famoso DT de los<br />
relatos de Osvaldo Soriano le habla<br />
a su plantel con la ayuda de un librito<br />
del filósofo Arthur Schopenhauer.<br />
“El trayecto hacia el gol es, en definitiva,<br />
una manera de conocimiento, de mirarnos y<br />
mirar a los demás”, comenta Míster Peregrino<br />
Fernández a su plantel.<br />
Como género literario, el cuento es el que mejor ha comprendido<br />
las vicisitudes del fútbol, así como sus antologías<br />
recuperan el espíritu del picadito. Ya sea por la lectura de<br />
duración acotada, por una estructura cerrada (con principio,<br />
desarrollo, clímax y fin) o por la variedad de puntos de<br />
vista que permite la conjunción de relatos, las formas breves<br />
proliferan con destreza en el universo del balompié. Voces de<br />
dirigentes, punteros, capitanes, pataduras, árbitros, comentaristas<br />
o hinchas se multiplican en colecciones y seleccionados<br />
sin importar sexo o edad. Sobre el lugar social y la psicología<br />
de cada puesto escribió Juan Sasturain en El día del<br />
arquero (Ediciones de la Flor, 1986).<br />
“El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la<br />
distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible<br />
y recién al final surge en el horizonte la visión de<br />
una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto<br />
que estaba cifrado y como ausente en la sucesión clara de los<br />
hechos”, escribe Ricardo Piglia en “Nuevas tesis sobre el<br />
cuento”, casi como si hablase del último partido entre Boca<br />
y River. Como retazos de una experiencia inasible que se<br />
repite en la mesa del bar hasta el hartazgo, el fútbol revela su<br />
naturaleza ficcional.<br />
Roberto Santoro, en 1971, supo captar esta esencia formal<br />
con Literatura de la pelota (Editorial Papeles de Buenos<br />
Aires, 1971; Ediciones Lea, 2007), un compilado de diferentes<br />
textos literarios (canciones, poemas, artículos y ensayos)<br />
que dialogan, discuten y acuerdan sobre este deporte emblema.<br />
El resultado es una historia colectiva y popular, pero<br />
también una identidad hecha a base de ficciones.<br />
Ariel Magnus y Alejandro Dolina son otros de los<br />
cuentistas de temática futbolera. Sin embargo, en esta tabla,<br />
es Arqueros, ilusionistas y goleadores (Seix Barral, 1998), de<br />
Osvaldo Soriano, el que está puntero. Con mirada nostálgica<br />
y humorística, el autor reinventa su adolescencia de jugador<br />
mientras diseña penales míticos, reglas llenas de folklore y jugadas<br />
tragicómicas. Aparece el Mundial olvidado de 1942, que<br />
ganaron los mapuches, o la vida de Obdulio Varela, un centrojás<br />
que se mueve como un artista en el escenario. Los torneos<br />
alucinantes en paisajes sureños o la aparición de Perón como<br />
árbitro invocan la fantasía para capturar la tensión de quienes<br />
se la juegan en la vida.<br />
Suspensión de la realidad e inmersión en otra lógica, con<br />
normas y sentimientos propios, los mundos del cuento y del<br />
fútbol se parecen. Roberto Fontanarrosa, con sus textos<br />
reunidos en Puro fútbol (De la Flor, 2000), traduce la pasión<br />
desbordada y la sabiduría de la calle mediante el habla cotidiana.<br />
Viejos que aceptan morir con tal de ver la final de su<br />
equipo, ídolos que se muestran defectuosos para ser amados<br />
por la tribuna, hinchas que solo son valorados si saben las<br />
formaciones de memoria, son algunos de los personajes que<br />
hablan como cualquier hijo de vecino.<br />
El mundo futbolístico no solo traspasa los límites de la fecha y<br />
el estadio, más bien vive y se retroalimenta de sus inmediaciones.<br />
En este punto, una antología como Las dueñas de la pelota<br />
(Editorial El Ateneo, 2014), editada por Claudia Piñeiro y<br />
escrita íntegramente por mujeres, aborda maternidades, abusos,<br />
cambios de género e iniciaciones, haciendo un uso tangencial<br />
del deporte. Las nuevas perspectivas arman la jugada de gol<br />
con “La guacha redonda”, un cuento de Gabriela Cabezón<br />
Cámara sobre Selena, “la Maradona del Ceamse”.<br />
En este sentido los amigos, los lazos de familia, el barrio, el<br />
bar y la radio resultan parte del equipo mundialista. Cuerpos<br />
y espacios discursificados se repiten hasta perder su realidad<br />
y ser solo una ilusión. En la clásica antología Cuentos<br />
de fútbol argentino (Aguilar, 1997), Jorge Luis Borges y<br />
Adolfo Bioy Casares, en “Esse est percipi” transforman<br />
los partidos en mera telenovela, con actores y un guion preestablecido;<br />
al mismo tiempo que Inés Fernández Moreno<br />
en “Milagro en Parque Chas” convierte una derrota en una<br />
fantástica goleada, cuando se corta la luz y el protagonista,<br />
con su walkman, se vuelve el único relator de la cuadra.<br />
Mentira la verdad, parece ser que en el fútbol la identidad<br />
siempre entrena, aunque a veces solo importe tener un final<br />
feliz para nuestra historia<br />
14
Entrevista<br />
uno<br />
Paul Auster<br />
Memoria, amor<br />
y literatura<br />
Con su gran novela bajo el brazo, 4321, de casi mil páginas, el escritor estadounidense<br />
llegó a Buenos Aires para conversar a gusto sobre la vida y los libros<br />
POR Silvia Hopenhayn<br />
Afectuoso, tímido, Paul Auster (Newark, 1947) se deja<br />
llevar por la conversación. Es el entrevistado perfecto, sin<br />
fórmulas, ni respuestas preconcebidas, dispuesto al azar de<br />
las palabras. Así como escribe sin plan, creyendo que la prosa<br />
es un paisaje a descubrir, también charla librado a la ocurrencia.<br />
Se ríe, se interroga, titubea, exclama… aprovecha<br />
todas las instancias para dejar salir la palabra. Inmerso en su<br />
abrigo, revolea los brazos largos o se inclina levemente cuando<br />
se recuerda a sí mismo de joven o de pequeño. Su obra<br />
es vasta, escribió poemas, ensayos, novelas como Ciudad de<br />
cristal, El palacio de la luna, Leviatán, Mr. Vértigo, Sunset<br />
Park, cambiando las coordenadas de la ficción urbana; pero<br />
también tiene libros personales de gran carácter y estilo,<br />
como La invención de la soledad, luego de la muerte de su<br />
padre; sobre su llegada a los 60 años, Diario de invierno, o<br />
su zambullida en la infancia, Informe del interior. De este<br />
último casi viene a renacer como escritor después de revisitar<br />
su niñez. Inmensa saga de casi mil páginas, en su última<br />
novela, 4321, Paul Auster cuenta largamente la infancia de<br />
su protagonista, Ferguson, y sus cuatro vidas probables. El<br />
comienzo es antológico y muy argentino: la llegada del abuelo<br />
de Ferguson a los Estados Unidos, con cien rublos cosidos<br />
en el forro del saco, salido de Minsk, su ciudad natal, y<br />
entrando en el puerto de Nueva York el primer día del siglo<br />
XX, rebautizado como Ferguson por el oído deformante del<br />
agente de inmigración.<br />
–Usted escribió de niño, leyó mucho de adolescente y<br />
comenzó publicando poesía y ensayos, ¿eso significa<br />
que la ficción llegó más tarde? Es bastante complicado, tan<br />
complicado que no suelo hablar de ello. A decir verdad, desde<br />
los 18 a los 22 años escribí mucha ficción, más de mil páginas,<br />
pero nunca estaba satisfecho con el resultado. Nunca lo<br />
mostraba, eran anotaciones, intentaba escribir novelas, estaba<br />
con dos novelas y media, y me sentía incapaz de escribirlas, era<br />
demasiado joven e inexperto, y a pesar de ello, había algo bueno<br />
ahí, un buen trabajo. Con el tiempo me estoy dando cuenta<br />
de que mucho de lo que aparece en El palacio de la luna o en<br />
Ciudad de cristal ya estaba formulado en aquel tiempo. Pero<br />
de joven me sentía muy frustrado por mi inhabilidad, evidentemente<br />
porque mi ambición era mayor que mi habilidad como<br />
escritor, hasta que me dije: basta de ficción. Y me pasé los<br />
siguientes siete u ocho años escribiendo y traduciendo poesía,<br />
o ensayos. Cuando finalmente me sentí capaz de acceder a<br />
la prosa ya estaba llegando a los 30 años, pero antes tuve que<br />
escribir La invención de la soledad. Recién entonces pensé que<br />
podía probar con la ficción otra vez.<br />
17
–La invención de la soledad es un punto de partida<br />
importante, un libro del que se nace… La invención de<br />
la soledad es el gran comienzo de mi nueva vida. Es como si<br />
hubiera reinventado aquellas novelas. En Ciudad de cristal,<br />
por ejemplo, el que camina por las calles es un personaje que<br />
creé cuando tenía veinte años, incluso la conversación sobre<br />
Humpty Dumpty, en relación al nombre Henry Dark, viene<br />
de mis primeras novelas que no se terminaron de escribir.<br />
–O sea que la imaginación ya estaba desde un principio<br />
funcionando, lo que tardó en llegar fue la escritura.<br />
Claro, simplemente no sabía cómo hacerlo. También me ocurrió<br />
con El palacio de la luna. El profesor barbudo y gordo,<br />
por ejemplo, ya lo había inventado antes. Por eso digo, no<br />
es fácil determinar los órdenes, cuándo empieza la ficción, o<br />
mejor dicho dónde…<br />
–Sin embargo, su obra puramente de ficción comienza<br />
a aparecer después de La invención de la soledad, que<br />
coincide también con la muerte de su padre. Sí, además<br />
porque venía escribiendo poesía y de golpe me topé con una<br />
pared infranqueable. Tras la muerte de mi padre, es como<br />
si hubiera necesitado un espacio en blanco. Allí escribí La<br />
invención de la soledad, para empezar luego a pensar mi obra<br />
de ficción en otra parte. Esa es la verdadera historia de mi<br />
llegada a la ficción. O sea, había empezado antes, pero no la<br />
pude plasmar, y luego de la muerte de mi padre y del final de<br />
la poesía para mí, seguramente me sentí preparado, desde el<br />
punto de vista de la experiencia y de la escritura, para comenzar<br />
a escribir novelas.<br />
–Cuando llegó a la prosa, ¿sintió que la literatura era<br />
una forma de vida, o la posibilidad de otra vida? ¿Acaso<br />
hay alguna diferencia?<br />
–¡Es cierto!... Me pregunto si la muerte y el azar<br />
pueden ser musas, y qué clase de musas serían para<br />
usted. Ya no hablo tanto de azar, a pesar de que es una<br />
palabra que se usó mucho para referir mi literatura. En estos<br />
tiempos prefiero decir una palabra más grande y precisa al<br />
mismo tiempo: lo inesperado. Me parece que todo el mundo<br />
entiende que la vida está llena de eventos inesperados. Y creo<br />
que eso es de lo que he tratado de hablar todos estos años.<br />
Es lo inesperado que se cuela en el presente, ya sea porque<br />
nos rompemos una pierna, un ser amado muere, surge una<br />
revolución, hay un tornado…<br />
–Es un corte en la línea. Exacto, algo no anticipado sucede.<br />
¿Sabíamos que iba a caer el muro en 1989? Fue inesperado,<br />
¿o que le iban a disparar a J. F. Kennedy?<br />
–Pero es muy difícil escribir o describir lo inesperado,<br />
suele durar un instante. Por eso mismo intento hacerlo. En<br />
cuanto a las musas, no pienso tanto en términos de inspiración,<br />
más bien de compulsión por hacer algo junto con una propuesta<br />
interna para llevarlo a cabo. Es una cuestión de dejarlo salir.<br />
El que escribe sabe que hay que dejar que algo salga en un<br />
momento dado, es como desnudarse, dejar el corazón abierto<br />
en la página. Cuando eso sucede realmente, uno ya no está<br />
presente, es un momento de ausencia, es el abandono del ego,<br />
estás en el trabajo. La obra lo es todo, es todo lo que tienes.<br />
–La obra y las palabras. Sí, estás bailando y cantando entre<br />
las palabras. Y si el ego interfiere, se empiezan a descompasar<br />
el paso y la escritura.<br />
–En 4321 hay muchos acontecimientos inesperados,<br />
como usted dice, en relación a los sucesos de la historia<br />
del siglo XX, Vietnam y el asesinato de Kennedy, entre<br />
otros. Pero en la novela, la historia más general es atravesada<br />
de distintas maneras por la vida de su protagonista,<br />
Ferguson, que además tiene cuatro desarrollos<br />
posibles. Antes de escribir esta novela usted publicó dos<br />
libros de memorias, Diario de invierno e Informe del<br />
interior. ¿Funcionaron como detonadores de una nueva<br />
forma de escribir ficción? Diría que sobre todo la experiencia<br />
de Informe del interior, ya que fue la primera vez en mi<br />
vida adulta que me puse a revisar episodios olvidados de mi niñez.<br />
Quedé muy sorprendido con todo lo que pude recuperar,<br />
rastrear, de mi infancia. Hay mucho que olvidé para siempre,<br />
pero también logré hacer rescates arqueológicos de vivencias<br />
afectivas, me di cuenta de que podía empujarlas, desenterrarlas<br />
de lo profundo de mi memoria.<br />
–En este rescate, ¿hay también invención? Me refiero a<br />
ficciones sobre aquello que no recuerda exactamente.<br />
¡No! Espero que no, pienso que no. Quizá… Pero al menos<br />
tengo la convicción de que conté la verdad de mi pasado. Es<br />
lo que creo, y me parece que estos dos libros de memorias<br />
prepararon el terreno para largarme a escribir 4321. Sin haber<br />
escrito estos libros, no creo que hubiera podido inventar<br />
la infancia de Ferguson con tantos detalles.<br />
–La infancia es muy determinante en 4321. ¡Todo trata<br />
sobre la infancia en esta novela!<br />
–¿Y el estilo? Porque esta es la más realista de sus<br />
novelas, una gran novela americana. Es cierto que hay<br />
un cambio, pero en las anteriores, Invisible y Sunset Park,<br />
empecé a probar con frases más largas, ya la prosa era otra.<br />
–Estos libros también tienen a jóvenes como protagonistas.<br />
Sí, y quizá el estilo tenga que ver con los personajes.<br />
–4321 es una suerte de saga, ¿fue concebida así? Definitivamente,<br />
pensé en una saga, pero alterando los tiempos. La<br />
diferencia de 4321, en relación a las novelas anteriores, es el<br />
armado de la estructura del libro. Era como una pista sobre la<br />
que me deslizaba, nuevamente como bailando al escribir.<br />
–¿Disfrutó del proceso de escritura? ¡No lo sé! Estuve<br />
como en trance, y en realidad no planifiqué nada. Lo<br />
improvisé todo. Cada día llegaba a mi escritorio y me decía:<br />
“Bueno, ¿qué irá a pasar hoy?”, y entonces... ¡algo pasaba!<br />
–¿La estructura también apareció sola? Sí, no la cambié<br />
en nada. La escribí en el orden en que aparecen los distintos<br />
Ferguson.<br />
–¿De verdad? ¿Los cuatro destinos posibles de Ferguson<br />
no fueron planificados? Nunca puedo escribir un libro<br />
por secuencias, porque nunca se sabe lo que va a hacer el<br />
libro. Para mí es muy importante respetar las correspondencias<br />
que van apareciendo, justamente porque las encontrás<br />
mientras las estás haciendo. Para darte un ejemplo, el final se<br />
me apareció recién en la página 750.<br />
–Los años 60 son muy importantes en esta novela, ¿corresponden<br />
a sus propias vivencias? En realidad ocupan<br />
gran parte del primer Ferguson, tres cuartos de los acontecimientos<br />
históricos ocurren en lo que llamo Ferguson 1, aquel<br />
que deviene periodista y presta atención a los sucesos; el<br />
Ferguson 2 muere demasiado joven como para saber lo que<br />
ocurre; al Ferguson 3, que me gusta llamarlo “el muchacho<br />
confundido”, no le interesa para nada la política, no quiere ni<br />
pensar en ella; y el Feguson 4, que tiene convicciones acerca<br />
de muchas cosas, decide ser novelista porque no quiere convertirse<br />
en activista, no quiere involucrarse demasiado.<br />
–¿Usted se siente cercano a esta última versión de Ferguson?<br />
No realmente, no soy ninguno de ellos. Ahora bien,<br />
¿cómo viví yo los años 60? Fue una época de gran tormento,<br />
creo que en parte yo estaba loco, eran tiempos tan horribles,<br />
tan confusos y violentos que a veces pienso que es un milagro<br />
que haya salido sano de allí, lo digo de verdad.<br />
–¿Quizás pudo lograrlo mediante la poesía? Puede ser…<br />
retrospectivamente me doy cuenta de cuánta angustia sentía,<br />
además de que es difícil tener 20 años, en cualquier época.<br />
Esta entrevista fue filmada.<br />
Pueden verse algunos<br />
fragmentos destacados<br />
en nuestras redes<br />
yenny.elateneo<br />
yenny_elateneo<br />
–Es inesperado tener 20 años… ¡Sí!<br />
–Por último, y porque quizás sea lo primero: la relación<br />
entre la literatura y el amor. Usted estuvo casado<br />
con una gran escritora, Lydia Davis, y desde hace muchos<br />
años hasta la actualidad con otra, Siri Hustvedt.<br />
¿Las mujeres y la literatura son rivales entre sí? ¡No!<br />
Solo me pude enamorar de escritoras, justamente. En mi<br />
caso no puede haber rivalidad, son lo mismo. Es increíble,<br />
me casé con Lydia, y luego con Siri, que es una genia,<br />
pero también en mi juventud me enamoré solo de poetas.<br />
Elijo mujeres que amo porque me entusiasma mucho lo que<br />
hacen, lo que escriben, y me gusta compartirlo. Nunca me<br />
sentí atraído por mujeres que no escribiesen. Solamente me<br />
enamoro de mujeres que escriben.<br />
–¡Es muy coherente! Sí, y además me encanta leer lo que<br />
ellas escriben y que lean lo que estoy escribiendo. Ser los<br />
primeros lectores de cada uno.<br />
–¿Tienen tiempo para conversar con Siri? Sí, claro, nos<br />
ponemos de acuerdo para escribir en los mismos horarios, así<br />
podemos vernos después.<br />
–O sea que es un dos por uno: literatura y amor en<br />
una misma relación. Es tanto mejor hacerlo juntos que<br />
estar solo escribiendo, te lo aseguro. Dependo mucho de su<br />
mirada sobre mi obra<br />
18<br />
19
Señalador<br />
Del boxeo,<br />
o la épica narrativa<br />
del mano a mano<br />
POR Maximiliano Tomas<br />
Antes de que el imperio de la corrección<br />
política nos dijera qué conversaciones<br />
podíamos tener o no, antes de que<br />
nos señalaran cómo debemos hablar y<br />
escribir y hasta qué actividad física puede<br />
ser considerada un deporte y cuál<br />
no, mucho antes de eso, existía algo que<br />
se llamaba boxeo. Y más allá de lo que<br />
las buenas conciencias opinaran, esos<br />
combates entre seres humanos, aunque<br />
brutales, se transformaron en el deporte<br />
de masas por excelencia y con su<br />
carga dramática ofrecieron un terreno<br />
fértil para la narración literaria.<br />
Los que hoy condenan el boxeo como<br />
una práctica infrahumana probablemente<br />
desconozcan que, junto a la<br />
lucha, se trata del deporte más antiguo<br />
de la humanidad. Y que, en su forma<br />
moderna, desde que se adoptaran en<br />
1889 las reglas del marqués de Queensberry,<br />
se trata también de una de las<br />
prácticas más codificadas: no solo se estableció<br />
entonces la obligatoriedad del<br />
uso de guantes, sino que se prohibieron<br />
los golpes bajos y cualquier artimaña<br />
que pudiera dañar seriamente a un<br />
rival. Las fatalidades son, por supuesto,<br />
una parte de la carga dramática de un<br />
deporte como el boxeo, pero en comparación<br />
con prácticas como las de la<br />
UFC, las de las MMA o del Vale Todo,<br />
el box parece casi un divertimento de<br />
puritanos.<br />
El boxeo contiene, en sí mismo, una<br />
estructura narrativa dramática clásica:<br />
dos personajes con sus respectivas<br />
biografías, por lo general desesperadas,<br />
se juegan todo en un debate a vida o<br />
muerte a través de un relato que tendrá<br />
un comienzo, un desarrollo en actos<br />
(¿qué otra cosa son los rounds o asaltos?)<br />
y un final abrupto (en el caso de<br />
un knockout) o con suspenso (si la pelea<br />
se define por puntos).<br />
Así las cosas, no debería llamar la atención<br />
que muchos de los más grandes<br />
narradores del siglo XX hayan prestado<br />
atención al boxeo construyendo textos<br />
que aún hoy, a pesar del largo eclipse<br />
del deporte, pueden ser leídos con<br />
interés. La lista es extensa, pero baste<br />
mencionar algunos relatos de Arthur<br />
Conan Doyle (reunidos en Cuentos<br />
del ring), Ernest Hemingway<br />
(“Cincuenta de los grandes”), Julio<br />
Cortázar (“Torito”), Ricardo Piglia<br />
(“El Laucha Benítez cantaba boleros”),<br />
Abelardo Castillo (“Negro<br />
Ortega”) e incluso la novela Segundos<br />
afuera de Martín Kohan; las piezas<br />
periodísticas de Norman Mailer (“El<br />
combate”) y Gay Talese; y los ensayos<br />
de Joyce Carol Oates (“Del boxeo”)<br />
o David Remnick (“Rey del mundo”).<br />
Son apenas fragmentos de toda la<br />
literatura que el boxeo ha originado,<br />
pero pasarán a la historia como piezas<br />
de una calidad extraordinaria. El propio<br />
Kohan ha ofrecido una explicación<br />
personal para eso: “Me fascina esa<br />
épica del mano a mano que hay en el<br />
boxeo, y en la que veo una prolongación<br />
de lo que Borges asignaba al duelo a<br />
cuchillo. El boxeo no me interesa tanto<br />
por lo que es como por lo que puede<br />
llegar a significar. Con el fútbol me pasa<br />
exactamente lo inverso. No es para mí<br />
la metáfora de nada, ni una alegoría de<br />
nada: es la absoluta literalidad”. El boxeo,<br />
entonces, como una máquina capaz<br />
de generar su propia épica.<br />
Quizá haya sido Jack London (1876-<br />
1916) el que mejor capturara la esencia<br />
del drama contenido en las peleas<br />
cuerpo a cuerpo en los textos titulados<br />
“El mexicano”, “El juego del ring” y,<br />
sobre todo, “Comer un bife”. Allí, en la<br />
historia de Tom King, está cifrada toda<br />
la potencia trágica del boxeo. En la primera<br />
escena, King está terminando la<br />
pobre cena con la que deberá enfrentar<br />
su combate nocturno, del que necesita<br />
salir triunfante para pagar sus deudas<br />
y alimentar a su mujer y a sus hijos.<br />
Pero se trató de una comida sin carne,<br />
sin las proteínas que necesitará, horas<br />
después, para rematar la pelea. Ese bife<br />
del título, que es el que no comió porque<br />
el carnicero ya no le fía a su familia,<br />
hará toda la diferencia.<br />
Pero el cuento de London es, sobre<br />
todo, un relato sobre el paso del<br />
tiempo: “Cada púgil podía soportar un<br />
número limitado de combates. Era una<br />
ley inflexible del boxeo. Unos podían<br />
librar cien encuentros durísimos, otros<br />
solo veinte. Cada cual podía subir al<br />
ring tantas o cuantas veces. Después,<br />
quedaba al margen”. London habla<br />
de algo que va más allá del propio deporte:<br />
del reemplazo de lo viejo por lo<br />
nuevo, del lugar que la juventud viene<br />
a arrebatarle a la vejez. Del combate<br />
humano por la supervivencia en un<br />
mundo donde los más afortunados<br />
tendrán sus quince minutos de fama,<br />
pero enseguida habrá alguien dispuesto<br />
a tomar su lugar; por las buenas, o<br />
por las malas<br />
20
Tema de tapa<br />
dos<br />
El tenis<br />
como una de<br />
las bellas artes<br />
“Lo que llama la atención cuando juegas en la pista central<br />
de Wimbledon es el silencio”, dice Rafael Nadal. Es la<br />
primera línea de un libro escrito junto al periodista John<br />
Carlin (Rafa, mi historia, Indicios, 2014). La frase instala<br />
una expectativa que supera los 23,77 x 8,23 metros de una<br />
cancha. Rafa dice que no hay mejor cosa que ese silencio<br />
para la extrema concentración que el tenis requiere. Después<br />
saldrá la fiera a colocar y devolver pelotas imposibles, con<br />
la solidez de un Robocop y la gracia del torero que gira sin<br />
mirar dónde produjo el milagro.<br />
Después de ese silencio inicial, cada partido escribe su historia.<br />
Lo que siga a esa suspensión del tiempo estará cargado de drama<br />
y de emoción (como fans, preferimos evitar los monólogos).<br />
No hay épica más palpable que la del cuerpo en movimiento<br />
que sostiene el match. “Sostiene”, dice el relator cuando el<br />
jugador gana su servicio. Sostener, en el tenis, es darse vida.<br />
Es un deporte que tiene todos los ingredientes para la tensión<br />
dramática. No hay elemento de la vida expuesta en los courts<br />
y de la vida privada de los vestuarios (que siempre filtra algo,<br />
sugiere, da indicios, en un fuera de campo tan cargado como<br />
las canchas mismas) que no contribuya a una gran historia.<br />
Como bien dice Liliana Heker, escritora y jugadora, en su<br />
prólogo de Cuentos de tenis (Alfaguara, 2012), el tenis “no<br />
guarda el dramatismo del boxeo ni es una pasión popular de la<br />
manera en que lo es el fútbol. (…) Pero cualquiera que, como<br />
espectador o como jugador, se haya acercado a él sabe que el<br />
tenis tiene una fascinación y una gama de posibles conflictos<br />
que le son inherentes y que, abordadas desde la literatura, sin<br />
duda deben de resultar reveladoras”.<br />
En muchos de los cuentos de esta antología, que incluye<br />
nombres como Adolfo Bioy Casares, Fabio Morábito,<br />
John Updike, Guillermo Martínez (también tenista) y<br />
J. P. Donleavy, redes y raquetas son la excusa perfecta para<br />
hablar de otras cosas, porque lo que se desliza sobre tierra batida<br />
(¿podría ser esta expresión para nombrar el polvo de ladrillo<br />
un excelente título de novela?) es mucho más que zapatillas<br />
deportivas. Tanto es así que dos de los mejores libros que se<br />
hayan escrito sobre tenistas vienen de la mano de la no ficción,<br />
atravesados por el periodismo, por el ensayo, por una escritura<br />
bella y rasante como un drive de Roger Federer.<br />
Hablemos de Open (Andre Agassi, Duomo, 2015). “Odio el<br />
tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo<br />
sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo,<br />
esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho<br />
hago, es la esencia de mi vida”, dice el hermoso, el rebelde<br />
Andre que juega con jeans rotos, enamora a estrellas mucho<br />
mayores que él y, ante el horror de la calvicie, sale a la cancha<br />
con peluquín. Agassi le abre su vida a J. R. Moehringer,<br />
un Premio Pulitzer, y el resultado excede las memorias de<br />
un deportista. El resultado es una novela. Miren si no: un ex<br />
boxeador iraní, con un pasado de módica gloria al representar<br />
a su país en las Olimpíadas de 1948 y 1952, pone una raqueta<br />
en la mano de su hijo y construye una máquina devuelvepelotas,<br />
a la que llama “dragón”. Lo hace para que el niño sea un<br />
tenista profesional, no para que haga un deporte y se divierta.<br />
Para fabricar un campeón, el padre somete a su hijo a rutinas<br />
imposibles y destratos rayanos en la violencia. El padre jamás<br />
aprenderá a pronunciar correctamente la palabra “volea”.<br />
¿Qué tradición narrativa norteamericana, con su prosa seca,<br />
una prosa de hechos desnudos como carozos, resistiría esta<br />
historia de la infancia de Agassi? Ojalá Hollywood la deje<br />
en la cabeza de todos los que la leímos y nunca, pero nunca,<br />
arruine con una biopic la belleza de esas imágenes.<br />
Hablemos de David Foster Wallace, entonces. Que es<br />
más o menos lo mismo que hablar de Su Majestad, Roger Federer.<br />
En El tenis como experiencia religiosa (Literatura Random<br />
House, 2016) Wallace, también jugador casi profesional,<br />
puede, finalmente, ponerle palabras a lo inefable. Y mientras<br />
lo hace, entra en trance y nos lleva de la mano a Wimbledon,<br />
La Catedral, para hacer contacto con nuestra deidad. Dice<br />
Wallace de un Federer ataviado total white: “parece exactamente<br />
lo que (creo) que es: una criatura cuyo cuerpo es al<br />
mismo tiempo carne y, de alguna manera, luz”.<br />
Para aliviarnos un poco de lo sagrado, páginas más tarde dice<br />
La popularidad creciente que ha ganado este deporte de origen elitista, desde la década<br />
del 70, dio lugar a la publicación de algunos libros de no ficción que se leen como ficciones<br />
cabales. Vidas de tenistas que se cuentan como novelas extraordinarias, personajes reales<br />
que salen de los courts para registrar su marca legendaria. La narrativa ha sabido tomar de<br />
cada golpe de raqueta sus ingredientes indispensables: triunfo, derrota, rivalidad, soledades.<br />
Todo suma a la hora de contar, poco importa si sucedió en Wimbledon o en un club de barrio<br />
POR Silvia Itkin<br />
22<br />
23
que R. F. es Mozart y Metallica al mismo tiempo. Y para<br />
aliviarnos todavía más, llama a Mirka Vavrinec, su mujer,<br />
una “mina de fierro”, como dirían en el barrio, la Alice B.<br />
Toklas del tenista.<br />
El Premio Herralde de 2013 fue trofeo para el mexicano<br />
Álvaro Enrigue, que puso frente a frente y con raquetas<br />
en 1599 al pintor Caravaggio y al poeta Francisco de<br />
Quevedo. Un tenis rudimentario desde el punto de vista deportivo<br />
pero gran disparador para jugar con otros elementos<br />
históricos y narrativos de vanguardia.<br />
Repasemos los ingredientes de este fabuloso espectáculo que<br />
nos hipnotiza: en la cancha, frente a frente, hay solo dos. Todo<br />
lo que haga el tenista, así sea distraerse con la mariposa que<br />
se animó a posarse en un fleje, una mala decisión del umpire<br />
o el alarido de un fan, puede costarle la vida. Es un duelo a<br />
lo western. Lo que haya pasado en el vestuario con el coach,<br />
la noche anterior con una pareja, la rivalidad histórica con el<br />
contrincante, el calor, el frío o un pésimo viaje en avión debe<br />
quedar atrás en ese instante en que toca servir o recibir y la<br />
pelota se mueve entre los 200 y 220 km/h. El oponente es un<br />
pelotón de fusilamiento. No importa en el box si el entrenador<br />
es una gloria del tenis que volvió al mundo de los mortales con<br />
su sabiduría. Tampoco importa si la mamá del jugador se llama<br />
Judy Murray o si el tío se llama Toni. Allí se está irremediablemente<br />
solo o sola para jugar un ajedrez con patines.<br />
¿Qué se sabe de Patricia Lukastic? (Manuel Soriano, Clarín<br />
- Alfaguara, 2015) es una novela ganadora del Premio Clarín.<br />
Luka, una vieja gloria del tenis, quiere contar su historia,<br />
y hay un ghost dispuesto a hacerlo. La historia de Luka es la<br />
historia de Elián, su padre, y la vida que él programa para<br />
ella. En los suplementos deportivos (y hasta en las secciones<br />
policiales) mucho se ha escrito sobre padres, madres, hijos<br />
e hijas, entrenadores o entrenados, atrapados en vínculos<br />
complejos y muchas veces oscuros. La crianza de Luka –una<br />
niña abandonada por su madre que aprende muy temprano<br />
a cazar animales salvajes– explica algo sobre el silencio de la<br />
tenista, sobre su rusticidad, podríamos decir.<br />
Lo leemos en esta novela y lo vemos en las conferencias de<br />
prensa: el modo de hablar es devolver pelotas, resistir, construir.<br />
El punto más extraordinario, cuando sucede, siempre<br />
es monosilábico. La pelota toca ese ángulo imposible después<br />
de un rally de 15, 20, 22 golpes. Pero eso que acaba de ocurrir<br />
no es una conversación, a no confundirse. Es un tanteo<br />
largo, es el dibujo de un estratega; es el gesto del mejor<br />
lector. En el tenis, quien mejor lee puede ganar el partido.<br />
En la novela de Soriano, la habitación de Luka en la noche<br />
previa al partido importante o después de una derrota se convierte<br />
en un escenario dramático de alta condensación. Como<br />
en la vida real. Veamos una noche de Juan Martín del Potro<br />
narrada en ese hermoso libro periodístico de Sebastián<br />
Torok, El milagro Del Potro (Ediciones B, 2017). Entremos<br />
a su habitación: Delpo no ha cumplido todavía los 15, está con<br />
el Negro Gómez, su entrenador tandilense. Les prestaron un<br />
alojamiento en un pueblo italiano llamado Cividino, en Bérgamo.<br />
Llegan de noche, ven una iglesia, una plaza, un teléfono<br />
en la calle, una pizzería. Cuando salen a comprar comida, todo<br />
está cerrado. En la alacena del departamento encuentran un<br />
paquete de fideos. No hay más: ni sal, ni aceite, nada. Hay<br />
agua, una olla y fideos. Cocinan y comen. Delpo se acuesta y<br />
llora toda la noche. Al día siguiente, Gómez llama al padre del<br />
tenista. Por toda respuesta escucha: “Intentá que se calme”.<br />
Pero si entramos a la habitación de Gastón Gaudio, el<br />
panorama cambia. En Gaudio (Danny Miche, Ediciones<br />
B, 2016), todas las sombras del mundo del tenis se hacen<br />
presentes. Las noches son largas e inconvenientes para la<br />
vida deportiva, el mundo está hecho para comérselo y no para<br />
conquistar torneo tras torneo. Gaudio termina por convertirse<br />
en un personaje de sí mismo, de su desolación –en la<br />
adolescencia pasa sus días con una familia alemana que no<br />
le dirige la palabra mientras él trata de sumar puntos en los<br />
challengers–. Es el bufón que grita en medio del partido para<br />
desmentir su pertenencia a una élite, para sacudirse el título<br />
de Roland Garros 2004 como polvo de las zapatillas.<br />
En La soledad del tenista eliminado, tal el título del libro de<br />
poesía (Manuel Podestá, Caleta Olivia, 2016), esa imagen<br />
nos lleva verso a verso hacia la derrota, hacia ese lugar donde<br />
ya no importamos para nadie.<br />
Cuando veo jugar a Federer, dos obsesivas recurrencias.<br />
Una: en 2014 hubo una retrospectiva de Bill Viola,<br />
videoartista neoyorkino, en el Grand Palais de Paris. Los<br />
asistentes entrábamos a las salas enormes en penumbras, nos<br />
sentábamos en el piso y veíamos piezas de distinta duración<br />
proyectadas sobre los muros. Creo que es hora de que Su<br />
Majestad esté en un museo en movimiento, no digo en un<br />
partido entero, sino en la captura de eso que Wallace llama<br />
“momento Federer”. Dos: su tenis effortless, su elegancia,<br />
su estilo relajado, me recuerdan a la prosa de Bioy Casares<br />
–tenista avezado–. Ambos, R.F. cuando juega y B.C. en sus<br />
libros, hacen creer que es fácil, que sale así, con el impulso<br />
de la mano que escribe o el brazo que devuelve una pelota<br />
imposible. En cualquier caso, gana<br />
Opinión<br />
SOBRE RECUPERAR<br />
EL ESPÍRITU AGONAL<br />
POR Lic. Gabriel Rolón<br />
“Si alguien compite [...] en los juegos,<br />
no es coronado a menos que haya<br />
competido de acuerdo con las reglas”.<br />
San Pablo<br />
Es conocida la importancia del deporte<br />
en algunos pueblos de la antigüedad,<br />
entre los que se destaca Grecia, cuna de<br />
la cultura occidental. En la Ilíada, obra<br />
en la que se narra la célebre Guerra de<br />
Troya, se cuenta cómo los compañeros<br />
de Aquiles honraron la terrible muerte<br />
de Patroclo con un rito en el que<br />
demostraban sus destrezas deportivas:<br />
jabalina, lanzamiento del disco, lucha o<br />
carrera con carros.<br />
Asimismo, en las fiestas dedicadas a<br />
los dioses, los guerreros olvidaban sus<br />
rencores y entregaban lo mejor de sí en<br />
competencias pacíficas que respetaban<br />
las reglas de cada disciplina con un único<br />
fin: ganar. Sin embargo, cabe aclarar<br />
que la victoria (nike), no contemplaba<br />
grandes premios. Apenas una corona<br />
de hojas y el reconocimiento a la virtud,<br />
no solo física, sino también moral del<br />
ganador. En realidad, la importancia de<br />
la victoria residía en la creencia de que<br />
el atleta coronado contaba con la bendición<br />
de los dioses.<br />
Lo fundamental, en aquellas competencias,<br />
era el espíritu agonal que las guiaba.<br />
Agón es una palabra que significa<br />
desafío, lucha. De allí viene la palabra<br />
agonía, que da cuenta de un momento<br />
en el que alguien pelea, incluso, por su<br />
propia vida. Pero aquellas contiendas<br />
eran honestas, porque el guerrero debía<br />
dar cuenta no solo de sus destrezas deportivas,<br />
sino de su ética, su integridad y<br />
el respeto por las reglas y el rival. Como<br />
dijo Nietzsche, “un hombre noble no<br />
soporta ningún otro enemigo que aquel<br />
©Leconsag<br />
en el que no hay nada que despreciar y<br />
sí muchísimo que honrar”. Y este es el<br />
concepto fundamental que quisiera rescatar<br />
en esta breve monografía: el honor.<br />
Desde hace un tiempo se ha instalado<br />
entre nosotros la idea de que lo<br />
importante es ganar a cualquier precio,<br />
lo que implica una decadencia feroz<br />
de los valores que dieron origen a la<br />
práctica deportiva: la búsqueda de la<br />
superación propia, tanto física como<br />
moral, y la victoria que enaltece por las<br />
armas nobles con las que fue lograda.<br />
Las cosas han cambiado, es cierto, y el<br />
pensamiento moderno parece haber<br />
derrotado a la dignidad, al lograr que el<br />
éxito haya pasado por encima del mérito.<br />
Se acerca un mundial de fútbol, e<br />
imagino las caras pintadas de celeste y<br />
blanco, las banderas y el surgimiento de<br />
ese supuesto espíritu nacional que nos<br />
unirá por un par de semanas. No nos<br />
engañemos. Nada de eso es verdadero.<br />
Y si realmente queremos lograr<br />
ese acercamiento, asumamos que nos<br />
demandará un esfuerzo muy superior<br />
al de vestir una camiseta que tenga los<br />
mismos colores. Deberemos aumentar<br />
nuestra tolerancia, respetar al que<br />
piensa diferente y eludir la tentación de<br />
andar por el sendero de la agresividad.<br />
Aprovechemos, entonces, estas fechas<br />
deportivas para recuperar el espíritu<br />
agonal, y solo así estaremos seguros de<br />
que nuestro festejo será noble, y que no<br />
andaremos erróneamente celebrando<br />
penales inventados o goles convertidos<br />
con la mano<br />
25
Entrevista<br />
dos<br />
Arturo Pérez-Reverte<br />
Balada del navegante<br />
que escribe novelas<br />
El bestseller español, que se considera ante todo un marino, nos habla de sus<br />
últimos libros: Eva (Alfaguara), y Los perros duros no bailan (a publicarse en julio).<br />
También hablamos de su relación con el feminismo y las redes sociales<br />
POR Fernanda Sández<br />
©Jeosm Photography<br />
Un segundo, pide. Un segundo. Toma un sorbo de agua y<br />
se sienta erguido en uno de esos silloncitos del hotel Alvear<br />
que parecen haber sido diseñados para que uno se relaje en<br />
ellos y no se levante nunca más. Pero él, Arturo Pérez-Reverte<br />
(Cartagena, 1951), es un profesional de la escritura y<br />
del encanto, y sabe que no está aquí para hundirse en estas<br />
blanduras sino para hablar de Eva (la última novela de la<br />
saga de Lorenzo Falcó) y de Los perros duros no bailan, una<br />
nouvelle inclasificable. Llega puntualísimo, impecable en su<br />
saco de paño, sus medias escocesas, sin prisa alguna. Viene<br />
aquí para conversar sobre lo que más le gusta: sus libros,<br />
que desde hace tres décadas lo han puesto a la cabeza de las<br />
ventas, tanto la saga de Alatriste como la del espía franquista<br />
Lorenzo Falcó, y es por eso que se toma este asunto de la entrevista<br />
como una verdadera ceremonia. Ocupa pues su sofá,<br />
se enmarca en su propia escenografía de cuadros y paredes<br />
enteladas, y dice:<br />
–Un segundo. Me acomodo…<br />
Claro que si por él fuera seguiría tal vez acomodándose,<br />
alisando las arrugas de las telas, buscando la posición exacta.<br />
Porque, como sabrán, en el mundo Reverte para todo hay un<br />
tiempo, un modo, un lugar. Unas reglas que deben respetarse.<br />
Un modo adecuado de ser y de estar que hasta los<br />
animales parecieran obedecer.<br />
–¿Por qué perros? ¿Por qué los eligió como protagonistas<br />
de su última novela? Mira, yo soy un tipo no precisamente<br />
blando ni de lágrima fácil. Pero una de las pocas cosas<br />
que me ponen los ojos húmedos son los perros, por razones<br />
diversas. Para comenzar, creo que los perros tienen virtudes<br />
que yo desearía en los humanos, como lealtad, como coraje,<br />
como fidelidad, como dignidad. Y bueno, digamos que desde<br />
hace mucho tiempo yo les debía un homenaje. Había leído<br />
El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, y algunas<br />
historias de Jack London sobre los perros, y Colmillo<br />
Blanco. Tenía todo eso en la cabeza y un día decidí que iba a<br />
hacer una novela policíaca, de policial negro, canónica, pero<br />
con perros como protagonistas.<br />
–Los personajes de Los perros duros no bailan son casi<br />
arquetipos: el duro de corazón blando, el cobarde que<br />
se redime siendo valiente al final… Claro, porque es una<br />
novela policial negra clásica. Y una novela negra tiene que<br />
ser canónica. Tiene unos ciertos códigos, hay unas leyes que<br />
hay que respetar, porque de lo contrario no es una novela<br />
policial. Entonces trabajé ajustándome a ese tono y siempre<br />
jugando con el canon, pero llevado a los perros. Hacer todo<br />
esto, transgrediendo además los límites de lo políticamente<br />
correcto, era un desafío muy divertido. Lo pasé muy bien.<br />
Comenzó siendo un libro casi humorístico y terminó siendo<br />
un libro más bien dramático. Porque, claro, paso del humor<br />
al drama de las vidas de esos perros sometidos a las crueldades<br />
de los humanos, y eso es terrible. Entonces ahí, sin poder<br />
evitarlo, a menudo se adueñó de la novela la parte oscura de<br />
la vida de los perros.<br />
–Mencionó recién que en ese “clima perruno” se<br />
permitió incluso ser políticamente incorrecto. Y lo es, y<br />
mucho. Aparece hasta una perra feminista a la que los<br />
perros no pueden montar. ¿Qué le pasa a usted con las<br />
feministas, con las que tanto polemiza? No, con las feministas<br />
no pasa nada. De hecho hay una novela mía, La reina<br />
del sur, que es utilizada en una cátedra como modelo ejemplar<br />
de novela feminista. Pero cuando el feminismo razonable<br />
pasa a ser folclore, demagogia y tweets baratos, y busca forzar<br />
el lenguaje absurdamente, entonces es cuando la estupidez<br />
me enfurece. Lo que sí he tenido son polémicas con aquellos<br />
aspectos radicales y estúpidos del feminismo, que pervierten<br />
y desacreditan al verdadero feminismo, a la verdadera y necesaria<br />
lucha de la mujer por encontrar su lugar en el mundo.<br />
Yo nunca he tenido problemas con el feminismo, pero sí con<br />
el folclore de quienes se llaman feministas pero en realidad<br />
son ignorantes y analfabetas. Esa es la cuestión.<br />
–¿Pero usted no siente que hay cuestiones en la lengua<br />
que están cristalizadas y congeladas y que quizá habría<br />
que revisar? Sin duda el lenguaje es machista. Sin duda,<br />
porque son muchos siglos de predominio del hombre en<br />
la sociedad. Entonces, es el hombre el que ha creado las<br />
pautas en las cuales el lenguaje se ha basado, eso es evidente.<br />
Pero de eso no tienen la culpa ni la Real Academia ni<br />
las academias, que simplemente registran, son solo notarios<br />
del lenguaje. Si la gente dice en la calle “una mujer fácil”, la<br />
Academia debe estar recogiendo notarialmente el uso de la<br />
lengua. Pero es esa sociedad la que tiene que cambiar el uso,<br />
no la Academia.<br />
–¿Cómo se lleva en general con las redes sociales?<br />
Para mí las redes sociales son un complemento interesante<br />
y una herramienta eficaz, pero no son el objetivo de mi vida.<br />
Yo no vivo en las redes sociales y uso un teléfono elemental<br />
que solo sirve para llamar. Yo no estoy conectado, no tengo<br />
Whatsapp ni nada de eso. Cuando estoy tranquilo en casa con<br />
mi ordenador me asomo a Twitter y paseo por allí. Twitter<br />
me permite, con poco esfuerzo, estar en contacto con mis<br />
lectores y crear esa relación de afecto y de proximidad. Pero<br />
no vivo metido ahí. Por edad, por carácter y por razón de<br />
27
© Victoria Iglesias<br />
Esta entrevista fue filmada.<br />
Pueden verse algunos<br />
fragmentos destacados<br />
en nuestras redes<br />
yenny.elateneo<br />
yenny_elateneo<br />
vida que llevo, no necesito estar en contacto con las redes<br />
sociales porque mis lectores ya estaban desde antes. Twitter<br />
es una herramienta eficaz que utilizo con mesura. O sea: yo<br />
no polemizo en Twitter.<br />
–¿Cómo que no? No, yo opino y después los seguidores<br />
hablan, debaten y tal. Y eso es divertido, ¿no? Yo a veces lo<br />
que hago es plantear un tema, lo dejo caer y después me<br />
quedo mirando, porque es muy interesante cómo eso genera<br />
las polémicas. Porque, claro, Twitter es una forma muy<br />
interesante de acercarse a lo que es la condición humana. La<br />
vileza, la cobardía, el anonimato, el heroísmo, el coraje, todo<br />
eso está ahí. Pero un escritor o un periodista joven que empiece<br />
ahora, de 20 o 30 años, es vulnerable. Una reacción en<br />
Twitter contra ellos puede hundirlos, puede acabarlos como<br />
escritores y como periodistas. Yo tengo amigos escritores, de<br />
España, jóvenes y muy brillantes, que no se atreven a tocar<br />
ciertos temas por miedo a la reacción de las redes sociales.<br />
Esa presión de las redes sociales es muy peligrosa, ese linchamiento<br />
tan fácil de Twitter o de la red que fuere, es peligroso.<br />
Y en el momento en el cual un espíritu libre se autocensura,<br />
listo; no habrá libertad.<br />
–¿Hablamos de Eva? ¿Cómo fue, por industrial que<br />
suene, el “proceso de producción”? Es que es la verdad:<br />
yo soy un escritor profesional, y hay una parte creativa en mis<br />
novelas, la parte del talento narrativo que pueda tener, pero<br />
después hay una parte de producción, porque es un producto<br />
que se vende y del que vivimos yo y los editores. Y nunca he<br />
renegado de esa parte.<br />
–Usted tiene además pasión por los detalles de época.<br />
¿Tiene un límite o, puesto a investigar, se entusiasma<br />
como si fuera un coleccionista? No, tengo un límite.<br />
Pero, para mí, también hay una parte lúdica en toda novela.<br />
Y lo que a mí me gusta es documentar, por eso me gusta por<br />
ejemplo tener la pistola del personaje. Entonces la tengo,<br />
me la compré, la adquirí en un anticuario. Los perfumes, los<br />
tabacos, todo eso me gusta, y además son cosas que recuerdo<br />
de mi familia, de mi padre. Busco, sin exagerar, darle un contexto<br />
social, de objetos, de cosas que refuerzan la acción. Lo<br />
que pasa es que ahí el peligro es pasarse y hacer un catálogo<br />
de marcas y de cosas. Por eso, si reúno un cien por ciento<br />
de material, utilizo apenas el cinco por ciento. Pero igual me<br />
rodeo de ese mundo y sé que si Falcó se toma un aperitivo,<br />
sé que se va a tomar un Martini o un Cinzano. Entonces toda<br />
esa parte del iceberg que no asoma, que no se ve, es lo que<br />
está abajo, sosteniendo la historia. Ese tipo de detalles son<br />
importantes, aunque después no asomen.<br />
–Y más allá de haberse documentado, tendrá también<br />
la experiencia de su vida, de haber visto a su padre o<br />
a su abuelo actuando durante esos años, ¿no? A ver: yo<br />
tuve una suerte grande, y es que viví ese mundo. Yo he sido<br />
un hombre de mucha suerte en la vida. Nací en el 51, mi<br />
padre era un hombre joven y apuesto, con bigote, elegante,<br />
buen bailarín de tango, por supuesto. Un hombre con<br />
mucha clase. Verlo sacar y encender un cigarrillo, quitarse<br />
el sombrero, dejar pasar antes a una mujer… todo eso es de<br />
un mundo que ya no existe, que ya no se da porque la gente<br />
ya no se comporta de esa manera. Pero el haberlo conocido<br />
me permite reconstruir costumbres y usos, ¿no? Yo sé cómo<br />
se quita un sombrero, y sé que una escalera se sube siempre<br />
delante y nunca detrás de una mujer. Todo ese tipo de cosas<br />
hoy olvidadas y que hasta sería quizá absurdo reproducirlas,<br />
yo las vi de pequeño e incluso están en mi educación. Pero<br />
para cumplirlas. A menudo, y por razones complejas, el<br />
humano puede ser un animal desagradable. Entonces lo que<br />
hace tolerable la promiscuidad humana, el contacto en el ascensor<br />
o en el metro, es justamente la educación. La cortesía,<br />
la amabilidad que no cuesta nada y que nos facilita mucho la<br />
vida. Perder ese filtro, ese amortiguador que es la educación,<br />
nos convierte en seres más desagradables. Creo que en ese<br />
sentido estamos retrocediendo mucho. En nombre de falsas<br />
naturalidades estamos perdiendo lo que nos facilita la convivencia,<br />
y eso nos convierte en seres más hoscos. Más hostiles.<br />
Será que cuando uno vive demasiado tiempo ve morir<br />
demasiadas cosas: ciudades, librerías, restaurantes, amigos,<br />
gente, países.<br />
–Convengamos que una cosa es dejar morir y otra es<br />
arrasar. Aquí, en materia de patrimonio, apenas se conservan<br />
fragmentos de lo que alguna vez hubo. Sí, pero<br />
eso es muy latino. Hoy un amigo me mandó una foto. Resulta<br />
que la casa donde vivió Velázquez en Sevilla está a la venta<br />
y nadie la compra. ¡Ni el Estado! ¿Se imagina usted lo que<br />
harían los ingleses con una casa así? ¡El barrio entero viviría<br />
de esa casa! Habría museos, bibliotecas, tours… Pero la<br />
nuestra es una casa arruinada que se deja morir. Eso es Italia,<br />
eso es España, eso es Argentina. Eso es nuestra maravillosa<br />
para tantas cosas –y triste para tantas otras– herencia latina.<br />
Es España. Somos nosotros.<br />
–Y su vida, ¿cómo es? Porque acaba de definirse como<br />
“un escritor profesional”, escribe a una velocidad de<br />
vértigo y sería interesante saber cómo usa su tiempo.<br />
Navego, viajo o estoy en casa trabajando. No hago otra cosa<br />
que eso, entonces mis días son muy rentables. Me levanto a<br />
las siete de la mañana, corro o nado, me ducho, desayuno y<br />
a las nueve menos cuarto ya estoy trabajando. Y así todos los<br />
días de mi vida, hasta las tres que como algo, y después a la<br />
tarde corrijo. Entonces, un día malo son dos folios; un día<br />
bueno, tres o cinco folios. Voy sumando páginas, escribo rápido<br />
y no soy complejo. No soy de los que pasan una mañana<br />
buscando un adjetivo. Y si me atranco mucho, voy a la biblioteca<br />
y digo: “A ver, maestros: Flaubert, Balzac, Borges,<br />
Galdós, Conrad, echadme una mano”. Y ellos siempre me<br />
dan una solución.<br />
–Hablamos recién del paso del tiempo en las ciudades.<br />
¿Y para usted? ¿Cómo pasa el tiempo en su caso? ¿Ha<br />
tenido que dejar de hacer cosas en razón de la edad,<br />
por ejemplo? Mira, para mí navegar es más importante que<br />
la literatura. Podría dejar de leer, pero no de navegar. Es mi<br />
terapia, es como una higiene. El mar me devuelve el respeto<br />
por mí mismo. Además, yo hago viajes largos, he tenido<br />
temporales y ahí no puedes decir “Paren que me bajo”. El<br />
mar te obliga a estar siempre atento. Y todo eso me impide<br />
sentirme lejos del que fui. En el mar vuelvo a ser ese: un<br />
marino que accidentalmente escribe novelas. Ahora estoy terminando<br />
dos y no sé qué es lo que me quede de vida: si dos,<br />
quince o diez años. Entonces, estoy en ese momento difícil<br />
en el cual hay que elegir. Porque escribir, a mi edad, significa<br />
elegir. Entonces hay novelas que vivirán, y otras que morirán<br />
conmigo porque nunca las escribiré. No puedo equivocarme.<br />
Lo que haga en los próximos dos años de mi vida (porque<br />
eso es lo que te toma escribir una novela) debe ser la mejor<br />
novela posible. Y saber eso no es fácil. Estoy en ese momento<br />
en el que debo deliberar cuál es la novela que más feliz me<br />
hará. Porque para mí escribir no es un sufrimiento sino una<br />
actividad lúdica. Y sí, soy un escritor feliz<br />
28<br />
29
Tema de tapa<br />
tres<br />
Tener pileta o no, el mundo se divide en esas dos categorías. Es cierto que hoy los amenities de las torres modernas complican la clasifiicación. A mitad de camino entre la popular pelopincho y la sofiisticada piscina, los huecos de fiibra de vidrio confunden, pero no engañan. Intentan vender gato por liebre, sí. Incitan al conformismo y también a la resignación. El refllejo del agua será el mismo, el color, parecido, el refresco, igual de necesario, aunque cualquiera identifi<br />
ica cuándo está ante una verdadera pileta, así como el auténtico nadado<br />
El burbujeo<br />
de las palabras<br />
La natación en la literatura. Un repaso, a pura brazada, por las obras de FÉLIX BRUZZONE, JOHN<br />
CHEEVER, GABO FERRO, LUCAS LAGRÉ, PAUL VALÉRY, MIRANDA JULY, FEDERICO BIANCHINI,<br />
FOGWILL, HÉCTOR VIEL TEMPERLEY, MARÍA INÉS MATO y ALICIA GENOVESE<br />
POR Lucila Carzoglio<br />
Tener pileta o no, el mundo se divide en esas dos categorías. Es<br />
cierto que hoy los amenities de las torres modernas complican la<br />
clasificación. A mitad de camino entre la popular pelopincho y la<br />
sofisticada piscina, los huecos de fibra de vidrio confunden, pero<br />
no engañan. Intentan vender gato por liebre, sí. Incitan al conformismo<br />
y también a la resignación. El reflejo del agua será el<br />
mismo, el color, parecido, el refresco, igual de necesario, aunque<br />
cualquiera identifica cuándo está ante una verdadera pileta, así<br />
como el auténtico nadador reconoce al que solo chapotea.<br />
El agua disipa diferencias, aliviana pesos, relaja tensiones,<br />
aunque es en la zambullida y el estilo donde se mantiene<br />
la distinción. Desde el tímido remojo, el clásico planchazo,<br />
la relajada siesta del gomón, el “okupa acuático” que hasta<br />
almuerza en el borde o la puntillosa brazada deportiva, es en<br />
los usos donde la personalidad sale a flote, el dueño se sabe<br />
tal y el invitado acepta su destino. Con una mirada nítida o<br />
31
turbia, la literatura sabe de chapuzones y buceos. No solo<br />
porque en ella han proliferado nadadores, sino porque en el<br />
agua siempre hay una historia en la que profundizar.<br />
“Ahora todos las quieren cristalinas. La transparencia no es garantía<br />
de nada. Es un barniz”, afirma el protagonista de Piletas<br />
(Excursiones, 2017), mientras trabaja con el barrefondo. Piletero<br />
de oficio, Félix Bruzzone se dedica a mantener limpias<br />
las aguas ajenas para escribir una especie de diario, en el que<br />
indaga sobre sus clientes de barrios privados y también sobre<br />
sí mismo. Como un narciso desclasado, se mira en el reflejo y<br />
charla con ese lago perimetrado y de color artificial. El agua le<br />
contesta, aunque él jamás se arroja. “Me pregunto por el origen<br />
del mundo, de la vida, por el sentido del amor, su permanencia,<br />
su dispersión, por si sería posible tener un perro de una raza y<br />
una perra de otra raza y que sus hijos no sean mestizos, por la<br />
forma más adecuada de manejar un plato volador (…) por las<br />
razones del gorilismo en la Argentina”, se cuestiona el narrador<br />
ante una pileta que con la lluvia se pone negra.<br />
Entre cálculos de cloro y dosis de clarificador, observa, discurre<br />
y deja caer con humor y sin filtro las caretas de los dueños.<br />
El hombre Fernet, la clienta Waldorf, la que tiene forma de<br />
espárrago, la marciana, el “novelista” que le pide consejos<br />
literarios, son algunos de los personajes que aparecen en cada<br />
limpieza (a veces regateada y otras impaga). Ningún vacío más<br />
existencial que ver una pileta seca, nada más triste que ver la<br />
mugre flotar. Bruzzone tropieza, pero no cae. Los cantos de<br />
sus piletas traspasan los límites hídricos, recorren muros, rejas<br />
y alambres, y se desbordan por el afuera del country. Mientras<br />
intenta convencer del mantenimiento en invierno, saca las<br />
hojas y mira con lucidez la pantanosa realidad.<br />
“El nadador”, de John Cheever, también recorre piscinas<br />
ajenas, aunque lo hace a fuerza de brazada y patada. Tras una<br />
borrachera, descubre una corriente subterránea que une todo<br />
el condado: una hilera de piletas, dispuestas como eslabones<br />
privados y públicos a lo largo del estado de Connecticut,<br />
diseñan una ruta, un posible camino a casa. Con el ojo de un<br />
cartógrafo y la malla puesta, entonces, decide nadar por ese<br />
curso imaginario, metiéndose en los jardines de todos. En<br />
esta peregrinación acuática es posible conocer la vida de los<br />
vecinos, puesto que en las superficies cloradas la clase media<br />
y alta se reflejan. “La piscina de los Halloran era quizá la más<br />
antigua de la región, un rectángulo de lajas alimentado por<br />
un arroyo. No tenía filtro ni bomba, y sus aguas mostraban el<br />
oro opaco del arroyo”, cuenta Ned Merril sobre una pareja de<br />
ancianos progresistas, antes de tirarse y hacer un largo. Con<br />
cada inmersión, el protagonista de Cheever también expía sus<br />
culpas. Cansado, enmohecido y triste, termina cumpliendo su<br />
meta solo para comprender la soledad del que nada demasiado.<br />
En su casa, oxidada y vacía, ya nadie lo espera.<br />
Y es que el agua podrá ser transparente, pero deja sus marcas.<br />
“Crawl adelante / y crawl atrás / Subo a la superficie a<br />
respirar / Abro los ojos / los vuelvo a cerrar / Me hundo / me<br />
abandono / Naufrago zozobrando y no hago pie bajo la piel<br />
/ sobre la piel me fundo y me adelanto”, escribe al respecto<br />
Gabo Ferro en su canción “Tapado de piel”, publicada en<br />
el libro Costurera carpintero (La marca, 2014). Si bien prima<br />
la desnudez, lo cierto es que todos nadamos con lo puesto.<br />
Sentimientos y experiencias, siempre se nada y se nada solo.<br />
Ejercicio solitario, invita a la reflexión y al fluir de la conciencia.<br />
En este sentido, el monólogo teatral Nadar mariposa, de<br />
Lucas Lagré, juega con el desliz de la memoria. Exnadador<br />
devenido entrenador de club de barrio, cuenta desde su hidrofobia<br />
las rivalidades entre compañeros, los códigos machistas<br />
del alto rendimiento, hasta su fracaso como deportista. Nadar<br />
mariposa implica un estilo y una técnica, pero también es metáfora<br />
de una sensibilidad reprimida. “Que no vean que sos un<br />
cagón (…). Nadar mariposa. El cuerpo como un látigo. Los brazos,<br />
una flecha. Onda, onda hacia adelante. La superficie está<br />
cerca. Onda, onda, brazada y respirar. Pegále al agua y avanzá”,<br />
se repite a sí mismo al recordar su última carrera frustrada.<br />
Antes fue Paul Valéry quien relacionó la natación con la<br />
sexualidad. Para él, nadar era “une fornication avec l’onde”.<br />
Sin embargo, hasta para eso se necesita disciplina. Mantenerse<br />
a flote, no hundirse, saber respirar a tiempo, no siempre<br />
resultan tareas sencillas. Basta leer el cuento “El equipo de<br />
natación”, incluido en Nadie es más de aquí que tú (Literatura<br />
Random House, 2018) de Miranda July, para darse<br />
cuenta. Una chica deprimida llega a un pueblo sin pileta. En<br />
lugar de morir, decide enseñarles a nadar a tres octogenarios<br />
en la cocina de su departamento. Palanganas llenas de agua<br />
salada, una rutina semanal y un silbato, la salvan a ella (y a los<br />
viejos) de ahogarse en el día a día.<br />
“Aquí abajo el tiempo pasa distinto. No hay minutos ni<br />
segundos. No existe pasado, presente ni futuro (…). Sístole,<br />
diástole: un corazón recorre esta pileta clorada (…). Y luego,<br />
ya no hay sonido ajeno ni corazón: solo latido. Soy un latido<br />
que se vuelve líquido. Un latido que, de a poco, se disuelve<br />
en el agua hasta desaparecer. Nada. Solo silencio: agua. Silencio,<br />
agua y libertad”, escribe Federico Bianchini en “La<br />
mujer sumergida”, una crónica de su libro Cuerpos al límite<br />
(Aguilar, 2017), que retrata la carrera de Ludmila Brzozowski.<br />
Récord panamericano de apnea, la argentina nadó<br />
134,37 metros sin inhalar más aire que el de la largada.<br />
Fogwill, por el contrario, únicamente nadaba para respirar.<br />
No solo porque, como cuenta Bianchini en la crónica “El<br />
hombre que nada”, tenía un enfisema, sino porque además,<br />
tal como se dice en “Contra el cristal de la pecera de Acuario”,<br />
no hay un afuera del agua. Escribe Fogwill en un largo<br />
poema incluido en Lo dado: “Juntos / en la pecera / estamos /<br />
puros reflejos / de la pecera / nadando / solos / nos deslizamos<br />
/ envueltos / en su atenuada / y tibia / luz”.<br />
Los paisajes azules que construye se reiteran también en<br />
“Versiones sobre el mar”, editado en Partes del todo (Sudamericana,<br />
1998). En sus versos, el océano es donde se encuentran<br />
y se disuelven las cosas, es “abundancia de sinsentido<br />
humano”, es mar que marea con palabras. Las olas rompen<br />
contra la visión del poeta que se ve a sí mismo desde la orilla<br />
en la vastedad y que clama por ir hacia la nada. Sin embargo,<br />
las corrientes oceánicas de Fogwill, entre cuerpos y pieles,<br />
identifican a alguien: “hombre marino late / tu corazón / y su<br />
pulso marino te suma y te sume en su mar”, se lee hacia el<br />
final. Habla de Héctor Viel Temperley, tal vez el máximo<br />
deportista en las aguas de la literatura nacional.<br />
“Soy el nadador, Señor, solo el / hombre que nada. / Gracias<br />
doy a tus aguas porque / en ellas / mis brazos todavía / hacen<br />
ruido de alas”, dice Viel en El nadador (Emecé, 1967), aunque<br />
su libro más famoso sobre el tema es Crawl (1982). En este,<br />
dispuestos los versos para que visualmente parezcan brazadas<br />
de un cuerpo que se desplaza sobre la página, el autor replica<br />
la respiración entrecortada mediante las estrofas. Creando un<br />
universo marino, repite una y otra vez: “Vengo de comulgar<br />
y estoy en éxtasis”, como quien bracea, como si la reiteración<br />
fuese técnica y ejercicio físico, pero sobre todo letanía. Evasión<br />
y mundo en el agua, “su alma solo traga lo mismo que el mar<br />
traga: aletas, playas solas e iguales, hombres débiles”, dirá el<br />
poeta nadador que se escapa de “lo excesivamente claro”.<br />
Desde esta perspectiva, ir contra la corriente requiere un<br />
acto de entrega, un salir del lugar común. “Cuando nada,<br />
una está siempre en el mismo lugar (…). Allí, sumergida,<br />
el tiempo no corre: te acompaña”, cuenta la profesional de<br />
aguas heladas, María Inés Mato, en “La historia de una<br />
mujer que intenta sentir las partículas del agua”. La crónica<br />
forma parte de Desafiar al cuerpo (Aguilar, 2015), un libro de<br />
Bianchini en el que retrata deportistas del extremo.<br />
“Con una pierna menos y sin prótesis / entrenó como una<br />
disidente; / en el verso libre encontró ritmos, / palabras que<br />
sostuvieran el calor / (…) Del agua helada dijo duele muchísimo<br />
/ pero es una frontera, / un cruce, solo eso”, anota Alicia<br />
Genovese sobre Mato en su poemario Aguas (Ediciones<br />
del Dock, 2013). En él, aborda ríos, mareas, arroyos, incluso<br />
líquidos amnióticos, que sirven para encauzar el pensamiento<br />
y trazar límites invisibles. “Un nadador en lo abierto y el agua<br />
deja de ser incierta”, dice. Nadar, así, es una vez más un acto<br />
del cuerpo, pero sobre todo de la palabra<br />
32<br />
33
Entrevista<br />
tres<br />
La escritora española nos cuenta cómo<br />
recopiló documentación y creó a las<br />
protagonistas femeninas de su última novela,<br />
Las hijas del Capitán (Planeta), cuya trama<br />
se enmarca en el proceso migratorio de<br />
españoles a Nueva York durante los años 30<br />
María Dueñas<br />
Mujeres en la<br />
línea de salida<br />
POR Martina Leunda<br />
María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) acaba de<br />
publicar Las hijas del Capitán (Planeta), una novela que tiene<br />
como tema central la inmigración de los españoles a Estados<br />
Unidos, específicamente a Nueva York, pero que no pone<br />
el foco en los hombres sino en aquellas mujeres inmigrantes<br />
que concretaron sus sueños del otro lado del océano. Como<br />
era de esperar, fue un récord de ventas inmediato, pues deslumbra<br />
con una historia tan atrapante como innovadora.<br />
–Nos situamos en Nueva York en los años 30. ¿Cómo<br />
trabajó este espacio? Bueno, Nueva York es una ciudad tan<br />
vibrante, tan magnética, que realmente necesitas poco trabajo<br />
para meterte en ella. Pero yo, más allá de la Nueva York de<br />
las postales y las guías turísticas, quería adentrarme también<br />
en una Nueva York menos conocida, menos vistosa, en cómo<br />
vivían las comunidades de inmigrantes en aquellos años 30, y<br />
en concreto en cómo vivía la colonia española. Entonces he<br />
reconstruido las calles en las que estaban asentadas las instituciones<br />
que los cohesionaban: la Casa de Galicia, el Centro<br />
Asturiano, el Centro Vasco, todas las asociaciones que daban<br />
un poco de unidad. He investigado sobre sus negocios, sobre<br />
qué tipo de tiendas tenían, dónde compraban los comestibles.<br />
He querido reconstruir ese micromundo de gente desarraigada<br />
que luchaba por un futuro mejor y que a la vez estaba<br />
fuertemente cohesionada para ayudarse mutuamente.<br />
–Es un movimiento migratorio del que no se sabe<br />
mucho. ¿Por qué? Pues primero porque era un destino,<br />
comparado con otros, menor. Casi toda la inmigración enorme<br />
que hubo, en oleadas, transcontinental, en aquellas primeras<br />
décadas del siglo XX tuvo como destino América, y más<br />
concretamente Argentina, que fue el primer país receptor de<br />
inmigrantes en cantidad. Algunos otros fueron a Uruguay, a<br />
Brasil, algunos a Cuba, aunque en Cuba había circunstancias<br />
distintas. Y a Estados Unidos fueron también en un número<br />
relativamente abundante, no tanto como hacia el sur. Lo que<br />
ocurrió fue que algunos entraron al país y se asentaron en<br />
distintas regiones, y otros se quedaron en Nueva York. Cuando<br />
llega la Guerra Civil y se dan cuenta de que la vuelta a casa va<br />
a ser difícil (ellos habían migrado con la idea de volver), empiezan<br />
a asimilarse al país, y lo hacen muy bien y con mucha naturalidad,<br />
así es como quedan un poco diluidos. Y desde España<br />
se sabe poco porque no hay una interpretación colectiva de los<br />
españoles que se fueron a Estados Unidos. Cada uno procedía<br />
de un rincón, asturianos y gallegos eran los más numerosos,<br />
pero también había valencianos, andaluces, cada uno ha sido<br />
interpretado y estudiado desde su perspectiva regional. Los<br />
vascos saben qué pasó con los vascos, los gallegos lo mismo, los<br />
valencianos también, pero no tenemos una narración colectiva<br />
de lo que pasó con todos los españoles. Y eso es lo que yo he<br />
querido hacer en la novela: explorar todo el país, el movimiento<br />
de salida y de inserción.<br />
–No existe documentación integral… No, desde el lado<br />
español, no. Desde el lado americano hay algo que me ha<br />
servido como fuente fundamental de documentación, pero<br />
ha tenido que venir un profesor de la Universidad de Nueva<br />
York, descendiente de asturianos, que ha sido mi mayor<br />
aliado en este proceso de documentación, junto con un<br />
periodista asturiano, también vinculado a la migración, Jim<br />
Fernández y Luis Argeo. Ellos han sido los únicos que<br />
han explorado estos movimientos, tocando puertas de los<br />
descendientes en América.<br />
–Obtuvo documentación y testimonios de los descendientes.<br />
¿Cómo organizó el material para volcarlo<br />
luego en la novela? Yo en general siempre le dedico bastante<br />
tiempo a la parte de documentación y luego me dedico<br />
a triturarla, a que entre bien en la ficción, sin dejar grumos.<br />
Utilizo documentación rigurosa, académica, también utilizo lo<br />
que me cuentan en primera persona, y la prensa de la época,<br />
utilizo un poco de todo, y tengo un amplio banco documental<br />
35
Esta entrevista fue filmada.<br />
Pueden verse algunos<br />
fragmentos destacados<br />
en nuestras redes<br />
yenny.elateneo<br />
yenny_elateneo<br />
de nombres, de detalles, de negocios, de familias. Lo que intento<br />
es que todo eso permee la novela con naturalidad: aquí<br />
meto una anécdota, aquí meto unos nombres, aquí meto una<br />
dirección, pero intento no apelmazar el hilo narrativo en ningún<br />
momento con bloques de documentos difíciles de digerir.<br />
–Para que no se pierda la esencia de la ficción y se<br />
transforme en un libro documental… Exactamente.<br />
Siempre hago un esfuerzo por eso, para que el peso de la documentación,<br />
por abundante y rico que sea, no se me quede<br />
ahí atragantado. Que la ficción siga siendo ficción, aunque se<br />
sustente en pilares de verosimilitud.<br />
–Hablemos de la ficción, entonces. Los personajes son<br />
uno de los ingredientes más ricos de la novela, porque<br />
cambian el punto de vista desde el que casi siempre<br />
se trató el tema de la inmigración. En este caso el<br />
protagonista no es el hombre que viaja en busca de<br />
oportunidades, se trata de tres mujeres. Un punto de<br />
vista que, si bien no ha sido tan narrado, existe. Claro<br />
que existe. De hecho ese es mi punto de partida. Yo quería<br />
escribir una novela sobre mujeres migrantes. La conciencia<br />
de esa invisibilidad, de ese anonimato de tantas mujeres que<br />
migraron, la tuve cuando me documenté para mi novela<br />
anterior, La templanza, que es la historia de lo que en España<br />
llamamos un indiano, es decir un hombre del siglo XIX que<br />
va a México, se enriquece con la minería y la plata y después<br />
vuelve a España convertido en alguien distinto. Entonces<br />
a partir de ahí empecé a leer todo tipo de documentación<br />
vinculada a los procesos migratorios, y siempre encontraba lo<br />
mismo, la peripecia de los hombres. Siempre era consciente<br />
al final de que había mujeres alrededor, pero iban a la rastra<br />
de estos hombres, o eran las hijas o eran las esposas o eran las<br />
novias, ellos volvían al pueblo y se las llevaban, o eran sirvientas.<br />
Siempre tenían un papel secundario, y a mí me parecía<br />
que eso era algo que había que sacar de alguna manera a la<br />
luz. Las mujeres también tenían emociones, sentimientos,<br />
pensamientos, ambiciones, por cortas que fueran, de futuro,<br />
y me parecía que era interesante ponerlas en la línea de salida<br />
y a partir de ahí construir una ficción.<br />
–¿Cómo construyó a cada una de las hermanas, para<br />
que las tres pudieran ser protagonistas? La verdad es<br />
que tener este triple protagonismo ha sido un desafío como<br />
narradora. Porque para los lectores puede parecer que son<br />
tres mujeres entre las que se divide el protagonismo o el peso<br />
de la acción, pero probablemente no sean conscientes del<br />
trabajo que hay detrás, de lo cual yo me alegro, porque construyo<br />
unos andamiajes sólidos sobre los que sitúo la acción y<br />
después los retiro para que no se vea la carpintería que queda<br />
detrás. Construir a estas tres mujeres que en un principio<br />
arrancan cohesionadas y que luego se van distanciando y<br />
volviendo a juntar, requiere un esfuerzo mío como narradora,<br />
como escritora, que me ha consumido tiempo y pensamiento,<br />
más del que se ve. Porque hay que hacer un juego de<br />
equilibrios, de contrapesos, con las personalidades de las tres,<br />
y también con las líneas narrativas de las tres, además de las<br />
interacciones entre ellas, y a veces se me ha hecho un poco<br />
cuesta arriba. Pero lo hemos superado, creo que ha salido<br />
bien y que valió la pena el esfuerzo.<br />
–Estas mujeres inmigrantes se animaron a soñar con<br />
algo más allá del matrimonio. ¿De qué se trató ese<br />
“algo”? Es lo que le doy a cada una de mis protagonistas.<br />
Mona, la hermana mediana, es la que tiene en mente<br />
transformar la humilde casa de comidas que era del padre<br />
en un night club con espectáculos y con un futuro un poco<br />
más prometedor, pues sueña con algo que no era muy común<br />
en la época, que es que las mujeres llevaran las riendas de<br />
un negocio. No era la única, y yo tengo constatación de que<br />
había varios negocios boyantes de la colonia española llevados<br />
enteramente por mujeres, pero no era lo común. Después<br />
Luz, la pequeña de las hermanas, aspira a ser artista, o sea<br />
que también tiene una aspiración vital, lo que pasa es que<br />
es más manipulable, tiene menos determinación que Mona.<br />
Victoria, la mayor, es la menos actual en este sentido, es la<br />
que menos proyección propia tiene, la que más asume lo<br />
que la vida le pone por delante, que es el matrimonio con un<br />
señor que no le interesa para nada y que le dobla la edad, lo<br />
que pasa es que también tiene la osadía suficiente como para<br />
tomar ciertas decisiones comprometidas cuando el verdadero<br />
amor de su vida se cruza por delante.<br />
–Este libro toca un tema que hoy en día es muy importante<br />
en todo el mundo, me refiero a la visibilización<br />
de las mujeres en diferentes espacios, ¿qué opinión le<br />
merecen los movimientos feministas que están surgiendo<br />
en nuestros días? A mí me parece bien, muy bien, que<br />
se diga “hasta aquí hemos llegado”, porque hay razones de<br />
sobra para hacerlo. Pero también me gustaría que todo esto<br />
se hiciera con la cabeza fría, no aprovechando los calentones<br />
del momento para generar unas proclamas que de pronto<br />
tienen que cambiar todo. Va a cambiar, pero vamos a hacerlo<br />
con serenidad, con lucidez, vamos a hacerlo con calma y en<br />
su sitio. Dicho lo cual, me parece estupendo.<br />
–Dicen que usted escribe literatura para mujeres, y<br />
ese suele ser un prejuicio que existe en general sobre<br />
los libros que hablan de amor. ¿Qué opina sobre eso?<br />
Estoy totalmente en desacuerdo. Yo no escribo para mujeres.<br />
Yo soy mujer, escribo con voz y con mirada de mujer, y muy<br />
a menudo escribo sobre cuestiones vinculadas a las mujeres.<br />
Dicho lo cual, no escribo para mujeres, escribo para todo tipo<br />
de lectores. Lo que pasa es que lo que te encuentras al otro<br />
lado lleva a etiquetar lo que no es como si lo fuera. A ningún<br />
hombre que yo conozca, escritor contemporáneo, que escriba<br />
una novela protagonizada por un hombre, se lo etiqueta<br />
como escritor masculino, como que escribe literatura viril y<br />
como que sus únicos destinatarios son los machitos. Con lo<br />
cual yo lo que creo es que sobran unos cuantos prejuicios, y<br />
espero que consigamos tener la mente un poco más abierta y<br />
ser un poco más serios<br />
36
Entrevista<br />
cuatro<br />
Enrique Macaya Márquez<br />
“Siento que necesito<br />
cubrir cada mundial”<br />
POR Matías Baldo<br />
El periodista deportivo, una enciclopedia<br />
viviente, decidió transcribir y recopilar sus<br />
peripecias y anécdotas en Mis Mundiales<br />
(Planeta), que reúne sus seis décadas<br />
como corresponsal en el torneo de fútbol<br />
más importante del mundo<br />
En un fútbol que avanza a un ritmo galopante, la Copa del<br />
Mundo ha tenido una única constante durante los últimos<br />
60 años: la presencia ininterrumpida de Enrique Macaya<br />
Márquez (Buenos Aires, 1934). La leyenda del Hombre de<br />
los Mundiales se agigantará en el próximo certamen de Rusia,<br />
su 16ª travesía. La propia FIFA confirmó que es el periodista<br />
con más coberturas mundialistas en la historia.<br />
–¿Qué es un Mundial? No hay una palabra que pueda<br />
definir qué es porque tiene que ver con la vida, con el tiempo<br />
y con los acontecimientos que se van presentando en cada<br />
momento. Depende de qué tipo de Mundial, sobre todo según<br />
la época de mi vida. Para mí no fue lo mismo México en<br />
1970, sin Argentina, que en 1986, cuando salió campeón.<br />
–Hay un dicho popular: “La vida se mide en Mundiales”.<br />
¿Usted diagramó su vida en torno a ellos? No, no.<br />
Yo he programado mi concurrencia según las circunstancias<br />
y el momento. En algunos trabajé para medios que ya<br />
habían hecho la reserva con anticipación e incluso habían<br />
comprado los derechos, en otras fui como freelancer. Soy<br />
alguien que siempre buscó ingeniosamente la manera de<br />
cubrir el campeonato del mundo. También tuve la suerte<br />
de no haberme engripado o resfriado nunca en la previa<br />
durante el invierno argentino.<br />
–Usted le dedica su libro a “mi familia sin domingos”.<br />
¿Cómo hizo para conjugar ambas pasiones? Supongo<br />
que hubo sacrificios de las dos partes. Lo lógico era que<br />
tuviera que alejarme de mi familia. Pero mi carrera no tiene<br />
que ver solamente con los Mundiales, sino también con todos<br />
los domingos. Pero uno se acostumbra a vivir al revés. La<br />
clave es hacerlo en armonía.<br />
–¿Cuáles son las diferencias entre su primera experiencia<br />
en Suecia 1958 y la última hace cuatro años en Brasil?<br />
La tecnología, principalmente. Recuerdo que mi primera<br />
vez fue por radio, salía la transmisión y no sabía si llegaba. En<br />
Brasil salíamos permanentemente al aire y en forma directa<br />
en la televisión argentina.<br />
–¿Encontró dificultades para adaptarse a las nuevas<br />
tecnologías? No es tan difícil. Yo estaba entrenado. Jugaba<br />
en un equipo igual que cualquier jugador durante el año.<br />
Jugaba todo el año, todos los años, y cuando iba con la Selección<br />
a un Mundial ya llegaba entrenado.<br />
–El fútbol de antes, tal como retrata en su libro, tenía<br />
un espíritu más amateur, más barrial. También el periodismo.<br />
Hoy todo es más profesional. Usted vivió ambas<br />
experiencias, ¿cuál prefiere? Es curioso porque a mí me<br />
gustaba cuando era más amateur, más aficionado. Pero de<br />
todas maneras siento necesario que los Mundiales sean como<br />
son actualmente. Con el apoyo de la tecnología y con todas las<br />
facilidades que hay para que uno pueda realizar su trabajo.<br />
–¿Qué lo motiva a seguir viajando a cubrir un Mundial?<br />
No es fácil, pero es lo mismo que me permite seguir<br />
trabajando. Es algo que me gusta pero que además siento<br />
que lo necesito. Esto se rubrica y pone su acento final en lo<br />
que es cada Campeonato del Mundo, por supuesto.<br />
–¿Cómo lo reciben? Yo soy récord del mundo desde hace<br />
dos torneos, pero tampoco me la creo, son circunstancias.<br />
Para algunos sí significa algo, pero el trato es como si fuera<br />
uno más. Distinta cosa es cuando salís campeón. En México<br />
1986 venían colegas de Sudamérica a felicitarme, como si yo<br />
hubiera hecho un gol o como si hubiera sido partícipe.<br />
–¿Cómo se prepara para cada Copa del Mundo? Cuido<br />
mi salud en la previa y hago todo lo que hace cualquiera que<br />
tiene que estar fuera de su casa durante 40 o 45 días. Es<br />
duro, se trabaja mucho, en mal horario, se viaja mucho, pero<br />
el entusiasmo por poder presenciar cosas realmente importantes<br />
disimula todos esos factores. No hago una preparación<br />
más allá de una investigación de cada equipo, de sus características<br />
individuales y colectivas, además de su rendimiento.<br />
–Su relato deja en evidencia la transformación que fue<br />
sufriendo la relación entre el periodismo y los jugadores.<br />
Desde la confianza inicial al hermetismo final.<br />
¿Siente que los jugadores de hoy ven un enemigo en el<br />
periodismo? Sí, si el periodismo habla mal se lo ve como un<br />
enemigo. En general ellos están convencidos de que necesitan<br />
que los traten bien. Pero en general todo periodista que<br />
está vinculado directamente con el Seleccionado mantiene<br />
una muy buena relación por dos razones: porque después de<br />
tanto tiempo compartido puede entablarse cierto vínculo de<br />
amistad, y porque ambos saben que deben producir una nota,<br />
y tener eso en mente genera armonía en el trato mutuo.<br />
–Sin embargo, parece difícil que las charlas que usted<br />
refiere con César Luis Menotti, con Juan Carlos Lorenzo<br />
o hasta con el propio Diego Armando Maradona<br />
puedan tener lugar hoy en día. ¿O acaso se siguen<br />
dando? No, y si se dan, es con menos frecuencia. Pero<br />
también se debe a que hay muchos más periodistas. Hoy<br />
en día hay una gran cantidad de colegas que representan a<br />
distintos medios y tienen distintas orientaciones. Entonces<br />
el requerimiento se multiplica y es más difícil. No todos los<br />
protagonistas tienen tiempo como para dar explicaciones,<br />
por eso aparecen las conferencias de prensa. Ahí uno se da<br />
39
cuenta cuál es el periodista que tira un centro y cuál es el que<br />
ataca un poco más. Es muy difícil porque si a los jugadores<br />
en algún momento les molesta algo, simplemente toman la<br />
resolución de no hablar masivamente, sin separar la paja del<br />
trigo, y en eso se equivocan.<br />
–¿Qué balance hace del periodismo actual en comparación<br />
con el pasado? Está mucho mejor informado que<br />
antes. El periodista de los primeros Mundiales describía muy<br />
bien los fenómenos y tenía la riqueza del vocabulario. En la<br />
última etapa empezaron a meterse en la cancha, a entender<br />
el idioma del jugador, a explicar cosas que tienen que ver más<br />
con la técnica que con la descripción, a veces más superficial<br />
aunque muy rica en el vocabulario, de lo que está pasando<br />
dentro de la cancha.<br />
–Escribe usted: “Dentro del fútbol pareciera que no<br />
todo el mundo sabe y conoce de lo que habla”. ¿Qué<br />
significa? No todo el mundo sabe de lo que habla, aunque<br />
pueda utilizar palabras que demostrarían que sí sabe. No<br />
es tan sencillo saber, sobre todo de fútbol. Por ejemplo,<br />
siempre dicen que hay que jugar bien, y me preguntan qué<br />
es jugar bien. La respuesta es dominar los tiempos, saber<br />
cuándo atacar, cuándo defender, cómo atacar, cómo defender,<br />
cubrir los espacios, determinar qué conviene en cada<br />
circunstancia, defender cuando el equipo ataca y atacar<br />
cuando el equipo defiende. Es el manejo de los tiempos y<br />
del juego. Pero no es tan sencillo poder ser un observador<br />
de eso y acertar con el diagnóstico.<br />
–¿Qué expectativas tiene respecto de la Selección para<br />
Rusia? Están más referidas al pasado que al presente, entonces<br />
es un interrogante en el futuro. Está claro que en estos<br />
momentos España, Alemania y Brasil están por encima de<br />
Argentina, que todavía tiene dudas sobre su formación y sobre<br />
cómo van a llegar algunos de sus jugadores en el aspecto físico.<br />
Es cierto que hay técnicos que encontraron el equipo después<br />
del primer partido o en el primer partido, pero eso no se puede<br />
tomar como una base muy sólida donde pararse para pensar<br />
en un equipo favorito para ganar el campeonato.<br />
–Suele haber una relación directa entre los malos<br />
resultados deportivos y el caos dirigencial. ¿Por qué?<br />
Nosotros tenemos dirigentes que son aficionados. Gente que<br />
quiere preocuparse y se preocupa, pero más allá de que se va<br />
progresando en esto de la relación internacional y el manejo<br />
de esa relación, hay una tarea de aprendizaje. De todas maneras,<br />
entre el primer Mundial y el último, nuestros dirigentes<br />
han mejorado mucho. No es fácil manejar un grupo de<br />
jugadores que tienen el nivel que tienen, no solo futbolístico,<br />
sino también económico, y una ubicación dentro del espectro<br />
social muy importante. Los dirigentes son los que más<br />
atrasan en esta carrera.<br />
–Una de sus conclusiones, tras 60 años de trayectoria<br />
mundialista, es que el trabajo a largo plazo es esencial<br />
para el éxito. ¿Por qué Argentina no logra edificar y<br />
sostener un proyecto? Hoy en día es imposible porque<br />
los jugadores viven y juegan en otro lado. Habría que crear<br />
algunas circunstancias para saber cómo moverse. En general<br />
los técnicos que fueron campeones del mundo, como César<br />
Luis Menotti y Carlos Bilardo, trabajaron mucho. Se<br />
las ingeniaron para poder hacerlo.<br />
–La historia de la Selección Argentina parece cíclica y<br />
cuesta encontrar la esencia e identidad del fútbol argentino.<br />
¿Existe o es pura improvisación? Que el fútbol<br />
argentino es improvisado no caben dudas. Por ahí la esencia<br />
es esa, la improvisación. En el juego se necesita saber improvisar,<br />
pero para saber improvisar hay que estar organizado.<br />
Parece contradictorio pero es realmente así.<br />
–Remarcó en varias oportunidades que uno de los pecados<br />
del fútbol argentino fue creerse superior. ¿Hoy<br />
en día sucede lo mismo? No, creo que no, eso ya pasó. Fue<br />
en Suecia 1958. Subestimábamos a todo el mundo. Pero no<br />
solo el equipo, éramos los argentinos en general que subestimábamos<br />
a cualquier sociedad. Hoy, al contrario, temo que<br />
se crean inferiores.<br />
–Después de 60 años y 15 Mundiales, ¿qué le diría el<br />
Macaya de hoy a aquel que con 23 años viajó a Suecia<br />
para cubrir su primer Mundial? [Ríe] Te felicito, le diría.<br />
Realmente. ¿Sabés lo que era Suecia? ¿Cómo fui yo? Con un<br />
avión turbohélice que paraba en todos lados. Salimos por el<br />
norte de Alemania, cruzamos Dinamarca y llegamos al sur de<br />
Suecia. No sabíamos ni adónde íbamos<br />
Entrevista<br />
cinco<br />
Juan Villoro<br />
“No hay literaturas<br />
individuales”<br />
El escritor mexicano visitó recientemente Buenos Aires para presentar su último libro<br />
de ensayos, La utilidad del deseo. En él se ocupa de un puñado de autores clave en su<br />
formación como lector, y también reflexiona sobre temas diversos como la traducción<br />
y la enfermedad. Una charla íntima sobre literatura y terremotos<br />
POR Malena Rey<br />
40
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) es uno de los<br />
nombres más gravitantes de las letras mexicanas, entre otras<br />
cosas por la facilidad con la que se desplaza de la literatura al<br />
periodismo, de la crónica al ensayo, o con la que se dirige al<br />
público infantil. Es además un eximio comentarista deportivo<br />
y un reputado traductor del alemán, oficio que aprendió en<br />
la estela de su gran amigo Sergio Pitol. Conversador ágil<br />
y siempre lúcido, nos recibió en un hotel del centro porteño,<br />
en medio de una gira de presentación de su último libro<br />
de ensayos, publicado por Anagrama, en el que desgrana el<br />
oficio de poner en relación obras dispares de autores que le<br />
interesan mucho. También nos contó sobre el impacto de “El<br />
puño en alto”, el conmovedor texto que escribió de un tirón<br />
luego del último terremoto que como una maldición azteca<br />
azotó la Ciudad de México el pasado 19 de septiembre, y que<br />
revivió los fantasmas del devastador sismo de 1985.<br />
–Muchos de los ensayos reunidos en La utilidad del<br />
deseo tratan sobre autores clave en su formación,<br />
tanto latinoamericanos como europeos: Daniel Defoe,<br />
Fiódor Dostoyevski, Juan Carlos Onetti y Carlos<br />
Monsiváis. ¿Podría considerarlos su propio canon? Este<br />
es mi tercer libro de ensayos, y hay una condición accidental<br />
en los autores elegidos porque ya había escrito sobre otros.<br />
En este caso, es una oportunidad de compartir entusiasmos y<br />
de ponerlos en relación entre sí. Hay autores a los que no les<br />
dedico un ensayo y cuya sombra atraviesa casi todo el libro,<br />
como Jorge Luis Borges, y creo que una de las cosas más<br />
interesantes de la lectura es la posibilidad de establecer conexiones<br />
entre escritores que no necesariamente han operado<br />
en contigüidad, o que no pertenecen a la misma tradición.<br />
Uno de los grandes problemas del lector “culto” o “culterano”<br />
es que empieza a leer de acuerdo a una tendencia de lo<br />
ya sancionado, y se pierde las ligazones más inesperadas y<br />
atractivas entre autores.<br />
–Uno de los mejores textos del libro es el que compara<br />
las cartas de Onetti con las de Julio Cortázar y Manuel<br />
Puig. Se establecen allí una serie de relaciones que<br />
hasta el momento no estaban muy trabajadas. A mí eso<br />
es lo que me gusta. Para empezar, no hay literaturas individuales.<br />
Nadie puede decir que es el punto de llegada de la<br />
literatura o la estación terminal de una corriente. Todo el<br />
mundo depende de muchísimos otros autores, de voces colectivas<br />
de la época. Escribir un libro de ensayos es como invitar<br />
a una tertulia a alguien que no se ha presentado ahí pero<br />
que la puede animar de otra manera. Y esa es una actitud<br />
muy latinoamericana. Una de nuestras ventajas es estar un<br />
poco en las orillas de la cultura. Quienes tienen una cultura<br />
central difícilmente se abren a otros estímulos. Una vez hablé<br />
con Martin Amis, cuando él estaba viviendo en Uruguay, y<br />
le pregunté si había leído a Onetti. Me dijo: “No, pero ya leí<br />
a Borges”. ¡Como si fuera lo mismo! Como si Borges sustituyera<br />
todo el código de lo latinoamericano. Nosotros tenemos<br />
esa ventaja: al estar lejos por ejemplo de la tradición anglosajona,<br />
queremos saber más de muchas otras fuentes.<br />
–En el libro se reúnen autores que ya han muerto. ¿Qué<br />
nombres actuales de la literatura contemporánea le<br />
llaman la atención? Me gusta mucho César Aira, también<br />
Alberto Barrera, un escritor venezolano. Y leo activamente<br />
a narradoras como Guadalupe Nettel, Fernanda<br />
Melchor, Valeria Luiselli, Verónica Gerber, de<br />
México. A Mariana Enríquez y Samanta Schweblin de<br />
Argentina, o a Sara Mesa de España, que es espléndida. Me<br />
interesa ese horizonte de escritoras que trabajan casi todas<br />
desde el fragmento y el cuento.<br />
–La utilidad del deseo toma su nombre de un ensayo<br />
dedicado a la creación de literatura para niños y niñas.<br />
¿Qué es lo que más le gusta de escribir para ese público?<br />
Escribir para niños es un desafío fascinante, porque la<br />
mente infantil suele tener una apertura mucho mayor que la<br />
del adulto. Acepta estímulos variadísimos, pero a condición<br />
de que todos ellos sean lógicos. Los niños aman la lógica. Y<br />
creo que no hay nada más serio en el mundo que un niño<br />
jugando. Los juegos dependen de las reglas, y cuando en la<br />
literatura infantil uno promete que un hada puede cumplir<br />
tres deseos, si agregas un deseo extra, el niño se enoja porque<br />
rompiste la regla. Esa mezcla de una imaginación desaforada<br />
con principios estrictamente lógicos que la rigen, y que tiene<br />
expresiones maestras como Alicia en el país de las maravillas,<br />
es el gran desafío del escritor infantil. Por otro lado, también<br />
me parece esencial entrar en personaje, como un actor que<br />
se prepara para desarrollar un papel. El escritor de cuentos<br />
para niños tiene que retrotraerse a una posibilidad de comunicación<br />
en la que él evidentemente no vuelve a la niñez<br />
pero sí se pone en una sintonía especial. Y ese es un ejercicio<br />
psicológico. En la dedicatoria de El principito, Antoine de<br />
Saint-Exupéry dice: “Todos los adultos han sido niños pero<br />
lo han olvidado”, y le dedica el libro a su amigo, pero no al<br />
actual sino al que fue de niño. Esa regresión voluntaria es<br />
muy importante. Charles Baudelaire decía: “Tenemos de<br />
genios lo que conservamos de niños”.<br />
–El pasado abril falleció el gran escritor y traductor<br />
mexicano Sergio Pitol. ¿Cómo fue su relación con él a lo<br />
largo de los años? Su muerte era algo esperado, pero para<br />
muchos de nosotros es el fin de una época. Fue una especie de<br />
mentor para mí. Me conoció cuando yo era muy joven, en un<br />
coloquio que se llamaba Encuentro de Generaciones. Él tenía<br />
unos cuarenta y tantos años y se consideraba un escritor joven,<br />
no consagrado. Lo invitaron a Pitol, y pensó que él sería el joven<br />
de la mesa, y que estaría con Octavio Paz o con Carlos<br />
Fuentes. Se sorprendió mucho porque él era el viejo y yo el<br />
joven. Siempre fue muy generoso y tomó en sus manos la tarea<br />
de educarme, lo cual no era fácil, porque decidió recomendarme<br />
bebidas, trabajos, música. Fuimos amiguísimos hasta que<br />
él empezó a perder la capacidad primero de hablar y luego de<br />
entender a otro. Pitol me ayudó mucho a perderle el odio a la<br />
lengua alemana, que yo había estudiado por obligación. Me<br />
explicó que si yo regresaba al alemán a través de la traducción<br />
iba a poder entrar en cada una de las decisiones que tomó un<br />
autor, poner mis pasos en sus huellas en cada página. La traducción<br />
es un ejercicio que yo hice en su estela. Él es el gran<br />
traductor de Witold Gombrowicz. Parte de su legado tiene<br />
que ver con sus traducciones.<br />
–Otro de sus grandes amigos fue Roberto Bolaño.<br />
¿Cómo y cuándo lo conoció? ¿Qué nos puede decir<br />
sobre él? Nos conocimos en México en 1976, cuando participamos<br />
de un concurso de literatura, y trabamos instantánea<br />
amistad. Era un tipo insólitamente carismático, súper simpático,<br />
con un humor muy agudo, levemente cínico, provocador.<br />
Él formaba parte de la vanguardia de los infrarrealistas –que<br />
aparece en Los detectives salvajes como real visceralistas–.<br />
Yo no era poeta, pero era amigo de ellos; simpatizaba con su<br />
transgresión pero no quería militar porque ellos eran un poco<br />
intolerantes. Y fui muy amigo de Mario Santiago, que es<br />
Ulises Lima en su novela, hasta su muerte. Bolaño se fue a<br />
España y perdí el contacto casi por completo. Cuando murió<br />
Mario Santiago, escribí un obituario y me habló Roberto por<br />
teléfono desde Blanes, donde vivía. Él tiene un libro que se<br />
llama Llamadas telefónicas, y es que era un extraordinario<br />
conversador telefónico. A diferencia de los europeos, Roberto,<br />
como yo y como tantos latinoamericanos, hablamos por hablar,<br />
para contar un sueño, compartir un recuerdo, lo que sea.<br />
Entonces él me llamaba y conversábamos largamente, y yo no<br />
sabía que había tarjetas para llamadas con descuento en Europa,<br />
y pensaba que estaba gastando muchísimo dinero. A él le<br />
gustaba alimentar esta fantasía y me decía “No te preocupes, la<br />
casa es fuerte”, o “Venderé un cuento para pagar esta llamada”.<br />
Y así nos hicimos amigos otra vez. Nos frecuentamos hasta su<br />
muerte en 2003. Realmente lo quise muchísimo.<br />
–No puedo dejar de preguntarle por el último terremoto<br />
en Ciudad de México. El texto que usted escribió,<br />
titulado “El puño en alto”, se convirtió en un fenómeno<br />
viral por su potencia para ponerle palabras a algo tan<br />
trágico como lo sucedido. ¿Cómo fueron esos días? Fue<br />
rarísimo. Yo escribo una columna en el periódico que se publica<br />
los viernes, y tengo que entregarla los jueves. Dos días después<br />
del terremoto, no sabía qué decir. En lo único que podía pensar<br />
era en el terremoto, pero no tenía ninguna clave al respecto.<br />
Contar mi anécdota personal era banal, porque era una más<br />
entre un millón. Y me pareció que lo más significativo era ese<br />
gesto repentino de los rescatistas que levantaban el puño para<br />
que la gente guardara silencio y pudieran escuchar si alguien<br />
seguía con vida entre los escombros. Es un gesto solidario que<br />
ojalá pudiéramos extender a otras áreas de la vida. Entonces<br />
quise escribir un texto reflexivo sobre eso y salió una cosa muy<br />
densa, una letanía. Jamás pensé que sería un poema, porque<br />
es un género que no pretendía invadir. Fue un desahogo. Si<br />
me preguntan a qué género literario pertenece, diría que es un<br />
“género sísmico”, una “réplica”. Esta fue una réplica emocional.<br />
Jamás pensé que la gente iba a tener interés o siquiera tiempo<br />
de leer algo. Porque todos estábamos ocupadísimos: yo tenía<br />
gente viviendo en mi casa que había perdido su departamento,<br />
iba con mi hija a dejar víveres a un centro de asistencia. Era una<br />
circunstancia que parecía muy ajena a lo escrito, y de pronto<br />
hubo una sincronía. La gente entendió que eso podía representar<br />
un consuelo. Nunca pero nunca pensé que se volvería algo<br />
viral. La primera línea de esa letanía que escribí dice: “Eres del<br />
lugar donde recoges la basura”. El sitio donde te puedes hacer<br />
cargo de los desperdicios es el único que te corresponde<br />
42<br />
43
Tema de tapa<br />
cuatro<br />
De cara al futuro:<br />
la tecnología aplicada<br />
al fútbol profesional<br />
El Mundial de Rusia será la excusa perfecta para poner a prueba numerosos avances científicos.<br />
Los árbitros podrán recurrir al VAR (Video Assistant Referee); los jugadores patearán la primera<br />
pelota de la historia que lleva un chip capaz de brindar contenido exclusivo a los espectadores<br />
mediante una página web; los partidos serán transmitidos hacia todo el mundo en 4K, un formato<br />
televisivo que cuadruplica la calidad de la alta definición; los médicos de cada equipo seguirán de<br />
cerca los movimientos de cada jugador valiéndose de pantallas especiales, para así advertir lesiones<br />
de gravedad que no se observan a simple vista, y contarán con computadoras para conectarse de<br />
inmediato con el cuerpo técnico; los hinchas no tendrán que llevar su pasaporte todo el tiempo, la<br />
nueva identidad digital (el carné de Fan ID) será suficiente para atravesar los controles aduaneros sin<br />
necesidad de visado y para viajar gratis hacia los diferentes estadios en el transporte público ruso<br />
POR Ezequiel Fernández Moores<br />
John Langenus, el árbitro belga que dirigió la caliente final<br />
del primer Mundial de 1930, también era periodista. Temeroso<br />
de olvidar detalles, apenas terminaba el partido anotaba su<br />
crónica a mano en el vestuario y buscaba luego el teléfono más<br />
cercano para dictársela a un compañero de la revista alemana<br />
Kicker. Consciente de la pasión en el Río de la Plata, Langenus<br />
dispuso que la final de 1930 se jugara con dos balones distintos,<br />
argentino en el primer tiempo, uruguayo en el segundo, ambos<br />
de cuero, inflados a pulmón. Langenus, que medía 1,90 m y<br />
hablaba cuatro idiomas, incluido el castellano, logró también<br />
que el vapor Duilio atrasara su partida para esperarlo y regresar<br />
a Europa apenas terminara la final. La crónica para Kicker<br />
podía esperar. Uruguay le ganó esa final a Argentina 4-2, con<br />
polémicas, y Langenus partió presuroso al puerto, pero el Duilio<br />
no pudo zarpar de inmediato debido a la niebla. El árbitro y<br />
periodista se quedó esperando dentro de su camarote. Ochenta<br />
y ocho años, y diecienueve Mundiales después, el Langenus<br />
de Rusia 2018 no tendría que sortear con qué balón se juega,<br />
ni mucho menos salir corriendo hacia el puerto después del<br />
partido. Todos, él incluido, estarán mirando el VAR.<br />
El Video Assistant Referee (VAR), sin dudas la gran novedad<br />
tecnológica del Mundial de Rusia, podrá utilizarse ante<br />
cuatro escenarios distintos: 1) Para validar o no un gol; 2)<br />
Conceder o no un penal; 3) Atribuir o no una tarjeta roja; y 4)<br />
Corregir un error de identificación para un jugador sancionado.<br />
El único con potestad para solicitar una revisión será el<br />
árbitro principal, aunque también podrá ser advertido por el<br />
árbitro asistente, que estará a cargo del VAR dentro de una<br />
sala de operaciones. En uno u otro caso la decisión final será<br />
siempre del árbitro principal. Para que quede claro: ni técnicos<br />
ni jugadores podrán pedir el VAR, por muy perjudicados<br />
que puedan sentirse. La FIFA, tras analizar casi mil partidos,<br />
estableció que el VAR suele revisar una media de cinco<br />
jugadas por cotejo, y que la detención promedio consume<br />
55 segundos. Y lo más importante, la FIFA confirmó que los<br />
aciertos del VAR fueron del 98,9%. Las polémicas seguirán<br />
porque forman parte de la sal del fútbol, porque el VAR ya<br />
desnudó algunas fallas en su aplicación y porque siempre<br />
habrá jugadas de apreciación; pero por mucho sentimiento e<br />
historia que sientan los más nostálgicos, es imposible seguir<br />
negándose al futuro.<br />
Un VAR extraoficial, en rigor, debutó en la final del Mundial<br />
de Alemania 2006, cuando el árbitro argentino Horacio Elizondo,<br />
que estaba de espaldas a la jugada, fue advertido por<br />
el español Luis Medina Cantalejo, cuarto árbitro fuera del<br />
campo, de que el francés Zinedine Zidane había agredido<br />
con un cabezazo en el pecho al italiano Marco Materazzi,<br />
enojado por una agresión verbal previa. “¡Terrible cabezazo del<br />
diez de los blancos al seis de los azules! ¡Terrible cabezazo!”, le<br />
avisó Cantalejo a Elizondo. Sorprendido, porque además sabía<br />
que tenía que expulsar a Zidane, gran figura del Mundial, Elizondo<br />
preguntó si había visto algo más, para saber si también<br />
debía expulsar a Materazzi. “Oye coño, cuando lo veas en el<br />
video del hotel no lo vas a poder creer”, le contestó Cantalejo.<br />
Nunca se sabrá si, como protestó Francia, Cantalejo acaso vio<br />
la agresión de Zidane no con sus propios ojos, sino a través<br />
de una TV que tenía cerca suyo. Lo que sí está claro es que,<br />
como cuarto árbitro, Cantalejo vio una agresión y se la pudo<br />
comunicar a Elizondo gracias al novedoso sistema de comunicación<br />
entre el árbitro principal, asistentes y cuarto árbitro<br />
inaugurado en ese Mundial. Un sistema de comunicación que<br />
ahora será fundamental a partir del VAR.<br />
¿No debería la FIFA dejar en manos del árbitro VAR la decisión<br />
final, en lugar de dejársela al árbitro de campo, inevitablemente<br />
más presionado por el ambiente y acaso con su ego y su<br />
autoestima expuestos a la multitud? Así lo cree, por ejemplo,<br />
Javier Castrilli. “El Sheriff”, árbitro argentino en la Copa<br />
de Francia 98. Castrilli, que comentará Rusia 2018 para la TV<br />
de Estados Unidos, también cree que los jugadores deberían<br />
tener derecho a pedir el VAR. El sistema de videoarbitraje<br />
se ha usado ya en algunas ligas europeas, pero no en las de<br />
Sudamérica. Para peor, entre nosotros sigue el mal recuerdo<br />
de la semifinal de la última Copa Libertadores, cuando el VAR<br />
se usó para darle un penal a Lanús, pero no cuando debió<br />
sancionarse otro penal para River. ¿En qué medida influirá<br />
el factor humano? Los árbitros de campo y de VAR deberán<br />
seguir aferrándose a su pericia y a su fortaleza psicológica para<br />
definir situaciones que pueden incidir en negocios millonarios<br />
y para las cuales, tal vez, la tecnología no será suficiente.<br />
En Brasil 2014, la FIFA puso fin a la prohibición histórica de<br />
recurrir al video para decidir situaciones del juego, y aceptó<br />
que la TV podía usarse para definir si una pelota había cruzado<br />
o no la línea de gol. El Goal Control, un entramado de catorce<br />
cámaras de alta velocidad que determina si la pelota entró o<br />
no, fue aplicado luego de que al inglés Frank Lampard se<br />
le negara un gol por una pelota que sí había pasado la línea,<br />
durante Sudáfrica 2010. En Brasil 2014, si la pelota cruzaba<br />
la línea, el árbitro recibía el aviso inmediato en su reloj. Sin<br />
embargo la tecnología también puede fallar, así lo demuestra<br />
el hecho de que la Federación Francesa de Fútbol (FFF) dio<br />
recientemente de baja el uso del Goal Control debido a su<br />
mal funcionamiento en dos encuentros de la Copa de la Liga.<br />
Menos polémico que el uso de la TV, en Brasil 2014 también<br />
debutó el spray evanescente, un aerosol que sirve para marcar<br />
la posición de la barrera en los tiros libres y cuyo trazado se<br />
borra rápidamente. El brasileño Heine<br />
Allemagne y el argentino Pablo<br />
Silva alegan que ellos son los<br />
inventores de ese aerosol, y<br />
que la FIFA usará aerosoles<br />
piratas en Rusia 2018, es<br />
por eso que iniciaron una<br />
demanda millonaria.<br />
El Langenus de Rusia<br />
2018 no deberá sortear el<br />
balón con el que se jugará,<br />
porque la FIFA, ya toda<br />
una multinacional con crisis<br />
45
y escándalos incluidos, lo ha convertido en un negocio. La<br />
pelota Telstar 18 de Adidas será la primera de la historia que<br />
lleve un Sensor de Comunicación de Campo Cercano (NFC).<br />
El chip es para que el balón interactúe “perfectamente con<br />
el consumidor”. Cuando el usuario toque su celular con el<br />
balón, el chip NFC activará un sitio web en su móvil con<br />
contenido exclusivo. Este contenido incluirá experiencias<br />
personalizadas según la ubicación de cada usuario, información<br />
sobre cada balón en particular y juegos. Qué lejos<br />
está todo esto de las viejas pelotas sin tiento inventadas en la<br />
ciudad cordobesa de Bell Ville, que fueron utilizadas hasta el<br />
Mundial de México 1986, donde se reemplazó el cuero por<br />
un material sintético. Cómo habrán percibido este cambio no<br />
solo el pie, sino también la mano de Diego Maradona. El<br />
10, hoy cercano a esa FIFA que antes denostaba, sabe que su<br />
“Mano de Dios” ya jamás podrá ser imitada.<br />
vender los primeros TV a color, Leo Messi inaugurará la tecnología<br />
QLED TV, una resolución con 8,3 millones de píxeles,<br />
“puntos” que conforman la pantalla que reproducirán imágenes<br />
más reales que nunca, según anuncian los fabricantes.<br />
Los jugadores corren hoy tres veces más que medio siglo<br />
atrás. La FIFA anunció que Rusia 2018 marcará también<br />
el debut del llamado “pasaporte biológico”, un sistema ya<br />
usual en deportes como el ciclismo que permite descubrir<br />
más fácilmente eventuales consumos de doping a través de<br />
transfusiones de sangre o esteroides en la orina. El juego más<br />
veloz también expone más el físico de los jugadores. ¿Cómo<br />
no recordar el impresionante choque entre Christoph Kramer<br />
y el argentino Ezequiel Garay en la última final de<br />
Brasil? El alemán permaneció inconsciente algunos instantes,<br />
y fue reemplazado catorce minutos después. Ahora, la FIFA<br />
permitirá que un asistente médico de cada equipo pueda ob-<br />
Entrevista<br />
seis<br />
Arturo Puig<br />
La marca<br />
de un<br />
nombre<br />
Recuerdo que estaba en mi pupitre de periodista en el Estadio<br />
Azteca, muy alto, pero en línea recta con “La Mano de Dios”.<br />
La vi en el momento y se lo dije a mi compañero de banca.<br />
Lo mismo le sucedió a Víctor Hugo Morales, que gritó<br />
mano desde su cabina. Sin embargo, desde estudios centrales<br />
le dijeron que el gol había sido con la cabeza. En realidad,<br />
las primeras imágenes de TV no lograban aclarar si fue mano<br />
o cabeza, tal la calidad del engaño. Fue una fotografía al día<br />
siguiente la que demostró que Diego había usado la mano.<br />
Tampoco los árbitros de 1986 tenían intercomunicadores como<br />
Elizondo en Alemania 2006. El tunecino, árbitro principal, y<br />
el juez de línea búlgaro de aquel partido Argentina-Inglaterra<br />
quedaron tan enojados entre sí, echándose mutuamente la<br />
culpa del error, que jamás volvieron a dirigirse la palabra.<br />
La calidad de las imágenes de Rusia 2018 no dejará dudas.<br />
La TV transmitió por primera vez un Mundial de fútbol en<br />
la Copa de Suiza de 1954. La final de Inglaterra 1966, entre<br />
el anfitrión y Alemania Federal, fue el primer encuentro a<br />
color. Rusia 2018 se transmitirá para todo el mundo en 4K,<br />
un formato televisivo que cuadruplica la calidad de la alta<br />
definición. Algunos duelos se transmitirán inclusive en HDR<br />
(High Dynamic Range), que ofrece un contraste aun mayor<br />
entre tonos oscuros y brillantes. La corporación estatal rusa<br />
Rostec será la encargada de enviar la señal 4K al resto del planeta.<br />
Habrá que tener un nuevo decodificador y un televisor<br />
adecuado. Si Mario Kempes y el Mundial 78 sirvieron para<br />
servar el partido delante de una pantalla en la zona de prensa,<br />
y podrá comunicarse instantáneamente con el banco para<br />
advertir lesiones de gravedad que no se observan a simple<br />
vista. Tendrán una computadora que les permitirá conectarse<br />
a una tablet que estará en poder del cuerpo técnico.<br />
La tecnología se usará también fuera del campo. Los hinchas<br />
que vayan a Rusia no tendrán que llevar todo el tiempo su<br />
pasaporte. La nueva identidad digital (el carné de Fan ID)<br />
será suficiente para conocer todos sus datos. La credencial<br />
obligatoria sirve también para atravesar los controles aduaneros<br />
sin necesidad de visado. “Permite realizar un control<br />
físico mucho más rápido, porque con apuntar un láser sabemos<br />
teóricamente todo sobre cada persona y así evaluamos<br />
el nivel de riesgo”, explicó Nikolái Nikíforov, ministro<br />
de comunicaciones ruso. Quienes tengan el Fan ID podrán<br />
viajar gratis en el transporte público ruso para llegar a los<br />
diferentes estadios. Beneficios y control en una misma jugada.<br />
El estadio de Kazán tendrá la pantalla al aire libre más<br />
grande del mundo. Y el de San Petersburgo será el primer<br />
estadio climatizado, su temperatura podrá regularse gracias a<br />
un sistema inteligente que lo mantendrá a 15 grados. Nadie,<br />
como Langenus, tendrá que buscar un teléfono cercano para<br />
contar la crónica. Si Brasil 2014 fue el acontecimiento más<br />
tuiteado de la historia, con 672 millones de tuits, Rusia 2018,<br />
a no dudarlo, establecerá un nuevo récord. Ojalá sea con los<br />
goles de Messi en la final<br />
Es uno de esos artistas que no necesitan presentación. Decir<br />
Arturo es suficiente para saber que se trata de Arturo Puig<br />
(Buenos Aires, 1944). Nació en una familia de artistas (la<br />
histórica empresa de utilería Casa Puig perteneció primero<br />
a su bisabuelo Carlos, llegado de Cataluña hacia 1870,<br />
luego a su abuelo y finalmente a su padre). Arturo continuó<br />
la tradición familiar de un modo diferente: se dedicó a la<br />
actuación. Sus primeras incursiones en TV fueron a principios<br />
de los años 70 en Los Campanelli y Nino. Pero alcanzó el éxito<br />
masivo con Carmiña (1975), película que coprotagonizó con<br />
María De Los Ángeles Medrano. ¿Quién no recuerda<br />
el Sugar de la década del 80, donde actuó junto a Susana<br />
Giménez y Ricardo Darín? ¿O La mujer del año, en la<br />
misma década, nuevamente junto a la blonda diva? Después<br />
participó en inolvidables unitarios televisivos de la década del<br />
90 como Alta comedia y Atreverse, hasta que llegó el hito de<br />
Uno de los más populares, queridos y prestigiosos<br />
actores de Argentina nos cuenta cómo<br />
empezó a actuar y a dirigir; recorre sus hitos<br />
en televisión, teatro y cine; recuerda su breve<br />
carrera como cantante y ancla en su presente.<br />
Hoy se luce sobre las tablas con la obra El<br />
vestidor, y se prepara para un gran regreso a<br />
la pantalla grande con Camino Sinuoso<br />
POR Alejandra Peñalva<br />
su carrera: ¡Grande, Pa!. Su rol de risueño padre viudo alcanzó<br />
tal popularidad (tuvo picos de 63 puntos de rating) que, una<br />
vez terminado el programa, debió pasar un tiempo sin actuar.<br />
Luego lo convocaron para hacer Cristales rotos, obra teatral de<br />
Arthur Miller. Desde entonces no ha parado de trabajar.<br />
Luego de Nuestras mujeres, vuelve a compartir escenario con<br />
Jorge Marrale, esta vez en El vestidor (la pieza clásica de<br />
Ronald Harwood, bajo la dirección de Corina Fiorillo,<br />
en el Paseo La Plaza). Y espera el estreno de su gran regreso<br />
a la pantalla grande: Camino Sinuoso, ópera prima de Juan<br />
Pablo Kolodziej.<br />
–¿Cuál y cómo es su personaje en El vestidor, la obra<br />
de Ronald Harwood? Soy Norman, el asistente de vestuario<br />
que se desvive por el actor, a quien ama profundamente. No<br />
se trata de un amor de pareja, aunque Norman es gay. Es una<br />
forma distinta de amor. Ocurre que a Norman el teatro le ha<br />
46 47
Con<br />
Jorge Marrale, en<br />
El vestidor<br />
salvado la vida. Allí no lo acechan los fantasmas de una dolorosa<br />
internación que sufrió en el pasado, tampoco siente allí el<br />
rechazo de la sociedad, allí no está solo y encuentra belleza a<br />
su alrededor. La forma en que se expresa el amor es, a fin de<br />
cuentas, una definición de sí mismo. Es probable que también<br />
hable un poco del propio Harwood, quien se unió a la Royal<br />
Shakespeare Company como asistente de Donald Wolfit,<br />
uno de los más grandes actores y directores británicos.<br />
–¿Y qué le ocurre a ese actor al que Norman asiste?<br />
Sir, el actor, está en un momento difícil. Tiene problemas de<br />
salud tanto física como emocional, sufre una suerte de locura.<br />
Está harto de las funciones teatrales y podría decirse que es<br />
Norman quien lo empuja a salir a escena para interpretar una<br />
vez más Rey Lear. La función transcurre durante un bombardeo<br />
en la Segunda Guerra Mundial, con las sirenas de fondo.<br />
Por supuesto, los ánimos de ambos están atravesados por el<br />
combate que se libra en las calles, pero también atraviesan<br />
sus propias batallas: por momentos se enfrentan y se acechan,<br />
luego se acercan, se impulsan y firman la paz.<br />
–A Sir lo interpreta Jorge Marrale, con quien trabajó<br />
en Nuestras mujeres. ¿Componer un personaje junto a<br />
un artista cercano es necesariamente algo facilitador o,<br />
a la inversa, puede entorpecer la interpretación? Para<br />
mí siempre es más fácil trabajar cuando hay confianza entre el<br />
elenco, porque uno sabe del otro y conoce las reacciones de su<br />
par. En el escenario, los actores dependemos mucho del otro,<br />
entonces sentirse confiado facilita el proceso. De todas formas,<br />
aun en los casos en que no hay una relación previa, el vínculo<br />
laboral va creciendo y se va construyendo esa confianza, pero<br />
toma su tiempo. Con Jorge compartimos la comedia Nuestras<br />
mujeres, con Guillermo Francella. La obra habla de la<br />
amistad, y nosotros construimos una linda amistad.<br />
–Usted no fue un actor trashumante, pero creció en el<br />
teatro y en contacto con el cine. ¿Cómo fue su infancia?<br />
Yo acompañaba a mi papá al Teatro Lasalle y hacía de todo un<br />
poco: cortaba las entradas, acomodaba al público y recorría<br />
la sala de punta a punta. Cuando él lo compró, el Lasalle era<br />
un salón, de manera que hubo una gran transformación para<br />
lograr el declive para la platea, colocar las butacas, entre otras<br />
remodelaciones. Yo tenía un escondite bien cerca del escenario<br />
y desde ahí miraba las funciones y el trabajo previo. Saulo [por<br />
Saulo Benavente, uno de los decanos de la escenografía<br />
argentina y amigo de su padre] me daba pequeñas tareas. Por<br />
ejemplo, me decía: “Clavá esta maderita” o “dame una mano<br />
con estos objetos”. De pronto, empezaba a transformarse el<br />
escenario en una casa o en un desierto. Me fascinaba ver cómo<br />
la escenografía creaba un mundo, el mundo adecuado para ese<br />
texto, y estoy seguro de que haber sido testigo de esa creación<br />
ayudó mucho para que naciera mi vocación artística.<br />
–A partir de esa vocación hoy conviven en usted el<br />
actor y el director ¿Cómo se llevan? Muy bien. ¡Es una<br />
convivencia sin conflictos! Yo me dejo dirigir y dejo actuar.<br />
Cuando estoy actuando, actúo e intercambio con el director,<br />
y cuando soy director, permito que el actor actúe; hago mis<br />
indicaciones, pero escucho al actor. En cuanto a la dirección,<br />
es una veta maravillosa que me llegó en 2013 a través de<br />
Gustavo Yankelevich para Le Prenom. Desde entonces<br />
dirigí cinco obras, incluida Sugar.<br />
–¿Cómo fue el reencuentro con una obra tan significativa<br />
en su carrera? Volver a Sugar desde este nuevo lugar fue<br />
maravilloso. Fue una época hermosa, en la que nos divertíamos<br />
mucho con Susana y Ricardo [se refiere, lógicamente a<br />
Giménez y Darín]. Me produce cierta nostalgia, porque allí se<br />
nota el paso del tiempo, y a veces hasta me dan ganas de subirme<br />
al escenario, pero disfruto mucho de esta obra en cualquier<br />
posición. Ocurre que los musicales te permiten sacar todo de<br />
vos, porque se actúa, se baila y se canta.<br />
–Usted siempre dice que es un cantante frustrado.<br />
Sin embargo, grabó dos discos. ¿De verdad le hubiera<br />
gustado ser cantante? Sí, me hubiera gustado. Cantar<br />
es una sensación incomparable. Yo envidio a los cantantes,<br />
en especial a los que cantan bien... ¡no como yo! [y suelta<br />
una carcajada]. Respecto de mi veta musical, sí grabé dos<br />
discos, y hasta hice un año de shows. En la época de Carmiña<br />
era muy frecuente que los galanes grabaran, y allí también<br />
apareció un muy joven Gustavo Yankelevich para proponerme<br />
hacer un disco. Tuve el privilegio de contar con arreglos<br />
de Oscar Cardozo Ocampo [arreglador que trabajó con<br />
Sandro, Mercedes Sosa, María Elena Walsh y muchos<br />
más]. Aunque esa veta no se prolongó, fue un entrenamiento<br />
para La mujer del año y Sugar.<br />
–Este año lo veremos en cine en Camino sinuoso,<br />
de Juan Pablo Kolodziej. Allí compone a un hombre<br />
violento, siniestro. ¿Cómo se siente en un rol que<br />
parece la antítesis de su persona? Sí, mi personaje es<br />
un ser perverso y, aunque no tiene nada que ver conmigo,<br />
me encanta hacer esos papeles, porque son los más jugosos.<br />
Me fascina que sean opuestos a mí, pero también me gustan<br />
porque soy muy cinéfilo, entonces la influencia de Hollywood<br />
está ahí para ayudar a componer las escenas de esos personajes.<br />
Camino sinuoso es un thriller, y trabajé con Juana Viale<br />
y Geraldine Chaplin. Fue un rodaje increíble porque<br />
buena parte se hizo en Villa La Angostura y porque, aunque<br />
no coincidí mucho tiempo con Geraldine, aprovechamos para<br />
conversar sobre cine, Hollywood y su padre. Es imposible<br />
resistirse a la tentación de compartir anécdotas sobre el genio<br />
que fue Charles Chaplin...<br />
–¿Cuándo descubrió su gusto por el cine? Todo empezó<br />
cuando era muy chico. Iba al cine del barrio y por una entrada<br />
veía tres películas seguidas, a veces dos por semana, así que vi<br />
mucho. Ahora en casa también veo cine o vuelvo a ver viejas<br />
películas y cuando me impactan una actuación o una escena,<br />
las repaso, las estudio, busco comprender cómo se plantearon.<br />
A pesar de mi pasión por el cine, fue el rubro que menos transité<br />
en mi carrera, por eso deseo continuar haciendo cine.<br />
–Usted dijo que no se suele llevar los personajes a casa,<br />
pero Arturo Aráuz se instaló en usted de por vida.<br />
¿Cómo se lleva después de tantos años con el viudo de<br />
¡Grande, Pa!? En perspectiva, comprendí que es un personaje<br />
que debe haber sido parte de la vida de mucha gente, que al<br />
cruzarme me dice “¡Grande, Pa!” como una manera de revivir<br />
esos tiempos. Un día estaba caminando con Juan Leyrado, y<br />
desde un taxi me gritaron “¡Grande, Pa!”. Él me hizo ver que<br />
a esta altura ya es un saludo, un guiño, una muletilla. Sin embargo,<br />
apenas terminó la tira fue difícil, porque había quedado<br />
tan identificado que pasé tres años sin que me llamaran para<br />
trabajar. Sin dudas perdí muchos papeles, pero entonces alguien<br />
pensó en mí para hacer Cristales rotos, la obra de Arthur<br />
Miller, y ahí mi carrera dio un giro. De allí en más hice muchos<br />
de los textos de Miller, y siempre confirmo que es un autor<br />
extraordinario. Escribe sobre un problema personal, pero lleva<br />
esa historia a toda la sociedad. Va de lo individual a lo general<br />
con un gran poder de observación y una prosa de gran belleza,<br />
casi poética. Me apasioné con Miller e hice La muerte de un<br />
viajante, Panorama desde el puente y El precio, y de su mano<br />
pasé a Harold Pinter, con La vuelta al hogar y a Edward<br />
Albee con ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, entre otros. En<br />
esa nueva etapa de mi carrera también encontré el reconocimiento<br />
del público, pero a pesar de que se me acercan muy<br />
compuestos para felicitarme, la despedida, en general, es con<br />
una sonrisa pícara y un “¡Grande, Pa!” al final<br />
48
TV / SERIES<br />
Necessary Roughness<br />
La serie, a partir de un guión en tono de comedia, nos<br />
muestra la importancia de la psicología en el deporte y<br />
por reflejo en todos los ámbitos laborales para potenciar<br />
la excelencia natural en cada profesión. La historia<br />
empieza en el momento en que la psicóloga Dani Santino<br />
(Callie Thorne) descubre a su marido siéndole infiel<br />
y su vida cambia para siempre. Con la separación, debe<br />
sacar adelante a sus dos hijos adolescentes sola y decide<br />
atender una mayor cantidad de pacientes. Con este<br />
objetivo en mente, se conecta con un equipo de fútbol<br />
profesional que tiene dificultades con un jugador problemático<br />
y caro. Mientras ayuda a este narcisista y<br />
autodestructivo individuo a recuperar sus habilidades en<br />
el campo, Dani se convierte en una solicitada terapeuta.<br />
Ahora sus clientes de perfil alto incluyen a un piloto de<br />
NASCAR que tiene miedo de la pista, una boxeadora que<br />
lucha contra peligrosos desmayos en el ring y un corredor<br />
de apuestas profesional con una carísima mala racha. ¿Lo<br />
mejor de Necessary Roughness? Nos muestra el modo en<br />
que todos, grandes jugadores o no, solo crecemos cuando<br />
nos animamos a enfrentar nuestros demonios, y el mejor<br />
ejemplo es la protagonista<br />
Friday Night Lights<br />
POR LAURA BERTI<br />
Crónica de la vida de un ficticio pueblo de Texas llamado<br />
Dillon, en el que sus habitantes viven prácticamente para<br />
su equipo de fútbol americano, los Panthers. La historia<br />
sigue la evolución del equipo, de su entrenador y de sus<br />
jugadores, y también del resto de los vecinos de la zona.<br />
Poco a poco el espectador se sumerge en ese microcosmos<br />
tan especial que forman Dillon y los Panthers. Un equipo<br />
de fútbol que transforma al pueblo los viernes por la noche,<br />
cuando la gente olvida por un momento sus pequeñas<br />
miserias y se vuelca a apoyar a los suyos, vengan de donde<br />
vengan, sean quienes sean y jueguen en la posición que<br />
jueguen. El público asimilará con rapidez que el fútbol<br />
americano es en realidad la excusa argumental que motiva a<br />
los personajes y al desarrollo de la trama, pero carece de relevancia<br />
en sí mismo: su importancia reside en acompañar<br />
a los personajes en el transcurso de la vida. Eso es Friday<br />
Night Lights, una serie humana, tremendamente humana.<br />
Con sus sueños e ilusiones, sus alegrías y tragedias, sus<br />
esperanzas y frustraciones. Como la vida misma. Al mismo<br />
tiempo que da a conocer a los personajes, el equipo de<br />
fútbol progresa, va superando etapas, avanzando escalones<br />
en el campeonato estatal, algo así como el pasaporte para la<br />
gloria en este deporte. Las escenas de los partidos son realistas,<br />
son impecables en cuestiones técnicas y están perfectamente<br />
integradas en la acción y en la trama. Al espectador<br />
no se le hacen largos los encuentros e incluso vibra con sus<br />
desenlaces. Se destaca la pareja protagonista, Eric (Kyle<br />
Chandler) y Tami Taylor (Connie Britton). Una serie<br />
entrañable, que cuenta con todos los ingredientes para<br />
satisfacer al público gracias a una dosis medida de ternura,<br />
comedia y drama<br />
Música<br />
alternativa<br />
BOARDING<br />
HOUSE REACH,<br />
cuando el talento sale a jugar<br />
POR Agustina Zabaljáuregui<br />
Jack White es un nerd, extravagante y talentoso, que se la<br />
pasa investigando sonidos y a la vez alimentando la nostalgia<br />
con su amor por el rock clásico, la calidad lo-fi y la grabación<br />
analógica. “Nací en la generación equivocada. Soy un alma<br />
perdida en este tiempo”, dice el oriundo de Detroit y este<br />
sentimiento se refleja en todo lo que hace. Sin embargo<br />
ha logrado encajar a la perfección en el presente musical,<br />
aunque siempre muy a su manera. Tiene su propio sello<br />
discográfico y edita todos sus trabajos en vinilo además de los<br />
formatos digitales a los que la actualidad nos tiene acostumbrados.<br />
Es, además, miembro de la National Recording Preservation<br />
Foundation, una organización que busca garantizar<br />
la conservación de las grabaciones musicales estadounidenses<br />
en formatos que resistan al paso del tiempo.<br />
Su talento, creatividad y obsesiones lo llevaron a convertirse<br />
en uno de los músicos más importantes del siglo XXI y hoy,<br />
ya sin tener que probarle nada a nadie, decidió salir a jugar.<br />
Boarding House Reach es la obra de un científico loco que<br />
decidió divertirse. Rara y experimental, transpira libertad en<br />
cada canción. El ex White Stripes deja de lado su naturaleza<br />
estructurada y la coherencia impoluta de todos sus trabajos<br />
para presentarnos un viaje caótico que recuerda más a un collage,<br />
una colección de ideas en un cuaderno o un popurrí de<br />
lados B que a un disco que funciona como unidad. Boarding<br />
House Reach tiene algunos temas clásicos de White, baladas<br />
rockeras con espíritu blusero y dejos de country. Sin embargo<br />
estas melodías están ultrajadas por sonidos electrónicos con<br />
tintes analógicos y fantasmagóricos y con coros sobreactuados,<br />
como “Connected By Love” o la romántica “What´s<br />
Done It´s Done” que está sucia de sonidos que la convierten<br />
en una experiencia y no permiten que caiga en la simple<br />
balada country. También está la inocente “Humoresque”,<br />
que parece una melodía de un viejo musical con arreglos de<br />
jazz y la voz de White casi susurrada. El resto del álbum es<br />
inesperado, extravagante y demencial. Tal vez lo único que<br />
une a los demás tracks sea la vieja potencia White Stripes que<br />
parecía haber abandonado años atrás. El claro ejemplo de<br />
esto es “Respect Commander” donde combina el power rock,<br />
aullidos valvulares y una base tecno o “Corporation”, donde<br />
agrega funk a la manera de Jon Spencer Blues Explosion.<br />
“Hypermisophoniac” sigue por el mismo camino, acompañada<br />
por ruidos electrónicos que rozan lo molesto, un piano<br />
demencial y su voz histérica haciendo juego.<br />
A su vez incurre en delirios de spoken word a lo Captain<br />
Beefheart, Frank Zappa o Tom Waits, cuando cuenta<br />
historias inmersas en climas sonoros extraños como en “Get<br />
In The Mind Shaft” o “Ezmeralda Steals The Show”. Incluso<br />
hasta se anima a rapear en “Ice Station Zebra”, donde se<br />
mezclan el funk, el delirio y una pizca de Beastie Boys.<br />
Boarding House Reach es una bisagra en la carrera de White, o<br />
tal vez simplemente un disco diferente, porque si en el arte no<br />
existiera el juego y la experimentación todo estaría perdido<br />
50 51
Tema de tapa<br />
cinco<br />
Unidos por la<br />
misma pasión<br />
El deporte y la música tienen muchos elementos en común, particularmente desde que los íconos<br />
de cada mundo accedieron al estrellato mediático y se hicieron fanáticos unos de otros. Repasamos<br />
algunas historias míticas: el intercambio de camisetas entre DIEGO ARMANDO MARADONA<br />
y FREDDIE MERCURY, el apoyo económico de ELTON JOHN al Watford FC para que ascendiera<br />
a la primera división de su país, el amor de los hermanos Gallagher por el Manchester City, las<br />
proezas de BRUCE DICKINSON en el esgrima profesional, el afán de GUILLERMO VILAS por que<br />
LUIS ALBERTO SPINETTA tuviera una carrera internacional, y muchos casos más<br />
POR Juan Manuel Cibeira<br />
53
Desde el siglo pasado, el deporte y la música comparten el<br />
Olimpo de las estrellas: ese sistema que aglutina la elite del<br />
mundo moderno, personajes que arrastran multitudes, ganan<br />
millones y son las luces enceguecedoras que todos intentan<br />
alcanzar. Desde que se produjo la revolución global mediática,<br />
ese estatus se ha expandido y consolidado como nunca<br />
antes. Si bien la música tuvo una instancia inicial arrolladora<br />
a partir de la década del 60, el nuevo siglo nos encuentra con<br />
nuevos modelos de íconos populares, tales como los chefs y<br />
los youtubers, que disputan fama y superan muchas veces a<br />
los ídolos del pop y del rock.<br />
Elogio de Bono a Lionel Messi en pleno show<br />
El deporte ha experimentado un cambio brutal respecto de<br />
otras disciplinas. Arropados en contratos multimillonarios,<br />
los jugadores de fútbol, básquet y tenis son hoy los nuevos<br />
reyes de la popularidad, convenientemente alimentada por<br />
el fenómeno de las redes sociales. En la actualidad, músicos<br />
como Bono, Liam Gallagher o Daddy Yankee se codean<br />
y compiten en lujo y excentricidades con estrellas deportivas<br />
como Lebron James, Lionel Messi o Roger Federer.<br />
La alianza entre la música y el deporte tiene varios antecedentes,<br />
y podemos decir que comienza con la entronización<br />
mediática del deporte moderno como espectáculo de masas.<br />
Esa caracterización generó un cambio en el paradigma de<br />
esta disciplina. Los deportistas dejaron de aparecer exclusivamente<br />
en los ámbitos de su práctica específica para comenzar<br />
a mostrarse en los medios vinculados al mundo del espectáculo.<br />
Este fenómeno, como todos los que generan los países<br />
dominantes de la cultural global, fue esparciéndose paulatinamente<br />
al resto del mundo. Basta recordar la ya conocida<br />
relación de Queen con Diego Maradona, considerada<br />
como una de las primeras demostraciones públicas de la<br />
alianza entre rock y fútbol. En 1981, época de dictadura,<br />
la banda británica vino a tocar a Argentina, y antes de los<br />
shows se reunió con promotores y periodistas locales en un<br />
suburbio de Buenos Aires para compartir un asado. Hubo<br />
dos elementos que llamaron la atención de los presentes:<br />
el guitarrista Brian May llegó vestido con la camiseta de<br />
nuestra Selección; y el punto de encuentro fue la casa quinta<br />
del presidente del club Vélez Sarsfield, en cuyo estadio se<br />
realizaron los conciertos porteños.<br />
Terminada la comida surgió una charla informal entre Freddie<br />
Mercury y un par de periodistas interesados en conocer<br />
la opinión del grupo respecto del fútbol. El cantante comentó<br />
que en Inglaterra ya había una total identificación entre los<br />
fans de rock y los de ese deporte, razón por la que pensaba<br />
salir a tocar los bises con la casaca albiceleste. Los periodistas<br />
especializados en música le manifestaron que ese gesto podía<br />
generar una reacción adversa en el público. Mercury, sin<br />
abandonar su fría pero educada actitud, cortó la incipiente<br />
discusión manifestando que era una decisión tomada. Y así<br />
fue. El cantante de Queen se puso la camiseta de la Selección<br />
y la audiencia deliró. Maradona los presentó en uno de los<br />
shows, compartió con ellos el backstage y hasta se sacó fotos<br />
con una camiseta que tenía la bandera británica. Para muchos<br />
(todavía no había sucedido Malvinas) esta fue la consagración<br />
pública de una alianza entre rock y fútbol que se ha profundizado<br />
con los años, y que se ha extendido a otras corrientes<br />
musicales. En la actualidad basta con escuchar el canto de las<br />
hinchadas en la cancha para saber cuál es el hit del momento.<br />
Además del color y la pasión que genera el fútbol, el rock<br />
también incorporó la mayoría de los elementos negativos que<br />
lo caracterizan. Empezando por el enfrentamiento faccioso<br />
generado por los fans, como ocurrió con Soda Stereo y Patricio<br />
Rey y sus Redonditos de Ricota, o con Charly García y<br />
Luis Alberto Spinetta.<br />
Afortunadamente el deporte y la música tienen muchos<br />
elementos positivos en común. Hay músicos que practican<br />
deporte, deportistas que hacen música, y todos comparten el<br />
mismo público, ese que va por el mundo escuchando reggaetón<br />
o pop, va a los partidos de Rafael Nadal y se pone la<br />
camiseta del Barça.<br />
Elton John demuestra su fanatismo por el Watford FC<br />
Hoy, que los medios y las redes sociales desnudan cotidianamente<br />
la vida de los ídolos, sabemos casi todo sobre ellos.<br />
Pero en la prehistoria, décadas atrás, no era tan fácil acceder<br />
a esa información. Por eso muchas de las cosas que ocurrían<br />
en aquellas épocas primigenias se convirtieron en leyenda.<br />
Una de las más famosas involucra a Elton John, el septuagenario<br />
cantante inglés que está dando la vuelta al mundo en<br />
su tour de despedida de la escena musical. La historia cuenta<br />
que el papá de Reginald Dwight era fanático del Watford<br />
FC –un humilde equipo de fútbol de la ciudad de Watford,<br />
fundado en 1881– y que siempre llevaba a su pequeño hijo a<br />
ver los partidos en Vicarage Road, el estadio local. Años más<br />
tarde, ese chico se convirtió en la estrella Elton John, y su<br />
amor por el equipo lo llevó a poner enormes sumas de dinero<br />
y a convertirse en presidente del club. No lo hizo nada mal…<br />
Hacia 1976, el Watford era un equipo menor del fútbol inglés<br />
y, gracias a su aporte, en 1982 ascendió a la primera división.<br />
Dos años más tarde, el Watford disputaría la apreciada FA<br />
Cup y, aunque perdió, nadie pudo olvidar su hazaña. Cabe<br />
destacar que, además de su pasión por el fútbol, Elton también<br />
juega tenis y organiza partidos y torneos a beneficio de<br />
su fundación para la lucha contra el sida.<br />
Es ampliamente conocido el fanatismo de los músicos británicos<br />
por el fútbol, deporte que inventaron, y suelen manifestarlo<br />
públicamente. Los hermanos Gallagher, ex miembros de<br />
la banda Oasis, viven peleándose ante los medios y solo parecen<br />
estar de acuerdo en su devoción por el Manchester City.<br />
Tanto es así que Noel, durante su visita a la Argentina en<br />
2016 para actuar en el festival Lollapalooza, pidió atrasar la<br />
conferencia de prensa una hora, ya con todos los periodistas<br />
presentes. ¿El motivo? Quería ver un partido de su equipo<br />
favorito por la Champions League, cerveza en mano. Una vez<br />
terminado el match, comenzó la rueda de entrevistas.<br />
No todo es Fútbol<br />
Cada vez que los Iron Maiden visitan Argentina, piden que<br />
les organicen algún picadito. Y aunque a Bruce Dickinson<br />
le gusta mucho el fútbol, lo suyo es volar, e incluso tiene otras<br />
habilidades. Hace años que pilotea el enorme jet de la banda,<br />
pero su gran éxito en el deporte ha sido con el esgrima, a tal<br />
punto que lo practicó profesionalmente y estuvo cerca de representar<br />
a Inglaterra en las Olimpíadas de 1992 en Barcelona.<br />
Para ser sinceros, no a todos los artistas les gusta el fútbol.<br />
Alanis Morissette y Michael Bublé son dos músicos<br />
canadienses de gran relevancia internacional, ambos entusiastas<br />
del hockey sobre hielo. Suelen ir a los partidos cuando<br />
no están de gira. Y Morissette, desde que se mudó a Los<br />
Ángeles, se mostró interesada en el surf.<br />
En cambio para Nick Mason, el baterista de Pink Floyd,<br />
la gloria es subirse a un auto y correr. Es fanático de los<br />
autos y en su mansión tiene treinta exquisitos modelos de<br />
colección. Su pasión lo impulsó a participar de la mítica<br />
competencia de Le Mans, nada más ni nada menos que en<br />
cinco oportunidades.<br />
Flea, bajista de los Red Hot Chili Peppers, ama el básquet y<br />
las carreras de autos. Sigue la campaña de los Lakers de Los<br />
Ángeles y el campeonato de autos NASCAR. Eddie Vedder,<br />
líder de Pearl Jam, es más bien hincha de los Chicago Bulls y<br />
le encanta el béisbol. Para él no hay como los Chicago Cubs.<br />
Lo demostró lanzando Let’s Play Two, un disco en vivo grabado<br />
en Wrigley Field, el estadio de su equipo favorito.<br />
Dennis Rodman sorprende a Eddie Vedder en el escenario<br />
El Capitán Beto (que no es Alonso)<br />
Un caso curioso es el del gran ícono argentino Luis Alberto<br />
Spinetta. “El Flaco” era hincha indiscutible de River, a<br />
tal punto que usaba la camiseta del club para tocar. Por eso<br />
siempre se creyó que “El anillo del capitán Beto” –canción<br />
que compuso para su banda Invisible– se refería al legendario<br />
capitán de River: Beto Alonso. Motivos no faltaban, porque<br />
la letra menciona “un banderín de River Plate…”. Dicen<br />
que el rumor creció fogoneado por Juan Alberto Badía,<br />
fanático tanto de Spinetta como de River, pero fue el propio<br />
músico quien desmintió públicamente la historia, incluso en<br />
presencia del jugador.<br />
Ese no fue el único vínculo de Spinetta con un personaje<br />
del deporte. También fue muy amigo de Guillermo Vilas<br />
(incluso lo nombró padrino de su hijo Dante). En pleno<br />
apogeo deportivo, el tenista utilizó sus influencias para<br />
convencer a CBS (hoy Sony) para que “El Flaco” grabara un<br />
álbum en los Estados Unidos, cantando en inglés. La idea era<br />
proyectar su carrera solista en ese país. La compañía le dio<br />
un contrato y un jugoso presupuesto, con lo cual el músico<br />
argentino convocó a un destacado grupo de sesionistas,<br />
como Abraham Laboriel, Terry Bozzio, Alex Acuña<br />
y Paulinho Da Costa, además de una gran orquesta y el<br />
reconocido arreglador Torrie Zito. Sin embargo, semejante<br />
nivel de producción jugó en contra de Spinetta, que<br />
se vio sometido a una gran presión para cambiar su peculiar<br />
estilo. A medida que transcurrían las sesiones de grabación,<br />
su marca compositiva y vocal fue diluyéndose en un material<br />
que apuntaba a los estándares de la música estadounidense<br />
del momento. Ni siquiera la presencia de su admirado Gino<br />
Vannelli salvó un álbum que terminó siendo un producto<br />
híbrido, sin su impronta artística singular. El álbum se tituló<br />
Only Love Can Sustain y salió en 1980. Hoy es considerado<br />
una pieza de culto<br />
54 55
Música<br />
clásica<br />
Claude<br />
Debussy<br />
En marzo se cumplieron cien años de la muerte del gran compositor francés. En sus<br />
turbulentos 55 años transformó el mundo musical con un lenguaje nuevo y totalmente<br />
distintivo. Junto a ÍGOR STRAVINSKI y ARNOLD SCHÖNBERG, creó el sonido del siglo XX,<br />
disolviendo los límites tradicionales para elaborar una obra innovadora<br />
Claude Debussy nació el 22 de agosto de 1862 en Saint-<br />
Germain-en-Laye, cerca de París. Fue el primogénito de una<br />
familia de cinco hermanos nacidos en un hogar humilde. Su<br />
padre era dueño de una pequeña tienda de porcelanas y su<br />
madre era costurera. Cuando estalló la guerra franco-prusiana<br />
se trasladaron a Cannes. En casa de su tía, Claude comenzó<br />
a recibir las primeras lecciones de música. Su profesora,<br />
madame Mauté De Fleurville, que había sido alumna de<br />
Frédéric Chopin, lo preparó para el ingreso al Conservatorio<br />
de París en 1872.<br />
Por recomendación del profesor de piano Antoine<br />
Marmontel, Debussy fue invitado a Rusia para trabajar<br />
como profesor de música de los hijos de Nadezhda von<br />
Meck, una gran admiradora de las artes, y patrocinadora de<br />
Piotr Ilich Tchaikovsky. El joven compositor creó especialmente<br />
para ella algunos arreglos para piano del ballet<br />
El lago de los cisnes. Lo más importante de la estadía de<br />
Debussy en Rusia fue que le permitió tomar contacto con<br />
partituras que la señora von Meck había puesto a su disposición.<br />
Así, Debussy tuvo oportunidad de conocer las composiciones<br />
de Nikolái Rimski-Kórsakov, Modest<br />
Mussorgski y Aleksandr Borodín.<br />
A los 18 años, Debussy recibió su primera lección de amor<br />
con Marie-Blanche Vasnier, una soprano amateur casada<br />
con un funcionario parisino. Debussy era pianista acompañante<br />
de sus clases de canto. La diferencia de edad (ocho<br />
años) confirió cierto aire maternal a la relación. Marie-Blanche<br />
fue la fuente de inspiración de varias canciones, y<br />
también solía orientar al músico en lo referente a la elección<br />
de la ropa y a las formas de comportarse en la vida. La señora<br />
Vasnier, al igual que lo había hecho la señora von Meck,<br />
apoyó económicamente a Debussy con generosidad y por un<br />
tiempo prolongado.<br />
POR Nadia Koval<br />
En 1884 Debussy ganó el Prix de Rome con su cantata<br />
L’Enfant prodigue. En consecuencia, se instaló en Roma a<br />
principios de 1885. Allí descubrió la música de Giovanni<br />
Pierluigi da Palestrina. Tuvo también la oportunidad de<br />
conocer a Giuseppe Verdi y a Franz Liszt. Durante su<br />
estadía en la Villa Médici, Debussy se apasionó con la lectura<br />
de Charles Baudelaire, Dante Gabriel Rossetti,<br />
Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, entre otros. No<br />
compuso demasiado, pero creó un reducido número de obras<br />
que los profesores del conservatorio consideraron extrañas,<br />
incomprensibles e imposibles de ejecutar.<br />
Al cabo de dos años Debussy regresó a Francia. Con la Suite<br />
bergamasque, compuesta en 1890, alcanzó su primer éxito. En<br />
este período comenzó su relación amorosa con Gabrielle<br />
Dupont (“Gaby de ojos verdes”). “A mademoiselle Gabrielle<br />
Dupont”, dice la dedicatoria del primer acto de su ópera<br />
inconclusa Rodrigue et Chimène. Los nueve años que duró su<br />
relación se caracterizaron por la estrechez financiera. Vivían<br />
en apartamentos viejos y “Gaby” era el único sostén de la<br />
familia: trabajaba como bailarina y buscaba ocupaciones complementarias,<br />
mientras Claude se enfrascaba en sus numerosas<br />
infidelidades. El momento llegó en que Gabrielle ya no<br />
pudo ignorar la aventura de Claude con la cantante y pianista<br />
Thérèse Roger. Una carta comprometedora fue la evidencia<br />
indiscutible de esta relación, y “Gaby” trató de suicidarse<br />
mientras Claude y Thérèse se presentaban alegremente en<br />
un concierto en Bruselas.<br />
En 1899 Debussy contrajo matrimonio con Rosalie Texier,<br />
famosa mannequin de una prestigiosa casa de alta costura de<br />
París. Entre las obras orquestales de este período cabe destacar<br />
el tríptico sinfónico Nocturnes. El compositor agregó una<br />
nota introductoria en la que indicaba que “el título Nocturnos<br />
debe interpretarse en un sentido decorativo. No ha de enten-<br />
derse que hace referencia a la habitual forma de nocturno,<br />
sino más bien a todas las diversas impresiones y a los efectos<br />
especiales de luz que sugiere el término…”.<br />
En 1904 Debussy conoció a Emma Bardac, se enamoró de<br />
ella y abandonó a su esposa Rosalie. Esta última, al igual que<br />
la desdichada Gabrielle, intentó suicidarse. Se disparó en la<br />
Place de la Concorde, pero su mala puntería le salvó la vida.<br />
El incidente causó un gran escándalo en París, hasta tal punto<br />
que Debussy y Emma, que ya estaba embarazada, debieron<br />
huir en secreto a Inglaterra. Allí el músico tuvo la posibilidad<br />
de concluir su obra sinfónica La mer. En el otoño de 1905 la<br />
pareja regresó a París para dar a luz a su hija, Claude-Emma,<br />
conocida con el apodo de “Chouchou”, y a quien Debussy<br />
dedicó Children’s corner (El rincón de los niños).<br />
Al enterarse de que los alemanes habían destruido varias<br />
aldeas francesas, a principios de diciembre de 1915, Debussy<br />
escribió su pequeño y sincero Noël des enfants qui n’ont plus<br />
de maison (Navidad de los niños que ya no tienen hogar). Solo<br />
le quedaba por escribir su última obra, la Sonata para violín.<br />
Antes de ingresar al quirófano para someterse a una colostomía<br />
por cáncer de recto, el 7 de diciembre, le suplicó a Emma:<br />
“Sígueme amando a través de nuestra pequeña Chouchou”. A<br />
partir de 1916 su vida se convirtió en un largo calvario. “Está<br />
tan delgado y pálido”, escribió Emma a un amigo de la familia.<br />
El compositor Charles-Marie Widor escribió que se sentía<br />
“profundamente conmovido por su delgadez y debilidad”. Debussy<br />
murió el 25 de marzo de 1918 en París, en el momento<br />
en que el ejército alemán bombardeaba la ciudad. Precisamente<br />
a causa de la urgente situación de Francia, no se le concedió<br />
un funeral de Estado. La procesión de su ataúd se desarrolló<br />
entre las calles desiertas y destruidas por la guerra. Los restos<br />
de Debussy se encuentran en el cementerio de Passy, detrás de<br />
la Plaza del Trocadero, prácticamente al pie de la Torre Eiffel<br />
RECOMENDADOS<br />
RECOMENDADOS DE NOTA PRINCIPAL:<br />
Debussy: Préludes, Books 1 & 2<br />
Pierre-Laurent Aimard | Universal<br />
Los veinticuatro Préludes de Debussy marcaron definitivamente<br />
el pensamiento pianístico del compositor<br />
francés. Debussy eligió el nombre de sus Preludios,<br />
composiciones muy libres, en honor a los preludios de<br />
Chopin. Nunca tuvo la intención ni el deseo de reunir<br />
todas estas piezas en una misma serie, pues consideraba<br />
cada una de ellas como una obra aparte. Uno de<br />
los aspectos que los diferencian de los Preludios del<br />
polaco es que no siguen ningún orden cromático; es<br />
más, Debussy ni siquiera utilizó cinco tonalidades. Aunque<br />
estos Préludes están considerados como una de las<br />
cimas de la música impresionista, deben contemplarse<br />
como una invitación al viaje y la ensoñación más que<br />
como una pintura descriptiva.<br />
NOVEDAD:<br />
Transcendental.<br />
Daniil Trifonov plays Franz Liszt | Universal<br />
Es el nuevo lanzamiento del gran pianista Daniil<br />
Trifonov, que recibe críticas siempre excepcionales.<br />
La revista The Times resalta que “es el mejor pianista<br />
joven de nuestra época”. Tras su exitoso Rachmaninov<br />
Variations, ha grabado una nueva demostración de<br />
su creciente y extraordinaria obra. Esta vez aborda<br />
a uno de los mejores pianistas del siglo XIX: Liszt. El<br />
repertorio elegido son los Estudios completos. Estos<br />
trabajos siguen figurando como las piezas para piano<br />
más difíciles jamás compuestas, y rara vez se graban<br />
o se interpretan. Daniil Trifonov es uno de los pocos<br />
pianistas que ha grabado estas obras, lo hizo de una<br />
sola vez y en tan solo cinco días.<br />
PARA SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA:<br />
Schubert & Beethoven<br />
Grigory Sokolov | Universal<br />
En el mundo de la música clásica hay grandes personalidades,<br />
pero pocas que se acerquen a la altura<br />
de Grigory Sokolov. Es un artista de culto, no solo<br />
porque su concepción de cualquier música que toca es<br />
decididamente personal, sino también por su tremenda<br />
concentración. Cada nota es coloreada y ponderada;<br />
cada frase meticulosamente juzgada. Se niega a<br />
grabar en el estudio, pero Deutsche Grammophon se<br />
ha asegurado un contrato para lanzar sus conciertos<br />
en vivo. El programa de Sokolov en este CD incluye<br />
la Sonata Nº 29, op. 106, “Hammerklavier”, de Ludwig<br />
van Beethoven; e Impromptus, D899 y Tres piezas para<br />
piano, D946, de Franz Schubert.<br />
LIBRO RECOMENDADO:<br />
Cómo desarrollar el oído musical<br />
Joan Maria Martí | Robin Book<br />
El entrenamiento auditivo nos permite reconocer<br />
y distinguir un sonido, un patrón rítmico, un timbre<br />
sonoro. Pero también nos facilita entender y por tanto<br />
disfrutar más una determinada música. Este libro no<br />
es una mera exposición de audiciones, contiene tablas<br />
y ejercicios que le confieren un carácter muy práctico.<br />
Todo ello pensado para que el lector pueda observar,<br />
pensar, relacionar y, sobre todo, ejercitar su oído musical.<br />
Cómo reconocer diferentes texturas musicales,<br />
distinguir entre monodia, homofonía, contrapunto,<br />
canon y melodía acompañada. Un libro recomendable<br />
para melómanos, aficionados a la música en general<br />
y también para estudiantes, pedagogos, intérpretes y<br />
músicos aficionados o profesionales.<br />
56<br />
57
Tema de tapa<br />
seis<br />
Cine&<br />
deporte:<br />
movimiento y espíritu<br />
Lo que sucede a nivel sonoro en el inicio de La ciénaga; cualquier<br />
travelling geométrico en un film de Wes Anderson,<br />
un solitario paisaje visto por varios minutos y sin otro recurso<br />
que la composición previa y perfecta de un solo plano que<br />
abarca un todo, como sucede en el cine de James Benning,<br />
expresan un concepto general de puesta en escena; no todos<br />
los cineastas pueden transformar un recurso formal en una<br />
expresión personal. A tales cineastas los solemos llamar autores,<br />
y a eso que los diferencia, estilo.<br />
POR Roger Koza<br />
Ray Liotta y Kevin Costner. El campo de los sueños, 1989<br />
Juan Martín del Potro tiene una forma muy particular de<br />
elevarse antes del saque, tal vez una medición inconsciente<br />
de la relación entre la altura y la fuerza del golpe; Lionel<br />
Messi siente como pocos la elegancia de la diagonal, como si<br />
en ese paulatino desvío de la línea recta se cifrara el secreto<br />
dinamismo de su gambeta en velocidad; un patrón similar se<br />
podría identificar en Emanuel Ginóbili, el notable atleta<br />
cuya forma de juego resplandece sin disociarse en su indesmentible<br />
lucimiento de la prioridad de servir al conjunto. Los<br />
deportistas también tienen un estilo, aunque no se lo identifique<br />
según la noción de autor. En los dominios del cine, por<br />
otra parte, el concepto de vencedor deriva de la invención de<br />
los festivales, un añadido posterior a la consolidación del cine<br />
como arte específico del siglo XX, que puede explicarse a<br />
propósito de la invención de los Mundiales y del renacimiento<br />
de los Juegos Olímpicos, en otra clave cultural.<br />
El cine y los deportes no solamente están unidos por el<br />
estilo de sus genios, el cual no es solamente una cuestión<br />
individual, como podría desprenderse de los ejemplos<br />
citados. Al equipo holandés de fútbol de 1974 se le adjudicó<br />
un nombre para explicar su funcionamiento. Tenía un estilo<br />
bien definido, y fue así como un film de Stanley Kubrick<br />
y un libro de Anthony Burgess sirvieron para hallar un<br />
apelativo que lo identificara. Llamaron a ese equipo La<br />
Naranja Mecánica. Aquí también el tema del estilo puede<br />
desbordar al autor, a la idea del cineasta como autor que<br />
tiene una marca propia. Las hermosas películas del estudio<br />
Hammer también tenían un estilo deliberado, más allá de<br />
sus directores. El estilo, demasiado asociado al genio, no es<br />
prerrogativa de un individuo, pero es inevitable que se le<br />
dispense un vínculo unívoco.<br />
Hay otros paralelismos para advertir entre los deportes y<br />
el cine: el trabajo en equipo, el sentido del espectáculo, la<br />
división del trabajo y la distribución de las funciones; incluso,<br />
en muchos casos, los deportes y el cine coinciden en su<br />
tiempo de duración (como sucede con los 90 minutos del<br />
fútbol, una duración muy habitual en las películas). Además,<br />
desde que los deportistas se saben filmados han desarrollado<br />
métodos de interpretación que exceden el rendimiento y que<br />
tienen mucho de escuela dramática. La expresión facial de<br />
los futbolistas y de los tenistas tiene a veces reminiscencias<br />
de líneas de interpretación. La gestualidad en los futbolistas<br />
es pura ficción, un recurso destinado al énfasis que indica<br />
que ese atleta no es solamente un número, sino también un<br />
alma. Cuando el juego está teniendo lugar, el futbolista es<br />
apenas una pieza, es el costado documental del registro. Cada<br />
vez que el juego se detiene, nace el actor. Frente a esto hay<br />
que distinguir las diferencias entre las disciplinas deportivas.<br />
Ciertos deportes se desentienden de la expresión del rostro<br />
y hacen prevalecer la tensión de los músculos. La concentración<br />
total en la proeza por cumplir no tiene tiempo para el<br />
plus de ficción; la exigencia obliga a una naturalidad inconsciente.<br />
El clavadista no tiene tiempo para elegir gestos, como<br />
tampoco lo tiene el jinete que depende enteramente de la<br />
respuesta del animal al que comanda. El boxeo, en cambio,<br />
ha prodigado actores para todos los gustos. El Actors Studio<br />
podría arrogarse varios campeones.<br />
Pero ni el deporte ni el cine podrían ser lo que suponen ser<br />
si no tuvieran como condición de posibilidad el movimiento<br />
en sí. Los deportes existen en la medida en que el cuerpo<br />
de los protagonistas entra en una situación circunstancial de<br />
dinámica, la cual se desentiende de toda actitud natural. En<br />
el deporte el cuerpo entabla otra relación con el espacio. Al<br />
cine le sucede exactamente lo mismo: el movimiento define<br />
su ser. El cine es ante todo movimiento, y nació como<br />
tentativa de estudiarlo. Existió, lógicamente, una evolución.<br />
El movimiento estuvo primero en el cuadro hasta que<br />
velozmente se emancipó el registro de su inmovilidad, y así<br />
se instituyeron formas de movimiento que trastocaron los<br />
modos de mirar en el cine y más allá de él. Los primeros 30<br />
años de cine pueden ser vistos como una exploración estructural<br />
del movimiento, que en el cine soviético inicial alcanza<br />
su expresión más acabada.<br />
La relación formal y más estrecha entre el cine y los deportes<br />
reside en la televisación de los juegos. La televisación<br />
nunca es del todo televisiva. La televisión quiere informar<br />
y entretener, pero el deporte en su ejecución no informa, sí<br />
entretiene, del mismo modo que el cine puede hacerlo, estableciendo<br />
una diferencia en su status epistémico. El cine<br />
no informa, más bien forma, modela e inscribe sobre el imaginario<br />
colectivo. En efecto, la televisación de un partido de<br />
fútbol, más allá de las convenciones de la transmisión, transgrede<br />
el pacto de quietud en el registro que predomina en<br />
cualquier estudio de televisión. La televisión encuentra su<br />
dinámica en el montaje permanente y en vivo. Pero cuando<br />
se transmite un deporte, la interdicción del tiempo en el<br />
registro colisiona con la propia naturaleza de los deportes.<br />
El fútbol, como sucede en el tenis, el rugby, el boxeo y el<br />
hockey, necesita de una sintaxis de registro que es deudora<br />
del cine. El deporte como regla general de inteligibilidad<br />
impone la panorámica. El habitual recurso televisivo del<br />
plano-contraplano le es ajeno; ni siquiera un partido de<br />
tenis puede ser filmado de ese modo. No se puede fragmentar<br />
el plano, más allá del límite y la división que impone la<br />
red, porque el centro de organización del juego radica en<br />
el movimiento de la pelota de tenis, minúsculo objeto que<br />
determina la escena. Lo que importa es el seguimiento de<br />
la trayectoria de la pelota y el modo en que los golpes de raqueta<br />
eternizan los desplazamientos de aquella. En el fútbol<br />
la panorámica, el plano cenital y los travellings constituyen<br />
una magnífica poética del registro. No es muy diferente lo<br />
que pasa con otros deportes. El travelling en el atletismo y<br />
en la natación es tan hermoso como en un film de Chantal<br />
Akerman, Brian De Palma o Leonardo Favio.<br />
Todo esto nos debería llevar a repasar algunas películas<br />
felices sobre los deportes. Los títulos que se han reunido a<br />
lo largo del tiempo son tantos que la enumeración exigiría<br />
un ensayo de largo aliento. ¿Cuál elegir? ¿Las de Rocky?<br />
¿El gran éxtasis del escultor de madera Steiner? ¿Zidane,<br />
un retrato del siglo XXI? ¿Invictus? ¿Rush: pasión y gloria?<br />
¿Agua? Si hubiera que elegir una entre todas, la película<br />
más hermosa en materia deportiva sería, quizás, El campo<br />
de los sueños<br />
58 59
Entrevista<br />
siete<br />
Darío Sztajnszrajber<br />
Elogio de la<br />
incertidumbre<br />
Acaba de publicar Filosofía en 11 frases (Planeta), un libro en el que<br />
invita a los lectores a pensar sin ser subestimados y los desafía con una<br />
convicción: todos podemos hacer filosofía, aunque no lo sepamos<br />
POR Nando Varela Pagliaro<br />
A partir de 2011, cuando apareció Mentira la verdad en<br />
Canal Encuentro, Darío Sztajnszrajber (Buenos Aires,<br />
1968) se transformó en uno de los filósofos más populares<br />
de nuestro país, y sin dudas, el de apellido más difícil. Desde<br />
entonces, además de la televisión, ha llevado la disciplina a la<br />
radio, así como también a los escenarios con los espectáculos<br />
Desencajados y Salir de la caverna. Además, lleva dos libros<br />
publicados: ¿Para qué sirve la filosofía? (Planeta, 2013) y el<br />
reciente Filosofía en 11 frases. Con la excusa de la publicación<br />
de este último, nos recibió en su casa del barrio porteño<br />
de Villa Urquiza, una mañana lluviosa de mayo.<br />
–Es muy común escuchar que un chico quiere ser<br />
futbolista o artista, pero no es tan habitual que alguien<br />
quiera ser filósofo, ¿cómo surge su vocación?<br />
Lamentablemente la elección vocacional con el tiempo se<br />
fue convirtiendo en una situación traumática, por no decir<br />
trágica, donde hay una presión social importante que piensa<br />
que en la elección vocacional se juega algo de la identidad,<br />
y que entiende que la identidad es algo que tiene sentido en<br />
la medida en que uno la encuentra. Cuando en realidad uno<br />
lo puede pensar al revés, que la identidad es una búsqueda<br />
abierta, permanente, que nunca debe encontrarse a sí misma<br />
y, por lo tanto, toda elección vocacional es contingente. En<br />
mi caso, me costó mucho decidirme entre Filosofía y Letras,<br />
pero lo que para mí era un dilema existencial profundo, para<br />
la mayoría de mis allegados era una pelotudez. Vengo de un<br />
hogar de clase media baja, comerciantes, en el que la palabra<br />
filosofía sonaba a una mezcla de terrorismo y drogadicción.<br />
Entonces, fue difícil instalarlo. Aparte, pasé mi secundaria en<br />
el pasaje de la dictadura a la democracia, con lo cual salí rápidamente<br />
a consumir toda la cultura psicobolche de mediados<br />
de los 80. Por eso, cuando llegué a la elección de la carrera,<br />
sabía que iba a ser complicada la aceptación, pero si no dudé<br />
fue porque siempre me interesó el tema.<br />
–Hace poco salió una nota en La Nación en la que<br />
analizaban de qué modo la serie Merlí y su programa,<br />
Mentira la verdad, están incidiendo en la cantidad de<br />
chicos que se anotan para estudiar Filosofía. ¿Cree que<br />
con fenómenos así se alcanza a despertar el interés de<br />
los jóvenes en una carrera como esa? Desde que estrenamos<br />
Mentira la verdad en el 2011, no hay localidad de la<br />
Argentina, y ahora te agrego Uruguay y Chile, en la que no se<br />
me acerquen y me digan que con mis programas se duplica<br />
la cantidad de ingresantes a la carrera. También es cierto que<br />
siguen egresando la misma cantidad.<br />
–A eso voy, es como cuando uno era chico, veía Karate<br />
Kid y enseguida quería salir corriendo a inscribirse<br />
para hacer karate, pero a los dos meses ya no tenía<br />
más ganas de ir. Es un buen ejemplo, y tomando lo del<br />
karate es evidente que si lo estudiás, hay una cantidad de<br />
técnicas que en la película no las ves. Hay una formación que<br />
en la película no la tenés, pero también es cierto que, a diferencia<br />
del karate, lo que te puede inspirar una película como<br />
Karate Kid es a tener una relación más copada con tu cuerpo.<br />
Yo creo que la divulgación<br />
filosófica, esto es obvio, no<br />
suple un estudio universitario,<br />
pero puede inspirar<br />
a un tipo de abordaje de<br />
cuestionamiento, que en<br />
general en la vida cotidiana<br />
uno no le da pelota.<br />
Hay mucha gente que<br />
viendo nuestros programas,<br />
o los distintos espectáculos<br />
que hacemos,<br />
cambia algo en su manera<br />
de hacerse preguntas y de<br />
relacionarse con algunos<br />
fenómenos de lo diario.<br />
En la facultad no opera la<br />
misma lógica. Por eso para mí no compiten la divulgación y<br />
la academia, son idiomas distintos. Spinozeanamente te diría<br />
que son atributos distintos de la misma sustancia.<br />
–¿Le importa la mirada que tiene la academia sobre la<br />
divulgación? Me importa porque se trata de un mismo espacio,<br />
pero creo que hay un tercer actor, en estas grietas que se<br />
arman, que es la docencia. Al docente la divulgación le sirve.<br />
–Muchas veces termina hablando de la docencia y de<br />
lo importante que es inspirar a los alumnos. Desde los<br />
medios siempre se suele hablar del nivel de los estudiantes,<br />
pero es muy poco lo que se dice sobre el nivel<br />
docente. ¿Cómo lo ve? Para responderte primero deberíamos<br />
discutir qué es tener nivel, en qué tipo de proyecto<br />
educativo inscribís la categoría de nivel. Para mí lo que está<br />
en juego es el modelo educativo. Yo creo que hay una crisis<br />
escolar histórica que excede las distintas coyunturas. Tiene<br />
que ver con que siempre el alumno responde a una generación<br />
nueva con una materialidad en juego diferente a la del<br />
docente. Hoy, la mayoría de los docentes están formados en<br />
el siglo pasado y tienen que lidiar con alumnos del siglo XXI,<br />
que tienen otro tipo de herramientas y de conceptualización<br />
sobre lo que es estar adentro de un aula. Hoy el aula está<br />
deserotizada, hoy ningún chico va al aula a aprender nada<br />
porque no le interesa ese formato. No es que los chicos están<br />
deserotizados, lo encuentran por otro lado. Hoy rinde más<br />
la educación no formal que la formal. El método educativo<br />
tradicional debería dejarse impregnar por otra lógica, porque<br />
los contenidos en el aula ya son una pérdida de tiempo. Yo<br />
no puedo dar una clase de Filosofía explicando el año en<br />
que nació Aristóteles. Cualquier alumno lo googlea en<br />
dos segundos. Saberse de memoria esas fechas es casi como<br />
una destreza de circo. Creo que hace falta una reinvención<br />
permanente de la tarea que hacemos.<br />
–Desde su publicación, Filosofía en 11 frases figura<br />
entre los libros más vendidos de no ficción, ¿por qué<br />
cree que la filosofía está cada vez más cerca del consumo<br />
popular? Yo creo que hay un prejuicio que consiste en<br />
61
pensar que vivimos en una época vaciada de sentido. A mí<br />
me gusta pensarlo al revés, que está sobrepoblada de sentido.<br />
Hay recetas para todo y todo ya viene procesado, elaborado<br />
y con su manual de instrucciones para el uso y consumo cotidiano.<br />
Me parece que esa normalización industrial en la que<br />
advenimos genera una sensación de tedio. El tedio irrumpe<br />
ante la superpoblación de respuestas, no ante la ausencia.<br />
Como decía Martin Heidegger, el tedio es tedio por el<br />
todo, la angustia es angustia por la nada. Entonces, se trata de<br />
recuperar la nada frente a un sistema totalitario en el sentido<br />
existencial del término. Hay una necesidad de provocar una<br />
fisura que tiene que ver con la libertad. Lo que la filosofía de<br />
hoy te propone, a la inversa de la sociedad de consumo y de<br />
la autoayuda, es la incertidumbre, es reencontrarte con los<br />
abismos originarios, con la contingencia; reconciliarte con la<br />
idea de que todo está abierto; abrirse a la irrupción del otro,<br />
de ese que te lleva puesto y te resignifica todo el tiempo.<br />
Creo que ahí la filosofía tiene una entrada desde este discurso<br />
más escéptico, más cuestionador y que apuesta más a la apertura.<br />
Cuando el ser humano está demasiado consciente de su<br />
vértigo, busca esos fármacos que lo tranquilicen y lo fijen en<br />
ejes concretos, pero cuando está demasiado fijo en estructuras<br />
que parecen incólumes, busca sobrepasarse a sí mismo,<br />
que es lo que propone la filosofía que a mí me interesa.<br />
–Y esto de cuestionarlo todo, ¿lleva a que uno esté<br />
mejor? Es claro que la filosofía no trae felicidad, la filosofía<br />
angustia. Yo siento la paradoja de que a mí me hace feliz<br />
angustiarme, pero no en el sentido flagelante. Lo que me hace<br />
feliz es encontrar que con las preguntas puedo ir resquebrajando<br />
zonas muy macizas que encubren intereses dominantes.<br />
Es una sensación de liberación, no de libertad como algo<br />
definitivo, sino de estar liberándose permanentemente de<br />
ciertos dispositivos. A mí me hace feliz estar en movimiento,<br />
encontrarle siempre la quinta pata al gato. Obviamente, en un<br />
momento paro y voy a la cancha y grito un gol o estoy con mis<br />
hijos y les doy besos y no pienso en por qué el beso es la forma<br />
de relacionarte con el afecto, porque si no te enfermás. Yo digo<br />
siempre que, si estás veinticuatro horas haciéndote preguntas,<br />
no das un paso y te volvés un tarado, pero si no te hacés ninguna<br />
pregunta las veinticuatro horas, también te volvés un tarado.<br />
Se trata de ver qué tipo de tarado querés ser.<br />
–Uno de los grandes temas de la filosofía es el tiempo.<br />
En su caso, ¿qué relación tiene con el tiempo? Yo<br />
padezco el tiempo. Te diría que fue mi primera pregunta<br />
existencial. No entiendo la alegría de los cumpleaños, no<br />
entiendo qué se festeja. Para mí cada cumpleaños es como<br />
una mutilación de mi cuerpo. Ahora, la pregunta es: ser consciente<br />
de que el camino ineluctable es hacia la muerte, ¿es<br />
algo de lo que tenés que estar todo el tiempo pendiente? Yo<br />
creo que toda nuestra cultura fue pensada como un modo de<br />
aligerar esa consciencia. Te casás, tenés hijos y vas a la cancha<br />
para olvidarte de que te vas a morir igual. Cuando esa cultura<br />
te enajena tanto que olvidás tu condición de finitud, ahí hay<br />
que recuperarla. Como diría Heidegger “una vez por semana<br />
acordate de que te vas a morir igual”. Eso modifica el lugar<br />
desde el que te relacionás con las cosas.<br />
–¿Cuándo siente que tuvo un día productivo, que<br />
justificó su día? Depende el criterio, te diría que es casuístico.<br />
La semana pasada por ejemplo di un curso el lunes en<br />
Montevideo, el martes en el Konex y el miércoles en Rosario,<br />
y para mí el día más productivo de esa semana fue el jueves,<br />
que no hice un pomo. Me quedé en casa y me vi Intrusos<br />
entero. Me encanta ver la tele y esa clase de programas. Ahí<br />
también ejercés un tipo de pensamiento. Nadie entiende la<br />
realidad en la que vive si oculta la mitad de las cosas que pasan.<br />
Además, Intrusos tuvo virajes interesantes en los últimos<br />
meses. Por ahí pasó todo el feminismo, no solo a defender la<br />
postura feminista, sino también a hablar de la ley del aborto.<br />
–Cuando habla de lo que hace se le nota cierta pesadez.<br />
¿Piensa que toda vocación, por más pasión que uno tenga,<br />
a la larga se termina convirtiendo en un trabajo, con<br />
todo lo malo que eso implica? Me parece que hay un modelo<br />
productivo que desapasiona, pero después queda en cada<br />
uno cómo recuperar esa pasión. A mí en general siempre me<br />
pasa que cuando termino encontrándome con los estudiantes<br />
o el público y veo que de alguna manera lo que hago genera<br />
transformación, enseguida reconecto con la pasión<br />
63
Tema de tapa<br />
siete<br />
Con los tapones de punta:<br />
historia de la mujer<br />
en el deporte<br />
POR Agustina Zabaljáuregui<br />
Cada vez son más los que toman consciencia de la inmensa<br />
desigualdad que existe entre hombres y mujeres. Este despertar<br />
feminista generalizado puede ser relativamente nuevo,<br />
pero hubo miles de mujeres en la historia que allanaron el<br />
camino para que hoy se puedan cuestionar los roles que<br />
ocupan, la desigualdad en todos los ámbitos, la violencia que<br />
sufren y todo lo que conlleva ser parte del mal llamado “sexo<br />
débil”. Pero tal vez uno de los espacios donde la mujer tuvo<br />
más barreras que romper fue en el deporte, y aún le queda<br />
mucho camino por recorrer para llegar a la igualdad.<br />
Salvo en algunas regiones como México, donde las comunidades<br />
prehispánicas integraban a las mujeres de manera activa en<br />
juegos y competencias, el deporte solía ser una actividad exclusivamente<br />
masculina. Los registros de las primeras Olimpíadas<br />
datan del 776 a. C., allí las mujeres tenían prohibido participar,<br />
y únicamente las solteras podían estar entre los espectadores,<br />
las casadas podían ser castigadas con pena de muerte si osaban<br />
colarse entre el público. Los Juegos Olímpicos dejaron de<br />
practicarse en el 349 d. C., y se retomaron nuevamente en<br />
1896, organizados por el barón Pierre De Coubertin. Una<br />
vez más las mujeres estuvieron prohibidas, porque según el<br />
reglamento su participación era considerada “aberrante y contraria<br />
a la salud pública”. El organizador estimaba que el único<br />
rol de la mujer en la competencia era coronar a los vencedores.<br />
La iglesia católica estaba de acuerdo con el barón, con lo cual<br />
aquellas mujeres que tuvieran aspiraciones de competir eran<br />
además pecadoras. Médicos, entrenadores y deportistas apoyaban<br />
la exclusión de la mujer bajo la creencia de que podía<br />
sufrir enfermedades y quedar estéril si practicaba deportes, o<br />
terminar con un cuerpo masculinizado.<br />
En 1900 los Juegos Olímpicos se llevaron a cabo en París<br />
y por primera vez las mujeres pudieron participar, aunque<br />
solo en tres de las veinte disciplinas: tenis, golf y croquet.<br />
Sin embargo, la competencia femenina no era oficial. La<br />
gran ganadora fue la tenista inglesa Charlotte Cooper,<br />
considerada la primera campeona olímpica de la historia. En<br />
ese momento la apodaban “la solterona”, porque el hecho de<br />
no estar casada pesaba más que todos sus logros deportivos.<br />
Nada, ni siquiera el haber quedado sorda a los 26 años, le<br />
impidió ganar cinco veces Wimbledon, la última vez con 37<br />
años y ya habiendo sido madre de dos niños.<br />
Cansadas de estar al margen, un grupo de mujeres decidió<br />
organizar los Juegos Mundiales Femeninos, que se llevaron<br />
a cabo en 1922. Estos fueron impulsados por Alice<br />
Milliat, creadora de la Federación Deportiva Femenina<br />
Internacional, que se convirtió en la organización enemiga<br />
de la encabezada por Pierre de Coubertin. Para conseguir<br />
la integración, primero apeló a distanciarse y organizar una<br />
competencia en la que las mujeres tuvieran el lugar que se<br />
merecían. Estos Juegos tuvieron mucho éxito, y cuatro años<br />
después se repitieron en Suecia, donde las repercusiones<br />
fueron masivas. Pierre de Coubertin tuvo que dar el brazo a<br />
torcer y en 1928 permitió que las mujeres participen en atletismo.<br />
Esto dejó sabor a poco en Milliat y sus seguidoras, que<br />
continuaron organizando los Juegos Mundiales Femeninos en<br />
tres oportunidades más hasta que lograron negociar mejores<br />
condiciones en la competencia organizada por el barón.<br />
La integración de las mujeres en el deporte fue agónica: si bien<br />
iban ganando terreno de a poco, lo hacían a la fuerza y no siempre<br />
eran bienvenidas en las competencias. La discriminación<br />
Kathrine Switzer, Maratón de Boston, 1967<br />
64<br />
65
RECOMENDADOS<br />
POR MÓNICA TRACEY<br />
Kinue Hitomi<br />
Christy Martin<br />
Enriqueta Basilio<br />
Nadia Comaneci<br />
Marcela “La Tigresa” Acuña<br />
era atroz, ni hablar de las condiciones de preparación física, los<br />
sponsors y el apoyo del entorno. Además, cada paso hacia adelante<br />
solía significar cuatro para atrás. En los juegos de 1928, la<br />
atleta japonesa Kinue Hitomi compitió en los 800 metros y,<br />
como sufrió un desmayo en plena carrera, algo muy común en<br />
ese entonces también entre los hombres, se determinó que la<br />
prueba era peligrosa para las mujeres y se mantuvo restringida<br />
durante los siguientes cuarenta años.<br />
Recién en 1968 se permitió que una deportista llevara la<br />
llama y encendiera el pebetero. La encargada fue la mexicana<br />
Enriqueta Basilio, quien muchos años después se convertiría<br />
en diputada del PRI (Partido Revolucionario Institucional).<br />
Paradójicamente, a pesar de la tarea titánica que fue<br />
para las deportistas insertarse en los Juegos Olímpicos, quien<br />
recibió el primer puntaje perfecto de la historia fue una mujer,<br />
la gimnasta rumana Nadia Comaneci, en 1976.<br />
Lo cierto es que el sexo femenino nunca fue invitado en la<br />
historia del deporte, los espacios ganados fueron conseguidos<br />
gracias a mujeres que dijeron “basta” y rompieron las reglas.<br />
Así ocurrió con la presencia femenina en las maratones. En<br />
1967, Kathrine Switzer cambió la historia al inscribirse<br />
en la mítica Maratón de Boston usando solamente sus<br />
iniciales, para no ser descalificada. Pagó los tres dólares de la<br />
inscripción y se presentó con gorra y ropa holgada para pasar<br />
desapercibida. Sin embargo, en el transcurso de los 42 km,<br />
fue descubierta por el organizador, quien se metió furioso<br />
en la competencia e intentó sacarla con sus propias manos<br />
al grito de “¡Fuera de mi carrera!”. El novio de Switzer, que<br />
corría a su lado, empujó al organizador a una zanja y continuaron<br />
corriendo. Al año siguiente el formulario de inscripción<br />
aclaraba que solamente podían participar hombres, pero<br />
muchas mujeres se presentaron sin los números oficiales en<br />
las pecheras y corrieron a la par de los competidores. Este<br />
fenómeno continuó hasta que cinco años después se abrió la<br />
categoría femenina dentro de la Maratón de Boston.<br />
En Argentina hubo una historia similar, pero en el boxeo, un<br />
ámbito particularmente masculino. Las mujeres comenzaron<br />
a participar en la década del 90, al principio como una atracción<br />
casi de circo. La primera boxeadora famosa fue la estadounidense<br />
Christy Martin, que abría las veladas boxísticas<br />
de Tyson. Llegó a los ojos de Marcela “La Tigresa”<br />
Acuña, en ese entonces una jovencita formoseña que practicaba<br />
kick boxing en su provincia natal. Cuando Martin vino<br />
a la Argentina, Acuña quiso conocerla y fue al programa de<br />
televisión donde la entrevistaban. Casi como un divertimento,<br />
la hicieron hacer guantes con ella, y la argentina le aguan-<br />
tó todos los golpes sin tener ningún tipo de entrenamiento<br />
boxístico. Semanas después le llegó la invitación para repetir<br />
la pelea, de modo profesional, en Estados Unidos. Casi sin<br />
preparación, ni sponsors, ni la alimentación ni los complejos<br />
vitamínicos necesarios, “La Tigresa” viajó con su entrenador<br />
y enfrentó a Martin en diciembre de 1997. La argentina –que<br />
sabía que la única manera de visibilizar el boxeo femenino<br />
en nuestro país era presentándose a esa pelea– dio una digna<br />
batalla y terminó perdiendo por puntos. Recién en 2001 entró<br />
en vigencia el reglamento para boxeadoras. Pero mientras<br />
tanto, y a pesar de su proeza boxística en Estados Unidos, lo<br />
único que “La Tigresa” recibió fue rechazo y discriminación.<br />
Entre muchas otras cosas, no la dejaban entrar cuando quería<br />
ir a entrenar a la Federación de Box. En 2003, Acuña noqueó<br />
a la panameña Damaris Pinock Ortega en el Luna Park y<br />
se coronó Campeona Mundial Supergallo, siendo la primera<br />
mujer en cumplir un sueño que muchos hombres no pudieron<br />
conseguir.<br />
Aún hoy, en ciertos deportes como el fútbol, la brecha entre<br />
hombres y mujeres es inmensa. Partiendo de la base de que<br />
a los niños cuando nacen les regalan una pelota y a las niñas<br />
una muñeca, la lucha de las mujeres futbolistas es incansable.<br />
El pasado abril las argentinas quedaron entre los mejores<br />
cuatro equipos de la Copa América Femenina, a pesar de<br />
haber pasado 18 meses sin entrenamiento y habiendo tenido<br />
que hacer una huelga contra la AFA el año anterior, porque<br />
les adeudaban varios meses de viáticos, lo único que cobran<br />
por representar al país en ese deporte. Además, las pocas que<br />
juegan profesionalmente lo hacen en otros países, y no se les<br />
paga el pasaje para representar al suyo en los campeonatos.<br />
El equipo entero ha tenido que dormir en micros porque no<br />
se les pagaba la estadía al viajar a otros países para jugar. Este<br />
año, incluso, la AFA presentó las nuevas camisetas en esbeltas<br />
modelos, en lugar de que las vistieran las propias jugadoras<br />
que las iban a tener que transpirar en la cancha.<br />
A pesar del maltrato y de la falta de dinero, de preparación<br />
adecuada y de prensa (sus partidos no son televisados), la<br />
Selección Argentina de Fútbol Femenino se clasificó en los<br />
Juegos Panamericanos de Perú 2019, y está a un paso de representarnos<br />
en el Mundial de Francia. Resulta imposible no<br />
preguntarse hasta dónde llegarían si estuvieran en las mismas<br />
condiciones que los futbolistas masculinos.<br />
Como dijo John Lennon, la mujer es el negro del mundo,<br />
y aún hay mucho camino por recorrer para que la situación<br />
se revierta. Por eso a las chicas no les queda otra que seguir<br />
saliendo con los tapones de punta<br />
MAGNETIZADO<br />
Carlos Busqued<br />
Anagrama<br />
Cuatro taxistas asesinados en unos pocos<br />
días de 1982 en Mataderos. Semanas<br />
después, el hermano y el padre del asesino<br />
lo entregan a la policía: un muchacho de<br />
20 años que confiesa todo, da detalles, no<br />
siente nada. Busqued lo contacta en 2015 en<br />
el último de sus lugares de reclusión. Horas<br />
de grabación y un testimonio que da cuenta<br />
de una personalidad casi inclasificable, y de<br />
un sistema penitenciario tan espeluznante<br />
como el de las unidades psiquiátricas en<br />
las que recibió tratamientos atroces. La<br />
noticia se desgrana en una investigación a la<br />
manera del Nuevo Periodismo, pero el autor<br />
no elige la narración sino el testimonio, las<br />
entrevistas, como forma para un relato que<br />
no se puede soltar.<br />
SABER SER<br />
Juan Archibaldo Lanús<br />
El Ateneo<br />
El autor vuelve a las fuentes de la cultura<br />
universal para buscar las claves que siente<br />
perdidas en nuestra civilización tecnológica y<br />
mediática, que a pesar de los enormes atractivos<br />
que ofrece parece negar el camino de la<br />
felicidad. Lanús retoma las ideas de grandes<br />
pensadores del pasado, apela a la sabiduría<br />
y el conocimiento de las tradiciones de<br />
Oriente y Occidente, así como a las culturas<br />
originarias de América, como un gran espejo<br />
cuya imagen se hubiera ido degradando, para<br />
recuperarla, reconstruirla, y volver allí por<br />
respuestas.<br />
LA BRUJA<br />
Camilla Läckberg<br />
Océano<br />
La desaparición de una nena de 4 años desata<br />
la búsqueda y la trama de un doble pasado:<br />
el crimen de otra niña de la misma edad, 30<br />
años atrás, y la caza de brujas en Suecia, allá<br />
por el 1600. Una investigación suscitará la<br />
otra, y los habitantes de la villa de pescadores<br />
donde transcurre estarán ligados a ellas de<br />
una u otra manera. Un campo de refugiados<br />
sirios instalado en el pueblo agrega elementos<br />
de una nueva realidad. La escritora Erica<br />
Falck y su marido, el policía Patrik Hedström,<br />
vuelven a protagonizar esta novela de la<br />
saga Los crímenes de Fjällbacka, que lleva ya<br />
diez libros publicados y 25 millones de ejemplares<br />
vendidos en el mundo, y que ha hecho<br />
de Camilla Läckberg una de las autoras<br />
de novela negra más exitosas de Europa.<br />
ARCHIVO DICKINSON<br />
María Negroni<br />
La Bestia Equilátera<br />
La Universidad de Harvard abrió al público<br />
los papeles privados de Emily Dickinson<br />
en 2013, con un lexicón de 9000 palabras<br />
recurrentes en la obra de la poeta. Allí se<br />
gestó este “archivo” con palabras que encontraron<br />
resonancia en María Negroni.<br />
Así, la autora estadounidense del siglo XIX<br />
se recorta fantasmal en esta obra de la poeta<br />
argentina. Un extraño y vigoroso encuentro<br />
de miradas, de mundos. Un homenaje y una<br />
transustanciación. Traductora de Dickinson,<br />
fue en esas palabras que sugerían obsesiones<br />
donde Negroni encontró un camino de<br />
nuevas indagaciones propias.<br />
CUANDO FUIMOS LOS PERIPATÉTICOS.<br />
LA NOVELA DE MERLÍ | Héctor Lozano<br />
Planeta<br />
Para los seguidores de la serie Merlí, esta<br />
novela les permitirá revivir la historia y<br />
además conocer algo de su continuación en<br />
la voz de Bruno, hijo del profesor catalán,<br />
que escribe años después de la época dorada<br />
y conflictiva del bachillerato, cuando su<br />
ausente padre se apareció como irreverente<br />
profesor de Filosofía. De la mano de Merlí,<br />
la filosofía baja del pedestal para hacerse<br />
pensamiento práctico en la vida de ese<br />
grupo de adolescentes, y todo irá dándose<br />
vuelta (la relación padre e hijo, las normas<br />
del colegio) e irá abriendo en ellos un<br />
camino de inesperada libertad. Lozano es<br />
el creador, guionista y productor ejecutivo<br />
de la serie.<br />
SIGO SIENDO YO<br />
Jojo Moyes<br />
Suma de letras<br />
La escritora británica trae la tercera entrega<br />
de la serie iniciada con Yo antes de ti, que llegó<br />
a vender más de 12 millones de ejemplares<br />
y tuvo su película. Especialmente dirigida<br />
a su ansioso público cautivo, Sigo siendo yo<br />
encuentra a su heroína luego de haber dejado<br />
Londres para vivir una temporada en Nueva<br />
York, ciudad que da nuevo aire a la protagonista<br />
y a sus lectores, que encontrarán en la<br />
vida de la ciudad otro ingrediente de interés.<br />
Mientras tanto el amor, inevitable centro del<br />
género, recorre los predecibles desafíos de la<br />
distancia, los celos, los necesarios deslumbramientos<br />
de lo nuevo.<br />
66<br />
67
Historia<br />
& política<br />
Lo último de<br />
Eric Hobsbawm<br />
y Didier Fassin<br />
POR Felipe Pigna<br />
¡Viva la Revolución!, Eric Hobsbawm,<br />
edición y compilación de Leslie<br />
Bethell<br />
En su libro Rebeldes primitivos, publicado<br />
en 1959, en el que estudia las formas<br />
arcaicas de protesta social, Eric Hobsbawm<br />
no habla de América Latina. Ya en<br />
Bandidos, publicado en 1969, hay varias<br />
referencias al bandolerismo latinoamericano<br />
y las revueltas campesinas. En La<br />
era de la revolución (1789-1848) hay solo<br />
dos referencias a nuestra región y algo<br />
similar sucede con La era del imperio<br />
(1875-1914). Puede decirse entonces que<br />
hubo que esperar hasta su Historia del<br />
siglo XX, publicado en 1994, para encontrar<br />
un volumen con interesantes notas<br />
temáticas sobre nuestra historia. Allí, se<br />
refiere a la Revolución Mexicana y a la<br />
Reforma Universitaria argentina de 1918<br />
y recorre nuestro pasado con su mirada<br />
única y magistral. Este libro reúne artículos<br />
del gran historiador publicados a lo<br />
largo de su extensa carrera. En su primer<br />
viaje a la región en 1960 Eric quedó muy<br />
impresionado por la Revolución Cubana<br />
y aprovechó su visita a Brasil para escribir<br />
una excelente crónica para la revista<br />
New Statesman, en la cual tenía una columna<br />
como crítico de jazz, sobre la naciente<br />
y explosiva bossa nova. Hobsbawm<br />
se entusiasmó con el clima político de la<br />
región y escribió América Latina, no hay<br />
región más revolucionaria. Resultan muy<br />
interesantes como complemento de su<br />
libro Bandidos, los artículos “Cuando los<br />
campesinos se vuelven bandidos” y “La<br />
insurrección campesina”. Es notable su<br />
desarrollo de la histórica violencia política<br />
de Colombia y su visión en “La guerrilla<br />
en América Latina”. Finalmente, su<br />
capacidad de análisis aparece nítidamente<br />
en los artículos “Chile año uno” y “El<br />
asesinato de Chile”. Dice Hobsbawm:<br />
“El gobierno de Allende no se suicidó<br />
sino que fue asesinado. Lo que acabó<br />
con él no fueron sus errores políticos o<br />
económicos ni las crisis financieras, sino<br />
las armas y las bombas. Y a los comentaristas<br />
de la derecha que se preguntarán<br />
qué alternativas quedaban abiertas para<br />
los opositores a Allende que no fueran un<br />
golpe de Estado, la respuesta es simple,<br />
no hacer un golpe”.<br />
Por una repolitización del mundo.<br />
Las vidas descartables como desafío<br />
del siglo XXI, Didier Fassin<br />
Como Michel Foucault, Fassin se<br />
inició en el mundo de la medicina para<br />
pasar al de las ciencias sociales. En su<br />
caso a la antropología social. No está<br />
de más recordar, como lo hace el autor,<br />
que el interés de los antropólogos por la<br />
política es bastante tardío. Quizás hasta<br />
los trabajos de Pitchard en los años 40,<br />
la disciplina prefería ocuparse en lo que<br />
se denominaba por entonces “sociedades<br />
primitivas” a las que se diferenciaba<br />
de las occidentales. Fassin propone, en<br />
este panorama de evidente desencanto<br />
con la política, una redefinición de la<br />
“impolítica” desarrollada por Foucault<br />
en sus clases de 1979, poniendo el eje en<br />
la vida de la gente, y no en las instituciones.<br />
Repolitizar es entonces desplazar<br />
la mirada desde las formas clásicas de la<br />
política hacia su materia prima, la gente.<br />
Por lo tanto, un tema tan transitado como<br />
la democracia no debería ser planteado<br />
exclusivamente en términos de representantes<br />
y gobernantes sino con categorías<br />
vitales como igualdad y justicia, trato a<br />
los inmigrantes, mayorías y minorías,<br />
desempleo, pobreza y formas de violencia<br />
ejercidas por el Estado. Fassin sitúa<br />
esta antropología entre la filosofía y la<br />
etnografía para indagar sobre cuestiones<br />
tristemente actuales como los refugiados,<br />
la xenofobia, el auge de los populismos de<br />
derechas y los partidos neonazis. El autor<br />
se permite cuestionar el derecho de los<br />
poderes fácticos a decidir quiénes podrán<br />
tener una existencia digna y quienes<br />
serán condenados. La propuesta no es<br />
la antipolítica sino, a través de relecturas<br />
muy interesantes de autores como<br />
Benjamin, Foucault, Derrida y Kafka,<br />
una reelaboración que le devuelva un<br />
sentido humano que permita señalar<br />
claramente cuáles son los límites de lo<br />
tolerable y hasta dónde admiten las sociedades<br />
que se rebaje el valor de la vida<br />
OTROS RECOMENDADOS<br />
Héroes argentinos. Doce médicos que hicieron<br />
historia | Jorge Tartaglione.<br />
Astor Piazzolla | de María Susana Azzi.<br />
¡Viva Yrigoyen! ¡Viva la revolución! La lucha armada<br />
radical, 1930-1933 | Ernesto Salas.<br />
Bartolomé Mitre. Entre la nación y la historia |<br />
Eduardo Míguez.<br />
Los alemanes en la Argentina. 500 años de historia |<br />
Wilhelm Lütge, Werner Hoffmann.<br />
Historia de la vida privada (edición estuche) |<br />
Philippe Ariès.<br />
El diario del diablo. Alfred Rosenberg y los secretos<br />
robados del Tercer Reich | David Kinney y Robert K.<br />
Wittman.<br />
69
Entrevista<br />
ocho<br />
Jorge Volpi<br />
En los albores<br />
de la posverdad<br />
POR Juan Pablo Cinelli<br />
El escritor mexicano visitó la Feria del Libro<br />
de Buenos Aires para presentar Una novela<br />
criminal, su último trabajo, con el que ganó el<br />
Premio Alfaguara de Novela 2018. Se trata de<br />
un texto de no ficción al que el autor define<br />
como “novela documental” o “novela sin<br />
ficción”, pero que también puede ser visto como<br />
una extensa y poco ortodoxa crónica sobre<br />
un caso policial que desde hace más de una<br />
década divide a la opinión pública de su país<br />
De paso por Buenos Aires para presentar su nuevo libro, Una<br />
novela criminal, el escritor Jorge Volpi (Ciudad de México,<br />
1968) comenta que Operación Masacre de Rodolfo Walsh<br />
le parece un texto extraordinario, pero que por desgracia<br />
es inconseguible en su país. Lo sabe bien, porque no hace<br />
mucho dictó un taller sobre escritura de no ficción y no<br />
pudo integrar dicha obra a la lista de lecturas sugeridas pues,<br />
increíblemente, los editores mexicanos parecen desconocer<br />
su existencia. Los lazos entre ese libro de Walsh y su nuevo<br />
trabajo no son pocos: en sus más de 500 páginas Volpi reconstruye<br />
con precisión detectivesca el complejo caso Cassez-Vallarta,<br />
que conmueve y divide a la opinión pública mexicana<br />
desde su inicio, el 9 de diciembre de 2005.<br />
Israel Vallarta y quien por entonces era su pareja, la francesa<br />
Florence Cassez, fueron detenidos en la madrugada de<br />
aquel día por un escuadrón antisecuestros en el domicilio del<br />
primero, mediante un operativo de proporciones cinematográficas<br />
que fue transmitido en directo por dos canales de noticias.<br />
En ese mismo acto las fuerzas liberaron a tres víctimas<br />
de secuestros extorsivos, un hombre, una mujer y su hijo de<br />
8 años, quienes supuestamente se encontraban cautivos en la<br />
propiedad de Vallarta. Sin embargo, las irregularidades enturbiaron<br />
el procedimiento casi desde foja cero. Poco después<br />
se supo que aquella espectacular detención fue en realidad<br />
un montaje urdido por los más altos funcionarios y las fuerzas<br />
públicas, en connivencia con los medios de comunicación, y<br />
que la confesión de Vallarta fue obtenida bajo tortura. Aun<br />
así, 13 años después Vallarta sigue preso y Cassez fue liberada<br />
luego de que su caso se convirtiera en el eje del conflicto<br />
diplomático más grave en la historia de las relaciones entre<br />
México y Francia.<br />
Una novela criminal le valió a Volpi el Premio Alfaguara de<br />
Novela 2018. En sus páginas recorre cada vericueto de un<br />
caso laberíntico, apartándose deliberadamente de las formas<br />
literarias tradicionales, para adoptar el estilo de la crónica periodística,<br />
los documentos legales, los expedientes jurídicos o<br />
las declaraciones testimoniales. El resultado es una novedosa<br />
pieza de no ficción (el autor prefiere llamarla “novela sin ficción”<br />
o “novela documental”) que consigue ser tan atrapante<br />
como la mejor novela de intrigas. “Lo que a mí me parece<br />
peor no es tanto que se falsee la realidad, porque eso se ha<br />
hecho antes en muchas ocasiones”, dice Volpi, “ahora se trata<br />
de que las mentiras se revelan, se vuelven obvias, y a nadie<br />
le importa. Es decir que la revelación de la mentira no tiene<br />
ningún efecto”, concluye.<br />
–¿Pero qué le parece más grave? ¿Que la verdad deje<br />
de existir o que deje de importarnos? Que la verdad deje<br />
de existir quizás es el paso previo. Pero en el siglo XXI, con<br />
el concepto de posverdad, llegamos más allá: ya no es tanto<br />
pensar que existen varias verdades, sino que confrontados<br />
directamente ante la falsedad de la mentira la verdad ni<br />
siquiera nos importa.<br />
70 71
–En la novela usted hace referencia a Truman Capote<br />
y a A sangre fría, aunque hay mucha diferencia entre<br />
la abierta intención literaria de aquel y su voluntad de<br />
acercarse al estilo de legajos y documentos judiciales.<br />
Pero esa forma de narrar tratando de apegarse a los<br />
hechos, a la acción, también lo acerca de algún modo<br />
a lo cinematográfico. ¿Cómo trabajó ese aspecto? El<br />
proceso de escritura empezó con la lectura del expediente.<br />
Como no soy periodista mi método fue distinto. No es que<br />
hice la investigación y luego escribí el libro, sino que conforme<br />
iba investigando de inmediato lo iba integrando al<br />
archivo del libro. Entonces, a diferencia de casi todo lo que<br />
he escrito, este libro se armó como un rompecabezas, por pedazos,<br />
y luego se fue llenando. ¿Con qué? Con la información<br />
del expediente, con las entrevistas que hice, con todo lo que<br />
revisé del material previo –libros, investigaciones anteriores,<br />
el registro audiovisual– y todo se iba integrando. Hasta que<br />
tuve una primera versión del libro, de 800 páginas, escrita en<br />
tercera persona, porque en ese momento quería acercarme<br />
más a Capote. Pero al mismo tiempo trataba de dejarle al lector<br />
la impresión de que estaba solo frente a los documentos.<br />
Le entregué esa versión a mis mejores amigos, los lectores<br />
en quienes confío, y todos coincidieron en que era ilegible,<br />
imposible, aburrida. Entonces lo reescribí por completo,<br />
cambiando de perspectiva.<br />
–¿Es en ese momento donde aparece esa aproximación<br />
al policial negro en el que el propio investigador va<br />
narrando la pesquisa? Exacto, ahí introduzco la primera<br />
persona. Una primera persona discreta, porque no habla de<br />
sí misma sino que va sirviendo de guía a través de la historia,<br />
eso también demandó un ritmo de narración distinto. Me<br />
permitió nuevos recursos, más literarios o, como dices tú,<br />
más cinematográficos que estrictamente jurídicos. Me permití<br />
incluso algunos juegos temporales. Con todo eso el libro se<br />
redujo 300 páginas.<br />
–En tanto el libro puede ser visto como un informe o<br />
una crónica, puede ponerse en duda su carácter novelístico.<br />
¿Qué es lo que hace de esta obra una novela?<br />
Desde el principio he discutido esto con mis amigos, y hasta<br />
el día de hoy algunos de ellos sostienen que no es una novela<br />
sino una crónica periodística extensa. Me parece posible que<br />
se trate de periodismo narrativo, porque los límites siempre<br />
son imprecisos y arbitrarios. Yo no lo veo como periodismo,<br />
esencialmente porque no soy periodista, nunca me he formado<br />
como tal y este libro lo he escrito igual que mis demás<br />
novelas. Simplemente que aquí todos los hechos están basados<br />
en alguna fuente, pero para mí la construcción del libro<br />
es novelística y por eso la llamo “novela sin ficción” o “novela<br />
documental”, y no la llamo “crónica”.<br />
–¿Piensa que los Premios Nobel a Bob Dylan (cantante)<br />
o a Svetlana Aleksiévich (periodista) han ayudado a<br />
ganar para la literatura territorios que hasta hace poco<br />
se percibían como ajenos? Creo que tiene que ver un<br />
poco. O el Premio Cervantes a Elena Poniatowska, que es<br />
en esencia una periodista. Sí, los límites están ensanchados,<br />
pero creo que siempre lo han estado. Tal vez no en el siglo<br />
XIX, donde los géneros se hacen canónicos y entonces los límites<br />
se vuelven precisos, pero antes no lo eran, y a partir del<br />
siglo XX tampoco. Las vanguardias siempre quisieron romper<br />
los límites genéricos. Pero nosotros seguimos formados por<br />
esta especie de taxonomía decimonónica para decir “esto<br />
es un cuento, esto es una novela corta y esto es un ensayo”,<br />
cuando en realidad la mezcla literaria siempre ha estado ahí<br />
y simplemente estamos terminando por aceptar que el afán<br />
clasificatorio del siglo XIX fue solo un paréntesis.<br />
–Imagino que Una novela criminal lo habrá llevado a<br />
cuestionarse muchas cosas respecto de cómo abordar la<br />
verdad. ¿A qué conflictos personales se enfrentó? Algo<br />
que es clave en este libro, frente a otros de no ficción, como<br />
el de Capote, es que él tenía una ventaja frente a la verdad:<br />
confiaba en el sistema de justicia de su país y estaba convencido<br />
de que los sujetos sobre los que escribía eran culpables. En<br />
libros como ese no hay ninguna discusión respecto de la verdad,<br />
porque la verdad queda asumida desde el principio por la<br />
confianza en el sistema. A mí me pasó todo lo contrario, y por<br />
eso el libro es tan distinto. Por supuesto que hubiese querido<br />
acercarme más a la verdad, pero todos los personajes hacen<br />
que se vuelva imposible conocerla. En particular los acusados,<br />
lo cual es normal, pero también quienes debieron buscar la<br />
verdad –policías, ministros públicos e incluso jueces– hicieron<br />
lo imposible por destruirla, para que hubiese una verdad a<br />
priori que es la de la culpabilidad de los protagonistas.<br />
–También hay una preocupación por indagar acerca<br />
de los límites de la ética en el rol del Estado, de los<br />
medios, de la Iglesia. De la ética personal incluso. Y de<br />
la ética de la escritura.<br />
–¿Cuáles son los límites éticos para un escritor? En<br />
cualquier texto literario, en un soneto por ejemplo, es el autor<br />
quien impone los límites. Pero en un libro así las reglas no<br />
solo son estéticas sino también éticas. Una regla fue tratar de<br />
incluir las distintas versiones que pudiera haber sobre algunos<br />
puntos de la historia. Pero cuando una de ellas me parecía<br />
claramente más, no diré verdadera pero sí verosímil, siempre<br />
opté por dejarla. Ese es un movimiento ético de la escritura<br />
que refleja el punto de vista del narrador y a la vez un recurso<br />
novelístico. En general cuando uno toma la decisión de dejar o<br />
quitar algo del texto está tomando una decisión estética que se<br />
termina volviendo ética. Porque vas contando inevitablemente<br />
una versión que, por más que intente parecer objetiva, no lo<br />
es. Y ahí es donde el texto pierde la inocencia.<br />
–Es decir que ahí, cuando se aparta de la pretensión<br />
de ser objetivo, es donde el libro se aleja de lo periodístico<br />
y se convierte en novela. Exacto. Ahí es donde se<br />
encuentra el elemento literario: en la forma<br />
72
Entrevista<br />
nueve<br />
Elvira Sastre<br />
La poeta española es un boom en redes sociales. Revolucionó Buenos Aires en su corta<br />
estadía. Llenó la sala José Hernández de la Feria Internacional del Libro (con capacidad<br />
para 700 personas), junto a MAGALÍ TAJES. Brindó tres recitales de poesía en la Sala<br />
Siranush con ANDREA VALBUENA, cuyas entradas se agotaron con anticipación. Ambas<br />
firmaron ejemplares en El Ateneo Grand Splendid durante dos horas<br />
POR Andrea Stefanoni<br />
“Nadie sale<br />
indemne de un<br />
buen poema”<br />
©Andrea Abril<br />
Desde que la poeta y traductora literaria Elvira Sastre<br />
(Segovia, 1992) puso un pie en Buenos Aires no ha parado<br />
de llover. Algo así como una banda sonora melancólica la<br />
acompañó durante sus cinco presentaciones en el marco de<br />
su primera visita a la Argentina. Elvira, a sus 26 años, logra<br />
llenar teatros recitando sus poemas ante miles de jóvenes<br />
que la siguen con fervor y hacen filas de varias horas para<br />
conseguir una firma suya. Así como J. K. Rowling, autora<br />
de Harry Potter, acercó a varias generaciones a la lectura<br />
cuando todo parecía estar perdido, Elvira logró cautivar a<br />
miles de lectores con la poesía, un género un tanto olvidado<br />
o desplazado. A los 21 años publicó su primer libro: Cuarenta<br />
y tres maneras de soltarse el pelo (Lapsus Calami, 2014).<br />
Más tarde llegaron Baluarte (Valparaíso Ediciones, 2014) y<br />
Ya nadie baila (Valparaíso Ediciones, 2015), La soledad de<br />
un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor, 2016), y su último<br />
libro, Aquella orilla nuestra (Alfaguara, 2018). Con más<br />
de 180.000 seguidores en Instagram y otro tanto en Twitter,<br />
Elvira Sastre nos demuestra que la poesía, las redes sociales<br />
y los libros pueden convivir a la perfección.<br />
–Usted es traductora, ¿existe realmente la traducción<br />
en poesía? Cuando me matriculé en el máster de traducción<br />
literaria lo primero que nos dijeron fue: “la poesía no<br />
se puede traducir”. Meses después entregué mi trabajo de<br />
fin de máster: la traducción del poemario Los hijos de Bob<br />
Dylan, de Gordon E. McNeer. Basta que me digan que<br />
algo es imposible para que yo quiera demostrar lo contrario.<br />
Por supuesto que creo que existe la traducción en la poesía.<br />
De negarlo, estaríamos negando a todos los poetas anglosajones,<br />
francófonos y un largo etcétera. Y no creo que nadie a<br />
estas alturas vaya a negar la obra de Shakespeare, Wilde,<br />
Dickinson, Bishop, Angelou… Yo he traducido varios<br />
libros de poesía, y aunque reconozco que es un camino<br />
arduo, complicado, a veces imposible, existe y está ahí. Solo<br />
hay que aprender a seguir la lucecita que se prende.<br />
– “Si leo un libro y hace que mi cuerpo entero se sienta<br />
tan frío que no hay fuego que lo pueda calentar, sé<br />
que eso es poesía. Si físicamente siento como si me<br />
levantasen la tapa de los sesos, sé que eso es poesía.<br />
Esta es la única manera que tengo de saberlo. ¿Hay<br />
alguna otra?”, se preguntó Emily Dickinson. ¿Hay<br />
alguna otra, Elvira Sastre? Coincido totalmente con la<br />
autora, sin duda. Un libro de poesía es ese que te responde<br />
preguntas que ni siquiera te habías formulado. Nadie sale<br />
indemne de un buen poema al leerlo, es imposible. Los<br />
versos nos van cambiando, añadiendo cosas, borrando otras.<br />
–¿Alguna vez se sintió decepcionada al conocer personalmente<br />
a un poeta que admiraba? Siempre he defendido<br />
que lo que importa realmente de un artista es su obra,<br />
y nunca él. El autor es un añadido, pero lo que realmente<br />
tiene vida, se lee, se guarda y se queda para siempre es el<br />
poema, el libro. Además, uno corre el riesgo de conocer<br />
personalidades detestables que dan a luz obras maravillosas.<br />
En ese caso, procuro no conocer a la gente que admiro si<br />
existe la más mínima posibilidad de que pueda oscurecer su<br />
trabajo. Es injusto, pero me ha pasado más de una vez, aunque<br />
también me ha ocurrido lo contrario y ha sido maravilloso.<br />
En esta época de exposición vía redes sociales, parece<br />
que la gente ha desarrollado una necesidad de ir más allá<br />
de la obra de alguien. Quieren saber más, lo que desayuna,<br />
lo que ve por la televisión, de qué modo duerme, con quién<br />
se despierta. Creo que eso es puro morbo, curiosidad. Si<br />
uno sabe hacerlo de tal modo que eso no influya en el gusto<br />
por su trabajo, adelante. Yo no sé separarlo, me cuesta, así<br />
que por eso procuro no conocer a quien creo que me puede<br />
decepcionar personalmente.<br />
75
Entrevista<br />
diez<br />
©Andrea Abril<br />
–Algunos poetas escriben con “los restos” de la emoción,<br />
una vez pasado el momento en cuestión. Otros sostienen<br />
lo contrario: escriben en los momentos más aterradores<br />
y más trágicos de su vida, o en los de mayor dolor.<br />
¿Cuándo escribe Elvira Sastre? La verdad es que no sigo<br />
una teoría definida ni me atengo a unas reglas. Solo sigo mis<br />
impulsos. Si son cosas dolorosas, al punto de temblar de solo<br />
pensarlo, dejo que pase hasta que tenga la fuerza suficiente<br />
como para enfrentarme a esa verdad.<br />
–“Lo siento, la poesía femenina en España no está a la<br />
altura de la masculina”. La declaración de Jesús García<br />
Sánchez, conocido como Chus Visor, generó un enorme<br />
revuelo en los medios españoles y en las redes sociales,<br />
ya que es considerado uno de los más prestigiosos editores<br />
de poesía. ¿Fue un exabrupto, o nos perdimos versos<br />
maravillosos de varias generaciones que no fueron publicados<br />
solo por haber sido escritos por mujeres? Fue<br />
una frase sacada totalmente de contexto. Le jugaron una mala<br />
pasada y se lo han querido cargar públicamente, pero Chus<br />
tiene algo maravilloso que es ser puro y auténtico, y quien lo<br />
conoce sabe que su pensamiento no es para nada machista. No<br />
hay más que ver su catálogo, donde firman numerosas mujeres<br />
de todas las épocas, desde los comienzos. Sin ir más lejos,<br />
me ha dado a mí la oportunidad de publicar en su editorial,<br />
y recibo un trato totalmente igualitario. Me siento muy, muy<br />
apoyada por él. Ahora bien, está claro que las mujeres han sido<br />
invisibilizadas a lo largo de la historia. Las artistas han sido<br />
convertidas en musas, las mujeres de autores han sido eso, mujeres<br />
de, y Anónimo siempre ha sido una mujer con ganas de<br />
ser respetada, y nunca han sido creídas ni valoradas, pero no<br />
solo por las editoriales, sino por la sociedad. Es muy fácil echar<br />
la culpa a los demás… Pero el problema está dentro de cada<br />
uno. Afortunadamente, eso está cambiando y cada vez hay más<br />
mujeres en puestos importantes, están siendo reconocidas y<br />
premiadas. Ansío el día en que esto no sea algo destacable.<br />
–Hay un poema de José Emilio Pacheco que se llama<br />
“Contra los recitales”, en el que dice que cuando lee<br />
sus poemas en público les quita el verdadero sentido<br />
que tiene la poesía, que es hacer que sus palabras sean<br />
la voz del otro. ¿Podrías improvisar un verso ahora<br />
mismo y refutar esta idea? La poesía es una puerta abierta<br />
/ por la que uno sale y entra / de manera distinta, como el /<br />
que entra en una casa que no conoce. / A veces uno necesita<br />
silencio / para encontrar la salida / y otras, no tantas, precisa<br />
de una voz / que le indique / en palabras de otros / cuál es la<br />
dirección correcta.<br />
–La gente hace fila en busca de entradas para escucharla<br />
recitar poemas, las entradas se agotan y, en<br />
algunos casos, se agregan nuevas fechas. ¿Cree que es<br />
un fenómeno relacionado a las redes sociales, o que<br />
sus lectores, a partir de sus poemas, se acercan a otros<br />
autores abriendo aún más el abanico y generando así<br />
nuevos futuros lectores de poesía? Yo creo que es una<br />
mezcla de todo. La verdadera revolución de la poesía que<br />
estamos viviendo, al menos en España, responde a un cambio<br />
en el canal de difusión. Los poetas no hemos inventado nada,<br />
lo que verdaderamente ha cambiado es la manera de transmitir<br />
nuestro trabajo. De repente le ha llegado poesía a gente que<br />
desconocía que le gustaba. Ha dejado de ser algo extraño para<br />
convertirse en algo que reúne a cientos y miles de personas en<br />
un lugar y que, con su silencio, escuchan lo que un poeta tiene<br />
que decir. Me parece algo maravilloso. Yo siempre animo a los<br />
lectores que me leen a que no se estanquen en mi poesía, sino<br />
que sigan leyendo, descubriendo, comprando los libros de los<br />
poetas que yo leo, de los poetas que leen los que yo leo… Y así<br />
establecer una cadena maravillosa donde todos ganamos.<br />
–¿Me nombraría tres poetas de sus favoritos, y algún<br />
verso de esos, como decíamos más arriba, que le hayan<br />
levantado la tapa de los sesos?<br />
Benjamín Prado: “Yo solo puedo estar contigo / o contra mí”.<br />
Luis García Montero:“No existe libertad que no conozca,<br />
ni humillación o miedo / a los que no me haya doblegado.<br />
Por eso sé de amor, / por eso no medito el cuerpo que te doy,<br />
por eso cuido tanto las cosas que te digo”.<br />
Idea Vilariño: “Ya no estás / en un día futuro<br />
no sabré dónde vives / con quién / ni si te acuerdas.<br />
No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca.<br />
No volveré a tocarte. / No te veré morir”<br />
Dan Wells<br />
“Podemos cambiar el mundo”<br />
Una vez más, el famoso autor estadounidense pasó por Argentina con su ya clásico sombrero. Nos<br />
encontramos con él para hablar de su reciente lanzamiento, Sobre tu cadáver (VR YA), y de paso le<br />
preguntamos por qué escribe ciencia ficción, qué le aportó a su obra el haber estudiado Filología, de dónde<br />
proviene su interés por las enfermedades mentales y, por qué no, cuáles son sus películas favoritas<br />
Dan Wells (Utah, 1977) es reconocido mundialmente<br />
por su saga John Cleaver, cuyos tomos publicados hasta el<br />
momento en nuestro país son: No soy un serial killer (V&R,<br />
2015), No soy el señor monstruo (V&R, 2016), No quiero<br />
matarte (V&R, 2016), El único amigo del demonio (VR YA,<br />
2017) y Sobre tu cadáver (VR YA, 2018). También creó otras<br />
sagas como El Mirador –de la que conocemos solamente<br />
Bluescreen (VR YA, 2017) y Unos y ceros (VR YA, 2017);<br />
además de Partials, compuesta por Partials (V&R, 2013),<br />
Fragmentos (V&R, 2014), Ruinas (V&R, 2014) y Aislados<br />
(V&R, 2015). Su público es mayormente juvenil, aunque sus<br />
historias atrapan a lectores de todas las edades. En cada visita<br />
siempre sorprende. Ahora maneja un español perfecto.<br />
–En sus libros siempre se dirime la línea que demarca<br />
lo correcto y lo incorrecto. Exacto. Para mí la pregunta<br />
POR Antonela de Alva<br />
más interesante es: ¿Dónde se encuentra esta línea? Y mirar<br />
cómo cambia. En la Saga Partials, lo que quería demostrar<br />
es que frente a un posible fin del mundo, cuando llegamos al<br />
punto de la extinción en la que van a desaparecer todos los<br />
humanos, esta línea se podría mover muchísimo. Hay cosas<br />
que jamás haríamos en cualquier otra situación pero que,<br />
en este caso, para salvar a la raza humana, necesitaríamos<br />
hacer. También aparece en John Cleaver y en El Mirador, la<br />
pregunta de qué haría usted para lograr algo bueno si la única<br />
manera de conseguirlo es haciendo algo malo. Es la pregunta<br />
que más me fascina.<br />
–En su vida cotidiana, ¿hay intentos de cruzar esa<br />
línea? En mi vida no tengo este sentido de aventura, no estoy<br />
empujando la línea. Tal vez por eso me gusta imaginar que los<br />
personajes van a empujarla. Yo no lo hago, soy muy aburrido.<br />
76<br />
77
–Sin embargo usted siempre menciona en sus libros el<br />
monstruo interno que todos llevamos dentro. ¿Cómo<br />
es el suyo? ¿Quieres saber de mi lado oscuro? Cuando mis<br />
hijos –tengo seis– hacen algo malo, ahí sale mi monstruo<br />
interno. Creo que todos tenemos este monstruo adentro,<br />
tenemos la posibilidad de hacer algo malo, algo que nunca<br />
admitiríamos, pero no sé cómo se ve mi monstruo interno.<br />
–En entrevistas anteriores ha mencionado que las<br />
nuevas distopías tienen la posibilidad de revolucionar lo<br />
establecido para generar un cambio en el mundo. ¿Cree<br />
que tenemos que ir hacia una revolución? ¿Cómo decirlo<br />
en español...? Tengo mucho enojo por el mundo tal como está<br />
hoy. Creo que hemos construido un mundo que no nos sirve y<br />
que no hace las cosas que debe. Y tenemos que reconstruirlo<br />
para que nos ayude, para que ayude a los que más lo necesitan.<br />
Y si esto requiere una revolución, entonces necesitamos<br />
una revolución. No sé qué va a pasar con el mundo, pero creo<br />
que podemos cambiarlo. Esta es una de las razones por las<br />
que escribo ciencia ficción, porque creo que este género trata<br />
específicamente de cambiar el mundo. Imaginar el futuro y lo<br />
que puede pasar nos ayuda a tomar decisiones y a dar los pasos<br />
para crear el futuro que queremos.<br />
–¿Qué cree que le aportó estudiar Filología? La estudié<br />
en la universidad y lo que me dio fue un amor por las palabras.<br />
Me encantan las palabras, cómo se escuchan, cómo se<br />
ven en la página. Por eso creo que las escojo muy específicamente.<br />
Pretendo algo muy preciso de las diferentes palabras<br />
y frases, gracias a mis estudios de filólogo.<br />
–¿Los diversos trabajos que tuvo en marketing y publicidad<br />
sumaron nuevos rumbos a su escritura? Yo creo que<br />
sí. Creo que los libros son un reflejo de quiénes somos. Todos<br />
mis libros tienen una parte de mí. La saga El Mirador –aunque<br />
no intenté hacerlo así– salió como una historia de la relación<br />
entre una joven y su papá, porque yo tengo una hija de 16<br />
años. Sin proponérmelo escribí la historia de una chica que<br />
grita mucho y que se queja de todo, y cuando llega a conocer a<br />
su papá puede entenderse mejor con él al final de la saga.<br />
–¿Era un mensaje para su hija? Lo era, pero también para<br />
el papá. Los dos están siempre gritando [risas].<br />
–¿Cómo influyó en su oficio el haber sido padre? Escribir<br />
es mi único empleo, entonces trabajo en mi casa, y cuando<br />
mi familia, mi esposa o mis hijos me necesitan, yo estoy ahí.<br />
Además, creo que ser escritor es llegar a conocer otras personalidades.<br />
Tenemos que desarrollar una empatía para escribir<br />
personajes que no somos nosotros, y esto me ayuda a ser papá.<br />
Puedo ver a mis hijos, lo que ellos escogen, y mi primer instinto<br />
es decir que han escogido algo malo. Pero, luego, pienso<br />
que necesito verlo desde su perspectiva. Necesito tener esa<br />
empatía para con ellos, para entender que están haciendo cosas<br />
que tienen sentido para ellos. Escribir me ayuda a entender<br />
a mis hijos, creo, eso espero. Y también a la humanidad.<br />
–John Cleaver es acusado de sociópata. ¿Por qué le<br />
interesan tanto las enfermedades mentales? Cuando<br />
empecé a escribir sobre estos temas lo hice porque me<br />
fascinaban. Eran algo extraño, diferente. Me fascinaba la idea<br />
de que el cerebro es un órgano que puede cambiar la perspectiva<br />
con la que alguien puede ver o entender el mundo.<br />
Después de empezar a escribir encontré estas enfermedades<br />
en mi comunidad y hasta en mi familia. Hace cuatro o cinco<br />
años mi hermano fue diagnosticado con varias enfermedades<br />
mentales, como esquizofrenia, por ejemplo. Ahora veo las<br />
cosas que pasan con él y todo lo que tiene que hacer para<br />
vivir en el mundo, para interactuar con otras personas y hasta<br />
para mantener su empleo cuando su mente no funciona bien.<br />
Las enfermedades mentales han llegado a ser algo muy importante<br />
para mí. Siempre intento hacer todo lo que puedo<br />
para echar luz sobre estas enfermedades y las necesidades<br />
que tiene la gente que las sufre. Son problemas que podemos<br />
resolver, pero necesitamos dedicar nuestro tiempo y dinero<br />
para ayudar a la gente que los padece, y hasta ahora no lo<br />
estamos haciendo.<br />
–Usted es gamer, creó una página de videojuegos y sus<br />
libros son muy visuales. ¿Qué encuentra en el juego que<br />
no encuentra en la escritura? Básicamente utilizo los juegos<br />
para recargar las pilas de mi mente. Trabajo por la mañana,<br />
y algo que encontré después de varios años es que cuando<br />
trabajo todo el día sin parar, sin jugar, escribo dos mil palabras<br />
por día. Pero si al mediodía me tomo una o dos horas para<br />
jugar, escribo cuatro mil palabras por día. Creo que la gente<br />
que tiene un empleo creativo necesita recargar. Necesitamos<br />
utilizar estas cosas para ver otras perspectivas o para animar a<br />
nuestra mente a que quiera contar historias y crear mundos y<br />
personajes. Jugar es lo que más me sirve. Estos juegos y los de<br />
mesa. Tengo una colección de 450 en mi oficina.<br />
–Sabemos que le gusta la poesía. ¿Publicará poesía en<br />
algún momento? Escribía mucho en la secundaria y en la<br />
universidad, pero desde ese entonces no lo hago. Me gustaría<br />
empezar otra vez, aunque creo que esas ganas creativas ahora<br />
las estoy llenando con novelas. De todas formas, sí, algún día<br />
voy a volver a escribir poesía, y va a ser horrible, pero lo voy a<br />
hacer [risas].<br />
–Hay algo extraño en la biografía que publicó en su<br />
web. Mary Poppins se menciona como una de sus películas<br />
favoritas, pero aparece como cine de suspenso. ¿Por<br />
qué? ¡Sí! [Risas]. Es una de mis películas favoritas. Aparece<br />
entre El silencio de los inocentes y Psycho. Para mí, Mary<br />
Poppins es una de las mejores películas sobre qué es ser un<br />
buen padre. Casi toda la película trata sobre los niños y Mary<br />
Poppins, pero la historia en realidad es sobre el papá y lo que<br />
él necesita para cambiar su actitud y su vida, para cuidar y<br />
amar a su familia. Desde que era niño esta película me encanta<br />
por el cambio que hay en ese papá. Y Mary Poppins crea un<br />
mundo entero, que existe sobre las casas y el humo… ¡Me<br />
gustan las películas que me pueden llevar a un lugar que jamás<br />
he visitado! Mary Poppins fue una de las primeras que lo logró.<br />
–¿Qué le recomendaría a alguien que quiere ser<br />
escritor? Siempre digo dos cosas: la primera es que tiene<br />
que hacerlo. Mucha gente dice que quiere, pero no lo hace.<br />
Tiene que sentarse con una lapicera o una computadora y<br />
escribir. La segunda es que tiene que permitirse escribir un<br />
libro malo. Tenemos la idea del libro perfecto, que es el que<br />
más queremos leer, y queremos escribirlo. Pero, especialmente<br />
cuando empezamos a escribir, nuestra capacidad para<br />
reconocer calidad en un libro o una historia es mucho mayor<br />
que la de escribir con esa calidad. Tenemos que permitirnos<br />
escribir un libro malo porque nos enseñará a escribir un libro<br />
un poquito mejor, y este segundo libro nos enseñará a escribir<br />
uno un poco mejor, y así. Yo escribí cinco libros malos,<br />
que jamás van a leer, antes de escribir No soy un serial killer,<br />
el primero de la serie de John Cleaver.<br />
–En la saga El Mirador la narradora es mujer. ¿Cómo<br />
fue escribir desde la perspectiva del género opuesto?<br />
Al comienzo intenté escribir desde una mujer o una chica, y<br />
lo que aprendí es que es mucho mejor escribir simplemente<br />
desde una persona, que, en este caso, es mujer, y en otros<br />
casos es hombre. Todos somos personas, y las cosas en las<br />
que cree Marisa, lo que piensa, la comida, lo que le gusta,<br />
son más importantes que si es chica o chico. Todos somos<br />
humanos, todos somos personas y todos somos más o menos<br />
iguales al fin de cuentas.<br />
–¿Qué cree que aporta la literatura en un mundo al<br />
borde de la destrucción? Escribir es entender y tener empatía<br />
con mentes y perspectivas diferentes. Y leer es igual. Una<br />
sociedad que lee, que siempre quiere explorar personalidades,<br />
personajes y vidas diferentes, es una sociedad que tiene la<br />
empatía suficiente como para entender y amar a otros<br />
78
Entrevista<br />
once<br />
Esta entrevista fue filmada.<br />
Pueden verse algunos<br />
fragmentos destacados<br />
en nuestras redes<br />
yenny.elateneo<br />
yenny_elateneo<br />
Magalí Tajes<br />
Escribir el caos<br />
POR Martina Leunda<br />
Es la autora del momento. Su cuenta en<br />
Instagram tiene 890.000 seguidores. Hace<br />
stand up y estudia psicología. Su segundo<br />
libro, Caos, agotó la primera edición en pocos<br />
días. ¿Cómo surgió la idea de jugar con<br />
textos desordenados? ¿Se trata de una obra<br />
autorreferencial? A la hora de escribir,<br />
¿se nutre más de la felicidad o del dolor?<br />
Le preguntamos todo esto... y mucho más<br />
Magalí Tajes (Buenos Aires, 1988) empezó publicando<br />
videos en Instagram para que alguna editorial le publicara<br />
su libro. Y vaya si lo logró: después de Arde la vida (Tinta<br />
Libre Ediciones, 2014) acaba de lanzar Caos (Sudamericana),<br />
tanto en versión física como en audiolibro, un formato no tan<br />
explorado en el país. Su éxito fue tal que agotó una primera<br />
edición en pocos días, obligó a la editorial a reimprimir<br />
nuevas ediciones y se convirtió en la líder indiscutida de los<br />
rankings de venta. Desde entonces la comediante no para de<br />
impresionar a todos con un libro que es una fiesta. O con una<br />
fiesta que es un libro.<br />
–¿Cómo la encuentra la publicación de Caos, su segundo<br />
libro? Bien. La verdad es que es mucho más fácil estar<br />
en este lugar que en el de la autopublicación. Ahora tengo<br />
la fuerza de Penguin, y hay un montón de gente trabajando<br />
en el libro, y me parece una locura que lo respalden tantas<br />
librerías. Si me escriben de Jujuy para preguntarme dónde lo<br />
pueden encontrar les digo “en tal lado”, lo pueden encontrar<br />
en cualquier parte del país. Eso me desligó muchísimo de un<br />
montón de cosas, por lo cual estoy contentísima.<br />
–Además de contar con el respaldo de una editorial tan<br />
grande, ¿qué otras cosas cree que cambiaron o evolucionaron<br />
entre su primer libro y este? El primer libro<br />
lo escribí cuando tenía 25 años, es como una autobiografía<br />
novelada. No es del tipo “soy una artista”, pero sí tomaba las<br />
partes de mi vida sobre las que más preguntas me había hecho,<br />
por eso se llama Arde la vida. Y este libro me encuentra<br />
con mucha más práctica de escritura, tengo cuatro años más.<br />
Caos es un libro que está muy desordenado, a propósito, entonces<br />
hubo mucho detalle en ese libro que parece un caos,<br />
donde hay colores, hay puertas, podés cambiar de página, hay<br />
partes que tenés que arrancar, partes que tenés que quemar.<br />
En todo eso hay muchísimo detalle, y además leí muchos<br />
libros en estos cuatro años que me hicieron crecer bastante<br />
como escritora, y también salió con mucha más revisión que<br />
Arde la vida, que es un libro que escribí en tres meses.<br />
–Caos es una fiesta rarísima que si tuviéramos que<br />
caracterizar podríamos decir que es un “libro de la<br />
vida”. Todo lo que pasa en la vida pasa un poco en Caos.<br />
¿Cómo surgió la idea? Creo que me gusta que la gente se<br />
haga preguntas, y qué más preguntas te puede generar algo<br />
81
que la vida cotidiana. ¿Dónde te sentís más atrapado? En tu<br />
vida cotidiana, en las tonterías de tu vida cotidiana, en una separación,<br />
en una vecina, en enamorarte o en tener un fanatismo<br />
raro por algo que todos los demás no entienden. Me gusta<br />
cuestionar a la gente que me lee, o que ellos mismos se cuestionen,<br />
y me parecía que Caos era un poco de todo. Me pregunté:<br />
¿Cómo cuestiono un poco lo social, un poco el amor? Y<br />
bueno, que sea un descontrol, y que dentro de ese descontrol<br />
haya cuerdas para que más o menos vos sepas con lo que te vas<br />
a encontrar, porque también necesitas contención, no puede<br />
ser todo un desborde. Fue básicamente eso. Salió mejor de lo<br />
que esperaba, salió distinto, en realidad. Yo me imaginaba la<br />
fiesta, pero como en toda fiesta, no sabía cómo iba a terminar.<br />
–Esa estructura se ve. Al igual que en las fiestas, hay<br />
una organización mínima. Bueno, está la puerta negra<br />
que es el baño, y en el baño es donde vomito los textos más<br />
tristes. Eso no pasa en la cocina, pasa en el baño. Ese fue<br />
un poco el orden. Hubo mucha conciencia al pensar de qué<br />
manera iba a ir cada texto. Al principio los escribí todos<br />
desordenados; después los ordené. De hecho hubo textos que<br />
me quedaron en el medio, “este puede ir a la puerta amarilla<br />
o a la roja”, y bueno, los puse en una puerta diciendo que se<br />
habían escapado de la otra. Jugué un poco con eso.<br />
–Una de las cosas más llamativas del libro es que mezcla<br />
muchos géneros: hay cuentos, hay poemas, hay relatos.<br />
¿Cómo pensó la unión de los diferentes textos? Eso salió<br />
solo, porque cada temática me propone una forma de escribir.<br />
Yo creo que no soy muy buena con la poesía, pero cada<br />
tanto alguna escena de la vida real me convoca a escribir más<br />
brevemente. Quizás también tenga que ver con que yo en esa<br />
época estaba leyendo más poesía que relatos, y por ahí cuando<br />
leo más narrativa escribo más relatadamente. Depende quién<br />
me esté influyendo en esa época en que yo estoy escribiendo el<br />
texto. Además, Caos lo escribí durante tres años, entonces hay<br />
mucha variedad de mí. Hay cosas que yo ahora no podría escribir<br />
y hay cosas que no hubiera podido escribir hace dos años.<br />
–Hay cosas que parecen más autorreferenciales, y otras<br />
que no tienen nada que ver con usted. ¿Cómo cons-<br />
truyó los personajes que más se alejan de la autorreferencialidad?<br />
Eso fue lo que más disfruté de Caos, porque<br />
yo nunca había escrito ficción. Fue una apuesta y me divirtió<br />
muchísimo. Lo bueno de un personaje es que podés decir lo<br />
que quieras. Yo hago stand up, hablo de mí, cuando escribo<br />
hablo de mí, y el hecho de no tener la obligación de ser yo<br />
misma y poder ser cualquier persona me dio disparadores<br />
para decir “bueno, si puedo ser cualquier persona entonces<br />
voy a ser la más alejada posible de mí”, y por eso hay un<br />
adolescente, un señor, una vieja y una pareja que lleva como<br />
ocho años, y yo nunca tuve eso en mi vida. Fue lindo. Estudio<br />
psicología, entonces meterme en texturas y psiquis diferentes<br />
no me cuesta. Fue muy divertido.<br />
–En una parte del libro dice que “para reírse con el<br />
alma hay que tenerla un poco rota”. ¿Es desde un alma<br />
rota de donde parte su humor? Creo que sí, que la creatividad<br />
nace de ahí. Mi analista insiste en que se puede escribir<br />
desde otros lugares que no son los dolores, pero todavía no<br />
los encontré. Sí sé que estoy un poco más evolucionada y no<br />
necesito sufrir para escribir, pero para escribir necesito convocar<br />
un lugar de dolor, aunque sea recordarlo, ir a ese lugar<br />
emocionalmente…<br />
–Aunque después no escriba sobre ese dolor en particular.<br />
Claro, algo como una picadura de mosquito, que te moleste,<br />
que te inquiete. Creo que todo lo que se hace en términos<br />
artísticos parte de una falta, de un agujero, de una rotura.<br />
–¿Cuándo empezó a escribir? ¿Qué la impulsó? Empecé<br />
a escribir a eso de los 6 o 7 años, y era mi forma de hablar con<br />
alguien. Tengo hermanos, y mis viejos laburaban mucho en esa<br />
época, y en el colegio me costaba hacerme amigas, entonces<br />
el papel era como un amigo para mí. Me gustaría conservar<br />
cosas de esa época, pero tiré todo. Tengo solamente un texto<br />
que escribí a los 15, y es muy malo, pero me causa mucha<br />
ternura leerlo porque es horrible y pregunta si tiene sentido<br />
la monogamia. O sea que a los 15 años ya estaba re quemada<br />
del bocho, todavía no había leído a ningún autor que tratara el<br />
tema, pero ya estaba quemada. Así que fue medio un escape y<br />
una forma de conversar con alguien.<br />
–¿Y cómo nació la Magalí Tajes comediante y figura de<br />
las redes sociales? Empecé a poner videos en Instagram<br />
para publicar un libro, y después fue una especie de camino<br />
inverso. Los videos terminaron explotando, y me dediqué<br />
más al stand up. Recién a los 750.000 seguidores, Penguin levantó<br />
el teléfono y me dijo “che, ¿querés publicar un libro?”.<br />
–¿Qué grado de responsabilidad cree que tiene que<br />
tener una persona como usted, con tantos seguidores,<br />
a la hora de publicar un video? Yo creo que una red social<br />
es como un canal de televisión. Entonces vos tenés que ser<br />
consciente de lo que transmitís en tu canal, y ser consciente<br />
de que un montón de gente lo mira. Hay gente que usa su<br />
canal solamente para hacer humor, y es válido. Hay gente que<br />
usa su canal para decir cosas horribles, y es válido porque es<br />
su canal. Yo en mi canal trato de hacer humor, de leer poesía<br />
y también de meterme con cuestiones sociales, que es lo que<br />
soy yo. Creo que uno hace de su canal un poco lo que uno<br />
es. Se me armó lío en varias ocasiones, pero a veces se me<br />
arma más lío porque, no sé, no me gusta la menta granizada.<br />
Causa más revuelo eso que decir que estoy a favor del aborto<br />
legal. Lo cual está bueno, porque significa que la gente que<br />
me sigue a mí no está en lucha con el aborto legal y sí con la<br />
menta granizada, que es una lucha más pequeña.<br />
–Ya tiene una base de seguidores que la entiende y que<br />
comparte las cosas fundamentales. Sí, y cuando cuestionan<br />
y discuten está buenísimo. Qué podría ser más aburrido<br />
que el hecho de que los demás piensen igual que vos en todo.<br />
–Hablando del feminismo, dijo usted en una entrevista<br />
que este es el mejor momento para ser feminista en Argentina,<br />
pero que hay mucha desinformación. ¿Qué cree<br />
que es lo que falta? Tiempo. Yo hago stand up hace seis años,<br />
y desde que arranqué dicen que el stand up es una moda. Es la<br />
moda más larga que conozco hasta ahora, porque el bordó duró<br />
tres meses. Creo que con el feminismo pasa lo mismo, no es<br />
una moda, es algo que se viene a instalar para debatir un montón<br />
de cuestiones, va a seguir estando, necesita tiempo, pero ya<br />
se ven cambios. Está por nacer mi sobrina y sé que ella no va a<br />
vivir las mismas cosas que yo, porque por lo menos ahora hay<br />
cuidado, ya sea por miedo o por confusión. No sabés por qué lo<br />
hacés, pero ya no lo hacés tanto. Y como mujer una se cuestiona<br />
un montón de cosas, y está buenísimo que pase.<br />
–¿Cómo ve el éxito hoy, en comparación a como lo veía<br />
antes de publicar y hacerse conocida? Yo me imaginaba<br />
otra cosa del éxito. Pensaba que cuando eras exitoso todo<br />
el mundo hacía cosas por vos, no tenías que encargarte ni<br />
siquiera de hacer las compras en el supermercado. Y ahora<br />
me bajo del escenario y voy al almacén. Pensé que te daba<br />
mejor calidad de vida y más tiempo, y en realidad el éxito te<br />
consume bastante y te causa mucha angustia también, porque<br />
está esa cosa de “se puede terminar” que te persigue como<br />
un fantasma, pero creo que no hay que darle bola. Pasé años<br />
de mi vida preguntándome si iba a poder vivir del arte, hasta<br />
que en un momento me dediqué a hacer arte y no lo pensé<br />
más, y las cosas se fueron dando<br />
82
RECOMENDADOS INFANTILES / JUVENILES<br />
POR MARÍA FERNANDA GUILLOT<br />
BEBÉ CAILLOU: ¡AL AGUA PATO!<br />
Pascale Morin | Ilustraciones Pierre Brignaud<br />
La Brujita de Papel<br />
Mientras se baña, un bebé juega con un<br />
libro de plástico. Lo sumerge y lo rescata.<br />
Luego, lo abre y observa las imágenes de un<br />
bebé que está por tomar un baño. Su mamá<br />
le cuenta que, como él, el bebé del libro<br />
tiene un pato amarillo.<br />
La propuesta es incorporar el libro como<br />
juguete. La intención es que, con el tiempo,<br />
la lectura sea un juego. Tal vez, el más entretenido<br />
y perdurable. Ese es el propósito<br />
del libro de plástico que tiene por protagonista<br />
a Caillou, un personaje infantil creado<br />
en 1997.<br />
CÓMO DESHACERSE DE UNA<br />
HERMANA MAYOR | María Fernanda Pichioni<br />
Ilustraciones Candela Insua | B de Blok<br />
Una youtuber teen con un deseo que se impone<br />
como una necesidad: tener una hermana.<br />
Algo que consigue de manera indirecta,<br />
cuando conoce a la hija de la novia de su<br />
papá. Del encandilamiento a la indiferencia,<br />
la relación entre las dos chicas va adoptando<br />
formas caprichosas. De pronto, ya no son<br />
pares, sino extrañas conocidas. Hasta que la<br />
historia da un giro inesperado y se convierte<br />
en una aventura en la que el hiperrealismo<br />
atraviesa lo fantástico.<br />
En clave de humor, una mirada sobre la<br />
adolescencia techie.<br />
El libro incluye stickers.<br />
SI LE DAS UNA GALLETITA A UN RATÓN<br />
Laura Joffe Numeroff | Ilust. Felicia Bond<br />
Harper Collins<br />
Alguien toca a la puerta de una casa. Es un<br />
ratón chiquito que tiene hambre. Después de<br />
comer una galletita, pide un vaso de leche.<br />
Claro que necesita un sorbete para beberla<br />
y, al terminar, una servilleta para limpiarse.<br />
Entonces, precisa un espejo para comprobar<br />
que no haya quedado leche en sus bigotes.<br />
Una acción lleva a la siguiente. La secuencia<br />
revela qué podría suceder si alguien dejara<br />
entrar a su casa (o a su vida) a un ratón<br />
entusiasta.<br />
Una historia para ser narrada en voz alta, con<br />
ilustraciones que enfatizan su encanto.<br />
MI HERMANO PERSIGUE DINOSAURIOS<br />
Giacomo Mazzariol<br />
Nube de tinta<br />
En la tapa se lee: “La historia de Gio, un<br />
niño con un cromosoma de más”. Pero<br />
también –y sobre todo– es la de Giacomo, su<br />
hermano mayor y autor del libro. Un chico<br />
que ama a Giovanni, pero que también siente<br />
vergüenza por él porque Gio tiene síndrome<br />
de Down. Es distinto. Finalmente, Giacomo<br />
se da cuenta de que eso que diferencia a su<br />
hermano de los demás lo hace único. Decide<br />
grabar ese mundo de singularidades y compartirlo<br />
en YouTube. El video se llama The<br />
Simple Interview y dio origen a este libro tan<br />
especial como su protagonista.<br />
Sin sensiblerías ni golpes bajos, se lee con<br />
una sonrisa.<br />
LA MARAVILLOSA HISTORIA DE CARAPUNTADA:<br />
UNA AVENTURA DE PIRATAS | Guy Bass<br />
Ilust. Pete Williamson | Editorial Molino RBA<br />
Hecho con retazos, zurcidos apurados y sentimientos<br />
humanos, Carapuntada es la creación<br />
de un profesor chiflado. Más que Frankenstein,<br />
parece un personaje de Tim Burton.<br />
Deambulando por el castillo en el que vive,<br />
un día descubre “El audaz diario del capitán<br />
Fogonazo”, un pirata con un ojo azul idéntico<br />
al suyo. ¿Habrá alguna relación entre ellos<br />
dos? Carapuntada decide averiguarlo.<br />
Lo que sigue es una sucesión de aventuras<br />
enhebradas por el oficio de Guy Bass, quien<br />
gusta definirse como alguien que, de pequeño,<br />
anhelaba ser un superhéroe y, cuando el<br />
traje de Spiderman le quedó chico, empezó a<br />
escribir lo que le hubiera gustado vivir.<br />
EL CLUB DE LAS ZAPATILLAS ROJAS:<br />
AMOR TAKE AWAY | Ana Punset<br />
Ilust. Paula González | Editorial Montena<br />
ZR4E (Zapatillas Rojas Forever): ese es el<br />
conjuro. Cuatro chicas fundan un club secreto<br />
con el único propósito de ser amigas<br />
para siempre. Con el tiempo, llegan a ser<br />
seis. No son superheroínas, viven situaciones<br />
ordinarias y lo hacen sin trucos bajo la<br />
manga. Cualquier preadolescente puede<br />
identificarse con ellas. Como todo libro<br />
juvenil, incluye recursos que hacen más<br />
ágil su lectura.<br />
La mega saga del Club de las Zapatillas Rojas<br />
nació bajo la premisa de sumar lectores<br />
de entre 9 y 13 años. Parece que logró su<br />
propósito: este es el noveno título que se<br />
lanza en la Argentina.<br />
85
Entrevista<br />
doce<br />
Marina Borensztein<br />
Retrato de<br />
una mujer con<br />
esperanza<br />
Siempre escribió, solo para ella, diarios y registros personales de sus vivencias; hasta que en 2012<br />
enfermó de cáncer y empezó una bitácora de ese viaje al centro de sí misma. Hoy lanza su tercer<br />
libro, Paz, amor y jugo verde (Planeta), y defiende el optimismo por sobre todas las cosas<br />
POR Fernanda Sández<br />
©Felix Busso<br />
Tiene 51 años, un padre y un marido famosos (Tato Bores<br />
y Oscar Martínez) y una profesión de escritora con la<br />
que, reconoce, nunca soñó, pero que la trajo hasta aquí y<br />
con los mejores resultados. Desde su primer libro, Enfermé<br />
para sanar (Atlántida, 2014) hasta el que acaba de salir a la<br />
venta, Paz, amor y jugo verde; pasando por Así me cuido yo<br />
(Planeta, 2016), Marina Borensztein se ha transformado<br />
en sinónimo de ventas y en una referente dentro del cuidado<br />
natural de la salud. Su comunidad de seguidores solamente<br />
en Facebook supera las 100.000 personas y la presentación<br />
de sus libros en todo el país suele ser motivo de reuniones<br />
multitudinarias. Aquí, en esta tarde de otoño, ensaya alguna<br />
explicación para este éxito que la tomó, dice, absolutamente<br />
por sorpresa y que hoy la tiene atareada y feliz.<br />
–¿Cómo es hoy su vida de escritora? Además de escribir<br />
los libros, lo que hago es el trabajo en redes, que me lleva<br />
muchísimo tiempo y que me divierte mucho. Descubrí un<br />
espacio de diversión en mi vida. A veces no puedo creer que<br />
hable tantas horas por día con gente que ni conozco. Y me<br />
encanta saber de sus vidas, saber qué les pasa, qué les duele<br />
y qué no les duele. Porque hay mucha gente que no puede<br />
acceder a un libro, y las redes sociales son muy maravillosas.<br />
–¿Y qué hace usted allí en las redes? Por supuesto que<br />
yo no paro de explicar que no les puedo dar ciertos consejos<br />
porque no soy médica ni soy nutricionista. Entonces no les<br />
puedo decir qué hacer y qué no, pero sí puedo contener. Yo<br />
estuve enferma, y sé lo que es cuando uno necesita contención<br />
y no hay nadie que te la dé. Si encontrás a alguien que<br />
te contesta y que te dice “tranquila, todo va a estar bien”, o<br />
que te dice que te concentres en ciertas cosas que son como<br />
el abc de estar enfermo (ocuparte, ir al médico y también<br />
ocuparte de tu trabajo personal), eso siempre te alivia. Yo les<br />
voy dando ese tipo de ideas, de sugerencias, para que agarren<br />
el poder de su vida y de su salud.<br />
–¿De qué manera? La idea es que se empoderen, así que<br />
les comparto médicos, nutricionistas y gente que trabaja<br />
conmigo. Personas que me hacen bien a mí, que me han<br />
ayudado y que son parte de mi equipo, porque estos libros no<br />
son un trabajo solitario. Yo tengo a mi nutricionista, que avaló<br />
toda la información, y una médica que trabaja conmigo y que<br />
también avala todo lo que les cuento. Entonces, cuando me<br />
preguntan dónde ir a meditar, yo les digo. Los oriento, hago<br />
como de puente entre ese estado tenebroso en el que puede<br />
estar la gente (yo estuve y sé lo que es) y otra cosa.<br />
–¿Y qué le dicen las personas cuando se acercan? “Estoy<br />
desesperada, me van a operar, me dicen que me quedan dos<br />
meses de vida”. Entonces yo les digo: “Pará, pará, pará, respirá<br />
hondo, no te quedan dos meses de vida porque nadie te puede<br />
decir cuánto tiempo de vida te queda”. A mí no me pasó, pero<br />
hay profesionales que dicen cosas así. Cuando el paciente<br />
quiere saber, o pregunta de una manera indirecta, y entonces<br />
se mandan y les dicen: “Te queda tanto tiempo”. Frente a eso,<br />
yo a las personas les digo: “Es una estadística. Y vos no sos un<br />
número en una estadística: sos mucho más. No sabés. Hay<br />
milagros. ¿Por qué no googleás a tal, a tal y a tal? Se estaban<br />
por morir en un día y están acá, se curaron”. Son ejemplos que<br />
yo fui encontrando en el mundo entero y, a través de los libros,<br />
casos que me fueron llegando a mí también. Me parece muy<br />
importante darle esperanza a la gente. Sobre todo porque la<br />
gente se asusta y no sabe que tiene mucho poder sobre lo que<br />
pasa en su vida y en su salud. Nosotros podemos hacer muchas<br />
cosas para mejorar. Hay mucho para hacer.<br />
–¿Por ejemplo? La gente no sabe la cantidad de remedios<br />
que tiene a la mano. Remedios que no se venden en la farmacia.<br />
¿Como cuáles? Como hacer ejercicio físico. Eso es un<br />
remedio. Yo, por ejemplo, siempre hice deporte. Antes hacía<br />
deporte para verme flaca, para que no se me cayera nada,<br />
pero ahora sé una cosa muy importante: las serotoninas, las<br />
endorfinas, la dopamina, todo lo que te cambia a nivel químico<br />
mientras hacés ejercicio físico y la alegría que te da. Es un<br />
cambio enorme, por eso yo le digo a la gente que esto es un<br />
click. Es un cambio de paradigma en la vida esto de tomar<br />
conciencia de que uno puede hacer mucho por su bienestar.<br />
Hay mucho que se puede comer para estar bien, y mucho por<br />
hacer en cuanto a la manera de pensar. Básicamente lo que nosotros<br />
no pensamos nunca es que somos energía. Nos sentimos<br />
absolutamente materia y estamos todo el tiempo agarrados a la<br />
materia, a lo que tocamos y a lo que vemos. Y no creemos en<br />
la energía y en lo que no podemos ver. Cuesta eso de entender<br />
que estamos hechos de energía. ¡El universo es energía! Y no<br />
vivimos desde ese punto de vista. Entonces, no entendemos<br />
que nosotros somos capaces de modificar la energía que somos<br />
y, por ende, modificar nuestros pensamientos. Y nuestros pensamientos<br />
son energía que impacta directamente en nuestras<br />
células. Nadie nos ha enseñado a tomar buenas decisiones.<br />
Nos enseñan mucha aritmética y dónde están los ríos, cosa que<br />
hoy nadie se acuerda. Pero nadie nos enseña a ser felices, y<br />
vamos por la vida a las trompadas. A veces la vida te pone en<br />
situaciones más delicadas, como puede ser una enfermedad, y<br />
eso puede despertarte o no. A mí la enfermedad me despertó.<br />
87
©Felix Busso<br />
–¿En qué sentido? Te doy un ejemplo: si a alguien le duele<br />
la cabeza, va a la farmacia o al botiquín y se toma una pastillita<br />
para el dolor de cabeza. Uno puede hacer eso, o bien<br />
puede cerrar los ojos y empezar a respirar, o tomarse cinco<br />
minutos, tirarse al piso y cerrar los ojos, acomodar sus huesos<br />
y ver qué es lo que lo tiene tenso. Hay a la mano muchas<br />
cosas naturales y alternativas para estar bien. Lo que pasa es<br />
que nadie nos enseñó a estar bien ni a ser felices.<br />
–¿Cómo era usted antes de la enfermedad, cuando<br />
todavía no había “despertado”? ¿Cómo era su versión<br />
anterior? Era más iracunda, más nerviosa. Era como una<br />
hoja al viento. No tenía herramientas, cuando lo cierto es que<br />
hay que tener herramientas para que las situaciones no te tomen.<br />
Desde luego que hay situaciones que son muy desesperadas,<br />
pero uno puede agrandar eso hasta el infierno, o puede<br />
apostar a la respiración, a la meditación, a tener una nutrición<br />
saludable, a controlar sus pensamientos, etc. De lo que se trata<br />
es de tener herramientas para no andar por la vida hecho<br />
un loco. Para no vivir tomados por la inconsciencia.<br />
–¿Cuál fue su primera reacción cuando supo que estaba<br />
enferma? Mirá, yo siempre cuento que tuve mi primera situación<br />
con papá. Mi papá tuvo cáncer y en ese momento –23<br />
años atrás– yo estaba terminando mis clases de actuación con<br />
Carlos Gandolfo. Fue un maestro maravilloso, y más allá<br />
de lo que aprendí para actuar en un escenario, fue quien me<br />
introdujo en el mundo de lo que se llamó la New Age. Y todo<br />
eso me apasionó. Esto de comenzar a tomar conciencia de que<br />
somos energía, de la espiritualidad, de que hay más de lo que<br />
vemos… Y cuando Gandolfo nos empezó a dar material espiritual<br />
para leer, se me abrió un mundo fascinante. Pasaron muchos<br />
años y me enfermé yo. Una vez que me operé e hice todo<br />
lo que me dijeron que tenía que hacer, vino una prima mía y<br />
me dijo: “Esto puede ser una gran oportunidad”. Me enojé,<br />
claro. Yo estaba enojada y no podía ver oportunidad alguna<br />
en ese estado. Entonces me hizo un click en la cabeza y dije:<br />
“Esta enfermedad me viene a decir algo. De algo me voy a<br />
tener que enterar con esto”. Entonces empecé a agarrar todos<br />
los libros que tenía sobre el tema y a leerlos. Los libros habían<br />
llegado 20 años atrás y yo de alguna manera los había olvidado.<br />
Pero lo que más aprendí en mi vida lo aprendí de ellos. Estos<br />
libros salvaron mi vida: leía y escribía, leía y escribía durante<br />
ese proceso de tratamiento de un año y medio. Y ahora eso me<br />
lo dicen a mí: “Me identifico, soy yo, siento que estoy adentro<br />
de tus palabras”. Y eso es muy fuerte.<br />
–¿Qué diferencias hay entre su primer libro y este<br />
último? El primer libro lo escribí sin saber que iba dirigido<br />
a un lector; era para mí, no había lector. Me hablaba a mí<br />
misma. En este libro, en cambio, le hablo directamente al<br />
lector: “Tenés que hacer esto, tenés que hacer lo otro, no me<br />
jorobes con esto, etc.”. Es mi manera de hablar, y tal vez por<br />
eso la gente después me dice: “Sos mi íntima amiga, te tengo<br />
en casa. Me hacés divertir, sos parte de la familia”. Eso no fue<br />
un plan, salió así y hoy en día acompaño a la gente a cambiar<br />
su vida diciéndole “Si yo puedo, vos podés”. Así de simple<br />
Entrevista<br />
trece<br />
Walter Riso<br />
Made in<br />
Nápoles<br />
Después de escribir más de 20 libros de divulgación, el psicólogo clínico<br />
WALTER RISO dio el gran salto a la ficción. Su novela Pizzería Vesubio<br />
(Planeta) es una revisión de los elementos que componen su identidad: raíces<br />
napolitanas, historias familiares, recetas de cocina, canzonettas y añoranzas<br />
POR María Fernanda Guillot<br />
88
Nápoles, donde nació. El barrio porteño de Balvanera, en el<br />
que se impregnó de tradiciones y deleites. La provincia de San<br />
Luis, en la que cursó Psicología y donde su familia tuvo una<br />
pizzería. Medellín, la ciudad en la que se descubrió como escritor.<br />
Barcelona, su hogar desde hace catorce años. Cada uno<br />
de esos escenarios marcó un inicio para Walter Riso. Los<br />
distintos derroteros confluyen en un profesional reconocido<br />
en su campo, autor de bestsellers de autoayuda y superación,<br />
que no se rinde fácilmente a la comodidad del éxito. Cuando<br />
todo estaba dado para sumar otro eslabón en su engranaje de<br />
aciertos literarios, él decidió tirarse a la pileta de la ficción.<br />
–¿Qué lo impulsó a escribir la novela Pizzería Vesubio?<br />
Siempre escribí con mucho cuidado y una responsabilidad<br />
enorme, porque lo que decía podía afectar la vida de otras<br />
personas. De pronto, tuve necesidad de ser irresponsable, de<br />
que lo que digan o hagan los personajes no sea trascendente<br />
más allá del relato. Además, necesitaba hacer catarsis. Le<br />
conté a mi agente literario la idea que tenía en la cabeza sobre<br />
un libro que contuviera recetas y anécdotas familiares, y<br />
él me dijo: “Me emociona. Si sos capaz de llevar a las páginas<br />
lo que me provocaste, adelante”. No me quedé conforme y<br />
también se lo comenté al director editorial, que me respondió<br />
lo mismo. Cuando terminé la novela se la di a leer a los<br />
dos, y coincidieron: “Sí, era esto”.<br />
–¿La ficción le hizo descubrir algo nuevo como autor?<br />
Sí, me sentí muy libre. Esta vez no hice escaleta, fui volcando<br />
las ideas. Volaba, cantaba, reía y me divertía mientras escribía.<br />
Yo transitaba las mismas emociones que la novela.<br />
–¿Habrá sido el efecto de escribir en primera persona?<br />
No hubiera podido contar esta historia de otra manera. En el<br />
primer párrafo descubrí la voz del personaje. Siempre tuve una<br />
película en mi cabeza, algo muy visual y sensorial. Después<br />
fueron apareciendo las escenas de la relación padre e hijo y<br />
toda esa trama del amor, del perdón, de las tribus masculinas<br />
como la que se arma en la pizzería. Todo eso es muy napolitano.<br />
Cuando terminé la novela, pensé: “Nadie va a poder<br />
decir que no la escribí yo”. Porque no se puede contar algo así<br />
sin haberlo vivido. Fui a Nápoles para conocer el lugar donde<br />
había nacido. Sabía el nombre de la calle, pero no tenía la dirección<br />
exacta. Mi tía me había dado una referencia: “Es cerca<br />
de donde filmaron L’oro di Napoli, la película de Vittorio<br />
De Sica”. No se acordaba más que eso. Yo buscaba y buscaba<br />
en Google, sin lograr ningún resultado. Hasta que, hace ocho<br />
años, una noche encontré ese lugar. Al mes siguiente fui a Nápoles<br />
para ver cómo era la casa y descubrí más de mi historia<br />
familiar. Esa experiencia emocional está en el libro. En España<br />
le pusieron como título de venta “El Macondo napolitano”,<br />
porque tiene un poco de realismo mágico.<br />
–La comida es otra gran protagonista de la novela.<br />
¿Por qué tiene tanta presencia? Es algo inherente a mi<br />
historia. Mis padres llegaron a Buenos Aires cuando yo tenía<br />
un año. Como tantos inmigrantes, vinieron a “hacerse la<br />
América”. Nos ubicamos cerca del viejo mercado Spinetto,<br />
frente a la plaza Primero de Mayo. Era un gueto de napolitanos.<br />
Mi infancia fue alegre, pero no fácil. En el barrio<br />
se usaba la palabra lotta (lucha) como sinónimo de vida. Se<br />
saludaban “¿Qué tal la lotta?”. La pobreza era enorme y todo<br />
giraba en torno a la comida, había nostalgia por los olores<br />
y sabores de la infancia. Cada mañana yo acompañaba a mi<br />
mamá al mercado, donde sus amigas tenían puestos de verduras.<br />
Observando, aprendí a cocinar.<br />
En mi novela incluí recetas de la familia. Para rememorar<br />
cómo se hacía la parmigiana de berenjenas, por ejemplo, la<br />
preparaba de verdad en mi cocina. Elegía la música, entraba<br />
en ese mundo y transcribía tal cual. No sé cómo van a reaccionar<br />
mis primos y tíos cuando se enteren. Son muy reacios<br />
a compartir secretos culinarios. Mi papá siempre daba mal las<br />
indicaciones a propósito.<br />
–En la portada de la novela se anuncia “Un libro delicioso”.<br />
¿Qué otras delicias hay en su vida? Me gusta mucho<br />
conversar con las mujeres. Participo de lo que en España se<br />
conoce como “costureros”: se juntan cuatro o cinco amigas<br />
a charlar, y me invitan. También me deleita cocinar para mis<br />
amigos. Me siento en la mesa y los miro comer, es mi gran placer.<br />
Nápoles es delicioso. Mi señora, que adora la fotografía, un<br />
día retrató a una familia en las Ramblas de Barcelona, y ellos<br />
reaccionaron como si hubieran visto al diablo. En Nápoles,<br />
cuando fotografió a unos chicos que jugaban al fútbol en la<br />
calle, un gordo se dio cuenta y vino corriendo desde la esquina.<br />
Esperamos lo peor, pero lo que él quería era que mi mujer lo<br />
fotografiara. Y después pidió una foto con su familia. Los llamaba<br />
a los gritos y ellos salían como hormigas de las casas. Eso<br />
es Nápoles. Una de mis hijas, que es cineasta, me filma cada<br />
vez que estamos allá para mostrar cómo me transformo en un<br />
hombre lobo: el pelo crece más rápido y mis ojos se ponen<br />
saltones. Empiezo a pensar, cantar y putear en napolitano.<br />
–¿Cómo es la convivencia entre el hombre lobo y el<br />
psicólogo que da conferencias y escribe libros que son<br />
traducidos a doce idiomas? En mí hay un colombiano<br />
(alguien más formal) y un napolitano (al que no le importa<br />
nada y es capaz de bailar arriba de la mesa). Para no herir<br />
sentimientos, procuro decir o hacer lo que siento. Esa es mi<br />
parte colombiana. Hace poco estuve enfermo de los riñones,<br />
y los médicos me explicaron que eso sucede cuando alguien<br />
no puede expresarse. Claro que, muchas veces, le doy espacio<br />
a mi parte napolitana. En los Estados Unidos me retiré de un<br />
programa en vivo porque no me gustaba lo que me decían.<br />
–¿Qué fue lo que le molestó? Algo que activó mi lado<br />
napolitano. Cuando era más joven trataba de resolver mis<br />
contradicciones, pero ahora convivo con ellas. Como en mi<br />
familia estoy rodeado de mujeres, tengo algo muy femenino,<br />
que se manifiesta en ciertos gustos, como la decoración y la<br />
cocina. Al mismo tiempo soy un vikingo que defiende a los<br />
suyos. Siempre fui desobediente e irreverente. En el colegio<br />
tenía notas altas, pero no era abanderado porque había<br />
quemado los baños, por ejemplo. Una vez tiré una escarapela<br />
porque para mí los símbolos patrios no significaban<br />
nada. Tendría 12 o 13 años y era anarquista. Un profesor me<br />
decía que yo era la reencarnación de Mijaíl Bakunin. Me<br />
gustaría escribir sobre la desobediencia. No necesariamente<br />
se deben respetar los modelos de autoridad o de poder, la<br />
influencia social o mediática. Es bueno ser inmune al qué<br />
dirán. Voy a hacer un ensayo sobre eso.<br />
–¿Cuál es su intención como escritor? En realidad, nunca<br />
tuve el propósito de ser escritor. Mientras cursaba Psicología<br />
en San Luis era líder universitario y militaba. Cuando vino el<br />
golpe militar, me fui a Colombia. Empecé a ser reconocido<br />
allá, era profesor universitario y atendía pacientes. Muchos<br />
venían a tratar su depresión, y empecé a escribirles pequeños<br />
textos en referencia a su problemática. Un 20 de diciembre,<br />
uno de ellos me trajo los papeles que había reunido durante<br />
un año y medio de tratamiento, y me dijo que tenía que publicar<br />
un libro con ese material. Un amigo literato me ayudó<br />
a ponerle un nombre, “Aprendiendo a quererse a sí mismo”,<br />
y con otro, que era publicista, dibujamos la portada: una sombra<br />
que se abrazaba a sí misma. Imprimí 400 ejemplares, los<br />
cargué en el coche y fui repartiéndolos de librería en librería.<br />
Al mes, se habían vendido todos. Me llamaban para pedirme<br />
más y, poco a poco, se hizo una bola de nieve. Escribía sobre<br />
el amor convencional “y otras malas costumbres”, aseguraba<br />
que algunas parejas se tenían que separar y estaba a favor del<br />
aborto. Yo era un bicho raro para Colombia, un país tradicional,<br />
pero la gente me leía, así que firmé contrato con una<br />
editorial. Y seguí escribiendo<br />
90
MUSEOS<br />
del mundo<br />
Museo de Historia<br />
de las Artes Marciales<br />
POR Martín Garrido<br />
Pequeño en sus dimensiones físicas, se ha ido convirtiendo<br />
en un verdadero museo de culto entre los crecientes seguidores<br />
de la especialidad. Emplazado en Los Ángeles (Estados<br />
Unidos), se encuentra muy próximo a las productoras de<br />
Hollywood, que alimentan su fábrica de sueños con grandes<br />
sucesos como las tres temporadas de Kung Fu en TV y la saga<br />
Karate Kid en cine.<br />
Su público es diverso, así como el enfoque de su creador,<br />
Michael Matsuda (actor y practicante de artes marciales),<br />
quien desde 1999 busca generar una experiencia educativa<br />
y cultural. En especial para los chicos que aprenden los<br />
distintos tipos de artes marciales propias de cada país de Asia<br />
(China, Japón, Corea, Tailandia, Filipinas, entre otros). Además,<br />
posee una exhibición de accesorios utilizados en famosas<br />
películas y series televisivas. Allí puede verse la vincha que<br />
Ralph Macchio se puso en Karate Kid, o el nunchaku de<br />
ardillas que usó Steve Oedekerk en Kung Pow!, además de<br />
la aterradora máscara de demonio de Revenge of the Ninja.<br />
El museo cuenta<br />
con una nutrida<br />
agenda de eventos<br />
tales como ferias<br />
de libros, demostraciones<br />
de corte con<br />
sables y estrenos de películas,<br />
hay además clases<br />
de sushi, historia, idiomas<br />
y defensa personal. Por último, es<br />
la sede del Hall de la Fama de las Artes Marciales que, entre<br />
otras personalidades, destacó al director Akira Kurosawa<br />
con el Premio Funakoshi. Gichin Funakoshi, oriundo de<br />
Okinawa (1868-1957), es considerado el padre del karate<br />
moderno o karate-do, y su libro Mi camino es un clásico que<br />
continúa agotando ediciones<br />
http://martialartsmuseum.com/<br />
93
Turismo<br />
internacional<br />
Okinawa<br />
Donde nació Karate Kid<br />
POR Horacio de Dios<br />
Al suroeste de Japón, a 1.500 km de Tokyo, está el archipiélago<br />
de Ryukyu, un conjunto de islas cercanas a Taiwán cuya<br />
pequeña superficie sumada es cinco veces inferior a nuestra<br />
provincia de Tucumán. La más conocida es Okinawa, hogar del<br />
idioma Ryukyu, que fue trascendente en la historia entre China<br />
y Japón durante cinco siglos (entre el 1400 y el 1900). Y allí<br />
nació el karate, una de las disciplinas más admiradas de las artes<br />
marciales, sobre todo desde que la saga cinematográfica Karate<br />
Kid –dirigida por John Avildsen– la popularizó. Está basada<br />
en un cuento de Kenzaburo Oé (Premio Nobel de Literatura<br />
1994), “A veces el corazón de la tortuga”, que narra la historia<br />
de Daniel, un chico en edad escolar cuya vida cambia para<br />
siempre cuando se entera de que debe mudarse a California.<br />
Una vez allí, el protagonista comienza un viaje introspectivo<br />
que lo llevará a enfrentar a un enemigo, acompañado por una<br />
antigua amiga de la primaria y un viejo japonés, su maestro y<br />
mejor amigo. Los fans de esta entrañable historia estarán de<br />
parabienes, pues pronto se transformará en una serie televisiva.<br />
Deporte y mucho más<br />
Desde su origen milenario, el karate no solo incluía defensa y<br />
ataque sin armas, sino también técnicas y tácticas coherentes<br />
con una filosofía de vida de creciente popularidad en Occidente.<br />
Se ha globalizado y será un deporte olímpico en Tokyo<br />
2020, donde competirán hombres y mujeres. Al margen de<br />
las medallas oficiales y los diferentes colores de los cinturones<br />
en las prácticas, desde el blanco inicial al negro de los maestros<br />
se calcula que hay más de cien millones de seguidores en<br />
un camino más espiritual que estrictamente físico.<br />
Paraíso sin pensar en el karate<br />
Naha, la capital de la prefectura de Okinawa, fue el centro<br />
del reino Ryukyu y conserva valiosos tesoros consagrados<br />
como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La motivación<br />
más fuerte para el turismo convencional son las riquezas<br />
naturales de su clima templado (23 grados promedio,<br />
con un enero fresco de no menos de 15 y un julio con no más<br />
de 28). También una diversidad de playas de arenas blancas<br />
y mares azules ideales para el deporte, con arrecifes de coral<br />
para bucear, colinas con bosques para practicar senderismo y<br />
costas para surcar con canoas y kayaks.<br />
Para quienes quieran disfrutar de una ciudad contemporánea<br />
con un toque exótico está la calle principal, Kokusai, que se<br />
extiende a lo largo de casi veinte cuadras con cafés, grandes<br />
hoteles y todo tipo de tiendas para salir de compras. Es un<br />
singular hipermercado con marcas famosas, desde Cartier y<br />
Burberry hasta Uniqlo, con el plus de ser libre de impuestos.<br />
Es un oasis para las tarjetas de crédito.<br />
Como siempre, lo más importante es lo que no tiene precio.<br />
El gran mercado público de Makishi, con puesteras (anma)<br />
que vocean a gritos su mercadería, entre la que hay pescado<br />
de todos colores, que uno puede adquirir y luego llevar al<br />
piso superior para que lo cocinen. Más fresco imposible.<br />
En otro barrio céntrico, Tsuboya, hay un museo de cerámica<br />
con artesanos trabajando en sus hornos, y no falta un fabricante<br />
especializado en hacer estatuas león (Shisa, divinidad<br />
protectora de Okinawa).<br />
Ikigai: salud, divino tesoro<br />
Los japoneses gozan de una esperanza de vida que figura<br />
entre las más largas del mundo: 85,9 años promedio para las<br />
mujeres y 79,44 los hombres. Y Okinawa es especialmente<br />
famosa porque encabeza el ranking de las cinco zonas azules<br />
del planeta, por sus numerosos habitantes centenarios y por<br />
su calidad de vida. La vejez no es una etapa para alojarse<br />
en un geriátrico sino para mantenerse activo dentro de la<br />
comunidad donde se es respetado como par entre iguales.<br />
Según el autor Dan Buettner, el mantra para agregar vida<br />
a los años y no estar pensando solamente en el almanaque es<br />
“morir joven siendo lo más viejo posible”.<br />
Vale la pena aproximarse a esta isla que no tiene secretos para<br />
quien respete el Ikigai (la razón de ser), para quien no está<br />
esperando los “beneficios del retiro” sino que se mantiene<br />
trabajando sin esperar la jubilación. Aquí no se aspira a “desenchufarse”,<br />
sino a aprovechar el día, desde la mañana hasta la<br />
noche, cultivando la huerta, caminando y ascendiendo colinas,<br />
compartiendo los mejores platos de las abuelas sin perder contacto<br />
con familiares y amigos para comer bien y sanamente.<br />
En Okinawa creen que “la alimentación es la medicina de la<br />
vida”. No solo por la calidad de los productos naturales, sino<br />
por la riqueza y surtido de su extraordinaria gastronomía.<br />
Entre sus comidas típicas se encuentran el chanpuru (mezcla<br />
de verduras fritas) y el soba (sopa de fideos parecida al ramen).<br />
Son muy populares la mayoría de los platos preparados a fuego<br />
lento, sin olvidarse del tofu y, por supuesto, de la abundancia<br />
de distintos tipos de carne. Comen sin privarse de nada y de<br />
manera abundante e inteligente, porque no engordan. Los<br />
turistas pueden saborear un desayuno de 20 platos, elaborados<br />
con 55 alimentos diferentes sin superar las 585 calorías.<br />
No están obsesionados con la moda de la salud, sino que se<br />
mantienen en forma sin necesidad de regímenes ni gimnasios.<br />
Muchos saben dónde están los dojos (espacios para aprender y<br />
practicar artes marciales), pero no hay carteles ni propaganda.<br />
Los habitantes de la isla poseen una rutina de ejercicio, sin<br />
personal trainer, se ejercitan con tareas domésticas tales<br />
como armar el futón, un colchón con funda que se apoya<br />
sobre un tatami que puede plegarse cada vez que no se use y<br />
que, aunque es bajo (no más de 5 centímetros), pesa bastante<br />
y requiere cierta energía para manipularlo.<br />
Cerca del G7 y lejos de Argentina<br />
El clima cálido de las islas del sur de Japón permite asimismo<br />
el cultivo de una gran variedad de frutas. La región es la mayor<br />
exportadora de piñas, mangos, pitaya (fruto del dragón),<br />
plátanos y papayas del país.<br />
Viajar al archipiélago de Ryukyu no es tan simple desde Argentina.<br />
Estamos a unos 19.000 km de Tokyo y se necesitan al<br />
menos dos o tres escalas para llegar, después de casi 40 horas<br />
de viaje. Una vez en Tokyo, resta un trayecto de 1.500 km<br />
hasta aterrizar en Okinawa.<br />
Esto no es un obstáculo para las reuniones realmente trascendentes.<br />
En el año 2000 fue la sede del G7, y en el 2007<br />
del Banco Interamericano de Desarrollo, con la asistencia de<br />
Templo Ryukyu<br />
Playa de Okinawa<br />
5000 personas. Los emigrantes okinawenses tienen una comunidad<br />
en ultramar de no menos de 300.000 descendientes,<br />
de ellos 200.000 en América Latina y también en Argentina.<br />
Son muchos los aportes culturales de Okinawa: desde el<br />
arte de los tambores (Taiko) hasta distintos tipos de danzas y<br />
canciones. Ya hablamos de su gastronomía, pero el karate es<br />
su legado más importante, tal como se refleja en el cine, la<br />
televisión y la literatura.<br />
“Por ser Okinawa la cuna del karate, es la Meca de todos los<br />
practicantes de este Arte de las Manos Vacías”, dijo el embajador<br />
José. R. Sanchis Muñoz al recordar a los diecisiete<br />
pioneros que llegaron como inmigrantes a nuestro país en<br />
1908 y formaron gran parte de la descendencia local de la<br />
colectividad japonesa<br />
TESTIMONIO PERSONAL<br />
Horacio de Dios<br />
KARATE KID<br />
ES KARATE GIRL<br />
Desde 1984, la historia de Karate Kid tuvo varios cambios.<br />
Aunque en mi memoria cinematográfica se mantenían solo los<br />
íconos del estreno: Daniel, un adolescente recién mudado a<br />
California, y el señor Miyagi, el sensei maduro que lo introducirá<br />
en el mundo de las artes marciales.<br />
En ese momento no tenía PC ni existía Internet. No imaginaba que<br />
en un momento de mi vida iría a conocer a Sophie Wong a través<br />
de YouTube. Esta niña de 3 años, cuyo primer video practicando<br />
karate se volvió viral, reemplazaría con una perspectiva femenina<br />
lo que recordaba de la película. En el nuevo imaginario colectivo<br />
han cambiado las edades y los géneros, para ser… Karate Girl.<br />
En Internet podemos seguir la secuencia fotográfica con su<br />
maestra karateca y hasta un eventual combate con un chico de<br />
su edad. No es fantasía. Y a partir de sus imágenes, ya no me<br />
sorprende que esta práctica haya trascendido el deporte, que<br />
será olímpico en el 2020, y comience a ser elegida por muchas<br />
familias en todo el mundo para que sus hijos e hijas se preparen<br />
para la vida “con las manos vacías”, es decir sin armas, a<br />
pura fuerza de carácter y buen comportamiento.<br />
Entre una gran variedad de cursos y talleres que dicta el Centro<br />
Okinawense en su gran edificio de San Juan 2651, se encuentran<br />
cursos de idioma japonés, bordado, pintura, ikebana, origami<br />
y artes marciales infantiles (karate, aikido y judo) para niños<br />
y niñas a partir de los 6 años. También se dan clases de tango.<br />
En realidad, no es un dato tan extraño teniendo en cuenta que<br />
están en el barrio de San Cristóbal, allí donde nació Francisco<br />
Canaro, que además llevó su orquesta a Japón.<br />
+ Info: www.okiren.org.ar<br />
Mercado público de Makishi<br />
94<br />
95
VIDA GOURMET<br />
LA EDICIÓN DEFINITIVA Y DE LUJO DE<br />
El Libro de Doña Petrona<br />
Internarse en los caminos de la edición 123 de esta biblia<br />
gastronómica es revisitar historias personales de infancia, de<br />
cumpleaños con tortas como esculturas, de una cocina que<br />
era el centro de la casa, tanto como descubrir a una mujer<br />
excepcional en su tiempo a través del entusiasta relato de la<br />
coordinadora de la edición, Laura Vilariño<br />
–¿En qué consistió su trabajo como coordinadora de<br />
esta edición? Por un lado, el recetario, y por otro, la investigación<br />
histórica sobre el libro mismo. Una lectura atenta<br />
sobre el recetario permitió detectar que desde 1989, año en<br />
que Petrona vendió sus derechos, el libro sufrió cierta desidia,<br />
ya que por ejemplo aparecían recetas que remitían a fotos<br />
que no habían sido incluidas y que sí existían en la versión<br />
original. Con las imágenes de las primeras ediciones reconstruimos<br />
en palabras un trabajo de montaje de las piezas de<br />
las tortas. También se le dio un orden racional y práctico a la<br />
estructura. Por otro lado, registramos por lo menos tres voces<br />
narradoras diferentes. Con Marcela Massut dedujimos<br />
que cada secretaria de Petrona tipeaba las recetas según su<br />
gusto “literario”. Para ver cuál era la voz de Petrona recurrimos<br />
a sus cuadernos de recetas manuscritas y comprobamos<br />
que su estilo es el más liso y llano, y con ese estilo unificamos<br />
el libro. Planeta cumplió con su función editorial. Le ofreció<br />
a Doña Petrona Carrizo de Gandulfo un servicio editorial<br />
que nunca había tenido pero que siempre necesitó.<br />
–¿Por qué emprendieron una edición que contara con<br />
una investigación? Porque el libro se lo merecía. El significado<br />
simbólico que alcanzó en la sociedad argentina lo colocó<br />
como un referente cultural, social, estético y hasta económico de<br />
la vida doméstica desde los años 30 hasta bien entrados los 80.<br />
–¿Qué encontró en su investigación? Es un libro apasionante,<br />
su primera edición es de 1934, a pulmón, con Petrona<br />
POR Mónica Tracey<br />
llevando bajo el brazo una colección de recetas a una imprenta.<br />
Con las 122 ediciones anteriores en nuestras manos<br />
pudimos ver el paso del tiempo en el diseño de tapa y de<br />
interior. La tapa entelada original cambió por una ilustrada<br />
recién en la edición número 50. La calidad del papel cambiaba<br />
según los tiempos, las ediciones que aparecieron durante<br />
la Segunda Guerra eran más rústicas. El seguimiento de los<br />
prólogos a través del tiempo mostró en qué medida Petrona<br />
estaba compenetrada con los temas sociales y políticos de<br />
cada momento. Los prólogos son además un tratado de moda<br />
y estética, especialmente en los años 50 y 60. Cómo combinar<br />
manteles con cortinas y hasta con el delantal de la mucama.<br />
–¿Esta tarea le permitió un acercamiento a Doña<br />
Petrona? Sí, claro. Vi una Petrona pionera en un tema hoy<br />
candente: su capacidad para autogestionarse. Trabajadora<br />
incansable, valiente, capaz de salir a pedir dinero prestado<br />
para su primera edición porque confiaba plenamente en su<br />
proyecto. La primera edición de 3000 ejemplares la vendió<br />
personalmente en su departamento de la calle Viamonte<br />
1342. Costaba 7 pesos y no quiso pagar comisión a los<br />
libreros. La cola para comprar bajaba la escalera, salía a la<br />
calle y doblaba la esquina. ¡Y tenía 35 años! Petrona apelaba<br />
a una lectora supuestamente “ama de casa”, pero al mismo<br />
tiempo se pintaba, trabajaba en sus propios proyectos y de<br />
eso vivía toda la familia. Corría desde la radio a la imprenta,<br />
de las revistas a la tele, dirigía su oficina, era una trabajadora<br />
que escribía para una burguesía. Petrona era una empresa en<br />
sí misma. También impacta su trascendencia. Una gran comunicadora,<br />
una imagen en blanco y negro omnipresente en<br />
las casas, un recuerdo imborrable para varias generaciones.<br />
Desde ese lugar fue tomada como un símbolo de época por<br />
artistas como Alfredo Arias y Alejandra Radano. Hasta<br />
Pablo Ramírez trabajó sobre su vestuario.<br />
–Como mujer, ¿su mensaje era contradictorio? Para<br />
nada. Una cosa es ella y otra su público. Petrona no era una<br />
ortodoxa ama de casa. Era vanguardia pura en ese momento.<br />
–¿Qué le impactó de su cocina? La espectacularidad, la<br />
apelación a lo visual. Un huevo duro no se lleva a la mesa si<br />
no tiene aspecto de chinitos o sapitos. Prepara un áspic con<br />
forma de aro, rellena el hueco con pequeños sándwiches de<br />
miga redondos y sigue sumando sandwichitos hasta alcanzar<br />
una altura de 30 cm, los baña en mayonesa y aplica encima<br />
un rombito de zanahoria, llega a la mesa un candelabro. Yo<br />
no sé si lo comería con gusto, pero seguro le sacaría una foto.<br />
Para mí el éxito de Doña Petrona estaba más en el espectáculo<br />
que en el sabor. Arias lo dijo: fue surrealista sin saberlo.<br />
–Las recetas de Petrona, ¿son un espejo de otro tiempo<br />
o pueden dialogar con la cocina de hoy? Son de otra<br />
época, porque demandan mucho tiempo de elaboración,<br />
muchos ingredientes, muchas calorías, lapsos de digestión<br />
prolongados. Pero dialoga perfectamente con las sucesivas<br />
generaciones. Blanca Cotta tomó mucho de ella y cocinó<br />
sus platos para la generación siguiente. Narda Lepes tuvo<br />
su programa en Utilísima cocinando las recetas de Petrona.<br />
Hoy, una prestigiosa cocinera como Patricia Courtois<br />
hace festivales cocinando como ella. Ada Cóncaro, considerada<br />
quizás la mejor cocinera del país, contaba que cuando<br />
se casó, salió de su casa con el libro de Doña Petrona bajo<br />
el brazo, y ella reconocía el alto impacto de sus recetas en el<br />
paladar de los argentinos en cuanto a la cocina doméstica. Petrona<br />
te enseña a hacer un bife a la plancha, un huevo duro,<br />
unos buñuelos de acelga y también una langosta Thermidor.<br />
Hay recetas que son imbatibles, como los huevos rellenos, el<br />
flan, los panqueques. Pero, por sobre todo, reconozco en el<br />
libro de Doña Petrona un libro objeto, para mirar, para curiosear,<br />
para dejar volar los recuerdos y la imaginación<br />
El recuerdo de su nieta<br />
Marcela Massut vivió su infancia muy cerca de su<br />
abuela, Petrona C. de Gandulfo, en cuya casa de Olivos<br />
pasaba gran parte del tiempo. Ya de más grande,<br />
cocinó varios años con ella. Ahora es quien se ocupa<br />
de su legado; tal es así que colaboró con la edición de<br />
este libro.<br />
“Mi abuela y todo en su casa era lo mejor que le podía<br />
pasar a un niño. La casa llena de amor para esos<br />
dos nietos, mi hermano y yo, donde teníamos nuestros<br />
mejores juguetes, siempre estaba preparado nuestro<br />
postre preferido y el mejor abrazo de bienvenida; esas<br />
salidas a lugares raros... ir a buscar las pelucas de Petro<br />
a Pozzi, pasar por la modista a buscar delantales<br />
nuevos…. Cocinar con mi abuela era el amor de una<br />
maestra que transmitía con absoluta seriedad lo que<br />
tenía que enseñar, había algo de humor, pero mucho<br />
respeto en la cocina. Era una persona siempre abierta a<br />
los cambios, porque quería saber de todo. Experimentaba<br />
permanentemente, dejó más de mil recetas que<br />
nunca publicó. Todo era probado y corregido antes de<br />
darlo a sus seguidoras/alumnas. Mi abuela comía de<br />
todo, podía disfrutar de unos tallarines caseros cortados<br />
a cuchillo, de unas patitas de centolla o de sus<br />
famosas empanadas santiagueñas, con la misma cara<br />
de placer. Tenía un postre preferido que se llama Egg<br />
Nog, que es un batido de huevos, azúcar, whisky y nuez<br />
moscada. Como era batido espumoso, se levantaba de<br />
la mesa para armarlo. La cocina era el lugar donde se<br />
compartían muchas vivencias, estudiar, charlar, se hacía<br />
alguna manualidad, estaba la gran mesa de planchar.<br />
Siempre había algún delicioso aroma... salsas,<br />
café, bizcochuelo. Recuerdo a mi abuela hablando con<br />
su loro Juanito, a mi abuelo preocupado por las bebidas<br />
del almuerzo y nosotros revoloteando entre risas y<br />
olores. Y allí estaba Juanita, ella fue la mano derecha<br />
de mi abuela, estaba al mando de la casa. Si queríamos<br />
ir después de la escuela, le pedíamos permiso a Juanita.<br />
Mi abuela dejó muchas marcas en mí: la tenacidad,<br />
la amistad, el trabajo y la pasión, la alegría, el respeto,<br />
la unión, el amor a compartir y a la familia, y el placer”.<br />
96<br />
97
Cocina<br />
Malbec, malbec, malbec,<br />
¡cada día te quiero más!<br />
Tener una cepa insignia es un privilegio que se debe agradecer primero<br />
a la naturaleza y luego al esfuerzo de una hinchada incondicional,<br />
que ha hecho de este varietal una bandera y una pasión nacional<br />
POR Marina García<br />
Hace ya un tiempo que, en el mundo,<br />
hablar de malbec es hablar de la Argentina.<br />
No porque sea una cepa nativa,<br />
sino porque –al igual que con muchas<br />
personas– encontró en nuestro suelo su<br />
“lugar en el mundo”; y nos devolvió el<br />
gesto con una uva sin igual, capaz de<br />
apasionar a enólogos y críticos con la<br />
emoción de un gol de “Maradó”.<br />
Cuenta la leyenda que un 17 de abril<br />
de 1853, Michel Aimé Pouget tomó<br />
a su cargo la Quinta Agronómica de<br />
Mendoza (algo así como el Jardín Botánico<br />
cuyano) donde realizó las primeras<br />
pruebas con esta cepa que mandó traer<br />
de Francia. Con el pasar de los años la<br />
variedad se fue difundiendo, pero hubo<br />
que esperar al principio de este siglo<br />
para que el malbec cambiara el rumbo<br />
no solo de la vitivinicultura local, sino<br />
también mundial. Para ese momento<br />
nuestra forma de elaborar, guardar y<br />
distribuir el vino había ganado calidad,<br />
y junto a la creciente tendencia de consumo<br />
de varietales se abrió un carril<br />
dorado (de esos que solo ven Lionel<br />
Messi o Cristiano Ronaldo) para<br />
convertir un gol histórico con los primeros<br />
premios en certámenes internacionales,<br />
en los que todos comenzaron<br />
a mirar hacia el sur mientras degustaban<br />
el rojo elixir de estos terruños.<br />
Ya con el malbec como estandarte, y<br />
aprovechando a pleno las herramientas<br />
del marketing, los productores nacionales<br />
(y los que se “hicieron locales” a<br />
partir de este boom) desarrollaron el<br />
Día del Malbec (17 de abril), que este<br />
año se extendió a toda una semana de<br />
festejos y acciones que se pueden ver<br />
en www.lasemanadelmalbec.com.<br />
Junto con la apertura internacional<br />
llegó la oportunidad de realizar concursos,<br />
lo cual otorga prestigio y ubica aun<br />
mejor a nuestros productores y vinos en<br />
el plano mundial. Su máxima expresión<br />
se pudo disfrutar del 12 al 17 de mayo<br />
en Mendoza con un dos en uno de lujo:<br />
Vinandino y Malbec al Mundo, dos certámenes<br />
locales de gran reputación que<br />
cuentan con el auspicio y la normativa<br />
de la Organización Internacional de la<br />
Viña y el Vino (OIV) y la Unión Internacional<br />
de Enólogos (UIOE).<br />
¿Cuál será la selección ganadora?<br />
Dicen que no nos gusta perder “ni a<br />
la bolita”, ¡y menos cuando tenemos<br />
a un Messi en versión tinto! Esperemos<br />
que la suerte vaya de la mano del<br />
esfuerzo, el trabajo y la dedicación<br />
de cada ingeniero agrónomo, cada vendimiador,<br />
cada bodega, cada enólogo,<br />
cada agencia, cada distribuidor y cada<br />
sommelier, que hacen posible esta<br />
maravilla que gana con cada botella su<br />
propia copa<br />
Por estos días el entrañable artista y<br />
humorista gráfico Tute (Juan Matías<br />
Loiseau) estará llegando a las góndolas con<br />
su malbec, al que bautizó y decoró con su<br />
cálido arte, y que realizó junto al enólogo<br />
Marcelo Pelleriti (bodega Monteviejo). Ideal<br />
para brindar los goles.<br />
El vino en zapatillas<br />
Sabrina Cuculiansky | Albatros<br />
El mundo del vino es un ámbito más bien<br />
tradicional, donde innovar es una tarea de<br />
próceres; por eso esta edición merece una<br />
ovación. La autora encara el clásico libro<br />
de vinos con una óptica diferente, haciendo<br />
foco en los avances y novedades, que<br />
serán un gancho tentador para los nuevos<br />
consumidores y un desafío para los vinófilos<br />
de siempre. Cuenta con excelentes<br />
fotos de Marcelo Aguilar.<br />
Oro en los viñedos<br />
Laura Catena | Catapulta<br />
Otro libro distinto, para deleitarse con<br />
historias y leyendas del vino. En este<br />
caso integralmente ilustrado por Fernando<br />
Adorneti (Caveman), cada página es<br />
una obra de arte gráfico que acompaña<br />
lujosamente los relatos –muchas veces<br />
épicos– que se esconden en los terruños,<br />
en las bodegas e incluso en las botellas.<br />
Barrilete cósmico.<br />
98
Dossier<br />
literatura<br />
©Eugenio Mazzinghi<br />
Eduardo Galeano<br />
Mendigo<br />
de buen fútbol<br />
De chico, Eduardo Galeano quería ser santo o futbolista. Dejó la escuela<br />
secundaria y siguió aprendiendo en los cafés de Montevideo. A los 19 años<br />
intentó suicidarse; al salir de la clínica decidió que iba a escribir. En el<br />
primer año, Las venas abiertas de América Latina solo vendió 400 ejemplares.<br />
Hoy, el libro lleva 70 ediciones y su autor es uno de los escritores más<br />
reconocidos de América Latina. Se definía como un “mendigo de buen<br />
fútbol”. Iba por el mundo, sombrero en mano, suplicando en los estadios<br />
“una linda jugadita, por amor de Dios”<br />
POR Federico Bianchini<br />
99
De chico, Eduardo Galeano tenía la imagen de Jesús y varias fotos de jugadores del Club<br />
Nacional pegadas en la pared detrás de su cama. Quería ser santo o futbolista. Estaba seguro<br />
de que, en principio, estudiaría el seminario para convertirse en cura. A veces, cuando todos<br />
dormían, como forma de penitencia, se ponía a rezar sobre unas pequeñas piedras.<br />
Escribe: “Al despertar, no bien caminaba un par de pasos y pateaba alguna piedrita en la vereda,<br />
ya confirmaba que el fútbol no era lo mío”. Al parecer, la santidad tampoco.<br />
Mientras practicaba sus dibujos, trabajó como obrero de una fábrica de insecticidas y como<br />
mecanógrafo. A los 14 años, aprendiz de banquero, se encargaba de preparar el café a los<br />
directivos. En algunos casos lo hervía dos, tres o más veces para provocarles diarrea: el café<br />
como condición necesaria de la lucha de clases.<br />
Su padre, Eduardo Hughes Roosen, funcionario del Ministerio de Ganadería, era bisnieto<br />
de un inglés dueño de una estancia de 15.000 hectáreas en Paysandú. Su madre, Licia<br />
Esther Galeano Muñoz, era descendiente del primer presidente uruguayo, Fructuoso<br />
Rivera, a quien Galeano criticaba por la matanza de indígenas en la encerrona del arroyo<br />
Salsipuedes en 1831. Los privilegios de hijo único solo le duraron dos años; en 1942 nació su<br />
hermano Guillermo y, en 1944, su hermana Matilde. Vivían en una casona del barrio de<br />
Pocitos, a pocas cuadras del zoológico de la ciudad.<br />
Galeano cursó hasta segundo año en la escuela británica Erwy School. Luego, abandonó la<br />
educación formal, aunque siguió aprendiendo de manera autodidacta. Algunas noches las pasaba<br />
debatiendo sobre política, escuchando en silencio o argumentando vehementemente, en la casa de<br />
Vivian Trías, maestro de jóvenes socialistas. Algunas mañanas las ocupaba en charlas de café; en<br />
el Sorocabana de la Plaza Libertad, lugar de encuentro de los republicanos españoles, o en la barra<br />
del Tupi Nambá entre políticos y teatreros, aunque casi siempre en El Brasilero, histórico desde<br />
1877, en una mesa junto a la ventana, sentado en una silla Thonet, mirando la esquina, intentando<br />
decir de la manera más simple, convencido de que la certeza termina siendo el motor de la vida,<br />
y que la vida y la historia humana podrían pensarse como una suerte de contradicción. Pedía café<br />
con leche y medialunas. Se quedaba sentado por horas mirando la ventana, de a ratos sonreía.<br />
Cuando el sol se escondía detrás de los edificios, sacaba el diario de un portafolio gris y leía, de<br />
atrás hacia delante. Los fines de semana, estudiaba con Enrique Broken, un abogado argentino<br />
y socialista, que le daba clases particulares. A los 17 años, Galeano había leído la Biblia y El capital.<br />
Se decía hijo de los cafés de Montevideo, de los tiempos en que había tiempo para perder el<br />
tiempo. Decía que allí, entre ruidos de cucharas chocando contra la porcelana de los platos,<br />
conversaciones cruzadas y palabras sueltas que venían de otras mesas pero, sobre todo, de las<br />
discusiones y charlas con periodistas, escritores, o uruguayos en general, había aprendido lo<br />
que sabía. Decía que los cafés habían sido su única universidad.<br />
En los cafés había entendido que para ser capaces de decir, antes, tenemos que ser capaces<br />
de escuchar.<br />
En 1964, a los 14 años, se acercó al Partido Socialista de Uruguay. La militancia, contaría años<br />
más tarde, reemplazó a la fe religiosa. Ese año publicó su primer dibujo en el semanario socialista<br />
El sol. Su nombre, Eduardo Germán María Hughes Galeano, era demasiado largo para<br />
escribirlo entero al pie de la viñeta. Así, como firma, solo puso “Giús”.<br />
Con dos leyendas uruguayas: el<br />
escritor Juan Carlos Onetti y el<br />
cantautor Alfredo Zitarrosa.<br />
Postal de una visita al Carnaval<br />
de Río de Janeiro, junto a su<br />
mujer Helena Villagra.<br />
Empezó bocetando caricaturas y rápido pasó a escribir algunas notas sobre teatro, noticias<br />
sindicales y política.<br />
Luego de un intento de suicidio a los 19 años, se despertó en la cama del hospital Maciel de<br />
Montevideo. Había pasado varios días en coma. “Por fuera estaba destrozado, culpa del ácido<br />
de las meadas y la mierda que el cuerpo había seguido echando por su cuenta, mientras yo<br />
dormía mi muerte en el hotel”, escribe. No se acordaba de la cantidad de sedantes que había<br />
tomado. “El cuerpo nunca me perdonó. Me quedaron las cicatrices: la piel de cebolla que<br />
ahora me impide andar a caballo en pelo, como quisiera, porque se abre y sangra, y en las<br />
piernas las marcas de las heridas que llegaron hasta el hueso. Todas las mañanas las veo, cuando<br />
me levanto y me pongo las medias”.<br />
Cuando se recuperó de las secuelas, decidió que iba a escribir. Y empezó a firmar, a secas,<br />
Eduardo Galeano. “Fue, desde fines de 1959, una manera de decir: soy otro, soy un recién<br />
nacido, he nacido de nuevo”.<br />
Ese año renunció al banco y cruzó el Río de la Plata con destino a Buenos Aires. Durante<br />
seis meses trabajó en la revista Che, financiada por el Partido Comunista Argentino pero que<br />
reunía a distintos sectores del progresismo.<br />
A los 20 años, ya de vuelta en Montevideo, asumió como secretario de redacción del semanario<br />
Marcha, dirigido por Carlos Quijano. En palabras de Galeano, una publicación que se<br />
dedicaba a “cuestionar certezas, arrancar máscaras, alborotar avisperos y ayudar a que mañana<br />
no fuera otro nombre de hoy”.<br />
Dos años después, a ese trabajo sumó otro como responsable del área de publicaciones de la<br />
Universidad de la República. Cuenta Galeano que en aquella época aprendió mucho de Juan<br />
Carlos Onetti, que en su casa, cara al techo, fumando, le enseñaba “con silencios o mentiras,<br />
porque disfrutaba dando prestigio a sus palabras”.<br />
En una de esas noches calladas, cigarrillos y vino de cirrosis instantánea, Onetti estaba, como<br />
siempre, acostado. Galeano sentado al lado. El tiempo pasaba sin hacerles el menor caso.<br />
Hasta que en un momento, Onetti habló de un proverbio chino. Galeano sospechó que el proverbio<br />
no era chino sino inventado e incluso lo chicaneó (“¿Será chino u oriental nomás el que<br />
dice eso?”), pero de todos modos nunca olvidó que “Las únicas palabras que merecen existir<br />
son las palabras mejores que el silencio”.<br />
Entre agosto y diciembre de 1962 escribió su primer libro y única novela corta, Los días siguientes,<br />
que publicó un año después por la editorial Alfa. Unos años más tarde, cuenta el periodista<br />
Fabián Kovacic en una biografía no autorizada, en el prólogo de la segunda edición Galeano<br />
escribió: “No es que me arrepienta de haberla escrito, no, simplemente ocurre que la descubro,<br />
ahora, inmadura y vulnerable, despojada de algunas de las virtudes que le atribuí al hacerla. Pero,<br />
¿por qué no?, me sigue gustando. Pecado de infancia, quizás, pero querido pecado de infancia”.<br />
En octubre de 1963, Galeano viajó a China. Al volver, escribió su primer libro de no ficción:<br />
China 1964, crónica de un desafío, que comienza preguntándose: “¿Qué se propone Mao?<br />
¿Qué hondas razones mueven a China, símbolo agresivo de la rebelión de los pobres, a enfrentar<br />
a la Unión Soviética?”.<br />
El 21 de agosto de 1964, día en el que Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Cuba bajo<br />
100 101
las presiones de Washington para aislar a la isla del resto de América Latina, entrevistó a<br />
Ernesto “Che” Guevara.<br />
Cuando el argentino abrió la puerta del despacho y preguntó “¿Los uruguayos?”, Galeano se adelantó.<br />
Le mostró un ejemplar del diario cubano Granma. En la portada, con jeans, remera y gorra,<br />
aparecía Guevara con un bate de béisbol, esperando que le tiraran la pelota. La única palabra que<br />
dijo Galeano, la mirada seria, fue “traidor”. El argentino quedó desconcertado. Luego, al principio<br />
de a poco y después de manera estentórea, empezó a reírse. Le dio un abrazo al desenfadado periodista<br />
uruguayo y le dijo: “Te entiendo”. Siguió riéndose. Solo cuando terminó de hacerlo, ya con<br />
la voz más seria, comentó: “Es la primera vez que alguien me llama traidor y sigue vivo”.<br />
Luego, hablaron. Galeano preguntó, Guevara respondía. Le dijo, entre muchas otras cosas,<br />
que cuando era presidente del Banco Central había firmado los billetes con la palabra Che,<br />
para burlarse, y le dijo que el dinero, “fetiche de mierda”, debía ser feo.<br />
Pensaba Galeano que se delataba, como nos delatamos todos, por los ojos. Recordaba su mirada<br />
limpia, como recién amanecida; esa manera de mirar de los hombres que creen.<br />
Después de cuatro años investigando, leyendo y recopilando información, en las últimas noventa<br />
noches de 1970 (“con mucho café”) escribió Las venas abiertas de América Latina, que definió<br />
como un ensayo económico político: “Para difundir ideas ajenas y experiencias propias que<br />
quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar los interrogantes que nos persiguen<br />
desde siempre: ¿es América Latina una región destinada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada<br />
por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de<br />
la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?”.<br />
El libro lo publicó Arnaldo Orfila en México. Un año y medio después del lanzamiento,<br />
solo se habían vendido cuatrocientos ejemplares. Orfila creyó conveniente llamar por teléfono<br />
al autor. “No se desaliente”, le dijo: “Estas son tierras difíciles. Siga escribiendo”.<br />
El boca en boca y los comentarios hicieron que el libro se fuera conociendo a lo largo del<br />
continente. La prohibición, años después, por parte de las dictaduras de Uruguay, Argentina y<br />
Chile le dieron una publicidad abisal. En abril de 2009, en la Quinta Cumbre de las Américas<br />
en Trinidad y Tobago, frente a las cámaras, el presidente venezolano Hugo Chávez le entregó<br />
al estadounidense Barack Obama un ejemplar del libro. Este claro hecho político, ya que<br />
el libro estaba en castellano y Obama no iba a entenderlo, hizo que pocas horas después el<br />
libro se convirtiera en un éxito de ventas en Internet.<br />
Las venas abiertas de América Latina superó las setenta ediciones: ya lleva más de dos millones<br />
de ejemplares vendidos y existe el mito, entre los libreros de la Ciudad de Buenos Aires,<br />
de que es el libro con más ejemplares robados en la historia.<br />
En abril de 2014, Galeano viajó a Brasilia invitado a dar el discurso de apertura de la Segunda<br />
Bienal del Libro y la Lectura. En una charla comentó: “No volvería a leer Las venas abiertas<br />
de América Latina. No sería capaz de hacerlo, caería desmayado. Para mí, esa prosa de<br />
la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital.<br />
Intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria. No me<br />
arrepiento de haberlo escrito, pero ya es una etapa para mí superada”.<br />
Encuentro con Fidel Castro. En<br />
su libro Espejos. Una historia casi<br />
universal (Siglo XXI), dijo sobre la<br />
revolución cubana: “Es lo que pudo<br />
ser y no lo que quiso ser”.<br />
Encuentro con los músicos<br />
españoles Joaquín Sabina y Joan<br />
Manuel Serrat, con quienes forjó<br />
una amistad.<br />
Con el poeta argentino Juan<br />
Gelman. Cuando este murió,<br />
le rindió un sentido homenaje<br />
en su columna de Página/12:<br />
“Nunca encontraremos palabras<br />
que expresen nuestra gratitud al<br />
hombre que fue muchos, al que fue<br />
nosotros y nosotros seguirá siendo<br />
en las palabras que nos dejó”.<br />
Al día siguiente, los diarios interpretaron las declaraciones: “Galeano renegó de Las venas...”,<br />
tituló Infobae. “El libro que Galeano rechazó”, simplificaría El Cronista.<br />
Podría preguntarse uno qué autor releería sus propios libros. Y, luego, investigar en algunas<br />
declaraciones de Galeano que, quizás, enmarcan y explican un poco más esos comentarios<br />
de un autor que en esa época ya había publicado más de cuarenta libros y cuyo estilo había<br />
cambiado, alejándose de estadísticas y procesos históricos contados en capítulos para centrarse<br />
en la narración de anécdotas mínimas, en pocos caracteres y con un registro más cercano lo<br />
poético, y que podían reflejar un concepto o un hecho de manera más contundente: “A través<br />
de historias chicas se revela la historia grande”.<br />
En abril de 2012, en una entrevista publicada en la revista Ñ, comentó: “Para mí es una<br />
satisfacción enorme haber escrito un libro que sobrevivió a más de una generación y que<br />
sigue estando vigente, pero a la vez me genera una enorme tristeza porque el mundo<br />
no ha cambiado en nada. Para mí sería mejor que ese libro estuviera en un museo de<br />
arqueología junto a las momias egipcias, pero no es así. La gente, no toda pero mucha,<br />
me identifica con ese libro y eso es como si me invitaran a morir. Es como si no hubiese<br />
escrito nada más desde la década de 1970. Y no es así, después de eso escribí mucho y<br />
cambié mucho”.<br />
Años después dirá que el libro fue escrito con la intención de divulgar ciertos hechos que la<br />
historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o tergiversa. Confesará que sabe<br />
que pudo resultar sacrílego que ese manual de divulgación hablara de economía política en el<br />
estilo de una novela de amor o de piratas, pero dirá: “No hay vanidad en la alegría de comprobar,<br />
al cabo del tiempo, que este no ha sido un libro mudo”.<br />
Con el golpe de Estado en Uruguay del 27 de junio de 1973, Galeano fue apresado y obligado a<br />
abandonar el país. Viajó a la Argentina, eligió para vivir un departamento sobre la calle Montevideo<br />
casi llegando a la Avenida Corrientes. Una amiga le presentó a Federico Vogelius, que<br />
le propuso dirigir la revista Crisis, en la que escribirían Juan Gelman, Rodolfo Walsh,<br />
Mario Benedetti y Gabriel García Márquez, entre otros.<br />
A partir de 1974, durante diez años su nombre no se publicó en ningún medio uruguayo y sus<br />
libros estuvieron prohibidos.<br />
En noviembre de 1975, cuenta en Días y noches de amor y de guerra (que definía como “una<br />
conversación con mi propia memoria”), sonó el teléfono de la redacción de Crisis. Miró el reloj.<br />
Nueve y media de la noche. ¿Atendía? ¿No atendía? Atendió. Era el comando José Rucci,<br />
de la Alianza Anticomunista Argentina.<br />
–A ustedes los vamos a matar, hijos de puta –dijo.<br />
–El horario de amenaza, señor –contestó Galeano–, es de seis a ocho.<br />
Colgó y se felicitó. Estaba orgulloso de sí mismo. Pero quiso levantarse y no pudo. Las piernas<br />
de trapo, intentó encender un cigarrillo.<br />
Escribió Galeano bajo el título de “Sueños”: “Querías fuego y los fósforos no se encendían.<br />
Ningún fósforo te daba fuego. Todos los fósforos estaban decapitados o mojados”.<br />
Por orden del Gobierno, desde abril de 1976, luego de imprimirla y antes de que saliese al<br />
102<br />
103
©Nauro Junior<br />
público, Galeano y Vicente Zito Lema debían llevar los ejemplares a la Casa Rosada para<br />
que un censor los leyera.<br />
Ese año, en un asado, conoció a Helena Villagra, que sería su mujer durante el resto de su<br />
vida (adoptando a Mariana, la hija de ella, a quien en sus libros llamaría “La Pulga”). Ya se había<br />
casado dos veces: la primera, con Silvia Brando, con quien tuvo a Verónica Hughes Brando.<br />
Luego, con Graciela Berro Rovira, madre de Florencia y Claudio Hughes Berro.<br />
El 4 de mayo secuestraron a Haroldo Conti. Una semana después, Galeano escribió: “Hoy<br />
hace una semana que se lo llevaron y yo ya no tengo cómo decirle que lo quiero y que nunca<br />
se lo dije por la vergüenza o la pereza que me daba”.<br />
En julio de 1976, a cuatro meses de haberse instalado la dictadura en la Argentina, Galeano<br />
decidió volverse a exiliar. Esta vez en Barcelona, España. “Por no estar preso me tuve que ir<br />
de Uruguay. Por no estar muerto me tuve que ir de Argentina”, diría después. En agosto salió<br />
el último número de la revista Crisis.<br />
Dos años más tarde, publicó Días y noches de amor y de guerra, texto que marca su partida de<br />
Buenos Aires y en el que resume esos días agónicos. En 1982, ya en el exilio español, con Memoria<br />
del fuego: Los nacimientos, inició una trilogía que cuenta la historia de América “pero<br />
con un modo de narración ligado a un mundo más íntimo” y que se completa con El libro de<br />
los abrazos (1989) y Las palabras andantes (1993).<br />
Le dieron dos veces el Premio Casa de las Américas: la primera en 1975 por la novela La canción<br />
de nosotros; la segunda tres años después por Días y noches de amor y de guerra. Recibió<br />
el American Book Award de la Universidad de Washington por la trilogía Memoria del fuego y<br />
el Stig Dagerman, uno de los más prestigiosos galardones de la literatura sueca, por el conjunto<br />
de su obra; fue el “primer ciudadano ilustre” elegido por los países del Mercosur y, en 2011,<br />
estuvo nominado al Premio Cervantes que finalmente ganó el chileno Nicanor Parra.<br />
El 27 de marzo de 1984, el semanario uruguayo Aquí publicó una entrevista telefónica que<br />
Galeano respondió desde Barcelona. El periodista le preguntó si el exilio lo había cambiado<br />
mucho. Galeano dijo que creía en el exilio como un desafío. “Empieza siendo un tiempo de<br />
penitencia, nacido de una impotencia o de una derrota, y se precisan humildades y paciencias<br />
para convertirlo en tiempo de creación y para asumirlo como un frente más de lucha.<br />
Entonces uno mira hacia delante y descubre que la nostalgia es buena, tirón de tierra, señal<br />
de que uno no ha nacido de una nube, pero la esperanza es mejor. El exilio me confirmó que<br />
la identidad no es una cuestión de domicilio ni de documentos: soy uruguayo viva donde viva<br />
y aunque me nieguen el pasaporte. Y en estos diez años, que ya van para once, perdí el pelo<br />
pero nada más: se me han multiplicado la pasión solidaria, el impulso incesante de crear y de<br />
amar y la capacidad de indignación ante la injusticia”.<br />
En 1985, con la democracia, volvió a Uruguay. Junto a Mario Benedetti fundó el semanario<br />
Brecha. Hasta su fallecimiento, trabajó como figura del consejo asesor y escribía notas, que<br />
se publicaron en simultáneo con los diarios Página/12 de Argentina y La Jornada de México.<br />
Los libros de Galeano, publicados en América Latina por Siglo XXI Editores, fueron traducidos<br />
a 29 idiomas. El poeta y editor uruguayo Roberto López Belloso escribe en un texto publi-<br />
En la puerta de su casa durante un<br />
Mundial. Serrat contaba que durante<br />
ese tipo de eventos, su amigo se<br />
quedaba encerrado un mes. “Más<br />
que mirar los partidos, los vigilaba”.<br />
Algunos de sus más recordados<br />
libros, publicados por Siglo XXI.<br />
cado en el libro Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso (Siglo XXI) que algunos de sus amigos<br />
guaraníes le decían “mago de la palabra”. Los saharauis del norte de África lo llamaban “hermano<br />
perseguidor de nubes”. Los indígenas de Chiapas, “el recogedor de la palabra de abajo”.<br />
Y así era. Galeano recogía las palabras, como si la escritura fuera cosa de artesanos. Decía que<br />
había aprendido de Onetti el placer de escribir a mano.<br />
Galeano trabajaba cada página, en unas libretitas mínimas, diminutas, apenas mayores que<br />
el tamaño de una mano. Ahí anotaba las ideas, comentarios o descubrimientos que, luego,<br />
podrían terminar en una historia. La primera libretita había sido un regalo de su esposa,<br />
Helena Villagra, que la consiguió en una librería de Venecia, ciudad a la que habían ido para<br />
casarse. A ella le gustó que pudiera caber en cualquier bolsillo y estuviera lista para ser escrita.<br />
Después, algún amigo que viajaba a Italia le traía varias; o los admiradores o conocidos que<br />
lo habían visto escribir dentro de esas miniaturas también se las compraban si las veían. Su<br />
trabajo era minucioso, palabra tras palabra, hasta que pasaba en limpio, en la computadora, la<br />
última versión, que solía ser la penúltima.<br />
Se decía devoto de William Faulkner; influido por Cesare Pavese (al punto de intentar<br />
copiarlo) y por los grandes poetas españoles como Pedro Salinas (“tus sueños / son verdaderos<br />
sueños / cuando se desensueñan / y en material mortal encarnan”), por los versos ásperos y<br />
vigorosos de Miguel Hernández (“Que mi voz suba a los montes / y baje a la tierra y truene<br />
/ eso pide mi garganta / desde ahora y desde siempre”); por la fina capacidad de síntesis de<br />
Antonio Machado (“El tren camina y camina / y la máquina resuella / y tose con tos ferina /<br />
¡Vamos en una centella!”). Pero su maestro en el estilo fue su amigo Juan Rulfo. Decía Rulfo,<br />
repetía Galeano: “Hay que escribir como se escribía con esos lápices de antes, que tienen<br />
de un lado el grafo y del otro la goma de borrar, porque se escribe más con el culo que con la<br />
cara, más borrando que poniendo”.<br />
En una entrevista con la uruguaya María Esther Gilio contó que su experiencia como<br />
periodista había sido fundamental en su formación como escritor. “El periodismo obliga al escritor<br />
a olvidar su propio ombligo, por más que este lo sumerja en éxtasis, y mirar los ombligos<br />
de los demás”. Y definió: “El periodismo es la mejor escuela para quien quiere escribir”.<br />
Galeano creía en los libros que cambian a la gente. Creía que la prueba de que la palabra<br />
humana funciona está en quien la recibe, no en quien la da. Un texto, decía, es bueno cuando<br />
cambia a quien lo lee, cuando lo transfigura.<br />
En 2008, fue a tomarse un café al Brasilero y encontró la persiana baja. Se impresionó. Se<br />
sentó en el cordón de la vereda sin entender por qué le habían sacado el café, sin saber dónde<br />
habrían dejado sus recuerdos. Empezó a preguntar y como nadie supo decirle, se contactó con<br />
amigos periodistas que trabajaban en diarios y televisión. La noticia se publicó. El café había<br />
cambiado de propietario. El nuevo dueño fue a la televisión y le pidió disculpas de manera<br />
pública. Se comprometió a abrirlo.<br />
Ese mismo año, Galeano presentó su libro Espejos (Siglo XXI) en ese café. En el lugar no<br />
entraban más de setenta personas, y aunque sabía que mucha gente iría a verlo, no le importó.<br />
Quería estar allí, en su segunda casa.<br />
104 105
Como todos los uruguayos, “toditos” decía, él también había nacido gritando gol. Al patear las<br />
piedritas en la vereda se daba cuenta de que no jugaba bien al fútbol. Aunque un rato antes<br />
fuera el mejor de todos: “Pero solo de noche, mientras dormía”.<br />
Se definía como “un mendigo de buen fútbol”. Decía ir por el mundo, sombrero en mano,<br />
suplicando en los estadios “una linda jugadita, por amor de Dios”. En 1995 publicó Fútbol a<br />
sol y sombra y en 2014 condujo el programa Fútbol pasión donde revisaba mitos, pasiones y<br />
tragedias.<br />
Escribe Joan Manuel Serrat que desde que los partidos del Mundial empezaron a ser televisados,<br />
Galeano se quedaba el mes entero encerrado en su casa. “Más que mirar los partidos,<br />
los vigilaba”. “Eran unos días sagrados en los que todos sabíamos dónde estaba, pero en los<br />
que si se quería dar con él había que esperar las pausas entre partido y partido. En horario<br />
balompédico no atendía”.<br />
“He renacido muchas veces”, dijo Galeano en la última entrevista que le dio al diario La Nación,<br />
“Uno está reducido a ver la muerte como una especie de pasaje. Y no es así, en realidad<br />
uno se muere muchas veces, y renace otras tantas”.<br />
Las enumera en Días y noches de amor y de guerra. La primera, el intento de suicidio a los<br />
19 años.<br />
La segunda, en Venezuela: en las minas de diamante de la selva del Guaniamo, donde contrajo<br />
paludismo dos veces en un mes. “Ahora yo sabía que un mosquito puede ser peor que<br />
una serpiente y también sabía que sería perseguido, hasta el fin de mis días, por el pánico a la<br />
vuelta del incendio y el hielo de aquella fiebre”.<br />
En un viaje que hizo con su esposa Helena Villagra a Grecia en 2003 le apareció la primera<br />
señal del cáncer de pulmón. Recorrían la ruta de Ulises en la Odisea, de Homero. Llegó a<br />
Ítaca con fiebre.<br />
Seis años después, su perro Morgan (“Se llama así por sus costumbres de pirata, y las víctimas<br />
no lo consideran tan admirable. Brincón y ladrón, a Morgan lo persigue el sol y también lo<br />
persigue el propietario de una pelota de tenis o sándwich o zapatilla o prenda íntima que él ha<br />
usurpado para hundirse en el agua con el botín entre los dientes. Nunca supo ajuiciarse. Hasta<br />
ahora, que se sepa, nunca nadie lo ha visto quieto, ni ha mostrado nunca el menor indicio de<br />
cansancio o arrepentimiento”) también tuvo cáncer.<br />
Escribió el cantor español y su amigo Joan Manuel Serrat: “Aquel ser hermoso y dulce al que,<br />
como un mal presagio, también consumió el dragón del mal”.<br />
Porque si bien los médicos pudieron controlarla al principio, unos años después la enfermedad<br />
volvió. En los mails, Galeano se refería a ella como “el gato negro”; solo de vez en cuando<br />
mencionaba la quimioterapia.<br />
En abril de 2015, una semana antes de fallecer, les dijo a los enfermeros que lo bajaban de la<br />
ambulancia que más que un oncólogo lo que precisaba era un almólogo.<br />
En la última edición de El cazador de historias, el editor de Siglo XXI, Carlos E. Díaz,<br />
cuenta que en sus últimos meses, Eduardo Galeano “siguió haciendo una de las cosas que más<br />
le gustaba hacer, que era escribir y pulir los textos una y otra vez. Había empezado una nueva<br />
obra, de la que dejó escritas unas cuantas historias (…). Varias de ellas tenían como tema la<br />
muerte. Eduardo siempre fue un hombre sobrio, quizás haciendo honor a sus genes galeses<br />
de los que tanto renegaba, y no solía hablar en tono grave de sus enfermedades o dolencias, ni<br />
siquiera en sus últimos tiempos”.<br />
En uno de esos textos, Galeano contaba que cuando una gitana se le acercaba y le atrapaba<br />
una mano para leer su destino, él le pagaba el doble para que lo dejara en paz: no conocía su<br />
destino, ni quería conocerlo.<br />
Decía que vivía, y sobrevivía, por curiosidad. Lo mejor de su futuro era que no lo conocía.<br />
En otro de esos textos: “El sol nos ofrece un adiós siempre asombroso, que jamás repite el<br />
crepúsculo de ayer ni el de mañana. Es el único que se marcha de tan prodigiosa manera”.<br />
Pensaba Galeano: sería una injusticia morir y ya no verlo.<br />
Sus cenizas fueron esparcidas en el Río de la Plata<br />
Bibliografía:<br />
Eduardo Galeano, un ilegal en el<br />
paraíso, Roberto López Belloso<br />
(editor), Siglo XXI Editores.<br />
Galeano, apuntes para una biografía,<br />
Fabián Kovacic, Ediciones B.<br />
El cazador de historias, Eduardo<br />
Galeano, Siglo XXI Editores.<br />
Bocas del tiempo, Eduardo Galeano,<br />
Siglo XXI Editores.<br />
Días y noches de amor y de guerra,<br />
Eduardo Galeano, Siglo XXI<br />
Editores.<br />
Las venas abiertas de América<br />
Latina, Eduardo Galeano,<br />
Siglo XXI Editores.<br />
Memoria del Fuego I: Los<br />
nacimientos, Eduardo Galeano,<br />
Siglo XXI Editores.<br />
Cerrado por fútbol, Eduardo<br />
Galeano, Siglo XXI Editores.<br />
Diarios, revistas y links:<br />
“Aprendí a desconfiar de la palabra<br />
éxito”, Camilo Sánchez, revista Ñ,<br />
suplemento Cultura de Clarín, 21<br />
de mayo de 2005.<br />
“Las libretitas de Galeano”,<br />
Miguel Russo, revista Veintitrés,<br />
noviembre de 2008.<br />
“Manual del alumno rioplatense”,<br />
Andrew Graham-Yooll, Radar<br />
Libros, 21 de febrero de 1999.<br />
https://elpais.com/<br />
cultura/2014/05/05/<br />
actualidad/1399248604_150153.<br />
html<br />
https://www.infobae.<br />
com/2015/04/13/1721977-el-diaque-eduardo-galeano-renego-lasvenas-abiertas-america-latina/<br />
https://www.cronista.com/<br />
economiapolitica/Las-venasabiertas-el-libro-que-Galeanorechazo-y-eje-de-una-pelea-de-<br />
Chavez-y-Obama-20150413-0072.<br />
html<br />
https://www.lanacion.com.<br />
ar/1784034-la-ultima-entrevistade-eduardo-galeano-con-la-nacion<br />
Fotos: Gentileza Siglo XXI Editores<br />
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